Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Gustavo Pereira en
la palabra
empeñada
José Pérez
La obra de pensamiento
reflexivo, analítico y
expositivo del gran poeta
venezolano Gustavo
Pereira, margariteño de
nacimiento, universal de
obra y acción, aparece y
se expresa de manera
paralela a su sólida obra
poética, aunque es a partir
de la década de los
ochenta cuando su
columna Poesía cabeza
abajo, publicada en el
diario El Nacional, revela
la aguda percepción de
lector y la puntillosa
observancia de los temas literarios, filosóficos, históricos y en suma culturales
a los que este autor dedica atención constante e interpretaciones diversas desde
temprana edad. De esa columna de breves notas conforma un volumen de
artículos que con el título El peor de los oficios publica la Academia de la
Historia en 1991 en su Colección El Libro Menor Nº 173; reeditada esta obra
en La Habana, Cuba, en 2004, por la Editorial Arte y Literatura, con un
magnífico prólogo de Norberto Codina titulado “La condición perturbadora de
la poesía”, quizás atareado en dar respuesta a la pregunta inicial que hace y se
hace Gustavo Pereira en ese libro: “¿Cómo ha podido sobrevivir la poesía a
través de los siglos cuando con tanto denuedo se viene proclamando en todo
tiempo su extinción?”. No pocas entrevistas, no pocos ensayos, conferencias,
prólogos, exposiciones de toda índole, artículos y notas ha dedicado el poeta a
desarrollar una larga y pensada respuesta más allá de El peor de los
oficios, cuya tercera edición apareció en el Fondo Editorial Fundarte de
Caracas en julio de 2012. Sin embargo, una conclusión nos asalta de manera
redonda: el mejor ensayo, el mejor corpus de ideas y la mejor respuesta que ha
podido dar el poeta Pereira al misterio y resplandor de la poesía están expresos
y manifiestos en su poesía, en su voluminosa obra lírica, infinita y profunda,
única y universal, compuesta por seis títulos aparecidos entre 1957 y 1960: El
rumor de la luz (1957),1 Los tambores de la aurora (1961), Preparativos de
viaje (1964), En plena estación (1966), Hasta reventar (1966) y El interior de
las sombras (1968); catorce poemarios que entregan el somari como novedad
y revelación: Libro de los somaris (1974), Segundo libro de los
somaris (1979), Sumario de somaris (1980), Vivir contra morir (1988), Diario
de mar (1992), La fiesta sigue (1992), Escrito de salvaje (1993), Adagio de la
desconocida (1994), Dama de niebla (1999), Cuaderno
terrestre (1999), Oficio de
partir (1999), Sentimentario (2004), Equinoccial (2007) y Declaración de
amor con tormentas (2013); otros tres títulos particulares que se suman a ese
corpus: Poesía de qué (1970), Los cuatro horizontes del cielo (1973)
y Tiempos oscuros, tiempos de sol (1981) y las trece antologías o compendios
de poemas: Antología poética (1979), Sumario de somaris (1980), Antología
compartida (1993), Antología poética (1994), Adagio de la
desconocida (1994), Poesía de bolsillo (2002), Poesía selecta (2004), Somari
nuestro de cada día (2007), Sobre salvajes (2007), Los cuatro horizontes del
cielo y otros poemas (2009 y 2011), The arrival of the Orchestra (2010), 90
poemas escogidos (2011) y Somaris (2012) y Poesía y prosa (2013).
Por eso la hurga y defiende, por eso la busca y la entrega desde su propio
mundo interior:
Esas son sus palabras de Nota de autor de la antología que él mismo preparó
durante 2001 y 2002 bajo el título de Poesía de bolsillo, publicada en 2002 por
el Fondo Editorial del Caribe y la Gobernación del estado Anzoátegui, en la
cual incorpora el poeta un estudio riguroso y detallado que sobre su obra
escribió también para esos días José Balza después de muchos encuentros,
conversatorios y entrevistas que ambos mantuvieron en una casa vacacional de
Píritu. Balza destaca de El peor de los oficios el rasgo de identidad que
establece Pereira con la biografía de algunos grandes poetas de todos los
tiempos y de todos los pueblos, de todas las culturas y todas las técnicas de
versificación universales, siempre que éstos tengan un “enlace” con el
“entorno social y político” de la época. Esto conduce a otro tópico que el poeta
Pereira afirma y reafirma siempre en su obra narrativa, de ideas, de prosa, el
sentir de lo humano:
Las naciones ágrafas del Caribe habían concebido este arte de tradición oral
como preservación de la memoria y los sueños colectivos. Mitos,
cosmogonías, teogonías, leyendas y episodios históricos, cantos rituales y
ceremoniales, canciones líricas y profanas eran transmitidos así de los mayores
a los niños generación tras generación o emergían recreados por el poder de la
fabulación y los sentimientos.19
Sobre salvajes
Los pemones de la Gran Sabana llaman al rocío Chiriké Yetakú, que significa
Saliva de las estrellas; a las lágrimas Enú Parupué, que quiere decir Guarapo
de los ojos, y al corazón Yewám Enapué: Semilla del vientre. Los waraos del
delta del Orinoco dicen Mejokoji (El Sol del Pecho) para nombrar al alma.
Para decir amigo dicen Ma Jokaraisa: Mi otro corazón. Y para decir olvidar
dicen Emonikitane, que quiere decir perdonar.
Al pueblo warao
Fin de la historia
su moneda
como un dogma
y nada volverá a ser lo que fue
Toronkán daí
Chintö tesán
Etek n-epuná-san
Sané
Sané
U-n-apömasán yamó
Sörö-warö
Kapüí viyú yaí to etöpö
Sórö daú.
Toronkán daí
Ciertamente
A la verdad
Esos son llamados por mí
Ahora
Se fueron con la luz de la luna
En este día.28
Koré-kaí
Koré-kaí
Ad-apurö daí tanno pe
Koré-kaí
e-kaicharenkón iná man
Koré-kaí
E’pötö pok iná man
Koré-kaí
De verdad
te amo mucho
De verdad
somos iguales uno al otro
De verdad
nos queremos
Murumurutá yenú-kan
Murumurutá yenú-kan
ö-pök iná ichí.
Murumurutá yenú-kan
Teotihuacán
A José Balza
De pronto
Tu flauta me arrastró hasta el risco de la garganta que habíamos olvidado
Y fuiste fosforecer en la zozobra nube de orquídeas en el desierto
bajo la noche32
Notas
Tweet