Vous êtes sur la page 1sur 5

Objetivos

Indicar cuales son los fármacos recomendados para el tratamiento de la enfermedad de


Chagas.
Mostrar al lector cual es la problemática social que presenta la enfermedad de Chagas,
razón por la cual se evidencia altos índices de infección y de mortandad.

Tratamiento
Toda persona que ha sido infectada con Enfermedad de Chagas tiene la oportunidad de
ser tratada, a excepción de los enfermos crónicos terminales, puesto que, una vez que se
ha alcanzado la etapa crónica, los parásitos de tripanosoma cruzi ya no pueden ser
observados en la sangre periférica, lo que dificulta la determinación de la efectividad del
tratamiento, además que es primordial tratar primeramente a los órganos afectados por la
enfermedad chagásica, y evitar en lo posible el daño cardiaco o el comprometimiento de
esófago y colon. El tratamiento de la enfermedad de Chagas es efectivo en las formas
agudas obteniéndose curación entre 75 y 100%, en particular en los casos en los cuales
los pacientes adquieren la enfermedad vía congénita. Los únicos dos fármacos
tripanomizidas que han demostrado gran eficacia en la curación de la enfermedad de
Chagas son nifurtimox (NFX) y benznidazol (BNZ). Lamentablemente su disponibilidad
es limitada en áreas rurales (zonas donde se presentan un mayor índice de infección), y
sus efectos adversos son frecuentes (10 a 30%) lo que restringe muchas veces su uso,
siendo mejor tolerados en los niños. Se necesitan nuevos fármacos más eficaces, sin
efectos secundarios y de bajo costo para que pueda ser accesible a toda la población.
(Muñoz, 2017)
Nifurtimox
NFX, es un análogo de nitrofuranos que actúa contra los estadios morfológicos,
amastigote y tripamastigote de T. cruzi. Este ha sido catalogado como efectivo en las
fases aguda, crónica indeterminada y crónica determinada de la enfermedad. En la fase
aguda presenta una cura parasitológica de 76%, la que en los hijos recién nacidos de
madres chagásica puede alcanzar entre el 80% y 100%.
A pesar de que NFX tiene un alto índice de efectividad para contrarrestar la carga
parasitaria de la enfermedad, esta tiene un lado negativo ya que origina radicales libres y
produce daño por reducción de componentes celulares parasitarios como proteínas y
ácidos nucleicos. Los efectos secundarios se presentan en un tercio de la población que
es tratada con NFX, este es un valor demasiado alto y son más manifiestos en adultos. No
obstante, estamos enfrentando una enfermedad que puede llegar a ser mortal, por ende,
vale la pena hacer un sacrificio para conservar la inocuidad e integridad de la salud de la
población afectada. El NFX puede producir anorexia, pérdida de peso, manifestaciones
gastrointestinales como náuseas, vómitos, dolor abdominal, diarrea, dermatitis y
compromiso del SNC con insomnio, alucinaciones y psicosis. La OMS/OPS no
recomienda su uso durante la lactancia.
La dosis recomendada es de 8-10 mg/kg/día durante 60 a 90 días, los niños lo toleran
mejor que los adultos. La dosis puede variar entre 5-25 mg/k/día, esta última es usada en
formas graves como meningoencefalitis o miocarditis aguda, casos en que el tratamiento
debe ser supervisado por el especialista en el hospital base correspondiente. La dosis
máxima es 700 mg al día. En los estudios toxicológicos subcrónicos, la dosis más alta, de
400 mg/ kg, resultó en síntomas neurológicos severos que causaron la muerte de 6 de las
25 ratas hembra en sólo la tercera semana de tratamiento (Hoffmann, 1972). De
preferencia, el NFX se administra cada 8 horas, después de una ingesta de alimentos. La
administración se inicia en forma escalonada iniciando 1/4 de la dosis el primer día, la
mitad los días 2 y 3 y la dosis total al 4° día, contándose los 60 días desde el momento
que inicia la dosis total. En caso de efectos adversos, se debe disminuir la dosis o
suspender transitoriamente la farmacoterapia, además tratar los síntomas hasta la
desaparición de éstos. Luego reiniciar la dosis óptima en 3 días, asociando siempre el
tratamiento sintomático. En caso de reaparecer los efectos indeseados y habiendo
compromiso del estado general, se debe suspender inmediatamente la administración del
fármaco. (MSP, 2011)

