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BOLILLA 1

ANTECEDENTES HISTORICOS
ORIGENES DE LA EJECUCION COLECTIVA. DERECHO ROMANO. EDAD MEDIA. EVOLUCION DE LA LEGISLACION CONCURSAL DESDE
EL MERCANTILISMO HASTA NUESTROS DIAS.
LA REGULACION DE LOS CONCURSOS EN LA ARGENTINA. CODIGO DE COMERCIO. LEY 4156. LEY 11719. LEY 19551-22917. LA
ACTUAL LEY DE CONCURSOS Y QUIEBRAS 24522. LEY 26684
DERECHO ROMANO
Por regla general el derecho romano no es la fuente de las instituciones propias del derecho comercial pues estas han nacido en
la Edad Media como resultado de las necesidades de la clase comerciante de las ciudades italianas, tales como Siena, Amalfi,
Venecia, Pisa, Bolonia, etc.; de allí que se sostenga que el derecho comercial es una categoría histórica.
Mas cuando se trata de estudiar específicamente el origen del derecho concursal, es preciso recurrir al derecho romano, pues,
ante la insolvencia el derecho estatutario medieval reacciono creando un régimen que tuvo 2 finalidades inmediatas:
-la represión de una conducta que se consideraba delictiva;
-la adopción de mecanismos para constreñir al deudor a pagar sus obligaciones, y recién si ello no aconteciese a liquidar sus
bienes.
Esta orientación de las regulaciones de los estatutos de las ciudades italianas no difiere mayormente de la que tuviera el derecho
romano, y por ello se afirma que es en el que se encuentra la simiente del derecho concursal.
a) Manus iniectio
En sus orígenes el derecho romano concebia a la obligacion como un verdadero vinculo personal. De allí que ante el
incumplimiento, el acreedor tenia derechos que podía ejercer sobre el cuerpo mismo del deudor, pudiendo llevarlo a su
casa y atarlo con cadenas por un plazo máximo de 60 dias, vencido el cual el acreedor debía llevarlo al Foro por 3 dias
pregonando su deuda; si nadie se hacia cargo de ella, la persona del deudor quedaba a merced del acreedor, pudiendo
venderlo como esclavo fuera de Roma (transtiberim), o darle muerte, y si hubieran sido varios los acreedores,
distribuirse su cuerpo en proporción a sus respectivos créditos. Esto se conocía con el nombre de legis actio per manus
iniectionem y en principio requeria una sentencia o confesión del deudor, aunque fueron también admitidas formas de
manus iniectio pro iudicato, es decir créditos que por si tenían fuerza ejecutiva, y de manus iniectio pura en los que ni
siquiera mediaba una ficción de haber sentencia como en la pro iudicato.
La ley Paetelia Papiria (326 aC) mejoro la situacion de los deudores prohibiendo que se les encadenara, vendiera o diera
muerte, permitiéndose rescatar su libertad mediante el pago de la deuda con su trabajo personal.
b) Bonorum venditto
En la época clásica, y por ende en el proceso formulario, la ejecución de la sentencia podía seguir siendo efectuada
sobre la persona del deudor, pudiendo el acreedor ejercer las facultades propias de la manus iniectio, a pesar de las
buenas intención de la ley Paetelia Papiria.
Mas la situacion de los deudores se atempero por dos vías: una fue la cessio bonorum o cesion de bienes, autorizada
por la ley fulia iudiciaria, en virtud de la cual cesaba toda ejecución sobre la persona del deudor de buena fe si este
abandonaba todos sus bienes a favor de sus acreedores. La otra via, que llego a sustituir la manus iniectio, fue la
bonorum venditio, que había sido autorizada por primera vez en el Edicto del Pretor Rutilio Rufo (hacia el 118 aC).
Siguiendo las enseñanzas de Gayo, Carames Ferro describe tres pasos en la bonorum venditio:
(i) En una primera etapa, el Pretor concedia al acreedor la posesión de los bienes del deudor (a petición del
acreedor, de cualquiera de ellos si eran varios, o del mismo deudor si se admitia la cessio bonorum) y
nombraba un curator bonorum que actuaba como administrador provisional de esos bienes (podía ser un
acreedor o un tercero). Al mismo tiempo se publicaban anuncios haciendo saber la misio in possessionem y se
invitaba a participar en la ejecución a los que fueren acreedores, quienes habrían de formar una masa.
(ii) La segunda etapa se abria pasado un plazo que variaba según se tratara de deudor vivo o fallecido; el deudor
era declarado fraudator (es decir, fallido), convocando el Pretor a los acreedores para que de entre ellos
designasen un magister bonorum (especie de sindico), quien se encargaba de levantar un inventario de bienes
del deudor y de sus obligaciones, luego de lo cual redactaba una suerte de pliego de condiciones de la venta de
los bienes que se hacia conocer fijándola en los lugares públicos. La venta, que efectuaba el magister bonorum,
se hacia en bloque al mejor postor.
La bonorum venditio importaba tacha de infamia para el fraudator.
(iii) La tercera etapa era la de la liquidación. El comprador (bonorum emptor) era considerado como un sucesor
universal del deudor, el que virtualmente perdia su capacidad jurídica.
Los acreedores eran satisfechos por el magister bonorum con el importe de la venta y en proporción a sus
respectivos créditos, respetando sus privilegios y garantías reales.
Si los acreedores quedaban parcialmente impagos podían perseguir al deudor sobre los bienes que adquiriese
con posterioridad, aunque en ciertos casos fue reconocido un beneficio de competencia (beneficium
competentiae) por el que se lo condenaba a pagar en la medida de su capacidad económica y dejándole lo
indispensable para la vida.
Sin duda, la bonorum venditio es el primer antecedente de la quiebra tal cual la concebimos hoy en dia.

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c) Bonorum distractio
Los rigores de la bonorum venditio fueron atemperados –en un principio solo para casos especiales: deudor furiosus
impúber- con la creación de la bonorum distractio, en la cual también tenia lugar la misio in bona y la designación del
curator bonorum, pero sin la consecuencia de la venta del patrimonio en bloque sino que los bienes eran vendido al
detalle, hasta donde fuera necesario para cubrir las deudas y no aparejaba la tacha de infamia.
d) Otras medidas
En el derecho clásico el Pretor adopto otras medidas, llamadas extraordinarias; para el tema que a nosotros nos ocupa
tienen especial importancia el interdictum fraudatorium, la in integrum restitutio y la acción pauliana.
Todas ellas tuvieron dos elementos comunes: la disminución del patrimonio del fraudator con anterioridad a la missio in
possessionem, de lo cual emana un perjuicio a los intereses de los acreedores, y el consilium fraudis, o sea la voluntad
del deudor y del tercero de producir la disminución dañosa (salvo que el acto fuere a titulo gratuito, caso en el cual, por
una evolución posterior, no se exigió el acuerdo fraudulento entre el deudor enajenante y el tercero).
El objetivo de esas medidas fue complementar la missio in possessionem, de tal modo que los acreedores pudieran
ejercerla sobre la totalidad de los bienes del deudor.
Si bien es cuestionada por algunos la independencia conceptual de la acción pauliana, ella tiene gran importancia por
ser el origen de la acción revocatoria regulada en el CC susceptible de ser ejercida en el procedimiento concursal vigente
(art. 120, ley 24522), y de la acción revocatoria concursal (art. 119).
e) Pactus ut minus solvatur
También durante la época clásica aparece esta institución que es considerada por Rocco como el origen del concordato
de mayoría. Cuando los herederos recibían una herencia cargada de deudas solo podían aceptarla –con la consecuencia
de la confusión patrimonial- o no hacerlo, caso en el cual la herencia quedaba sometida a la bonorum venditio que
acarreaba la infamia del difunto. De allí que para evitar ese efecto se ideo el pactus ut minus solvatur que era
concretado entre los herederos y los acreedores, y por el cual estos consentían la reducción de las obligaciones que
pesaban sobre la herencia.
En un principio este pacto era vinculante solo para los acreedores que participaban de el, mas luego se hizo obligatorio
para los ausentes, y finalmente aun para los presentes disidentes cuando era aceptado por la mayoría.
f) La ejecución colectiva en el procedimiento extraordinario
En la época del Bajo Imperio el proceso formulario sufrio numerosos cambios, muchos de los cuales tuvieron su origen
en la modificacion de la estrctura judicial; al procedimiento de esa época se lo conoce como “extraordinario” o extra
ordinem. En el la ejecución de la sentencia podía ser individual o colectiva.
La ejecución individual se hacia a través de la pignus in causa iudicati captum que constituyo un gran avance, pues era
una verdadera ejecución por equivalente, es decir que se tomaban bienes del deudor para ser subastados y con ello se
satisfacía la obligacion dineraria a q ue había sido condenado el deudor; por lo demás, aun cuando el deudor
hubiese sido condenado a entregar cierta cosa, si ello no era posible, la obligacion se transformaba en la de pagar una
suma de dinero, por lo que se aplicaba también la pignus in causa.
Si eran varios los acreedores se procedia a una ejecución colectiva que era una suerte de combinación entre la bonorum
venditio y la bonorum distractio, pues si bien se entragaba la posesión de los bienes a los acreedores, se designaba al
curator bonorum y se hacia participar a los demás acreedores del deudor; la venta de los bienes se hacia al detalle y en
subasta publica.
Algunos autores señalan que en esta época el pactus ut minus solvatur se generalizo, y fue aplicable a todo tipo de
deudor, y apareció el moratorium, convenio entre los acreedores y el deudor en virtud del cual aquellos le concedían un
plazo para el pago de sus deudas, beneficio que también podía ser solicitado por el deudor directamente al emperador.
EL DERECHO DE LOS PUEBLOS BARBAROS
Pese a la invasión barbara el derecho romano siguió teniendo aplicación a los ciudadanos romanos en virtud del sistema de la
personalidad de las leyes que era propio de los pueblos invasores. Mas las instituciones barbaras infiltraron el procedimiento
romano, no solo por la larga coexistencia sino también porque el derecho de estos pueblos había conocido desde sus orignes la
ejecución patrimonial, es decir, que si el deudor no pagaba el acreedor podía tomas las cosas muebles de su propiedad; la idea
de prenda, dice Rocco, era inseparable de la idea de obligacion.
Pero ello era aplicable a los deudores solventes. Cuando el obligado era insolvente entraba a jugar la ejecución personal que
permitia imponer las mas graves sanciones, como la servisumbre y aun la muerte.
Con el transcurso del tiempo se van produciendo profundas transformaciones en los procedimientos de ejecución que
encuentran su origne en la circunstancia de que la justicia va dejando de ser privada, abriéndose paso a la intervención de la
autoridad publica para la realización del derecho; esto acaece tanto en la ejecución contra el deudor solvente como contra el
insolvente, quien era reducido en una cárcel publica.
Ya en el siglo XIII esta transformación esta completa: la ejecución esta absolutamente en manos de la autoridad publica.
EL DERECHO ESTATUTARIO
Las ciudades italianas desarrollaron enormemente el comercio, y, por ende, la clase comerciante devino poderosa, económica y
políticamente. Allí, en esas ciudades, Genova, Pisa, Venecia, Florencia, Bolonia y otras nacen las instituciones propias del derecho

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comercial: la letra de cambio, el seguro, los libros de comercio, etc., y aparecen las primeras regulaciones organicas dirigidas a los
comerciantes: son los estatutos.
Estos estatutos regularon multiples aspectos de la vida mercantil y además aparecieron en ellos los primeros conceptos técnicos
de la quiebra: cesación de pagos, desapoderamiento, periodo de sospecha; es decir, que el determinante de la apertura del
procedimiento no seira el incumplimiento sino la insolvencia.
Sin embargo, no hubo mayores variantes en dos aspectos importantes:
- La ejecución colectiva básicamente buscaba constreñir la voluntad del deudor para que pagase.
- El carácter rigurosamente represivo dado al procedimiento, con penas de extrema gravedad.
En un principio, las reglas concursales se aplicaban indistintamente a comerciantes y no comerciantes, aunque en una evolución
posterior se limito a los primeros.
Aparecio el concepto de cesación de pagos; la palabra cesante fue usada por primera vez en el Constituto de Siena de 1262, y
luego es empleada por otros.
Como consecuencia de ello, se enumeran los hechos reveladores de la cesación: la ruptura del banco de la plaza del mercado,
acto simbolico equivalente a la clausura del negocio y que dio origen al vocablo bancarrota; el robo y el hurto; pero
fundamentalmente se tuvo en cuenta la fuga, que era facilitada por la proximidad de las ciudades italianas que tenían diversos
regímenes políticos y jurídicos; por ello el fugitivus era sinónimo de decoctus (insolvente), y el termino se aplico en algunos
estatutos aun a los que estaban presentes pero denunciaban su insolvencia.
En cuanto al procedimiento en si algunos lo encuentran originado en el secuestro propio del sistema de los pueblos barbaros,
mientras que otros autores, como Rocco, afirman que el secuestro general es del siglo XIV, cuando ya el proceso de la falencia
estaba estructurado, y por ello consideran que probablemente su antecedente mas próximo hubiere sido la datio in solutum, que
guardaba una estrechísima vinculación con la missio in possessionem del derecho romano.
De allí que el primer paso del procedimiento era la toma de posesión de todos los bienes del deudor por la autoridad publica
para su adjudicación a los acreedores o satisfacción de sus créditos por la venta. La administración era dada a un curador, jefe de
los acreedores o sindico. La autoridad reclamaba la entrega de todos los bienes del fallido, incluso los enajenados en un periodo
inmediatamente anterior a la declaración de quiebra (periodo de sospecha). Los acreedores eran satisfechos en proporción al
monto de sus créditos mediante la atribución de propiedad de los bienes, o la distribución del precio obtenido en la venta de los
mismos, sistema este ultimo que sustituyo al primero.
En cuanto a las sanciones penales, los estatutos de las diversas ciudades conocieron varias:
- El arresto, generalmente dispuesto por la autoridad publica;
- El bando, por el cual el fallido era puesto fuera de la ley, daba permiso a cualquiera de ofenderlo y prohibia darle asilo y
refugio;
- La tortura, era recomendada por el Estatuto de Lucca (1308);
- La pena de muerte, estaba prevista en el Estatuto de Bolonia, y existían otras penas menores como la perdida de la
ciudadanía, incapacidad para ejercer el comercio, exposición publica como infame o llevar siempre un gorro de color
como escarnio.
Justamente para evitar las consecuencias tan rigurosas se admitió el concordato, estructurado sobre los principios de mayoría e
igualdad, es decir, debía ser aprobado por ciertas mayorías especiales y sus condiciones debían ser iguales para todos. Los
acreedores privilegiados e hipotecarios no participaban del mismo.
Se conocio también el concordato preventivo, es decir, anterior a la quiebra con convocatoria a los acreedores y aprobado por
mayoría (Estatuto de Lucca).
FRANCIA HASTA EL CODIGO DE COMERCIO DE 1807
La actividad de los mercaderes italianos y de otras nacionalidades se proyecto a toda Europa, y asi surgieron en diversos países lo
que se dio en llamar ferias, en las que los comerciantes, agricultores, industriales, compraban y vendían todo tipo de cosas. Esas
ferias, que duraban de cuatro a seis semanas, se extendieron por toda la ruta que iba de Italia a Flandes, y tuvieron especial
desarrollo en el territorio de Francia.
Ante la carencia de reglas especificas las costumbres de los mercaderes italianos se fueron haciendo aplicables en estas ferias,
que dieron lugar no solo al florecimiento del comercio sino también a las mas diversas instituciones jurídicas propias hoy del
derecho mercantil, como la letra de cambio, el seguro, etc.
La legislación francesa fue entonces en lo general tardia y en lo particular falimentario insuficiente.
Las primeras disposiciones (ordenanza de Francisco I dada en Lyon el 10/10/1536; ordenanza de Carlos IX para Orleans de 1560;
Codigo Michoud de 1629, etc.) tenían un carácter penal y muy riguroso, pues imponían el arresto, la carga de utilizar ciertos
signos que revelaban el estado de bancarrota, y aun la pena de muerte.
Esta insuficiencia de la legislación falimentaria no se supero ni aun con la celebre ordenanza de 1673, dada por Luis XIV bajo la
intervención directa de Colbert. En efecto, los escasos trece artículos del Titulo XI fueron magra adaptación de las reglas de las
comunas italianas, pues no se regulo el periodo de sospecha ni el desapoderamiento, no se determinaba la exigencia de una
resolución judicial para la apertura del procedimiento ni se regulaba el funcionamiento de la junta de acreedores. Asi, los autores
franceses señalan que los acuerdos entre los acreedores y el deudor se concluían sin ninguna supervisión de la autoridad
publica; los sindicos, elegidos muchas veces por acreedores supuestos, o amigos o parientes del fallido, por un numero minimo

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de acreedores presentes desinteresados de la suerte de los demás disimulaban la situacion del fallido e imponían a los
acreedores acuerdos desastrosos.
Por lo demás, la legislación seguía siendo muy severa, pues permanecia la pena de muerte para los fallidos fraudulentos; pero
por contrapartida no había penas para los fallidos que no habían incurrido en fraude y se admitia que las esposas de estos
tuvieran y mantuvieran bienes a su nombre.
La escasa eficacia de la ordenanza de 1673 en materia de quiebras no se supero a través de las reformas posteriores, e incluso los
abusos que subsistieron después de 1789 dieron lugar a que el Codigo de Comercio de 1807 mantuviera –por inspiración del
propio Napoleon- un cirterio muy severo para juzgar a los fallidos.
ESPAÑA HASTA EL CODIGO DE COMERCIO DE 1829
Sin duda que la legislación de las comunas italianas ha tenido una influencia singular en el desarrollo del derecho concursal; mas
en otra parte de Europa también se desarrollaron reglas concursales que se proyectaron en el espacio a partir de la influencia
que tuvieron en otros países. Nos referimos a España, donde ya en la Partida V, Titulo XV se trata de la revocación de los actos
fraudulentos, la cesion voluntaria de los bienes, la quita y la espera decididas por mayoría, la formación de la masa, la graduación
de los créditos y las penas a imponer a quienes no satisficieran a los acreedores.
Los mismos autores españoles discrepan acerca de si esto constituyo o no un verdadero régimen de la quiebra. Mas de todos
modos el movimiento legislativo de la península no se agoto en Las Partidas, pues a partir de la ley dada en las Cortes de
Barcelona de 1299, referidas a cualquier cambiador que quebrase hay un permanente fluir de disposiciones legales provenientes
de Cataluña, Castilla y luego de todo el país unido en un solo reino. En las Nueva y Novisima Recopilacion se recogieron muchas
de las disposiciones.
Pero el mayor aporte de España estuvo en la obra del doctrinario Francisco Salgado de Somoza, quien en 1663 dio a luz el
Labyrinthus creditoriu,, primer tratado sistematico sobre la quiebra publicado en el mundo en el que, supliendo unas normas
legales que no existían y disciplinando y dando estructura a lo que estaba disperso en tratados de varios, se construye una
doctrina completa del concurso en muchísimos de sus aspectos, por no decir en casi todos.
A el se le atribuye haber definido la idea de la intervención de la autoridad publica en los concursos; valorizo la importancia del
convenio preventivo, por el que el deudor evitaba la prisión, y sostuvo la aplicación de las reglas de la quiebra a comerciantes y
no comerciantes, tesis que paso a Alemania y subsistio en numerosos países. Justamente se afirma que esta obra ha tenido una
influencia decisiva en el desarrollo del derecho concursal alemán.
En 1737 se sancionan las Ordenanzas de Bilbao, que lo fueron en principio para esa ciudad, pero su ámbito de aplicación fue
extendido por la jurisprudencia a toda la península y luego a Indias; en particular, tuvieron aplicación en el Virreinato del Rio de
la Plata, pues por Real Cedula del 30 de enero del 1791 se dispuso que las aplicara el Consulado de Buenos Aires (aun no
instalado en ese momento, pues recién lo fue en 1793).
Este cuerpo reflejo con gran exactitud las costumbres mercantiles, como que fue redactado por y para comerciantes, por lo que
instituyo un procedimiento simple, expeditivo y económico, de tal modo que los jueces fueron legos y se impidió tajantemente la
intervención de abogados.
En lo tocante a la quiebra distinguia entre los meros atrasados que tenían bienes para pagar, y que por ello no perdían su honra
ni su crédito; los quebrados inculpables que caian en la insolvencia por haber perdido su hacienda en virtud de accidente en mar
o tierra, o porque otros no les habían pagado, y los fraudulentos o alzados, que eran aquellos que arriesgaban de mas, hacían
negociaciones ruinoas y huian con sus bienes.
Según la opinión de Castillo el procedimiento parecía mas estar dirigido a la represión del delito que a la satisfacción de los
acreedores; predominaba el voluntarismo de estos; las sanciones eran muy graves, comenzando por el arresto del fallido; no se
reglamentaba la verificación de los créditos; se otorgaban facultades excesivas a los sindicos y no había una fiscalización
suficiente como para evitar demoras maliciosas.
En nuestro país, las Ordenanzas de Bilbao rigieron hasta la entrada en vigor del Codigo de Comercio de 1859/62, salvo en las
Provincias de Corrientes, Mendoza y San Juan que adoptaron el Codigo de Comercio Español de 1829.
EVOLUCION HASTA FINES DEL SIGLO XX
CLASIFICACION DE LOS SISTEMAS LEGISLATIVOS CONCURSALES. SU RELATIVIDAD
Una de las mas tradicionales clasificaciones de los sistemas legislativos concursales es la de Thaller, quien agrupa las leyes según
el sujeto pasivo de los mismos, distinguiendo asi:
- Grupo latino, que limita la aplicación de los remedios concursales a los comerciantes;
- Grupo anglosajon, que los extiende a comerciantes y no comerciantes, y cuyas consecuencias –incapacidades para el
fallido- son muy diversas y dependen de varias circunstancias.
- Grupo germánico, que también comprende a cualquier clase de deudores pero en el cual la quiebra tiende a facilitar la
liquidación del activo del deudor, y las incapacidades de índole profesional cesan con la declaración de la quiebra, y las
políticas con la terminación del procedimiento.
Esta clasificación parece hoy en dia superada. La legislación francesa comprende en el reglement amiable a toda empresa
comercial o artesanal asi como a todas las personas jurídicas de derecho privado.
Pero la unificación no es total como lo es hoy en el derecho argentino; de ese procedimiento están excluidas las empresas
individuales civiles, mientras los profesionales liberales, que ejercen a titulo individual, y los agricultores conservan un régimen
especifico.

