Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Superior General
de la Fraternidad San Pío X
Parece insinuarnos que esta consecuencia era inevitable. ¿Por qué es usted
reacio a definir al Papa actual como una persona original?
Antes del Concilio Vaticano II, la Iglesia enseñaba que las denominaciones
cristianas no católicas estaban fuera del seno de la verdadera Iglesia y, por lo
tanto, no formaban parte de la Iglesia de Jesucristo. La doctrina de la
Constitución dogmática sobre la Iglesia, Lumen Gentium (nº 8), abre un
medio para reconocerlos como realizaciones parciales de la Iglesia de Cristo.
Las consecuencias de tales errores son incalculables y aún están en pleno
desarrollo.
Sin embargo, no se puede negar que muchas voces se han alzado contra
estas reformas y es razonable suponer que esto continuará en los próximos
meses. ¿Cómo juzga Usted tales reacciones?
Para entender este silencio del Papa, no debemos olvidar que la Iglesia que
viene del Concilio es pluralista. Es una Iglesia que ya no se basa en una
Verdad eterna y revelada, enseñada desde arriba, por la autoridad. Tenemos
ante nosotros una Iglesia que está a la escucha y, por lo tanto,
necesariamente escucha voces que pueden diferir entre sí. Dando una
comparación, en un régimen democrático, por ejemplo, siempre hay un
lugar, al menos aparente, para las oposiciones, que, de alguna manera,
forman parte del sistema porque muestran que se puede discutir y tener una
opinión diferente, y que hay espacio para todos. Esto, por supuesto, puede
fomentar el diálogo democrático, pero no la restauración de una Verdad
absoluta y universal, y una ley moral eterna. De esta manera, el error puede
enseñarse libremente, junto con una oposición real pero estructuralmente
ineficaz e incapaz de poner las verdades en su lugar. Por lo tanto, hay que
salir del sistema pluralista en sí mismo; y este sistema tiene una causa: el
Concilio Vaticano II.