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Filosofía ©MAGISTER Tema 9

4. EL MÉTODO CIENTÍFICO

4.1. Observación
4.2. Hipótesis
4.3. Verificación
4.4. Deducción de conclusiones

5. TÉCNICAS DE CONTRASTACIÓN DE HIPÓTESIS

5.1. Manipulativas
5.1.1. Técnicas experimentales
5.1.2. Técnicas cuasi-experimentales
5.2. Descriptivas
5.2.1. Estudios observacionales
5.2.2. Estudios correlaciónales

6. RESUMEN DEL TEMA 9

7. BIBLIOGRAFÍA

8. RESPUESTAS

íi
ii
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INTRODUCCIÓN

1. LA EXPLICACIÓN CIENTÍFICA

Explicar algo es haber llegado a entenderlo de tal manera que sea uno capaz de hacer que otro lo
entienda. Así, el que pide «Explícame esto» supone que aquel a quien hace la petición lo entiende de
manera distinta que él y que este entendimiento es comunicable. Es decir, se puede plantear el problema
de la explicación y confíar en resolverlo apelando al concepto de entender; pero a no ser que uno entienda
el término entender no habrá esperanzas de sortear el carácter circular o huidizo de tal problema. El con­
cepto de explicación y el de entender (que está relacionado con él) presentan problemas fundamentales
que se encuentran en la propia base del conocimiento humano, y cualquier intento de ocuparse de la
explicación científica en el que se eluda esta cuestión presupone de alguna manera que el sentido del tér­
mino explicación constituye ya, de un modo primario e indefinible, ima propiedad común de la
comunidad humana. Por tanto, en el mejor de los casos, lo más que puede hacerse es presentar
paradigmas de lo que significa explicar algo y trabajar a partir del consenso, tácito o explícito, de que
estos paradigmas se entienden.

Por otra parte, no existe prueba intrínseca alguna de que otra persona y yo entendamos la misma cosa
cuando nos explican algo. Si la investigación y el pensamiento científicos son intentos de entender la
realidad, y si el sistema de la ciencia es un medio de explicar lo que se entiende de esa realidad, el análisis
de los fundamentos conceptuales del pensamiento científico es, en el fondo, un intento de entender la
ciencia misma o de llegar a entender lo que es el entender científico. Cabe decir, pues, que se nos
presentan las dos posibilidades siguientes:

1. El problema de la explicación no es en absoluto problema profundo alguno: lo que hay que hacer es
mostrar cómo se relacionan los paradigmas de la explicación de sentido común con los casos de
explicación científica y dar cuenta de las diferencias. En este caso se supone que hay un significado
básico de entender y explicación más allá del cual no puede proseguir el análisis.

2. El concepto de explicación científica no puede entenderse a base de reducirlo de algún modo a un


significado primario del explicar y el entender: no existe tal significado primario aparte de la
reconstrucción teorética de ios «hechos» del entendimiento o de la práctica de la explicación. En este
caso se supone que explicar la explicación es formular un concepto sobre la base de alguna teoría de
la explicación.

Por extraño que pueda parecer, a la filosofía de la ciencia le corresponde la peculiar tarea adicional de ex­
plicar el concepto mismo de explicación científica; de ver las características que constituyen (cuando la
ciencia se vuelve, reflexivamente, hacia la actividad del propio pensamiento científico) las condiciones
para que haya un entender científico. La investigación reflexiva requiere pues algo más que im mero
examen de casos de explicación científica, como si se tratase de objetos «externos» de investigación («lo
que la ciencia entiende» o «ios hechos científicamente conocidos»), y constituye más exactamente un
examen de la investigación misma: la tarea aparentemente paradójica, y que se refiere a sí misma, de en­
tender el entender y explicar la explicación.
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El tema que sigue puede, pues, considerarse como vm estudio de las posibles maneras de abordar el
concepto mismo de entender que se ocultan bajo los distintos puntos de vista acerca de cómo los
científicos llegan a entender la naturaleza; o, dicho con otras palabras, y de acuerdo con el título del
presente tema: analizar la naturaleza de las leyes científicas, las teorías y los modelos científicos y el
contexto de la justificación científica y el contexto del descubrimiento científico.

1.1. A prender, entender y explicar

Como es sabido, para aprender algo, a veces uno debe aprender a realizar determinadas tareas de una
determinada manera, pero de acuerdo con ciertas leyes, reglas o cánones de actuación. Por ejemplo,
aprender a tocar el violín significa aprender a sostener el arco, a colocar los dedos sobre las cuerdas y a
reproducir en forma de sonido lo que esté transcrito en notación musical (es decir, a «leer» música); y
también se aprende a «matizar», a «expresar», a variar las cualidades del sonido dentro de los poco
explícitos cánones del «sentido musical».

Se supone que lo que se aprende es porque se puede enseñar. Podemos distinguir entre el tipo de
aprendizaje que implica la formación de hábitos, en los términos perceptivo-motores más sencillos, y el
tipo de aprendizaje que implica la formación de conceptos y la utilización de la inferencia en algima de
sus formas.

Se trata de la misma distinción que Aristóteles hacía entre aquel conocimiento que versa sobre principios
y causas, y aquel otro que versa sobre la destreza aplicada a casos particulares. Aristóteles consideraba el
primero de ellos como conocimiento científico, y lo que distinguiría a la persona que lo poseyera sería el
ser capaz de impartirlo.

Ampliando la analogía, podría decirse que el científico aprende cómo actúa la naturaleza observándola, y
es en estas operaciones naturales de observación en las que el científico descubre los principios o leyes de
la naturaleza. Puede decirse que la naturaleza no explica estas leyes: es el hombre el que lo hace, porque,
si la naturaleza pone de manifiesto leyes de fimcionamiento, lo hace a partir de casos particulares, y un
caso particular no es ni hace ima ley, ni tampoco lo es im conjunto de casos: no se puede decir, por tanto,
que la simple observación de casos en la naturaleza revele las leyes que los gobiernan. Lo que sí cabe
decir es que la relación entre estos casos, cuando esta relación es invariante, pone de manifiesto una ley,
pero al conocimiento de esta invaríancia se llega sólo mediante la actividad conceptual que entraña
generalizaciones. Éstas generalizaciones implican la elaboración de hipótesis o enunciados universales,
cuyo alcance es tal que postulan invariancias más allá de lo que cabe presentar a modo de resumen de los
casos observados. ¿Qué entendemos, pues, por hipótesis?.

1.2. Hipótesis

Las hipótesis son, pues, saltos conceptuales que van más allá de las lecciones o datos que nos da la
naturaleza: son formulaciones generales ligadas a casos observados en el marco de un sistema en el que
los enunciados que se refieren a observaciones pueden deducirse de las hipótesis y de la información que
exprese las condiciones bajo las cuales tenga lugar la observación. La Real Academia de la Lengua la
define como suposición de una cosa posible o imposible para sacar de ella una consecuencia y que se
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establece provisionalmente como base de una investigación que puede confirmar o negar la validez de
aquella. Dentro del marco de este tema y a tenor de los expuesto anteriormente, podemos decir que “una
hipótesis es la conjetura de que el orden descubierto en las observaciones muestra de hecho una ley de la
naturaleza y no, meramente, una conjunción accidental de rasgos de corto alcance ", La verificación de
esta conjetura será, por tanto, la observación continuada bajo unas condiciones que liguen las
observaciones hechas a la hipótesis, como casos particulares suyos, es decir, observaciones guiadas por la
hipótesis, en el sentido de que los enunciados de las observaciones que se propongan, o las predicciones,
puedan deducirse sistemáticamente de la hipótesis.

Sería extraño mantener que una ley de la naturaleza, postulada en una hiJxStesis, prescribiese lo que uno
ha de observar. Hay normas acerca de cómo debemos observar, y normas acerca de la utilización de los
datos para que la inferencia y la interpretación resulten razonables, pero resulta extraño afirmar que una
ley de la naturaleza es una norma que determina cómo ha de comportarse la naturaleza en circunstancias
dadas. ,,

No obstante, este modo de hablar nos da, de hecho, un indicio en cuanto a la anomalía entre reglas y leyes
normativas y el concepto de leyes naturales, y también hay aquí un indicio en cuanto a la relación entre el
aprender, el entender y el explicar corrientes y el caso especial de la explicación científica.

Podemos resumir lo hasta ahora dicho del modo siguiente: Se puede decir que uno aprende en varios
sentidos:

1. Aprendiendo a actuar de acuerdo con una norma, mediante el ejemplo y la práctica.

2. Aprendiendo a entender por qué algo constituye una actuación adecuada, sobre la base de entender la
relación entre la norma y algún caso particular de ella.

Podemos, pues, decir que aprender cómo implica entender cómo debiera uno proceder, y que aprender
por qué implica entender p o r qué debe uno proceder de cierta manera. En el segundo caso, uno da
razones para proceder así o asá, y podría decirse, entonces, que “explicar es aquella manera de entender
que implica el dar razones". De lo dicho podemos afirmar, evidentemente, que existen buenas
explicaciones y malas explicaciones, y un sentido en el que puede afirmarse que una explicación es mala
es el de que las razones aducidas son malas. Las relaciones entre aprender, entender y explicar
constituyen el marco en el que vamos a considerar los distintos tipos de explicación.

1.3. Prototipos genéticos o históricos de la explicación científica

Entre los tipos previos de explicación científica podemos distinguir los siguientes: regias, leyes y teorías:

1.3.1. Reglas:

Las reglas son instrucciones prescriptivas o reguladoras en cuanto a la actuación «correcta» a desarrollar,
surgen de la práctica técnica, de la organización social, etc., y pueden darse:

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a) M ediante ejemplos, diciendo «Hazlo de esta manera» y mostrando el paradigma o caso que sirve de
modelo, o criticando una actuación. La imitación ideal sería la emulación de los rasgos ideales o
universales de un modelo y, cuando lo que se toma como modelo es la naturaleza o un proceso
natural, entender la naturaleza signifíca llegar a conocer los rasgos universales de los procesos
naturales, y esto significa aprenderlos a base de emularlos. La técnica adecuada será, por tanto, la
propia de una actividad que esté de acuerdo con la «regla de la natiiraleza», y el estudio de la
nattiraleza será el que proporcione el modelo para dicha actividad. Los filósofos estoicos
desarrollaron algo más esta idea, tanto en su filosofía de la naturaleza como en su ética: su regla para
comportarse correctamente o actuar de modo adecuado sería «Sigue a la naturaleza» y, en este
aspecto, no se trataría sólo de describir los procesos naturales, sino de tomarlos como expresión de
una regla prescriptiva dada mediante un ejemplo. Así pues, en este primer caso la regla se da en el
caso particular: es la regla mediante el ejemplo.

b) M ediante preceptos. En este supuesto se da la regla en forma general, y no en forma de un caso


concreto: la regla técnica de actuación se encama en un enunciado prescriptivo legaliforme, y tal
generalización prescriptiva puede ser:

una regla de la técnica, una receta («Una vez que el metal se haya puesto blanco azulado a la llama,
procédase a templarlo»).

una ley social o política («No puede uno casarse con la descendencia de un pariente consanguíneo»).

un precepto ético («Trata a los demás como quisieras que ellos te tratasen a tí»).

El concepto de ley natural (que se da tanto en la naturaleza como en la sociedad y en la vida individual)
toma la idea prescriptiva o legislativa de tales reglas y concibe la naturaleza como producto de una
legislación, debido a lo cual nos queda la noción de sentido común de que en su comportamiento la
naturaleza sigue leyes».

1.3.2. Leyes:

Aunque posteriormente profundizaremos sobre la noción de “leyes”, hacemos aquí alguna precisión sobre
las mismas. La noción de ley se encuentra estrechamente ligada al apartado anterior (de las reglas), pero
con la salvedad de que tales leyes (científicas) se toman como generalizaciones empíricas de tipo
descriptivo. Es decir, las leyes científicas son enunciados universales y contrastados que afirman una
relación constante, simple o estadística, entre algunas propiedades de algunos objetos. Las leyes son guías
de comportamiento. No obstante haremos la distinción siguiente: mientras una ley afirma que se conoce
una cuestión de hecho, su interpretación en forma de regla entraña la utilización de dicho conocimiento.

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1.3.3. Teorías:

El sentido filosófico originario del término teoria es el de contemplación, especulación. Aristóteles, por
ejemplo, distinguió entre conocimiento “práctico ’’ o de la acción; “poético ”, o de la producción y
“teórico o teorético ”, o contemplativo. Cuando se utiliza este término en las ciencias experimentales se
hace referencia con él a xm conjimto coherente de conocimientos, sobre un dominio de objetos, que
implica una serie de afirmaciones concretas que se pueden experimentar o verificar.

Cuando señalamos los ejemplos expuestos anteriormente, éstos se referían a la explicación de sucesos a
base de un modelo, el cual introducía ima entidad de cierta «naturaleza» para explicar el suceso. Así, las
teorias antropomórficas explican los sucesos naturales como resultado de la actividad de un «ser» (un
«Tú») que actúan humanamente, o humanamente motivado. Las teorías metafísicas aducen algún
principio (o naturaleza) general y abstracto desprovisto de alusiones antropomórficas; así, por ejemplo, el
principio en función del cual se decía que estaba ordenada la gran variedad de la naturaleza era el Logos,
y cuando tales principios metafísicos se interpretaron (como los presocráticos) en términos físicos, se dijo
que la gran variedad de fenómenos era reducible a combinaciones de los cuatro «elementos»: tierra, aire,
fuego y agua. En las teorías metafísicas y físicas de este tipo, al igual que en las teorias antropomórficas o
míticas, se da la explicación en función de una «entidad», «sustancia» o «principio», de cuya naturaleza
pueden deducirse manifestaciones individuales o propiedades de algún suceso natural, y también se
observa que las leyes que valen para ordenar los acontecimientos naturales (prescriptiva o tácticamente)
se explican en virtud de la naturaleza de estas entidades. Las leyes serían, por consiguiente, las reglas o
pautas de comportamiento de tales entidades.

La explicación que se da es una razón distinta en cada uno de estos casos:

la regla dice cómo debiera uno actuar basándose en cierta razón, que se expresa implícitamente en
forma de caso ejemplar o explícitamente en forma de precepto. En los casos en los que la ciencia es
una actividad, el papel que tales reglas desempeñan en la explicación queda claro: proporcionan
normas para realizar las observaciones adecuadas, reunir las pruebas adecuadas, emplear las técnicas
experimentales adecuadas, realizar las inferencias inductivas adecuadas, dar la forma adecuada a las
representaciones deductivas o formales de las relaciones entre los hechos, hacer las hipótesis
adecuadas, etcétera. En este sentido, las reglas no explican los procesos naturales ni las cuestiones de
hecho, pero explican por qué debe imo admitir o aprobar las conclusiones de la investigación
científica, y sirven también de guía de conducta en cuanto a tales investigaciones. Cabe pues decir
que tales reglas proporcionan los criterios de lo que se considerará como explicación adecuada: son,
en suma, explicaciones de la explicación, o normas acerca de lo que constituiría las condiciones para
que haya explicación científica.

