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Guía conceptual para los temas incluidos en la materia

Estrategias de Sensibilización para el conocimiento de los Derechos Humanos1

MUJICA, Rosa María

1. Comisiones de la Verdad.

¿Qué son las Comisiones de la Verdad?

Las Comisiones de la Verdad son organismos de investigación creados para ayudar a


las sociedades que han enfrentado graves situaciones de violencia política o guerra
interna, a enfrentarse críticamente con su pasado, a fin de superar las profundas crisis
y traumas generados por la violencia y evitar que tales hechos se repitan en el futuro
cercano.

A través de las Comisiones de la Verdad se busca conocer las causas de la violencia,


identificar a los elementos en Conflicto, Investigar los hechos más graves de
violaciones a los derechos humanos y establecer las responsabilidades jurídicas
correspondientes.

El trabajo de la Comisión de la Verdad permite identificar las estructuras del terror, sus
ramificaciones en las diversas instancias de la sociedad (Fuerzas Armadas, Policía,
Poder Judicial, Iglesia), entre otros factores inmersos en esta problemática. Esta
investigación abre la posibilidad de reivindicar la memoria de las víctimas, proponer
una política de reparación del daño, e impedir que aquellos que participaron en las
violaciones de los derechos humanos, sigan cumpliendo con sus funciones públicas,
burlándose del Estado de derecho.

¿Cómo nacen las Comisiones de la Verdad?


En algunos de los casos la búsqueda de la verdad surge como un proceso legal, o
formal, "encargado" por los gobiernos, bajo la presión de los grupos defensores de los
derechos humanos, a un grupo de expertos; tal como se hizo en Argentina, Chile y El
Salvador. En estos países, las Comisiones de la Verdad se crearon, tras exigencias
masivas, por mandato legal, después de negociaciones y acuerdos políticos.

Generalmente las Comisiones de la Verdad surgen en vista de la probada inefectividad


del Poder judicial para sancionar las numerosas violaciones a los Derechos Humanos.
En los países sometidos a regímenes autoritarios, el Poder Judicial generalmente se
convierte en un apéndice del poder ejecutivo y no tiene capacidad para juzgar
independientemente los crímenes de los agentes del Estado. Finalmente quienes
deben velar por la justicia se hacen Cómplices del terror oficial.

En casi todos los países del continente americano son diversos los casos de
abdicación del Poder Judicial ante la prepotencia de los gobiernos y de las FF.AA. Por
esta causa, flagrantes violaciones a los derechos humanos quedan en la más absoluta
impunidad. Como prueba de esto podemos mencionar los siguientes casos:

la masacre de cerca de 115 guerrilleros, jueces y otros civiles en el Palacio de


Justicia de Colombia, luego del asalto efectuado por el M-19, en Bogotá, el 6
de noviembre de 1985, según informó el Ministro de Defensa, Gral. Miguel
Vega Uribe.

1
Tomada de los documentos referenciados como bibliografía.
La masacre de cerca de 300 inculpados acusados de terrorismo en tres
cárceles de Lima y Callao, en el Perú. Lima, 18 y 19 de junio de 1986. Después
de una farsa de Juicio, se dieron castigos mínimos a los agentes subalternos
que participaron en la masacre.

El asesinato de más de 100 indígenas wayuu, en la cárcel de Maracaibo,


Venezuela, el 3de enero de 1994, según denunció Amnistía Internacional.

En otros casos, las comisiones de la verdad nacen como fruto del trabajo solidario de
las organizaciones de derechos humanos, que para investigar los graves hechos de
violencia oficial desarrollan un esfuerzo casi clandestino. Así ocurrió en Brasil, con el
trabajo de la Arquidiócesis de Sao Paulo, que bajo la dirección del Cardenal Evaristo
Arns elaboró el Informe Brasil Nunca Más. En Paraguay el Comité de Iglesias para
Ayudas de Emergencias, CIPAE, también publicó una serie de investigaciones sobre
la dictadura de Stroessner, bajo el Título Paraguay Nunca Más. En esta misma
perspectiva pueden ubicarse los esfuerzos del Servicio de Paz y Justicia de Uruguay,
con su Informe: Uruguay Nunca más, y del colectivo de organizaciones colombianas y
extranjeras que publicaron un valioso Informe titulado: "El terrorismo de Estado en
Colombia".

