Vous êtes sur la page 1sur 8

WALT HEYER

Testimonio de un ex transgénero

U. de los Andes 12 de abril 2018

Probablemente escucharán cosas que nunca han oído. La información que escucharán acá no es
solo mi opinión, sino que trata de investigaciones que existen y otras hechas con mi preciosa
esposa que acá está. Mi señora es la persona más importante de las investigaciones; ella tiene un
Master Degree en la Universidad de Barclays, está muy bien preparada y es muy inteligente,
mucho más que yo, que de haberlo sido yo un poco más, no hubiera sido una persona
transgénero. Estamos juntos ya por 21 años y por más de doce años hemos estado estudiando y
ayudando a personas para que entiendan mejor lo que les ha estado pasando. Lo que hacemos es
recolectar investigaciones y experiencia de todo el mundo. Así como estamos hoy en Chile, hemos
estado también en Italia, España, Hong Kong,…. Como no podremos abarcar todo en estos 45
minutos, pueden buscar más información en nuestra página web www.sexchangeregret.com. Ahí
encontrarán mucha información, buenas investigaciones e historias de personas que han
lamentado el haberse cambiado de género y están en proceso de revertir esa transición.
Queremos conocer y compartir las experiencias, porque la idea es que cada vez tengamos más
personas hablando de este tema con propiedad, aquellos que han sido trans y han vuelto atrás.

Bueno, mis primeros recuerdos sobre confusión de género, como diríamos hoy, son a los 4 años.
Era un niño que empezó a sentir esa angustia. Hay un punto crítico en la vida de los niños; cuando
uno es muy joven se impresiona muy fácilmente, como niños somos como una lona blanca donde
todo queda marcado, y podemos enseñarles casi cualquier cosa que queramos, ellos absorberán
cualquier información que les demos. Y lo que desafortunadamente encontramos hoy, es que les
estamos enseñando a los niños, acerca de cómo cambiarse de género ¿Es eso verdaderamente
saludable? ¿Es bueno? ¿Es efectivo? ¿Cuáles son los resultados de largo plazo? Trataremos de
tocar algunos de esos puntos hoy.

En 1944, hace mucho tiempo atrás, no habían salas llenas de personas en los que se hablara de
esto, de hecho en los primeros 10 a 15 años de mi vida cargando con mi confusión de género y
una gran angustia, nunca escuché nada de esto, lidiaba solo, trataba de entender lo que me estaba
pasando. Fue en 1955 que, por primera vez, supe del tema cuando apareció Christine Jorgensen
en los titulares de todos los periódicos diciendo que se había cambiado de género con cirugías y
fue en ese punto que creí que era posible. Cuando conocí esto empecé a pensar, bueno, OK, esto
es posible. A los 11 años, sin más información que la que publicaban de Christine Jorgensen y de
otros que decían que se habían cambiado de género, pensé que eso era mi solución. Esas
experiencias influenciaron mi pensamiento.

Empecé “este viaje” cuando era un niño de cuatro años. Mi abuela me “ayudó” y me hizo un
vestido de noche de gasa color violeta y me vistió con esto. Ella pensaba y me decía que me veía
muy lindo y maravilloso en ese vestido, y yo era la niña de sus ojos. Lo que aprendí de esa
experiencia, 73 años después, es que esa afirmación que ella me dio con ese vestido violeta que
mi abuela me hizo fue algo psicológica, emocional y socialmente disruptivo. La parte
desafortunada de todo esto, del hecho de afirmar a jóvenes en una identidad de género cruzado,
es que no se manifiesta el dolor hasta muchos años más tarde. Lo que llegué a entender mucho
tiempo después es que mi vida hubiera ido mucho mejor si mi abuela me hubiera reafirmado con
mis botas de vaquero, que me gustaban en ese período, porque yo era un niño al que le gustaba
andar en lo que estaba sucio. Pero mi abuelita quería que estuviera en el vestido de noche violeta
y francamente me empezó a gustar a medida que crecía. Pero lo que me gustaba era la afirmación
y la aprobación de ella, que me dijera lo linda que me veía, porque nunca me decía lo bien que me
veía como niño o lo fantástico que yo era como niño. De repente lo que te pasa cuando te están
afirmando y las personas te están fomentando todas estas cosas, es que tú quieres más de ello.
¿Quién de acá no le gusta que le afirmen en lo buenmozo y lo brillante que es? Todas son
afirmaciones muy positivas. Como seres humanos, nos encanta recibir información positiva y
especialmente cuando somos niños. Eso era muy importante para mí, y yo hubiera hecho por eso
cualquier cosa, incluyendo el vestirme del sexo opuesto con este vestido violeta. Así, el vestido
violeta se convirtió en un símbolo de mi confusión y angustia de género.