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En el sistema suizo se incluye a los no comerciantes inscriptos en el Registro de Comercio.
El derecho argentino ha llegado a la unificación total con la ley 22917, lo cual ha sido mantenido con la ley 24522, y a ella se
orientaba el anteproyecto español.
En punto a las sanciones o inhabilitaciones a los fallidos, el tema es ahora mucho mas complejo, pues habría que centrar el
estudio no ya en las sanciones dirigidas al comerciante individual, sino en las responsabilidades atribuidas al dirigente de
empresa, punto en el cual fue significativa la iniciativa de la ley francesa del 13 de julio de 1967, asi como en las
responsabilidades de terceros. En este sentido la ley 24522 reduce sustancialmente, la inhabilitación del fallido y elimina el
procedimiento de calificación de conducta, pero mantiene las acciones de extensión de quiebra y de responsabilidad de
administradores y terceros que pudieran haber contribuido a la insolvencia.
Tampoco es admisible partir de la clasificación tradicional de los sistemas legislativos contemporáneos que distingue la familia
romano-germanica de la del common law, pues, como se vera, el derecho anglosajon de la quiebra encuentra raíz en el Derecho
estatutario como el continental europeo que paso a America Latina.
Y probablemente tampoco pueda encontrarse mayor actualidad en la clasificación de nuestro compatriota Raymundo Fernandez,
quien distingue entre las leyes que enumeran los actos que hacen procedente la declaración de quiebra y las que han adoptado
una formula doctrinaria y general comprensiva de todos los actos y circunstancias demostrativas de la impotencia patrimonial,
pues dentro de la primera especie era característica la legislación norteamericana que fue sustituida por un régimen novedoso, y
en el segundo grupo la nocion de cesación de pagos o insolvencia aparece completada ahora por otras formulas susceptibles de
constituir presupuesto objetivo de los concursos: dificultad temporaria o transitoria, crisis de la empresa, situacion de dificultad
financiera no irremediablemente comprometida, etc.
De otro lado no puede dejar de advertirse en los últimos años una mayor influencia de la legislación estadounidense sobre los
derechos continentales europeos y del lejano oriente (como Japon), por lo que en un mundo que se achica considerablemente y
en el que se globalizan las relaciones comerciales, parece que van perdiendo trascendencia las diferencias y aumentando las
semejanzas.
Es mas, en una conferencia dictada en noviembre de 2002 el doctor Alegria apuntaba sobre un libro de derecho concursal
comparado, editado no hacia mas de diez años, que trataba varias leyes europeas todas las cuales habían sido reformadas en ese
decenio con excepción de la española cuyo régimen es del siglo XIX.
EVOLUCION DE LA LEGISLACION FRANCESA A PARTIR DEL CODIGO DE COMERCIO DE 1807
El examen de las características definitorias de las legislaciones contemporáneas comienza cn el derecho francés por un doble
motivo: en primer lugar, porque el fenómeno de la codificación encontró un cauce definitivo en la iniciativa napoleónica que
fructifico fundamentalmente en el Codigo Civil de 1804 y el Codigo de Comercio de 1807, y en segundo termino, porque si bien
las instituciones falimentarias se originaron en la península itálica y fueron malamente llevadas a la legislación francesa anterior
a la revolución a través de las ordenanzas y edictos ya estudiados, se dio la paradoja de que las primeras codificación italianas a
su vez copiaron a la legislación francesa.
CODIGO DE COMERCIO DE 1807
El código de 1807 trajo una regulación de la quiebra extremadamente severa para con el fallido. La falencia podía ser declarada
no solo a pedido del deudor sino también a pedido del acreedor y aun de oficio; ella importaba automáticamente el arresto del
comerciante cesante en sus pagos; la bancarrota culpable era considerada delito y la bancarrota fraudulenta crimen, lo que sin
embargo constituyo un avance respecto de la Ordenanza de 1673, pues esta solo contemplaba la quiebra casual o la bancarrota
fraudulenta.
Dicen Lyon-Caen y Renault que el fracaso de esta legislación se demostraba por los numerosos arreglos secretos que se hacina
entre deudor y acreedores para escapar de su aplicación.
LAS REFORMAS HASTA 1955
De allí que muy poco tiempo después se iniciaran los trabajos orientados a su reforma, la que se concreto en la ley del 28 de
mayo de 1838, la que si bien tampoco escapo a las criticas, implico un notable avance sobre la legislación precedente, pues
condujo a una simplificación de los tramites y mayor celeridad del proceso.
La ley de 1838 sufrio a su vez varias reformas directas, y también influyo sobre ella la supresión de la prisión por deudas; de
aquellas las mas importantes fueron las de 1889 –sobre liquidación judicial, procedimiento destinado a evitar la quiebra de los
comerciantes que caian en cesación de pagos- y la de 1935.
Luego de la Segunda Guerra Mundial la legislación concursal francesa había caído en un gran descredito, por lo que se designo
una comisión cuyo trabajo fructifico en la ley del 20 de mayo de 1955. Esta trajo dos reformas fundamentales:
- La supresión del concordato resolutorio en la quiebra, la que es concebida como una medida de eliminación aplicada a
los comerciantes que han cesado en sus pagos y que no merecen ser liberados de las incapacidades ligadas a este
procedimiento.
- La transformación de la liquidación judicial en el arreglo judicial, que no fue un mero cambio de denominación, sino que
fue encarado como un procedimiento abierto a los comerciantes que cesaban en sus pagos, pero cuya empresa era
merecedora de un concordato; por lo demás, el arreglo judicial era mas flexible en sus formas, menos riguroso en sus
efectos y susceptible de concluir en un concordato.
EL ORDENAMIENTO DE 1967

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Muy rápidamente se gesto en Francia otra reforma, en este caso muy de fondo, concretada en la ley del 13 de julio de 1967,
completada con la ordenanza del 23 de septiembre del mismo año.
La legislación concursla nacida en 1967 parte de un principio fundamental: la disociación del destino del patrimonio del
comerciante, garantía de sus acreedores, del destino del titular del patrimonio que ha incumplido sus obligaciones. Es decir
que tomando en cuenta el concepto de empresa que invade todo el derecho comercial moderno, el legislador separa la
suerte de la empresa de la suerte de sus dirigentes. Asi se admitió la viabilidad de soluciones tendientes a la supervivencia
de la empresa que lo merezca sin perjuicio de la atribución de responsabilidad a sus dirigentes, y aun de sanciones que
pueden llegar a la quiebra personal. Ha sido calificada como la primera tentativa de crear un “derecho de las empresas en
dificultades”.
En este orden de ideas la legislación de 1967 encaro el tema de la supervivencia de la empresa desde un punto de vista
particularmente económico, atendiendo a su importancia, magnitud, significación social y económica, nacional o regional.
El régimen se completo con la ordenanza del 23 de septiembre del mismo año 1967, que introdujo la suspensión provisoria
de las diligencias de persecución, instituto destinado a evitar la desaparición de una explotación que puede causar una
situacion grave a la economía nacional o regional, si se pueden encontrar soluciones compatibles con el interés de los
acreedores; para someterse a esta solución era preciso hacerlo antes de la comprobación de la cesación de pagos, y para
cuya viabilidad era necesario que se tratara de empresa de importancia nacional o regional y que se encontrara en situacion
no irremediablemente comprometida. La finalidad del procedimiento era que el tribunal aprobara un plan de revisión
colectiva del pasivo de la empresa, el cual era oponible a todos los acreedores quirografarios; por lo demás, se podía
disponer la separación de los dirigentes responsables de la crisis empresaria.
Es claro que un procedimiento destinado a elaborar un plan a ser aprobado por el tribunal, sin una votación de los
acreedores como es típico del concordato de mayorías, importo un debilitamiento notable de los derechos de los acreedores
y un acrecentamiento de los poderes del juez, lo que será todavía mas evidente con la reforma de 1985.
El acuerdo o arreglo judicial y la liquidación de bienes no diferían mayormente en sus objetivos de los de la antigua
legislación; la verificación de los créditos se hacia ante el sindico, estando sometidos a esa carga también los acreedores
privilegiados e hipotecarios; el concordato solo era homologado si era serio, y podía ser convertido por el tribunal, en
cualquier momento, en liquidación de los bienes.
En cuanto a la situacion de los dirigentes de las empresas, la legislación de 1967 permitia relacionar su responsabilidad
personal haciéndoles soportar el pasivo social, y podían llegar a ser castigados con la quiebra y la bancarrota como si
hubieran ejercido personalmente el comercio.
Por ultimo, es preciso señalar que la ley del 13 de julio de 1967 no solo era aplicable a los comerciantes –como lo fue la
legislación anterior- sino también a las personas morales de derecho privado aunque no fuesen comerciantes cuando ellas
tuviesen un objeto económico y persiguiesen en derecho o en los hechos un fin económico.
ORDENAMIENTO DE 1984/5
Pese a que en su momento la ley del 13 de julio de 1967 fue recibida como un gran avance, la doctrina posterior sostuvo que
había fracasado, y que se imponía una nueva reforma.
Ella se concreto a partir de 1984; inicialmente en la ley 84-148 del 1 de marzo de 1984, sobre prevención y solución
extrajudicial de las dificultades de la empresa; a continuación en las leyes 85/98 y 85/99 del 25 de enero de 1985.
La ley sobre prevención y solución extrajudicial de las dificultades de la empresa tiene dos aspectos importantes: el primero
esta dado por la existencia de un mecanismo societario de alerta de las dificultades, es decir que el sindico social o el comité
de empresa (representación de los trabajodes) pueden llamar la atención de los dirigentes sociales, pudiendo el sindico
llegar a la asamblea de accionistas para informarla de las dificultades que enfrenta la empresa.
Mas vinculado con lo concursal se encuentra el reglement amiable que tiende al otorgamiento de un accord amiable
(acuerdo amigable); la empresa que se encuentre en un estado de evolución preocupante puede concurrir al tribunal de
comercio para que designe un conciliador, funcionario cuya única misión es favorecer la concreción de un acuerdo amigable
con los acreedores que participen de la negociación, es decir, que no es necesario que se incluya a todos los acreedores, sino
que la empresa puede limitarlo a los principales, y el acuerdo a que se arribe no obliga sino a los que hayan participado. La
Exposicion de Motivos destaca que se busca asi un procedimiento “despoajdo de todo formalismo, puramente contractual y
estrictamente confidencial” tendiente a facilitar ese acuerdo.
En punto a la reforma al sistema concursal, se caracteriza por la fusión de los tres procedimientos existentes en la ley del 13
de julio de 1967 y su ordenanza complementaria (suspensión provisoria, arreglo judicial, liquidación de bienes), bajo el
nombre de redressement judiciare, el que se divide en 3 etapas:
-la primera, de observación de la empresa, en la que se continua la actividad y se busca formular un plan de saneamiento;
-el plan puede consistir en la continuación de la empresa o en su cesion; este ultimo aspecto constituye uno de los pilares
del sistema: si el empresario no es idóneo o no tiene la confianza de los acreedores para continuar gerenciando una
empresa viable debe transferirla a quien si pueda hacerlo;
- si no se aprueba el plan se abre la liquidación de bienes.
El sistema concursal de 1984 introdujo numerosas reformas, todas muy importantes.
Para empezar, cabe puntualizar que su articulo 1 define claramente su orientación; dice que los procedimientos de saneamiento
y liquidación tienen por finalidad: el salvataje de la empresa, el mantenimiento del empleo y la actividad, el pago del pasivo. La

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doctrina y la jurisprudencia entendieron que esta enumeración importaba una verdadera escala jerarquica de los objetivos del
régimen.
La ley de 1985 define la cesación de pagos como la imposibilidad de hacer frente al pasivo exigible con el activo disponible, con
lo que siguió la jurisprudencia de la Corte de Casacion.
El plan de saneamiento cuando propone la continuación de la empresa debe contener un proyecto acerca de la suerte de las
acreencias, determinándose las quitas y los plazos con que han de ser satisfechas. Ese plan es obra exclusiva del tribunal; es
obligatorio para todos los acreedores, incluso los que gozan de garantías reales, y en definitiva conduce a la desaparición del
concordato.
Dispuesta la continuación de la empresa es posible que los dirigentes no sean los mismos, pues el plan puede prever su
reemplazo, el ejercicio del derecho de voto de las acciones de esos dirigentes por un mandato judicial, e incluso ordenar la venta
de esa participaciones sociales por un precio determinado, con lo que se ratifica aquella orientación nacida con la ley de 1967 de
distinguir entre la empresa y sus dirigentes.
Si no es factible la continuación de la empresa en los términos antedichos se puede proponer su cesion a un tercero. Lo
significativo es que el tercero no asume el pasivo de la empresa, ni siquiera el privilegiado; simplemente toma todo o parte del
personal.
El cesionario paga un precio y el se distribuye entre los acreedores conforme al orden de preferencia legal.
En ultima instancia cuando la empresa no fuere viable se llega a la liquidación judicial; ella importa el desapoderamiento y el
vencimiento anticipado de todas las obligaciones.
Otro aspecto importante es que la ley asigna una preferencia para el pago a los acreedores posteriores al concurso por sobre los
acreedores concursales; inclusive en la primera versión del art. 40 de la ley, esa preferencia valia incluso por sobre los créditos
con privilegio especial, lo que incluia a los munidos de garantías reales. La finalidad de este sistema es clara: facilitar la
financiación de las actividades de la compañía que esta en un procedimiento de reestructuración. De todos modos la excesiva
latitud de la previsión original, hizo que debiera ser reformada, de modo que los créditos con garantía real preconcursales no son
ahora postergados por los créditos posconcursales; lo mismo sucede con algunos otros créditos enumerados por la ley (entre
ellos los laborales).
Por ultimo cabe puntualizar que desaparece la presunción de culpa que pesaba sobre los dirigentes de toda persona jurídica
fallida.
REFORMA DE 1994
La ley 94/445 del 10 de junio de 1994, relativa a la prevención y al tratamiento de las dificultades de las empresas modifica las
leyes 84/148 y 85/98, destacándose como sus objetivos la mejora de la prevención, la simplificación de los procedimientos, la
restauración de los derechos de los acreedores y la moralización de los planes de cesion.
Cabe puntualizar que la ley de 1994 no ha alterado sustancialmente los procedimientos existentes, pero al tratar de aprehender
la realidad de las pequeñas y medianas empresas hace del reglement amiable el procedimiento que será la regla, convirtiendo al
redressement en una solución excepcional. Por otra parte, se introduce una modificacion importante al autorizar que la
liquidación judicial sea dispuesta de manera inmediata sin esperar el desarrollo del proceso de saneamiento.
En cuanto a los derechos de los acreedores, si bien la solución para el futuro de la empresa recae siempre en el juez, la ley del 10
de junio de 1994 los asocia mejor al procedimiento al renovar las funciones de los controladores, facilitar el pago de las
obligaciones y hacer otras mejoras parciales al procedimiento.
SOBREENDEUDAMIENTO DE PARTICULARES
El sistema francés se ha completado con un régimen de insolvencia de personas físicas por obligaciones no profesionales. Es
conocido como el derecho del “sobreendeudamiento de particulares”.
Se trata de un complejo sistema administrativo y judicial por el que se pretende aliviar la situacion de personas físicas que han
asumido deudas “no profesionales”. Se argumenta como fundamento de esta norma el endeudamiento en que caen las personas
físicas, en un primer momento como consecuencia de una brusca baja de la tasa de inflación que hizo que las tasas de interés
estipuladas con los acreedores –particularmente los bancos- fueran excesivas, y luego por desconocimiento o incomprensión de
las obligaciones asumidas.
En una primera oportunidad interviene un organismo administrativo (la comisión) que trata de conciliar a deudor y acreedores,
en orden a la concreción de un plan convencional de reestructuración del pasivo, que debe ser suscripto por el deudor y sus
“principales acreedores”. Este acuerdo es obligatorio para todos los acreedores, aun los disidentes, y puede contener diversas
medidas, como la reprogramación de los vencimientos de las obligaciones, la reducción de tasas de interés, la consolidación,
creación o sustitución de una garantía.
Si el procedimiento no arriba a un acuerdo, la comisión puede sugerir medidas que son puestas en ejecución por un juez. El juez
puede imponer cuatro tipo de medidas autorizadas por el art. 331-7 del Code de la Consommation:
(i) El diferimiento o reescalonamiento de las obligaciones del deudor, hasta un plazo de cinco años, con ciertas
salvedades particulares;
(ii) La reimputacion de pagos por intereses al capital, muy raramente utilizada;
(iii) La reducción de la tasa de interés, que puede llegar a ser inferior a la tasa legal (según la expresión que usa la ley,
en un punto que dio lugar a feroces debates); la jurisprudencia ha debido pronunciarse en infinidad de
oportunidades sobre hasta donde puede llegar esta reducción;

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(iv) La reducción del saldo a pagar por los prestamos inmobiliarios después de la venta del inmueble del deudor.
Por lo demás surge del conjunto de las disposiciones que las ejecuciones contra el deudor son suspendidas (en una primera
etapa provisoriamente y una vez acordada obligatoriedad a las medidas anteriores por el juez, definitivamente respecto de los
acreedores alcanzados por el plan).
Esta enumeración es taxativa según ha declarado la Corte de Casacion, pues las medidas previstas en ella constituyen una
derogación significativa del derecho común, y son oponibles a todos los acreedores denunciados por el deudor y avisados por la
Comision de la existencia del procedimiento.
Cabe señalar que esta legislación, que instituye un verdadero procedimiento colectivo de reestructuración de deudas, fue creada
a fines de 1989 para dar solución a una crisis coyuntural; pero se ha transformado en una legislación permanente, que se ha
incorporado al Code de la Consommation.
EVOLUCION DE LA LEGISLACION ITALIANA
A) CODIGO DE 1865 Y SUS REFORMAS
La moderna legislación italiana se inicia con el Codigo Sardo de 1842, llamado Codigo Albertino, el que tomo inspiración en la ley
francesa de 1838; este código fue adoptado para todo el Reino de Italia en 1865.
El fue sustituido por el Codigo de 1883 cuyo Libro III se destion a las quiebras, reservadas a los comerciantes que hubieran
cesado en el pago de obligaciones comerciales. En 1903 se sanciona la ley del 24 de mayo que reglamenta las pequeñas quiebras
y el concordato preventivo. Posteriores reformas se produjeron en 1925 y en 1930.
B) La “Disciplina del fallimento” de 1942
En 1942 el rey Victor Manuel III dicta el Real Decreto 267 por el que sanciona la Disciplina del fallimento, del concordato
preventivo, dell aministrazione controllata e della liquidazione coativa amministrativa, denominación que pone de manifiesto los
grandes institutos contenidos en ella.
La ley se aplica solo a los empresarios que ejercitan actividad comercial. El presupuesto objetivo de la quiebra es la insolvencia, y
es preciso que medie una declaración judicial que puede obtenerse a pedido del acreedor, del mismo deudor, del Ministerio
Publico y aun de oficio.
Los órganos puestos al frente de la quiebra son:
(i) El tribunal de la quiebra.
(ii) El juez delegado, que tiene funciones directivas de las operaciones de quiebra y de vigilancia sobre la obra del
curador;
(iii) El curador, elegido de una lista especial, debe reunir ciertas calidades, es retribuido y considerado como funcionario
publico; en alguna medida administra la quiebra y la endereza hacia su clausura.
La declaración de quiebra produce efectos personales muy importantes y causa el desapoderamiento, que se traduce en la
perdida de la administración y disponibilidad de los bienes presentes y futuros del deudor; naturalmente se regulan los efectos
de la retroacción de la quiebra y se priva al fallido de legitimación para estar en juicio como actor por los derechos concernientes
a la quiebra.
Por otro lado, se abre la posibilidad de la instrucción penal contra el fallido, y de la orden de captura respecto del fallido oculto o
huido. La ley establece los delitos que el fallido puede haber cometido antes de la declaración de quiebra y los que puede
cometer después de ella.
También reglamenta los efectos de la quiebra sobre las relaciones jurídicas preexistentes y respecto de los acreedores. Se
autoriza al fallido a proponer concordato resolutorio.
La liquidación coactiva administrativa se aplica a ciertas empresas determinadas por leyes especiales que se dicten.
El concordato preventivo es un medio de evitar la declaración de falencia y la administración controlada se aplica al empresario
que se encuentre en dificultad temporal de cumplir sus obligaciones, el que puede solicitar al tribunal que se disponga el control
de gestión de la empresa y de la administración de sus bienes (extraños a aquella), en tutela de los intereses de los acreedores
por un periodo no superior a un año. Si el tribunal abre el procedimiento el deudor continua en la administración de sus bienes
bajo vigilancia de un comisario judicial y la dirección del juez delegado; se convoca a los acreedores, los que deben votar la
propuesta de administración controlada; si la propuesta es aceptada, queda convalidada la resolución judicial y se designa un
comité de tres o cinco acreedores que asiste al comisario judicial. Si al termino de la administración controlada el deudor no
puede cumplir sus obligaciones se declara la quiebra.
C) La legislación especial
La legislación de 1942 sigue en vigencia, aunque han mediado numerosas disposiciones legales posteriores destinadas a
encontrar solución a las dificultades empresarias fuera del marco estrictamente concursal tradicional. Asi, la ley 184 del 22 de
marzo de 1971 regula las intervenciones del Estado y del aparato económico en la reestructuración y reconversión de empresas
industriales, y en su articulo 5 contempla la constitución de una sociedad financiera por acciones cuya finalidad es el
mantenimiento y acrecentamiento de los niveles de ocupación comprometidos por dificultades transitorias de las empresas
industriales, y prevé que se hagan intervenciones sobre la base de planes de recuperación o reconversión para probar la concreta
posibilidad de resaneamiento de las empresas interesadas. Del mismo modo, el régimen de administración de grandes empresas
en crisis (ley 95 del 3/4/79), originado en el decreto del 5 de octubre de 1978, conocido como decreto Donat-Cattin; este
instrumento legal estuvo destinado a superar las crisis empresarias muy graves de 1978; cuando se pedia la quiebra de una
empresa con pasivo superior a 50 millones de dólares, la actuación giraba al Ministerio de Industria, el que designaba un

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comisario, el que en el plazo de doce meses proponía un programa de pagos y convocaba a los acreedores para su aprobación;
en realidad este comisario sustituia al tribunal y a los órganos societarios, lo que provoco la critica de los juristas. Asi, el decreto
Donat-Cattin no fue ratificado, por lo que fue sustituido por el decreto Prodi del 30 de enero de 1979, ratificado por la ley 95 del
3 de abril de 1979.
Esa ley prevé un régimen de administración extraordinaria con exclusión de la quiebra para las sociedades por acciones y de
responsabilidad limitada cuyo pasivo para con haciendas e instituciones de crédito por operaciones de largo plazo superen cinco
veces el capital entregado y los viente millones de liras. Este régimen ha sido reformado recientemente.
EL DERECHO ESPAÑOL
Con posterioridad a las famosas Ordenanzas de Bilbao, el primer cuerpo organico de legislación mercantil fue el Codigo de
Comercio de 1829, influenciado por el Codigo de Comercio francés de 1807, las enseñanzas del jurisconsulto Pardessus y
naturalmente por la legislación anteriormente vigente en la península, en particular las propias Ordenanzas de Bilbao y el
Consulado del Mar.
Hoy en dia el derecho concursal español tiene escaso desarrollo en lo legislativo como en lo doctrinario. El régimen vigente esta
constituido por el Codigo de Comercio de 1885, la ley de suspensión de pagos de 1922 y la ley de enjuiciamiento civil. Por su
lado, el CC reglamenta el concurso civil para los no comerciantes.
En 1983 se dio a publicidad el anteproyecto de ley concursal redactado por la comisión que integraron Manuel Olivencia Ruiz,
Luis Vacas Medina, Jorge Carreras Llansana, Guillermo Jimenez Sanchez y Angel Rojo Fernandez del Rio. La exposición de motivos
del anteproyecto señala que su finalidad es la modernización del derecho concursal español, buscando una solución justa para la
crisis economía del deudor común sobre la base de:
(i) Unidad legal, de modo que una sola ley regle los aspectos materiales y formales del sistema concursal;
(ii) Unidad de disciplina, de modo que quede superara la vieja dicotomía nacida del carácter de comerciante o no del
deudor.
(iii) Unidad de sistema, de modo que confluya en un procedimiento único, flexible y ajustado a las exigencias de la
realidad, un tratamiento antes disperso en la pluralidad del concurso y la quiebra, y de los beneficios de la quita y
espera y de la suspensión de pagos.
De otro lado, la misma Exposicion de Motivos señala que la finalidad del mecanismo concursal no es ahora tanto la liquidación
de los bienes cuanto la conservación del conjunto patrimonial del deudor común con las modificaciones de estructura y de
gestión que resulten necesarias para posibilitar su supervivencia. De allí una reforma que aparece como sustancial: en este
anteproyecto no es la cesación de pagos, la insolvencia, el punto de partida de los procedimientos concursales sino que el
presupuesto objetivo del concurso es la situacion de crisis económica.
El convenio habrá de ser la solución normal del concurso; el anteproyecto no solo desea que el concurso finalice por este medio
sino que lo alienta y fomenta, reconociendo los principios de libertad de propuesta y de contenido.
Si el convenio no se logra o fracasa se prevé la apertura de la etapa de liquidación, la que se llevara a cabo de acuerdo a un plan
propuesto por la sindicatura.
Pero en algunos casos particulares, si la desaparición de la empresa puede producir efectos negativos, de especial importancia
económica o social, y cuando sea viable un plan de reorganización, la Junta de Acreedores puede acordar y el juez aprobar, sin
necesidad de conformidad del deudor, la gestión controlada de su patrimonio por un periodo de tiempo.
Asi el anteproyecto español se sumo en su momento a la corriente esperanzada en usar los instrumentos del derecho comercial
para la superación de la crisis de la empresa y no para su desaparición.
INGLATERRA
a) Origen
Señala Rossi que una de las características mas interesantes del derecho falencial de los países anglosajones reside en que, a
diferencia de la mayoría de sus instituciones, el régimen concursal tiene un origen común al de los países del continente
europeo: las legislaciones estatutarias italianas. Sin perjuicio de lo cual, naturalmente, esta rama del derecho sufrio la incidencia
lógica del régimen jurídico general y de un notable desarrollo económico, bastante diverso al de otras sociedades políticas.
b) La quiebra como un nuevo punto de partida para el deudor
Una diferencia fundamental en la concepción de la quiebra en los países anglosajones respecto de los latinos proviene de
considerarla como un accidente propio del trafico; de allí que el carácter eminentemente represivo de la quiebra en el derecho
continental se desdibujo rápidamente en Inglaterra. Dos leyes de la reina Ana (de 1705 y 1711) acordaron al deudor honesto un
certificate of conformity con el cual el era liberado de las obligaciones que gravaban su patrimonio, pudiendo abandonar sus
bienes a sus acreedores, iniciando completamente liberado una nueva vida. De allí nacio el discharge por el cual el deudor es
liberado de sus obligaciones (aunque no de todas) con la liquidación falencial de sus bienes cualquiera sea el porcentaje
percibido por sus acreedores en la liquidación. Asi, la leyes inglesas no se ocupan de aplicar penal a los fallidos.
De allí que hoy se sostenga que la insolvencia –cuando esta exenta de fraude- se avizora como haciendo parte de la dinámica de
una economía competitiva sana. Esto se ha extendido al derecho de los EE.UU, y ello se evidencia en un libro de introducción al
derecho americano de insolvencia donde se señala que el Bankruptcy Code fue creado para ayudar a las partes en dificultades
financieras a tener un fresh start.
c) Legislacion

