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enero de 2015

Efesios 4:32:
Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos
a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.

Esta es la manera como nuestro Padre celestial quiere que nos tratemos unos a otros
en la casa de Dios. Él hizo que se escribiera la Epístola de Efesios para fieles creyentes
renacidos en la Administración de Gracia, donde Él nos alienta a perdonarnos unos a
otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo». Nos perdonamos unos a
otros como Dios nos perdonó a cada uno en Cristo Jesús.

Hechos 2:38:
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el
nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del
[de] Espíritu Santo [Dios].

Cuando renacimos, recibimos remisión completa—un lavamiento, un gran «borrón y


cuenta nueva» de nuestros pecados pasados—debido a lo que Jesucristo logró por
nosotros. Dios continua perdonándonos «en Cristo» cuando sea que rompemos
comunión con Él. Y como Sus hijos e hijas, tenemos el privilegio de perdonar a otros y
misericordiosamente restaurar la comunión con ellos.

La principal palabra en griego traducida para «perdonar» en la Epístolas a la Iglesia es


carízomai, la cual se relaciona a la palabra en griego para «gracia» (cáris). Esta
palabra en griego para «perdonar» significa hacerle un favor a alguien, ser bondadoso,
mostrarse misericordioso, dar u ofrecer algo voluntariamente o gentilmente; disculpar;
perdonar misericordiosamente. Cuando perdonamos a un hermano o hermana en
Cristo por un mal que nos haya hecho, le estamos haciendo a esa persona un favor,
mostrándonos misericordiosos con ellos, siendo amables con ellos.

1
En II Corintios, el apóstol Pablo por revelación le pidió a los creyentes allí que
perdonaran a un compañero creyente.

II Corintios 2:6-8:
Le basta a tal persona esta reprensión [castigo] hecha por muchos.
así que, al contrario, vosotros más bien debéis perdonarle y consolarle,
para que no sea consumido de demasiada tristeza.
Por lo cual os ruego que confirméis el amor para con él.

Pablo sabía que si este hombre no era perdonado y provisto del amor de los creyentes,
sería consumido de tristeza o desesperación. Cuando amamos y perdonamos a un
compañero creyente, él no será «consumido de demasiada tristeza».

Aquí hay otro beneficio espiritual de perdonarnos unos a otros.

II Corintios 2:11:
para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no
ignoramos sus maquinaciones.

Un gran beneficio de extender el perdón entre los creyentes es que no permite que
Satanás cause mayor dolor en el Cuerpo de Cristo. ¡Qué gran carga es quitada cuando
nos perdonamos unos a otros y vencemos al adversario!

Consideremos también que cuando perdonamos a alguien, nos estamos beneficiando


misericordiosamente a nosotros mismos también. Algunas veces cuando somos
ofendidos o dolidos por un compañero creyente, nuestra mente puede volver a repetir
el incidente una y otra vez en nuestros pensamientos. Esto nos puede inquietar y
enojar cada vez que pensamos acerca de ello. Al hacer esto, estamos permitiéndonos
ser prisioneros del pasado. No podemos cambiar el pasado; sin embargo, cuando
perdonamos, sí podemos cambiar el futuro. Perdonar nos libera de la negativismo y
nos permite avanzar hacia adelante. Nos estamos haciendo un favor.

Dios quiere que Sus hijos se perdonen unos a otros. Perdonar es un favor, una
amabilidad que le mostramos a otros, y también es un favor para nosotros mismos.
Tratémonos unos a otros con el amor y la misericordia que hemos recibido de nuestro
Padre celestial y disfrutemos los beneficios del perdón entre los creyentes.

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2
febrero de 2015

A veces en la vida, a pesar de nuestros mejores esfuerzos por manifestar el amor de


Dios en nuestros hogares, en nuestros sitios de trabajo y en nuestras comunidades, nos
encontramos con personas que a cambio manifiestan una falta de amabilidad e incluso
hostilidad. Puede ser una tentación para nosotros responderles por igual con palabras
o un comportamiento poco amables. Pero ¿cómo quiere Dios que respondamos? Él
quiere que seamos fuertes en Su Palabra por medio de amar a otros como Él ama.

I Pedro 3:8,9:
Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos
fraternalmente, misericordiosos [compasivos, tiernos de corazón],
amigables [de mentalidad amistosa];
no devolviendo mal por mal, ni maldición [abuso] por maldición....

Romanos 12:21:
No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.

Vencer significa «ser victorioso» o «conquistar». No trataríamos de conquistar la


oscuridad en un cuarto introduciendo más oscuridad, porque sabemos que la
oscuridad se disipa con la introducción de la luz. Así que, ¿por qué trataríamos de
vencer o conquistar el mal—cualquier cosa contraria a la Palabra de Dios—con más
mal? A cambio, necesitamos introducir el bien. Una manera de conquistar el mal es
por medio de extender el amor y la benignidad de Dios a otros.

Romanos 2:4 nos muestra el efecto que la benignidad de Dios puede tener en la vida de
alguien.

Romanos 2:4:
¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y
longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al
arrepentimiento?
1
Benignidad significa «bondad» y «activamente beneficioso a pesar de la ingratitud».
La benignidad de Dios guía a un hombre o a una mujer al arrepentimiento.
«Arrepentirse» indica un cambio genuino de corazón y de vida, de peor a mejor. Dios,
de las riquezas de Su benignidad y paciencia y longanimidad, extendió Su benignidad
hacia nosotros—dándonos la oportunidad de cambiar. Él hizo esto, no porque lo
mereceríamos, sino porque lo necesitábamos.

Cuando nos encontramos con personas cuyo comportamiento hacia nosotros es


contrario a la Palabra de Dios, podemos reconocer que detrás de ese comportamiento
usualmente hay una persona con necesidad. En vez de devolver mal por mal o
maldición por maldición, podemos mostrarles la benignidad de Dios, dándoles una
oportunidad de cambiar su vida de peor a mejor.

Jesucristo, quien siempre hizo la voluntad de Su Padre, provee un poderoso ejemplo


para nosotros seguir.

I Pedro 2:21-23:
Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por
nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas;
el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca;
quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando
padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga
justamente.

En momentos durante su ministerio público, Jesucristo fue cuestionado, acusado y


personalmente insultado. Sin embargo, «no pecó». Todo el tiempo durante su arresto,
«juicio» y crucifixión, en vez de devolver mal por mal, él persistió en extender el amor
y la benignidad de Dios hacia otros. Como resultado, uno de los malhechores
crucificados con él tuvo un cambio de corazón y creyó en Jesús, quien entonces le
prometió un futuro paraíso—un definitivo cambio de peor a mejor (Véase Lucas 23:39-
43). ¡Qué ejemplo tan excelente fue Jesús al vencer el mal con el bien!

Responder con el amor y la benignidad de Dios, siendo activamente beneficiosos a


pesar de la ingratitud, trae muchos resultados positivos:

• Le da a la persona que manifiesta una falta de amabilidad la oportunidad de


cambiar su vida, si ellos así lo deciden.
• Puede abrir la puerta para nosotros suplir necesidades con la Palabra de Dios.
• Nos da una ocasión para recibir recompensas por hacer la Palabra.

2
I Tesalonicenses 5:15:
Mirad que ninguno pague a otro mal por mal; antes seguid siempre lo
bueno unos para con otros, y para con todos.

La voluntad de Dios es clara. En vez de pagar mal por mal, podemos esforzarnos por
«seguir siempre lo bueno». Cuando nos encontramos con otros que manifiestan una
falta de amabilidad o incluso hostilidad hacia nosotros, recordemos que detrás de esas
acciones pudiera estar una persona con necesidad. Nuestra respuesta, emanada del
manantial de amor y de benignidad de Dios en nuestros corazones, los puede guiar al
arrepentimiento—a un cambio genuino de corazón y de vida. Verdaderamente,
podemos ser victoriosos, venciendo el mal con el bien, a medida que respondemos con
el amor y la benignidad de Dios.

