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En virtud de ello, en tales supuestos “las autoridades deberán adaptar las disposiciones de la

presente ley a las concretas necesidades y particularidades que presente la situación de


vulnerabilidad cuya solución sea requerida, adecuando, entre otras, las normas sobre legitimación,
plazos y demás formalidades”.

Además, se dispone que tales personas “gozaran de asistencia y asesoramiento jurídico e


interdisciplinario gratuitos”

6. ámbito de aplicación del régimen de procedimiento administrativo: la función administrativa

Con relación a ello debe recordarse que el régimen de procedimiento administrativo resulta
aplicable cuando estamos en presencia del ejercicio de la función administrativa.

Sobre la base de tal premisa, precisamos seguidamente cuando estamos en presencia de tal
especie de función estatal.

6.1 la actividad administrativa en el marco de la división de poderes

Como sabemos, nuestro país adopta un sistema republicano de gobierno (art. 1 CN) combinado
con un modelo de carácter federal, lo que le imprime características propias que no pueden ser
desconocidas a la hora de analizar el régimen de la administración pública. Pues, como lo ha dicho
la corte suprema federal, nuestra ley fundamental declara la unidad de los argentinos en torno del
ideal republicano, pero se trata de una unidad particular: es la unidad en la diversidad, diversidad
proveniente, precisamente, del ideal federalista abrazado con parejo fervor que el republicano.

Dicho modelo de gobierno se caracteriza por consagrar la división y control del poder estatal, de
modo tal que mediante un sistema de frenos y contrapesos las instituciones políticas se limitan
entre sí, ya sea repartiendo las funciones estatales como distribuyendo territorialmente el poder.

Sin embargo, debe quedar en claro que ese reparto de competencias entre los diversos
estamentos de gobierno no se presenta en todos los estados de la misma manera, sino que cada
país le imprime sus particularidades propias. Así, por ejemplo en Francia, a diferencia de otros
países como la republica argentina, el poder judicial no tiene independencia ya que se halla
sumido a la autoridad del presidente. En tal sentido, el artículo 64 dispone que “el presidente de la
república es el garante de la independencia de la autoridad judicial”.

Tal circunstancia, hace que no puedan trasplantarse, sin el cuidado necesario, instituciones de
otros modelos constitucionales y en donde tienen lugar otras idiosincrasias.

6.2. La finalidad de la división de poderes

También, resulta interesante indagar acerca del fin que persigue la consagración de la división de
poderes. Esto es: ¿se trata de una herramienta a favor del estado para lograr mayor especialidad o
eficiencia? La respuesta que cabe darle a este interrogante es que la división de poderes es un
sistema destinado a la protección de derechos individuales, al permitir el control entre los diversos
estamentos que componen el gobierno.

6.3. La división de poderes en la republica argentina


Como lo ha destacado GELLI de acuerdo al diseño constitucional, en la republica argentina la
distribución del poder se verifica en tres niveles bien marcados. El primero, reparte las funciones
estatales entre los poderes legislativos, ejecutivos y judiciales. El segundo, distribuye el poder de
manera territorial entre el estado federal, las provincial y desde 1994, la ciudad autónoma de
buenos aires y los municipios. Por último, se divide el poder en constituido y contribuyente.

Veamos, brevemente, los principales lineamientos de las diversas modalidades mencionadas.

6.3.1. Poder constituyente y constituido

Cuando hacemos referencia al poder constituyente, debemos tener presente que este puede ser
originario o derivado, es decir, su ejercicio tiene lugar en la etapa fundacional de un estado para
dictar la ley fundamental o se lo implementa para reformar la constitución, mediante un sistema
rígido o blando. Puesto que, según se ha dicho, el poder constituyente se ejercita tanto cuando el
pueblo se constituye originariamente como cuando mediante los órganos que determina la
constitución modifica su texto.

6.3.2. El federalismo

Por otra parte, nuestro texto constitucional distribuye el poder de manera territorial entre el
estado federal, las provincias y desde 1994, la ciudad autónoma de buenos aires y los municipios.

De esta manera, el federalismo se compone de muchos estados miembros organizando una


dualidad de poderes. Por un lado, el estado nacional y, por el otro, los gobiernos locales como
unidades políticas que lo conforman. De este modo, las provincias, conforman estados
independientes que conservan su poder con la sola excepción de aquella porción que han
delegado en el estado federal, tal como lo estipula el artículo 121 de la CN y lo ha ratificado la
jurisprudencia.