Pero lo interesante, es que la mayoría de los transgéneros con los que trabajo y con los que he
trabajado por los pasados doce años, diría que el 98% de ellos, sorprendentemente, no son y no
eran homosexuales y yo tampoco lo era. Estos temas del transgenerismo no son, en general,
temas de naturaleza homosexual. Primeramente, se basan en una situación en que la identidad
se ha roto, se ha confundido por algo que ha pasado y que para mí fue ese vestido de gasa violeta.

Entonces, si empezamos a mirar y a tratar de entender cómo se desarrolla una persona


transgénero, necesitamos volver atrás hasta la primera vez o hasta el primer suceso que
desencadenó este proceso. Porque hoy, como sabemos, nadie ha sido capaz de mostrar una
prueba objetiva científica ni biológica de que se nace transgénero. El único grupo en que podemos
encontrar que sí existe una anomalía es en el grupo de la población intersex, que se llamaban los
hermafroditas. Los hermafroditas o intersex, no son transgéneros. Es algo completamente
distinto, y es importante hacer la diferencia. Ser transgénero es básicamente una idea. Cuando yo
era joven ni conocía la palabra; en 1944 aún esta palabra no se acuñaba como tal, no surgió hasta
el período donde apareció Christine Jorgensen, en los años ‘50. Entonces, lo que me pasaba a mí
era que yo pensaba que debería haber nacido una niña para recibir todos los cumplidos que
recibía, pues no los recibía siendo un niño. Así es cómo se forma esto.

