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“Pluriparentalidad”

Autor: Marcelo Gastón Berterreche

Tema: Binarismo filial en el Código Civil y Comercial de la Nación, la “Pluriparentalidad” y su


admisión en filiación derivada del uso de las TRHA.

Introducción

Según el derogado Código Civil, la filiación como vínculo jurídico se encontraba


determinada por su origen biológico.

Originariamente, Vélez realizaba una distinción entre hijos matrimoniales y


extramatrimoniales, y a su vez clasificaba a estos últimos en naturales, adulterinos
incestuosos y sacrílegos. Estas categorías fueron eliminadas por la Ley Nº 14.367 del año
1954, la cual igualó los derechos que hasta ese momento correspondían solo a los hijos
naturales, con los hijos extramatrimoniales.

Mediante la Ley Nº 13.252, se incorporó al sistema jurídico argentino el instituto de


la adopción.

Así, la Ley 23.264 de 1985, al regular la determinación de la filiación, estableció el


principio de igualdad de efectos tanto a la filiación matrimonial, a la extramatrimonial como
la adopción plena. (“[…] La filiación matrimonial y la extramatrimonial, así como la adoptiva plena,
surten los mismos efectos conforme a las disposiciones de este código.” Art. 240 del Código Civil
Velezano.)

Asimismo, fijó como principio rector el binarismo filial, ya sea basado en la realidad
biológica derivada del proceso natural, o en el caso de la adopción, el elemento volitivo como
causa fuente para reconocer la filiación a la familia adoptiva.

Todos los cambios receptados legislativamente ponen en evidencia que tanto el


concepto de familia como el de filiación son institutos que se configuran como percepciones
componentes de la cultura de una sociedad, y que, por lo tanto, se encuentran influenciados
por diversos factores de modo, tiempo y lugar.

Las percepciones conceptuales cambian, y es el derecho el que debe saber dar


respuestas a estos cambios.
La voluntad procreacional.

Es el acto volitivo, de querer ser padre o madre, sin perjuicio de la existencia de


componentes genéticos propios. Por lo tanto, quien a través del consentimiento informado,
manifestó su intención de tener un hijo debe ser su padre o madre. En el caso de la Técnicas
de Reproducción Humana Asistida se determina a través de la voluntad procreacional,
siempre que esta se haya manifestado de acuerdo con el procedimiento establecido dentro
del código, es decir, el consentimiento pleno informado y libre.

Las TRHA.

Se puede definir a la técnica de reproducción humana asistida, como el conjunto de


procedimientos mediante los cuales se intenta acercar, a través de la ciencia el
espermatozoide al ovulo, y de esta manera lograr el embarazo. Las técnicas, sin perjuicio de
distinciones más específicas desde el punto de vista médico, son básicamente dos:
Inseminación Artificial, Fertilización In Vitro.

Desarrollo.

A partir de los avances científicos en materia reproductiva, y la transformación de


la concepción de familia en cuanto a la diversificación de sus formas, el nuevo Código Civil
y Comercial de la Nación recepta y protege una tercera causa fuente de relación filial que se
suma a la originada por naturaleza/biológica, y a la adopción/judicial: la TRHA/voluntad
procreacional.

“La filiación puede tener lugar por naturaleza, mediante técnicas de reproducción humana asistida, o
por adopción.

La filiación por adopción plena, por naturaleza o por técnicas de reproducción humana asistida,
matrimonial y extramatrimonial, surten los mismos efectos, conforme a las disposiciones de este Código.
[…]” (Art. 558 CCyCN)

Al posibilitar el acto reproductivo sin necesidad de relación sexual, y desestimar el


escenario reproductivo tradicional, las Técnicas de Reproducción Humana Asistida (TRHA)
habilitan la disociación de las tramas biológica/genética, instituyendo como elemento
central la voluntad procreacional, circunstancia en la que el consentimiento previo, libre,
informado y formal constituye la fuente y la prueba de la filiación.

La ampliación del espectro dimensional de protección jurídica familiar se


corresponde con los preceptos incorporados a partir de la reforma de nuestra Carta Magna
del año 1994, al instituirse la jerarquía constitucional para los Tratados Internacionales de
Derechos Humanos, allanándose el camino para lo que hoy llamamos la
constitucionalización del derecho civil.

Por ende, el CCyC ha adecuado su normativa a la realidad social en muchos aspectos,


en especial, al ámbito familiar, tomando como base la igualdad y no discriminación, la
libertad y autonomía personal.

