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Los griegos de época clásica convierten este saber práctico del espacio en
una representación del espacio. Inventan -es decir, descubren- esta repre-
sentación del espacio terrestre. Crean una cultura que se distingue del simple
saber espacial, de carácter práctico, que podemos identificar en todas la so-
ciedades humanas, y sobre el cual se eleva la construcción intelectual de los
griegos. Ellos configuran el primer esfuerzo de representación del mundo, más
allá de la simple cultura práctica. Los griegos le dan un nombre: geografía.
Esta representación es una invención griega. Una más de las que sur-
gen en los siglos mágicos del pensamiento clásico, sobre la que se constru-
ye un cultura del espacio.
Convirtieron el universal saber del espacio en un saber sobre el espacio.
Los griegos descubren este objeto porque i maginan una representación de la
realidad, es decir, del entorno conocido, más allá de la percepción etnocén-
trica, para identificar y acotar este saber reflexivo sobre la Tierra como ob-
jeto. Ideaban y trataban de darle objeto y objetivos de acuerdo con las ne-
cesidades prácticas y exigencias sociales de la época en que se produce, a
partir del siglo iv antes de nuestra Era.
El esfuerzo por definir esta representación, por dotarle de contenidos
y perfiles, no produce una geografía en el sentido moderno del término. Los
griegos no crean una disciplina geográfica, ni establecen un perfil profesio-
nal relacionado con ella. No hacen geografía física, ni climatología, ni geo-
grafía urbana o geografía regional, como algunos autores pretenden, en un
ejercicio de notable anacronismo.
Los griegos tratan de dar forma, indagan y reflexionan sobre un con-
junto de fenómenos que atañen a la Tierra. Lo hacen desde perspectivas
muy diversas, en el marco de una eclosión intelectual admirable, caracteri-
zada por la curiosidad y por la aproximación metódica y racional al mun-
do de la experiencia, al conjunto del cosmos y a la Naturaleza. Es una nue-
va forma de relación con el mundo, con la naturaleza. Macrocosmos, es de-
cir el universo, y microcosmos, esto es el hombre y su entorno, forman par-
te de ese esfuerzo de representación del entorno.
En ese contexto intelectual, en ese mundo movido por la pasión de co-
nocer y caracterizado por la actitud crítica, por el método racional, por la se-
cularización del saber, adquiere sentido la definición de la geografía como re-
daría nombre a este campo del saber griego. Constaba de tres partes, una
la tierra); la segunda, Hypomnemata geographica (Memorias geográficas), que
En el mismo momento en que los rayos del sol llegaban al fondo del
una lectura directa del ángulo (Szabo y Maula, 1986).
cido y, sobre todo, el del imperio romano coetáneo. Dos criterios subyacen,
implícitos, en su trabajo: la identificación de los grandes marcos territoria-
les, por lo que prescinde de los menores, atendiendo a su ubicación y si-
tuación respecto del resto del Ecúmene. Y la caracterización de los mismos
de acuerdo con un cierto tipo de representación geográfica. Cuentan, tanto
elementos étnicos como económicos, políticos y físicos, de acuerdo con una
tradición asentada.
El proceso descriptivo o de análisis empleado muestra esta prioridad
concedida a la identificación y caracterización de los espacios territoriales.
Recurre para ello a criterios que tienen en cuenta, tanto la Naturaleza como
el grado de desarrollo de los pueblos o sociedades. Es un elemento esencial
para él, en la medida en que este componente ordenador humano compen-
sa ampliamente las posibles insuficiencias o rigores del espacio natural.
Una concepción que él mismo se encarga de resaltar en sus plantea-
mientos teóricos sobre la geografía: «Las partes que son frías y montañosas
son habitadas con dificultad debido a su naturaleza, pero cuando existen bue-
nos administradores, también se civilizan los lugares donde antes se vivía mal
y que eran presa de los ladrones.» Pondrá como ejemplo el de su país: «De
esta manera los griegos, aunque se establecieron sobre montes y rocas, sin em-
bargo vivían perfectamente debido a su previsión con respecto al gobierno, las
artes, y al conocimiento de todo lo que es necesario para vivir» (II, 5, 26).
Estrabón constituye el mejor exponente del esfuerzo intelectual por de-
finir este tipo de representación geográfica. Es el que mejor ilustra el trán-
sito del simple saber práctico sobre el espacio a la elaboración de una re-
presentación específica del espacio, a través del discurso. No sólo por el
contenido de su obra sino por el esfuerzo que realiza por delimitar dicha
representación. Quiere liberarla de las ataduras o dependencia de otras ra-
mas del saber, desde la astronomía a la geometría, que condicionaban el sig-
nificado de la geografía en los autores precedentes.
Por ambas vías, por la de la consideración de la Tierra como cuerpo
celeste y por la de una concepción del espacio terrestre como escenario de
la acción humana, los griegos construyen una elaborada representación
de la Tierra. Ésta aparece como una entidad o unidad, a la que otorgan ras-
gos y caracteres definitorios y descriptivos.
La geografía en el mundo antiguo fue, ante todo, una obra griega, in-
cluso en pleno período de dominio romano. Lo esencial de las aportaciones
geográficas corresponden con esta tradición griega. La obra de los autores
latinos no significa más que una recopilación de datos, cuya calidad va de-
creciendo. Pierden el carácter de aportación directa, al limitarse a recoger
informaciones de muy dispar cronología, al hacerlo sin criterio crítico. Se
pierde el carácter creador, como resaltaba Plinio el Viejo. Las noticias fide-
dignas se mezclan con las fantásticas y el rigor de la exposición, propio de
los autores griegos, es sustituido por la yuxtaposición informal.
La obra De situ orbis, de un autor reputado como geógrafo, caso de
Pomponio Mela (siglo i de la Era), no pasa de ser una enumeración de lu-
gares y tierras, con escaso orden y sin concepción o concepto que la sus-
tente. Su fama no se corresponde con la calidad de su obra, en la que in-
tervienen informaciones de épocas muy diversas, escasas sobre las tierras
conocidas, más abundantes sobre los bordes del Ecúmene, aunque de esca-
sa o nula fiabilidad. Mela acepta e incorpora leyendas sin discriminación
respecto de las informaciones fidedignas.
Plinio el Viejo, incorporado por muchos autores entre los geógrafos,
porque introduce, en su Historia Natural, informaciones sobre fenómenos
que hoy interesan a la geografía, es un simple recolector de datos. En su
obra, que responde al concepto de una enciclopedia, como el propio Plinio
resalta al enunciar su objetivo: reunir todo lo que corresponde a lo que los