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En Inglaterra rige actualmente la Insolvency Act del 25 de julio de 1986, que contiene una nueva disciplina de los procesos
falenciales para las personas físicas, las sociedades de personas y las sociedades por acciones.
d) Diversidad de procedimientos
Los procedimientos concursales establecidos por la Insolvency Act son multiples lo que hace que este derecho sea
particularmente complejo, pero además existe otra serie de institutos dirigidos a obtener la reorganización de la empresa que
ofrecen como común denominador la adopción de soluciones consentidas. Por otra parte se distingue el tratamiento de la
insolvencia de las personas físicas de la insolvencia de las sociedades.
e) Presupuesto objetivo
Una de las características del derecho anglosajon era la enumeración de los actos de quiebra; es decir, actos cuya comprobación
permitían la declaración de falencia; la ley inglesa de 1914 contenia una extensa enumeración de esos actos. En cambio, en la ley
vigente hay que atender a la regulación concreta de cada uno de los distintos procedimientos y sin duda ella se acerca a una idea
abstracta como la de insolvencia, cesación de pagos o de dificultad económica. Asi, se considera que esta dado el presupuesto
objetivo cuando:
(i) El deudor se encuentra en imposibilidad de pagar una deuda exigible y ha sido intimado con una anticipación de
tres semanas; también cuando el deudor ha sido condenado en juicio al pago de una deuda y estando notificado no
la ha pagado en su totalidad;
(ii) El deudor no tiene posibilitad razonable de satisfacer un crédito. Pero cuando se trata de abrir el procedimiento de
administración, el presupuesto objetivo se configura cuando una empresa se encuentra en la imposibilidad de
pagar sus deudas o se encontrara en el futuro en esa situacion; claro que también puede usarse este procedimiento
cuando el tribunal estime que con el será posible asegurar la continuación de la empresa o de una parte de ella, o
que la liquidación encuentra en la imposibilidad de pagar sus deudas o se encontrara en el futuro en esa situacion;
claro que también puede usarse este procedimiento cuando el tribunal estime que con el será posible asegurar la
continuancion de la empresa o de una parte de ella, o que la liquidación de los bienes será mas conveniente
utilizando este procedimiento que el winding up.
f) Características
Se dice que las características del derecho concursal ingles son:
(i) Transferir la actividad empresaria a un tercero experto en insolvencia; este tercero se llama insolvency practicioner
y su función será administrar la empresa sustituyendo asi los administradores sociales; esto se produce desde el
primer momento de los procedimientos;
(ii) Suspension de las ejecuciones individuales;
(iii) Graduar los créditos conforme a los criterios de prioridad establecidos en la ley, y distribuir el producido de la
liquidación de los bienes conforme a esos mismos criterios;
(iv) Investigar las conductas de los administradores de la empresa.
Esta enumeración que Candelario Macias tomas del profesor Goode, es reveladora de la impronta básica del derecho ingles, cual
es privilegiar la liquidación de los bienes frente a otras soluciones. Sin embargo, la misma autora señala que la ley de 1986 crea
mecanismos que funcionan como alternativas a la liquidación y que posibilitan acordar entre acreedores y deudor como aquellos
recuperen sus créditos manteniendo la continuidad de la empresa (voluntary arrangements, admnistration order). De todos
modos algunos autores señalan las debilidades de los mecanismos como el voluntary arrangement, pues no existiendo una
suspensión de acciones individuales, cualquier acreedor podría frustrar el procedimiento mediante una petición de liquidación
(winding up).
g) El denominado “London approach”
Se conoce como London approach un procedimiento informal que opera con la intervención del Banco Central de Inglaterra. Las
negociaciones son informales, se suele pactar un standstill period, y los deudores suministran la información requerida por los
acreedores. Este procedimiento ha sido eficaz en reestructuración de deudas de empresas importantes, en las cuales la mayoría
de los acreedores son bancos.
Sus principios son:
(i) Un standstill period;
(ii) La designación de un líder de la negociación (generalmente uno de los principales acreedores);
(iii) Una autoridad que resuelva los conflictos (en muchos casos las cuestiones se resuelven por un arbitraje);
(iv) Análisis profesional de la empresa (due diligence);
(v) La mayoría obliga a la minoría;
(vi) Reescalonamiento de las obligaciones financieras;
(vii) La voluntad de ambas partes, acreedores y deudor, de absorber perdidas;
(viii) Puede ser necesario un working capital suplementario para facilitar las operaciones de la compañía, caso en el cual
debe ser reconocida una prioridad a quienes den este capital de trabajo.
La cultura del London approach, sostenida en la idea de negociaciones directas entre el deudor y los acreedores, sin intervención
judicial, con citación de solo los acreedores relevantes, con suministro de información por el deudor de manera voluntaria, etc.,
ha inspirado soluciones semejantes aplicadas en otros países que han sufrido severas crisis, como en el Sudeste Asiatico.
ESTADOS UNIDOS DE AMERICA

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a) Introducción
El derecho de EE.UU tiene una concepción semejante a la inglesa en cuanto considera a la quiebra como un hecho que, en tanto
exento de fraude, no debe impedir al deudor reiniciarse en los negocios. Por ello se la concibe como un new start point, aunque
la facilidad con que las personas físicas pueden recurrir a la quiebra esta hoy en tela de juicio.
Pero la parte mas destacable del derecho americano ha sido su versatilidad para gestar procedimientos de reestructuración de
deuda corporativa, en el universalmente conocido Capitulo XI de su ley.
b) Legislación
La legislación estadounidense en materia de quiebras es de competencia federal. Estaba incluida en el Titulo II del United States
Code. En 1970 el Congreso creo una comisión sobre bankruptcy law para evaluar la Bankruptcy Act y proponer un estatuto
alternativo, lo que hizo en 1973; el proyecto fue aprobado por el Congreso y finalmente sancionado por el presidente en
noviembre 6 de 1978; es conocido este cuerpo legal como el Bankruptcy Code; a su vez ha sufrido varias reformas; una
particularmente importante en 1994 conocida como Bankruptcy Reform Act of 1994.
c) Distintos tipos de procedimientos
Una característica distintiva del derecho de los EE.UU, es la existencia de distintos tipos de procedimientos a los cuales puede
someterse un deudor:
(i) La liquidación (Cap VII de la ley), en el curso de la cual los bienes del deudor son cedidos a un administrador
falencial para su venta y entrega del producido a los acreedores;
(ii) El Capitulo IX de la ley prevé un procedimiento para las municipalidades y haciendas municipalizadas, con la
salvedad de que no se establece ni la liquidación de sus bienes ni la cesación de su actividad;
(iii) El capitulo XI que contiene la reorganización cuya finalidad es el saneamiento de la empresa;
(iv) El capitulo XIII es reservado a personas físicas con ingresos regulares.
Además existen otros procedimientos especiales como el destinado a los granjeros con ingresos regulares, que es transitorio
pero que es siempre renovado por el Congreso.
d) La insolvencia de las personas en el derecho americano
Los distintos tipos de procedimientos se manifiestan con especial intensidad cuando se trata de la insolvencia de las personas
físicas, que en principio pueden recurrir a la liquidación del Capitlo VII que es el procedimiento mas frecuente, y consiste en el
desapoderamiento del deudor insolvente de los bienes no excluidos del mismo, su venta y pago a los acreedores a prorrata de
sus créditos. Hasta aquí se advierte que esto no difiere de la quiebra tradicional. El desapoderamiento se extiende a los bienes
que el deudor tiene a la fecha de presentación del pedido de quiebra. Ahora bien, el deudor espera un discharge que libera al
deudor de cualquier responsabilidad por las deudas anteriores a la quiebra.
Sin embargo, no todas las liquidaciones del articulo 7 terminan en un discharge; la sección 727, contempla los casos en que el
discharge no procede, y la sección 523 contempla los casos de créditos eximidos del mismo.
De todos modos el sistema del discharge es considerado actualmente por algunos demasiado benevolente, y ello se advierte –
sostienen- en el crecido numero de liquidaciones del capitlo VII que existen respecto de personas físicas (mas de 1.200.000
personas presentaron su pedido de quiebra en el año 2000, lo que representa un incremento de 70% con relacion al 1990; de
ellas, el 70% recurrio al capitulo VII de la ley y el resto al capitulo XIII. La previsión para 2001 es que el numero de quiebras se
incremente como consecuencia de la recesión de la económica americana. Dato tomado de The Washington Post, edición en
Internet del 15/3/2001). De allí que el Senado haya votado en marzo de 2001 la reforma mas importante de la ley de quiebras
desde 1990, de modo de hacer mas difícil la liberación de las deudas conforme al procedimiento del capitulo VII e instar a la
utilización del capitlo XIII que requiere el pago de una porción de las deudas en el termino de 5 años. Esta reforma ha sido
propiciada por las emisoras de tarjetas de crédito y cuestionada por las asociaciones de consumidores.
De otro lado, el capitulo XIII de la ley americana contempla la reorganización (procedimiento preventivo) aplicable a deudores
individuales con ingresos anuales regulares que tenga deudas quirografarias por menos de US$ 250.000 y deudas garantizadas
(secured debts) por menos de US$ 750,000. Se trata de un procedimiento que solo puede ser promovido por el deudor, en el que
se designa un trustee, y que termina con la propuesta por el deudor también de manera exclusiva, la que debe contemplar
distintos aspectos impuestos por la ley (pago total a los priority creditors en efectivo, salvo acuerdo del acreedor; tratamiento
igualitario de los créditos quirografarios; posibilidad de clasificación de estos; no alteración de los derechos de quien tiene una
garantía sobre la casa del deudor porción de los ingresos que han de ser sometidos al pago de las deudas) y en el que el periodo
de pago no ha de exceder de tres años, pudiendo ser extendido a cinco por la Corte fundadamente. Este plan no es votado por
los acreedores, sino que es aceptado por la Corte. Esta debe ceñirse a los criterios establecidos en la sección 1325, que entre
otras pautas señala que el plan ha de haber sido propuesto en buena fe (in good faith) y que los pagos que en el se
comprometan a cada uno de los acreedores quirografarios sean mayores o iguales de lo que resultaría de aplicarse el sistema de
liquidación del capitulo VII.
El sistema del capitulo XIII también contiene un discharge, el que tiene lugar por regla general después de completados los pagos
de conformidad con el plan aprobado por la corte. De todos modos también puede mediar discharge sin haberse completado los
pagos, por decisión de la corte, si mediaron circunstancias excusables, los pagos fueron al menos tan importantes como lo
hubieran sido en la liquidación, una modificacion del plan es impracticable, y hubo noticia y audiencia.
Además, la ley de los EE.UU reformada en 1994 contempla pequeñas quiebras (small bussines cases) y los casos de un único
inmueble como activo (single asset real estate cases).

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e) Influencia de la ley americana en la ley 24522
El capitulo XI relativo a la reorganización ha sido tenido en consideración como fuente de la ley 24522 en algunos aspectos
importantes, como la categorización de los acreedores, y mas lejanamente en las propuestas de terceros (art. 48 LC).
Pero quizás mas relevante es advertir que la ley 24522 ha intentado recoger el espíritu del sistema anglosajon que considera a la
quiebra un efecto normal de la vida de los negocios en una sociedad capitalista, abierta a la competencia y al juego de oferta y
demanda. De allí que la ley 24522 haya eliminado la calificación de conducta del quebrado reduzca el periodo de inhabilitación y
consiguientemente el del desapoderamiento delos bienes del fallido.
ALEMANIA
La quiebra estuvo regulada por mucho tiempo por la ley del 10 de febrero de 1877, modificada por la del 20 de mayo de 1898, y
en otra ocasiones sucesivas, entre ellas la del 16 de junio de 1957.
El régimen del concurso preventivo esta establecido en una ley de 1935.
La doctrina señalo el fracaso del régimen concursal y ello fue recogido en el Proyecto del Gobierno de Ordenanza de Insolvencia
del 15 de abril de 1992. Finalmente la reforma fue sancionada el 5 de octubre de 1994 y entro en vigencia el 1 de enero de 1999.
Pueden puntualizarse algunos aspectos esenciales de este régimen:
- La finalidad del procedimiento de insolvencia es satisfacer colectivamente a los acreedores del deudor mediante la
realización de su patrimonio y la distribución del producido resultante, o mediante un plan de insolvencia en el que se
contenga una reglamentación diferente especialmente dirigida a la conservación de la empresa;
- Un procedimiento de insolvencia puede abrirse sobre el patrimonio de toda persona natural o jurídica, inclusive la
asociación sin personalidad jurídica, también puede aplicarse el procedimiento a un patrimonio de una sociedad o
persona jurídica en liquidación; no es admisible para el Estado Federal o un Estado o las personas de derecho publico
sometidas a la vigilancia de un Estado si asi lo determina el derecho del estado;
- El presupuesto de la apertura de los procedimientos concursales es la insolvencia, definida como la imposibilidad de
cumplir las obligaciones exigibles; ella se presume cuando el deudor ha cesado en sus pagos, lo que se identifica con el
incumplimiento.
- Pero además constituyen presupuestos especiales, “la amenaza de insolvencia”, situacion que se configura cuando es
previsible que el deudor no se encontrara en condiciones de cumplir con las obligaciones pendientes en el momento del
vencimiento; “el sobreendeudamiento” que se aplica solo a las personas jurídicas, y que existe cuando el patrimonio del
deudor no cubre las obligaciones contraídas; para la valoración del patrimonio del deudor se toma en cuenta la
continuación de la empresa cuando de conformidad con la mayor parte de las circunstancias ella sea verosímil.
- El procedimiento es único; esto significa que hay un periodo inicial común (periodo de informe) al procedimiento
liquidativo y al procedimiento de reestructuración o reorganización; luego de un periodo se decide si se opta por una u
otra alternativa;
- El procedimiento se abre a pedido del deudor o de acreedor que demuestre la existencia de su crédito y el interés
legitimo que lo anima;
- El juez puede rechazar el procedimiento por insuficiencia de la masa lo cual sucede cuando el patrimonio del deudor no
puede cubrir los gasots;
- Abierto el procedimiento de la insolvencia el juez deisgna un administrador de la insolvencia, que sustituye a los
administradores naturales; ante el administrador se insinúan los créditos; lo interesante es que en la primera junta de
acreedores posterior al nombramiento del administrador, los acreedores pueden elegir a otra persona para ese cargo, y
el juez solo puede denegar el nombramiento si el propuesto no es idóneo. El administrador administra y dispone de la
masa de la insolvencia y toma su posesión inmediantamente.
- Hay una extensa e intensa participación del comité de acreedores
- La junta de acreedores decide si se continua la empresa provisionalmente o será paralizada
- Vencido el plazo de informe el administrador debe liquidar los bienes que forman la masa de la insolvencia;
- Pero también pueden satisfacerse los derechos de los acreedores por via de un plan de insolvencia, lo pueden presentar
el deudor y el administrador.
- El juez puede rechazar oficiosamente el plan, aun antes de someterlo a los acreedores, cuando mediaren observaciones
no subsanadas o cuando, presentado el plan por el deudor, el juez considere evidente que no tiene ninguna posibilidad
de aceptación por el juez o de aprobación por parte del tribunal;
- Se deben categorizar los acreedores que estén en diferente situacion jurídica
- El plan requiere la aprobación por mayoría de acreedores que representen la mayoría simple del capital, y también debe
ser aprobado por el deudor, y hay un régimen de oposición para la protección de las minorías
- Requiere también aprobación judicial que se dicta previa audiencia del comité de acreedores y del administrador de la
insolvencia, puede ser denegada tal aprobación cuando existan observaciones no subsanables o cuando su aceptación
haya sido causada de mala fe (para beneficiar a algun acreedor).
Muchas otras disposciones merecerían ser comentadas de este interesantísimo ordenamiento.

LA REGULACION DE LOS CONCURSOS EN LA ARGENTINA. CODIGO DE COMERCIO. LEY 4156. LEY 11719. LEY 19551-22917. LA
ACTUAL LEY DE CONCURSOS Y QUIEBRAS 24522. LEY 26684

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APLICACIÓN DE LAS ORDENANZAS DE BILBAO
Por Real Cedula del 30 de enero de 1791 se creo el Consulado de Buenos Aires, organismo administrativa y de justicia, encargado
de resolver las cuestiones entre comerciantes con estilo llano, a verdad sabida y buena fe guardada, según decía la misma Real
Cedula de erección; por lo que actuaba con la presencia personal de los interesados, sin asistencia letrada, sin sujeción a plazos
ni formas, pudiendo dictar la resolución cuando estimase aclarado el tema en debate. Era presidido por un prior, lo integraban
varios consules y tenia un secretario, el primero de los cuales fue nada menos que Manuel Belgrano. Por supuesto que los
consules tampoco eran abogados sino comerciantes, y por lo general habían de pertenecer a la misma actividad de aquellos que
concurrían a requerir solución a sus diferendos, lo que los asemeja a los consules de las corporaciones medievales.
Los consulados o tribunales de comercio, integrados por comerciantes legos y en los que no eran admitidos abogados ni
procuradores, tienen un antiquísimo origen; es posible que se hayan originado en las colonias de las primeras ciudades
comerciales italianas, como Amalfi, Venecia y Genova; en su transpolacion a Francia y España se mantuvieron sus principales
características: justicia lega, expeditiva, barata y con un gran conocimiento de las costumbres y practicas del comercio.
El consulado de la Ciudad de Buenos Aires se instalo efectivamente el 2 de junio de 1794.
La exposición del régimen de la quiebra en las Ordenanzas de Bilbao fue hecha en el apartado 5 del Capitulo I.
Es preciso apuntar que las Ordenanzas de Bilbao, como gran parte del derecho proveniente de la madre patria, siguió
aplicándose después de la emancipación. En 1831 el diputado Garcia de Zuniga propuso en la legislatura de la Provincia de
Buenos Aires la designación de una comisión que estudiase la posibilidad de adaptar el Codigo de Comercio español de 1829, lo
que no llego a ningún resultado positivo; pero las provincias de San Juan, Mendoza y Corrientes efectivamente adoptaron ese
código.
SUPRESION DE LAS MORATORIAS
El gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, dicto un decreto el dia 29 de marzo de 1836 suprimiendo
los juicios de moratorias o esperas y de remisión o quitas, arguyendo como fundamento que se los utilizaba abusivamente por
deudores de mala fe. Su aplicación fue inmediata aun a los juicios pendientes.
DEROGACION DEL DECRETO DE ROSAS
El decreto mencionado anteriormente fue derogado por el gobierno de la Provincia de Buenos Aires por otro decreto del 24 de
marzo de 1858 (téngase en cuenta que era el periodo en el cual Buenos Aires estaba secesionada de la confederación),
quedando en consecuencia “en todo su vigor las disposiciones de las Ordenanzas de Bilbao y de las leyes generales relativas a
esta materia”.
LA CONSTITUCION DE 1853
El art. 67, inciso 11, de la Constitucion de 1853 autorizaba al congreso de la nación a dictar los Codigos Civil, Penal, Comercial y
de Mineria, asi como la ley de Bancarrotas; el texto, en este punto no sufrio modificaciones en la Reforma de 1860 ni en las
sucesivas. A partir de la reforma constitucional de 1994 el texto corresponde al art. 75, inciso 12.
La disposición encuentra su antecedente en la Constitucion de los EE.UU que concede la misma atribución al Congreso Federal.
El texto dio lugar a una antigua y hoy superada cuestion doctrinaria.
El doctor Amancio Alcorta sostuvo que el autorizaba al Congreso de la Nacion a dictar una ley comprensiva exclusivamente de las
falencias comerciales, pero no de las quiebras de los sujetos no comerciantes argumentando sobre la base de la etimología de la
palabra bancarrota.
Sin embargo, debe tenerse en cuenta que en los EE.UU el Congreso dicto una Ley Federal de Quiebras aplicable a comerciantes y
no comerciantes, siguiendo asi la tradicion legislativa anglosajona, en la cual, por lo demás, la palabra bancarrota es sinónimo de
quiebra sin distinción acerca del sujeto al cual se aplica.
Por otro lado, de todos modos, la insolvencia de los no comerciantes seria materia a regualr por el Congreso Nacional, habida
cuenta de su competencia para dictar el CC.
Sin embargo, cabe apuntar, los textos legislativos dados a partir de 1862 (nacionalización del Codigo de Comercio del Estado de
Buenos Aires) y hasta la ley 19551 contemplaron exclusivamente la situaicon de los comerciantes.
Y para estupor general el CC no regulo los efectos de la insolvencia de los no comerciantes, por lo que los juicios de concurso civil
quedaron sometidos a las leyes locales de procedimiento, las cuales eran susceptibles de ser tachadas de inconstitucionales en
cuanto excedieran el marco de lo puramente ritual para consagrar soluciones de fondo, como, por ejemplo, el concordato de la
mayoría de allí que antigua jurisprudencia de la CSJ de la Provincia de Buenos Aires haya sostenido que no era posible imponer al
acreedor ausente o disidente el concordato votado por cierto numero de acreedores, el que solo podía ser considerado como un
contrato obligatorio para quienes le diesen su consentimiento.
La cuestion es inactual. La ley 19551 regulo el concurso de los no comerciantes juntamente con el de los comerciantes, y a partir
de la ley 22917 su régimen es uniforme, sin que quepa duda alguna de la constitucionalidad de tales reglas. Esa política
legislativa ha sido mantenida en la ley 24522.
EL CODIGO DE COMERCIO DE 1859/62
Durante la secesión del Estado de Buenos Aires de la entonces llamada Confederacion Argentina y siendo Dalmacio Velez
Sarsfield ministro de Gobierno de aquel Estado, concierta con el jurista oriental Eduardo Acevedo la redacción de un Codigo de
Comercio, tarea que se inicia en junio de 1856. Sin embargo, fue muy difícil el transito de la obra por la Legislatura, siendo
aprobada recién el 7 de octubre de 1859 gracias al empeño puesto por Sarmiento que formaba parte del Senado. Y
reincorporada Buenos Aires a la Nacion, el Codigo fue adoptado para todo el país el 10 de septiembre de 1862.

