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Danza primal e interacciones primordiales (1).

Confianza
básica
“Difícilmente nos comportaremos de una manera distinta como sistema si no impactamos en la
calidad de la atención de las personas” (link)

Nos juntamos hace unas tres semanas para ponernos a la obra. Las organizadoras acertaron con
el espacio: el tatami del polideportivo de la universidad. No éramos muchas. Una docena de
mujeres (yo como único representante masculino) intrigadas por lo descrito en los objetivos de la
acción formativa sobre el rol del profesor facilitador. Rezaban así:

 Acercar a las personas al fenómeno de las capacidades básicas, vivirlo a través de la experiencia
 Tomar conciencia de la propia presencia corporal y su influencia en las relaciones interpersonales
 Reflexionar acerca de la propia acción en el aula y puesto de trabajo desde el punto de vista de las
capacidades básicas.

Suficiente para que me picara la curiosidad. Tras finalizar la primera sesión del taller, y a lo largo
de este semestre, intentaré ir recogiendo en el blog un esbozo sobre cada uno de estos
encuentros.

“Lo primero que hacemos al emerger en este mundo es inhalar. Lo último es exhalar. Cada
inhalación y cada exhalación constituyen una pequeña metáfora de que podemos morir y renacer
en cada momento. ¿Qué nos queda entre cada suspiro? ¿Entre cada respiración? El instante
presente, el aquí y el ahora, nuestra única realidad.”. Daniel Taroppio

El modelo en que se basa el taller es el de las Interacciones Primordiales, desarrollado por el


psicólogo Daniel Taroppio, quien viene trabajando los vínculos y las relaciones profundas entre las
personas y cómo éstas influyen en el devenir y el desarrollo de las propias personas, los equipos y
las organizaciones. Parte de una sentencia básica: allá donde existan organizaciones
encontraremos dinámicas relacionales que pueden generar conflictos, sufrimiento y muerte
o crecimiento, realización personal y vida. El modelo trata de impulsar la resolución de estos
conflictos favoreciendo una transformación personal, profesional y organizacional. Mediante
ejercicios prácticos y vivenciales (en tres planos: lingüístico, corporal y meditativo) y con un
enfoque holístico y sistémico se busca actuar sobre la totalidad integrada de cuerpo / mente con el
objetivo de entrar en contacto con una realidad interior, una sabiduría y amor que se
expresen con toda su magnitud y belleza.

Un concepto clave: Vibración. Somos organismos conectados con tierra y universo. Seres
cósmicos; ¡energía! Los movimientos primordiales, y las dinámicas que se generan en el taller
(música, respiración, voz, contacto e interacciones entre las participantes) tratan de remover
bloqueos y disociaciones artificiales de nuestra identidad. Dado que todos/as en origen somos
perfectos, ¡volvamos a recuperar la esencia! Nuestra forma de movernos, nuestros gestos, nuestra
respiración o la energía que proyectamos a nuestro alrededor, impacta e influye en los otros.
Taroppio propone un itinerario para que estos impactos de transformación sean más
conscientes, positivos y duraderos.

En el trayecto, la primera de las capacidades que elaboramos es la de la confianza básica. La


capacidad que nos impulsa a abandonar las certezas, a soltarnos ante la incertidumbre y el
misterio, a minimizar nuestro ego disfuncional trabajando nuestra identidad, nuestros límites,
nuestra asertividad, nuestras sombras, el reconocimiento de nuestras necesidades, lo que
queremos y no queremos, nuestras potencialidades y limitaciones… en definitiva, la construcción
de la personalidad desde un ego funcional y sano. Activar estas capacidades requiere escarbar
a un nivel de profundidad en el que se encuentran grabados mensajes disociados en la polaridad
de temor / violencia, rabia / ira, compasión y culpa. Liga con la forma en la que se manejaba la
agresividad y el miedo en nuestra familia, el bloqueo de la sensibilidad y la elaboración de dichos
impulsos desde una edad muy temprana. El déficit de confianza básica se muestra en forma de
inseguridades, excesivo temor, angustia crónica, preocupación patológica por el futuro,
inestabilidad, dificultades para poner límites… generando egos disfuncionales y estructuras de
personalidad seudo.