Quienes comenzaron con esto de los transgéneros y los cambios a través de hormonas y cirugías,
fueron el Dr. Harry Benjamín ayudado por el Dr. Alfred Kinsey y, por otra parte, el Dr. John
Money. Estos doctores apoyaron el transgenerismo y el proceso de los transgéneros en USA. Lo
más interesante es que “transgénero” no deriva de algún estudio médico o de algún estudio de
investigación… Los tres médicos eran activistas pedófilos que creían que era apropiado que
adultos tuvieran sexo con niños. Kinsey incluso creía que era adecuado que adultos podían tener
sexo con niños muy chicos, incluso con niños de pre escolar. Entonces, se trata de personas que
primeramente estaban convencidos en una ideología sexual que defendía tales conductas y les
resultó interesante apoyar el “transgenerismo”. Así comienza esto. Me gustaría contarles lo que
ocurrió con Henry Benjamín, cómo comenzó con esto. Fue defensor de las terapias transgénero y
de la reasignación quirúrgica del género y construyó una clínica privada para transexuales en
Nueva York.
Trabajó en temas de salud mental con Gay y Lesbianas en 1972. Él habría diagnosticado y tratado
a alrededor de mil americanos que se decían transexuales o transgéneros. Después Benjamín
trabajó con un colega en que confiaba y que era muy amigo suyo, el Dr. Charles Ihlenfeld. Este
doctor era quien administraba el tratamiento de hormonas a los pacientes. Trató a 500 pacientes
identificados como transgéneros en un período de seis años. Al cabo de ese tiempo, en una
conferencia en 1979, Ihlenfeld reconoció que el tratamiento aplicado no era una buena solución
ya que en esos pacientes hubo muchos suicidios y mucha infelicidad. Este doctor era un activo
homosexual. Bueno, yo les puedo decir lo mismo hoy; esto sigue siendo verdad hoy en día. No
estamos escuchando los verdaderos resultados, estamos mirando por sobre los resultados y
estamos tratando de reafirmar a las personas en lo que creen que son sin buscar las causas de su
confusión para ayudarlas, y los resultados son muchísima infelicidad y muchos suicidios.
Ciertamente, existe dificultad en determinar los resultados de suicidios e infelicidad en todos los
casos, pero en nuestra página web tenemos registrados muchos casos de personas que nos han
contactado. Nos relatan su arrepentimiento y piden ayuda para revertir su operación. Uno nos
contactó a las tres semanas de haberse operado para reasignarse el género. Éste es el caso de
disconformidad más rápido que conozco porque puede darse hasta treinta años después de
operado. La gran mayoría de las personas que han pedido ayuda porque se han arrepentido y
quieren volver a su género original ocurre entre los cinco y los quince años. Lo más interesante de
esto, es que es el mismo límite de tiempo que sugería el Dr. Ihlenfeld en 1979, para la reasignación
al género original. Hoy hay muchas personas que son infelices y que quieren volver para atrás,
mucho más de lo que había visto antes. Esto es porque han aumentado los procedimientos
médicos. Lo otro que ocurre cuando uno se ha sometido a tratamientos – bueno, yo me traté de
suicidar aunque no resultó gracias a Dios- es que se genera angustia, porque no tratamos el
desorden importante que hay detrás de todo esto. El Dr. Ihlenfeld decidió no hacer más
hormonizaciones y no tratar a la población transgénero con estos tratamientos porque no eran
efectivos. Dijo que empezaría a estudiar psiquiatría para poder tratarlos mejor, para poder
asistirlos con sus problemas psicológicos y sociales profundos, y así ayudarlos a salir de esta
situación en la que ellos piensan que deben cambiar de género, porque él sabía que lo otro era
inefectivo. Hace dos o tres años encontré donde trabajaba el Dr. Ihlenfeld, lo llamé y le dije: mire,
estoy haciendo muchas charlas, estoy llevando a cabo investigaciones y estoy escribiendo un libro
y he leído sus afirmaciones de 1979 de lo inefectivo que era el tratamiento para los transexuales,
de cuántas personas eran infelices y muchas cometían suicidios. Le pregunté ¿Ha habido algún
cambio con las afirmaciones que Ud. hizo durante este período de tiempo, décadas, acerca de lo
inefectivo de los tratamientos y las operaciones para las personas con confusión o angustia de
género? Él contestó: No ha cambiado nada. Esta afirmación reciente del Dr. Ihlenfeld calza con
mi historia de vida y mi experiencia como psicólogo en esta área, y lo que dijo en 1979. Si vamos a
conversar de lo efectivo de los tratamientos de cambio de género, no sólo debemos quedarnos en
investigaciones o teorías intelectuales sino también ver los resultados de quienes lo viven. Es por
esto que traje estas tarjetas con mi página web, www.sexchangeregret.cl, pues tenemos historias
de personas reales. He publicado más de cincuenta artículos acerca de las trágicas historias de
personas que han vuelto atrás. Más aún, Ihlenfeld dijo que habían muchos que estaban
suicidándose; hoy sabemos que quienes se identifican como transgénero mayores de 25 años, han
tratado de suicidarse en una tasa de 41%. Los más jóvenes, el grupo etario entre 12 y 24 años, es
aún más desastroso; la tasa de intento de suicidios sube a 50%. Uno de cada 2.
Cuando aconsejamos a alguien que se cambie de género, cuando alguien se acerca a ti y te dice
soy una persona transgénero y quiero cambiar mi género, lo que encontramos hoy en muchísimos
estudios y casos, es que hay desórdenes comórbidos o bipolares, hay todo tipo de desórdenes
mórficos laterales del cuerpo (sidebody morphic disorders), esquizofrenia y otros que nos son
considerados, y no se han diagnosticados adecuadamente previo a los tratamientos de
hormonización. Mi esposa ha hablado por teléfono con personas que nos han llamado y nos
cuentan casos como éste: Mi hija quiere cambiarse de género, han aprobado la operación ¿Qué
puedo hacer? Lo que debe hacer. Le decimos, es hablar con el doctor que dio el pase para la
operación y contarle lo que ha pasado en la vida de su hija. Porque, en ese caso, ella sabía que un
tío había abusado sexualmente de ella por varios años, y eso, hoy sabemos, es muy incidente.
Gran parte de la población de personas con las que hemos trabajado por los últimos doce años,
hasta un 40% de ellos, habían sido abusados sexualmente cuando niños, habían sido
hipersexualizados muy jóvenes. Sabemos que la población dañada sexualmente puede sentir el
deseo, que yo también tuve, de cambiar de género y tener otra identidad y va acompañado de
muchos dolores profundos y problemas emocionales; todo eso puede provocar un malestar real
con su género. A mí también me ocurrió. Se pueden imaginar que mi tío abusó de mi cuando yo
tenía 7-8 años. Cuando abusan sexualmente de ti o cuando te maltrata un miembro de la familia,
vecino o cualquier otra persona, lo que pasa es que te comienza a no gustar quien eres. Escribí
una historia, hace unas semanas, de Billy, se llama “La Historia de Billy”. Lo que a él le pasó es que
el entrenador de buceo abusó sexualmente de él cuando tenía 11 años, y esto que le ocurrió es
ilustrativo para que entendamos, igual como lo fue para mí, que cuando se es abusado por uno
del mismo sexo, especialmente si no se tienen sentimientos homosexuales, pasa que la víctima
quiere deshacerse de los genitales que le causaron al abuso. La idea psicológica de todo esto es:
“si me deshago de mis genitales entonces no me tocarán, maltratarán y no abusarán sexualmente
de mí nunca más”. Conocemos casos de algunos que ellos mismos han tratado de deshacerse de
sus genitales. Cuando se da ese problema, necesitamos saber qué pasó con ese niño.
Probablemente, en su vida alguien lo tocó inadecuadamente, alguien lo abusó…sabemos que esa
persona tiene problemas serios que deben ser reconocidos y tratados. Cortándoles los genitales,
dándole hormonas, cambiándole el nombre y si es un hombre, vistiéndolo con un vestido, no
resolverá los problemas por abusos sexuales. Eso es lo que estamos viendo hoy.

