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Weber – Sociología de la dominación

Poder: capacidad de imponer la propia voluntad al otro

Dominación: probabilidad de hallar obediencia a un mandato determinado.

I - Estructura y funcionamiento de la dominación

1. Poder y dominación. Formas de transición

La dominación es uno de los más importantes elementos de la acción comunitaria, aunque no


toda acción comunitaria ofrece una estructura de este tipo, la dominación desempaña en casi
todas sus formas un papel considerable, influyendo en todas las esferas de la acción comunitaria.
La dominación y la forma en la que se ejerce en muchos casos es lo único que permite convertir
una acción comunitaria amorfa en una asociación racional. En otros casos, la estructura de la
dominación y su desenvolvimiento es lo que constituye la acción comunitaria y la que determina
unívocamente su dirección hacia un “fin”. La dominación es un caso especial del poder. Como
ocurre en otras formas de poder en la dominación no existe una tendencia exclusiva a perseguir
intereses puramente económicos, aunque la posesión de estos sea una consecuencia del poder,
así como uno de sus más importantes medios. No obstante, no toda dominación se sirve de
medios económicos para sostenerse y conservarse. Pero, en la mayoría de sus formas, y
justamente en las más importantes, ocurre hasta cierto punto que a manera de utilizar los medios
económicos para conservar la dominación influye de un modo decisivo sobre la estructura de ésta.

Weber se propone encontrar un principio general (poco concreto) sobre la relación entre las
formas de la economía y las de dominación. Para ello buscará una definición del concepto de
dominación que le permita realizar una completa casuística de todas las formas, condiciones y
contenidos del “dominar”. Presenta dos tipos radicalmente opuestos de dominación.

a) la dominación mediante una constelación de intereses (especialmente mediante la situacion de


monopolio), su tipo más puro es el monopolio, y se basa en las influencias que, a causa de su
posesión, se ejercen sobre el trafico formalmente libre de los dominados, que se inspiran en su
propio interés;

b) mediante la autoridad (poder de mando y deber de obediencia) su tipo más puro es el padre de
familia, el presidente, etc. Y se basa en el hecho de recurrir al deber de obediencia con absoluta
independencia de toda suerte de motivos e intereses. Al margen de esta distinción puede ocurrir
que toda forma típica de dominación en virtud de una constelación de intereses (en especial el
monopolio) puede transformarse en gradualmente en una dominación de autoridad. En definitiva
todo es variable y fluctuante, estas categorías nos permiten comprender un orden dentro de esa
variabilidad.
Luego de establecer esa distinción weber se quedará con el segundo tipo de dominación que
definirá como “un estado de cosas por el cual una voluntad manifiesta (mandato) del “dominador”
o de los “dominadores” influye sobre los actos de otros (“dominado/os”), de tal suerte que en un
grado socialmente relevante estos actos tienen lugar como si los dominados hubieran adoptado
por sí mismos y como máxima de su obrar el contenido del mandato (“obediencia”).

2. Dominación y gobierno. Naturaleza y limites del gobierno democrático

Toda dominación se manifiesta y funciona en forma de gobierno, puesto que todo régimen de
gobierno necesita de alguna forma de dominio. En el caso del gobierno “directamente
democrático” el poder de mando suele tener una modesta apariencia y el jefe puede considerarse
como un “servidor” de los dominados. Se lo llama democrático por 2 motivos: 1) se basa en la
suposición de que todo el mundo está en principio igualmente calificado para la dirección de los
asuntos comunes 2) reduce a lo minimo el alcance del poder de mando. No obstante por reducida
que sea la esfera de poder, deberán siempre confiarse a algún funcionario ciertas facutlades de
mando, con lo cual su situacion será la de una jefatura. Esta forma de gobierno se presenta en
asociaciones que presentan las siguientes características 1) limitación local 2) limitación en el
numero de participantes 3) poca diferenciación en la posición social de los participantes 4) tareas
simples y estables 5) una no escasa instrucción y practica en la determinación objetiva de los
medios y fines apropiados.