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3
marzo de 2015

Para usted poder ver cómo caminar por un cuarto oscuro, ¿qué necesita? Necesita luz.
Asimismo, para disipar la oscuridad en este mundo, Dios necesita que Sus luminares
resplandezcan brillantemente y hagan una diferencia en este mundo.

Filipenses 2:15:
para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en
medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual
resplandecéis como luminares en el mundo.

Usted y yo somos esos luminares y Dios necesita que resplandezcamos Su luz para
otros. Nuestras vidas pueden afectar al mundo a nuestro alrededor, a medida que
vivamos para Dios y le sirvamos a Él. Somos importantes para nuestro Padre celestial.
Podemos conocer y entender cuán importantes somos para Él, a medida que
escudriñemos las abundantes riquezas de Su Palabra. Cada uno de nosotros es
importante y necesario, y nuestras vidas pueden hacer una diferencia.

Todos nacemos en este mundo sin esperanza y sin Dios (Efesios 2:12). Pero, en
marcado contraste, justo en el momento en que confesamos a Jesús como señor en
nuestra vida y creemos en nuestro corazón que Dios le levantó de los muertos
(Romanos 10:9), renacemos y llegamos a ser un hijo de Dios, completamente rescatado
fuera de nuestro estado desesperanzado y sin Dios.

Efesios 1:4:
según [Dios] nos escogió en él [nos eligió para Él y para ser Suyos] antes
de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha
delante de él.

1
¡Dios nos seleccionó cuidadosamente! Y Él nunca se arrepentirá o retirará Su
llamamiento (Romanos 11:29). ¡Ahora tenemos acceso a todo lo que Dios ha hecho
disponible por medio de Jesucristo—la gracia, el amor, el perdón y la paz de Dios; vida
eterna; la habilidad de manifestar el poder de Dios; acceso a la casa de Dios, y mucho
más! La vida es buena en la familia de Dios. Para nuestro amado Dios, cada uno de
nosotros es importante.

Dios necesita que todos hagamos nuestra parte, y Él nos ha colocado en el Cuerpo
como Él quiso (I Corintios 12:18). Él diseñó el Cuerpo de Cristo para que así cada uno
tengamos una función, una manera de servir, que es única para cada uno, y nuestra
función única es importante para todo el Cuerpo.

I Corintios 12:14-17:
Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos.
Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será
del cuerpo?
Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso no
será del cuerpo?
Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído,
¿dónde estaría el olfato?

Cada parte de nuestro cuerpo físico lleva a cabo una función única y vital. Nuestro pie
nunca diría que no pertenece a nuestro cuerpo, ¿cierto? Así como cada parte de
nuestro cuerpo físico es necesaria para su pleno funcionamiento, cada uno de nosotros
en el Cuerpo de Cristo es necesario e importante para su pleno funcionamiento: nos
necesitamos el uno al otro para estar completos y para tener el mayor impacto para
Dios. Somos mejores juntos que solos.

I Corintios 12:20,21:
Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo.
Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a
los pies: No tengo necesidad de vosotros.

2
A veces el mundo tratará de hacernos creer que no somos importantes o necesarios.
Cuando miramos la vida desde una perspectiva de los cinco sentidos, quizá incluso
comencemos a pensar que somos menos importantes que otras personas. Sin embargo,
cuando miramos la vida desde una perspectiva espiritual, nunca tenemos que
permitirnos pensar que no somos importantes. No tenemos que creer las mentiras del
mundo. Podemos creer la verdad de la Palabra de Dios, la cual es que Dios nos necesita
y Su familia nos necesita—¡somos importantes! Así que, ¿cuáles son algunas cosas
prácticas que podemos hacer para ayudarnos a mantener una perspectiva espiritual
acerca de nuestra importancia?

Podemos estar constantemente conscientes de la presencia de Dios en nuestras vidas.


Hebreos 13:5 dice: «...porque él [Dios] dijo: No te desampararé, ni te dejaré». Nunca
estamos solos. Así que, involucramos a Dios en nuestras vidas por medio de leer Su
Palabra y orarle a Él con frecuencia.

Podemos mantener nuestra mente y nuestro corazón en la Palabra. Cuando llenamos


nuestra mente de los pensamientos positivos de la Palabra, esto generará resultados
positivos en nuestras vidas.

Podemos orar frecuentemente con un corazón agradecido. Dios puede obrar grandes
cosas en nuestras vidas, a medida que vamos a Él en oración. Recuerde, siempre hay
algo por lo cual estar agradecidos, aun cuando es sólo por la gracia de Dios de estar
vivos. Y muchas veces, a medida que fijamos nuestros pensamientos en estar
agradecidos, encontramos muchas bendiciones por las cuales estar agradecidos—y eso
es hacer la voluntad de Dios.

I Tesalonicenses 5:18:
Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con
vosotros en Cristo Jesús.

También podemos ocuparnos en dar—¡sencillamente dé, dé, y dé aun mucho más!


Mientras más damos y servimos, más claramente veremos nuestro lugar en el Cuerpo
de Cristo. Y la vida será aun más satisfactoria, a medida que crecemos en nuestro
andar dinámico y poderoso con Dios, porque estamos contribuyendo a las necesidades
de la casa de Dios.

3
Mateo 5:13 dice: «Vosotros sois la sal de la tierra...». Una de las propiedades únicas de
la sal es su habilidad para preservar. Nuestra posición de firmeza con Dios y nuestro
compromiso salado a Él y Su Palabra preservan esta tierra y a sus habitantes de la
corrupción y la destrucción totales. Hacemos una diferencia individual y
colectivamente, a medida que decidimos creer y actuar en la Palabra.

Somos importantes y necesarios para Dios. Nunca dude que usted es necesario y
apreciado. Nunca olvide que nos necesitamos el uno al otro. Decidamos vivir para
nuestro Padre celestial, a medida que servimos gozosamente donde somos necesitados
y hacemos un impacto en esta vida. ¡Su vida ciertamente hace una diferencia!

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4
abril de 2015

A causa de los logros de Jesucristo, hemos sido redimidos—librados, liberados y


puestos en libertad—de la propiedad legal del adversario, el príncipe de la potestad del
aire.

I Corintios 6:20:
Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en
vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.

Jesucristo pagó todo el precio legal por el pecado de Adán y por las consecuencias del
pecado.

Colosenses 1:14:
en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.

Cuando Jesucristo fue sacrificado en la cruz del Calvario, él derramó su sangre por el
pecado de la humanidad. El término «sangre derramada» es una figura de dicción que
significa que la vida se ha ido de la sangre. La sangre de Jesús fue derramada—él
murió—para la remisión del pecado. Pero eso no fue todo. Su cuerpo fue ofrecido por
las consecuencias del pecado—por las enfermedades, las dolencias y las carencias. Él
no sólo tomó nuestros pecados, sino que también se llevó nuestras dolencias.

Mateo 8:17:
… El mismo [Jesús] tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras
dolencias.

Jesucristo logró una obra completa, no sólo para la salvación del pecado, sino también
la salvación de las enfermedades.

1
Isaías 53:5:
Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados;
el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros
curados.

Este pasaje profetiza de los logros del Mesías prometido, Jesucristo. Él claramente
pagó el precio por ambos, por nuestro perdón y por nuestra sanidad. En I Pedro vemos
estos dos elementos expresados en el tiempo pasado, porque ahora son una realidad
terminada.

I Pedro 2:24:
quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero,
para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia;
y por cuya herida fuisteis sanados.

