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II.ISTADO
DO.,.,tA.O
origen. evolucion ysu forma actual
1844-1982
1844-1982
Impreso en Rep. Dominicana
Printed in Dominican Republic
Primera Edición
Abril 1982
Título original:
"Estado, Gases Sociales y Luchas Políticas en la Rep.
Dominicana"
Segunda Edición:
Febrero 1983
"El Estado Dominicano: Orígenes, Evoluci6n y Forma
Actual"
Portada y diagramación
Noel Sing/Amancio Aquino
Composición
Proyectos Editoriales, C. por A.
a Gisselle Moreno
a Mima Dlaz
como tes-
timonio
de un profundo sen-
timiento de
afecto.
Indice
9
8. Diferentes tipos de crisis en el Estado . . . . . .57 ..
9. Tipos y formas de Estado. . . . . . . . . . . . . .64 ..
10. Rasgos que definen una forma de Estado. . . .66 ..
11. Las funciones del Estado. . . . . . . . . . . . . . .72 ..
12. El Estado-Nación 78
13. El caudillismo y sus causas . . . . . . . . . . . . . .. 80
14. Los mecanismos de influencia caudillistas. . . . .. 81
CAPITULO 11
Los Antecedentes
del Estado. Capitalista Dominicano 85
10
CAPITULO 111
El Estado Dominicano 1844-1879 125
CAPITULO IV
Los intentos de confonnar un Estado burgués y
sus dificultades (1879-1916) 161
1. El proceso de conformación de un Estado
burgués-liberal y nacional de los Azules 164
2. Cambios en la distribución del poder y de
surgimiento de la dictadura de Lil ís 166
3. El Estado déspotico antinacional
de Ulises Heureaux 170
4. La pérdida de soberanía y los inicios del
control político de los Estados Unidos sobre
el Estado dominicano 172
11
5. La dependencia económica hacia los Estados
Unidos y la penetración monopólica 174
6. Las funciones económicas del Estado en
proceso de formación (1879-1916) 175
7. Los mecanismos de dominación poi ítica y de
hegemonía durante el período 1879-1916 ..... 177
8. Muerte de Lil ís y el caos caudillista, 1900-1916.. 185
CAPITULO V
El surgimiento de un Estado capitalista
y la dominación imperialista (1916-1930) .....195
CAPITULO VI
El Estado durante la dictadura
de Trujillo (1930-1961) 225
1. La naturaleza despótica y la personalización
del poder trujillista 228
2. Carácter de clase del Estado trujillista
y las dificultades para su conceptualización .... 233
12
3. La estructura institucional del Estado durante la
dictadura de Trujillo 237
4. Los mecanismos de dominación poi ítica y de
hegemon ía en el Estado trujillista 239
5. Estado, clases sociales y sociedad civil
en el Régimen Trujillista 243
CAPITULO VII
El Estado capitalista dominicano
en crisis (1961-1965) 249
1. Los mecanismos de dominación 258
2. Crisis de Estado, crisis de representatividad
política y de las clases dominantes 258
3. Poder Popular, estructura institucional,
constitucionalista y los comandos, durante la
guerra de Abril 261
CAPITULO VIII
El Estado Bonapartista,
burocrático y contrainsurgente
de Joaquín Balaguer (1966-1978) 265
1. Recomposición del Bloque Dominante bajo la
forma Bonapartista y caudillista 268
2. Período de represión popular
y de reorganización estatal 269
3. El auge y consolidación del proyecto balaguerista 273
4. Transformaciones sociales e intento
de reordenamiento del bloque dominante 277
5. La crisis y agudización de las contradicciones 281
6. Las incontenibles tendencias hacia la
democratización del Estado dominicano 286
7. Los cambios en el PRD y su integración al
sistema como opción burguesa 288
8. Coyuntura del cambio y su consigna: ¡respeto
a la voluntad popular! 292
13
CAPITULO IX
La actual fonna democrática del Estado
dominicano y sus contradicciones 295
1. Caracterización de la forma actual que
asume el Estado 300
2. Formación social, bloque dominante y
hegemonía burguesa 303
3. Obstáculos y mediatización 310
CAPITULO X
Perspectivas de la actual fonna democrática
del Estado dominicano 315
Anexo
1. Poderes de Estado, secretarías y dependencias
actuales (ONAP) 327
2. Organigrama de la Estructura Institucional del
Estado dominicano actual .
3. Lista de las doce secretarías y de los secretariados
del poder ejecutivo; del poder legislativo, judicial y
¡as instituciones autónomas del Estado, y sus
dependencias .
4. Leyes que han regido y rigen en la actualidad,
la organización de la administración pública .
5. Lista de gobiernos 1844-1982
14
PROLOGO A LA SEGUNDA EDICíON
16
extienden a toda la obra. Introduzco, además, orga-
nigramas y análisis de la estructura institucional del
Estado dominicano, en los diversos perlodos.
Se anexa, al final, un conjunto de documentos
que ayudan a conocer las Secretarías, las Direccio-
nes Generales y los diversos organismos, dependen-
cias y entidades autónomas del gobierno y las leyes
que rigen la Administración Pública en la actuali-
dad.
El tltulo inicial del libro: "Estado Clases Socia-
les y Luchas Pollticas en la República Dominica-
na", muy largo, ha sido sustituido por el que ac-
tualmente lleva: "El Estado Dominicano", que me
parece más adecuado y cómodo de manejar.
17
Humanidades, Dr. Antonio Lockward Artiles, bajo
cuya iniciativa y reiterado empeño se organizó el
acto de puesta en circulación de la primera edición,
en la VASD; a la Lic. Carmen Durán quien tuvo all!
a su cargo el comentario y la reseña del libro; y a
Raúl Pérez Peña, periodista que de modo espontá-
neo comentó elogiosamente el texto a su salida.
Al Lic. Rubén Silié, Director del Departamento
de Sociología, compañero que no ha economizadú
palabras de aliento y ha utilizado el libro en sus cIa-
ses, al igual como lo han hecho, los profesores Luis
Alvarez Berroa, Ana Mercedes Morrobel, Dagober-
to Tejeda y otros más.
Y, por último, mi agradecimiento a los compa-
ñeros del MPS, quienes tomaron la primera edición
como material básico para organizar la discusión
acerca del Estado, llevada a efecto en la Tercera
Conferencia Nacional; y a los estudiantes que han
discutido el material conmigo en clases, yaporta-
do valiosas inquietudes y no pocos conocimientos,
parte de los cuales están incorporados en la presen-
te versión de un libro no acabado aún, y abierto,
por tanto, a las cdticas y sugerencias futuras que el
autor sabrá agradecer.
No está demás recordar que las personas nom-
bradas más arriba no necesariamente son copartíti-
pes del conjunto de las opiniones contenidas en el
libro, ni, mucho menos, pueden ser responsabiliza-
das de los posibles errores aqul contenidos, los cua-
les deberán ser imputados, en todo coso, al autor,
exclusivamente.
Febrero, 1983
18
INTRODucCtON
19
y es que en el capitalismo el Estado, instru-
mento fundamental de la unificación y el poder
pol/tico de las clases dominantes, es, también, la
síntesis de la sociedad, expresión del nivel alcan-
zado por la economía, y sus crisis. A la vez que
influye sobre todo el conjunto de una formación
social, a través de la lucha de clases y el nivel
concreto de la correlación de fuerzas, está, al
mismo tiempo, por el/as determinado.
11
20
miento de los relaciones de produccl6n y lo Investi-
gacl6n historiográfico que permite centrarnos en
un temo específico como éste, sin tener que inves-
tigar ni exponer más allá de lo Imprescindible, el
contexto econ6mico y social, su premiso. No se
desprecian, sin embargo, los posibles consecuencias
que sobre lo comprensi6n de lo totalidad de lo for-
maci6n social tiene lo investigaci6n de uno de sus
aspectos. Sobemos que los aportes en el terreno de
lo comprensión del Estado no constituyen sólo
uno ampliación de lo problemático historiográfico
y político contemporáneo del país, sino que tiene
que introducir elementos que permiten captor lo
formaci6n social como totalidad: es decir, desbor-
do el ámbito de los relaciones de producci6n o
lo estructuro económico en su conjunto poro situar-
se en lo sociedo.d, como conjunto de uno forma-
ci6n social, en su sentido amplio. Lo mismo perio-
dización histórico en el país se hoce posible ahora
sobre otro base que no es yo lo tradicional división
por siglos, sino en función de lo que Pier Vilar
designo Coyunturas hist6ricas. El análisis hist6rico
puede producir yo espacio de Interpretacl6n de los
luchas polltlcas y sociales; lo historio contemporá-
neo del pols se puede percibir, entonces, como su-
cesivos perlodos coyunturales que permiten lo in-
terpretaci6n, en codo contexto, de los aconteci-
mientos hist6rlcos y los hechos pollticos.
Pero no se puede acusar de economicismo o
politicismo o quienes han tomado como objeto de
estudio en el posado, o lo retomen hoy, los rela-
ciones de producción o el Estado. Esto es uno fol-
21
so dicotomía. Lo clave está en saber si un estudio
sobre uno región de lo formación social o un hecho
histórico se realizo tomando en cuento lo totalidad
de lo formación social y ligado o ella o no. El tra-
bajo historiográfico de Roberto Cassá, por ejem-
plo, es uno muestra significettivo de cómo, la for-
mación social es el terreno clave para centrar el es-
tudio histórico, desde uno concepción morxisla.
En él, la historia económica y social, como objeto
específico, no se realizo aislado de la problemático
del Estado, sino que tiene en esta categoría uno
pieza importante en la búsqueda de la reconstruc-
ción que realiza de la historia contemDoráneo. Por
otro lado, el trabajo que José Oviedo y Cotroin rea-
lizaron analizando una coyuntura específica como
fue la· crisis del Estado dominicano en febrero de
1980, y a partir de ella reconstruir la sociedad do-
minicana, en tanto reacción ante esa crisis, es otra
posibilidad de análisis, igualmente válida como es-
trategia de estudio y exposición, tomando el Esta-
do como un objeto de estudio específico. No es al-
go contrapuesto a otros posibles modos de abordar
el estudio de éste o aquél aspecto de una forma-
ción social. Lo decisivo es, pues, si podemos anali-
zar el hecho histórico en sus determinaciones múl-
tiples yen sus relaciones con lo totalidad social.
No es fructífero, por el/o, definir la polémica,
hoy necesaria en el seno de la nueva izquierda, en
clasificaciones generales demasiado rápidas de eco-
nomicismo o politicismo, etc. Lo que se planteo, o
nuestro modo de ver, es abrir la discusión dirigién-
dolo o establecer con precisión los nudos de dife-
22
rencias fundamentales y los matices, que son mu-
chos, en uno interpretación en lo fundamental
compartido. Lo mismo polémico y /0 precisión de
los posiciones hasta un grado que permito su veri-
ficación práctico e histórico irá dejando ver hasta
dónde los actuales diferencias de matices o de
conocimientos, implican irreductibles diferencias
concepcionales y políticos, o no.
Lo que no podemos es continuar ignorando di-
ferencias que sólo podrán ser resueltos, si los en-
frentamos en un espacio de discusión adecuado,
una discusión revolucionario en lo búsqueda de am-
pliar el conocimiento del objeto, de establecer
coincidencias o diferencias cloros y el área donde
éstos tienen lugar y su importancia político.
1/1
23
toda estrategia socialista. En esta búsqueda se ha
venido avanzando, planteándose aproximaciones
desde diversos ángulos, abarcando aspectos especí-
ficos y períodos diversos.
El presente trabajo es el primer intento por
ofrecer una visión del Estado dominicano en su to-
talidad histórica. Se estudian aquí los anteceden-
tes, orígenes, evolución, la estructura actual y la
forma que asume el Estado dominicano. Al final se
formulan algunas reflexiones acerca de las posibles
perspectivas de la actual forma democrática que
asume la dominación burguesa, tomando en cuenta
las contradicciones en que se encuentra envuelta,
la naturaleza de la crisis económica que sacude al
país y las posiciones de los diversos sectores de c/a-
se y sus fuerzas pol/ticas.
He de reconocer que esta elaboración ha sido
facilitada por la existencia de monografías, desti-
nadas a estudios parciales que han sido pioneros en
el estudio de esta problemática: Cordero Michel, j.
limenes Grullón, Roberto Cassá, José Oviedo, Ma-
rio Bonetti, P. Catrain, Otto Fdez., W. Lozano, Juan
Bosch, Carlos Vi/as, C. Julio Báez, entre otros,
pueden ser mencionados entre quienes han aborda-
do, ya como objeto espec/fico, ya como tema co-
lateral el asunto del Estado en sus investigaciones.
No me limito, sin embargo, a reagrupar en mi libro
sus resultados, que son a menudo entre s/ contra-
dictorios, sino que éstos han sido reconsiderados en
una verificación que ha exigido de mi parte una do-
ble indagatoria teórica y emp/rico, yendo directa-
mente al dato histórico o reinterpretándolo. Con lo
24
lectura de mi exposición podrá identificar el lector
d6nde están los puntos de coincidencias y diferen-
cias y en qué sentido el modo como se resuelve la
estructura expositiva que orienta el libro, introdu-
ce elementos propios y le da un nuevo sentido a
formulaciones conocidas.
IV
Troto de indagar la ficción del proyecto estatal
de la Primera República y las circunstancias que
conducían a una personalización caudillista y a una
integración despótica del poder o al caos caudillis-
ta alternativo, que caracterizó la lucha política has-
ta la conformación del Estado capitalista.
Estudio la formación de un espíritu Nacional
como entidad cultural en el marco de un territorio
común y sitúo su culminación en la década del 70
del siglo· pasado, momento en el cual aparece tam-
bién la posibilidad de que la pequeña burguesía ar-
ticule sus intereses a los de la burguesía comercial,
iniciándose un coherente proyecto de formación
de un Estado nacional y estatal, con sustancia so-
cia/. Sin embargo este proyecto culmina en la dic-
tadura del tirano Vlises Heureaux (Lilís). ¿Qué
ocurrió? La explicación de esta aparente paradoja
obliga a establecer no sólo las razones estructurales
presentes en el escaso desarrollo de la formación
social dominicana, sino en la aparición, en ese ins-
tante, del imperialismo y el surgimiento de una in-
dustria azucarera que terminarían, en su conjunto,
cruzándose para malograr la posibilidad de un pro-
yecto estatal de contenido nacional y liberal. El
Estado dominicano se ir/a conformando al tiempo
que servía de canal a la inserción de la Formación
Social dominicana en el marco de la economía im-
perialista mundial, y, en particular de la domina-
ción del imperio americano.
Así, el Estado dominicano termina de cuajar
en el ámbito de la primera intervención norteame-
ricana y adquiere un desarrollo, extremadamente
contradictorio, durante la dictadura de Trujillo.
Pero como ese desarrollo hipertrofiado del po-
der del Estado, concentrado en la persona de Tru-
jillo, no condujo a una participación correlativa de
las clases en la política ni a la conformación de una
sociedad civil, como conjunto de organizaciones
políticas, culturaíes, etc., luego de desaparecer el
tirano, se dio paso a una crisis general del Estado y
la dominación, que culmina en la Guerra de Abril.
Salaguer surge luego de esa crisis catastrófica, co-
mo el elemento integrador de un bloque de domi-
nación bajo la hegemonía norteamericana, que,
adecuado a las circunstancias del J966, termina
siendo contradictorio a las necesidades del domi-
nio político burgués del país, en J978, tras el desa-
rrollo social, la existencia de una alta conciencia
democrática en las masas y la conformación de una
clase burguesa en el país.
El estudio detallado de todo ese complejo pro-
ceso de conformación del Estado dominicano y de
los mecanismos de dominación en cada período,
contenido en los nueve capítulos en que divido la
exposición, están orientados a encontrar las raíces
históricas de la forma que asume el Estado domi-
26
nicano actual.
IV
27
entonces, seleccionar en él, seguir su curso y evolu-
ción, relacionándolos en su desarrollo, a la totali-
dad actual.
Estos elementos pueden ser, OSI; situados en su
momento de aparición y, en su conjunto, distin-
guir la forma que asume la dominación política ac-
tual de las formas del poder político y el Estado,
en otros momentos.
v
Este estudio tiene como punto de partida pre-
vio el esclarecimiento de un marco teórico, siste-
mático y actualizado, el cual expongo en un texto
aparte que circula junto al libro que el lector tiene
en sus manos: "EL PODER Y EL ESTADO EN
LA SOCIEDAD CAPITALISTA ". Sería de desear
que el mismo fuera conocido por quienes estén in-
teresados en comprender a plenitud las conclusio-
nes. De todas maneras he resumido, brevemente, en
un capítulo introductorio algunos de los elementos
teóricos y de conceptualización, imprescindibles
para comprender el análisis del Estado dominicano
que realizo en este libro. Los lectores interesados
en ampliar sus conocimientos, o actualizar/os, en
relación a la teoría del Estado en el marxismo, po-
drían leer el texto que dedico a este tema.
Los lectores que tienen una información ade-
cuada acerca de la actual teoría del Estado en el
marxismo, pueden saltar la lectura del marco teó-
rico, y adentrarse de inmediato en el primer capí-
tulo, donde inicio la exposición de las interpreta-
ciones histórico-eoncretas, acerca del Estado domi-
nicano.
28
Este libro no está realizado como una exposi-
ción académica; es un ensayo que formula las con-
clusiones de una investigación con el objetivo po-
I/tico de responder a necesidades urgentes del mo-
vimiento de izquierda, ayudarle a los trabajadores
a entender los actuales mecanismos de dominación
de la burguesía en el país y a formular una clara es-
trategia revolucionaria que le permitan acumular
fuerzas y jugar un papel independiente ante la cri-
sis que vive el pa/s. Específicamente se formula
como parte de los materiales que habrán de orien-
tar las discusiones de la Tercera Conferencia del
Movimiento Por el Socialismo. Su redacción en el
momento actual ha obligado a colocar en primer
plano la exposición de su contenido, por encima
de exigencias formales que de haber contado con
otras posibilidades, nos hubiese gustado atender.
Si esta situación puede ser una excusa anticipada
a carencias en su presentación formal, no así, a
su contenido teórico y político, los cuales he bus-
cado exponer con brevedad, pero con precisión
y claridad. Esperamos que el presente ensayo sirva,
pues, como s/ntesis de una interpretación marxista
acerca del Estado dominicano, útil tanto para
organizar el estudio y la discusión del conjun-
to, como para servir de marco a las profundiza-
ciones de aspectos parciales. Si ayuda a tomar un
sentido de la totalidad de los conflictos de clases
que definen la coyuntura política actual y sus an-
tecedentes históricos, estimulando una discusión
fundamentada y permitiendo la formulación de
una est;ategia socialista, habró cumplido su pro-
29
pósito, En una segunda edición podré incorporar
los a<:ty!ctos de carencias y los enriquecimientos
que sin dudes aportará la di5cusión en que se inser-
ta la prese:ne edicicin.
Santo Domin
Abrí/1982
30
CAPITULO 1
PODER, ESTADO
Y CAUDILLISMO: MARCO TEORICO
3i
ceEI Estado es el complejo de
actividades prácticas y teóricas
con las que la clase dirigente
no sólo justifica y mantiene
su dominio, sino que logra
obtener el consenso activo
de los gobernados."
A. Gramsci
ciones variadas y específicas, estos diferentes
medios.
E! poder es, pues, en sentido general, acep-
tado o impuesto. En grados diversos, en toda
relación de poder se encuentran ambos elemen-
tos en proporciones distintas.
Se denomina autoridad al poder que se reco-
noce como legítimo. El concepto de legitimidad
implica la aceptación activa del poder por quie-
nes están sometidos, porque consideran necesa-
rio, conveniente, correcto o justo que sea ejerci-
do por la autoridad, de acuerdo a determinadas
creencias, normas, valores, ideas o espectativas
existentes en el medio donde se da la relación de
poder considerada, interiorizada, a su vez, por
los subalternos.
El poder legítimo lo es, pues, fruto de un con-
senso relativamente amplio sobre quienes se ejer-
ce. En política se denomina por definición go-
bernante al depositario de la autoridad legítima,
aunque no siempre se utiliza esa palabra en su
exacto significado.
La legitimidad es una condición del poder que
sólo se mantiene mientras éste se ejerza dentro
de los límites y con las restricciones a la autori-
dad del dominante, establecida, aceptada o con-
venida socialmente.
Si el poder se funda en la imposición, a través
de la fuerza y la coacción en contra de la volun-
tad del subalterno, o se ejerce sin límites ni res-
tricciones, es un poder arbitrario. La arbitrarie-
dad es una condición del poder que casi nunca
es otorgada, sino que siempre es usurpada. En
política, por definición, al poder impuesto, arbi-
trario y sin límites legales, se le denomina dicta-
33
dura ya quien lo usurpa, dictador.
Entre los extremos de legitimidad y arbitra-
riedad en que hemos tipifi~ado las formas en que
pueden ser ejercidos los poderes, se encuentra
una infinita variedad en grados disímiles de hi-
bridación, instalados cotidianamente en todo el
conjunto de las relaciones de la sociedad capita-
lista, desde la organización familiar hasta la cús-
pide del Estado.
34
ner en práctica su volun.tad ¡¡aria o \iu'? cieseos
-por la introyección de las non::m¡;; "cci:l.k.e--' r:;'
las cuales el sujeto se ve ~nconsciente::ne!1t8 ':'0"
metido, por la educación y la propaganda '~ot¡i
diana, que operan como una manípu..iación ll:f>
perceptible.
De manera que ei poder no se ¡dentinca ni
se reduce al Estado y, m siquier&, al poder p)lí-
tico en su conjunto, aunque lo político es un
componente presente en toda forma de poder
y es el Estado su centre .
El mismo Estado se descentraliza, para su eje-
cución. en multitud de ulÍcropoderes, disemi-
nados en el interior de los c.ií'!erses aparatos e
instituciones (públicos y privados) a través de los
cuales se ejerce el poder. de Estado.
En esta compleja red de poderes y contra·
poderes, el Poder Político, y especialmente el
Estado, ocupa, pues) un lugar específíco y esen-
cial en relación a los otros poderes; no es sólo
"un poder más"; sino, el que articula, centraliza
y refuerza esos micropoderes, los influye y los
utiliza políticamente, dándole un sentido de
clase. De ese modo el Estado es, precisamente, el
componente político de toda forma de poder y
dominación. De ahí que el Estado tenga que ser
también, el referente general, el objetivo, el
blanco, de la lucha por el poder en el ámbito de
la sociedad capitalista.
El Estado no encierra, como hemos visto,
todo el Poder en la sociedad capitalista y ni
siquiera todo el poder político. Pero es el centro
del comlJOnente político de las otras formas de
poderes. Ahora es preciso aclarar de entrada que
35
el Estado no sólo juega una función política,
sino que adopta, además otras funciones -como
veremos más adelante- aunque todas estén
subordinadas o ligadas a su función de domina-
ción política. Error frecuente -el cual queremos
aclarar también- es pensar el Estado como
Poder Público centralizado, separado de las
relaciones de producción y del resto de la
sociedad, localizado tan sólo en la potestad de
sus aparatos de gobierno, su conjunto de institu-
ciones y funcionarios, en "manos de la clase
dominante", concebido al margen de sus contra-
dicciones y de la lucha de clases. Es la llamada
concepción instrumentalista.
Pero el Estado no es, como veremos, una cosa;
ni siquiera es un sistema de instituciones. No
existe nada que pueda identificarse como poder
de Estado al margen de las relaciones de las
clases en lucha, separado de las relaciones de
producción. Aunque con una relativa autonomía
de la sociedad, se encuentra unido a ella, expresa
sus conflictos, necesidades y límites objetivos,
por lo que no es sólo la expresión de la voluntad
de la clase dominante; también es la síntesis de
la sociedad y de las luchas de clases.
37
ha de considerársele como un "sistema", que
engloba todos los aspectos de la dominación
política:
Ante esta realidad, Gramsci propuso el
concepto de "Estado, en sentido amplio", para
englobar en él los componentes públicos y
privados de la dominación política; para englo-
bar el ~onjunto de aparatos, las prácticas de
poder y las ideologías que hacen posible la
dominación de clase. En sus palabras: "El
Estado es el complejo de actividades prácticas y
teóricas con las que la clase dirigente no sólo
justifica y mantiene su dominio, sino que logra
obtener el consenso activo de los gobernan-
tes".
38
Estos dos conceptos de "Sociedad Política"
(Estado en sentido est~cto) y "Sociedad civil"
designan una separación analítica, conceptual,
de una realidad única de dominación política (de
clase) íntimamente vinculadas entre sí, aunque
no sean reductibles la una a la otra.
39
El sistema del Poder político burgués o
Estado, en sentido pleno es, así, un conjunto
complejo de aparatos estatales o no, institu-
ciones privadas, agentes, intelectuales orgánicos,
normas, leyes, técnicas de poder, teorías, cos-
tumbres, ideología, mecallÍ5mos de dominación
que cumplen las funciones globales de organizar,
justificar, y mantener el sistema capitalista en su
conjunto, tratando de garantizar su permanencia
histórica. Actúa garantizando el mantenimiento,
en primer lugar de las relaciones de producción
en sí mismas, y las clases sociales sobre las que se
sustenta; la propiedad privada y e! orden de la
sociedad burguesa, haciendo posible la pro-
ducción y la acumulación capitalista, al tiempo
que opaca la dominación y neutraliza o combate
el cuestionamiento de los sectores explotados, a
través de la mediación ideológica y la violencia.
El poder político así definido, no es sólo el
conjunto de los aparatos públicos y sus funcio-
nes, aunque lo supone: no está localizado en un
asiento especial. Es el conjunto de las capacida-
des de los sectores dominantes de administrar la
sociedad e imponer su voluntad e intereses, que
se da en el campo de una compleja lucha de
clases.
El Estado no aparece, en el marxismo, co-
mo aparenta: separado y por encima de la socie-
dad y su economía. Aparece como vinculado
constitutivamente a su economía y la forma que
adopta su dominación es procesada por la socie-
dad y su lucha. El Estado, tras su apariencia de
neutralidad, esconde -dice Marx- su natura·
leza de clase: ser el aparato objetivado de los
41
intereses políticos de la clase burguesa domi-
nante, se pone al servicio de sus intereses y man-
tiene la sociedad capitalista, defiende la propie-
dad privada Y la explotación, fuente de los po-
deres y la riqueza de la burguesía.
La develación del Estado como expresión de
los intereses de clase, político, de la burguesía,
es el descubrimiento esencial que distingue al
lIUlIXismo de las diversas teorizaciones ideoló-
gicas de la burguesía en el asunto del Estado y
que lo diferencia de toda suerte de concepcio-
nes revisionistas y reformistas al interior del mo-
vimiento obrero.
42
de clase, sino de l~ "libertad privada", y los "de-
rechos individuales"; como guardián de "la fa-
milia", las "buenas costumbres" y el "bienestar
común". Este primer mecanismo de mediación
ideológica produce el ocultamiento de las clases
y borra su presencia al diluirlas en la generalidad
vaga de "la nación", "el pueblo", etc.
Sus particulares intereses de clase lo presen-
ta la burguesía, de este modo, envuelto en la
apariencia de todos, el "bien común", etc. y su
sistema de Ideología, como los valores "occi-
dentales". Es así como se produce el enmascara-
miento de sus intereses ideológicos, en la manta
opaca de un lenguaje vago, universal y general.
Primera cortina de humo.
b) El segundo mecanismo de mediación ideo-
lógico-político es el de legitimación: la burguesía
no funda su soberanía y su derecho a gobernar
políticamente, ni en su papel dominante en la
economía, ni en sus riquezas y privilegios socia-
les; ni en ninguna potestad divina, descendencia
genealógica o de sangre o casta; no lo deduce
tampoco de sus funciones al ocupar los aparatos
de Estado. El Estado burgués contemporáneo, a
diferencia de los demás, incluso del Estado capi-
talista liberal, funda su legitimidad, su derecho
legal a gobernar a toda la sociedad no en sus
orígenes, sino en que es elegido "libremente"
por los ciudadanos, iguales en derechos: el presi-
dente y demás representantes del Poder Público,
aparecen así como MANDATARIOS, en quienes
se ha delegado el poder del Pueblo.
Por definición a los mandatarios depositarios
de la autoridad legítima se le denomina gober-
nantes. La legitimidad, como ya hemos expresa-
43
do implica una aceptaci6n activa del poder rela·
tivamente amplia, o consenso, por parte de los
subalternos, en funci6n de mecanismos ideoló·
gicos que operan para producir este apoyo. Esta
es una condición que se mantiene mientras el po-
der se ejerza dentro de los límites aceptados. De
lo contrario se produce una crisis de legitimidad
o de autoridad como estudiaremos.
Lo que caracteriza por tanto al Estado bur·
gués-democrático contemporáneo es que funda
su legitimidad en la "voluntad popular", inscrita
en los derechos electorales de los ciudadanos in-
dependientemente de su riqueza y condición so-
cial. El sufragio universal o derecho al voto y las
elecciones libres, su corolario, son, pues, los
principios y prácticas que representan el princi-
pal vehículo de legitimación del poder democrá-
tico burgués.
Este mecanismo de legitimación es, al mismo
tiempo, un importante elemento de mediación,
pues, desarticula las clases en "ciudadanos", su-
jetos jurídicos-políticos, que abarcando la pobla-
ción total, los presenta atomizados, y no como
"grupos de hombres, clases sociales", también
dando la Üllsoria apariencia de que borra las con-
tradicciones de clases.
c) El otro mecanismo es un hecho: la autono-
mía relativa del Estado. En verdad lo caracterís-
tico del Estado capitalista es que no es un instru-
mento de Poder que responde a la voluntad ex-
clusiva de la clase burguesa; pues esta clase se
unifica políticamente en el Estado, establecien-
do lo que se denomina un Bloque dominante
que, aunque bajo la hegemonía del sector más
44
progresivo de la burguesía, integra a otros secto-
res de clase qúe en el marco de una formación
social específica (rentistas, comerciantes, terra-
tenientes, etc.) también son dominantes.
Este moque dominante, integra, a su vez, cier-
tos intereses económicos de los sectores que in-
tegran el moque Popular, dentro de los límites
permisibles al mantenimiento del Estado como
un Estado que responde a sus intereses de clase.
Es decir, establece lo que se denomina un equi-
librio inestable de compromiso, cuya dimensión
es siempre coyunturalmente establecida por la
correlación de las clases en lucha. Sobre este
asunto volveremos más adelante.