En el régimen de dominación directa, si tiene lugar una diferenciación económica, se presenta la


probabilidad de que los poseedores se apoderen de las funciones de gobierno, no porque estén
dotados para ello, sino porque están “desocupados”, porque disponen de tiempo y recursos y no
necesitan alta remuneración a cambio de su trabajo. En cambio, los que están obligados a
desempeñar un trabajo profesional deben destinar tiempo a eso y por ende renunciar a
probabilidades de lucro. Aquí menciona a los honoratiores, quienes obtienen ingresos sin tener
relativamente necesidad de traebajar o los que obtienen ingresos de tal forma que pueden
desempeñar funciones de gobierno al margen de su eventual actividad profesional, en tanto que
al mismo tiempo adoptan, en virtud de su posición económica, un modo de vida que les otorga el
prestigio social de un “honor elemental” y los destina al ejercicio de la dominación. Este dominio
de los honoratiores se produce en especial en la formación de corporaciones consultivas que
anticipan o eliminan de hecho los acuerdos tomados por los miembros y monopolizan, en virtud
de su prestigio, la dirección de los asuntos. Especialmente de este modo se aplica la dominación
popr parte de los honoratiores en las comunidades locales.
3. La dominación mediante “organización”. Los fundamentos de su legitimidad

La posesión dominante de quienes pertenecen a la organización frente a las masas dominadas, se


basa siempre en lo que se ha llamado “ventaja del pequeño numero”, es decir, en la posibilidad
que tienen los miembros de la minoría doinante de ponerse rápidamente de acuerdo y crear y
dirigir sistemáticamente una acción societaria racionalmente ordenada y encaminada a la
conservación de su posición dirigente. La ventaja del pequeño numero adquiere su valor por la
cultacion de las propias intenciones. A medida que aumenta el numero se hace menos probable.
Toda dominación que pretenda continuidad es hasta cierto punto secreta. Nos proponemos llamar
señores a quienes cuyo poder de mando no procede de una delegación de otros. Y llamaremos
aparato (de mando) al conjunto de personas que se ponen en su disposición. La estructura de una Commented [ALT1]: Comentado en clase
forma de dominación recibe su carácter sociológico del modo característico general en que se
efectua la relación entre el señor y el aparato de mando, y entre ambos y los odminados.

¿En que últimos principios puede apoyarse la validez, la legitimidad de una forma de dominio, es
decir, la exigencia de una obediencia por parte de los funcionarios frente al señor y por parte de
los dominados frente a ambos? Al formular esta pregunta se revelan los tipos fundamentales de Commented [ALT2]: Pregunta de inv.
dominación.

Al hablar de “ordenamiento jurídico” ha surgido ya el problema de la legitimidad, específicamente


el hecho de que legitimidad de esta forma de dominación no sea una mera cuestión de
especulación teórica, sino que da origina diferencias reales entre las distintas estructuras
empiricas de las formas de dominación, se debe a ese otro hecho general inherente a toda forma
de dominación: la auto-justificación. La subsistencia de toda “dominación” se manifiesta de modo
más preciso mediante la auto-justificación que apela a principios de legitimidad.

Hay 3 principios últimos de esta clase. La “autoridad” de un poder de mando puede expresarse en
un sistema de normas racionale estatuida, las cuales encuentran obediencia en tanto que normas
generalmente obligatorias cuando las invoca “quien puede hacerlo” en virtud de esas normas. Tal
sistema de normas racionales legitima al que dispone del mando, y su poder es legitimo en tanto
que es ejercido de acuerdo con las mismas. Se obedece a las normas y no a las personas

. Por otro lado la obediencia puede bassarse en la autoridad personal. Esta puede tener su
fundamento en la santidad de la tradición.

Finalmente puede basarse en la creencia en un carisma, es decir, en la efectiva revelación o gracia


concedida a ciertas personas.
II – Los tres tipos puros de la dominación legítima

La probabilidad de hallar obediencia a un mandato determinado (dominación) puede fundarse en


diversos motivos; puede depender de una constelación de intereses (consideraciones utilitarias), o
puede depender de mera “costumbre” (habituación a un comportamiento). Sin embargo una
dominación que se funde solo en estos motivos resultaría inestable. En la relación entre
dominantes y dominados, la dominación suele apoyarse en motivos jurídicos, en motivos de su
“legitimidad”. Los “motivos de legitimidad” (en su forma pura) son tres, cada uno se halla enlazado
con una estructura sociológica fundamentalmente distinta del cuerpo y los medios
administrativos.

