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COLEGIO FERNANDO MAZUERA VILLEGAS IED

AREA DE HUMANIDADES “COMUNICACIÓN SIN FRONTERAS”


TALLER COMPLEMENTARIO 7° DÍA DEL IDIOMA

10 TEXTOS DE GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ PARA EXPLORAR LA LENGUA CASTELLANA

UN DECÁLOGO DE TEXTOS DEL ESCRITOR COLOMBIANO PARA COMPRENDER MEJOR LA


LENGUA CASTELLANA.
(fragmento)
En una entrevista de mayo de 1988 concedida a la revista Cambio 16, Gabriel García Márquez
vaticinó que dentro de un siglo la lengua castellana será un símbolo de la unidad latinoamericana que
mantendrá juntos a todos los países del continente. “Dentro de cien años la América Latina será la
América Latina de Bolívar”, dijo Gabo, “una unidad regional afirmada sobre los valores de cada país.
Hasta el Brasil se habrá entregado del todo a esa América Latina y su portugués será una de las lenguas
hermanas de la región. A pesar de las diferencias existirá un castellano con el que nos entenderemos
todos”. En esa declaración tampoco dejó por fuera a España. “En cuanto a España”, concluyó, “no hay
razones para alarmarse, porque con ella nos hemos entendido siempre, incluso en español, y
acabaremos entendiéndonos también dentro de cien años”.
Aquella visión de la lengua castellana muestra hasta qué punto el escritor colombiano creía en
el poder que las palabras podían ejercer, no sólo en el ámbito de la ficción, sino también en los
complicados terrenos de la geopolítica.
Su idea de un castellano libre y expresivo lo llevó a reñir con diversas instituciones encargadas
de reglamentar y estudiar la lengua. A la Real Academia de la Lengua Española, por ejemplo, Gabo la
apodó el “cuartel de policía del idioma” y bautizó sus diccionarios como “mausoleos” a donde iban a
parar las palabras ya muertas.
En el Centro Gabo hemos seleccionado ocho columnas, un discurso y un cuento del escritor
colombiano que te introducirán a una concepción garciamarqueana de lengua castellana:

1. Botella al mar para el dios de las palabras

Se trata del célebre discurso en el que García Márquez propuso “jubilar la ortografía” para darle
más vitalidad, expresividad fluidez a la lengua castellana. Lo pronunció el 7 de abril de 1997 en
Zacatecas, México, durante el I Congreso Internacional de la Lengua.

Simplifiquemos la gramática antes de que la gramática termine por simplificarnos a nosotros.


Humanicemos sus leyes, aprendamos de las lenguas indígenas a las que tanto debemos lo mucho que
tienen todavía para enseñarnos y enriquecernos, asimilemos pronto y bien los neologismos técnicos y
científicos antes de que se nos infiltren sin digerir, negociemos de buen corazón con los gerundios
bárbaros, los qués endémicos, el dequeísmo parasitario, y devuélvamos al subjuntivo presente el
esplendor de sus esdrújulas: váyamos en vez de vayamos, cántemos en vez de cantemos, o el
armonioso muéramos en vez del siniestro muramos. Jubilemos la ortografía, terror del ser humano desde
la cuna: enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de límites entre la ge y jota, y pongamos
más uso de razón en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie ha de leer lagrima donde diga
lágrima ni confundirá revólver con revolver. ¿Y qué de nuestra be de burro y nuestra ve de vaca, que los
abuelos españoles nos trajeron como si fueran dos y siempre sobra una?

2. La conduerma de las palabras

Publicada en El País de España el 19 de mayo de 1981, esta columna debate sobre la lengua
castellana y sus variaciones en los diversos países de Iberoamérica. Gabo parte de las expresiones
“Conduerma”, “Cruda” y “Hacerse bolas” (escritas recientemente en su Crónica de una muerte
anunciada) y luego desarrolla una reflexión en torno al español hablado en países como Colombia,
México, Venezuela y España.

Los colombianos, que en los últimos tiempos hemos ganado tan mala fama en el mundo por
tantas razones distintas, tenemos desde hace años la de hablar el castellano más puro. Dormimos en
falsos laureles, pues en realidad hablamos por la calle una lengua muy bella, rica y útil, pero la que nos
ha dado la fama no es ésa, sino la que recitan como loros nuestros académicos polvorientos y nuestros
presidentes embalsamados. Para mí, el mejor idioma no es el más puro, sino el más vivo. Es decir: el
más impuro. El de México me parece el más imaginativo, el más expresivo, el más flexible.

3. La mujer que escribió un diccionario

Un artículo sobre la vida y obra de María Moliner, la española que elaboró sola el Diccionario de
uso del español: una obra miles de páginas donde se pretenden recoger todas las palabras de la vida,
agarradas al vuelo y acabadas de inventar, muchas de las cuales ni siquiera aparecen en el Diccionario
de la Real Academia de la Lengua. El artículo fue publicado en El País de España el 10 de febrero de
1981.

María Moliner –para decirlo del modo más corto– hizo una proeza con muy pocos precedentes:
escribió sola, en su casa, con su propia mano, el diccionario más completo, más útil, más acucioso y
más divertido de la lengua castellana. Se llama Diccionario de uso del español, tiene dos tomos de casi
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3.000 páginas en total, que pesan tres kilos, y viene a ser, en consecuencia, más de dos veces más
largo que el de la Real Academia de la Lengua, y –a mi juicio– más de dos veces mejor. María Moliner
lo escribió en las horas que le dejaba libre su empleo de bibliotecaria, y el que ella consideraba su
verdadero oficio: remendar calcetines. Uno de sus hijos, a quien le preguntaron hace poco cuántos
hermanos tenía, contestó: «Dos varones, una hembra y el diccionario». Hay que saber cómo fue escrita
la obra para entender cuánta verdad implica esa respuesta.

4. La vaina de los diccionarios

Una columna que salió impresa en El País de España en su edición del miércoles 19 de mayo
de 1982. Aquí García Márquez muestra sus sentimientos adversos frente a los diccionarios y su afán de
querer abarcarlo todo, razón por la cual se equivocan en muchas ocasiones. Antes del diccionario, Gabo
recomienda el instinto y el sentido común.

A veces, los diccionarios se dan cuenta de que han hecho el ridículo, y lo corrigen en una edición
posterior. Eso le ocurrió al de la Real Academia con la famosa e inefable definición de perro: "Mamífero
doméstico de la familia de los cánidos, de tamaño, forma y pelaje muy diversos, según las razas, pero
siempre con la cola de menor longitud que las patas posteriores, una de las cuales levanta el macho
para orinar". Se prestó a tantas burlas esta precisión excesiva -y entre ellas una muy feroz e inteligente
de Guillermo Cabrera Infante en su novela Tres tristes tigres-, que en las ediciones más recientes del
diccionario de la Real Academia ya los perros no levantan la pata posterior para orinar, aunque sigan
haciéndolo en la vida real.

Ahora practiquemos el origami en homenaje a Gabriel García Márquez y las mariposas amarillas de
“Cien Años De Soledad”

1. Elabore la anterior figura de origami


2. ¿Cómo debería cambiarse la ortografía en nuestro idioma?
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3. Escriba dos palabras que usted crea que deban estar en el diccionario y que no existen con el significado
que usted crea
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4. Escriba un regionalismo que usted conozca y no se utilice en ninguna otra parte de los países de habla
hispana

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