Pero han habido casos en donde las Comisiones de la Verdad se crearon con fines
encubridores, para procurar darle un respaldo moral a la "verdad" oficial. Así pasó en
el Perú con la "Comisión Uchuraccay", presidida por el escritor Mario vargas Llosa en
1983 y que investigó la masacre de ocho periodistas y un gura que los acompaño.

¿Cuál es la metodología de trabajo de las Comisiones de La verdad?


Buscar la verdad de las violaciones a los derechos humanos, cuando los
acontecimientos están aún muy cercanos, por cierto implica muchos riesgos, tanto
para los investigadores, como para los informantes, testigos, familiares. La injustificada
sospecha de que los activistas de derechos humanos apoyan a la subversión, así
como el temor de que sus organismos cuenten en su archivo con materiales
relacionados a la historia de la violencia policial y militar, muchas veces ha llevado a
las autoridades militares a precipitados allanamientos de las sedes de estos
organismos y a la detención, o desaparición de los luchadores de derechos humanos.
Esta agresión directa contra los organismos de derechos humanos fue una norma de
casi todos los gobiernos en América Latina.

En Argentina, las autoridades militares, con apoyo judicial, allanaron las sedes de la
Liga Argentina por los Derechos del Hombre, la Asamblea Permanente de Derechos
Humanos, el Movimiento Ecuménico de Derechos Humanos, y el Centro de Estudios
Legales y Sociales, CELS y detuvieron a varios de sus miembros. Las Fuerzas
Armadas y policiales, en los años de las dictaduras, allanaron los locales de la Vicaría
de Solidaridad de Chile, el Servicio de Paz y Justicia de Uruguay, así como de la
Comisión Nacional de Derechos Humanos y Defensa de la Democracia, y la Asamblea
Permanente de Derechos Humanos, de Bolivia, (En esa ocasión asesinaron al
diputado Marcelo Quiroga Santa Cruz).

Igualmente allanaron las sedes de la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador,


el Servicio de Paz y Justicia de Ayacucho, Perú; entre otros organismos. La historia de
la lucha por los derechos humanos nos enseña que cada organismo debe estar
prevenido para que cuando la fiera lo ataque, sus daños se reduzcan a lo mínimo. Hay
que mantener normas básicas de seguridad para proteger a los colaboradores, y
también la documentación testimonial y los archivos, conservando copias dobles del
material y ubicándolos en lugares en donde no sea posible que los cuerpos oficiales lo
encuentren fácilmente.

En muchos casos, por el lado de las víctimas, existe abundante material documental,
en forma de denuncias legales, recursos jurídicos, Actas y protocolos de necropsia,
testimonios ante jueces y fiscales, que también deben ser archivados por los
organismos de derechos humanos.

Seguramente el testimonio de sobrevivientes de operaciones militares así como los


informes de los testigos y familiares de las víctimas, son algunos de los más valiosos
recursos para avanzar en la obtención de la verdad. Estas personas requieren de una
protección especial, hasta que la paz y la reconciliación nacional se hayan
consolidado. En el Perú, así como en El Salvador, son numerosos los casos de
testigos de violaciones de los derechos humanos que fueron desaparecidos o
asesinados poco tiempo después de haber informado a los medios periodísticos o a
las comisiones investigadoras oficiales.

2. Movimiento de víctimas y familiares de víctimas de violación de derechos


humanos

Aunque hay diversas experiencias en América Latina de víctimas y familiares de


víctimas organizados en movimientos que reivindican sus derechos, se escogió el
Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado de Colombia, por sus prácticas
representativas y emblemáticas.