Las leyes dan, como razones, generalizaciones o postulados universales en los que los casos
particulares «se explican» por el hecho de atenerse a la ley y, según un punto de vista que
examinaremos en breve, ésta vendría a constituir la forma esencial de las explicaciones científicas. Un
suceso quedaría explicado, pues, al poder subsumirse en un enunciado universal o como consecuencia
del mismo. Esto es lo que ha llegado a conocerse con el nombre de modelo nomológico de la
explicación -del griego nomos (vópoí;), que significa ley.
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Las teorías explicarían, en virtud de postular o afirmar, la existencia de unas«entidades teoréticas»


cuyas propiedades fueran tales que, a partir de ella pudieran inferir sus leyes de actuación; y
conociendo qué leyes son las que describen las relaciones de invariancia entre unas propiedades o
sucesos naturales, podría uno, entonces, construir una entidad hipotética cuya existencia explicase las
leyes.

En este sentido, es posible, pues, apreciar dos puntos de vista distintos:

por una parte, las teorías se conciben a veces como leyes de gran generalidad, de las que pueden
deducirse leyes de menor generalidad por un método de inferencia;
por otra parte, se distinguen netamente las teorías de las leyes en virtud de las aseveraciones
existenciales de las primeras.

Según el primer pimto de vista, las teorías serían cómodos resúmenes de leyes empíricas, que también
sirven para revelar qué más habrá de cumplirse si se cumplen las leyes empíricas: la teoría haría explícito,
o revelaría, que entre las leyes particulares existe im isomorfismo, en función del cual puede postularse
que la invariancia común indica im objeto común. Así, por ejemplo, se observa que la electricidad y el
magnetismo revelan propiedades formales comunes en sus leyes. Según este punto de vista, las
«entidades» teoréticas no son entidades en ningún otro sentido que en el de ser términos -o los conceptos
que éstos representen- de la generalización a nivel superior, los cuales pueden «reducirse» a los términos
que se empleen en las distintas posibles leyes empíricas que se expliquen mediante la teoría y, por tanto,
las leyes se explicarían mediante la teoría por estar subsumidas en ella de modo formalmente análogo a
como se dice que los sucesos particulares se explican mediante leyes por estar sumidos en ellas. En el
segxmdo punto de vista se distingue netamente entre leyes, de cualquier nivel de generalidad, y teorías
porque estas últimas hacen la adicional y peculiar suposición (o conjetura) a las que se referirían los
términos teoréticos. El sentido en el que tales entidades teoréticas «existan» atañe, pues, a una presunción
ontológica, ausente en el otro unto de vista acerca de las teorías como leyes de nivel superior.

2. LAS LEYES

Para que exista una ley se precisa que esa ley enuncie que algo es verdadero sin restricciones en todos los
casos posibles, es decir, que número de casos a los que se refiere sea infinitamente superior al de casos
observados, ya que, como antes se señalaba, la ley es una generalización que va más allá de los datos de
que momentáneamente se dispone. A las leyes se le plantean ciertíis condiciones que resultan importantes
a la hora de hacer explícito el concepto que tenemos de ley:

En primer lugar, hay que distinguir entre «leyes de la naturaleza» y «leyes de la ciencia». Para
mantener que algo es una ley de la naturaleza, es importante considerar que esa ley lo es, tanto si
alguien lo sabe como si nadie lo sabe. Por ejemplo, la ley de Galileo referente a la aceleración de los
cuerpos en caída libre no comenzó a existir como ley de la naturaleza cuando Galileo la formuló, sino
que ya era y es verdadera en cualquier instante, incluso antes que hubiera seres inteligentes en este
planeta, pues si las leyes de la naturaleza son susceptibles de ser descubiertas (es decir, si tiene
sentido en absoluto decir que una ley se «descubre»), las relaciones de invariancia expresadas por
ellas se cumplirán tanto si se conocen como si no. Además hay que afirmar que la ley se cumplirá en

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el futuro, o en casos aún no observados, tanto si estos casos llegan a observarse como en caso
contrario, cosa que cabe formular mediante ima afirmación que suscribe la naturaleza empírica de la
ley: «si se observase un nuevo caso, se atendría a la ley». Lo que aquí se afirma es, precisamente, que
la ley se cumplirá, incluso en aquellos casos que, de hecho, no han sido aún observados y, lo que es
más: tanto si alguna vez llegan a observarse como si no. Lo que se intenta sostener con esta condición
es que una ley de la naturaleza se cumple independientemente de si alguien la conoce o no e, incluso,
independientemente de si es posible conocerla.

Lo que entendemos por tanto por «ley de la naturaleza», es que esa ley es «real», es decir, que está
«ahí fuera» en el mundo o en la naturaleza, con o sin mi consentimiento e independientemente de mi
conocimiento y de la posibilidad de que yo observe los casos particulares que la implican y, por tanto,
la aseveración de la ley constituye una inferencia, ya sea a partir de ciertos datos o a partir de otras
leyes de las cuales pueda deducirse.

b. Respecto a las “leyes de las ciencias ”, podemos decir que son hipótesis o postulados que son objeto
de creencia racional basándose en pruebas, y que si, de hecho, las leyes de la ciencia son ciertas,
entonces son expresión de leyes de la naturaleza. Esta no es sino una versión de la «teoría de la
correspondencia» de la verdad, o «teoría semántica de la verdad», formulada por Tarski con respecto
a los enunciados en general, pero no específicamente con respecto a las leyes o enunciados
legaliformes.

A este modo de ver las cosas cabría llamarlo punto de vista realista acerca de la naturaleza de las leyes
de la naturaleza. Por supuesto, no todos los filósofos son realistas en este sentido, pues hay otros posibles
enfoques. Resumamos, brevemente, algunas ideas básicas que ya hemos introducido.

1. Toda ley de la naturaleza se cumple para ima clase infinitamente grande (o infinita) de sucesos o
casos naturales y que, en general, no se encuentra ligada a ningún instante dado, es decir, que se
cumple independientemente del tiempo.

2. Un emmciado legaliforme es la expresión de ima ley de la naturaleza si es, de hecho, cierto en


cualesquiera casos subsumidos en la ley.

3. Toda ley científica es un enunciado (de una ley de la naturaleza) del que no se sabe si es cierto en
todos los casos, pero tal que haya motivos para creerlo racional o justificadamente. Así pues, toda ley
de la naturaleza es predictiva, es decir, hace afirmaciones acerca de casos de los que aún no se sabe si
son ciertos.

La postura realista acerca de las leyes supone, pues, que hay enunciados objetivamente ciertos que son
expresión suya, y que las leyes científicas se aproximan constantemente a ellos, conforme van
eliminándose posibles hipótesis o conforme aumenta el número de elementos de juicio y progresan la
crítica y el refinamiento de los métodos.
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R e su m ie n d o : las leyes se co n sid eran objetivam ente verd ad eras o falsas, independientem ente de que se
sepa si lo son y, p o r tanto, no serían sólo m aneras de co n fo rm ar el m im do de la ex p erien cia a nuestro
conocim iento, sino aquello a lo que nuestro conocim iento, si es veríd ico , tiene que conform arse de algún
m odo.

2.1. ;.C óm o se e x p re s a n la s leves?

A unque y a hem os presentado la form a general de las leyes que en uncian relaciones invariantes, podem os
p reg u ntam os ahora si to d as las leyes se ex p resan de e sta m an era y, adem ás, incluso si ésta fuera la
estm ctu ra form al de to d o s los em m ciados legalizadores, p o d ríam o s p reg u n tam o s si en la ciencia, o en las
distintas ciencias, hay distintas interpretaciones de e sta form a. C onsiderarem os brevem ente las form as en
que se expresan: a ) las leyes num éricas; b ) las leyes físicas, y c) las leyes de la b io lo g ía y de las ciencias
hum anas; considerarem os asim ism o si existen d ) leyes h istó ricas y , caso de que existan, cuál podría ser
su form a.

a. L a s leyes n u m é ric a s

Podem os distinguir, p o r u n lado, las leyes que en u n cian relacio n es in v arian tes entre núm eros, en cuanto
propiedades físicas de conjuntos de cosas y, p o r otro, las relacio n es form ales d e l lenguaje m atem ático,
cu y a sintaxis atañe a las relacio n es entre los n u m erales e n su calid ad de nom bres de los núm eros. De
acuerdo co n la interpretación form alista del lenguaje m atem ático, se puede c o n stm ir e sta sintaxis
n u m érica librem ente, u tilizando cualesquiera y u n to res (b ien d efin id o s) que se qu iera utilizar, con tal de
que se cum plan ciertas condiciones lógicas, entre las que se encuentran:

1) las reglas que delim itan la am bigüedad, p a ra que no se co n fu n d an los n u m erales unos co n otros;

2) las reglas (o norm as) de coherencia, para que lo que se co nstruya no conduzca a teorem as contradicto­
rios;

3) las reglas de form ación y transform ación, es decir, las reglas p a ra form ar expresiones significativas (o
«fórm ulas b ien form adas»), y las reglas de in feren cia p a ra p a sa r de im em m ciado a otro.

Suponiendo que la sintaxis sea la del sistem a form al de la aritm ética, anteriorm ente considerada, puede
decirse que to d a ley n u m é ric a es u n enunciado u n iv ersal acerca de u n a relació n de invariancia entre
n um erales, enunciado que constará de variab les indiv id u ales, co n stan tes y algunos yuntores aritm éticos.
T ales leyes, si se co n stru y en form alm ente en dicho sistem a fo rm al de los n um erales, son tácticam ente
vacías. L a ley n u m é ric a sirve, pues, de representación de cu alq u ier núm ero de relaciones entre cualquier
núm ero de entidades que se hay an postulado, con tal de que las relaciones m uestren la m ism a invariancia.

b . L a s leyes físicas

Si consideram os la ciencia com o u n a ciencia cuantitativa o m atem ática, cuyos enunciados de observación
son enunciados de m edida, la form a de las leyes num éricas nos d a rá la form a de las leyes físicas, con la
diferencia de que, en éstas, se considera que los n u m erales rep resen tan propiedades num éricas de

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magnitudes físicas tales como la longitud, la carga, la masa, el peso, etcétera y, de hecho, lo que consigue
la cuantifícación de la ciencia física es precisamente esto, y se gana con ello que, con la corroboración de
las leyes numéricas mediante las interpretaciones físicas, o con la posibilidad de formalizar las relaciones
físicas en términos matemáticos, el inmenso poder de la inferencia formal y del cálculo matemático queda
a disposición del pensamiento físico, pero el isomorfísmo entre las leyes numéricas y las relaciones
numéricas que se descubran entre las magnitudes físicas no está asegurado a priori, sino que es cuestión
que la física ha de descubrir y comprobar constantemente. La teoría matemática formal se proyecta asi en
un modelo físico, y este modelo o interpretación se comprueba después mediante experimentos.

c. Las leyes de la biología y de las ciencias hum anas f'J

Con los adelantos que se han producido en la cuantifícación de la genética, de la biología molecular, de la
bioquímica e, incluso, del análisis de la evolución, cabe suponer que ima biología «completa» habrá de
aproximarse a la condición de que goza la ciencia física, y que, por tanto, sus leyes también podrán
expresarse en forma numérica. Análogamente, con la cuantifícación de la psicología, la antropología y la
economía, van formulándose más y más «leyes» de estas ciencias humanas en forma de leyes numéricas.
Pero en estas ciencias aparece un tipo distinto de ley que no adopta la forma de ley numérica y, de hecho,
en muchos casos no está claro que la explicación tenga lugar en forma de «ley» que comprenda casos
particulares. En estudios taxonómicos y tipológicos, en los que la técnica clasifícatoria es de lo más
elaborada, se conserva el carácter legaliforme, en términos cualitativos, en las relaciones invariantes
existentes entre predicados cualitativos. Esta asociación de propiedades mediante invaríancias o mediante
ordenaciones estadísticas no es menos característica de la física y de la química que de la biología y las
ciencias humanas. La clasifícación es una relación legaliforme común a todas las ciencias, e interviene en
los procesos fundamentales de recogida y ordenación de datos. Lo distintivo de las explicaciones
biológicas es que son con frecuencia funcionales, en el sentido de que explica algo cobre la base de las
funciones que desempeñe dentro de un organismo completo. Pese a la forma «funcional» o «teleológica»
de la explicación biológica, el modelo de las «leyes de la naturaleza» y las «leyes de la ciencia», así como
la forma de los enunciados legaliformes, se conservan aquí sin más que incorporar a las leyes el término
Junción. Por tanto, no son las formas de tales leyes las que resultan problemáticas o especiales, sino la
interpretación que a estas formas se dé mediante los rasgos especiales de «función» y «teleológica».

d. Las leyes históricas

Las leyes históricas pueden concebirse de dos maneras:

1. Cabe la posibilidad de decir que una ley es histórica si describe algún proceso o secuencia de
acontecimientos que dependa del tiempo, es decir, si los sucesos o estados que la ley describe
guardan, uno con respecto a otro, la relación anterior a o posterior a, cabe decir que la ley es
«temporalmente asimétrica» o «direccional» y, de este modo, todas las leyes cronológicas que sirvan
para caracterizar variaciones ordenadas e irreversibles podrán considerarse como históricas. Las leyes
de evolución, ya sean biológicas, geológicas o lingüísticas, serían, en este sentido, históricas, y aná­
logamente lo serían las leyes termodinámicas que describen procesos irreversibles, en los que los
estados se ordenan de modo inequívoco como «anteriores a» o «posteriores a».

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2. Puede uno, por otra parte, referirse sólo a aquellas leyes que atañen a la historia como registro de las
acciones e instituciones humanas. En este caso, la historia propiamente dicha se distingue de la mera
cronología porque atañe de modo especial a las acciones humanas, es decir, a aquellas que se
distinguen por su internacionalidad y son acciones de individuos únicos. Aim cuando los procesos o
sucesos que tales leyes históricas describan sean sociales o institucionales más que personales y
biográficos, no son, desde este punto de vista, reducibles a las leyes «históricas» que describen la
cronología natural ni siquiera análogos a ellas.

Se presentan algunas objeciones acerca de la existencia o no de leyes históricas. Veamos cómo se


formulan algimas de ellas:

a. La cuestión relativa a las leyes históricas se aclara cuando se afirma que la historia humana es,
justamente, un proceso de cambio ordenado, tal como, por ejemplo, los de la evolución, y la forma
más rotunda de hacerlo consiste en afírmar que las i^yes de la historia humana son, de hecho, leyes
naturales, que los hechos de la historia revelan los mismos tipos de invariancia que los que se
descubren en la física, y que, por tanto, el estudio científíco de la historia no es diferente, en principio,
del estudio científíco de cualquier dominio natural. Los argumentos en contra de esta postura aducen
el carácter único de los sucesos históricos fí'ente al carácter de los sucesos naturales, en el sentido de
que las leyes de la naturaleza operan sobre hechos recurrentes, mientras que las leyes de los sucesos
históricos son sucesos únicos y, por consiguiente no son susceptibles de descripción legaliforme.

b. Otra crítica que puede hacerse es la de que los hechos históricos son siempre interpretaciones desde
algún pimto de vista, de tal modo que uno puede siempre «elaborar» los hechos de tal manera que
encajen en el marco de la ley que esté uno enunciando.

c. Otra objeción más consiste en añadir que la historia humana se ocupa de la actividad de agentes
humanos cuya voluntad es libre, y que tales acciones, si son libres, no podrán predecirse en términos
legaliformes, a lo que se añade que las variables que intervienen en tales acciones son tantas que
incluso los métodos estadísticos no podrían servir para ordenar de modo legaliforme las acciones
comprendidas en la historia humana, y lo que se lograría en el mejor de los casos sería, pues, una
analogía grosera sin poder predictivo alguno con respecto a los casos particulares; de modo que si la
historia está formada por hechos únicos, esta falta de poder predictivo viciaría ctialquier pretensión de
legaliformidad. Responder a esta acusación consiste una vez más en comparar esta situación con la de
las ciencias físicas, en las que los sucesos únicos a nivel cuántico también se consideran como
impredictibies pero, no obstante, se prestan a la caracterización estadística de los grandes conjuntos y
a las funciones de probabilidad que sirven para describir «series» de sucesos únicos.

d. Otra cuestión que se ha planteado consiste en afírmar que si las leyes históricas se refieren a las
acciones de individuos conscientes, en realidad son simplemente leyes psicológicas; y también
podrían, de modo análogo, reducirse a leyes sociológicas, con lo que sociología no sería sino otra
manera de decir psicología estadística, que implica el comportamiento de grandes grupos.

