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Seminario filosofía institucional

Reflexión sobre el personalismo cristiano y la formación

Jhon Alejandro Pérez

“Una sola boca que habla y muchísimos


oídos, con un número menor de manos que
escriben, tal es el aparato académico
exterior, tal es la máquina cultural
universitaria puesta en funcionamiento.”(F.
Nietzsche “Sobre el porvenir de nuestras
escuelas”)

Todo proceso psíquico cognitivo contiene dos fases o dos aspectos, aquéllos que Piaget llama
acomodación y asimilación. Siguiendo a Piaget, podemos decir que el psiquismo humano
posee, en todo momento, ciertos esquemas que le son propios; al enfrentarse a acciones o a
situaciones extrañas para él, reacciona, por una parte, adaptando los esquemas antiguos al
nuevo objeto (acomodación) y, por otra, adaptando el nuevo hecho a los esquemas antiguos
(asimilación). Estos dos procesos tanto el de asimilación, como el de acomodación, no se
hacen a la deriva, se realizan dentro de un contexto y un horizonte de comprensión de aquél
nuevo conocimiento que voy adquiriendo y generando a lo largo de mi existencia y
experiencia.
La definición del ser humano como persona humana poseedora de dignidad ha sido
característica del pensamiento humanista en general. Un punto de discusión teórica al
respecto ha sido el estatuto y origen de dicha dignidad y su perfeccionamiento y construcción.
Desde el punto de vista religioso, el estatuto y origen de dicha dignidad resulta del orden
divino; desde el monoteísmo se ha considerado al ser humano como creatura, creación de
Dios, con dignidad de creación y con autonomía, gracias a la razón, construida y formada
desde su autonomía y libertad. Estas facultades y características de la persona humana
necesitan ser perfeccionadas y formadas constantemente. Este perfeccionamiento y
formación es de naturaleza siempre abierta debido a la condición de seres perfectibles; es
decir, seres en constante caminar y autoconocimiento, pero siempre expectantes del modelo
cristiano de perfección y de personalidad.
El aprender supone una de dos cosas: bien que se va a adquirir una destreza nueva (no se
aprende lo que ya se sabe), o bien que se va a corregir una destreza que de una u otra forma
no se ejecutaba correctamente. Ahora bien, si la visión del hombre involucra no sólo un
proceso acumulativo, sino un constante devenir creativo, de ahí que no sólo se hable de un
evolucionismo genético, sino también de uno cultural, la noción de formación va más allá de
la acepción meramente acumulativa de guardar y acumular conocimiento (a la manera de un
banco, en el que consigno cierta cantidad de dinero), recordemos la crítica que Freire le haría
a esta noción y concepción de la educación, llamándola educación bancaria…
Si bien se reconocen estas particularidades e individualidades del actuar humanos,
organizados dentro de un espacio y tiempo determinados llamado tierra que son aquellos
actos que el ser humano realiza consciente y libremente, al querer encasillarlos en algo
absoluto y universal, dejarían de ser particulares y pasarían a ser subordinaciones de un todo,
el “nuevo” fundamento llamado razón.

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