El Estado funciona así, con cierta autonomía
relativa de los intereses de ésta o aquélla fracción
burguesa, y de éste o aquél interés económico
particular en aras de garantizar, precisamente,
su función de centro de unificación y re¡:resen-
tación de los intereses políticos de la clase bur-
guesa.
d) Estos mecanismos de mediación política y
de autonomía relativa se inscriben dentro de un
conjunto más amplio de mecanismos ideológico-
culturales, a través de los cuales el Estado enmas-
cara su naturaleza de clase y opaca el sesgo de su
dominio político, aparentando ser mediador, es-
tar por encima de la sociedad, y ser regulador de
las clases en lucha, y preservador del bien común
y la nación.
J!;sa autonomía relativa del Estado se expre-
sa en el hecho de que la burguesía necesita para
estructurar sus intereses políticos -además de
los intelectuales orgánicos- de un conjunto de
agentes, funcionarios y burócratas.
45
E:" "',,-'.1'( '~i,,;'"T"" t>OM!l\il<OO!'!Y O!'ACI<SU
NA~l,KA.t.ELA ~[. CLASE
MEDJACiOl'!
lDEOUlGIU.
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CW..,.AL;----.....~
\, _./----....;11""
Estos burócratas especialmente preparados
para el ejercicio de las funciones estatales, cons-
tituyen una categoría específica y pueden ser
reclutados en las más diversas clases sociales,
aunque fundamentalmente lo hace en los secto-
res dominantes, llamadas por Marx "clases man-
tenedoras" de la burocracia.. La burocracia se
unifica en una ideología propia, y a través de
su inserción en la estructura jerárquica y centra-
lizada de los aparatos de Estado. Este sector bu-
rócrata se identifica con las funciones del Estado
y responde en su ideología a la racionalidad esta-
tal, más que a los intereses específicos de uno u
otro sector dominante. La ideología burocrática
se sintetiza en la lealtad, la eficacia, el secreto,
la puntualidad, el respeto a la autoridad suprema
y el apego a la "institución".
De ese modo, la burguesía no necesariamen-
te tiene que ejercer ella misma las funciones
gubernamentales, sino que más bien precisa de
un conjunto de técnicos, políticos y agentes que
actúan como mandatarios y funcionarios encua-
drados en los aparatos ejecutivos y legislativos
del Estado. Esto expresa la separación entre
trabajo manual e intelectual y la especializa-
ción que se expresa en el ejercicio del Poder de
Estado.
Esto no significa que ella es depositaria de
ningún poder especial, distinto al poder que en
ella delega el Bloque dominante ni que es una
clase más. Es que la burocracia, como catego-
ría especial encama la llamada autonomía rela-
tiva del Estado,c;xpresandc así, los intereses po-
47
líticos a largo plazo de las clases hegemónicas.
siendo por ello la encamación de la racionali-
dad estatal, y no de los intereses momentáneos
y económicos de éste o aQuél sector.
48
CONTRADICCIONES Y LUCHAS AL INTE-
RIOR DEL BLOQUE DOMINANTE.
LA "EXISTENCIA" E INSUFICIENCIAS DE
LAS MEDIACIONES IDEOLOGICAS.
49
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Como ideología se insertan realmente en el
espacio de las contradicciones de clases, opa-
cándolas. Pero, en el fondo, no impiden que
las contradicciones continúen y que, a cada pa-
so, y en todo momento se expresen y se desa-
rrollen, alcanzando, incluso, en los instantes
de crisis, expresiones agudas. Queda, entonces, al
desnudo la insufiencia final de toda acción
mediadora.
Por eso, para mantener su dominio e
imponerse a la mayoría, se necesita, además,
la coerción y la violencia. La fuerza se integra
así, cotidianamente, en la dominación burguesa,
en estrecha unidad dialéctica con los mecani&-
mos mediatizadores de tipo ideológico. Precisa-
mente como estudiaremos más adelante es la
correlación e interacción y proporción dia-
léctica de estos dos componentes lo que con-
forma las formas de Estado y regí"menes polí-
ticos más diversos.
LOS MECANISMOS DE DOMINACION
(REPRESION + HEGEMONIA)
51
do puede adoptar así, mecanismos de domina-
ción más o menos democráticos; más o menos
basarse en el consenso activo de los ciudadanos;
o ser más o menos represivo y dictatorial. Es de-
cir, la burguesía y el Estado se pueden apoyar lB-
más en la hegemonía o más en la fuerza de la
violencia militar, dependiendo, como veremos,
de que la lucha de clases o las crisis de la socie-
dad o de la economía, le permitan o le obliguen
a una u otra cosa, en el ejercicio de sus funciones
básicas como garante y organizador del sistema
capitalista.
I
,
f":"
I::St'ACIO DE'CONSENSO . - . ,
1
En esta gráfica se expresa la idea de que en toda forma de Esta-
do existe una relación inversa entre el espacio de violencia y el
espacio de consenso; a m ayor hegemonía de los sectores domi-
nantes, más democrática tiende a ser Ia forma de Estado y vice-
versa. Sin embargo, aun en las formas más extremas de las for-
mas dictatoriales o democráticas, coexisten siempre ambos meca-
nismos de dominio, la coersión yel consenso, existiendo unaga-
ma de combinaci ones posibles entre los extremos.
52
Para comprender la dialéctica de esta interre-
lación entre consenso y violencia y entre econo-
mía y política, en el Estado capitalista, nos pue-
de ser útil inicialmente el concepto de Bloque
histórico de Grnnsci y su visión de las crisis de
dominación, para finalmente poder situarla en
el marco de las "formas" de Estado.
53
adquiere cierta autonomía y se apoya en las cla-
ses secundarias, dando lugar a formas bonapar-
tistas o cesaristas de Estado:
El concepto de Bloque Histórico indica la re-
lación orgánica que existe en una Formación
Social entre la base económica j la superestruc-
tura; y entre los dos componentes, "sociedad
política" (Estado) y sociedad civil. Cuando la
clase fundamental a nivel económico, es al mis-
mo tiempo la clase dominante a nivel del Estado
y dirigente en la sociedad civil, se dice entonces
que existe un Bloq\le Hegemónico.
BLOQUE HISTORICO
RELACION ENTRE "BASE" Y "SUPERESTRUCTURA"
"'SOCIEDAD CIVIL" y "SOCIE!)AD POUTlCA")
ENGRAMSCI
~UPERESTRUCTURA POLITICA
EIDEOLOGICA
'-
1
.. Ilf.LACIONES DE PROOIJCClOf< _ - •
54
La conformación de un Bloque Histórico he-
gemónico no es un proceso automático ni espon-
táneo. Es el resultado de la conciencia y la capa-
cidad política y organizativa de la clase domi-
nante para desarrollar una hegemonía sobre el
!eSto de las fracciones de aliados y las clases
subordinadas, y para neutralizar y atraerse ma-
sas importantes de la clase que le es opuesta.
En la formación social capitalista, ésta es la fun-
ción de los intelectuales orgánicos de la burgue-
sía, y sus aparatos políticos.
El concepto de "intelectual orgánico" en
Gramsci designa no sólo la actividad de lo que
tradicionalmente se entiende por intelectual
(pensadores, ciertos profesionales y escritores,
etc.). Incluye también a los técnicos, adminis-
tradores y agentes del Estado y. en fin, perso-
nas que juegan un papel dirigente en la sociedad.
Ellos tienen un sentido histórico, trascendente,
de clase, por su nivel de información y sus nive-
les de conciencia sobre los problemas económi·
cos, políticos y sociales que es preciso para con-
seguir, mantener y/o garantizar el dominio de
clase. A través de ellos una clase puede adquirir
un espíritu "no corporativo", es decir trascender
el estrecho horizonte de su propio grupo y ser
capaz de elaborar un proyecto histórico-estraté·
gico que le permi.ta aliarse o conseguir el apoyo
de otros sectores para sus planes y proyectos, ya
sea para superar un momento de crisis en su do-
minio político o para conseguir el dominio y
hegemonía, según el caso.
Los intelectuales orgánicos son los que elabo-
ran la ideología y los programas políticos, unifi-
cando orgánicamente a la clase en torno a elloR.
ss
proponiéndolo como proyecto nacional, con-
citando el apoyo y buscando el consenso activo
o pasivo de los sectores subordinados. Si la bur-
guesía logra el consenso activo de los subalternos
a su proyecto de clase, éste se convierte en vo-
luntad colectiva nacional-popular, deviniendo así
en la clase que logra imponer su dirección en el
campo de la sociedad civil, obteniendo un am-
plio consenso. Hay, entonces, una correlación
entre base y superestructura y entre los dos com-
ponentes de ésta. En este caso, al ocupar la di-
rección política, se forma un Bloque Hegemóni-
co, que puede entonces, gobernar privilegiando
el uso de formas consensuales y democráticas.
En cambio, cuando la clase dominante no es, al
mismo tiempo, la clase dirigente se produce una
crisis de hegemonía en el Bloque Histórico, y,
entonces, la clase dominante recurre a estructu-
rar un dominio de clase basado casi exclusiva-
mente en el uso de la fuerza y la violencia. Esta
situación tiende a dar lugar a formas dictatoria-
les de Estado.
En el Bloque Histórico puede también aconte-
cer lo que se denomina una crisis orgánica; esta
existe cuando se produce un desajuste entre base
y superestructura: puede que se reproduzca un
desarrollo de la base sin que se realicen los
ajustes y cambios en la superestructura, necesa·
rios para el funcionamiento del conjunto y el de-
sarrollo de las fuerzas productivas. O se presenta
en un momento de crisis del modelo de acumula-
ción. Entonces pueden tener lugar reacciones es-
pontáneas de los sectores de clases, que pueden
producir una crisis global.
S6
INTERPRETACION DE LOS DIFERENTES
TIPOS DE CRISIS DE ESTADO Y pOLmCAS.
57
y comprender en lo que cada una tiene de espe-
cífico, porque son ellas las que tienen vigencia
en condiciones regulares y las que ha de desci-
frar el análisis de coyuntura, permitiendo captar
los nudos hacia donde dirigir eficazmente la
acción política en un momento dado.
Se puede y se debe captar estos düerentes ti-
pos de crisis y su especificidad, el ámbito donde
actúan y su magnitud: Esto es necesario tanto
para el análisis coyuntural como para la acción
política.
Definiremos a continuación brevemente, el
contenido de estas crisis y veremos algunas de
sus implicaciones sobre el Estado, sus aparatos,
su política, sus agentes y, en fin, sobre la ideolo-
gía, la economía y las luchas de clases, correla-
cionándolas entre sí, y con la coyuntura.
58
y expectativas de las clases hegemónicas y lo las
necesidades de la "crisis". Traduce un desfase
entre la burocracia y tecnócratas y la ideología
y estrategia de la clase hegemónica, o una crisis
económica y fiscal que limitan o dificultan la
programación, o ambas cosas.
Crisis de unificación tiene lugar cuando el Es-
tado no actúa como centro de unificación eficaz
para las clases y no actúa como el centro de su
proyecto hegemónico.
Crisis económica es un término inespecífico
para designar una situación grave a nivel de la
estructura económica que, por lo común,
repercute en el Estado y en la política, pero de
ningún modo se transforma de manera lineal,
directa y sincrónica en el tiempo, en crisis polí-
tica.
De hecho, las crisis generan condiciones de
precariedad económica para los sectores popula-
res, aumentan el desempleo y disminuyen el ni-
vel de vida, todo lo cual crea condiciones objeti-
vas que estimulan el descontento y las luchas po-
pulares. Sin embargo, la eficacia de las capacida-
des organizativas y la propia transformación de
su espíritu de lucha y decisión, son factores cla-
ves para que una crisis económica tenga una
conversión en crisis política.
Aunque toda crisis económica presiona direc-
tamente sobre los aparatos del EstadQ, sus pro-
gramas y la política económica, los gastos fisca-
les, etc., ésta puede dar lugar a recambios, adap-
taciones y reformulaciones que terminen fortale-
ciendo los aparatos de Estado o su eficacia glo-
bal. Si es grave no sólo tiende irremediablemente
a expresarse políticamente sino que puede
59
conducir a cuestionar, a niveles críticos, la :po-
lítica económica misma y sus paradigmas t;eó-
ricos.
60
to a las relaciones de clases y su sistema de alian-
zas, del bloque en el poder, como a los aparatos
de Estado, su estructura, su política, sus agentes;
se afectan también las correlaciones de fuerzas
de las clases en lucha en la sociedad civil; se cues-
tiona a veces, la representatividad de las institu-
ciones, se alteran los vínculos de los intelectuales
orgánicos y las fracciones de clases y se produ-
cen nuevas políticas hegemónicas; las clases po-
pulares intervienen, a su vez, más activamente,
desarrollan o radicalizan sus formas de lucha y
crean nuevas alianzas de clases. Todos estos ele-
mentos pueden estar presentes o sólo parte de
ellos y en diversas coro binaciones o agudeza. To-
da crisis política lleva aparejada pues, una crisis
ideológica o económica, de diferente propor-
ción~
61
poder; se adaptan los aparatos y sus formas o re-
(,'UIlbian dirigentes, sirviendo así para producir
suturas que adaptan el dominio político a las
exigencias de la lucha de clases o a las düiculta-
des de la economía o a la eficacia político-ideo-
lógica en general.
En las formas dictatoriales: fasclSWId, cesaris-
tas, o en los regímenes autoritaristas de los paí-
ses dependientes, las contradicciones son más
bruscas y menos mediatizadas, se anudan y cre-
cen hasta producir situaciones de crisis en extre-
mo agudas (es lo que ocurre también en los paí-
ses "socialistas" burocráticos-autoritarios).
La forma de Estado no sólo es importante pa-
ra interpretar las crisis, delimita, además, el cam-
po de la lucha de clases y determina los mecanis-
mos y formas de lucha del proletariado.
Pasemos pues, a estudiar los rasgos distintivos
de estas diferentes formas de Estado y la dialéc-
tica de los mecanismos de dominación inscritos
en cada una de ellas.
AMPLITUD DE LOS DIFERENTES CONCEPTOS
DE CRISIS POLlTICA
. . . DlwrADO+c.-1I*JI..OCIK:A YIO~
.
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.ca-. .........
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:
62
Esta gráfica muestra los diferentes tipos de crisis de Es-
tado y su interrelación con las crisis económicas e ideo-
lógicas, y, en grado de gravedad, de arriba abajo; se
pueden ver las que tienden a convertirse en crisis políti-
ca, determinado por el área punteada, ya sea simple, de
Hegemonía u orgánica.
63
TIPOS Y FORMAS DE ESTADO
64
r---- - -- ----------- ----,
I I
I SOCIEDAD
i
>
LAS
FORMAS
DE
SOCIEDAD
_ _ _ _ ---...1
Esta grá.fica representa la compleja rel ación entre Econom fa y Política en la sa-
ciedad capitalista. Las formas de Estado, más que una expresión directa de la
economía, son "procesad-dS" en la Sociedad, entendida no sólo como un siste-
ma de clases y lucha de clases, sino histórica, étnica, cultural y geográficamente
determinada. Aunque es la lucha de clases el elemento determinante centr.lJ.
adopta el Estado.
4) Por los mecanismos de dominación preva-
lecientes (consenso o represión) y el modo espe-
cífico en que se expresan ambos.
5) Por la naturaleza de la clase-apoyo que le
sirve de base al Estado y el modo (pasivo o ac-
tivo) como es incorporada.
6) Por el modo en que se plantea la contra-
dicción y se resuelve, entre el Bloque dominan-
te y el Bloque popular (o equilibrio inestable de
compromiso o pacto de dominación, o su ausen-
cia).
7) Todo esto expresa la correlación de clase
entre el Bloque en el poder y de éste y el Bloque
popular, que es preciso caracterizar como parte
constitutiva de la Forma misma de Estado.
8) Por la forma de gobierno.
Describiremos a continuación formas de Esta-
do típicas, poniendo de manifiesto algunos de
los rasgos distintivos señalados, los cuales obvia-
mente no pretenden ser exhaustivos; no incluye
aquellos que, reflejando una determinada corre-
lación siempre coyuntural, varían y no es necesa-
rio ni posible ponerlosde manifiesto en una des-
cripción general.
66
partidos políticos y expresar "libremente" sus
ideas. A pesar de todo lo que de formal y res-
trictivo tiene la democracia burguesa ella es el
fruto de las luchas obreras, y en gran medida se
mantiene merced a su constante vigilancia. Ex-
presa los signos de sus luchas, las demandas po-
pulares y es, en cierto modo, un límite al poder
burgués.
Para que la burguesía pueda gobernar, explo-
tar la fuerza de trabajo, obtener riquezas y dis-
frutar, con cierta paz y seguridad de sus privile-
gios sociales, se ha visto obligada a ceder ciertos
niveles de democracia.
En condiciones normales, al capitalismo le es
imprescindible ciertos niveles de libertad, inclu·
so política. Sólo que la burguesía siempre pre-
tende que los mismos sean más formales que
reales.
El recurso a la violencia física, militar o legal
como fuente fundamental de dominio que dé pa-
so a las formas ilegítimas de gobiernos, donde se
rompa la regla del juego democrático, es siempre
un recurso extremo, indicio inequívoco de su de-
bilidad.
Formas dictatoriales o autoritarias de Estado.
A estas formas de dominio político que privile-
gian el uso de la violencia, que suprime las li-
bertades políticas y en las cuales se ejerce el do-
minio sin límites legales, se le denomina "for-
mas dictatoriales" de Estado. Quizás el término
no sea exacto, porque como hemos insistido, to-
da democracia burguesa es dictadura de clase,
aunque haya libertad individual.
En todo caso ese es el término consagrado. Lo
que debe quedar claro es que toda "forma dicta-
67
torial o autoritaria" de Estado es transitoria, des-
de el punto de vista de la lógica del capital; es
una emergencia que se ejerce siempre apoyado
en una situación que se postula como peligrosa
para el mantenimiento de algunos de los valores
universales de la ideología burguesa (la paz, la
Religión, la Nación, etc.).
De entrada, se plantean como medidas a que
obligan la situación de emergencia. Léase por
ejemplo la proclama de cualquier golpe de Esta-
do. A largo plazo, las propias fuerzas burguesas y
pequeño burguesas, que fueron capaces de apo-
yar esa forma de dominio como una medida ex-
trema, tienden a reivindicar la normalización de
la situación y a buscar canales que permitan res-
tablecer las reglas normales del juego democrá-
tico, a través de fórmulas mediatizadas.
Por eso Poutlanzas las ha denominado "for-
mas o regímenes de "excepción", en el capita-
lismo.
68
Estado, expresan mayor eficacia de los mecanis-
mos de vinculación de la clase a la sociedad civil,
manteniendo ésta con cierta independencia del
Estado; mientras las formas autoritarias. descan-
san más en el Estado estrictamente, casi supri-
miendo la sociedad civil y canalizando a través
del Estado el curso de la participación política.
69
El Poder Despótico Burgués. Las formas bu-
rocrático-autoritaria y fascista son formas dic-
tatoriales extremas que puede adoptar el Estado
burgués. Pero pueden existir lo que Roger Bartra
ha designado como la forma despótica del poder
burgués; las cuales no llegan a constituir formas
dictatoriales extremas ni fascismos, aunque tam-
poco se fundan en un ejercicio típico de los me-
canismos parlamentarios, reservando un papel
secundario a las instituciones de la sociedad, hi-
pertrofiando el papel del Estado para canalizar
las contradicciones políticas. Tales formas se-
rían variantes siempre concretas, las formas de
poder burgués más común en América Latina.
Trátase no de una forma de mediación no de-
mocrática basada en clases precapitalistas o bu-
rocráticas por el insuficiente desarrollo de la bur-
guesía, sino de una forma de poder bajo la hege-
monía burguesa.
El Bonapartismo o Cesarismo. Se reserva esta
designación para una forma o tipo de poder que
surgió en los albores del capitalismo, cuando la
burguesía no era aún lo suficientemente desarrO-
llada para imponer su hegemonía ni las clases o
capas precapitalistas lo eran para imponer la
suya, apoyándose en la capa burocrática y con el
apoyo pasivo del campesinado. Pueden darse
múltiples variedades y formas híbridas, en mo-
mentos donde ya la burguesía es la clase funda-
mental (bonapartismo propiamente dicho). To-
das se caracterizan porque ante un empate de
fuerza entre estas dos clases o sectores, una capa
burocrática civil o militar asume el poder del Es-
tado gobernando con una autonomía excepcio-
70
nal, aunque es siempre a largo plazo transitorio.
Esta forma se presentó en Inglaterra durante el
siglo XVII, en Francia, y fueron rasgos asociados
al régimen balaguerista en nuestro país. Refleja
lo que Gransci llama "un equilibrio catastrófico
de las clases dominantes, entrando así una ter-
cera fuerza para mantener y hacer posible el
dominio político.
El Doble Poder. El cesarismo o bonapartismo
no es el doble poder. Lenin y Trotsky caracteri-
zaron como doble poder a la situación transito-
ria que emerge en toda revolución, donde en el
momento previo a la toma del poder junto al
poder de la burguesía en el Estado, aparece parte
del poder en manos de las fuerzas de la revolu-
ción; junto al poder de la burguesía, se presenta
el poder Popular Alternativo en condiciones de
disputarle el poder a las clases dominantes. En
las guerras de movimiento, el dominio geográfi-
co de una parte del territorio consagra esa dua-
lidad de poder. El doble poder es siempre mo-
mentáneo, transitorio a corto plazo, en tanto se
decida la situación a favor de una u otra clase en
lucha.
Los Gobiernos Provisionales. No se trata de
un doble poder, puesto que este último con-
cepto se refiere a fuerzas en lucha. Los gobiernos
provisionales son a menudo fórmulas transaccio-
nales en las cuales se expresa una conciliación
a favor de uno u otro sector, que a veces es un
paso a la toma del poder revolucionario, o el
vehículo para salir de un período de crisis aguda.
Pueden adoptar formas variadas de Estado, tran-
sitorias, en tanto se reestructura la composición
del Estado o los detentadores del poder, que en
71
ese momento se ven como provisional, se termi-
nan consolidando.
72
mente variado, aunque todas las funciones que
asume estén subordinadas a su papel político.
Para comprender las funciones del Estado y del
Poder Político, éstas deben entenderse como oro
gánicamente integradas, interrelacionadas. Pero
vamos a desglosarlas -como cuestión puramen-
te analítico-expositiva- en tres bloques en orden
decreciente de generalidad. En consecuencia, po-
dríamos definir que:
-LAS FUNCIONES MAS GENERALES Y
ESENCIALES DEL ESTADO son las de or~
nizar, justüicar y mantener él sistema capitalis-
ta en su conjunto y garantizar su permanencia
histórica, que es el interés político de la clase
capitalista como totalidad.
-Con ese fin cumple LAS FUNCIONES PAR·
TICULARES de garantizar la propiedad privada,
mantener las relaciones de producción y las cla-
ses sobre ella formadas, defender el "orden" de
la sociedad burguesa y participar, o crear, las
condiciones políticas, ideológicas y económicas,
para la producción y la reproducción (acumula-
ción) capitalista.
-Yen el cumplimiento de esas funciones (ge-
nerales y particulares), el Estado efectúa una se-
rie de FUNCIONES Y TAREAS ESPECIFICAS,
las más importantes de las cuales pasaremos a es-
tudiar.
73
junto. La burguesía y los demás sectores domi-
nantes se encuentran desunidos, atomiMdes en
sus intereses particulares, económicos, sociales y
políticos, conformando sectores, fracciones y
partidos políticos; para convertirse en clase "pa-
ra sí", en clase política, tiene que recomponerse
-en un proceso de lucha de clases. En ese proceso
el Estado es el principal centro de unificación de
la burguesía y los sectores dominantes y lo hace
constituyendo lo que se llama un Bloque en el
poder.
El Estado, al mismo tiempo que integra a las
clases dominantes, actúa para atomizar, dividir y
neutralizar al movimiento obrero y al Bloque Po-
pular. Esta misión la cumplen los diversos apara-
tos de Estado y de hegemonía y sus agentes, uti-
lizando permanentemente, una formidable com-
binación de ideología, coersión disuasiva, vigilan-
cia policial, reglamentaciones restrictivas legales,
propaganda y manipulación a través de los me-
dios de comunicación, sin dejar de usar la repre-
sión violenta directa a cargo de los aparatos mi-
litares.
El Estado controla la escuela, principal apa-
rato ideológico, y participa en el manejo de los
medios de difusión ideológicos (prensa, radio,
televisión) a través de los cuales se socializa a los
individuos y se los encuadra en el sistema de va-
lores, creencias e ideas de la sociedad burguesa.
Igualmente, se define como una de las fun-
ciones de los Estados modernos intervenir en el
impulso de las funciones económicas, de las cien-
cias, la investigación y en el control de los recur-
sos tecnológicos (medios de poder en las socieda-
des modernas), funciones éstas, sin embargo, que
74
no cumplen los estados dependientes, dada su
subordinación política a los Estados desarrolla-
dos y la consiguiente dependencia tecnológica.
Siendo el Estado un sistema de dominio po-
lítico en el marco de un territorio, es una de sus
funciones la defensa del territorio y de los mer-
cados, para lo cual establece pacto de amistad,
comerciales y militares con otros Estados, desa-
rrollando una burocracia diplomática encargada
de manejar estos asuntos.
75
y las condiciones de la producción capitalista
(carreteras, puentes, canales, puertos, etc.). absor-
be los "gastos sociales" (seguridad médica y so-
cial), lo que permite tasas de ganancias más ele-
vadas a los capitalistas.
Fomenta, subsidia y contribuye a mantener el
Estado, las industrias o servicios residuales, de
bajas tasas de ganancias, pero que son imprescin-
dibles para el funciortamiento del conjunto de la
economía o para el mantenimiento del sistema.
El Estado interviene, además, en el control
de los llamados "servicios públicos", (transporte,
comunicaciones, salud, etc.) y se hace cargo o
controla la "industria estratégica" (armamento.
tecnología espacial, computación. energía. etc.).
Eh el control de las crisis económicas o sus
efectos la incidencia del Estado es decisiva. El
Estado, además, protege el mercado nacional
y defiende y representa al país en los convenios
económicos internacionales y en la captación de
recursos externos.
El Estado así, crea las condiciones necesarias
para la producción y la acumulación capitalista y
es un eje articulador en el mantenimiento del
sistema capitalista en su conjunto.
Hay que recordar, finalmente, que la estabili-
dad y el desarrollo de la economía; garantizar las
condiciones de reproducción de la Fuerza de tra-
bajo; y el manejo adecuado de los recursos fis-
cales, le permite al Estado legitimarse, conseguir
hegemonía. Su intervención económica es, pues.
una tarea política de primera magnitud.
76
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El Estado-Nación
Una de las funciones del Estado es contribuir
a crear una identidad nacional. La nación se fun-
da sobre la base de una comunidad de territo-
rio, población, lengua, de cultura, costumbres y
tradiciones, que se unifican en el mercado cuan-
do surge el capitalismo y encuentra en la "For-
mación del Estado Soberano" burgués, su expre-
sión política, y en el patriotismo y el n~cioñalis
mo, su mediación ideológica más general.
Como se sabe, en el capitalismo el mercado es
el espacio donde se expresa la igualdad entre su-
jetos jurídicamente iguales en tanto poseedores
de mercancías. Este "reino" aparente de la igual-
dad, (Marx) encubre, sin embargo, una diferen-
cia real fundada en la propiedad privada, las cla-
ses y los sectores de clase, que el proceso de
producción enseña como una disgregación social.
La unidad sólo puede ser recuperable a través de
las mediaciones ideológicas que opaque estas di-
ferencias y creen una identificación colectiva.
Para eso es necesario borrar las clases y crear una
vivencia subjetiva de unidad: los mecanismos de
mediación son, en efecto, los que deben produ-
cir el doble milagro de "disolver" las clases, en
"ciudadanos iguales" y al mismo tiempo, expre-
sar sus intereses comunes o colectivos a través de
lo nacional. El Estado es el sujeto político llama-
do a encarnar esta doble expresión de lo singular
y lo universal, y en ese proceso, se legitima al
recuperar para sí la representación de ese interés
nacional y las garantías individuales. Esto se lo-
gra a través de los mecanismos de mediación y
78
legitimación, ya estudiados (véase pagina 33),
interviniendo en la defensa del mercado y del
territorio y asumiendo la representación de "la
nación" ante otros estados. De ese modo el Esta-
do-nación, a su vez, refuerza los mecanismos de
mediación e identificación, al generar el patrio-
tismo, como elemento de legitimación político-
ideológica.
La crisis del Estado burgués en los países de-
pendientes y su gran tragedia, reside en su inca-
pacidad, fundada en dificultades reales, para re-
cuperar esta identidad nacional, que le es impres-
cindible a una dominación hegemónica que bus-
que generar una voluntad colectiva.
En los países dependientes la burguesía, como
se sabe, surge en el marco de una heterogeneidad
estructural, donde el capitalismo, aun"que es el
modo de producción dominante, se reproduce
sub-sumiendo a las formas precapitalistas e inte-
grándose a través del mercado internacional a la
órbita del capitalismo mundial. El Estado surge,
al principio, como una cuestión jurídica, una su-
praestructura, sin haberse creado el nivel de de-
sarrollo capitalista y el fortalecimiento de la bur-
guesía, que le hubiesen permitido a esta clase
imponer un dominio hegemónico y consolidarlo.
En realidad, la cultura "criolla" que al mo-
mento de la independencia no expresaba aún su-
ficiente unidad y era de un contenido a menudo
heterogéneo, no encontró, tampoco, en el mer-
cado nacional, los v{nculos necesarios para su in-
tegración. Proclamada la independencia, contan·
do con un importante interés y apoyo de Ingla-
terra, los sectores agroexportadores que hegemo-
nizaron la empresa independentista, contaron
79
con la participación activa y el apoyo de los pue-
blos, convirtiendo un vago sentimiento nacional
en sentimiento patriótico, en un momento de
crisi~ del colonialismo español o portugués.
Pero proclamado el Estado-nacional jurídica-
mente constituido copiando las constituciones
norteamericana o francesa, se encontró un pue-
blo dividido geográficamente bajo el dominio de
caciques locales y sin un mercado nadonal.
En semejantes condiciones se produjo una
personalización del poder en manos de los
llamados "caudillos".
