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PROPUESTA DIDÁCTICA PARA LA LECTURA DE LAS CREACIONES

PICTÓRICAS
Pág 301-354
Nombres: Yuraima Lindarte y Julieth Olejua
Leonardo da Vinci, cuando diserta sobre las distintas materias y las jerarquiza, no
duda en situar a la pintura por encima de las demás. Más allá de esa referencia
histórica, sí hemos comprobado que se trata, dentro de las Bella Artes, de la que
más llega a la población, sobre la que se siente mayor atracción y conocimiento.
La comunicación y el dialogo entre la obra y el espectador no se producen y hasta
se renuncia al conocimiento y disfrute al que todos tenemos derecho. Más aún,
por falta de preparación muchas personas, incluso, se han inhibido de esta
contemplación. Para conseguirlo vamos a codificar una serie de elementos con los
que instrumentar al alumno o a quienes pretenden ese acercamiento, que les
permitan la comprensión de las creaciones pictóricas. Con ello podemos alcanzar
una serie de metas:
 Un acercamiento real y participativo al patrimonio histórico-artístico.
 Canalizar una serie de actividades relacionadas con el ocio y los
programas culturales.
 Convertir a las grandes manifestaciones pictóricas en núcleo y referente de
un aprendizaje interdisciplinar.
 Incrementar la formación individual. Con ella, además, se logra una
actualización, dando los índices de consumo existentes.
 Aumentar los niveles de conocimientos específicos.
 Despertar los niveles críticos con la interpretación de estas
manifestaciones.

Se han elaborado propuestas didácticas desde distintos ámbitos,


fundamentalmente desde los museos, a través del Departamento Pedagógico de
Acción Cultural (DEAC), y organismos similares, elaborando materiales que
permitan el acercamiento de la otra al público escolar. La propuesta que se
elaboró ha planteado cumplir dos funciones:
1) Que sirva de base para el aprendizaje guiado(tutelado)
2) Que lo posibilite la forma autónoma.
Definimos la pintura como aquella actividad intelectual y artística que permite la
presentación del mundo sensible, visible y/o interior. Es la capacidad que tiene el
hombre para plasmar su propio discurso estético, a través de unos medios y
técnicas que le son específicas. Con la definición se ponen en juego una serie de
variables que la caracterizan.
Aún partiendo de la misma época, las diferencias entre unas y otras obras pueden
ser notables y hasta antagónicas, pues cada autor tiene su propio discurso
artístico, al que concurren la elección temática y la capacidad para arbitrar los
elementos formales, con los que interpretar el tema, siendo determinantes la
fantasía y el nivel del creador. Además, los medios condicionan los resultados: no
tienen las mismas cualidades un óleo que un fresco, tampoco la disponibilidad ha
sido la misma, por lo que la ciencia y la técnica también se convierten en buenas
aliadas. No se puede pensar en la representación tridimensional antes de descubrí
la perspectiva, como tampoco en la yuxtaposición del color antes de conocer la
teoría científica de la descomposición de la luz. No es posible ubicar la puntura de
óleo antes del siglo XV, pues es cuando técnicamente se hace viable.
Vamos a partir de la consideración de la pintura como objeto de percepción y
conocimiento. En consecuencia, el postulado básico será dirigir y educar la
mirada, enseñarles a percibir los elementos que encierra. A partir de aquí habla
que completar la información y agregar contenidos, perro sobre este
planteamiento inicia e ineludible. Sensibilidad e instrumentación serán las dos vías
por las que circular hacia la comprensión de la creación artística, que es nuestro
objetivo.
La percepción es un proceso cognitivo pero inicial, que no lleva a la esencia de la
creación. Nuestra propuesta perceptiva es para guiar la visión hacia la
comprensión del objeto artístico. La enfocamos desde el punto de vista que
consiste en enseñar a ver, elaborando unas pautas que lo hagan posible. Sobre
esta base bien cimentada será posible llegar al siguiente nivel, es decir, a la
comprensión conceptual, que supone el análisis de formas e imágenes,
interpretación y comparación entre ellas, lo que indica ya una valoración estética.
Nuestro planteamiento es didáctico, es enseñar a ver, hemos codificado unas
pautas de observación que permitan iniciarse o iniciarles.
Saber ver no es simplemente mirar, sino que supone crear una metodología que
guie la observación y les permita adentrarse en la percepción de los elementos
que tienen frente a sí, los cuales ya están dispuestos según un orden interno que
es necesario descubrir. Las obras no guardan secretos, para adentrarse en ellas
sólo es necesario seguir un procedimiento y ejercitar unas prácticas, por lo que
todos podemos acceder a ellas.
Percibir y conocer una pintura supone abordar ese mundo elaborado donde los
elementos para ello queden ordenados según las relaciones que establece el
autor, amparándose en los medos de su lenguaje especifico. La comprensión de
ese lenguaje ayuda a descubrir lo que encierra, al desciframiento de la misma. Por
ello hay que dirigir la mirada sobre el esquema compositivo, observa hacia donde
conducen las líneas de fuerza, valorar las formas, reconocer las texturas,
diferenciar el núcleo de interés principal, apreciar el tipo de iluminación, la
entonación de la obra y los múltiples resortes del colorido.