La confianza básica no es algo mágico. No brinda ningún tipo de certeza sobre el futuro, sino
que facilita que dejemos de exigir y de buscar garantías. No elimina el dolor, pero nos ayuda a
abandonar la infantil necesidad de controlar la vida, a renunciar a las supuestas seguridades y a
entregarnos al aquí y al ahora. En definitiva, nos ubica en un lugar mejor para afrontar el viaje.

Para trabajar la confianza nos centramos en el centro energético Bajo (perineo), desde donde nos
conectamos a la base / tierra. Sostiene el funcionamiento del resto de órganos y sistemas del
cuerpo. Es nuestra sede de energía primaria más básica. El puente entre nosotros y el planeta,
entre la energía personal y lo transpersonal.

La herramienta fundamental en esta sesión es el ritmo, la expresión musical más básica y


primitiva, las danzas africanas o indio americanas. Trabajamos desde la danza y la percusión, el
ritmo y el pulso, que nos ayudan a bajar y sostenernos firmes en tierra. Nos enseñan cómo el ritmo
se torna fuente de fuerza original de autoconfianza, autoafirmación, confianza en nuestros
procesos biológicos, energía. Golpes en el suelo, asentados con las rodillas semiflexionadas, el
equilibrio y la solidez desde el tronco pero sin tensionar el cuerpo. Con brazos que marcan nuestro
espacio personal, enérgicos, definiendo nuestros límites y territorio. De aquí no pasan. La mirada
es intensa y nuestra actitud es de vitalidad, de alerta y defensa ante las adversidades, listas para
defender lo nuestro. Las posturas y movimientos afianzan y asientan la personalidad, crece la
experiencia de sentir que la vida está aquí para brindarnos oportunidades, que debemos tomarlas
desde nuestro propio equilibrio y centramiento, que debemos identificar y respetar los límites, que
no tenemos nada que temer. Que somos dueños y dueñas.

En la sesión caminamos, respiramos, atacamos y nos defendemos, bailamos con los ojos abiertos,
con los ojos cerrados, nos reconocemos, nos abrazamos, nos acariciamos, nos abrimos al de
enfrente con el objetivo de explorar más adentro. Alcanzamos una especie de comunión entre las
doce presentes. Curiosamente, en un espacio de tres horas elaboramos dinámicas que
probablemente nunca lleguemos a experimentar en un entorno laboral y quizás en contadas
ocasiones en entornos familiares.

“Aquello que somos, nuestra intimidad más profunda, nuestro ser, no tiene nada que temer. Lo
más sagrado de nosotros está fuera de las contingencias del tiempo y del espacio. No tenemos
ser, pues todo lo que tenemos puede desaparecer en un instante”. Daniel Taroppio.

La confianza básica es la tranquilidad, la prosperidad, la riqueza de quien no le teme al


futuro.

(*) Vida. cc desde el flickr de @inthepotter’shands / Confianza. cc desde el flickr de @adrianruiz

(**) La base de lo contenido en esta serie de textos se basan en “El Vínculo Primordial” de Daniel
Taroppio así como en lo acontecido en el taller liderado por Elena Quevedo y Piedad Arbaiza en la
Universidad de Deusto.
Danza primal e interacciones primordiales (2). Capacidad
de gozo
Enmarcado en la formación sobre las capacidades básicas del Profesor Facilitador que impulsa el
área de Innovación Docente de Deusto, hace unas semanas comenzamos una serie de posts
acerca del modelo de las Interacciones Primordiales de Daniel Taroppio (*), quien mediante
ejercicios vivenciales (energía, música, respiración, etc.) propone un enfoque holístico que
favorezca el crecimiento personal y la transformación de las organizaciones.

 Post 1. Confianza básica

En el fértil terreno de la Confianza Básica, el gozo florece con absoluta naturalidad, es su


consecuencia necesaria. Comenzamos a percibir que nuestra existencia no es un problema a
resolver sino un juego que disfrutar.

La segunda escala de este viaje es la capacidad de gozo, entendida como la erotización de la


vida, el disfrute, el aspecto lúdico de nuestra existencia, en contraposición con el fantasma de
la maldad original, el recelo y la desconfianza. Afirma Taroppio que “el mundo es un jardín. Salvaje,
sí. Impredecible. E incluye la experiencia del dolor. Pero es un jardín maravilloso”.