Benznidazol (BNZ)
Es también un fármaco tripanomicida. Actúa uniéndose en forma covalente a los
intermediarios de la nitrorreducción con los componentes del parásito, ADN, lípidos y
proteínas. Es eficaz en el tratamiento de la fase aguda, en la fase crónica indeterminada,
y en la crónica determinada, como se ha demostrado en estudios realizados en niños en
Argentina y Brasil. La dosis es de 5-7 mg/k dividido en 3 dosis diarias por 60 días.
Los efectos adversos se dividen en 3 tipos:
a. Dermatológicos con erupción cutánea que aparece entre los 7-10 días de tratamiento,
edema generalizado, fiebre, adenopatías, mialgia y artralgia.
b. Depresión de la médula ósea con trombocitopenia, púrpura y agranulocitosis, que es la
manifestación más grave.
c. Compromiso neurológico con polineuropatía, parestesia y polineuritis periférica.
Está contraindicado en embarazadas y en personas con insuficiencia hepática y renal.
(MSP, 2011)
Lastimosamente el BNZ es un producto escaso o tajantemente no se comercializa en
América latina, lo que hace más difícil la tarea de tratar a pacientes enfermos.

Nuevas alternativas de tratamiento


Como ya se mencionó, el protocolo farmacológico utilizado actualmente para el
tratamiento de la enfermedad de Chagas es deficiente en términos de seguridad por su
alto contenido de efectos secundarios. Por lo tanto, es necesario buscar nuevas
alternativas de tratamiento para esta enfermedad.
Evidencia reciente sugiere la vía del ergosterol como potencial blanco terapéutico, y
derivados de azoles como el posaconazol y ravuconazol han mostrado actividad
tripanicida sin embargo no se encuentran aún disponibles para su uso terapéutico,
adicionalmente no han mostrado ser superiores a la terapia estándar utilizada en la
actualidad. Dos estudios controlados evaluaron la efectividad de los azoles en
comparación con el benznidazol, los cuales obtuvieron resultados desfavorables; el
primero, el estudio Chagasazol mostró que el posaconazol falló en obtener una respuesta
terapéutica sostenida al final del tratamiento, en comparación con el benznidazol, donde
todos excepto un paciente logró una respuesta sostenida. De igual forma el ensayo E1224
evidenció que el ravuconazol es seguro y efectivo en la eliminación del parásito, sin
embargo, era poco eficaz en lograr una respuesta sostenida un año después del
tratamiento, en comparación con el grupo tratado con benznidazol que presentó una
respuesta sostenida del 80 %. (Jaramillo jaramillo, Ruiz Mejía, Martinez Sanchez, & Vera
Henao, 2017)
Lo citado muestra que pocos medicamentos disponibles y estudiados, logran cumplir con
los requerimientos básicos que demanda la enfermedad, al ser poco efectivos y
medianamente seguros para el tratamiento de esta enfermedad nos encontramos en un
punto muerto y esto muestra la clara necesidad de desarrollar nuevos compuestos que
cumplan con estas condiciones en el cual solo el tiempo tiene la capacidad de traer
consigo una iniciativa de un producto farmacológico efectivo y seguro.

Situación social
Inequidad
Más allá de las cifras, que no son desdeñables, las cuales van más de “6 millones de
personas infectadas, de las cuales 7.000 mueren cada año” (OMS, 1992). detrás de la
enfermedad de Chagas se esconde un problema de inequidad. Se trata de una enfermedad
que, por razones de distribución geográfica del vector, afecta particularmente a
poblaciones pobres rurales o periurbanas, desinformadas y, por lo tanto, olvidadas.
Precisamente, por su impacto desproporcionado sobre las poblaciones más pobres, la
OMS ha catalogado al Chagas, junto con otras 16 enfermedades, en la lista de
“ enfermedades tropicales desatendidas”.
El hecho de que existan medicamentos para el Chagas (el benznidazol y el nifurtimox)
implica que el tratamiento de los pacientes afectados no debería estar sujeto a discusión,
de acuerdo al derecho a la salud establecido por la OMS y en línea con los nuevos
Objetivos del Desarrollo Sostenible. Lastimosamente, el acceso al diagnóstico y a los
medicamentos para las poblaciones afectadas, mayoritariamente pobres, es doblemente
difícil. En primer lugar, el diagnóstico de la enfermedad no forma parte de la atención
integral en centros de salud de atención primaria en la mayoría de las regiones afectadas,
y la gente no suele estar informada del riesgo asociado a la presencia del vector dentro y
cerca de los domicilios, o del riesgo de transmisión de madre a hijo. A ello se suma otro
problema. Aun suponiendo que se logre garantizar un abastecimiento de calidad del
medicamento a precios accesibles, el proceso de tratamiento supone para los pacientes
varias visitas al médico, las cuales no suelen estar exentas de costes. (Moriana , Ortiz, &
Fanjul, 2016)

