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¡Naturalmente

Sobrenatural!

por
Mark y Patti Virkler
© Copyright 1990 por Mark Virkler
ISBN 1-56043-060-5

Todos los derechos reservados. Este libro está protegido por las leyes de copyright de
los Estados Unidos de América. No está permitido copiarlo y volverlo a imprimir para
la obtención de beneficios comerciales. El uso de citas cortas o páginas puntuales
copiadas para uso personal o grupos de estudio está permitido y recomendado. El
permiso se concederá tras recibir la petición. A menos que se indique lo contrario, las
citas de la Biblia están tomadas de la versión Reina Valera, ©1984, por Thomas Nelson
Publishers. Usado con permiso. Todos los énfasis de las citas de la Biblia han sido
añadidos por el autor.

Destiny Image Publishers


P.O. Box 310
Shippensburg, PA 17257

“Declarando los propósitos de Dios para esta generación”

Para distribución mundial


Impreso en U.S.A.

Para peticiones dentro de los EE.UU. llame gratis al:


1-800-722-6774

Este manual es el resultado de los esfuerzos conjuntos de ambos autores. Los conceptos
e ideas son una culminación de estudio cooperativo y revelación. Las experiencias
descritas son comunes para ambos. El pronombre “Yo” se usa para demostrar la unidad
de nuestros pensamientos. Este es una expansión, extensión y adición a los principios
encontrados en Abiding in Christ (Permaneciendo en Cristo), de los mismos autores.
Índice

Introducción ¡Naturalmente sobrenatural!

Capítulo Uno El síndrome del hombre miserable

Capítulo Dos Verdad nº 1 – Dios es todo en todo

Capítulo Tres Verdad nº 2 – Yo soy un vaso

Capítulo Cuatro Verdad nº 3 – Ya no vivo yo

Capítulo Cinco Verdad nº 4 – Cristo es mi vida

Capítulo Seis Verdad nº 5 – Estoy muerto a la ley

Capítulo Siete Verdad nº 6 – Vivo por el Espíritu

Capítulo Ocho Verdad nº 7 – Vivo por la fe de que Dios es Emmanuel

Capítulo Nueve Viviendo de forma naturalmente sobrenatural

Capítulo Diez Ejemplos de personajes bíblicos que aprendieron estas lecciones

Capítulo Once Las habilidades adquiridas en el desierto

Capítulo Doce Releyendo el Nuevo Testamento

Capítulo Trece ¿Una nueva caja teológica o la experiencia del encuentro divino?

Apéndice A Tú puedes oír la voz de Dios


Introducción

¡Naturalmente sobrenatural!

Saludos, amigos. Hoy vamos a comenzar un viaje; a dónde iremos es un poco difícil
de decir, porque simplemente voy a sentarme y a contarte un poco de la historia de mi
propia vida, y realmente no tengo un bosquejo claro. Supongo que esto se debe a que mi
vida no ha sido estructurada como un buen bosquejo; simplemente viví. Me pregunto si
estará bien contar una historia o si, por el contrario, debemos obligar a la vida a tener
bosquejos claros; no estoy seguro, ¿por qué no probamos y lo descubrimos?

No voy a contar toda la historia de mi vida en este libro, porque quiero hablar de
una de las lecciones más importantes que he aprendido en los 23 años de cristianismo
que he vivido: la de vivir la “vida reemplazada” o, lo que es lo mismo, permitir que
Cristo viva su vida a través de mí, en vez de vivirla por mí mismo. Viví como cristiano
durante doce años antes de descubrir esta verdad, y durante ese tiempo era “yo” quien
vivía. No se confunda y crea que yo era un no cristiano que simplemente hacía obras
religiosas. No; yo había entregado mi vida a Jesús a los 15 años de edad, y le había
pedido que fuera mi Señor y Salvador, y que me limpiara con su sangre derramada.
Estaba intentando con todas mis fuerzas vivir la vida cristiana y agradar a Dios.

Por ejemplo, la Biblia me decía que amara a mis enemigos, así que yo intentaba con
todas mis fuerzas (con la ayuda de Cristo) poder hacerlo, pero nunca parecía que lo
lograba lo suficientemente bien, así que lo intentaba y oraba como mejor sabía. No
importaba qué mandamiento bíblico intentara obedecer, siempre me encontraba con las
mismas luchas y las mismas victorias parciales y fallos parciales; no parecía que el
cristianismo fuera del todo sobrenatural. Lo intentaba con todas mis fuerzas y le pedía
a Dios que me ayudara para que juntos llegáramos tan lejos como pudiéramos, y eso era
todo. No podía decir que yo amaba a mis enemigos, pero realmente lo intentaba.

Luego la revelación comenzó a ser derramada en mi corazón, y descubrí que ya no


vivía “yo”, que había sido crucificado, ¡y que era Cristo el que vivía! Parecía muy duro
de aceptar, porque cuando me miraba en el espejo, la imagen que veía ¡realmente se
parecía a mí! Pasó más de un año hasta que la revelación saturó mi corazón: yo era solo
un vaso que Otro sujetaba, un contenedor de la vida de Cristo, una rama injertada en la
Vid. Como ves, había crecido pensando que “yo” vivía, pero esto era solo una ilusión.
De hecho, Satanás, el espíritu de este mundo, tenía dominio sobre mí; sin embargo,
como yo no era lo suficientemente capaz de ver eso, había crecido creyendo la ilusión
de que “yo” era el que estaba en control, y aunque era cristiano pensaba que “yo” vivía
y que Cristo había venido a mi lado para ayudarme en la vida que yo estaba viviendo.

Pero, una vez más, esto era una ilusión, porque Cristo no sólo había venido a mi
lado para ayudarme, sino que, de hecho, iba a ser mi Vida. “Yo” ya no iba a vivir más,
sino que me iba a perder en Él, ¡todo un galimatías! Sonaba todo a una buena jerga
religiosa; sin embargo, carecía de significado en mi vida. Me miraba en el espejo y veía
quien estaba ahí, y era yo, Mark W. Virkler, y no Jesús; por tanto, todas esas bonitas
palabras religiosas eran simplemente eso, palabras religiosas. No había una revelación
viva ardiendo en mi corazón, trasformando mi vida, no eran experiencias sino solo
dichos que parecían no tener particular relevancia en mi caminar como cristiano del
siglo veinte.

Luego Dios las quemó todas, Él hizo brillar su luz sobre estas palabras confusas y
casi carentes de todo significado, y transformó mi manera de vivir en mi interior. Fui
capacitado sobrenaturalmente para vivir mucho más allá de mis propias capacidades,
viviendo por la vida que fluía dentro de mí. Ya no tenía límites sino que comencé a
experimentar el poder y la capacidad ilimitada del Dios Todopoderoso que fluía de mi
corazón. Comencé a ser ¡naturalmente sobrenatural! El cristianismo empezó a cobrar
un nuevo e increíble sentido, comenzando a ser mucho más real de lo que había sido
nunca, y cuando volvía a leer el Nuevo Testamento, era un Libro nuevo. Por primera
vez estaba empezando a verlo con ojos abiertos, y no podía creer lo que estaba leyendo.

Este libro cuenta la historia de cómo esta revelación irrumpió en mi vida. Es la


historia de alguien que creía que vivía, y cómo Dios le mostró que había sido
crucificado con Cristo, y que ahora era Cristo el que vivía. Es una historia que va más
allá de las palabras y frases religiosas, y que encuentra la realidad en la Persona de
Jesucristo nuestro Señor. Es la historia de vivir la vida reemplazada, es la historia de
cómo empezar a vivir naturalmente en lo sobrenatural, es el testimonio del hecho de que
nosotros, como la Iglesia de Jesucristo, estamos fundidos para la Gloria.

Que usted también pueda ser transformado al leerlo.

Cómo usar este libro

Este libro incluye preguntas para pensar y discutir al final de cada capítulo. Yo
recomiendo que siempre que sea posible, estudie este libro con un grupo que se reúna
semanalmente para tratar uno o dos capítulos. Estos grupos podrían ser de escuela
dominical, células de hogar, grupos de hombres o mujeres, clases de una escuela
bíblica, o reuniones de domingo. Incluso podría ser una serie de predicaciones para
pastores para los domingos. Señale los capítulos a leer durante la semana y reúnanse,
listos para discutir la aplicación de las verdades de los capítulos a sus vidas. Las
preguntas deberían promover una discusión viva cuando se junten. Es bueno que tenga
consigo un bloc de notas mientras estudia, porque así podrá anotar sus respuestas a las
preguntas y cualquier duda o pregunta que pueda tener, así como sus notas devocionales
diarias.

Recomiendo que el líder del grupo comience el estudio repasando los puntos clave
indicados al final del capítulo señalado. Sería bueno que enfatizara un punto que fue
especialmente significativo para él, y luego podría dejarlo abierto para que otros
compartan conceptos que fueron reveladores para ellos. A partir de aquí podrían discutir
las preguntas como grupo.
Mi oración es que el grupo pueda intensificar y acelerar su experiencia de
aprendizaje, mientras que su corazón sirve de testimonio a otros que están caminando
en el mismo sendero de encuentro espiritual profundo. ¡Bendiciones en su viaje!
Capítulo Uno

El síndrome del hombre


miserable

Me encontraba en cama, tosiendo y dando vueltas sin poder dormirme. ¿Qué


ocurriría si me muriera esta noche? ¿Iría al cielo? No, sabía que no iría. Había asistido a
mi iglesia bautista conservadora el tiempo suficiente como para saber que solo los que
habían aceptado a Jesús en su corazón irían al cielo, y yo no lo había hecho. No; todavía
quería ir a “mi manera”. Dejarlo todo para hacerlo a “su manera” me parecía demasiado
pedir, así que me resistía año tras año, sabiendo que si moría, iría derecho al infierno.

La noche en que Dios me descubrió

Pero esa noche era mi noche. Dios me debió elegir y decir a sus ángeles: “Id y
conseguidme a ese chico. Le necesito”. Sin parar de toser y dar vueltas, no podía
dormir. Un pensamiento pasó por mi mente: “¿Qué ocurriría si la casa se quemara esta
noche? Iría derecho al infierno”. No podía quitármelo de la cabeza, y estoy seguro de
que fue porque el ángel seguía susurrándome al oído.

Así que, finalmente, después de un par de horas de continua presión angelical, cedí,
me levanté y bajé las escaleras. Mis padres estaban en una reunión de la iglesia, así que
me senté en una silla del salón para hacer mi anuncio cuando regresaran: quería darle mi
corazón a Cristo.

Tenía quince años cuando fui bautizado y comencé a asistir a nuestra iglesia bautista
conservadora. Mi arrepentimiento fue sincero, mi compromiso era firme, Jesús era
Señor de mi vida. Estaba ligado al cielo, ¡Hurra! Sentí un alivio dentro de mi espíritu,
sentí una paz que inundó toda mi alma, sabía que había nacido de nuevo y que era hijo
de Dios.

Buscando crecimiento espiritual y santificación

Tenía un deseo inmediato de saturarme con la Palabra de Dios, cosa que hice. Un año
después, decidí dedicarme al ministerio a tiempo completo. Cuando tuve dieciocho
años, me apunté en el colegio Roberts Wesleyan College, cerca de Rochester, Nueva
York, donde pasé cuatro años siendo entrenado para el ministerio pastoral, ya que
quería darle todo a Dios. Trabajé como pastor de jóvenes durante tres de esos años, y
poco después de mi graduación, estaba pastoreando mi propia iglesia.

La vida estaba realmente empezando a cocinarse. Estaba predicando cada domingo,


descubriendo de la Palabra de Dios nuevos principios que revelaban cómo agradar y
servir a Dios con más efectividad. Semana tras semana compartía esto en mi
congregación, enseñándoles cómo podían vivir más efectivamente para Dios.
Estudiamos la santidad y la justicia, el evangelismo y la oración, y la necesidad de amar
a nuestros enemigos. Enseñaba acerca de ofrendar y diezmar y cómo ser
económicamente libre. Organizamos equipos de evangelismo y fuimos casa por casa.
Organizamos tiempos de oración cada mañana temprano y establecimos días de ayuno.
Enseñé sobre cómo ser puro de corazón, cómo desarrollar la autoestima, el principio de
la mansedumbre y cómo desarrollar las prioridades de Dios. Aprendimos sobre terminar
con los pecados de la lengua, ser más como Jesús, destruir fortalezas. Enseñe una serie
sobre la vida cristiana en el hogar y cómo establecer unos hábitos sanos de
alimentación. Enseñé sobre el creyente y la ley, cómo sanar la depresión, las
bienaventuranzas, cómo vencer la lujuria y el adulterio, y la lista seguía y seguía.

La carga se hizo pesada

Luego ocurrió algo extraño. Uno de mis diáconos se sentó conmigo un día en mi
estudio y me dijo: “Mark, no quiero oír más sermones. Ni siquiera puedo hacer todas las
cosas que sé que tengo que hacer, y si escucho un sermón más, me sentiré aún más
culpable por las muchas cosas en las que le estoy fallando a Dios”. Entendí su problema
–yo también lo estaba sintiendo–; parecía que no importaba lo mucho que hiciera por
Dios, siempre era insuficiente. Pero, ¿qué podía hacer? Yo era el predicador, tenía que
predicar, no podía dejar de predicar solo porque mi frágil carne no pudiera cumplir
todos los mandamientos de Dios que yo estaba descubriendo en su Palabra.

No; debía predicar, pero algo tenía que cambiar. La carga se había hecho muy
pesada, había muchas cosas que hacer si quería ser un buen cristiano, incluso era
imposible recordarlas todas, y cuando descubría alguna que se me había olvidado,
instantáneamente sentía culpa y condenación. Jesús dijo que su yugo era fácil y ligera su
carga, pero a mí no me parecía muy fácil ni mucho menos ligera. Me acordé que cuando
me convertí, me sentía muy ligero; sin embargo, cuando comencé a estudiar lo que la
Palabra esperaba de mí, las cosas se hicieron pesadas muy deprisa. Obviamente, Jesús
no comprendía que cuando uno vive en una carne tan frágil como la mía, la vida no es
tan fácil y ligera como a Él le parecía. Me preguntaba: ¿era yo el que estaba
malinterpretando el cristianismo de alguna manera, haciendo pesado y difícil lo que se
supone debería ser fácil y ligero?

El síndrome del hombre miserable

El cristianismo no solo se estaba convirtiendo en una carga pesada para mí por tener
que recordar hacer tantas cosas, sino que también me di cuenta que cuando intentaba
hacer muchas de las cosas que Dios quería que hiciera, mi carne gritaba y protestaba:
“¡Hazme!”. Yo decía: “Harás esto...” e inmediatamente entrábamos en una batalla
campal agotadora.

Pongamos amar a mis enemigos, por ejemplo. Alguien me atacaba de alguna forma
(sin entender, por supuesto, mi grandeza, amor, devoción y pureza), viniendo contra mí
con chismes y difamaciones. Mi carne se levantaba y decía: “De acuerdo, Sr. Perfecto,
se cree usted muy valiente; permítame decirle un par de cositas”. Después comenzaba la
batalla. Al recordarme que la ley de Dios decía que tenía que amar a mis enemigos,
ponía una sonrisa en mi cara, y voluntariosamente decía: “Amarás a este miserable,
incluso aunque te mate”. Bien, esto generalmente me mataba. Mi carne luchaba y
gritaba, rugía y producía un gran berrinche. Pero como Dios me había dado una gran
fuerza de voluntad, esta finalmente prevalecía y, al menos exteriormente, decía palabras
amables y suaves. En mi interior no sentía este amor, eran palabras casi muertas porque
yo me decía: “Vas a morir por el enojo que sientes”. Como resultado de esto, al final,
interiormente, estaba muy muerto, aunque por fuera estuviera sonriendo, diciendo
palabras bonitas y haciendo cosas buenas. Esto no me parecía que fuera la manera en
que el cristianismo se supone que debería funcionar. Cuando recapacitaba, se supone
que debía sentir amor, gozo, paz y paciencia en mi interior, en vez de simplemente ira y
muerte.

Enfrentando cara a cara la adoración de la voluntad

Después mi esposa complicó aún más la situación. Patti me dijo un día: “El
cristianismo solo funciona con los que tienen mucha fuerza de voluntad, no funciona
con la gente que no tiene fuerza de voluntad”. La voluntad de Patti parecía más débil
que la mía, y estaba mucho más presta a ceder ante la duda o la depresión o cualquier
otra emoción negativa, en vez de mantenerlas en el interior y aplastarlas, como yo hacía.
Sus palabras me llegaron hasta el alma, porque sabía que el cristianismo tenía que
funcionar para todos, tanto para los que tienen una gran fuerza de voluntad como para
los que no la tienen.

Empezando a estar confundido

Ahora estaba confundido, lo cual es bueno, porque había aprendido que la confusión
es el primer paso para obtener la revelación. ¿Acaso mi manera de entender el
cristianismo no era correcta? ¿Podría estar fundamentalmente flaqueando? Esperaba que
no, porque había pasado diez años como cristiano construyendo de esta manera. Sin
embargo, el producto final de mi vida en ese momento parecía ser muy similar al
clamor de frustración de Pablo en Romanos capítulo siete.

Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que
aborrezco, eso hago...Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el
pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley:
que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley
de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi
mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.
¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?
(Rom. 7:15, 20-24).

Esto es exactamente lo que me pasó a mí, el mismo síndrome del hombre


miserable, en lucha conmigo mismo, constantemente intentando ser bueno, siempre
intentando hacer lo correcto, sintiendo o bien lucha interior, o muerte interior unidas a
una falta de amor, gozo y paz. Sabía que el cristianismo tenía que ser algo más que esto.
¿Acaso era esta la vida abundante de la que Dios hablaba; el hombre luchando
constantemente e internamente en guerra consigo mismo? Si era ésta, era un poco difícil
de exportar, me podía ver a mí mismo diciéndole a un incrédulo: “Puedes aceptar a Jesús
como tu Señor y Salvador y ser como yo, lleno de guerra interior, culpa, tensión y
condenación”. Él, por supuesto, diría: “No, gracias, ya tengo bastantes problemas
encima”. Así que dejé de dar testimonio de Jesús porque mi experiencia no era digna de
ser trasmitida a otros, y dije: “Dios, por favor, enséñame lo que estoy haciendo mal”.

La revelación de lo que realmente ocurrió en la salvación


Dios comenzó trayéndome los libros, maestros y experiencias adecuadas a mi vida, y
durante los meses siguientes me enseñó siete verdades que me hicieron libre de la culpa,
condenación, guerra, alboroto interior y la ley. Son los siguientes:

Verdad nº 1 – Dios es todo en todo


Verdad nº 2 – Yo soy un vaso
Verdad nº 3 – Ya no vivo yo
Verdad nº 4 – Cristo es mi vida
Verdad nº 5 – Estoy muerto a la ley
Verdad nº 6 – Yo vivo por el Espíritu (rema y visión)
Verdad nº 7 – Vivo por la fe de que Dios es Emmanuel
En los siguientes siete capítulos examinaremos lo que Dios me enseñó sobre cada
una de las siete verdades arriba indicadas, las cuales desataron el poder divino del Dios
Todopoderoso a través de la fusión de su Espíritu Santo con el mío.

Repaso de los puntos clave del capítulo uno

• La experiencia de la salvación trae consigo un sentimiento de paz, gozo y ligereza.


• A menudo, cuando uno comienza a estudiar la Biblia y ver los mandamientos de Dios
para su vida, vuelve un sentimiento de pesadez, al descubrir lo difícil que es obedecer
todos los mandamientos que va descubriendo.
• A menudo hay una guerra interior, al descubrir que la carne se opone al espíritu en un
intento de ser santo.
• Esto resulta en lo que Pablo llamaba “el síndrome del hombre miserable”.
• Añada otras ideas que fueran puntos clave para usted. Use su diario para esto.

Piense y discuta

• Recuerde su propia experiencia de la salvación. Tómese unos minutos para


compartirla con el grupo, y si alguien del grupo nunca ha tenido una experiencia de
salvación, pregunte si le gustaría conocer a Jesús como su Señor y Salvador. Si es así,
guíeles a la salvación.
• ¿Ha experimentado usted la guerra interior y las luchas tratadas en este capítulo?
Si es así, comparta un poco sus experiencias con su grupo.
• ¿Ha caído alguna vez en la adoración de la voluntad, la cual es una dependencia
en su fuerza de voluntad para hacer las cosas? Discuta esto con el grupo. Si no
hemos de disponer nuestra voluntad en contra del pecado, ¿cómo se supone que
hemos de usar nuestra voluntad?
• ¿Experimenta condenación, o ha alcanzado alguna vez el lugar de no
condenación que se menciona en Romanos 8:1? Si experimenta condenación en su
vida, ¿qué es lo que produce? ¿Cómo se puede vencer? ¿Viviendo una vida perfecta?
¿Cuáles son las probabilidades de que eso ocurra?
• ¿Ha encontrado una manera de salir del síndrome del hombre miserable del cual
habla Pablo al final de Romanos capítulo siete, o está usted atrapado en el problema?
Si ha encontrado una manera de salir, descríbale esta forma a su grupo tan
detalladamente como le sea posible.
• Diario – Escriba esta pregunta en un diario aparte: “Señor, ¿qué quieres decirme
sobre las verdades de este capítulo?”. Si no está familiarizado con los diarios como
enseña el autor, lea su libro Comunión con Dios o Dialogue con Dios, los cuales
enseñan este proceso en profundidad. (Comunión con Dios tiene un estilo de
bosquejo más lógico, mientras que Dialogue con Dios está más orientado hacia las
historias). Anotar en un diario es simplemente escribir sus oraciones y respuestas de
Dios, como hizo David en los Salmos. Escriba lo que Dios le hable a través de este
tiempo en un libro en concreto. Si no es muy personal, quizá quiera leer parte de su
diario en su pequeño grupo, lo cual será de edificación y ánimo para los que lo
oigan, al igual que le confirmará a usted que realmente es el Señor hablándole a
usted, a medida que los demás miembros del grupo confirmen la calidad de sus
escritos. Asegúrese de empezar cada anotación con una pregunta escrita en la parte
superior de su hoja de papel en blanco. El simple hecho de escribir la pregunta, a
menudo es el estímulo que precipita su apertura a recibir la respuesta. Vea el
Apéndice A para un repaso breve de las cuatro claves para oír la voz de Dios.
Capítulo Dos

Verdad nº 1 –
Dios es todo en todo
Sí, el cristianismo es algo más que el “síndrome del hombre miserable” del cual
habla Pablo en el capítulo siete del libro de Romanos. Pablo mismo describe la manera
de salir de él en el capítulo ocho. Intentaremos seguir este camino en los siguientes
capítulos.

¿Cómo vemos a Dios?

La primera revelación que debemos tener en nuestro corazón es la revelación de


quién es Dios. ¿Es un gran Potentado en el cielo? ¿Es un ser impersonal o está
interesado en el más mínimo detalle de nuestra vida? ¿Ve Él el mundo desde una
perspectiva distanciada, o está íntimamente involucrado en cada una de sus funciones?

En mi estado de confusión, solía pensar en Dios como en alguien que tenía poder,
amor y paz. Le veía como alguien que tenía muchos atributos que yo necesitaba, y a
menudo le pedía estas cosas diciendo: “Dios, por favor podrías darme...”. Veía a Dios
como muy distante, y alzaba la vista y clamaba a Él, y le rogaba que viniera a
encontrarse conmigo. A menudo me sentía separado de Él; Él estaba allí y yo estaba
aquí, Él estaba arriba y yo estaba aquí abajo, Él era el Santo y yo era el impío, y
necesitaba que me fortaleciera.

Humanismo cristiano – Yo vivo

Algunas veces yo incluso me olvidaba de mirarle, y usaba mi propia fuerza y mi


propio poder para llevar a cabo las cosas que yo sentía que podía hacer, y pensaba:
“¿Por qué molestar a Dios con cosas tan triviales?”. Así que, incluso cuando me
acordaba de pedirle, a veces no lo hacía, porque seguramente Él tendría cosas más
importantes que hacer que lidiar con esta pequeña cosa. Además, para eso me había
dado los poderes naturales para hacerlo por mí mismo, así que me limitaba a seguir
adelante y vivir.

Dios comenzó a destruir estos falsos conceptos y medias verdades y a revelárseme en


formas que nunca antes había visto.

Él es el Dios Todopoderoso

La primera observación que me hizo fue que ¡Él es el Dios Todopoderoso! Eso es
algo que yo había dicho durante años pero realmente nunca lo había meditado. ¿Qué
significa que Dios es el Dios Todopoderoso? ¿Cuánto poder le otorga este hecho?
¿Cuánto me deja esto para mí, para Satanás, para los demás? ¡Imagínese! Decidí que ser
Todopoderoso debe significar que Él tiene todo el poder del universo, significa que si se
expresa cualquier poder, es una expresión del Dios que tiene todo el poder; no que Dios
sea el autor del mal, este es otro asunto que podemos discutir en un minuto, no, lo que
estoy diciendo es que incluso el aliento del impío que está maldiciendo el nombre del
Dios Todopoderoso se lo dio la mano del Dios Todopoderoso. Si Dios retirara su poder
sustentador, la vida del impío se apagaría inmediatamente. Dios es todo en todo.

Si usted dice tener todo el poder, debe tener todo el poder, a menos, claro está, que
sea un mentiroso. Si sé algo es que Dios no es un mentiroso, luego si Él dice que tiene
todo el poder del universo, yo creo que tiene todo el poder.

Sin embargo, Dios no dijo que Él tuviera todo el poder, ¿o acaso sí? Volvamos a leer
Génesis 17:1.

“Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le pareció Jehová y


le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto”.

¿Dice aquí que Él tiene todo el poder? Yo no lo creo ¿Qué dice entonces? Dice que Él
ES todo poder. ¿Hay alguna diferencia entre tener todo el poder del universo y ser todo
el poder del universo? Si yo tengo algo, puedo dárselo a otro. Si yo soy algo que otro
quiere o necesita, entonces debo darme yo mismo a esa persona.

No “tiene” sino “es”

Dios no tiene todo el poder del universo, Él es todo el poder del universo; por tanto,
si estoy expresando poder ¿a quién estoy expresando? Lo adivinó: ¡a Dios! Si estás
expresando poder o fuerza en tu vida, ¿a quién estás expresando? Sí, al Dios
Todopoderoso, porque toda expresión de poder y fuerza es una expresión del Dios
Todopoderoso. Cuando levanto mi brazo derecho, ¿la fuerza de quién estoy expresando,
la mía o la de Dios? ¿Tengo yo alguna fuerza que sea mía? No si Dios la tiene toda. Por
tanto, es la fuerza de Dios la que está siendo expresada.

Si Dios tiene poder, entonces puedo pedirle que me dé un poco, como si fuera un
producto. “Necesito este producto en particular. Señor, por favor, ¿podrías proveerlo
para mí?”. Él puede estar allí y yo puedo estar aquí, y puede darme un poco de eso que
le estoy pidiendo. Sin embargo, si Dios es todo poder y yo necesito poder, entonces
debo pedirle que esté presente, manifestándose a sí mismo en la situación. Le diré:
“Dios, te reconozco como Emmanuel, Dios conmigo, te doy gracias porque tu vida y
poder están presentes y fluyendo en esta situación. Yo declaro una total liberación del
poder y fuerza del Dios Todopoderoso sobre la situación que tengo delante”. Puede que
usted se pregunte por qué tenemos que proclamar esta liberación del poder y la presencia
de Dios. La respuesta es que Dios se ha limitado voluntariamente a sí mismo a las
peticiones de sus hijos (Ez. 22:30-31) porque Él nos tiene en un campo de
entrenamiento, aprendiendo cómo ganar al enemigo y reinar como reyes y sacerdotes
con Él en gloria.