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En materia de las queibras los juristas autores de la labor anunciaron su intención de mejorar la situacion de los fallidos, pero en
realidad si bien el Codigo fue una obra muy digna –y relevante entre las de la época-, la suerte de los quebrados no fue mucho
mejor que bajo la legislación bilbaína, pues subsistio la presunción de fraude y el consiguiente arresto que se prolongaba en la
mayoría de los casos durante largo tiempo, pues recién concluia con la finalización del juicio de calificación de la quiebra, el cual
tramitaba como juicio ordinario y se iniciaba luego de terminaod el periodo informativo.
De todos modos, se señala por la doctrina, que en otros aspectos el Codigo represento una mejoría sustancial legislo la materia
de fondo y de forma; establecio un sistema de reconocimiento de créditos muy simplificado, y se le reconoce un gran acierto en
la legislación del periodo de sospecha, de la graduación de los créditos, la liquidación y la distribución, y la organización de los
funcionarios.
En cambio fracaso estrepitosamente la moratoria, beneficio que se concedia al deudor que probara que la imposibilidad de pagar
provenia de accidentes extraordinarios, imprevistos o de fuerza mayor, y que por medio de un balance exacto y documentado
justificara que tenia fondos bastantes para pagar a sus acreedores en cierto plazo o espera.
El problema radico en que la moratoria era aprobada con el voto favorable de una verdadera minoría de acreedores, pues para
ser rechazada se exigia el voto negativo de 2/3 los votos personales y ¾ del capital, o a la inversa. Por otra parte, las
homologaciones fueron concedidas con excesiva generosidad.
LA REFORMA DE 1889
Una vez sancionado el CC se sintió la necesidad de reformar el mercantil, pues este contenia disposiciones que se superponían
con las de aquel. Luego de diversos proyectos, el 5 de octubre de 1889 fue aprobado el elaborado por la Comision de Codigos de
la Camara de Diputados, entrando a regir el 1° de mayo de 1890.
Mantuvo el arresto del fallido, pero solo hasta la presentación del informe del sindico acerca de las causas de la quiebra,
momento en el cual cesaba la detención si no había indicios de fraude. Suprimio el juicio de calificación de la quiebra pero
mantuvo la moratoria, la que siguió siendo tan mal empleada como antes, lo que seguramente contribuyo al desprestigio del
sistema concursal en general. Tampoco dio lugar a soluciones adecuadas la incorporación de la adjudicación de bienes que
permitia a los acreedores la explotación o liquidar los bienes.
En síntesis, la reforma de 1889 no mejoro las cosas y las quiebras siguieron constituyendo un campo propicio para el fraude y el
abuso.
La vigencia de esta reforma en materia concursal fue breve, pues ya en 1902 se sanciono la ley 4156 que la sustituyo
íntegramente.
LA LEY 4156
A los apuntados defectos de técnica de la Reforma de 1889 se audiciono raudamente la crisis económica de 1890 que los hizo
aun mas patentes. De allí que prontamente el Congreso de la Nacion fuera recipiendario de numerosos proyectos de reforma.
La Camara de Diputados llego a aprobar una ley de concordato preventivo fundada en la experiencia belga; pero al pasar al
Senado este introdujo varias modificaciones esenciales al régimen aprobado por la Camara Joven en ese punto y además
considero necesario redactar nuevamente el Titulo IV del Codigo de Comercio.
Ese proyecto, sancionado el 30 de diciembre de 1902, fue la ley 4156 y rigio hasta 1933.
La mencionada ley adopto un sistema marcadamente voluntarias en virtud del cual los acreedores quedaban dueños de
decisiones fundamentales y el juez era reducido a un mero fiscalizador de las formas.
La adjudicación de bienes, regulada ahora como mecanismo preventivo, dio lugar a tales abusos que hubo de ser suprimida en la
ley 11719.
El concordato preventivo, incorporado por la ley 4156, era sin duda una solución deseada; pero normalmente dominada la
tramitación por algunos acreedores condujo a verdaderas expoliaciones.
En síntesis, muy rápidamente se puso de relieve el fracaso de esta ley y comenzaron a cricular los proyectos de reforma que sin
embargo no fructificarían hasta 1933.
Debe señalarse algo importante, sin embargo; durante la vigencia de la ley 4156 la doctrina nacional tuvo un gran desarrollo,
varias obra vieron la luz en esta época y revelaron la profundidad del conocimiento de los autores nacionales, entre ellos puede
mencionarse a Martin y Herrera, autor de un significativo libro y un proyecto de ley de quiebras para sustituir a la 4156, y
Armengol, cuya obra Fundamentos y Criticas de la ley de Quiebras es sumamente valiosa.
LEY 11077
Ya hemos señalado que nuestro CC no contenia reglas relativas a la insolvencia del deudor, y las leyes de quiebras regulaban solo
el problema cuando el deudor era comerciante. Asi, de caer en cesación de pagos un obligado no comerciante no existía
legislación de fondo, y por ello los Codigos Procesales locales reglamentaron el concurso civil.
Esa afligente situacion del concursado civil llevo a la sanción de la ley 11077 del 16 de octubre de 1920.
Por ella la extinción de las obligaciones del concursado civil, siempre que no existiese causa que lo sometiera al fuero criminal, se
producia por:
- La aprobación judicial de la adjudicación de bienes (que era materia deferida a la decisión de los acreedores según el
Codigo Procesal de la Capital Federal, a imagen y semejanza de la ley 4156);
- Por el transcurso de 3 años de iniciado el tramite; esto había de ser entendido como una limitación al efecto del
desapoderamiento, es decir, que quedaban excluidos de el los bienes que el deudor adquiriese a partir de los 3 años de
comenzado el concurso;

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- Si mediaba dolo o fraude, a los cinco años de cumplimiento de la sentencia condenatoria; el efecto era el mismo que el
anterior.
La ley 11077 rigio hasta 1972, o sea, hasta la entrada en vigencia de la ley 19551 que la derogo. Es decir, fue el régimen concursal
argentino de mas extensa vigencia.
LA LEY 11719
Ante la evidencia de la insuficiencia de la ley 4156, entre 1905 y 1932 se presentaron cerca de veinte proyectos en las cámaras
legislativas para reformarla integra o parcialmente.
En 1932 el Congreso aprobó constituir una comisión con 5 diputados y 3 senadores para elaborar un proyecto; entre los
miembros de la comisión se encontraba el senador Ramon Castillo, que ya había participado de trabajos anteriores en la materia,
fue designado presidente de la misma, y en definitiva encargado de la redacción del anteproyecto.
Luego de ser sometido ese anteproyecto a la consideración de variadas instituciones, aprobado por la comisión con ligeras
variantes y elevado con un informe, fue votado favorablemente en primer lugar por el Señado y luego por la Camara de
Diputados, y fue promulgado por el PEN el 27 de septiembre de 1933.
La ley 11719 fue un significativo avance y constituyo un solido instrumento jurídico, aunque en muchas oportunidades fue mal
aplicado.
Restringio el voluntarismo de los acreedores, dando importantes atribuciones al juez, entre ellas la de homologar o no
concordatos aprobados por aquellos. Por lo demás elimino la adjudicación de bienes que tantas criticas habían levantado, y su
técnica fue en general buena, revelando que el legislador aprovecho los notables estudios doctrinarios que provenían de Italia y
Francia.
Por otro lado, el mismo Castillo en su obra apunta que entre 1902 y la sanción de la ley 11718 –en gran medida como
consecuencia de la crisis generalizada que siguió a la Primera Guerra Mundial- numerosos países habían cambiado total o
parcialmente sus leyes, y ello fue un hontanar de novedades en que abrevo el legislador con indudable provecho y acierto.
Claro es que la ley no estuvo desprovista de algunos desaciertos. La verificación de los créditos en la junta de acreedores hacia
que estas fuesen a veces interminables, y las decisiones que se adoptaban en ellas eran tomadas muchas veces sin la necesaria
reflexión. Otro defecto nacio de una errada aplicación judicial: los tribunales admitieron que el comerciante se presentara en
sucesivas convocatorias paralizando de este modo los pedidos de quiebra; alguno llego a presentarse diez veces, pues ninguna
sanción había al desistimiento de la convocatoria; se vivía asi en estado de convocatoria.
Esto ultimo no fue sino una muestra de una aplicación algo timida de la le de quiebras, como lo ponían de resalto los a veces
furiosos dictamenes del fiscal de la Camara Comercial, doctor Britos, pocas veces seguidos por el tribunal. Cuando a partir de la
segunda mitad de la década de los 50 se incorporan a la justicia comercial de la Capital Federal nuevos jueces de gran jerarquía
intelectual y comienzan a modificar las antiguas deformaciones, ya que la ley se estaba poniendo vieja; las nuevas necesidades
del comercio, la modificacion de las estructuras de producción, servicios, cambio, etc., ponían de relieve la insuficiencia de la Ley
Castillo.
Por lo demás, nuevas corrientes doctrinarias y legislativas ponían de relieve que no era posible seguir pensando en la quiebra del
comerciante individual sino en la crisis de las empresas.
La economía moderna se ve notablemente influenciada por la idea de empresa; mas bien, la economía capitalista esta vinculada
directamente a la empresa. Asi, como es obvio, muchas empresas tienen una notable importancia para la economía nacional o
regional, o cuando mas no fuese para algunas ciudades o pueblos que nacen, se desarrollan y eventualmente mueren con las
empresas que existen en ellos. Trascendencia que proviene de los insumos que producen, los servicios que cumplen, la cantidad
de mano de obra que emplean, la alta tecnología que generan, etc.
De allí que el principio de conservación de la empresa paso a ser considerado el eje del derecho concursal.
Todo este complejo de novedades había envejecido a la ley 11719 y convencieron de la necesidad de su reforma en la que, por
otra parte, ya se venia trabajando, como lo demuestran los proyectos de 1950 y 1953, y algunas leyes especiales que
introdujeron algunas modificaciones con suerte varia, entre ellas la ley 18832.
LA LEY 19551
Ya hemos visto entonces las razones que justificaban abordar la reforma de una ley que había cumplido bastante
satisfactoriamente su destino. En 1966 se integro una comisión por los doctores Isaac Halperin, Francisco Quintana Ferreyra,
Horacio P. Fargosi y Hector Alegria; el primero de los mencionados renuncio siendo sustituido por el Dr. Carlos Malagarriga. El
anteproyecto se conocio en 1969 y fue sometido a la consideración publica, generándose un vasto movimiento doctrinario. La
comisión tomo en cuenta todo ese material y elevo un proyecto definitivo el que se convirtió en ley 19551, sancionada el 4 de
abril de 1972, y en vigor desde el 1° de julio de ese año.
LA REFORMA INTRODUCIDA POR LA LEY 22917
La ley 19551 sufrio algunas modificaciones introducidas por la 22917, sancionada en 1983.
Esta reforma, trajo tres novedades fundamentales:
- La unificación absoluta del régimen de los concursos para comerciantes y no comerciantes;
- La reglamentación de los acuerdos preconcursales;
- Una nueva disciplina de la extensión de quiebra. Otra cuestion muy importante –la verificación y pago de los créditos
laborales en la quiebra- fue frustrada por la obra de la Comision de Asesoramiento Legislativo.
LA LEY 19551. LOS PRINCIPIOS ORIENTADORES

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Los criterios a que venimos aludiendo tuvieron expresión en la ley 19551, lo cual se revela por la sola enunciación de sus
principios orientadores.
Luego de señalar que fueron respetados los principios de universalidad, colectividad de acreedores e igualdad de los mismos,
apuntaba que a ellos se agregaron:
(i) La protección adecuada del crédito, la conservación de la empresa en cuanto actividad útil para la comunidad y
principio inspirador común en la reforma legislativa mercantil;
(ii) La mayor amplitud y diversificación de medios para la solución preventiva de las crisis patrimoniales;
(iii) La actuación de oficio de los órganos jurisdiccionales;
(iv) La recuperación patrimonial del concursado de buena fe, facilitandola; asi como la mayor severidad para quien ha
utilizado los modos legales para el abuso del crédito;
(v) La elaboración de normas que protegieran al comercio, en general, inhabilitando temporalmente a quienes
actuaron con culpa o fraude en la conducción de sus negocios;
(vi) La extensión de la responsabilidad patrimonial a quienes actuaron por el deudor, y en tal cometido realizaron actos
dolosos o infringieron normas legales imperativas, causando o agravando la insolvencia.
Y finalmente se expresaba en la Exposicion de Motivos que se trato de conjugar la labor de la comisión con la necesidad –
reconocida por la generalidad de la doctrina- de unificar los concursos civiles y comerciales. Amen de ello era notoria en la ley
19551 la protección muy intensa de las relaciones y los créditos laborales.
Alegría decía que las funciones que cabia reconocer a esos principios era:
- Identificar la ley con su tiempo y con las necesidades que cubre. De modo que la ley habría de sobrevivir en la medida
en que esos principios fueron compartidos por la comunidad, sin perjuicio de la actuación concreta de la ley a través de
las interpretaciones de la jurisprudencia y las innovaciones de la doctrina;
- Brindar sustento estructural a la ley. Es decir que las soluciones dadas en las regulaciones de cada instituto deberían ser
coherentes con esos principios, para lograr asi un cuerpo legal armonico a todo lo largo de su articulado;
- Servir de base a la interpretación de sus normas.
LAS CIRCUNSTANCIAS EN QUE SE SANCIONO LA LEY 19551
Las leyes, tienen sus circunstancias, que las condicionan en punto a sus fines, a sus contenidos, a su técnica.
En los regímenes concursales influyen notablemente las ideas y practicas económicas, que imponen su periódica adecuación.
Prueba de ello fue que la ley 4156, acuñada después de la crisis de 1890 y por ello nacida en los primeros años del siglo, debio
ceder paso a la 11719 luego de la crisis de 1929/30. Y del privatismo de la ley 4156 se paso a una legislación con un rol menos
decisivo de los acreedores, en que se dieron mayores dificultades a los jueces y donde estaba en germen la idea de continuación
de la empresa.
En 1972 nacio la ley 19551. Por que era necesaria la reforma lo explica Alegria en su libro Algunas cuestiones de Derecho
concursal.
En resumen el profesor Alegria dice que ello fue asi porque:
- Era necesario mejorar algunos mecanismos
Era obvio que la ley 11719, mas alla de sus meritos tenia algunos defectos, que posibilitaron ciertos abusos por parte de los
deudores.
- Habia variado la realidad político-economica
Como señala Alegria, la ley 11719 no se planteaba los problemas sociales de la empresa, la ubicación del trabajo como elemento
fundamental, la concentración como fenómeno natural de esa selección, las distorsiones de la competencia imperfecta, las
necesidades de conservación de las unidades económicas útiles, el interés publico comprometido y la paz social, los planes
económicos, la creciente intervención del Estado en la economía y la gestión empresarial, la diversificación de los medios
técnicos del crédito, el llamado deterioro de los términos del intercambio que impulsaron a nuestro país a modificar su
estructura agropastoril para dar nacimiento a la industria.
- La realidad científica también había variado con un notable progreso
Nuevas corrientes doctrinarias y legislativas ponían de relieve que no era posible seguir pensando en la quiebra del comerciante
individual sino en la crisis de las empresas. De allí que el principio de conservación de la empresa paso a ser considerado el eje
del derecho concursal. Era común, además, sostener que en las situaciones concursales no se trataba de resolver cuestiones
exclusivamente privadas entre acreedores y deudor sino que estaba en juego el interés general. De allí que se propiciara la
anticipación de la puesta en marcha de los procedimientos preventivos, la facilitación del acceso a ellos, su flexibilización,
dejando a la quiebra como una solución residual.
- El orden publico y el interés general requerían nuevas tutelas especificas y amplias.
Como decíamos en el párrafo anterior, era común ya sostener que la legislación concursal no estaba dirigida exclusivamente a
reglar un conflicto entre el deudor y sus acreedores. La relevancia de la empresa, generadora de producción de bienes y servicios
y fuente de empleo, hacia que en su crisis se evidenciara un cierto interés general. Las cuestiones atinentes a estos intereses no
tenían adecuado reflejo en la ley 11719.
A ello habría que agregar otros datos. Por empezar, el Estado tenia una participación decisiva en la actividad económica. El
profesor Roitman señalaba en una conferencia dictada en la Universidad Nacional de Cuyo que en aquella época la participación

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del Estado Argentino en el producto bruto interno era porcentualmente equivalente a la del Estado húngaro –un país socialista-
en el producto bruto interno de ese país.
De otro lado, mas alla de los principios liberales declamados por la CN de 1853, lo cierto es que la económica se encontraba
severamente regulada. Los principios de libertad de mercado estaban fuertemente limitados por las regulaciones de todo tipo,
generales y particulares que abarcaban reglamentaciones de productos agrícolas como el azúcar, la yerba mate, el vino, o
minerales como el petróleo, el gas; se fijaba el tipo de cambio, se limitaba el acceso al mercado de cambios, se imponían
barreras arancelarias, etc. En suma, la economía argentina era claramente dirigida desde el Estado.
Otro aspecto a señalar era la fuerte presencia sindical que condicionaba muchas decisiones, e hizo de la negociación colectiva
uno de sus instrumentos.
Todos estos aspectos eran condicionantes de un cambio necesario que se concreto en la ley 19551.
ANALISIS DE LOS PRINCIPIOS ESTRUCTURALES DE LA LEY 19551
Estas “circunstancias” que existían al tiempo de la sanción de la ley 19551 fueron debidamente atendidas por el legislador, y se
reflejaron en los principios estructurales del ordenamiento que viera la luz en 1972.
Conservacion de la empresa
La Exposicion de Motivos de la ley 19551, dice en su N° I-4° que los conceptos fundamentales de universalidad, colectividad e
igualdad, se agregaron “…b) la conservación de la empresa en cuanto actividad útil para la comunidad y principio inspirador
común en la reforma legislativa mercantil en curso”.
El principio de la conservación de la empresa en el texto de la ley se proyecto en varias soluciones concretas:
(i) La amplitud de la solución preventiva, señalada en el apartado c, del mismo N° I-4° de la Exposicion de Motivos ya
citada, la que inclusive fue ensanchada con la sanción de la ley 22917;
(ii) Al incluir la conservación de la empresa entre las pautas de ponderación que el juez debía tener en cuenta al
tiempo de homologar o no el acuerdo preventivo votado favorablemente por los acreedores (art. 61);
(iii) Al regular con detalle la continuación de la actividad de la empresa o de un establecimiento del fallido. Cabe
puntualizar en este punto que la experiencia nacional había comenzado ya con la ley 18832 que autorizaba al PEN a
someter a su administración a empresas que fueron consideradas significativas.
Intensa protección de las relaciones y créditos laborales
Es difícil discernir si la protección de las relaciones laborales es la finalidad de la conservación de la empresa o solo una de sus
consecuencias. De todos modos parece haber entre ambos principios una suerte de nutrición reciproca.
Las soluciones concretas de la ley 19551 que recogieron efectos de esta orientación fueron:
(i) El articulo 17 que establecia el derecho de pronto pago;
(ii) La prohibición de renunciar al privilegio proveniente de relaciones laborales (art. 50);
(iii) El pronto pago en la quiebra (art. 176);
(iv) El privilegio especial que amparaba a los créditos enumerados en el articulo 265, inciso 4°, y el privilegio general
que abarcaba a los enunciados en el articulo 270, inciso 1°; cabe acotar que en razón de este ultimo precepto
prácticamente todos los créditos eran privilegiados. Además los créditos por sueldos, salarios y remuneraciones
mencionados en el inciso 1° del articulo 270 quedaban excluidos de la limitación de los privilegios generales al 50%
del producto liquido de los bienes;
(v) En la continuación de la empresa fallida o de alguno de sus establecimientos, el contrato de trabajo se mantenía en
las condiciones dispuestas por el derecho común, sin perjuicio de la facultad del sindico de elección personal (art.
187); las prestaciones devengadas con posterioridad a la quiebra gozaban de la preferencia del art. 264 (créditos
contra el concurso);
(vi) En caso de enajenación del establecimiento o empresa en funcionamiento, el adquirente era considerado sucesor
del fallido y del concurso respecto de todos los contratos laborales existentes a la fecha de la transferencia a su
favor (art. 189).
Pero además de estos dispositivos legales, la jurisprudencia interpreto:
(i) Que el crédito del trabajador estaba excluido de la suspensión de la actualización monetaria;
(ii) Que el crédito del trabajador estaba excluido de la suspensión de intereses del art. 20 de la ley;
(iii) En materia de quiebra, que los créditos laborales privilegiados no estaban sometidos a la ley 21488.
(iv) Los acreedores laborales tenían la opción de recurrir al proceso laboral de conocimiento, tanto estuviera el
empleador en situacion de concurso preventivo o de quiebra, esa opción era irrenunciable por ser irrenunciable el
fuero labora, por lo que se llego a admitir que el trabajador ocurriera ante la justicia laboral aun después de la
desestimación de su pretensión verificatoria en la sede concursal.
Además, la ley 29595 habia agregado un recaudo a la presentación en concurso, que era la exigencia de acreditar
documentalmente la satisfacción de las obligaciones causadas en leyes sociales y el pago de los salarios del personal en relacion
de dependencia.
A todo esto se sumo en algun momento la LCT, que amplio el asiento de los privilegios especiales y modifico su orden, y la ley
23472 que reglamento el pronto pago de los créditos laborales, modificando el art. 266 de la LCT.

