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ENFOQUE DE DERECHOS
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Esta nueva visión rompe con la tradicional manera de concebir los derechos humanos según
su clasificación tradicional basada en las tres generaciones de derechos y la importancia que se
le dio a los derechos civiles y políticos considerados como aquellos fundamentales en la
mayoría por ejemplo de las constituciones contemporáneas (incluyendo aquella colombiana de
1991). Los derechos considerados fundamentales son de aplicación inmediata y se habilitan
para ejercer acciones (jurídicas) que garanticen su efectividad (son tutelables). Durante el Siglo
XX aparecen los derechos económicos, sociales y culturales (segunda generación), y los
derechos colectivos (tercera generación).
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Es así como el enfoque de los derechos, puede ser una perspectiva para guiar la
acción e intervención de las autoridades públicas, a través de los diferentes
planes y programas de desarrollo económico y social (Artigas, 2002). La parte
más sustancial de dicho enfoque es lo que constituye la incorporación en la
doctrina socio-jurídica de los principios de interdependencia e integralidad de
los derechos humanos. Esto quiere decir que unos derechos dependen de otros,
que la lesión de un derecho afecta a otro al que está vinculado, que la
concreción de un determinado derecho se relaciona con la satisfacción de otro.
Por lo que, cuando se habla de enfoque de derechos, éste debe entenderse como
la asimilación de los derechos humanos pero en su visión ampliada.
Los derechos de segunda y tercera generación son concebidos ahora como la garantía que
permite el ejercicio pleno de los derechos de la primera generación, pues crean las condiciones
materiales mínimas (educación, salud, trabajo, seguridad social, etc.) para que se puedan ejercer
los derechos civiles y políticos (libre circulación, acceso a la propiedad, expresión, participación
política, etc); y los derechos al medio ambiente sano, a la paz y al desarrollo asimismo permiten
una garantía más extensa de los derechos individuales y aún con las personas que están por
nacer (Jiménez Benítez, 2007).
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salud, no sólo en función de una atención en salud oportuna y apropiada, sino
también en el desarrollo y promoción de los principales determinantes sociales de
la salud, teniendo en cuenta el punto de vista de cada ciudadano como sujeto
capaz de decidir autónomamente y de acuerdo con su conciencia (Ministerio de
Salud y Protección Social-Minsalud, 2012). Éste enfoque se enmarca en los
derechos humanos de igualdad, equidad, universalidad y atemporalidad.
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la justicia, cuyo fin es reducir inequidades basadas en las diferencias. En el
contexto del derecho a la salud, se persigue el goce efectivo de este derecho en
campos de actuación propios de la salud pública y en su interrelación desde
una perspectiva de determinantes.
Los derechos humanos deben fundamentarse también en una ética del amor
propio o del autocuidado, en la que cobra importancia el sujeto como soberano
de sí mismo y de sus asuntos, siendo objeto de derechos y deberes. Desde esta
perspectiva se consideran también deseables el valor de la libertad, entendida
como independencia, autonomía y participación, asumiendo las
responsabilidades que se derivan de ella; el valor de la igualdad, entendida
como igualdad en dignidad, capacidades y derechos; el valor de la solidaridad
con los débiles y vulnerables; y el valor del respeto y del diálogo.
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servicios hospitalarios suficientes); accesibilidad (física, económica, oportuna);
aceptabilidad (ética por parte de los profesionales de la salud, respeto por
factores relacionados con la cultura, la edad y el género); y calidad (en todos los
aspectos relacionados con los elementos anteriores).
Para identificar a los grupos más vulnerables y las necesidades que les afectan,
se requieren sistemas de información con datos actualizados, disponibles y
desglosados, de manera que se puedan tomar decisiones relacionadas con cada
grupo que se quiera intervenir. Estos grupos son: personas con discapacidad,
niños/niñas y adolescentes, mujeres, poblaciones indígenas, minorías étnicas,
población en situación de desplazamiento o damnificados de fenómenos
naturales y personas con VIH/SIDA.