Además, se integran en esta constelación de poder los municipios que tienen su autonomía
reconocida en el artículo 123 de la CN y por la jurisprudencia de la corte suprema. En tal sentido,
ha dicho el alto tribunal que dicha cláusula constitucional no confiare a los municipios el poder de
reglar las materias que le son propias sin sujeción a límite alguno, sino que les reconoce
autonomía en los órdenes institucional, político, administrativo, económico y financiero e impone
a las provincias la obligación de asegurarla, pero deja librado a la reglamentación que estas
realicen la determinación de su “alcance y contenido”.

Dicho reparto de poder permite, a su vez, la convivencia no siempre pacifica de diferentes órdenes
normativos caracterizados por la descentralización gubernativa federal, provincial y municipalidad
y un entramado orden de competencias.

Sin embargo, es importante hacer notar que el enfoque y tratamiento de los diversos niveles de
responsabilidad nacional y local no debe hacerse desde un punto de vista estático y con el solo
objeto de delimitar las responsabilidades de cada esfera de gobierno. Por el contrario, la dinámica
de la realidad de los nuevos tiempos y la importancia de los derechos fundamentales en juego
impone, por un lado, un trabajo coordinado entre las diversas administraciones y la consiguiente
construcción de estructura organizativas y presupuestarias que permiten satisfacer las demandas
de la sociedad y la protección de los derechos fundamentales.
Esta circunstancia tiene directa incidencia en lo relativo al procedimiento administrativo, dado
que cada uno de esas esferas (nación, provincias, ciudad autónoma de buenos aires y municipios)
tiene la atribución y competencia para la regulación del procedimiento administrativo.

6.3.3 la división de funciones

Por último, se dividen las funciones estatales entre los poderes legislativo, ejecutivo y judicial.
Como lo dice MONTES DE OCA, nuestro régimen de división de poderes “se encuentra establecido
en una forma racional: la independencia no es absoluta. Hay sí, tres grandes departamentos de
gobierno, por ello se coordinan, se equilibran y la constitución señala reglas generales,
demarcando la órbita de cada uno”.

A partir de ello, debemos dejar aclarado que en este apartado solo nos referiremos a esta
dimensión, es decir, al reparto del poder en diferentes estamentos. Cabe recordar, que lo que se
divide no es el poder, que sigue siendo un solo, sino las funciones que corresponden a cada uno de
los departamentos del gobierno.

Esta idea del constituyente de 1853/60 quedo plasmada de manera prístina cuando en un artículo
29 de la CN se estableció que “el congreso no puede conceder al ejecutivo nacional, ni las
legislaturas provinciales a los gobernadores de provincias, facultades extraordinarias, ni la suma
del poder público, ni otorgarles sumisiones o supremacías por las que la vida, el honor o las
fortunas de los argentinos queden a merced de gobiernos o persona alguna. Actos de esta
naturaleza llevan consigo una nulidad insanable, y sujetaran a los que los formulen, consientan o
firmen, a la responsabilidad y pena de los infames traidores a la patria”, o en la consagración
expresa en 1994 de prohibiciones como las previstas en los artículos 76, 99 inciso 3 y 109 que
luego analizaremos.

Por tal motivo, cada una de las esferas estatales tiene asignada una competencia propia y otras
que realizan conjuntamente que permiten un control mutuo mediante un sistema de pesos y
contrapesos. En tal sentido, se ha dicho que “es sabido que la doctrina de la división de los
poderes o la separación de funciones no implica que cada uno de los órganos del poder pueda
ejecutar únicamente actividades materialmente administrativas, legislativas o judiciales. Es que
esas actividades son consecuencias del ejercicio mismo del poder, que nuestro sistema legal le
reconoce a los tres órganos en sus determinados ámbitos de competencia. Sin embargo cada uno
de los órganos puede ejercer sus atribuciones dentro del estricto marco de la función específica”.

Se trata en palabras de la corte suprema de “un procedimiento de ordenación del poder de la


autoridad, que busca el equilibrio y armonía de las fuerzas mediante una serie de frenos y
contrapesos, sin que por ello deje de existir entre ellas una coordinación”.