1) dominación legal (en virtud del estatuto). Su tipo más puro es la dominación burocrática. Su
idea básica es: que cualquier derecho puede crearse y modificarse por medio de un estatuto
sancionado correctamente en cuanto a la forma. La asociación dominante es elegida o nombrada y
ella y sus partes son servicios. El equipo administrativo consta de funcionarios nombrados por el
señor y los subordinados son “miembros” de la asociación (ciudadanos, camaradas, etc.). Se
obedece no a la persona en virtud de su derecho propio, sino a la regla estatuida. Tambien el que
ordena obedece a una regla (la ley, o reglamento) de una forma formalmente abstracta. El tipo del
que ordena es el “superior”, cuyo derecho al mando está legitimado por una regla estatuida, en el
marco de una “competencia” concreta. El tipo del funcionario es del funcionario de formación
profesional, cuyas condiciones de servicio se basan en un contrato graduado según el rango del
cargo y no según horas de trabajo. Su administración es trabajo profesional en virtud del deber
objetivo del cargo. Su fundamento es la disciplina al servicio. Bajo este tipo de dominación cae la
estructura moderna del Estado y el municipio, la relacón de dominio en una empresa capitalista
privada, en una asociación de finalidad utilitaria, etc. Las asociaciones políticas modernas solo
constituyen los representantes más conspicuos del tipo.

La burocracia constituye el tipo técnicamente más puro de la dominación legal. Sin embargo
ninguna dominación es exclusivamente burocrática. Los cargos más altos en asociaciones políticas
o bien son “monarcas” (soberanos carismáticos heredados) o bien “presidentes” elegidos por el
pueblo (señores carismáticos plebiscitados) o elegidos por una corporación parlamentaria en la
cual los jefes más o menos carismáticos, mas o menos honoratiores, de los partidos mayoritarios
son los verdaderos señores. Sin embargo lo predominante es que el trabajo normal corra a cargo
del elemento burocrático. Por otro lado, la burocracia no es el solo tipo de dominación legal. Los
funcionarios designados por turno, por suerte o por elecciones, la adminsitracion por los
parlamentos, asi como todas las clases de cuerpos colegiados de gobierno y administración, caen
bajo dicho concepto siempre que su competencia esté fundada en reglas estatuidas y que el
ejercicio del derecho del dominio corresponda al tipo de la administración legal.

2) dominación tradicional (en virtud de creencia en la santidad de los ordenamientos y los


poderes señoriales existentes desde siempre): su tipo más puro es el del dominio patriarcal. La
asociación de dominio es comunicación; el tipo del que ordena es el “señor”, y los que obedecen
sus “súbditos”, en tanto que el cuerpo adminsitrativo lo forman los “servidores”. Se obedece a la
persona en virtud de su dignidad propia, santificada por la tradición (por fidelidad). Si el señor
desconsidera la tradición podría poner en entredicho la legitimidad de su propio dominio. En
principio se considera imposible crear nuevo derecho frente a las normas de la tradición. Fuera de
las normas de la tradición, la voluntad del señor solo se halla ligada por los limites que le pone en
cada caso el sentimiento de equidad, de ahí que su dominio se divida en un área sumamente
ligada a la tradición y otra en la que obra conforme a su placer, simpatía o antipatía. Falta aquí el
concepto burocrático de la competencia. Dominan las relaciones del cuerpo administrativo no el
deber o la disciplina objetivos del caro, sino la fidelidad personal del servidor. Pueden observarse
dos formas características distintas:

a) las estructuras puramente patriarcales de dominación: los servidores se reclutan en completa


dependencia personal del señor. Su administración es heterónoma y heterocefala: no existe
derecho propio alguno del administrador sobre su cargo.
b) la estructura de clase: los servidores no lo son personalmente del señor, sino que son personas
independientes de posición social propia prominente; están investidos con sus cargos por
privilegio o concesión del señor, o poseen en virtud de un negocio jurídico un derecho propio al
cargo.