En esta reflexión que se ha hecho acerca de los modos en que se expresan las leyes, el caso general de un
enunciado condicional universal parece ajustarse a todos los casos particulares de lo que cabría considerar

12
Filosofía ©MAGISTER Tema 9

como leyes por lo que se refiere a la forma de las mismas. Las diferencias surgirían al interpretar los
términos del condicional; en las leyes numéricas, estos términos son valores numéricos; en las leyes físi­
cas, estos valores se interpretan como valores físicamente medibles de las propiedades numéricas de las
magnitudes físicas o de razones entre tales magnitudes; en las leyes biológicas y de las ciencias humanas
interviene el término función en casos característicos de tal modo que las relaciones entre entidades
(órganos, procesos, etc.) y sus funciones o entre las leyes históricas se plantea el problema no sólo en
cuanto a la forma en que tales leyes deben expresarse, sino en cuanto dan pie para enunciar
justificadamente a las leyes.

2.2. El «convencionalismo» de las leves

El «convencionalismo» de las leyes es un tema muy discutido y muy confuso de la filosofía de la ciencia,
y merece la pena considerar aquí algunas de las distintas posibles interpretaciones de este pimto de vista:

1. Las leyes son reglas de acuerdo con las cuales se hacen inferencias. En tanto que reglas, las leyes no
son ni verdaderas ni falsas, y no afirman nada en cuanto a cuestiones de hecho: son convenciones
útiles que se adoptan para ordenar las inferencias, y porque justifican los tipos de inferencias que
queremos hacer. Es decir: se necesita una regla que permita realizar inferencias inductivas, pues si las
reglas no son ni verdaderas ni falsas, no podrán constituir las premisas de una inferencia deductiva, y
serán, más bien, expresión de las normas de la inferencia inductiva para cierto dominio de hechos.

2. Las leyes son postulados. Las leyes son postulados que se estipulan por convención, pero que se
eligen de modo que sirvan de premisas en inferencias inductivas. En tanto que postulados con­
vencionales, serán verdaderos o falsos sólo en el contexto sintáctico o propio del modelo deductivo,
es decir, resultarán ser lógicamente verdaderos o falsos, de acuerdo con las reglas de la lógica, sobre
la base de las relaciones que existan entre los enunciados del modelo. Por tanto, si un enunciado
singular del consecuente fuera falso, el postulado quedaría formalmente falsado, pues la reglas de la
lógica no permiten deducir un enimciado falso a partir de una premisa verdadera y, en consecuencia,
tales postulados desempeñan una función lógica: no se consideran empíricamente verdaderos o falsos,
sino sólo útiles para la ordenación de enunciados empíricos en un esquema deductivo. Cuando tales
postulados se toman como axiomas de un sistema formal, entonces son sólo «verdaderos» por
convención y, en este sentido, útilmente «verdaderos» en virtud de las inferencias que permitan
efectuar, y de la economía sistemática que supongan para la ordenación del cuerpo de conocimientos
científicos; además, sólo se invalidan cuando han podido encontrarse convenciones más cómodas que
las sustituyan. Tales elecciones de axiomas no son simplemente convencionales: son, más bien,
elecciones sobre la base de lo que Poincaré llamaba pintorescamente «oportunismo inconsciente», es
decir, elecciones basadas en fundamentos pragmáticos, e incluso estéticos, de entre las innumerables
convenciones que cabría estipular.

Otra manera de expresar este punto de vista consiste en referirse a leyes como «definiciones
disfrazadas» en el sentido anteriormente considerado; y las definiciones no pueden invalidarse me­
diante la observación, precisamente porque determinan lo que se considerará como objeto propio de
observación (apoyándose en su relación con alguna ley o sistema de leyes).

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Filosofía eMAGISTER Tema 9

Una ley como la segimda ley de Newton, que expresa que la fuerza es igual al producto de la masa por la
aceleración sería, desde este punto de vista, una definición disfrazada, porque lo que queremos decir con
fiierza se encuentra contenido, por entero, en el producto masa.

3. Las leyes son convenciones sólo con respecto a la form a en que se expresan. La postura de que las
leyes son convenciones sólo con respecto a su forma se basa en la distinción entre enunciados u
oraciones y proposiciones. La forma en que se haya de expresar una proposición es, por entero,
cuestión a estipular o convenir, pero una vez que se determina que el significado de un enunciado es
tal o cual proposición, el emmciado resulta significativo en cierto lenguaje y lo que afirma es una
proposición, que será verdadera o falsa. Escribe Poincaré, «todo lo que con respecto a un hecho crea
el científico es el lenguaje en que lo enuncia».

Así pues, de acuerdo con estas tres posibilidades, convención significa algo distinto en cada caso: en el
primero, las leyes son convencionales en tanto que son reglas; en el segundo, lo son en tanto que
postulados que hacen de premisas en una inferencia deductiva, y en el tercero, lo que es convencional
no es la ley, sino la forma en que se expresa.

2.3. Relación entre hipótesis, teorías y leves

Hasta ahora hemos hablado de leyes en dos sentidos distintos.:


Primeramente, como «leyes empíricas» que enuncian relaciones invariantes entre propiedades
«observables» o «mensurables»; en este caso son directamente contrastables, en el sentido de que a partir
de ellas es posible deducir hipótesis o predicciones relativas a casos determinados, las cuales se
formularán en el lenguaje de observación o de medida.
En segundo lugar, hablamos también de leyes de alto nivel, de las cuales cabe deducir otras leyes; y
aquéllas se encuentran con respecto a las leyes empíricas, que son de nivel inferior, en la misma relación
de explicador a explicado que media entre estas últimas y los enunciados acerca de hechos singulares.
Por ello es posible llamar teorías a las leyes de nivel superior, que sólo se pueden someter a contraste en
forma indirecta, valiéndose de las consecuencias de las leyes de nivel inferior que se deduzcan de ellas, lo
cual indicaría que están menos atadas por un vínculo directo a la observación y la experimentación. De
hecho, los términos hipótesis, ley y teoría se suelen disponer por orden ascendente de dignidad: una
hipótesis es una corazonada, una sospecha, algo que se afirma pero como resultado de una especulación,
algo no confirmado; una ley es una hipótesis que ha logrado carta de ciudadam'a en el mundo científico
(ya no se trata de manejar corazonadas); y en cuanto a una teoría, habiéndose ganado la posición de que
goza gracias a haber actuado con éxito como ley, la teoría adopta cierta actitud objetiva y remota, propia
de la reflexión.

En cualquiera de estos dos modos de plantear las cosas, se considera que las leyes y las teorías son de
igual género y forma, aunque difieran en punto a generalidad, abstracción o grado de confirmación; y se
supone que las teorías son algo mucho más seguro.

Pero hay un rasgo fundamental que estas versiones de la explicación científica dejan fuera, pues el
descubrimiento de leyes, la generación de hipótesis y el uso de éstas para generar predicciones no
constituyen ni la totalidad de la tarea que lleva a cabo la investigación científica, ni tampoco la suma de la

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Filosofía ©MAGISTER Tema 9

comprensión científica: todo esto presupone que de algún modo sepamos lo que estamos buscando y lo
que estamos mirando en busca de aquello. Es decir, el modelo deductivo no pasa de enunciar las
relaciones formales que existan entre enunciados, pero éstos, para ser significativos, tienen que poder
usarse, o sea, no han de ser simplemente formas enuncíales, sino que tienen que tener un significado
semántico; y en cuanto enunciados sintéticos verdaderos o falsos, tienen que mencionar o referirse a algo
situado fuera del marco mismo del lenguaje. Así pues, podemos decir que los emmciados de observación
se refieren a lo que observamos, lo mismo que los enunciados de medida se refieren a medidas; y en
general diremos que los enunciados que afirmen que algo posee cierta propiedad (o que las propiedades
de determinadas cosas se encuentran en cierta relación) se referirán a propiedades (o a relaciones entre
éstas).

Brevemente podemos decir que las teorías se ocupan de los modelos, y por ello son distintas de las leyes,
ya que cada teoría afirma explícitamente que existe algo de tal o cual tipo, cuyas operaciones y relaciones
se describen mediante unas leyes. En este sentido, toda teoría explica estas últimas, al pintarlas como
descripciones del comportamiento de ciertas entidades caracterizadas por ella misma o de las relaciones
que existan entre tales entidades; y de ahí que sostener que las leyes encierran en sí una teoría, debido a
los términos que aparezcan en ellas, sea ya proponer una teoría, o modelo teórico.

Puede trazarse esta misma distinción de otra manera. En el modelo deductivo, las «teorías» son leyes de
nivel superior, y los términos que aparecen en ellas son teoréticos, pero éstos son reducibles a términos
empíricos cuando se reducen las teorías a sus consecuencias empíricas (leyes empíricas, digamos), que
son las que contienen los «términos de observación directos» o «términos básicos» merced a los cuales,
por indirectamente que sea, la teoría hace referencia a la experiencia, o a la experimentación.

3. LOS M OD ELO S T E Ó R IC O S

3.1. Rango epistemológico y ontológico de los modelos teóricos

Al hablar de rango epistemológico de los modelos teóricos nos referimos a la manera en que funcionan en
la explicación científica; ya indicábamos antes que se los ha caracterizado diciendo que a) sirven de
ayuda a la imaginación, b) que su función es la de ayudamos a comprender las leyes de la ciencia, y c)
que proporcionan a éstas una interpretación.

Veamos más a fondo, sin embargo, lo que esto quiere decir. Tomemos un término teorético típico, tal
como el de átomo, que es teorético porque no parece que podamos «observar» átomos directamente, sino
sólo por inferencia, dentro del marco de una teoría que interprete unos «datos» relativamente sin
interpretar, pero esto no significa que dado cierto conjunto de leyes podamos inferior a partir de él cuáles
son sus entidades teoréticas: es, más bien, que lo que «observamos» es un átomo. Ahora se presenta la
cuestión epistemológica de si cabe que observamos átomos o de si éstos son unas construcciones
teoréticas imaginarias que inventamos para facilitar nuestra propia comprensión, o para dar nombre a
ciertas configuraciones características de propiedades observadas. Al hablar de la observación y de la
medida, habíamos señalado que toda actividad de imo u otro tipo que exceda del «contacto» sensorial
ciego, del «mero palpar», es un observar que ocurre algo, y que este paso más allá de la «sensación

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Filosofía GMAGISTER Tema 9

inmediata» se efectúa en virtud de algún marco de observaciones o medidas, en el cual adquiere


significación; pues bien, lo que ahora llamamos modelo teórico es dicho marco, cualquiera que sea el
nivel de alambicamiento a que se encuentre: por eso se puede afirmar que los términos modelo, marco
conceptual y teoría tienen el mismo sentido de modo que, de acuerdo con él, toda observación y toda
medida son teoréticos, se encuentran en el interior del marco constituido por un modelo teórico.

Cuando se distingue entre términos de observación, por im lado, y términos teoréticos, por otro, se
confimde lo que acabamos de indicar, si es que con ello se entiende que hay una distinción entre datos no
interpretados y datos interpretados (pues, como hemos argüido, la observación y la interpretación son
inseparables). Sin embargo, cabe introducir una importante distinción, a saber, la existente entre datos
relativamente ininterpretados y la interpretación que se les dé, o sea, entre las interpretaciones teoréticas
de bajo nivel relativo y las de alto nivel relativo: en este sentido, la diferencia que hay entre los términos
de observación y los teoréticos es la que media entre marcos teoréticos más antiguos, comunes y que nos
son familiares (especialmente los representados en el sentido común y en el uso corriente del lenguaje), y
otros marcos nuevos, obtenidos a través de una crítica de los defectos de aquéllos (crítica que habrá
revelado que el marco antiguo es insatisfactorio, bien sea por haber dejado de cumplir la función de hacer
inteligibles los conocimientos adquiridos, por haberse advertido que contiene contradicciones o por
resultar demasiado limitado para describir adecuadamente los fenómenos). Si consideramos el nuevo
marco teorético como un «lenguaje», éste será una reconstrucción apta para ciertos usos respecto de los
cuales el anterior era insatisfactorio. De esta suerte, y para determinadas finalidades, el «lenguaje» de los
números sustituye al de la descripción cualitativa, y así, el sentido común se ve constantemente sustituido
por lo que, con respecto a él, es un marco conceptual «científico»; por su parte, este nuevo marco, una
vez absorbido por el uso común, queda sujeto a reconstrucción, como ha sucedido al darse por supuestos,
como conceptos del sentido común de nuestro siglo, los conceptos científicos del siglo XVII.

R esum iendo: las teorías son modelos que o bien se toman como construcciones imaginarias o como
conjeturas acerca de la verdadera naturaleza de las cosas. Y podemos caracterizar los distintos pimtos de
vista sobre el empleo epistemológico y ontológico de las teorías del siguiente modo:

1) el realista dice que las teorías constituyen un conocimiento del modo de ser de las cosas y son,
por lo tanto, aproximaciones justificadas a la realidad, comprobadas tanto por contrastación
empírica de sus consecuencias como por la sistematicidad de la teoría;

2) el constructivista: afirma que las teorías -y las entidades teoréticas- son construcciones imagi­
narias o ideales, o bien modelos de tipo mecánico que sabemos que no son verdaderos, pero que
sirven de ayuda a la imaginación, o para representar con economía un sistema de leyes.

En general, puede decirse que todos los temas tratados en este apartado sobre los métodos de la ciencia,
conducen a cuestiones fundamentales de la filosofía, que exigen de por sí un intenso estudio de la
epistemología, la metafísica, la lógica y la historia del pensamiento filosófico, con el fin de que todo ello
haga oír su voz con respecto a las cuestiones filosóficas que la ciencia ha planteado para su indagación
reflexiva y crítica.