Así que, ¿cómo pueden los creyentes renacidos reclamar esta sanidad que Jesucristo
ha hecho disponible? A continuación, hay algunas cosas que podemos hacer que nos
pueden ayudar a reclamar nuestra sanidad:

Llegamos al punto de estar absolutamente convencidos de la Palabra de Dios que la


enfermedad no proviene de Dios: la voluntad de Dios es que tengamos buena salud.

III Juan 2:
Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que
tengas salud, así como prospera tu alma.

Tomamos el tiempo para leer o escuchar la Palabra de Dios.

Proverbios 4:20,22:
Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis razones.
Porque son vida a los que las hallan, Y medicina a todo su cuerpo.

Seguimos hablando con nuestra boca y creyendo en nuestros corazones las verdades
positivas de la Palabra de Dios.

Romanos 8:6:
…pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.

2
Oramos con el entendimiento y con el espíritu.

I Juan 5:14,15:
Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa
conforme a su voluntad, él nos oye.
Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos
que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.

Romanos 8:26:
de igual manera el Espíritu [Dios] nos ayuda en nuestra debilidad; pues
qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu [el
don de espíritu santo en manifestación] mismo intercede por nosotros
con gemidos indecibles.

Hacemos todo lo que podamos para eliminar el temor. Nos mantenemos enfocados en
las verdades positivas de la Palabra de Dios.

Lucas 8:50:
Oyéndolo Jesús, le respondió: No temas; cree solamente, y será salva.

Nos mantenemos agresivos en nuestra creencia para llegar a la causa del problema.
Dios quiere que tengamos las respuestas que necesitamos en cuanto a la salud. Él
quiere que seamos sanados.

Nunca nos condenamos si estamos enfermos. No hay ninguna condenación y ninguna


separación de Dios para el creyente.

Romanos 8:1:
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo
Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.

La voluntad de Dios para nosotros es buena salud; Su naturaleza es amor; Él nunca


cambia; y con Dios, nada es imposible. Él envió a Su Hijo Jesucristo para lograr
nuestra redención. Jesucristo derramó su sangre para la remisión del pecado y por su
herida fuimos sanados.

3
La habilidad para vencer cualquier y todo obstáculo, incluyendo cualquier caso de
enfermedad, es legítimamente nuestra para reclamar como hijos de Dios, porque
hemos sido redimidos por medio de los logros de Jesucristo. ¡Reclamemos nuestra
sanidad!

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4
mayo de 2015

La vida sobreabundante está disponible hoy día para aquellos creyentes renacidos
quienes mantienen su comunión con Dios. Esta comunión produce una plenitud de
gozo en la vida de un cristiano.

I Juan 1:3,4:
lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también
vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión
verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.
Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.

Estar en comunión con nuestro Padre celestial es estar en perfecto alineamiento y


armonía con Él. ¿Cómo podemos tener perfecto alineamiento y armonía con Dios, el
Creador de los cielos y la tierra?

Primero, recibimos la filiación cuando decidimos confesar con nuestra boca al Señor
Jesús y creer en nuestro corazón que Dios le levantó de los muertos.

Romanos 10:9,10:
que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu
corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa
para salvación.

En este momento, somos renacidos, y Dios por Su gracia nos hace justos. Estamos en
perfecta comunión con nuestro Padre. Ahora tenemos el gozo de mantener nuestra
comunión con Él. La Palabra de Dios nos dice cómo mantener esta comunión a medida
que «…andamos en luz, como él [Dios] está en luz…» (I Juan 1:7).

1
Dios es Luz. Así que, cuando estamos andando en luz—andando a medida que Dios
guía, sujetando nuestro cuerpo y alma a la Palabra por medio de renovar nuestra
mente—estamos en comunión con Él.

Mientras más profundo estemos en la Palabra y mientras más profunda la Palabra esté
en nosotros, más abundante y plena llegará a ser nuestra comunión con Dios.
Comunión con Dios sólo se mantiene por medio de renovar nuestra mente de acuerdo
con Su Palabra.

Colosenses 3:16:
La palabra de [perteneciente a] Cristo more en abundancia en vosotros,
enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando
con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y
cánticos espirituales.

Tenemos comunión con Dios al grado que la Palabra more en abundancia en nosotros.
Entonces podemos:

• tener poder espiritual en nuestro andar diario;


• producir los frutos de justicia que recibimos de Dios;
• tener respondidas nuestras oraciones;
• tener entusiasmo en la vida cristiana.

En la medida que creemos y actuamos de acuerdo con la Palabra de Dios,


mantendremos nuestra dulce comunión con Él y nuestras vidas serán plenas,
abundantes, fuertes y llenas de gozo.

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2
junio de 2015

Cuando mis hermanos y yo eramos jóvenes, nuestra mamá nos ayudaba a memorizar
muchos versículos de la Biblia poniéndoles música. Los cantábamos tanto que hasta el
sol de hoy puedo recordar cada versículo con sólo susurrar la melodía que le pusimos.
No sabíamos en ese entonces que nuestra mamá no sólo nos estaba enseñando a
memorizar versículos, sino que también nos estaba enseñando cómo retener la Palabra
de Dios en nuestros corazones y vivirla.

Proverbios nos muestra que Salomón aprendió a retener las palabras de su padre,
David, quien era un varón conforme al corazón de Dios (Hechos 13:22). Por medio de
recordar las palabras de su padre, Salomón pudo aprender cómo retener la Palabra de
Dios—guardar Sus mandamientos y vivir.

Proverbios 4:3-5:
Porque yo [Salomón] también fui hijo de mi padre [David],
Delicado y único delante de mi madre.
Y él me enseñaba, y me decía:
Retenga tu corazón mis razones,
Guarda mis mandamientos, y vivirás.
Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides ni te apartes de
las razones de mi boca.

La Palabra de Dios nos exhorta a recordar Su Palabra y permitir que more en nosotros.

Salmos 105:5:
Acordaos de las maravillas que él ha hecho,
De sus prodigios y de los juicios de su boca.

Colosenses 3:16:
La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros,…
1
A medida que ponemos escrituras en nuestra memoria, eso nos permite retener la
Palabra de Dios. Retener la Palabra de Dios es hacer la Palabra; es vivirla.

II Timoteo 1:13:
Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor
que es en Cristo Jesús.

Tito 1:9:
retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que
también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que
contradicen.

A continuación veremos algunos beneficios de retener la Palabra, de poner la Palabra


en nuestra memoria y vivirla.

RETENER LA PALABRA NOS AYUDA A CRECER Y A PROSPERAR.

Salmos 1:2,3:
Sino que en la ley de Jehová está su delicia,
Y en su ley medita de día y de noche.
Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas,
Que da su fruto en su tiempo,
Y su hoja no cae;
Y todo lo que hace, prosperará.

NOS HACE LIBRES.

Juan 8:31,32:
Dijo entonces Jesús a los judíos [judaítas] que habían creído en él: Si
vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis
discípulos;
y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

Aquí la palabra traducida «discípulos» es aquella persona que retiene y practica lo que
ha aprendido. La Palabra que conocemos, que practicamos, que vivimos, es la verdad
que nos hace libres.

2
NOS AYUDA A OBEDECER LA PALABRA DE DIOS.

Salmos 119:11:
En mi corazón he guardado tus dichos,
Para no pecar contra ti.

NOS AYUDA A ESTAR FIRMES EN LA VERDAD Y A RESISTIR LA TENTACIÓN.

En Mateo 4:1-10, Jesucristo estableció un gran ejemplo por medio de responderle a las
tentaciones del Diablo con la Palabra de Dios: «Escrito está….» «Escrito está
también….» Él tenía escrituras a la mano para que pudiera él estar firme a través de
todas las tentaciones, en vez de darse por vencido.

RETENER LA PALABRA DE DIOS NOS TRAE PAZ.

Isaías 26:3:
Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti
persevera; porque en ti ha confiado.