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Como se advierte, una panoplia de disposiciones e interpretaciones judiciales que en la practica llevaron a que el trabajador
fuera considerado un acreedor no concurrente al concurso preventivo y excluido de algunos de los efectos mas importantes de la
quiebra.
Poderes del juez
La ley 19551 atribuyo poder significativos a los jueces en la conducción del proceso, tanto sea en el concurso preventivo cuanto
en la quiebra. Pero sin duda la atribución mas importante fue la de homologar o no el acuerdo preventivo votado
favorablemente por los acreedores (art. 61 ley 19551).
EFECTOS DE LA APLICACIÓN DE LA LEY 19551
En general puede decirse que la ley 19551 tuvo una adecuada adaptación al medio al cual estuvo dirigida, a lo cual contribuyeron
sin duda la jurisprudencia de la Camara Comercial de la Capital Federal y una prolífica doctrina interpretativa.
Sin perjuicio de ellos es preciso señalar algunos efectos no queridos.
Fracaso de la continuación de la empresa en quiebra
Una de las instituciones de la ley 19551 que mas expectativas había creado, era la “continuación de la empresa o establecimiento
del fallido” que, tenia antecedentes en la ley 18832 y aun en la ley 11719.
Sin embargo, su aplicación termino en un fracaso rotundo. Se continuaron empresas carentes de toda significación y lo que es
peor sin “viabilidad”; de modo que para mantenerlas en actividad se evitaba el pago de impuestos o de aportes previsionales y
aun de otras obligaciones. Por otro lado se pretendía obtener una enajenación ventajosa, lo que llevaba a sucesivos fracasos de
las licitaciones llamadas para su venta.
Esto generaba las siguientes consecuencias:
(i) Se diferia en el tiempo la percepción de los créditos de los acreedores en la masa, a veces durante años;
(ii) Se generaban pasivos que tenían la preferencia asignada a los créditos contra la masa (art. 264, ley 19551) y que,
por ende, eran de satisfacción generalmente anticipada a los créditos en la masa;
(iii) En alguna oportunidad se llego a la insolvencia de las empresas “continuadas”, lo que fue calificado como el
impensado fenómeno de la quiebra de la quiebra;
(iv) Las empresas continuadas constituían un factor de distorsion del mercado en el cual participaban, pues lo hacían
sin pagar los impuestos, los aportes previsionales, y a veces subsidiadas de alguna manera por el Estado.
La homologación del acuerdo preventivo
Cabe reconocer que la facultad de no homologar el acuerdo preventivo que la ley 19551 atribuia a los jueces en el articulo 61,
fue empleada con notable moderación.
Sin embargo, algunos casos de macroempresas tuvieron especial repercusión. El mas notable fue “Sasetru SA s/Quiebra” en el
cual el juez de la primera instancia sostuvo que a los acreedores les era mas conveniente la cuota de liquidacin que percibirían en
la quiebra que lo que obtendrían del acuerdo preventivo que ellos habían votado favorablemente. Además recurrió a la vieja y
desprestigiada figura del “merecimiento” del “beneficio” del acuerdo preventivo, para sostener en el caso la improcedencia de la
homologación, pese a la votación abrumadoramente mayoritaria en la totalidad de las empresas del grupo.
Argumentos análogos fueron los empleados por la mayoría de la sala que confirmara esa sentencia finalmente anulada por la
CSJN.
Los acreedores laborales eran acreedores “no concurrentes” en el concurso preventivo
El juego armonico de las disposiciones de la ley 19551 y de las interpretaciones jurisprudenciales llevaron a la conclusión de que
los acreedores laborales eran “no concurrentes” al concurso preventivo, pues no estaban sometidos a los efectos de la
presentación (art. 20), ni obligados a verificar, no podían renunciar a su privilegio y, por ende, no estaban autorizados a participar
de la junta, salvo que excepcionalmente hubiera algún crédito quirografario.
El argumento de tratarse de acreedores no concurrentes, fue usado por la mayoría en el plenario “Perez Lozano”.
En cuanto a la quiebra, los acreedores laborales también gozaban del derecho de pronto pago, pero recurrían a la demanda
laboral de conocimiento de manera previa a la concurrencia a la sede concursal, lo cual causo el problema de la adecuación de la
sentencia laboral a la situación concursal. Y fueron finalmente excluidos de los efectos de la ley 21488, con lo cual tuvieron un
“superprivilegio”.
En cuanto a la idea de que el adquirente de la empresa o establecimiento continuado era considerado sucesor en las relaciones
laborales, se convirtió en un boomeran, pues muchas veces los interesados no participaban de los procesos licitatorios por la
indeterminación de la magnitud de las “contingencias laborales” de la empresa en marcha (antigüedad, enfermedades, etc.).
Desvaido rol de los acreedores
Los efectos a que aludimos respondían a la concepción de que en los procesos concursales no se debaten cuestiones privadas
entre el deudor y sus acreedores sino que esta en juego el “interés general”, por lo que cabia privilegiar la continuidad de la
empresa, la estabilidad de las relaciones laborales y el principio de ajenidad del riesgo y las facultades oficiosas de los jueces por
encima de la voluntad de los acreedores.
De todo ello derivaba un rol de los acreedores muy deslucido, ya que se limitaban a participar de la junta de acreedores pero su
voto favorable al acuerdo estaba todavía sometido a la censura judicial. Ni hablar en la quiebra “continuada” en la cual sus
expectativas de cobro de los créditos eran virtualmente nulas.
Por otra parte los derechos de los acreedores quirografarios eran mas nominales que reales: postergados por una pléyade
numerosísima e indefinida de acreedores privilegiados, debían encima soportar las regulaciones de honorarios de los

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profesionales intervinientes en el proceso; nadie discute la precedencia de los créditos por honorarios como “gastos de justicia”
que son, pero lo insolito era la alícuota del honorario en la quiebra que llegaba al 25% del activo liquidado después de pagados
los privilegios especiales. Con lo cual se hacia realidad aquella previsión de Camara en el sentido de que la quiebra era el modo
de distribuir los activos del quebrado entre abogados y sindicos.
Otras cuestiones
Algunas cuestiones merecían también critica o eran susceptibles de mejoramiento. Entre ellas:
(i) El acuerdo resolutorio como modo de solución de la quiebra era mas nominal que real. Después de varios meses de
desapoderamiento era infrecuente que el fallido tuviese interés –y menos posibilidades- de resolver la crisis de su
empresa.
(ii) La vigencia del acuerdo resolutorio impedía iniciar de manera inmediata la liquidación de los bienes del fallido.
(iii) Ello contribuía a la dilación innecesaria de los procedimientos liquidatorios; también confluía a ello la pretensión de
los jueces, sindicos, martilleros, de enajenar los bienes con “bases” muchas veces irreales, lo que llevaba al fracaso
de sucesivas subastas o licitaciones.
(iv) Las ventas a plazos con garantías a veces insuficientes, produjeron en algunos casos que las quiebras nunca
pudieran cobrar el saldo de precio de los bienes enajenados, ni recuperar estos.
(v) Por otra parte, la pretendida igualdad de los acreedores que obligaba a formular una propuesta de acuerdo
preventivo única para todos los acreedores, era violentada de manera permanente. Y esto era asi no por mala fe de
los intervinientes en el proceso concursal, sino por imperio de la realidad; no son iguales el proveedor de servicios
al que se le adeudaba una suma infima y el banco al cual se le debían cientos de miles de pesos.
(vi) Los acuerdos preconcursales –regulados a partir de la reforma introducida por la ley 22917- no tuvieron gran efecto
practico, probablemente debido a la complejidad del tramite homologatorio. De donde los clubes de bancos
siguieron funcionando, sin que los contratos que se celebraban entre el deudor y sus acreedores financieros fueran
sometidos a homologación, lo cual siempre causaba alguna duda respecto de la estabilidad de los actos cumplidos.
(vii) El régimen de inoponibilidad de los actos perjudiciales para los acreedores dio lugar a algunas controversias, e
incluso a algunos fallos polemicos, como el que extendió una suerte de presunción de fraude para todos los actos
otorgados durante el periodo de “sospecha”, o el que pretendió “revocar” un mutuo estableciendo al mismo
tiempo una suerte de “deber de conocer la cesación de pagos” para ciertos acreedores; a lo cual se sumaba la
polémica doctrinaria sobre la exigibilidad o no de “perjuicio” causado por el acto susceptible de ser declarado
ineficaz.
(viii) Además se apreciaba como demasiado extensa la enumeración de los actos inoponibles de pleno derecho, en
particular en cuanto comprendía al pago por entrega de bienes y la constitución de garantías en seguridad de
créditos originariamente quirografarios. Estas reglas habían contribuido a que en la practica desapareciera la dación
en pago y se dificultara notablemente la refinanciación de obligaciones del deudor con sus bancos, pues
normalmente al pretender pasar de una línea de corto a una de largo plazo los bancos exigen la constitución de
garantías reales, a veces incluso para adecuarse a disposiciones reglamentarias.
(ix) El régimen de la responsabilidad de terceros tenia una defectuosa formulación en el articulo 166 que confundía los
presupuestos de la responsabilidad civil al equiparar el dolo y la violación a normas inderogables; lo cual hacia
dudosa una cuestión relevante: si el factor de atribución era exclusivamente el dolo o también lo era la culpa.
(x) El régimen de la calificación de conducta se había revelado como altamente insatisfactorio; su aparente severidad,
inclusive anunciada en la Exposicion de Motivos, no era tal cuando se advertía que el tiempo de la inhabilitación se
iba consumiendo durante el tramite del incidente. Asi muchas veces el incidente llegaba a sentencia cuando el
plazo de la inhabilitación estaba íntegramente consumido. Por otra parte, la inhabilitación –cuando se disponía- no
se inscribía en ningún registro (pues el previsto por la ley nunca se organizo) con lo cual la sanción era mas nominal
que real. Un distinguido profesor de la materia solia decir que la “calificación de conducta solo preocupa a la gente
decente, porque los otros saben que es indolora”.
(xi) La complicidad había sido regulada con extraordinaria severidad, pero fue poco aplicada y estaba desubicada pues
correspondía su tratamiento en la responsabilidad de los terceros.
(xii) La interdicción de salida del país, tanto en el concurso preventivo como en la quiebra, había sido usada de manera
inadecuada, pues mas aparecia como una sanción que como un instrumento al servicio del deber de cooperación
que la ley atribuía al concursado o al fallido. Por otra parte la jurisprudencia había contribuido a esta confusión al
no poner limite temporal a su subsistencia.
(xiii) La no perimibilidad de los incidentes promovidos por el sindico era una desigualdad irritante, y conducía a
situaciones desesperantes para los demandados en acciones de responsabilidad, de extensión de quiebra o
revocatorias concursales.
(xiv) Finalmente, es una cuestión siempre discutible cual es el régimen mas apropiado para la sindicatura concursal; en
este sentido la ley 19551 habia optado por mantener el criterio tradicional de atribuirlo a los contadores. Con buen
criterio la ley 22917 habia pretendido privilegiar a quienes hicieran carreras especializadas en sindicatura concursal,
pero en la Capital Federal el sistema fue desnaturalizado por la Camara Comercial que exigió un determinado
“promedio” a los graduados y limito su acceso a un porcentaje de los integrantes de las listas.

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El balance
A pesar de las observaciones que hizo la doctrina, muchas de ellas absolutamente injustificadas, lo cierto es que la ley 19551
constituyo un enorme avance en el derecho argentino. Como ha sido señalado en muchas de las instituciones incorporadas o
reguladas a nuevo por ella, han quedado incorporadas de manera duradera a nuestro régimen jurídico.
Y las refrmas que se han producido tienen como causa la notablemente acelerada modificación de las condiciones sociales y
económicas que todos conocemos.
Asi como la crisis de 1890 hizo envejecer rapidamete a la reforma de 1889, la de 1930 impuso la sanción de la ley 11719, y
nuevos vientos trajeron la 19551, los importantes cambios que causo la convertibilidad impusieron modificaciones al régimen
concursal. A ello se sumo el avance de la doctrina y nuevos aportes del derecho comparado, asi como una corriente de
pensamiento que puso nuevamente sobre la mesa el trascendentl rol de los acreedores, y muchas veces la convivencia de
facilitar el desarrollo de negociaciones privadas, llevadas fuera dl ámbito del tribunal.
Pero las reformas de la ley 24522 no afectaron la estructura general del sistema organizado por la ley 19551. Es cierto que la
nueva normativa trajo muchas novedades y quizás cambio algunas orientaciones, por ejemplo dando un rol mas activo a los
acreedores, pero la existencia de dos procesos básicos –el de concurso preventivo y el de quiebra-, la verificación de los créditos,
la sindicatura, los privilegios, los actos revocables, la extensión de la quiebra, la responsabilidad de terceros, los efectos de la
quiebra sobre las relaciones jurídicas preexistentes, provienen de la ley de 1972 y no se avizoran cambios relevantes en estos
puntos.
Ello de por si solo pone de relieve como la ley 19551 es un hito en el desarrollo del derecho argentino y por ello sus autores
merecen el reconocimiento de la comunidad jurídica argentina.
La necesidad de la reforma
Es claro que en 1995 la ley 19551 requeria una urgente modernización, pues había mediado un evidente cambio de las
circunstancias económicas. Asi podemos señalar:
(i) El retraimiento del “Estado empresario”, lo que se evidencio en la política de privatizaciones;
(ii) Una significativa libertad para el juego de las leyes del mercado;
(iii) El derecho laboral de corte rígidamente garantista que existía en la Republica Argentina era cuestionado desde
distintos sectores que propiciaban su “flexibilización”. Se argumentaba que esa flexibilización estaba ya en practica
en otros países que antiguamente habían estado también ligados a un derecho laboral rigurosamente garantista y
de orden publico;
(iv) A partir del plan de convertibilidad se redujo a la inflación a niveles equivalentes a los de los países desarrollados.
Este aspecto debe ser tenido en cuenta especialmente, pues durante la vigencia de la ley 19551 el concurso preventivo era el
medio de “diferir” el pasivo en el tiempo. De modo que la confluencia de “plazo” e “inflación” contribuían a solucionar las crisis
empresarias; en realidad, lo que se producía era un traslado de la crisis del deudor hacia los acreedores que aceptaban la
licuación de sus créditos a tenor de la inflación.
Y aun después de la jurisprudencia de la corte que obligo a computar los valores actualizados, los operarios jurídicos y
económicos recurrieron a mecanismos de ajuste que en definitiva importaban alguna licuación de los pasivos o fijaban tasas de
interés o de ajuste que eran inferiores a la tasa real de inflación.
Por lo que el concurso preventivo quedo anclado a la idea de refinanciación del pasivo.
Claro es que al producirse la brusca eliminación del proceso inflacionario, el efecto fue el fracaso de los acuerdos preventivos; se
afirmo que la gran mayoría de los acuerdos homologados en la Capital Federal ha terminado en quiebra por incumplimiento de
acuerdo, la mayoría desde la primera cuota.
Es que al no haber inflación es preciso que la empresa concursada genere ganancias genuinas para poder afrontar su pasivo, es
decir, debe reestructurarse para transformarse de una unidad deficitaria –que por eso llego a la cesación de pagos- en una
unidad superavitaria.
Debemos señalar ahora que el fenómeno del fracaso de las soluciones preventivas parece no ser exclusivo de Argentina; el
informe del FMI puntualiza que en realidad en casi todos los países se presenta la misma situación, lo que evidencia que son
admitidas al concurso preventivo (o procedimientos de finalidad semejante) empresas que son inviables.
ANALISIS DE LA LEY DE CONCURSOS 24522
La ley 24522 estructuro un nuevo sistema concursal que pretendió responder a esas circunstancias políticas y económicas, asi
como atender a los defectos del régimen dispuesto por la ley 19551.
Incidencia relativa del mantenimiento de la estructura de la ley 19551. El concurso como medio para la reestructuración
empresaria
La ley 24522 ha respetado la estructura de la ley 19551. De modo que la ley contiene normas generales sobre los sujetos, la
reglamentación del procedimiento preventivo (concurso preventivo) y dela quiebra, los acuerdos preconcursales ahora bajo la
denominación de “acuerdo preventivo extrajudicial”, asi como disposiciones generales y comunes a ambos procedimientos,
incluidas las normas procesales.
Esto no quiere decir que la reforma haya sido menor o de pura forma. Muchas veces dentro de un cuerpo legal se pueden
introducir reformas parciales pero que importan una transformación significativa.

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En la ley 24522 se da un rol mas activo a los acreedores y paralelamente se reducen los poderes del juez; la continuación de la
empresa en el concurso preventivo se persigue a través de otros mecanismos y en la quiebra pasa a ser una solución excepcional;
se permite la revisión de aspectos de las relaciones laborales, el acuerdo preventivo causa la novación de las obligaciones, se
prevé el acuerdo extrajudicial, etc.
Y sobretodo se trata de dar instrumentos para cambiar una concepción: el concurso preventivo no es exclusivamente el modo de
diferir los pasivos sino que: (i) debe ser un periodo en el cual la ley brinda al deudor la posibilidad de reestructurar su empresa,
para convertirla de una unidad deficitaria en una unidad superavitaria; (ii) el concurso preventivo puede terminar en la cesion de
empresa a un tercero lo que se logra a través del procedimiento de salvataje comúnmente conocido como cramdown (art. 48 LC).
En este sentido se orientan varias de las reformas introducidas por la ley 24522:
- La suspensión de los efectos del convenio colectivo y la posibilidad de redefinir las relaciones de trabajo;
- Las propuestas de acuerdo por categorías y con alternativas que permitirán al deudor ofrecer reorganizaciones
empresarias a ciertos acreedores que puedan estar interesados en ello;
- Incluso la renunciabilidad del privilegio de los trabajadores, que también podrán participar en programas de
capitalización como lo han hecho en otros ámbitos;
- La novación de los créditos por la homologación del acuerdo que tiende a cristalizar el pasivo y facilitar la obtención de
crédito posconcursal;
- El acuerdo de grupos, que permite el tratamiento del patrimonio de los distintos sujetos como si fuera único o como si
fueran distintos, para determinar el contenido de la propuesta de acuerdo, lo cual facilita también procesos de
reorganización, a través de escisiones, fusiones, constitución de sociedad con los acreedores, etc.;
- Por supuesto la posibilidad de que terceros o acreedores hagan ofertas de acuerdo preventivo, con el correspondiente
cambio de titularidad de la propiedad accionaria si el acuerdo obtuviere la mayoría legal (art. 48 LC)
- La prescripción de los créditos no verificados a los dos años de la apertura del concurs preventivo, lo cual también
tiende a cristalizar el pasivo del deudor de manera mas o menos rápida, lo cual puede facilitar la enajenación de la
empresa, la obtención de créditos y las propuestas de terceros.
Mantenimiento de la cesación de pagos como presupuesto del concurso preventivo y de la quiebra
El derecho concursal argentino conoce un presupuesto sustancial de los procedimientos concursales: la cesación de pagos o
insolvencia, la que ha sido caracterizada como el estado en virtud del cual el deudor no puede hacer frente a sus obligaciones
liquidas y exigibles, y que si bien se traduce en la imposibilidad de pagar no puede ser confundida con el mero incumplimiento
de una obligación.
Por ello, si bien la ley 19551 –y lo mismo hace la nueva ley- enumera los hechos reveladores de la cesación de pagos, muy lejos
se encuentra nuestro derecho del sistema de acts of bankruptcy del derecho anglosajon.
Se ha tenido en consideración que la cesación de pagos constituye un concepto técnico ya suficientemente elaborado por la
doctrina y la jurisprudencia, por lo que no resulta conveniente sustituirlo o completarlo con otras ideas no suficientemente
definidas.
Sujetos susceptibles de concursamiento
A partir de la sanción de la ley 22917 de 1983 que reformara parcialmente a la ley 19551, el sistema concursal argentino es único
para comerciantes y no comerciantes, personas físicas y jurídicas, personas jurídicas regularmente constituidas y de hecho. De
modo que todos los sujetos de las relaciones jurídicas quedan sometidos –en caso de insolvencia- al mismo régimen legal.
La ley 24522 trata una cuestión importante y da una solución verdaderamente novedosa. En el régimen de la ley 19551 no eran
susceptibles de concursamiento las sociedades en que el Esado formara parte.
En la ley vigente en cambio se incluyen las sociedades en que el Estado nacional, provincial o municipal sea parte; por lo que
estas sociedades podrán presentarse pidiendo la apertura de su concurso preventivo o ser declaradas en quiebra conforme al
procedimiento ordinario con lo cual se acaban los privilegios para este tipo de sociedades. Es evidente que esta reforma se
inspiro en la idea de que el Estado empresario debe ser eficiente o cesar como empresario; de otro modo se transforma en un
factor distorsionante del mercado y obliga a mantener a expensas del presupuesto empresas inviables.
De todos modos siguieron excluidos del concurso algunos sujetos, como mutuales, compañías de seguros, bancos,
administradoras de fondos de pension. Hoy existe una revisión de los conceptos que sustentaron esta solución excluyente; de allí
que la lye 25374 haya modificado el art. 37 de la ley organica de asociaciones mutuales 20321, el que ha quedado asi concebido:
“Las mutuales quedan comprendidas en el régimen de la ley 24522”. Y que luego de ciertos avatares, fuera admitida la
concursabilidad de las denominadas “ex entidades financieras”, esto es, bancos a los cuales el Banco Central les había retirado la
autorización para funcionar como tales.
Un régimen excepcional fue creado por la ley 25284 para las entidades deportivas, esta ley constituye uno de los episodios mas
vergonzosos de la historia legislativa argentina, pues es una ley de privilegio, para un deudor en particular (Racing Club), que se
extiende a otros clubes solo para guardar las formas, y que constituye un despojo groseramente inconstitucional de los derechos
de los acreedores.
El rol de los acreedores en el concurso
Es una de las pretensiones de la ley 24522 revitalizar el rol de los acreedores, tanto en el concurso preventivo como en la
quiebra.
Enumeraremos entonces los institutos y preceptos que tratan de concretar esta iniciativa de la ley 24522:

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a) Comité de acreedores: desde el mismo momento de la apertura del concurso preventivo comienza a funcionar el comité
de acreedores, compuesto inicialmente por los 3 acreedores quirografarios de mayor monto denunciados por el deudor,
y a posteriori por un acreedor por cada categoría (art. 42, segundo párrafo). Las facultades de información y consejo del
comité provisorio de acreedores están enunciadas en el art. 260. Una vez homologado el acuerdo preventivo, el control
del cumplimiento del acuerdo recae en el comité definitivo, cuya designación debe preverse en la propuesta de acuerdo
definitivo.
Finalmente, en la quiebra el comité tiene facultades de consejo en la etapa de liquidación.
Se dijo que estos comités no habrían de funcionar en la practica. En la realidad, estos comités han funcionado en
concursos de gran significación económica (ATC SA, Supercanal SA, Comercial del Plata SA), a lo que tampoco es ajeno el
hecho de que en esos concursos muchos de los acreedores sean extranjeros, con lo cual tienen una practica del
funcionamiento de los comités que no tienen los acreedores argentinos. Además, los acreedores argentinos suelen
temer a eventuales responsabilidades que pudieran atribuirse a quienes ejerzan la función, con lo cual suelen resignar
las designaciones.
b) Categorización de los acreedores: el sistema concursal vigente esta fundado sobre la idea de la igualdad de los
acreedores, principio que forma parte del derecho concursal desde los mismos estatutos de las repúblicas italianas del
Medioevo. Este principio ha conducido a la solución legal según la cual el deudor debe ofrecer a sus acreedores una
propuesta idéntica para todos.
No escapa al conocimiento de nadie que:
- No todos los acreedores son iguales, pues los hay laborales, financieros, proveedores de materia prima, proveedores de
servicios; los hay por mucho dinero, los hay por poco; los hay por obligaciones de dinero y los hay por obligaciones de
hacer; los hay que pretenden el perfeccionamiento de la transmisión del dominio de un inmueble o la entrega de una
cosa; los hay en moneda nacional y en moneda extranjera; los hay que viven en el país y en el extranjero; los hay
personas físicas y personas jurídicas, etc.;
- En la realidad de los hechos, durante la vigencia de la ley 19551 la igualdad no era respetada, pues es imposible
proponer el mismo plan de pagos a un banco a quien se deben cientos de miles de pesos que a la librería a la cual se le
debe el precio de unas fotocopias.
Por lo tanto, siguiendo la experiencia del derecho de países altamente desarrollados y un considerable reclamo de la
doctrina argentina, se dispone la categorización de los acreedores que es propuesta por el deudor sobre la base de criterios
de razonabilidad de la agrupación y dispuesta finalmente por el juez.
De este modo el deudor puede categorizar a sus acreedores en financieros, proveedores de insumos, proveedores de
servicios, acreedores de obligaciones de hacer, acreedores laborales; también pordra hacerlo por monto de la deuda o por
cualquier otro cirterio que el juez, en definitiva, encuentre razonable.
Esto autoriza al deudor a ofrecer a cada categoría un acuerdo preventivo distinto.
Y aun dentro de cada categoría el deudor puede ofrecer alternativas entre las cuales elegirán libremente los acreedores
comprendidos en ella.
De este modo se facilita enormemente la negociación del deudor con sus acreedores, sincera la realidad subyacente y
flexibiliza la propuesta acomodándola a las necesidades del deudor y a la distinta naturaleza de las pretensiones o
necesidades de cada categoría de acreedores.
Esto si: para evitar que el deudor pueda crear una categoría “cenicienta”, la propuesta de acuerdo preventivo debe ser
aceptada –con las mayorías legales- en todas y cada una de las categorías. La inexistencia de mayoría en alguna categoría
conduce a la quiebra o a la apertura del registro para recibir ofertas de terceros. A partir de la ley 25589 el juez puede
imponer el acuerdo preventivo a una clase disidente, pero para ello es necesario el cumplimiento de una serie de pautas
rigurosamente descriptas en el art. 52 de la LC.
Finalmente la categorización de los acreedores conforme a pautas razonables es también una forma de dar relevancia a
todos los acreedores. En efecto, en el sistema de la ley 19551 algunos acreedores no eran siquiera tenidos en cuenta por no
ser relevantes para la obtención de las mayorías. Ahora, al dividirse en clases y ser necesaria la conformidad de todas las
clases para que el acuerdo sea aprobado, los acreedores pequeños, los quirografarios laborales, los proveedores, pueden
alcanzar mayor peso propio en la adopción de la decisión de aprobar o no el acuerdo preventivo.
c) Propuestas de acuerdo preventivo por terceros: la innovación mas importante de la ley 24522 estuvo dada por la
posibilidad de que terceros o los mismos acreedores hicieran propuestas de acuerdo preventivo, una vez que el deudor
hubiera fracasado en obtener la conformidad de los acreedores a su oferta (art. 48 LC). La ley argentina vigente ha
optado por dar al deudor un periodo de exclusividad; si el deudor es una SA, de responsabilidad limitada, cooperativa o
una sociedad en que el estado tenga participación, y en ese periodo de exclusividad no obtiene las mayorías necesarias,
en vez de decretarse la quiebra se abre un periodo en el cual otros (acreedores o tercerso) pueden hacer propuestas de
acuerdo preventivo; a partir de la ley 25589, vigente desde 2002, el mismo concursado también puede presentar nuevas
propuestas de acuerdo preventivo. Si es la propuesta de un tercero la que obtiene las mayorías legales, los accionistas o
cuotistas de la sociedad deudora deben transmitir sus acciones o cuotas a quien haya hecho la propuesta, al valor de las
acciones o cuotras que se haya estimado conforme a las pautas del art. 48, retaceado en la misma medida en que lo
sean los créditos verificados.