16
Filosofía OMAGISTER Tema 9

En la medida en que la ciencia es un sistema racional de pensamiento, es fundamentalmente teoría, pero,


según hemos visto, toda teoría de algima importancia se encuentra a n c ía ^ en la praxis racional de la
ciencia, en su metodología; así pues, la ciencia no es jam ás especulación vacía, sino especulación
vinculada a la praxis empírica y a la crítica racional. Pero tras haber llegado a esta conclusión, desde la
observación de «claros y sencillos hechos» a la apreciación de la medida en que la teoría entra en la
concepción misma de tales hechos, hay dar un paso más: hay que estudiar ciertos conceptos teóricos
11

fundamentales de las ciencias, conceptos de tal generalidad que es preciso separarlos del sentido de teoría
de que nos hemos ocupado hasta ahora, y mirarlos como marcos dentro de los cuales llegan a constituirse
las propias teorías. Si las teorías son conjeturas acerca de la realidad, en un dominio ti otro de los
estudiados por la ciencia, estos fundamentales conceptos valen para eniharcar las condiciones bajo las
cuales llegamos a conocer, y también sirven para enunciar, en su forma más sistemática, las distintas
visiones del mundo dentro de las cuales puede operar la investigación científíca. No se trata de nada tan
general como aquello de que se ocuparía una metafísica filosófica, puesto que se halla ligado a dominios
concretos de la ciencia, de ahí que nos tengamos que ocupar a continuación de la relación de la metafísica
con la ciencia, y en especial, en lo que se refiere a conceptos tan fundamentales como son los de
causalidad, espacio, tiempo, materia, vida y consciencia.

3.2. Ciencia v metafísica

3.2.1. El abandono de las pretensiones metafísicas de la ciencia y el concepto de «teoría científíca»

No todas las revisiones críticas que se elaboraron después del ocaso de la física clásica estuvieron
igualmente bien dirigidas y justificadas. Hacemos esta afirmación aquí para evitar malentendidos ya
desde ahora, pero su justificación la daremos más adelante. A continuación pasaremos a ocupamos de
todo aquello que, de un modo gradual, fue sustituyendo a la física filosofante del siglo pasado.

Max Planck, después de haber introducido en la física el concepto de cuanto de acción, intentó
inútilmente introducirlo en los esquemas de la mecánica clásica. Su fracaso le llevó a darse cuenta de que
la tenacidad con la cual había intentado salvar la vieja física estaba ligada a una absolutización
injustificada de la misma, como si se tratara de una imagen intocable de la realidad. Por ello, en todos sus
escritos ulteriores abandonó la concepción absoluta y filosófica de la ciencia, reconociendo al saber
científico la única misión de proporcionar una imagen del mimdo, coherente y ordenada. Esto último no
pretende proporcionar un resultado definitivo o absoluto, sino que más bien está destinado a ser objeto de
un perfeccionamiento indefínido para lograr su propósito de adecuarse cada vez más a la estructura del
mundo real, a la que nunca podremos llegar a alcanzar directamente sino que tan sólo será posible
acercamos con una aproximación cada vez mayor. Sólo en el caso de que los elementos reales de nuestra
imagen del mundo, es decir, de aquellas entidades conceptuales que en tal imagen se supone que
representan a los auténticos entes de la naturaleza, no se mostraran susceptibles de un ulterior
mejoramiento, se podría afirmar que se ha llegado a una representación de la esencia última de lo real.
Sin embargo esta eventualidad parece altamente improbable, por lo que el desacuerdo perenne entre el
mundo real y el mundo fenomenológico, como, se llama a veces a la imagen del mundo, constituye un
elemento inalterable de irracionalidad para la ciencia.

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Filosofía ©MAGISTER Tema 9

3.2.2. L a C iencia como ciencia de los “ fenóm enos” .

No es difícil darse cuenta de que nos encontramos en presencia de una reutilización, aunque sólo
aproximada, de la distinción kantiana entre «fenómenos» y «cosas en sí o noúmenos», acompañada de
modifícaciones de poca importancia. De hecho Kant creía que el mundo de las cosas en sí no tenía ningún
contacto con la ciencia, la cual sólo podía ser ciencia de los fenómenos, y en el ámbito de los mismos
podía considerarse segura, necesaria y universal. La perspectiva de Planck es completamente distinta y
puede considerarse no como una opinión particular suya, sino como el punto de vista que más
corrientemente mantienen los científícos para considerar el problema de las relaciones entre la ciencia y
el mundo real de los objetos. De acuerdo con esta perspectiva la ciencia, aun ocupándose siempre del
mundo de los fenómenos, ha perdido su carácter primitivo de seguridad absoluta y de necesidades
aunque, paradójicamente, conserva el mundo real como, término de referencia para su perfeccionamiento,
es decir el mundo de las cosas en sí al que se supone incognoscible.

Heisenberg se sitúa en posiciones no muy distintas. La idea central de su epistemología, base para dar una
explicación intuitiva y persuasiva de la «indeterminación», es que no es posible llegar a conocer jamás el
mundo, en contra de la creencia largamente cultivada por la ciencia occidental. «El objeto de la
investigación científica no es ya la naturaleza en sí sino la naturaleza sometida a la interrogación del
hombre... Las leyes naturales que formulamos matemáticamente en la teoría cuántica, no tratan de las
partículas elementales en sí, sino de nuestro conocimiento de las partículas elementales». Dicho en otros
términos, delante de nosotros no tenemos un objeto, sino siempre una estructura compleja e inseparable
en sus dos componentes elementales; el observador y el objeto. Concretamente la física no puede erigirse
como una investigación de tipo absoluto y objetivo, es decir, filosófico, sino que tan sólo puede
ambicionar el proporcionamos una imagen del mundo cuyos datos de partida no sean los objetos sino la
trama objeto-observador.

3.3. E l conocim iento científico

Vamos a pasar revista, aunque de un modo somero, a otras concepciones del conocimiento, científico de
las cuales nos volveremos a ocupar más adelante. Baste recordar aquí que no pocos científícos y
filósofos, adoptando una actitud que ya se había revelado a fines del siglo XIX, negaban todo valor
cognoscitivo a la ciencia, considerando que la misma sólo tenía una función «económica» en la
elaboración de esquemas útiles para delimitar a la naturaleza con el fin de realizar previsiones que
permitieran su aprovechamiento. Por otra parte no faltan científícos que presentan una mentalidad
esencialmente del viejo tipo, aplicada a los nuevos contenidos de su ciencia. Es decir, son estudiosos que
pretenden haber obtenido un cuadro auténtico, aunque sea perfeccionable, de la misma esencia de la rea­
lidad física.

Las clarificaciones más útiles acerca del saber científico que se han producido en estos últimos decenios,
no provienen de los «científicos puros», ni tampoco de los «filósofos puros».

a. Los científícos p uros, en general, han gastado sus esfuerzos fecundamente en constmir la
ciencia, y cuando han pasado a reflexionar sobre la ciencia, lo han hecho como una actividad
marginal y ocasional. En la elaboración de estas reflexiones han empleado siempre instrumentos

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Filosofía ©MAGISTER Tema 9

conceptuales, medios de análisis y puntos de vista fílosófícos más bien rudimentarios, y muy
pocas veces más penetrantes o de mayor potencia que las simples instancias del llamado «sentido
común».

b. Los filósofos profesionales, generalmente, han elaborado consideraciones sobre la ciencia


colocándose dentro de contextos muy amplios, en los cuales muy raramente su discurso podía salir de un
nivel de evaluación genérica basada sobre un conocimiento de la investigación científíca que no era de
primera mano y por tanto también era rudimentario y basado tan sólo en el «sentido común». De esta
manera se han obtenido juicios sobre la ciencia que son, por lo menos, unilaterales y superficiales, y en
muchos casos consisten en verdaderos equívocos.
El hecho es que, así como se ha complicado la «imagen del mundo» que la ciencia ha venido
construyendo, igualmente se ha complicado la misma ciencia. Así se da la circunstancia de que no sólo
para hacer ciencia, es decir, para construir la imagen del mundo, se precisan dispostivos experimentales,
instrumentos teóricos y concepciones teóricas de complejidad insospechadas hasta hace pocos decenios,
sino que ocurre algo análogo cuando se pretende reflexionar sobre la ciencia. También en este caso se
precisan instrumentos de análisis metodológico y filosófico situados a la altura de la complejidad de las
nuevas investigaciones y de las nuevas teorías y, en todo, caso, bastante más refinados de todo lo que se
empleaba para investigar la estructura de la ciencia en los siglos anteriores.

3.4. Filosofía de la ciencia

De este modo ha surgido la «filosofía de la ciencia» o «epistemología» como rama especializada de la


investigación filosófica del siglo actual, de la cual no faltaron precursores en los siglos anteriores. Se
puede afírmar que debemos a esta disciplina, gracias a unas verdaderas y específicas técnicas de in­
vestigación que la misma ha elaborado para sus estudios, un mayor y más profundo conocimiento de las
características del saber científico, con una comprensión más adecuada del sentido según el cual este
saber es un saber no filosófico y limitado,.

El complejo de clarificaciones maduradas en tomo al concepto de ciencia en el seno de la epistemología


moderna, se reúne en la elaboración del concepto de «teoría científica». Ello es debido a la circunstancia
de que la construcción de teorías adecuadas aparece hoy como la verdadera labor Inmediata de la ciencia,
en la consideración de la cual se puede incluso prescindir de las finalidades ulteriores cognoscitivas o
pragmáticas, en vistas a las cuales viene elaborada la teoría.

Parece por tanto útil expresar ya desde ahora, aunque sea brevemente, lo que se entiende por teoría
científica, dejando para más tarde, como tarea específica, el esclarecer cada uno de los aspectos
esenciales de esta noción. Todo ello constituye la verdadera novedad que ha venido a sustituir al viejo
concepto de la ciencia mantenido en el siglo XIX, el cual sólo había sido vagamente matizado, en aque­
llas rectificaciones ad opera de científicos y filósofos, a las cuales nos hemos referido antes.

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Filosofía O M A G ISTE R Tema 9

3.5. T eoría científica

Es fácil darse cuenta de que la ciencia, sobre todo la experimental y la física, se ha caracterizado desde
sus inicios por dos líneas de desarrollo o contextos distintos, que sin embargo siempre marchan juntos y
casi confundidos. El primero de estos contextos es el de la investigación experimental o el
descubrimiento científico, en sentido estricto, que proporciona a la ciencia su material de construcción, es
decir, datos que debe tener en cuenta. El segimdo es el de justificación científica, es decir, la elaboración,
la unificación y la confrontación de estos datos, para intentar hacerlos entrar dentro de un cuadro
coherente, como elementos bien armonizados, en el cual cada uno encuentra su puesto. En otras palabras,
se puede afirmar incluso que el científico, cuando estudia un cierto ámbito de fenómenos, no se limita a
tomar nota de todo aquello que sus instrumentos de medida le permiten descubrir, sino que busca también
explicarse el comportamiento experimental que se le revela. Se supone también que esta explicación,
cuando se encuentra, da lugar a imaginar algimas hipótesis de mayor o menor generalidad -y como tales
nunca directamente verificables- a partir de las cuales se logra deducir por medio de una cadena de
demostraciones en las cuales intervienen, o bien argumentaciones de tipo lógico, o bien, de un modo
esencial, cálculos matemáticos, los hechos observados en la realidad, así como predecir con una exactitud
prefijada de antemano, otros fenómenos nuevos.

El conjunto constituido por todas estas hipótesis y las varias explicaciones que se pueden dar a los
distintos hechos experimentales mediante demostraciones construidas a partir de ellas -lo cual constituye
su justificación lógica- es lo, que modernamente recibe el nombre de teoría científica.

Por ejemplo, no es difícil darse cuenta que la mecánica newtoniana era una teoría científica, y que
también lo era el mismo mecanicismo. Este último, desde un punto de vista estrictamente científico, sólo
puede considerarse como una tentativa de explicar todos los hechos físicos conocidos experímentalmente
mediante la ayuda de hipótesis, constituidas exclusivamente por leyes o por principios mecánicos, aunque
en rigor no existía verdadera conciencia de que tan sólo se tratara de hipótesis.

Actualmente no se puede decir que exista ningima teoría cuyo alcance sea comparable al que poseía hace
cien años el mecanicismo. Las construcciones actuales son más bien teorías parciales, que se limitan al
campo físico o fisicoquímico, sin pretender alcanzar otros terrenos, como el de la biología o el de la
psicología (excepto algún intento muy aislado). Esta situación es la contraría a la que se daba en teorías
tales como, por ejemplo, el energetismo de Wilhelm Ostwald. Entre las teorías actuales de este tipo, cabe
destacar la Relatividad y la mecánica cuántica, las cuales aspiran a obtener el máximo grado de
universalidad. Por otra parte, es de notar que junto a ellas coexisten teorías de alcance mucho más
restringido, como son las distintas teorías relativas a la estructura interna de los átomos.

Es indudable que las hipótesis de las teorías científicas, especialmente las más generales, no se enuncian
en forma verdaderamente hipotética, sino que incluso aparecen como afirmaciones relativas a la realidad
en sí. Por tanto no es de extrañar el que las mismas hayan sido interpretadas en este sentido durante
mucho tiempo. Por el contrarío, en nuestros días, incluso las afirmaciones más comprometidas de la
ciencia se comprenden correctamente, y cuando un científico, por ejemplo, habla del átomo como de un
pequeño sistema planetario, con los electrones que recorren órbitas cuantificadas en tomo al núcleo, no
pretende sostener con ello que las cosas ocurran efectivamente de este modo en rerum natura. En realidad

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Filosofía OMAGISTER Tema 9

los científícos son conscientes en todo momento de que tan sólo se valen de una representación de este
tipo, o de otras análogas, como modelo conceptual capaz de unificar y coordinar un cierto número de
informaciones experimentales relativas a los fenómenos atómicos. A causa de ello siempre están
dispuestos a sustituir estas idealizaciones de los hechos experimentales por otras, en cuanto se vean
obligados por los nuevos descubrimientos experimentales o simplemente porque vean la posibilidad de
elección de una nueva idealización que sea más idónea.

3.6. Condiciones básicas de toda teoría científica

Las condiciones mínimas para la aceptación de una teoría son:

a) la no contradicción interna y

b) su acuerdo con los hechos experimentales.

• En algimos casos es posible que coexistan varias teorías, todas ellas aceptables desde el punto de
vista de estos requisitos mínimos, que sean capaces de explicar los mismo fenómenos. En estos
casos los motivos de preferencia de una teoría sobre otra pueden ser: la mayor sim plicidad, la
generalidad, la expliciíación de detalles y otros análogos, los cuales son siempre criterios muy
elásticos.

• En conclusión es lícito afirmar que también en el campo de las ciencias físicas han tenido su
repercusión aquellas ideas que han transformado a la matemática moderna en un conjunto de
sistemas hipotético-deductivos. Naturalmente, la presencia de una componente experimental
limita drásticamente la libertad de acción de las hipótesis pero, por otra parte, tampoco es capaz
de imponerlas. En conclusión podemos afirmar que es precisamente la provisionalidad intrínseca
que caracteriza a las teorías científicas, la circunstancia que impide su utilización como «visiones
del mundo», verdaderas filosofías de la naturaleza, capaces de expresar la esencia de las
realidades materiales.