En el caso de nuestra carta magna federal, se “establece un reparto de competencias y establece


medios de control y fiscalización, por lo que se busca afianzar el sistema republicano de gobierno y
no concentrar en cada uno un ámbito cerrado de potestades librado a su plena discreción: así, el
poder ejecutivo no puede alterar el espíritu de las leyes dictadas por el congreso, pero si tiene
facultades reglamentarias sobre ellas, participa junto a los miembros de aquel de la facultad de
presentar y proyecto de ley y puede vetar los que el congreso apruebe. Los jueces deben aplicar
las leyes que el legislador establece, pero es función esencial suya el control de su
constitucionalidad en orden al respeto de los derechos contenidos en la constitución nacional y la
jerarquía y extensión de los diversos campos normativos que ella establece”.

6.4 criterios

Desde la doctrina y la jurisprudencia se han ensayado diversos criterios para determinar cuando
estamos en presencia de una determinación función estatal. Así, a través de la utilización de un
criterio orgánico debe tenerse en cuenta el sujeto del que emana la decisión cuya naturaleza se
pretende dilucidar. Esto es que estaremos frente a la función jurisdiccional si la actividad es
realizada por el poder judicial, ante función legislativa si es emitida por el congreso y frente a
función administrativa si es producto de una medida del poder ejecutivo.

Partiendo desde un enfoque de tipo formal, en cambio, se toma en consideración la apariencia


externa que adopta la medida. Si se patentiza en una sentencia estaremos frente a una función
judicial si se trata de una ley debe considerarse una función legislativa y si se muestra como un
acto administrativo es una función administrativa.

Desde una perspectiva material, por último, se ha indicado que no resulta relevante para la
determinación de cuando estamos en presencia de la función administrativa indagar el poder del
que emana sino más bien analizar su sustrato o contenido.

Es importante tener en cuenta que este último criterio es el que se ha impuesto entre los diversos
operadores jurídicos. Sin embargo, ello no debe llevarnos a la conclusión que cada uno de los
poderes desarrolla exclusivamente la actividad propia de su función.

Asi, el poder ejecutivo además de llevar adelante la función administrativa que tiene a su cargo,
ejerce función legislativa cuando dicta aunque excepcionalmente los derechos delegados y los de
necesidad y urgencia. Incluso, para algunos, tal como veremos luego, desarrolla actividad
jurisdiccional a través de los denominados tribunales administrativos.

En lo concerniente al poder legislativo, amén de las facultades de dictar normal abstractas de


carácter general, ejerce función administrativa cuando, por ejemplo, realiza procedimiento
licitatorios para seleccionar a un contratista o designa personal y para cierta doctrina, desempeña
actividad jurisdiccional en los casos de juicio político”.

En similar orden de ideas, podemos expresarnos con relación al poder judicial. Junto con la
actividad jurisdiccional que le es propia lleva adelante actividad administrativa (celebra contratos,
aplica sanciones, contrata y designa personal, etc.) y puede dictar normas generales y abstractas
(acordadas), aunque acotadas a su ámbito de aplicación no siempre respetado.

6.5 la función administrativa

Como hemos visto, para la determinación de las funciones estatales se ha impuesto un criterio
material, es decir, que resulta preciso analizar el sustrato de la conducta para establecer su
naturaleza. Ello, nos permite llegar, a la conclusión de que existe función administrativa en los tres
poderes estatales: ejecutivo, legislativo y judicial, tal como lo ha reconocido la doctrina
mayoritaria tanto nacional como extranjera, la jurisprudencia e incluso algunos ordenamientos
provinciales.
Esta respuesta que parece tan contundente no ha sido tan clara en la jurisprudencia de la corte
suprema, dado que como lo pondremos de resalto a continuación el alto tribunal transito un largo
camino antes de reconocer la existencia de función administrativa en las decisiones adoptadas por
el poder legislativo y judicial en el ejercicio de aquella.