Incluso cuando los individuos escojan utilizar el poder de Dios para llevar a cabo
malas acciones, ¿es todavía el poder de Dios? ¿Son ellos todavía sus siervos? Él es todo
y en todo. Por ejemplo, considere a Nabucodonosor, el malvado Hitler del Antiguo
Testamento, que se dedicó a destruir naciones y tomarlas cautivas. ¿Era él un siervo de
Dios?
¿Qué ocurre con el poder de los hombres malvados?

En Jeremías 25:9 Dios está hablando y dice:

“He aquí enviaré y tomaré a todas las tribus del norte, dice Jehová, y a
Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y los traeré contra esta tierra
y contra sus moradores, y contra todas estas naciones en derredor; y los
destruiré, y los pondré por escarnio y por burla y en desolación perpetua”.

Incluso el malvado rey Nabucodonosor era el siervo de Dios llevando a cabo la


voluntad de Dios. ¿Acaso se reconoció Nabucodonosor mismo como siervo de Dios
haciendo la voluntad de Dios? ¡En la vida! Él pensaba que era un hombre
autosuficiente, ejercitando su maravilloso poder. Nabucodonosor no podía mirar más
allá de la realidad superficial para ver la verdadera realidad. Escuche lo que dijo:

“Con el poder de mi mano lo he hecho, y con mi sabiduría, porque he


sido prudente; quité los territorios de los pueblos, y saqueé sus tesoros, y
derribé como [hombres] valientes a los que estaban sentados; y halló mi
mano como nido las riquezas de los pueblos; y como se recogen los
huevos [que están] abandonados, así me apoderé yo de toda la tierra; y no
hubo quien moviese [su] ala, ni abriese [su] boca y graznase” (Is. 10:13-
14).

¿Cuál es la versión de Dios de la misma historia?

Ahora bien, Dios tiene un entendimiento un poco más firme de la realidad, así que
dice las cosas como son, respondiendo a la arrogancia de Nabucodonosor al preguntarle:

¿Se gloriará el hacha contra el que con ella corta? [O] ¿Se ensoberbecerá
la sierra contra el que la mueve? ¡Como si el báculo levantase al que lo
levanta; [o] como si levantase la vara al que no es leño! Por esto el Señor,
Jehová de los ejércitos, enviará debilidad sobre sus robustos, y debajo de
su gloria encenderá una hoguera como ardor de fuego (Is. 10:15-16).

La versión de Dios de la realidad es bastante diferente de la de Nabucodonosor. Dios


cree que Nabucodonosor es simplemente un hacha en su mano, y no cree que
Nabucodonosor debiera alardear creyendo que todas las cosas se hicieron gracias a su
fuerza. Por tanto, para ayudar a Nabucodonosor a ver, Dios iba a enviarle algunas
debilidades del alma. ¿No es esta una versión diferente de los hechos?

Ahora es el momento de descubrir hasta dónde he entendido yo bien la realidad. ¿Veo


yo que todo el poder es Dios en acción, o veo al yo, a Satanás y al destino como los
reyes del universo? ¿Realmente creo que Él es Rey de reyes y Señor de señores, el Alfa
y la Omega, el Principio y el Fin, o creo que “Yo” tengo mi propia fuerza, y que Satanás
tiene su propia fuerza? ¿Qué es lo que ves? ¿Con qué claridad ves tú la realidad?

El problema de usar el “poder” para hacer el mal

Volviendo a la pregunta de “¿Cómo puede Dios reinar sobre el mal?”, propongo que
consideremos su título de Rey de reyes y Señor de señores. Si Dios es realmente Rey
sobre todos los reyes de esta tierra, y Señor sobre todos los señores de esta tierra, ¿acaso
no es Él quien gobierna sobre el mal? ¿Acaso no son malvados muchos de estos reyes?
¿No son malvados muchos de estos señores? Si un hombre escoge usar el poder de Dios
dentro de él a la inversa, o sea, usarlo para hacer el mal en vez del bien, ¿acaso hace que
este poder que se está usando sea menos de Dios? ¿El hecho de que el hombre esté
intentando actuar por su cuenta, a la inversa del plan de Dios para su vida, quiere decir
que Dios ya no tiene control sobre su vida?

Estoy pensando en los hermanos de José que, movidos por los celos, la ira y la
envidia, vendieron a José en Egipto. ¿Ya no estaba Dios en control de sus acciones
ahora que estaban intentando usar el poder del Dios Todopoderoso a la inversa y usando
el poder de su mano derecha para destruir en vez de sanar? ¿Qué piensa usted?

José era un vidente, era alguien que podía ver los propósitos de Dios, y cuando miró
para ver, vio que Dios todavía reinaba, incluso aunque sus hermanos escogieron usar el
poder de Dios que había dentro de ellos a la inversa. Él dijo:

Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para
hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo (Gn.
50:20).

¿Ve usted la vida de esta forma tan profunda? ¿Puede ver que incluso en medio del
hombre malo está el poder de Dios en acción, simplemente siendo usado a la inversa,
pero todavía bajo el control de Dios? ¿Cómo cree usted que es alguien capaz de ver las
cosas de una forma tan profunda? ¿Estamos intentando ver las cosas así? Yo no lo creo.
Mi mente no es así de expansiva, ni mi entendimiento tan grande, yo tendría un ataque
de nervios si pensara que tendría que ser así de inteligente. Pero en su lugar, me pongo a
orar, y digo: “Dios, por favor, ¿podrías hablarme y mostrarme lo que está ocurriendo?”,
y Él comienza a hablarme mientras escribo, dándome revelación y visión más allá de lo
que yo podría haber imaginado o soñado. Por lo tanto, no llego a ser sabio y a tener una
mente y un corazón expandidos luchando por conseguirlos, sino que soy sabio y
expandido oyendo la voz del que es Sabio y Expandido dentro de mí. ¿No cree que esto
es mucho más simple que intentar por usted mismo ser como Dios? Tan solo permita
que Dios sea Dios dentro de usted, relájese en sus brazos, cese de sus propias obras y
entre en su reposo (Hebreos 3 y 4).

Para una mayor meditación, considere la situación de la enojada multitud que gritaba:
“¡Crucifícalo, crucifícalo!”, y el débil Pilato que no fue capaz de ponerse del lado de la
justicia. Después mire la perspectiva de Dios de todo ese día según se relata en Hechos
4:27-28.

Dios es amor

Aquí tenemos otro de los atributos de Dios, ¿o no lo es? ¿Tiene el Dios al que
adoramos amor para darme, o Él es amor? Si necesito amor, y voy a decirle que me dé
un poco, ¿estoy pidiendo mal o estoy orando correctamente? ¿Qué cree usted?

Yo creo que estoy orando mal; creo que una oración de este tipo puede que carezca de
un entendimiento de quién es Dios y quiénes somos nosotros. Como no estamos
hablando sobre quiénes somos nosotros en este capítulo, dejaremos esta discusión para
más tarde. Sin embargo, estamos hablando de quién es Dios, por eso veamos lo que dice
Juan acerca de Él:

Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con
nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios,
y Dios en él (1 Juan 4:16).

Si necesito amor, ¿necesito algo que Dios tiene, o necesito algo que Dios es? Si
necesito algo que Dios tiene, puedo pedírselo, pero si necesito algo que Dios es,
entonces tengo que pedirle que Él mismo se derrame en mi corazón por medio de su
Espíritu Santo.

No un programa de auto mejoramiento, sino un programa de reemplazo

Quizá usted esté diciéndose: “Es sólo una manera de decirlo”. ¡NO, NO, NO! No es
solo una manera de decirlo; yo nunca pelearía por una palabra, mi lucha es ver que usted
tiene las experiencias con el Espíritu Santo que Dios ha planeado. La diferencia entre las
dos oraciones de arriba es la diferencia que hay entre el día y la noche, entre el
cristianismo y la religión, entre Dios y Satanás.

Si se acuerda, fue Satanás el que dijo: “Seréis como Dios”. Es él quien está
constantemente tentándome a establecer en mi vida características semejantes a las de
Dios. “Seréis como Dios...”(Gn. 3:5), dice Satanás. Ora fervientemente e intenta con
todas tus fuerzas convertirte en lo que quieras llegar a ser o lo que cree que debería ser.
¡Intenta, intenta, intenta! La mejor respuesta para estos pensamientos demoníacos es:
“¡Volved al lugar de donde venís!”, porque vinieron directamente del mismo infierno.

Si Dios no quiere un programa de auto mejoramiento en el que yo pueda trabajar duro


para ser justo, amoroso y conocedor y todo lo demás, entonces ¿qué tipo de programa es
el que Dios quiere? Es un programa de reemplazo, en el que Él me reemplaza a mí
mismo con Él mismo, y así yo estoy escondido en Cristo, el cual ha pasado a ser mi
Vida. Él se deshace de mi auto conciencia y la reemplaza con la conciencia de Dios. Una
rama en una vid no es consciente de sí misma, es consciente de que es parte de la vid, y
que su vida fluye continuamente de la vid que es la esencia de su vida. Hablaremos
más de esto en otro capítulo más adelante. Tan solo permítame decirle que no estamos
jugando a un juego de galimatías con las palabras, sino que estamos hablando sobre dos
maneras totalmente diferentes de vivir.

Dios es amor, y cuando yo necesito amor, lo que necesito es experimentar el fluir de


Dios dentro de mí. Es así de simple; por tanto le pido que Él fluya, fijando mis ojos
sobre Él y sintonizando con el Río espontáneo que brota dentro de mi corazón. Y no hay
lugar a duda, Dios fluye a través de mi vida, lo cual es muy diferente a fijar mis ojos en
mí mismo y decir: “Dios ayuda-me”.

La paz de Dios o el Dios de paz

Ahora veremos otra característica de Dios. Dios tiene paz. ¿O Dios es paz (Fil. 4:7-
9)? Sé que ha habido muchas veces en las que necesité paz, y cuando acudía a Él en mi
tiempo de oración todo preocupado, Él me hablaba en mi diario: “Mark, ten paz; yo
estoy aquí”. Puede que Dios me haya dicho miles de veces que tenga paz porque Él
estaba ahí, hasta que finalmente decidí estar en paz porque Dios estaba ahí.
Teológicamente, sabía que Dios era Emmanuel, Dios conmigo; sin embargo, una cosa es
tener un principio teológico y otra bastante diferente tener una experiencia viva. Fue a
través de experimentar a Dios como una persona, a través de tener un encuentro
continuado con Él escribiendo en mi diario, como finalmente pude deshacerme de mis
principios teológicos y aprender a vivir continuamente en una relación con el Espíritu
Santo (2 Cor. 13:14).

De nuevo, fue Satanás el que nos tentó a todos a vivir del árbol del conocimiento, a
intentar hacernos a nosotros mismos como Dios, sabiendo el bien y el mal. Nosotros
hemos intentado vivir a la manera de Satanás, y ahora tenemos 2.300 denominaciones
que han descubierto, cada una de ellas, la diferencia entre el bien y el mal, y han
establecido sus campamentos alrededor de su conocimiento. Los 2.300 campamentos
prueban bastante bien que estamos haciendo algo mal, porque Jesús dijo que teníamos
que ser uno, y la única manera en la que yo sé que se puede ser uno es dejando de comer
del árbol que Dios prohibió que comiéramos –el árbol del conocimiento del bien y del
mal (ej. dejar de vivir en mi mente)– y, en su lugar, empezar a vivir del árbol de la vida,
el cual, por supuesto, es Él; Jesús la Vid y nosotros los pámpanos. Yo he aprendido a
vivir por el fluir espontáneo de Dios dentro de mi corazón, el cual escribo en mi diario
en vez de seguir mis procesos de razonamiento.

Hablaremos más sobre esto en próximos capítulos. Por ahora, basta decir que no
estamos buscando una teología sobre quién es Dios, sino que estamos buscando un fluir
del Dios Todopoderoso dentro de nuestros corazones y espíritus. Finalmente comienzo a
darme cuenta de que Dios es todo y en todo, y de que Cristo es mi vida.

Puntos claves del capítulo dos

• Dios es mayor de lo que yo pensaba.


• Dios es Todopoderoso.
• Dios es Amor.
• Dios es Paz.
• Lo que necesito es Dios.
• No necesito que Dios me dé algunos de sus atributos, necesito que Él sea mi vida.
• Enumere en su diario otros puntos que le hayan ministrado especialmente.

Piense y discuta

• ¿Cómo ve a Dios? ¿Le ha retado este capítulo en la forma en la que le ve a Él? Si es


así, ¿cómo? Describa cualquier transición por la que esté pasando.
• ¿Ha sido entrenado para comer del árbol del conocimiento o del árbol de la vida?
¿Cómo puede alguien vivir del árbol del conocimiento? ¿Cómo puede alguien vivir
del árbol de la vida?
• ¿Es el meditar y escribir en el diario una actividad regular de su vida? ¿Es usted
capaz, como lo fueron David y otros muchos en la Biblia, de escribir las cosas que
Dios le está hablando? ¿Es importante para usted ser capaz de hacerlo? ¿Llenaría esto
alguna necesidad que usted sienta en su vida?
• ¿Vive usted basado en una teología acerca de Dios, o basado en una experiencia con
Él? ¿Basados en qué vivían los fariseos? ¿Está bien vivir basados en una experiencia
o tenemos que vivir basados en una teología? (Para los que quieran un entendimiento
más profundo de este dilema y una solución práctica y bien meditada, vean
Experiencing God (Experimentando a Dios), por el mismo autor).
• Medite en los siguientes versículos a la luz de las verdades de este capítulo. Quizá
quiera escribir sus reflexiones en un cuaderno aparte. Hebreos 11:3; Colosenses 1:11,
17; Hechos 17:28; 1 Corintios 1:30; Colosenses 3:4.
• Con relación al tema de Dios como Todopoderoso, lea Isaías 45:5-7 (y los versículos
de alrededor); Salmos 75:6-7; Proverbios 21:1; Romanos 8:28; Romanos 13:1-5;
Efesios 5:20; 1 Tesalonicenses 5:18.
• Diario – Pregúntele a Dios qué es lo que quiere decirle sobre las verdades de este
capítulo. Escriba lo que le diga en un cuaderno aparte (diario). (Asegúrese de escribir
su pregunta en la parte superior de la hoja como un método de abrir y promover el
fluir divino). Si no es algo muy privado, vaya preparado para leer sus anotaciones en
su pequeño grupo; y gracias por estar dispuesto a compartir su corazón con otros. Que
las ricas bendiciones de Dios estén sobre su vida.
Capítulo Tres

Verdad nº 2 –
Yo soy un vaso

¿Cómo se ve a sí mismo? ¿Es fuerte, inteligente, sabio, cariñoso, cuidadoso,


hospedador, valiente? ¿Puede tomar decisiones en su propia mente? ¿Puede pensar en
las cosas con claridad? ¿Es capaz de funcionar con efectividad en la vida? ¿Puede
aguantar las presiones que tiene a su alrededor de forma natural? ¿Ha aprendido a
manejarlas? ¿Cómo se ve a sí mismo?

A mí me llevó mucho tiempo comprender quien era “yo”. Cuanto más pensaba en
mí, más me parecía que era algo: o bien inteligente, informado, fuerte; capaz de tomar
mis propias decisiones; capaz de pensar en las cosas y llegar a una decisión sabia; capaz
de entrar en acción cuando se me pedía hacer algo; capaz de orar por un amigo cuando
me lo pedía; capaz de vivir mi vida; capaz de dar mi vida; capaz de actuar.

Sabía que antes de que le diera mi vida al Señor, yo era alguien que había vivido a
mi manera (Is. 53:6). Sin embargo, ahora intentaba vivir a la manera de Dios,
intentando vivir mi vida para Él. Ahora iba a servirle, amarle y adorarle; iba de puerta
en puerta testificando porque quería hablarle a otros de Él. Me propuso vencer el pecado
en mi vida y vivir una vida santa ante Él.

Sin embargo, si se da cuenta, la palabra “yo” está en el centro de cada frase del
último párrafo, y no solo está la palabra “yo”, sino que el concepto del “yo” es incluso
más poderoso. “Yo” era el que estaba haciendo las cosas...Yo tenía la fuerza...Yo tenía
la sabiduría...Yo tenía la fuerza de voluntad...Yo tenía el poder...

Toda esta mentalidad descansa sobre un mal entendimiento de quién soy yo. Yo no
soy un paquete en mi mismo, no estoy completo en mí, no soy una unidad que me
contengo a mí mismo, estoy incompleto porque estoy vacío. ¡Yo soy un vaso!

¿Un vaso?

“¿Un vaso?” dirá usted.

Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del
poder sea de Dios, y no de nosotros (2 Cor. 4:7).

¡Sí, un vaso! Ahora, tengo que pensar en esto un minuto. ¿Cuál es el único propósito
de un vaso? El único propósito de un vaso es contener algo. ¿Quiere decir que la única
razón por la que existo es para contener algo? ¿Tan solo tengo que sentarme y dejarme
llenar de algo? No, no lo creo. No creo en que haya que estar mirando al más allá
esperando un poder o presencia mística o espiritual que fluya a través de mí. A mí me
gusta demostrar que “yo” puedo arreglármelas por mí mismo y que “yo” puedo hacerlo
solito. Puedo orar con mi propia boca, puedo amar, puedo odiar, puedo... cualquier cosa
que usted diga, puedo hacerlo.
No, usted cree que puede porque ha caído en el engaño que Satanás ofreció en el
jardín del Edén, cuando les dijo a Adán y Eva que en vez de vivir del árbol de la vida
(ej. dependiendo de Otro) podían vivir por ellos mismos. “Ellos” podían saber... El
énfasis estaba en ellos. “Vosotros” seréis como Dios... Así que Adán y Eva creyeron
este engaño y cayeron de ser conscientes de Dios a serlo de ellos mismos. En lugar de
verse a ellos mismos viviendo por la comunión con Otro, esa comunión se rompió, y
comenzaron a vivir por ellos mismos. Ahora, cuando Dios les llama, ellos se esconden.
La comunión divina fue interrumpida y se inauguró la consciencia propia.

Quizá el paso de salvación conlleve el apartarse de la propia consciencia para


volverse a la consciencia de Dios. Quizá lo que deba hacer es vencer a este ego que cree
que es tan grande, maravilloso y capaz, para darme cuenta de que he sido diseñado para
contener algo.

Conteniendo no algo, sino alguien

Sin embargo, no estoy diseñado para contener simplemente “algo”, sino que he sido
diseñado para contener a Alguien. No soy tan solo un vaso, realmente soy un templo...

¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está
en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? (1 Cor. 6:19).

¿Cuál es el propósito de un templo? ¿Podríamos decir que es para contener un dios?


Y en este caso, hemos sido diseñados para contener al Dios del universo, ¡el Dios
Todopoderoso!

Alguien más fluye a través nuestro

No solo somos un templo que contiene al Dios Todopoderoso, Cristo se ha convertido


en la Vid y nosotros somos los pámpanos...

Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él,


éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer” (Juan
15:5).

Un templo puede ser la casa de un dios, pero un pámpano obtiene su vida de su vid, y
esta vida está continuamente ahí, sin esfuerzo alguno. Por tanto, hay un continuo fluir
del Dios Todopoderoso a través de mi ser que no requiere ningún esfuerzo, y que parece
tan natural que estoy totalmente inconsciente de ello, y pienso, ilusamente, que soy yo el
que vive. Sin embargo, no soy realmente yo, sino el flujo de vida de la “savia” de la vid.

Yo tan solo soy un vaso que contiene un líquido, estoy diseñado como un templo que
alberga el río del Espíritu Santo. Dios fluye dentro de mí como un río...

En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz,


diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como
dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del
Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había
venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado (Juan
7:37-39).
A medida que camino por la vida, no debo pensar en mí mismo como alguien que
vive solo, por mis propias fuerzas y habilidades; no, yo soy alguien que camina en
sintonía con el río espontáneo que brota de mi corazón; yo obtengo mis fuerzas y vivo
de eso, y he pasado de mi propia consciencia a la consciencia de Dios. Yo no tengo que
sintonizar con mi mente y mis capacidades, sino con mi corazón y con el río de agua
viva que fluye de lo más hondo de mi ser. Esa es la Fuente de mi poder, esa es la Fuente
de mi fuerza. Cuando necesito fuerza de voluntad, me dirijo a Aquel que vive dentro de
mí y fijo mis ojos sobre Él, diciendo: “Jesús, sé tu mi Fuerza en esta situación”. No le
estoy buscando para que me mejore, sino que le busco para que esté en mí (ej. mi vida
en esta situación, y en cada situación). Pero incluso podemos ir un paso más allá.

Una unión orgánica

Y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el


primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia
(Col. 1:18).

Al igual que es la cabeza la que da todas las órdenes al cuerpo, así es Jesús el que me
da todas las órdenes. Así, yo vivo constantemente con mis ojos puestos en Él (Heb.
12:1), sintonizado con la iniciativa divina, viendo su visión, oyendo sus palabras y
actuando en consecuencia. Vivo como Él lo hizo y como Él caminó en esta tierra...

Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No


puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre;
porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente
(Juan 5:19).
No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio
es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió,
la del Padre (Juan 5:30).

Así, entonces, es como tengo que vivir la vida. La vida no es yo haciendo algo por mi
propia iniciativa, no es yo intentando amar, o yo intentando vivir, o yo intentando orar.
No, yo soy alguien que está ligado a Otro (1 Cor. 6:17). Él es mi vida, Él es mi fuerza,
Él guía mis pensamientos, y yo no hago nada por mi propia iniciativa. Cuando necesito
saber cómo pensar sobre algo en concreto, sintonizo con el fluir espontáneo que está
brotando desde el fondo de mi corazón y fijo mis ojos en Jesús, diciendo: “Señor,
¿podrías darme tu perspectiva en esta situación, para que yo sepa como afrontarla?” y,
sin lugar a dudas, espontáneamente y sin esfuerzo, un fluir de imágenes, pensamientos y
sentimientos comienzan a brotar dentro de mí cuando el río del Espíritu Santo manifiesta
su fluir dentro de mí.

Yo no vi esto con claridad cuando acepté a Cristo por primera vez

Cuando le di mi vida al Señor Jesucristo, no me di cuenta de que era un contenedor


para Otro. No, claro que no; yo pensaba que “Yo” había estado viviendo mi vida todos
estos años, y no me di cuenta de que antes de la salvación, obviamente ya era un
contenedor. Sin embargo, después viví por el espíritu de este mundo en vez de por el
Espíritu divino, todavía no había abierto mi corazón a Aquel que lo es todo y en todo,
así que incluso aunque Él estaba disponible para mí, e incluso aunque Él me estaba
dando la vida y aliento que yo estaba usando para maldecir su nombre, no le reconocía;
pensaba que estaba lejos de mí, perdido en algún lugar del cielo, muy distante de mi
vida. No le había reconocido como Señor; yo pensaba que yo era señor, que yo vivía mi
propia vida, y hacía mis propias cosas.

¡Qué necio y corto de vista! Simplemente estaba controlado por otro espíritu, el
espíritu de este mundo, y era por naturaleza un hijo de ira.

Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y


pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente
de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu
que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también
todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne,
haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por
naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás (Ef. 2:1-3).

Yo no era mi propio jefe, haciendo lo que quería, sino que estaba bajo las órdenes de
Satanás y estaba haciendo su voluntad.

Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis
obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis
entregados; y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia
(Rom. 6:17-18).

Yo siempre he sido esclavo de alguien. O bien estaba controlado por el espíritu que
ahora opera en los hijos de desobediencia, y era esclavo del pecado, o bien estoy
albergando al Espíritu Santo y me he convertido en esclavo de su poder. Soy alguien que
ha sido controlado o habitado por otro.

Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas,


para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina,
habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la
concupiscencia (2 Pedro 1:4).

Ahí lo tiene; o bien somos controlados por el espíritu de este mundo o bien somos
contenedores del Espíritu divino. Esto resulta en que nuestro ser, o bien es esclavo del
pecado o es esclavo de la justicia. En cualquier caso, no somos nuestros propios amos.

Repaso de los puntos claves del capítulo tres

• Somos vasos.
• Somos templos.
• Somos pámpanos injertados en una Vid.
• Somos el cuerpo de Cristo y Él es la cabeza.
• Solo vivimos por la iniciativa divina.
• Incluso antes de ser salvos ya éramos vasos.
• Antes de la salvación, éramos esclavos del espíritu de este mundo. Ahora contenemos
el Espíritu divino.
• Enumere otros puntos que le hayan ayudado especialmente o que hayan sido
especialmente significativos para usted en este capítulo.
Piense y discuta

• ¿Es incluso Satanás un vaso (Is. 14:12-15; Ez. 28:11-17)? (El nombre Lucifer
significa “portador de luz”).
• ¿Era usted consciente del hecho de que era un vaso antes de aceptar a Cristo? ¿Cómo
se veía a sí mismo?
• ¿Vive por la consciencia del hecho de que es usted un vaso, ahora que ha aceptado a
Cristo? ¿Vive solamente guiado por la iniciativa divina? Describa su experiencia de
un día cualquiera. ¿Lo planea, o busca a Dios para planearlo? ¿Habla con Dios sobre
ello, o sus acciones vienen dadas por su propia iniciativa? ¿Busca su propia sabiduría,
o sintoniza con la voz intuitiva de su espíritu y el Espíritu Santo que está unido a su
espíritu? ¿Se apoya en sus propias fuerzas, o se abandona en el poder del Dios
Todopoderoso?
• ¿Cuál es la mejor manera de permanecer consciente del hecho de que somos vasos, o
templos o el cuerpo de Cristo? Resulta muy fácil olvidar esto y pensar en nosotros
mismos como unidades que nos contienen a nosotros mismos. ¿Por qué lo olvidamos
tan fácilmente? ¿Por qué volvemos a caer tan fácilmente en la idea de que somos
independientes? ¿Podemos hacer algo para ayudar a prevenir esto? En caso de ser así,
¿qué podemos hacer?
• ¿Está de acuerdo en que el pecado en el jardín del Edén dio como resultado la caída
de la consciencia de Dios para entrar en la auto consciencia? Si es así, ¿cuál es la
solución para la auto consciencia, la consciencia pecaminosa y la inferioridad? ¿Vive
la mayor parte del día como una persona consciente del yo o como una persona
consciente de Dios? Describa su experiencia diaria.
• Diario – Pase algún tiempo meditando sobre las verdades de este capítulo. En la parte
superior de su hoja pregúntele al Señor qué es lo que Él quiere decirle con relación a
ser un vaso. Escriba su respuesta. Vaya preparado para leer esto en su grupo. Anime a
otros cuando escuchen las palabras que el Señor le está hablando a través de su diario.
Capítulo cuatro

Verdad nº 3 –
Ya no vivo yo

Necesitaba una revelación de la verdad discutida en el último capítulo: que soy


solamente un contenedor. Yo crecí siendo impío bajo el engaño de que era mi propio
dueño, de que hacía lo que yo quería, de que era una unidad que solo me contenía a mí
mismo. No tenía entendimiento de que realmente estaba siendo dirigido por Satanás; yo
decía: “Nadie me dice lo que tengo que hacer”. ¿Te apuestas algo? Satanás lo hacía; su
espíritu, también, fluye tan fácilmente y sin esfuerzo a través del vaso humano, que la
mayoría de la gente no se da cuenta de su presencia, y por eso piensan que son ellos
mismos lo que están viviendo su vida cuando, en realidad, es Satanás expresando su
vida a través de ellos. Ellos creen que son sus propios dueños, cuando realmente están
bajo las órdenes de Satanás; creen que no son esclavos de nadie, cuando en realidad son
esclavos del pecado (Rom. 6:17).

