Vous êtes sur la page 1sur 4

El Ensayo literario

Ángel Iglesias Amaro

La cuestión del Ensayo como género literario ha suscitado, desde sus orígenes,
numerosas discusiones acerca de su relación y su pertenencia o no, a lo que podemos
denominar “obras de ingenio”, es decir, a lo que englobamos dentro de ese amplio
espectro que hoy llamamos Literatura. El ensayo, como tal, puede presentarse como un
mero texto en el que, a través de la comunicación escrita, se planteen diferentes
cuestiones, ya sean estas pertenecientes a las ciencias exactas o a las “inexactas”, y
donde lo que prima es el contenido por encima de cualquier artificio formal. Este
prototipo general, que podría ejemplificarse con un tratado sobre física nuclear o con un
estudio sobre los temores en la sociedad contemporánea, no es el que nos plantea dudas
acerca de su adscripción a los géneros literarios, sino aquel que, poniendo sobre la mesa
los diversos aspectos que se quisieren tratar, lo hace con un estilo, con un manejo del
lenguaje propio de lo “literario” y que además suele exponer los hechos apoyándose en
experiencias personales o ficticias que hacen de tal exposición una creación artística,
aunque, como sabemos, su finalidad no sea ésta. Este tipo de creación, conocida como
ensayo literario, es la que nos ocupará en este pequeño estudio, en el que intentaremos
analizar las características, los orígenes y los diversos matices de este tipo de
composiciones que se encuentran en la “frontera” de lo literario”.
Los orígenes del ensayo los encontramos en el género epidítico de la oratoria clásica, en
obras como Las cartas de Lucilio de Séneca o los Moralia de Plutarco. Pero este tipo de
creaciones literarias, tal y como las conocemos hoy, tienen su precedente moderno en
los Essais del escritor del siglo XVI Montaigne.
En España el Ensayo tiene sus orígenes en el Código de las siete partidas de Alfonso X
(siglo XII), y más tarde encontramos manifestaciones propias de este género en obras
tales como el Libro de buen amor del Arcipreste de Hita, Libro de los nombres de
Cristo de Fray Luís de León, etc.
El género ensayístico atiende a una estructura muy variada, merced a sus muchos y
variados planteamientos en los que se pueden mezclar la filosofía con la sociología, la
literatura con lo estrictamente político, o la agricultura con la economía. El ensayista,
generalmente, no busca una solución concreta a los problemas sobre los que divaga, o

1
mejor dicho, no busca unas pruebas empíricas que reafirmen sus planteamientos, pues
atendiendo a palabras de Ortega y Gasset: el Ensayo es la ciencia sin prueba explícita.
Para hacer una indagación más profunda acerca de los elementos de los que se compone
este género literario, recurriremos al análisis siguiendo las seis dimensiones de la obra
literaria propuestas por Raible.
En primer lugar trataremos sobre la situación comunicativa. En el Ensayo el autor tiene
una intención, (en la mayoría de los casos) didáctica, y suele utilizar -directa o
indirectamente- unas formas “persuasivas” para crear en el lector una sensación de
conformidad con lo que está leyendo. También podemos encontrar el caso contrario, y
es que el autor quiera despertar un sentimiento de rechazo o de reacción frente a lo que
se lee. En cualquier caso la intención del ensayista es la de provocar algún tipo de
reacción en el lector, ya sea está positiva o negativa.
El ensayo no tiene un público específico en la actualidad, pero si es verdad que, vista la
tendencia de esta nueva sociedad posmoderna hacia lo rápido, es decir, hacia las cosas
breves y chisposas, hacia la poca profundidad y el mucho desparpajo, parece que el
ensayo, visto como un género literario, se dirige o queda dirigido o un público
minoritario y “elitista”, con lo que parece volver a sus propios orígenes. Pues, a pesar de
que este siglo XXI es el siglo de la globalización, el siglo con mayor acceso a la cultura
de todos cuantos conocemos, parece –paradójicamente- ser el siglo de la involución, el
siglo donde una vez alcanzados los “presupuestos del progreso” (en occidente se
entiende) comienza la marcha atrás, o quizá sea simplemente que es ésta una actividad
“elitista” por naturaleza, y ni el progreso, ni la globalización, sean capaces de acercarla
al gran público, el cual tiene mucha más información y acceso a tales creaciones, mas
aun así, seguimos teniendo el mismo poco interés (o incluso menos) que cuando su
acceso era mucho más restringido.
El medio de que se vale el Ensayo es la palabra escrita y, como hemos apuntado antes,
dependiendo de cómo se use tal medio, podremos apropiarle un carácter literario o no
(aunque está cuestión es muy relativa, pues, como sabemos, el carácter de lo estético-
literario va unido estrechamente a las distintas convenciones sociales que se desarrollan
a lo largo de la historia).
En cuanto a su extensión el Ensayo no tiene unos límites determinados y puede constar
desde unas pocas páginas a varios volúmenes. Su estructura suele seguir una línea fija, a
pesar de que existe una gran libertad en cuanto a su composición. Tal estructura atiende
a una introducción donde se exponen los hechos, un desarrollo de la tesis que se quisiere