MANTIENE NUESTRAS PALABRAS POSITIVAS.

Lucas 6:45:
El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el
hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la
abundancia del corazón habla la boca.

NOS CAPACITA PARA AYUDAR A OTROS POR MEDIO DE COMPARTIRLES LA


PALABRA.

I Pedro 3:15:
sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre
preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia
ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros.

Para recibir esos beneficios, hay que comenzar por poner la Palabra de Dios en nuestra
mente para que podamos retener esas verdades. Aquí hay algunas claves prácticas que
nos ayudarán a recordar escrituras.

3
• ENTIENDA LO QUE ESTÁ MEMORIZANDO. Cuando tenemos el contexto de
los versículos, recordarlos puede ser más fácil. II Timoteo 2:15 nos dice:
«Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene
de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad». Entender el
significado de un versículo por medio del estudio personal ciertamente puede
ayudar en el proceso de memorización.
• MINIMICE LAS DISTRACCIONES. Dios no es Dios de confusión, sino de paz
(I Corintios 14:33). Cuando podemos encontrar un lugar apacible donde
concentrarnos, minimizando las distracciones, nuestro poder para memorizar
se incrementa mucho más. ¿Hay algún lugar al cual le gusta ir cuando necesita
concentrarse? ¡Ese podría ser un lugar perfecto para trabajar en su retención de
la Palabra de Dios!
• APRENDA POR REPETICIÓN. ¿Alguna vez ha esperado hasta el último minuto
para estudiar para un examen y tratar de memorizar toda la información en una
sesión maratónica de estudio? Cuando yo hacía esto, olvidaba todo
inmediatamente después del examen. Programar un poco de tiempo cada día
para repasar los mismos versículos nos ayuda a retenerlos en nuestra memoria.
¡La repetición funciona!
• AVERIGÜE QUÉ FUNCIONA PARA USTED. Cuando era joven, ponerle
melodías a los versículos funcionó muy bien. Ahora guardo versículos en fichas
en mi cartera, y mi hermana y yo nos enviamos versículos que queremos
recordar por medio de mensajes de texto. Quizá recitar cada versículo en voz
alta o asociar cuadros mentales con ellos funcione mejor para usted. Tener un
compañero con el cual memorizar puede traer ventajas, o quizá usted quiera
guardar todos los versículos que memoriza en un libro. Cuando usted descubra
lo que funciona para usted, puede desarrollar un sistema firme sobre el cual
edificar.
• ¡DISFRÚTELO! Salmos 119:162 dice: «Me regocijo en tu palabra como el que
halla muchos despojos». Cuando disfrutamos la labor de retener las Escrituras,
lo haremos mucho mejor.

Disfrutemos memorizando escrituras para que podamos retener esas verdades y


vivirlas, cosechando los beneficios de retener la Palabra de Dios.

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4
julio de 2015

Dios llama a Sus hijos a una vida de abundancia y poder, una vida llena de Su gracia y
amor. Sin embargo, algunas veces en la vida, nos encontramos con circunstancias u
obstáculos que retan nuestra resistencia a creer. Quizá enfrentemos dificultades para
lograr nuestras metas. Quizá nos tropecemos con «obstáculos» a lo largo del camino
en categorías como nuestra salud, nuestras finanzas, nuestras relaciones. A pesar de lo
que estos «obstáculos» puedan ser, ¿cómo continuamos en nuestra creencia sin perder
el ánimo en nuestro corazón?

En Su Palabra, Dios amorosamente nos provee con aliento para manejar las
situaciones que enfrentamos.

Gálatas 6:9:
No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si
no desmayamos.

La palabra «cansemos» significa perder la valentía; perder el ánimo en el corazón ante


las tribulaciones o maldades. «Desmayamos» es aflojamos, nos relajamos o nos
agotamos. La Palabra de Dios nos alienta a no perder nuestra valentía, a no perder
ánimo en el corazón, a no cansarnos de hacer bien o desmayar en nuestra mente. A
medida que hacemos esto, recibiremos el fruto de nuestra labor.

¿Cómo continuamos en nuestra creencia cuando somos retados a perder el ánimo en el


corazón o desmayar en nuestra mente? Aquí hay algunas claves prácticas para
ayudarnos a no desmayar en nuestra creencia y ser triunfantes en toda situación que
enfrentemos.

Primero, vaya a la luz de la Palabra de Dios. Su Palabra nos provee de luz espiritual que
ayuda a guiarnos a través de tiempos de necesidad.

1
Salmos 119:130:
La exposición de tus palabras alumbra; Hace entender a los simples.

Podemos encontrar esas escrituras o relatos en Su Palabra que nos recuerdan del
poder y la fuerza de Dios. Permitimos que la luz de la Palabra de Dios ilumine
brillantemente la situación, eliminando la oscuridad. La luz de la Palabra de Dios nos
ayuda a no desmayar en nuestra creencia.

Otra clave para permanecer fuertes y no desmayar es tener un enfoque espiritual por
medio de guardar siempre presente la esperanza del retorno de Cristo. Saber que
nuestro señor y salvador va a regresar para reunir a los renacidos, nos ayudará por
comparación a ver desvanecer nuestras circunstancias y nos ayudará a no desmayar.

II Corintios 4:15-18:
Porque todas estas cosas padecemos por amor a vosotros, para que
abundando la gracia por medio de muchos, la acción de gracias
sobreabunde para gloria de Dios.
Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior
se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día.
Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada
vez más excelente y eterno peso de gloria;
no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues
las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.

Cuando enfrentamos aflicción, quizá podemos ser tentados a sólo ver «las cosas que se
ven», los hechos de la situación, las cosas que están justo en frente de nuestra cara.
Pueden ser muy desalentadoras, y pueden ser contrarias a la Palabra de Dios. Pero son
temporales.

En II Corintios 4, somos alentados a ver las cosas que son eternas. Mantenemos una
perspectiva espiritual por medio de renovar nuestra mente a lo que la Palabra dice.
Esto nos permite ver las cosas como Dios las ve. Su punto de vista—la Palabra de
Dios—supera los hechos y nos coloca en una posición elevada.

Si somos tentados a desalentarnos o desmayar en nuestra mente, ¡podemos


recordarnos que Cristo retornará! Las aflicciones y los retos que enfrentamos hoy día
puede que no se vean leves (II Corintios 4:17), pero mirando el panorama más grande y
la vida eterna, somos asegurados que a medida que no desmayamos en nuestra «leve
tribulación», «produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria».
Seremos recompensados por permanecer firmes y fieles. La esperanza de la gran
2
reunión además de las recompensas capacita al creyente a seguir adelante a pesar de
las presiones. Tenemos la Esperanza, y esa es una perspectiva espiritual que nos
fortalece para que no desmayemos. Permanecemos firmes y denodados en la Palabra
de Dios sin importar las circunstancias.

Otra clave que podemos poner en práctica cuando enfrentamos desalientos es orar con
frecuencia. Jesucristo alentaba a hacer esto.

Lucas 18:1:
También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar
siempre, y no desmayar.

Cuando oramos, involucramos en nuestra vida al Dios Todopoderoso, el Creador de los


cielos y la tierra, y podemos soltar nuestras cargas, dárselas a Él. Y a medida que
persistimos en la oración con respecto a cualquier asunto de acuerdo con Su Palabra,
nuestro Padre celestial es fiel para escucharnos y respondernos.

La oración también es un rumbo que conduce a la paz. A medida que oramos, la paz de
Dios guardará, cuidará y protegerá nuestro corazón y mente por medio de Cristo Jesús
(Filipenses 4:6,7). La oración es clave para poder navegar un trayecto triunfante lleno
de las bondades de Dios.

Una clave práctica más que podemos aplicar para ayudarnos a no desmayar en nuestra
creencia es confiar en la fuerza de Dios.