3) dominación carismática (en virtud de devoción afectiva a la persona del señor y a sus dotes
sobrenaturales –carisma-): lo siempre nuevo, lo nunca visto y la entrega emotiva que provocan
constituyen aquí la fuente de devoción personal. Sus tipos más puros son el dominio del profeta,
del héro guerrero y del gran demagogo. La asociación de dominio es la comunizacióon en la
comunidad o en el séquito. El tipo del que manda es el caudillo. El tipo del que obedece es el
apostol. Se obedece exclusivamente al caudillo personalmente a causa de sus cualidades
excepcionales, y no en virtud de su posición estatuida o de su dignidad tradicional. El cuerpo
administrativo es escogido según carisma y devoción personal y no por razón de su calificación
profesional (como el funcionario), de su clase (como el cuerpo administrativo de clase) o de su
dependencia domestica (como el caso del adminsitrativo patriarcal). Falta el concepto racional
tanto de la competencia como el de privilegio de clase. La administración carece de toda
orientación por reglas estatuidas o tradicionales. La forma genuina de la jurisdicción es la
proclamación de la sentencia por el señor.

La autoridad carismática se basa en la creencia en el profeta o en el reconocimiento que


encuentran personalmente el héroe guerrero, el héroe de la calle o el demagogo. No deriva en
modo alguno su autoridad de dicho reconocimiento por parte de los sometidos, sino que es al
revés: la fé y el reconocimiento se consideran como deber, cuyo cumplimiento el que se apoya en
la legitimidad carismática exige para sí, y cuya negligencia se castiga. Sin duda la autoridad
carismática es uno de los grandes poderes revolucionarios de la historia, pero, en su forma
absolutamente pura, es por completo autoritaria y dominadora.
VI. La dominación carismática y su transformación

Esencia y efectos del carisma.

Tanto la estructura burocrática como la patriarcal son organizaciones entre cuyos rasgos más
importantes figura la estabilidad. Son en ese sentido “organizaciones corrientes”. El patriarca es el
caudillo natural de lo cotidiano. La estructura burocratica es solo su contrafigura traspuesta a la
esfera racional. También ella es una organización permanente y tiene por finalidad la satisfacción
mediante procedimientos normales de las necesidades corrientes susceptibles de cálculo. La
satisfacción de las necesidades situadas mas alla de las exigencias planteadas por la cotidianeidad
económica es enteramente heterogenea, es decir, está fundada carismáticamente. Esto significa
que los jefes “naturales” en caso de dificultades de cualquier índole (físicas, económicas, etc.) no
eran personas que ocupaban un cargo ni gentes que desempañaban una profesi+on. Por esa razón
el concepto de carisma es empleado “sin significado axiológico”.

A diferencia de toda especie de organización oficial burocratica la estructura carismática no


presenta ningun procedimiento ordenado para el nombramiento o sustitución, no conoce carrera,
ascenso, sueldo, formación profesional. No existen instituciones independientes de las personas y
del estado de su carisma puramente personal en la forma de las magistraturas burocraticas. El
carisma conoce solamente determinaciones internas y limites propios. El portador del carisma
abraza el cometido que le ha sido asignado y exige obediencia y adhesión. El éxito decide sobre
ello. Si las personas entre las cuales se siente enviado no reconocen su misión, su exigencia se
malogra. Si la reconocen se convierte en su “señor”. El dominio carismático es justamente lo
contrario al dominio burocrático. La situación de la autoridad carismática es por su misma
naturaleza inestable. El portador puede perder el carisma y por ende su misión. El héroe
carismático no deriva su autoridad, como ocurre en las competencias oficiales de normas y reglas
o como en el poder patrimonial. Solo la alcanza y la mantiene por la prueba de sus propias
energias en la vida.

Si bien el poder carismático y el patriarcal se basan en la consagración personal y en la autoridad


ejercida por los “jefes naturales” en oposición a los jefes establecidos de la organización
burocratica, tal veneración autoridad son en ambos casos muy distintas. El patriarca disfruta de
ellas, lo mismo que el funcionario, en calidad de portador de disposiciones que no solamente han
sido establecidas, como las leyes y relgamentos de la burocracia, con finalidades humanas, sino
que desde tiempos inmemoriables ofrecen un carácter absolutamente valido. En cambio, el
portador del carisma las disfruta en virtud de una supuesta misión encarnada en su persona,
misión que posee un carácter revolucionar, subversivo de valores.
Origen y transformación de la autoridad carismática

La creación de un dominio carismático en el sentido puro es siempre resultado de situaciones


extremadas y se origina por una excitación común a un grupo de hombres, surgida de lo
extraordinario. El dominio carismático puro es algo inestable, y todas sus alteraciones tienen el
mismo origen. EL primer problema que se plantea a la dominación carism´atica cuando quiere
transformársela en una institución permanente es el de la sucesión del proeta, héroe, etc. Con ella
empieza a insertarse en el camino del estatuto y de la tradición. Como se trata de carisma no
puede hablarse de una libre elección del sucesor; sino solo del reconocimiento. Si el portador del
carisma no ha designado a ningun sucesor y faltan las características univocas externas, es fácil
que los dominados crean que los participes de su dominación son los más indicados para señalar al
sucesor. Claro que no se puede prescindir del reconocimietno de los dominados hacia el sucesor.