6.5.1 la función administrativa en el poder legislativo

Sobre esta temática se registran valiosos precedentes que ameritan una pormenorizada reseña. En
el primero de ellos, tuvo lugar en la causa “persoglia”, en donde el alto tribunal al remitir al
dictamen del procurador dejo sin efecto la sentencia de la corte suprema de buenos aires en
cuanto había considerado insusceptible de revisión judicial el acto de cesantía dispuesto por el
vicegobernador de la provincia de buenos aires en ejercicio de la presencia del senado en contra
de un empleado de dicho cuerpo legislativo, cargo al que había accedido por concurso. Según las
consideraciones efectuadas por el alto tribunal en dicha sentencia, el acto sancionatorio constituía
el ejercicio de función administrativa y por tal razón, resultaba susceptible de contralor
jurisdiccional.

En 1994, reiterando la doctrina sentada en dicho precedente la corte se pronuncia nuevamente


sobre la cuestión en el caso “Aránzazu”. A tales efectos, estimo que afectaba la garantía prevista
en el artículo 18 de la CN la sentencia por la cual se rechazó in limine la demanda contencioso
administrativa, promovida en contra del acto administrativo dictado por la cámara de diputados
de la provincia de buenos aires, que había rechazado el reclamo de pago de una bonificación a los
agentes del poder legislativos.

Similar postura adopto al resolver la causa “barneda”. En esa oportunidad, el máximo tribunal dejo
sin efecto la sentencia de la corte de buenos aires que había rechazado la demanda promovida por
un grupo de empleados integrantes del personal de los bloques políticos de la legislatura en contra
del poder legislativo de la dicha provincia, a los fines de obtener el pago de un suplemento salarial.

Asimismo, en la causa “konh loncarica” la corte declaró inadmisible, en los términos del artículo
280 del CPCN, el recurso extraordinario interpuesto en contra de la sentencia que hizo lugar a la
demanda de nulidad del pase a disponibilidad de un agente de la biblioteca del congreso de la
nación.

Como podrá advertirse de la lectura de los precedentes reseñados, para la corte federal los actos
dictados por los órganos legisferantes sean locales o nacionales que traducen el ejercicio de
función administrativa son susceptibles de ser controlados judicialmente.

6.5.2 función administrativa del poder judicial

En lo referente al ejercicio administrativo por parte del poder judicial, la jurisprudencia de la corte
suprema ofrece un listado de numerosos precedentes en donde se han cuestionado tanto actos
administrativos individuales como de alcance general e incluso las propias acordadas dictadas por
el máximo tribunal federal.

La diferenciación de los modos en que se ha traducido el ejercicio de función administrativa


adquiere suma relevancia, a los fines de poner en evidencia el diverso tratamiento que han
recibido los justiciables a la hora de requerir la revisión de tales decisiones.
A pesar de lo señalado anteriormente, cuando se cuestionaban actos administrativos individuales,
la corte distinguió aquellos supuestos en donde se atacaban decisiones emanadas del poder
judicial de una provincia de aquellos otros que eran dictados por autoridades jurisdiccionales
nacionales.

Dentro de ese primer grupo de casos, debe recordarse la sentencia dictada por la corte nacional in
re “baca” en 1890 en la cual, frente a una causa iniciada por un letrado contra una resolución de
un tribunal superior de provincia que negaba su inscripción en la matrícula de abogados, el alto
tribunal estimo que esa decisión no era susceptible de revisión judicial.

Esa tendencia se mantuvo al resolverse casi un siglo después la causa “Montenegro”. Allí el
máximo tribunal rechazo la queja interpuesta, confirmando la sentencia que no hizo lugar a la
demanda dirigida a cuestionar la cesantía del actor dispuesta por la corte suprema de Tucumán.

Sin embargo, a partir del caso “mai de alegre” de 1994, la corte revierte esa posición negatoria,
admitiendo la revisión de las decisiones administrativas dictadas por las autoridades
jurisdiccionales locales. En ese caso, revoco la sentencia que había rechazado la acción
contenciosa administrativa dirigida a obtener la declaración de nulidad de unas resoluciones
dictadas por el superior tribunal de la provincia de chaco, por medio de las cuales se le aplicó una
medida disciplinaria a la actora.

Esa nueva directriz jurisprudencial se consolidara luego en “merchán” en donde el máximo


tribunal luego de reiterar la doctrina de “persoglia” y “aranzazu” para actos administrativos
emanados del poder legislativo dejo sin efecto la sentencia de la corte suprema de buenos aires,
que al rechazar in limine la demanda contencioso administrativa había considerado insusceptible
de contralor judicial el acto de cesantía dispuesto por ese tribunal contra la actora, quien se
desempeñaba como abogada inspectora de una curadoria zonal.