La vida es un flujo que se autorregula entre el sentir / hacer: la satisfacción del construir, la
vitalidad de las destrezas, las habilidades, la inteligencia creativa, el arte, el componer una canción,
el disfrute del sentir, la relajación, la respiración, los aromas, los sabores. Sin embargo, muchas
experiencias tempranas bloquean estas potencialidades y empujan al niño al desequilibrio
(disociación entre lo motriz -hacer- y lo cenestésico -sentir-; “¡no se llora!” “¿por qué te
tocas?”). Comienzan a emerger estados que bloquean la capacidad de gozo. Desde la violencia
/ temor acabamos inmersos, por ejemplo, en una vida de hacer compulsivo: ¿cuántas nos vemos
reconocidas en este hacer sin freno? Un psicoanalista me dijo hace poco que “tomaba notas y más
notas para no sentir”. En definitiva, un hacer que bloquea el sentir, el pensar, el disfrute, la
creatividad, y a la larga, el ser. También disociamos la represión, el castigo, el deseo compulsivo
que nos traslada al futuro: “Nunca se desea lo que se tiene. Lo que se tiene se goza”. Acabamos
en una espiral promiscua, de descuido personal, de invasión del otro. ¿No acabamos siempre
viviendo desde lo que no tenemos? ¿No nos ausentamos del presente?

La herramienta fundamental en esta sesión es el trabajo con el centro pélvico, ligado al


impulso, el dinamismo, el movimiento, el entusiasmo. La sexualidad desde el juego, el
enriquecimiento personal y afectivo, el disfrute y la alegría. “El objetivo es liberar la musculatura
pélvica, lumbar e inguinal, a fin de soltar la región genital (…) a través de movimientos
cadenciosos, fluidos, ondulantes y sexuales” (danzas caribeñas, brasileras, árabes, orientales) Los
bloqueos de este movimiento se materializan en corazas musculares que acaban afectando a la
sexualidad y a toda la personalidad. El objetivo es recuperar la memoria del disfrute. Quien se
enoja con su sensualidad no puede deleitarse en su disfrute. Se hace evidente una rigidez corporal
y mental que afecta a otros ámbitos de la vida. Aparecen conductas que ligan con la envidia, la
exclusión, las conductas agresivas hacia los otros. Desembocan en la vergüenza, la inhibición y el
aislamiento, la falta de vitalidad e incluso aspectos violentos como la promiscuidad o incluso las
violaciones. Por no hablar de síntomas a nivel físico (dolores, contracturas, hernias de disco…)

La capacidad de gozo busca estimular y sanar la sensualidad y la sexualidad para influir en


todos los aspectos de la vida; reconectarnos con la alegría de vivir, la belleza, la pasión, la
celebración, el contacto, el vínculo, el cuidado, la empatía con los otros. Florece un nuevo mundo
de posibilidades que facilita que los demás conecten con su alegría interior. Personas, en
definitiva, un poquito más vivas.

(*) La base de lo contenido en esta serie de textos se basan en “El Vínculo Primordial” de Daniel
Taroppio así como en lo acontecido en el taller liderado por Elena Quevedo y Piedad Arbaiza en la
Universidad de Deusto.

primal e interacciones primordiales (3). Capacidad emotiva


y poder personal
Enmarcado en la formación sobre las capacidades básicas del Profesor Facilitador que impulsa el
área de Innovación Docente de Deusto, hace unas semanas comenzamos una serie de posts
acerca del modelo de las Interacciones Primordiales de Daniel Taroppio (*), quien mediante
ejercicios vivenciales (energía, música, respiración, etc.) propone un enfoque holístico que
favorezca el crecimiento personal y la transformación de las organizaciones.

 Post 1. Confianza básica


 Post 2. Capacidad de gozo

Me costó poner en orden mis ideas tras la tercera sesión del curso. No me sentaba a escribir. Leía,
releía, volvía a comentar con las formadoras el enfoque de la sesión… Pensé que si no me había
puesto a transcribir y plasmar por escrito lo que me había generado la sesión (¡realizada en
diciembre!) era por algo… sin duda me podía estar regalando algunas pistas sobre mis recovecos,
mis dificultades…

Durante las tres horas que duró la sesión nos centramos en trabajar las emociones, que en
esencia, según Taroppio, son impulsos a la acción que nos activan determinados
comportamientos y nos mueven hacia algo o a alejarnos de algo. En el mundo adulto, entre el
impulso y la acción se dice que existe la denominada capacidad reflexiva (que trata de analizar y
evaluar consecuencias y tomar así una decisión consciente), pero que nunca llegará a conseguir
que nuestras decisiones sean 100% racional. En general, ante cualquier impulso, se activan
procesos inconscientes que no llegamos a controlar y que terminan provocando reacciones
que no llegamos a entender, al menos del todo. Esta configuración puede ser integradora o de
disociación (en función de si generan estados favorables y satisfactorios o desagradables, que no
hemos aprendido a gestionar de una manera saludable).

