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¿Imagen o Palabra?

No cabe dudas que estamos viviendo en la “sociedad de la imagen”. Nuestra


vida transcurre entre el vértigo del trabajo, la falta de tiempo, el tráfico, las
soluciones en línea; y a partir de aquí, se encadena un largo número de etcéteras.
Donde quiera que vayamos, la imagen nos persigue. La forma más común en
la que nuestro ojo capta la imagen es la publicidad. Nos levantamos, vamos al
trabajo y los carteles se van sucediendo uno tras otro. La imagen es lo que cuenta,
no tenemos tiempo para nada más que captar esa imagen. Va a depender de esos
pocos segundos y del poder de la imagen que capte nuestro ojo, si compraremos o
no más tarde ese servicio o bien. La tarea de los publicistas, entonces, es
complicada: hacerle justicia a la frase “Una imagen vale más que mil palabras”.
¿Pero, es esta tarea suficiente? ¿Es realmente suficiente con encontrar ESA imagen
ideal? ¿O siempre debemos acompañarla con unas palabras?
Según el Diccionario de la Real Academia Española, una imagen es una
representación viva y sugestiva de personas y objetos de manera mental. La
palabra, por su parte, está definida como una representación gráfica y/o sonora para
designar cosas e ideas. Ya de estas dos definiciones podemos presuponer que la
palabra escrita en principio es una consecución en cadena de imágenes creadas por
el hombre para representar los sonidos que anteriormente ya habían establecido
para designar las cosas, personas e ideas mentales que tenían de todo lo que existe.
Remontémonos a tiempos ancestrales, donde la escritura y el lenguaje no
existían. El hombre solo vivía de las imágenes y gestualidades para comunicarse.
Poco a poco, el hombre creó su grupo de gente, y la comunidad surgió como
contención social y psicológica del ser humano. Esa comunidad, regida por
determinadas costumbres que ellos mismos habían establecido, comienzan a llamar
a las mismas cosas de la misma manera siempre. El sonido, que Ud. lector puede
imaginar como quiera, era ESE sonido siempre. Así, entonces, surge el código sonoro
de esa determinada cosa. Y así, fue sucediendo con todas las cosas. Algunos sonidos
se repetían. De la repetición de partes de esos sonidos, surge la codificación gráfica.
Ahora, podemos combinar varios sonidos representándolos gráficamente. Si un
extraño viajante se acoplaba a la comunidad, se le enseñaban los sonidos
correspondientes a esas representaciones gráficas, y algunas palabras comunes (las
que la comunidad más utilizara) y el extranjero ya podría aprender el lenguaje de
esa comunidad.
Desde el principio de nuestra historia humana, sonido, imagen y palabra
(como representación de ambas) van de la mano.
El comienzo de la historia humana estaba basado en el sonido. Las historias
se transmitían de forma oral, de una comunidad a otra. Los niños se volvían adultos
escuchando las enseñanzas de sus padres y los hombres más ancianos (considerados
sabios) de su comuna. El aprendizaje se asimilaba de forma oral. El intercambio de
cultura (mucho más lento, pero no menos hipnotizante) se realizaba de la misma
manera. Los peregrinos y viajantes eran los que llevaban las grandes historias, que
se contaban a voz alzada alrededor del fogón.
Poco a poco, con la evolución de los transportes marinos y luego terrestres, el
intercambio cultural se hizo más fluido. Esta evolución humana necesaria y
obligatoriamente impulsó el incremento en la comunicación entre las distintas
culturas. No hace falta aclarar que las diferencias de cada lenguaje era lo que les
dificultaría esa comunicación. Ante la necesidad de propagar las ideas y llegar a más
gente cada vez, surge la imprenta. Escritores y eruditos de todo el mundo se
comunicaban a través de la palabra escrita. La imagen fotográfica quedaba todavía
relegada a la imaginación. Otra vez la evolución del transporte y de la ciencia
cambiarían el rumbo de la comunicación oral y escrita. El mundo, cada vez más
intercomunicado, se ve sorprendido por el nacimiento de la fotografía. Desde ese
momento, hasta el día de hoy, todo fue evolución gráfica. Pero nunca dejó de estar
acompañada de la palabra escrita.
Hoy en día tenemos a la imagen gráfica dominando en varios aspectos:
fotografía (ahora digitalizada), cine y películas de alta calidad y sonido,