Isaías 40:28-31:
¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los
confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su
entendimiento no hay quien lo alcance.
El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene
ningunas.
Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen;
pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas
como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se
fatigarán.

3
Dios da esfuerzo al cansado cuando la energía y habilidad natural fallan. Cuando nos
sentimos como que no tenemos fuerzas, Él multiplica nuestras fuerzas. Cuando
esperamos en el Señor, buscamos y anticipamos el poder, la autoridad y la habilidad de
Dios para energizarnos y capacitarnos. Entonces nuestra fuerza es renovada para que
podamos vencer obstáculos y seguir adelante. Correremos y no nos cansaremos,
caminaremos y no nos fatigaremos.

Pueden haber obstáculos en el camino de la vida que quizá nos tienten a perder
nuestra valentía y nuestra resolución a hacer la Palabra. Estas situaciones puede que
nos desafíen y sean difíciles, pero no son imposibles de vencer. En vez de llegar a estar
cansados de hacer el bien y desmayar en nuestra mente, podemos: iluminar más de la
Palabra de Dios en la situación, mantener una perspectiva espiritual con la esperanza
del retorno de Cristo siempre presente, orar con frecuencia y confiar en la fuerza de
Dios. Con Dios, todas las cosas son posibles a medida que determinamos creer y actuar
en Su Palabra. ¡No nos cansemos, pues, de hacer bien, porque recibiremos el fruto de
nuestra labor y veremos la victoria si no desmayamos!

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4
julio de 2015

II Timoteo 3:16:
Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para
redargüir, para corregir, para instruir en justicia.

Es indispensable que el creyente renacido en cualquier tiempo o época y en cualquier


cultura esté convencido de que la Palabra de Dios es la voluntad de Dios. Y si uno va a
ser lógico e íntegro, tiene que creer que la Biblia entera es la Palabra y la voluntad de
Dios, desde Génesis hasta Apocalipsis, o no es la Palabra de Dios en ningún lugar. No
podemos remover segmentos de la Palabra de Dios con los cuales no estamos de
acuerdo y aún tener la Palabra.

La Palabra de Dios dice lo siguiente acerca del matrimonio en el Antiguo Testamento,


en los Evangelios y en el Nuevo Testamento.

Génesis 2:24:
Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su
mujer, y serán una sola carne.

Mateo 19:4,5:
El [Jesucristo], respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los
hizo al principio, varón y hembra los hizo,
y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer,
y los dos serán una sola carne?

Efesios 5:31:
Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su
mujer, y los dos serán una sola carne.

1
Desde el punto de vista de Dios, el matrimonio es entre un hombre y una mujer. Esto
es la Palabra de Dios y esto es Su voluntad. Nadie tiene el derecho o el privilegio de
remover estos segmentos de la Palabra de Dios porque no esté de acuerdo con ellos.

Además, la verdad de la Palabra de Dios revela que no es Su voluntad que miembros


del mismo sexo tengan relaciones sexuales los unos con los otros. De hecho, la Palabra
de Dios demuestra que este tipo de comportamiento es un subproducto de la impiedad
y de la justicia.

Romanos 1:18,24,25:
Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e
injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad;
Por lo cual también Dios los entregó [los transfirió al poder de otro] a la
inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que
deshonraron entre sí sus propios cuerpos,
ya que cambiaron [intercambiaron] la verdad de Dios por la mentira,
honrando y dando culto a las criaturas [a aquello que Dios creó] antes
que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.

Cuando los hombres y las mujeres se desvían de Dios y Su verdad de esta manera, ellos
están intercambiando la verdad de Dios por la mentira, lo cual es adorar a cualquier
cosa antes que el Dios verdadero o por encima de él. Ellos están adorando sus propias
ideas y deseos egoístas.

Romanos 1:26-28:
Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas [deshonrosas]; pues
aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra
naturaleza,
y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la
mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos
vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la
retribución [recompensa] debida a su extravío.
Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a
una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen [o no son
debidas ni apropiadas].

Aun cuando en nuestras culturas decidan adoptar «un entendimiento cambiado en


cuanto al matrimonio», esto no le da a nadie el derecho de remover segmentos de la
Palabra a fin de intercambiar la verdad por la mentira. Esto es una representación
errada de la voluntad de Dios.
2
Así que, ¿qué debemos hacer nosotros, quienes amamos a Dios y Su Palabra, cuando
nuestras culturas contradicen la Palabra de Dios? Hacemos lo que los creyentes han
hecho durante siglos. Seguimos declarando la verdad.

En el primer siglo, cuando Pedro y los otros apóstoles declararon la verdad, ellos
tuvieron oposición de las autoridades. Pero observen lo que sucedió.

Hechos 5:19-21:
Mas un ángel del Señor, abriendo de noche las puertas de la cárcel y
sacándolos, dijo:
Id, y puestos en pie en el templo, anunciad al pueblo todas las palabras
de esta vida.
Habiendo oído esto, entraron de mañana en el templo, y enseñaban....

El versículo 28 registra que más tarde fueron traídos nuevamente delante de las
autoridades, quienes les preguntaron:

...¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y


ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar
sobre nosotros la sangre de ese hombre.

La respuesta de estos creyentes renacidos, nuestros hermanos en Cristo del primer


siglo, está registrada para siempre jamás en el versículo 29:

Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a


Dios antes que a los hombres.

Según continúa el relato, las autoridades «se enfurecían y querían matarlos (a Pedro y
los apóstoles)», hasta que se levantó un fariseo y habló acerca de los apóstoles,
llegando a la siguiente conclusión en Hechos 5:38 y 39:

Y ahora os digo: Apartaos de estos hombres, y dejadlos; porque si este


consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerá;
mas si es de Dios, no la podréis destruir; no seáis tal vez hallados
luchando contra Dios.

En vista de esta lógica, las autoridades se pusieron de acuerdo para soltar a Pedro y los
apóstoles; pero antes de hacerlo, los mandaron a ser azotados y les intimaron que no
hablasen en el nombre de Jesús. ¿Se acobardaron los apóstoles en temor? ¡No!

3
Hechos 5:41,42:
Y ellos [Pedro y los otros] salieron de la presencia del concilio, gozosos
de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del
Nombre.
Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y
predicar a Jesucristo.

Hoy día en el vigésimo primer siglo, quizá no enfrentamos encarcelamiento y azotes a


medida que hablemos la Palabra; pero sin importar cuál sea la oposición en nuestro
tiempo y época, no nos cohibimos de declarar la Palabra. Dios no ha cambiado; Su
Palabra no ha cambiado; la verdad no ha cambiado. Nosotros tampoco cesamos de
enseñar y predicar todos los días. El mundo necesita que hagamos esto, porque
nosotros declaramos la verdad, la Palabra de vida.

Filipenses 2:15,16:
para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en
medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual
resplandecéis como luminares en el mundo;
asidos de [declarando] la palabra de vida, para que en el día de Cristo
yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he
trabajado.

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4
agosto de 2015

Muchos cristianos profesos han sido enseñados a «alabar a Jesús». Sin embargo,
la Biblia no enseña que hay que alabar o agradecer a Jesucristo ni dirigirse a él en
oración. Dios como la Fuente de toda bendición es el único que debe recibir
nuestra alabanza, agradecimiento y oración. Desde el comienzo mismo, las
Escrituras nos dicen que la alabanza se dirige a Dios y no a Jesús.

Lucas 2:11,13,14:
que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es
CRISTO el Señor.
Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes
celestiales, que alababan a Dios, y decían:
¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad
para con los hombres!

Jesucristo fue la razón por la cual los ángeles alababan a Dios, pero fue Dios Quien
fue el Receptor de esa alabanza. Después de seguir las instrucciones del ángel y de
ver a María, José y a Jesús, los pastores también desbordaron en alabanza a Dios.