Tras una larga y prolongada elaboración entre las organizaciones de derechos


humanos, las organizaciones sociales y los familiares de víctimas de crímenes de lesa
humanidad se ha concretado desde hace cuatro años la conformación del Movimiento
de Víctimas de Crímenes Estado -MOVICE- esta decisión de conformar un movimiento
cuyo objetivo fundamental es reivindicar a las víctimas de crímenes cometidos por el
Estado sea por su acción u omisión, en acciones perpetradas por miembros de la
fuerza pública o fuerzas paraestatales o paramilitares que actuaron bajo el auspicio,
respaldo y connivencia del Estado colombiano en diversas zonas del país, exigiendo
de manera clara el restablecimiento de los derechos a la verdad, justicia, reparación
integral, garantía de no repetición y a la memoria de centenares de miles de hombres
y mujeres que le apostaron a construir una Colombia en paz y con justicia social.

Así, el MOVICE, ha adoptado una postura política clara, surgida de la concepción de


que buena parte de los crímenes cometidos contra el movimiento social y popular en
Colombia obedecen a una intensión social, política, económica, e ideológica
promovida por el Estado colombiano y sus agentes o permitida, por este e
implementada por grupos paramilitares, en favor de intereses particulares ligados a las
clases dominantes y empresas transnacionales, crímenes todos que son de clara
responsabilidad estatal por tanto, es este quien tiene la obligación, de responder ante
las víctimas, sus familiares, las organizaciones a las que pertenecen y al conjunto de
la sociedad colombiana, garantizando el derecho a la verdad, la justicia, la red de
reparación integral, la garantía de no repetición.

La decisión de crear un movimiento de víctimas de crímenes Estado, no niega la


existencia de otras víctimas, su derecho a organizarse, como de hecho lo han hecho
desde hace ya muchos años en nuestro país diferentes sectores sociales, sin
embargo, las víctimas a quienes el Estado ha desconocido los más mínimos derechos,
a quienes se les ha negado el derecho a participar en el diseño de leyes contra la
impunidad, para quienes no han existido espacios suficientes y adecuados en los
medios masivos de comunicación, también les asiste el derecho a organizarse para
exigir del Estado el cumplimiento de sus obligaciones constitucionales y respecto de
los estándares internacionales a los derechos de las víctimas.

El MOVICE, es el escenario que las víctimas han diseñado, en busca de escenarios


propios en procura de visualizar la magnitud y el tamaño de la criminalización contra el
movimiento social y popular, pero también es una forma de unificar las voces y los
esfuerzos en la lucha contra la impunidad y por la memoria de las víctimas.

La organización de las víctimas de los crímenes Estado, demuestra una personalidad


y una identidad que reivindica el derecho a organizarse, movilizarse, y en todo caso es
una apuesta por la dignificación de las víctimas, que elabora propuestas políticas, que
se resiste al olvido y se niegan a conciliar y a concertar los derechos de las víctimas
con un Estado, que ha sido capaz de favorecer a los victimarios hasta el límite de la
más vergonzosa impunidad.

El MOVICE, constata su vigencia y justeza al reconocer que los crímenes Estado no


son cuestión del pasado, si no un asunto de permanente y continua actualidad, en un
gobierno que ha favorecido y favorece la legalización del paramilitarismo y el
favorecimiento político a toda la clase política, vinculada a este criminal proyecto.

Ahora, corresponde al MOVICE, fortalecer los procesos organizativos, promoviendo la


formación política, la movilización popular callejera, y la elaboración de propuestas
políticas, que ayuden a deslegitimar y a profundizar la crisis del gobierno, y en todo
caso contribuyan al empoderamiento de las víctimas y sus derechos.

Las próximas tareas en consecuencia son entre otras, la construcción de los capítulos
regionales, la vinculación a las jornadas promovidas por el comando unitario de paro,
el impulso a la movilización a favor de los acuerdos humanitarios, el desarrollo de cada
una de las ocho estrategias aprobadas por la tercera asamblea de víctimas realizada
en julio de 2006, el seguimiento a las audiencias públicas de juzgamiento de los jefes
paramilitares y la preparación y realización de la cuarta asamblea nacional de víctimas
de crímenes de Estado que se realizará a fines de año.