reproductores de video, grabadoras de video, la informática, la publicidad en casi
todas sus dimensiones, los teléfonos celulares y hasta el propio ser humano
adaptándose a un modelo de imagen que debe seguir.
Se dice que nuestros hijos hoy han dejado de leer. Que la lectura, lugar
donde la palabra escrita juega su papel preponderante, se está extinguiendo poco a
poco. En parte, es real que las generaciones más jóvenes ya no pasan largas horas
sentados leyendo un libro. Que la televisión, los video juegos e Internet los
mantienen ocupados durante gran parte de su tiempo libre. Los adultos decimos esto
y en nuestro tono de voz damos señales de que nuestros hijos no se educan. Esto no
es cierto, la imagen es mucho más eficaz para educar en tiempos rápidos como los
que estamos viviendo. Los más chicos prefieren estudiar historia desde un
documental televisivo, que leyendo los manuales de la escuela. Prefieren investigar
en Internet para resolver sus trabajos prácticos de geografía, que leer Enciclopedias
Visuales tratando el mismo tema. Pero no sólo están mirando imágenes. También
están leyendo. Simplemente somos nosotros, los adultos, los que debemos
evolucionar con ellos y usar estas herramientas para ayudarlos a educarse.
Los adultos leemos igual o más que antes. Es cierto, quizás no leemos la
misma cantidad de libros escritos. Pero la realidad estadística nos dice que los libros
en español que han sido editados en el año 2.000 fueron 47.757; para el año 2009 la
cantidad ascendía a 74.603 libros. Los libros digitales editados en el año 2.000 con
registro ISBN eran 2.665; en el año 2009 ascendían a 11.715.
La sociedad avanza tanto hacia la conquista de la imagen como de la palabra
escrita; ambas entendidas como la misma cosa, sin olvidar que por definición el
lenguaje escrito es una concatenación de imágenes gráficas representando sonidos
que, a su vez, representan todo lo que el ser humano ve como existente.
La evolución tecnológica va de la mano, apoyando pero también impulsando
esta conquista. La creación de blogs, foros, páginas y sitios web de información,
sitios de reproducción de video, sitios donde se comparten imágenes y fotos como
recurso… todo esto apoyando a esta evolución, demostrando que la comunicación es
global y rápida, el tiempo de integración de las culturas se mide en segundos. La
imagen gráfica ayuda a la rapidez de estas comunicaciones. Es más fácil sacarle una
foto a nuestro hijo recién nacido con nuestro celular y enviárselo a todos nuestros
seres queridos al instante, que llamar por teléfono y describir cuán bello es.
Pero esto no implica la muerte de la oralidad o de la escritura. Sino que
dichos recursos se utilicen cuando deben ser utilizados. Enviamos mensajes de texto
y escribimos. Miramos la televisión y escuchamos. Vemos una película extranjera y
leemos. La publicidad televisiva y gráfica siempre se apoya en la palabra escrita.
Siempre. Es la única forma que tiene la imagen de provocar no solo impacto, sino
decisión en el receptor.
La imagen es el ícono que atraviesa nuestro cerebro y nos alerta. La palabra
se adentra en nuestra mente y despierta nuestro razonamiento. A partir de allí,
creamos nuestros propios pensamientos, y analizamos nuestros propios
sentimientos, todos ellos surgidos de esa palabra y esa imagen.
Este es el siglo que nos ha tocado vivir. El siglo de los medios audiovisuales,
del dominio de la televisión y la utilización del ordenador, la comunicación a través
del correo electrónico y la información abierta al mundo entero en Internet. Ya no
escribimos cartas escritas, en cambio, escribimos miles de correos electrónicos al
año. No nos comunicamos lentamente, lo hacemos a alta velocidad. No hablamos por
teléfono, nos hablamos escribiendo en una pantalla de chat o enviamos mensajes
SMS de texto.
Viajamos y mostramos nuestras fotos en Facebook o las enviamos por correo
electrónico, pero también mientras las mostramos contamos o escribimos lo que nos
estaba sucediendo.
La palabra no está perdiendo fuerza, sino todo lo contrario. La palabra es una
imagen más, y éste es el siglo de la imagen, o quizás siempre fue la imagen el
dominio de todo. Después de todo, nuestro primer lenguaje nació de las imágenes
que el hombre prehistórico tenía en su cerebro y quiso representar.

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