Lucas 2:20:
Y volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios por todas
las cosas que habían oído y visto, como se les había dicho.

Durante la vida y el ministerio terrenal de Su Hijo, Dios continuó recibiendo la


alabanza y la gloria. En Mateo 9, Jesús sanó al hombre paralítico. Noten la
respuesta de la gente.

1
Mateo 9:8:
Y la gente, al verlo, se maravilló y glorificó a Dios, que había dado
tal potestad a los hombres.

Jesucristo manifestó el poder, pero la alabanza y la gloria pertenecían a Dios Quien


le había dado el poder. Jesucristo mismo siempre le dio la gloria a Dios. él trajo la
luz al mundo, pero él no inició esa luz—ella provino de Dios.

Juan 7:16:
Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel
[Dios] que me envió.

Los discípulos de Jesucristo hablaron y respondieron conforme a ello. Vemos esto


cuando Jesús entró en Jerusalén hacia el final de su ministerio terrenal.

Lucas 19:37:
Cuando llegaban [Jesús con sus discípulos] ya cerca de la bajada
del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos,
gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las
maravillas que habían visto.

Jesucristo fue la razón por la alabanza pero no el receptor de ella. Jesús nunca le
enseñó a la gente a alabarle a él o a orarle a él. Él le enseñó a sus seguidores a
dirigirse al Padre en oración.

Mateo 6:9:
Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre.

Cuando Jesús les enseñó acerca del poder que ellos manifestarían en el futuro, él
les dijo: «No me preguntaréis nada», y luego les enseñó a orarle al Padre en su
nombre.

Juan 16:23:
En aquel día [el futuro—después de la ascensión de Jesucristo y del
día de Pentecostés] no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os
digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará.
2
Le oramos al Padre en el nombre de Jesucristo porque los medios por los cuales las
personas vienen al Padre son la vida y la enseñanza y los logros de Jesús.

Juan 14:6:
Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al
Padre, sino por mí.

Hay muchas Escrituras claras que documentan y establecen esta verdad en nuestro
día y tiempo, la Administración de Gracia. Las oraciones en las Epístolas a la
Iglesia nos muestran cómo el Padre quiere que oremos. Ellas están dirigidas a él.

Efesios 1:3:
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos
bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en
Cristo.

Efesios 3:14:
Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor
Jesucristo.

Filipenses 1:3:
Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de vosotros.

Colosenses 1:12:
con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar
de la herencia de los santos en luz.

I Tesalonicenses 1:2:
Damos siempre gracias a Dios por todos vosotros, haciendo
memoria de vosotros en nuestras oraciones.

II Tesalonicenses 1:3:
Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como
es digno, por cuanto vuestra fe va creciendo, y el amor de todos y
cada uno de vosotros abunda para con los demás.

3
Un versículo que pudiera indicar que sí le damos gracias a Jesús es I Timoteo 1:12:
«Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo
por fiel, poniéndome en el ministerio». Sin embargo, en el griego «Cristo Jesús»
está en el caso dativo, indicando «por Jesucristo». Así que, «Doy gracias al que me
fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor» es entendido más claramente según la
gramática griega como: «Tengo agradecimiento POR Cristo Jesús nuestro Señor».

Una razón por la practica de alabar y orarle a Jesús puede ser el entendimiento
equivocado que tienen las personas de que Jesús y Dios son uno y el mismo. Pero
la Biblia muestra que Jesucristo no es Dios; él es el Hijo unigénito de Dios. (Para
estudio adicional en nuestra página web, véase las Escrituras enumeradas bajo
Jesus Christ Is Not God [Jesucristo no es Dios] y One God [Un Dios] en la sección
This Is What God Says [Esto es lo que Dios dice]. También, véase nuestra sección
Bookstore [la Librería] para encargar el libro Jesus Christ Is Not God [Jesucristo
no es Dios].)

La evidencia en la Palabra es abundantemente clara. Sólo Dios, nuestro Padre


celestial, ha de ser el Receptor de nuestra alabanza, agradecimiento y oraciones.
Jesucristo enseñó y vivió esta verdad, y los discípulos en la Administración de los
Evangelios y en la de Gracia hicieron lo mismo. Podemos mantener esta clara
distinción en nuestro propio corazón de creencia, en nuestras propias palabras por
creencia y en nuestras propias acciones por creencia, y ayudar a otros a hacer lo
mismo, a fin de que Dios reciba la alabanza que sólo él se merece.

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4
agosto de 2015

Aquí está la respuesta a una pregunta que se hace con frecuencia: «¿Cuándo
comienza la vida humana?» Una creencia es que la vida humana comienza al
momento de la concepción, pero de acuerdo con la Palabra de Dios
correctamente dividida, el momento de la concepción es el momento cuando
comienza el potencial para la vida humana. El potencial para la vida humana
debe ser separado lógica y claramente de aquello que es la misma vida humana
en sí. Al momento de la concepción, cuando un solo espermatozoide de un varón,
de las no menos de quinientas millones de posibilidades, se une con un óvulo de
una hembra, esa todavía no es la vida humana a la cual se refiere la Palabra de
Dios. La concepción es sólo el comienzo, el potencial para la vida humana. La
vida humana, de acuerdo con Dios y Su Palabra, comienza con el primer respiro
natural después que nace el bebé. Cuando un ser humano respira por su cuenta,
entonces Dios lo llama un «ser viviente». Este es el momento cuando comienza la
vida humana. Génesis 2:7 lo declara claramente:

Génesis 2:7:
Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y
sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.

El hombre llegó a ser un ser viviente cuando Dios sopló en su nariz aliento de
vida. No fue un «ser viviente» antes. Un embrión o un feto puede ser considerado
un ser, pero no un «ser viviente». Cuando un feto toma su primer aliento, llega a
ser un ser viviente. Consideremos: ¿Cuándo termina la vida humana? Termina
con el último aliento. Así que, ¿Cuándo comienza la vida humana? Con el primer
aliento.

1
La vida de alma está en la sangre (Levítico 17:11: «Porque la vida de la carne en la
sangre está….») y es transmitida a la próxima generación cuando el
espermatozoide impregna el óvulo al momento de la fertilización. Luego en el
nacimiento, cuando el niño toma su primer aliento, él llega a ser un ser viviente
independiente. El aliento de vida al momento de nacer inicia una serie de
cambios vitales en los sistemas cardiovasculares y pulmonares de un recién
nacido, a fin de poder mantener independientes de la madre, las funciones de
vida de ese niño. El aliento de vida ocurre una vez que el niño aspira por su nariz
o boca, no a través de la conexión con la madre. El que no ha nacido aún no
respira por su cuenta en el vientre y por lo tanto no puede recibir el aliento de
vida, el cual es el factor determinante para ser llamado un ser viviente.

Lo que se desarrolla en el vientre es vida como un apéndice del cuerpo de la


madre; es un ser viviente una vez que nace y respira por su cuenta. Y cuando una
persona toma su último respiro, su alma se ha ido, su vida terminó (Salmos
146:4).

Otro versículo de las escrituras que nos ayuda a separar lógica y claramente el
potencial para la vida humana, de la vida humana en sí, está en Lucas 1. Aquí fue
cuando el ángel Gabriel le reveló a María que ella sería la madre de Jesús, nuestro
salvador, por medio del Espíritu Santo, queriendo decir Dios. Note cómo el ángel
se refirió al que todavía no había nacido.

Lucas 1:35:
Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y
el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también
el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.

El mensajero de Dios, el ángel Gabriel, llamó a Jesucristo «Santo Ser» antes de


que naciera. Las palabras «Santo Ser» representan una sola palabra en griego, la
cual está en el género neutro, no en el masculino. Mientras Jesucristo estaba en el
vientre, aún no era considerado un ser humano, sino un «Santo Ser».