Hay aún más evidencia entre los suicidios, intentos de suicidios y suicidios logrados, en personas
con confusión o angustia de género que va a un terapista y éste le dice que tiene disforia de
género y la solución es la hormonización y avanzar hacia cambiar de género. Pero el tema es, con
lo que hemos estado escuchando hoy, que ninguno de los problemas tempranos del paciente
fueron tratados. Los desórdenes comórbidos no fueron tratados y es muy probable que este tipo
de desórdenes sean los causantes del deseo de cambiarse de género.

En algunos casos, cosas así se convierten en moda, o bien hay quienes quieren cambiarse de
género porque se sienten personas gordas o poco atractivas, o porque quieren apoyar a una
amiga…he tenido casos en donde la hija se cambia de género porque otra persona lo hizo. Se
convierte en algo cultural. Lo que encontramos, sí, después de un período de tiempo y como
resultado de ese cambio de género, son desórdenes psicológicos que la persona no tenía
previamente a su cambio. Se ven tratando de lidiar con este cambio socialmente, se enfrentan a
problemas distintos y nuevos, que no existían antes. Uno de los casos más ilustrativos es el de
Nore Gentry, en Florida, quien a los 11 años se cambió de género para convertirse de niña a niño y
a los 14 años pidió volver a su género original (detransition), pues dijo que la razón por lo que lo
había hecho era porque quería ser fuerte, porque le temía a las personas y pensó que si era
hombre, se le alejarían y la haría más fuerte, pero comprendió que estaba en un error. Y esta niña
de 14 años explica que todos los niños a esa edad tienen un grado de malestar con su cuerpo,
porque se sienten gordos, porque no son tan lindos como les gustaría ser, o no tienen un cuerpo
tan lindo como el otro, entonces tienen lo que se llama dismorfia corporal y creen que cambiando
sus géneros pueden deshacerse de sus sentimientos pero, como dice Nore, muy muy bien, esto
no funciona en el largo plazo. Ahora ella volvió a ser la niña que era, está bastante feliz y ahora
habla de su experiencia para que se sepa.