La estructura carismática de dominio, con esta forma de determinar el sucesor y siempre que haya
prevalecido el principio de la mayoría, ha abierto el camino a un autentico sistema electoral. No
toda forma moderna ni toda forma democrática de la designación de soberano son ajenas al
carisma. En cualquier caso, el sistema democrático llamado gobierno plebiscitario, implica rsagos
esencialmente carismáticos. El plebiscita no es ninguna elección, sino el reconocimiento primero
renovado de un pretendiente como soberano carismático personalmente cualificado. La
aclamación de los dominados puede transformarse en un “procedimiento electoral” regular con
un “derecho electoral” sometido a normas y con “elecciones” directas o indereactas, la ruta que
conduce a tal situación es larga, el desarrollo que conduce de la aclamación carismática hasta la
elección se ha desarrollado en las diferentes fases de la civilización y todo progreso en la
consideración racional y exenta de creencia emocional acerca de este proceso debía ayudar a
provocar este tránsito. Solo en occidente se ha desarrollado gradualmnete la elección de jefe
hasta llegar al sistema representativo.

Desde un punto de vista técnico y a consecuencia de la situacion continuamente variable y de los


problemas imprevistos, el mandato “imperativo” del representante sólo puede ser ejecutado de
un modo imperfecto. Su “revocación” por medio de un voto de desconfianza de sus electores ha
sido intentada hasta ahora solo en casos aislados. La revisión de acuerdos del parlamento por
medio del “referéndum” significa un robustecimiento de todos los poderes irracionales, de la
obstrucción, pues excluye, desde el punto de vista técnico, el regateo y la transacción entre las
personas interesadas. Finalmente, la frecuente repetición de las elecciones resulta imposible por
sus gastos crecientes. A la larga, todos los intentos encaminados a la sumisión de los
representantes populares a la voluntad de los electores significan solo un robustecimiento del
poder cada vez mayor de la organización de partido, pues solo esta organización puede poner en
movimiento al “pueblo”. Tanto el interés objetivo en la elasticidad del aparato parlamentario
como los intereses de poder del representante popular y del funcionario de partido coinciden en
el sentido de considerar al “representante popular” no como servidor, sino como “señor” elegido.
Casi todas las constituciones expresan esta situacion al afirmar que el representante (lo mismo
que el monarca) es irresponsable por sus votaciones y que “representa los intereses de todo el
pueblo”. Toda “elección” puede asumir el carácter de una mera forma sin significado real. Toda
elección normal no puede ser sino una decisión entre diversos pretendientes ya anteriormente
existentes y presentados a los electores, decisión que tiene lugar en el campo de batalla de la
agitación electoral por medo de la influencia personal y de la apelación a intereses materiales o
ideales y en la cual las disposiciones del procedimiento electoral representan en cierto modo las
reglas del juego para la lucha formalmente “pacifica”. No se trata de una acción comunitaria
amorfa de las personas con derecho a voto, sino que son los mismos jefes de partido y sus
secuaces personales los que organizan la lucha en torno al sufragio.

El hecho de que la impresión emocional sobre las masas ofrezca ciertos rasgos carismáticos hace
también que la creciente burocratización de los partidos y del negocio electoral, se tenga que
poner al servicio de la adoración carismática de los héroes.

El dominio carismático no es exclusivo de las primitivas fases de la evolución, así como los tres
tipos fundamentales de la estructura de dominación no quedan simplemente insertados de un
modo sucesivo dentro de una línea evolutiva, sino que puede surgir simultáneamente en multiples
combinaciones. Lo cierto es que el destino del carisma queda pospuesto a medida que se
desarrollan las organizaciones institucionales permanentes.

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