80
Esta forma de dominio caudillista se hacía
posible, también, por la baja educación de la
población, campesina en su mayoría y casi
analfabeta en su totalidad; el regionalismo; la
existencia del "peonazgo" o "compadrazgo",
todo lo cual favorecía los vínculos de depen-
dencia personal y la existencia de una cultura de
naturaleza clientelar, machista y heroica tanto
en los sectores dominantes como en los sectores
oprimidos que eran, sobre todo, campesinos.
El caudillo utilizando su valor, su porte, su
educación, sus virtudes militares, dotes morales,
intelectuales o cualquier aspecto sobresaliente de
su carisma, servía como centro aglutinador de
los sectores dominantes y del poder político, al
tiempo que era, él mismo, el elemento funda-
mental de mediación y "hegemonía" hacia los
sectores subalternos y oprimidos.
Los llamados "partidos" (en realidad bandos,
grupos o fracciones sin programas ni objetivos
sociales o intereses de clases definidos) eran crea-
dos también en torno al caudillo, captando sus
adeptos por simpatías o intereses personales.
El poder político, en tal circunstancia, aun-
que con su base en las relaciones de clases que
delimita la formación social, se ejercía a través
de un sistema de relaciones personales y de mo-
do clientelar, que, con el caudillo en la cúspide,
se extendía a toda la sociedad.
Este sistema de poder se encuentra presente
en el modo como se unía el caudillo a su camari-
lla de "seguidores", el "cacique", el "Patrón" 10-
eal o el "superior militar". Estos, se vinculaban,
a su vez, de modo clientelar con los vecinos de
su comarca, sus peones o soldados, a los cuales
81
protegían, le conseguían o garantizaban el traba-
jo o el empleo y le hacían "favores", a cambio
de que éstos fueran "fieles" a su persona y "lea-
les" a sus intereses políticos o "causas" milita-
res.
Si la asunción del poder político por un cau-
dillo fuerte e influyente no se producía --como
acontecía a menudo- entonces se entraba en un
momento de caos político y de "revoluciones"
que era la manifestación de la inexistencia de un
Estado o de un poder político estable y fuerte,
único capaz de garantizar el orden en aquellas
circunstancias.
La consolidación de esos estados -luego de
períodos más o menos largos de crisis políticas
permanentes-- fue, casi siempre, fruto de la in-
tervención de potencias extranjeras- como fue
el nuestro y, en todo caso ocurrió a medida que
se desarrollaba un capitalismo dependiente, ín-
timamente vinculado al capital extranjero. Esto
resultó, sin dudas, de un proceso complejo que
no es el objeto estudiar ahora, pero uno de cu-
yos rasgos es haber producido una extremada di-
ferenciación social y económica de nuestros pue-
blos, difícilmente mediable por un patriotismo
sin autoridad moral en boca de gobernantes que
no ocultan sus lazos de subordinación política y
entrega económica a las potencias extranjeras.
De ese modo, la burguesía dependiente y los
estados creados en esas condiciones, no han po-
dido producir una sólida identidad y una
voluntad colectiva como proyecto nacional; lo
nacional, más bien, forma parte de un contra
proyecto burgués.
82
De ahí que el proletariado tenga que formular
una estrategia donde recupere lo nacional, pero
salvando la trampa del nacionalismo; ha de estar
lo nacional como un componente que no opaque
la lucha de clase, sino que al contrario: muestre
el compromiso de la burguesía con la dependen-
cia y ponga de manifiesto que el único camino a
la revolución es, en las presentes circunstancias
históricas mundiales, la revolución socialista; la
única vía a través de la cual se supera la depen-
dencia al tiempo que se avanza en la supresión
de las desigualdades sociales implícitas en el ca·
pitalismo; una revolución, sin embargo, que ha
de exhibir como una de sus características, el te-
ner un carácter profundamente internacionalis-
ta; revolución que es "nacional por su forma e
internacional por su contenido".*
83
CAPITULO 2
LOS ANTECEDENTES
DEL ESTADO CAPITALISTA DOMINICANO
85
Desde mediados del siglo XVI y sobre todo a partir de 1580 se da6a un intenso contrabando en la banda norte de
la isla con piratas franceses, hol andeses e in!lleses, los cuales a la vez difundían la religión protestante. El contraban-
do tenía su origen en la incapacidad de Espana para producir mercancías y suplir las necesidades de los residentes de
la isla. Estos daban a los piratas, a cambio, cuero de res.
La Corona española dispuso la despoblación de toda la banda norte-oeste de la isla. Se inició en febrero de 1605 pOI
el gobernador Osorio, transportando las personas, animales y bienes existentes en la banda norte, a la parte Central
y Sur de la isla. Se incendiaban los poblados y fundos hasta dejar la tierra arrasada. A ra{z de las devastaciones se
levantó un censo determiníndose que en la isla habían 1156 vecinos (entre 5 y 8 miembros), distribuídos del si-
guiente modo: Santo Domingo 620; Santiago 150; La Vega 38; Bayaguana 115' Monte Plata 87; Boyá 12; Higüey
22; El Seybo 7; Azua 46; Cotuí 23. El número de esclavos en ingenios, hatos, (abranzas y servicios domésticos era
de 9648.
Puede considerarse que en este período, a la vez que se da tln proceso de asimilaciólllDut.ua.endistinto~ l/raclos.de las
costumbres y valores culturales de la pobl aci ón de ori~en afri cano y la de ori gen español, adaptá náose a e~e meolO
concreto, tambi én se da un proceso de mesti zaje, surgl endo el mulato, que con el cmrer ue lOS anos se hizo mayori-
tarinelu~StaJ)=te de la ¡.h
t.n el mapa reproduci do puede observarse el territorio baj o guardarraya, con las ciudades existentes, y el te-
rri tori o oescampaoo.
países de capitalismo periférico tard ío, en el Tercer
Mundo, donde la estructuración de un Estado na-
cional capitalista y una sociedad burguesa, ha segui-
do casi siempre a su proclamación formal, al mo-
mento de su indepenaencia, como aconteció en
América Latina; o le ha precedido, al proceso de in·
tegración e identificación nacional, como es el ca·
so de algunos estados africanos, en la época actual.
En nuestro país~ el proceso de conformación de
una cultura y la identificación con el territorio se
empezó a definir a comienzo del siglo XVII, luego
de las devastaciones de Osario en 1605. Ya para
finales del siglo XVIII, es decir, 300 años después
de la llegada de Cristobal Colón y los colonizadores
españoles, estaban constituidos los elementos defi-
nidores de nuestras costumbres, hábitos, técnicas
productivas, tradiciones y modalidades idiomáticas
que nos hacía sentir criollos frente a España y di-
ferentes ante los habitantes haitianos de la parte
occidental de la isla, quienes también se habían
venido constituyendo en colectividad distinta des-
pués de las devastaciones de Osario.
Ya en el Tratado de Paz de Nimega en 1679, se
reconoc(a la existencia de ambas partes. Y en el
Tratado de Riswick en 1777, Y más tarde, en el de
Aranjuez, quedaron establecidos sus límites respec-
tivos; hasta que, mediante el Tratado de Basilea,
España cedió a Francia la parte oriental, unificán-
dose la isla en 1795.
Pero la parte occidental (Haitl) produjo su in-
dependencia en 1801, quedando la parte oriental
gobernada por Francia, hasta que en 1809 se pro-
87
dujo la reincorporación a España, la llamada re-
conquista.
De esa manera, en la isla se fueron confor-
mando, básicamente, dos entidades nacionales d i-
ferentes: la parte occidental u Oeste, que posterior-
mente vendría a constituir lo que hoyes la nación
ltaitiana; y la parte oriental o Este que constitui-
mos la nación dominicana de hoy.
En sentido biológico, ese proceso de criolliza-
ción se dio como mestizaje entre la raza blanca
española y los negros esclavos, dado que la raza in-
dígena había desaparecido ya, durante la primera
mitad del siglo XVI, bajo los rigores del trabajo es-
clavo a que fue sometida durante la colonización.
La conformación de las características racia-
les de nuestros "pardos" o mulatos, fue un proce-
so creciente y relativamente rápido; ya para finales
del siglo XVII, -según el Censo del Arzobispo Fer-
nández de Navarrete de 1681--- sobrepasaba a la po-
blación blanca y negra juntas, en todos los pueblos
del Santo Domingo español, con la sola excepción
de Cotu( donde los blancos eran más numerosos
que los pardos.
Para finales de siglo, Roquemada consigna la
existencia de sólo 50 familias blancas en todo el te-
rritorio. Para investigadores como Ciriaco Landolfi
y Moscoso Puello, por ejemplo, es el mestizaje el
"plasma biológico de la autenticidad racial domi-
nicana". Constituye, a nuestro modo de ver, la ba-
se de la conformación de una cultura "criolla",
que, aunque, no sólo es mezcla de los elementos
biológicos que en ella confluyen, tiene ahí su base
88
étnica. Este proceso se incrementó de manera de-
cisiva, al final del siglo XVIII y comienzo del XIX,
cuando tras el tratado de Basilea, emigró a Cuba ~
Puerto Rico, gran parte de la población blanca de
origen española.
El proceso de hibridación cultural, sin embargo,
incluyó -además de lo español y lo africano- ele-
mentos de la cultura indígena que fueron hereda-
dos y permanecieron implícitos en la cultura crio-
lla.
Estos elementos indígenas son de la más varia-
da índole (palabras, hábitos alimenticios como el
casabe, la hamaca; técnicas productivas como la
coa, etc.) y ha sido puesto de manifiesto por nu-
merosos estudiosos.
Este momento de mezcla cultural fue, ai mismo
tiempo, un proceso de aculturación, es decir, de
adaptación de los patrones europeos o africanos al
habitat criollo; proceso mediante el cuq.1 fueron
surgiendo, también, elementos específicamente
nuestros, originados como respuesta social a las
características propias de nuestra economía,
geografía, razas, etc.
La separación geográfica de España y la constan-
te necesidad de defender los límites de la frontera
en lucha contra los franceses o haitianos, fue desa-
rrollando en nosotros durante los siglos XVII y
XVIII una creciente identidad territorial.
Por eso, desde mediados del siglo XVIII, un
cronista europeo como Moreau de Saint-Mery,
no se reconoce ya en las costumbres ni en la vida co-
89
tidiana del Santo Domingo de la época, despertán-
dole cierto humor irónico y despreciativo los mo-
dos como se viv(a en el pa(s.
y es por la misma razón que un componente
cultural como la religión católica se difunde y se
impone, entre los negros y mulatos, como "reli-
gión oficial", sin desplazar las concepciones mági-
cas primitivas, produciéndose el sincretismo pre-
sente en la santer(a del vudú, el gagá y en sus ritos
y prácticas.
De ah( que un español, Lagandosa, poste-
riormente, en 1861, cuando se produce la ane-
xión a España, descubra diferencias entre la vida
cultural domjnicana que, -a falta de su compren-
sión del fenómeno de lo propio de ella- lo llevan a
ver una relajación de la costumbre, una liberalidad
y una tolerancia religiosa para él chocantes. "En
Santo Domingo -dice él- era la religión católica la
del Estado; pero las leyes y las costumbres garanti-
zaban una gran tolerancia para los disidentes, per-
mitiéndoles consagrarse con entera libertad al ejer-
cicio de su culto, y hasta que se conservaran y per-
petuaran algunos resabios de exagerada supersti-
ción".
En la época en que relata Lagandosa, en nues-
tro pa(s, coexist(an la religión católica y la religión
protestante, sobre todo en Puerto Plata y Samaná,
junto a la masoner(a y a la hechicer(a, sin ninguna
dificultad. Asimismo, el sentimiento de igualdad y
dignidad se daba al margen de los colores de la piel
y razas, fundándose más la desigualdad en la rique-
za y el orestigio y posiciones sociales que en pro-
blemas de color.
90
Todav.'a débil. esta concIencia de iJentiJJ,c! cu¡
tural se expresó como lucha poI (tica por e: estable·
cimiente- de un E::.¡<..d·J n;.¡(,(jnal indt:pendit:nte e~
lK?~. -.:uando ~lJnCZ m~ Ck.,~.::.5 procl¡,rw} la 11;1;n;;·
da Independencia Efúnera y 5~ unió a :20 "Gran Co-
lombia ". La invasión haitiana de 1822 ,il(J r'luril
en sus or(genes este primer inter¡to, que e,,¡d<:nció,
sin embargo, la definida existencia de una cultura e
identidad colectiva y una germinal conciencia na-
cional, aunque en sectores reducidos.
La ocupación haitiana
y la conciencia creada en el
sentido de independizarnos
se constituyó en un
elemento consolidador de los
J!Olores e ldentidades
culturales que ya nos eran
caracter(sticos.
91
Y, en cierta medida, el propio proceso de lu-
cha por la independencia y separación de Haití, es
el resultado, y la demostración si se quiere, de esa
identidad cultural en trance de nacionalidad. Este
sentimiento colectivo de que éramos diferentes a
los haitianos fue lo que hizo converger en la lucha
común los que se denominaron "dominicanos", a
pesar de fuertes diferencias locales, regionales y
culturales no superadas aun entre el Norte cibaeño,
cultivador de tabaco en pequeñas propiedades, y
la banda suroeste del país dedicado a cría de gana-
dos en los hatos y a la caza de animales salvajes en
la montería.
Que ya, al momento de la independencia
existía una cultura nacional definida en sus pilares
básicos y una identidad nacional en germen, que
darl'a pasos de consolidación importantes en la dé-
cada del 70, no significa, pues, que no existieran
diferencias significativas y hasta antagónicas entre
las regiones del Sur y norte cibaeño del pa(s.
De hecho, como veremos, durante la primera
República, serán las clases fundamentales de hate-
ros, cortadores de madera del Sur y los comercian-
tes y capas burocráticas y las pocas familias ins-
truidas de la ciudad capital, quienes se convertirán
en el sector dirigente de la independencia de 1844
y sus luchas posteriores y los que se convertirán
en los sectores dominantes, a nivel poll'tico, repre-
sentados ya en el hatero y cortador de madera Pe-
dro Santana, o en Báez, azuano ligado al corte de
madera y al comercio; los dos caudillos que se
alternarían la presidencia durante los 17 años de
92
la Primera República.
Nuestra cultura se continuaría desarrollando,
posteriormente, al influjo directo de elementos ca·
narios, ingleses, norteamericanos, españoles, árabes,
haitianos yen constante intercambio con la cultura
universal, pues la conformación cultural es infinita;
pero podemos afirmar que los elementos defini-
torios y esenciales de la nuestra, ya estaban forja-
dos a mediados del siglo pasado.
Posteriormente, tras la guerra restauradora, ter-
minarían de cuajar de un modo definitivo, con la
adquisición de una conciencia, esp(ritu o senti-
miento nacional y liberal, a medida que se arraiga-
ba la deci:;ión d~ soberanía política y crecía el ca-
pitalismo y la burguesía cibaeña.
93
el fruto de la unidad coyuntural del pueblo que
coincidía en la idea separatista pero sin estar identi-
ficados en que luego habla que mantener la inde·
pendencia y la soberanla nacionales.
94
Desarrollo de la Conciencia Nacional
Durante la Anexión
En efecto, el presidente Pedro Santana, argu-
mentó, para efectuar la anexión de la República al
imperio español, que lo hacía para "salvar la pa-
tria" y "traer la paz" al país, que, según él, se en-
contraba bajo una creciente amenaza haitiana y pe-
ligro de ocupación por Estados Unidos de Nortea-
mérica.
Creyéndose insustituible alegó que estando ya
él, "el libertador'; viejo y enfermo y sin sucesor
digno, el pueblo se encontraba indefenso. Pero la
realidad es que "una revolución era inminente y su
caída fatal consecuencia", por lo que buscaba evi-
tarla con la anexión, "salvando" los intereses de
él y su camarilla. Creía que ese paso contribuin'a a
acelerar un desarrollo económico y progreso cultu-
ral del país, que ni él ni Báez hab(an podido lograr
en los 17 años de vida republicana.
Cierto es que Santana pidió a los españoles,
que se le considerara "Provincia de España" y que
se reconocieran como válidos los actos realizados
por la República Dominicana desde 1844; que no
se restableciera la esclavitud en el pa(s, se amortiza-
ra el papel moneda devaluado y que se utilizaran
los servidores públicos y militares adeptos a su régi-
men, en la nueva administración colonial. Pensó
además, que al someterse a España no se cuestiona-
r(a su autoridad y su poder.
Pero España no vino al pa(s por altruismo con
95
Santana y sus partidarios. España buscaba también
con la anexión intereses propios como imperio, y
los políticos que, como O'Donnell y el capitán ge-
neral de Cuba, Serrano, y el Brigadier Peláez de Pa-
samontes, le sirvieron de intermediarios y ejecuto-
res, también buscaban ellos, en lo personal, consoli-
dar posiciones, obtener ascensos, prestigio y poder.
De modo que la anexión se dio en virtud de
I;na confluencia de intereses, contradictorios, que
~w tudarían, luego, en mostrarse en una pugna por
d poder que terminaría destruyendo las ilusiones
de Santana y de otros dominicanos que, aunque no
la propiciaron, esperaron espectantes los resultados
de la anexión.
Lo que movió a España a aceptar la anexión de
la República Dominicana a sus territorio~ además
de la adquisición de nuevos territorios y el prestigio
y poden'o nacionales e influencia en la poi ítica eu-
ropea y mundial que del mismo se derivasen, fueron
razones económicas, de estrategia militar y políti-
cas, precisas: los impulsó el valor estratégico-militar
y comercial, que, según creían, le reportaría el
país, especialmente la Bahía de Samaná, con sus
minas de carbón, que podía servirle de combustible
y sus bosques ricos en árboles madereros, útiles
para la construcción de naves o la ebanistería,
como era la caoba.
Vieron que un puerto y la Bahía, en su canal,
casi sin fondo, pod ían ser usados como estación de
relevo de los buques que venían de Europa a Amé-
rica y aquéllos que iban de Cuba a Puerto Rico, o
viceversa. O pod ían servir de fortificación y base
naval a la marina de Guerra Española.
96
Y, junto a toda la isla, constituir un punto de
apoyo logístico importante en una guerra con E.U.
o para enfrentar posibles rebeliones en sus colonias
de Cuba o Puerto Rico. Además buscaban ventajas
comerciales derivadas de su situación de dominio
político, como en efecto lo hicieron; y tenían la
idea de establecer un monopolio del tabaco, explo-
tar el cultivo de algodón y hasta obtener oro y pla-
ta del país.
97
, {'
INsnTUClOHES O,EL ESTAllO Y OISTi!.18tJC!OH OEL l'Oon
OURANTE LA ANEXION.(1861.11165)
c I CAPllANIA GENERAL
• "'AXI"'A AUTORIDAD POLlT1CA y MILlT 0411.
,
,
, BRIGADAS
~
•
O POUTICA y EXPREOICIO/'IA 11.1 AS
O GOBIERNO DE SANTO OGO
INsnTlIUONES
SECRETARIA •2< JUSTICIA y MILITARES
POUTlCA
•• CULTO MILICIAS
,- O
u
, HACIENDA
D1SCIPUNADAS
(CREIOLLOS ACTIYOS)
.
ORGAi'olSMOS
ECDNOMICDS
, . ~ ..- ,
.iN .-..
,
.',
" "
el 8 de agosto fue juramentado el General Pedro
Santana; era la máxima autoridad política y mili-
tar. Pero no podía modificar sueldos, ni nombrar
empleados, ni hacer justicia; no tenía, en una pa-
labra, nada que ver con la administración pública,
ni los asuntos económico-financieros de la colonia,
las cuales pasaron a estar bajo la dirección de una
Comisaría Regia, al frente de la cual se designó al
funcionario español Don Joaquín de Alba.
Aunque la Reina Isabel II hab ía aceptado las
condiciones solicitadas por Santana, razones de efi-
cacia administrativa, de privilegios a favor de los
funcionarios españoles y de desconfianza política
hacia Santana impedían que se pudiera utilizar a
los funcionarios santanistas en puestos de impor-
tancia, además de la ignorancia administrativa de la
mayoría de éstos. Solamente oficiales del ejército
habían unos 1,250 con 80 generales y 69 corone-
les, muchos de los cuales ni siquiera sabían leer ni
conocían cartilla militar alguna. Por eso más de la
mitad quedó en reserva.
El hecho fue que el 7 de enero de 1862, Santa-
na, luego de los españoles haber destituido a Lavas-
tida y Fernández de Castro, dos de sus más cerca-
nos allegados, presentó renuncia a su cargo, descon-
tento, alegando razones de salud. Su renuncia fue
aceptada en Mayo, designándolo la Reina con el
título de "Marqués de las Carreras", con una signa-
ción de 12,000 pesos fuertes anuales. Lo sustituyó
como Capitán General, en julio, Felipe Ribero Le-
maine, otro español que junto a Vargas y La Gán-
dara, constitu ían los 4 capitanes generales que
tuvo la colonia de 1861 al 1865.
99
CAPITANIA GENERAL DE LA PARTE ESPAJ\lOlA DE LA ISLA
DE SANTO DOMINGO
(ANEXION A ESPAJ\lA: 1861 - 1865)
Capitanes Generales:
101
"tender ropa", en los balcones y ventanas de
las casas".
- Se aumentó hasta en 100 por ciento el pago de
patente y se incrementaron otros impuestos.
- Se estableció un impuesto de un 4 por ciento a
la renta de las propiedades inmuebles.
- Además de gravar con impuestos excesivos al
transporte a lomo de animales que hacían "re-
cueros"; se estableció el bagaje, mediante el
cual se le daba autoridad a los solados, a utili-
zar, por una ínfima paga, los animales de éstos;
los interceptaban en los caminos y le hacían a
veces desmontar lo que llevasen maltratándole
sus animales con excesivas cargas.
- Amortizaron el papel moneda lentamente y
más bien especularon las autoridades, comprán-
dolo al comercio a bajo precio para luego cam-
biarlo ellos al valor establecido.
- Se gravó discriminadamente a los buques que
traían mercancía y a los comerciantes que la
importaban, de otros lugares que no fuera Es-
paña, por lo cual se le cerraron muchos merca-
dos al tabaco dominicano, en Europa.
La anexión perjudicaba a los comerciantes; a
los cosecheros de tabaco; a los curas nacionales y a
los protestantes; a los masones; a los recueros trans-
portistas; a los jugadores de gallos; a los abogados,
oficiales; y a la población en general que padeció el
aumento de los impuestos y el alza de hasta un 200
por ciento en el costo de los artículos de consumo
y los alquileres urbanos que se produjo;y llenó de
incertidumbre a la población negra y mulata domi-
102
nicana que temía se restableciera la esclavitud en el
país.
El dominio español, pues, perjudicaba a los sec-
tores que constitul'an la inmensa mayorl'a del pUe"-
blo dominicano, beneficiándose sólo un reducido
número de antinacionales.
Por eso, durante este período creció y se afian-
zó el sentimiento de identidad cultural, se colectivi-
zó aún más y se expresó en una actitud de solidari-
dad común en la defensa de la nacionalidad que
culminaría convirtiéndose en una lucha por "la Res-
tauración" de una República soberana e indepen-
diente.
103
PEDRO SANTANA: Aunque nació en Hincha, sitio fronteri·
10 con Hald, desde Joven fue a residir a Hlaoey, donde se
con'lrtló en un Influyente hatero.
Fue presidente del ~rs en 'atlas oculonn: 1844-018-48;
1153·1156; 1858·1861; .ademis• .a n1ll de: t.a .anexi6n.a Esp.añ.a
fue dnl~do lobern.ador. desempeñitndo este urJo h.asu.
1862.
lumo I sus m4fitos y cual id.ade1 militares resulu c.aritClerfsti·
co de sus loblornos: 1ro. Su tendeneil dlcutOfilll, siendo in-
cont.l.bles los opositores que enc..arcef6, dcport6 o fusli 6.
En sus lobiemos fHron fusUldos Independentistas de
1I a1il de Murl Trinicl.ad Sinchn (18451. losi Jo.aqufn 'ue-
110 (1847) Antonio Ou""" (1853) y Fnlnc:isco del Rosario
SincMl(1861). 2do Su .afin anexionisu,.1 cual mlterl~ll.t
.1 8 de m.ano de 1161, con EspafiL En~1863 estalló el mo,l-
miento restwnldor de II Rep6b1k.a c:ontn el cuII S¡ntlln.a to·
mó lu arma Fue decl.lJ'lldo nidOf 1. l. 'atril por elcobier-
no l'ftRunldor NJo cuyo esll,m¡ muri6 In 1864.
104
Esta fue una epopeya titánica librada con de-
terminación donde se desarrollaría mucho la
conciencia nacional y patriótica del pueblo do-
minicano; una guerra nacional que fue, al mismo
tiempo, una guerra social. Ella marcó el comienzo
del eclipse de los hateros y el final del grupo santa-
nista en la vida política del país y produjo la emer-
gencia de nuevos líderes y sectores a la vida políti-
ca que como el General Gregorio Luperón, Anto-
nio Pimentel y General José María Cabral, jugaron
un papel protagónico y dirigente en las luchas res-
tauradoras. Empezó a gestarse entonces la tenden-
cia política que sería, luego el Partido Nacional o
Partido Azul.
105
LA VUELTA DE BAEZ AL PODER Y LA
CONSOLlDACION DE UNA CONCIENCIA
LIBERAL EN LA INCIPIENTE BURGUESIA
107
en el poder, luego de la Restauración de la Repú-
blica.
El gobierno de Báez, sucumbirá, sin embargo,
relativamente pronto, en 1866, cuando los líderes
restauradores, Pimentel, Cabral, Rodríguez Objío y
Luperón, se unan de nuevo en la lucha contra Báez,
lidereados por Luperón, aunque persistiendo su
pugna interna.
Tras un "triunvirato" fugaz, por proposición de
Luperón, finalmente vuelve al dominio del Estado
el General José Man'a Cabral, pues a pesar de las re-
servas que le tiene, lo considera el líder de mayor
influencia en el Sur y en la región Norte. El propio
Luperón se negó a asumir sus responsabilidades de
dirección poi ítica entonces.
Sin embargo, ante la crisis fiscal del Estado y
casi paralizado el gobierno, Cabral, sin convicciones
nacionalistas fuertes, intenta arrendar la bahía de
Samaná a los Estados Unidos, en busca de dinero,
logrando apoyo en un sector de los restauradores,
pero encontrando la oposición de Luperón, José
Gabriel García y otros.
Como se nota el sentimiento nacional, no era
todavía un valor arraigado, ni aun en todos los sec-
tores del propio grupo de restauradores.
En una carta escrita a Cabral el 5 de enero de
1868 le expresa Luperón: "Para mi mayor sorpre-
sa, supe por la vía de Sto Thomas que usted nego-
ciaba con el yankee parte de nuestro territorio, y
este hecho me ha parecido el más horrible de su ca-
rrera poi ítica. Si desgraciadamente el malhadado
Báez vuelve al poder; usted y sólo usted será la cau-
108
sa, puesto que no le ha sido dable separarse de los
pasos de aquel hombre; ni ser el legítimo campeón
del Partido Nacional, al cual traiciona usted por se-
gu nda vez".
y efectivamente, aunque la petición de Cabral
fue aceptada por Estados Unidos, no llegó a consu-
marse, pues éste fue derrocado el primero de febre-
ro de 1869, por una rebelión baecista dirigida por
Manuel Altagracia Cáceres. Este movimiento acusó
cínicamente a Cabral de "haber comprometido la
independencia nacional ", pero, en realidad, .>u pro-
pósito era traer a Báez de nuevo al poder.
Báez asciende así por quinta vez al poder en
1869, donde durará "6 años", hasta noviembre de
1873 y gobernará con métodos tiránicos, concer-
tará el empréstito Harmont, a cambio de 30 mil li-
bras esterlinas, de funestas consecuencias para el
país y arrendará a Samaná.
Desde un principio, su gobierno fue hostigado
por insurrecciones en el Sur, al mando del General
Cabral, y en el Norte, al mando de Pimentel y Lu-
perón. Estos no pudieron derrocarlo, pero lo obli-
garon a realizar fuertes gastos militares, que unido
a un déficit crónico de la balanza de pagos y del
presupuesto, lo empujaron a emisiones de papele-
tas sin fondos, a buscar el famoso empréstito Hart-
mon, que comprometió la soberanía luego; y por
último buscará en 1871 anexar el país a los Estados
Unidos, a cambio de un millón y medio de dólares.
Este intento fue rechazado por el propio Congreso
norteamericano, debido a la oposición liberal, enca-
bezada por el senador Charles Summer. Prosiguió
109
Baez.
110
Báez, sin embargo, con sus designios antinacionales
y decidió arrendar entonces la bah(a de Samaná a
una compañ (a privada la "Samaná Bay Company
of Santo Domingo", donde participó el propio se-
cretario de Estado norteamericano. El gobierno do-
minicano recibiría 150,000 dólares iniciales, de los
cuales sólo llegó a recibir un pago.
111
tra de una embrionaria conciencia política y de una
determinación de crear las condiciones para un de-
sarrollo capitalista y un Estado nacional-liberal que
acabe con la intranquilidad política.
Se concibe así la idea de salir de Báez, a través
de un movimiento de Unidad Nacional, que integre
a los disidentes del partido Rojo y a los di\6ersos
grupos del Partido Nacional o Azul y otros sectores
políticos, para lo cual este movimiento se presenta
como "apartidista". Por eso se le pide a Luperón,
Cabral y Pimentel que no participen. Sectores de la
iglesia, hasta ese entonces adeptos a Báez, a través
del prebístero Calixto María Pina, busca incorporar
elementos de la capital al movimiento. El periódico
"El Porvenir" de Puerto Plata, dirigido por Francis-
co Ortega, se convierte en vocero de esas posiciones
unionistas, que culmina con el Manifiesto y un Mo-
vimiento Revolucionario, lanzado desde Puerto Pla-
ta el 25 de noviembre. A la cabeza de éste se puso
Ignacio Man'a González, antiguo baecista y gober-
nador a la sazón de la provincia de Puerto Plata.
El movimiento triunfó en pocos Mas, obligan-
do a Báez a ausentarse del país. Luego es electo Ig-
nacio María González, integrando un gabinete don-
de participan diferentes sectores políticos.
Espaillat expresa al respecto: "una sola convic-
ción existía. Una única necesidad se hace sentir. La
opinión, la convicción, la necesidad de unir en uno
solo todos los partidos, trayendo otros hombres al
poder... No será el Partido del gobierno, será el Par-
tido del Orden, y el orden es el bien de todos".