Gestionar las emociones de forma saludable engancha con otras capacidades básicas y llama al
resto de chakras. Esta tercera capacidad emotiva se ve marcada por el tono emocional desde
donde hacemos lo que hacemos. Cuando la capacidad emotiva no está debidamente integrada
podemos encontrar disociaciones como la inhibición (temor, excesiva prudencia y parálisis que
genera frustración) o el denominado “acting out” (la intervención “sin filtro”, de manera impulsiva,
sin reflexión previa) derivado de la poca integración de la agresividad y las capacidades motrices.
La polaridad sana transcurre entre el equilibrio de la extroversión (hacia fuera, que pudiera derivar
en omnipotencia si no se regula correctamente) y la introversión (hacia dentro, que pudiera
derivar en impotencia).

La conexión con nuestras emociones, la comprensión de las mismas y el despliegue de conductas


que les brindan expresión y satisfacción (respetando las circunstancias externas y a otros
involucrados) constituye una poderosa fuente de energía interior - Daniel Taroppio

Cuando las emociones son integradas adecuadamente, se constituyen las bases del poder
personal, permitiéndonos conocer e integrar nuestras necesidades y deseos y realizar
acciones inteligentes sin perjudicar a otros. Se habla también de que las emociones son
constructos propios; no existen por sí mismas sino en cada uno de nosotros (”Desde nuestra vida
emocional construimos el mundo, y cada cual lo hacemos a nuestra medida y a nuestra
manera”). La esencia de la subjetividad es la emocionalidad. Desde una emotividad equilibrada
la vida se llena de posibilidades de transformación y crecimiento, es el combustible del poder
personal.

¿Cómo entronca esta capacidad desde el Yoga? La capacidad emotiva está vinculada al centro
energético medio (inerva los órganos del aparato digestivo; estómago, duodeno, intestino y
páncreas), y se simboliza en las antiguas tradiciones como el sol. Es la zona más vulnerable y
blanda del cuerpo, donde se recoge el estrés, la angustia, la ansiedad, pero también la comida, el
descanso o el ocio creativo.

Desde la danza primal, en la sesión tratamos de identificar y conectar con nuestras emociones
desde la corporalidad. Buscábamos identificar, reconocer y diferenciar los distintos estados
internos, impulsar el autoconocimiento de nuestro mundo emocional. Comenzamos con una
exploración de la introversión, el contacto con nosotros mismos, en calma, con movimientos
serenos, el despertar de la sensibilidad. Continuamos tratando de liberar nuestra capacidad
expresiva, la extroversión, con enorme energía, ambición y vitalidad. Desde las distintas
emociones tratábamos de percibir el mundo, la realidad concreta. Todo giró en torno a tratar de
percibir nuestro cuerpo, la emoción generada en un momento concreto, así como experimentar la
sutiliza de los cambios. Quizás, siendo un poquitín más conscientes podamos degustar lo sutil y así
alcanzar estados de mayor satisfacción personal.

(*) La base de lo contenido en esta serie de textos se basan en “El Vínculo Primordial” de Daniel
Taroppio así como en lo acontecido en el taller liderado por Elena Quevedo y Piedad Arbaiza en la
Universidad de Deusto.