2
presentar y una conclusión en la que quedan definidas, al menos en la manera en la que
lo desee el autor, las ideas y fundamentos principales.
La relación entre texto y realidad es evidente –o, a lo menos, así se nos presenta- pues
suelen tratar los ensayos sobre el mundo “real”, es decir, sobre temas concernientes al
ámbito de la vida (economía, política, sociedad,) pero también puede abordar temas
relacionados con la ficción como el cine o la literatura, aunque siempre, eso sí, desde la
realidad empírica que representan tales obras.
Como Ejemplo de Ensayo literario tomaremos Vida de don Quijote y Sancho de Miguel
de Unamuno. En tales divagaciones acerca de la gran novela cervantina nos
encontramos con una buena muestra de lo que venimos intentando explicar, en otras
palabras, de una composición literaria que, partiendo de un tema, literario en este caso,
se desarrolla una reflexión que abarca diversas temáticas en virtud, todas ellas, de la
situación española. De este modo, y basándose en las experiencias y palabras de nuestro
ingenioso hidalgo, Unamuno expone su pensamiento acerca de la importancia de la
religión, de las virtudes y defectos del pueblo español y, sobre todo, de su propia
posición a favor del caballero de la triste figura y en contra de Cervantes, quien, según
nuestro filósofo, se empeña en ridiculizar al valeroso caballero.
En esta obra se demuestra el carácter flexivo del Ensayo, en el cual caben sin
desentonar –teniendo también en cuenta la virtud del autor- desde la mordaz crítica
social, a un ejercicio de Literatura comparada en su máximo esplendor. Esta amplitud de
campos temáticos en la misma obra, y referidos a un mismo elemento, es algo común al
Ensayo. Así, de un modo parecido, se desenvuelve Ortega y Gasset en sus Meditaciones
del Quijote, donde, como Unamuno, se vale de un tema literario para teorizar acerca de
la sociedad, la política, la filosofía, etc.
Tienen este tipo de ensayos una particularidad que hace de ellos un género muy
atractivo, tanto para el lector como para el propio ensayista. La libertad con que se
encaran estas creaciones, hace que se comience en un punto particular –ya sea este una
obra de arte, o un una anécdota periodística- para acabar reflexionando sobre temas de
índole universal, y al contrario, se toma algún elemento general para acabar llegando a
uno particular. Y todo esto pasando por diferentes digresiones, que según el gusto del
autor, pueden alejarse en mucho de la temática principal, si es que la hubiere.
El caso de esta Vida de don Quijote y Sancho tiene, en un principio, una estructura fija,
pues el autor se vale del mismo orden de los capítulos de la obra original, para, uno a
uno, ir desarrollando sus diferentes ideas acerca del mito español.

3
Otra de las características que, tanto en este caso particular como en la gran mayoría de
obras relacionadas, es la utilización de citas, y referencias literarias para dar credibilidad
y fuerza a la tesis sostenida, lo que en retórica se conoce como “cita de autoridad”. Aquí
podemos ver la clara influencia de la retórica clásica en este tipo de composiciones, las
cuales, como discurso individual que enfrenta al escritor contra el público, un público al
que quiere, en cierta medida, convencer de lo que está diciendo, se valen de los recursos
propios de la retórica para alcanzar tales fines. Es esta una particularidad de lo que se
conoce como Ensayo literario, ya que se trabaja la forma del mismo modo que el
contenido, en un intento de “persuadir” al público tanto moral como estéticamente.

Vous aimerez peut-être aussi