El propio González expresaría esa ideología en
113
Ignacio María González, ex·baecista que, siendo gobernador de Puer·
to Plata encabezó el movimiento rJe la Unión e intentó fundar, lue·
go, el partido verde o cotorra. Se hizo nombrar dictador, pero fue
depuesto en el intento por quedarse en el poder.
114
su discurso de toma de posesión como presidente
constitucional, cuando afirma que "la revolución
no había triunfado sobre un partido, sino por el
contrario, que los había extinguido a todos".
Estas expresiones no se pueden ver tan solo
como una muestra del cinismo de González para
ocultar sus propios intereses de poder, o una inge-
nuidad de Espaillat. No fue, tampoco, este movi-
miento una confabulación de los rojos para repro-
ducir el baecismosin Báez.
Este movimiento tiene, por sus repercusiones,
el sentido de iniciar una ruptura real y significativa
en la historia dominicana, aunque los historiadores
tradicionales han pretendido idealizarlo.
Hay que recordar que el gobierno dirigido aho-
ra por Ignacio María González, restableció las liber-
tades públicas y tomó medidas para reglamentar la
administración; puso en libertad los presos poll'ti-
cos, abolió la expedición de pasaportes para viajar
en el interior de la República y abrió los puertos a
los exiliados políticos. En el orden económico
otorgó concesiones. Sin embargo la crisis económi-
ca y fiscal se agudizó, en tanto González intentaba
quedarse en el poder y crear su propio partido, el
partido "verde", "cotorra" o rojo desteñido, como
le llamaron en la época.
Sin condiciones de carisma ni política para ello,
pero con decidida vocación de poder, se hizo nom-
brar dictador e intentó apresar a Luperón y parece
que quería matarlo para tener el camino libre para
su propósito. Para captar las fuerzas sociales y las
tendencias definidas que estuvieron detrás del mo-
115
vimiento unionista de noviembre hay que verlo en
la reacción que se produjo ahora~ Ante tal intento
de retroceso de nuevo las fuerzas sociales y políti-
cas, reaccionan contra ese intento dictatorial de
González. Luperón, con el apoyo de esas fuerzas
del Cibao y a través de las "sociedades", "Liga de
la Paz" y "Amante de la Luz", embriones de una
sociedad civil que empezaba a manifestarse por pri-
mera vez, acusan al presidente ante el congreso, de
violación a las leyes y, amenazando desatar un m"o-
vimiento armado; sin llevarlo a la práctica, hacen
renunciar a González,: primera vez en nuestra his-
toria que tal cosa ocurre por vía de una presión so-
cia~ mediante un acuerdo poi ítico y no a través de
una revolución armada. Este movimiento' se lla-
mó de evolución.
y fue entonces, cuando mediante un movimien-
to cívico unitario sin precedentes en el país, ascien-
de al poder en 1876, el que luego será un símbolo
del liberalismo dominicano: Francisco Espaillat.
116
Significado Histórico del
Movimiento de "La Unión u y "La Evolución u
118
"Paz, Orden y Progreso" bregaban por impo-
nerse. La dirección caudillista de Luperón, se
consolidaría precisamente en ese pen'odo.
119
Pedro F....nclsco BollÓ de Lil Vega. Uoo de los hOmbres del Partido
AlU! de q'ufen Luper6n afirma que era honrado y recto; reconocido
esludioso de nuestn realidad. Para muchos, el primer socl61ogo do-
minicano. Se neg6 a ocupar la presidencia de la República por te·
mor a que le ocurriera lo mismo que il EspaiIJat. Pero no renunció
nunca a su partlclpilcj6n pol(tICil; a veus congreslsb.
120
centralizado.
Pero hab(a aún en el movimiento mucho ro-
manticismo y un idealismo e irracionalidad poi í-
ticos que lo hada santificar "la unidad nacional"
casi por encima de las diferencias poi (ticas entre las
tendencias, partidos y sectores, obviamente hetero-
géneos que compon(an el arcoiris pol(tico de la
época.
Realmel"te, a pesar de la pérdida de supremacía
social de los hateros y cortadores de madera sure-
ños y de la irrecuperable derrota pol(tica de las
fuerzas antinacionales del baecismo, éstos no deja-
ron de continuar tratando de oponer resistencia a
las nuevas tendencias.
La realidad era que no todos los sectores bur-
gueses, ni las élites poi (ticas de la época responMan
a esa tendencia progresista y liberal, hacia donde
empujaban la burgues(a cibaeña y los sectores de la
intelectualidad más sana de la capital. Para su triun-
fo definitivo con la ascensión de Luperón y el Par-
tido Azul al poder en 1879, tendn'a que librarse
aún un breve espacio de lucha.
121
CRONOLOGIA DE GOBIERNOS DE 1873 A 1880
123
CAPITULO 3
125
Las Estructuras Económicas de la
Formación Social Dominicana (1844-1873)
126
En este dibujo de Hazard pueden observarse las condiciones
de los caminos del pa(s para la década del 70 del siglo
pasado.
En estas plazas del mercado (la de arri ba correspondi ente a la
ciudad de Santiago y la otra a Puerto Plata) se evi dencia el bao
jo nivel de la producción agrícola e intercambio en el paíS,lo
cual refleja a su vez el escaso desarrollo de la produce ion
mercantil simple.
Aunque para este período (1844-1873) existen en el país
importantes brotes de producción mercantil simple, sin em-
bargo la econom ía natural y para la subsistencia aún mantie-
nen un peso significativo. Lo ;:"'¡smo, existían grandes Hatos y
tierras sin explotar. Ambas situaciones pueden apreciarse en
los grabados reproducidos más arriba.
mide el grado de desarrollo capitalista. Y es que es-
ta producción mercantil no descansaba en el traba-
jo asalariado, como en el capitalismo. La produc-
ción sobre todo se basaba en los pequeños conucos
por lo general no mayor de 4-5 acres (20 tareas) ex-
plotadas por la familia como unidad productiva,
cultivándose especialmente víveres y plátanos, yu-
ca, ñame, maíz, café y cacao el cual se daba silves-
tre al igual que muchos frutos. Esta producción va-
riaba, naturalmente, según las distintas zonas cli-
máticas. Esta producción agdcola se acompañaba
de una cría de aves, vacas y cerdos y ch ivos destina-
dos especialmente al consumo; excepcionalmente
se usaban mano de obra extrafamiliar, pocas veces
a sueldos y generalmente a través de las "juntas" de
vecinos.
En lo relativo a la forma de propiedad: No hay
que hacer mucho esfuerzo para comprender, que la
mayoría de los campesinos eran propietarios, en un
país donde "las tierras eran abundantes y sólo
necesitaban "desmontársele" para apropiársele y
cultivar en ellas. Con una población escasa, en un
país casi despoblado, sólo una porción ínfima de
las tierras aptas para el cultivo se explotaba (1 por
ciento) e incluso se calculaba que sólo el 10 por
ciento de la fertilísirna región del valle de la Vega
Real estab~ bajo cultivo.
La tierra era baratísima y "muchas veces valen
menos que la deuda que amparan", no se cobraba
un interés elevado por los arriendos, los cuales se
hacían sobre todo a extranjeros; y con un predo-
minio de la forma de propiedad llamada COMUNE-
130
RA, donde por una compra de acción de uno o dos
pesos se tenía el derecho al usufructo de una gran
extensión de agua, bosques y pastos y derecho de
posesión del lugar donde primero se asentara, sobre
todo en la región sur.
Esto pues, aunque era una manera de propie-
dad privada, no era una forma de propiedad capita-
lista y se corresponde más bien con la situación
existente en los momentos en que fue establecido
en Inglaterra el sistema Torrens, para destruir esa
forma indefinida y poco comerciable de posesión
territorial. De hecho se nos informa que habían po-
cos terratenientes y latifundistas. Al parecer los
más destacados por sus extensiones e influencias
fueron el señor Rocha, el señor Marchena y la fami-
lia Báez. El campesino pues, cultivaba su pequeño
conuco en forma familiar y no había razón para no
tener su terreno y ser dueño de sus aperos; y por
tanto no podía escoger convertirse sin más ni más
en obrero, cuando los informes reportan que no ha-
bía hambre ni mendigos", la familia protegía al
anciano y al niño y con una pequeña explotación
familiar dedicada casi al autoconsumo, en una eco-
nomía más natural que mercantil, con estilo de vi-
da sencillo, el campesino tenía casi lo necesario pa-
ra vivir y todo lo de comer. Su dieta consistía en
víveres y carnes que él mismo cultivaba, cocida con
manteca y al fuego de leña. Constru ía su casa con
una "junta" de vecinos al momento de casarse,
"demontando" un rincón y usando materiales sil·
vestres, con tabla de "palma o techo de guano".
131
Trapiche de la época.
132
Las relaciones capitalistas de producción no
eran pues, las relaciones dominantes.
Por otra parte las fuerzas productivas tampoco
podían ser catalogadas como capitalistas, pues los
instrumentos de trabajo eran atrasados en extremo
y las técnicas de cultivo literalmente tradicionales.
Sólo se utilizaban como instrumentos productivos
la azada, la coa, el hacha y el machete. No se cono-
da el arado ni de madera, ni de hierro; no se apli-
caban abonos. Cuando se agotaba botaban ("bo-
tao") y se iban a cultivar a otro sitio. No hab(a rie-
go artificial y faltaban canales exequias. No había
ningún tipo de maquinaria industrial. De modo
que, sin unas formas de propiedad capita.lista pre-
dominante, sin relaciones de producción capitalis-
ta dominante, sin un desarrollo adecuado de las
fuerzas productivas y sin un mercado interior for-
mado no hab(a aún predominio de las estructuras
económicas capitalistas y menos aún existía un mo-
do de producción capitalista dominante, pues, co-
mo se verá a continuación, ni la superestructura
ideológica y quizás sólo formalmente la jur(dica,
pueden catalogarse como burguesas.
En efecto la sociedad de esa época era de una
cultura tradicional, no hab(a ni corrupción gene-
ralizada, aunque existía en el gobierno yen el ejér-
cito; no hab(a vicio que no fueran el tabaco y el
juego de gallo; estaba ausente el robo y la violencia
criminal aunque, las riñas eran frecuentes por el al-
to valor del "honor" y "la palabra comprometida".
El pueblo dominicano era católico en su mayor(a
aunque existían algunas sectas protestantes, adven-
133
tistas y metodistas poco numerosas y sobre todo de
extranjeros, especialmente en Samaná. Los matri-
monios eran infrecuentes y la vida social de carácter
muy rutinario.
No existía ni espíritu de empresa, ni capacidad
técnica, ni principios comerciales, ni esa racionali-
dad, que en sentido de Weber, pudiéramos hacer
en conjunto sinónimo de un "espíritu capitalista".
En poi ítica primaban las relaciones de "clien-
tela", el compadreo, las influencias de familias y
el caciquismo localista. Cierto es que el Estado, la
constitución y las leyes, tenían una definición bur-
guesa, pero nunca funcionaban como tales, ni res-
pond{an a la organización, la disciplina y planifi-
cación, de un estado capitalista moderno y centra-
lizado.
Por otro lado, no existía una integración geográ-
fica, territorial, dada la ausencia de comunicación,
estando el país dividido, como lo estaba, en dos re-
giones, prácticamente aisladas económica, cultural
y poi íticamente; comunicadas por tres caminos y
con débiles lazos de intereses políticos comunes.
134
En efecto, el Cibao estaba constituido por una
sociedad de pequeños cultivadores de tabaco, que
organizaban en torno a esa actividad una compleja
red de relaciones económicas y cuyos productos
exportaban hacia Saint Thomas y Alemania, a tra-
vés de Puerto Plata.
rEQU[lliIO
'RODUCTOR
I
HAClOOaES DE SOGAS, CERONU, AlGAHAS
(-)
PaUTAMISTAS
I /
I
MANUfACTU.A DlL TABACO /
/
~
/
~=n.. . tI./
(MAS DI MIL 'AIlA
/
-
.---.n
I lU'tESENTANTU •
..~y
lAL_
CAlAS
135
En cambio, el sur se dedicaba a explotar los
bosques y hatos, a través de una crianza de ganado
en decadencia, que encontraría su tiro de gracia
durante la Guerra Restauradora; pero, sobre todo,
los habitantes de la región Sur del país se dedica-
ban al corte de madera y a su exportación hacia In-
glaterra, vía Curazao y Saint Thomas, por el Puerto
de Santo Domingo.
"orlCiaJ" Hatero
Peón o que suministra
Trabajador o
AI.....c los bueyes
que participa o su hato
dhectamente bosque o tierras
en el corte
1--- -
I ,,
I
~
Preparación
I
!
~
y embarque
I '
I :
1':..------
J
J
I
I
1 Comerciante
~ importador-exporiador
,~_______ ___ ___ c~o:.~e':.·
_radicadllll
en Sain& TbODlM
yCunozoo
136
A estas condiciones estructurales, se le agrega-
ban, como elementos que obstruían la conforma-
ción de un Estado democrático, la situación de
constante estado de guerra o de guerras efectivas,
como las de 1845, 1846, 1849 Y 1854 con Haití,
para mantener la independencia y de posteriores
guerras intestinas entre los sectores nacionales, co-
mo la de 1857; las guerras de la Restauración, en
contra de la anexión española, 1863-1865, y las
guerras asociadas al caos caudillista que reinó de
1865 al 1879.
El excesivo número de hombres bajo las armas
y el constante estado de guerra influ ía negativa-
mente en I~ situación económica y limitaba las po-
sibilidades de utilización productiva del presupues-
to estatal.
La influencia negativa en la economía del per-
manente estado de guerra se manifestaba en el he-
cho de que los soldados eran sustraídos de la labor
agrícola, de las cuales se encargaban las mujeres,
ancianos e hijos no adultos. Y por otro lado, el
ejército mismo se alimentaba apropiándose de los
escasos cultivos y de todo cuanto encontraba a su
paso, dadas las deficiencias de suministros y la es-
casa dieta, que además casi nunca les llegaban. El
General Antonio Duvergé lo dejó dicho muy clara-
mente cuando expresaba que "el ejército es como
una nube de langosta que por donde pasa, diezma
las plantaciones y acaba con el ganado".
Los factores antes mencionados se entrelazaban
con las crisis económicas y monetarias, casi perma-
nentes que caracterizan a este primer período de la
137
sociedad dominicana, para crear un conjunto de
condiciones adversas a la posibilidad de consolida-
ción del proyecto estatal de la primera república.
Estos elementos, en su conjunto, determinaban
las características que asu m ió el Estado y la poi í-
tica de esa época.
138
Estructura Institucional
del Estado: 1844-1879
139
IUHICIA
[ 'N~l_
PUBLICA CU"NfA~
CONSEIO
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OO~[~NA·
(;ION P.O.
V'N(;IAl
. "
,»
'--~
O,"UlACK'N
AYUNTAMllNTO
.~OV'NC'Al
Las elecciones, en este contexto, sólo servían
para llenar una formalidad, pues los partidos derro-
cados no participaban en el torneo electoral y, por
tanto, nunca estaban representados en el Congre-
so.
Apenas hab ía, pues, la existencia real del régi-
men democrático-burgués plasmado en la constitu-
ción cuando se daba tan tenue separación entre el
poder personal del caudillo, el partido y el gobier-
no; el caudillo era, él mismo, el partido y el gobier-
no; suprimía, cuando era preciso, al Con6reso, y
muy a menudo aplicaba la justicia, encargándose
directamente también de las relaciones internacio-
n~les; en una palabra, el caudillo era el Estado.
141
SITUACION DE LA INSTRUCCION PUBLICA -1867
Totales**** 20 335
No se contaba con un reglamento, ni mucho
menos con algo que pudiera asemejarse a una Ley de
Servicio Civil, que estableciera la necesidad de una
preparación para el desempeño de las funciones pú-
blicas; ni siquiera se establecía que era impresdndi-
ble saber leer o escribir para ocupar cualquier car-
go, aún el de Presidente de la República.
Era nula, por lo demás, la posibilidad de aplicar
una legislación de ese tipo si se hubiere establecido,
pues se carec(a de escuelas e institutos que forma-
ran el personal requerido.
143
puede decirse que hubo un sistema de escuelas pú-
blicas, racionalmente organizado. Este sistema sería,
en cierto modo fruto de la labor educativa poste-
rior de Eugenio María de Hostos y del Instituto
profesional que se establecer(a en 1882.
No existía una burocracia, en el sentido mo-
derno, con su racionalidad propia. Los empleados
escasos que existían, sin mucha preparación, por
lo común no recibían sueldos regulares, excepto los
que se encontraban en la cúspide o ligados a la ca-
marilla cercana al presidente, que eran los que se
beneficiaban mediante todas las formas de corrup-
ción del erario público.
144
Esto redundaba en un doble perjuicio: económi-
co, por un lado, y en una clara debilidad de los apa-
ratos militares, por el otro.
El ejército, como se verá, no será creado sino en
época de la ocupación norteamericana, a pesar de
que durante la dictadura de Ulises Heureaux y en
época de Ramón Cáceres, hubo un intento de con-
solidación de un ejército permanente, que, sin em-
bargo no pudieron cuajar en una institución pn-
manente.
La Crisis Fiscal Crónica
y sus Límites al Cumplimiento
de las Funciones Estatales
El principal I(mite a la ampliación del Estado, a
su consolidación y aún al desempeño de sus funcio-
nes, lo constitu(a la crisis fiscal en que se desenvol-
vió siempre el Estado durante este per(odo y la
cor.secuente crisis monetaria que lo acompañó.
El Estado careda de recursos porque su prin-
cipal fuente de ingresos, que son los impuestos, no
podr(an estar más allá de las posibilidades de pro-
ducción de riquezas y de actividad comercial de
que era capaz el pa(s, extremadamente pobre, en
virtud de la naturaleza mercantil precapitalista del
modo de Producción existente.
Con una balanza de pago siempre negativa, los
ingresos del Estado también fueron inferiores a sus
gastos, lo que generaba la necesidad de emisiones
monetarias sin fondos, o de bonos que se hadan a
expensas de futurós ingresos impositivos. Esto, y el
saqueo a que estaba sometido el erario público, re-
145
GASTOS PUBLICaS 1845
En moneda nacional
146
producía a un nivel cada vez mayor, la precariedad
financiera y la crisis fiscal del Estado, lo cual le im-
pedía cumplir con sus funciones económicas y so-
ciales; y era la razón de que ni siquiera pudiera en
ocasiones pagarle a los empleados públicos.
147
ba, Serrano en una carta enviada al Ministro del
Gobierno español ü'Donnel el 5 de septiembre de
1961, donde le expresa:
"He encontrado la nueva provincia española de
Santo Domingo completamente desorganizada y
con escasísimos elementos que puedan servir para
su futura reorganización. Sin Hacienda, sin ejército,
sin justicia, sin administración, sin legislación defi-
nida, sin ninguna de las instituciones que constitu-
yen el organismo de los pueblos cultos".
Durante la anexión, como vimos, hubo una ten-
Durante la anexión, como vimos, hubo una ten-
tativa de establecer una administración eficiente,
cia, lo que implicó un gasto fiscal enorme: De
966,344 pesos fuertes que gastó la administración
en 1861, se llegó a consumir 1,759,332 en 1962, lo
que sig(lificó un aumento considerable.
El marqués de Miraflores llegó a expresar con
respecto a la hipertrofia burocrática que "se había
creado una cabeza de gigante para unos pies de
pigmeo".
La tendencia en la distribución del presupuesto
siguió, sin embargo, siendo igual a la que se realizó
durante la Primera República: Un 70 por ciento se
consumió en gastos militares en tanto se empleaba
un escaso porcentaje en obras de fomentos y edu-
cativas.
Estos cambios burocráticos y administrativos
no cristalizaron quizás por la corta duración de la
anexión y no dejaron una herencia positiva en el
país.
A diferencia de lo que ocurriría más tarde con
148
la ocupación norteamericana, los cambios burocrá-
ticos y los intentos de organización de la adminis-
tración que trataron de introducir los españoles en
el período de Anexión (1861-1863), no dejaron
pervivencia alguna en la estructura y funcionamien-
to del Estado, luego de su salida en 1865. La Res-
tauración significó una ruptura total con la coloni-
zación, y una vuelta, incluso en peores condicio-
nes, ala situación de la Primera República, a conse-
cuencia de lo devastadora que fue la guerra de libe-
ración.
149
La burocracia civil·militar
yel bloque dominante
150
Las clases sociales, en proceso político de for-
mación, no podrán tampoco ser delimitadas, con
precisión, en el campo económico. No existía, por
ejemplo, un sector de comerciantes y otros de Ha-
teros y madereros, claramente distinguibtes, encar-
nadas en péfsonas diferentes. Los propios comer-
ciantes exportadores a menudo eran los que orga-
nizaban el corte de madera o financiaban su pro-
ducción a través de un intermediario; otras veces
eran los dueños de hatos que propiciaban el corte
de madera en sus predios.
A su vez, los trabajadores a sueldos para el cor-
te de madera u otras labores eran los campesinos
pequeños propietarios, etc.
De ese modo la delimitación de los sectores de
clase, se hacía más difícil y estaba muy poco defi-
nida, entre los elementos más o menos colocados
en la misma clase social.
Sin embargo, el Estado asumía y representaba
los intereses de las clases dominantes.
Los sectores dominantes en el período 1844-
1879 , fueron:
a) los hateros y cortadores
b) La burguesía comercial.
c) Sectores de la pequeña burguesía, sobre todo
intelectuales, que constitu ían una capa burocrática
en un tiempo donde no existían suficientes perso-
nas capacitadas para ejercer las funciones públicas.
Aunque la burguesía comercial constituía el sec-
tor fundamental a nivel económico en la formación
social donde predominaba el modo de producción
mercantil simple, no era, sin embargo, el sector do-
151
minante a nivel del Estado. El sector dominante lo
constituyeron los hateros-cortadores. Incluso los
dos caudillos principales que se alternaron el domi-
nio del Estado durante el período 1844-1879 es
decir, Santana y Báez, estaban ligados por sus orí-
genes y actividades económicas a los hateros y cor-
tadores de madera, respectivamente. Estos se alia-
ban a sectores de la pequeña burguesía y los incor-
porauad, como burÓcrai.as, al poder.
152
___........ ~,_.,~ ... "",, ~._T _
DESPOTA
CARISMATICO
BurocnK:ia Pequ¡¡l1a
Político . . . - Bl,rgullsía
Militar Conadores
Burguesía
Comercial
ESQUEMA DE OüMINAClüN
económico y social de los grandes propietarios de
tierras, ganados y madera, y los comerciantes.
También eran mecanismos de influencia políti-
ca las precarias instituciones militares, las cuales
eran más bien, como hemos visto, cuerpos armados
sin la sujeción a un código militar, ni disciplina es-
tructurada y reglamentada de acuerdo a las jerar-
qu ías burocráticas, propia de los ejércitos moder-
nos. Primaba la obediencia a "un superior" o a un
caudillo, como Santana, en virtud de lealtades per-
sonales o comarcales.
Otro veh(culo de mediación del caudillo hacia
las masas ignorantes eran los caciques o caudillos
locales o regionales, a través de los cuales se ejerda
el poder; estos últimos estuvieron siempre en este
período subordinados al caudillo, que jugó, aSI~ un
papel centralizador, a diferencia de lo que ocurri-
ría a comienzos del siglo XX, luego de la muerte de
Cáceres.
Los periódicos aunque irregulares, regionales y
escasos, era también otro de los mecanismos que
operaban, sobre todo en los sectores urbanos e in-
telectualizados, para transmitir las opiniones polí-
ticas.
Por el carácter abierto de sus debates, el tri-
bunado o congreso, fue un lugar donde asistía el
público interesado de la ciudad, procurando infor-
mación directa, muy concurrido en momentos de
crisis.
Los partidos políticos de la época pueden ser
caracterizados más bien como bandas o facciones
154
movilizadas en torno a un caudillo o jefe en fun-
ción del fervor que éste despertara, de lealtades o
simpatías, y no grupos articulados conforme a un
programa, ideales precisos y normas de organiza-
ción y participación internas. Los partidos santa-
nista y baecista, y aún el "Nacional o azul", eran
partidos caudillistas, aunque este último, a diferen-
cia de los anteriores, respond ía a una ideología y a
principios liberales, sobre todo, a partir de 1875,
cuando Luperónlo organiza en torno a su persona
y él se constituyó en su "jefe" indiscutible.
Las sociedades tales como Amigos del pa/s, La
Republicana, La Liga de la Paz, y Amantes de la
Luz, fueron también mecanismos de hegemonía
y de integración pol(tica. La sociedad Amigos del
pa/s, jugó un papel destacado en la denuncia del
intento de anexión del pa(s que propició Buená-
ventura Báez. La Republicana, por su parte, fue la
institución a partir de donde Ignacio Mar(a Gonzá-
lez intentó legitimarse como dictador, cuando que-
n'a quedarse en el poder, en 1874; y La Liga de la
Paz y Amantes de la Luz, le sirvieron, a su vez, a
Luperón para acusarlo ante el Congreso.
155
PARTIDOS POLlTICOS EN EL PERIODO 1844·1879
157
tuvo buenas relaciones con la iglesia, aunque pro-
movió las racionalistas ideas de Hostos en la educa-
ción.
A través de estos mecanismos se canalizaban las
opiniones poi íticas e ideológicas y se reproducía la
ideología de las clases y sectores dominantes. No
habían escuelas públicas, en una población casi
analfabeta en su mayoría, excepto algunas escuelas
primarias privadas o auspiciadas por los municipios
y una o dos escuelas agdcolas, como estudiamos
ya.
En conclusión:
Cuando no se lograba articular la dominación a
través de una estructura despótica del poder, se da-
ba paso a una situación de lucha caudillista y
"revoluciones" que en algunos momentos creaba
una situación de verdadero caos, como ocurrió por
ejemplo, I~ego de la Restauración: de 1865 a 1879,
fecha en que los Azules logran imponer de un mo-
do definitivo su hegemonía, en el país se sucedie-
ron de manera precipitada 21 gobiernos.
158
La constitución de un Estado capitalista empezó
a formarse en el período posterior, el cual pasare-
mos a analizar.
159
CAPITULO 4
LOS INTENTOS
DE CONFORMAR UN ESTADO
BURGUES y SUS DIFICULTADES
161
J capitalista-imperialista, y, a su vez, las grandes
corporaciones monopólicas, sobre todo azucareras
y financieras, culminarían adueñándose práctica-
mente de la naciente industria.
La burguesía misma se iría, entonces, confor-
mando en un progresivo abandono del sentido na-
cional. De ese modo, en el propio seno del Partido
Azul, una tendencia antinacional y despótica se or-
ganizaría en torno a Ulises Heureaux (Lil ís) termi-
nando por desplazar a la pequeña burguesía cibae-
ña en 1887, aplastando su romántico sueño de
constituir un Estado nacional. Lilís expresaría, así,
en la década final del siglo pasado, la tendencia his-
tórica a la articulación, en condiciones dependiente,
al imperialismo. Y aunque se continúa el proceso
de conformación de un estado capitalista, no sería
ya expresión de los intereses nacionales, sino co-
mo veremos, el vehículo político que canalizaría
esas tendencias de penetración imperialista y las
haría posible a través de la implantación de una
forma despótica y tiránica del poder.
162
El proceso de conformación de un
Estado burgués-Iiberal y nacional de
los Azules
164
Eugenio María de Hostos, educador, filósofo y sociólogo de ideas
antillanas. Aunque nacido en Puerto Rico, acogido entre nosotros
desde que Luperón en 1875, hizo de Puerto Plata un hogar para re-
fugiar los luchadores que como él, el Dr. Betances, puertorriqueño,
y el cubano Antonio Machado, luchaban desde el exilio por la in-
dependencia de sus patrias. Fue el fundador de la enseñanza racional
en Rep. Dominicana.
165
reaux, en su primera administración. Pero Ulises
Heureaux a partir de entonces fue adquiriendo más
dominio hasta hacerse del poder plenamente en
1887, tras la desarticulación de la oposición enca-
bezada por Moya y la posterior destrucción del Par-
tido Nacional Liberal.
166
ca y cultural de la República.
En este proceso se fue dando, además, un des-
plazamiento de la dependencia económica de Euro-
pa, hacia el imperilaismo norteamericano, aunque
permaneciendo por mucho tiempo la influencia
cultural europea, sobre todo la francesa.
Esta transición se dio como expresión de un de-
sarrollo capitalista acelerado que, basado en la in-
dustria azucarera, se transmitió a todas las activida-
des. En el campo internacional estuvo enmarcado,
todo esto, en los cambios que a nivel del mercado
mundial significó el surgimiento del fenómeno im-
perialista.
Ulises Heureaux (Lilís) era el gobernante idó-
neo para producir ese complejo empalme histórico,
esa transición, que implicó, al mismo tiempo, un
cambio en la forma de dominación, la cual pasarla
de los primeros ensayos liberales y democráticos a
la modalidad tlránica que asumió el Estado, ya en
sus manos, en este inicial proceso de consolidación.
Hay que tener en cuenta que litIS, rodeado de
la tradición Restauradora era una figura destacada
del partido liberal; pero, dada su personalidad de-
finida, nunca se comportó como un sumiso de Lu-
perón. No tenIa fe en las posibilidades de aplicar
los principios democráticos en un pa(s Cflmo el
nuestro y dispuesto estaba a emplear la "mano du-
ra" e implacable, para mantener el Orden, como lo
habla planteado, y como lo demostró, al llevar a
efecto la persecuciones y fusilamientos cuando se
puso en práctica el "decreto de San Fernando", en
época del Presidente F. Arturo de Meriño.
167
los Cambios más Significativos Ocurridos en el
País en el Ultimo Cuarto del Siglo Pasado
(PERIODO 1875-1899)
168
Aunque nacido en Puerto Plata y estando histó-
ricamente ligado a las fuerzas poi íticas y sociales
del Cibao, había sido, sin embargo, el representante
del gobierno en la capital y el Sur, donde hab(a he-
cho sólidas relaciones con los antiguos líderes "ro-
jos". No ten(a por tanto, ni la solidaridad estrecha-
mente regional y localista; ni el exclusivismo y fi-
delidad partidista que caracterizó a otros pol(ticos
azules.
Azul, hab(a sabido atraerse a los Rojos; con
un pie en Puerto Plata y otro en la capital; imbuido
de más deseos de gloria y vocación de poder que es-
píritu partidario; frío y suspicaz; impenitente cul-
tivador del disimulo, Lil(s era, pues, el hombre
ideal para encarnar el tránsito y la representación, a
la vez, menos regional, más nacional, centralizada y
despótica del poder poi ítico, que --en la postrime-
da de la década del '80 del siglo pasado- se hab(a
constituido en uha exigencia y necesidad histórica
de! capitaiismo dominicano.