3. Verdad, justicia y reparación.

Los derechos de las víctimas

En el ordenamiento internacional son víctimas “las personas que, individual o


colectivamente, hayan sufrido daños, inclusive lesiones físicas o mentales, sufrimiento
emocional, pérdida financiera o menoscabo sustancial de los derechos fundamentales,
como consecuencia de acciones u omisiones que violen la legislación penal vigente en
los Estados Miembros, incluida la que proscribe el abuso de poder”

El derecho internacional reconoce a las víctimas de graves violaciones de los


derechos humanos y de crímenes de guerra tres derechos fundamentales:
1º El derecho a saber o derecho a la verdad.
2º El derecho a la justicia.
3º El derecho a obtener reparación.

El derecho a saber es el que toda persona tiene, individual o colectivamente, a la


búsqueda y el hallazgo de un conocimiento seguro y cierto sobre lo acontecido.
El derecho a la justicia es el que toda persona tiene a que en el plano de sus
relaciones con el Estado y con los demás seres humanos le sea dado siempre cuanto
le pertenece y corresponde.

El derecho a obtener reparación es el que toda persona tiene a recibir, en el caso de


haber sufrido un daño injusto, desagravio, resarcimiento y satisfacción.

El derecho a saber

Cada uno de los pueblos del mundo tiene el derecho inalienable a conocer la verdad.
Este derecho se realiza cuando los miembros de una sociedad llegan a tener noticia
clara y segura de los acontecimientos injustos y dolorosos provocados por las
múltiples formas de violencia, de las circunstancias de tiempo, modo y lugar dentro de
las cuales ellos ocurrieron, y de los motivos que impulsaron a sus autores.
El derecho a la verdad es un bien jurídico inalienable: un derecho cuyo ejercicio nadie,
ni siquiera su propio titular, está facultado para hacer imposible. Es un derecho al cual
ninguna persona puede renunciar.

Las atrocidades cometidas dentro de un ataque generalizado contra la población civil,


o como efecto de la falta de observancia de las leyes y costumbres de guerra, no
pueden ser objeto de supresiones o deformaciones por quienes se ocupan de la
comunicación persuasoria. Sin embargo, como la reciente historia lo demuestra, en
países donde tales atrocidades se han producido las autoridades pretenden, muchas
veces, negar su existencia, destruir las pruebas de su comisión o tildar de mentirosos
a los testigos de los hechos y a las víctimas sobrevivientes. Con tales actitudes se
vulnera el derecho del pueblo a crecer y desarrollarse bajo la luz de la verdad.

Los deberes ineludibles frente a ese derecho a la verdad son:

1º El deber de recordar.
2º El deber de otorgar las garantías para que se haga efectivo el derecho a saber.

En cumplimiento de esos dos deberes corresponde al Estado adoptar todas las


medidas adecuadas para que se preserve la memoria colectiva de los crímenes y para
que se haga efectivo el derecho de las víctimas a no quedar en la ignorancia y el
olvido.

El derecho a la justicia

Lo injusto es aquello en que se desprecia o se ignora la justicia por negarle a una


persona su derecho. Es injusto condenar al inocente. También lo es absolver al
culpable, o tolerar que sus delitos queden impunes. Por eso la impunidad debe ser
vista, al mismo tiempo, como fuente y como resultado de la injusticia. No hay justicia
allí donde aquellos que han ultrajado la dignidad humana con actos violentos y
reprochables pueden jactarse de haber eludido la potestad estatal de imponer
sanciones adecuadas.

La impunidad “constituye una infracción de las obligaciones que tienen los Estados de
investigar las violaciones, adoptar medidas apropiadas respecto de sus autores,
especialmente en la esfera de la justicia, para que sean procesados, juzgados y
condenados a penas apropiadas, de garantizar a las víctimas recursos eficaces y la
reparación del perjuicio sufrido y de tomar todas las medidas necesarias para evitar la
repetición de dichas violaciones”.
Derecho a obtener reparación

En ejercicio del derecho a obtener reparación toda persona que ha sufrido un daño
podrá lograr, según el caso:
- La restitutio in integrum, o reposición de la situación a su estado original.
- La indemnización o reparación por equivalencia en dinero, y
- La satisfacción o reparación moral.