Por último, se destaca el especial reconocimiento de los derechos de los niños, niñas
y adolescentes, gracias a la Convención de los Derechos del Niño, donde, a partir del análisis
de su declaración introductoria, y de los artículos 5, 7, 8, 9, 20 y 21, se desprende un
programa básico de acción para proteger los derechos de los NNA, relativos al hogar donde
habrán de crecer y desarrollarse.

Conflicto.

El enunciado normativo del artículo 558 del CCyC, en su última parte, estipula que
“[…] Ninguna persona puede tener más de dos vínculos filiales, cualquiera sea la naturaleza de la
filiación.”

Partiendo de una interpretación aislada de este enunciado, la norma que surge del
mismo es clara, en cuanto consagra el principio binario de relación filial. No obstante, el
artículo 2 del CCyC impone llevar a cabo una interpretación sistemática de las disposiciones
que contiene, para mantener la coherencia con la totalidad del sistema jurídico.

Desde la mencionada perspectiva, algunos juristas afirman que, en conclusión, el


artículo 558 debe ser deducido reparando en las demás disposiciones normativas que
integran el ordenamiento.

En materia de adopción por integración, el artículo 631 establece que cuando el


adoptado tenga doble vinculo filial de origen, se aplica lo dispuesto por el artículo 621. Esta
disposición habilita a que “cuando sea más conveniente para el niño, niña o adolescente, a
pedido de parte y por motivos fundados, el juez puede mantener subsistente el vínculo jurídico
con uno o varios parientes de la familia de origen en la adopción plena […]”.

Por otro lado, puede acontecer que el niño o niña tenga una filiación uniparental y
que, tras la adopción por integración, sus polos filiatorios sean binarios, quedando
conformados por su progenitor biológico de origen y por el adoptante (cónyuge o
conviviente del primero). Pero también puede suceder que el niño o niña tenga un doble
vínculo filial de origen, y aun así, el cónyuge o conviviente de uno de sus progenitores
pretenda adoptarlo. Así, el vínculo filiatorio con el progenitor de origen, cónyuge o
conviviente del adoptante, subsiste (artículo 630 CCyC), a la vez que se crea un vínculo filial
nuevo con el adoptante (artículo 631 CCyC).

Es decir que, dados los requisitos establecidos por el artículo 621 (interés superior
del niño, pedido de parte y motivos fundados), el juez podría admitir el emplazamiento del
niño en tres polos filiatorios. De esta manera, la norma emergente de los artículos 621 y 631
se presenta como una excepción expresa a la disposición del artículo 558 in fine.

Ahora bien, ¿es posible extender la excepción prevista por dicha norma al supuesto
de hecho propio de las TRHA? En el caso de que el tercero es quien aportó el material
genético, y, a su vez, tiene voluntad de ser parte de la vida del niño, teniendo en cuenta la
finalidad de la norma emergente de los artículos 621 y 631 CCyC (protección del interés
superior del niño) y siendo las plataformas fácticas similares al caso previsto por ésta, se
debe aplicar la misma consecuencia normativa y admitir la conformación de un vínculo filial
tripartito.

Esta extensión analógica también permite resguardar la igualdad entre los niños y
niñas en la protección de su mejor interés, lo que constituye un mandato del bloque
constitucional, ya que la posibilidad de conformar más de un vínculo filial responde al mejor
interés del niño, y no puede ser privativo solo para los casos adopción por integración.

Conclusión.

Por lo expuesto, se concluye que la pluriparentalidad es una realidad social,


producto de los constantes cambios en las percepciones culturales y sociales. Por lo tanto,
corresponde al derecho otorgar la protección y el reconocimiento a los miembros de este
tipo familiar a través del sistema jurídico.

La voluntad procreacional es el principio adecuado a los intereses de las personas


involucradas en la filiación derivada del uso de las TRHA, modificando la identidad como
sinónimo de vínculo biológico.

Si bien la pluriparentalidad desafía al principio binario que rige en materia filiatoria,


si se realiza una interpretación sistemática de las disposiciones del Código Civil y Comercial
de la Nación, este principio no es absoluto, ya que la norma que surge de los artículos 621 y
631 implican una excepción al mismo.
A partir de la mencionada norma, y siendo las plataformas fácticas similares
(adopción por integración y pluriparentalidad derivada del uso de TRHA), se debe aplicar
la misma consecuencia normativa y admitir la conformación de un vínculo filial tripartito.

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