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Joan Sebastian Cabuyales Cardona 100818010930

La noción de civilización
Tylor habla como si la cultura fuera una sola en la que se está o no inscrito, juzgando
a partir de su cercanía progresiva y fidelidad con la “civilización occidental”. Que
desde su propia historia se permite juzgar los hechos históricos de acuerdo a
experiencias anteriores y a su tradición letrada, de la que queramos o no hacemos
parte, aunque esto no implica que se deba ver sin una mirada crítica.
Muchos de los términos en los que Taylor se refiere, dentro de su escala de
clasificación de los estadios culturales me resultan tan esencialistas como
repulsivos, su ideología y su experiencia metodológica y referencial lo sitúa en
varios de los puntos que hoy en día son críticos y necesitan de una renovación para
los enfoques y tareas que se plantea la antropología…
Tylor hace una apología de sus criterios para el estudio la vida social, partiendo
desde su sustrato cultural, “superior y unilateral” por así decirlo, nunca se equipara
el peso de las otras culturas al de algún tipo de igualdad ni da la relevancia para
aceptar las posibilidades de complejidad, que por cierto tienen o tenían muchas
comunidades nativas en los fundamentos de su conocimiento, un ejemplo trillado
puede ser el nivel de dominio técnico y de maestría apreciables en la construcción
de elementos arquitectónicos que sin estar vinculados a occidente se han podido
materializar por ejemplo en Machu-Picchu o desde la música y la pintura que sin
estar inscritos en una escuela europea de notación o belleza griega, se han
plasmado o esculpido como expresión de una cosmovisión y una forma particular
de sentir.
Encontrar una estructura determinada o ley general aplicable a la vida social, que
está siempre bajo tensiones contextuales diversas, lejos de la homogeneidad,
dentro de una estructura que tiende a ser homogénea y una filosofía universal,
desde el rasero occidental donde lo que no está inscrito como ciencia es
conocimiento embrionario cuando mejor le va pues de lo contrario queda relegado
al salvajismo y la irracionalidad, queda exceptuada su capacidad plantearse como
otra “lógicas”.
La causa y la consecuencia, lo cual habla sobre la historia y los hechos, explicando
que todo está hilado en un antes y un después, una evolución del huevo a la gallina
con su respectiva paradoja en la que no sabe que estuvo antes y que estuvo
después, o que es más complejo en este círculo vicioso “interdependiente”, que
nace en la búsqueda de dar respuesta a todo enigma o clasificación planteada por
“ilustradas autoridades”, como lo fue Tylor siendo miembro de la Royal Academy a
la que también pertenecieron entre muchos otros Chrarles Darwin, Von Humbolt y
Adam Smith o si queremos ir a precedentes egregios hablaríamos de Aristóteles y
de que todas las cosas tienen un fin.
En sus planteamientos Tylor desdeña el influjo del libre albedrio y la posibilidad de
actuar sin una causa aparente o sin un orden razonable, a favor de una ley científica
Joan Sebastian Cabuyales Cardona 100818010930

de un orden natural y perfecto que pesa sobre el curso de todas la cosas presentes
en “la vida humana” y el alma humana, concepción que trae de nuevo la filosofía
griega. Y que posiblemente para mi frustración o mi valentía, viene a ser una de mis
expectativas actuales en cuanto a la antropología, y que se enmarca en entender,
por qué la gente, hace lo que hace, tan solo esta inclinación se enmarca en una
necesidad de racionalizar las actividades del otro y me pregunto entonces, que es
esto si no.
Al tener nociones más académicas de lo que representa la historia, no puedo evitar
recordar nociones que incluso tan repetidas en el colegio, que decían solo los más
aptos son los que sobreviven o su popular refrán que expresa la competitividad
social, el vivo vive del bobo, en fin, se decía y se dice aún, que toda cultura anterior
fue necesariamente inferior. Entonces me surgen preguntas por la posibilidad de
crear entonces una nueva narrativa y si dicha narrativa no sería proclive a ser de
desquite cómo un voltear la tortilla o iría en la búsqueda de una venganza o algo
semejante, puesto que “la magia del discurso” se puede prestar, para crea una
versión amañada a este fin, antes que buscar el encuentro con una versión más
acertada, o irónicamente más verdadera de lo que se nos ha enseñado, lo que si
resulta necesario es conocer la función del pasado o tal vez más valioso aún, el
lugar de los que vivimos inmersos en el mar de la modernidad y nos damos cuenta,
de que no es y no debería seguir reproduciéndose esta idea. ¿Cómo comprender
entonces el tiempo y el curso de la vida en este planeta, cosa que supone un
desdoble de esfuerzos ya habiendo tanto que hacer epistemológicamente en el
presente? Hoy no tragamos entero la historia, incluso muchos evolucionistas, dudan
entre tanto sus modelos y argumentos se tambalean de viejos y reforzados, al decir
que antes teníamos fuego para calentar la carne que acomodaría nuestros cerebro
que la nueva dieta permitiría entonces el desarrollo del pensamiento propicio para
apropiarse de la piedra y los metales como instrumentos o armas de guerra
primitivas. Mucho después vendría la pólvora, las balas, los tanques, la música rock,
los misiles, la televisión, Facebook y los memes que promueven de manera
juguetona el uso de drogas…
Siento que Tylor no le dio la suficiente importancia a la “interculturalidad”, que desde
luego alteraría el resultado de su fórmula lineal que circula hacía la meta civilizatoria
de las culturas, y que compone los criterios principales dentro de su método
analítico, que como toda teoría científica puede ser impugnable.

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