Las conclusiones de este tipo parecen implicar necesariamente la vuelta al punto de partida, es
decir, a la afirmación de Galileo sobre la existencia de una investigación de carácter no filosófico,
con la cual se inició la ciencia moderna. Sin embargo también es cierto que no se trata de un
retomo puro y simple al punto de partida, puesto, que tal como, la epistemología moderna ha
demostrado, las líneas auténticas del conocer científico en tiempos de Galileo sólo existían de una
manera más o menos intuitiva. Y aún más: la ciencia, en su separación consciente de la filosofía,
ha impulsado el rápido declinar de ciertos caracteres de esta última, por ejemplo el hecho de que
pretenda erigirse como saber absoluto, evidenciando con ello alguno de sus problemas más
importantes. Se ha afirmado corrientemente que la mayor debilidad del mecanicismo ha consisti­
do en el hecho de que él mismo se ha configurado ilusoriamente como una filosofía de la
naturaleza. Ello no significa ciertamente que los grandes científícos que elaboraron el me­
canicismo creyeran en esta posibilidad y se dejaran atrapar en un equívoco trivial. Más bien
parece que esta circunstancia constituye un testimonio elocuentes de la manera con que el hombre
aspira necesariamente a obtener un conocimiento incluso filosófico de la naturaleza. El hecho de

21
Filosofía G M A G IST E R Tema 9

que a lo largo de un cierto periodo de tiempo haya sido posible cultivar la ilusión de que se estaba
llegando a un tal conocimiento y que el mismo formaba im sólo cuerpo con el conocimiento
científíco, no presupone que una vez eliminada la ilusión desaparezcan también las exigencias de
una problematización fílosófíca de la naturaleza. Quizás cabría pensar que estas últimas
encuentran en el progreso de la investigación científica nuevos estímulos y nuevos materiales de
los que alimentarse.

• A este primer encuentro entre la ciencia y la filosofia, es posible añadir hoy en día la
circunstancia de que los esfuerzos realizados para precisar las condiciones del saber científico han
planteado un número nada pequeño de problemas filosóficos de naturaleza varía, de tal modo que
se ha creado una rica problematización filosófica de la misma ciencia, entendida ésta última como
un tipo particular de saber.

3.7. Problem as en tre ciencia y filosofía

A continuación vamos a ocupamos brevemente de las principales diferencias entre estos dos tipos de
problemas filosóficos tan íntimamente ligados a la ciencia.

3.8. Problem as filosóficos lieados a la ciencia en razón de su objeto

Axm siendo cierto; e incluso condición fundamental para vma exacta evaluación del saber científico, que
es preciso no confundir en absoluto ciencia y filosofía, también es innegable por otra parte que en la
misma ciencia reviven casi inmutables las mismas exigencias cognoscitivas en aras de las cuales los
antiguos pensadores crearon la metafísica. Estas exigencias pueden resumiese brevemente en las
siguientes aspiraciones:

a) llegar a un conocimiento lo más adecuado posible de la realidad, yendo más allá de lo que
testifica la simple experiencia;

b) con este fin explicar y justificar la misma experiencia mediante la intervención de la razón;

c) todo ello no se hace a causa de la existencia, sino a causa del convencimiento de que es posible
dar razón de la misma, es decir, es posible mostrar que la misma debe aparecer en la forma que
aparece.

La raíz profunda, y en cierto modo misteriosa, de esta actitud común a la ciencia y a la filosofía
metafísica, es la inseparable tendencia del pensamiento humano a explicar lo inmediato -lo que está
presente y manifiesto, es decir la experiencia- por ima mediación, recurriendo a alguna cosa que no es
inmediato, o por lo menos, que no tiene el mismo tipo de inmediatez. A este respecto no nos parece que
éste sea el lugar más adecuado para discutir si, como se acepta a menudo, lo inmediato no es, por así
decir, lo originario. Sin duda ésta es una de las tareas de mayor empeño de la filosofía pura, pero por lo
mismo no cabe dentro de nuestros objetivos actuales.

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Filosofía ©MAGISTER Tema 9

La metafísica aspira a dar una satisfacción total a la exigencia cognoscitiva a que nos hemos
referido poco antes, presentándose para ello como una «investigación de los fundamentos
absolutos de nuestro saber y dirigiéndose a obtener una explicación necesaria, es decir, única e
incontrovertible, de la realidad. La ciencia, por el contrario, se contenta con dar una satisfacción
parcial de esta misma exigencia, es decir, sólo proporciona explicaciones suficientes. En otras
palabras, podemos decir que la ciencia busca hipótesis y principios, mediante los cuales la
estructura de los hechos experimentales pueda ser descrita por medio de deducciones rigurosas,
sin pretender en ningún momento que tales hipótesis y principios sean a su vez «necesarios», en
el doble sentido de ser los únicos que hacen posible la explicación y de ser intrínsecamente
incontrovertibles. Por el contrario, la metafísica aspira a tratat como principios necesarios -
también en el doble sentido de ser incontrovertibles y de ser condiciones sin las cuales sea
imposible la explicación de los hechos- y por tanto capaces de merecer el calificativo de
fundam entos. En este sentido puede afirmarse que la metafísica representa la aspiración más
elevada de la actitud filosófica. Si la filosofía, como ya hemos señalado antes, es la invención del
«por qué», su aspiración suprema no puede ser otra que la de encontrar una respuesta segura y
absoluta a este «por qué», es decir, llegar a obtener los fundamentos. Incluso aquellos que niegan
la metafísica no pueden negar esta característica de la filosofía a erigirse como búsqueda del
fundamento, sino que niegan que la misma pueda ser satisfecha. Ésta es la causa por la cual el
mecanicismo, creyendo haber llegado a esta situación, se constituyó en una metafísica espe­
cializada en el campo del mundo físico, es decir, en una metafísica de la naturaleza..

Es importante señalar que la ciencia aspira a satisfacer, y lo logra en la medida parcial a que
hemos hecho referencia, las exigencias antes bosquejadas. Llegados a este punto parece natural
preguntarse si es posible, siguiendo otros caminos, satisfacer por completo, o al menos de xm
modo más adecuado, todas estas exigencias relativas al conocimiento de los objetos de los cuales
se ocupa la ciencia. O, dicho de im modo más concreto, cabe preguntarse si la filosofía puede ser
capaz de dar una satisfacción más plena a estas exigencias que la misma ciencia. No olvidemos
que las exigencias a que nos estamos refiriendo son de naturaleza cognoscitiva, es decir, se
refieren a la posibilidad del saber. A este respecto está perfectamente claro actualmente que la
filosofía ha dejado todo el volumen del saber a la ciencia, entendida ésta en sentido lato, es decir,
abarcando no tan sólo las ciencias fisicomatemáticas sino también las ciencias humanas, como la
sociología, la psicología, la antropología, etc; únicamente se ha reservado para sí un horizonte
específico del saber en la metafísica general, es decir, en el estudio del ser en cuanto a tal. Cabe
señalar que muchas corrientes de la filosofía contemporánea niegan incluso la posibilidad de una
metafísica general, por lo cual desde este punto de vista puede afirmarse incluso que la filosofía
ha abandonado totalmente, en sentido estricto, toda pretensión de saber. En esta perspectiva lo
único que se reserva la filosofía para sí es la elección de los fines o, dicho en sentido amplio, el
conferim íento de sentido al saber.

Según todo lo dicho, un incremento eventual del saber de las ciencias, por ejemplo de la ciencia
de la naturaleza, puede venir, en lo que a la filosofía se refiere, tan sólo de la utilización de una
única zona del saber filosófico que algimos todavía admiten, esto es, de la metafísica, por medio
de un intento renovado de elaborar una metafísica de la naturaleza. Sin embargo éste parece ser
precisamente el camino, acertadamente abandonado, después de haber sido escenario de esfuerzos

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Filosofía © M A G IST E R Tema 9

infh ictu o so s durante m uchos siglos. A cau sa de ello, las m etafísicas especiales, de las cuales la
m etafísica de la n atu raleza era p recisam en te uno de sus m ás claros ejem plos, h an sido m ás o
m enos tácitam ente abandonadas com o posibles fuentes de auténtico saber y reem plazadas p o r las
varias ciencias. E llo h a ocurrido no y a po rq u e se h a p o d id o co m p ro b ar que la naturaleza se
su stra e a los prin cip io s m etafísicos (el p rin cip io de no co n trad icció n , de causalidad, de razón
suficiente, de finalidad, de determ inism o y sim ilares), sino, po rq u e se h a v isto que, si alg u n a vez
estos principios p u ed en q u ed ar b ie n estab lecid o s, ello n o ocurre a trav és del cam ino del análisis
d e la experiencia, del cual es pro tag o n ista la ciencia, sino a trav és de las vías pro p ias de la
m etafísica entendida en sentido estricto, es decir, a trav és del estudio dél s e r en cuanto tal. Como
m áxim o se tratará de m o strar que la in v estig ació n cien tífica no o lvid a tales principios, y ello
indudablem ente form a parte de u n a p ro b lem atizació n filo só fica de la naturaleza, a la cual puede
acceder tan sólo q u ien acepta la m etafísica. E n to d o caso este tipo de pro b lem as no interesa a la
ciencia en cuanto tal, p u esto que la filo so fía no p u ed e co n trib u ir a aum entar su caudal de
conocim ientos.

Q ueda p o r v e r en qué sentido la d iscu sió n de estos prin cip io s, y a sea p a ra su defen sa o ataque,
interesa a la filosofía. S in duda p a ra todos aquellos que aceptan u n a determ inada m etafísica, tales
intereses se rev elan incluso a nivel del saber. D e hecho p a ra ellos estos principios, aunque a veces
no todos, son leyes referentes al ser en general, o corolarios m ás o m enos directos de las m ism as,
que se refieren a zonas p articulares del ser, com o p o r ejem plo el ser real físico. P ara aquellos que
p ien san de e sta m anera, la defen sa de tales p rin cip io s posee incluso el significado de una
verificació n s u i g en eris de los m ism os, de u n a especie de ensayo de su validez. Incluso se podría
añadir que si p o r casualidad tu v iera q ue ser abandonado alguno de los corolarios, ello no sería un
acontecim iento necesariam ente dram ático, sino que p o d ría p resen tar el m ism o significado
positivo que hoy en día los filósofos de las religiones reconocen a los procesos de desm itificación.
Incluso el filósofo no m etafísico «tiene intereses» en estos m ism os principios, no y a porque los
considere com o las leyes que gob iern an el ser, sino po rq u e, com o verem os a continuación,
corresponden a u n cierto tipo de interrogaciones que fo rm an parte de aquel conferim iento de
sentido al conocim iento de la naturaleza, q ue es u na com ponente esencial de la problem atización
filosófica de la m ism a, e incluso la com ponente verdaderam ente inelim inable. O bviam ente, un tal
conferim iento de sentido puede m uy bien ser propuesto, no y a p o r conform idad, sino tam bién por
contraste co n tales principios, es decir, neg an d o su validez; pero ello no cam bia sustancialm ente
la situación, porque son siem pre ellos los que están e n ju e g o , y su horizonte aquel dentro del cual
se sitúa la cuestión.

4. E L M E T O D O C IE N T IF IC O

E l m é to d o c ien tífic o , denom inado tam b ién h ip o tético -d ed u ctivo , es u n a secuencia de eventos
relacionados y encam inados al logro de im a m eta. S u p u n to de p artid a lo constituye la observación de
hechos o la co nstatación de lim itaciones teóricas. C on tin ú a co n la fo rm u lació n de ju ic io s provisionales
sobre la relación posible entre los eventos. E n tercer lugar intenta v erificar sus predicciones p ara concluir,
p o r últim o, en función de los datos obtenidos. U n a v e z elaboradas las pertin en tes conclusiones se vuelve

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Filosofía ©MAGISTER Tema 9

de nuevo a los hechos, punto de partida, cerrando así el ciclo. Este carácter cíclico tiene sentido porque en
ciencia las soluciones de hoy pueden convertirse mañana en problemas.

El procedimiento científíco implica cuatro fases: a) la observación; b) la formulación de hipótesis; c) la


verificación; d) la deducción de conclusiones. La observación y la verificación de hipótesis son fases de
naturaleza más empírica: es decir, el científico se encuentra en contacto con los datos, bien porque son el
origen del problema que se estudia o bien porque componen los resultados de la investigación. Por el
contrario, la formulación de hipótesis y la elaboración de conclusiones son de carácter más teórico. En
todas ellas se produce un proceso de razonamiento constante, inductivo y deductivo, que garantiza la
validez global del procedimiento.

4.1. Observación

La fase de la observación, como primer paso de la actividad científica, encierra un conjunto de tareas que
giran en tomo a la identificación, definición y búsqueda de información sobre una situación-problema
presente en el ambiente que se desea estudiar. El problema puede estar caracterizado, entre otros
aspectos, por la carencia de información, la presencia de datos contradictorios, la necesidad de buscar
explicación científica a un fenómeno que preocupa o por una combinación de estos aspectos. Esta
variedad de manifestaciones de un problema obliga al científico a seleccionar cuidadosamente el
problema concreto que ha de investigar, pretendiendo siempre que el mismo sea resoluble, medible,
veríficable cuantas veces se precise y que su estudio resulte interesante para la ciencia y para la sociedad.

Una vez definido el problema, el científico trata de documentarse sobre él realizando una revisión de
fuentes bibliográficas generales y específicas que le permitan conocer cuál es el estado teórico y empírico
de la cuestión. Esta tarea de consulta en la actualidad resulta relativamente fácil gracias a las "bases de
datos" disponibles en la mayoría de los centros de investigación. Sin embargo, para ser eficaces en su
utilización es preciso disponer de palabras clave, de autores, etc., asociados con el campo que se pretende
investigar.

Una manera de finalizar esta etapa del método científico puede ser la de formular los objetivos
específicos que se desean alcanzar con el estudio. ¡Destacamos los más frecuentes:

E>escríbir determinadas características de un fenómeno mediante un análisis pormenorizado de las


variables implicadas, pero sin establecer relaciones entre dichas variables. Con el logro de este tipo
de objetivos se cubren carencias informativas que es preciso abordar antes de plantearse metas más
avanzadas.
2. Detectar y analizar la relación entre las variables.
3. Evaluar el efecto de una intervención para determinar su nivel de eficacia según variables
previamente seleccionadas.
4. Observar los cambios que ha experimentado un fenómeno a lo largo del tiempo, ya sea porque
interesa evaluar su evolución natural o porque se ha realizado alguna intervención.
5. La comprobación de un modelo, tratando de examinar las diferentes relaciones fimcionales incluidas
en el mismo.

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Filosofía © M A G IST E R Tema 9

U n a v e z definido el pro b lem a que se co n sid era lo suficientem ente im portante p a ra ser estudiado y
rev isada la literatura cien tífica m ás relevan te que sobre el m ism o existe, el in v estig ad o r dispone de
suficientes elem entos p a ra elab o rar sus hipó tesis de trabajo.

4.2. H ip ó te sis

Y a se h a hablado anteriorm ente sobre el concepto de hipótesis, no o b stan te, am pliam os a continuación
algo m ás alguna de las definiciones de h ip ó te sis recogidas en la literatu ra científica:

a) conjeturas que se h a ce n p a ra ex p licar alg ú n conjunto de datos observados;

b) em m ciado cuyo rasgo esencial es su n atu raleza conectiva;

c) planteam iento de supuestas relaciones que esperam os encontrar entre las variables, que constituye
u n a p ropuesta de solución al p ro b lem a en estudio.

T odas las definiciones se encuentran asociadas a u n grado m ás o m enos elevado de incertidum bre (de
confianza, de plausibilidad), p o r ello el in vestig ad o r se ve obligado a red actar u n grupo de hipótesis con
diferentes grados de generalidad pero relacio n ad as entre sí.

L a fo rm ulación de hipótesis es u n com etido em inentem ente creativo y teórico. N o obstante, debe estar
relacionada co n las investigaciones previas q ue ex isten sobre el tem a. L as hipótesis generalm ente se
enuncian o bien en form a de p reg u n ta o b ien siguiendo el esquem a habitual de s i ... entonces. Ejem plo: si
u n m édico considera que el alcoholism o es la p rin cip al cau sa d el cán cer de h ígado, p o d ría form ular la
siguiente hipótesis: SI u n jo v e n es diagnosticado com o alcohólico, E N T O N C E S term in ará padeciendo
cán cer de hígado.