Le evidencia es abrumadora. Yo lo sé por mi propia experiencia de vida. Viví ocho años como
mujer y tuve distintos trabajos buenos, en bancos, en el gobierno federal, en los servicios de
correo. Si hubieran mirado como una foto instantánea de mi vida por esos ocho años, dirían que
era feliz, exitosa, pero ¿es eso realmente verdad? o estamos viviendo bajo una máscara.

En mi caso sucedió que decidí estudiar psicología y me matriculé en la Universidad de Santa Cruz.
Este era un curso particular y yo era el único que venía de afuera, la mayoría era del área médica.
Algunos eran doctores en medicina o filosofía que continuaban con su formación académica y yo
me beneficiaba mucho de estar en la misma clase con estos profesionales, y aprendí mucho de
ellos. En clases, revisando libros, me encontré con el primer estudio de la Universidad de Cornell,
de los ´50, en donde se hablaba de la ansiedad por separación y había un estudio con el caso de un
transgénero, y yo quedé fascinado con ese caso. Comencé leyendo y estudiando el caso de este
individuo, un hombre que se convirtió en mujer porque su madre había fallecido y él que la
amaba mucho, sentía que la única manera para estar cerca de ella era convirtiéndose en mujer,
tomando la identidad de su madre.

La razón por la que cuento estas historias es porque si nos sentamos y evaluamos los mecanismos
que gatillan por qué hacemos ciertas cosas, siempre hay algo más profundo o más significante en
ellas. Algunos pueden que tengan un deseo de cambio de género que puede ser benigno y simple,
no se debe a un hecho traumático, pero sí son suficientemente importantes para no ser quienes
realmente son y quieren asumir un género distinto. Pero como dije anteriormente, debemos ser
honestos al analizar estos temas y debemos entender lo que realmente ocurre. Déjenme leer
sobre una investigación en otra de mis publicaciones, porque en 45 minutos no podremos exponer
todos los estudios, pero como les digo si van a mi sitio web y ven los artículos que he publicado,
hay suficientes investigaciones de todo el mundo. Si todos acá leyeran y estudiaran los artículos,
estoy seguro de que todos se volverían defensores de la postura de que tenemos que ser mucho
más cuidadosos en decidir a quién se le dan hormonas, a quién se le puede entusiasmar para que
se cambie de género.

En un estudio se habla acerca de los principios de las cirugías médicas y tratamientos para
transgéneros, publicado el 2007, tiene un costo de US$250, está impreso como un libro
universitario, bien grueso, y la parte del libro en la sección de “transgéneros” fue escrito por
quienes defienden a los transgéneros, así es que no venía influenciado por otros que no fueran sus
defensores. Como Ihlenfeld querían que los transgéneros escucharan. Este libro cuenta que en las
investigaciones a largo plazo, mucho de los participantes presentes al comienzo del estudio, no fue
posible su seguimiento a lo largo del tiempo. Comenzaron con una gran muestra pero no pudieron
ser ubicados al finalizar el estudio, porque unos habían fallecidos, otros se perdieron sus datos,
otros habían desistido del estudio… ¡hasta un 90%! Por lo que llegaron a la conclusión que solo
tenían un 10% de la muestra para evaluar el estudio. Entonces cuando tienes un gran número de
personas y se pierde hasta el 90% de las personas para seguir el estudio, esto complica los
esfuerzos para evaluar sistemáticamente los efectos de largo plazo. Entonces debemos de ir con
personas de mayor edad, como yo, que vivió por 8 años como un transexual, y digo, miren, yo
recibo cartas cada semana, en las que me piden ayuda, de cómo hacerlo. Son farmacéuticos,
doctores, profesores, pilotos aéreos, todas personas profesionales quienes tienen muy buenos
ingresos, a quienes un terapeuta les dijo que necesitaban hormonas, terapias y cirugía por su
angustia de género, de que era la única solución. No escuchaban otra voz. Mi voz fue un llamado
en el desierto. Muchas personas me dijeron “tú eres el único en el mundo”, pero el hecho es que,
después de que comencé mi página web hace muchos años, comenzaron otros y ahora hay
muchos sitios web que ayudan a los que quieren volver a su género original. Una de ellas la
crearon la madre de Nora y otra señora a la cual ayudó, y que se hace cargo de los jóvenes. Se
llama www.4thwaynow.cl. Es importante que otras personas comiencen a ver esto. Hay otra
página que se llama www.3rdwaytrans.cl. No es fácil sostener públicamente esta postura. Por
ejemplo, un psicólogo en San Diego, que antes era defensor de las cirugías y ayudó a muchas
personas a la transición, ahora ya no lo practica más. Tenía una página en la que ayudaba a las
personas que querían volver a su género original, pero lo agredían con tanta rabia y odio sus
opositores que ahora no se atreve, está temeroso y es muy difícil encontrarlo. Yo soy muy viejo
para estar asustado y para mí es una bendición poder ayudar; él es joven y sabemos que esto
ocurre. Sabemos del Dr. Miroslav Djordjevic, en Serbia, donde está siendo autoridad y tomando la
delantera en el proceso de volver al género original (detransition) a través de la cirugía llamada
faloplastía, para los hombres, que es la misma operación que usan para transformar mujeres en
hombre, ha reportado que en los últimos 6 meses ha visto más personas que nunca que quieren
volver a su género original. Estas son evidencias. Son prueba de que las personas avanzan en este
proceso y años después, como dijo el Dr. Ihlenfeld, sólo ven que el cambio fue un alivio temporal a
su problema.