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Del mismo modo el enfoque de derechos se enmarca en los derechos sexuales y
reproductivos propuestos por la Conferencia del El Cairo que centra el debate
en el desarrollo de los grupos sociales y de los sujetos individuales como ejes de
la dinámica de población. Reconoce que si bien hombres y mujeres tienen
realidades y necesidades comunes, las instituciones sociales perpetúan una
posición de desventaja de las mujeres en relación a los hombres. Es por ello que
en la conferencia se realza el empoderamiento de las mujeres y se prioriza
mejorar la situación de las niñas, conjuntamente con el derecho a la salud sexual
y reproductiva, como estrategia importante para la reducción de la pobreza,
promoción de la salud y la calidad de vida.
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La salud sexual es definida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como "un estado
de bienestar físico, emocional, mental y social relacionado con la sexualidad; la cual no es
solamente la ausencia de enfermedad, disfunción o incapacidad. Para que la salud sexual se
logre y se mantenga, los derechos sexuales de todas las personas deben ser respetados,
protegidos y ejercidos a plenitud" (OMS, 2000) .Por su parte, la Organización Panamericana de
la Salud (OPS) ha definido la salud sexual como "la experiencia del proceso permanente de
consecución de bienestar físico, psicológico y sociocultural relacionado con la sexualidad."3
Ambos organismos consideran que, para que pueda lograrse y mantenerse la salud sexual,
deben respetarse los derechos sexuales de todas las personas. En efecto, para lograrla, la OMS
asegura que se requiere un "enfoque positivo y respetuoso de la sexualidad y las relaciones
sexuales, así como la posibilidad de tener relaciones sexuales placenteras y seguras, libres de
coerción, discriminación y violencia (OPS, 2002).
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En la conferencia de El Cairo (1994), también quedaron sentadas algunas
definiciones importantes. La salud reproductiva es “un estado general de
bienestar físico, mental y social, y no de mera ausencia de enfermedades o
dolencias, en todos los aspectos relacionados con el sistema reproductivo y sus
funciones y procesos. En consecuencia, la salud reproductiva entraña la
capacidad de disfrutar de una vida sexual satisfactoria y sin riesgos, y de
procrear, y la libertad para decidir hacerlo o no hacerlo, cuándo y con qué
frecuencia” (CIPD Cairo, 1994: párrafo 7.2)
Esta última condición lleva implícito el derecho de los hombres y las mujeres a
obtener información para planificar la familia de acuerdo a su libre elección, así
como al uso y acceso a métodos anticonceptivos seguros, eficaces, asequibles y
aceptable que no estén prohibidos, el derecho a recibir servicios adecuados de
atención de la salud que permitan los embarazos y los partos sin riesgos, y
otorguen a las parejas las máximas posibilidades de tener hijos sanos. En
consonancia con esta definición la atención de la salud reproductiva se establece
como el conjunto de métodos, técnicas y servicios que contribuyen a la salud y
al bienestar reproductivo de las personas, al evitar y resolver los problemas
relacionados con éste aspecto. La salud sexual es parte de la salud reproductiva
e incluye: ”un desarrollo sexual sano, relaciones responsables y equitativas, y
ausencia de prácticas dañinas relacionadas con la sexualidad, violencia,
enfermedades cuyo objetivo es el desarrollo de la vida y de las relaciones
personales y no meramente el asesoramiento y la atención en materia de
reproducción” (CIPD El Cairo, 1994).
En ejercicio de este derecho, las parejas y los individuos deben tener en cuenta
las necesidades de sus hijos nacidos y futuros, además de sus obligaciones con
la comunidad. La promoción del ejercicio responsable de estos derechos, debe
ser la base primordial de las políticas y programas en el campo de la salud
sexual reproductiva, incluida la planificación de la familia (Glados Silva, 2013).
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El Cairo instaló en el ámbito internacional los derechos sexuales y
reproductivos como derechos humanos y marcó una agenda de trabajo de
posibles políticas públicas en el tema (Glados Silva, 2013). El compromiso
adoptado en El Cairo implicaba que para el 2015 todos los países establecerían
políticas integrales en salud sexual y reproductiva que incluyeran: acceso a
anticoncepción, acceso a la información, cuidados de la salud sexual y
reproductiva, y el reconocimiento de la educación sexual integral como un
derecho que debe estar disponible para todas y todos sin importar su género,
condición social, cultural o religiosa.