U n a de las funciones de las hipótesis es o rien tar al in v estig ad o r sobre qué clase de datos debe reunir y
cuáles desechar, axmque siem pre conviene estar lo suficientem ente alerta com o p a ra cap tar detalles de
estos últim os que le p u ed an llevar a form ular otras preguntas. L as v ariab les contenidas en las hipótesis
inicialm ente p u ed en ser definidas e n térm inos generales, pero antes que el in vestigador las som eta a
estudio deb en ser d e fin id a s o p e ra c ío n a lm e n te , es decir, tien en que trad u cirse y describirse en un
lenguaje lo m ás específico, objetivo y cuantificable p o sib le p a ra que p u ed an ser m edidas con exactitud y
entendidas en el m ism o sentido p o r tod o s los que p articip an en la investigación. E stas definiciones
operacionales son necesarias porque todas las ciencias utilizan m uchos constructos hipotéticos, conceptos
que no son directam ente observables o m edibles (aprendizaje, inteligencia, p o r ejem plo), para explicar el
funcionam iento de la m ente hum ana.

4.3. V e rific a c ió n

L a v e rific a c ió n o contrastación consiste e n com parar las predicciones form uladas en las hipótesis con los
hechos em píricos tal com o son observados e n la realidad objeto de estudio, con la finalidad de comprobar
la v erdad (aceptación) o falsedad (rechazo) de las m ism as. D ado que en la p ráctica resulta difícil realizar
la v alidación co njunta de u n gran núm ero de hipótesis, es m ejo r trab ajar co n unas pocas. La fase de

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Filosofía ©MAGISTER Tema 9

verificación, eminentemente metodológica, supone la toma de varias decisiones por parte del
investigador.

1. En primer lugar, tiene importancia la selección de la población o conjunto de N elementos


(personas, animales, cosas, instituciones...) que comparten una variable bien determinada;
después, de esta población se extrae cuidadosamente un grupo de elementos, llamado m uestra,
que se confia representa adecuadamente a la población entera. Existen varias técnicas para
seleccionar el grupo que directamente participará en la investigación, de las que citamos algunas:

a) muestreo al azar, cuando todos los elementos de la población tienen la misma


probabilidad de ser incluidos en la muestra (utilización de tablas de números aleatorios);

b) muestreo aleatorio estratificado, cuando se divide la población total en varios grupos o


estratos y de cada vmo ellos se selecciona al azar un número representativo.

c) muestreo aleatorio de grupos, cuando un grupo representa a vm elemento de la población


y lo que se extrae al azar son los grupos, formando la muestra todos los elementos que
integran los grupos elegidos. Si se desea estudiar el rendimiento académico de los
estudiantes de una ciudad, se elige al azar un número de colegios; de este modo, la
muestra definitiva estaría constituida por todos los alumnos pertenecientes a los colegios
elegidos previamente de modo aleatorio.

2. En segundo lugar, ima vez seleccionada la población objeto, el investigador tiene que decidir si la
investigación la realizará en im laboratorio o en im ambiente natural. Este aspecto está
relacionado con el problema de la validez ecológica de las investigaciones. La decisión es difícil,
puede depender de actitudes teóricas: los que creen que la conducta es independiente del contexto
es posible que se inclinen por el laboratorio; por el contrario, aquellos que defienden que la
conducta, la mayoría de las veces, es función de la situación inmediata y concreta que rodea al
individuo intentarán investigar en ambientes reales. Con frecuencia, las posibilidades prácticas
son las que más incidencia tienen sobre el investigador en el momento de decidir, a sabiendas de
sus limitaciones.

3. En tercer lugar, el investigador necesitará optar por los instrumentos de medida que utilizará para
recopilar la información deseada, tratando de que sean fiables y válidos, es decir, que arrojen
siempre parecidos resultados y evalúen de modo fidedigno la variable que midan.

4. Finalmente, el investigador se decantará por el diseño o modelo científico que seguirá en su


estudio, que no es sino un plan estructurado de trabajo que, en función de los objetivos, orienta
principalmente las acciones de la fase de verificación.

Todas las tareas de esta fase constituyen una unidad inseparable, en la que ima parte afecta a la otra y al
conjunto en general. De alguna manera, las ejecuciones fueron ya delimitadas por el problema en estudio.
Si, por ejemplo, el problema que se investiga es la influencia del ejercicio físico en la salud de las
personas mayores como medida de prevención de las enfermedades cardiovasculares, el problema marca

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Filosofía © M A G IST E R Tema 9

y d elim ita po r sí m ism o en gran m odo las decisio n es p o sterio res que se refieren a la m uestra, el lugar, el
tip o de m ed id a que h a de utilizarse, etc.

E l in v estigador dispone de diversas técnicas p ara la co n trastació n de sus hipótesis. Seleccionará aquella
que m ejo r le ayude al logro de los objetivos. L as técn icas m ás frecuentes suelen dividirse en
m anipulativas y descriptivas. E n el siguiente p u n to nos ocupam os de las m ism as.

4.4. D e d u c c ió n d e c o n clu sio n e s

E ste últim o paso del m étodo científico, de p ro fu n d a reflex ió n teó rica, tien e com o m eta fundam ental
in terp retar los resultados obtenidos en el estudio. L a ta re a se realiza com parando los datos con las
hipótesis, p ara concluir sobre su aprobación o rechazo, y explicando esos m ism os datos sobre la base del
referencias teórico que g u ía la investigación. E l com etido no es fácil po rq u e en u n dato pueden
in teractuar varios factores. A fortunadam ente, los m éto d o s estad ístico s ay u d an y p erm iten analizar las
variables de m an era aislada o en interacción. L as p ruebas estadísticas q ue se em pleen estarán deter­
m inadas p o r el tipo de datos obtenidos y p o r el diseño general d el estudio. Indicarán si la diferencia es o
no estadísticam ente significativa. C onviene ser p rudentes y no ir m ás allá de los hechos porque quizá se
requieran nuevos estudios, es decir, re p lic a r la investigación. L a re p lic a c ió n es u n a parte im portante del
proceso científico porque, a veces, lo que p arece ser u n encuentro m aravilloso, al analizarlo
profundam ente se observa que se trata sólo de algo p asajero o incluso falso. L a replicación exige a los
científicos que com uniquen co n claridad y detalle dónde o b tu v iero n sus ideas, cóm o las evaluaron y qué
resultados obtuvieron. A lgunas veces, la m ejor in terp retació n de los resu ltad o s no em erge h asta que una
hipótesis h a sido evaluada desde diferentes perspectivas. N o olvidem os que los progresos científicos se
co nsiguen gradualm ente.

E l análisis de los datos supone tam bién xm esfuerzo de contraste e integración con otros sistem as teóricos,
de tal m anera que se p u ed a explicar si se tra ta de u n a co rro b o ració n o m ás b ien de u n a aportación de
nuevos horizontes teóricos. Si la m ayoría de la comvmidad cien tífica h a obtenido parecidos resultados,
probablem ente éstos serán consistentes con m uchas observaciones e inconsistentes sólo con unas pocas.
E n este m om ento, el investigador tam bién an aliza la g e n e ra liz a c ió n o extensión de sus descubrim ientos.
E l alcance de la generalización depende, principalm ente, de cóm o se obtuvo la m uestra de sujetos. Si la
m u estra se seleccionó al azar y es representativ a de su población, el in v estig ad o r puede afirm ar que lo
que fue cierto p a ra su m uestra es probable que sea cierto p a ra to d a la población. P o r supuesto, no se
pu ed en h acer estas generalizaciones si la p o b lació n no fue definida adecuadam ente o si la m uestra no fue
to m ad a al azar. E n este caso los resultados sólo son aplicables a la m u estra estudiada.

T erm inado el trabajo científico, las investigaciones siguientes se fundam entarán en hallazgos anteriores,
p o r lo que el desarrollo de la cien cia y el conocim iento q ue genera son siem pre cíclicos, auto-evaluativos
y relativos. E l proceso científico no es perfecto, pero sí ofrece a las ciencias u n sistem a de control y de
equilibrio que, unido a su carácter público, actú a com o u n m ecanism o que escudriña, exam ina y criba
constantem ente la evidencia que le presenta el científico.

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Filosoña GMAGISTER Tema 9

Finalizamos la exposición del método científico enumerando, resumidamente, las acciones más
importantes que el investigador ejecuta:

1 Defíne el problema a estudiar.

2. Formula la (s) hipótesis o intento de solución del problema.

3. Somete la hipótesis a prueba, confrontándola con los datos.

4. Organiza los datos a través de pruebas estadísticas y valora si ajioyan o refutan la hipótesis.

5. Si la hipótesis es confírmada, juzga las posibilidades de generalización de la misma.

6. Puede considerar hacer una predicción para situaciones nuevas q bien desear probar la hipótesis
otra vez, repitiendo el experimento con una nueva muestra de sujetos para determinar si la
probabilidad estimada de su hipótesis puede ser legítimamente incrementada.

5. TÉCNICAS DE CONTRAS!ACIÓN DE HIPÓTESIS

La mayoría de las ciencias hacen uso tanto de técnicas manipulativas (experimentales) como de técnicas
descriptivas (no experimentales) para verificar sus hipótesis de trabajo. La diferencia básica entre estos
dos estilos de hacer ciencia se encuentra en el grado de control que ejerce el investigador sobre el
fenómeno objeto de estudio. A continuación, examinamos algunos de los métodos más representativos de
una y otra categoría.

5.1. M anipulativas

Las técnicas m anipulativas, denominadas métodos por algunos autores, son las que autorizan al
investigador para elaborar inferencias sobre las causas de un problema. Sin embargo, no siempre es fácil
identificar la relación causal entre las variables independiente y dependiente. Entre los métodos
manipulativos, diferenciamos los experimentales de los cuasi-experímentales. Con cada uno de éstos se
alcanza un grado de inferencia causal diferente.

5.1.1. Técnicas experim entales

Una técnica experim ental, en sentido estricto, es un tipo de investigación que establece relaciones de
causalidad. El investigador manipula sistemáticamente la variable, mide sus efectos en una o más
conductas y controla las posibles variables extrañas que pudieran tener algún efecto en la variable
dependiente.

Hablamos de técnicas experimentales en sentido amplio, no necesariamente vinculadas con el laboratorio.


Para entender la naturaleza de los experimentos necesitamos definir algimos términos:

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Filosofía ©MAGISTER Tema 9

1. V ariable (V): es una característica del fenómeno que puede ser manipulada y medida por una
escala numérica.
2. V ariable independiente (VI): es la variable que manipula y regula el experimentador con el
objeto de comprobar su efecto sobre algún aspecto del fenómeno. Es susceptible de tomar
diversos valores, a los que se denomina "tratamiento". Dependiendo del tipo de diseño se pueden
utilizar una o más variables independientes.
3. V ariable dependiente (VD): es el rasgo fenoménico en el que se espera observar cambios
producidos por la manipulación a variable independiente. Es necesario que la VD sea un en
indicador de lo que se desea estudiar, estable a lo largo del tiempo y sensible a los posibles
cambios que se introduzcan en la Vi
4. V ariable controlada (VC): es aquella variable extraña que puede contaminar los resultados del
experimento y que por ello debe ser controlada. Si no se controlan adecuadamente estas variables
extrañas, no será posible atribuir los cambios que se observan en la VD a las manipulaciones
experimentales de la VI.

En un experimento, la muestra es seleccionada al azar y después normalmente se dividen los sujetos,


también al azar, en dos grupos: grupo experimental (GE), el que recibe el tratamiento especial y grupo
de control (GC), el que continúa con el tratamiento normal o estándar. Sin grupo de control no podremos
concluir que el fenómeno observado se deba a la manipulación de la variable independiente. Los dos
grupos se evalúan antes del inicio de la investigación y después de la misma. Los resultados en estos dos
grupos se comparan y este contraste sirve de base para juzgar los efectos de la variable independiente.
Algimas veces los investigadores pueden utilizar varios grupos experimentales y de control.

Conviene observar que aunque se puede elegir el punto de probabilidad tan alto como queramos, nunca
estaremos absolutamente seguros de que en el cambio obtenido no hayan intervenido las fluctuaciones
externas. Se admite un nivel de signiflcatividad máximo del 0.01, nunca se confía en el 100 %.

La técnica experimental aplicada en un ambiente natural, como ha sido el caso de nuestro ejemplo, tiene
más limitaciones que cuando se trata de un experimento de laboratorio en el que se ejerce un control
riguroso y sistemático de las variables ambientales. No obstante, sus limitaciones son compensadas por el
logro de ima mayor validez ecológica. Este tipo de validez es cada vez más valorado por la ciencia
psicológica.

5.1.2. Técnicas cuasí-experim entales

Se considera que ima técnica es cuasi-experim ental cuando los sujetos no pueden seleccionarse ni
asignarse al azar a los grupos experimental y de control y las condiciones experimentales resultan más
difíciles de controlar, aspectos éstos que la diferencian de la técnica experimental. No obstante, estas
técnicas admiten la manipulación de la variable independiente, la observación de sus efectos en la
variable dependiente y, por lo tanto, tienen la capacidad de establecer relaciones causa-efecto, aunque con
limitaciones en su generalización. Por ello, se trata de una técnica menos precisa y no permite obtener una
conclusión definitiva a partir de sus resultados.

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Filosofía ©MAGISTER Tema 9

Cuando en un estudio experimental se utiliza un diseño en el que no existe grupo de control, o el mismo
grupo experimental se considera grupo de control de sí mismo, este plan de investigación pertenece
también a las técnicas cuasi-experimentales. La diversidad de clases de diseños cuasi-experimentales
garantiza grados de validez diferentes. Los que pretenden obtener una conclusión más clara del problema
requieren grupo de control.

Los diseños cuasi-experimentales son científicamente menos deseables que los experimentales
controlados, porque resulta díficil alcanzar con ellos todos los niveles del azar. Con todo, son
recomendables cuando el control experimental es imposible de aplicar a la perfección, los principios
éticos así lo exigen y se desea realizar la investigación en un ambiente natural.

5.2. Descriptivas

La mayor parte de las ciencias, debido a la complejidad de su objeto de estudio y a la presencia de


distintos modos de entender la ciencia, no solamente utiliza el método científico experimental, sino que
también dispone de otras técnicas complementarias de carácter cualitativo que le ayudan en la exposición
exhaustiva de los hechos. La principal característica de las técnicas descriptivas es que el investigador
no manipula la variable independiente y, por lo tanto, no puede inferir relaciones causa-efecto entre las
variables que afectan al problema. Hay diversidad de técnicas descriptivas. Nosotros contemplamos
únicamente tres; estudios observacionales, estudios correlaciónales y estudios de casos.

5.2.1. Estudios observacionales

Los estudios observacionales son el procedimiento más directo para obtener información sobre la
conducta de los fenómenos. Consisten en contemplar los fenómenos en su ambiente natural, sin interferir
en la misma. Frecuentemente, los estudios observacionales constituyen el primer paso en un proyecto de
investigación porque ofrecen una buena descripción de los fenómenos antes de intentar explicarla. Si la
observación se realiza con rigor y según normas previamente definidas se denomina observación
sistemática. Este tipo de observación requiere que el investigador establezca previamente ciertas
categorías que le sirvan como base de referencia en el análisis de los fenómenos y los registren con
exactitud para que pueda comparar sus resultados con los de otros observadores.