2
Cuando permitimos que Dios por medio de Su Palabra defina nuestros términos,
queda claro que el ser que todavía no ha nacido no es un ser humano, porque «la
vida de aliento» aún no ha comenzado.

¿Cuándo comienza la vida humana? Con el primer aliento.

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3
septiembre de 2015

II Corintios 9:8:
Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a
fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente,
abundéis para toda buena obra.

En Su inmensurable amor y gracia, Dios ha dado libremente a los creyentes renacidos


todo lo suficiente en todas las cosas para que podamos abundar. ¿Abundar para qué?
¿Para almacenar nuestra abundancia? ¿Para sentarnos y admirarla? No, señor. Nos
es dada para que podamos abundar para toda buena obra. Una buena obra que
podemos hacer debido al amor y agradecimiento por Dios en nuestros corazones es
servir.

Efesios 2:10:
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas
obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos
en ellas.

Somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras. Su plan es que
utilicemos nuestras habilidades, nuestro poder y autoridad en el nuevo nacimiento,
para llevar a cabo las obras de servicio colocadas delante de nosotros. ¿Por dónde
comenzamos? Bueno, primeramente tenemos que tener algo que servir. Si fuéramos a
un hermoso restaurante con los mesoneros más competentes y amables del planeta,
aún no podrían servirnos la comida, si no hubiera comida que servir, ¿cierto?

Como hijos de Dios, nosotros definitivamente tenemos algo que servir, el «algo» más
grandioso—la Palabra de Dios. Dios nos ha encargado Su Palabra para que podamos
servirla a otros.
1
II Corintios 5:19,20:
que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no
tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a
nosotros la palabra de la reconciliación.
Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase
por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos
con Dios.

El ministerio de El Camino tiene un gran almacén de recursos para ayudar a las


personas a aprender y aplicar la Palabra de Dios. Comuniones en el hogar, la serie
sobre El Camino de abundancia y poder, la revista en inglés The Way Magazine, los
artículos en www.theway.org y materiales de referencia de la Librería de The Way
International—estos son solo algunos de los recursos que ayudan a edificar un
entendimiento de la verdad que realmente es algo poderoso para servir a otros.
Tenemos la Palabra de verdad para servir y es la verdad lo que hace libres a las
personas (Juan 8:32). ¡Qué gozo tan grande el que tenemos de servir la Palabra a
otros!

Otro elemento necesario en servir la Palabra de Dios es el amor de Dios. Y Dios


también ha suplido esto a los creyentes renacidos.

Romanos 5:5:
y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido
derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo [el don de
espíritu santo] que nos fue dado.

Ya que tenemos ese amor de Dios espiritualmente, podemos vestirnos de él en


nuestros pensamientos y en nuestras acciones para ayudar a servir la Palabra de Dios
a otros.

Efesios 5:1,2:
Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados.
Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí
mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.

Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para servir Su Palabra en amor; así que,
tomamos acción.
2
Gálatas 5:13:
...sino servíos por amor los unos a los otros.

Pablo, Silas y Timoteo fueron ejemplos maravillosos de servicio, a medida que


ministraban la Palabra a otros en Tesalónica.

I Tesalonicenses 2:4,7,8:
sino que según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el
evangelio, así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a
Dios, que prueba nuestros corazones.
Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con
ternura a sus propios hijos.
Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido
entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias
vidas; porque habéis llegado a sernos muy queridos.

Otro grupo que fielmente sirvió a otros fue la casa de Estéfanas en Corinto.

I Corintios 16:15:
Hermanos, ya sabéis que la familia de Estéfanas es las primicias de
Acaya, y que ellos se han dedicado al servicio de los santos.

Esta casa libremente puso sus vidas en orden, se comprometieron y se dedicaron a sí


mismos, a fin de poder servir a los creyentes. Nadie requirió esto de ellos. Fue una
respuesta amorosa debido al agradecimiento desbordante en su corazón por lo que
Dios había hecho por ellos.

Dios nos ha dado a nosotros, los creyentes renacidos, todo lo suficiente en todas las
cosas para que podamos abundar para toda buena obra. Así que, he aquí hay una
buena obra que podemos llevar a cabo debido al amor y agradecimiento por Dios en
nuestros corazones—servir la Palabra de Dios a otros.

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3
octubre de 2015

Colosenses 1:9,10:
Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de
orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su
voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual.
para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo,
llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de
Dios.

Para que estos versículos lleguen a ser una realidad, hay principios básicos que al ser
aprendidos y aplicados pueden ayudar a todo creyente renacido a andar digno del
Señor, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios.
Durante los próximos meses, consideraremos cinco de estos principios: leer y
estudiar la Palabra; testificar; orar; tener comunión con creyentes de un mismo
sentir; y dar y recibir. Cada uno de estos nos ayudará a estar llenos del conocimiento
de Su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual. Veremos cómo podemos
obtener provecho individualmente y como una casa, por medio de integrar estos
principios básicos a nuestras vidas, y también veremos por qué cada uno es
beneficioso.

Comenzaremos con «¿Por qué leer y estudiar la Palabra de Dios?» La respuesta


sencilla a esta pregunta es: porque Dios nos dice que debemos hacerlo y porque
beneficiará nuestras vidas abundantemente.

Santiago 1:21:
Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia,
recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar
vuestras almas.
1
La palabra «salvar» en este versículo significa «hacer completo o íntegro». Dios desea
que cada creyente sea hecho completamente íntegro en cada manera, y leer y estudiar
Su Palabra trae esta calidad de completo.

Salmos 119:105:
Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino.

Salmos 119:130:
La exposición de tus palabras alumbra; Hace entender a los simples.

Salmos 33:11:
El consejo de Jehová [la Palabra de Dios] permanecerá para siempre;
Los pensamientos de su corazón por todas las generaciones.

La Palabra de Dios da luz, y expresa los pensamientos de Su corazón—Su voluntad.


Muchas personas quieren saber cuál es la voluntad de Dios. La Palabra revelada de
Dios es la voluntad de Dios. Podemos conocer Su voluntad y traer la luz de Su Palabra
a nuestras vidas por medio de cada día tomar tiempo para leer Su Palabra.

Dios también nos alienta a estudiar Su Palabra, lo cual nos ayuda a apropiarnos de
Ella y estar convencidos de Ella.

II Timoteo 2:15:
Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que
no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.

Los siguientes son sólo algunos de los beneficios de leer y estudiar la Palabra de Dios.
Nos ayuda a:

• tener el mismo sentir de Cristo (Filipenses 2:5)


• entender el conocimiento del Misterio (Efesios 3:4)
• ser transformados por medio de la renovación de nuestra mente
(Romanos 12:2)
• estar siempre preparados para presentar la verdad a aquellos en necesidad
(I Pedro 3:15)

2
Primero que nada leer y estudiar la Palabra de Dios nos bendice a nosotros mismos a
medida que aprendemos acerca del poder y la habilidad que están disponibles a los
creyentes renacidos. Luego en nuestras relaciones con otros, aprendemos cómo andar
en amor los unos hacia los otros de acuerdo con esa Palabra; y estamos preparados
para edificar con la Palabra que hemos puesto en nuestra mente. Cada minuto que
pasamos leyendo y estudiando la Palabra de Dios nos puede alentar y fortalecer para
vivir poderosa y abundantemente para Él y andar como es digno del Señor,
agradándole en todo.

Ya hemos comenzado a ver por qué leemos y estudiamos la Palabra de Dios.