Características del derecho a la reparación:


1º El derecho a obtener reparación es de carácter integral, pues deberá abarcar todos
los daños y perjuicios sufridos por la víctima39. Por ello comprenderá:
a. Medidas individuales de reparación relativas al derecho de restitución,
indemnización y rehabilitación.
b. Medidas de satisfacción de alcance general.
2º En los casos de desaparición forzada la familia del desaparecido tiene derecho
imprescriptible:
a. A ser informada de la suerte de la persona desaparecida, una vez ésta se haya
aclarado.
b. A que, en caso de fallecimiento, le sea restituido el cuerpo de la víctima en cuanto
se identifique, aunque no se haya establecido todavía la identidad de los autores del
delito o aunque aún no se haya logrado su enjuiciamiento.
3º Toda víctima debe tener posibilidad de ejercer, en la vía penal, civil, administrativa o
disciplinaria, “un recurso accesible, rápido y eficaz” en solicitud de reparación. Al
ejercer dicho recurso deberá beneficiarse de una protección del Estado contra actos
de intimidación o de represalia.
4º Los procedimientos especiales de reparación deben ser objeto de la más amplia
publicidad posible, incluso en los medios privados de comunicación social.
5º Deberán adoptarse por el Estado medidas adecuadas para impedir la repetición de
los crímenes. Entre ellas se indican:
a. Medidas encaminadas a disolver los grupos armados paraestatales.
b. Medidas encaminadas a derogar las disposiciones de cualquier índole que
favorezcan la perpetración de crímenes.
c. Medidas administrativas o de otra índole encaminadas a definir preventivamente la
situación de los agentes del Estado implicados en violaciones graves de los derechos
humanos.

4. Plan Nacional de Educación en Derechos Humanos

La educación se ha convertido en la estrategia más adecuada y la mejor arma para la


creación de una cultura universal que promueva y consolide comportamientos que
defiendan el cumplimiento de los Derechos Humanos.

Tus derechos son los mismos que los míos, cruzar la delgada línea que hay entre
unos y otros es tan sencillo como encender un cerillo abriendo disputas por lanzar
juicios sobre lo que es correcto o incorrecto en cuanto a ideologías, creencias,
inclinaciones sexuales o tendencias religiosas. Los DDHH son como una manta de
colores que nos cubre a todos dándonos la seguridad para reclamar por ellos.

Los Derechos Humanos pueden violarse con una facilidad asombrosa y son las aulas
el mejor lugar para crear conciencia en los niños y niñas de la dimensión que estos
derechos tienen. La educación en y para los derechos humanos es un proceso lento
que dará frutos a largo plazo y que con toda seguridad contribuirá al mejoramiento de
la sociedad.
Educar en Derechos Humanos

“La necesidad de impulsar la educación de calidad, basada en el aprendizaje y en la


vivencia de los derechos humanos, es requisito para desarrollar una resistencia
eficiente contra todas las formas de exclusión y discriminación”
(Vernor Muñoz, Relator de las Naciones Unidas para el Derecho a la Educación,
2008).

La educación en derechos humanos orientada a crear una cultura universal sobre los
derechos humanos, constituye una prioridad programática para la UNESCO. En la
Estrategia a Plazo Medio 2008-2013, la promoción y protección de los derechos
humanos se concibe como una de las labores prioritarias del conjunto de la
Organización (34 C/4).

La educación en derechos humanos forma parte del derecho a la educación por


cuanto ella debe orientarse hacia el pleno desarrollo de la personalidad humana, al
fortalecimiento de los otros derechos humanos, y a la promoción de los valores de la
paz, la comprensión y la tolerancia. Una educación integral no sólo debe proporcionar
conocimientos sobre los derechos humanos y los mecanismos para protegerlos, sino
que, además, debe desarrollar en las personas las aptitudes necesarias para
promover, defender y aplicar los derechos humanos en la vida cotidiana.

