La gloria de Dios interviene y se manifiesta en la tierra por medio del entendimiento proclamado. La transición de la unción a la gloria de Dios, está despertando en la presente generación hambre y la sed por llegar a vivir indeleblemente en la presencia de Dios.
La gloria de Dios es la esencia característica de lo que él
es y su propia presencia.
¿Qué es la gloria de Dios?
En hebreo existe una palabra que define como: “kabód”,
que nace de la raíz “kabéd” esto concreta-mente significa peso o riqueza. Esta palabra era utilizada en la antigüedad para describir a un hombre muy rico, famoso, con gran reputación, e igualmente para representar a Dios.
Otros denotados son honor, fuerza, poder, entorno,
majestad, hermosura, reconocimiento, santidad, grandeza y magnificencia. En el original griego del nuevo testamento la palabra que se utiliza es doxa cuyo personificado alude a la fama, reputación, abundancia, riqueza, dignidad, resplandor y honra.
Es decir, fundamental de la gloria, tanto en hebreo como
en griego, contiene o involucra todo lo que Dios es, con todos sus atributos, virtudes, carácter, naturaleza y perfección. La gloria de Dios es la esencia y característica de lo que él es y su propia presencia.
La gloria de Dios es la expresión evidente y real de su
existencia impactando los sentidos físicos. Es Dios haciéndose palpable. En el antiguo testamento se manifestó en forma de nube, llamada “shekiná” que simboliza “Aquel que vive “.
Esto se personaliza a Dios habitando en su desarrollo;
representa la inmediata presencia de Dios que trasciende. Esto significa que Dios se exterioriza en el ámbito físico, pasa del mundo espiritual al mundo natural. Shekiná se conforma de la raíz shakán que comprende morar establemente. El mayor deseo y la voluntad perfecta de Dios siempre ha sido morar, reposar, vivir entre y con su pueblo.
¿Cómo entrar al conocimiento revelado de la
gloria de Dios?
Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de
Jehová, como las aguas cubren el mar.(Habacuc 2:14)
La palabra “conocimiento” empleada en el versículo
anterior es el vocablo hebreo “yadá” que personifica percibir, entender, obtener conocimiento. De igual forma representa conocer a una persona en la intimidad, “tal como es usada en Génesis 4:1 donde se define la intimidad sexual entre Adán y Eva”.
En griego, “conocimiento” se puede interpretar como
“gnosis” o como “epignosis”. El primero es el conocimiento científico o teórico, mientras que el segundo se refiere al conocimiento empírico o práctico; epignosis es reconocer o ser reconocido, es entrar en relación íntimo con el objeto a intimar.
Si comprendemos que la tierra está llena de la gloria de
Dios, entonces lo que hace falta para ver las demostraciones es el conocimiento revelado, que comienza en el espíritu cuando se logra la relación íntima con Dios. De esta manera el conocimiento se revelado por el Espíritu santo para vivir-lo y experimentarlo, no es para que se quede como un conocimiento intelectual y completamente mental.
¿Sobre qué bases opera la gloria de Dios?
La soberanía de Dios
Esto simboliza que Dios hace lo que quiere, cuándo quiere
y cómo quiere. En este tiempo tenemos por costumbre a no darle libertad al Espíritu santo para ejercer Su soberanía divina en nuestra vida personal, mucho menos en la iglesia. Por eso asistimos a servicios monótonos donde nada sobrenatural ocurre. De ahí que nuestra prioridad siempre debe ser que el Espíritu Santo pueda manifestar la soberanía de Dios y hacer lo que Él quiere.
No te apresures a irte de su presencia, ni en cosa mala
persistas; porque él hará todo lo que quiere. (Eclesiastés 8:3)
La iniciativa de Dios
Jesús es la cabeza de la iglesia, quiere decir que es él
quien toma la iniciativa para la gestión y se mueve a su completa voluntad, como él quiere. Más sin embargo, en alguna oportunidad quizá Dios no inicia la gestión. Cuando esto acontece, es mejor que en obediencia hagamos lo que ya nos mandó, dejando bien determinado que conocemos lo que él ordenó, y que no vamos a improvisar algo nada más para salir del asunto.
La Escritura muestra al rey Saúl esperando al profeta
Samuel para ofrecer sacrificio a Jehová, pero como no llegó decidió que él lo haría; eso es desobediencia. No es lo que quiero puntualizar. Pero sí, tenemos que tener claro que debemos, hacer lo que Dios ya estableció:, hacer discípulos, evangelizar, sanar a los enfermos y echar fuera demonios. En su mayoría los creyentes entienden lo que es la soberanía de Dios, pero muy pocos son los que perciben cómo trabajar bajo esa soberanía, a través de la fe.
Esperando siempre la iniciativa de Dios
Cuando la manifestación de Dios no se exterioriza,
debemos saber ejercitar nuestra fe, unción, y dones. Si no procedemos y siempre residimos esperando que Dios tome la iniciativa, entonces estamos actuando en los extremos.
Por ejemplo, si apreciamos que el Espíritu santo no ha
tocado al perdido, nosotros, por fe, tenemos que hacer el llamado de salvación. Como Dios ya nos mandó a hacerlo, no debemos esperar a que sea él quien dé el próximo paso. Visiblemente, el próximo paso es nuestro compromiso.
¿Cuál es la diferencia entre gloria y unción?
La unción es para la tierra y sólo opera en nuestra
naturaleza. La gloria testifica de los poderes del siglo venidero porque es la atmósfera del cielo. Así como el aire es la atmósfera de la tierra, la gloria es la atmósfera del cielo. La unción nos prepara para la gloria. La gloria es la presencia de Dios. La unción nos da la habilidad o el poder para pararnos en Su presencia; la gloria es Su presencia. En la unción trabajan el don y la fe de un hombre; en la gloria es Dios mismo trabajando. En la unción, la fe pone demanda sobre el manto de un hombre; en la gloria, la fe pone la demanda sobre la presencia de Dios. La unción nos fue dada para sanar a los enfermos, pero en la gloria de Dios la enfermedad es ilegal. En la unción Jesús es el sanador, en la gloria Jesús es el Creador. En la unción trabajamos, pero en la gloria adoramos y descansamos. La unción nos fue dada para decapitar gigantes; en la gloria los gigantes no entran. En la unción sentimos cómo el poder de Dios sale de nosotros; en la gloria el poder sale de Dios mismo.
La Escritura certifica que la tierra está llena de la gloria
de Dios, pero la frecuencia de entrada para verla extendida en el plano natural es la revelación, no la razón. Es incuestionable que la presencia de Dios está en todo lugar pero no en todo lugar se manifiesta. Sé un portador de su gloria. Si aún lo le has recibido, toma la decisión en este tiempo, donde su gloria se está manifestando. Eres parte de sus perfectos propósitos.