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Danza primal e interacciones primordiales (4). Capacidad


afectiva.
A través de esta serie de posts continuamos el repaso del modelo de las Interacciones
Primordiales de Daniel Taroppio. Los textos se apoyan en las dinámicas y vivencias del
taller de “Capacidades básicas del Profesor Facilitador” que impulsa el área de Innovación
Docente de la Universidad de Deusto, así como en el propio libro “El Vínculo Primordial”
de Taroppio. (*)

 Post 1. Confianza básica


 Post 2. Capacidad de gozo
 Post 3. Capacidad emotiva y poder personal

Existe la creencia de que la persona que trabaja consigo misma durante tiempo desde un
enfoque de desarrollo personal debería vivir libre de conflictos, tanto aquellos de carácter
interno como los de carácter interpersonal. ¿Es posible vivir sin conflictos? ¿Es posible no
confrontar los unos con los otros? Mi yo actual y mi yo pasado, ¿deben convivir en perfecta
armonía?
La existencia de conflictos es la señal de que nos encontramos en movimiento, en el
camino. Tanto en la relación conmigo mismo como en la relación con otras personas. Cada
persona observamos y experimentamos la realidad desde nuestro propio prisma, nuestro
punto de vista. Algunos lo podrán hacer con una mirada más amplia, otros lo harán con un
campo de visión estrecho, pero las distintas percepciones, vivencias y experiencias hacen
que el conflicto sea inherente al género humano.

Dentro de un universo de múltiples perspectivas la capacidad afectiva es el primer


paso para asumir, desde el corazón, que todo puede ser visto desde infinitos lugares y
que, por lo tanto, toda mirada merece ser respetada. La capacidad afectiva es el
desarrollo de una cultura basada en la evaluación de las situaciones más que en los juicios a
las personas. Es el impulso de una dinámica relacional basada en el respeto y la
consideración del otro desde la escucha plena y la integración de las diferencias.

La polaridad sana de la afectividad transcurre entre la compasión y la ecuanimidad. La


compasión se entiende como el amor que responde al dolor del prójimo con apertura. Es el
compartir genuinamente el dolor desde la solidaridad y la “presencia sin defensas”; nunca
desde el ego, la lástima o el asistencialismo egoísta. La ecuanimidad es generosidad desde
la escucha, es sobriedad y es mesura. Suele pasar desapercibida. Es quizás simplemente
estar presente con quien sufre. Es abrir nuestro corazón en silencio.

La polaridad negativa de esta capacidad es la inafectividad, la imposibilidad de conectar y


contactar con los demás a través de una relación cálida y sensible. Un ego sano, integrado,
vislumbra la capacidad de abrirse a los otros, encontrarse, sentirse con el otro. Comienza el
encuentro interpersonal con los otros.
“La compasión, el padecer con el otro, se puede transformar en el apasionamiento con el
otro “pasión-con”. Daniel Taroppio.

Muchos hemos crecido bajo el paradigma social de que para crecer en la vida estábamos
obligados a sufrir. Nuestros cuerpos y nuestros pechos llevan años bloqueados, nuestra
respiración lleva tiempo entrecortada. Hemos crecido minimizando la conexión con lo
emocional y lo afectivo.

El chakra ligado a esta capacidad, el cardíaco, nace en el corazón y está vinculado al aire y
la respiración. Su energía recorre el pecho, la zona interior de nuestros brazos y alcanza la
palma de nuestras manos. Energéticamente fluye desde nuestro corazón hasta el otro, hasta
el prójimo. El pecho es autoafirmación, entrega, ternura. El trabajo durante la sesión
consistió en abordar movimientos y posturas que permitieran trabajar la respiración,
expandir y recoger la caja torácica, vaciar y entregar el aire acumulado. Trató de relajar la
tensión muscular, acompañar las inhalaciones y exhalaciones, expandirse y recogerse.
Continuamos trabajando el movimiento de brazos, manos y cuello, desde el recogimiento y
la autocontención hasta la sensación de apertura, expansión y plenitud. Desde esta
disposición y experimentación de apertura pasamos a entrar en contacto con el resto de
personas del taller. Elaboramos danzas afectivas, abrazos, afectos, caricias, masajes desde y
hacia el corazón. Trabajamos el cuidado, la ternura y las caricias (ejerciendo un rol de
padres / madres / bebés). Fue una sesión preciosa.

Parece una paradoja cómo en un momento tan avanzado y global, tecnológicamente


hablando, nos empeñamos en perder y minimizar la presencia física. En las reuniones nos
juntamos sin tocarnos. Nos comunicamos sin tocarnos, abrazarnos, acariciarnos. En
internet estamos en contacto sin que nuestros cuerpos se enteren de ello. Nos
comunicamos a distancia pero no fluye energía entre nuestros cuerpos. Sin embargo, los
últimos estudios revelan la importancia de las caricias y el contacto para favorecer el
bienestar y la mejora del sistema inmunológico. Se comienzan a utilizar en tratamientos de
estrés, depresión o con bebés prematuros. Todo pasa por el intercambio de energía,
tocándonos desde el corazón con un estricto y sagrado sentido de la honestidad y el respeto.
Acompañarnos en este proceso de apertura a la afectividad implica una verdadera auto-
transformación, por ello es fundamental trabajar en un plano individual antes de compartir
con los otros.