Yo me sonrío porque mirando hacia atrás veo que todo lo que dijo el Dr. Ihlenfeld, sigue siendo
verdad hoy. Hasta el punto en donde dijo que la única manera de realmente ayudar a los que
padecen angustia por su género, era convirtiéndose en un doctor psiquiatra. Él sigue practicando.
Nada le hizo cambiar su opinión desde entonces. También puedo decirles, con mi propia vida, que
habiendo vuelto a ser hombre hace ya 25 años, han sido los únicos tiempos buenos para mí, tanto
psicológica como emocionalmente. Antes siempre estuve lidiando con algo, ya sea por el vestido
violeta, o mientras estuve viviendo la vida de un transgénero.

Hay un psiquiatra en la Universidad de Case Western a quien llamé por teléfono por un artículo
que escribió donde dice que “el transgenerismo es un contagio social y una ilusión de masas” y él
trabaja con este grupo de la población. Ha estudiado varios casos y descubrió que hasta el 80% de
la población estudiada tenían desórdenes comórbidos que debían ser tratados. También a mí me
llegan muchas historias de jóvenes que comenzaron con los cambios de género cuando eran
adolescentes y habían tenido una faloplastia o cualquier otro proceso quirúrgico para
transformarse en una niña. Uno de ellos que ahora está en los treinta, escribió esta carta
elocuente: “Me aprobó la cirugía de reasignación de género un médico muy prestigioso, que me
administró la terapia de hormonas, Después procedieron a hacer la cirugía. A pesar de ser
transgénero, yo seguía sufriendo por las cosas que me habían ocurrido en mi pasado. Mi médico
psiquiatra actual me ha ayudado a lidiar con esas cuestiones de mi pasado, y me dijo que yo no
deseaba más ser una persona transgénero”. Ahora él está volviendo a su género original.

Entonces, si lo que queremos es ayudar a las personas, lo primero que debemos hacer es mirar las
causas de los problemas y tratarlas. Se debe hacer tratamiento psicológico antes de que
mandemos a la persona a un procedimiento irreversible y que los puede llevar a ser parte del
grupo que comete suicidio en una tasa del 50%. Nos dan la noticias que quienes cometen suicidio
es por las presiones sociales que sufren como transgéneros. Yo puedo dar fe que en los Estados
Unidos si eres una persona transexual tienes más derechos civiles y más protecciones y que
cualquier otra persona en el país. Si ocurre cualquiera cosa a una persona transgénero y tú eres el
responsable, entonces estás en graves problemas. Yo viví esa vida y nunca experimenté las cosas
de las que les oigo hablar. Típicamente, cuando uno reconoce a alguien como un transgénero,
usualmente uno no hace nada. Excepto en Australia, cuando veías a un transgénero muy
interesante, te darías vuelta a admirarlo. Esto es hasta dónde llegaríamos al ver a un transgénero
en público. Pero hay algo aún más interesante. Cuando hablamos del término paragua
“transgénero” hoy en día, no nos referimos a una realidad médica o científicamente comprobada,
porque es sólo una idea. Las personas tienen la idea, ¡Oh, debo ser transgénero porque me visto
como mujer y soy hombre! Pero a eso se le da más validez que la realidad.