En sentido estricto, procedimiento es el sistema electo del pintor con el que
ejecuta su obra, mientras que la técnica es el empleo que hace cada autor en la
misma.
El soporte es la base sobre la que e plasma la creación artística, puede ser de
naturaleza muy variada: pared, tela, madera, papel, cartón, planchas de metal,
cristal, etc. La pintura puede clasificarse por los soportes o por los procedimientos
empleados.
El primer soporte que utiliza el hombre es la pared. Las punturas prehistóricas se
realizan en el interior y exterior de las cuevas. Las culturas de la antigüedad, así
como las del mundo medieval, utilizan el paramento como base electa. Es a partir
del siglo XV cuando la pintura comienza a emanciparse del muro. Aparecen los
cuadros, inicialmente sobre tabla, que se irá sustituyendo por tela en los formatos
de mayores dimensiones. Con anterioridad es posible ver pinturas sobre otros
medios (pergamino, papel o marfil), pero de manera esporádica. Con el paso del
tiempo el lienzo será el soporte más habitual en la pintura moderna, determinando
su hegemonía una serie de factores tales como la elección del tamaño, su
ligereza, la facilidad para enrollarlo y de transporte.
En el proceso pictórico propiamente dicho existen unas secuencias. La inicial es la
más ardua y consiste en preparar el boceto donde se plasma la visión global de la
obra. Después se elabora en cartón, representación detallada de una parte y, por
último, a partir de del dibujo del fragmento a representar se realiza el calco que se
proyecta en la pared, recién preparada, mediante el estarcido y la sinopia. A partir
de aquí se pinta aplicando el color.
El color es el elemento esencial de la puntura que, unido al dibujo le da unidad
indeleble. A pesar de esa paridad, él la caracteriza, sin color no hay pintura, le es
consustancial. Se debe a Newton el descubrimiento científico del color y su
consiguiente metodización, quien ya en su Óptica lo presenta como el resultado de
la descomposición de la luz solar. El prisma de cristal interpuesto entre el rayo de
sol y una superficie blanca de la irisación, en la cual Newton contó seis colores y
añadió el añil. Así, en número de siete hemos aprendido a contar los colores del
arcoíris.
Muchas clasificaciones se han hecho sobre el color, según los autores y fines.
Nosotros recogemos aquella que afecta a su naturaleza y en función a esta se
dividen en primarios y binarios. Los primarios son el rojo, azul y amarillo y se
conocen por colores base o esenciales. No pueden obtenerse de otro y de allí se
derivan los demás. Los binarios o secundarios, también llamados
complementarios, serán el resultado de la fusión de dos primarios. Éstos son:
violeta, verde y naranja. A partir de aquí la clasificación puede aumentar con
terciarios, cuaternarios.
La luz, en sentido físico, es la cualidad que permite la existencia del color. Cuando
hablamos de ella en una obra nos referimos a cómo se proyectan sus efectos
sobre las figuras u objetos representados, pues lo que hace el artista es
plasmarlos con la iluminación que tienen. Así queda transferida al cuadro,
creando unos efectos que variarán según su origen, lo que nos permite hablar de
luz natural, cuando procede del astro solar o lunar (nocturnos), y la artificial en las
demás ocasiones. Lo más frecuente es que la luz sea natural y el foco emisor no
aparezca en la escena, solo sus efectos, donde en su consecuencia una
irradiación blanca y luminosa.
Según la distribución, la luz podrá ser difusa o focal. La primera lo envuelve todo a
la vez que lo unifica y las sombras son muy suaves. En cambio, la focal procede
de un núcleo muy concreto y provocará grandes contrastes de luz y sombras.
La perspectiva es la regla matemática que permite la representación del mundo
sensible. Si miramos a nuestro alrededor, el espacio es el nexo que os vincula,
marca las distancias. Todas las personas o elementos tenemos tres dimensiones y
ocupamos un lugar en el espacio.
La pintura sobre cualquier soporte, sólo cuenta con dos dimensiones, creando una
tercera de manera ilusoria, no es real pero parece como tal. Esto se consigue de
manera científica mediante la perspectiva, aunque hay otros procedimientos que la
disimulan sin ser exactos.
La palabra perspectiva significa “mirar a través de”. Podríamos definirla como la
intersección por un plano perpendicular al eje del cono visual siendo el vértice de
nuestro ojo, que permanezca inmóvil. Estas son limitaciones del sistema, pues en
la visión real utilizamos los dos, son móviles y la superficie y la superficie es curva.
Lo más que podemos decir es que los contrastes de claro y oscuro estarán en los
primeros términos, mientras que los tonos medios se van al fondo.