En una sociedad que reprime el contacto, la apertura del corazón libera nuestra
necesidad de encuentro, de dar y recibir cariño, de compartir ternura. Permite que la
energía de nuestro corazón vuelva a fluir hacia todo lo que tocamos. Finaliza el capítulo
Taroppio afirmando que, cuando la afectividad del corazón envuelve la energía de las tres
primeras capacidades básicas, pasamos a estar listos para el despertar de los chakras
superiores, para continuar con el trabajo de las tres capacidades básicas restantes. En marzo
continuamos.

(*) El contenido de este post se basa en el libro “El Vínculo Primordial” de Daniel
Taroppio así como en lo acontecido en la sesión del mes de febrero del taller
“Capacidades básicas del Profesor Facilitador” liderado por Elena Quevedo y Piedad
Arbaiza en la Universidad de Deusto.
Danza primal e interacciones primordiales (5). Capacidad
de inteligencia creadora y existencial.
A través de esta serie de posts continuamos el repaso del modelo de las Interacciones
Primordiales de Daniel Taroppio. Los textos se apoyan en las dinámicas y vivencias del taller de
“Capacidades básicas del Profesor Facilitador” que impulsa el área de Innovación Docente de la
Universidad de Deusto, así como en el propio libro “El Vínculo Primordial” de Taroppio. (*)

 Post 1. Confianza básica


 Post 2. Capacidad de gozo
 Post 3. Capacidad emotiva y poder personal
 Post 4. Capacidad afectiva

A lo largo de sus textos Daniel Taroppio divide las capacidades en dos niveles: el nivel personal
(las 4 anteriores trabajadas y la que hoy nos ocupa) y el nivel transpersonal, centrados en estados
expandidos de consciencia. Es a partir de la capacidad de inteligencia creadora y existencial que
comenzamos a desplegar una percepción de la dimensión espiritual de la existencia, refrendada
con el despertar de las dos capacidades siguientes.

No se trata de un salto inmediato, ni mucho menos. La profundidad de los procesos duales


trabajados, la edad, la inteligencia y la dedicación a una vida cotidiana sencilla, armónica y
estable irá abonando el proceso de crecimiento y trascendencia. Desde un proceso estratégico y
de inteligencia existencial este crecimiento no debe ser azaroso sino consciente en dos direcciones
principales:

En primer lugar la capacidad de despegarnos, tomar distancia y analizar perspectivas con una
mirada amplia y dinámica “viendo con otros ojos, escuchando con otros oídos, sintiendo con otra
piel”. En segundo lugar desde el poder de integrar las informaciones que recibimos de todas
las otras capacidades: convirtiendo un mundo caótico, impulsivo, emocional y afectivo en algo
pensable, hablable y por lo tanto tratable. Pasamos de un nivel reactivo ante la experiencia de la
realidad (”rebotando de una experiencia a otra”) a un nivel proactivo. En este escenario el lenguaje
se evidencia como generador de realidad, transformador y creador de mundos.
La disociación de esta capacidad puede derivar en intelectualismo, disociación de las emociones
(frialdad, falta de contacto a un nivel de inteligencia práctica) o en vivencialismo, subjetivismo,
confusión y falta de discriminación (necesidad compulsiva de inmersión en todas las experiencias,
confusión, falta de límites… en cuanto a la inteligencia emocional). Las capacidades integradas se
manifiestan en el equilibrio, la armonía de los valores y los sueños con lo ordinario y los
detalles de todos los días. La sabiduría que reside en la vida cotidiana.