El problema económico
Si bien los argumentos éticos para tratar a las poblaciones afectadas no parecen tener
suficiente impacto político, los argumentos desde el punto de vista económico son
irrefutables. El Chagas es la principal causa de problemas cardiacos en América Latina y
es la cuarta enfermedad infecciosa con más carga en términos de años de vida perdidos.
El coste medio por individuo tratado es de 474 dólares al año, mientras que el coste en
términos de productividad laboral supera los 4.600 dólares anuales. Se estima que la carga
financiera total del Chagas para el conjunto de los pacientes es de 7.200 millones de
dólares anuales. Paradójicamente, la cantidad destinada al diagnóstico y tratamiento del
Chagas a lo largo de toda la década comprendida entre 2003 y 2013 fue de tan sólo 162
millones de dólares.
Podemos evidenciar numéricamente el déficit, y si me permiten llamarlo, el desinterés
que tienen las autoridades respectivas, en generar un fondo monetario destinado a ayudar
a las poblaciones menos favorecidas, ninguno de los lectores se encuentra exento de ser
infectado con la enfermedad de Chagas, así que suponemos que el problema del
financiamiento emitido para estos fines, es una problemática que nos incumbe a todos los
ciudadanos, por lo tanto hay que tomar acciones y exigir una correcta distribución del
recurso monetario, que por derecho, le corresponde a la sociedad.

Conclusiones
Los productos farmacológicos que son recomendados para el tratamiento de la
enfermedad de Chagas, son el nifurtimox (NFX) y el benznidazol (BNZ). Sin embargo,
estos no están exentos de presentar contraindicaciones, puesto que estos medicamentos
tienen un alto numero de efectos secundarios. Por el momento no se han encontrado
alternativas que no presenten los efectos adversos que provocan su consumo, no obstante,
el objetivo de encontrar otras opciones se mantiene en pie, mediante el estudio de la
viabilidad de otros compuestos.
Tras exponer el problema que los pacientes de zonas rurales, y algunas urbanas, tienen
para acceder al tratamiento contra la enfermedad de Chagas, hay que hacer un llamado a
los gobiernos de los países afectados. Los gobiernos deben de afirmar su compromiso
político con la sociedad para desarrollar una estrategia de lucha contra la enfermedad de
Chagas, poner en marcha programas para acelerar el acceso al diagnóstico y el
tratamiento, y redoblar esfuerzos en el control de la transmisión. Los ciudadanos deben
sumarse a la causa de establecer prioridades y difundir el mensaje sobre la importancia
de incrementar el acceso al diagnóstico, tratamiento y prevención.

Bibliografía
Jaramillo jaramillo, L. I., Ruiz Mejía, C., Martinez Sanchez, L. M., & Vera Henao, S.
(2017). Enfermedad de Chagas: una mirada alternativa. Medellin: Scielo.
Min Salud. (2013). Enfermedad de Chagas. Bogota: EMSA.
Moriana , S., Ortiz, G., & Fanjul, G. (2016). ROMPIENDO EL SILENCIO Una
oportunidad para los pacientes de Chagas. Barcelona: Creative Commons.
MSP. (2011). Guía de Diagnóstico Tratamiento y Prevención de la Enfermedad de
Chagas. Santiago: MSP de Chile.
Muñoz, P. (2017). Tratamiento y seguimiento de la enfermedad de Chagas. Sociedad
Chilena de Infectologia, 67-68.
OMS. (1992). Control de la enfermedad de chagas. Buenos aires: OMS.

Vous aimerez peut-être aussi