En “franco” en cambio el alto tribunal adopto una postura diferente al declarar inadmisible el
recurso extraordinario interpuesto por los actores juez de instrucción y agente fiscal contra la
sentencia que negaba la revisión de la suspensión de quince días dispuesta por el superior tribunal
de justicia de la provincia del chaco. Sin embargo, cabe destacar, que la minoría disidente admitió
el remedio federal intentando y considero que la sanción era invalida en tanto se había dictado
violando el derecho de defensa de los recurrentes.

Luego, la corte retoma la postura favorable a la revisión de tales decisiones en “demonte”. En esa
oportunidad, el actor auxiliar de la secretaria de exhortos penales de la justicia de la provincia de
buenos aires había promovido demanda a los fiches de obtener la declaración de nulidad, de la
cesantía dispuesta por la corte de esa provincia. El alto tribunal remitiendo a la causa “marchan”
dejo sin efecto la sentencia del tribunal local que había rechazado el planteo del actor por
considerar que la sanción impuesta no implicaba el ejercicio de función administrativa.

Los precedentes analizaremos evidencias que luego de varias décadas de no admitir la revisión
judicial de los actos administrativos dictados por autoridades jurisdiccionales provinciales, la corte
ha considerado que estas ejercen función administrativa y por ello ha consolidado la doctrina que
admite el control de tales decisiones.
Como lo destacamos con anterioridad durante mucho tiempo no recibieron el mismo tratamiento
aquellos justiciables que cuestionaron los actos administrativos emanados del poder judicial de la
nación e incluso las resoluciones de la propia corte suprema.

Como muestra de ello, puede traerse a colación la sentencia dictada en la causa “guardia “donde
el máximo tribunal no admitió el control judicial de su propia decisión administrativa invocando
para ello su calidad de supremo tribunal, circunstancia esta que impedía según Los argumentos
expuestos en el decisorio que sus pronunciamientos sean revisados más allá que impliquen el
ejercicio de función administrativa o jurisdiccional.

Asimismo, en “sanchiz Ferrero” ante la acción de amparo promovida por los actores magistrado,
secretario y empleados de un juzgado civil contra una resolución del alto tribunal que había
rechazado el pedido de que les fueran abonados los importes correspondientes a los sueldos que
les fueran hurtados al personal del tribunal autorizado para el cobro, la mayoría de la corte
rechazo la demanda con fundamento en el inciso b del artículo 2 de la ley 16.986 que prohíbe el
amparo contra los actos que emanen el poder judicial. Cabe destacar que en su disidencia, los
jueces petracchi y bacque consideraron, en cambio, que dicha norma se refería únicamente a las
decisiones jurisdiccionales y no a los actos administrativos, razón por la cual cabía admitir la
procedencia de la acción.

Debe tenerse presente, que esa regla esbozada por la corte que veda el control judicial de sus
decisiones, recibió una marcada atenuación cuando en la causa “rodríguez Varela “, si bien se hizo
expresa referencia a la jurisprudencia que niega la facultad de revisar las decisiones adoptadas en
materia de superintendencia, se consideró que quedaban exceptuados aquellos supuestos en
donde se veía afectado el derecho de defensa de quien ha visto vulnerado sus derechos. Resulta
preciso recordar, que en ese caso, se cuestionaba la resolución que había declarado cesante como
secretario letrado de ese tribunal al actor, omitiendo la instrumentación de un sumario
administrativo previo.

Esa regla restrictiva, fue reiterada más tarde en dragonetti de Román. En ese caso, se trataba de
una multa impuesta a una jueza, invocando a una supuesta falta de colaboración al no brindar
información acerca de los miembros de su juzgado que habían adherido a una medida de fuerza
de los empleados judiciales. El alto tribunal rechazo la demanda iniciada por dicha magistrada
contra el estado nacional, por la que se peticionaba la declaración de nulidad de la sanción y la
restitución de lo retenido de los haberes de la actora en concepto de multa.

De acuerdo a lo analizado hasta aquí, resulta claro que la corte al no admitir la revisión de los
actos administrativos dictados por el poder judicial de la nación e, incluso, los dictados por ese
cuerpo, confundía su supremacía como máximo tribunal federal garante del contenido de la
constitución nacional y del derecho federal, con su superioridad jerárquica en materia de
superintendencia. Por eso en guardia, como vimos, el alto tribunal señalo que sus decisiones no
pueden ser revisadas judicialmente más allá que impliquen el ejercicio de función administrativa o
jurisdiccional.