“Por otra parte, según el documento producido por el Foro CIPD+5, la salud
reproductiva puede ser considerada como un enfoque integral que sirve para
analizar y responder a las necesidades de hombres y mujeres con relación a su
sexualidad y reproducción. Ese enfoque introduce conceptos como derecho,
equidad, dignidad, empoderamiento, autodeterminación y responsabilidad en
todo lo relacionado con la vida de hombres y mujeres sea en la sociedad, en la
familia o en las relaciones sexuales. Por tanto, implica un visión que va más allá
del modelo biomédico, que tiende a ver al individuo fuera de su contexto y a no
analizar en profundidad las causas de la salud y la enfermedad“(OMS,
1999:18,19).
ENFOQUE DIFERENCIAL
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condiciones de equidad y de superación efectiva de las vulneraciones a los
mismos (Ministerio de Salud y Protección Social-Minsalud, 2012).
El enfoque de curso de vida tiene en cuenta cada una de las etapas del
desarrollo del individuo, que responden a los diferentes momentos
fundamentales en la estructuración física, psicológica y social de los seres
humanos (Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, 2010). Es así que el
enfoque de curso de vida aborda el continuo vital y sus momentos, en términos
de potencialidades y capacidades permanentes y adecuadas a las exigencias de
cada uno de ellos y al logro de acumulados que les permitan, tanto a cada
individuo como a cada uno de los colectivos sociales, tener una vida plena y
con las mejores condiciones posibles de salud.
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cada una de las etapas del desarrollo humano; reconoce que las experiencias se
acumulan a lo largo de la vida, que las intervenciones en una generación
repercutirán en las siguientes, y que el mayor beneficio de un momento vital
puede derivarse de intervenciones previas en periodos vitales anteriores.
Hay que tener presente que al hacer referencia al continuo vital, no equivale a
describir grupos etarios, los cuales pueden ser empleados de forma arbitraria,
por lo que el curso de vida, puede dividirse en diferentes etapas del desarrollo,
aunque tales etapas no deben tomarse en forma absoluta, ya que se debe tener
en cuenta la diversidad individual y cultural y los contextos particulares de
desarrollo. Para cada momento vital es de especial importancia reconocer los
roles, ocupaciones, comportamientos; el contexto social, político, cultural,
histórico, económico, y relaciones de poder derivados del género, la pertenencia
étnica, la existencia de una situación de discapacidad o de situaciones que
generan un conjunto de características que exigen un reconocimiento real de los
sujetos y los colectivos sociales, y sus necesidades, y no sólo una división de
grupos de edad homogéneos (Ministerio de Salud y Protección Social-
Minsalud, 2012).
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ENFOQUE DE GÉNERO
El género
, va a ser pensado como una categoría de análisis y hace referencia a lo que se
ha construido socioculturalmente como lo femenino y lo masculino, es decir
que cuando mencionamos éste concepto lo vinculamos a un sistema de
relaciones sociales, las cuales han establecido normas, formas de
comportamientos, características, atributos y actitudes sociales y psicológicas
para hombres como para mujeres. No podemos pensar que el género y las
relaciones de género, han sido siempre las mismas. Éstas han variado
históricamente, y de una sociedad a otra, y han dependido de lo que en cada
una de ellas se conciba como la autoridad, poder o prestigio, por ejemplo clase
social, etnia, nacionalidad, entre otros (Muñoz, et al, 2001). Por lo cual se puede
considerar que el género es “uno de los ejes fundamentales que organizan la
vida social, pues hace una diferenciación jerarquizada de espacios y funciones
sociales, sumando o restando oportunidades. De ahí que sea un determinante
de la salud” (García, Jiménez y Martínez, 2010: 26).