A través de todo este pedodo y especialmente
durante la dictadura de Ulises Heureaux (LiI(s), el
Estado jugará cada vez más su papel como impul-
sador de las relaciones de producción capitalista,
realizando inversiones en obras de infraestructura
(puertos, puentes, transporte, ferrocarriles, comu-
nicaciones) y dictando un conjunto de leyes que fa-
voredan la industria azucarera, mediante exencio-
nes fiscales a la importación de sus maquinarias y
ganancias, como la de 1880 y 1891 .
169
El Estado despótico antinacional
de Ulises Heureaux
170
GOIlIERNOS AZULES
- GREGORIO LUPERON
Presidente del Gobierno Provisorio 1879-1880
Presidente Provisional de la República
- FERNANDO A. DE MERIr'ilO
Prp-sidente de la República 1880-1882
- ULlSES HEUREAUX
Presidente de la República 1882-1884
- FRANCISCO GREGORIO BILLlNI
Presidente de la República 1884-
- ALEJANDRO WOSS y GIL
Presidente de la República 1885
y Encargado del Poder Ejecutivo 1886
. ULlSES HEUREAUX
Presidente Constitucional de la República 1887-1889
y Pacificador de la Patria
de 1884 Y que trajo la quiebra de muchos ingenios
pequeños, y su absorción por los mayores o los
concesionarios o prestamistas. Para entonces dismi-
nuyó también la exportación de tabaco por su mala
calidad y los fraudes a que los campesinos y comer-
ciantes somet(an a los clientes de ultramar. Advino,
así, una verdadera crisis.
Para comprender los enormes.gastos y despilfa-
rros en que incurría la tiranía despótica de Ulises
Heureaux, basta decir que disponía de un ingreso
de 5 millones de pesos por concepto de impuestos,
en tanto en 1880 sólo era de un millón.
Por esta razón y para conseguir una cierta auto-
nomía financiera de la burguesía comercial local,
fue Que Lil ís recurrió a dos préstamos, en 1888 y
en 1891, a la Westendorp, una compañ ía de origen
Holandés, por una suma total de 8.5 millones. Este
acto desembocaría en el control de nuestras adua-
nas y, posteriormente, en la pérdida de la soberanía
del propio Estado dominicano.
172
MONEDAS DE PLATA. ___
173
presionaban los gobiernos europeos para defender
los intereses de los tenedores de bonos de sus paí-
ses, y ei interés imperialista de los Estados Unidos,
que veía la necesidad de controlar ellos el país, lle-
vó al gobierno de los Estados Unidos a intervenir
nuestras aduanas.
Esto ocurrió luego de la propuesta del Presidente
pro-norteamericano Morales Languasco, de un
Protectorado norteamericano por 50 años, que
aunque fue rechazado por el Senado de E. U. dejó
establecida la intervención del gobierno de los Es-
tados Unidos en las aduanas, como un "modu vi-
vendis". Posteriormente esta situación quedó con-
sagrada en la Convención domínico-americana de
1907, efectuada du rante el gobierno de Ramón
Cáceres.
Esta Convención establec ía que el Estado do-
minicano no podía variar los aranceles ni aumentar
la deuda pública sin el consentimiento del presiden-
te de los Estados Unidos.
De hecho, el control de los ingresos aduanales
le permitió a los Estados Unidos ejercer presión S<r
bre el gobierno a intervenir influenciando para que
se adoptara ésta o aquella decisión poi ítica. El Es-
tado pues, luego de la Convención de 1907 había
perdido su soberanía.
174
pendencia de la economía domininicana hacia los
Estados Unidos ya un mayor flujo de inversiones e
intereses directos de los monopolios y compañías
norteamericanas en el país.
Esto se manifestó en el hecho de que ya a fina-
les de siglo pasado y comienzos del ¡9resente, la
orientación fundamental de las comunicaciones, el
transporte, el comercio de importación y exporta-
ción, las inversiones financieras (Bancos y otras), la
deuda pública y la inversión directa de capitales ex-
tranjeros, estaba inclinada de manera mayoritaria
hacia los Estados Unidos.
y a su vez los comerciantes y productores agro-
exportadores dominicanos, estaban ligados a estos
intereses económicos norteamericanos más que con
los intereses de las potencias europeas de la época
tanto como enlazado poi íticamente estaba el Esta-
do dominicano al gobierno de los Estados Unidos.
Ambos elementos se sobreponían para, en su
conjunto, hacer de nuestra naciente burguesía, una
burguesía sin perfiles nacionalistas definidos; y al
Estado, un Estado dependiente.
175
necesarias a la creciente inversión, nacional y ex-
tranjera.
Sirvió así, el Estado para propiciar la acumula-
ción capitalista, ligado como estaba también, a un
grupo de comerciantes y prestamistas que se bene-
ficiahan de los empréstitos que hacían al Estado o
de las exenciones de pagos de impuestos que reci-
bían. El Estado era garante de las relaciones de pro-
ducción dominantes y fue un elemento clave en in-
sertat la economía dominicana en el mercado mun-
dial capitalista y, sobre todo, en canalizar la pene-
tración del capital norteamericano en el país.
Pero todo este papel lo jugó, conservando las
relaciones pre-capitalistas de producción, en el
campo económico, y preservando -como vere-
mos- las formas prccapitalistas de dominio polí-
tico como veh ículo oc una dominación despótica
y tiránica.
Todas estas contradicciones sociales y poi íti-
cas, y los propios ¡imites estructurales que presen-
taba la formación social dominicana de la época, se
expresaron con fuerza en el Estado dominicano,
junto a las diferencias locales y regionales que la se-
paración geográfica y económica entre el Cibao y el
Sur del país no permitieron eliminar. Estas diferen-
cias más bien se reforzaron con el surgimiento, en
el Sur, de una industria azucarera que sustituyó a
los cortes de madera y hatos ganaderos prevalecien-
tes durante la primera república.
El Estado dominicano durante este período,
fue, sin embargo, la expresión tendencial de la ló-
gica de desarrollo de las relaciones de producción
176
capitalistas. Esta función la cumpl ía, empero, de
modo espontáneo, pues no era el instrumento de
un coherente proyecto de las clases dominantes su-
ficientemente fuerte para imponerse. Por eso estas
funciones las cumpl ía de un modo mediatizado,
contradictorio y desigual, empujado por una ten-
dencia histórica que carecía de un polo clasista he-
gemónico definido. Más depend ía su eficacia de
factores coyunturales, influido en mucho por las
capas burocráticas que detentaron el poder, o del
caudillo de turno, y en los últimos años, cada vez
más, depend(a de la incidencia de los intereses en
juego del imperialismo norteamericano.
177
Por eso, a pesar de los esfuerzos que desplega-
ran los liberales integrados en el Partido Nacional o
Partido Azul, destinados a propiciar una forma de-
mocrática de gobierno; y a pesar, también, del
desarrollo relativo que adquirieron algunos apara-
tos estatales y de la ampliación en general, de las
funciones del Estado durante el período los meca-
nismos de dominación y ejercicio políticos, conti-
nuaron traduciendo no una racionalidad capitalista
burguesa, sino los rasgos propios de una sociedad
tradicional pre-burguesa.
Estos rasgos de la dominación poi ítica se mani-
festaron con intensidad característica tanto en la
forma despótica y tiránica que asumió la dictadura
de Lil ís, como en el caos caudillista que vivió el
país posterior a su muerte.
¿Cuáles fueron los mecanismos de domina-
ción utilizados por Ulises Heureaux (Lil ís)?
Lil ís hab(a sido, como se sabe, un militar que
hizo carrera en las 'guerras Restauradores y alcanzó
notoriedad al lado de Luperón, quien lo designó
como representante poi ítico de su gobierno en la
región Sur del país. Luego, llegó a ser Ministro de
Guerra y Marina en el gobierno del Padre Meriño,
antes de ocupar la Presidencia por primera vez en el
período 1882-1884.
Durante este período se fue haciendo de rela-
ciones propias con los comerciantes y azucareros
del Sur y atrayéndose a su lado viejos poi íticos del
antiguo Partido Rojo de Báez, y del propio Partido
Azul. Adquiriendo poder militar y respaldo social y
político de parte de los viejos y nuevos sectores do-
178
minantes del Sur, Lilís fue construyendo su propio
poder poi ítico y desplazando progresivamente el Ii-
derazgo de Luperón, hasta quedarse con el poder.
Definitivamente en 1887, destruyó el Partido Azul
y organizó una forma despótica, tiránica y absolu-
tista de dominio, en torno a su persona, utilizando
el Estado como medio de integración poi ítica y de
control.
Fue progresivamente organizando un aparato
militar que llegó a tener 1,500 hombres en dos ba-
tallones; uno en Santo Domingo y otro en Santiago,
con los cuales mantenía el control de posibles insu-
rrecciones. Creó, además, una red de espías, na-
cionales y extranjeros, a través de los cuales vigila-
ba los pasos poi íticos de sus opositores, tanto den-
tro como fuera del país.
Llegó a tener el gobierno y la Marina por pri-
mera vez tres buques de vapor, para vigilar las cos-
tas y darle movilidad a sus tropas.
Pero Lil ís no sólo utilizaba la fuerza militar pa-
ra mantener su dominio, sino que utilizaba otros
métodos para atraer, comprar o neutralizar a sus
enemigos o descontentos: el soborno, la compra
por dinero; el ofrecimiento de cargos publicas a sus
enem igos, a los cuales llamaba a conversar; la
amnistía, luego de hacerlos presos; la amenaza con
perjuicios económicos, personales o familiares; el fa-
voritismo o "asigl1aciones" de dinero por parte del
Estado, etc. Naturalmente, si se negaba o sospecha-
ba de ellos o de sus propios funcionarios, los hacía
vigilar y hasta los mataba. Así se fue creando una
clientela política y deshaciéndose de, o neutralizan-
179
do, sus enemigos poi íticos.
181
1
INSTITUCIONES DEL ESTADO Y DISTRIBUCIOf\¡
DEL PODER DURANTE LA DICTADURA DE L1L1S
I
PODER PODER
PODER EJECUTIVO LEGISLATIVO
I I JUDICIAL
I
¡ I I
[1
GUERRA Y INTERIOR HACIENDA JUSTICIA
MARINA Y POLlCIA y COMERCIO E INSTRUCC-
PUBLICA
I
I
I
RELACIONES FOMENTO Y CORREOS Y
EXTERIORES OBRAS PUBLICAS TELEGRAFOS
183
El tirano Jieuraux con uniforme de gala.
sonalización del poder, consiguiendo una autono-
mía financiera de las antiguas Juntas de Créditos y
diligenciándose préstamos personales de comercian-
tes locales y extranjeros como los de Westendorp o
la improvement que, a su vez uso como mecanismo
para conseguir o mantener el apoyo de éstos a su
gobierno y la tranquilidad y el orden. El mismo
Lilís se enriqueció al amparo del Estado, sin esta-
blecer nunca una clara distinción entre sus negocios
privados y los del Estado.
Todo esto le permitió organizar un sistema tirá-
nico y despótico, marcadamente personal, a través
del cual mantuvo el poder de un modo casi omní-
modo, durante los trece años que duró su tira-
nía. Muchos de sus métodos serían, después imita-
dos, adaptados y enriquecidos por Trujillo.
Cuando advino la grave crisis económica y poi í-
tica que aquejó al régimen de Lil ís, a finales del si-
glo pasado y Ramón Cáceres y Horacio Vásquez le
dieron muerte en 1899, el país no contaba con ins-
tituciones poi íticas, ni estatales ni con una socie-
dad civil; se carecía de una clase políticamente ca-
paz de asumir el dominio que en torno a él se había
encarnado. Su ejército, único aparato coherente,
también sería desarticulado con su muerte.
De ahí que el país se introdujo en un período
de inestabilidad poi ítica.
185
HORACIO VASQUEZ y lUAN ISIDRO lIMENES. Caudillo. que dominaron la política dominicana en los años iniciales
del siglo XX, encabe'l>ando los dos f'1'incipaJes movimientos po/(tico•.
Jimenes, un gran comerciante de la Región Noroes-
te; y el otro, los Coludos, cuyo caudillo principal
fue Horacio Vásquez, un agricultor y comerciante
mocano. J. 1. Jiménes integraba, y recibía mayor
apoyo de los comerciantes y terratenientes del
Norte, la iglesia católica y los caciques regionales,
tales como Desiderio Arias, hasta el fin de su últi-
mo gobierno, cuando éste quizo conseguir el poder;
contaba con más simpatía entre los campesinos y
mantuvo una actitud de menor sumisión a los nor-
teamericanos, por tanto, obtuvo menor respaldo de
estos. Horacio Vásquez, en cambio, fue apoyado en
mayor medida, por los burgueses y comerciantes de
la capital y el Este, los azucareros del Sur, los inte-
lectuales positivistas y el imperialismo. Estos esque-
mas de distribución del apoyo poi ítico sólo pueden
ser vistos como una visión general, pues varían mu-
cho en cada coyuntura, a lo largo de los años en
que hicieron vida poi ítica activa esos caudillos.
187
cj~ntes y el imperialismo, manteniéndose en el po--
der desde 1905 hasta 1911, cuando lo mataron.
Ram6n Cáceres
188
El gobierno de Cóceres, un entreguista, que se
pudo mantener precisamente en el poder con el
apoyo yanki, intentó reorganizar de nuevo las
fuerzas armadas y reestructurar el Estado, asumien-
do algunas funciones de fomento.
Pero a su muerte renació de nuevo el caos
caudillista, y la inestabilidad poi ítica expresada en
innúmeras revoluciones que, a partir de entonces,
volvieron a sucederse.
A diferencia del caudillismo prevaleciente du-
rante el período 1844-1900 -cuando un caudillo
lograba imponer su dominio en todo el país,
subordinando los diversos caciques locales- en esta
ocasión primaron los caudillos regionales, disgre-
gando el poder y aumentando el caos. En la región
noroesfe sobresalió Desiderio Arias, antiguo jime-
nista; en el sur Luis Felipe Vidal fue quien se desta-
có, y en el Cibao Ciprián Bencosme, entre otros. El
general Alfredo Victoria, Comandante de Armas de
Santo Domingo, también se constituyó en una
fuente de poder y quizo quedarse gobernando a la
muerte de Cáceres, poniendo en la presidencia a su
t(o E/odio Victoria, pero la permanente insurrec-
cción lo obligó a deponer el mando, en 1912.
El imperialismo norteamericano se aprovechaba
de esta situación para ejercer una influencia poi (ti-
ca cada vez mayor, haciendo presión sobre los
débiles gobiernos de escasa duración que se suce-
dieron como fueron el del Arzobispo Nouel 1912-
1913) y el General José Bordas Valdez 1913-1914),
hasta que, finalmente, impusieron al Dr. Ramón
Báez en 1914 para organizar unas elecciones que
189
gano Juan Isidro Jimenes, quien, al momento de la
intervención norteamericana de 1916, era el presi-
dente de la República.
Las clases económicamente fundamentales
locales de la época, no estaban.l pues, en condicio-
nes de imponer su hegemon(a, ocupar el Estado y
centralizar el poder, dividido el pa(s, como estaba,
geográfica y poi íticamente bajo la dirección regio-
nal de varios caciques locales. Los sectores domi-
nantes estaban interesados, sin embargo, en la esta-
bilización del país y la articulación de un Estado
funcional a sus intereses de clases, como estaban in-
teresados ahora, también, los monopolios y el go-
bierno de los Estados Unidos. Por eso -entre otras
cosas -estos últimos invadieron militarmente el país
en 1916 y crearon las condiciones para el surgimien-
to de un Estado capitalista, sin que se generara una
resistencia activa por parte de los altos sectores
económicamente dominantes dominicanos.
ESTRUCTURA INSTITUCIONAL
DEL ESTADO DOMINICANO. 1900-1916
EL SURGIMIENTO
DE UN ESTADO CAPITALISTA
Y LA DOMINACION IMPERIALISTA
195
PARTICIPACION DE LOS ESTADOS UNIDOS
EN EL COMERCIO EXTERIOR DE R.D.
1910-1920
197
lo sobre. los ingresos aduanales, tal y como estipula-
ba la convención de 1907, sino un control financie-
ro directo sobre el Estado; asimismo exigían la po-
sibilidad de organizar una guardia civil, bajo su di-
rección y entrenamiento. Era claro que, cada vez
más, tenían necesidad de controlar el Estado. Por
eso en 1916, luego de la ascensión de Juan Isidro
Jimenes a la presidencia de la República, empeza-
ron a hacerles exigencias a éste, que, de aceptarse
hubiesen colocado al país bajo el dominio políti-
co norteamericano. Buscaban, pues, consolidar un
Estado fuerte, garante de su expansión monopóli-
ca y de la dependencia comercial y financiera insti-
tuida. Como las autoridades se opusieron, y en me-
dio de la rebelión que Desiderio Arias, caudillo de
la región noroeste, había hecho llegar hasta la mis-
ma capital, el capitán Harry S. Knapp, jefe de las
operaciones de las fuerzas de la marina de Guerra
destacadas en nuestro pa(s, recibiendo órdenes del
presidente Wilson, proclamó, el 26 de noviembre
de 1916, la intervención armada e impuso un go-
bierno militar norteamericano en el país.
Este acontecimiento sería decisivo en la forma
dependiente que asumirá el Estado. Influirá tam-
bién, en la creación de las condiciones económicas
y políticas que hicieron posible la conformación
del Estado capitalista dominicano.
198
Los efectos de la ocupación militar en la
conformación del Estado dominicano.
199
,
GOBERNADOR
MILiTAR
H ORDlNES
EJECVlIVAS
JI !UNTA
C(NTRAl
EL~CTORAl
rRlllUNAL 1 PODER
MILITAR JUDICIAL
I I I
GUERRA Y INTERIOR HACIENDA )USTICI,\
MARINA y POLlelA y COMERCIO E lNSTRUCC·
PUBLICA
REGiSTRO
SANIOAD y
DE LA
BENEFICIEN
PROPIEDAD
elA
TERRITORIAL
-
Estructura Institucional
del Estado: 1916-1924
201
"CUARTEL GENERAL DISTRITO NORTE
DE LAS FUERZAS ARMADAS DE LOS ESTADOS
UNIDOS EN SANTO DOMINGO
SANTIAGO, REP. DOM., DICIEMBRE 4, 1916
PROCLAMA
El tiempo limitado para que todos los individuos u or-
ganizaciones hagan entrega de sus armas, así como tam-
bién de las municiones y explosivos, ha sido fijado has-
ta el sanado 9 de diciembre. Todas las armas, así como
también los explosivos serán entregadas hasta las 12 del
día. Después de las 12, del sábado 9 de diciembre, to-
das las armas, así como también las municiones y ex-
plosivos serán embargadas dondequiera que sean encon-
tradas, exceptuando los que tengan permisos firmados
por las autoridades militares.
T.P. KANE
Coronel U.S. Marine Corps
CONMANDING"9
202
El aparato militar
203
Presentamos a continuación una entrevista magne-
tofónica hecha a Cayo Báez por el señor Ramán
Franco, Director del ARchivo Histórico de la cui-
dad de Santiago de los Caballeros, el día 3 de agos-
to del año 1966, donde se puden apreciar los méto-
dos represivos usados por los marines para el desar-
me de la población.
P. ¿Cómo se llama usted?
R. Cayo Báez
P. ¿Qué edad tenía usted cuando vinieron los americanos'
R. Yo tenía 16 años. cuando eso.
P. ¿Cómo a que hora lo hicieron preso?
R. Yo había venido de mi trabajo y me había acostado y como a las 7 ó las
8 de la noche me sacaron de mi casa y me cogieron preso.
P. ¿Por qué cree usted que lo cogieron preso?
R. Porque no quería descubrir donde estaban los gavilleros o lo que ellos
llamaban gavilleros y porque no quería decir quiénes ten tan armas escon-
didas.
P. ¿Qué hicieron primeramente con usted?
R. Anduvieron conmigo y con otros más durante 5 días por las lomas y los
montes en busca de las armas y de los gavilleros.
P. ¿Usted tenía armas escondidas?
R. Yo no ten ía armas escondidas. ni sabía quiénes las ten(an.
P. ¿Dónde sucedió este hecho'
R. En Ojo de Agua. Salcedo.
P. ¿Qué le hicieron después?
R. Me llevaron a una cocina. me amarraron con una soga por la cintura. me
hicieron quitar la camisa y me quemaron con un mocho caliente y me
decían: diga Cayo Báez dónde están las armas!. diga Cayo Báez dónde
están las armas!;
P. ¿y usted dijo?
R. Yo no le dije nada. porque no sabía nada. aunque había oído decir que el
dueño de la propiedad donde yo trabajaba ten ia 16 re, é'veres.
P. ¿Le dieron golpes?
R. Sí, me dieron golpes. muchas patadas. me golpearon en la cadera, motivo
por el cual no sirvo para nada, ni siquiera me puedo sentar.
P. ¿Quién lo quemó?
R. Me quemó uno que le dec ían Pelo de Caña, al cual mataron los del mon-
te, después.
P. ¿Quemaron más gentes ellos?
R. Sí, quemaron 16, pero yo fui el únko que se salvó, ya que a los otros los
fusilaron.
P. ¿Qué hiciste después que te salvaste?
R. Yo viajé al extranjero, Fabio Fiallo me llevó a La Habana, presentán-
dome allá en algunos teatros. estuve en Cuba dos meses y veinte días.
205
CARRETERAS CONSTRUIDAS ENTRE 1906 Y 1930
S"JoÚdlt.~j "
Las Met_ •
•...!
•
JIIr.bM:oa
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Heto M.yor
.!'.'"
• u. .
-l. '1 S.lba
...
.
1 ....... ". Higüey
.. San Pedro
dltMacot'is
..",. 1906-1910
1917-1924
..... 1924-1930
207
careros, tras la crisis de 1921. Crearon dependen-
cias estatales nuevas, como la Comisión de Educa-
ción (1917); la Dirección General de Rentas Inter-
nas en 1918; la Secretaría de Estado de Beneficen-
cia y Salud Pública en 1919 y el Tribunal de Tie-
rras en 1920.
208
PARA ELAIQ01920SEGUN LA GACETA OFICIAL NO 3174
DE FECHA 4 DE DICIEMBRE DE 1920, LA ORGANIZA·
CION INSTITUCIONAL ERA LA SIGUIENTE.
1. PODER LEGISLATIVO.
2. PODER EJECUTIVO
2.1 Oficina del Gobernador militar
2.2 Comisión del Servo Civil "4"
2.3 Tribunal de Tierras.
3. PODER JUDICIAL
3.1 Suprema Corte de Justicia
3.2 Tres cortes de Apelación
3.3 Doce juzgados de ·Primera Ins.
3.4 Sesenta y cuatro alcald (as
3.5 Trece cárceles
3.6 Una penitenciar(a
4. DIRECCION DE REGISTRO
DE LA PROPIEDAD TERRITORIAL
8. SECRETARIA DE AGRICULTURA E
INMIGRACION
8.1 Bureau de Inds. Animal
8.2 Estación Exper. Haina
8.3 Mercados de Prods. para la
Exportación.
8.4 Servicio Meteorológico
9. SECRETARIA DE ESTADO DE
FOMENTO Y COMUNICACIONES
9.1 Oficina Técnica
9.2 Obras Públicas
9.3 Servicio de Faros
9.4 Depto. de Correos y telégrafos
9.5 Construcciones y Reparaciones
de I(neas telegráficas y telefónicas
9.6 Teléfonos y estaciones Radio-
telegráficas
9.7 Veinte y tres administraciones
(descentral izadas
211
$45 M.
. $40M.
$35M.
$30M.
, .
'.
$25M.
J,~" , ' •
. "'-¡•
"$2OM.
$15M. ,.
.$10M.
,
. $5M.
.
.'-,"""'"
Los mecanismos de dominación
política y de hegemonía.
213
GOBIERNO MILITAR DE SANTO DOMINGO
(OCUPACION NORTEAMERICANA 1916 -1924)
Gobernadores:
~ " r¡."\,
:
~
¡
215
PARTIDOS POllTICOS EN EL PERIODO 1916-1930
217
minación imperialista.
El imperialismo no intentó, en ningún momen-
to, crear un bloque de dominación que integrara a
los sectores dominantes en el Estado o bajo cual-
-quier otra forma institucional.
En las dos ocasiones en que planteó la integra-
ción de los sectores nacionales, lo hizo proponien-
do la creación de "J untas Consultivas", integradas
por notables, que además, no eran tomados en
cuenta, terminando por disolverse, la primera; y
teniendo que renunciar en protesta, los integrantes
de la segunda.
218
~ >-
.Jt.~"
~......
221
PRINCIPALES EMPRESAS AZUCARERAS
EN REPUBLlCA DOMINICANA
1925
223
CAPITUL06
EL ESTADO DURANTE
LA DICTADURA DE TRUJILLO (1930-1961)
225
Pero, al mismo tiempo, la forma en que Trujillo
ejerció el dominio poi ítico implicaría la preserva-
ción de fuertes rasgos precapitalistas en la econo-
mía y en la política; conduciría al mantenimiento
de un atraso cultural y político en el país, y, sobre
todo, no permitiría la conformación de clases poi í-
ticas e ideológicamente organizadas en torno a sus
núcleos partidarios o sindicales, como sociedad ci-
vil.
En verdad, su dictadura despótica, en grado ex-
tremo personalizada le imprimió características
peculiares al desarrollo del Estado y la pol{tica du-
rante ese período. Estas peculiaridades del ejerci-
cio del poder trujillista es necesario caracterizar
con precisión sobre todo porque, en gran medida,
nos permiten comprender no pocos de los aconte-
cimientos posteriores, algunas de cuyas caracterís-
ticas, incluso, persisten aún en la forma de domi-
nio actual.
227
la naturaleza despótica y la personalización
del poder trujillista
228
formación y su atraso, es decir, la fuerza que aún
tenían las relaciones precapitalistas en la formación
social y las debilidades de las clases modernas y las
instituciones poi íticas.
A tal situación se le unía el estado de crisis
económica y la necesidad de readecuar la econo-
mía agroexportadora a las nuevas condiciones del
mercado mundial, de tal modo que fuera posible
mantener los necesarios niveles de acumulación ca-
pitalista en los sectores dominantes, tanto durante
los períodos de crisis como en los períodos de auge
229
INTERCAMBIO COMERCIAL 1936-1956
240 MILLONES DE RD S- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - " T r
220
-----INTERCAM8IO
200 - - - - - - - - E)(PORTACION
o e 6 IMPORTACION
180
• • • • • SALDOS
1110
140
120
100
80
60
40
20
O
1936
Rafael L. Trujillo
231
INGRESOS Y EGRESOS
1936 a 1956
180,...------------- --,
'40
.20
lOO
80
60
:: IULIUllUllLlLlu~l
1938 31 38 39 40 41 42 43 44 45 46 41 48 49 50 ~I 52 53 54 55 19,56
un poder económico propio que -cada vez más
grande con relación a los demás sectores capitalis-
tas- lo fue convirtiendo en el factor hegemónico
dentro de los sectores dominantes.
De tal suerte que se produjo, a través del tiem-
po, una identificación entre el Estado y el sector
hegemónico, lo cual unido a los mecanismos des-
póticos y a la modernización y eficacia constante
de sus aparatos militares y burocráticos y su poder
económico y financiero, lo convirtió en un poder
descomunal, que Trujillo usó sin vacilaciones a fa-
vor de sus intereses corporativos y personales.
Durante la Segunda Guerra Mundial, y poco
después de 1945, se hizo necesario la readecuación
de los esquemas de desarrollo económico.
Fue necesario transferir los grandes recursos
acumulados debido a los altos precios de los pro-
ductos de exportación de post-guerra hacia el mer-
cado interno, produciendo una industrialización
sustitutiva. El Estado, entonces, jugó un papel im-
portante en este proceso, interviniendo para crear
las condiciones económicas y sociales al desarrollo
capitalista y para fortalecer el poder y la fortuna de
Trujillo reafirmando su papel hegemónico en el
conjunto de los sectores dominantes.
233
MOVIMIENTO INOUSTRIAL
1916 • 1956
- - -~ ....
NUldtRO DS MATER....S PRIMAS 8U&LDoa y
a~.
DiVEUJON V.\LOR
A ¡ O. UTABL&Cl OJm.R~ y
D& CAPlTA.L JORI'IAL.' MUNDIal D& LA' V&NTA'
"'NTOI NACIONA.LEI EXTRAN fERAI
S J S S S
193&•••••••••••••••••••• .076 62.31'.340 2.909.228 1.530.104 4.561.184 20.301 16. Z79. 130
1937..•.••••.. ......... .342 62.408.322 7.331 946 1.808.216 6.470.660 31.956 22.883.957
1938.................... .705 73.'36.66' e.151.133 2.1".776 7.'59.064 34.194 23.156.591
1939 .................... .67' 7'.726.6'2 8.654. S46 2.239.821 6.570.690 35.7!j) 25.931.'99
1940 .................... .829 75.969.535 9.377.852 2.355.'27 7.143.'59 311.345 28.913.663
1941 .................... .533 7'.920.n9 10.548.518 2.619.352 6.100.629 36.631 Z7.439.355
1942 .................... .011 76.137.317 13.926.065 3.31'.9'3 7.n3.089 39.475 43.290.934
1943.................... 2.5!j) n .940.339 16.9'9.630 '.297.732 9.!j)6.712 41.690 47.089.379
1944......... , .......... 2.919 79. '35. S68 20.401.'38 5.103.571 10.763.295 ".528 8•. 78121.
1945.................... 2.610 80.000.000 23.40e.059 6.329.288 11.701.530 42.003 66.761.812
1946.................... 3.002 8•. 170 .... 28,769. '25 8.301.564 16.821._ 48.151 90.718.!'90
ROS ROS ROS RO$ RO'
1N7.................... 2.'lll9 91.387.013 36. !j)S.719 10.491.828 21.008.563 50.241\ 20.489.008
1941l.................... 3.027 92.912.297 38.253.972 9.660.076 21.- 91 1.9.9 46.940 1'.26'.08'
r r~
1949.................... 3.135 36.B29.533 9.17'.725 19."9.702 '5.233 07.902.695
3.412 19636 .B55 39.330.916 9.3!j).094 lB .938 ,02B 4B .332 20.471.7'5
51. ................... 3.525 31. 796.486 51. 267 .082 1.365.011 2'.446.7'1 60.942 62.286.885
52.................... 3.638 !j).368.052 55. 355.B09 1.646.0:!l 2B .784 .562 61 210 61.359.165
53.................... 3.529 61.B03.211l 55.047 .53l 1.476. lB' 29.313.001 64.472 54.935.281
54.................... 3.'16 66.567 .172 62.766.388 2.195.442 ·28 .665. 979 66.229 62.516.99'
955.................... 2.915 1.'91.'" 57.957734 5.497.16Il 30.481.'30 71.004 ~5.001.400
1956................. (xl 3.002 216.804 .756 62.594.353 5.962.0'\3 32.310.315 75.97' 73.251.470
(.) C. . . . . . u_....
