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“El violinista en el tejado (Fiddler on the roof)”

El Violinista en el Tejado está basada en una obra escrita en Idish en el año 1894 por Sholem
Aleijem, seudónimo de Sholem Yakov Rabinowitz; autor de varias novelas, cuentos y obras de
teatro que popularizaron la vida y costumbres de las comunidades rurales judías en el Este de
Europa. El título del film y la obra de teatro está inspirado en un cuadro de Marc Chagall “El
hombre muerto” y nos cuenta la historia de Tevye, un humilde lechero judío que vive con su
mujer y sus cinco hijas en la aldea rusa (shtetl) de Anatevka. El violinista en el tejado, que
aparece brevemente antes de la presentación de Tevye y después comparte la pantalla con los
créditos iniciales, es una figura alegórica que representa los malabarismos que el lechero tiene
que hacer para salir airoso de todos los problemas que se le presentan. De hecho, Tevye
confiesa que “aquí, en nuestro pueblecito de Anatevka, puede muy bien decirse que cada uno
de nosotros es un violinista en el tejado, que intenta ejecutar una tonada grata y sencilla sin
romperse la cabeza”.

La principal preocupación de Tevye es conseguir marido para sus tres hijas mayores, Tzeitel,
Hodel y Chava, ya en edad casadera. Las dificultades derivadas de este hecho conforman el
hilo argumental de la película. El estricto modus vivendi impuesto por la cultura judía obliga a
Tevye a enfrentarse a varios conflictos, uno por cada hija, que aumentan progresivamente de
dificultad. La tradición manda que la casamentera del pueblo proponga un novio, el padre de
la novia decida si concede o no la mano de su hija, y ésta acate la resolución paterna sin
rechistar, pero las cosas nunca ocurren de acuerdo a lo previsto.

Además de estos problemas, la familia y el pueblo también tienen que lidiar con el fuerte
antisemitismo promovido por el régimen zarista y el recelo de la población eslava de religión
ortodoxa. Sin embargo Teyve reacciona con buen humor, ironía y alguna pizca de crítica sutil a
todas estas contingencias y las asume como propias del alma humana. Anatevka (pueblo
ficticio) está ubicado en la denominada “Zona de Residencia” creada por la zarina Catalina la
Grande en 1791 y situada en la región más occidental del imperio ruso. Esta era la zona donde
la mayoría de la población judía era obligada a vivir en pequeños núcleos rurales, en los que
sólo estaban autorizados a dedicarse a la agricultura y ganadería de auto-consumo en
pequeños latifundios. Sólo el cinco por ciento de la población judía del Imperio Ruso vivía fuera
de la “Zona de Residencia”; con esto se buscaba empobrecer a las comunidades judías y evitar
que se formara una poderosa clase media judía como en Alemania o el imperio Austro-
Húngaro. Esto no evitaba que los judíos de la “Zona de Residencia” fueran víctimas de
pogromos continuos, lo que provocaba emigraciones masivas hacía América del Norte y
América del Sur (la mayoría de las actuales comunidades judías en Estados Unidos o Argentina
proceden del antiguo imperio ruso).

Con todas estas referencias culturales, musicales, pictóricas, históricas e incluso políticas,
Norman Jewison realizó un gran musical con mucho ritmo que mezcla escenas de vitalismo y
alegría con otras de gran intensidad dramática, momentos de clasicismo teatral con momentos
en los que predominan elementos casi vanguardistas e incluso la utilización de efectos
especiales. “El Violinista en el Tejado” es una soberbia obra cinematográfica con un guión lleno
de contenido humano y sabiduría. La película contó con un importante esfuerzo de
producción, rodándose los interiores en los estudios de Pinewoood en Buckinghamshire –
Inglaterra – y los exteriores en la actual República de Croacia, que tiene un paisaje muy similar
al de la llanura ucraniana. Son destacables escenas musicales como “If I were a rich man”,
“Tradition”, “To life”, “Machemarker”, “Sunrise, sunset” y coreografías como las de “El Baile de
las Botellas” o “Los Bailes Rusos”. Jewison consigue que las escenas musicales tengan vida
propia, algo que no se ha conseguido en la mayoría de las adaptaciones para el cine de
comedias musicales.

La trama se basa en dos grandes temas: la religión y la tradición, ambos muy relacionados. No
en vano la película comienza con el tema “Tradition”, que se convierte en el leit motiv de la
película. La tradición mueve al pueblo de Anatevka: los matrimonios tienen que ser arreglados
por la casamentera del lugar; en los bailes, los hombres y las mujeres deben permanecer
separados, y, por supuesto, nunca bailar juntos; los judíos y los ortodoxos no deben juntarse…
Pero el mundo está cambiando, y pronto esa tradición se verá amenazada. En cuanto a la
religión, es omnipresente en la vida del pueblo, y lo podemos apreciar desde el personaje de
Tevye, que habla continuamente con Dios como si fuera un viejo amigo; le consulta las
decisiones que debe tomar, le maldice sus episodios de mala suerte, y le pide para que los
suyos cumplan sus sueños. La forma en la que este personaje ve la vida hace que conectemos
inmediatamente con él. A esto ayuda la impresionante interpretación de Topol, que fue quien
interpretó a Tevye en las representaciones londinenses de la obra teatral.

Es una historia de amor y aceptación de la vida con un contenido explícitamente político que
apela al espectador directamente: las reflexiones críticas de Tevye con mirada desafiante al
cielo y las rebeliones de las nuevas generaciones refuerzan las ansias de un pueblo activo que
pelea por su evolución.

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