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En la gran mayoría de las estructuras sociales, encontramos que la
masculinidad, referida, o a personas concretas del sexo masculino o a símbolos
que tienen una connotación masculina, tienen mucho más valor que aquellos
femeninos o aquellos que están representando a las mujeres. De este modo, se
puede entonces traer a la luz como a lo largo de los años ha existido una cultura
dominante y otra subalterna, en la cual los hombres han participado a la
primera y las mujeres, han pertenecido a la segunda. Estas dos culturas han
sido trasmitidas por generaciones, y desde muy temprana edad, creando así
relaciones entre los dos sexos no de horizontalidad sino bastante asimétricas, las
cuales han formado estereotipos, es decir modelos a imitar, de los cuales se
adoptan los patrones de conducta y las verdades acerca de lo que se debe hacer
y lo que en cambio está prohibido para cada uno de los dos sexos, estableciendo
un mundo masculino y otro femenino, que no se pueden sobreponer ni
combinar, porque se entraría en lo que no hace parte de la normalidad o deja de
ser natural para hombres y mujeres
. En consecuencia, se puede decir que la cultura dominante es la responsable de
naturalizar las relaciones sociales de las mujeres y los hombres.
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vulnerables socialmente, propiciando la violencia femenina, y desprotegiendo
su seguridad, potenciado así el poder de los sujetos masculinos en el exterior
(Segato, 2010).
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acentúan en condiciones de pobreza, las mujeres trabajan un número de horas
mayor a los varones, no obstante muchas de sus labores no sean reconocidas
socialmente, además enfrentan una discriminación sistemática donde están
incluidos los cuidados familiares, el acceso a la educación, los alimentos y los
servicios sanitarios. La salud es uno de los campos donde más se pone en
evidencia estas inequidades, y aunque los hombres y las mujeres compartan
algunos problemas en salud, la vulnerabilidad no es la misma.
Por lo que, “cada género tiene un perfil de salud característico. Las diferencias y
las desventajas de género en el campo de la salud se manifiestan no sólo en la
distribución de la enfermedad en una población determinada, sino en la forma
como se promueve la salud, se previene y controla la enfermedad, se cuida a los
enfermos y en los modelos empleados para estructurar los sistemas de salud y
la seguridad social” (Estrada, 2009:110).
ENFOQUE ÉTNICO
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ancestral común, que les asigna una identidad como colectivo y que comparten
una misma manera de ver y de interpretar el mundo (Minsalud. 2012).
Por otra parte, las creencias ancestrales de las diferentes etnias dan forma a la
concepción del mundo y de las relaciones entre los seres humanos, de la manera
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de ver y asumir la vida, las relaciones y la familia, cómo tratar las enfermedades
y la forma como entienden y enfrentan la muerte. Otro aspecto importante a se
basa en las tradiciones o costumbres, que hace referencia a un conjunto de
creencias, normas, reglas y conductas que gobiernan la vida social de las
distintas comunidades y las formas de relacionarse entre parientes
consanguíneos y por afinidad, entre los miembros de un mismo pueblo y entre
estos y el resto del país.
ENFOQUE POBLACIONAL
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Asimismo, se tiene que tener en cuenta los cambios en el tamaño, crecimiento,
estructura, localización o movilidad de la población, ya que influyen de una
manera decisiva sobre las condiciones socioeconómicas y ambientales del
territorio, y del mismo modo éstas afectan la dinámica demográfica. Existen
características sociales y económicas que son relevantes para la comprensión de
la población de acuerdo con cada territorio, como por ejemplo la actividad
económica, el nivel educativo, el estado civil y la condición socio-económica
(Ministerio de Salud y Protección Social-Minsalud, 2012).
Curso de vida:
• Niñez y Adolescencia
• Juventud
• Adultez
• Vejez
Identidad – diversidad:
• Etnia (Afrodescendientes, Raizales, Indígenas, Rom gitanos)
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• Identidad de Género y Orientaciones Sexuales (Sexo, Orientación sexual,
identidad de género)
• Campesinado
Hay que tener en cuenta que para este enfoque, lo que hace referencia a la
orientación sexual se enmarca en el direccionamiento del deseo erótico y
afectivo entre las personas, en función de su sexo.
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El acceso al derecho de la salud es uno de los más vulnerados para las personas
intersexuales. Brindar una adecuada atención en salud, es una contribución
esencial en la disminución del estigma y discriminación, ya que estos son
agentes causales que impiden el acceso de esta población a los servicios de
salud y por ende al goce de una salud integral. Para reducir la discriminación
por orientación sexual y/o identidad de género en los servicios de salud es
fundamental el desarrollo de políticas institucionales claras, coherentes y
acordes con las disposiciones relativas a derechos humanos 4.