-
RarAI l A ~. .
ri...... baj_.
• _.al....... _ .. total.
~ l J_..... .-.t- .. abe. _ _ tiempo _ _ ,..so ( ..~..-w _ .. &*."-.-,.., _. _1.--
6
19 36 195
ESTABLECIMIENTOS 8 CAPITAL NVERTlDO
.00 ~M'L~LOE~S E"HOITm'lTlTm
0!H
DO
lOO
100
50
I ~Et"fO~~1111
IMI'ILOI"IEIS
t-t-It-ti-H
236
absolutismo.
Todo esto manteniento la formalidad jurídica
de una democracia burguesa. Si aceptamos, pues, la
conceptualización de Roger Bartra, en cierto modo
el régimen de Trujillo podría ser designado como
una especie de bonapartismo absolutista burgués,
tal y como lo define Roberto Cassá. Pero esto, a
condición de no olvidar destacar los rasgos fascis-
tas y los mecanismos caudillistas de dominación
que no faltaron en el original régimen de forma dic-
tatorial y tiránico, en extremo personalizado, que
fue el despotismo trujillista.
237
INSTITUCIONES DEL ESTADO Y OlSTRI8UCION DEL
PODER DURANTE l.A DICTADURA DE TRUJILLO
PODER
EIECUTIVO
I 1, ",DER
LEGISLATIVO II ponER
llJOlCIAL
I
I 1, I I
,,,l[,,O~ v OW 1fSO~O v
.lII I
Rn....C'ONES FO/oIENTO.
(l)UCACtoN v
HTn'o~Es
OBRAS ffiU'C"S
BElLAS "'~T[S
VR'EGO
240
celes de torturas, como las de "la 32" y "la 40", en
las cuales sus enemigos poi (ticos recib(an ·Ias más
crueles torturas.
Este formidable aparato militar era, sin dudas,
el principal soporte de estabilidad po](tica del Es-
tado Trujillista y un mecanismo de represión simA
bólica, que actuaba para disuadir a los pocos opo-
sitores conscientes.
El consenso trujillista
)I;1Wt1JJ.IrA POIl'\If'.\,,".t
242
falsedad, el contenido de la manipulación, no po-
dían, sin embargo, mantener ese consenso en un
debate donde se expresaran las opiniones libres y
contradictoriamente.
De ah í que le fuera consustancial a este régi-
men la supresión de las libertades cívicas y poi íti-
cas y sobre todo la imposibilidad de desarrollar la
libertad de prensa.
El gobierno de Trujillo, a pesar de ser una dic-
tadura despótica, casi absolutista, siempre bus-
<'flha Ii-gltimar su dominio, realizando elecciones ca-
da 4 años, formando partidos de pantalla, mante-
niendo la separación de los poderes y tratando de
revestir sus actos con corazas legales y constitu-
cionales.
La integración poi ítica la efectuaba no sólo a
través del Estado, aunque siempre era su persona el
punto de referencia mediadora. Utilizaba el Partido
Dominicano y un conjunto de organizaciones de la
sociedad civil, desarrollando hacia ellos una polí-
tica corporativa: las Asociaciones profesionales, es-
tudiantiles, obreras, clubes, ramas femeninas, la cá-
mara de comercio, la Iglesia, etc. A través de
esos mecanismos corporativos absorbía a los suje-
tos atomizados en profesiones, por ramas de acti-
vidad o sexo, en condiciones siempre subordin~
das, sin permitirles su organización como clase en
la sociedad civil.
243
~
.t.;,.-~ ....
-;¡.....'f'
LA GESTA
DE JUNIO DE 1959
245
ba como tal, como clase, con sus intereses diferen-
ciados y contradictorios, en el Estado. No había un
bloque dominante como "equilibrio de compromi-
sos", actuando Trujillo como mediador e impo-
niendo siempre su hegemonía al resto, al margen de
una relación política.
Los sectores dominantes carecían de partidos
o instituciones poi íticas independientes, al igual co-
mo carecían los trabajadores, campesinos y demás
sectores populares.
Tras finalizar la segunda Guerra Mundial, en
1946, Trujillo, en un momento que no le favorecía
presentar la imagen de dictadura, abrió las posibili-
dades para la organización del movimiento obrero,
los partidos poi íticos y la libertad de opinión, esta
no fue, sino una escaramuza que no logró sobrepa-
sar los primeros efectos, insoportables para el régi-
men.
Si, como hemos dicho, el Estado capitalista re-
presentó efectivamente los intereses poi íticos de las
clases dominantes, lo hizo excluyéndola de la vida
poi ítica, y sólo en la medida en que el desarrollo de
esos intereses no estaban en contradicción con los
del déspota Trujillo.
Por eso, cuando tras la Segunda Guerra Mun-
dial, el desarrollo del capitalismo se afianzó de
modo definitivo en el país y la burguesía necesita-
ba un mayor espacio para su expansión, y los nor-
teamericanos empezaron a sentir las presiones de
Trujillo para nacionalizar algunas compañías como
la de Electricidad y la de Teléfono y otras, y empe-
zaban a crecer sus inversiones en el continente, co-
246
menzaron a surgir, entonces, un conjunto de con-
tradicciones políticas que, sin embargo, no tenían
otro canal adecuado para expresarse que no fuefa
manifestándose subrepticiamente contra el propio
Trujillo.
De hecho, la pequeña burguesía liberal e inte-
lectual, y los trabajadores, que no tenían posibili-
dades de lucha, se expresaron también de este mo-
do.
De ahí que, la conspiración antitrujillista resul-
tará ser el único punto de convergencia y de acción
poi ítica posible entre los más diversos sectores de
clase.
Al final de la década del 50, a la crisis económi-
ca que se había empezado a manifestar en 1958, se
uniría el aislamiento poi ítico en que se sumió el
régimen tras las sanciones que la Organización de
Estados Americanos (OEA) le impusieron debido al
247
Con ese hecho el Estado articulado en torno a
su persona tambien se vino abajo, y ocho meses
después, el pueblo terminó expulsando del país
al resto de la camarilla Trujillista, abriendo así
un nuevo y convulso período poi ítico en la histo-
ria del país.
248
CAPITUL07
EL ESTADO
CAPITALISTA DOMINICANO EN CRISIS
249
•
de un CAPITALISMO DE ESrADO, tras la confis-
cación y recuperación de los bienes que estaban en
manos de los Trujillo.
La distribución del capital indicó que el Estado
concentraba el 51 por ciento de las inversiones de
capital, en tanto la burgues(a industrial sólo el 7
por ciento. Esto implicaba una debilidad sustantiva
de la burgues(a en su conjunto y en particular, de
la industrial, incluso a nivel económico.
Pero lo trágico, para nuestra burgues(a de la
época, fue que la forma en que se produjo el desa-
rrollo del capitalismo y el Estado trujilllsta no sólo
determinó una debilidad de la burguesía como cIa-
se económica, sino, sobre todo, su marginación de
la vida polrtica activa, su falta de experiencia pol(-
tica.
Vlrlato Fll.llo
251
MlInolo TaVlIreS JUSIO
Al desapare~, pues, el despotismo trujillista,
la burguesía carecía de poder económico, de instru-
mentos poi iticos, de experiencias de poder, de pro-
gramas estratégicos claros y de líderes capaces de
desarrollar un proyecto político coherente y hege-
mónico.
Su principal agrupación política, la Unión Cívi-
ca Nacional (UCN) que había hegemonizado la lu-
cha contra el trujillismo y sus remanentes, a la ca-
beza de un enérgico movimiento popular indiferen-
ciado, no fue capaz de encontrar, durante el perío-
do electoral, el respaldo popular a su candidato Vi-
ríato Fia/lo, poJ(tico surgido al calor de la lucha
anti-trujillista.
El Movimiento Revolucionario 14 de junio y
las otras fuerzas de la izquierda revolucionaria, el
Movimiento Popular Dominicano (MPD) y el
Partido Socialista Popular (PSP), por otra parte, se
marginaron de la participación electoral. Bajo el in-
flujo de la revolución cubana, el14 de junio, cons-
tituido por sectores de las capas medias y con am-
plia simpatía popular, tenía sin embargo una con-
cepción foquista de la lucha política.
El hecho fue que el profesor juan Bosch, un
veterano político exiliado desde hacía 24 años
-pese a haber regresado al país en octubre, es de-
cir, casi al final de la lucha antitrujillista- montó
una estrategia de propaganda diferenciadora, diri-
gida a conquistar el apoyo de los sectores popula-
res ofreciendo "las tres calientes" y presentando a
la UCN como el partido de la oligarquía "pescuezos
largos" y "tutumpotes".
Mientras la UCN trataba de utilizar el prestigio
253
ganado en el combate anti-trujillista, como elemen-
to aglutinador, Bosch dio un paso adelante: presen-
tó un programa de reformas sociales, apelando a íos
sectores populares en su apoyo, consiguiendo
imponer así su candidatura.
El programa de Juan Bosch podría definirse co-
mo burgués-liberal, contentivo de un proyecto de-
mocrático.desarrollista, adjudicable a la burguesía
industrial.
Pero la burguesía o pequeña burguesía, capaz
de impulsar ese proyecto, era débil y no tenía con-
ciencia poi ítica clara, por lo que el proyecto de
Bosch carecía de apoyatura social en un país don-
de, aún, la burguesía comercial y agraria y los terra-
tenientes eran, junto al sector del capital imperialis-
IS sectores socialmente dominantes.
-':ste último sector, apenas Bosch se juramenta
como presidente de la República, organiza una
campaña de propaganda de "reafirmación cristia-
na" que trataba de presentarlo como un comunista,
agregándole todo tipo de acusaciones posibles, con
el fin de irle minando el apoyo popular y crear las
condiciones para proporcionarle un golpe de Es-
tado.
El 25 de septiembre de 1963, apenas 7 meses
después de ascender Bosch al Estado, los sectores
dominantes lo desplazan del poder, sin que éste pu-
diera realizar ninguno de los proyectos, excepto el
mantenimiento de las libertades públicas y el respe-
to a los derechos humanos.
Dos meses después, el Movimiento Revolucio-
nario 14 de Junio, partido pequeño burgués radi-
255
lOl ,omponentn ¡nlel"n del Triunvirato.
256
cal, se insurrecciona en las montañas. Muere su lí-
der, Manolo Tavárez Justo, levantando el programa
de "La Constit'ución del 63 y la Liberación Nacio-
nal",
El "Triunvirato", surgido del golpe de Estado
y, finalmente, bajo la dirección de Donald Read
Cabral, comerciante importador, será sobre todo el
instrumenta de los intereses de ese sector de clase,
sin que pueda llegar a organ izar eficazmente lil do-
minación burguesa, incrementándose progresiva-
mente la crisis, hasta producirse la revolución del
24 de abril, que lo desplazará del poder.
257
Los mecanismos de dominación
durante el Triunvirato.
258
mín¡strativa de un Estado sin planes ni proyectos
para desarrollar el país, a pesar de los crecientes
endeudamientos a que recurría; crisis de progra-
mación, pues que se fue incrementando a medida
que la crisis fiscal aumentaba y al tenor de las cre-
cientes balanzas de pagos negativas y, sobre todo
cuando se recurrió al Fondo Monetario.
En tanto esas crisis estatales se profundizaban,
en el seno de la sociedad civil las organizaciones
sindicales y poi íticas se desarrollaban al calor de las
luchas reivindicativas y por el "retorno a la consti-
tucionalidad". El movimiento huelguístico crece
al igual que crecen las luchas y protestas populares.
El PRD, el 14 de Junio y el MPD y los otros
sectores de izquierda revolucionaria, incrementa-
ban sus cuadros y su influencia poi ítica, tras la con-
signa táctica de "retorno a la constitucionalidad sin
elecciones".
El Partido Social Cristiano, sectores de indus-
triales y asociaciones de profesionales y comercian-
tes, iban coincidiendo en esa consigna, que tenía el
objetivo de desplazar del poder al sector dominan-
te, buscando un espacio democrático y una salida a
la crisis.
De ese modo, a medida que crecía el aislamien-
to político del sector dominante, crec(a el repudio
y la lucha popular y la incorporación de los diver-
sos sectores, haciendo de la crisis poi ítica una crisis
de hegemon ía, que, al insertarse en una crisis
económica, se hacía orgánica.
Finalmente, al surgir un sector constitucionalis-
ta en el seno de los aparatos militares adviene el
259
Francis<:o Al berto Caamaño Deñó
enfrentamiento que dio paso a la Guerra de Abril,
al incorporarse el pueblo en lucha, tras el inicial
golpe constitucionalista la crisis poll'tica se trans-
formó, así, en crisis revolucionaria.
Derrotado el poder estatal y la parte del
ejército que le fue fiel al gobierno de Donald Read,
los norteamericanos, temerosos de los resultados,
intervienen militarmente al país con 42 mil mari-
nes. Era la 2da. intervención militar norteame-
ricana que padeda el país en lo que iba de siglo.
El Poder Popular,
la Estructura Institucional y
los Comandos, durante la
Guerra de Abril
261
.LA ESTRUCTURA DEL PODER"
CONST I TUC lONA L ISTA
I I - ....-_1 __J_
Sector organi-
Partidos Políti- zado de íos mi·
Comand os de litares c'JI1slitu
(IJ4 ,PRD, Ministros y
militare sy civi- cionalís j as
MPD , PSP, funcionarios (principalmen-
les ar mados.
PR SC) te hombres
rana)
-----
Policía Consti-
Delegados en el Abastecimiento
tucionalista y
exterior y otros servicios
servicios de in-
formacion
ca de las formas y mecanismos de poder y partici-
pación de las masas armadas y organizadas, directa
y delegada a través de las organ izaciones populares,
cuyo estudio no ha sido realizado aún en detalles.
Para los fines de este ensayo, basta consignar
que el poder pol(tico, se organizó de un modo tal
que expresó los diversos sectores, canalizando su
participación democrática en el gobierno central, al
tiempo que los comandos organizaban la participa-
ción y las decisiones poi (ticas y militares de las ma-
sas populares en lucha, teniendo una relativa auto-
nom(a en el ejercicio del poder en sus zonas respec-
tivas.
Acerca de la estructura institucional del poder
constitucioalista, Fidelio Despradel expresa que,
"A la cabeza de toda la pirámide se encontraba el
gobierno constitucional encabezado por el Coronel
Caamaño, y sus mecanismos más importantes eran
los partidos pol(ticos (PRD; 14 de Junio; MPD;
PCD y PRSC), el ejército constitucionalista, inte-
grado por más de 130 comandos de civiles y milita-
res armados, las fuerzas organizadas del sector mili-
tar constitucionalista (principalmente los hombres
ranas), la polida constitucionalista y los servicios
de información y seguridad. Además, exist(an el
cuerpo de ministros y funcionarios, los delegados
en el exterior, y una serie de mecanismos adiciona-
les para el mejor funcionamiento de las labores ad-
ministrativas".
Al igual como los "Consejos Obreros" surgidos
en Europa en un momento de crisis, aqu( los co-
mandos fueron una forma propia de expresión de
263
un poder duecto de las masas organizadas, en ar-
mas; los gérmenes de un poder popular. No sólo
eran las unidades militares en torno a las cuales se
estructuraba el combate y la defensa, sino, además,
mecanismos de participación y concientización po-
líticas de las masas; de vigilancia, distribución, ad-
ministración de la justicia y actos civiles (matrimo-
nios, etc.) y abastecimiento, en sus respectivas zo-
nas, tanto durante el combate, como, luego, en el
pedodo de estabilización y negociación.
La incapacidad de los diversos sectores burgueses
nacionales para imponer su hegemon(a, superar la
crisis y estructurar un bloque en el poder, que pu-
diera articular los intereses políticos de la burgue-
sía y el imperialismo, fue lo que llevó a este último
a tener que intervenir para afianzar el dominio del
capital a través de la conformación de un bloque de
dominación, bajo su hegemonía. Buscaban articular
la dominación política desmembrada, reconstituir
el aparato militar dividido y desarticulado, al tiem-
po que desmovilizarían a los sectores populares, los
desamarían y le minarían, progresivamente, su efi-
~acia política.
264
CAPITULO 8
EL ESTADO
BONAPARTISTA, BUROCRATICO
y CONTRAINSURGENTE DE
JOAQUIN BALAGUER (1966-1978)
265
Estado y en su papel economlco, los cuales estu-
diaremos más adelante.
Pero, en general, el Estado balaguerista, sirvió
como canal adecuado a la reestructuración de la do-
minación, a la consolidación del ejército y demás
aparatos de Estado y su ampliación; actuó para
producir la desmovilización y represión del movi-
miento popular. Contribuyó el Estado balaguerista
al incremento y readecuación de la Dependencia en
el país, al proceso interno de acumulación y al de-
sarrollo del capitalismo. Todo este proceso permi-
tió consolidar una burguesía industrial financiera,
con peso social, capaz, al final de su régimen, de
exigir, como ocurrió, una readecuación poi ítica
que le permitiera mayores niveles de participación
de clase en el poder.
Para estudiar de modo adecuado al Estado bala-
guerista es preciso periodizarlo.
En el plano económico, se pueden establecer: un
período de reorganización, preparación y auge, que
se extiende hasta 1973-74. Otro período a partir de
donde comienza a disminuir la tasa de crecimiento
y entra en crisis económ ica y desgaste poi ítico cre-
cientes que culmina, en 1978, con su desarticula-
ción y el ascenso del PRD al poder. Este último pe-
ríodo puede ser caracterizado como de estanca-
miento, crisis y desgaste.
Desde el punto de vista poi ítico el primer mo-
mento se caracteriz~ por la reestructuración de los
aparatos del Estado desarticulado por la revolución,
la represión y desarme del movimiento popular y la
liquidación física de sus principales líderes poi íticos.
266
Para los años de 1970, ya esta primera etapa de
consolidación del aparato militar, estaba lograda en
lo fundamental, a pesar de que el movimiento revo-
lucionario continuó sus preparativos de la "segunda
guerra", sin comprender el reflujo que se había
operado en las lucbas de las masas, a medida que
imponía el dominio yanqui balaguerista en el país.
Sin comprender el significado de la intervención
ni el proceso posterior y sus tareas, la izquierda
desarrolló una poi ítica de ofensiva y desgaste, in-
fluída por concepciones terroristas y foquistas y
con una estrategia marginal a la realidad, en fun-
ción de los esquemas de los grandes bloques de in-
fluencias, en los cuales estaba dividido el movi-
miento comunista internacional.
Mientras tanto, el régimen balguerista se conso-
lidaba y emprendió un proceso de auge económico
que se expresará hasta 1974, a partir de cuando
empieza a entrar en crisrs.
El proceso de auge y de aumento de la acumula-
ción capiralista, se debió a los altos recursos por
concepto de ayudas internacionales, el endeuda-
miento externo, la inversión de capitales imperia-
lista y los altos ingresos fiscales por concepto del
aumento de los precios internacionales del azúcar de
que disfrutó el país. Por eso, al advenir una crisis
de los ingresos externos, se precipitó también una
crisis del modelo de acumulación y se agudizaron
las contradicciones sociales que, históricamente, se
habían venido anidando en el país. Fue, entonces,
el fin del régimen que durante 12 años hab(a do-
minado la vida poi (tica del pa(s.
267
Recomposición del Bloque Dominante
Bajo una Forma Bonapartista y Caudillista.
268
los cuales percibieron con claridad que Balaguer,
con el apoyo norteamericano, constituía la única
alternativa, en ese instante, capaz de recomponer
la dominación, desmovilizar a las masas populares
y buscarle salida a la crisis.
El gobierno de Balaguer se mantendría en el po-
der sin mayores dificultades mientras fuera funcio-
nal a esos intereses de las clases dominantes y el
imperialismo.
Como gobierno surgido de una crisis catastrófi-
ca del sistema de dominación donde los diversos
sectores mostraron incapacidad para el manteni-
miento del dominio poi ítico, Balaguer jugaría un
papel de equilibrio y unificación del bloque do-
minante, gozaría de una gran autonomía relativa.
personalizando el poder y haciendo posible los me-
canismos de mediación caudillistas y las formas dic-
tatoriales y represivas que caracterizaron la forma
de Estado vigente durante los años en que detentó
el ejercicio del poder público, sobre todo durante
los primeros años.
269
militares constitucionalistas; la represión del movi-
miento sindical organizado y, en general, la ausen-
cia de libertades democráticas en el plano poi Itico,
fueron los rasgos de la forma dictatorial a través
de la cual Balaguer logró la desmovilización y el
desarme de la población, haciendo posible la con-
solidación de su régimen.
Para constatar la intensidad y la eficacia de esta
estrategia basta saber que de 1966 a 1971 un perió-
dico, "El Nacional", registró 2176 casos de perse-
cusiones poi Iticas y encarcelamientos, en tanto se
hablan incautado 2145 armas. Con el dominio del
Senado, Balaguer controló también la justicia, mi-
litarizó la judicatura, modificó la ley de Hábeas Cor-
pus no. 5439, la ley no. 5783 sobre el otorgamien-
to de fianzas y la no. 36 sobre el pOIte de armas de
fuego, con el propósito de darle cobertura legal a
sus actos represivos.
La represión del movimiento popular se fue dan-
do parejo a la reorganización y fortalecimiento de
los aparatos militares y administrativos del Estado,
contando en todo instante con una apoyatura fi-
nanciera, técnica y militar del imperialismo nortea-
mericano.
Esta represión y desmovilización del movimiento
popular se vio favorecido también por la incapaci-
dad que mostró el movimiento revolucionario para
entender la situación y dar respuesta adecuada. En
vez de aceptar que la insurrección de abril habla
sido aplastada por la intervención de las tropas nor·
teamericanas, el movimiento de izquierda continuó
viviendo un auge revolucionario inexistente, sin ad-
271
vertir la corttrarevolución que se imponía.
"La nueva situación creada exigía que las fuerzas
revolucionarias comprendieran que la revolución
había sido derrotada, que se avecinaba un período
de ofensiva contrarevolucionaria, y que era necesa-
rio organizar el repliegue ordenado de las fuerzas.
Replegarse sin dejar de luchar prudentemente.
En esa nueva situación era necesario mantener
vivo en el pueblo el espíritu y el heroísmo de la lu-
cha recién librada, analizar las experiencias, e ini-
ciar, poco a poco, una nueva lucha poi ítica de ti-
po acumulativo (analizar experiencias, resaltar lo-
gros, sentar bases programáticas, depurar y conso-
lidar mecanismos organizativos, etc) Tal fue lo
que nos ensenó Marx después de la derrota de la
Comuna de París, y que tanto predicó Lenin una
vez derrotada la revolución de 1905 en Rusia.
Pero no ocurrió así. Los revolucionarios pe-
queño-burgueses que dirigían la lucha del pueblo
en esos momentos, siguieron viviendo la euforia
del período revolucionario de abril, sin una visión
clara de la situación y sin una estrategia consecuen-
te; haciéndole el juego electoral al imperialismo en
1966, y luego, manteniendo una falsa ofensiva, la
cual los fue conduciendo a una progresiva extin-
ción y desgaste, en un debate irreflexivo, movidos
por la ilusión de "un flujo" existente sólo en sus
mentes. Las fuerzas sociales que estaban a la cabeza
del movimiento, por incapacidad ideológica y cog-
nocitiva, no sólo que no comprendieron la situación
que se vivía en aquellos difíciles momentos de
1966-67, sino que resultaron incapaces de aportar
272
soluciones teóricas a los problemas que se le plan-
tearon a la lucha revolucionaria, los cuales queda-
ron sin resolver en ese convulsionado primer perío-
do de la misma (1959-65)." (Revista Nuevo Rumbo
no. 3, pago S).
Con semejante pérdida del sentido de la reali-
dad en el movimiento revolucionario nada tiene
de extraño el agotamiento, atomización y desgaste
en el que se sumieron los grupos de izquierda.
Llevando a cabo una política de enfrentamiento
en el plano reivindicativo y de terrorismo, foquis-
mo o preparaciones bélicas diversas, en el terreno
poi ítico, la izquierda facilitó el camino a la destruc-
ción del movimiento sindical y la decapitación de
los grupos marxistas. Se fue quedando aislada, al
tiempo que las masas se replegaban o caían en el
reflujo. Incapaz fue de reformular su estrategia, en-
tender los cambios económicos, políticos y sociales
que se operaban y ofrecer un programa adecuado
de lucha.
Entretanto, reorganizado el Estado e incorpora-
da una nueva capa burocrática y militar, Balaguer
emprendió un proceso de auge económico que se
expresaría hasta 1975, cuando empieza a entrar en
crisis.
273
EVOLUCION DE LA DEUDA EXTERIOR
(En millones RDS)
1966 158.1
1967 193.4
1968 220.9
1969 261.1
1970 291.4
1971 295.4
1972 584.6
1973 608.7
1974 714.6
1975 766.8
1976 959.0
1977 1,076.8
FUENTE: Plandes.
trabajadores y en la captación de recursos externos
que por diversas vías fluyeron al país, asumiendo
nuestra economía un carácter más dependiente y
deformado.
En efecto una de las primeras medidas que dictó
Balaguer al asumir el poder fue la Ley de Austeri-
dad, que congelaba los sueldos y salarios. Esta me-
dida, unida a la represión que sistemáticamente de-
san"olló contra el movimiento sindical, le permiti-
rían a la burguesía altas tasas de acumulación.
El proceso de auge se vio favorecido, además, y
sobre todo, por el papel dinámico que jugó el Esta-
do dictando leyes que estimulaban la inversión na-
cional y extranjera y él mismo desarrollando una
poi ítica de inversiones públicas, sobre todo en el
área de las construcciones.
275
INVlRSION BRUTA INTERNA SEGUN TIPO DE BIENES (1962 -1975)
(MO.. de RDS a Pr..,joo eorrient..)
1962 "4 1963 "4 1964 % 1965 % 1966 "4 1967 % 1968 %
TOTAL 98.I~p 100 150,556.2 lOO 187,940.4 lOO 86,841.3 100 156,002.8 lOO 160,760.6 100 165,932.8 100
CONSTRUCCIONES 55,748.0 57 77,944.0 52 98,001.0 52 65,174.0 75 85,778.0 55 101,470.0 63 114,776.0 69
a) PúbUeu 23,624.0 24 22,378.0 15 25,692.0 14 18,583.0 21 30,337.0 20 39,855.0 25 47.095.0 21
b) Privadu 32,124.0 33 55,566.0 37 72,309.0 38 46,591.0 54 55,441.0 36 61,615.0 36 67,681.0 41
MAQUINARIA Y EQUIPO 35,558.7 36 55,077.2 37 73,280.7 39 24,000.1 28 55,452.3 36 53,223.3 33 56,218.7 34
a) Tractom y otros bien..
para lal¡ricultura 2,234.4 2 2,272.8 6,551.8 4 2,845.~ 7,333.5 8,852.2 6 9,005.4
b) Equipo para la indullria
minerla y enellla 10,357.7 11 21,542.8 14 26,528.8 14 S,541.5 10 15,s5S.5 10 23,215.5 15 23,23'7.4 14
e) Equipo para tflllJpOrle y
comunicaciones 22,966.6 23 31,261.6 21 39,200.1 21 12,613.6 15 32,560.3 21 20.155.3 13 23,975.9 15
Vlriaclbn de Existencial 6,SOl.6 7 17,535.0 12 16,65S.7 9 2,332.8 3 14,772.5 10 7,067.3 4 5,061.9 3
Para ello el Estado contó con los altos recursos
de que disfrutó, debido a la ayuda internacional
imperialista, el endeudamiento externo, la inversión
de capitales extranjeros y los altos ingresos fiscales
por concepto del incremento del comercio de ex-
portación, de los cuales disfrutó el pa(s durante la
de los precios del azúcar y otros productos de ex-
portación, de los cuales disfrutó el país durante la
gestión balaguerista. Balaguer disminuyó el nú-
mero de empleados públicos y operó con un balan-
ce favorable a los gastos de capital o de inversión,
a expensas de los gastos corrientes, o sea de suel-
dos y servicios.
De ese modo el Estado pudo estimular la acumu-
lación y el desarrollo capitalista, ya fuere expan-
diendo la demanda y la inversión que estimularan
la producción o canalizando riquezas, a través de
la corrupción que hicieron surgir más de 300 n~
vos millonarios durante su gestión.
Leyes tales como la de Incentivo Industrial, que
exoneraba de pagos de impuesto a las materias pri-
mas, o la creación de zonas francas, facilitaron el
crecimiento de un modelo de desarrollo capitalista
que incrementaba la dependencia del pa(s al mer-
cado mundial capitalista y que, andando el tiemro,
habrían de conducir al país a una crisis ewnóm,ca
sin precedentes.
Transformaciones Sociales
e Intento de Reordenamiento del Bloque
Dominante
El desarrollo del Capitalismo Dependiente propi-
INVERSION EXTRANJERA REGISTRADA EN EL BANCO CENTRAL
CLASIFICADA POR RAMA DE ACTIVIDAD
(Conclusi6n)
A FIN DE: Substancias Fabricaci6n Transporte Alma- Finanzas, Seguros, Comercio Total
Qulmicasy de productos me- cenamiento y Co- Bienes Raices,
Productos dlicos, mc!. ma- municaciones Servicios Comerciales
qulmicos quinarias y equipos y Turismo
• A Agosto
ciado por el Estado balaguerista fue generando una
transformación de lacomposiciónsocial dominicana:
fue propiciando el desarrollo y ampliación de una
clase burguesa industrial y financiera cuyos intere-
ses estaban ampliamente vinculados al Estado y a
la poi ítica balaguerista o cuyas riquezas devenían
de sus funciones burocráticas o militares.