Esa conclusión resulta desacertada. Pues, si bien, su carácter de supremo tribunal federal impide
que sus decisiones de carácter de supremo tribunal federal impide que sus decisiones de carácter
jurisdiccional sean revisadas por otro tribunal nacional ello no implica que las resoluciones
adoptadas en el ejercicio de función administrativa sigan la misma suerte ya que estas admiten su
cuestionamiento en sede administrativa a través de la interposición de los recursos pertinentes y
una vez producido el agotamiento de dicha vía tales actos pueden ser revisados por los tribunales
federales de primera instancia a través de las mecanismos establecidos por el título IV de la ley
19.549 tal como ocurre con los actos que emanan del poder ejecutivo

Afortunadamente en tiempo más reciente in re charpin la corte federal modifico su postura


proclamando el carácter justiciable de los actos administrativo dictado en materia de
superintendencia

En la causa el acto en su condición de prosecretariado administrativo con funciones de ujier de


una cámara federal de apelaciones del interior reclamaba el pago de la gratificación por los
subrogancias desempeñadas en los tribunales orales federales con asiento en otras ciudades
petición que había sido rechazada por la corte nacional mediante el dictado de un acto
administrativo en ejercicio de facultades de superintendencia

La cámara federal al admitir parcialmente la demanda había revocado la decisión de primera


instancia que rechazo el planteo del acto. A partir de ello el estado nacional demandado interpuso
recurso extraordinario federal alegando entre otras cosas que la decisión administrativa emanada
de la corte no constituida matera justiciable

Teniendo en cuenta esos antecedentes facticos el alto tribunal debía dilucidar si la cuestión
planteada resultaba pasible de control judicial y si la pretensión del acto tenía asidero jurídico

La sentencia fue dictada por unanimidad con votos de los jueces lorenzetti fue dictada por
unanimidad con votos de los jueces lorenzetti, highton de Nolasco , maqueda , Argibay, zaffaroni y
petracchi destacándose que la decisión administrativa que se cuestionaba implicaba el ejercicio de
una competencia material que resultaba de naturaleza inequívocamente administrativa en la
medida en que concierne el examen del régimen salarial de los agentes públicos

A partir de ellos concluyo que las resoluciones dictadas por esta corte con el objeto de definir una
reclamación de la naturaleza indicada formulada por un funcionario vinculado con este
departamento por una relación de empleo público configuraba actos típicamente administrativos
que sin discusión a la luz de los precedentes puntualizados son revisables judicialmente en las
mismas condiciones en que puede serlo cualquier acto de autoridad pública que decida sobre la
materia indicada con prescindencia del departamento del gobierno nacional o local que hubiera
emitido el acto cuestionado

En virtud de los argumentos expuestos el máximo tribunal federal admitió el carácter justiciable
del acto administrativo atacado y confirmo la sentencia de inferior en la materia objeto del
remedio federal intentado

En lo que hace a los actos administrativos de alcance general la corte también ha elaborado su
propia doctrina admitiendo por lo general el control judicial de los reglamentos dictados por el
poder judicial

En primer término cabe recordar la causa bonis de 1989 en donde el máximo tribunal remitiendo
al dictamen de la procuradora general rechazo una acción de amparo iniciada por un grupo de
síndicos solicitando la anulación de una acordad de la cámara de comercial aduciendo que los
actores no habían agotado las vías administrativas pertinentes a los fines de obtener de esa
manera la revisión de lo actuado por la administración publica

Luego en Pérez constanzo donde un grupo de prosecretarios administrativos cuestionaban a


través de la acción de amparo una acordada que exigía la presentación de una declaración jurada
de no poseer otra actividad rentada, la corte desestimo el planteo de los apelantes en tanto
contaban con otras vías para encausar su reclamo

Como puede apreciarse hasta aquí el alto tribunal no niega la posibilidad de revisar judicialmente
tales reglamentos por razones sustancialmente sino adjetivas al haber escogido los actores la vía
del amparo para encausar sus reclamos

