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Solucionario a las pruebas de acceso a la universidad 2013

Facultad de Ciencias Sociales de Melilla


 

palabras. Para el esta posición es la causa de nuestro error, nuestro engaño con respecto a la
realidad.

El crepúsculo de los ídolos, también traducido como el ocaso de los ídolos, es subtitulado por
Nietzsche cómo se filosofa con el martillo. Escrita en 1888, es casi el ocaso de nuestro
pensador. La crítica a la tradición occidental nietzscheana es demoledora y se dirige a todos
los campos: La ciencia positivista, las religiones judaica y cristiana, la moral socrática y la
filosofía tradicional. Este escrito contiene el pensamiento antifilosófico, como suscribe más
tarde en Ecce homo, también en 1888: “Fue escrito en tan pocos días, que no me atrevería a
decir su número”. Es el libro excepcional por excelencia, es revolucionario y casi nos
atreveríamos a decir maligno. Significa ocaso de los ídolos, fin de esa “vieja verdad”. La de la
metafísica socrático- platónica, con su pervivencia en Descartes y en Kant. Fin de la ontología
occidental que encorseta el devenir en conceptos universales sobre el ser, como hemos leído
en este mismo texto. Es ese miedo a vivir el que sin más nos está denunciando.

Nos encontramos en al apartado tercero del crepúsculo siendo el tema central la razón en la
filosofía. Se describe la distancia entre el filósofo tradicional o el típico, que se opone a la
noción misma del “devenir” y por tanto odia a la vida. Excepto la filosofía de Heráclito, la
anterior ha sido obra del “resentimiento”. La “razón” en la filosofía, es la causa de que
nosotros falsifiquemos el testimonio de los sentidos. Entonces caemos en el fetichismo
grosero, ya que adquirimos conciencia de las premisas fundamentales de la metafísica del
lenguaje, o sea, de la razón. “El lenguaje cree en el yo como sustancia y proyecta la creencia
en el yo sustancia, crea la noción de “cosa” y el ser es pensado e introducido en las cosas
como causa. Así los filósofos llegan a las categorías de la razón, concluyendo que estas no
podían provenir del empirismo, al contrario se encontraban en oposición con ellas. ¿De dónde
provenían? Los platónicos pensaban que los contenidos estables pertenecen a un mundo más
allá de los sentidos, de lo que nos rodea, siendo falso por su mutabilidad. Los platónicos
cristianos medievales mantuvieron el mismo esquema, sustituyendo el mundo suprasensible
por el cielo o el paraíso. Y eso por culpa de Parménides, que privilegió la inmutabilidad de las
cosas. Incluso los mismos adversarios de los eleáticos sucumbieron a la concepción de su
concepto de ser. Por ejemplo, Demócrito. Nietzsche piensa en la razón en el lenguaje como
esa “¡vieja hembra engañadora!” o como dice en este pasaje “es ahí donde está el error”.

La producción filosófica de Nietzsche se clasifica atendiendo a tres períodos principalmente: el


romántico (1871-1875), bajo la influencia de Schopenhauer y de Wagner. El período
positivista y racionalista, ilustrado (1878-1883). Ataca directamente a la religión, la
metafísica y el arte, demostrando su carácter ilusorio y buscando el origen etimológico y
psicológico de los conceptos: “Humano demasiado humano”, “Aurora”, “La gaya ciencia”.
Finalizar con su período crítico, de madurez (1883-1889). Es la parte más dura de su crítica
“la filosofía del martillo”. Ataca a la filosofía y a la moral tradicional, ya que ellas quiere
destruir al hombre tal y como es para realizarse como superhombre, que es el que conoce la
muerte de Dios y puede subvertir los valores decadentes en los que se sumerge la sociedad
de su tiempo, es él quién debe encontrar los nuevos valores, bajo la apariencia de un niño. Él
que con la voluntad de poder se mueve en “el eterno retorno de lo mismo”. El método que
emplea es el desenmascaramiento psicológico, descubre qué se oculta tras los valores más
asentados de la cultura occidental.

Apartado c) Justificación desde la posición filosófica del autor. (1,5 puntos)

La cultura occidental desde su principio, debido a Sócrates y a Platón, es una cultura racional
y dogmática, decadente por ello. La tradición occidental es esa oposición a la vida, a los
instintos. Nietzsche es “pura dinamita” si atendemos a las tres directrices a la tradición
occidental. Esta crítica nietzscheana debe comenzar por la crítica de la moral que la sostiene,
la moral judeo-cristiana, que late incluso en los deseos de igualdad del socialismo, incluso en
la “objetividad del científico”, reivindica nuestro filósofo.

Las morales pueden reducirse a dos tipos básicos: moral de señores y moral de esclavos. De
estas dos morales la “moral de señores” es históricamente anterior y prevaleció en la
antigüedad. “Bueno” significa noble, superior, poderoso, orgulloso, el hombre que vive una
vida elevada y afirmativa. “Malo” significa bajo, sucio, mezquino, inferior y negador. Esta
moral fue invertida por la de los esclavos, que por el contrario entendían “bueno” como lo
manso, sumiso, igual y “malo” como belicoso, orgulloso, etc. En la historia el paso de una
moral a otra se ha dado con el pueblo judío, que inició lo que Nietzsche llama “rebelión de los
esclavos en la moral”. El cristianismo es el heredero de esta religión y quien ha hecho triunfar

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