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Algunos autores se preguntaron si este sistema es conforme con la protección constitucional de la propiedad, habida
cuenta de que el titular de las acciones se veria forzado a enajenar sus acciones a un tercero; estamos absolutamente
persuadidos de que no hay aquí inconstitucionalidad alguna como lo hemos sostenido en un trabajo anterior y lo
demuestra acabadamente Vitolo en su trabajo. Cabe destacar que planteos de inconstitucionalidad –carentes de mayor
fundamentación- han sido desestimados por los tribunales.
Entendemos además que esta posibilidad de que los acreedores o terceros intervengan a través de la realización de
ofertas de acuerdo preventivo constituye un modo de equilibrar el poder negociador entre acreedores y deudor pues
obliga a este a ofrecer un acuerdo razonable y susceptible de ser cumplido. De allí que, quizás aparezca como una
primera hipótesis mas razonable la recurrencia al concurso extrajudicial que la ley nueva regula atinadamente.
d) Enajenaciones en la quiebra: la ley 24522 pretende que la liquidación de los activos se haga de manera inmediata y
expeditiva, pues se considera que la subsistencia de la quiebra constituye un mal social, pues genera gastos amen del
deterioro de los bienes normalmente abandonados a su suerte, con lo cual la dilación hace que ellos pierdan valor y
disminuyan las posibilidades de los acreedores de recuperar su acreencia.
Para ello la ley manda que la orden de enajenación se incluya en el mismo auto de quiebra (art. 88, inc. 9), y luego
dispone:
- Que la enajenación singular de los bienes se hace sin tasación previa y sin base (art. 208); sin perjuicio de lo cual
autoriza al juez a aplicar las reglas del art. 205 en lo que resulte pertinente. De modo que si existen bienes
particularmente valiosos el juez podría disponer que se tasaran y fijar una base. En definitiva lo deja librado a la
prudencia judicial.
- Que la venta en licitación ha de hacerse de contado. Esto tiene por objeto evitar lo que antes expusimos, esto es, que en
oportunidades las quiebras no han podido cobrar los saldos de precio ni recuperar los bienes enajenados. Pero además,
se eliminan problemas de calificación de las ofertas en punto a la calidad de las garantías;
- Que la adjudicación ha de hacerse a la oferta mas alta en cuanto a precio, con lo cual se elimina toda posibilidad de
cuestionamiento de la adjudicación;
- Que en caso de fracaso de la primera venta en licitación, la segunda ha de hacerse sin base. Se trata de evitar las
sucesivas licitaciones fracasadas por falta de postores, que no solo dilatan enormemente el tramite de la quiebra sino
que además generan gastos en edictos, publicidad adicional, etc.
Es preciso señalar que la ley trata de robustecer el mensaje imponiendo sanciones a jueces y sindicos de no cumplirse la
liquidación en ciertos periodos (art. 217).
Decíamos en la primera edición que lamentablemente los términos allí fijados son muy breves y la experiencia
demuestra que aun un tribunal expeditivo habría de tener seria dificultades para cumplirlos. Con lo cual ello traería
aparejado un acostumbramiento a la infracción de la norma y por ende a su derogación por desuetudo. Es lo que ha
sucedido en la practica en los años que lleva de vigencia la ley 24522.
e) Continuación de la empresa en la quiebra: habíamos señalado que la continuación de la empresa o de alguno de sus
establecimientos se había constituido en una fuente de dilaciones del proceso de quiebra, asi como de postergación de
los interese de los acreedores en la masa que se veian preteridos por los créditos nacidos durante el periodo de
continuación.
Ahora la ley atribuye a la continuación de la empresa o del establecimiento el carácter de una solución excepcional. Asi,
la continuación inmediata por decisión del sindico puede adoptarse cuando de la interrupción pudiera resultar un daño
grave al interés de los acreedores y a la conservación del patrimonio (art. 189). Y cuando se trata de la continuación
ordenada por el juez, este solo podrá disponerla cuando de la interrupción pudiera resultar una grave disminución del
valor de realización o se interrumpiera un ciclo de producción que puede concluirse (art. 191), para lo cual debe tener
en cuenta el informe del sindico del art. 190 que debe expedirse, entre otros puntos, sobre la posibilidad de continuar la
explotación sin contraer nuevos pasivos (inc. 1), la ventaja para los acreedores que resultaría de la enajenación de la
empresa en marcha (inc. 2) y la explicación acerca del modo en que se pretende cancelar el pasivo preexistente (inc 8).
Finalmente, la resolución judicial debe fijar el plazo por el que continuara la explotación, el que no puede exceder del
necesario para la enajenación de la empresa, con lo cual se remite implícitamente al art. 217.
Lamentablemente el régimen de la ley 24522 ha venido a quedar distorsionado por un verdadero caballo de Troya
regalado por la ley 25589. Me refiero al articulo 190 LC que autoriza la continuación de la empresa quebrada por
cooperativas de trabajadores, hipótesis en la cual el juez puede mantener esa actividad sine die.
f) Reducción de los privilegios: se ha apuntado en toda la doctrina nacional el fracaso de la ley 19551 en su pretensión de
unificar el régimen de privilegios. La clausula final del art. 265 abria el régimen de manera notable al admitir la
aplicación de privilegios especiales causados en otras leyes. Y la Ley de Contrato de Trabajo había modificado el asiento
y el orden de los privilegios, lo cual luego tuvo reflejo en la ley 22917. Es obvio que la profileracion de los privilegios
causa la disminución de la expectativa de los acreedores quirografarios de participar de la liquidación de los activos. Es
además una afectación de la regla general de igualdad de tratamiento para los acreedores, y en algunas ocasiones la
atribución de ciertos privilegios o de ciertos rangos ha sido francamente difícil de justificar.

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Por ello la ley 24522 “cierra” el régimen de los privilegios, al admitir la eficacia solo de aquellos reconocidos en la misma
ley de concursos con la salvedad de los originados en “microsistemas”: ley de entidades financieras, ley de seguros, ley
de navegación y código aeronáutico.
Por otro lado se ha reducido el asiento de los privilegios laborales. Con ello se ha atendido a la critica de la doctrina
especializada que veía en el segundo párrafo del inc. 4 del art. 265 una solución excesiva, en cuanto ampliaba
enormemente el asiento, y aun de compleja aplicación por la difícil vinculación entre ciertos asientos y la actividad
desplegada por los trabajadores del establecimiento.
Como se advierte, estas soluciones tienden claramente a tratar de mejorar la participación de los acreedores
quirografarios en la liquidación de los activos del fallido.
g) Reducción de los costos causídicos: es notorio que constituye una preocupación de las autoridades nacionales la
disminución de los costos de los procesos judiciales. Ello se ha reflejado en la ley 24522 en la reducción de las alícuotas
fijadas para determinar los honorarios de sindicos y demás profesionales.
En el concurso preventivo ello persigue evitar que los honorarios de la sindicatura se conviertan en un nuevo problema
para el deudor, que a veces contribuye al fracaso de la solución preventiva.
En la quiebra se pretende que los acreedores quirografarios, preteridos por los gastos de justicia, no vean retaceada su
expectativa de cobro de manera significativa por la incidencia de los honorarios.
En otro enfoque de la cuestión, la ley también asegura a los sindicos un honorario minimo en la quiebra, con lo que
pretende evitar que algunso trabajos profesionales queden sin una retribución digna. La ley 25563 tambien siguió en
esta línea al reducir honorarios y tasa de justicia (esto ultimo para la Ciudad Autonoma de Buenos Aires), y la norma fue
mantenida por la ley 25589 por lo que constituye derecho vigente.
Limitacion de las atribuciones del juez en el concurso preventivo
Se redujo su función al control de legalidad y excluir el de merito del acuerdo preventivo votado favorablemente por los
acreedores.
En la ley 24522 la decisión de los acreedores de aprobar una propuesta de acuerdo tiene un valor virtualmente decisivo. Es que
una vez comprobada la obtención de las mayorías legales, el juez no tiene atribuciones –según la nueva ley- para desechar la
homologación. En otras palabras, la función del juez en el concurso preventivo se limita, a la hora de homologar el acuerdo
votado favorablemente por los acreedores, a la mera comprobación del cumplimiento de las formalidades legales.
Al adoptar esta solución se tuvieron en consideración algunos casos resonantes ya comentados y que por otra parte, la
homologación basada en las pautas del art. 61 de la ley 19551 se había convertido generalmente en un acto mecanico, en el cual
la valoración de aquellas era superficial y a veces conscientemente eludida. Además algunas de esas pautas estaban
notoriamente superadas –como la relativa al merecimiento de la solución preventiva- y la que era realmente importante –la
posibilidad de cumplimiento del acuerdo- era de muy difícil valoración para el juez y muchas veces se convertía en un ejercicio
adivinatorio o de futurología, pues los cambios macro y microeconómicos son hoy tan rapidos como a veces imprevisibles.
Estas consideraciones son las que han llevado a que la ley 24522 limite al juez a la tarea de comprobar el cumplimiento de las
mayorías y demás formalidades legales.
Este criterio de la ley 24522 ha sido sustancialmente cambiado por la ley 25589. En realidad, ya decíamos literalmente que la
regla del art. 52 “no obsta sin embargo a que si el juez advierte que el acuerdo preventivo ha sido utilizado para concretar un
fraude, utilice sus genéricas atribuciones para impedirlo, y disponga la no homologación. En definitiva, no es necesario que la ley
repita a cada momento que el juez debe impedir la concrecion del fraude que todo lo corrompe”.
De modo que no resulto extraño que la ley 25589 reformara el art. 52, estableciendo que el juez no ha de dar homologación a las
propuestas de acuerdo preventivo fraudulentas o abusivas.
Pero lo mas significativo es que ahora también se reconoce al juez la atribución de imponer el acuerdo preventivo a una
categoría disidente de acreedores. Ello bajo ciertos recaudos muy estrictos que el mismo art. 52 establece.
A estas facultades judiciales –una restablecida por la ley 25589 y otra nacida con ella- se agregan otras que la ley le reconoce
como director del proceso, tanto en el concurso preventivo como en la quiebra.
Relaciones laborales
El derecho laboral argentino se ha aculado de conformidad con los modelos garantistas europeos, y la ley 19551 adheria a ese
modelo.
Es sabido que hoy el derecho laboral se debate entre el garantismo y la flexibilidad. Mas alla de la cual sea la extensión que deba
adquirir la flexibilidad, lo cierto es que el garantismo absoluto esta hoy siendo desterrado de todos los países que sirvieron de
modelo a nuestro derecho del trabajo. Y en particular cuando se trata de las crisis empresarias, se advierte que las relaciones
laborales constituyen un factor que ineludiblemente debe tenerse en cuenta; o en otras palabras, el sector laboral no puede
permanecer ajeno a la crisis como si ella fuese un problema exclusivo del empresario y los demás acreedores.
La experiencia de otros países demuestra que los trabajadores están siendo parte activa de las soluciones de las crisis
empresarias; en algunos casos resonantes en los EE.UU ellos han sido parte de la solución, mediante la capitalización de sus
créditos, lo que los ha convertido en propietarios de partes significativas del capital.
Por lo demás, las legislaciones están adoptando soluciones que autorizan a la empresa en situación de crisis a reestructurar sus
relaciones laborales. Por ejemplo, en España, ante ciertas situaciones de crisis se ha admitido la disolución del vinculo laboral o
un ejercicio amplio del ius variandi del empresario.

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Es en este contexto, y teniendo primordialmente a la vista la necesidad de facilitar la reestructuración de la empresa, que la ley
24522 trajo reformas en este ámbito:
a) Admisión al pasivo: pronto pago
Por empezar los acreedores de causa laboral gozan –tanto en el concurso preventivo como en la quiebra- del derecho
de pronto pago como lo establece actualmente la ley laboral vigente (art. 266 LCT).
El pronto pago constituye el modo ordinario de acceso de los trabajadores al pasivo concursal. En el concurso
preventivo se trata de una “autorización” para pagar, y en la quiebra de la disposición de que los créditos asi admitidos
serán satisfechos con los primeros fondos que se recauden. Pero se paguen o no los créditos admitidos por la via del
pronto pago, quedan incorporados al pasivo y, por ende, no tienen que ser verificados pues están ya reconocidos.
Pero si los acreedores laborales tuviesen que verificar su crédito, por no haber sido admitido el pronto pago, total o
parcialmente, por alguna de las razones previstas en el art. 16 se elimina la opción para que inicien o prosigan juicio
ante los tribunales laborales: a ellos se aplica también el fuero de atracción propio del juicio concursal, lo que constituye
un cambio sustancial respecto del régimen de la ley 19551.
Es materia dudosa si el trabajador podría continuar el tramite del juicio laboral de conocimiento atraído por ante el juez
del concurso y pretender que este dictara sentencia. Esto esta autorizado explícitamente en el inc. 1 del art. 21 para
otros acreedores, pero no ha sido extendido de manera expresa para los acreedores de origen laboral. De todos modos
creemos que nada obsta a que el trabajador requiera del tribunal concursal la continuación del proceso y el dictado de
sentencia; en definitiva, el juez concursal es quien tiene que resolver la admisión del trabajador al pasivo, con lo cual
tiene jurisdicción sobre la cuestión, tanto para resolver en la oportunidad prevista en el art. 36, como al sentenciar un
incidente de revisión, cuanto al dictar sentencia definitiva en un juicio atraído. Por lo demás, sostener que otros
acreedores pueden continuar su proceso ante el juez del concurso hasta la sentencia y negar ello respecto de los
acreedores laborales, importaría consagrar una irrazonable desigualdad en perjuicio de los trabajadores.
b) Efectos del concurso preventivo sobre el contrato de trabajo
Muy importante es señalar que la presentación en concurso preventivo suspende la vigencia de los convenios colectivos
de trabajo, rigiéndose las relaciones laborales por el contrato individual de trabajo, la ley especifica de la materia laboral
y el convenio colectivo de crisis que pudiera convenirse (art. 20).
Debe entenderse que la suspensión de los efectos comprende tanto al convenio de actividad cuanto al convenio de
empresa.
Apuntamos que la suspensión del convenio colectivo no es inconstitucional, habida ceunta de que esa suspensión tiene
causa legal y esta fundada en la situación obvia de crisis de la empresa concursada.
El precepto da lugar a multiples cuestiones interpretativas; por ejemplo, si hay disposiciones del convenio colectivo que
puedan quedar excluidas de la suspensión. Y en particular deja perplejo la remisión al “convenio de crisis”; ello se debe
a que durante la discusión de la ley de concursos se preparaba también un proyecto de ley de Negociacion Colectiva,
que debía contener este “convenio de crisis”. Pero la Ley de Negociacion Colectiva no fue sancionada y asi la norma
aparece desprovista de contenido concreto, salvo que se propicie la aplicación de la Ley de Negociacion Colectiva
vigente. De todos modos quedarían sin respuesta varios interrogantes: entre quienes se negocia el convenio de crisis;
que rol juegan el comité de acreedores, el sindico y el juez; que rol tendría la autoridad administrativa; que sucede si no
se llega a un acuerdo, etc.
También es dudoso si se suspenden o no los regímenes colectivos conocidos como “estatutos” y que han sido
aprobados por ley, como el estatuto del periodista.
Sin perjuicio de los defectos apuntados, es preciso puntualizar que lo que la ley persigue es que se renegocien las
condiciones de trabajo y que los trabajadores participen de la solución de la crisis de la empresa. Para la adopción de
este criterio se ha tenido en cuenta que los trabajadores constituyen una parte fundamental en la solución de los
problemas empresarios, y el orden publico muchas veces se ha convertido en una valla infranqueable para obtener
soluciones. De este modo los trabajadores y el empresario podrán estipular condiciones de trabajo y remuneración con
contenidos distintos al del convenio colectivo, pero siempre teniendo en consideración como “piso” de los beneficios
del trabajador a la Ley de Contrato de Trabajo.
Se prevé en la nueva ley 24522 que la suspensión del convenio colectivo no puede superar el plazo de tres años o el de
duración del acuerdo preventivo ofrecido a los acreedores, el que fuera menor. De este modo se pretende evitar que la
empresa subsista durante muchos años sin reconocer a sus trabajadores los beneficios que otras del mismo ramo de
actividad si tienen que otorgar. Ello podría incluso convertirse en un medio de distorsion de la oferta de bienes del
rubro.
c) Renunciabilidad del privilegio laboral
Para facilitar soluciones a la percepción de los créditos del trabajador, se admite la renuncia a los privilegios de los
créditos laborales. Con ello el trabajador podrá forma una categoría o clase de acreedores, la de los quirografarios
laborales, cuya conformidad será indispensable para la aprobación del acuerdo. Los trabajadores podrán asi participar
de soluciones tales como la capitalización de los créditos, convirtiéndose en socios de la empresa.
d) Adquisición del establecimiento en la quiebra

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En la quiebra se ha previsto que el adquirente de una empresa en marcha o un establecimiento no es sucesor en los
contratos de trabajo, y puede renegociar los convenios colectivos vigentes (art. 199 LC).
Esta solución se funda en que la continuación de la empresa es un expediente legal para mantener la fuente de trabajo,
pero no el trabajo de determinadas personas. Por lo demás, la experiencia señala que las “contingencias laborales” de
una empresa fallida en marcha son generalmente incalculables, y por ende constituyen un factor de desaliento para los
posibles interesados en su adquisición; con lo cual el régimen de la ley 19551 venia a frustrar aquello que constituía su
finalidad.
Anunciamos que durante el conflicto de Aerolineas Argentinas, previéndose la posibilidad de quiebra, el Senado
sanciono una modificación a la ley 24522, previendo que el adquirente de la empresa en marcha debía continuar con
todos los contratos de trabajo. O sea, exactamente lo contrario de lo que dispone la ley 24522, y volviendo al régimen
ya probadamente fracasado de la ley 19551. Por suerte nadie ha reflotado semejante despropósito, aunque de todos
modos la idea de la inmediata liquidación queda desnaturalizada por el nuevo art. 190 sancionado por la ley 25589.
La novación
El art. 55 de la LC dispone que en todos los casos el acuerdo homologado importa la novación de todas las obligaciones con
origen o causa anterior al concurso.
Esta disposición constituye un cambio notable con relación al derecho anterior, pues conforme a la ley 19551 si con posterioridad
a la homologación del acuerdo preventivo se producía la quiebra, los acreedores recobraban sus derechos originales. El objetivo
es facilitar al concursado la obtención de créditos después de la homologación, en atención a que una de las dificultades
mayores de las empresas concursadas es la carencia de capital de trabajo y la dificultad de regenerarlo recurriendo al crédito.
El nuevo régimen mereció una observación seria de parte del profesor Rouillon, quien apunto que por razón de este precepto no
existirán ya quitas en el acuerdo preventivo, habida cuenta de que en caso de quiebra el acreedor preconcurso preventivo
mantendría su crédito retaceado con la quita, mientras que los acreedores posconcursales participarían de la liquidación con su
crédito lleno.
Lo cierto es que no parece que este efecto se haya producido; por el contrario, muchos concursos importantes han terminado
con la homologación de acuerdos que contienen quitas.
Cabe señalar que la novación concursal no beneficia a los garantes del concursado. Sin embargo, la ley 25563 modifico el art. 55
justamente para que el efecto novatorio beneficiara también a los garantes. Causo tal perplejidad esta modificación inopinada, y
única en el mundo como lo señala Heredia, que fue eliminada por la ley 25589, la que retorno al texto originario del art. 55 la ley
24522.
El acuerdo extrajudicial
Nuestro país tenia dos experiencias, una sociológica y la otra legislativa, que en alguna medida sirvieron de inspiración a este
capitulo de la ley 24522.
La primera eran los denominados “clubes de bancos”, designación que identificaba a las tratativas llevadas a cabo por los
deudores con sus acreedores financieros en orden a la renegociación de sus obligaciones. Se llevaban –y se llevan a cabo- en
negociaciones privadas, generalmente lideradas por alguno de los acreedores mas significativos, de las que participan solo los
acreedores financieros (y normalmente solo los bancarios propiamente dichos) en las que el deudor se compromete a dar a los
acreedores la información suficiente sobre la empresa, y destinadas a terminar en un acuerdo privado.
La segunda eran los denominados “acuerdos preconcursales”, señalando su escasa aplicación practica, por la complejidad de su
regulación.
La ley 24522 tomo estas dos experiencias y se nutrio a su vez en las enseñanzas de otros derechos que contienen previsiones
sobre el concordato extrajudicial.
Creo asi un procedimiento destinado a homologar judicialmente los acuerdos privados celebrados con acreedores que
representen una mayoría del capital.
Esa homologación no hacia al acuerdo obligatorio para los acreedores que no lo hubieran suscripto, quienes conservaban sus
acciones individuales.
Pero si producía el efecto de dar absoluta estabilidad a los actos que hubieren sido otorgados o cumplidos en razón del acuerdo
extrajudicial homologado, los que no serian susceptibles de declaración de inoponibilidad si se producía una quiebra posterior.
Rouillon señalo que con esta institución, la ley enviaba un claro mensaje a los deudores y acreedores, cual era la conveniencia de
recurrir al procedimiento extrajudicial, con el cual lograrían la estabilidad de lo acordado y cumplido y, a la vez, el deudor evitaría
la fuerte apuesta que constituye el concurso preventivo judicial, en el cual ahora se ve expuesto a la posibilidad de que terceros
hagan ofertas mas ventajosas o seductoras para los acreedores.
Sin embargo, tampoco la ley 24522, tuvo suceso, y por ello no existen prácticamente casos de acuerdos extrajudiciales
homologados.
La ley 25589, modifico audazmente el régimen de acuerdos extrajudiciales, acercándose al régimen los prepackaged agreements
del derecho americano, al autorizar la homologación de acuerdos extrajudiciales con la sola comprobación de haberse obtenido
la doble mayoría legal, y ese acuerdo tiene todos los efectos del acuerdo preventivo judicial, por lo que es oponible a los
acreedores disidentes y a quienes no participaron del procedimiento.
El concursamiento de grupos