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3
noviembre de 2015

¿Se han dado cuenta que hay algunos creyentes que simplemente les encanta hablar
la Palabra de Dios? Les encanta compartir Su Palabra con otros, predicar las verdades
que han aprendido, hablar la Palabra a cualquiera que escuche e invitar a las
personas a una comunión hogareña. Tener un amor por testificar y luego desarrollar
habilidad para ello está basado en más que una característica de la personalidad; se
desarrolla desde el corazón y el alma de alguien que verdaderamente entiende por
qué nuestro Padre celestial quiere que testifiquemos Su Palabra. Como creyentes
renacidos con un conocimiento y entendimiento exactos de la verdad, nosotros
decidimos testificar la Palabra (1) porque podemos, (2) porque hemos sido
comisionados, y (3) porque somos necesarios.

¡PORQUE PODEMOS!

Hechos 1:8:
pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu
Santo [espíritu santo], y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea,
en Samaria, y hasta lo último de la tierra.

Esta es una promesa que hizo Jesucristo a sus apóstoles en el día de su ascensión.
Diez días más tarde en el día de Pentecostés, el espíritu santo «vino sobre» los
apóstoles. Y en ese mismo día, el apóstol Pedro, hablando por revelación proveniente
de Dios, anunció claramente que esta promesa también era para «todos los que están
lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare» (Hechos 2:39). ¡Esa promesa fue
hecha a cada creyente renacido desde el día de Pentecostés en adelante, incluyendo a
usted y a mí! Una vez que renacemos con el don de espíritu santo, somos testigos. Eso
significa que podemos testificar la Palabra de Dios; tenemos la habilidad para
testificar.

1
¡PORQUE HEMOS SIDO COMISIONADOS!

No sólo podemos testificar por Dios debido al espíritu santo que tenemos adentro,
sino que en realidad hemos sido encargados de hacerlo.

II Corintios 5:19,20:
que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no
tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a
nosotros la palabra de la reconciliación.
Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase
por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos
con Dios.

Como hijos de Dios, también somos Sus embajadores. Y como representantes de Dios
en esta tierra, tenemos la Palabra de la reconciliación que se nos ha encargado a
nosotros. Dios nos ha comisionado para reconciliar con Él a aquellos que están sin
Dios y sin esperanza, para que ellos también puedan disfrutar la comunión amorosa
con Él.

¡PORQUE SOMOS NECESARIOS!

Romanos 10:13:
porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.

¿Cómo pueden las personas conocer acerca de la salvación si primero no predicamos,


proclamamos públicamente la verdad acerca de Dios, Su Palabra y lo que Él desea
para las personas?

Romanos 10:14:
¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo
creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quién
les predique?

¡Las personas nos necesitan! Así que tenemos el gozo y la responsabilidad de predicar
la Palabra de Dios.

Miremos algunos de los creyentes de la Iglesia del primer siglo quienes


verdaderamente les encantaba testificar la Palabra.

2
PEDRO

Hechos 2:14:
Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló
diciendo: Varones judíos [judaítas], y todos los que habitáis en
Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras.

ESTEBAN

Hechos 6:10:
Pero no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que [Esteban]
hablaba.

FELIPE

Hechos 8:5:
Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a
Cristo.

PABLO Y BERNABÉ

Hechos 14:20,21:
...y al día siguiente salió [Pablo] con Bernabé para Derbe.
Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer
muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía.

Sabiendo que tenemos la habilidad, el comisionamiento, el gozo y la responsabilidad


de predicar la Palabra, nosotros podemos sumarnos a la lista de estos creyentes y de
otros más, ¡porque nosotros también nos encanta testificar la Palabra de Dios!

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3
diciembre de 2015

La oración es una parte esencial de vivir la vida sobreabundante. I Tesalonicenses


5:17 establece una maravillosa meta para el creyente renacido.

I Tesalonicenses 5:17:
Orad sin cesar.

Orar sin cesar es una exhortación para nosotros orar en cada oportunidad que
tengamos. ¿Por qué quiere Dios que oremos en cada oportunidad?

Para ayudarnos a responder esa pregunta, consideremos algunos propósitos para


orar por medio de enfocarnos en estos cuatro aspectos enumerados en I Timoteo 2:1:

Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y


acciones de gracias, por todos los hombres.

En este versículo, encontramos: (1) «rogativas», la cual enfatiza las peticiones


específicas hechas a Dios por necesidades; (2) «oraciones», las cuales son para
devoción personal y alabanza a Dios; (3) «peticiones», las cuales son oraciones en
nombre de otros, y (4) «acciones de gracias», las cuales enfatizan una actitud de
agradecimiento.

El primer propósito para orar que examinaremos es pedirle a Dios por cosas
específicas de necesidad. Hay promesas en la Palabra de Dios acerca de este aspecto
de la oración.

1
Filipenses 4:6:
Por nada estéis afanosos [ansiosos], sino sean conocidas vuestras
peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de
gracias.

Juan 14:13,14:
Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, [yo, Jesucristo] lo haré,
para que el Padre sea glorificado en el Hijo.
Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.

I Juan 5:14,15:
Y esta es la confianza que tenemos en él [Dios], que si pedimos alguna
cosa conforme a su voluntad, él nos oye.
Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos
que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.

Le agradecemos a Dios por suplir lo que sabemos que está disponible de Sus
promesas. Esta clase de oración nos ayuda a ser específicos y honestos con Dios. Y la
oración con creencia trae resultados.

El próximo propósito que consideraremos es pasar tiempo en la devoción personal


con Dios y en alabarle. Esto nos ayuda a edificar y a fortalecer nuestra relación con Él.
Y Dios ha capacitado al creyente renacido para alabarlo a Él perfectamente por medio
de la manifestación de hablar en lenguas. Hablar en lenguas es una de las dos
maneras de orar que se describen en I Corintios.

I Corintios 14:15:
¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el
entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el
entendimiento.

Orar con el espíritu es hablar en lenguas, y para el creyente renacido, hablar en


lenguas es la manera de alabar a Dios perfectamente. Jesucristo predijo acerca de
esto cuando dijo: «los que le adoran [a Dios], en [o por medio del] espíritu y en
verdad es necesario que adoren» (Juan 4:24). El tiempo que pasamos en la devoción
personal y en la alabanza nos ayuda a mantener nuestro enfoque en Dios a través del
día.

2
Otro propósito para orar es hacer intercesión por otros—aquellos en la casa de Dios y
por todos los hombres. Hacer intercesión es sencillamente orar con cuidado e interés
por las necesidades de otros.

Efesios 6:18:
orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el [o por medio
del] Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por
todos los santos [los creyentes renacidos].

I Timoteo 2:1:
Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y
acciones de gracias, por todos los hombres.

Cuando queremos interceder por aquellos a quienes amamos y ni siquiera sabemos


por qué orar, ¡hablar en lenguas es una maravillosa consolación!

Romanos 8:26,27:
Y de igual manera el Espíritu [Dios] nos ayuda en nuestra debilidad;
pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el
Espíritu [el don de espíritu santo en manifestación] mismo intercede
por nosotros con gemidos indecibles.
Mas el que escudriña los corazones [Dios] sabe cuál es la intención del
Espíritu [espíritu santo en manifestación], porque conforme a la
voluntad de Dios intercede por los santos.

Y otro propósito maravilloso para orar es acciones de gracias—sencillamente


agradecer a Dios por todo lo que Él ha hecho por nosotros. Edificamos una actitud de
agradecimiento, siempre agradeciéndole a Él por Sus bendiciones.

Efesios 5:20:
dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de
nuestro Señor Jesucristo.

Colosenses 3:17:
Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el
nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

3
I Tesalonicenses 5:18:
Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con
vosotros en Cristo Jesús.

Nuestras oraciones nos proveen una manera para pedir ayuda específica, para
edificar nuestra relación con Dios y alabarle a Él, para interceder por otros y para
agradecerle a Él por Sus bendiciones siempre presentes. ¡Estos propósitos nos
ayudan a entender por qué oramos sin cesar!

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