Las Leyes Agrarias buscaban: a) ampliar el mer-
cado interior, vía aumento de los ingresos de los
campesinos que pasarían a ser beneficiados, y por
tanto, de la demanda de bienes y servicios; b) au-
mentar la producción y disminuir el precio de los
artículos agrícolas y en consecuencia el nivel de
vida de la población trabajadora, sin propiciar au-
mentos de salarios ni disminuir los niveles de acu-
mulación industrial; c) se inscribían las Leyes
Agrarias dentro de una estrategia reformista que
buscaba atraerse, de un modo activo, a los campe-
sinos y propiciar un desarrollo capitalista que es-
timulara la inversión manufacturera nacional y ex-
tranjera.
Ninguno de estos objetivos se llegaron a alcan-
zar y las propias Leyes Agrarias fueron mediatiza-
das en su aplicación, deviniendo en gran medida en
letra muerta. Pero esta estrategia, sin embargo, en-
contró una resistencia de los sectores terratenientes
y abrió, por primera vez, una grieta en el bloque
dominante. Por otro lado amplió las posibilidades
de organización y de conciencia de lucha a los cam-
pesinos, los cuales al correr del tiempo y al no sa-
tisfacerse sus expectativas, se constituirían en una
fuente de descontento y adversión poi ítica, contra
279
VALOR DE LAS VENTAS DEL AZUCAR
1968 - 1977
($ en millones)
1966 94.756
1967 105.280
1968 106.716
1969 114.370
1970 129.419
1971 158.821
1972 192.815
1973 215.857
1974 370.944
1975 592.582
1976 299.574
197'1 276.919
281
MATERIA PRIMA NACIONAL Y EXTRANJERA
UTIUZADA EN LA INDUSTRIA
(En RD $ millones y en %)
MATERIA PRIMA
AfilOS NACIONAL EXTRANJERA TOTAL
Millones % Millones % Millones %
RD$ RD$ RD$
283
tradujo al interior de nuestra economía.
El modelo de desarrollo balaguerista tenía su ejo
dinamizador en los recursos externos y se vehiculi-
zaba a través de una pujante industria de construc-
ción y la industriaiización sustitutiva. Se compren-
de que dráscticamente los ingresos externos, los in-
gresos fiscales y haciéndose deficitarias un conjun-
to de empresas estatales, como la CDE, el Estado
perdió su capacidad inducente.
Al mismo tiempo, las crecientes demandas popu-
lares ya no podían ser mantenidas a rayas con la
represión cavernaria, como la utilizada al final de la
guerra. Esto llevó al régimen a implementar una se-
rie de medidas asistencialistas como la "Cruzada de
Amor", los comedores populares, la congelación
de precios a través de Inespre, etc.
Todo esto, sin embargo, no paliaba el creciente
costo de la vitfa ni resolvía el crecimiento constante
de desempleados, lo cual era alimentado por el pa-
ro de las inversiones públicas y la industria de la
construcción a que se vió obligado el régimen. En
un país con aproximadamente un 30 0/0 de des-
empleo y un SO ó 60 0/0 incluyendo el subem-
pleo, es claro que la situación de paro de la indus-
tria que, como la de la construcción, llegó a ocupar
a casi 100 mil asalariados en sus momentos de au-
ge, afectaba duramente a los sectores populares.
Lo que sí producían las medidas asistencialistas
y demás medidas como el control de precios, era
enagenarse a los sectores intermediarios y comer-
ciantes detallistas que, además, veían disminuir sus
ventas como efecto de la crisis misma.
284
A su vez, la crisis del sector agrícola se veía po-
tenciada por el traslado de capitales hacia otras
fuentes de inversión y por el control de precios y
los temores que las Leyes Agrarias habían dejado
en los terratenientes.
Los mismos sectores medios que el régimen bala-
guerista había ampliado notablemente, induciéndo-
los a un con!)Umo de lujo, empezaron a sentir la
disminución de sus expectativas.
La burguesía industrial y financiera que no for-
maba parte de la capa burocrático-militar que se
beneficiaba de la corrupción, ya no se contentaba
con jugar un papel marginal en los mecanismos de
dominación. El expandirse en número y en fuerza
económica, había también desarrollado su concien-
cia pol(tica. Sin embargo, la forma de dominación
balaguerista la relegaba aun simple rol corporati-
vo, a través de sus asociaciones profesionales. No
había mecanismos poi íticos de integración que no
fueran el Estado o el partido reformista, amb()l\ ba-
jo la hegemon ía poi ítica de Balaguer.
La realidad se articulaba de modo crítico y los
diversos sectores y clases sociales lo vivían así.
Esto genera ansiedad y deseo de participación.
Las condiciones objetivas y la conciencia subjetiva
de las clases se expresaron, pues, en una sola salida:
Cambio.
La necesidad de un cambio en la situación de la
dominación se veía favorecida, además, por la si-
tuación política a nivel internacional que había da-
do fuerza a las posiciones de la socialdemocracia,
tras la redefinición de polos de influencias entre
285
Europa, Japón y Estados Unidos, consagrados en la
política trilateral, y la poll'tica de los Derechos Hu-
manos, con la que el presidente de los Estados Uni-
dos, Jimmy Carter, estaba comprometido.
En el plano nacional, el Partido Revolucionario
Dominicano (PRO) sería el instrumento poi ítico
que expresaría esas diversas tendencias de cambio
y las haría posibles aprovechando las elecciones del
16 de mayo del 1978.
286
ciones de clases cada vez más fuertes que se expre-
saban en la vida polCtica independientemente de la
voluntad y los deseos continuístas y dictatoriales
de la capa burocrático-militar balaguerista. Los
diversos grupos poi íticos tradicionales de derecha
y los nuevos disidentes del reformismo querían a-
brir posibilidades de participación políticas.
El PRO había venido estableciendo vínculos con
la burguesía, con la embajada norteamericana y
con la internacional socialista; y la izquierda, desde
1974, había empezado a irrumpir de un modo semi-
público, o a desarrollar una actuación política legal
como lo hacían el PCD, Nuevo Rumbo y finalmen-
te la UPA.
La tendencia a la democratización del Estado y
la vida política dominicana era, pues, una corrien-
te difícilmente contenible.
287
e
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'lij
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E
ou
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ii!
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E
::
u
contactos y consejos de sus amigos liberales de
Washington o los socialdemócratas. Esa tendencia
se acentuó, sobre todo después de las elecciones del
70 y, especialmente, después de la muerte del Cnel.
Francisco Alberto Caamaño, en 1973, muerto en
una acción guerrillera, al arribar al país por Playa
Caracoles.
Hasta febrero de 1972, Juan Bosch y el PRO no
le veían salida a la situación del país y desarrolla-
ban lo que fue designado por ellos la poi ítica de
"meter al gobierno en su propia legalidad." Pero
cuando en su discurso del 27 de Febrero de 1972 el
Dr. Bé1laguer anuncia las Leyes Agrarias, Bosch em-
pieza a formular una crítica a dichas leyes que bus-
caba ensanchar la brecha que se había abierto en el
bloque de dominación, más que formular un pro-
grama revolucionario que lo diferenciara de las crío
ticas que desde una posición atrasada realizaban los
terratenientes y otros partidos de derecha.
Así, posteriormente Bosch llama a la formación
de un "Bloque de la Dignidad Nacional", una espe-
cie de frente opositor único, que buscó agrupar a
todos los partidos opositores con el propósito de
desplazar a Balaguer del poder en las elecciones de
1974.
Ya para entonces Peña Gómez había regresado
del extranjero donde había permanecido por dos
años, mientras Bosch implementaba a través de la
"Comisión Permanente" planes de estudios y reor-
ganización que habían encontrado la oposición de
los sectores más conservadores dentro del PRO. Los
sectores de derecha, Casimiro Castro, Majluta y
289
otros, vieron en Peña Gómez el liderazgo suficiente
para organizar la oposición a las ideas de Bosch y
retomar las posiciones perdidas en el dominio del
partido.
Peña Gómez se lanza al ataque de la "Comisión
Permanente" y asume la defensa del sector dere-
chista.
A medida que esta contradicción se agudizaba,
Bosch, cercado, prefiere renunciar del PRD y for-
mar su propio partido, el PLD, a finales de 1973.
Por otro lado, al imperialismo norteamericano y
al propio Balaguer que hacían gestiones para impe-
dir la articulación del Bloque de la Dignidad Nacio-
nal, se le unió el Lic. Augusto Lora, dado su recha-
zo al programa agrario del Bloque, de naturaleza
claramente democrática y antilatifundista. El
PRSC y la UCN trillarían el mismo camino.
Así, dividido el PRD y disuelto el Bloque de la
Dignidad Nacional, Peña Gómez quedaría liderean-
do un partido ya en manos de la derecha cuya ar-
ticulación del Acuerdo de Santiago, junto al MIDA,
el PQD y el MPD, iniciaría la búsqueda de una ar-
ticulación por vía electoral para desplazar a Bala-
guer del poder. El abandono de Bosch al proyecto
del Bloque de la Dignidad Nacional, para dedicarse a
reorganizar su partido, deja libre el campo poi ítico
al PRD como opción posible y hegemónica.
y a pesar de que la represión balaguerista y la di-
recta intervención de los militares en la campaña
electoral a favor de Balaguer obligaron al PRD y to-
do el Acuerdo de Santiago a retirarse de las eleccio-
nes del 74, el camino para su nueva poi ítica estaba
291
ya despejado. A partir de entonces, el PRO fue ca-
da vez más moderando su lenguaje revolucionario,
buscó el apoyo de los sectores liberales de Washing-
ton, y se insertó, como pieza clave, en la nueva po-
lítica hacia la América latina que la Internacional
Socialista había definido en los años de 1974, a
consecuencia de la redefinición de los bloques mo-
nopólicos internacionales y la pérdida de la hege-
monía política norteamericana, convenida en el
acuerdo de la Trilateral.
y es ese nuevo Partido Revolucionario Domini-
cano (PRO) quien se presenta ya en mayo de 1978,
dado su gran respaldo popular, como la alternativa
de mayor representatividad poi ítica, para servir al
canal de los cambios democráticos en la forma de
Estado que reclamaba ya el país.
Esa capacidad aglutinadora del PRO cristaliza,
de un modo definitivo después que, tras ganar
abrumadoramente las elecciones de mayo del '78,
los sectores burocráticos y militares balagueristas
intentan impedirle el triunfo, interrumpiendo el
conteo de los votos.
Esa coyuntura permitió que todos los sectores
del país se aglutinaran a unanimidad en torno a una
consigna común: "RESPETO A LA VOLUNTAD
POPULAR." Esta coyuntura puso de manifiesto
los cambios que a nivel de la sociedad se habían
venido experimentando en el país en los últimos
20 años. Los industriales, los profesionales, los par-
tidos poi íticos, los clubes y las asociaciones de to-
dos los üpos se pronunicaron en favor de ese recla-
mo único.
Sólo el PLD y el PCD, entre los partidos políti-
cos opositores, no comprendieron coyunturalmen-
te el significado de los cambios en ju~go, no advi-
nieron ese reclamo unánime, aislándose en gran
medida.
De ese modo, con el mayor respaldo popular
conseguido por gobierno alguno en la historia del
país, el PRD ascendería al poder, no sin antes te-
ner que ceder a la incorporación de algunos sena-
dores que le darían la mayoría a los reformistas en
ese organismo.
El PRD sería, pues, el mecanismo poi ítico a tra-
vés del cual se producirían importantes cambios en
el dominio poi ítico y el Estado burgués en la Repú-
blica Dominicana dando paso a la democracia bur-
guesa y a una redefinición de los términos y las mo-
dalidades de la lucha política a las cuales asistimos
hoy.
Esta reestructuración en los mecanismos de do-
minación y la redefinición de la forma de Estado
en su conjunto, no ocurrirían, sin embargo, de un
modo completo, ni sin obstáculos. En realidad, ese
proceso se expresaría de un modo extremadamen-
te complejo, contradictorio y muestra en la actua-
lidad serias obstrucciones que, sin dudas, es nece-
sario comprender para poder seguir de cerca el des-
tino futuro de la actual democracia dominicana.
El capítulo siguiente lo dedicamos, precisamen-
te, a caracterizar la forma actual que adquiere el
Estado dominicano, sus contradicciones y tenden-
cias.
293
CAPITULO 9
LA ACTUAL FORMA
DEL ESTADO DEMOCRATICO
DOMINICANO y SUS CONTRADICCIONES
295
dujo de inmediato una remoción importante en
los sectores civiles y militares de la administración
estatal; puso en retiro 85 altos militares (32 gene-
rales y 53 oficiales superiores); redujo la influencia
militar en las esferas administrativas y judiciales,
empezando un proceso de institucioalización de las
fuerzas armadas,· tratando de proyectarles una nue-
va imagen de apolíticas. Esto desarticuló a la capa
burocrática balaguerista y permitió la ampliación
de los derechos democráticos y de las libertades
poi íticas. Amnistió los presos poi íticos y derogó
las leyes anticomunistas. Produjo un aumento de
salario, que aunque no fue proporcional al aumen-
to del costo de la vida, implicó, momentáneamente,
una mayor participación de los empleados de bajos
salarios en el consumo.
Se incrementó así el apoyo popular y se afian-
zaron las condiciones poi íticas para que el Estado
pasara a ser un importante instrumento de hege-
monía política de las clases dominantes, hacia los
sectores populares y el conjunto de la sociedad.
Antonio Guzmán era, sin embargo, la cabeza de
una tendencia poi ítica dentro del Partido Revolu-
cionario Dominicano y al conquistar el gobierno,
empezó a dar pasos para crearse desde el Estado
una base económka y política propia, preocupado
más por fortalecer su tendencia que por institucio-
nalizar el poder del PRD en su conjunto, margi-
nan~do también de la administración pública a im-
portantes sectores de la burguesía.
Colocando de una manera privilegiada a sus fa-
miliares, amigos y partidarios, en los altos puestos
de la administración pública, desplegando una os-
tensible campaña publicitaria centrada en su perso-
na y utilizando la fórmula de "mi gobierno" en sus
discursos políticos, Antonio Guzmán dejó ver tem-
pranamente su estrategia reeleccionista y un empe-
ño de personalizar el poder.
Esto generó preocupación y descontento, tanto
en las clases dominantes como en los sectores
populares, incluidos los propios militantes del par-
tido que lo había llevado al poder.
Cuando apenas un año y tres meses después de
su elección Antonio Guzmán, tras el desastre na-
tural causado por el huracán David, intentó obte-
ner del parlamento poderes extraordinarios, encon-
tró una oposición conjunta de los diversos sectores
allí representados, así como de toda la opinión pú-
blica.
La llamada "crisis" PRD-Gobierno se agudizaba
y en el PRD se incrementaba la lucha de tenden-
cias. Guzmán creó Una especie de parapartido: el
Comité de Amigos de Antonio Guzmán y su
gobierno se hace cada vez más simpático a los yan-
kis privilegiando sus relaciones con los militares
dominicanos, désarrollando relaciones con Pino-
chet y con la Junta Militar de El Salvador, en con-
tradicción con (la poi ítica internacional de la
Socialdemocracia.
Mientras tanto, la crisis económica se agravaba
y el gobierno se evidenciaba incapaz de buscarle sa-
lida técnica y de formular planes estratégicos, a lar-
go plazo, para enfrentar la misma. La burguesía,
por otra parte, no aceptaba su marginación de los
mecanismos efectivos de poder poi ítico, comen-
zando a percibir ansiosa el agravamiento de la
situación económica. Las masas populares empeza-
ban también a mostrar su descontento y los despi-
dos de obreros en las fábricas y la represión sindi-
cal se dejaban sentir con fué'rza. Corrían los años
de 1978-1979.
La situación hizo crisis en febrero de 1980, tan
sólo dos años después del "caJnbio". En esa oca-
sión, tras el aumento de los precios de la gaso-
lina y otras medidas antipopulares, el pueblo se
movilizó en apoyo a la huelga de los choferes pú-
blicos que exigían la rebaja en el alza del combus-
tible, considerado exagerado.
A estas movilizaciones se incorporaron numero-
sos perredeístas descontentos. El gobierno respon-
dió con amenazas verbales y con un incremento de
la represión militar. Se agudizó la crisis gobierno-
clases dominantes, saliendo éstas a la vida pública,
reagrupándose en el Consejo Nacional de Hombres
de Empresa y empezando a plantear sus exigencias
de participación poi ítica y un importante número
de intelectuales de la burguesía empezaron a dar
pasos para constituir un partido poi ítico que res-
pondiera a esas exigencias (1). Hegemonizado por
los sectores de la burguesi ía industrial y financiera
estos supieron incorporar los terratenientes y gana-
deros.
Esta crisis puso de manifiesto una importante
pérdida de la hegemon ía por parte del Estado, tan-
to hacia los sectores más modernizantes de la bur-
guesía dominante como de los sectores populares,
298
agudizándose la crisis gobierno-PRO. Mostró, ade-
más, una crisis derepresentatividad del PRO y el
Partido Reformista, que a pesar de las recomposi-
ciones posteriores, han venido asociadas, caracte-
rizando el complejo panorama poi ítico.
Estos elementos poi íticos ponen de manifiesto
lo que se denomina una crisis de unificación y pla-
nificación en el Estado es decir que el Estado no
actúa como un eficiente centro de unificación de
los diveros sectores dominantes; y una crisis de
representatividad poi ítica en los dos principales
partidos del sistema en el país, es decir que los par-
tidos no son orgánicos a las clases dominantes, no
expresan adecuadamente sus intereses de clase, es-
tratégicos, aunque sean los instrumentos que ella
utiliza. Estas se cruzan hoy con una crisis del
modelo de acumulación capitalista en el país, que,
en su conjunto se interponen como obstáculo y
obstrucciones serias en el desarrollo de las tenden-
cias a la consolidación de la democracia en el país,
sobre todo tomando en cuenta los factores interna-
cionales de la crisis y la nueva poi ítica exterior
norteameri cana.
La burguesía, sin embargo, ha venido cada vez
más desarrollando su conciencia de clase y sus inte-
lectuales orgánicos y sus instituciones corporativas,
han venido empujando en la búsqueda de una ma-
yor inserción en los mecanismos estatales, en tan-
to definen un proyecto que busca ganarse el con-
senso popular y anular la influencia y potencial
capacidad revolucionaria de las masas populares.
La izquierda marxista, por el contrario, no ha po-
299
dido aún articoiar un proyecto poi ítico capaz de
organizar de un modo independiente a los traba-
jadores y unificar sus intereses con los demás
oprimidos en un bloque popular. En este contexto
complejo es que debemos situar la comprensión
de la forma que asume el Estado dominicano y sus
contradicciones actuales, que permita formular
una clara estrategia socialista.
CARACTERIZACION DE
LA fORMA ACTUAL QUE
ASUME EL ESTADO
300
lítico, así, se ha ampliado, conformando un com-
plejo sistema de poder poi ítico que desborda las
fronteras del Estado, en tanto poder público.
d) un importante nivel de descentralización de
las funciones y de los aparatos del Ejecutivo y los
legislativos. El congreso es hoy, y parece que lo
será aún más después de las elecciones de 1982, un
laboratorio donde se expresan las contradicciones
sociales y en especial de los diversos sectores domi-
nantes, siendo un freno a la autoridad del manda-
tario. Las diversas discusiones en torno al presu-
puesto, el enduedamiento externo, y la poi ítica de
asignaciones de los fondos públicos, demuestran
que el Ejecutivo, a pesar de su primacía, tiene en
el congreso una parte importante del poder. Signi-
ficativos sectores de la judicatura por su parte, es-
tán en manos del Partido Reformista, opositor.
e) un predominio de las formas consensuales de
dominio, aunque conservando el Estado, es claro,
sus apoyaturas represivas y coercitivas, las cuales
ha empleado, incluso desmesuradamente, en los
momentos de crisis. Desde el Estado y fuera de él,
a través de diversas instituciones poi íticas e ideoló-
gicas y controlando cada vez más los medios de
opinión pública, la burguesía ejerce una amplia he-
gemon ía sobre los sectores populares, que combi-
nada con una coerción permanente, le permiten
mantener su dominio político con el apoyo pa-
sivo y activo de las masas populares, lo cual no ha-
ce necesario que se impongan a través de un régi-
men aútoritario y dictatorial. Dado el gran presti-
gio histórico del PRD y el arraigo de su líder Pe-
301
ña Gómez, principal partido burgués, con el que
actualmente cuenta el sistema, esta hegemon ía no
se ha visto seriamente cuestionada ni aún ante la
crisis económica que vive el país y las enormes ca-
lamidades que padece el pueblo y los desaciertos
administrativos de Guzmán. Además la burguesía
se articula a todo el conjunto de los partidos po-
Iíticos, con un sentido clasista más definido y me-
nos fanatismo partidario.
f) un Estado bajo la hegemon ía poi ítica del im-
perialismo norteamericano y los intereses de la
burguesía industrial-financiera, sectores decisivos
en el bloque dominante actual. Esto expresa la ten-
dencia de desarrollo capitalista y la pérdida de te-
rreno de las relaciones precapitalistas y las terrate-
nientes.
Estas tendencias no están, sin embargo, exenta
de importantes niveles de obstrucción, sometidas a
la influencia de condiciones sociales, económicas y
políticas de las cuales es imposible separar, como
veremos, el curso futuro y el destino de los actuales
cambios.
Antes, sin embargo, de pasar a considerar los
obstáculos que se interponen al desarrollo de la ac-
tual forma democrática que hoy asume el Estado
dominicano, nos detendremos un poco más en po-
ner de manifiesto el conjunto de circunstancias que
han hecho posible esta forma de dominación en el
país. Trataremos, también, de profundizar en el es-
tudio de aquellos elementos que permitan compren-
der la compleja relación entre econom ía y poi ítica
en la formación social dominicana, así como es pre-
302
ciso analizar, primero, más detenidamente, el Blo-
que dominante actual, su composición, sus contra-
dicci ones y su poi ítica.
303
financiero y comercial.
Como el capitalismo es el régimen dominante,
son la burguesía y el proletariado las clases sociales
fundamentales, en tanto que la pequeña burguesía
campesina y urbana, los terratenientes y usureros
tradicionales, constituyen las clases sociales secun-
darias. Pero se produce una intrincada y compleja
configuración clasista, donde las clases fundamen-
tales, dada las particularidades de su proceso histó-
rico de conformación, se muestran desdibujadas en
su configuración económica y en sus intereses his-
tóricos y poi íticos.
En realidad, la burguesía, articula sus intereses
con los terratenientes, los comerciantes, usureros, y
el imperialismo conformando el bloque dominante.
De modo que debido a las características estructu-
rales de la formación capitalista dependiente, debi-
do a sus vinculaciones al mercado y a la economía
imperialista hoy dominantes a nivel mundialj debi-
do a la época que vive la humanidad, donde el pro-
letariado aparece en la escena mundial con su pro-
yecto histórico diferenciado, la burguesía se confi-
gura atada a los intereses reaccionarios de las clases
precapitalistas y a los intereses más atrasados del
capitalismo nacional e imperialista. No es, por eso,
capaz de propiciar transformaciones revoluciona-
rias, populares y antiimperialistas, que puedan pro-
ducir el desarrollo nacional autónomo y progresis-
ta.
La propia burguesía, a su interior, no define
con precisión poi ítica y económica, las diferentes
fracciones (comercial, industrial, financiera, banca-
304
ria). Más bien se produce una distinción a nivel eco-
nómico, en función del monto del capital y sus vin-
culaciones al conjunto de mecanismos de acumula-
ción, nacionales e internacionales. Se configura tem-
pranamente una alta burguesía con tendencia mo-
nopolista y financiera, que realiza multiplicidad de
inversiones en función de las oportunidades de ren-
tabilidad altísimas que le brinden los "negocios",
más que por preferencia de actividad. En ese em-
peño se al ía al capital extranjero si es necesario y
tiene una activa participación poi ítica, en la bús-
queda de organizar, justificar y mantener el sis-
tema capitalista, defendiendo en última instancia el
sistema, y tratando de evitar el cuestionamiento del
movimiento popular revolucionario.
Sin embargo, conforme se desarrolla el capita-
lismo y crece el capital y la burguesía, se debilitan
las clases precapitalistas, por lo que objetivamente,
la lógica del capital y del sistema tiende a descan-
sar, sus posibilidades de permanencia, función ade-
cuada y desarrollo futuro, en la estrategia inscrita
en los intereses del capital industrial y financiero,
que es el más modernizante y se concentra, cada
vez más, en la capa del alto capital, tendiendo a ser
la rama, de actividad de mayor peso espec ífico y de
mayor futuro, en términos históricos.
En esta situación de compleja articulación de
modos de producción y un intrincado cuadro de
clases sociales, la burguesía, como clase fundamen-
tal a nivel económico, y en especial sus sectores li-
gados a la actividad financiera e industrial, para lle-
gar a convertirse en clase dominante a nivel de Es-
305
tado, tiene que k>grar articular sus intereses con los
del resto de la burguesía, pequeña y mediana, co-
mercial y agraria y tiene que establecer un pacto
con los sectores precapitalistas e imperialistas, con-
formando un bloque dominante bajo su hegemo-
nía. Si como clase la burguesía no logra esa capaci-
dad hegemónica, entonces el Estado adquiere cierta
autonomía y, en mano de una capa burocrática
civil o militar, se apoya en las clases secundarias, es-
pecialmente campesina o sectores urbanos, dando
lugar a formas bonapartistas o cesaristas y a moda-
lidades de dominio absolutista, como aconteció,
por ejemplo, durante el período de dominio bala-
guerista.
Como se sabe, el poder poi ítico de las clases
dominantes no descansa sólo en el Estado, strictus
sensus o sociedad poi (tica, constitt;ido por los apa-
ratos administrativos, -judicial, militar y legislati-
vo-, sino que está constituido, además, por el con-
junto de organizaciones en las cuales se organizan
las clases en la lucha por sus intereses económicos,
políticos o ideológicos en el seno de una sociedad:
partidos, clubes, sindicatos, la iglesia, la escuela,
etc., es decir la llamada sociedad civil.
La recomposición del Bloque dominante, que
se ha venido produciendo en el país en los años de
gobierno perredeísta, ha dado por resultado la con-
formación de un Bloque dominante integrado:
a) Por la gran burguesía y los intereses monopó-
licos, que dominan los resortes claves de la eco-
nom ía, como son las finanzas, banca, grandes
importadores y exportadores, la industria de
306
la construcción (a través de los bancos, etc.)
b) Sectores de la burguesía media, constituidos
por industriales, burgueses agrarios, comer-
ciantes, constructores, etc.
c) Pequeños empresarios de las más diversas ra-
mas de actividad.
Los últimos sectores, sin posibilidades de un
proyecto poi ítico propio, y dada su dependencia
de los mecanismos de acumulación y financiamien·
tos, en manos de los sectores altos e imperialistas,
se muestran incapacitados para la articulación de
un proyecto poi ític'o propio, colocándose, enton-
ces, como sectores subordinados a los intereses he-
gemónjcos de los sectores industrial y financiero.
Estos diversos sectores del bloque dominante
no abandonan sus contradicciones económicas y
poi ít ic as, las cuales se resuelven, sin embargo, al
interior del bloque dominante.
Debe entenderse que la formulación de los in-
tereses históricos del proyecto global de dominación
burguesa implica, siempre, una cierta distancia con
los intereses directos, puramente económicos y
particulares, del sector hegemónico. Por eso, pre-
cisamente, el hacer prevalecer los intereses históri-
cos más modernizantes, ligados al capital industria¡
financiero, ha sido el fruto de un proceso de toma
de conciencia política de la burguesía en su conjun-
to, elaborado por intelectuales orgánicos de esta.
ciase, sus componentes de mayor visión estratégica
y sentido poi ítico. Estos no tienen que ser necesa-
riamente los miembros más prominentes en térmi-
nos económicos. En nuestro caso, se da el hecho
307
que de muchos de estos intelectuales orgánicos y
los sectores más conscientes, son, al mismo tiempo,
burgueses económicamente poderosos. Pero otros
no llegan a comprender ni a aceptar la poi ítica que
teóricamente corresponde a los intereses históricos
de la clase. Por eso, a pesar de la existencia de una
poi ítica que responde a los intereses históricos,
como clase, de la burguesía, se dan desacuerdos im-
portantes de resistencia en los sectores de la bu rgue-
sía, incluso en el hegemónico.
La política hegemónica resulta, así, fruto de un
proceso de enfrentamiento de intereses particulares
de estos diversos sectores y entre estos y sus técni-
cos, burócratas y políticos, donde la síntesis en que
se formula la política de la burguesía refleja los
lineamientos -estratégicos básicos y el nivel de con-
ciencia política de la clase. Pero su propia imple-
mentación, y la construcción cotidiana de los di-
ferentes pasos para materializarla, se va dando en
medio de contradicciones diversas entre sus dife-
rentes sectores y en medio de los obstáculos eco-
nómicos y poi íticos que plantea la realidad, entre
los cuales están obviamente, también, la capacidad
de resistencia y de lucha del bloque popular.
De ah ( que partiendo de sus formulaciones ini-
ciales la poi ítica del Bloque dominante hay que
seguirla en el complicado proceso que supone su
implementación; captar las contradicciones que va
generando tanto·al interior de los diversos sectores
del bloque dominante como los de estos y el blo-
que popular y los obstáculos diversos que se le in-
terponen a los que se va adoptando o a los que
308
hay que enfrentar.
La conformación de una forma de dominio de-
mocráticoburguesa, que desarrolle el consenso, co-
mo mecanismo de dominación, requiere que la bur-
guesía, dirigida por los intereses po! íticos más
avanzados y modernizantes del capital, que son,
como· hemos dicho, los ligados al capital indus-
trial financiero, impongan, además, una hegemo-
nía hacia los sectores populares, en la sociedad ci-
vil, es decir que se haga, previamente, una clase di-
rigente. De esa manera se conforma un bloque he-
gemónico.
La conformación de un bloque histórico hege-
móniconoesun proceso automático ni espontáneo.
Es el resultado de la conciencia y la capacidad po-
Iítica y organizativa de la clase dominante para de-
sarrollar una hegemonía sobre el resto de las frac-
ciones de al iados y las clases su bordinadas, y para
Ileutralizar y atraerse masas importantes de la cIa-
se que le es opuesta. En la sociedad capitalista esta
es la función de los intelectuales orgánicos de la
burgues(a y sus aparatos poi íticos, es decir del con-
junto de técnicos, profesionales, administradores y
agentes del Estado
Precisamente este proceso de desarrollo del ca-
pitalismo, de la sociedad dominicana, de las institu-
ciones estatales y la conformación de una sociedad
civil, es lo que ha venido ocurriendo, y ha hecho
posible el dominio hegemónico que hoy ejerce la
burguesía en el país, dada la débil influencia políti-
ca y la incapacidad hegemónica de las opciones del
proletariado revolucionario.