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al sistema de salud a la producción y adecuación de protocolos médicos, así
como a su pronta y entera aplicación.
ENFOQUE INTERSECTORIAL
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políticos, para que en sus respectivas instituciones y territorios se tenga en
cuenta la multisectorialidad, la inclusión, participación y movilización de las
comunidades, sin dejar de lado la promoción de los Derechos Sexuales y
Reproductivos (Conpes Social 147). Es importante recordar que se trabajará
sectorialmente dentro de la temática de la Salud Sexual y Reproductiva.
ENFOQUE TERRITORIAL
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armado o las catástrofes naturales, situación de discapacidad, condición de
víctimas, diversidad sexual, poblaciones institucionalizadas y condiciones
territoriales particulares.
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las necesidades de estos sectores. (ACNUR. 2007) Esto aplica particularmente
para la atención en salud y en salud sexual y reproductiva de la población en
situación de desplazamiento.
Por otra parte, las normas consagradas en la Ley 1145 de 2007, tienen por objeto
impulsar la formulación e implementación de la política pública en
discapacidad, en forma coordinada entre las entidades públicas del orden
nacional, regional y local, las organizaciones de personas con y en situación de
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discapacidad y la sociedad civil, con el fin de promocionar y garantizar sus
derechos fundamentales, en el marco de los Derechos Humanos.” (Ley 1145 de
2007. Art.1).
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Estos contextos y mecanismos de estratificación socioeconómica se refieren a los
determinantes estructurales de la salud o como factores sociales determinantes
de las desigualdades en torno a la salud (Williamson, 1990 citando en:
Ministerio de Salud y Protección Social-Minsalud, 2012).
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También se ha documentado que existen grandes inequidades sanitarias entre
regiones, entre países y dentro de los países. La reducción de estas inequidades
en salud requiere una particular atención a la injusta distribución del poder, el
dinero y los recursos y las condiciones de la vida cotidiana. Es por ello que por
ejemplo los sistemas de salud hacen parte de los determinantes sociales de la
salud, sobre todo porque tienen que ver con la desventaja resultante de la mala
salud. La existencia de servicios sanitarios adecuados es una necesidad
fundamental. En los países latinoamericanos, con sistemas de salud basados en
la seguridad social o sistemas mixtos y modelos de financiación privada, se
evidencia que aún no alcanzan la universalidad en la cobertura. Ello se traduce
en la existencia de desigualdades en la utilización de los servicios sanitarios
(Casas-Zamora, 2002 citando en: Ministerio de Salud y Protección Social-
Minsalud, 2012).
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una enfermedad. Asimismo, se le puede dar relevancia a una escala más macro
e estructural como por ejemplo las condiciones que impone el capitalismo
periférico, y para el caso latinoamericano, por ejemplo, las condiciones que
impusieron las políticas neoliberales en salud luego del Consenso de
Washington, que en unos países fueron más acentuadas que en otros. Las
políticas neoliberales, limitaron o eliminaron los programas sociales, y
redujeron el papel que tiene el Estado, y como consecuencia han empobrecido
aún más a la población y han originado un deterioro en sus condiciones de
sanidad (Briceño León, 2003).
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socioeconómica, la estructura social y la clase social. De ellos depende el nivel
educativo, y de ahí la ocupación que se ejerza y de ahí el nivel de los ingresos
que se tenga. En este nivel también se encuentran las relaciones de género y
aquellas étnicas. Los determinantes estructurales están influenciados por el
contexto sociopolítico como el tipo de gobierno que se tenga, las políticas
macroeconómicas, sociales y públicas, la cultura y los valores sociales.
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reconocimiento de que no es viable el goce de este derecho, si no se instituyen
condiciones que les permitan a las personas tener óptimas oportunidades para
poder gozar de bienestar y de buena salud. Se trata de avalar que todos/as
tengan las mismas oportunidades para gozar de buena salud y, de acuerdo con
sus diferencias, que puedan contar con acciones afirmativas encaminadas a la
equidad y el goce efectivo de derechos.
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df
Referencias electrónicas:
http://www.who.int/hhr/news/hrba_to_health_spanish.pdf Citado el 12 de
marzo de 2014.
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