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c. Refinación o procesamiento
Es la actividad principal en la industria, donde se refinan o procesan los
hidrocarburos (petróleo o LGN) para producir bienes de alto valor comercial como
gasolinas, diésel y gas licuado de petróleo (GLP), entre otros. El procesamiento de
los LGN que se realiza en las plantas de fraccionamiento consiste en obtener GLP,
gasolina natural y otros compuestos. Por lo tanto, la etapa de refinación o
procesamiento elabora múltiples productos. Las refinerías o plantas de
fraccionamiento ubican sus instalaciones cerca de los centros de abastecimiento
para las zonas de consumo o de los yacimientos para reducir precios de transporte.
Los costos de operación son subaditivos, en tanto poseen economías de escala
asociadas a sus capacidades. Asimismo, exhiben economías de ámbito, pues es
más barato producir todos los derivados de hidrocarburos en una misma refinería o
planta. En ese sentido, la refinación tiene características de monopolio natural, al
menos regional, por lo que la estructura de mercado incluye la presencia de muy
pocas empresas, especialmente si el mercado que atiende es pequeño. La inversión
y costos de instalación necesarios para construir una refinería son mayormente
irrecuperables o hundidos y constituyen un costo de entrada. La integración vertical
se observa, principalmente, cuando la empresa operadora de una refinería
construye sus propias instalaciones de almacenamiento y despacho; mientras que
la horizontal, cuando adquiere la refinadora que atiende a un mercado cercano.
(Osinergmin, 2015)
Figura 2. Diagrama de proceso de refinación del petróleo
d. Almacenamiento y despacho
Esta etapa la conforman los terminales y plantas que cuentan con tanques, ductos
y equipos de bombeo, instalaciones que tienen economías de escala por volumen
y constituyen costos hundidos al tener características específicas, parte de un costo
de entrada, pero en menor medida que en refinación o transporte. (Osinergmin,
2015)
e. Comercialización mayorista y minorista
Consiste en el transporte de los combustibles desde la refinería o planta de
fraccionamiento por camiones cisterna, buques tanque o ductos a los terminales de
almacenamiento mayorista y luego a los centros minoristas para la venta al
consumidor final (estaciones de servicio, grifos, gasocentros, etc.). Existen
economías de escala en la capacidad de almacenamiento, pero no son significativas
pues el tamaño mínimo eficiente es chico con respecto al del mercado. En otras
palabras, el mercado puede ser atendido por muchas empresas (en algunos casos
existe atomización de la oferta minorista). No obstante, puede permitir ahorrar
costos operativos al obtener transporte desde los terminales con fletes más
pequeños y de menor frecuencia. Las inversiones necesarias para dedicarse a estas
actividades son pequeñas (camiones cisterna, almacenamiento) en comparación
con las de etapas anteriores. Actualmente, los mayores costos a la entrada en la
comercialización minorista se originan por la necesidad de realizar más gastos en
publicidad e inversión para brindar mayores servicios (tiendas, cajeros, más
surtidores), estrategias de diferenciación de producto (aditivos) y cumplir con la
normativa de seguridad y ambiental. (Osinergmin, 2015)
1.2. LA DEMANDA
La demanda de hidrocarburos del consumidor final se caracteriza por ser derivada,
es decir, se origina de la demanda de otros bienes y servicios finales (transporte,
calefacción, cocción, iluminación, etc.) o de los procesos de producción en el caso
de empresas que usan combustibles como insumo. (Osinergmin, 2015)
Esta característica de los otros bienes incide en la reacción de la demanda de
combustible ante variaciones de su precio a corto y largo plazo. A corto plazo, los
bienes de larga vida, como los autos o la maquinaria en una industria, no son
reemplazables fácilmente. Ante una variación de los precios de los combustibles, el
consumidor o empresario solo puede cambiar la frecuencia de uso del bien
mediante el cual se utiliza el combustible como insumo (por ejemplo, el auto o la
maquinaria). A largo plazo, en cambio, el consumidor puede comprar un auto más
eficiente o que use otro combustible o cambiarse de lugar de residencia, entre otros,
y el empresario puede comprar una nueva maquinaria más eficiente o modificar su
tecnología de producción. Es decir, a largo plazo el usuario final tiene más opciones
de respuesta (ver figura 3). (Osinergmin, 2015)
Figura 3. Reacción de la demanda de combustibles a corto y largo plazo ante
cambios en el precio