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CIUDADES REBELDES – DAVID HARVEY

Ciudad: “Conjunto de edificios y calles, regidos por un ayuntamiento, cuya población densa y
numerosa se dedica por lo común a actividades no agrícolas.”

El concepto de ciudad no debería ser estático, la ciudad es dinámica al igual que lo son su
población y su consiguiente actividad. Depende de miles de factores como la cultura, la política
o la economía del territorio.

El objetivo del capitalismo siempre ha sido crear beneficio, lo que exige una innegable
producción de excedente. La construcción se ha tomado como recurso habitual en el que
invertir dicho exceso. El aumento de actividad urbanística conlleva ciertos inconvenientes
como la especulación o el incremento del precio del suelo. Esta situación no se puede
prolongar mucho en el tiempo por lo que acaba estallando la comúnmente conocida “burbuja”
inmobiliaria. Esto, a lo largo de la historia, ha dado pie a múltiples crisis económicas que
tienden a repetirse cíclicamente y que suelen estar acompañadas de crisis sociales.

Las crisis sociales, producidas por el descontento de cierto sector de la sociedad, parecen
seguir un patrón. Las minorías raciales, las familias uniparentales en su mayoría encabezadas
por mujeres o los trabajadores de menor rango laboral suelen sufrir los abusos de los bancos,
las promotoras o las constructoras entre muchos otros. Al concentrarse el poder económico en
manos de unos pocos también lo hace la influencia política, que parece inclinarse siempre al
mismo lado de la balanza. En el momento que empieza a aflorar una crisis económica también
los hacen los despidos y con ello los desahucios, en su mayoría producidos de manera ilegal
aprovechando el más mínimo retraso de un pago. Esto acaba produciendo una transferencia
insostenible de flujos monetarios (de pobres a ricos).

Con la aparición de figuras como Marx y la izquierda en general, en ocasiones se ha conseguido


paliar estos problemas a través de legislaciones a favor de dichas minorías. El Derecho a la
Vivienda o iniciativas estatales de financiación de microcréditos son un par de los muchos
ejemplos que se han intentad a lo largo de la historia. Pero como de costumbre los grupos más
fuertes económicamente luchan con la misma intensidad y con mejores condiciones por su
propio beneficio. ¿Entonces, como acabar con la perpetua lucha de clases? ¿Es acaso una
utopía imaginar una sociedad horizontal exenta de jerarquías?

Como expone David Harvey la eficacia de determinadas medidas ante los problemas de la
sociedad varía según la escala a la que nos encontremos. Aunque no exista una fórmula mágica
que solucione los conflictos si se han encontrado ciertos métodos para solventar dificultades.
Aun así, no podemos esperar que lo que funciona en una localidad de 10.000 habitantes lo
haga también a niveles planetarios. Menos aún, cuando la participación y el interés de la
población tiende a disminuir de manera inversamente proporcional al aumento de dicho
censo. Un claro ejemplo podría ser el calentamiento global, con el que todo el mundo dice
estar muy concienciado (aunque siempre existen excepciones como Trump quién reniega de
su existencia) pero a la hora de actuar no guardan las medidas recomendadas.
Dicho esto, tiene cierta ironía el hecho de que sean las zonas con una mayor diversidad y
normalmente las de menor nivel económico, las que albergan un mayor interés cultural y al
final, las más prósperas en la economía de una región. Zonas que no necesariamente están
reguladas, en las que no necesariamente cada habitante goza de una vivienda privada. Cuanto
mejores sean las cualidades comunes (la actividad comercial, la vitalidad y el estímulo en las
calles) más probable es que dichos terrenos acaben en las manos de los promotores
inmobiliarios. Propiciando así el éxodo de los residentes originales por falta de recursos para
continuar en su comunidad y poblándose de pisos turísticos. Estas áreas acaban degradadas y
abandonadas tras haber perdido todo su interés cultural.

Como conclusión final creo que es evidente la influencia del capital, no solo en el urbanismo,
sino en todos los aspectos que conciernen a las ciudades. ¿Es por esto que resulta tan
morboso el tema del dinero? No sé si algún día la lucha de clases, la contaminación o la
corrupción serán meros recuerdos de un pasado histórico. Lo que si sé es que la educación y la
concienciación cultural son el camino a seguir para alcanzar la tan ansiada utopía. Que la
revolución siempre será una posible solución y que como dice una de mis autoras favoritas “Un
puñetazo sobre la mesa puede convertirse en una caricia a la historia.”

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