El contralor judicial de la acordada dictadas por la propia corte federal fu admitido de manera
explícita en las causas fabris moras mon y vila aunque en esos casos se rechazaron la demanda
incoadas. Allí los actores atacaban la constitucionalidad de las acordadas 43/85 y 50/85 en cuento
prescribían el pago adicional a los magistrados y funcionarios en actividad lo que en el caso de los
ya jubilados exigía para su aplicación el no desempeño de actividades alcanzadas por el régimen
de incompatibilidad previstas para magistrados y funcionarios en actividad

En esas mismas acordadas fueron atacadas luego en martire pero en esa oportunidad el máximo
tribunal modifico el criterio sostenido en los fallos anteriores declarando la inconstitucionalidad de
tales reglamentos justificando esa decisión en el exceso de delegación en que se había incurrido al
dictador

También en las causas gernaert willmar y Arguello varela la corte admitió el control judicial de sus
acordadas en el primer caso se permitió el cuestionamiento de la resolución 327/88 y por vía de
medida cautelar se ordenó la suspensión de sus efectos en el segundo se acogió el amparo del
actor que cuestionaba las acordaban 56 y 75 del año 1991 por cuyo intermedio se dispuso la
creación de un suplemento en actividad excluyendo a los que se encontraban en situación de
retiro

Otra interesante procedente se registra en la causa rabino vich allí la corte rechazo el planteo de
los actores que al interponer un recurso de queja ante el máximo tribunal plantearon la
inconstitucionalidad de las acordadas 77/90 y 28/91 que exigían el depósito previo de una suma
de dinero como condición para disponer dicha pieza recursiva

Posteriormente en Rizzo romano en donde los actores promovieron demandada a los fines de
obtener la declaración de inconstitucionalidad de la acordada 245/95 por medio de la cual se
había dispuesto una manera de liquidar los haberes de las personas jubiladas que habían
reingresado al poder judicial la corte dejo sin efecto la medida cautelar que había sido concedida
por el juez grado

En la órbita federal el procedimiento administrativo está regulado por la LNPA Y EL RNPA a ello se
suman procedimientos especiales regulados en marco jurídico específicos
En lo referido al ámbito de aplicación la lnpa estipula que las normas allí previstas resultan de
aplicación a la administración pública nacional centralizada y descentralizada incluso entes
autárquicos con excepción de los organismos militares y de defensa y seguridad

Procedimiento administrativo en la organización estatal

Como hemos visto la presencia del procedimiento administrativo se verifica en la medida en que
existía función administrativa

A partir de ello para delimitar el ámbito de actuación resulta necesario explicitar quienes pueden
llevar adelante esa función

A tales efectos debe de tenerse presente que existen diversas clases de personas púbicas la
primer clasificación que debe efectuarse es la que distingue entre las personas jurídicas públicas
estatales y las no estatales. Estas últimas como se verá luego tienen delegado por parte del estado
un cometido público pero no integran la organización administrativa. Las personas jurídicas
publican en cambio están insertas en la organización estatal ya sea de manera centralizada
(administración publica central o descentralizada entes autárquicos y empresas sociedades del
estado

Administración central

En prime termino debe señalarse que existe función administrativa y por ende resulta de
aplicación de las reglas del procedimiento administrativo en administración central

De este modo los órganos que componen los diversos niveles de administración pública central
nacional provincial o municipal en sus diversos niveles presidente ministros secretarios etc. se
encuentran regidos por las directrices del procedimiento administrativo

Los andes autárquicos noción

El estado por una decisión organizacional de eficiencia presupuestal o en seguimiento a los


criterios que imponen las presupuestarias o en seguimiento a los criterios que imponen las
ciencias de la administración puede optar por la creación de entes autárquicos dotados de
personalidad jurídica con competencias específicas

En virtud de ellos los entes autárquicos son personas jurídicas publicas descentralizas que tienen
la capacidad para administrarse a sí misma y que resultan alcanzadas por la regla del
procedimiento administrativos

Así lo estipula la LNPA al disponer expresamente su aplicación a los entes autárquicos

Características

Estos entes como veremos seguidamente tienen diversas notas que los identifican y que los
diferencian de otras formas de organización

Personería jurídica publica los entes autárquicos implican la creación de una persona jurídica
publica por tal motivo poseen aptitud legal para demandar y ser demandados ante los tribunales

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