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El fenómeno de los grupos económicos esta vastamente extendido en el país, y ello ha llevado a que en la practica judicial se
presenten muchas veces concursos de dos o mas sociedades que constituyen un “grupo económico”. Sin embargo, la ley 19551
solo admitia el concursamiento individual y aprehendía el fenómeno grupal nada mas que como una hipótesis de extensión de
quiebra.
La ley vigente contempla en cambio el concursamiento de grupos asi como el de los fiadores de las personas concursadas,
resolviendo inicialmente cuestiones de procedimiento que suelen demorar enormemente el tramite, como ser las de
competencia y designación de sindicos.
Es interesante señalar que la ley prevé que la propuesta de acuerdo tenga dos modalidades: por cada uno de los sujetos
concursados ponderado individualmente, o tomando en consideración el pasivo total del grupo. En este ultimo caso la quiebra
de cualquiera de los sujetos concursados se extiende de manera inmediata a los otros.
La reforma a los actos perjudiciales celebrados en periodos de sospecha
La ley 24522 ha introducido algunas reformas importantes. Se eliminan de entre los actos suceptibles de declaración automática
de inoponibilidad a la dación en pago (o pago por entrega de bienes) y el otorgamiento de garantías en seguridad de créditos
originariamente quirografarios que estuvieren vencidos. Ello no quiere decir que estos actos no sean susceptibles de ningún
cuestionamiento; por el contrario, podrán ser declarados inoponibles por via de la acción ordinaria prevista ahora en el art. 120
de la LC, para lo cual deberá acreditarse que el tercero tenia conocimiento de la cesación de pagos, y a la vez el tercero tendrá la
oportunidad de probar que el acto no fue perjudicial.
En cuanto a la acción ordinaria prevista en el art. 120 de la LC, se dispone ahora explícitamente que el acto debe hacer causado
perjuicio, aunque, la prueba del “no perjuicio” recae sobre el tercero.
El Senado agrego la exigencia de conformidad de la mayoría simple del capital quirografario, como requisito de procedibilidad de
la acción. Esto fue tomado del proyecto del Ministerio de Justicia y su finalidad es desalentar aventuras judiciales que luego
producen su efecto sobre la masa que debe soportar el pago de las cosas del proceso. Es otra forma de jerarquizar el rol de los
acreedores quirografarios.
Morigeracion del carácter sancionador
La ley 24522 en reemplazo de la calificación de conducta impone una inhabilitación automática, por el solo hecho de la quiebra,
de corta duración, aunque prorrogable si hubiere sospecha de haberse cometido ilícitos penales.
Debe subrayarse que el desapoderamiento dura lo que la inhabilitación (art. 107 LC), lo que constituye un notable mejoramiento
de la situación del quebrado, que no esta ya sometido a ese efecto de la quiebra por plazos de cinco o diez años como eran los
previstos por la ley 19551 y que en realidad no tenían otro efecto que obligar a los quebrados a renunciar a toda actividad útil o a
simular utilizando terceros, sociedades de paja, a su conyuge o sus hijos, o disimulando el verdadero carácter de sus actividades.
Todo ello encuadra en una “desdramatización” de la quiebra, la que debe ser aprehendida como una circunstancia propia de los
negocios. Las empresas nacen, se desarrollan y muere; algunas viven muchos años, otras abortan antes de nacer, algunas
alientan poco tiempo. Mientras no haya fraude que justifique la actuación de la represión criminal, no parece razonable que el
solo hecho de la falencia autorice una serie de medidas mas propias del Medioevo que de una sociedad en la cual la economía es
altamente dinámica y cambiante.
Responsabilidad de terceros
En cuanto a las acciones de responsabilidad de terceros, se distingue adecuadamente entre la responsabilidad de representantes
y de quienes son efectivamente terceros. En ambos casos se explicita que el factor de atribución es el dolo (art. 173), con lo cual
se supera la discusión doctrinaria a que aludíamos antes, y se ubica adecuadamente a quienes la ley 19551 consideraba
complices del fallido.
Otras reformas
La ley 24522 ha atendido a otras criticas que se hacían al régimen de la ley 19551 y en general ha seguido las orientaciones
propiciadas por la doctrina. Entre ellas cabe mencionar:
(i) La morigeración de la interdicción de salida del país, tanto en el concurso preventivo cuanto en la quiebra (arts. 25 y
103);
(ii) El establecimiento de plazos ciertos de prescripción o caducidad para el ejercicio de acciones tales como la
extensión de quiebra, la responsabilidad de terceros o representantes, la de declaración de ineficacia concursal y la
declaración de pleno derecho de actos inoponibles;
(iii) Se ha vuelto a la igualdad de trato al imponer un plazo de perención a las acciones e incidentes promovidos por el
sindico concursal;
(iv) Se ha eliminaod el acuerdo resolutorio, autorizando al quebrado a solicitar la conversión de la quiebra en concurso
preventivo, satisfaciendo los recaudos del art. 11.
La sindicatura
Una de las cuestiones mas complejas en los concursos es la que plantea el ejercicio de la sindicatura. Al discutirse el proyecto
que se convertiría en ley 24522, se descarto ab initio una iniciativa de la Secretaria de Desregulacion Economica que propiciaba
la creación de una sindicatura oficial. Pero el proyecto remitido por el PEN al Senado de la Nacion disponía atribuir la
incumbencia profesional a contadores y abogados; asi com la creación de dos listas de sindicos, una formada por estudios y otra
por profesionales individuales. Es claro que esta ultima distinción pretendía que se formase estudios de contadores y

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deabogados que aspirasen a integrar la lista respectiva. Se atendía para ello a la notoria interdisciplinariedad de la actividad
sindical.
Sin embargo en el debate senatorial , por iniciativa del senador Cafiero, se elimino a los abogados de entre los legitimados para
ejercer la sindicatura concursal. Con lo cual ha quedado sin mucho sustento la distinción entre estudios y profesionales
individuales.
Es preciso señalar que la ley amplia el numero de auxiliares de la justicia que pueden intervenir en el proceso concursal,
respondiendo asi a realidades innegables.
Los proyectos de reforma a la ley 24522
Dos proyectos de reforma a la ley 24522 se gestaron desde su vigencia. El primero, redactado por una comisión integrada por
prestigiosos juristas designados por el Ministerio de Justicia. El segundo fue una reelaboración de este mismo trabajo concretada
por el senador Branda, a la sazon presidente de la Comision de Legislacion General del Senado de la Nacion.
El Proyecto del Ministerio de Justicia tenia iniciativas muy interesantes, que enmendaban errores u omisiones de la ley 24522 e
incluso mejoraban algunas de las innovaciones que esta había traido a la luz de la experiencia de su aplicación practica.
Colofon
En síntesis, la ley 24522 aun dentro del cuerpo de la ley 19551, no se limito a retocarla, a superar defectos menores o
coyunturales ni a integrar las soluciones de la jurisprudencia o eliminar sus desviaciones.
Por el contrario, la nueva ley 24522 pretendio insuflar un espíritu nuevo, distinto, al régimen concursal, no ya inspirado en las
viejas ideas dirigistas o intervencionistas que habían privilegiado el “interés general” por encima del interés de los actores del
proceso (deudor, acreedores, trabajadores), sino en las entonces mas corrientes que dejan un margen mas amplio a la
autocomposición de los intereses particulares.
Y sobre todo persiguió dar a las empresas los instrumentos que le permitieran una reestructuración real, de modo de que el
concurso preventivo no se limite a una mera refinanciación de los pasivos, instrumento generalmente insuficiente.
Fue pues una ley adecuada a las circunstancias de su momento y, decíamos en la primera edición: “la vigencia de sus principios
estará sometida a la supervivencia de esas circunstancias”.
Justamente la dramática modificación de las circunstancias producida a partir del 6 de enero de 2002, cuando entra a regir la ley
de emergencia económica 25561 que abandona la convertibilidad y prevé la pesificación de las obligaciones concebidas en
moneda extranjera, impusieron la sanción de dos leyes -25563 y 25589- que sucesivamente modificaron el régimen concursal.
La ley 25563
El Congreso de la Nacion dio a luz en febrero de 2002 la ley 25563 que incorporo algunas reformas al régimen vigente, fundadas
en la situación de emergencia que la Argentina vive desde diciembre de 2001. Esa ley fue promulgada el 14 de febrero de 2002 y
publicada en el Boletin Oficial del 15 de febrero de 2002.
La ley 25563, sancionada y promulgada con veto parcial por decreto 318/2002, constituye un capitulo mas dentro de la
emergencia económica que comenzó en nuestro país el 30 de noviembre de 2001, y que se ha exteriorizado en multiples
normas, en particular en la ley 25561.
Alcance de la ley 25563
Bajo la denominación Ley de Concursos y Quiebras la ley 25563 introdujo algunas reformas al régimen concursal y otras
disposiciones que se agrupan en el capitulo II bajo la denominación De la deuda del sector privado e hipotecario, que
fundamentalmente se dirigían a la suspensión de ejecuciones y medidas cautelares de todo tipo, y finalmente hay una serie de
disposiciones bajo el acápite Disposiciones complementarias, una de las cuales era fundamental en el sistema concursal pues
establecia la derogación del art. 48 de la ley 24522.
La vigencia puramente transitoria de las reformas
La pretensión del legislador en principio es que la ley sea de emergencia y por ende transitoria. Con ello trata de adecuarse a los
recaudos que la jurisprudencia de la Corte ha establecido para legitimar la legislación emergencial, uno de los cuales es la
transitoriedad de la misma. De modo que esta ley se fijo un plazo de vigencia hasta el 10 de diciembre de 2003, salvo que un
plazo menor hubiera sido establecido en ella, “sin perjuicio de mantenerse hacia el futuro los efectos conrrespondientes de los
actos perfeccionados al amparo de su vigencia”.
La conclusión era entonces que la intención del legislador fue que las reformas a la ley de concursos eras transitorias, esto es,
regian hasta el 10 de diciembre de 2003.
En consecuencia el 11 de diciembre de 2003 volveria a regir la LC 24522 en su texto original.
Sin perjuicio de ello cabe comentar que según surge del debate en el Senado de la Nacion, los senadores entendían que la
derogación del art. 48 de la LC 24522 (que establece el denominado “cramdown” o salvataje que permite a terceros hacer una
oferta de acuerdo preventivo a los acreedores cuando el deudor ha fracasado en obtener las mayorías) era definitiva.
Reformas a los juicios concursales
Consistían en: (i) ampliación a 180 dias del periodo de exclusividad; (ii) prorroga del periodo de exclusividad para todos los
concursos preventivos en tramite; (iii) derogación del minimo -40% del capital a ofrecer- en caso de que la propuesta
concordataria contenga quita; (iv) ampliación del efecto novatorio a los fiadores; (v) derogación del salvataje o “cramdown”; (vi)
suspensión por todo el periodo de la emergencia de “cualquier tipo de garantías de obligaciones financieras que de cualquier
modo permitan la transferencia del control de las sociedades concursadas o subsidiarias”; (vii) suspensión –por 180 dias hábiles-

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de todas las ejecuciones judiciales y extrajudiciales, incluidas las hipotecarias y prendarias; (viii) reducción de honorarios, y (ix)
reducción de la tasa de justicia.
Ampliacion del periodo de exclusividad
La ley 25563 fijo en 180 dias la extensión del periodo de exclusividad, admitiendo su ampliación por el tribunal en otro periodo
igual. Con lo que este periodo podía llegar a 360 dias hábiles judiciales.
Prorroga del periodo de exclusividad
En todos los concursos preventivos en tramite, el art. 8 de la ley 25563 dispuso la prorroga por 180 dias, a partir del vencimiento
del periodo de exclusividad o de la extensión que hubiere sido concedida. En estos casos el beneficio es mayor todavía, pues a
diferencia de los juicios nuevos, gozan aquí del periodo que otorga la ley 24522 y le agrega el de la suspensión. Y aun mas, se ha
establecido que el termino de ampliación se computa desde el ultimo plazo fijado por el juez en el tramite de que se trate. Esto
significa en la practica que algunos concursos preventivos han de durar de dos años.
Derogacion del minimo del 40%
El ofrecimiento de un minimo porcentaje de los créditos, en los casos que la propuesta contuviera quita, ha sido tema de
discusión en el pasado. Mientras algunos autores le asignaban un carácter moralizador, otros opinaban que siendo el acuerdo el
resultado de una libre negociación entre deudor y sus acreedores no debía tener un piso. Y es verdad que en el espíritu de la LCQ
son los acreedores los que en definitiva deciden la suerte de su deudor, y es admisible toda propuesta que estén dispuestos a
aprobar.
Mas la verdad es que en esta reforma la finalidad real no fue facilitar la libre negociación entre las partes, sino todo lo contrario.
Se ha tenido en cuenta que doctrina y jurisprudencia empezaban a reaccionar contra los acuerdos que sumando quita y plazo,
representaban en la realidad mucho menos del 40% del valor “presente” de los créditos. En este sentido la Camara Nacional
Comercial, por su sala C, había resuelto el caso “Linea Vanguard” en el cual se rechazo la homologación de un acuerdo que
contemplaba una quita del sesenta por ciento del capital y pago a 25 años de plazo.
Ello causo conmocion en ciertos ámbitos, y no es de desdeñar que en un concurso importante en tramite el deudor hubiera
ofrecido un acuerdo que en valores presentes importaban una quita inmensamente superior a la permitida, lo que produjo
observaciones de muchos acreedores.
De donde esta fue una reforma oportunista, y que debe ser vista como una pieza mas en un engranaje que se completa con la
suspensión de la ejecución de las garantías, la extensión del efecto novatorio en beneficio de los codeudores, la obstruccion al
take over y la eliminación del cramdown o salvataje del art. 48.
Fiadores y garantes
Se ha dicho ya que una de las innovaciones importantes que introdujo la ley 24522 fue el efecto novatorio de la propuesta
aprobada. Pero dejaban a salvo el derecho de los garantes, como autónomo.
Con la modifcacion introducida por la ley 25563 los efectros del acuerdo se extendían al fiador y a los codeudores solidarios los
que quedaran obligados solamente en la extensión de la nueva obligación nacida del acuerdo homologado. Significaba que las
reducciones, quitas, esperas, y demás acuerdos que el deudor hubiese celebrado con sus acreedores serian oponibles por los
garantes al acreedor, sin necesidad de que el deudor se presentara en concurso preventivo y obtuviera la aprobación de un
acuerdo preventivo.
Esto importaba una desnaturalización significativa de las instituciones. Adviértase que:
- La fianza y otras garantías, deben funcionar en plenitud justamente en el caso de insolvencia del deudor; con lo cual ellas
quedan desprovistas de eficacia precisamente en el caso para el cual han sido constituidas;
- La imposición de una modificación de las relaciones obligatorias por via de concordato de mayorías, es una solución
excepcional, que no puede extenderse a favor de otros sujetos que no solicitaron la formación de su concurso
preventivo.
- En particular si se atiende a que el pasivo del fiador puede no ser idéntico al del deudor principal, con lo cual no puede
aventurarse ni siquiera como hipótesis, que el fiador o codeudor o garante hubiera también obtenido una aprobación
mayoritaria en un concurso propio.
Era por lo menos la dudosa constitucionalidad de este precepto, pues despojaba al acreedor de parte de su garantía (que forma
parte de su derecho de propiedad según la extensión que a este ha dado la Corte desde “Bordieu c/Municipalidad”), sin que el
fiador o garante o codeudor haya recurrido al procedimiento de concurso; y privaba a la garantía de su contenido principal, que
es ser de utilidad en caso de insolvencia del deudor. Con lo cual el fiador solvente se veía beneficiado por la insolvencia del
deudor a quien el garantizo. En definitiva una confiscación en beneficio de la otra parte de un contrato: incomprensible.
Derogación del salvataje o cramdown
Uno de los avances mas grandes que introdujo ls LCQ 24522 en el derecho argentino fue el salvataje empresario, comúnmente
conocido como cramdown, regulador en el art. 48. Dio posibilidad de una segunda oportunidad para la empresa cuyos
accionistas hubieran fracasado en obtener la aprobación de su acuerdo preventivo, permitiendo la presentación de ofertas de
acuerdo preventivo por terceros. Era además el modo de viabilizar la cesion de la empresa, lo que es un objetivo común de los
regímenes concursales modernos.
En su momento la inclusión del art. 48 genero una ola de ciritcas casi exasperadas. Quizás la excepción fue la reflexión serena y
desapasionada del juez Mosso quien vio de entrada las ventajas que podía traer la figura.

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Y lo cierto es que hoy existe consenso en que el mal denominado cramdown fue una incorporación feliz a nuestro régimen
concursal y sirvió en la practica para evitar la quiebra de algunas empresas de cierta envergadura. Ello mas alla de que el art. 48
era realmente farragoso y contuviera en el mecanismo algunas piezas superfluas o mal terminadas. En esa orientación el
Proyecto de reformas que elaborara en 1997 una Comision designada por el Ministerio de Justicia, propicio reformas al sistema
pero ampliándolo al patrimonio de las personas físicas, a las sociedades de personas y a las personas jurídicas no comerciantes.
Por ello era inexplicable esa derogación del art. 48. Se intento fundar esta solución atrabiliaria en el temor a la posible
transferencia de empresas nacionales a manos extranjeras y esos argumentos se reprodujeron durante el debate de la ley 25589.
Suspensión de garantías que permitan la transferencia del control
El art. 8, segundo párrafo de la ley 25563 suspendia por todo el periodo de la emergencia “cualquier tipo de obligaciones
financiaeras que de cualquier modo permitan la transferencia de control de las sociedades concursadas o sus sibsidiarias”.
Lo de la suspensión de medidas de garantías sembro el desconcierto. ¿Qué quiere decir que se suspende una garantía? Parecía
que no había otra solución que sostener que lo que se suspendia era su ejecución.
Por lo demás era necesario definir cuales eran las obligaciones financieras, lo que traería aparejado no pocos problemas.
Suspensión de ejecuciones judiciales e hipotecarias
El art. 9 textualmente preveía: “Suspendese por el plazo de 180 dias contados a partir de la vigencia del presente ley en los
concursos preventivos, la totalidad de las ejecuciones judiciales y extrajudiciales, incluidas las hipotecarias y prendarias de
cualquier origen que estas sean, asi como también las previstas en la ley 24441, en el art. 39 del decreto-ley 15348, en la ley
9643 modificada por la ley 24486 y las previstas en el art. 23 de la ley 24522.
No era una solución absurda. Es mas, en un informe presentado a la Academia de Derecho sobre posibles reformas a la Ley de
Concursos, sostuvimos que el régimen de la ley 24522 somete al concursado a la decisión del titular de garantías reales, quien
tiene el derecho de continuar con las ejecuciones casi inmediatamente después de abierto el concurso, con lo cual puede
provocar la desaparición de la empresa. Además, este no es el régimen que existe en otros países avanzados, en los cuales el
periodo de suspensión de ejecuciones es mas extenso en aras justamente de la preservación de la empresa y la posibilidad de
que esta obtenga la aprobación de un acuerdo preventivo.
De allí que esta mera suspensión estaba bien encaminada y debería ser la puerta para una reforma mas profunda del sistema
concursal en lo que hace a los derechos de los titulares de créditos con garantías reales.
Reducción de honorarios
Ha sido una obsesion en todas las reformas a los ordenamientos concursales introducir modificaciones a los regímenes
arancelarios. Esta vez se limita al 1% del activo prudencialmente estimado en los casos que exceda de 100 millones.
Con relación a los honorarios del sindico, la reducción de su retribución para los casos en tramite ya ha sido declarada
inconstitucional por la Corte. De modo que el menos para las etapas cumplidas durante la vigencia de la ley 24522, deberá
aplicarse la escala prevista en esta ley.
Por otra parte la redacción de la norma la hace absurda; si el activo es de 99 millones el sindico tendrá derecho a la retribución
fijada entre el 1 y el 4% del activo, y si es de 100 millones tendrá derecho solo al 1%.
Reducción de la tasa de justicia
Para los procesos concursales de tramite en la Capital Federal, se reduce la tasa al 0,75%, y en los procesos superiores a 100
millones del pasivo verificado, la tasa es del 0,25%. Lo cierto es que esto es aplicable solo en el orden nacional, mientras que en
el resto del país –que es donde tramitan gran numero de concursos- la reducción depende de la eventual reforma de los códigos
tributarios y leyes impositivas locales. Esta norma si constituye un progreso y un beneficio, pues el erario publico nunca ha
incrementado notablemente sus ingresos con este aporte, y, en cambio, en numerosas ocasiones la imposibilidad de hacer frente
a tasas excesivas (que en algunas jurisdicciones llegaron al 3%) produjo la quiebra de la concursada. También, para contrarrestar
ese exceso, las tasas exorbitnates fueron declaradas inconstitucionales.
Debería haberse completado la reforma alcanzado a los concursos de grupos y garantes, esto es, que en esas hipótesis, el
impuesto se calculara sobre el “pasivo consolidado” de modo de evitar una multiple imposición.
Concursos preventivos con acuerdo homologado
El art. 10 de la ley 25563 dispuso que: “En los casos de acuerdos concursales judiciales o extrajudiciales homologados en los
términos de la ley 24522, el plazo para el cumplimiento de las obligaciones asumidas por el deudor, y sin el perjuicio de lo
dispuesto en el Capitulo III se ampliara por un año a contar desde que las obligaciones homologadas en el concordato sean
exigibles”.
De este modo se acordó un verdadero plazo de gracia para los deudores con acuerdo homologado al dia de la fecha, por la obvia
referencia a la LCQ 24522.
La duda que genera esta previsión es si ella se aplica a todas las obligaciones del concursado causadas en el acuerdo. Adviértase
que no necesariamente el acuerdo ha de consistir en el pago de una suma de dinero, sino que puede prever una dación en pago,
una constitución de sociedad con los acreedores, la capitalización de ciertas acreencias, la escrituración de un inmueble, etc.
Para estas no parecería que hubiera razón para el plazo de gracia, que sin duda debió haberse limitado a aquellas obligaciones de
pagar en dinero.
Suspensión de pedidos de quiebra
El art. 11 textualmente dispuso: “Suspendese por el plazo de 180 dias el tramite de los pedidos de quiebra, dejando a salvo la
posibilidad de aplicar las medidas del art. 85 de la ley 24522”.

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Era muy dudoso el alcance de esta norma.
En una primera instancia parecía dirigida al pedido de quiebra por acreedor, particularmente por la mención del art. 85 de la ley
vigente; pero también se ha sostenido que solo suspende los pedidos de quiebra indirecta toda vez que se encuentra en el
capitulo De los deudores en concurso preventivo.
Solo una cosa queda clara: se suspendia el tramite, pero no la iniciación o proposición del pedido en si.
Acceso al crédito
La norma del art. 12, textualmente prevé: “El Banco Central de la Republica Argentina procederá a reglamentar la eliminación de
toda restricción que de cualquier modo impida, obstaculice o encarezca el acceso al crédito de las personas físicas y/o jurídicas
concursadas. El Banco Central de la Republica Argentina instrumentara una línea de redescuentos destinada a las entidades
financieras que asistan a las empresas concursadas que se encuentren en la etapa prevista en el art. 43 de la ley 24522 que tenga
por efecto asegurar a los concursados el acceso a créditos y avales suficientes para formular una propuesta de acuerdo a sus
acreedores que sea considerada razonable y viable por la entidad bancaria a cuyo cargo se encuentre la asistencia crediticia.
Los antecedentes de créditos otorgados por el sector financiero a empresas concursadas son escasos. Además, la propia
normativa del BCRA obliga a calificar de determinada manera a los concursados, y a previsonar totalmente las acreencias
anteriores, limita cuando no impide lisa y llanamente el otorgamiento de nuevos créditos.
La asistencia financiera a empresas en vías de reestructuración, reorganización o simplemente concursadas, es de vital
importancia. Tal acontece en los países avanzados, donde quebrar no constituye un estigma, sino una forma de reordenar activos
y pasivos, y continuar en la actividad productiva.
Sin embargo pensar en que en la situación actual de las finanzas publicas el BCRA otorgue redescuentos para dar crédito a las
empresas concursadas suena mas a expresión de deseos que a una realidad concreta en poco tiempo.
Contratacion con el Estado
Y finalmente, es digno de destacar que “…Las empresas concursadas y aquellas en quiebra con continuidad empresaria, podrán
contratar libremente con el Estado nacional siempre que reunan las condiciones exigidas por este ultimo”.
Es una de las remoras de nuestro sector publico considerar al concursado un alieni juris, sin posibilidad de competir en
licitaciones, obras publicas o contrataciones diversas, lo que contradice las finalidades del sistema concursal.
Deberá interpretarse esta norma como una derogación a las prohibiciones de las diversas leyes de contratación del Estado, leyes
de contabilidad, registro de proveedores, y las provincias deberán adherir al texto o adecuar sus respectivos ordenamientos.
La norma se refiere al Estado Nacional. Debería invitarse a las provincias a adoptar una actitud similar. En definitiva, la obra
publica ha sido el motor con el cual los países que atravesaron periodos de recesión lograron hacer crecer su economía.
Lo que no se aprobó
El proyecto inicial proponía también:
- Que en caso de no obtenerse la aprobación del acuerdo preventivo el juez debería disponer la capitalización obligatoria
de los créditos, que se convertirían en acciones preferidas, sin derechos políticos, y cuya preferencia existiría solo en la
liquidación de la compañía;
- La extinción de las garantías cuya ejecución permitiera asumir el control de la sociedad concursada.
La inconstitucionalidad de estos disparates era tan notoria que el Senado las elimino.
Conclusiones
La ley 25563 fue un baldon en la historia de la legislación argentina. Si bien se mira, esta ley tenia algunas disposiciones que
actuaban de manera armonica para despojar a los acreedores.
Ellas eran: la derogación del art. 48, la suspensión de ejecuciones que permitiesen tomar el control de la compañía y la extensión
del efecto del acuerdo preventivo a los garantes.
Véase a través de un ejemplo cual era el efecto perseguido.
Supongamos que una sociedad tenia que presentarse en concurso preventivo y sus accionistas habían prendado sus acciones en
seguridad de las obligaciones de la sociedad. El sistema aseguraba que los accionistas de todos modos nunca perderían el
control. ¿Por qué?
Porque el régimen establecido por la ley 25563 operaba asi:
- Durante el concurso, no era posible un take over porque había desaparecido el art. 48;
- Ello constreñiría a los acreedores a aceptar cualquier acuerdo preventivo (incluso por debajo del 40%, también
desaparecido) o a soportar los efectos de la quiebra, de la cual los acreedores huyen como se huia de la quiebra en la
Edad Media como decía Mosso;
- Mientras duraba el concurso tampoco se podía ejecutar la prenda de las acciones, pues esta ejecución estaba
suspendida hasta el 10 de diciembre de 2003;
- Llegado el 10 de diciembre de 2003 el acreedor prendario tampoco podría hacer efectiva su garantía, pues homologado
el acuerdo preventivo de la sociedad, los accionistas garantes estarían beneficiados por los alcances de ese acuerdo, con
lo cual habrían visto reducida y extendida su deuda, y por ende no estarían en mora.
Ley 25589
La ley 25589 contiene disposiciones que pueden segmentarse de la siguiente manera:
- Derogaciones de reglas emergenciales y transitorias de la ley 25563;
- Restablecimiento de reglas de la ley 24522;