El problema se presentó cuando me hice cristiano, ya que entré con mi engaño en la


vida cristiana. Como siempre había creído que en mis días pre-cristianos era yo
viviendo para mí mismo, decidí que en mi era pos-cristiana yo viviría para Cristo; ¿pero
puede ver el engaño? No era yo viviendo independientemente en mis días pre-cristianos,
ni tampoco soy yo viviendo en mis días pos-cristianos, sino que es Cristo viviendo a
través de mí.

Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo... (Gal. 2:20).

¿Cree usted que yo podía entender el versículo de arriba? ¡Ni lo sueñe! Oh, claro,
podía citarlo, tenía algún ligero entendimiento de lo que podía significar teológicamente,
pero vivirlo de una forma práctica era otra cosa muy diferente. Pensaba que quería decir
que ya no tenía que vivir para mí mismo, sino que ahora tenía que vivir para Cristo. Pero
como podrá ver, lo esencial de mi pensamiento era que yo estaba viviendo como un
individuo autónomo. ¡Qué lejos estaba de la realidad! Pero así era como yo lo veía; el
engaño era demasiado grande y lo había estado viviendo demasiado tiempo.

Durante quince años había pensado que “yo” vivía la vida como un individuo
autónomo; no tenía ni un ligero entendimiento de la realidad de que yo era un
contenedor señoreado por otro; creía que yo estaba al mando. Qué necio me veo cuando
miro hacia atrás, pero en ese entonces a mí no me parecía que fuera un necio, era la
única forma de realidad que conocía, y nadie iba a decirme lo contrario.

La mezcla de cristianismo y religión

Mi iglesia me decía que ahora “yo” tenía que vivir para Cristo, en lugar de decirme
que Cristo tenía que ser mi vida, así que yo, muy obedientemente, seguí el camino del
error, e intenté vivir para Cristo. “Yo” testificaba, en vez de dejar que Cristo hablara a
través de mí por medio de un fluir espontáneo y no premeditado. Mi forma de testificar
era un sistema de principios en vez de un encuentro con el poder divino. Jesús no tenía
un discurso memorizado para usarlo con los paganos, sino que simplemente era un
contenedor del poder divino que se desataba a través de su vida al hablar solo las
palabras que oía decir a su Padre. Él sanaba a los enfermos, resucitaba a los muertos y
limpiaba a los leprosos, y el evangelismo le seguía detrás. ¡Qué diferente de mis vanos
intentos de evangelizar! Yo simplemente arrojaba mis fórmulas memorizadas,
generalmente confrontadoras, ofendiendo y espantando al pecador. Los pecadores no se
acercaban a mí para ver el poder de Dios, sino que huían de mí para no ser expuestos
teológicamente.

Intentaba amar, porque se supone que los buenos cristianos tienen que amar a sus
enemigos y, sin embargo, era “yo” el centro de la actividad. “Yo estoy intentado”. La
Biblia dice claramente que tengo que cesar en todos mis intentos y esfuerzos, y entrar en
su descanso (Heb. 3:4), así que ahora que sé que ya no vivo yo, simplemente voy a
Cristo y le digo: “Tú eres mi vida, y tú eres el amor de este universo, así que oro para
que liberes tu amor a través de este vaso en este momento”. Ves, ya no estoy hablando
sobre mí, no estoy intentando hacer que Dios me mejore, no estoy poniendo mis ojos en
mí, o en mis necesidades, o en cualquier otra cosa mía, porque ya no vivo yo. Cristo es
el que vive y, por tanto, fijo mis ojos en Cristo, que es mi vida, y comienzo a pedirle que
libere su vida y manifieste su poder sobrenatural a través de este vaso que es su cuerpo.
Este es un concepto totalmente diferente de la realidad, una perspectiva totalmente
diferente de la vida, y le prometo que es la única perspectiva que funciona. Creo que las
he probado todas, y esta es la única cosa que a mí me funciona en la vida.

Necesidad: Un entendimiento más profundo de los mandamientos del Nuevo


Testamento

Yo necesitaba un entendimiento más profundo de los mandamientos dados en el


Nuevo Testamento. Por ejemplo, Pablo dijo:

Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aún se nombre entre


vosotros, como conviene a santos (Ef. 5:3).

Yo pensaba que eso significaba que tenía que desechar toda fornicación y toda
inmundicia y, de nuevo, el énfasis estaba siempre en la obra activa del yo, en lugar de
descansar en el poder divino que me llenaba.

Había muchos mandamientos en el Nuevo Testamento, alguno incluso decía que “yo”
tenía que guardarlos; sin embargo, lo que no comprendía era que el Nuevo Testamento
redefinía el “yo”.

El “yo” redefinido

Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo
en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el
cual me amó y se entregó a sí mismo por mí (Gal. 2:20).

¿Quién es el nuevo “yo” del cual habla el Nuevo Testamento? Ya no es el yo


egocéntrico, sino que es el “Cristo yo”; por lo tanto, cuando el Nuevo Testamento dice
que “yo” tengo que hacer algo, lo que quiere decir es que el “Cristo yo” tiene que
hacerlo, o que yo tengo que dejar que Cristo lo haga a través de mí. Por lo tanto,
necesito ser más consciente del yo redefinido. Cuando pienso en el “yo”, debo pensar en
el “Cristo yo”. Cuando yo vivo, debo ser consciente de que es el “Cristo yo” el que vive.

De nuevo, cuando Pablo dice: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13),
está hablando del yo redefinido, del Cristo yo.

Yo puedo golpearme a mí mismo y decir: “Yo, de ahora en adelante no olvides pensar


en ti mismo de esta forma”, lo cual, por supuesto, volvería a entrar de nuevo en la
categoría de religión, porque la religión es la que dice: “Yo, haz esto”, y “yo, haz
aquello”. No, en su lugar debo decir: “Cristo, por favor recuérdame esta verdad cada vez
que caiga en la auto consciencia y piense que soy yo el que está viviendo la vida”.
Ahora, la responsabilidad descansa en el poder del Dios Todopoderoso que habita en mí
para hacer que sea quien soy, en vez de en el auto esfuerzo para guardarme a mí mismo
donde creo que debería estar.

Religión, el síndrome de “intentaré hacerlo”

Todo este síndrome religioso es muy insidioso. Aparece en cualquier lugar, todo el
tiempo, y solo Cristo puede sanarlo. El engaño de ser religioso al seguir a Dios, es que
parece tan correcto y se ve tan bien desde fuera, que es duro creer que podría estar mal,
o incluso peor, que podría ser demoníaco. Pero escuche lo que dice el Nuevo
Testamento sobre no alcanzar a Cristo, que es la cabeza, y que es el poder de nuestras
vidas, y en su lugar seguir mandamientos y reglas para intentar obedecerlas.

Nadie os prive de vuestro premio... y no asiéndose de la Cabeza, en virtud


de quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y
ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios. Pues si habéis muerto
con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si
vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos tales como: No manejes, ni
gustes, ni aun toques (en conformidad a mandamientos y doctrinas de
hombres), cosas que todas se destruyen con el uso? Tales cosas tienen a la
verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en
duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la
carne (Col. 2:18-23).

El punto fundamental es que yo no puedo hacer nada, porque ya no vivo yo. No


puedo amar, ya que es el amor de Dios el que ha sido derramado en mi corazón; no
puedo orar, porque no sé cómo hacerlo, pero el Espíritu intercede con gemidos
indecibles que no se pueden articular con palabras. Lo único que puedo hacer es asirme
a la Cabeza, de donde viene toda mi fuerza; no hago nada por iniciativa propia, sino solo
lo que veo, y solo lo que oigo (Juan 5:19,20,30). Por tanto, soy alguien que sintoniza con
la iniciativa divina mientras camino por la vida. Intento que la visión de Dios fluya
dentro de mi corazón, escucho las palabras que Dios me está hablando en mi corazón,
escribo lo que me está diciendo y revelando, y le permito hacer ese gran trabajo que ha
sido revelado a través de mí. Él se ha convertido así en el Alfa y la Omega, el principio
y el fin; Él es todo y en todo; Él es mi vida.

Un repaso de algunos pensamientos claves del capítulo cuatro

• Ya no vivo yo.
• Yo tiendo a no entender que no vivo yo.
• La religión no entiende que no vivimos.
• La religión nos anima a luchar, a intentarlo.
• El cristianismo nos manda cesar de batallar y entrar en su reposo.
• Enumere otros puntos que sean especialmente importantes para usted.

Piense y discuta

• ¿Piensa en usted en términos del “ego yo” o del “Cristo yo”? Describa sus procesos
mentales e internos relacionados con esta pregunta.
• ¿Ha sido usted entrenado por la religión para luchar, o por el verdadero cristianismo
para cesar de luchar? Describa su aprendizaje. Si se le enseñó a luchar, arrepiéntase
por haber aceptado esa mentira, y renuncie a ello como algo demoníaco para que
pueda ser liberado para seguir hacia una nueva vida en Cristo. Quizá quieran emplear
algún tiempo en su pequeño grupo para orar juntos.
• Diario – “Señor, ¿qué quieres decirme con relación al hecho de que ya no vivo yo?
¿He sido atrapado por la religión? ¿Cómo puedo ser liberado?”. Escriba estas
preguntas y las respuestas del Señor en otro cuaderno o diario. Vaya preparado para
compartir su corazón con su pequeño grupo. Lo mejor sería que siempre pudiera leer
una parte de su diario.
Capítulo cinco

Verdad nº 4 –
Cristo es mi vida

Finalmente hemos conseguido deshacernos del yo, y ya no vive para el mal ni para el
bien, porque ya ha dejado de vivir, y ahora estamos totalmente preparados para el
programa de reemplazo de Dios. Hemos superado la idea de que esto es algún tipo de
plan de auto-mejoramiento en el que Dios me va a mejorar. No, de ninguna manera; Él
va a deshacerse de mí por completo (es decir, de mi experiencia de vivir como un
individuo con auto consciencia), y va a restaurarme en la experiencia del Edén, en
donde viviré por la comunión divina y donde comeré del árbol de la vida. Ya no tendré
que buscar en mi conocimiento, porque ese árbol está prohibido, sino que ahora tendré
que sintonizar con mi corazón, con el fluir que brota dentro de mí cuando pongo mis
ojos en Jesús, el Autor y Consumador de mi fe. Ahora no hago nada por mi propia
iniciativa, porque he aprendido a vivir como Jesús, que es el Hijo modelo, el cual no
hizo nada por su propia iniciativa, sino solo lo que oyó y vio hacer a su Padre (Juan
5:19,20,30).

Sin embargo, tardaré un tiempo en aprender a vivir así, porque me enseñaron muy
bien a vivir de la manera incorrecta. Tengo muchos hábitos, arraigados durante años, los
cuales tendré que romper. ¿He dicho que “yo” tendré que romperlos? Bien, ¿ve a lo que
me refiero? Lleva muchos años poder vencer el engaño. Déjeme intentarlo de nuevo.
“Yo tengo muchos hábitos, arraigados durante años, los cuales Cristo tendrá que
romper”.

Así está mejor. Estoy seguro de que lo que realmente necesito es un grupo de apoyo
que me ayude a eliminar todos estos deslices, para que todos podamos llegar más
rápidamente a nuestro objetivo de “estar en Cristo, que es nuestra vida”.

Y se estará preguntando: “Si yo ya no tengo que estar involucrado en hacer todas


estas tareas, ¿qué se supone que yo debo hacer?”. ¡Buena pregunta! Esperaba que me lo
preguntara.

La función del vaso humano es fijarse en Jesús

“Yo” estoy fijando mis ojos en Jesús, el Autor y Consumador de mi fe. ¿Qué
significa esto exactamente? En el griego, la frase “puestos los ojos” de Hebreos 12:1
literalmente significa “ver claramente con exclusión de todo lo demás”. Esto no es un
mal comienzo, ya que significa que comienzo a ver a Cristo en todas partes donde miro.
Por supuesto, la Biblia dice que cuando doy pan al hambriento, se lo he dado a Cristo, y
que cuando doy un vaso de agua al sediento, se lo he dado a Cristo, y esto es cierto
porque Cristo lo es todo y en todo. En Él todas las cosas subsisten (Col. 1:17), y esto le
permite expresarse por medio de cada átomo de este universo.
Yo sintonizo con la visión cuando camino por la vida y digo: “Señor, ¿podrías
mostrarte a mí en esta situación?”, y en cada situación me convierto en un vidente. Al
igual que los profetas del Antiguo Testamento, le vemos en el torbellino, en la tormenta,
en los montes, en los árboles, en la creación, en el niño. David dijo: “Aunque estuviera
en el Hades allí estás tú”, así que no existe ningún lugar en el que yo pueda mirar y no
vea a Emmanuel, Dios con nosotros.

Mientras miro a la visión que Él pone delante de mis ojos, le pido que me hable, y
sintonizo con el fluir espontáneo de pensamientos, ideas y sentimientos que comienzan
a brotar dentro de mi corazón. Ahora he descubierto el “Espíritu de vida en Cristo
Jesús” del que hablaba Pablo en Romanos 8.

Entonces, ¿cómo vivo? Vivo como un recibidor; recibo la entrada divina y luego lo
pongo en práctica. Sí, claro, conlleva actividad, pero solo como una consecuencia de la
receptividad. El Señor les dijo a los israelitas:

Yo soy Jehová tu Dios, que te hice subir de la tierra de Egipto; abre tu


boca, y yo la llenaré (Salmo 81:10).

¿Ves la relación? Dios es el poderoso Libertador, es el poder y la fuerza, y yo soy el


que abro mi boca y dejo que Dios la llene. ¿Ha visto alguna vez un polluelo en el nido
cuando su madre viene con el gusano? Todo lo que se ve son bocas abiertas; esa es
nuestra postura; nos sentamos con la boca abierta para recibir todo lo que Dios tenga, y
le permitimos que lleve a cabo a través nuestro cualquier cosa que quiera hacer, y cada
acción se hace por medio de la actividad de su fuerza, porque si lo hago por medio de la
obra de mi propia fuerza, se convertirá en una obra muerta (Heb. 6:1-2).

No debemos crear “Ismaeles”

¿Recuerda cuando Dios le dijo a Abraham todas las grandes cosas que iba a hacer por
medio de él (Génesis 12 y 15)? Después de esperar un rato (once años) a que Dios lo
hiciera, y ver que Dios no era capaz de hacerlo sin su ayuda, Abram y su mujer tuvieron
una brillante idea de cómo ayudar a Dios a hacer su trabajo. Sus esfuerzos tuvieron
como fruto a Ismael, a quien Dios rechazó, diciendo: “No, te daré un hijo por medio de
Sarai...”. De la misma forma, yo creo Ismaeles siempre que me adelanto a Dios,
intentando llevar a cabo yo mismo las palabras de Dios, a través de mi propia fuerza, y
en mi sabiduría. La mayor parte del tiempo de los primeros días de mi vida cristiana
estuvo compuesta de Ismaeles; era yo intentando agradar a Dios por medio de mis
esfuerzos.

Obras muertas

Dios también llama a estos esfuerzos “obras muertas”.

Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos


adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del
arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios (Heb. 6:1).

Una obra muerta es algo que “yo” hago, en vez de permitir que sea algo que fluya de
la iniciativa divina (ej. visión, rhema, carga y poder). Casi todo el principio de mi vida
cristiana fueron obras muertas, porque era yo actuando; estaba totalmente consumido
por la religión y el fariseísmo, y ni tan siquiera lo sabía. La tragedia es que gran parte de
lo que se considera hoy día cristianismo, está atrapado en la misma trampa, porque se
nos ha enseñado a comer del “árbol del conocimiento” y no a confiar en el “árbol de la
vida” (ej. el fluir intuitivo y visionario de nuestros espíritus).

“El reino de Dios sufre violencia y los violentos lo arrebatan”. Estoy convencido de
que solo los que sean violentos en su ataque contra este prevaleciente error de nuestra
cultura y nuestra experiencia religiosa, realmente entrarán en la plenitud de lo que Dios
les ha preparado. ¿Será usted uno de estos violentos? ¿Acudirá usted al Cristo vivo
dentro de usted para encontrar vida, o se acomodará a que Él sea un concepto teológico?
La decisión es suya.

Una nueva manera de vivir

Ahora mis oraciones son similares a las siguientes: “Dios, ¿qué era eso que me
querías enseñar? ¿Cuál era ese nombre que se me olvidó? Rompe el poder del ataque
contra mí, envía un ángel con tu mensaje a esta persona. Señor, recuérdame que...
Gracias, Señor, por traerme este pensamiento. Libera tu poder a través de mí ahora.
Permite que tu amor se expanda en mi corazón, circuncida mi corazón, corta todo el
temor y el enojo. Yo vengo contra el espíritu de temor en el nombre de Jesús, y reprendo
este pensamiento negativo en el nombre de Jesús. Señor, dame claridad de mente y
corazón, cambia los deseos de mi corazón, y pon en él tus deseos. Señor, gracias que te
has unido a mí, y que tú eres mi vida. Gracias que tú eres todo el poder del mundo.
Señor, por favor libera tu poder a través de mí ahora mismo...”.

Ahora somos conscientes de que nuestra vida está en Otro y fluye de Otro. Ahora
ponemos la mente en las cosas de arriba, no en las cosas que son de esta tierra, porque
estamos muertos y nuestras vidas están escondidas con Cristo en Dios.

Algunos puntos clave del capítulo cinco

• Ya no vivo para el mal.


• Ya no vivo para el bien.
• Ya no vivo yo.
• Cristo es mi vida.
• Ya no tengo que luchar para hacer las cosas.
• Tengo que fijarme solo en Jesús, siempre.
• Cualquier obra que haga por mi propia iniciativa y en mis propias fuerzas es una obra
muerta de la que debo arrepentirme.
• Cualquier esfuerzo que haga para cumplir las visiones de Dios para mi vida terminará
creando Ismaeles, lo cual me causará muchos problemas y serán rechazados por Dios.
Tengo que arrepentirme de todos los Ismaeles.
• Ahora mis oraciones son para clamar a Cristo para que Él actúe.
• Enumere otros puntos que fueran especialmente significativos para usted.

Piense y discuta
• ¿Le parece que la vida es demasiado simple si solo se tiene que fijar en Cristo? ¿No
hay otras cosas sobre las que también tengamos que fijarnos? ¿Por qué no fijarnos
también en la actividad que tenemos ante nosotros? ¿Cómo podemos fijarnos en
Cristo y en la actividad que tenemos por delante al mismo tiempo? ¿Es esto posible?
Si es así, ¿cómo? Describa cómo lo hace. ¿Es esto lo que Dios quiere?
• ¿Es posible vivir consciente de Dios todo el tiempo? Si es así, describa cómo lo ha
hecho, incluso aunque solo lo haya hecho un día. ¿Vivir consciente de Dios es un
hábito que podamos aprender? ¿Puede este hábito reemplazar al hábito de vivir solo
consciente de uno mismo? ¿Cuánto tiempo tardaríamos en aprender este nuevo hábito
si nos concentramos en ello? ¿Cuánto tiempo tardaríamos en aprender este nuevo
hábito si le pedimos a Cristo que lo establezca dentro de nuestro corazón? ¿Merecería
la pena el tiempo empleado? ¿Se propondría usted aprender esta nueva manera de
vivir? ¿Se uniría usted a un grupo que le animara a establecer esta nueva manera de
vivir? ¿Animaría usted a otros en este grupo? Si es así, mire y sorpréndase de lo que
Dios hará en su vida y en su grupo.
• Enumere todas las formas amables y amorosas que vengan a su mente, que podría
usted usar para animarse a usted mismo y a otros a pasar del yo a Cristo, cuando vea
que usted (u otros) está caminando en el engaño del yo. (Ej. “Vamos a tomar un
minuto y a relajarnos ante Cristo para ver lo que nos quiere decir con respecto a esto”,
o “Vamos a tomar un minuto ahora mismo y a orar para que el poder de Dios sea
derramado sobre esta situación”).
• Diario –Tome su diario y escriba en la parte superior de la hoja: “Señor, ¿qué es lo
que quieres decirme con relación a ser mi Vida? ¿Qué significa específica y
prácticamente? Háblame, te ruego. Gracias, Señor”. Después sintonice con la
espontaneidad, fije sus ojos en Jesús y escriba lo que fluya en su interior. Vaya
preparado para compartir lo que ha escrito con su pequeño grupo.
Capítulo seis

Verdad nº 5 –
Estoy muerto a la ley
Para resumir antes de seguir adelante: La salida del “síndrome del hombre miserable”
es darse cuenta que Dios es todo y en todo, y que nosotros somos simplemente vasos
llenos de Él. No vivimos por nosotros mismos, sino que Cristo vive su vida por medio
de nosotros. ¿Cree usted que esto es todo lo que hemos dicho hasta ahora? ¡Pues me ha
llevado muchas páginas poder decir todo esto! Ahora, sigamos adelante y exploremos
otra clave que nos hará libres del “síndrome del hombre miserable”.

Yo solía vivir con mis ojos puestos en la ley de Dios

Describí este síndrome en el capítulo uno. Veía un mandamiento en el Nuevo


Testamento en el que yo debía hacer algo, e intentaba con todas mis fuerzas obedecer
ese mandamiento. Después encontraba otro mandamiento, e intentaba poner todo mi
empeño para cumplirlo también. Finalmente, tenía tantos mandamientos que tenía que
recordar, que la carga se hacía muy pesada. Sentía culpa, acusación, condenación y
frustración, y clamaba: “¡Esto no es la vida abundante!”. Por supuesto que no, el Señor
estaba de acuerdo conmigo, ¡esa no era la vida abundante! ¿Pero qué era lo que estaba
haciendo mal? ¿Acaso no se supone que debía fijar mis ojos en la ley de Dios e intentar
obedecerla?

Usted ya sabe parte de la respuesta, ya sabe que usted no debe intentar hacer nada,
sino que debe ir a Cristo y pedirle que se mueva dentro de usted. También sabe que
usted ya no vive, sino que Cristo es su Vida. Ahora vamos a aprender qué lugar ocupa
la ley de Dios en la vida del creyente.

Predicando el monte Sinaí o el monte Calvario

Fue Paul Yonggi Cho el que dijo: “Uno puede predicar el monte Sinaí o el monte
Calvario”. Si predica el monte Sinaí, predicará sobre las leyes de Dios, y si predica el
monte Calvario, predicará del poder del Cristo resucitado en el corazón del creyente.
Uno lleva a la muerte y el otro lleva a la vida.

(Dios)... el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo


pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu
vivifica. Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con
gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de
Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer, ¿cómo
no será más bien con gloria el ministerio del espíritu? Porque si el
ministerio de condenación fue con gloria, mucho más abundará en gloria
el ministerio de justificación (2 Cor. 3:6-9).

El ministerio de condenación y muerte, o el ministerio de justicia y vida


¿Se puede imaginar tener el “ministerio de condenación”? ¿Y qué tal el “ministerio
de muerte”? Usted podría ser un predicador itinerante, esparciendo condenación y
muerte por todas partes donde usted fuera, incluso podría haber escrito en su material
promocional:

“¡Especialista en el ministerio de condenación y muerte! Le


garantizo que traeré culpa y condenación a su vida, porque
se lo merece. Usted ha pecado, y Dios odia a los
pecadores. Le enfrentaré con las leyes de Dios que está
rompiendo, para que se arrepienta y acuda a Él con lloro y
lamento. Al término de mi sermón, se quedará ¡gritando y
gimiendo en su miseria!”.

Es muy atrayente, ¿verdad? Especialmente si ya estoy albergando algún tipo de culpa


que no haya resuelto, y siento que Dios probablemente “lo ha preparado” para mí.
“¡Vamos, Señor predicador, golpéeme de nuevo! Me lo merezco. ¡Ah, esto me gusta,
vamos, una vez más, más duro, ah!”.

Desgraciadamente, la religión atiende a esta especie de enfermedad, y esa es la razón


de que se convierta en el hazmerreír del mundo. El ministerio de condenación se predica
desde el monte Sinaí.

El otro tipo de ministerio que se menciona es el ministerio de justicia, el ministerio


del Espíritu de vida. El folleto promocional diría algo así:

“Permítame decirle quién es usted en Cristo. Cristo le ha


hecho libre de la ley y su consiguiente culpa y
condenación, y le ha vestido con una justicia que no es
suya, una justicia que viene por la fe. Le mostraré cómo
acudir a Él, y permitir que todo lo que Dios es fluya sin
esfuerzo alguno y de una forma natural a través de usted.
Venga y sepa que ya no hay límites en su vida, excepto los
límites del ilimitado Dios Todopoderoso”.

Espero que le gustase más este segundo predicador. Está predicando el monte
Calvario, está presentando la realidad del nuevo pacto.

Hemos muerto a la ley

Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante


el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los
muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios. Porque mientras
estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas que eran por la ley
obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte. Pero ahora
estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos
sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no
bajo el régimen viejo de la letra (Rom. 7:4-6).

En algún momento durante mi vida he luchado a brazo partido con el hecho de que ya
no vivo bajo la ley; o sea, que ya no vivo con mi atención puesta en la ley. La gente hizo
esto en el Antiguo Testamento, pero ya no más, yo he muerto y mi vida está escondida
con Cristo en Dios. Cristo ha satisfecho completamente los requisitos de la ley, los
cuales yo, como hombre débil y pecaminoso que soy, no era capaz de cumplir. Ahora
Cristo vive en mí, capacitándome para vivir una vida mucho más santa de lo que
demanda la ley, si tan solo fijo mis ojos en su poder que trabaja dentro de mí. Por
supuesto, si no pongo mis ojos en Jesús y en su poder mientras camino por la vida,
entonces seguro que caeré en pecado. Por eso quiero mantener la ley debajo de mí como
una red de seguridad, así si dejo de acercarme a la vida del Espíritu dentro de mí, tan
solo caeré tan lejos como esté de la ley, y ésta me acogerá para que no caiga en una total
desgracia y degradación.

El propósito de la ley

¿Cuál era el propósito de la ley? Tenía varios. La ley no era parte del diseño original
de Dios. Fue añadida debido a la transgresión. Cuando aparté mis ojos de Dios, y
rompí mi relación con Él en el jardín del Edén, Dios tuvo que añadir leyes como una
red de seguridad que me guardase de una destrucción total; me mantenía en custodia
para que no me auto destruyera antes de que la gracia de Cristo apareciera en mi vida. Si
no mantenía al menos los requerimientos mínimos establecidos por la ley, destruiría mi
vida, y ni siquiera estaría cerca de poder experimentar la belleza de la gracia de Dios en
la salvación.

Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados
para aquella fe que iba a ser revelada (Gal. 3:23).

Dios, pues, añadió la ley para evitar que me destruyera a mí mismo. También la ley se
supone que era para enseñarme algo. Era como un tutor con una lección específica que
enseñar: en nuestras propias fuerzas no podemos ser perfectos. No hay justo ni siquiera
uno, así que tuve que aprender que incluso si lograra guardar toda la ley, aún así, no
alcanzaría la perfección que es en Cristo.

De manera que la ley ha sido muestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de
que fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe, ya no estamos bajo
ayo (Gal. 3:24-25).

¿Aprendí yo mi lección cuando acepté a Cristo? Quiero decir, ¿aprendí que tengo que
cambiar mi mirada de la ley a Cristo? No, yo intentaba incluso con más fuerza descubrir
todas las leyes de la Biblia, y me centraba en intentar guardarlas para poder agradar a mi
Señor. Por supuesto, el resultado era frustración, condenación y muerte, porque el fin de
la ley es la muerte.

Había encontrado a Cristo con mis palabras (Él es mi Señor y Salvador), pero todavía
no había descubierto el camino de la fe.

Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los
que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos (Gal.
3:26-27).