309
Obstáculos y mediatización
310
tomar medidas administrativas y fiscales, que
tiendan a resolver la crisis económica y a crear las
condiciones para la reproducción y la acumulación,
a largo plazo, del capital. Esta incapacidad que
manifiesta actualmente el Estado para servir como
centro político adecuado para la unificación de las
clases dominantes, y para la articulación, por un
lado, de los proyectos estatales, que son, la domi-
nación y el mantenimiento, la defensa y la repro-
ducción de las relaciones capitalistas y el sis-
tema en su conjunto; y por el otro, los intereses
concretos económicos inmediatos de la burguesía.
El Estado dominicano se encuentra pues,
actualmente inmerso en una dificultad de progra-
mación y no es un eficiente centro poi ítico de
unificación de los sectores dominantes; lo aqueja
una crisis de hegemonía y una falta de apoyo
popular, agravada por la crisis económica que vive
el país, y la situación presupuestal deficitaria que
tiene el fisco.
Por otro lado, la crisis PRO-Gobierno y la
ausencia de otro partido de derecha con fuerza
poi ítica en la clase y prestigio popular, denota una
carencia institucional, y la falta de instrumento
político de que adolece la burguesía dominicana.
Sin embargo, para esta tendencia desarrollarse,
imponerse y mantenerse, necesita que la hegemo-
nía política esté en manos de la fracción más
avanzada de la burguesía; que se hagan coincidir los
planes y las medidas económicas del Estado, con el
proyecto burgués de desarrollo económico, en
medio del cual se pueda convertir el Estado domi-
311
nicano en un instrumento eficaz, como mediador,
como integrador nacional y como reproductor de
las condiciones del capital, capaz, entonces, de
reorientar el modelo económico actual, en crisis, y
de paliar las consecuencias nacionales de la crisis
mundial del capitalismo, y sobre todo, los altos
gastos energéticos.
La tendencia hacia la conformación de un
Estado básicamente consensual, precisa, para su
realización, que se logre superar !a actual situación
económica, a partir de la cual se puedan enfrentar
las impostergables demandas de las masas. Esta
misma situación hace de la señalada tendencia,
una tendencia contradictoria y no lineal, pudién-
dose prever la posibilidad de escollos en la afirma-
ción de la democracia representativa en el país.
Pero la forma que adquiere el Estado capitalista
actual dominicano, no es un resultado fortuito, ni
es sólo el fruto de la presencia transitoria del PRO
en el poder. En la forma actual que asume el Esta-
do y la dominación burguesa en nuestro país se
concretiza un proceso complejo, síntesis a) del
desarrollo histórico y cultural del pueblo y la na-
ción dominicana; b) del desarrollo capitalista de la
formación social; c) expresa el nivel de formación
política de una clase burguesa dominicana; d) el ni-
vel de participación alcanzado por la sociedad civil
o conjunto de instituciones en la vida poi ítica, y en
especial, e) la conciencia democráticay el espíritu
de lucha de los sectores populares en defensa de la
libertad y la democracia poi ítica; f) pero expresa
también, los actuales niveles de contradicciones del
312
imperialismo y la conformación de diversos polos
de influencia política y su incidencia en la sociedad
dominicana que a nivel internacional se han confi-
gurado tras la pérdida de la hegemonía absoluta
que, desde mediado de la década del '70, experi-
menta el imperialismo norteamericano.
El desarrollo del Estado capitalista y el predomi-
nio de la burguesía industrial y financiera sobre
otros sectores criollos del bloque dominante, no ha
ido acompañado de la conformación de un Estado
nacional: la situación de dependencia y el modo de
articulación al mercado mundial capitalista, que
han condicionado el desarrollo del capitalismo do-
minicano y la formación de las clases dominantes,
ha producido una burguesía que no es ya portado-
ra de un sentido nacional, sino que ha asociado su
vigencia política al imperialismo, uniéndose a éste
en condiciones políticas subordinadas. La burgue-
sía criolla aún cuando mantiene con el imperialis-
mo niveles insoslayables de contradicciones econó-
micas, y poi íticas, éstas se expresan y se resuelven
en el interior del bloque de dominación o sus ins-
tituciones y el sistema capitalista-dependiente en
su conjunto.
Esto impide hablar de la existencia de una
hegemonía de los sectores industrial-financiero, en
el bloque dominante, sin destacar conjuntamente la
participación del imperialismo norteamericano y
su influencia destacada en el Estado y en el con-
junto del sistema de poder poi ítico en el país. No
se trata en modo alguno de que se piense una rela-
ción simple y directa, en la que el Estado y sus
313
mandatarios son una simple marioneta, como a
menudo se ha caricaturizado; más bien ha de en-
tenderse como una relación contradictoria y com-
pleja al interior del bloque de poder, en la que
el imperialismo en determinado momento puede,
sin embargo, sobredeterminar la emanación de po-
líticas estatales, incomprensible desde otra óptica,
utilizando su influencia poI ítica y los recursos eco-
nómicos. En otros casos, el imperialismo permite,
o se ve obligado a aceptar, en función de sus inte-
reses más estratégicos, la adopción de posiciones y
políticas más independientes, donde se imponen o
priman los intereses locales. En todo caso esa pér-
dida de soberanía y esa incapacidad de incorporar
lo nacional, es uno de los rasgos típicos de la carac-
terización de nuestro estado capitalista dependien-
te.
PERSPECTIVA DE LA ACTUAL FORMA
DEMOCRATICA DEL ESTADO DOMINICANO
315
que mane~r el mantenimiento del sistema capi-
talista como su tarea.
La democracia es ya una experiencia, en medio
de la cual el pueblo ha fortalecido su vocación
democrática que hoy está dispuesto a defender.
y la burguesía ha podido comprobar que lejos
de disminuir su capacidad de dominio político,
esta forma de Estado ha contribuido a facilitar
su influencia poi ítica sobre los trabajadores, las
capas medias y sectores oprimidos del país.
Es decir: hoy el gobierno y los intereses parti-
culares de grupos militares no lo es todo.
Un grupito de mllitares, por ejemplo, no puede
decidir por su cuenta dar un golpe de Estado, a es-
palda de los intereses dominantes.
Hoy el cuadro de intereses en juego se ha com-
plejizado y la toma de decisiones no se resuelve
en la astucia de un militar o en las discusiones sos-
tenidas por una capa de burócratas. Mayo de 1978
lo demostró. Y la constante frustración de los in-
tentos golpistas de los reformistas lo confirma
tanto, como el propio fracaso de los planes reelec-
cionistas de Antonio Guzmán quien pese al domi-
nio del Estado encontró obstáculos insalvables en
sus proyectos.
316
Una forma u otra de Estado está determinada
en última instancia por la lucha de clases y, especí-
ficamente por la correlación de fuerzas de las clases
fundamentales en pugnas; y esta correlación de
lucha está constantemente cruzada por la situación
económica y las posibilidades de manejo de las cri-
sis por parte de los sectores dominantes.
11I
317
Antonio Guzmán Fernández
318
Su fin principal estuvo orientado a poner en
primer piano los intereses de su tendencia y a utili-
zar el Estado para crear una base de poder personal.
Así, de entrada, los propó~aos reeleccionis-
tas y de su propia tendencia poi ítica, fueron colo-
cados por encima del interés general de la clase
capitalista.
Esta última esperaba que el PRD y su gobierno
fueran, no sólo un eficaz instrumento de hegemo-
nía para mediatizar, integrar y bloquear al movi-
miento obrero y popular, sino, también para inte-
grar a la clase burguesa al dominio del Estado y en-
frentar la crisis; institucionalizando los mecanismos
de poder. Guzmán no satisfizo estas expectativas.
Por eso cuando se presentó la primera crisis po-
Iítica que hubo de enfrentar Guzmán, en febrero
de 1980, a raíz del aumento del precio de los com-
bustibles y la protesta popular que esta medida
generó, la burguesía la aprovechó para lanzarse al
ruedo planteando sus propias posiciones de clase.
El conjunto de pronunciamientos que sus diver-
sos dirigentes e intelectuales orgánicos plantearon
en ese instante, mostraron la existencia en un sec-
tor importante de la burguesía dominicana de una
clara conciencia de clase.
Luego del famoso discurso de Luis Augusto Gi-
nebra Hernández, a nombre del Consejo Nacional
de Hombres de Empresa, siguió un conjunto de
planteamientos de intelectuales como Bernardo Ve-
ga, Moya Pons, Rafael Herrera, etc., en los cuales
se hacían críticas a la incapacidad gubernamental
319
y a su política',económica, al tiempo que se hacían
exigencias de que se le diera participación a los
empresarios en las decisiones y proyectos. Hacían,
además, sugerencias concretas, donde empezaron a
articular una respuesta estratégica para la supera-
ción de la crisis y el enfrentamiento ideológico y
poi ítico, en la búsqueda de la preservación del
sistema capitalista y el orden burgués. Desde enton-
ces, ese conjunto de planteamientos predominan en
los principales hombres de empresa e intelectua-
les orgánicos de la burguesía.
En ese instante se puso en evidencia, no sólo la
crisis de unificación y programación que aquejaba
al Estado, sino, además, una crisis de representati-
vidad en los dos principales partidos del sistema:
el PRD y el Reformista, puesto que empezó tam-
bién la burgues(a a dar pasos, tendientes a ver la
posibilidad de vertebrar un nuevo partido político.
Ante esta situación, la burguesía se agrupó fue-
ra del gobierno en torno al Consejo Nacional de
Hombres de Empresa, desde donde se ha constitui-
do en un grupo de presión, junto a otros vehículos,
a través de los cuales han venido definiendo cada
vez más sus planes poi (ticos y coordinando una in-
fluencia creciente sobre la vida poi ítica nacional.
Ante la crisis de representatividad de los prin-
cipales partidos del orden, el "Consejo Nacional
de Hombres de Empresa" se ha trazado una poi í-
tica de exigirle que coloquen como candidatos a
algunos reconocidos empresarios, condicionando
sus aportes económicos, al hecho de que acepten
su proposición. De ese modo buscan jugar todos
320
los juegos y no arriesgarse a perder.
Por otro lado) se han hecho denuncias de que
quieren usar los gastos que hace el CNHE en públi-
cidad comercial) para condicionar a los periódicos
a que restrinjan el espacio de expresión de las ideas
de izquierda.
Han definido) también, una lucha ideológica a
largo plazo contra las ideas comunistas.
La clase burguesa, pues) se define ya en térmi-
nos políticos) y en sentido estratégico. Pero ni el
Estado ni los partidos del sistema han podido aún
ser integrados a su proyecto de un modo confiable.
Esto es lo que llamamos una crisis de unificación
en el Estado y de representatividad de los partidos
del orden. Y por otro lado) la crisis económica pen-
de como una espada de Damocles) que amenaza
con cuestionar seriamente las posibilidades de una
hegemonía que hasta ahora no ha sido seriamente
entorpecida.
Por un lado la crisis podría operar restringiendo
el Estado sus gastos sociales o de poi ítica de salud)
servicios) educación) vivienda) etc. Y por otro la-
do obligando a tener que intervenir para frenar o
neutralizar las luchas populares por impedir el de-
terioro de sus niveles de vida. Tal situación podr(a
dejar al Estado sin muchas posibilidades de opacar
su papel como principal mecanismo de poder poi í-
tico al servicio de los patronos y el conjunto de las
clases dominantes.
Pero la magnitud de estas crisis no pueden exa·
gerarse, ni están obligadas a avanzar hacia una crisis
política.
321
Puede,. llegar el mo-
mento en que el manteni-
miento de los necesarios
niveles de acumulación
capitalistas y el "orden"
burgués necesiten la im-
posición de u na forma
autoritaria, que limite la
expresión de los intereses
populares como única
forma de mantener el sis-
tema funcionando.
Esto no necesaria-
mente significarla el es-
tablecim iento de una dic-
tadu ra, un gobierno mil i-
tar o fascista. Puede darse
esta salida no democráti-
ca, limitando creciente-
mente las libertades de
expresión y los derechos
de participación de las iz-
quierdas, reprimiendo o
dificultando las luchas
reivindicativas de las ma-
sas.
Eso dependerá de la propia capacidad de reac-
ción de la burguesía y de la capacidad impugnado-
dora del bloque popular.
El PRD por ejemplo, a pesar de su relativa falta
de integración orgánica con la clase burguesa, ha es-
cogido a un candidato, jorge Blanco, que parece
responder a las necesidades actuales de la clase y ha
logrado recomponer, a través de la "avanzada elec-
toral" a un importante sector pequeño burgués ya
profesionales.
Por otra parte, a pesar de que el Partido Refor-
mista como destacamento de un liderazgo tradicio-
nal entra en crisis, junto a la pérdida de las faculta-
des físicas y políticas de su caudillo, el Dr. Bala-
guer, tiene reservado aun su papel en el poder, aun-
que no sea desde la presidencia.
La incorporación del Partido de la Liberación
Dominicana (PLD), Iidereado por el expresidente
juan Bosch, a una política reformista, ofertándose
como el partido que posee la solución a la crisis, y
el respaldo que le han dado los sectores de la bur-
guesía y los medios de comunicación, puede ser
un indicativo de la capacidad de la burguesía para
manejar la situación actual e incorporar o utilizar
a sectores diversos para organizar y mantener su
dominio poi ítico.
La actual falta de adecuación del Estado, a la
necesidad de superar la crisis económica y la incor-
poración de la clase burguesa como tal, sus proyec-
tos y planes, en las decisiones y alternativas actua-
les, puede ser superada en el actual proceso electo-
ral, a través de jorge Blanco u otra fórmula.
323
Lo que va a ocurrir en un futuro nadie puede
saberlo.
La crisis económica puede precipitarse y cre-
cer las luchas populares por encima de los límites
que hagan viable el juego democrático. Puede llegar
el momento en que el mantenimiento de los nece-
sarios niveles de acumulación capitalistas y el "or-
den" burgués necesiten la imposición de una forma
autoritaria, que limite la expresión de los intereses
populares como única forma de mantener el siste-
ma funcionando.
Esto no necesariamente significaría el estable-
cimiento de una dictadura, un gobierno militar o
fascista. Puede darse esta salida no democrática, li-
mitando crecientemente las libertades de expresión
y los derechos de participación de las izquierdas,
reprimiendo o dificultando las luchas reivindica-
tivas de las masas.
En todo caso, lo que sí es imposible es que el
bloque de dominación lo hegemonicen los sectores
precapitalistas. Podemos afirmar que la hegemonía
de los sectores burgueses industrial y financiero,
unidos al imperialismo, serán los sectores de clases
hegemónicos, independientemente de la forma au-
toritaria o democrática que asuma el Estado.
Igualmente es claro que la tendencia del Estado
es a la ampliación e institucionalización de sus apa-
ratos y a jugar cada vez más una función económi-
ca. Esta tendencia seguirá expresándose sea cual sea
la forma, democrática o dictatorial que asuma el
Estado.
Hay que luchar por el mantenimiento y la am-
324
pliación de la democracia. Pero debemos entender
SllSlímites y estar en condiciones de seguir de cerca
los indicadores que puedan mostrar su deterioro
posible.
Nosotros creemos que la democracia es la forma
de gobierno que más favorece la lucha por integrar
a los trabajadores a la revolución.
Nadie, sin embargo, escoge las condiciones de la
lucha. Y la democracia no es el único espacio para
construir una hegemonía socialista, un poder alter-
nativo e impulsar la lucha. Eso también lo enseña la
historia.
El compromiso es prepararse para dar la lucha
por la democracia y el socialismo en el terreno en
que lo planteen las circunstancias históricas.
IV
325
ga por ampliar y darle vigencia efecci\'¿ a ¡os dere-
chos democrático-burgueses, no podemos separarla
de la lucha por denunciar sus I(mites de clases y
plantear la necesidad de superarla.
De ah( que la lucha por ampliar, darle vigencia y
consolidar los derechos democráticos no se puede
hacer con sentido revolucionario, si no planteamos
una estrategia socialista, que busque trascender el
sistema capitalista. La lucha por penetrar el Estado
es una lucha también por transformarlo.
Esta estrategia socialista tiene como base la com-
prensión del Estado, sus crisis y las actuales contra-
dicciones al interior del bloque dominante y la de
éste y el bloque popular; busca hacer del socialismo
una fuerza poJ(tica nacional y organizar la lucha de
los trabajadores de un modo independiente, pero
tratando de integrar en una alianza revolucionaria a
los diversos oprimidos de la sociedad que permita
crear un verdadero poder popular alternativo, por
la democracia pol(tica y por la igualdad social,
por el socialismo.
326
EPILOGO
La configuración que ha venido asumiendo el
Estado dominicano, luego de la elección del Dr.
Salvador Jorge Blanco como presidente de la Repú-
blica, ha confirmado tendencias que estaban pre-
sentes en la coyuntu ra poi ítica y ha resuelto algu-
nas contradicciones impl ícitas en el gobierno pe-
rredeísta de Antonio Guzmán, analizadas ya en el
capítulo precedente.
Con la asunción de Jorge Blanco al poder, se re-
suelve la Crisis de unificación en el Estado y, en
cierto modo, la Crisis de planificación y progra-
mación, ya estudiadas: Hoy son los altos intereses
de la alta burguesía, industrial y financiera los que
orientan el rumbo de la poi ítica estatal, y los que
dirigen, directamente, los aparatos de Estado, a tra-
vés de una capa burocrática más coherentemente
centralizada y sometida a la poi ítica que define el
poder ejecutivo.
La crisis económica, de raíces estructurales, y
enmarcada dentro de una crisis internacional, no ha
dejado de agravarse. El Estado, sin embargo, ha pa-
sado al dominio de los sectores más modernizantes
y hegemónicos de la burguesía, creándose un Blo-
que Hegemónico, que ahora enfrenta la crisis de un
modo más coherente, a favor de la alta burguesía
industrial y financiera, sin perjudicar sensiblemente
a los otros sectores del capital, ni a los terratenien-
tes ni a los ganaderos, estimulando las exportacio-
nes.
El gobierno perredeísta de Salvador Jorge
Blanco, actuando como relevo de recambio, recons-
truyó, inicialmente, un consenso popular amplio,
sin que haya podido satisfacer las espectativas y ne-
cesidades de las masas, flageladas por una altísima
tasa de desempleo -al rededor de un 35-40 por cien-
to- y que sufren una inflación creciente y un alz;-
cotidiana del costo de la vida. Pero busca -orien-
tado por un diseño poi ítico preciso- mantener un
amplio consenso a su gobierno y congelar las de-
mandas y protestas populares. Para ello se ha desig-
nado a la nueva administración con el rótulo de
"Gobierno de Concentración Nacional", creándose
una opinión pública de Utrabajo, moralidad y efi-
ciencia" -usando como símbolo y mediación en
este empeño a la propia honestidad del presidente-
y se difunde una uideología de crisis", es decir, que
se usa la propaganda de una conciencia de la magni-
tud de la crisis económica que vive el pa(s y el
mundo capitalista, para impedir que se produzcan,
o mediatizar, los reclamos laborales, legitimar el
plan de austeridad que se ha puesto en ejecución,
creando, también, las condiciones para la justifi-
cación del no cumplimiento de su programa de go-
bierno.
Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, la
fórmula jorgeblanquista perredeísta, muy eficaz en
un primer momento, se desgasta, pierde, objetiva-
mente, respaldo popular, y, a medida que también
objetivamente se tiende a producir un crecimiento
de las luchas reivindicativas y sindicales, el gobier-
no acude, cada vez más abiertamente, a la adopción
de medidas represivas y al desarrollo de tendencias
llIto:"' r.:üs. i.lS cuales ampara en un dominio ma-
yor sobre los medios de comunicación y los recur-
sos de propaganda.
La integración, por otra parte, del Partido Re-
volucionario al Estado, que elimina la contradic-
ción gobierno-PRD, que estuvo presente en la ges-
tión gubernamental de Antonio Guzmán Fernán-
dez, -y que en cierto modo le permitió al PRD el
juego polltico de ser, a la vez, gobierno y oposi-
ción- ha cesado. Esto lima sensiblemente ahora la
capacidad del PRD y la persona de Peña Gómez
como principal mecanismo de mediación hacia los
sectores popu lares, tarea que hasta ahora hab ía
venido realizalído exitosamente, lo cual no dejará
de tener consecuencias para la reproducción de la
hegemonla burguesa.
Pero los obstáculos mayores que continúa te-
niendo la dominación poi ítica y la hegemon la de
la burguesla en el pals, continúa siendo la crisis
económica, la cual, sin embargo, no ha significado
una seria complicación al dominio burgués, porque
a pesar de los descontentos, protestas y conatos de
lucha de los sectores populares, cada vez más cre-
cientes, éstos se resuelven sin que lleguen a articu-
larse en un movimiento popular fuerte, continuo e
independiente, dada la actual crisis por la que atra-
viesa la izquierda dominicana y las debilidades,
división y desligazón de las masas, del movimiento
popular organizado.
Santo Domingo, febrero, 1983
ANEXOS
330
La separación en distintas áreas de los seroicios administrativos, tal
como hoy día apreciamos, se remonta a los tiempos en que se votó la
primera Constitución política de la Rep.íblica el 6 de noviembre de
1844, al consagrarse los tres poderes del Estado: Legislativo, Ejecu-
tivo y Judicial, los cuales aparecen aUí en forma primitiva y limitada,
pero también como gérmenes del proceso evolutivo que ha culmina-
do roo la organización actual, destinada a satisfacer los muchos re-
(;uf!rmientos de los días que corren.
A. PODER LEGISLATIVO
331
las reformas de 1866, 1874, 1881, 1887, 1896 Y 1907 Y Cámara
Legislativa, como en las reformas de 1875, 1876, 1877. Sin embargo,
el sistema bicameral de la primera Constitución ha tenido niás vi-
gencia, figurando los nombres de Tribunado y de Consejo Conser-
vador en la carta de 1844, pero luego cambiado el primero, por los
.de Cámara de Representantes, reformas 185~1, 1858 Y 1865, Y de
Cámara de Diputados, reformas de 1878, .1879, Y todas las demás a
partir de 1908 y hasta la actual de 1966;" y el segundo por el Senado,
en los mismos textos consagrudores del sistema del doble hemici·
clo.
En esta parte primera del ManUal mcluimos dos organismos más,
dado el carácter especial de sus funcione. y su gran autonomÚJ, como
lo son la Cámara de Cuentas y la Junta Central ElectoraL
332
imperoba el sutema indirecto de votación, estas Asambleas escogían
los titulares y suplentes de los cargos comunales (hoy municipales)
así como los miembros de los Colegios Electoroles, que a su vez ele-
gían los miembros del Congreso Nacional de sus respectivas juris-
dicciones y el candidato presidencÜJI. En el sutema de votación di-
recta esas mismas Asambleas Uenaban los cargos municipales y esco-
gían los candidatos paro cargos provincÜJles que a su vez eron procla-
mados por el Ayuntamiento de la común cabecero en funciones de
organismo provincial electorol. Los cargos de Presidente y Vicepre-
sidente de la República eron consagrados por el Congreso Nacional
después de conocer los cómputos provincÜJles.
333
El refrendado debla sUlCribirlo el Secretario de E.tado cuyo
roma tenÚJ competencia sobre la medida ordenada por el Ejetutivo.
Sin embargo si la medida tenía gron importancia y carácter generol
debúm refrendarla todos los miembros del Gabinete. La reforma
constitucional de 1908 suprimió este requilito. Pero los refrendos
se mantuvieron hasta el inicio del período presidencial 1934-1938
o sea hasta el16 de Agosto de 1934. Por esos mismos días se votaron
dos instrumentos le19zles que reiteroban su supresión, como lo fueron
la Constitución Política del 9 de Junio de 1934 y la Ley No. 668
del 19 de Abril de 1934 sobre Secretarías de Estado.
334
salvo cuando en algunos textos sustantivos se le atribuyeron voca-
ción sucesoral a uno o varios Secretarios de Estado. En este ú.ltimo
caso la Constitución seflalaba con sus nombres los Secretarios de Es-
tado acreedores a dicha vocación sucesora~ como el caso de las revi-
siones de 1929 (U) Y 1934, que mencionaban dentro de ese omen a
los Secretarios de Estado de Interior y Policía y de la Presidencia; la
de 1942 y 1947 que mencionaban para los mismos fines a los Secre-
tarios de Estado de Guerra y Marina, Interior y Policía y Presidencia,
las de 1955, 1959, 1960 (1 Y U) Y 1961, que se referían a tales car-
teras aunque la de Guerra y Marina con el nombre de Fuerzas Arma-
aas, y en la última revisión (1961) sin vocación hereditaria el Secre-
tario de fas Fuerzas Armadas. En las más recientes reformas, 1961,
1963 Y 1966, se omite toda referencia específica para las Secreta-
rías de Estado, dejando a la ley su creación y atribuciones.
335
ciones Exteriores, Trabajo, Turismo, y los Secretariados Adminis-
trativo y Técnico de la Presidencia.
En los pri"!eros textos sustantivos se anunciaba que el Poder Eje-
cutivo residía en el Presidente de la &pública, aunque ~omplemen
tado por el Consejo de Secretarios de Estado. Más adelante en los
textos de 1877, 18J8, 1880, 1881, 1886, 1896 Y 1907 se consa-
gró que el Poder EJt!cutivo se ejerce por el Presidente de la Repú-
blica en unión de los Secretarios de Estado, que son sus órganos In-
mediatos. A partir de la reforma de 1908 dicho Poder Ejecutivo se
convirtió en unipersonal.
336
cional de Administraci6n y Peflonal, la Direcci6n General de Desa-
rrollo de la Comunidad, el Instituto del Tabaco, la Direcci6n General
de Minería.
337
de 1844 la cual en .u artículo 159 lo. coruogro, dupo~ndo que el
número de eUos le determinaría por lo. que había en 1821 o Jea ell
lo. tiempo. colonio1e.,
Con una tradición arraigado por el pfUO de lo. 'islo. éltos Ayun-
tamientos siempre han permanecido institucionalmente en todos lo.
texto. eOllltitucionaleJ que han tenido visencio en el paú. En alBuno.
de esos textos se elevaron o la cate~oría de Poder Municipal y en con-
dicione. iguolitorúu con lo. Poderes Ejecutivo, Legillativo y Judi·
cial. En efeeto el articulo 29 de la reforma de 1865 y el-30 de ltJ
reformo de 1866 dicen que la "roberonía reaide en la univenalidotl
de los ciudadanos y .e ejerce por cuatro podere., se~n laJ reglaJ e.·
lablecidoJ por elta Constitución. Párrofo: Elfo. podere••on: el Le.
gillativo. el Ejecutivo, el Judicial y el Municipal".
338
de de!4rroUo económico que: se ha venido fomentando en nuestro
medio a partir de los sucesos políticos que liquidaron la tiranía im-
perante entre 1930 y 1961 Y como consecuencia de la apertum ex-
perimentada por la vida nacional a partir de ese momento. También
como consecuencia de diversas empresas que fueron confiscadas a
los miembros de la familia que gobernó durante la misma tiranía.
Entre estos últimos figumn principalmente la Corporación Domini-
cana de Empresas Estatales (CORDE), y el Consejo Estatal del Azú-
car (CEA).
339
ma Corte de Jlk~ticia compuesta por Ull Presidente, tres vocales y un
agente del Ministerio Público; un Tribunal de Apelación con f15iento
en la capital de la República, con 5 miembros, 3 suplentes y un Mi-
nisterio Público; un tribunal de Justicia Mayor en cada cabecera pro-
vincial con 5 miembros, 3 suplentes y un Procurador Fiscal; Alcal-
des Constitucionales para cada común del país. La Ley siguiente so-
bre esta materia, la No. 159 del 13 de Julio de 1848 dividió al te-
rritorio nacional en dos distritos judiciales, y por ende, con dos tri-
bunales de Apelación, uno con asiento en la ciudad de Santo Domin-
go y el otro con asiento en la ciudad de Santiago de los CabaUe-
ros.
Por esos mismos días la Suprema Corte de Justicia tenÚl la facul-
tad de conocer de los recursos de nulidad que se elevaran contra úi5
sentencias definitivas y dadas en última instancia por los tribunales
de Apelación. Por cierto que hasta la ley No. 159 ya citada, corr.o
no hab Úl Corte de envío, la Suprema conocía del fondo de los asun-
tos después de haberse pronunciado sobre el recurso de nulidad.
340
rahona, San Francisco de Macoris y Montecristi.
341
jos de melUUIU, deslinde y subdivisión de nuestra propiedad inmo-
bili4ri4 que realicen los Agrimensores Públicos y que ordene. el Tri·
bunal de Tierras.
PRESIDEN
DE LA REPUBL
VICE- PRESIDE
SlECltnAlII:lAOO
HCNICO DI: LA
"1l:[SID[N 'A
LI'"
.Ulllt .....l.
OOlll'IlICAIU
)R PUBLICO DOMINICANO
PO o [R JUOI e lA L
:ESI DENCIA
REPUBLlCA
PRESIDENCIA
()NoU>-WATO 1919.
'DECRETOS, REGLAMENTO Y LEYES QUE HAN REGU-
LADO LA ADMINtSTRACION PUBLICA
343
LEY 10, que crea los Secretariados Técnico
v Administrativo de la Presidencia... 8946 1965
346
Dirección General de Estadísticas - Censos Agr~
...uarios y de población de 1950 Y1960.
347
Herrera, César - Las Finanzas de la República Do-
minicana. 11 Vols. Col. 25 años de la Era de Tru-
jillo, 1955.
348
Luperón, Gregario - Notas Autobiográficas y
Apuntes Históricos. 111 Vals. Soco Dominicana
de Bibliófilos, S.D., 1974.
349
ventura Báez. A.D.H., Edit. Montalvo, S.D.,
1969.
350
MorenoCebaJlos, Nelson - Algunos Problemas Teó-
ricos y Metodológicos Implicados en la Investi-
pción Histórica. Anuario de la Academia de
Ciencias de la Rep. Dom. No. 1, 1975.
351
Esta edición de
EL ESTADO DOMINICANO
consta de 2,000 ejemplares
y se terminó de imprimir en los talleres de
PUNTO y APARTE EDITORES, C. por A.
en Santo Domingo, Rep. Dominicana
Febrero de 1983
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