ACTIVIDAD 13/3/18

Texto seleccionado: ¿Cómo trabajar para un desarrollo ético en comunidad?” – F. Vallaeys

Alumna: Dominici, Rafaela – 86291/7

“Ustedes son los primeros que quieren aprender de nosotros (…) Todo el mundo quiere
enseñarnos (…) Para ellos, no sabemos nada de nada. Ustedes, en cambio, saben que sí
sabemos algo que no saben y que quieren aprender de nosotros.”

El autor comienza a ahondar en el tema del DESARROLLO con la reflexión del Maestro Maya
Tojolabale señalada ut supra, en respuesta a los investigadores que querían aprender su
idioma. Y estas palabras bastan para que cualquier lector empiece a cuestionar sus propios
conocimientos y punto de vista. ¿Acaso el desarrollo no implica modernización? ¿No significa
mejora? ¿Cómo puede ser que desarrollo sea sinónimo de “destrucción? ¿Por qué alguien se
resistiría al desarrollo? Estas preguntas que uno empieza hacerse a medida que lee el texto
llevan a conformar un sinfín de planteos y replanteos de los cuales pareciera que es imposible
salir; hasta que en el trasfondo de todo esto encontramos una palabra clave que hace aún más
complejo el asunto: la ÉTICA.

Un concepto de ética que tampoco termina de definirse en su totalidad porque siempre

caemos en la misma paradoja donde entran en juego aspectos culturales, históricos, sociales,
entre otros; que cada actor intenta defender frente a los demás. Si bien se hace mención de un
“universalimo ético”, la realidad es que resulta imposible establecer una ley moral que
abarque a todas las poblaciones de todo el mundo. Podemos citar como ejemplo el tema del
aborto, lo cual ha movilizado muchas opiniones y generado diversas controversias. Hay
quienes están a favor y hay quienes están en contra; ambas posturas con sus respectivas raíces
en cuestiones religiosas, sociales, científicas, entre otras. Y no es posible decir cuál es ética y
cuál no, cuál está bien y cuál está mal. Sino que las dos perspectivas son igual de respetables
siempre y cuando se basen en argumentos defendibles.

El autor, por otro lado, señala que el deber ético desborda las normas de conducta que se
transmiten desde la costumbre social, así como además ninguna cultura es en sí moral o
inmoral. Sin embargo hoy, en pleno siglo XXI, no deja de tildarse con estos conceptos a
cuestiones como el aborto, la monogamia o poligamia, la homosexualidad, y el rol de la mujer
en la sociedad. ¿Cómo podemos entonces nosotros, miembros de la sociedad, definir el límite
de lo ético y no ético de forma objetiva? ¿Cómo podemos delimitar lo moral de lo inmoral
siendo imparciales? ¿Es esto posible?

Vallaeys, a lo largo del texto, refleja que la unanimidad de principios termina cuando se trata
de aplicar concretamente estos deberes universales. Si bien la ley moral permite abrir paso a
un espacio de debate ético, político y social sobre los diversos modos de vida cotidiana, resulta
imposible definir y delimitar universalmente y de forma absoluta cómo organizar nuestra vida
social. Y ello se debe a que estamos frente a una infinidad de costumbres, convenciones
sociales y hábitos personales que jamás podrán ser universalizables.

Consecuentemente, el universalimo ético al que refiere el autor abre paso a la autonomía

personal y colectiva, debiendo dejar de lado el concepto de etnocentrismo ético; porque
justamente lo que implica el Desarrollo radica en la tolerancia entre culturas y los sistemas de
creencias diferentes, en aceptar esta diversidad como parte de la conducta moral. Nos

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encontramos así frente a una ética del diálogo, en la que debatimos la realidad social que
vivimos desde una perspectiva crítica, intentando la mayor justicia posible.

De esta manera, el enfoque ético señala que las personas necesitan y deben ser consideradas
como Sujetos de su Desarrollo, refiriéndonos así al AUTODESARROLLO. La autonomía pasa a
ser entonces el fin del desarrollo; debiendo garantizar el carácter ético de las políticas,
programas y proyectos de desarrollo, y teniendo en cuenta las diversas perspectivas culturales
y ecológicas, con el diálogo como base para definir las distintas calidades de vida. No se trata
de imponer o exigirle al otro, sino de apoyar la acción del otro sin actuar en su lugar. Hacemos
referencia a un proyecto en el cual prevalece una “relación de socios” entre una comunidad
que decide resolver sus problemas y organizaciones e instituciones que sostienen y apoyan sus
procesos, asegurándose que la población participe realmente de todas las fases del proyecto.

“La expansión de la libertad es tanto el fin primordial

del desarrollo como su medio principal.”

Esta ÉTICA DEL DESARROLLO Y LA ARGUMENTACIÓN implica no buscar influenciar, seducir o

manipular al otro; sino buscar la verdad sin consideración de interés; reconocer al otro como
libre; exigir fundamento de las afirmaciones y no tratar sólo de imponerlas. Es necesario
entender que todos somos iguales en nuestra capacidad de encontrar juntos la verdad, así
como también somos co-responsables frente al destino y el logro de la verdad y el consenso.

Un agente de cambio eficaz y ético es siempre aquel que facilita el cambio endógeno ajeno,
abriendo las oportunidades del autodesarrollo. Solamente a partir de la epistemología de la
humildad y la estrategia de la facilitación nos será posible desarrollar la aptitud de escuchar
atentamente lo que el otro quiere decir y ser.

Finalmente, podemos hacer mención de la Universidad y su rol en la sociedad. Instituir el

debate ético-político público permite, por un lado, la aceptación de la universalidad de la vida
social y, por otro, permite distinguir lo universalizable de lo idiosincrásico, el deber moral de la
costumbre. La Universidad como tal tiene el deber de promulgar, conducir y vigilar el debate
ciudadano ético y político con el fin de formar ciudadanos y resguardar el proceso de
democratización de la sociedad. Como señalaba Nelson Mandela “Porque ser libre no es
solamente desamarrarse las propias cadenas, sino vivir en una forma que respete y mejore la
libertad de los demás.”

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