Desde la Danza Primal Daniel Taroppio trabaja la posibilidad de entrar y salir a voluntad de las
experiencias sin ser atrapados por ellas ni evitarlas. El fluir entre el acercamiento y el
distanciamiento, el compromiso y el contacto, el aquí y el ahora. Así mismo, se potencia y se
trabaja la creatividad y la expresividad. Por un lado, mediante la configuración de una nueva
realidad que aúne e integre puntos de vista, sensibilidades, que combine variables, la imaginación,
perspectivas y mundos. Por el otro, mediante la involucración de los sentidos en la expresión
plástica, la danza, la poesía, la literatura, la música… Desde esta capacidad se trata de convertir
en arte, ciencia y cultura aquello que en un estadio primario es impulso, emoción, alegría o
dolor.

Desde el yoga, la inteligencia creativa y existencial se vincula al centro energético laríngeo, en la


columna cervical, la laringe, cuello, trapecios, lado externo de los brazos y manos y los dedos, así
como la cara hasta los ojos. Nos faculta conocer la realidad y nuestra percepción del mundo
desde los órganos de los sentidos. “Gracias a él hablamos, gestualizamos, tocamos un
instrumento musical, escribimos en una computadora, manejamos herramientas…”

Nuestras destrezas y capacidades expresivas dependen de la integración de las distintas energías


generando una síntesis y creatividad. Cuando este chakra está bloqueado sentiremos recelos,
temor, desconfianza (al no integrar los chakras inferiores). Estaremos recelosos de nuestra
agresividad, la sexualidad o no toleraremos nuestra propia tristeza. Así mismo, la apertura
espiritual (chakras superiores) puede ser vivida desde la disolución, la angustia y el miedo. Para
desbloquear este chakra se trabaja la relajación del cuello, la cara, la boca, la lengua y se estimula
la expresividad, el descontrol, el miedo a perder la compostura. El objetivo es sanar las rigideces
mentales desde la relajación y el sentido del humor (indicador de la salud mental cuando se
alinea con el respeto por otras personas y la capacidad para reírnos de nosotros mismos).
“Se trata de tomar distancia, auto-observarse con una mirada liviana, amigable, sin complejos ni
autoexigencias de perfección, es decir, con una mirada sana”. Daniel Taroppio.

En el taller se juega con el descontrol, la liviandad, la expresión desde el cuidado y la


responsabilidad ante los otros. Así mismo se trabaja el desbloqueo y la liberación con ejercicios
que desarrollan la sensibilidad y la motricidad, la autoconfianza, el soltarse y la expresión intensa y
libre. La rigidez, la crítica, la autoexigencia y la autocrítica irán dando paso a la fluidez, la
gracia, la confianza y el disfrute. Buscamos la emergencia del ser profundo, original y
espontáneo de los y las participantes. Estos elementos integrados facultan acercarnos a los otros
con una delicadeza sutil, accesible y natural que nos permiten alcanzar estadios superiores de
relación y satisfacción.

(*) El contenido de este post se basa en el libro “El Vínculo Primordial” de Daniel Taroppio así
como en lo acontecido en la sesión del mes de marzo del taller “Capacidades básicas del Profesor
Facilitador” liderado por Elena Quevedo y Piedad Arbaiza en la Universidad de Deusto.

Danza primal e interacciones primordiales (6). Capacidad


intuitiva.
Estamos a punto de acabar nuestro repaso del modelo de las Interacciones
Primordiales de Daniel Taroppio. Los textos se apoyan en las dinámicas y vivencias del taller de
“Capacidades básicas del Profesor Facilitador” que impulsa el área de Innovación Docente de la
Universidad de Deusto, así como en el propio libro “El Vínculo Primordial” de Taroppio. (*)

 Post 1. Confianza básica


 Post 2. Capacidad de gozo
 Post 3. Capacidad emotiva y poder personal
 Post 4. Capacidad afectiva
 Post 5. Capacidad de inteligencia creadora y existencial

Nos adentrábamos en el texto del pasado mes en la capacidad de inteligencia creadora y


existencial, la primera de aquellas que, desde un enfoque transpersonal, acceden a estados
expandidos de consciencia. La siguiente capacidad es la de la intuición.
Desde un enfoque puramente racional, la intuición es el procesamiento deductivo, de enormes
cantidades de información y datos a una velocidad muy alta. Parte de que los datos se encuentran
en algún lugar de nuestro subconsciente y no sabemos explicar el proceso deductivo que nos lleva
a ello.

El racionalismo niega que exista cualquier tipo de proceso que no responda a una secuencia lógica
del pensamiento. En el polo opuesto, quien se fía ciegamente de lo intuitivo viaja a lo mágico, lo
meramente subjetivo, muchas veces basado en los prejuicios del inconsciente, la arbitrariedad y
las conclusiones apresuradas.