No sabía lo que quería decir con ponerme en Cristo, o estar en Cristo, o fijar mis ojos
en Cristo mientras caminaba por la vida. En cambio, fijaba mis ojos en la ley y las cosas
que debería estar haciendo, y descubría que, sin duda alguna, la ley producía muerte en
mi vida en forma de culpa, condenación, acusación, depresión y, finalmente, la muerte.
¡No era exactamente la vida abundante que había esperado o de la que me habían
hablado!

Dios siempre ha ofrecido comunión – El hombre ha escogido la ley

Dios nunca pretendió que hubiera una ley en el principio, sino que tuvo que añadirla
debido al problema de la ruptura de la relación y el pecado resultante (Gal. 3:17-19).
Incluso aunque la añadió, Él no la quería. Moisés vuelve a contar la historia en
Deuteronomio 5, y ahí podrá ver que Dios realmente estaba ofreciendo a los israelitas su
voz. ¡Comunión restaurada! ¡Restauración del estado del jardín del Edén! Pero ellos le
rechazaron, porque no les gustó el fuego que descendió con su voz y, como resultado,
Dios se vio obligado a darles la ley.

Ahora Dios le ofrece a la Iglesia su voz, una vez más, para establecer la residencia
dentro de nuestros corazones y llevarnos a un nuevo monte: el monte Sion. El último
monte fue el monte Sinaí, el lugar de la ley. Este es el monte Sion, donde realmente
experimentamos la comunión con el Espíritu Santo, y Él sólo tiene una precaución:

Ver que usted no rechaza al que habla (Heb. 12:25).

La peor respuesta posible sería que yo me apartara de la comunión con Dios una vez
más y volviera a vivir la ley. Él siempre ha querido la comunión, desde el jardín del
Edén en Génesis hasta la boda final de la novia en Apocalipsis. Él siempre ha querido la
comunión con su creación, y generalmente nosotros le hemos rechazado y en su lugar
hemos comido del árbol del conocimiento del bien y del mal mientras miramos a
nuestros propios esfuerzos por, o bien salvarnos, o bien guardar las leyes una vez que
hemos sido salvados.

Su respuesta

¿Qué hará usted? ¿Vivirá bajo la ley, intentando obedecerla, confiando en que esto le
producirá seguridad? ¿O vivirá bajo la voz y la visión del Creador de este universo, el
Dios Todopoderoso? ¿Fijará sus ojos en las leyes de la Palabra de Dios, o descubrirá a la
persona de Cristo Jesús en cada página de la Biblia que lea? ¿Se ve a usted mismo
luchando por guardar la ley, o mirando dentro de Aquel que ya ha guardado todas las
leyes y ahora le capacita a usted para poder superarlas todas?

Usted tiene que escoger, o bien camina en comunión con el Espíritu Santo, sintiendo
continuamente la voz, visión y carga de Dios, siendo guiado por la iniciativa divina, o
bien vive usted mismo bajo las leyes que ha descubierto y que está intentando obedecer.
Un camino lleva a la vida, y el otro a la muerte. “Escoged hoy a quién servís”. Si a Dios,
sírvale; si a la religión, sírvala, pero sepa que fue la religión la que destruyó al Hijo de
Dios a través de los hijos de Israel.

Yo escojo vivir por mi relación con Dios, escojo buscar la visión continuamente,
escuchar su voz constantemente y creer que esto me ofrece más confianza que los
razonamientos de mi mente. Para tomar esta decisión debo salirme de toda la cultura y
entrenamiento de mi juventud y niñez. No ha sido una decisión fácil, pero me ha llevado
a sitios a los que nunca podría haber llegado, y ha traído las bendiciones de Dios sobre
mi vida de formas que nunca podría haber imaginado. Dios me ha llevado a viajar por
todo el mundo, compartiendo estas verdades con el cuerpo de Cristo, cuando yo tenía
planeado ser un granjero en Lowville, Nueva York. ¿Acaso no es así como es Dios?

¿Se unirá usted a mí en la decisión de vivir por una relación con el Espíritu Santo en
vez de por el legalismo y la ley? Yo oro para que lo haga.

Repaso de algunos puntos clave del capítulo seis

• Estamos muertos a la ley.


• La ley nunca formó parte del diseño original de Dios.
• Fue añadida más tarde por culpa de la ruptura de la relación y del pecado.
• La restauración de la relación quita la necesidad de la ley otra vez. Los propósitos
temporales de la ley incluían: a. Protegerme de la destrucción antes de descubrir la
gracia de Dios obrando dentro de mi vida. b. Enseñarme que yo no tengo la capacidad
de ser perfecto guardando la ley, sino que necesito el fortalecimiento sobrenatural de
Cristo todos los días para caminar por la vida.
• Dios siempre le ha ofrecido al hombre una relación.
• El hombre casi siempre rechaza la relación y escoge la ley en su lugar, rompiendo el
corazón de Dios, para convertirse en un destructivo legalista que persigue a los que
han encontrado el Espíritu.
• ¿Dará usted el valiente paso de abrazar y confiar en la relación con el Espíritu Santo
de Dios para caminar por la vida, manteniendo la ley solo como una red de seguridad
para protegerle en caso de que caiga de la gracia?
• Enumere otros puntos que sean especialmente importantes para usted.

Piense y discuta

• ¿Cuáles cree usted que son los propósitos y el valor de la ley? ¿Qué propósitos ha
cumplido la ley en su vida? ¿De qué formas le ha ayudado?
• ¿Cuáles cree usted que son las limitaciones de la ley? ¿De qué forma le ha dañado al
caminar por esta vida?
• ¿Actualmente tiende a centrarse en la ley en su manera de vivir o tiende a centrarse en
el poder victorioso de Aquel que vive en usted? Si su enfoque no está en Cristo y el
Espíritu para vivir, ¿a qué se debe esto? ¿Qué le está apartando de tener este enfoque?
¿Qué tendría que cambiar dentro de usted para cambiar este enfoque? ¿Estaría
dispuesto a hacer estos cambios ahora?
• ¿Está de acuerdo en que tanto bíblica como históricamente los legalistas han resistido
a los profetas (ej. los que viven por la ley resisten a los que viven por el Espíritu)?
¿Qué cara de la moneda está usted viendo? Si no ha estado del lado en el que está
Dios, ¿quiere hacer ahora el cambio? Si es así, pase unos momentos en oración y
reorientación, pidiéndole a Dios que le transforme desde dentro.
• Diario – “Señor, ¿qué quieres decirme sobre el lugar que ocupa la ley en mi vida?”.
Capítulo siete

Verdad nº 6 –
Vivo por el Espíritu

(Rema y Visión)

¡Fantástico! Ya no debo vivir bajo la ley. Esto es un alivio, porque he tenido muchos
problemas para poder obedecer, pero ahora ya no tengo miedo, ¿qué me va a guardar de
pecar y destruir totalmente mi vida y las vidas de los que tengo alrededor?

Primero, es importante que nunca nos deshagamos totalmente de la ley, ya que


siempre debemos mantenerla como esa red de seguridad debajo nuestro. Si alguna vez
nos caemos del Espíritu, todavía tendremos la ley para sostenernos y estabilizarnos
mientras nos volvemos a unir al Espíritu, porque sabemos que los que son guiados por
el Espíritu no están bajo la ley.

La segunda parte de la respuesta se halla en Romanos 8:1-2:

Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús,
los que no andan conforma a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la
ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado
y de la muerte (Rom. 8:1-2).

¡No hay condenación! Esto es fantástico, porque he descubierto que vivo en Cristo
Jesús, reconozco que ya no vivo yo, sino que ahora Él es mi vida. Ya hablamos en
profundidad sobre el “Cristo yo”, así que creo que está bastante claro, pero ¿cuál es la
nueva ley sobre la que habla el versículo dos, la ley del Espíritu de vida en Cristo
Jesús? ¿Podemos explorar esta ley un poco más para ver que es y cómo funciona?

La ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús

Esta debe ser una de las grandes leyes de la Biblia porque me libera de la ley del
pecado y de la muerte y del síndrome del hombre miserable del que hablamos en el
capítulo uno. Es la ley que sana la guerra interna del corazón y que trae paz, poder y
amor, y no condenación. ¡Suena muy bien, Pablo! ¿Cuál es esta ley?

Pablo comienza a trabajar a través de una definición de esta ley en los primeros doce
versículos de Romanos 8. Según el versículo tres, resuelve el problema de la debilidad
de la carne humana, que es incapaz de guardar la ley. En el versículo cuatro, Dios dice
que nos va a capacitar para poder cumplir los requisitos de la ley, no por nuestro
esfuerzo ni por la fuerza de nuestra carne, sino ¡por el poder del Espíritu Santo que
vive dentro de nosotros!
Si pongo mi mente en la fuerza de mi carne para vencer la lascivia de mi carne,
quedaré sin esperanza y atrapado en el síndrome del hombre miserable, porque mi carne
es solo tan poderosa como la otra parte de mi carne contra la que estoy luchando. Por
eso terminaré estancado.

Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los
que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la
carne es muerte, pero el ocuparse del espíritu es vida y paz (Rom. 8:5-6).

La única solución es centrar mi atención en el poder del Espíritu de Dios que


mora en mí y clamar a Él. Esto dará como resultado vida y paz, porque el Espíritu de
Dios tiene la capacidad de vencer la lujuria de mi carne. Además, en este caso, ya no es
una guerra entre partes de mí mismo, sino que ahora es una victoria dirigida por el
Espíritu del Dios Todopoderoso sobre mi frágil cuerpo de polvo.

Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en


vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también
vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. Así
que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme
a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el
Espíritu hacéis morir los obras de la carne, viviréis. Porque todos los
que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios (Rom.
8:11-14).

La única forma de traer vida a nuestros cuerpos mortales es a través de la energética


obra del Espíritu Santo. Por tanto, debo aprender cómo darle energía a mi cuerpo
por medio del Espíritu Santo. Me pregunto si alguna vez he oído sermones sobre cómo
hacer esto. Espero que alguna vez lo haya oído, porque esta es la clave más importante
de la vida del Nuevo Testamento. Sin esto, no existe ninguna forma de vida en el Nuevo
Testamento.

Para decirle la verdad, la iglesia en la que me convertí no sabía nada sobre el Espíritu
Santo. Cuando por fin descubrí una iglesia en la que se predicaba sobre la vida del
Espíritu, simplemente me dijeron que yo tenía que hacerlo, pero no me dijeron cómo, así
que, realmente, nunca me enseñaron cómo dar energía a mi cuerpo a través del Espíritu
Santo que estaba unido a mi espíritu. No es de extrañar que estuviera en un estado tan
lamentable durante tantos años, ya que estaba falto del entendimiento sobre cómo
aplicar las dinámicas esenciales del cristianismo del Nuevo Testamento a mi vida. No
me extraña que cayera en la religión.

Cómo aportar energía a su cuerpo por medio del Espíritu Santo

Hay vida –poder–, energía activa en el Espíritu de Dios. Cuando una mujer tocó a
Jesús esperando una sanidad, Jesús dijo que de él había salido poder. Energis es una de
las tres palabras principales traducidas como “poder” en el Nuevo Testamento, y
realmente significa “energía activa”. Hay un fluir activo de energía mensurable que
puede infiltrar el cuerpo de una persona y fluir a través de él hacia otros, especialmente
cuando se usa el toque. Algunas formas de fotografía han fotografiado realmente una
chispa que salía de la mano de un evangelista orando por otros por sanidad, y pasando al
cuerpo de la otra persona.
Mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis... (Rom.
8:13).

Hay al menos dos formas de intentar hacer morir las obras del cuerpo. Una es por el
poder energético del Espíritu, y la otra es por su fuerza de voluntad y el poder de su
carne, lo cual realmente no funciona. Esto da como resultado el síndrome del hombre
miserable o “la adoración de la voluntad”, ninguna de las cuales es vida. Así que vamos
a descubrir cómo hacer morir las obras del cuerpo por la energía del Espíritu.

Regla uno – siendo consciente del e(E)spíritu

Aprenda a sentir el nivel de energía de su propio espíritu aprendiendo a sentir cómo


está su espíritu. Hay probablemente varias maneras de hacer esto. He mirado todos los
versículos de la Biblia sobre corazón y espíritu, y me he preguntado: “¿He sentido
alguna vez la sensación descrita en este versículo dentro de mí?”. Si es así, ésta fue una
sensación del espíritu. Este proceso fue una gran ayuda para mí a la hora de entender
cómo se sentía el e(E)spíritu. Un ejemplo de lo que la Biblia dice que podemos sentir en
nuestro espíritu sería las nueve partes del fruto del Espíritu Santo: amor, gozo, paz...
(Gal. 5:22). Estos son estados emocionales energizados, generados por la presencia del
Espíritu Santo que mora dentro de mí.

Regla dos – Enfocarse en el Espíritu Santo, el cual está unido a su espíritu

Le siento a través de la visión (la imagen espontánea que se enciende cuando busco la
visión de Dios), el rema (los pensamientos espontáneos que se encienden cuando
escucho la voz de Dios), y la carga (los sentimientos espontáneos que se perciben
cuando espero en Dios, pidiéndole que comparta conmigo las emociones de su corazón).
Yo me acallo ante el Espíritu Santo, a menudo usando la adoración y la meditación antes
de una historia bíblica, o quizá canto u oro en el Espíritu (Ef. 5:18; Judas 20-21).

Regla tres – Dar la bienvenida a la presencia del Espíritu Santo

Él es una persona: la tercera persona de la Trinidad. Háblele, dele la bienvenida como


parte de su vida, invítele a que su presencia fluya dentro y a través de usted, dígale que
está abierto a Él. La Biblia enseña que es posible contristar el Espíritu Santo. Yo creo
que una de las mejores maneras de hacerlo es ignorándole totalmente. Yo sé que cuando
soy ignorado, me siento triste, y también sé que cuando soy reconocido y honrado, me
siento bien y quiero expresarme abiertamente, y creo que esto es lo mismo que le ocurre
al Espíritu Santo. Por ejemplo, cuando a través de la oración al comienzo de la clase
invito públicamente al Espíritu Santo a fluir libremente, encuentro un espíritu de vida
dentro de la clase que está por encima y más allá de la dinámica normal de la clase. Creo
que es el Espíritu de vida en Cristo Jesús el que sentimos. Este simple acto de
reconocimiento público de la presencia del Espíritu Santo e invitarle a fluir, marca toda
la diferencia del mundo.

Regla cuatro – Declarar lo que el Espíritu Santo nos está revelando

Ahora comenzaré a fluir con Dios, diciendo lo que está brotando dentro de mí. Soy
alguien ha sido alcanzado por el fluir divino.
Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué
hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo
intercede por nosotros con gemidos indecibles (Rom. 8:26).

Al principio no podía creer que Dios pensara que no sabía cómo orar. ¡Pero
escúchame! Puedo hablar con Dios; sin embargo, como ya hemos visto, cualquier cosa
que “yo” haga es una obra muerta, y esto incluye la oración. “Yo” no soy el que debe
orar, sino que tengo que permitir que Dios hable a través de mí, y entonces será
realmente orar. Así que, según me acerco a Dios, me acallo, busco la visión, sintonizo
con la espontaneidad y comienzo a cantar y orar en el Espíritu. Gradualmente comienzo
a sentir una vida fluyendo dentro de mí, siento como un pulso de vida, y es un pulso de
vida: Es la vida del Espíritu Santo energizando mi espíritu, y se siente poder, paz, amor,
fe, esperanza y gozo en el Espíritu Santo.

Volvamos a la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús

Como dijimos anteriormente, creemos que esta es una de las dinámicas esenciales del
cristianismo del Nuevo Testamento. Dicho de forma precisa:

La ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús es el poder energético que uno siente
dentro cuando fija sus ojos en Jesús, el cual vive en el interior de uno, recibiendo
rema, visión y carga, a medida que tiene comunión en el Espíritu Santo.

Esto es lo que nos hace libre de la ley del pecado y muerte. ¡Aleluya! Ahora que sé lo
que hacer, es simplemente cuestión de hacerlo cuando sienta la necesidad de ese poder
energético en el Espíritu Santo. Por tanto, empleo mi tiempo en adorar, cantar en el
Espíritu, orar en el Espíritu y sintonizar con la visión y fluir espontáneo. Cultivo el fluir
espontáneo cantando libremente en el Espíritu, cantando canciones de amor al Rey de
reyes, mientras contemplo la visión que Él pone delante de mis ojos. A menudo entro en
la visión que Juan vio en Apocalipsis capítulo cuatro, de las multitudes adorando ante el
trono en el cielo. Veo la escena cuando elevo mis ojos para ver, y entro en la escena de
uno de esos adoradores. Es muy fácil, desde este punto de vista, experimentar el fluir
energético del Espíritu en mi interior.

En el análisis final, es realmente algo bastante infantil. (¿No se había dado cuenta?)
Soy un adorador, viviendo por mi corazón en lugar de mi mente, y esto es algo que
cualquier niño puede hacer. Quizá era esto lo que Jesús nos animaba a hacer para
volvernos como niños.

Repaso de algunos de los puntos clave del capítulo siete

• Hay dos formas de intentar guardar la ley.


• Una es intentar hacerlo por uno mismo.
• La otra es hacerlo a través del Espíritu de vida en Cristo Jesús.
• La ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús se convierte en la dinámica esencial del
cristianismo del Nuevo Testamento.
• Esta ley se debe predicar con regularidad.
• Si esta ley no se enfatiza, pronto volveremos a la religión.
• Esta ley está definida.
• Las cuatro reglas para energizar nuestras vidas a través del Espíritu Santo son:
 Ser consciente del e(E)spíritu.
 Enfocarse en el Espíritu Santo que está unido a nuestro espíritu.
 Dar la bienvenida a la presencia del Espíritu Santo.
 Declarar lo que el Espíritu Santo nos está revelando.
• Enumere otros puntos que sean importantes para usted.

Piense y discuta

• Incluso aunque ya no vivamos por la ley, ¿ha puesto la ley como una red de seguridad
bajo usted, para que no se destruya si cae del Espíritu? Discuta como funciona esto en
su vida. Dé algunos ejemplos.
• ¿Está haciendo morir las obras de la carne atacándolas usted mismo o está acudiendo
al poder del Espíritu Santo para que las venza por usted?
• ¿Ha escuchado alguna otra enseñanza definiendo y discutiendo la ley del Espíritu de
vida en Cristo Jesús? Si es así, ¿cómo lo definía? ¿Cómo funciona? ¿Cómo ha
operado en su vida en el pasado? ¿Puede dar un ejemplo detallado?
• Escriba la definición que da el autor de la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús.
• Discutan juntos cómo han aplicado o aplicarían las cuatro reglas para energizar su
vida por medio del Espíritu Santo.
• Diario – “Señor, háblame sobre la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús. ¿Cómo la
he estado usando? ¿He fallado a la hora de usarla?”.
• Segunda entrada en el diario – “Señor, por favor háblame sobre las reglas para
energizar mi vida a través de tu Espíritu Santo. ¿Qué te gustaría decir con relación a
la aplicación de estas reglas a mi vida?”.

Escriba en su diario lo que el Señor le hable y vaya preparado para compartirlo


en clase. Como siempre, es muy bueno que pueda leer una parte de su diario.
Capítulo ocho

Verdad nº 7 –
Vivo por la fe de que
Dios es Emmanuel

Ya estamos llegando al final, y hasta aquí hemos hablado de seis lecciones que
debemos aprender para vencer el síndrome del hombre miserable y ser naturalmente
sobrenaturales, sin guerra interior. Hemos descubierto que Dios es todo en todo, que
nosotros somos vasos, que ya no vivimos sino que Cristo es nuestra vida, que estamos
muertos a la ley y que es la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús la que nos libera de
la ley del pecado y de la muerte. ¡Esto debería ser suficiente! Armados, con este
entendimiento y experiencia, lo cual me viene fácil y continuamente a través de la
anotación en el diario, estamos listos para vivir la vida cristiana victoriosa, ¿o no es así?
¿Podría haber algún otro impedimento que tuviéramos que vencer? Sí, me temo que sí
lo hay, y es el problema de la duda.

Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo
en mí; y lo (la vida) que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo
de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí (Gal. 2:20).

Una cosa es saber todas estas cosas académicamente, y otra muy distinta es poner mi
fe, esperanza y confianza en ellas, especialmente cuando he estado tan habituado a poner
mi fe, esperanza y confianza en mis propias habilidades y en el propio poder de mi
razonamiento. El Nuevo Testamento dice que “el trabajo de Dios es creer...”. ¡Y es
verdad! A menudo parece que sería mucho más fácil si el trabajo de Dios fuera otra cosa
que no ser creyente todo el tiempo.

Yo vivo en un mundo (y algunas veces una iglesia) que no cree en la comunión con el
Espíritu Santo (2 Cor. 13:14). Otros piensan que estoy loco porque veo visiones y oigo
voces del mundo espiritual de una manera regular. Incluso mi mente me dice que estoy
loco. “Exactamente eso no es la visión de Dios, sino tan solo producto de tu
imaginación. Eso realmente no es la voz de Dios, son simplemente pensamientos
esporádicos que pasan por tu mente, pero realmente no los crees, ¿verdad? ¿Dices que
va a llover, y que el mundo entero va a perecer en un diluvio? ¡Claro, como no! Estás
loco, ¿dices que Dios te dijo que ofrecieras a tu hijo en sacrificio sobre un altar? ¡Pero
por favor! Deberías estar encerrado en una institución mental. Estoy harto de las
apariciones religiosas, y ¿ahora tú me dices que Dios te dijo que sacaras a dos millones
de personas al desierto y que Él va a cuidar de ellas sobrenaturalmente? ¡Pues claro que
lo hizo! ¡Eh, escucha esta! Vamos a derribar los muros de esta ciudad fortificada hoy
marchando alrededor de ella y tocando las trompetas. Ya está bien, he tenido suficiente
por hoy; no esperarás que me crea una sin razón como esta, ¿verdad? Yo vivo en el
mundo real, ni siquiera estoy seguro de que los milagros sigan ocurriendo hoy día, ¡y
mucho menos algo tan estrafalario como esto!”.
La verdad es que, debido a esta actitud, los milagros no ocurren hoy día más a
menudo.

Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos (Mt.


13:58).

Jesús no pudo hacer muchos milagros en su ciudad natal por la incredulidad de ellos.

El trabajo de Dios es creer...

La incredulidad es un pecado. La incredulidad nos impide entrar en la tierra


prometida. La incredulidad nos impide disfrutar las provisiones de Dios. Sin fe es
imposible agradar a Dios (Heb. 11:6).

El ejemplo de la lucha de los israelitas con la incredulidad

La tragedia del pueblo del antiguo pacto es que no creían, incluso aunque veían el
poder sobrenatural de Dios alrededor de ellos, y Dios dijo: “Por favor, aprendan de sus
errores; por favor, aprendan a unir la fe con lo que yo he dicho, para que puedan entrar
en mi abundancia”. Ojalá que nosotros oigamos la voz del Señor, y que aprendamos de
las historias que se han escrito para nosotros.

Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, no


endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación, en el día de
la tentación en el desierto, donde me tentaron vuestros padres; me
probaron, y vieron mis obras cuarenta años. A causa de lo cual me
disgusté contra esa generación, y dije: Siempre andan vagando en su
corazón, y no han conocido mis caminos. Por tanto, juré en mi ira: no
entrarán en mi reposo. Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de
vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes
exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para
que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. Porque
somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta
el fin nuestra confianza del principio, entre tanto que se dice: Si oyereis
hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la
provocación. ¿Quiénes fueron los que, habiendo oído, le provocaron? ¿No
fueron todos los que salieron de Egipto por mano de Moisés? ¿Y con
quiénes estuvo él disgustado cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron,
cuyos cuerpos cayeron en el desierto? ¿Y a quiénes juró que no entrarían
en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron? Y vemos que no
pudieron entrar a causa de incredulidad. Temamos, pues, no sea que
permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros
parezca no haberlo alcanzado. Porque también a nosotros se nos ha
anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la
palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron. Pero los que
hemos creído entramos en el reposo, de la manera que dijo: Por tanto, juré
en mi ira, no entrarán en mi reposo; aunque las obras suyas estaban
acabadas desde la fundación del mundo (Heb. 3:7-4:3, énfasis añadido).
Otra vez determina un día: Hoy, diciendo después de tanto tiempo, por
medio de David, como se dijo: “Si oyereis hoy su voz no endurezcáis
vuestros corazones”. Porque si Josué les hubiera dado el reposo, no
hablaría después de otro día. Por tanto, queda un reposo para el pueblo de
Dios. Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus
obras, como Dios de las suyas. Procuremos, pues, entrar en aquel
reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de
desobediencia (Heb. 7:11).

¡Qué palabras tan poderosas! “Señor, que aprendamos a confiar en ti al leer los
ejemplos de tus milagrosos hechos en edades pasadas, que no te decepcionemos y
pequemos contra ti al no creer en tu bondad y gracia, en tu voz dentro de nuestro
corazón, y en su lugar confiemos en las vanas obras de nuestras manos y nuestras
mentes; que aprendamos a confiar en ti, el Dios vivo y verdadero. Perdónanos por lo que
te hemos fallado; límpianos Señor, permítenos entrar en tu reposo, fortalece nuestros
corazones, es nuestra oración; permítenos creer y hacer las obras que tú haces para que
el mundo pueda contemplarte en medio de ellos, por medio de nosotros, tu cuerpo;
sánanos, oramos, y estaremos completos, danos la gracia y seremos fuertes, danos tu fe y
creeremos, porque eres tú el que está obrando en nosotros tanto el querer como el hacer
por tu buena voluntad”.

Una historia

Me quedé perplejo durante un tiempo por la diferencia que había visto entre las
promesas de Deuteronomio 28 y la posición de la Iglesia de Jesucristo en el mundo en
que vivimos. Miremos las bendiciones que Dios ha prometido que vendrán sobre
nosotros y que nos alcanzarán cuando actuemos según su palabra con una fe sencilla.

Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para


guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy,
también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. Y
vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz
de Jehová tu Dios (Dt. 28:1-2).

¡No es una mala promesa! De hecho, es una promesa increíble para mí, porque yo
pensaba que cuando me hacía cristiano, me convertía en un ciudadano de segunda clase
en esta tierra. En vez de esto, Dios promete a su pueblo escogido que si oyen su voz y le
obedecen, no solo serán de primera clase, sino que ¡liderarán las naciones de la tierra!

¿Podemos nosotros ver evidencia de esto en nuestros días? Yo creo que sí. Tan solo
hay que mirar a los Estados Unidos. Nosotros pusimos “Confiamos en Dios” en nuestra
moneda y construimos nuestro sistema legal sobre una filosofía judeo-cristiana, y al
hacer esto, nos convertimos en la nación más poderosa y próspera del mundo. Hay más
en la promesa de Dios.

Y te hará Jehová sobreabundar en bienes, en el fruto de tu vientre, en el


fruto de tu bestia, y en el fruto de tu tierra, en el país que Jehová juró a tus
padres que te había de dar. Te abrirá Jehová su buen tesoro, el cielo, para
enviar la lluvia a tu tierra en su tiempo, y para bendecir toda obra de tus
manos. Y prestarás a muchas naciones, y tú no pedirás prestado. Te
pondrá Jehová por cabeza, y no por cola; y estarás encima solamente, y no
estarás debajo, si obedecieres los mandamientos de Jehová tu Dios, que yo
te ordeno hoy, para que los guardes y cumplas (Dt. 28:11-13).

¿Cree usted que esto describe lo que el Señor ha hecho por los Estados Unidos en los
últimos doscientos años? Hemos prestado a muchas naciones (incluso nuestros
enemigos), no hemos tomado prestado, al menos hasta hace poco tiempo. En años
recientes nos hemos apartado de la voz del Señor nuestro Dios, y algunas de estas
promesas están disminuyendo sobre nuestra tierra según comenzamos a entrar en la
maldición que Dios escribió más adelante en Deuteronomio 28.