Las personas que se identifican o se llaman “drag queens” son los homosexuales que son las
“reinas de la fiesta”. Tienen pestañas y son bien fachosas, yo tengo un buen amigo personal
Michael que probablemente es una de esas personas, y a él le encanta mi trabajo, y les cuenta a
sus amigos para irritarlos. Lo he conocido por más de treinta años. Entonces tenemos a la “reina
de la fiesta” que no es un transgénero, aunque los LGBT los meten bajo el mismo paragua para
que parezca más grande esta población. Después tenemos a quienes definiríamos como los “cross
dressers” los que se visten como mujer y son hombres y viceversa. Este grupo está avergonzado
de que se viste así, a diferencia de las “reinas de la fiesta” que les gusta estar en público y lucirse.
Al “cross dresser” le gusta esconderse y no quieren que se sepa que se visten con ropas del género
opuesto y lo hacen por una gratificación sexual o emocional buscando algún tipo de alivio. Estos
son del espectro opuesto a las “reinas de la fiesta”. Después tenemos a las personas que les
llaman “travestis”. Ellos son los que harán todo lo posible para verse del género opuesto, sin tener
terapias de hormonas, y sin ningún tipo de ayuda. Se pondrán un vestido, se maquillarán y saldrán
en público y quizás se sentarán en un asiento en un hotel todos los días para que las admiren. No
les gusta que se sepa que son del género opuesto. Después tenemos la categoría de personas que
llamamos “autoginofilia” que se visten con ropa del género opuesto, generalmente hombres, no
necesariamente homosexuales porque pueden ser una mezcla entre homosexuales y
heterosexuales, que se visten en ropas del otro género, se ven lo más lindas posibles, y se
admiran en los espejos y esas personas que ven en los espejos, se transforman en los objetos de
sus afectos amorosos. En otras palabras, vestidos como mujer se enamoran de sí mismos y así
logran su gratificación sexual. Ninguno de éstos son transgéneros.

Los que se identifican como transgéneros son aquellos que rechazan su propio género porque
sufren desórdenes comórbidos y buscan su identidad en el otro género. Pero la razón por la que
se identifican como un grupo de transgéneros es por la negación a diagnosticar y a tratar, en los
Estados Unidos, estos desordenes comórbidos que causan los comportamientos de los
transgéneros. Así es que cuando pensamos en esto, debemos pensar en los transgéneros como
personas que están genuinamente heridas, que realmente se sienten como se sienten y mi
corazón está con ellos. Necesitamos compasión con ellos, necesitamos entenderlos mejor pero
también necesitamos tener un mejor diálogo para saber cómo poder ayudarlos mejor. Porque si
tenemos estas tasas tan altas de suicidio, de 40%, lo que estamos haciendo desde 1966, no está
funcionando. Si los niños que se están cambiando de género a la edad entre 12 y 24 están
tratando de suicidarse en una tasa de 50%, entonces, mis amigos, estamos fallando en ayudar a
nuestro jóvenes en el intento de encontrar una mejor manera para lidiar con sus angustias de
género tanto psicológica como emocionalmente. Por esta razón me encanta hablar de esto con
la verdad y les agradezco la oportunidad de estar con ustedes hoy.

*Heyer usa habitualmente el término “género” cuando lo propio sería sexo. Cuando una persona
busca modificar o mutilar sus órganos sexuales, lo que busca es negar su sexo original para
adoptar la apariencia sexual del sexo opuesto.

Vous aimerez peut-être aussi