Partiendo de estas polaridades, en una escala de grises, ambas debieran ser ponderadas. Por más
esfuerzo que hagamos, nunca llegaremos a conseguir una comunicación que se base en el puro
dato racional. Somos personas que observamos la realidad desde perspectivas limitadas. Desde
nuestra subjetividad y nuestras percepciones enriquecemos la comunicación no reduciéndola a un
mero intercambio de datos.

Superando la perspectiva lógica / racional de la intuición, existen nuevas aproximaciones que se


refieren a la capacidad de nuestra mente para ir más allá de las conexiones neuronales de
procesamiento de información. Desde un enfoque de intuición transpersonal se valida la
posibilidad de acceder a fuentes de información no perceptibles a simple vista, que van más allá de
la realidad empírica, y que se refieren a la trama holística del universo. Escenarios ya manejados
desde la física cuántica nos hablan de conexiones entre objetos separados en el espacio y sin
posibilidad de intercambiar información material entre ellos. Desde este enfoque la capacidad
intuitiva alcanzaría a captar informaciones fuera de la percepción tradicional (sincronías…)

Quizás una de las claves de la inteligencia intuitiva sea la posibilidad de discernir e interpretar las
intuiciones de manera correcta, en un sentido adecuado. ¿Cómo diferenciar la intuición de una
simple corazonada? ¿Cómo distinguir la intuición y el delirio? “Es ciertamente muy difícil en
algunos casos establecer la línea que separa a la intuición de la proyección, y a lo transracional de
lo preracional”, afirma Taroppio.
También habla de que “solo en la medida en que estemos en contacto con nuestro inconsciente
personal podremos tener acceso a fuentes de información que trascienden a los datos grabados en
nosotros durante nuestra etapa de crianza y socialización. La sabiduría universal se oculta en
nuestro inconsciente, y más aún, en el inconsciente colectivo”. La posibilidad de acceder a esta
sabiduría no solo depende de la velocidad de procesamiento de la trama neuronal de nuestro
cerebro sino de nuestra integración personal, supeditada a aspectos afectivos, emotivos,
cognitivos, espirituales…

“El despertar de la intuición necesita estar sostenido en el trabajo personal, la psicoterapia y la


meditación” Daniel Taroppio

Las intuiciones más importantes en el crecimiento personal no están referidas a lo material,


externo o empírico, sino a verdades interiores. Desde nuestra propia transformación nos
abrimos a un mundo más profundo, en el que lo cotidiano cobra una dimensión trascendente.
Percibimos el arquetipo / mito que se manifiesta en lo profundo de cada acción cotidiana,
generando un enorme potencial integrador en nuestra personalidad, relaciones y grupos.
Accedemos a la percepción de que todo lo que existe es una unidad, está conectado, fluye desde
un movimiento integrado. Esta trascendencia se fundamenta en vivir la naturaleza esencial de lo
humano.

El enfoque de esta capacidad desde el yoga reside en el chakra frontal (Ajna). La energía nace en
el punto medio de la cabeza y su elemento es la luz. Este centro armoniza la energía de otros
chakras y organiza la energía intelectual. El trabajo desde este centro busca concienciar de la
presencia de un testigo transpersonal que ayude a integrar los aspectos del yo (mirada masculina y
femenina). Cuando ambas modalidades operan integradas surge el universo como flujo (”Todo en
uno, Uno en uno, Uno en todo”). Comienza a aflorar una comprensión no intelectual que, más allá
de las necesidades y seguridades, colma la vida de paz. En la sesión corporal se trabajó con
diversos ejercicios, dramatizaciones e interacciones grupales para activar diversos arquetipos. A
estos ejercicios se añade el trabajo de la relajación y la respiración consciente, la fluidez de la
energía en el cuerpo para la unificación de todos los centros. El objetivo es salir de la zona de
confort del ego incursionando en estados de consciencia expandida.

(*) El contenido de este post se basa en el libro “El Vínculo Primordial” de Daniel Taroppio así
como en lo acontecido en la sesión del mes de marzo del taller “Capacidades básicas del Profesor
Facilitador” liderado por Elena Quevedo y Piedad Arbaiza en la Universidad de Deusto.

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