Yo creo que estas promesas todavía están vivas y activas para todas las personas y
naciones del mundo hoy día. Creo que podemos mirar alrededor del mundo y verlo; sin
embargo, lo que más me molesta es que en los Estados Unidos, los cristianos no son la
cabeza. En muchos casos, los cristianos son los que toman prestado y no los que prestan.
Las encuestas muestran que la mayoría de los canales de televisión son humanistas en
vez de cristianos, me imagino que la mayoría de los políticos son humanistas y no
cristianos, sé que la mayoría de las estrellas de televisión no son cristianos, y la lista
podría seguir y seguir. ¿Por qué los líderes estadounidenses no son cristianos? ¿Acaso
las promesas de Dios de repente ya no funcionan? ¿Es la Biblia una mentira? Por
supuesto que no. Entonces, ¿cuál es el problema? ¿Acaso está la Iglesia de Jesucristo tan
alejada de la voz de Dios que no somos capaces de caminar más en sus bendiciones?
¿Hemos dejado de oír su voz y caminar en simple obediencia a ella?

Hace un año o dos me estaba quejando por la calidad de los locutores de televisión, y
el Señor me habló en mi corazón y dijo: “Mark, si no te gustan, ¿por qué no entrenas a la
siguiente generación de locutores?”. ¡Oh, oh! Intenté explicarle a Dios que realmente no
quería llegar tan lejos, sino que solo quería quejarme un poco. En ese momento, me
acordé que Dios mató a 14.700 quejicosos en el desierto en un solo día, y cuando se
quejaron por ello al siguiente día, mató a algunos más. Realmente he intentado, desde
entonces ¡no dar lugar a la queja en mi vida!

Dios no está buscando gente que proteste, sino un pueblo que escuche su voz y actúe
en consecuencia, y por medio de su poder, sabiduría y gracia transformará el mundo en
el que vivimos.

¿Seré yo una de esas personas? ¿Habré dejado de quejarme el tiempo suficiente para
oír lo que Dios está diciendo y con la fe de un niño comenzar a actuar de acuerdo a su
rema y visión, en cualquier cosa que me pida? ¿Confiaré en Él mientras camino, o
confiaré en mis propias capacidades y maneras de hacer las cosas que se escapan de mí?
¿Seré alguien crédulo? ¿Entrenaré a la siguiente generación de locutores? No lo sé,
tendremos que esperar y ver, hasta ahora me basta con temblar de miedo.

Aplicación personal

¿Será usted creyente? ¿Echará sus dudas de vuelta al pozo del infierno, de donde
vienen, y creerá que el poder del Dios Todopoderoso actuará en su vida? ¿Será usted
crédulo? ¿Lo será? Usted tiene que decidir; debe elegir o bien el camino de la vida, fe y
esperanza, o el camino del miedo y la consternación; la elección es solo suya, nadie más
lo puede hacer por usted. ¿Qué decidirá? Escriba su decisión en su diario, escríbala para
que tenga un testimonio de su lugar en Dios. Los milagros seguirán a los que creen.
¡Ojalá que su vida sea una vida llena de milagros!

Repaso de los puntos clave del capítulo ocho

• El poder y la gracia de Dios se apropian por la fe.


• El trabajo de Dios es creer.
• El mundo es propenso a dudar.
• Tiendo a mirar mis limitaciones y dudo.
• La religión es propensa a creer que Dios ya no actúa sobrenaturalmente y a dudar.
• Dios quiere hacernos sobrenaturalmente cabeza y no cola.
• Dios quiere que lideremos y no que sigamos.
• Dios quiere que prestemos y no que tomemos prestado.
• ¿Se levantará la Iglesia en fe y permitirá que Dios la llene?
• ¿Lo hará usted?
• Enumere en su diario otros puntos que fueran especialmente importantes para usted.

Piense y discuta

• Escriba algunas de las increíbles promesas que Dios le haya dado para su vida.
¿Cuáles son algunas de las cosas que Dios quiere hacer a través de usted? ¿Están
fuera de sus posibilidades? ¿Tiene eso alguna importancia? ¿Es el plan de Dios llevar
a cabo estas promesas a través de su fuerza y capacidades, o de las de Él?
• ¿Se está usted aferrando a los sueños que Dios ha puesto en su corazón? ¿Está usted
ofreciéndoselos a Él, para ver qué es lo que Él quiere que usted haga día a día para
cumplir esos sueños? ¿Está usted haciendo lo que Él ordena? ¿Está usted uniendo la
fe con las promesas que Dios le ha dado? ¿Está usted creyendo que Él puede y quiere
cumplirlas si camina en una simple obediencia a su voz?
• ¿Está usted protestando y quejándose, o creyendo? Si quiere, puede hacer una oración
de arrepentimiento para sanidad y restauración. El arrepentimiento es el fundamento
para el cambio. Cuando me quejo, ¿qué estoy diciendo sobre la capacidad de Dios
para gobernar? ¿Cómo cree que se siente Él acerca de esto? ¿Los que se quejan tienen
en cuenta el poder sobrenatural de las intervenciones de Dios en nuestra sociedad, o
están simplemente mirando a la sociedad y negando la capacidad de Dios para
intervenir? ¿Cómo cree que Dios se siente por esto? ¿Cómo se sentiría si usted fuera
Dios?
• Dios se enojó con Moisés porque siguió explicándole a Dios que, debido a su
problema en el habla, no podría llevar a cabo la misión que Dios le estaba
encomendando para su vida. Cuando Moisés estaba argumentando con Dios, ¿estaba
teniendo en cuenta la capacidad sobrenatural de Dios para revestir su capacidad de
hablar con el poder todopoderoso de Dios? ¿Estaba esperando Dios que Moisés
llevara a cabo su misión basado en el poder de Moisés o en el de Dios? Cuando Dios
le ordena a usted que haga algo grande en este mundo, ¿está Él esperando que usted
lo haga por su poder o por el de Dios? ¿Está usted confiando en sí mismo para
cumplir la visión de Dios para su vida, o está confiando en Dios?
• ¿Por qué los cristianos no están liderando hoy día nuestra nación? ¿Se supone que
deberíamos liderar? ¿Qué podemos hacer para cambiar esta situación? ¿Será usted
parte de este cambio? ¿Será usted un siervo líder en cualquier cosa que Dios le pida?
Comparta su compromiso con la visión que Dios ha puesto en su corazón con los
demás miembros del grupo con los que se reúne. Después comience a escribir sobre
esto diariamente, permitiendo que Dios le guíe paso a paso en su cumplimiento.
• Diario – “Señor, háblame con relación a tus visiones para mi vida. ¿Qué quieres que
yo haga? ¿Qué se supone que debo hacer hoy? ¿Cuál es tu visión para nuestro país?
Gracias Señor, por lo que tú me revelas”. Vaya preparado para compartir con su
grupo algo de su diario.
Capítulo nueve

Viviendo de forma
naturalmente sobrenatural
Ahora tenemos todas las partes necesarias para vencer el síndrome del hombre
miserable y vivir naturalmente sobrenatural, manifestando la vida y el poder
sobrenatural y la paz y el descanso interior. Realmente hemos llegado a la conclusión de
nuestro libro, aunque no me voy a detener aquí, sino que voy a repetir de nuevo algunas
de las verdades en los capítulos siguientes para que usted pueda oírlas una y otra vez.
Estoy convencido de que no caminaremos en esta revelación hasta que no la asimilemos
a base de muchas repeticiones. Hace años, cuando descubrí por primera vez un libro con
muchos de estos mismos principios, me leí el libro entero tres veces. Sabía que quería
vivir en lo que el libro estaba hablando. Una verdad o un principio es demasiado
precioso como para no caminar en él. Puede encontrar una lista de otros libros que
tratan sobre este mismo tema en el Apéndice.

Las siete verdades que le permiten vivir fusionado con la gloria

Verdad nº 1 – Dios es todo en todo


Verdad nº 2 – Yo soy un vaso
Verdad nº 3 – Ya no vivo yo
Verdad nº 4 – Cristo es mi vida
Verdad nº 5 – Estoy muerto a la ley
Verdad nº 6 – Vivo por el Espíritu
Verdad nº 7 – Vivo por la fe de que Dios es Emmanuel

Estas siete verdades se aplican también para vencer la tentación

Ahora juntemos estas siete verdades y veamos cómo operan cuando usted
experimenta una tentación en su vida. Sería bonito que no hubiera tentaciones ahora que
somos cristianos, pero no es así como funciona esto. Cada cristiano le dirá que todavía
las tenemos; sin embargo, hay una manera de vencerlas como ejemplificó Jesús, que fue
tentado en las mismas áreas que nosotros, pero no pecó (Heb. 4:15).

Déjalo y déjale a Dios

A mí me han dicho muchas veces “déjalo y déjale a Dios”, pero nunca he sabido
cómo hacerlo hasta que descubrí las siete verdades enumeradas anteriormente.
Pongamos un ejemplo: Un despiadado viene y le da a usted una bofetada. (Debe ser
alguien terriblemente “despiadado” para hacerle una cosa así ¡a una persona tan
maravillosa como usted!) Inmediatamente, su carne quiere romperle el cuello, o al
menos, devolverle la bofetada; sin embargo, recuerda un mandamiento de la Biblia que
dice:

Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te


hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra (Mt. 5:39).
¡Maravilloso, tengo que intentar amarle! Así que voy y lo intento, y lo intento, y lo
intento, pero por mucho que lo intente, todavía quiero aplastarle. Me acuerdo del
“síndrome del hombre miserable” mencionado en Romanos 7:19, donde me veo a mí
mismo practicando el mismo mal que no quiero, me veo albergando enojo hacia ese
individuo, sin importar lo mucho que “quiera” poder amarle y perdonarle.

Después recuerdo Gálatas 3:3.

¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a


acabar por la carne? (Gal. 3:3).

¡Por supuesto! ¡Sé lo que tengo que hacer en lugar de comportarme así! Era salvo, no
por “mis propios esfuerzos” sino por la obra del Espíritu Santo. ¿Realmente creo que
ahora puedo perfeccionarme a mí mismo por “mí mismo”, en vez de hacerlo por medio
del Espíritu Santo? Claro que no. “Señor, perdóname por esta tontería; me arrepiento”.

Ahora lo entiendo:

No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es


Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que
dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis
soportar (1 Cor. 10:13).

“Señor, tú has provisto la salida, y me acuerdo de cuál es esta salida”.

Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo
en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el
cual me amó y se entregó a sí mismo por mí (Gal. 2:20).

“Tú me has reemplazado con Jesús, así que ahora es la vida de Jesús la que maneja
esta situación, y no yo”.

Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe... (Heb. 12:2).

“Señor Jesús, vengo a ti; fijo mis ojos en ti; por favor, dame una visión en la que vea
que estás manejando esta situación”.

“Hijo mío, recuerda cuando mis enemigos me acusaron injustamente, me


golpearon y flagelaron, y me colgaron en la cruz desnudo y apaleado;
recuerda como les miré desde la cruz y dije: Padre, perdónalos, porque no
saben lo que hacen. Así que, también tu, hijo mío, has sido acusado
falsamente y humillado en público, pero también por eso mi amor fluye a
través de tu corazón para perdonar a tus adversarios. Imagínate a ti mismo
colgado en la cruz, repitiendo mis palabras sobre los que te han acusado, y
contempla mi amor fluyendo a través de tu corazón mientras hablas; mira
y serás restaurado, mira hijo mío”.
“Sí, Señor, veo tu amor fluyendo a través de mí hacia los que me han ofendido y me
han tratado injustamente, y mientras estoy colgado contigo en la cruz, vuelvo a repetir
tus palabras nuevamente: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.

“Señor, siento que se está produciendo un cambio dentro de mí, estás rompiendo la
dureza y llenándome con tu amor. Gracias, mi Señor, gracias por tu asombroso poder.
Te adoro”.

Ahí está, todo el proceso a la vez. Todo lo que hemos dicho hasta aquí en el libro ha
sido dramatizado para usted en esta última historia. ¿Ha seguido todas las partes? Estas
son:
1. Experimento una ofensa o daño.
2. Veo un mandamiento que me dice cómo he de responder.
3. Intento obedecer el mandamiento y me doy cuenta que no puedo.
4. Recuerdo no intentarlo en la carne sino mirar al Espíritu.
5. Recuerdo que hay una salida a través de Jesucristo.
6. Recuerdo que Cristo me ha reemplazado y está viviendo a través de mí.
7. Fijo mis ojos en Jesús y le pido que responda.
8. Responde con visión, rema y poder.
9. Digo lo que Él me dice que diga y siento su poder empezando a fluir dentro de mi
corazón.
10. Comienzo a adorar.

Obviamente, no tiene que intentarlo de la manera equivocada yendo primero a la ley


y a sus propias fuerzas. Puede ir inmediatamente al Espíritu Santo y decir: “Señor, estoy
herido, ¿podrías por favor hablarme y sanarme?”. De esta manera se estaría saltando los
pasos 2-6, y pasaría directamente del paso 1 al 7. Si la gracia de Dios le permite saltarse
la ley e ir directamente al Espíritu, es una manera de vivir mucho más efectiva.

Un ejemplo

Déjeme decírselo de otra manera: Como Cristo es la Luz del mundo, y el pecado es
representado generalmente por la oscuridad, dejaremos que Cristo represente la luz y mi
tentación represente la oscuridad. ¿Cómo combate la oscuridad? ¿Sacándola de la
habitación? Claro que no, pero así es como muchos de nosotros luchamos contra el
pecado en nuestra vida. Le pateamos y golpeamos para intentar echarlo fuera. ¡Qué
locura! Si usted me viera dentro de una habitación oscura pateando la oscuridad y
ordenándole que se fuera, me encerraría (no en esa habitación, por supuesto, ¡sino en un
hospital psiquiátrico!).

En su lugar, Dios quiere que encendamos la luz. ¿Cómo? Yendo al Dios que está
viviendo dentro de nosotros y pidiéndole que se nos revele en medio de la situación.
¿Cuáles son sus palabras? ¿Cuál es su visión de la escena? Jesús dijo: “Las remas que
yo os he hablado son espíritu y son vida” (Juan 6:63 Versión Reina Valera y texto
griego). Con sus palabras y visión viene un fluir de vida espiritual que le hará libre de la
ley del pecado y de la muerte, y le permitirá vivir sobrenaturalmente fusionado con la
Gloria.
Otro ejemplo

En vez de decir: “Señor, estoy intentando amar a esa persona. Por favor, ayúdame”,
usted dirá: “Dios, yo no puedo amar a esa persona, pero tú si puedes, porque tú eres la
fuente de todo amor en el universo, y tú vives dentro de mí. Por eso te pido que fluyas a
través de mí y ames a esa persona con tu amor sobrenatural”. Fije sus ojos en la visión
de Jesús, cuando amó a sus enemigos mientras estaba colgado en la cruz, y mientras lo
hace, comenzará a sentir un amor ágape fluyendo dentro de su interior, energizando su
hombre interior y transformando sus deseos desde su interior. ¡Aleluya! Comenzará a
adorar mientras el amor de Dios fluye a través de los poros de su ser. ¡Al fin y al cabo el
verdadero cristianismo es sobrenatural!

Repaso de algunos puntos clave del capítulo nueve

• Las siete claves para vivir fusionado con la gloria son:


Soy un vaso.
Ya no vivo yo.
Cristo es mi vida.
Estoy muerto a la ley.
• Vivo por el Espíritu (sintonizado al rema y la visión).
• Vivo por la fe en que Dios es Emmanuel.
• Varios ejemplos han sido dados de estas siete claves en acción.
• Enumere otros puntos que para usted sean importantes.

Piense y discuta

• Repase una tentación o prueba de la semana pasada. ¿Cómo la manejó? Compare


cómo la manejó con los 10 pasos dados en este capítulo. ¿Cuántos de estos pasos
llevó a cabo? ¿Puede identificar cada paso? ¿Ha experimentado una prueba o
tentación recientemente en la que se saltara los pasos dos al seis y fuera directamente
del paso uno al siete? Comparta esto con su pequeño grupo. Celebre la gracia de Dios
manifestada en esa situación.
• ¿Intenta echar la oscuridad de su vida, o se centra en traer la Luz? Explique
específicamente qué es lo que hace. Comparta los resultados. ¿Qué ocurre?
• Diario – “Señor, ¿qué quieres decirme sobre la manera en que manejo las pruebas y
tentaciones?”. Escriba lo que Él le dice en su diario. Vaya preparado para compartir
algo de esto con su pequeño grupo.
Capítulo diez

Ejemplos de personajes bíblicos


que aprendieron estas lecciones
La Biblia está llena de historias de gente que acudió a Dios y tuvo que pasar por el
mismo proceso de descubrirlo por sí mismo, aprendiendo las mismas lecciones que
hemos discutido hasta ahora en este libro. A menudo ayuda el ver a alguien más
caminando por delante de uno en el camino. Ellos se convierten en guías para nosotros,
mostrándonos hacia dónde vamos y dónde poner nuestros pies. Examinemos las
historias de cuatro hombres, dos del Antiguo Testamento y dos del Nuevo. Ellos son:
Abraham, Moisés, Pedro y Pablo.

Abraham aprendió a confiar en Dios y no en sí mismo (Génesis 12-23)

La historia de Abraham comienza en Génesis capítulo 12, cuando todavía se llamaba


Abram.

Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de


la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación
grande, y te bendeciré y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.
Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y
serán benditas en ti todas las familias de la tierra. Y se fue Abram, como
Jehová le dijo; y Lot fue con él. Y era Abram de edad de setenta y cinco
años cuando salió de Harán (Gn. 12:1-4).

El Señor le habló a Abram, y Abram obedeció. A mí esto me suena a que era un


seguidor de Dios; si él hubiera vivido en los tiempos del Nuevo Testamento, le
hubiéramos llamado “salvo”. Sin embargo, él vivió antes de Cristo, así que tuvo un
pagaré que fue pagado por completo en el Calvario.

Abram es un seguidor de Dios. ¿Aprendió él que Dios es todo y en todo, y que él era
solo un vaso a través del cual Dios fluía, o todavía confiaba en sus propias capacidades
para llevar a cabo la tarea del Dios Todopoderoso? Veamos.

Hubo entonces hambre en la tierra, y descendió Abram a Egipto para


morar allá; porque era grande el hambre en la tierra. Y aconteció que
cuando estaba para entrar en Egipto, dijo a Sarai su mujer: He aquí, ahora
conozco que eres mujer de hermoso aspecto; y cuando te vean los
egipcios, dirán: Su mujer es; y me matarán a mí, y a ti te reservarán la
vida. Ahora, pues, di que eres mi hermana, para que me vaya bien por
causa tuya, y viva mi alma por causa de ti. Y aconteció que cuando entró
Abram en Egipto, los egipcios vieron que la mujer era hermosa en gran
manera. También la vieron los príncipes de Faraón, y la alabaron delante
de él; y fue llevada la mujer a casa de Faraón. E hizo bien a Abram por
causa de ella; y él tuvo ovejas, vacas, asnos, siervos, criadas, asnas y
camellos. Mas Jehová hirió a Faraón y a su casa con grandes plagas, por
causa de Sarai mujer de Abram. Entonces Faraón llamó a Abram, y le
dijo: ¿Qué es esto que has hecho conmigo? ¿Por qué no me declaraste que
era tu mujer? ¿Por qué dijiste: Es mi hermana, poniéndome en ocasión de
tomarla para mí por mujer? Ahora, pues, he aquí tu mujer; tómala, y vete.
Entonces Faraón dio orden a su gente acerca de Abram; y le acompañaron,
y a su mujer, con todo lo que tenía (Gn. 12:10-20).

Abram falló en su primera prueba. Incluso aunque iba a ser llamado el “padre de la
fe”, comenzó fallando miserablemente en la fe, y confió más en sus propios
razonamientos. Tenía tanto miedo de la incapacidad de Dios para cuidarle, que hizo que
su esposa mintiera y dijera que no era su esposa. A mí esto no me parece que tenga
mucho que ver con una gran fe; de hecho, se parece mucho a mí cuando lucho para
crecer en fe. Sin embargo, Dios aún no había terminado, porque esta historia acaba de
empezar, así que Dios le vuelve a hablar a Abram.

Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si
las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. Y creyó a Jehová, y
le fue contado por justicia (Gn. 15:5-6).

Parece que Abram estaba creciendo en fe en el poder del Dios Todopoderoso. Dios no
solo le había dado una palabra rema, sino que la había unido a una visión, y la fe de
Abram estaba ahondando. Ahora deberíamos ver algunos resultados; sin embargo,
después de once años de esperar a que Dios llevara a cabo su palabra, Abram comenzó a
escuchar otras formas de hacer que sucediera. ¿Se parece esto a algo que usted haya
hecho alguna vez?

Sarai mujer de Abram no le daba hijos; y ella tenía una sierva egipcia, que
se llamaba Agar. Dijo entonces Sarai a Abram: Ya ves que Jehová me ha
hecho estéril; te ruego, pues, que te llegues a mi sierva; quizá tendré hijos
de ella. Y atendió Abram al ruego de Sarai (Gn. 16:1-2).

Agar concibió y dio a luz un hijo varón, capaz de continuar una saga familiar. Parece
que, sin lugar a dudas, el hombre le puede ayudar a Dios cuando las cosas no van lo
deprisa que nos gustaría; finalmente tenemos un hijo varón creciendo, el cual fácilmente
podría ser a través del cual naciera el niño Jesús. Escuche la siguiente palabra de Dios a
Abram.

Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y


le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto
(Gn. 17:1).

En otras palabras: “Camina delante de mí y deja de pecar”. ¡Oh, oh! ¿Realmente ha


estado tan mal lo que he hecho, Dios? Yo sólo quería ayudarte. ¿Es que no puedes
aceptar lo que he hecho por ti? Escuche el alegato de Abram.

Y dijo Abraham a Dios: Ojalá Ismael viva delante de ti. Respondió Dios:
Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre
Isaac; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus
descendientes después de él (Gn. 17:18-19).
Esto es desalentador. He intentado cumplir la visión que Dios me ha dado lo mejor
que he podido, y me doy cuenta que Él no aceptará lo que he producido. Es un gran
momento para dar un paso atrás y decir: “Está bien, Dios, ¿entonces qué es lo que
quieres? Lo he hecho lo mejor que sabía, y no te gusta”.

Usted probablemente sabe, por haber leído este libro, lo que Dios quiere. Él no quiere
mis mejores esfuerzos, o mis mejores ideas, sino quiere que yo le escuche y haga solo lo
que Él me diga que haga. Él quiere llenar mis debilidades con su fuerza, y confundir al
sabio manifestando su sabiduría a través de mi ignorancia. Él no quiere que coma del
árbol del conocimiento del bien y del mal, sino que quiere que coma del árbol de la vida,
y yo no tengo que actuar a menos que el Espíritu me esté guiando a hacerlo desde
dentro. Así que volvamos a nuestra historia.

De allí partió Abraham a la tierra del Neguev, y acampó entre Cades y


Shur, y habitó como forastero en Gerar. Y dijo Abraham de Sara su mujer:
Es mi hermana. Y Abimelec rey de Gerar envió y tomó a Sara. Pero Dios
vino a Abimelec en sueños de noche, y le dijo: He aquí, muerto eres, a
causa de la mujer que has tomado, la cual es casada con marido (Gn. 20:1-
3).

Parece que ya habíamos pasado por este pecado en particular anteriormente. Abram
todavía no puede confiar en que Dios le protege, y en su lugar confía en sus propias
artimañas. Se da cuenta, se tarda un tiempo en convertirse en un poderoso hombre de fe
y vencer nuestras debilidades humanas; no sucede de la noche a la mañana. Dios nos
pone prueba tras prueba en nuestra vida hasta que aprendamos a confiar en Él.

Abram finalmente tiene un hijo con Sara cuando tiene 100 años de edad, o sea, 25
años después de que Abram saliera de Harán.

Y Sara concibió y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que


Dios le había dicho (Gn. 21:2).

Y era Abraham de cien años cuando nació Isaac su hijo (Gn. 21:5).

La lección que yo aprendo de esto es que Dios a menudo tarda más de lo que yo
tardaría. Necesito ser consciente de la impaciencia. Ahora, después de que había nacido
el hijo prometido y el regalo de la gracia está presente, tenemos un último examen.
Veremos si Abraham ha aprendido a confiar en el poder del Dios Todopoderoso, o si
todavía confía en sus propias capacidades. También veremos si Abraham va a aferrarse
al regalo que Dios le había dado o si va a aferrarse al Señor. Una vez que Dios nos ha
dado un regalo, es fácil aferrarse al regalo en lugar de a Él.

Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo:


Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu
único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en
holocausto sobre uno de los montes que yo te diré. Y Abraham se levantó
muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos, y
a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar
que Dios le dijo. Al tercer día alzó Abraham sus ojos, y vio el lugar de
lejos. Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo
y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros. Y
tomó Abraham la leña del holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo, y él
tomó en su mano el fuego y el cuchillo; y fueron ambos juntos. Entonces
habló Isaac a Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme
aquí, mi hijo. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el
cordero para el holocausto? Y respondió Abraham: Dios se proveerá de
cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos. Y cuando llegaron al
lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la
leña, y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña. Y extendió
Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo. Entonces el
ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y
él respondió: Heme aquí. Y dijo: No extiendas tu mano sobre el
muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por
cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único. Entonces alzó Abraham sus ojos
y miró, y he aquí a sus espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus
cuernos; y fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en
lugar de su hijo. Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, Jehová
proveerá. Por tanto se dice hoy: En el monte de Jehová será provisto. Y
llamó el ángel de Jehová a Abraham por segunda vez desde el cielo, y
dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto,
y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto te bendeciré, y
multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena
que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus
enemigos. En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por
cuanto obedeciste a mi voz (Gn. 22:1-18).

¡Una historia para erizarte el vello! ¿Se puede usted imaginar el nivel de la fe de
Abraham? ¿Qué estaría pensando mientras ponía a su hijo en el altar como un sacrificio
el Señor? Hebreos nos lo dice.

Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había


recibido las promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho: En Isaac te
será llamada descendencia; pensando que Dios es poderoso para
levantar aún de entre los muertos, de donde, en sentido figurado,
también le volvió a recibir (Heb. 11:17-19).

Abraham creía que Dios era capaz de levantar a su hijo incluso de los muertos. Ahora
se había convertido en un poderoso hombre de fe, el cual no miraba a su propia fuerza
para vivir la vida, sino al poder del Dios Todopoderoso. Ahora es un hombre que vive
solo por la voz y la visión del Dios Todopoderoso. ¡Que también nosotros sigamos sus
pasos!

Moisés aprende a confiar en Dios y no en sí mismo (Éxodo 1-7)

La historia de Moisés comienza en Éxodo 2:10.

Y cuando el niño creció, ella lo trajo a la hija de Faraón, la cual lo prohijó,


y le puso por nombre Moisés, diciendo: Porque de las aguas lo saqué (Éx.
2:10).
Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de
Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar
de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el
vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la
mirada en el galardón (Heb. 11:24-26).

Vemos que, incluso aunque Moisés creció en la corte de Faraón, escogió ser un
seguidor del Dios Todopoderoso, aun hasta el punto de sufrir aflicción. Parece que
estaba todo lo cerca que podía de ser un cristiano bajo el antiguo pacto. Sin embargo,
aunque lo había dejado todo por Dios, ¿había aprendido a confiar en el Dios
Todopoderoso para llevar todo a cabo? Veamos.