La UNESCO está llamada a desempeñar un papel importante en la aplicación del


Programa Mundial de Educación en Derechos Humanos de las Naciones Unidas
y el Plan de Acción 2005-2009.

La Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos


Humanos, la UNESCO y las demás Organizaciones del Sistema de Naciones Unidas
lanzaron, en 2005, el Programa Mundial de Educación en Derechos Humanos para
fomentar el desarrollo de estrategias y programas nacionales de educación en
derechos humanos, como una manera de darle continuidad al Decenio de las
Naciones Unidas para la Educación en Derechos Humanos (1995-2004).

Sus objetivos son los siguientes:

• Contribuir a forjar una cultura de derechos humanos.

• Promover el entendimiento común, sobre la base de los instrumentos internacionales,


de los principios y metodologías básicos para la educación en derechos humanos.

• Asegurar que la educación en derechos humanos reciba la debida atención en los


planos nacional, regional e internacional.

• Proporcionar un marco colectivo común para la adopción de medidas a cargo de


todos los agentes pertinentes.

• Ampliar las oportunidades de cooperación y asociación en todos los niveles.

• Aprovechar y apoyar los programas de educación en derechos humanos existentes,


poner de relieve las prácticas satisfactorias y dar incentivos para continuarlas o
ampliarlas y para crear prácticas nuevas.

Las actividades a desarrollar en el marco del Programa Mundial deben orientarse a


favorecer entornos de aprendizaje amigables, al uso de mecanismos que faciliten a
individuos y comunidades respetar y valorar las diferencias, luchar contra la
discriminación, y promover instancias de participación en procesos de diálogo que
permitan aterrizar en la práctica cotidiana el ejercicio y el disfrute de los derechos
humanos.

El Programa Mundial elaboró un Plan de Acción que fue aprobado por todos los
Estados Miembros de la Asamblea General de las Naciones Unidas en julio de 2005.
La primera fase del Plan de Acción concluye en Diciembre de 2009, fecha en el que
cada país debe contar con un Plan Nacional de Educación en Derechos Humanos. Si
bien el Programa Mundial no se restringe al ámbito de la educación formal, en esta
primera fase el objetivo fundamental consiste en integrar la educación en derechos
humanos en los sistemas de enseñanza primaria y segundaria.

El Plan de Acción establece los siguientes objetivos:

• Promover la inclusión y la práctica de los derechos humanos en los sistemas de


enseñanza primaria y secundaria.

• Apoyar la elaboración, adopción y aplicación de estrategias nacionales de educación


en derechos humanos que sean generales, eficaces y sostenibles en los sistemas de
enseñanza, o la revisión y el perfeccionamiento de las iniciativas existentes.

• Ofrecer directrices sobre componentes decisivos de la educación en derechos


humanos en el sistema de enseñanza.

• Facilitar a las organizaciones locales, nacionales, regionales e internacionales la


prestación de apoyo a los Estados Miembros.

• Apoyar la creación de redes y la cooperación entre las instituciones locales,


nacionales, regionales e internacionales.

Para desarrollar un Plan de Acción adecuado es necesario adoptar un enfoque global


que aborde, no sólo las políticas, procesos e instrumentos educativos, sino también el
entorno en el que se imparta esa educación. Por ello, e independientemente de cual
sea la situación de la educación en derechos humanos en cada país, resulta clave
prestar atención a los siguientes cinco componentes: las políticas educativas, la
aplicación de políticas, el entorno del aprendizaje, la enseñanza y el aprendizaje y la
formación y perfeccionamiento profesional del personal docente.

La comunidad internacional, las Naciones Unidas y la UNESCO en particular, pueden


y deben apoyar la realización de los planes nacionales de acción, acompañando a los
países, tanto en su diseño como en la puesta en práctica y en el monitoreo, así como
generando mecanismos para el intercambio y difusión de información y la creación de
redes.