Cuando xm científico observa los fenómenos de manera no sistemática, se trata de estudios de


observación libre. Esta modalidad suele emplearse cuando la investigación está en fase de exploración y
los investigadores no tienen todavía claro lo que desean estudiar. Sin embargo, aunque el primer
momento de la observación no se encuentre orientado a una meta específica, puede terminar siendo el
inicio de observaciones más. rigurosas.

Si el investigador, en el contexto del descubrimiento científico observa los fenómenos participando como
im miembro más de una realidad específica, se denomina observación participativa. Esta modalidad es
fi-ecuente cuando el científico pretende realizar su estudio en una cultura diferente a la suya. El registro de
datos, tanto en la observación libre como en la participativa, se realiza después de finalizada la
observación y normalmente se lleva a cabo en un lugar distinto del observado. Posiblemente, si se

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Filosofía © M A G IST E R Tema 9

com parasen los datos de la observación de la m ism a situ ació n p o r p arte de dos investigadores, sus regis­
tro s y conclusiones serían m uy diferentes.

5.2.2. E s tu d io s c o rre la c ió n a le s

L a palabra c o rre la c ió n se usa frecuentem ente com o sinónim o de relación. T écnicam ente, u na correlación
es im a m edida n u m érica que indica el m ay o r o m en o r n iv el de relació n en tre dos o m ás variables
(peso/edad). L as correlaciones siem pre ocurren entre los datos observados. L os e stu d io s co rre la ció n a le s
son investigaciones descriptivas que tienen com o finalidad identificar el grado de relación existente entre
dos o m ás v ariables presentes en los grupos en estudio. L a relació n no im plica u n a asociación causal entre
las variables. Solam ente perm ite realizar predicciones generales sobre el com portam iento de las variables
en el futuro. E l m étodo correlaciona! no m an ip u la d irectam ente las variables ni asigna los sujetos al azar.
E n conclusión, podem os afirm ar que los estudios co rrelació n ales son útiles p a ra p u n tu alizar relaciones
entre fenóm enos existentes, pero no p u ed en id en tificar las causas o fundam entos de las m ism as.

N o ta : puede com pletarse este te m a con las ideas d esarrolladas en el tem a anterior.

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Filosofía ©MAGISTER Tema 9

6. RESUM EN D EL TEM A 9

La explicación científíca

Explicar algo es haber llegado a entenderlo de tal manera que sea uno capaz de hacer que otro lo
entienda. El concepto de explicación y el de entender (que está relacionado con él) presentan problemas
fundamentales que se encuentran en la propia base del conocimiento humano, y cualquier intento de
ocuparse de la explicación científica en el que se eluda esta cuestión presupone de alguna manera que el
sentido del término explicación constituye ya, de un modo primario e indefinible, una propiedad común
de la comunidad humana. ''

El presente tema es un estudio de las posibles maneras de abordar el concepto mismo de entender que se
ocultan bajo los distintos puntos de vista acerca de cómo los científicos llegan a entender la naturaleza; o,
dicho con otras palabras, y de acuerdo con el título del presente tema: apatizar la naturaleza de las leyes
científicas, las teorías y los modelos científicos y el contexto de la justificación científica y el contexto
del descubrimiento científico.

A prender, entender y explicar

Como es sabido, para aprender algo hay realizarlo de acuerdo con ciertas leyes, reglas o cánones de
actuación. Se supone que lo que se aprende es porque se puede enseñar. Podemos distinguir entre el tipo
de aprendizaje que implica la formación de hábitos, en los términos perceptivo-motores más sencillos, y
el tipo de aprendizaje que implica la formación de conceptos y la utilización de la inferencia en alguna de
sus formas. Se trata de la misma distinción que Aristóteles hacía entre aquel conocimiento que versa
sobre principios y causas, y aquel otro que versa sobre la destreza aplicada a casos particulares.
Aristóteles consideraba el primero de ellos como conocimiento científico, y lo que distinguiría a la per­
sona que lo poseyera sería el ser capaz de impartirlo. Ampliando la analogía, podría decirse que el
científico aprende cómo actúa la naturaleza observándola, y es en estas operaciones naturales de
observación en las que el científico descubre los principios o leyes de la naturaleza. Pero el poder
generalizar mediante leyes los comportamientos de la naturaleza implica la elaboración de hipótesis o
enunciados universales ¿Qué entendemos, pues, por hipótesis?. Las hipótesis son, pues, saltos
conceptuales que van más allá de las lecciones o datos que nos da la naturaleza: son formulaciones
generales ligadas a casos observados en el marco de xm sistema en el que los enunciados que se refieren a
observaciones pueden deducirse de las hipótesis y de la información que exprese las condiciones bajo las
cuales tenga lugar la observación.

. Prototipos genéticos o históricos de la explicación científíca

Entre los tipos previos de explicación científica podemos distinguir los siguientes: reglas, leyes y teorías:

. Reglas: Las reglas son instrucciones prescriptivas o reguladoras en cuanto a la actuación «correcta» a
desarrollar; y surgen de la práctica técnica, de la organización social, etc.

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Filosofía CMAGISTER Tema 9

. Leyes: La noción de ley se encuentra estrechamente ligada al apartado anterior (de las reglas), pero con
la salvedad de que tales leyes (científicas) se toman como generalizaciones empíricas de tipo descriptivo.
Es decir, las leyes científicas son enunciados universales y contrastados que añonan una relación
constante, simple o estadística, entre algunas propiedades de algunos objetos. Las leyes son guías de
comportamiento.

. Teorías: Cuando se utiliza este término en las ciencias experimentales se hace referencia con él a un
conjunto coherente de conocimientos, sobre un dominio de objetos, que implica una serie de afirmaciones
concretas que se pueden experimentar o verifícar.

. ¿Cómo se expresan las leyes?: Podemos preguntamos si en la ciencia, o en las distintas ciencias, hay
distintas interpretaciones de las leyes. La respuesta es que las leyes: a) las leyes numéricas; b) las leyes
ñsicas, y c) las leyes de la biología y de las ciencias humana y d ) leyes históricas.

. El «convencionalismo» de las leyes: El «convencionalismo» de las leyes es un tema muy discutido y


muy confuso de la ñlosofía de la ciencia, y merece la pena considerar aquí algunas de las distintas
posibles interpretaciones de este punto de vista:

1. Las leyes son reglas de acuerdo con las cuales se hacen inferencias.
2. Las leyes son postulados.
3. Las leyes son convenciones sólo con respecto a la form a en que se expresan

Así pues, de acuerdo con estas tres posibilidades, convención signifíca algo distinto en cada caso: en el
primero, las leyes son convencionales en tanto que son reglas; en el segundo, lo son en tanto que
postulados que hacen de premisas en una inferencia deductiva, y en el tercero, lo que es convencional no
es la ley, sino la forma en que se expresa.

. Relación entre hipótesis, teorías y leyes: los términos hipótesis, ley y teoría se suelen disponer por
orden ascendente de dignidad: una hipótesis es una corazonada, una sospecha, algo que se afírma pero
como resultado de una especulación, algo no confírmado; una ley es una hipótesis que ha logrado carta de
ciudadanía en el mundo cientíñco (ya no se trata de manejar corazonadas); y en cuanto a una teoría,
habiéndose ganado la posición de que goza gracias a haber actuado con éxito como ley, la teoría adopta
cierta actitud objetiva y remota, propia de la reflexión.

Los modelos teóricos: un modelo teórico de explicación científica se caracteriza porque a) sirven de
ayuda a la imaginación, b) su función es la de ayudamos a comprender las leyes de la ciencia, y c)
proporcionan a éstas una interpretación.
. Concepto de «teoría científlca»:

Es fácil darse cuenta de que la ciencia, sobre todo la experimental y la física, se ha caracterizado desde
sus inicios por dos líneas de desarrollo o contextos distintos, que sin embargo siempre marchan juntos y
casi confundidos. El primero de estos contextos es el de la investigación experimental o el
descubrimiento científico, en sentido estricto, que proporciona a la ciencia su material de construcción, es
decir, datos que debe tener en cuenta. El segundo es el de justificación científica, es decir, la elaboración,

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Filosofía ©MAGISTER Tema 9

la unificación y la confrontación de estos datos, para intentar hacerlos entrar dentro de un cuadro
coherente, como elementos bien armonizados, en el cual cada uno encuentra su puesto. El conjunto
constituido por todas estas hipótesis y las varias explicaciones que se pueden dar a los distintos hechos
experimentales mediante demostraciones construidas a partir de ellas -lo cual constituye su Justificación
lógica- es lo, que modernamente recibe el nombre de teoría científica.

Condiciones básicas de toda teoría científica: Las condiciones mínimas para la aceptación de una
teoría son:

a) la no contradicción interna y

b) su acuerdo con los hechos experimentales.

. El método científico, denominado también hipotético-deductivo, es una secuencia de eventos


relacionados y encaminados al logro de una meta. Su punto de partida lo constituye la observación de
hechos o la constatación de limitaciones teóricas. Continúa con la formulación de juicios provisionales
sobre la relación posible entre los eventos. En tercer lugar intenta verificar sus predicciones para concluir,
por último, en función de los datos obtenidos. Una vez elaboradas las pertinentes conclusiones se vuelve
de nuevo a los hechos, punto de partida, cerrando así el ciclo. Este carácter cíclico tiene sentido porque en
ciencia las soluciones de hoy pueden convertirse mañana en problemas.

El procedimiento científico implica, pues, cuatro fases: a) la observación; b) la formulación de hipótesis;


c) la verificación; d) la deducción de conclusiones.

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Filosofía ©MAGISTER Tema 9

7. BIBLIOGRAFÍA

Bochenski, I.M H istoria de la lógica form al. Madrid, Credos, 1966

Bunge, M. La ciencia, su método y su filosofía. Editorial Siglo XX. Buenos Aires. 1966.

Bunge, M. La investigación científica. Ariel. Barcelona. 1972.

Chalmers, A.F.: ¿Qué es esa cosa llamada ciencia?. Editorial siglo XXL Madrid. 1983

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Hull L. W. H.: H istoria y Filosofía de la c/e/tcia.Editorial Ariel. Barcelona. 1968.

Gadamer, H.: Verdad y método. Editorial Sígueme. Salamanca. 1993

Losee, John. Introducción histórica a la filo so fía de la ciencia. Alianza Editorial. Madrid. 1976.
Haack, S. Filosofía de las /óg/cos. Cátedra. Madrid. 1982.

Harré, R. Introducción a la lógica de las ciencias.Ld\>OT. Barcelona. 1967.

Wartofsky, M. Introducción a la filosofía de la ciencia. Alianza Editorial. Madrid. 1973

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Filosofía ©MAGISTER Tema 9

8.-PREGUNTAS

l.-¿Cómo en el seno de la cultura contemporánea, la ciencia ha llegado a ser el paradigma del saber?.

2.-¿Qué se entiende por el requisito del rigor en la ciencia?.

3.-¿Cuales son las características de la objetividad científica?

4.-¿Cómo se determinan los objetos de una ciencia dada?.

5.- ¿Cuáles son algvmas de las condiciones de la objetividad científica?.

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Filosofía © M A G IST E R Tema 9

RESPUESTAS

1. ¿ C ó m o en el seno d e la c u ltu r a c o n te m p o rá n e a , la c ien c ia h a lle g a d o a s e r el p a ra d ig m a del


s a b e r? .

Q ue la ciencia h a llegado a ser el p aradigm a del saber se ad v ierte fácilm ente si se co n sid era que hoy día,
en u n ám bito dado de investigación, la calificació n de «cien tificid ad » no v ien e y a asig n ad a en base a sus
contenidos (com o cuando se circunscrib ía la esfera de las cien cias a las llam adas disciplinas
«m atem áticas, fisicas, y naturales»), sino e n base al m odo en que estos contenidos son investigados y
tratados. Si ello h a podido ocurrir es porque el carácter de cien tificid ad se le reconoce en la actualidad a
un ám bito de investigación cuando éste h a co nseguido dotarse de u n m étodo propio de indagación, y este
m étodo, aunque co n frecuencia p u ed a no estar plenam ente explicitado de m odo fidedigno (y aunque deba
concebirse sin rigidez y sea susceptible de ev o lu ció n y rectificación), p uede al m enos ser caracterizado
con dos requisitos fim dam entales: el rig o r y la o b jetividad.

N aturalm ente, no será sólo enunciando estos dos térm inos que se puedan h acer ilusiones de haber resuelto
la cuestión: en efecto, su significado h abrá de ser aclarado in m ediatam ente, pero es y a im portante darse
cu en ta del cam bio de óp tica que se h a producido de esa form a. E n v erdad, al desvincular el concepto de
ciencia de la referen cia a ciertos contenidos, p a ra rem itirlo a ciertos req u isito s m etodológicos, com o son
el rig or y la objetividad, se le h a hecho capaz de in terp retar realm ente las instancias fim dam entales del
sa b er en cuanto tal. P ues ¿quién, de hecho, estaría dispuesto a atrib u ir u n valor pleno a un saber que no
fuera objetivo y riguroso? A sí, si la ciencia se m u estra cap az de realizar u n tal tipo de saber entonces
deviene autom áticam ente el m odelo, el p arad ig m a del sab er en cuanto tal.

2. ¿ Q u é se e n tie n d e p o r el re q u is ito d e l rig o r e n la c ie n c ia ? .

L os criterios fim dam entales a través de los cuales se p recisa el co ncepto de rig o r científico entran
claram ente en la definición m ism a de la estru ctu ra de la objetividad de la p ro p ia ciencia. El rigor
científico es vm requisito p o r el cual, al interior de cada ciencia, las afirm aciones singulares deben resultar
ju stificad as y lógicam ente correlacionadas. L a ju stific a c ió n p uede ser sustancialm ente de dos tipos: una
cierta afirm ación puede sostenerse, dentro de u n a cien cia dada, e n cuanto se en cu en tra directam ente
fundada e n los criterios de com probación d e l d ato que tal cien cia acep ta (es el caso de las proposiciones
fa c tu a le s de las ciencias em píricas en sentido am plio), o b ien en cuanto esté adm itida explícitam ente
com o p o stu la d o inicial (es el caso de las cien cias form ales); e n otro caso, una afirm ación debe estar
ju stificad a sobre la base de nexos lógicos explícitos que la vinculen deductivam ente a otras proposiciones
cu y a ju stificació n h aya sido y a alcanzada. A l d ecir esto, es del to d o claro que se h a introducido en el
asunto el aspecto de la co rrela ció n lógica de las prop o sicio n es científicas, el cual llev a a concebir
siem pre una ciencia com o vma cierta teoría a propósito de u n cierto ám bito de objetos, y no y a com o un
sim ple co njunto de proposiciones relativo a él.