En aquellos días sucedió que crecido ya Moisés, salió a sus hermanos, y


los vio en sus duras tareas, y observó a un egipcio que golpeaba a uno de
los hebreos, sus hermanos. Entonces miró a todas partes, y viendo que no
parecía nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena. Al día siguiente
salió y vio a dos hebreos que reñían; entonces dijo al que maltrataba al
otro: ¿Por qué golpeas a tu prójimo? Y él respondió: ¿Quién te ha puesto a
ti por príncipe y juez sobre nosotros? ¿Piensas matarme como mataste al
egipcio? Entonces Moisés tuvo miedo, y dijo: Ciertamente esto ha sido
descubierto (Ex. 2:11-14).

Como Moisés sintió que debería ser el libertador de su pueblo, usó la única manera
que sabía para llevar a cabo este propósito. Esto no era exactamente lo que Dios tenía en
mente cuando escogió a Moisés para ser el libertador de los judíos cautivos. Dios quería
hacer el trabajo de una manera sobrenatural, para que todo el mundo supiera que Dios
estaba entre ellos. ¿Crees que Dios todavía quiere hacer esto en nuestra generación?
Sigamos con la historia.

Oyendo Faraón acerca de este hecho, procuró matar a Moisés; pero


Moisés huyó de delante de Faraón, y habitó en la tierra de Madián (Ex.
2:15).

La fuerza de Moisés le había fallado. Su poder estaba roto, así que huye y se esconde
lleno de temor. ¡Suponía demasiado ser un libertador! Él ahora no es nadie, se irá a la
oscuridad del desierto, el lugar donde Dios más a menudo lleva a los que quiere entrenar
para propósitos poderosos. ¿Está Moisés dispuesto a ir, o resiste la mano de Dios y
busca un lugar de prominencia? Escuche y vea.

Y Moisés convino en morar con aquel varón; y él dio su hija Séfora por
mujer a Moisés (Ex. 2:21).

Cuando Dios nos lleva a la oscuridad, al quebrantamiento y a lo que parece ser un


fracaso, al menos tenemos dos posibles respuestas. Podemos tener una pataleta, gritar y
protestar, o podemos ir voluntariamente para ver lo que Dios quiere mostrarnos. Moisés
fue voluntariamente, y en el desierto Dios le mostró su gloria.

Y se le apareció el Angel de Jehová en una llama de fuego en medio de


una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se
consumía. Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión,
por qué causa la zarza no se quema. Viendo Jehová que él iba a ver, lo
llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él
respondió: Heme aquí. Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies,
porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. Y dijo: Yo soy el Dios de tu
padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés
cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios. Dijo luego Jehová:
Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su
clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, y he
descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella
tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los
lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del
jebuseo. El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y
también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen. Ven, por
tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo,
los hijos de Israel. Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para
que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel? Y él respondió:
Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he
enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre
este monte. Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel,
y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos
me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? Y respondió
Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de
Israel: YO SOY me envió a vosotros. Además dijo Dios a Moisés: Así
dirás a los hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de
Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este
es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos.
Ve, y reúne a los ancianos de Israel, y diles: Jehová, el Dios de vuestros
padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, me apareció diciendo:
En verdad os he visitado, y he visto lo que se os hace en Egipto; y he
dicho: Yo os sacaré de la aflicción de Egipto a la tierra del cananeo, del
heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo, a una tierra que
fluye leche y miel. Y oirán tu voz; e irás tú, y los ancianos de Israel, al rey
de Egipto, y le diréis: Jehová el Dios de los hebreos nos ha encontrado;
por tanto, nosotros iremos ahora camino de tres días por el desierto, para
que ofrezcamos sacrificios a Jehová nuestro Dios. Mas yo sé que el rey de
Egipto no os dejará ir sino por mano fuerte. Pero yo extenderé mi mano, y
heriré a Egipto con todas mis maravillas que haré en él, y entonces os
dejará ir. Y yo daré a este pueblo gracia en los ojos de los egipcios, para
que cuando salgáis, no vayáis con las manos vacías; sino que pedirá cada
mujer a su vecina y a su huésped alhajas de plata, alhajas de oro, y
vestidos, los cuales pondréis sobre vuestros hijos y vuestras hijas; y
despojaréis a Egipto. Entonces Moisés respondió diciendo: He aquí que
ellos no me creerán, ni oirán mi voz; porque dirán: No te ha aparecido
Jehová. Y Jehová dijo: ¿Qué es eso que tienes en tu mano? Y él respondió:
Una vara. Él le dijo: Échala en tierra. Y él la echó en tierra, y se hizo una
culebra; y Moisés huía de ella. Entonces dijo Jehová a Moisés: Extiende tu
mano, y tómala por la cola. Y él extendió su mano, y la tomó, y se volvió
vara en su mano. Por esto creerán que se te ha aparecido Jehová, el Dios
de tus padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob. Le dijo
además Jehová: Mete ahora tu mano en tu seno. Y él metió la mano en su
seno; y cuando la sacó, he aquí que su mano estaba leprosa como la nieve.
Y dijo: Vuelve a meter tu mano en tu seno. Y él volvió a meter su mano en
su seno; y al sacarla de nuevo del seno, he aquí que se había vuelto como
la otra carne. Si aconteciere que no te creyeren ni obedecieren a la voz de
la primera señal, creerán a la voz de la postrera. Y si aún no creyeren a
estas dos señales, ni oyeren tu voz, tomarás de las aguas del río y las
derramarás en tierra; y se cambiarán aquellas aguas que tomarás del río y
se harán sangre en la tierra. Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor!
nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu
siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua. Y Jehová le
respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿o quién hizo al mudo y al
sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová? Ahora pues, ve, y yo
estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar. Y él dijo: ¡Ay,
Señor! envía, te ruego, por medio del que debes enviar. Entonces Jehová
se enojó contra Moisés, y dijo: ¿No conozco yo a tu hermano Aarón,
levita, y que él habla bien? Y he aquí que él saldrá a recibirte, y al verte se
alegrará en su corazón. Tú hablarás a él, y pondrás en su boca las palabras,
y yo estaré con tu boca y con la suya, y os enseñaré lo que hayáis de hacer.
Y él hablará por ti al pueblo; él te será a ti en lugar de boca, y tú serás para
él en lugar de Dios. Y tomarás en tu mano esta vara, con la cual harás las
señales (Ex. 3:2-4:17).

¡Vaya drama! Solo en el desierto; es ahí donde la mayoría de nosotros a menudo


descubrimos el poder de Dios. Moisés recibió su revelación de Dios ahí, como lo hizo
Pablo, e incluso Jesús comenzó su ministerio sobrenatural después de 40 días solo en el
desierto. ¿Estaría dispuesto a seguir a Dios en el desierto si Él le llevara allí?

Note la desgana de Moisés de ser usado poderosamente por Dios. Moisés todavía
estaba mirando sus limitaciones: su incapacidad para hablar con fluidez, su falta de
credibilidad. Dios se comenzó a enojar ahí mismo con él, porque no aceptaba el hecho
de que Dios iba a hablar a través de él y a ser su portavoz. Dios no quiere que
veamos nuestras limitaciones, porque si vivimos por su Espíritu, poder y sabiduría, no
tenemos otros límites que los que tenga el Dios Todopoderoso, ¡y Él no tiene ninguno!
Dios quiere levantar una generación de hombres y mujeres que escuchen solo la voz y la
visión del Dios Todopoderoso, y hagan solo lo que Él les mande; a través de ellos Dios
transformará este mundo. Todo lo que Él necesita es un pueblo. ¿Será usted parte de este
grupo de personas que aprendan a oír la voz de Dios y a ver su visión, no apoyándose en
su propio entendimiento sino reconociéndole en todos sus caminos? Si es así, Dios le
usará para cambiar poderosamente este mundo. Él no necesita gente sabia o poderosa,
sino gente que viva solo por la iniciativa divina, como lo hizo Jesús. Estas son las
personas que transforman el mundo en el que vivimos.

Ahora mire lo que Dios le hizo a Moisés.

Jehová dijo a Moisés: Mira, yo te he constituido dios para Faraón, y tu


hermano Aarón será tu profeta (Ex. 7:1).

Cuando liberamos el poder sobrenatural de Dios a través de nuestras vidas,


parecemos dios para el mundo en el que vivimos. La frase del Nuevo Testamento es que
somos “el cuerpo de Cristo”. Moisés ahora es un libertador sobrenatural, no confiando
ya más en la fuerza de su diestra para vencer al enemigo, sino confiando en el fluir del
poder sobrenatural de Dios a través de su vida para llevar a millones de la cautividad a la
libertad.

Pareceremos dios para los que nos rodean, porque, o estamos liberando el poder
divino del Dios Todopoderoso a través de nuestras vidas, o nos convertimos en el
hazmerreír del mundo al entrar en los sistemas religiosos. La decisión es nuestra.

Pedro aprendió a confiar en Dios y no en sí mismo

Ahora pasamos al Nuevo Testamento, y veremos primero a Pedro, un hombre que


dejó todo por seguir a Jesús.

Entonces Pedro comenzó a decirle: He aquí, nosotros lo hemos dejado


todo, y te hemos seguido (Mc. 10:28).

Una vez más, suena a alguien tan salvo como se podía estar antes de la muerte y la
resurrección de Jesucristo. Sin embargo, ¿había aprendido Pedro a confiar en el poder
del Dios Todopoderoso, o todavía estaba confiando en su propio poder para establecer el
Reino? La historia del quebrantamiento de la autosuficiencia de Pedro está narrada en
Lucas 22:31-61. Leeremos solo parte de ella.

Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para


zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú,
una vez vuelto, confirma a tus hermanos. Él le dijo: Señor, dispuesto estoy
a ir contigo no solo a la cárcel, sino también a la muerte. Y él le dijo:
Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces
que me conoces (Lc. 22:31-34).

Respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo


nunca me escandalizaré (Mt. 26:33).

Aquí vemos que Pedro es arrogante y muy seguro de sí mismo, confiando en su


propia fuerza para hacer las cosas. “Yo nunca...”. Vemos este “yo” suficiente al acecho
aun en la vida de Pedro, incluso aunque era un seguidor de Jesús, y lo había dejado todo
para seguirle. Ahora Dios va a llevar a Pedro a través del proceso de quebranto. Cuando
Judas traicionó a Jesús,

Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó, e hirió al


siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se
llamaba Malco. Jesús entonces dijo a Pedro: Mete tu espada en la vaina; la
copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber? (Jn. 18:10-11).

Este es motivo suficiente para arrojar a cualquier creyente devoto a la confusión.


Aquí estoy yo, defendiendo a Dios con toda mi fuerza, ¡y Él se pone en mi contra y del
lado de aquellos que quieren destruirle! Y aún peor, Jesús cree que es la voluntad de
Dios que su vida sea destruida injustamente. Esto no tiene ningún sentido.

La vida no tiene ningún sentido si no está sintonizada con la iniciativa divina, porque
los caminos de Dios no son los nuestros y los pensamientos de Dios no son nuestros
pensamientos. Es como un reino que está bocabajo, donde los primeros son los últimos y
los últimos son los primeros, si salvas tu vida la pierdes y si la pierdes la salvas. Nunca
podría saber cuáles son los planes y propósitos de Dios, pero lo bonito es que no tengo
que hacerlo, porque Dios los revela a través de sus profetas, y en la Iglesia todos nos
convertimos en profetas, sacerdotes y reyes del Dios Altísimo, así que podemos
preguntarle a Dios qué es lo que quiere hacer, y la mayoría de las veces nos lo dirá.

Antes de que acabase la noche, Pedro negó tres veces a Jesús y se quedó llorando
amargamente. No habían pasado muchos días de esto cuando vemos que Pedro
abandona y vuelve a pescar. Ahora está listo para que el Maestro le use, ahora ha llegado
al final de sí mismo, ahora ve que no puede hacer nada por su propia fuerza o sabiduría
para construir el reino de Dios. El árbol del conocimiento ha demostrado ser inútil, y
ahora, como un hombre quebrantado, está listo para ser usado.

Jesús sana a Pedro en Juan 21 y le restaura para el ministerio: “Apacienta mis


ovejas”. Después, Pedro espera el poder desde lo alto antes de volver a actuar.

Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de


repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba,
el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron
lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y
fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras
lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen (Hch. 2:1-4).

Pedro está ahora preparado para entrar en el ministerio sobrenatural. Note su


actividad diaria.

Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración


(Hch. 3:1).

Había aprendido a comenzar su día con oración, buscando la iniciativa divina y el


fluir divino de poder para poder construir con poder sobrenatural y sabiduría. Dios había
terminado la lección, había hecho pasar a Pedro a través de una drástica auto exposición,
la cual le dejó quebrantado y desanimado. Después, Dios sanó el corazón de Pedro,
volviéndole a restaurar, ungiéndole con poder y enviándole. Ese es exactamente el
mismo proceso que Él utiliza con cada uno de nosotros. ¿Dónde está usted en ese
proceso?

Pablo aprende a confiar en Dios y no en sí mismo

Finalmente, llegamos a Pablo, la última persona de nuestro actual estudio. Vamos a


ver cómo Dios le enseñó a Pablo a confiar en el poder sobrenatural del Dios
Todopoderoso en lugar de en los recursos limitados del hombre.

Pablo describe el entrenamiento y dedicación a Dios de su infancia en Filipenses 3.

Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que


tiene de qué confiar en la carne, yo más: circuncidado al octavo día, del
linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la
ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la
justicia que es en la ley, irreprensible (Fil. 3:4-6).

Si alguien estaba comprometido con el Dios Todopoderoso, ese era Pablo. Tenía la
mejor educación religiosa posible, era ferviente, guardaba la ley perfectamente y vivía lo
que creía persiguiendo a los que él consideraba ser herejes. Estudió la ley de Dios con
gran celo y devoción, y la aplicaba meticulosamente a su vida. Sin embargo, debido a
todo lo que Pablo había conseguido, todavía estaba operando basándose en el
razonamiento y entendimiento humano, y en el poder y la fuerza humana. Vivía del
árbol del conocimiento del bien y del mal, no era alguien que vivía por el encuentro
divino, ni oía la voz de Dios o veía la visión de Dios. Era alguien que vivía basado en la
ley bíblica; era muy parecido a mí en mis primeros diez años de mi vida cristiana, ya que
yo también vivía por la ley bíblica. No podía oír la voz de Dios ni ver la visión de Dios,
actuaba basado en la fuerza y la sabiduría humana, y acusaba a otros de la iglesia con los
que no estaba de acuerdo; yo era un fariseo modelo.

Después Dios dijo: “Este ya ha ido demasiado lejos; puedo ver el corazón de Pablo,
ya que realmente me está buscando, incluso aunque va contra mi iglesia; tan solo está un
poco confundido y desorientado, así que me voy a encontrar con él y le voy a
enderezar”. ¡Y vaya si se encontraron! Fue en el camino de Damasco:

Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor,
vino al sumo sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a
fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los
trajese presos a Jerusalén. Mas yendo por el camino, aconteció que al
llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del
cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por
qué me persigues? Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a
quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. Él,
temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor
le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. Y
los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la
voz, mas sin ver a nadie. Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo
los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en
Damasco, donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió. Había
entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo
en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor. Y el Señor le dijo:
Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a
uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora, y ha visto en visión a
un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que
recobre la vista. Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos
acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; y
aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos
los que invocan tu nombre. El Señor le dijo: Ve, porque instrumento
escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y
de reyes, y de los hijos de Israel; porque yo le mostraré cuánto le es
necesario padecer por mi nombre. Fue entonces Ananías y entró en la
casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús,
que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que
recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo. Y al momento le cayeron
de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose,
fue bautizado. Y habiendo tomado alimento, recobró fuerzas. Y estuvo
Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco.
Enseguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el
Hijo de Dios (Hch. 9:1-20).

¡Qué historia tan increíble! ¡Hemos pasado de la religión al cristianismo sobrenatural!


Hemos pasado del árbol del conocimiento al árbol de la vida, del poder humano al poder
divino, de vivir por nuestras capacidades a vivir por un encuentro divino. Este cambio
debe realizarse en la vida de cada cristiano, se debe producir en mi vida, en la suya, ¿se
ha producido ya en la suya?

Dije anteriormente que la confusión es a menudo el primer paso para la revelación.


Bien, Pablo obviamente pasó por alguna confusión cuando se dio cuenta que todo lo que
había creído y por lo que había luchado y hecho era erróneo, y ahora tenía que volver
atrás y volver a estudiar y experimentar todo lo que le habían enseñado. Así que Pablo
se alejó de todo el mundo menos de Dios.

Ni subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo; sino que fui a
Arabia, y volví de nuevo a Damasco. Después, pasados tres años... (Gal.
1:17-18).

Cada uno de nosotros debe estar dispuesto a apartarse en soledad y descubrir a Dios
dentro de nuestros propios espíritus. Él es más que una teología, la cual puedo aprender
de otro; es una persona real que quiere vivir y actuar dentro, alrededor y a través de mí,
y la única manera de descubrirle es tomar algún tiempo para aprender a sentir sus
movimientos dentro y a través de mí. Este es un aprendizaje orientado a la experiencia,
siento la presencia y el poder de Dios, veo su visión, oigo su voz; esto no se descubre en
ningún libro de texto, sino que es algo que descubro cuando me sumerjo en lo profundo
de mi corazón.

Después de tres años, Pablo volvió a entrar en la sociedad. Primero bajó a Jerusalén
para someter su nuevo entendimiento y experiencia con Dios a los líderes de la iglesia
establecida allí. Una vez que tuvo sus nuevas experiencias e interpretaciones cubiertas
por los que estaban en autoridad espiritual, comenzó a predicarles poderosamente.

Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para ver a Pedro, y permanecí
con él quince días; pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo
el hermano del Señor. En esto que os escribo, he aquí delante de Dios que
no miento. Después fui a las regiones de Siria y de Cilicia, y no era
conocido de vista a las iglesias de Judea, que eran en Cristo; solamente
oían decir: Aquel que en otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe
que en otro tiempo asolaba. Y glorificaban a Dios en mí (Gal. 1:18-24).

Con su nueva teología cubierta, Pablo comienza a ministrar de nuevo, pero su nuevo
ministerio es ahora sobrenatural, sana al enfermo y levanta al muerto, ahora es un vaso
que libera el poder sobrenatural del Dios Todopoderoso.

Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida
por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como
pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por
amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a
Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley,
sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin
de conocerle (ginosko), y el poder de su resurrección, y la
participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su
muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los
muertos (Fil. 3:7-11).

Pablo ha pasado por una muerte y resurrección personal. Ve que ya no es él quien


vive, sino que ahora es Cristo el que vive su vida a través de él. ¡Aleluya! Pablo ahora
vive sensibilizado con el fluir del Espíritu Santo dentro de él, ya no vive basándose en su
mente, sino que ahora vive basado en su corazón, y el árbol de la vida dentro de su
corazón. ¡Está viviendo fusionado a la gloria!

Dos cambios de sentido clave en la vida cristiana

Hay dos cambios de sentido clave en la vida cristiana; uno es la salvación, cuando
encuentras a Cristo (realmente, Él te encuentra a ti), y el otro es cuando experimentas
Gálatas 2:20 totalmente en tu vida. ¿Ha experimentado usted ambos? Si no es así, vaya
al desierto y descubra a Aquel que fluye sin esfuerzo alguno dentro de su ser.

Después de nuestra experiencia de la salvación, normalmente viene un periodo de


lucha y fracaso. Finalmente nos damos cuenta de que hemos muerto con Cristo y que
hemos resucitado con Él. Es como si tuviera 50.000 euros en el banco pero, por
ignorancia, creyera que sólo tengo 5.000 euros. Intento vivir con el nivel de 5.000 hasta
que finalmente descubro mi error y cobro un segundo cheque, la segunda bendición,
como algunos la han llamado.

Repaso de algunos puntos clave del capítulo diez

• La Biblia narra muchas historias de hombres y mujeres que aprendieron a confiar en


Dios y no en ellos mismos.
• Esta es una lección que todos debemos aprender.
• Aprendiendo esta lección, pasamos de la religión al cristianismo sobrenatural.
• A menudo descubrimos el poder de Dios en el desierto.
• Debemos estar dispuestos a ir al desierto para descubrir el fluir de Dios.
• Una vez que el yo está roto, podemos vivir fusionados a la gloria. El poder
sobrenatural comienza a fluir a través de nosotros.
• Enumere otros puntos que sean especialmente importantes para usted.

Piense y medite

• ¿Está de acuerdo con que la confusión a menudo provoca la revelación? ¿Ha pasado
alguna vez por un tiempo de confusión que dio a luz a una mayor revelación? Si es
así, recuerde la experiencia. A la luz de esto, ¿cree que sería sabio celebrar nuestros
tiempos de confusión, sabiendo que Dios nos está desorientando para poder darnos
una nueva orientación?
• ¿Ha pasado por pasos similares a los que pasaron los cuatro personajes bíblicos que
estudiamos en este capítulo? Si es así, recuerde los estados de su vida, si tienen que
ver con los temas de este capítulo. ¿Dónde se encuentra usted ahora? ¿En qué estado
se encuentra? ¿Cuál es el siguiente paso que Dios le está pidiendo que dé? ¿Se está
preparando para darlo? ¿Está fluyendo con los propósitos y el poder de Dios, o se está
resistiendo por todo lo que usted vale? Como Moisés, ¿se está usted sometiendo
voluntariamente a los propósitos de Dios en su vida?
• Diario – “Señor, por favor, háblame con relación a los estados de mi caminar
cristiano. ¿Dónde estoy? ¿Adónde me estás llevando? ¿Cómo quieres que responda
ahora mismo?”. Escriba en su diario lo que el Señor le dice, y vaya preparado para
compartirlo con su pequeño grupo.
Capítulo once

Las habilidades adquiridas


en el desierto

Es interesante notar lo frecuentemente que Dios lleva a los que está preparando al
desierto durante un periodo de tiempo como parte de su entrenamiento. ¿Por qué crees
que lo hace? ¿Hay algo en el desierto que no se encuentra en la sociedad? Si es así, ¿qué
es? ¿Nos lleva Dios allí para hacernos sentir miserables? ¿Para destruir todas nuestras
esperanzas y ambiciones? ¿Por qué nos lleva al desierto?

¿Le ha llevado Dios al desierto? Si es así, ¿cuándo? ¿Qué aprendió allí? ¿Logró Él
hacer en su alma y corazón lo que quería hacer? Tenemos que explorar las respuestas a
estas y otras muchas preguntas, para que podamos aprender a pasar rápidamente por la
experiencia del desierto y llegar a la tierra prometida.

Dios es el que nos guía al desierto

Recuerde que cuando Dios guió a los israelitas, los guió al desierto. Lo mismo pasó
con Jesús:

Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el
Espíritu al desierto (Lc. 4:1).

No estoy tan solo vagando por el desierto. Dios escoge los momentos correctos para
mí y me guía al desierto. Él tiene algunos propósitos especiales en mente, Él sabe que
esto es lo que necesito. En la carne, para mí es difícil verlo, porque he estado disfrutando
de mí mismo en sociedad; puede que tuviera una vida estable, con comida, vestidos y
todas mis necesidades cubiertas, e ir a un lugar donde ya no puedo conseguir estas cosas
por mí mismo es un poco difícil de sobrellevar.

El desierto es donde se rompe la auto-confianza

Inmediatamente me enfrento al hecho de que en el desierto no puedo proveer por mí


mismo adecuadamente. Puede que sea literalmente un desierto o puede que,
sencillamente, Dios me esté quitando mi trabajo estable, y llevando a un periodo
transitorio en el que me veo forzado a confiar en Él. En cualquier caso, es un lugar
donde se rompe la auto-confianza, es un lugar donde tengo que aprender a no confiar en
la fuerza de mi brazo derecho sino en que el poder del Dios Todopoderoso es ahora mi
proveedor y mi sustentador. Dios proveyó comida sobrenaturalmente para los israelitas
todos los días que caminaron en el desierto. Fue allí donde aprendieron que el estilo de
vida de los hijos de Dios era que la debilidad daba lugar al poder de Dios.

He pasado por varios tiempos de transición y desiertos, y según anotaba en mi diario,


Dios me decía continuamente que Él era mi proveedor y mi sustentador, y que tenía que
confiar en Él. Me lo decía una y otra vez, y este es tan solo un ejemplo:
26-11-89
“Buenos días, Jesús. Siento que quieres restaurarme en este día, siento que tú ya has
empezado este proceso de restauración durante esta noche”.

“Sí, hijo mío, lo he hecho; he comenzado durante la noche, porque he tenido ángeles
ministrándote, y ahora, este día, de nuevo haré que los ángeles te ministren. Tú eres mi hijo
amado en quien estoy complacido”.

“Pero Señor, te fallo tantas veces”.

“Mark, te estoy haciendo pasar por pruebas que nunca antes habías tenido. Te estoy estirando
para el trabajo al que yo te he llamado, y por eso tienes esa sensación de fracaso, porque estás
luchando para expandir tu fe como te dije que hicieras a principios de año”.

“Sí, Señor, recuerdo que tú me mandaste que expandiera mi fe, y veo que casi lo
había olvidado”.

“Hijo, el resto de tus exploraciones son solo eso, exploraciones; está bien, es así como formo
al hombre. No desmayes, porque yo estoy contigo.

“Mark, expande tu fe, porque voy a hacer cosas maravillosas a través de tu vida. No te dejaré
ni te abandonaré, estaré siempre contigo, relájate y confía en mí, continúa escribiendo,
experimentando y leyendo; eres muy importante para mí, y es por eso que te estoy podando y
fortaleciendo, porque tengo grandes cosas guardadas para ti. Vamos a construir muchas cosas
juntos; sin embargo, debes estar purificado y fortalecido. Por tanto, mi hijo, celebra este proceso,
porque el proceso es donde estás ahora. No puedes celebrar el objetivo final hoy porque ni
siquiera puedes soportar saber cuál es el final, así que celebra el proceso, y de nuevo te digo,
celebra el proceso”.

“Enviaré a otros para que te fortalezcan en este momento. Así es como funciona mi cuerpo, tú
fortaleces a otros cuando ves el objetivo, y ellos te fortalecen a ti cuando ven el objetivo. Recibe
a los que te envío”.

“Sí, Señor”.

“Mi hijo, irás de nuevo a las calles a proclamar la Palabra, en este momento te he llamado a
casa para preparar el vaso y la palabra que te daré que hables. Ora por una liberación total de
todas las cosas, y yo las aceleraré en el camino. Mientras tanto, he suplido y seguiré supliéndote
cada una de tus necesidades. Mira y ve”.

El Señor después me dio instrucciones de cómo amar a mi esposa aún más y la


siguiente acción que Él quería que hiciera ese día.

Dios me estaba estirando, me estaba enseñando a confiar en Él y a entender el lugar


que tenía para mí en ese momento de mi vida y el propósito de estar ahí, así como la
manera en que le respondía mientras estaba ahí. Esa sabiduría y fuerza fluían en mi vida
cuando anotaba, y no es solamente una sabiduría esotérica, sino que Él terminaba con un
consejo práctico del vivir diario.
El desierto es donde aprendemos a dejar de quejarnos

Números 11 hasta el 18 narra varias veces en las que el pueblo y Moisés se quejaron
contra Dios. Generalmente, esto provocaba la ira de Dios y trágicas consecuencias.
Quizá quiera leer estos capítulos para ver algunas de las historias en detalle de las cosas
con las que Dios estaba tratando en los corazones de su pueblo. Él estaba limpiando el
orgullo, la envidia, la avaricia, los celos, la incredulidad y la falta de agradecimiento por
todas las cosas. En un día Dios mató a 14.700 personas que se estaban quejando (Nm.
17:49). Cuando vi esto, decidí dejar la queja de por vida. Dios odia la queja, y Él nos ha
mandado que nos regocijemos y que en cada cosa demos gracias, porque Él es el Señor
de todo. Cuando nos quejamos, dejamos de reconocer su señorío sobre todo, y entramos
en la incredulidad y el egocentrismo.