Apoyo emocional a defensores de Derechos Humanos

El agotamiento emocional como un estado caracterizado por malestar emocional y


eventualmente por trastornos del comportamiento, determinado por la exposición a
condiciones de estrés psicosocial en el trabajo y con efectos sobre la familia, el
ambiente laboral y/o social.
Por factores protectores se entiende la conjugación de dos o más eventos inherentes a
la persona, al grupo, a la entidad o al contexto que reducen las posibilidades de que
las personas presenten agotamiento emocional, y por factores de riesgo aquellos que
favorecen la aparición de agotamiento emocional.

El taller de Prevención de Agotamiento Emocional aborda los siguientes aspectos:

- Brinda la oportunidad de que las personas puedan revisar si están presentando


manifestaciones emocionales o físicas y cambios en el comportamiento atribuibles a
un desgaste emocional.
- Permite que los y las participantes sean conscientes del impacto que genera el
contexto en su vida personal, familiar y en las organizaciones.
- Brinda una experiencia de expresión emocional sobre cómo los está afectando la
situación en los espacios personal, familiar y en la organización.
- Favorece una revisión de las dinámicas de contexto, de la organización y de las
actitudes personales frente al trabajo que facilitan o que obstaculizan la realización de
éste y que, por tanto, previenen o generan la aparición del agotamiento emocional.

Luego de reconocer los factores protectores o de riesgo en lo personal, laboral y de


contexto que podrían incidir en el agotamiento emocional, el grupo construye
estrategias que permitan fortalecer los elementos protectores y reducir los de riesgo.

El impacto psicosocial

El hecho que los defensores y defensoras cuenten con cada vez menos posibilidades
y garantías para realizar su labor, esto es, para denunciar la crisis de derechos
humanos en el país y adelantar acciones para la superación de la impunidad, genera
un impacto en distintos niveles dentro de los que cabe mencionar:

En lo social: A nivel general hay una percepción de que en ciertas regiones del país,
ya dominadas por un actor armado, no está pasando nada. Esto incide en que el
común de las personas no reconoce o no acepta que en nuestro país se libra una
guerra interna.

En las organizaciones: Se percibe una sensación de desbordamiento, altos niveles de


estrés que se reflejan en efectos psicológicos como sensación permanente de
cansancio y en manifestaciones somáticas. El acompañamiento internacional se
constituye en una medida paradójica, pues si bien es una forma de proteger a las
organizaciones, también las hace más visibles y, por tanto, más vulnerables. Por otro
lado, la compleja situación política hace que se desarrollen comportamientos de
desconfianza entre las mismas organizaciones.

En las personas defensoras de derechos humanos: Se percibe que la labor de la


promoción y defensa de los derechos humanos es cada vez más arriesgada. Se
incrementa la percepción de que no se puede actuar y, con ello, la sensación de que
todo es inútil. En otras ocasiones, las personas subestiman el riesgo, se acostumbran
a la situación de amenaza y descuidan medidas de protección y autoprotección.

El lenguaje emocional para expresar sentimientos de miedo, cansancio, desesperanza


se subvalora, haciendo que no se hable de lo que se está sintiendo, lo que impide la
construcción de estrategias de protección emocional.

La persona defensor o defensora de derechos humanos recibe un reconocimiento y


prestigio social ambiguos: en algunos espacios son consideradas personas valientes y
muy comprometida con el país, pero cuyas actividades tienen muy pocos resultados
positivos; en otros espacios su actividad es asociada a lo subversivo. Esto hace que
los espacios de relaciones interpersonales sean escasos y muy frágiles, lo que obliga
en muchos casos al aislamiento y a una vida social restringida, aun dentro del medio
familiar.

Las relaciones familiares por lo general son conflictivas por la preocupación del resto
de la familia debido al peligro que representa el realizar dicha actividad, porque no la
comparten, no la entienden o porque consideran que por estar en esas actividades la
persona descuida a su familia y a sí misma. De otro lado, por lo general el defensor de
derechos humanos opta por no involucrar a sus familiares con su actividad, para
protegerlos, no preocuparlos y no colocarlos en riesgo. Esto lleva a un distanciamiento
afectivo y, a veces, incluso físico. La distancia entre lo personal y lo laboral en el
defensor o defensora hace que la persona asuma una relación de compromiso muy
alto que a veces rebasa los límites personales.