L a caracterización del concepto de rig o r científico es m uy am p lia y genérica, pero es bueno que así sea a
fin de que nos dem os cuenta de que cada cien cia tien e después xma m an era com pletam ente propia de
caracterizar los requisitos del rigor. E sto es v erd ad ero , sobre todo, p o r lo que atañe a la fijación de los

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Filosofía OMAGISTER Tema 9

criterios de comprobación del dato a que se ha aludido: es claro, a este propósito, que la física no utiliza
los mismos criterios que la biología o que la historiografía, y esto, lejos ide constituir un indicio de la
escasa cientificidad de las dos últimas disciplinas, expresa simplemente su especificidad. También vale
ello además para los métodos a través de los cuales se realiza la vinculación lógica entre proposiciones
distintas, y, en particular, entre aquellas ya justifícadas y las que deben recibir su justifícación mediante
im tal nexo. Es bien cierto que en los métodos deductivos, en las ciencias formales, la deducción es
simplemente un proceso descendente que, a partir de los axiomas o postulados admitidos, alcanza todas
las proposiciones restantes, clarifícando su naturaleza de teoremas. En el caso de las disciplinas
empíricas, puede ocurrir que una cierta proposición sea justifícada de un modo sustancialmente análogo
al descrito arriba para las proposiciones de teorías formales en la medida en que se demuestre que esa
proposición es deducible correctamente de otras proposiciones fundadas precedentemente. Sin embargo,
puede acaecer que una proposición venga aceptada porque de ella resultan deducibles otras proposiciones
fundadas (por ejemplo, empíricamente comprobadas): todo el mundo conoce la diferencia en el grado de
certeza que puede existir acerca del buen fundamento de una proposición que es consecuencia lógica de
otras ya fundadas, o, en cambio, que tiene como consecuencia lógica otras proposiciones ya fundadas; de
todas formas, en ambos casos, es siempre el nexo deductivo el que, con diverso grado de garantía, ofrece
el fundamento para avalar la proposición'.

No obstante, con esto aún se deja un ancho espacio abierto a la especificación de los instrumentos
deductivos admitidos: para algunas ciencias más afortunadas, éstos pueden ser ofrecidos por disciplinas
matemáticas ya disponibles y preparadas a tal fin o fácilmente adaptables y aplicables. Esto, sin embargo,
no resulta indispensable, y haberlo considerado tal ha conducido a inútiles complejos de inferioridad y a
esfuerzos no siempre felices de matematización de disciplinas que poseían igualmente su rigor deductivo
interno, sin necesidad de someterse a la camisa de fuerza de una matematización innatural. Añadiremos
todavía que, dependiendo que una disciplina tenga que ver específicamente con colectivos de fenómenos,
más que con fenómenos individuales (aunque repetibles), en ella asumirá un notable relieve el uso del
método estadístico, o en cambio aparecerá como algo de escasa importancia. En ciertas disciplinas,
aunque no sólo en ellas, en las que prevalece el interés descriptivo, predominará el aspecto clasificatorio
y las metodologías de generalización inductiva sobre el aspecto de sistematización teórica y deductiva,
con la consiguiente disminución del aspecto hermenéutico específicamente teórico. No es el momento de
proseguir por más tiempo con estas alusiones, pues estas pocas hechas aquí bastan para que
aprehendamos un elemento importante, o sea, la no existencia de un paradigma único y universal del
rigor científico: una vez admitido que éste se caracteriza, genéricamente, como una búsqueda de
justificaciones y de correlaciones lógicas, se hace después relativo a cada ciencia particular el modo con
el que ésta persigue tal objetivo.

^ Tal diferencia bien conocida consiste en el hecho de que, mientras la verdad de las premisas garantiza la verdad de las conclusiones,
puede ocurrir por el contrario que de premisas falsas, a través de una deducción lógica correcta, se puedan derivar accidentalmente
consecuencias verdaderas. Por tanto, la verdad (o ñmdamentación) de ciertas afirmaciones no garantiza la verdad (o ñindamentación) de
aquellas hipótesis que han sido introducidas para «explicarlas» dentro de un cuadro teórico. Este hecho se halla a la base del carácter de que
las hipótesis de las ciencias empíricas no sean nunca del todo ciertas, lo que es a su vez el argumento más fuerte que Popper ha adoptado
para subrayar la asimetría entre verificación y falsación de una hipótesis. Para él, la falsación es defínitiva (porque, si de una hipótesis se
deduce aunque sólo sea una consecuencia f^sa, esto es, stficiente para afirmar la falsedad de dicha hipótesis); viceversa, la verificación
nunca es definitiva (porque el hecho de haber deducido de una hipótesis numerosas consecuencias verdaderas no es suficiente para excluir
completamente su posible falsedad).
i
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3. ¿C uales son las características de la objetividad científíca?

Si resulta difícil caracterizar unívocamente el concepto de rigor científico, aún más lo es trazar un
esquema universalmente compartido del concepto de objetividad, y lo que se propondrá ahora se revela a
menudo como algo más implícito que explícito en el modo de pensar, y todavía más, en el modo de hacer
de los científicos. Lo que hace particularmente delicado el estatuto del concepto de objetividad es el
hecho de que, en la ciencia contemporánea, está llamado a ejercer una función delegada, es decir, a
sustituir nada menos que al requisito de verdad. Se puede decir efectivamente que la ciencia moderna, en
lo que hoy día se definiría como su periodo «clásico» y que va desde Galileo al final del siglo pasado, se
venía concibiendo cada vez más como la sede privilegiada del conocer verdadero. Pero, ya antes que el
siglo XIX llegase a su término, algunas crisis bien conocidas que se produjeron en el interior de las dos
ciencias por excelencia, o sea la matemática y la física, habían sacudido tal confianza hasta hacerla caer;
hasta el punto de que, ya al comienzo de nuestro siglo, las posiciones más extendidas eran las que
concebían la ciencia según módulos convencionalistas e instrumentalistas, dentro de las cuales perdía
todo carácter de discurso enderezado a aprehender la verdad, para asumir el del saber pragmáticamente
útil, y, a tal fin, organizado convencionalmente. Cuando tales posiciones se atenuaron y emergió de nuevo
la exigencia de reconocer todavía el intento cognoscitivo de la ciencia, no pareció ya posible volverle a
atribuir el carácter de conocimiento verdadero, y se creyó más de acuerdo con sus requisitos efectivos
calificarla sencillamente como un conocimiento objetivo. Lamentablemente, a la difusión de este tipo de
caracterización no correspondió un único modo de precisarla, por lo que, al lado de quien concibe la
objetividad científica como intersubjetividad, se encuentra el que prefiere identificarla con una
invariancia de tipo fundamentalmente matemático, o quien la ve asegurada al concurrir una multiplicidad
de requisitos en parte lógicos, en parte metodológicos, y en parte metajisicos.

No analizaremos en detalle estas varias acepciones, pero fijaremos nuestra atención primeramente sobre
aquella que, además de aparecer como la más extendida, resulta asimismo capaz de absorber en cierto
modo algunas de las otras: se trata de la concepción que califica la objetividad científíca como
intersubjetividad. También desde el punto de vista meramente intuitivo expresa ya aquel requisito de
discurso público que, indudablemente, se reconoce como fundamental en la ciencia moderna. En segundo
lugar, expresa de manera más general aquella independencia del sujeto que igualmente se advierte hoy
como un carácter esencial de la objetividad.

Por más natural que pueda parecer calificar la objetividad como intersubjetividad, no se tarda mucho en
mostrar la dificultad de aplicar una caracterización semejante al conocer: ¿cómo se puede concebir un
conocimiento público, un conocer independiente del sujeto, cuando la actividad cognoscitiva es por su
propia naturaleza algo que acontece en primera persona? En otros términos, ¿cómo pueden sujetos
distintos poner en común sus experiencias y conocimientos? Afortunadamente, lo que es necesario y
suficiente para afirmar el carácter intersubjetivo de una noción no es el control del hecho de que el modo
con el que cada sujeto la percibe, la comprehende, o se la representa, coincide con el modo en el que la
perciben o se la representan los otros sujetos: en realidad es suficiente constatar un acuerdo sobre el
modo con el que los diferentes sujetos usan aquella noción, y im acuerdo tal puede muy bien constar a
todos, sin necesidad de que ninguno tenga que echar una ojeada a las percepciones o al pensamiento de
los otros. En otros términos, el acuerdo intersubjetivo a propósito de una cierta noción, ya sea concreta o
abstracta, viene del hecho de que los sujetos interesados disponen de un cierto número de operaciones, ya

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compartidas comúnmente, las cuales permiten verifícar el uso uniforme que ellos hacen de ésta: tal cosa
puede acaecer ya a nivel de la experiencia cotidiana, pero resulta aún más evidente en el caso de la
intersubjetividad científíca, la cual está siempre ligada al uso de procedimientos standard, aceptados y
compartidos por una comunidad de científicos en una época histórica dada.

Basta reflexionar un poco sobre estas observaciones para darse cuenta del hecho que, en esta perspectiva,
los sujetos no están ya considerados como mentes o conciencias, sino más bien como receptores
(activos), como sistem as de referencia, y esto no puede sorprender puesto que está fuera de duda que, si
hay algo que los sujetos no pueden realmente poner en común, eso es la conciencia dé los eventos que los
circundan. Por otro lado, es justamente un hecho de esa especie lo que puede hacemos comprender en qué
sentido otras propuestas de caracterización puedan también integrarse en este modo de considerar la
objetividad, como por ejemplo la que prefiere considerarla como una forma de invariancia: en efecto, la
independencia de los sujetos puede muy bien ser expresada como invariancia respecto a los diversos
sistemas de referencia que ellos en verdad constituyen. No sólo éstas sino también otras notas
metodológicas consideradas esenciales en la estructura del conocer científico, como la repetibilidad de
los experimentos y la controlabilidad de las afirmaciones, aparecen como expresiones del hecho de que
una afirmación objetiva, en principio, ha de poder ser compartida por cualquier sujeto que repita las
operaciones sobre cuya base ha sido propuesta dentro de una ciencia dada.

4. ¿Cómo se determ inan los objetos de una ciencia dada?.

En una primera impresión se estaría dispuesto a afirmar que cada ciencia precisa su ámbito de objetos
seleccionando un dominio restringido de cosas de las que ocuparse y dejando aparte las restantes. Con
todo, si se observa correctamente, se cae en la cuenta de que ninguna cosa en particular puede ser objeto
específico de una ciencia, sino que ésta, por el contrario, considera todas las cosas posibles desde su
propio punto de vista. Más exactamente, este punto de vista se expresa mediante un cierto número de
predicados (o sea, nombres de propiedades, relaciones, funciones) que constituyen el bagaje conceptuad
de aquella determinada ciencia y que se aplican en la consideración de las cosas más variadas. Así la
mecánica, por ejemplo, considera las cosas desde el punto de vista de conceptos tales como la masa, la
distancia espacial o la duración temporal; la historiografía las considera desde el punto de vista de los
resultados documentales, y así sucesivamente. En consecuencia, cada ciencia recorta dentro de las cosas
los objetos propios, aplicando a ellas sus propios predicados específicos, de tal manera que tales objetos
resultan en definitiva los referentes de estructuras particulares de predicados. En cuanto a éstos, son
introducidos mediante el recurso a ciertos procedim ientos operativos, los cuales sirven para establecer su
consistencia o no consistencia respecto de las cosas (llamaremos a estos los predicados-base), o bien
mediante definiciones lógicas, explícitas o implícitas que provienen de los predicados-base.

Ahora bien, el aspecto interesante es éste: las operaciones por las cuales una ciencia establece sus
predicados-base son las mismas que permiten alcanzar dentro de aquella ciencia el acuerdo intersubjetivo
del que se ha hablado, por lo que ellas constituyen al mismo tiempo las condiciones gracias a las cuales se
dan los objetos y las condiciones en base a las cuales éstos son conocidos objetivamente. De tal forma
que la que podríamos denominar una objetividad en sentido débil (que se identifica sustancialmente con
la intersubjetividad) coincide con la que podríamos llamar una objetividad en sentido fu erte (o sea, que
implica una referencia efectiva a objetos), y eso permite recuperar también de modo correcto aquella

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Filosofía OMAGISTER Tema 9

dimensión auténticamente cognoscitiva de la ciencia en referencia a lo real, la cual había sido extraviada
en muchas reflexiones de la epistemología contemporánea, y sin la que resultaría difícil justificar aquella
confianza en el valor y en la fiabilidad de la ciencia que con pleno derecho caracteriza a la civilización
contemporánea.

5. ¿Cuáles son algunas de las condiciones de la objetividad científica?.

a. Un primer hecho que surge de cuanto se ha dicho es que, característica de la objetividad científica, es
una condición de neutralización del sujeto, el cual desaparece como tal en el mismo momento en que
se exige que cualquier otro ha de poder afirmar todo cuanto él asevere, si su afirmación ha de valer
como objetiva. Esto, téngase presente, no equivale a sostener la absurda posibilidad de poder disociar
el ser del pensamiento, sino significa que, en el interior del discurso científico, no hay espacio para te­
ner en cuenta las características individuales según las cuales se verifica tal enlace.

b. En segundo lugar, resulta también de lo que se ha dicho que el instituirse un horizonte de


intersubjetividad es un hecho contingente: si es verdad que el acuerdo intersubjetivo se hace posible
por una conformidad en el uso de ciertas nociones, la cual surge por un idéntico modo de operar con
ellas, resulta del todo claro que tal acuerdo puede nacer solamente si ciertos modos de operar son de
hecho patrimonio común de una cierta colectividad de investigadores. Esto parece abrir un círculo
vicioso: para ponerse de acuerdo sobre ciertas operaciones habría necesidad de estar ya de acuerdo
sobre otras, y de esta forma se correría el riesgo de retroceder hasta el infinito. Pero esta conclusión es
fiiito de ima consideración abstracta del problema: en realidad, a cada fase de la historia corresponde
la posesión, por parte de las diversas colectividades humanas, de un cierto número de instrumentos de
entendimiento, concebidos en sentido amplio (o sea, que incluyan no solamente la posesión y la
capacidad de usar ciertos instrumentos materiales, sino también la presencia de ciertos lenguajes
naturales o artificiales, la propiedad de ciertas nociones, técnicas incluso, de dominio común, el
adiestramiento en ciertos procedimientos de investigación, el compartir ciertos cuadros de referencia
conceptuales, de orden filosófico en sentido amplio, hasta incluso ciertos esquemas metafisicos de
lectura de lo real). En otros términos, una ciencia puede nacer solamente si se dan determinadas condi­
ciones preliminares de entendimiento intersubjetivo que puedan ser aprovechadas por una
multiplicidad de investigadores; y éstas son contingentes no sólo en el sentido de que no existe
ninguna necesidad lógica para su subsistencia, sino también en el sentido de que su aprovechamiento
de un modo mejor que de otro, el hacerle concurrir a la determinación de un cierto ámbito de
investigación, poseen el carácter de un hecho histórico y no de una necesidad teorética. También aquí
es preciso no confundir este hecho con ima afirmación del convencionalismo: no se trata de que, en un
cierto momento, los científicos se pongan de acuerdo para hacer o decir ciertas cosas, para usar o
rechazar ciertos instrumentos; sino que, mucho más simplemente, tal acuerdo se produce de hecho de
un modo que no podría ser predeterminado a priori. Quien se sorprenda de esto no reflexiona
suficientemente sobre la circunstancia de que la ciencia (y en general, todo conocimiento) no surge del
vacío, sino que procede siempre de un conocimiento precedente, utilizando lo que ya está disponible.
Considerando estos hechos debemos decir que aquella contingencia de la objetivación científica
presenta los caracteres de la que, en forma más significativa, podríamos llamar su determinación
histórica.

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