A decir verdad, yo también muchas veces tengo mis momentos de queja. Suelen
ocurrir cuando me aparto de la presencia de Dios y vuelvo a la consciencia de mí
mismo. Por lo tanto, la queja se convierte en el barómetro de la presencia de Dios en mi
vida. Incluso Moisés se deprimía de vez en cuando.

Y si así lo haces tú conmigo, yo te ruego que me des muerte, si he hallado


gracia en tus ojos; y que yo no vea mi mal (Nm. 11:15).

Yo me puedo identificar con esto. “Dios, por favor, llévame contigo para que no vea
lo malo que soy cuando me aparto de tu presencia”. Es un recordatorio de quién soy, y
seguro que es algo bueno el que esté aprendiendo a vivir fusionado con la gloria.

Obviamente, muchos de los pensamientos negativos que pasan por nuestra mente
durante los periodos de prueba los envía el enemigo. Cuando Jesús estaba en el desierto
(Lucas 4), tuvo una conversación con el diablo. Satanás le tentó a que usara su poder
para proveer para sí mismo: “Haz que estas piedras se conviertan en pan”. Satanás tenía
un tono acusativo: “Si eres el Hijo de Dios...”. Satanás apelaba a su ego y orgullo: “Te
daré toda esta potestad y la gloria de ellos...”. Satanás tentó a Jesús para probar a Dios,
pero Jesús respondió: “No tentarás al Señor tu Dios”. Satanás incluso usó las Escrituras
en su ataque, claro está, fuera de contexto.

Por lo tanto, parte de lo que está ocurriendo en nuestra experiencia en el desierto es


que estamos enfrentando los pensamientos satánicos, negativos, acusativos, orgullosos y
egoístas dentro de nuestras mentes y corazones, reconociendo que son la voz del Dios
Todopoderoso. El desierto es un lugar y tiempo en nuestras vidas donde descubrimos y
quitamos la voz demoníaca dentro de nosotros, y reconocemos y fluimos con la voz
divina en nuestro interior.

El desierto es donde aprendemos a oír la voz de Dios

En Deuteronomio 5:22-31, Moisés vuelve a contar la historia del intento de Dios de


restaurar su voz y comunión con sus hijos. Él había creado a la raza humana para poder
tener una relación con nosotros, y tuvo comunión con Adán y Eva durante un tiempo,
hasta que el pecado rompió esa comunión. Ahora, en el desierto, Dios está buscando
restaurar esa comunión con sus hijos ofreciendo a los israelitas su voz. Sin embargo, con
su voz viene el fuego, el cual sabemos que es una obra purificadora del Espíritu Santo en
nuestras vidas al quemar el pecado, llevándonos a través de una muerte de nuestra carne
para que podamos vivir totalmente por nuestros espíritus. Los israelitas no estaban muy
seguros de querer pasar por este proceso de muerte, quizá era doloroso, así que apagaron
la voz de Dios y escogieron, en su lugar, vivir por la ley bíblica. Hay un lugar para la ley
bíblica, como ya hemos discutido, porque me guarda en custodia hasta que aprendo a oír
la voz de Dios y me enseña que mi carne no tiene el poder de perfeccionarme.

Así que los israelitas rechazaron la voz de Dios, y por eso nunca llegaron a la tierra
prometida, sino que todos murieron en el desierto. La tierra prometida es el fruto de
vivir por la voz y la visión del Dios Todopoderoso. Así pues, sus hijos conquistaron las
ciudades que estaban en la tierra prometida porque obedecieron las directrices divinas
que les fueron dadas por la voz de Dios.

El desierto es donde se supone que hemos de aprender a oír la voz de Dios y a


obedecerla. Si no aprendemos esta lección, nunca saldremos del desierto en toda nuestra
vida. Si todavía no ha aprendido a oír la voz de Dios, le recomiendo que lea mi
testimonio en Dialogue con Dios. Si ya sabe cómo oír la voz de Dios y sencillamente no
está oyendo y obedeciendo de una forma regular, por favor, arrepiéntase y vuelva a
comenzar, para que pueda avanzar en su vida.

Puntos clave del capítulo once

El desierto es una parte importante de cada una de nuestras vidas.

• Hay lecciones clave que tenemos que aprender en el desierto.


• Dios nos guía al desierto en el tiempo apropiado.
• Si aprendemos las lecciones que Dios nos ha preparado, Dios nos sacará del desierto.
• Si no aprendemos las lecciones que Dios nos ha preparado, nunca saldremos del
desierto, sino que nos quedaremos allí.
• Al otro lado del desierto está la tierra prometida.
• Enumere otros puntos que sean significativos para usted.

Piense y discuta

• ¿Ha estado ya en el desierto? ¿Aprendió las lecciones que Dios estaba intentando
enseñarle ahí? ¿Cuáles eran? ¿Cómo ha cambiado su vida como resultado de
obedecer estas lecciones? Compártalo con su pequeño grupo.
• ¿Ha descubierto la voz de Dios dentro de su corazón? ¿Ha descubierto la voz del
acusador dentro de su corazón? ¿Ha echado fuera al acusador, y ha abrazado al
Consolador en su interior? ¿Está oyendo y obedeciendo la voz de Dios?
• ¿Ha ido voluntariamente cuando Dios le ha guiado al desierto? ¿Se ha sometido a su
mano para que pudiera enseñarle y sacarle fusionado con la gloria? Comparta estas
experiencias con su pequeño grupo.
• Diario – “Señor, ¿qué quieres decirme con relación a mi experiencia en el desierto?
¿Dónde estaba? ¿Cuál fue? ¿Qué estabas intentando enseñarme? ¿He aprendido?
¿Estoy dispuesto a fluir contigo o me estoy resistiendo cuando me quieres tomar de
la mano? Gracias, Señor, por lo que tú me dices”. Como siempre, escriba estas
preguntas en un diario aparte, acallándose en la presencia del Señor y sintonizando
con la espontaneidad. Escriba lo que Él le diga, y vaya preparado para compartir su
diario con los de su pequeño grupo.
Capítulo doce

Releyendo el
Nuevo Testamento

A la luz de mi descubrimiento de las siete verdades al comienzo de este libro, volví


a leer el Nuevo Testamento y descubrí que era un libro totalmente nuevo. Se hizo vivo
como nunca antes, y ardía con una revelación más profunda en mi corazón, como nunca
antes había experimentado. Vayamos a algunas partes juntos y veamos lo que podemos
aprender, pero antes de hacerlo, recordemos las siete verdades clave de este libro.

Verdad nº 1 – Dios es todo en todo


Verdad nº 2 – Yo soy un vaso
Verdad nº 3 – Ya no vivo yo
Verdad nº 4 – Cristo es mi vida
Verdad nº 5 – Estoy muerto a la ley
Verdad nº 6 – Vivo por el Espíritu
Verdad nº 7 – Vivo por la fe de que Dios es Emmanuel

Viajando por Romanos seis, siete y ocho

Romanos seis, siete y ocho ofrecen tres etapas fascinantes de la vida cristiana.
Romanos seis se corresponde con nuestra salvación, Romanos siete trata de las luchas
que enfrentamos antes de aprender a vivir “en Cristo”, y Romanos ocho describe la vida
de paz y poder que experimentamos después que hemos aprendido que hemos muerto y
que nuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Quizá quiera leer estos capítulos en
oración antes de seguir adelante.

Pablo habla de nuestra salvación en Romanos 6:4.

Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a


fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así
también nosotros andemos en vida nueva (Rom. 6:4).

Ahora que he pasado por las aguas del bautismo, estoy listo para comenzar mi vida
cristiana. Sé que mi viejo yo está crucificado con Cristo (6:6). Me considero muerto al
pecado y vivo para Dios en Cristo Jesús (6:11), y actúo en consecuencia, no permitiendo
más que el pecado reine en mi cuerpo mortal. Parece simple, ¿verdad? Saberlo,
considerarlo y actuar. Con eso debería bastar, pero estoy en mi viaje de bodas cuando...
¿qué es esta batalla que estoy sintiendo?

Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago...
Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí.
Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo
otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que
me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable
de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? (Rom. 7:19,21-24).
Debe ser algo más que saber, considerar y actuar. ¡Estoy en guerra! Estoy con el
síndrome del hombre miserable. ¡Ayuda! Sí, hay algo más.

Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley


del pecado y de la muerte (Rom. 8:2).

¡Ajá! Así que hay otra ley que estaba olvidando (o que todavía no había aprendido).
Es la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús. Suena emocionante; ahora tengo que ir
más allá de conocer, considerar y actuar, tengo que bajar al nivel del espíritu, y no tan
solo tocar mi espíritu, sino el Espíritu de Dios que está unido a mi espíritu, y sentir
cómo fluye su vida. Me estoy enfocando en el fluir del poder del Espíritu dentro de mi
espíritu (8:5-6), sintiendo un fluir energético a través de todo mi cuerpo (8:11). Siento
una tremenda intimidad con Dios al sentir sus movimientos dentro de mi corazón (8:15-
16). Ahora Él me guía desde dentro de mi corazón, e incluso siento hondas sensaciones
dentro de mi espíritu que me dirigen al orar (8:26). No hago nada según mis propios
pensamientos o fuerzas, sino que siempre miro dentro y descubro su poder y pulso de
vida, y vivo por ese pulso. ¡Gloria a Dios! Él me ha liberado de mi propio esfuerzo, me
ha hecho “consciente de Dios” en vez de “consciente de mí mismo”.

Releyendo Colosenses

Al principio, cuando iba a los libros de Pablo, iba derecho a la segunda parte porque
era la parte práctica, la que me decía cómo vivir, comportarme y actuar, esa era la
“carne” del libro, pensaba yo. Además, la primera parte estaba llena de mucho
galimatías sobre estar en Cristo, lo cual, realmente, no entendía muy bien.

Ahora veo que al saltarme la primera parte de estos libros e ir rápidamente a la


segunda parte, estaba perdiéndome los principios fundamentales que me capacitaban
para llevar a cabo las acciones mencionadas en la segunda parte. Yo no tenía que
hacerlas, pero Cristo las iba a hacer en y a través de mí. Por ejemplo, vayamos a la
epístola a los Colosenses. Quizá quiera leer los primeros tres capítulos antes de
continuar.

A continuación viene un escrito de mis meditaciones sobre Colosenses capítulo uno


al tres. Vea los cambios sutiles en la conversación según las verdades de los capítulos
comienzan a ser más y más personales.

Primero, encontramos a Pablo reiterando lo que él consideraba como “las realidades


internas” de la vida: fe, esperanza y amor (Col. 1:4-5; ver 1 Cor. 13:13). Yo veía esto
como un barómetro de cómo estoy viviendo, en todos los sentidos, en Cristo. Cuando
estaba saturado con su presencia, estaba lleno de fe, esperanza y amor, pero cuando
estaba distante de su presencia, estas tres realidades ya no eran evidentes a través de mí.
Ahora saltemos al versículo 10:

... para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando
fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios (Col.
1:10).
“¡Aquí hay sustancia!”, solía yo decir. “Ahora tengo un mandamiento para intentar
obedecer. Tengo que intentar caminar como digno del Señor. ¡A por ello!”. No me daba
cuenta en años pasados que al margen de mi Biblia estaba escrito “conocimiento real”
como el significado literal de la palabra “conocimiento”. ¿Qué? ¿Acaso hay
“conocimiento” y “verdadero conocimiento”? ¿Podría ser algo como conocimiento
mental y conocimiento de corazón, o el árbol de la ciencia y el árbol de la vida? Oh,
bien, no hay tiempo para preocuparse por ello, tengo un mandamiento que obedecer, y
se supone que “yo” tengo que caminar como digno del Señor. Ahora, pasemos a los
siguientes versículos.

... fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para


toda paciencia y longanimidad; con gozo dando gracias al Padre que nos
hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz (Col. 1:11-
12).

¡Interesante! Quizá es el glorioso poder de Dios el que me fortalece para caminar de


una manera digna, quizá es Él quien me cualifica.

El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino


de su amado Hijo (Col. 1:13).

¡Nunca me había dado cuenta de esto! Todo gira alrededor de la obra de Dios en vez
de alrededor de mí.

... en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados (Col.


1:14).

Una vez más, mi redención no es por mis esfuerzos, sino por los esfuerzos de Dios.

Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud (Col. 1:19).

Dios ha puesto la totalidad de la deidad en su Hijo Jesús. Jesús manifiesta todo el


poder del universo entero.

... en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y


sin mancha e irreprensibles delante de él (Col. 1:22).

Por la obra de Cristo, soy irreprochable a ojos de Dios. ¿Quieres decir que no es lo
que yo hago lo que me hace irreprochable? ¿Mi belleza está basada en lo que Cristo ha
hecho? ¡Interesante! Quizá debería relajarme un poco más en la obra consumada de
Jesús.

... si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de


la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la
creación que está debajo del cielo; del cual yo, Pablo, fui hecho ministro
(Col. 1:23).

Sabía que tenía que haber un “si en verdad” condicional por algún lado. Esto era
demasiado bueno para ser cierto. Soy irreprochable si camino justamente, ¿verdad? No,
eres irreprochable si crees en la obra consumada de Cristo dentro de tu corazón. ¿Creer?
¿Eso es todo? ¿Solo creer? ¿Creer qué?

El misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que
ahora ha sido manifestado a sus santos, a quienes Dios quiso dar a conocer
las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en
vosotros, la esperanza de gloria (Col. 1:26-27).

Debo creer en el gran misterio. ¿Cuál es este gran misterio? Es que Cristo vive en ti,
y que Él es tu única esperanza de llegar a ser glorioso. En vez de creer en mi propio
esfuerzo para hacerme glorioso, tengo que creer en su fuerza dentro de mí para hacerme
glorioso.

A quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo


hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a
todo hombre (Col. 1:28).

Así que es Él a quien predicamos. Yo antes predicaba acerca de mí, y de mi lucha


por ser santo, y mis esfuerzos, y mi culpa y mis fallos, y mi... Siempre solía predicar
sobre el yo y lo que yo debía hacer, pero el yo ya no vive. Prediquemos, en su lugar,
sobre Alguien que vive dentro del corazón del creyente: Jesús. Prediquemos hasta que
todos sean totalmente conscientes de quiénes son en Cristo, y hasta que se hayan dado
cuenta y hayan liberado todo el poder de Cristo a través de sus vidas. Sobre esto
tenemos que predicar.

Para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual


actúa poderosamente en mí (Col. 1:29).

“Ves, Jesús, yo sabía que Pablo resbalaría y diría que es uno el que trabaja.
Todavía hemos de poner un poco de esfuerzo propio en esta fórmula para que funcione”.

“Sí, Mark, pero no estás teniendo en cuenta el resto de la frase de Pablo. Dijo que
trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí”.

“Sí, me doy cuenta que Pablo dijo eso. Veamos... ¿Entonces no tenemos que trabajar
según nuestra propia fuerza ni lo más mínimo?”.

“¡Así es, Mark! Tú trabajas según el poder de Aquel que fluye dentro de ti”.

“De acuerdo, ¿Y cómo dijiste que sentías este fluir?”.

“Es un fluir del Espíritu, un avivamiento interior. Se siente como un río de paz y poder
brotando dentro de ti”.

“¿Pero se siente de verdad?”.

“Claro, sientes amor, gozo, paz, paciencia, fe, esperanza. Una de las palabras para poder
es energis y significa fuerza activa. Se siente como un fluir de energía activa dentro de ti,
quitando tu pesadez, duda y temor, y simplemente los arroja de ti sobrenaturalmente. Cada
vez que clames a Dios para que haga algo, Él lo hace”.
“Jesús, ¿quieres decir que es así de simple?”.

“¡Sí!”.

“Pero, ¿no hay que luchar, o trabajar o hacer algo?”.

“Bueno, sí, Mark, tienes que luchar para descansar, pero una vez que estás descansando
ya no tienes que ejercer tu propio esfuerzo, y luego, a través de tu quietud, comienza el
fluir”.

“Interesante...”.

Porque quiero que sepáis cuán gran lucha sostengo por vosotros, y por los
que están en Laodicea, y por todos los que nunca han visto mi rostro; para
que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas
las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios
el Padre, y de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la
sabiduría y del conocimiento (Col. 2:1-3).

“Ves, Mark, uno lucha para que los corazones de la gente sean animados”.

“Eso es muy interesante. A mí me gustaba machacar a la gente, en amor cristiano,


para que se pudieran arrepentir...”.

“Mark, quiero que los unas en amor, y en una experiencia y entendimiento confiado de la
unidad que están experimentando con Cristo, quien fluye fácilmente a través de sus
corazones. En este fluir está todo lo que necesitan; por tanto, si son capaces de aprender a
estar sintonizados con este fluir mientras caminan por la vida, podrán tener la sabiduría
sobrenatural, el poder sobrenatural y todo lo sobrenatural que quieran”.

“¡Es increíble!” Creo que mi predicación se debería centrar en alcanzar este fluir
divino dentro del corazón del creyente, ¿verdad?”.

“Ahora lo has entendido”.

Porque aunque estoy ausente en cuerpo, no obstante en espíritu estoy con


vosotros, gozándome y mirando vuestro buen orden y la firmeza de
vuestra fe en Cristo (Col. 2:5).

“Sí Señor, sabía que tú querías que me enfocara en ordenar mi vida y hacerla firme.
Voy a volver a predicar sobre la firmeza”.

“Mark, otra vez estás pasando por alto la mitad de la frase. La firmeza que se celebra es la
firmeza de fe en Cristo, y lo que Él es y hace dentro del corazón del creyente”.

“Ah. De acuerdo”.

“Mark, sobre lo que realmente quiero que prediques es sobre ser un creyente firme en el
poder y fuerza de Cristo para vencer todas los contratiempos y establecer su Reino en y a través
de los corazones de los hombres”.
“Pero si predico sobre la fe todo el tiempo, puede que termine pareciéndome a
Schuller o uno de esos maestros de la fe”.

“¿Y qué tendría de malo? ¿Acaso no estábamos de acuerdo en que las realidades internas
eran fe, esperanza y amor (1 Cor. 13:13)?”.

“Sí, supongo que sí. ¿Quieres decir que tengo que predicar sobre estas tres cosas
continuamente?”.

“Ellas son el corazón del Reino”.

“Hmmm...”.

Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en


él (Col. 2:6).

“Yo luchaba, a mi forma, contra todos los obstáculos intelectuales, e incertidumbres,


y después yo...”.

“No, tú no lo hacías. Un ángel te susurraba al oído la misma frase una y otra vez hasta que
no podías resistir más y sucumbías a mi poder convincente”.

“Sí, supongo que eso debe estar más cerca de la historia real”.

“Ves, Mark, tú recibiste a Cristo Jesús, el Señor, solo a través de la fe, una fe que yo puse en
tu corazón, y tú permitiste que la fe fluyera, simplemente creyendo que yo había hecho
todo, y todo lo que tú tuviste que hacer fue aceptar mi obra expiatoria de salvación. Ahora
quiero que ejercites esa misma fe para caminar en tu vida. No intentes hacer cosas por ti
mismo, yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el final, el primero y el último, y cuando
necesites cualquier cosa, búscame dentro, a Aquel que vive dentro de tu corazón y espíritu,
el que da con gracia a los que le piden, no te apoyes en tu propia fuerza; tú no fuiste salvo
por tu propia fuerza, no puedes guardarte a ti mismo por tu propia fuerza, por tanto, ven a
mí y te sanaré y te estableceré sobre un monte alto, un monte llamado Monte Sion”.

Arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como


habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias (Col. 2:7).

“Ves, Mark, el establecimiento que necesitas no está en obras de auto esfuerzo, sino en el
fácil fluir de mi fe que brota dentro de tu corazón como un río de agua viva, y te transforma
desde dentro. Eso es lo que necesitas. Ven, sé establecido en mi fluir, ven, hijo mío”.

“Sí, Señor, vengo... a ti”.

“Hijo mío, todo lo que realmente tienes que hacer en la vida es adorarme por la totalidad de
todas las cosas, porque yo soy todo en todo, soy el primero y el último, soy tu vida y tu
aliento. Por tanto, tu actividad está atada al agradecimiento, en vez de a la lucha y el sudor.
¿Te das cuenta?”.

“Si, Señor”.

Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas,


según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del
mundo, y no según Cristo. Porque en él habita corporalmente toda la
plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza
de todo principado y potestad. En él también fuisteis circuncidados con
circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso
carnal, en la circuncisión de Cristo; sepultados con él en el bautismo, en el
cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios
que le levantó de los muertos (Col. 2:8-12).

“Mark, muchos vienen diciendo: haz esto y haz aquello, intenta esto e intenta lo otro. Sin
embargo, no nos engañemos, el cristianismo es yo, y solo yo. No son reglas ni principios, ni
es una técnica ni una teología, sino que es una persona: yo. Soy yo, amándote, amando a todo
el mundo a través de ti; esto es el cristianismo. Muchos querrán hacer que sea muchas otras
cosas; sin embargo, no hay otras cosas, soy yo amándote, yo amándolos, esto es el
cristianismo. No te dejes engañar, hijo mío”.

“Sí, Señor”.

“Y con relación a tu corazón, cuando necesite ayuda, estaré aquí para ayudarle; cuando
necesite quitar de él la maldad, estaré aquí para circuncidarle. Ningún hombre puede sanar
el corazón, solo yo puedo, por eso mi porcentaje de éxito en sanar individuos heridos
siempre estará por encima del del hombre, porque ningún hombre puede sanar el corazón.
El corazón le pertenece al Señor, es mío, dice el Señor de los ejércitos”.

Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de


fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de
venir; pero el cuerpo es de Cristo. Nadie os prive de vuestro premio,
afectando humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha
visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal, y no asiéndose de
la Cabeza, en virtud de quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por
las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios. Pues si
habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué,
como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos tales como: No
manejes, ni gustes, ni aun toques (en conformidad a mandamientos y
doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso? Tales
cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario,
en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra
los apetitos de la carne (Col. 2:16-23).

“Mark, la razón por la que he escrito este aviso es porque sé que muchos relegarán el
cristianismo a este nivel, incluso aunque esto no sea lo que he hecho, esto es lo que el hombre
ha hecho, esto es el homólogo del verdadero cristianismo, esta es la falsificación. Está lleno
de reglas y regulaciones, lleno de nos y prohibiciones. Sin embargo, esta es la superficie, y yo
trato con el corazón. Sí, la superficie es importante, pero solo como un trabajo externo de lo
que está en el corazón. Acariciar la superficie no tiene valor a la hora de sanar el corazón, ya
que para sanar el corazón también se sana la superficie. Por tanto, no prestamos atención a la
superficie, no porque no sea importante, sin duda alguna que lo es, sino porque es un
derivado de lo que hay mucho más adentro: el corazón del hombre. Por tanto, tú y yo nos
centraremos en el corazón, cómo sanar el corazón y como liberar mi poder a través del
corazón del hombre, porque al hacer esto, haremos todas las cosas. Mira que yo he hablado, y
yo haré que suceda. Así dice el Señor de los ejércitos”.
Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis
muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo,
vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados
con él en gloria (Col. 3:2-4).

“Ahora, Mark, pondremos nuestras mentes en las cosas de arriba, en las cosas espirituales.
No nos centraremos en cosas terrenales, sino en poderes espirituales, principados, ángeles y
demonios y el crecimiento de mi reino, que es por fe. Esto es lo que vamos a estudiar, esto es
lo que discutiremos, y lo que predicaremos y enseñaremos, y al hacerlo, sanaremos los
corazones de los hombres, al hacerlo sanaremos los reinos de este mundo. ¿Acaso no están
todos en mis manos? Sí, hijo mío, lo están, desde el corazón más pequeño hasta el reino más
grande, todos están en mi mano. Por tanto, les sanaremos, porque pondremos nuestra mente
en las cosas del Espíritu. Mark, predica sobre mi Espíritu y enseña sobre mi Espíritu. Esta es
tu comisión, este es tu sustento; no hay vida fuera de mi Espíritu. Ven a mi Espíritu, mi hijo,
y serás transformado. Ven, otra vez digo: ven”.

“Ahora, cuando mires a las leyes de la segunda parte de Colosenses, te parecerán diferentes.
Ya no serán reglas que tú obedezcas a través de tu fuerza o tu poder; no, ahora serán
mandamientos que yo obedezco a través de la fuerza de mi poder mientras yo vivo mi vida
a través de ti. Ahora son mis mandamientos guardados por mi poder. Tú simplemente eres
alguien a través del cual otro está fluyendo. Sin embargo, no eres simple, yo te he hecho
muy complejo, y te he hecho especial, porque no hay nadie como tú. Cada uno de mis hijos
ha sido especialmente diseñado por mi mano, así que cada uno de vosotros sois especiales.
Todos vosotros sois míos. Ve en paz, hijo mío”.

“Sí, Señor”.

Un repaso de algunos puntos clave del capítulo doce

• La dinámica central del cristianismo del Nuevo Testamento es una relación interna
creciente con el Señor Jesucristo.
• Una vez que tenemos la revelación de la dinámica central del cristianismo, todo el
Nuevo Testamento toma un nuevo significado.
• Los mandamientos del Nuevo Testamento se han de ver solo a la luz de la realidad
interna de que Cristo es nuestra vida.
• Es Cristo el que guarda estos mandamientos a través de nosotros. No somos nosotros
los que los guardamos, no podemos hacerlo porque son sobrenaturales y nosotros, en
nuestro propio cuerpo, somos naturales.
• Debemos aprender a permitir que Dios nos hable según leamos el Nuevo Testamento.
Debemos orar por un “espíritu de revelación” para que los ojos de nuestro corazón
sean iluminados... para que sepamos (Ef. 1:17-18).
• Enumere otros puntos que fueran importantes para usted en este capítulo.

Piense y discuta

• ¿Cuál es su respuesta al ejemplo de arriba del estudio bíblico? Si se dio cuenta,


comenzamos meditando en el texto, y después avanzamos hasta dialogar con Dios, el
autor del texto. ¿Es esto de lo que se trata un estudio bíblico (Ef. 1:17-18)? ¿Ha hecho
esto alguna vez en su estudio bíblico? ¿Por qué no intentarlo con uno de los pasajes
recomendados a continuación?
• Medite en otros pasajes del Nuevo Testamento y vea si, a tenor del estudio de los
principios de este libro, no parecen completamente nuevos. Intente Gálatas 3,4,5;
Efesios 1-5; Filipenses 1-4. Intente el método de meditación ejemplificado en este
capítulo y discutido arriba en el punto uno. Vea qué tal le resulta la experiencia; quizá
quiera añadir una o dos semanas a este curso mientras cada miembro de su grupo va a
casa y trabaja en las porciones de la Escritura sugeridas arriba con su diario a su lado.
Después vuelvan a reunirse y compartan lo que el Señor les ha revelado.
• Propongan un pasaje bíblico como grupo, permitiendo que Dios les hable a través del
pasaje. Pueden escoger cualquier pasaje, pero una posibilidad sería unirse a los
discípulos cuando estaban esperando en el aposento alto en el día de Pentecostés.
Como grupo, quizá quiera releer la narrativa histórica (Hch. 1:4-13); (Hch. 1:21-2:4).
Luego siéntense en círculo, unan sus manos y métanse corporativamente en la
historia, y que cada persona comparta lo que está sintiendo mientras profundizan en
su corazón para encontrarse allí con Cristo. Cada persona puede compartir un minuto
o dos y luego apretar la mano del que tiene a su derecha, como señal de que ha
terminado y que puede hablar el siguiente. Si una persona no quiere compartir nada,
simplemente tiene que apretar la mano de la persona a su derecha. Cuando sea su
turno de compartir, podría compartir lo que está experimentando su corazón, lo que el
Señor le está diciendo, lo que está sintiendo, sus temores o preocupaciones, o su fe y
esperanza. Puede decir el diálogo que está ocurriendo entre usted y el Señor.
Corporativamente pueden entrar en la historia, encontrarse con Jesús y ser
transformados por el encuentro. No tema e intente esta nueva aventura. Inténtelo,
puede que descubra que le gusta.
• Diario – “Señor, háblame sobre lo que es el verdadero estudio bíblico. ¿Es lo que he
estado haciendo hasta ahora? ¿Hay alguna manera en la que quieres que profundice
mi estudio bíblico? Si es así, ¿cómo? Gracias, Señor, por lo que me dices”. Escriba
las preguntas de arriba en su diario y escriba lo que el Señor le responde. Vaya
preparado para compartirlo en clase.
Capítulo trece

¿Una nueva caja teológica


o la experiencia del encuentro divino?