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- Reformas a la ley 24522.
Derogaciones de reglas emergenciales y transitorias de la ley 25563
La ley 25589 derogo los arts. 8, 9, 11 y 15 de la ley 25563.
El art. 9 tenia dos párrafos que respectivamente suspendían las ejecuciones de garantías reales en los concursos preventivos y
producían el mismo efecto hasta el 10 de diciembre de 2003 cuando esas ejecuciones hubiesen permitido tomar el control de la
compañía.
Ambas disposiciones desaparecen con lo cual los acreedores quedan habilitados para ejecutar sus garantías. Frente a lo cual el
deudor tiene los remedios propios del sistema concursal establecido por la ley 24522.
El art. 11 disponia la suspensión de los pedidos de quiebra. Esta regla también fue suprimida.
Alcance de la derogación del art. 8 de la ley 25563
El art. 8 de esta ley disponía la extensión por 180 dias hábiles del periodo de exclusividad en los juicios de concurso preventivo
en tramite, contado ese termino desde la ultima fecha que estuviese fijada por el tribunal.
La ley 25589 deroga ese articulo, pero hay que tener en cuenta que el art. 20 del mismo texto dispone: “Esta ley entra a regir el
dia de su publicación y se aplica a los concursos en tramite. La aplicación de esta ley no modifica los plazos o fechas establecidos
en cada caso por el juez, pero queda derogada expresamente la previsión contenida en el primer párrafo del art. 43 de la ley
24522, texto según ley 25563 que autorizaba a extender el periodo de exclusividad. En función de ello, el juez no podrá por
ninguna razón ampliar o prorrogar el periodo de exclusividad ya establecido, ni suspender, postergar o modificar la fecha de la
audiencia informativa prevista por el art. 45 quinto párrafo, ley 24522”.
De lo que resulta que si el tribunal ya había fijado el nuevo periodo de exclusividad, este no puede ser reducido.
En consecuencia, la derogación se aplico solo a los concursos en tramite a la fecha de entrada en vigencia de la ley 25563 en los
que el tribunal no hubiera fijado un nuevo periodo de exclusividad.
La finalización del periodo de gracia
La ley 25589 establece en su art. 9 que: “El plazo establecido por el articulo 10 de la ley 25563, concluye el dia 30 de junio de
2002. A partir de esa fecha se reanudan los plazos que hubieran sido afectados por esa norma”. Esto se refiere al plazo de gracia
concedido a los concursados con acuerdo homologado.
La intención de la ley parece ser que termine el plazo de gracia el 30 de junio de 2002, lo cual importa privar al deudor de ese
plazo adicional que le había concedido la ley 25563.
Por lo que a sea fecha se harian exigibles las cuotas concordatarias que habían sido prorrogadas por aquella ley de emergencia.
Esta eliminación de un plazo concedido es de muy dudosa constitucionalidad. Consideramos que a la luz del art. 17 de la CN y de
la jurisprudencia de la Corte que lo ha interpretado y aplicado, es perfectamente sostenible que se había generado un derecho
de propiedad que recaía sobre ese plazo que el deudor tenia satisfacer las obligaciones concordatarias. Es cierto que este plazo
dado por la ley importaba modificar el plazo estipulado en el acuerdo preventivo, pero tal modificación del contrato esta fundada
en la emergencia económica lo que permite a la ley alterar –al menos en cierta medida- el contenido de los contratos.
Restablecimiento de reglas de la ley 24522
Varios artículos de la ley 25589 disponen restablecer algunos textos de la ley 24522. La mayoría de ellos son consecuencia del
retorno del cramdown o salvataje estalbecido en el art. 48 que también vuelve a la vida como Lazaro, pero con modificaciones
sustanciales. En esta orientación están los arts. 2, 3, 4 y 5 de la ley 25589 que repusieron en sus redacciones originales a los arts.
49, 50, 51 y 53 de la ley 24522.
Restablecimiento del art. 55 de la ley 24522. El alcance del efecto novatorio del acuerdo preventivo
En cambio tiene otra intencionalidad la vuelta al texto original del art. 55 de la ley 24522 que dispone el art. 6 de la ley 25589.
Con ello se elimina ese absurdo efecto del acuerdo preventivo en beneficio de fiadores y codeudores no concursados que, como
se dijo, desnaturaliza y desprovee de contenido a las garantías personales y reales.
El periodo de exclusividad (art. 43, ley 24522)
El art. 1 de la ley 25589 da una nueva redacción al art. 43 de la ley de concursos.
En primer termino, establece el periodo de exclusividad en 90 dias hábiles, el cual puede ser extendido por el juez, en razón de
las circunstancias del caso, en 30 dias mas. Con lo cual puede llegar a 120 dias hábiles.
Esta prolongación del periodo de exclusividad toma en consideración que desde la sanción de la ley 24522 se ha argumentado
que el plazo establecido en el art. 43 es exiguo, y se ha anotado que el capitulo XI del USA Bankruptcy Code fija 180 dias. Pero
cabe anotar que en la ley argentina el periodo de exclusividad recién comienza cuando se ha agotado el periodo informativo con
la insinuación de los créditos, el informe individual, la resolución judicial del art. 36, la propuesta de categorización y la
resolución de categorización, lo cual insume un largo tiempo, en el cual en realidad nada impide que los acreedores y el deudor
negocien el futuro acuerdo preventivo.
De donde el nuevo termino establecido por la ley 25589 parece razonable, aunque debería ser complementado con una etapa
informativa mas breve, eficiente y económica.
La propuesta de acuerdo preventivo en caso de quita (art. 43)
El nuevo texto del art. 43 no reincorpora el minimo del 40% que era el piso de la propuesta de acuerdo preventivo en caso de
quita.
Para ello se ha ponderado:
- Que ese minimo no es corriente en el derecho comparado;

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- Que parte de la doctrina argentina lo ha cuestionado;
- Que en la actual circunstancia económica deben favorecerse los acuerdos entre deudor y acreedores, para posibilitar la
subsistencia de las empresas y conservar el aparato productivo lo mas activo posible, y con ello las fuentes de empleo;
- Que el limite no es un contenido esencial, tanto que en la ley 24522 ese minimo no existía ya cuando se trataba de la
oferta por terceros (art. 48, en su redacción original);
- Que la misma ley 25589 incorpora una facultad judicial muy importante: el juez puede no homologar el acuerdo cuando
el es abusivo o en fraude a la ley, lo cual opera a modo de balance con la atribución del deudor de ofrecer un acuerdo
por debajo del 40% que preveía la ley 24522.
Restablecimiento del articulo 48. Reformas a los arts. 39 y 262 de la ley 24522
Uno de los temas que dio lugar a mayor polémica mediatica fue el restablecimiento del art. 48 que autoriza a terceros a hacer
propuestas de acuerdo preventivo a los acreedores, y que en caso de obtenerse la conformidad de estos, impone a los
accionistas de la sociedad concursada la enajenación forzosa de esas acciones al tercero que ha hecho la oferta de acuerdo.
El nuevo art. 48 es una síntesis entre el viejo texto y el que propiciaba el Proyecto de reformas de 1997, y debe ser aprehendido
tomando en consideración las reformas a los arts. 39 y 262 de la misma ley de concursos.
En apretado resumen las modificaciones sustanciales son:
- La valuación de las acciones de la sociedad se hara a “valor real de mercado”;
- Para ello, en el informe general el sindico debe incluir: La composición actualizada y detallada del activo, con la
estimación de los valores probables de realización de cada rubro, incluyendo intangibles, con lo cual se busca superar
una de las principales objeciones que la doctrina hizo a la figura del art. 48 que tomaba en cuenta exclusivamente
valores de libros; es obvio además que la limitación a valores contables seria hoy significativamente injusta pues la
devaluación ha reducido los valores de libros de las empresas a niveles inimaginables hace pocos meses atrás;
- La valuación la hara un valuador designado conforme al procedimiento del art. 262;
- La otra reforma significativa al régimen del art. 48 es que en la “segunda vuelta”, esto es, cuando los terceros pueden
hacer ofertas a los acreedores, también puede participar el concursado. Esto era también un requerimiento de la
doctrina, y además la practica revelo que en varios casos había sido el mismo deudor el que había hecho la oferta bajo
el manto de otra persona jurídica; como señalo algún autor, “los accionistas se compraban a si mismos”;
- Se mantiene la idea de que es el primero que obtiene las conformidades quien tiene derecho a requerir la
homologación del acuerdo preventivo.
Las innovaciones en el régimen concursal
La ley 25589 contiene algunas reformas muy importantes al régimen concursal, que significan importantes avances. Sin embargo,
la celeridad con que han debido ser concebidas ha causado algunas criticas a los textos y seguramente la necesidad de
precisiones en sucesivas intervenciones legislativas ya previstas.
Básicamente hay tres innovaciones importantes:
- El régimen de verificación y voto de representantes colectivos;
- Las facultades del juez al tiempo de la homologación;
- El acuerdo preventivo extrajudicial.
Verificación y voto de fiduciarios y otros legitimados
La realidad negocial omitida en la ley 24522
En la actividad negocial moderna existen hipótesis en que ciertos créditos son representados en títulos; pueden ser debentures,
obligaciones negociables, certificados de participación, títulos de deuda u otros tipos generalmente identificados bajo la
denominación genérica del “bonos”. Las empresas argentinas han recurrido al financiamiento mediante la emisión de estos
bonos o títulos tanto al amparo de las leyes argentinas como a las de otros países, especialmente las de los EE.UU.
Por regla general la emisión se hace previa suscripción de varios instrumentos y se designa un fiduciario quien asume una serie
de atribuciones y deberes.
Luego se produce la colocación de esos bonos entre los inversores, los que a veces no son identificados al menos inicialmente.
Si bien la practica negocial no es uniforme, lo cierto es que le trustee suele tener la facultad de accionar judicialmente, de
obtener el reconocimiento del crédito en un procedimiento de reorganización (nuestro concurso preventivo), en fin, de actuar
como si fuera el titular del crédito.
Esta situación estaba ignorada en la ley 24522, pese a que la ley 19551 preveia el régimen de voto en casos análogos (art. 53,
omitido sin explicación al sancionarse la ley 24522), lo cual provoco problemas importantes, entre ellos:
- ¿tiene el trustee legitimación para verificar?
- ¿pueden los tomadores de los bonos verificar por si?
- En caso de que verifique el fiduciario o trustee, ¿es necesaria alguna ratificación de los tomadores finales del crédito?
- ¿tiene el trustee derecho de voto?, o
- ¿deben votar los tomadores de bonos individualmente?
- En cualquier caso ¿Cuál es el procedimiento y como se computan los votos?
A esta compleja situación tuvieron que responder los jueces sin el apoyo de un texto legal.
Pero ello no es suficiente, pues previsible que en los próximos meses se presenten concursos de compañías endeudadas en el
exterior conforme a estos mecanismos, y por ello es conveniente establecer en la ley un régimen de verificación y voto.

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- A esta situación se dirigen las disposiciones de los arts. 32 bis y 45 bis que han sido incluidos ahora por efecto de la ley
25589, el primero de los cuales se refiere a la legitimación del representante colectivo para verificar y el otro al
mecanismo para recoger la votación.
Homologación del acuerdo preventivo
La ley 24522 modifico sustancialmente el régimen de la homologación del acuerdo preventivo, al privar al juez de la facultad de
no homologarlo, atribución que en el régimen de la ley 19551 podia ejercer cuando se dieran las circunstancias del art. 61 de
aquel régimen; pero tal norma fue relativizada por la doctrina y la jurisprudencia.
Pero por otro lado, los autores también se interesaron en el verdadero cramdown, esto es; en la facultad del juez de imponer el
acuerdo preventivo a alguna clase disidente, siempre que se diesen ciertas condiciones que asegurasen a esa clase un trato
equitativo; asi lo había recomendado el Proyecto de reforma de 1997.
En esta orientación, la ley 25589 incluye un nuevo art. 52 de la ley 24522, el que ahora prevé tanto que el juez no ha de
homologar las propuestas abusivas o fraudulentas, cuanto la atribución del juez de imponer la homologación del acuerdo a
categorías de acreedores disidentes, es decir, que no hubiesen dado las mayorías exigidas por la ley en esa categoría.
De donde, ahora en nuestro Derecho se restablece la facultad judicial de no homologar el acuerdo cuando el sea abusivo o en
fraude a la ley, y a la vez el juez puede imponer el acuerdo a una clase disidente.
El acuerdo preventivo extrajudicial
Las soluciones inspiradas en London approach han sido alabadas por la escasa participación del tribunal, y el informe del FMI ya
citado insiste también en la conveniencia de llegar a soluciones negociadas entre el deudor y sus acreedores fuera del marco de
un procedimiento formal de insolvencia.
En Argentina la ley 22917 incorporo los acuerdos preconcursales de escasa relevancia en la practica judicial, y la ley 24522 el
denominado acuerdo preventivo extrajudicial, de menor repercusión todavía.
Además, ambos institutos tuvieron una finalidad timorata: solo evitar la declaración de inoponibilidad de los actos cumplidos en
razón de esos acuerdos.
Antes de ahora sostuvimos que debería instrumentarse un procedimiento de acuerdo preventivo extrajudicial con una
inoponibilidad muchos mas extensa, de modo que constituyese una alternativa real al concurso preventivo. Y mas aun, podría
completarse con una suspensión provisional de ejecuciones a fin de mantener el statu quo durante el periodo en que las
negociaciones extrajudiciales se desenvuelven; como en definitiva lo propone el informe Insol, cuya regla segunda es que los
acreedores acuerden no promover acciones contra el deudor.
Esta es la orientación de la ley 25589 al reformar el capitulo del acuerdo preventivo extrajudicial.
Las reformas inciden en el aspecto nuclear, esencial, del sistema, pues ahora el acuerdo extrajudicial es un verdadero acuerdo
preventivo.
En la ley 24522 como en la anterior, el efecto del acuerdo extrajudicial era menudo; se limitaba a hacer oponibles a terceros, e
irrevocables en quiebra posterior, los actos que hubiesen sido otorgados en cumplimiento del acuerdo extrajudicial homologado.
En cambio, el nuevo acuerdo extrajudicial es un verdadero acuerdo preventivo, en tanto es obligatorio para quienes lo aceptaron
y también para quienes no lo hayan aceptado; de allí la remisión que se hace al art. 56 y los capítulos siguientes de la ley 24522
(art. 76 de la ley 24522 reformado por la ley 25589).
Esta reforma, verdaderamente copernicana, puede llegar a cambiar el perfil de las negociaciones entre acreedores y deudor,
pues hace infinitamente mas interesante un acuerdo extrajudicial, que será mas barato, mas simple e igualmente eficaz que el
obtenido en un concurso judicial.
Continuación de la empresa. Cooperativas de trabajo
En el Congreso se agrego al proyecto del PEN una reforma al art. 190 de la ley, disponiendo ahora este art. En su segundo párrafo
que “En la continuidad de la empresa se tomara en consideración el pedido formal de los trabajadores en relación de
dependencia que representen las dos terceras partes del personal en actividad o de los acreedores laborales quienes deberán
actuar en el periodo de continuidad bajo la forma de una cooperativa de trabajo”.
Es un ejemplo de las soluciones mágicas, nacidas al amparo del voluntarismo que cree en la supervivencia de las empresas sin
crédito ni tecnología ni gerenciamiento, y que ha sido largamente denunciada por la doctrina. De todos modos estamos
persuadidos de que esto funcionara solamente en casos marginales, de pequeños talleres que no tendrán mayor relevancia
económica, aunque seguramente causaran daño a los acreedores que verán postergadas sus expectativas de cobro.
Por otra parte, el art. 190 tiene una considerable omisión; la cooperativa actua a su propio riesgo empresarial, o los pasivos que
asuma serán soportados por la quiebra. Parecería que lo lógico es lo primero, desde que la cooperativa es una nueva y distinta
persona jurídica, y que la ley excluye expresamente que su actividad pueda generar nuevos pasivos laborales.
Entrada en vigencia de la ley 25589
La ley entro en vigor el dia 16 de mayo de 2002, pues el art. 20 dispone que lo hace el dia de su publicación.
Ello se aplica a los juicios en tramite; asi lo prevé el mismo art. 20 y esta técnica es reiterada en materia concursal, pues tanto la
ley 24522 como la 25563, y ahora esta, se han aplicado de manera inmediata a los juicios pendientes.
Valoración
La ley 25589 fue redactada rápidamente, sin posibilidad de consultas y en el medio de una gran presión del FMI que pretendía la
lisa y llana derogación de la ley 25563 como una de las condiciones para llegar a un acuerdo.

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Su sanción nos permitió “volver al mundo civilizado” en donde los derechos de los acreedores son respetados, pero a la vez se
aprovecho la oportunidad para incorporar algunas modificaciones interesantes, una de ellas verdaderamente trascendente como
lo es el acuerdo preventivo extrajudicial.
En definitiva, dentro del marasmo y mas alla de defectos de técnica causados en el apresuramiento y en la concertación entre
intereses divergentes, la ley 25589 ha sido un buen aporte al derecho concursal argentino, aunque debería complementarse con
otras medidas.
Los problemas que existen actualmente. Descripción
Hemos dedicado a este tema un informe presentado en la Academia Nacional de Derecho. Decimos en el que según nuestro
criterio, los problemas que detectamos en el funcionamiento de los concursos son los siguientes:
- La existencia de un único procedimiento preventivo y de quiebra para todos los deudores, cualesquiera fueren sus
condiciones y circunstancias (persona física, jurídica, gran empresa, pequeña actividad rural, asalariado, ama de casa);
- Las atribuciones de los acreedores munidos de garantías reales que pueden frustrar el concurso preventivo (antes o
después de obtenido el acuerdo);
- El abuso del concurso preventivo por la presentación de empresas absolutamente inviables;
- La existencia de propuestas uniformes para los créditos fiscales impuestas por via reglamentaria;
- El costo del concurso preventivo;
- La demora en la liquidación de los activos en la quiebra;
- El funcionamiento de la sindicatura;
- La insuficiencia del régimen de responsabilidad de administradores;
- La ineficacia del sistema represivo de los delitos de quiebra.
Apuntamos que también se denunciaban el abuso del acuerdo preventivo y la inexistencia de acuerdos extrajudiciales
homologados. Ambos puntos fueron tratados en la ley 25589, por lo que cabe esperar a ver cuales son sus resultados.
Algunas propuestas
Frente a los temas enunciados anteriormente hemos sugerido algunas soluciones posibles, al menos para ser discutidas.
Muy resumidamente esas propuestas son:
- Implementar un procedimiento concursal para las personas físicas; esto constituye hoy en dia un tema a caballo del
derecho concursal y del derecho del consumidor pues, en general, la persona física llega a la situación de insolvencia
como consecuencia del abuso del crédito, la incomprensión del alcance de las obligaciones asumidas, la no adaptación a
nuevas realidades económicas, etc. En los países donde regímenes como se estos se han establecido, se atribuyen
facultades importantes a los jueces u organismos administrativos intervinientes, los que pueden imponer ciertas
soluciones (determinación de plazos de espera, reducción de intereses, etc);
- Hacer algunas modificaciones al tratamiento de las garantías reales en el concurso preventivo, pues el excesivo poder
que se atribuye a los titulares de créditos con tales garantías muchas veces pone la suerte del concurso exclusivamente
en sus manos. Este exceso de poder de los acreedores garantizados es normalmente denunciado en todos los países y
muchos de ellos han generado limites a esas atribuciones, de modo de evitar la frustración de la reestructuración
empresaria.
- Estudiar la conveniencia o no de incorporar algunas pautas que faculten al tribunal a desestimar in limine un concurso
preventivo que inicialmente carezca a todas luces de viabilidad.
- Reducir los costos del proceso, en particular el de tasa de justicia, cuya magnitud y régimen de pago se convierte en un
problema adicional a los que ya tiene la empresa concursada.
- Modernizar todo el régimen del concurso transnacional, como lo exige la realidad y lo vienen requiriendo con solidos
fundamentos los profesores Rouillon y Piaggi.
- Estudiar otros regímenes para la sindicatura concursal. El proyecto que se convirtió en ley 24522 preveia la habilitación
de los abogados, tanto para ser sindicos clase B como para formar sociedad con contadores y crear estudios clase A. La
intervención del senador Cafiero hizo que se eliminara a los abogados, lo cual despojo de gran parte de su sentido a la
sindicatura clase A.
Muchas otras sugerencias podrían ser hechas. Nos hemos limitado a las principales, tratando de no caer en las cuestiones
meramente procedimentales de las que a veces resulta tan cautiva la doctrina argentina.
Trabajo de la comisión de reformas a la ley concursal
Siendo ministro de Justicia el doctor Vanossi, se designo una comisión para trabajar en las reformas a la ley de concursos, que
integraron Hector Alegria, Ana Isabel Piaggi, Sergio Le Pera, Efrain Hugo Richard, Adolfo A. N. Rouillon, Mariano Gagliardo y el
autor de esta obra (Rivera). El doctor Rouillon debió apartarse por razón de cierta incompatibilidad con la función que
desempeña actualmente en un organismo multilateral de crédito. Luego renunciaron los doctores Piaggi, Le Pera y Richard, y se
incorporo el doctor Juan Anich como una suerte de representante del Ministerio de Economia.
La comisión en su primera etapa de trabajo, elaboro un proyecto de ley de quiebra trasnacional, adaptando la ley modelo de
Uncitral; no cabe sino destacar el importante aporte de la doctora Piaggi en este trabajo, fruto de su experiencia en la materia
causada en su labor justamente en Uncitral. También el doctor Roullion, participo activamente en este capitulo.
Lamentablemente el proyecto no fue nunca entegrado al Congreso de la Nacion.

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En una segunda etapa y ya reducida en la practica la comisión a los doctores Alegria, Anich y el autor de esta obra, se trabajo en
tres capítulos fundamentales:
- Lo que se dio en llamar el Proceso de reestructuración empresaria abreviado (PREA), procedimiento que ciertos
deudores (cuyo endeudamiento fuera superior a cierta cifra) podían activar y que seria rigurosamente extrajudicial. Este
procedimiento sin embargo produciría una suspensión de ejecuciones por no mas de cuatro meses. Fue severamente
objetado por los representantes de la banca extranjera quienes invocaron “el derecho de propiedad” que se veria
conculcado de aceptarse este standstill fuera del marco de un concurso judicial.
- Un procedimiento de pequeños concursos que incorporara una instancia de mediación entre el deudor y los acreedores;
- Mejoras al acuerdo preventivo extrajudicial para superar las observaciones que hiciera la doctrina.
En la carta de intención firmada por Argentina con el FMI se prevé la posibilidad de incorporar algunas reformas a la Ley de
Concursos. Se refiere concretamente a este proyecto en elaboración por la comisión. Pero el problema radica en que el FMI se ha
hecho eco de las observaciones de la asociación que nuclea a la banca extranjera y no acepta que el procedimiento de
reestructuración abreviada imponga una suspensión de ejecuciones aunque sea por un breve periodo. Es claro que ese
procedimiento sin un periodo de suspensión de ejecuciones no serviría absolutamente para nada.

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