Factores protectores y de riesgo

El análisis referido a seis organizaciones con las cuales se realizó el taller y


seguimientos posteriores arrojó como un hecho significativo que quienes tienen
mayores manifestaciones de agotamiento son los directivos, aquellas personas que
por sus responsabilidades tiene mayor presencia en el ámbito público o quienes
establecen relaciones directas con las víctimas de violencia sociopolítica.

Factores que previenen el agotamiento emocional:

- El contar con experiencias previas de trabajo en temas similares que les han
permitido establecer medidas para su manejo.
- La convicción política. El considerar que la labor de promoción de derechos humanos
constituye un aporte al proceso de verdad, justicia y reparación, y aporta para sentar
las bases de una cultura democrática en el país.
- El recibir valoración y reconocimiento del trabajo por parte de los hijos.
- El poseer una alta sensibilidad con lo que pasa en el país.
- El desarrollar habilidades a partir de la vivencia directa de violación de derechos
humanos, que les permiten brindar intuitivamente un apoyo terapéutico adecuado a
otras personas que se encuentran en su misma situación. De este modo, aprenden
también ellos mismos a tomar conciencia de sus propias emociones.
- El sentir que se está aportando a resolver la situación del país.
- El crecimiento personal a partir de oportunidades de formación y de relaciones
interpersonales.

En el espacio laboral:

- Las relaciones de solidaridad, compañía, afecto que se expresan dentro de la


organización.
- El sentido del humor para manejar situaciones amenazantes.
- Alta identificación y sentido de pertenencia con los proyectos institucionales que se
traducen en un alto compromiso.
- Las relaciones de colaboración y trabajo en equipo.
- El contar con personas tranquilas en cargos de coordinación.

En el contexto:
- El posicionamiento de las organizaciones en las regiones y el respaldo de
organismos internacionales.
- El respaldo de la comunidad frente al trabajo de las organizaciones.
Factores que favorecen el agotamiento emocional:
- Brindarse pocas oportunidades de recreación y esparcimiento.
- Sensación de impotencia frente a las pocas posibilidades de superar la impunidad.
- Tener dificultades para delegar en otros.
- El sobreinvolucramiento con las personas a quienes se les brinda apoyo.
- El “descuido” y deterioro de espacios afectivos de pareja y familiares.
- La actitud de excesiva responsabilidad frente a lo que pasa en el país.
- La dificultad para hablar de temas distintos a los relacionados con violencia política y
derechos humanos y, por tanto, el crear prejuicios hacia personas -por lo general
amigos, amigas o familiares- que hablan de cosas distintas, por considerarlas vacías o
poco comprometidas con lo que está pasando en el país.
- Las dificultades personales económicas.

En el espacio laboral:
- El espacio físico de trabajo reducido que produce sensación de hacinamiento.
- No contar con presupuesto para financiar el proyecto institucional, lo que además
genera inestabilidad laboral.
- Dificultades en la planificación y en la toma de decisiones.
- Personas con responsabilidades de coordinación paternalista o autoritaria.
- Pocos espacios para expresar cómo se están sintiendo.
- Pocas oportunidades para valorar el trabajo de otros y de sí mismo.
- Los defensores que han sido víctimas de violencia política reviven su propia
experiencia traumática al escuchar algunos casos con los cuales se sienten
identificados.

Del contexto:
- La compleja situación del país que genera incertidumbre frente a un eventual proceso
de paz.
- La dificultad para coordinar acciones debido a los celos institucionales o a posturas
políticas inciertas.
- La injerencia de otras entidades en la dinámica interna de la organización.
- Temor por la estigmatización del trabajo de los defensores de derechos humanos.
- La competencia desleal de nuevas organizaciones no gubernamentales.
- Políticas estatales incoherentes que, por un lado, promueven la protección de los
derechos humanos y, por otro, permiten la eliminación del movimiento de derechos
humanos. El no contar con el respaldo de organismos del Estado.
- La impunidad frente a los hechos hace que las personas permanentemente estén
sometidas a zozobra.

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