Finalmente, hemos terminado esta parte de la historia de mi vida. Hemos descubierto


siete nuevas verdades:

Verdad nº 1 – Dios es todo en todo


Verdad nº 2 – Yo soy un vaso
Verdad nº 3 – Ya no vivo yo
Verdad nº 4 – Cristo es mi vida
Verdad nº 5 – Estoy muerto a la ley
Verdad nº 6 – Vivo por el Espíritu
Verdad nº 7 – Vivo por la fe de que Dios es Emmanuel

Quizá deberíamos construir una nueva teología sobre la base de estas siete verdades.
Mi antigua teología era lo que yo denominaba como “teología del gusano”, ya sabe, la
idea de que el hombre es un gusano, y podía respaldarlo con la Escritura: “No temas,
gusano de Jacob”. Quizá podríamos llamar a esa nueva teología “vida de unión”, o
“viviendo la vida reemplazada” o... algo parecido. ¿Qué piensa?

¿Realmente quería crear una nueva teología? Quizá la vida no está en las teologías,
quizá está en un arroyo, un río, un fluir, quizá no necesito definir y delinear precisa y
teológicamente las verdades de este libro, quizá lo que tenemos aquí es una nueva
experiencia (o al menos una más profunda) en el Espíritu Santo.

Si degenero las verdades de este libro en una teología, corro el peligro de decir:
“Estamos fusionados a Dios y, por tanto, todo lo que digamos o hagamos es Dios, así
que escuche bien, esto es Dios hablando”. No creo que sea bueno, esto no era
exactamente lo que yo tenía en mente como resultado final de este libro. Sería mucho
más cercano aquel que ha establecido una gran mansedumbre en su vida porque se da
cuenta que es polvo fusionado con la gloria; él siempre será polvo, Dios siempre será
gloria; este es mi cuadro según camino por la vida: soy polvo fusionado a la gloria. De
esta forma, siempre sé quién soy, y siempre sé quién es Dios, y siempre sé quiénes
somos los dos cuando nos fusionamos (1 Cor. 6:17).

Por eso, en vez de decir que tenemos una nueva teología, digamos que hemos
aprendido a encontrar a Dios más profundamente y a vivir por Él de manera más
comprometida que nunca. Esto me gusta mucho más, ¿a usted no?

Para terminar este libro y enfatizar el punto de que esto no es una nueva teología,
sino una profundización de una relación, pensé que podía compartir parte de mi diario
del último año con usted. No todo tiene que ser necesariamente de las siete verdades de
este libro, porque cuando Dios y yo nos sentamos a hablar, hablamos de muchas cosas.
La vida no está siempre perfectamente dividida en categorías de siete pequeñas
verdades. La vida es la vida, así que acompáñeme, mientras comparto algunos de mis
momentos de encuentros divinos con usted.

30-10-89

Buenos días Jesús. ¿Qué es lo que quieres decirme en este día?

Mark, necesito que vengas a mí diariamente durante este periodo de tu vida. Hay muchos
cambios, y muchas cosas que están pasando, y tienes que oír una palabra fresca de mí cada
día si quieres ser guardado y no salirte del trazado.

Está bien, Señor, buscaré tu gracia para hacerlo.

Ahora, con relación a hoy, ya me has oído mientras estabas corriendo; te he dado este tiempo
para que montes tu oficina y vuelvas a escribir tus libros y los produzcas profesionalmente.
No te preocupes; cuando llegue el momento de imprimirlos, tendrás el dinero, porque yo lo
supliré. Sin embargo, ahora es tiempo de terminar estas tareas. Hay mucho que hacer, no
seas perezoso, sino recuerda cuál es la voluntad de Dios y hazla. Las demás cosas caerán por
su propio peso. Mira y contempla la salvación del Señor.

¿Qué más?

Mark, ama a tu esposa... Ama a tu esposa y a tus hijos.

Gracias, Señor.

1-11-89

Me desperté de un sueño:
Estaba corriendo una carrera en un área montañosa, el viento soplaba fuertemente
contra mí, manteniéndome a flote. El viento cesó, y el camino se estrechó para
convertirse en un estrecho saliente. Comencé a gatear y, en un instante, el miedo se
apoderó de mí. Me detuve y me empezó a entrar el pánico, pero alguien apareció detrás
de mí, saltó a un saliente que había por encima de mí y barrió un poco de paja de heno.
Luego saltó. La altura era muy grande, por lo que estaba seguro que se habría quedado
muy herido o incluso muerto. Pero aterrizó suavemente y se volvió a levantar de un
salto, animándome a que yo hiciera lo mismo. Tenía miedo y comencé a gatear hacia
atrás, preparado para buscar otro camino, pero él quitó las pacas que había debajo de mí
y me caí rodando. El miedo sacudió mi corazón, pero poco después aterricé suavemente
sin hacerme daño. ¡Lo había conseguido!

Interpretación del sueño:

Mark, el miedo te ha llevado al estancamiento. Reprende al miedo y salta a lo desconocido.


Yo estoy ahí para tomarte, porque yo he ido delante de ti, preparándote el camino.

Sí, Señor. ¿Hay alguna acción especial que tenga que hacer?

Sí. Ama a tu mujer y a tus hijos agresivamente. Ellos necesitan tu mente y corazón...
25-11-89

Señor, ¿qué ocurre con mi economía?

Mark, ¿es que no he cuidado de ti hasta aquí? ¿Crees que no voy a seguir cuidando de ti? Por
supuesto, hijo mío. ¿Por qué te preocupas? Si alimento a los pájaros del cielo, ¿cómo no voy
a cuidar de ti?

Señor, parece que todo lo que hecho hasta aquí ha sido en vano.

Tienes razón, hijo mío, porque estás operando bajo el miedo y la presunción. ¿No sabes que
los caminos del hombre no son mis caminos? No traces tu propio plan, espera en mí, no te
afanes por el mañana, porque el mañana traerá su propio afán. Baste a cada día sus propios
problemas. Enfócate en las necesidades de hoy, enfócate en el llamado de hoy.

Está bien Señor, ¿cuál es el llamado de hoy?

Terminar tus libros, tener éxito en... Establecer tus empresas y operaciones, este es el trabajo
para hoy. Amar a tu familia y dejar de empujar tanto. ¿Acaso has conseguido algo
empujando así? No, nada. De nuevo te digo: nada. Mira y ve la salvación del Señor. Mira, te
digo, y ve la salvación del Señor.

11-12-89

Buenos días, Jesús. No tengo idea de qué actividades son importantes para ti hoy. Por
favor, dime lo que tengo que hacer.

Bien hijo mío, la actividad más importante es conseguir un buen árbol de Navidad para tu
familia y ayudarles a ponerlo. Esto es muy importante para Patti, así que también es
importante para ti. Es una buena actividad de familia. Hazlo.

Sí, Señor.

12-12-89

Buenos días, Señor. Por favor sopla nueva vida en Patti y en mí. Necesitamos tu
poder sanador en este día.

Sí, Mark, lo sé. Ahora que tú me lo has pedido, yo voy a suplir.

Señor, trae a nuestras vidas las personas y la provisión que has planeado para
nosotros.

Lo haré, hijo mío. Mira y ve la salvación del Señor.

Señor, ¿es pronto para comenzar a trabajar en el catálogo de temario de Lifelong?

No, hijo mío, puedes empezar ya.


7-12-89

Mark, ¿por qué te apresuras a tomar las decisiones sin consultarme? ¿No consideras esto
como una gran decisión? ¿No crees que esto merece que consideres mi opinión sobre el
tema, y que lo sometas a la autoridad?

Sí, Señor, supongo que llevas razón. ¿Qué quieres decirme?

Bien, primero de todo, esto no fue idea mía, llegó a ti pero no de mí; por tanto, no valdrá de
nada. No inviertas dinero en ello porque no obtendrás beneficios. Yo seré tu fuente, yo
proveeré, no confíes en el brazo de la carne para proveer la provisión sobrenatural del Dios
Todopoderoso. Es Dios mismo el que provee para tus necesidades, y es Dios mismo el que
será glorificado.

¿No sabes que estamos construyendo una historia, tú y yo? Estamos trabajando juntos en un
recuento de viajes de historia y fe. Esta es una historia importante que estamos construyendo,
y por eso estoy observándote tan de cerca. No permitiré que descarrile, puedes conseguir hoy
esta línea de crédito pero yo no quiero que lo hagas, yo seré tu provisión; espera y verás la
salvación del Señor. No tendrás que poner en peligro tu casa o tu estilo de vida para hacer
aquello para lo que te he llamado, porque yo proveeré sobrenaturalmente. No consigas este
préstamo en este momento.

Está bien, Señor.

Simplemente arregla las cosas del banco que hay que arreglar y trabaja en lo que he puesto
por delante de ti.

Sí, Señor.

20-2-90

Mark, hoy se han tomado importantes decisiones que afectarán tu futuro en gran manera.
Hoy va a ser un día de oración y adoración. Hoy te tienes que abandonar en mí totalmente
como un sacrificio del fruto de tus labios. No es un día para que escribas, no es un día para
que estudies, es un día para que ores, para que yo mueva montañas en los corazones de la
gente, para que yo haga milagros y cosas maravillosas. Hoy es un día de oración para
ambos... y para... Todos necesitan tus oraciones. Hoy es un día de oración y ayuno ante mí.
Busca mi rostro de una forma poderosa hoy, hijo mío, y ve y contempla los milagros que yo
haré en tu favor.

Haz sólo lo que sea necesario. Deja que el resto se haga otro día. Hijo mío, mira y ve la
salvación del Señor; mira, he dicho, y ve la salvación del Señor.

Si Señor, fortaléceme y guíame en este día, yo oro.

Lo haré, hijo mío, solo ven a mí y yo lo haré.

23-2-90
Mark, debes saber que Satanás te está atacando. Resístele y huirá de ti. Mantente firme en mí
yo te sostendré.

Fortaléceme, Señor.

Mark, te ayudaré en este día. Será un día de unción cuando escribas y hagas tus actividades.
Disfruta de ello y de mí; ve a trabajar, hay muchas cosas que vamos a hacer en este día.

La vida sigue, y cada día hay una nueva aventura con el Señor, cada día es un paso
de fe al caminar en lo desconocido, confiando en el fluir del corazón. Sí, es una forma
de vivir arriesgada; sí, incluso cometo errores de vez en cuando; sin embargo, es la
mejor manera de vivir que yo he conocido hasta ahora en mi vida. De todo lo que puedo
decir, es la manera en que vivían los profetas en la Biblia. De todo lo que puedo sentir,
es una manera de liberar el poder divino del Dios Todopoderoso a través de los
corazones. Te lo recomiendo, y si caes, te animo a hacer lo mismo que yo hago,
levántate y di: “Dios, ¿lo podemos intentar de nuevo?”. Estoy seguro que después de
que hayamos caminado así una o dos generaciones, estaremos mucho más capacitados,
como cultura, para caminar con Dios. Mientras tanto, debemos comenzar por donde
estamos y avanzar desde ahí. No conozco otra manera.

Que las ricas bendiciones de Dios estén sobre su vida mientras viaja por el camino de
la vida de forma ¡naturalmente sobrenatural!

Repaso de algunos puntos clave del capítulo trece

• El objetivo de este libro no es establecer una nueva teología.


• La vida no tiene que ser una teología, sino simplemente “vida”.
• El objetivo de este libro es que tengamos una honda experiencia con Dios, y no una
nueva teología.
• Deberíamos permitir que la vida fuera un encuentro creciente, dinámico, continuo
con el Dios Todopoderoso, en vez de porciones de teología.
• Para mí, todo lo que he dicho se resume en anotar y tener un encuentro divino
diariamente. Esto es la vida para mí, esta es la manera en que yo vivo las verdades de
este libro, y así es como le recomiendo que viva las verdades de este libro.

Piense y discuta

• ¿Por qué estamos tan prestos a convertir las nuevas ideas en nuevas teologías? ¿Es
acaso sabio? ¿Es acaso conveniente? ¿Es necesario? ¿Hay algún detrimento en
convertir una nueva experiencia con Dios en una nueva teología? Si es así, ¿cuál es
ese detrimento?
• ¿Está la teología dirigida a la mente, o al corazón? ¿La teología es vida, o un
revestimiento de la vida? ¿Deberían los cristianos enfocarse en experimentar a Dios
en la vida, o en una teología sobre Dios? ¿Dónde ha empleado usted la mayor parte
de sus energías como cristiano?
• ¿La teología une o divide a la iglesia? ¿Podemos probar algo por sus frutos? Si la
teología divide a la iglesia, ¿podemos decir que el fruto de enfatizar es malo? ¿O
sería mejor decir que “yo” tengo la teología correcta y las otras 2.300
denominaciones del cristianismo están equivocadas? ¿Qué piensa?
• ¿Enfatizó Jesús una teología, o simplemente manifestó el poder de Dios en las
experiencias de la vida? ¿Tendía Él a erradicar la teología con sus simples, pero a la
vez profundos, dichos de: “Pero yo os digo...”? ¿Qué es lo que atraía a la gente hacia
Jesús?
• Diario – Escriba las siguientes preguntas en la parte superior de la pagina de su
diario: “Señor, ¿podrías, por favor, hablarme sobre las verdades de este libro, y cómo
tienen que ver con la teología? ¿Sirve de algo la teología? Si es así, ¿para qué vale?
¿Hay algún peligro en la teología? Si es así, ¿cuál es?”. Escriba la respuesta que Él le
dé. Vaya preparado para compartirlo con su pequeño grupo.
Apéndice A

Tú puedes oír la voz de Dios

La era en la que vivimos está tan unida al racionalismo y al pensamiento cognitivo y


analítico, que casi nos mofamos cuando oímos a alguien decir que realmente es capaz
de oír la voz de Dios. Sin embargo, no debemos mofarnos por varias razones. Primero,
hombres y mujeres a lo largo de toda la Biblia oyeron la voz de Dios. También, hay
algunos hombres y mujeres de Dios muy eficaces y de buena reputación viviendo hoy, y
que demuestran que oyen la voz de Dios. Finalmente, hay un gran hambre dentro de
todos nosotros de tener comunión con Dios, y de oírle hablar dentro de nuestros
corazones.

Como cristiano creyente nacido de nuevo, luché sin éxito durante años para oír la voz
de Dios. Oraba, ayunaba, estudiaba mi Biblia e intentaba escuchar una voz en mi
interior, y todo en vano. ¡No había tal voz interior que yo pudiera oír! Después Dios
me apartó durante un año para estudiar, leer y experimentar en el área de aprender a oír
la voz de Dios. Durante ese tiempo, Dios me enseñó cuatro claves que abrieron la
puerta a una oración de doble sentido. He descubierto que no solo funcionan para mí,
sino también para los miles de cristianos a los que les han enseñado a usarlas. De hecho,
el 99 por ciento de aquellos a los que he enseñado, han aprendido a entrar en un diálogo
con Dios, consiguiendo una gran intimidad en su vida cristiana, transformando
claramente su manera de vivir. Esto le ocurrirá también a usted cuando busque a Dios,
utilizando las siguientes cuatro claves. Todas ellas están en Habacuc 2:1-2, y le animo a
que lea este pasaje antes de continuar.

Clave 1 – La voz de Dios en nuestro corazón es como un fluir de pensamientos


espontáneos; por tanto, cuando sintonizo con Dios, sintonizo con la espontaneidad.

La Biblia dice: “Y Jehová me respondió y dijo...” (Hab. 2:2). Habacuc conocía el


sonido de la voz de Dios. La Biblia lo describe como una pequeña y tranquila voz. Yo
siempre había querido oír una voz interna audible, y no cabe duda de que Dios puede y,
de hecho, habla así muchas veces; sin embargo, yo he encontrado que para la mayoría
de nosotros, la mayoría de las veces, la voz interior de Dios nos llega en forma de
pensamientos espontáneos, visiones, sentimientos o impresiones. Por ejemplo, ¿no
hemos tenido la mayoría de nosotros la experiencia de conducir por la carretera y ver
que nos viene un pensamiento de orar por cierta persona? Generalmente, reconocemos
esto como la voz de Dios diciéndonos que oremos por ese individuo, y mi pregunta para
usted es: “¿Cómo oyó la voz de Dios cuando conducía por la carretera?”. ¿Fue una voz
interior audible o fue un pensamiento espontáneo que atravesó su mente? La mayoría de
ustedes dirán que la voz de Dios vino como un pensamiento espontáneo.

Así pues, pensé para mí: “Quizá cuando intento escuchar la voz de Dios, debería
intentar oír un fluir de pensamientos espontáneos. Quizá la comunicación al nivel del
espíritu se recibe como pensamientos espontáneos, impresiones, sentimientos y
visiones”. A través de experiencias y opiniones de otras muchas personas, ahora estoy
convencido de que esto es así.

La Biblia confirma esto de muchas maneras. La definición de paga, que es la palabra


hebrea para intercesión, es un “encuentro fortuito” o “una interferencia accidental”. Por
tanto, cuando Dios pone a personas en nuestro corazón para interceder, lo hace por
medio de paga, un encuentro con un pensamiento que “accidentalmente” interfiere con
nuestro proceso de pensamientos. Por lo tanto, cuando sintonizo con Dios, sintonizo con
un encuentro fortuito de pensamientos o pensamientos espontáneos. Cuando adopto una
posición de quietud ante Dios en oración, he descubierto que el fluir espontáneo que
viene a mí, definitivamente procede de Dios.

Clave 2 – Debo aprender a acallar mis propios pensamientos y emociones, para


poder sentir el fluir de pensamientos y emociones de Dios en mi interior.

Habacuc dijo: “Sobre mi guardia estaré, y sobre la fortaleza afirmaré el pie...” (Hab.
2:1). Habacuc sabía que para oír los pensamientos espontáneos internos y callados de
Dios, primero tenía que ir a un lugar tranquilo y acallar sus propios pensamientos. El
Salmo 46:10 nos anima a “Estad quietos, y ved que yo soy Dios”. Hay un gran
conocimiento interior (fluir espontáneo) en nuestro espíritu que cada uno de nosotros
podemos experimentar cuando acallamos nuestra carne y nuestra mente.

Yo he descubierto varias maneras simples de acallarme para así captar más


rápidamente el fluir espontáneo de Dios. Amar a Dios a través de una canción tranquila
de adoración es la forma más efectiva para muchos (vea 2 R. 3:15). Es cuando yo me
tranquilizo (pensamientos, voluntad y emociones) y me posiciono ante Dios, cuando se
realiza el fluir divino; por tanto después de adorar tranquilamente y acallarme, me abro
para ese fluir espontáneo. Si me vienen pensamientos de cosas que se me ha olvidado
hacer, los escribo y me olvido de ellos. Si me vienen pensamientos de culpa o de
indignidad, me arrepiento, recibo el lavamiento de la sangre del Cordero, y me pongo su
túnica de justicia, viéndome a mí mismo como sin mancha delante de la presencia de
Dios.

Según pongo mi mirada en Jesús (Heb. 12:2), me acallo en su presencia y comparto


con Él lo que hay en mi corazón, descubro que empieza a fluir un diálogo de dos
direcciones, los pensamientos espontáneos empiezan a fluir desde el trono de Dios y
veo que estoy conversando con el Rey de reyes.

Es muy importante que se calme y se enfoque adecuadamente si quiere recibir la


palabra pura de Dios. Si no está calmado, solo recibirá sus propios pensamientos, y si
no está correctamente enfocado en Jesús, recibirá un fluir impuro, porque el fluir
intuitivo procede de allí donde pongamos nuestros ojos; por tanto, si usted pone sus ojos
sobre Jesús, el fluir intuitivo que le vendrá será de Jesús, si pone sus ojos en algún deseo
de su corazón, el fluir intuitivo que le vendrá será de ese deseo de su corazón. Para tener
un fluir puro, primero debe “calmarse” y segundo, debe cuidadosamente “poner sus ojos
en Jesús”. De nuevo diré, que esto se hace muy fácil adorando tranquilamente al Rey, y
luego recibiendo a través de esa calma que fluye.

Clave 3 – Cuando oro, fijo los ojos de mi corazón en Jesús, viendo en el Espíritu los
sueños y visiones del Dios Todopoderoso.
Ya hemos hecho alusión a este principio en partes previas; sin embargo, tenemos que
desarrollarlo un poquito más. Habacuc dijo: “Velaré para ver” y Dios dijo: “Escribe la
visión” (Hab. 2:1-2). Es muy interesante que Habacuc iba a comenzar a buscar la visión
cuando oraba, iba a abrir los ojos de su corazón y mirar el mundo espiritual para ver lo
que Dios quería mostrarle. Esta es una idea interesante.

Yo nunca había pensado en abrir los ojos de mi corazón y buscar una visión; sin
embargo, cuanto más pensaba en ello, más me daba cuenta que era esto exactamente lo
que Dios intentaba que yo hiciera. Él puso ojos en mi corazón, y no son para que los use
para lujuriar o para ver el fracaso, sino para ver la visión y la acción del Dios
Todopoderoso en el mundo espiritual. Yo creo que existe un mundo espiritual activo en
pleno funcionamiento alrededor de mí, y que este mundo está lleno de ángeles,
demonios, el Espíritu Santo, el Dios omnipresente y su Hijo omnipresente, Jesús. No
hay razón para que yo no lo vea, aparte de mi cultura racional, que me dice que no crea
ni siquiera que está ahí y no me da instrucciones de cómo abrirme para ver este mundo
espiritual.

El requisito previo más obvio para ver es que tenemos que mirar. Daniel estaba
viendo una visión en su mente y dijo: “Miraba yo... Estuve mirando... miraba yo” (Dn.
7:2,9,13). Cuando oro, busco que Jesús esté presente conmigo y le miro cuando me
habla, haciendo y diciendo las cosas que hay en su corazón. Muchos cristianos se darían
cuenta de que si tan solo mirasen, verían. Jesús es Emmanuel, Dios con nosotros, y es
tan simple como esto. Usted verá una visión interna espontánea de la misma manera que
recibe el fluir espontáneo de pensamientos. Es posible ver a Jesús presente con usted en
un ambiente cómodo, porque Cristo está presente con usted en un ambiente cómodo.
De hecho, descubrirá que la visión interna viene tan fácilmente que tendrá tendencia a
rechazarla, creyendo que es usted mismo. (La duda es el arma más efectiva de Satanás
contra la iglesia). Sin embargo, si persiste en escribir estas visiones, su duda pronto será
vencida con la fe, cuando reconozca que el contenido de ellas solo podría haber nacido
del Dios Todopoderoso.

Dios se reveló continuamente a sí mismo a su pueblo a través de sueños y visiones, y


lo hizo desde Génesis hasta Apocalipsis; dijo que, siendo derramado el Espíritu Santo
en Hechos capítulo dos, deberíamos recibir un fluir continuo de sueños y visiones (Hch.
2:1-4). Jesús, nuestro ejemplo perfecto, demostró esta capacidad de vivir por el contacto
continuo con el Dios todopoderoso. Dijo que Él no hacía nada por su propia iniciativa,
sino solo lo que veía hacer a su Padre y oía de su Padre (Juan 5:19,20,30). ¡Qué
manera tan increíble de vivir!

¿Es realmente es posible para nosotros vivir por la iniciativa divina como lo hizo
Jesús? Yo creo que sí. Uno de los más grandes propósitos de la muerte y resurrección de
Jesús fue que el velo del templo que separaba a la gente de Dios, se rasgó de arriba
abajo, dándonos acceso a la inmediata presencia de Dios, y se nos mandó que nos
acercáramos (Hab. 10:19-22). Por tanto, incluso aunque lo que estoy describiendo
parezca un poco inusual para una cultura racional como la del siglo XX, está
demostrado y descrito como una experiencia y enseñanza bíblica central. Es tiempo
de devolverle a la Iglesia lo que le pertenece.
Debido a su intensa naturaleza racional y existencia en una cultura mayormente
racional, algunos necesitarán más ayuda y entendimiento sobre estos principios antes de
poder entrar en ellos. Podrán encontrar esta ayuda en el libro Dialogue con Dios, del
mismo autor.

Clave 4 – Anotar, escribiendo nuestras oraciones y las respuestas de Dios, nos da


una gran libertad para oír la voz de Dios.

Dios le dijo a Habacuc: “Escribe la visión, y declárala en tablas...” (Hab. 2:2). Nunca
se me había ocurrido escribir mis oraciones y las respuestas de Dios como lo hizo
Habacuc. Realmente, esto fue ordenado por Dios. Si comienza a escudriñar las
Escrituras buscando esta idea, descubrirá cientos de capítulos que lo demuestran
(Salmos, muchos de los profetas, Apocalipsis). ¿Por qué nunca había pensado en ello?
¿Por qué nunca había escuchado una predicación sobre esto?

Decidí llamar a este proceso anotar, y comencé a experimentar con ello. Descubrí
que era un facilitador fabuloso para discernir con claridad el interno fluir espontáneo de
Dios, porque al anotar, era capaz de escribir en fe durante largos periodos de tiempo,
simplemente creyendo que era de Dios. No tenía que probarlo cuando lo recibía (cosa
que atasca nuestra recepción), porque sabía que cuando el fluir se terminaba, podía
regresar, probarlo y examinarlo con esmero entonces, asegurándome que no
contradecía las Escrituras.

Se sorprenderá a medida que intenta anotar. Puede que la duda le asalte al principio,
pero deséchela, recordándose a usted mismo que es un concepto bíblico, y que Dios está
presente, hablando con sus hijos. No se ponga demasiado serio; cuando lo hace, uno se
pone tenso y entorpece el mover del Espíritu Santo. Es cuando dejamos nuestras obras
y entramos en su reposo, cuando Dios está libre para fluir (Heb. 4:10). Por tanto, ponga
una sonrisa en su rostro, siéntese cómodamente, tome papel y bolígrafo y dirija su
atención hacia Dios en alabanza y adoración, buscando su rostro. Según escribe sus
preguntas a Dios y se calma, fijando sus ojos en Jesús, que está presente con usted, de
repente tendrá un buen pensamiento como respuesta a su pregunta. No lo dude,
simplemente escríbalo, y más tarde, cuando repase su diario, también se sorprenderá al
descubrir que está, sin lugar a dudas, dialogando con Dios.

Algunas notas finales. Nadie debe intentar esto sin haber leído primero, al menos, el
Nuevo Testamento (preferiblemente la Biblia entera), ni tampoco nadie debería
intentarlo a menos que esté sometido a un liderazgo espiritual. Todas las decisiones
importantes que supongan un cambio de dirección procedentes de la anotación, deberían
someterse antes de llevarlas a cabo. Está altamente recomendado que antes de perseguir
las técnicas descritas arriba, el lector se identifique totalmente con ellas leyendo el libro
Comunión con Dios o Dialogue con Dios, del mismo autor. ¡Que la experiencia de
Habacuc también sea suya!
Comunión con Dios –
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cristianos pueden dialogar con Dios. El 99 por ciento de todos los participantes
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http://www.cwgministries.org/Free-Christian-Books-and-Articles.htm

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