La regla perspectiva más elemental y básica de la que hay que partir es que todas
las paralelas perpendiculares al cuadro o líneas ortogonales, al separarse de la
vista por la distancia, conduce a un punto de vista común o punto de fuga, en el
cual se encuentra la línea de horizonte. Lo normal es que este a la altura de la
vista cuando lo contemplamos. Pero en ocasiones se eleva y queda por encima de
nuestra visión es decir, “vista de pájaro”. Cuando por el contrario queda bajo,
también denominado “a vista de rana”, sirve para realizar la figuración,
aumentando la impresión de altura y magnificencia.
La proporción es la correspondencia de unas partes con el todo o de ellas entre
sí. Fueron los griegos quienes avanzaron los logros en las relaciones armónicas,
convertidas en uno de los fundamentos para alcanzar una obra bella.
Su conceptualización teórica parte de la antigüedad y casi queda definida por
Vitrubio, quien afirma que para un todo dividido en partes desiguales fuera bello
era preciso que existiese entre parte menor y mayor la misma relación que entre
esta esta y el total.
La regla aurea es considerada la más armónica y exacta. Tiene su modelo en
proporción F. la proporción desde el punto de vista del conjunto como ley interna
ordenadora, quisiéramos puntualizar, de forma particular, la función desempeñada
por la figura humana, queremos resaltar que ello va implícito un sistema de
proporciones que conocemos como canon.
En el renacimiento, desde Alberti a Leonardo, Durero, Holbein y tantos otros,
centraron su atención en la proporcionalidad. Licencias en su uso se tomaron en la
plástica románica, pues se olvidaron en sus postulados del natural. Los
manieristas alargan las figuras hasta 12 veces o más el canon establecido. El
greco puede ser un buen ejemplo e, igualmente, las vanguardias del siglo XX.
El movimiento es la capacidad para dinamizar los elementos de una composición.
En función del mismo, las obras nos transmiten la sensación de quietud o de
animación. Las figuras o los elementos quedaran estáticos o con un movimiento
contenido, en unas ocasiones. Otras aparecen mostrando gran movilidad, según
los conceptos apócales y la necesidad del tema.
La movilidad es una ilusión óptica que permite dinamizar la escena. La propia
posición de las figuras y la disposición de sus anatomías. La adicción de
elementos antagónicos a la dirección del movimiento lo propicia y refuerza.
Disponer las formas en sentido contrario a la movilidad natural de la visión lo
posibilita y potencia. La naturaleza de las propias líneas lo condiciona. Mientras
que la curva es dinamizadora, la recta, en sentido vertical, impone estatismo,
puede llegar a frenarlo. Las formas y colores están al servicio de un contenido, son
el vehículo del que se vale el artista y corre el riego de desviarse por el argumento
y no por la pintura, por lo que hay voces que reclaman que no se convierta en
crónica. La figurativa abre un amplio campo en el que tendrán cabida la religiosa,
mitológica, secular y alegórica.
Dentro de la iconografía cristiana, según se ha desarrollado en el tiempo han
prevalecido unos temas sobre otros. En un principio nació con un marcado
carácter simbólico, de ahí las imágenes de pan, pez, uvas, delfines, ancora y
crismón.
Durante la edad media, sobre todo el alta, son las escenas del pantocrátor, juicio
final, apostolado que predominan, introduciéndose lentamente el tema mariano y
de los santos.
Desde el siglo XV y con el renacimiento asistimos a una sistematización de temas
géneros, dejando sentadas las bases para su desarrollo posterior. Las escenas
bíblicas son representadas con personajes apócales y gana cada vez el tono
áulico. Una cultura antropocéntrica versa sobre el hombre y la reproducción de su
figura es un símbolo de reafirmación personal.
Fruto de la contrarreforma la cultura artística posterior va a potenciar la temática
religiosa, que convivirá con otras nuevas formulaciones, pero resaltando la carga
emocionalista y los valores sentimentales. El retrato será uno de los géneros que
tengan asegurada su vigencia, tanto a título individual como de grupo.
El paisaje comienza balbuceante en el renacimiento. Inicialmente como fondo
pictórico, referencia perspectiva, y simbólico de una naturaleza que acoge todas
las cosas, adquiriendo especial importancia y hasta autonomía propia con
Giorgione. Sin embargo, a lo largo del siglo XVlll se institucionalizara como un
género que tendrá grandes consecuencias.
Los cambios sustanciales del siglo XX no son de género sino de alumbramiento de
nuevas estéticas. La pintura religiosa perdió su lugar de privilegio y apenas lo
encontraremos, lo que no impide que Dalí la centre. La pintura de la vanguardia ha
puesto un corte radical con los postulados anteriores.
El lenguaje de la vanguardia nace como alternativa al sistema figurativo
tradicional. Lleva implícito el rechazo a una cultura de clase, pero en el proceso
fue asimilada por aquella contra la que se constituyó.
Debe entenderse como el intento metodológico para dirigir la observación del
alumno, a través de las cuales podrá adentrarse en la percepción de kis elementos
que tiene frente a si.

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