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LA RIQUEZA DE LAS NACIONES

Adam Smith

INTRODUCCIÓN

El trabajo provee de las cosas necesarias y convenientes para la vida.

Los viejos economistas ingleses consideraban la riqueza de una nación como un


fondo acumulado.

“el valor intrínseco natural de cualquier cosa consiste en su idoneidad para satisfacer
las necesidades o procurar las cosas convenientes de la vida humana”. (Locke)

El bienestar de una nación debe calcularse por el bienestar promedio de sus


miembros, y no por el agregado.

De la aptitud, destreza y sensatez con que se ejercita el trabajo y del número de obreros
productivos dependen la abundancia y escasez de la riqueza de un país.

CAPÍTULO I

El progreso en la producción viene de la división del trabajo.

Dividir el trabajo por ocupaciones lo hace más eficiente: el trabajo necesario para realizar
un producto acabado se reparte, por regla general, entre muchas manos.

Muchos de los progresos en el empleo de maquinaria (factor que optimiza más la


producción) se deben al ingenio de los llamados filósofos.

Para Adam Smith los filósofos son “hombres de especulación, cuya actividad no consiste
en hace cosa alguna, sino en observarlas todas y, por esta razón, son capaces de combinar
o coordinar las propiedades de los objetos más dispares”. (13)

Al progresar la sociedad, crece el número de ciudadanos que se dedican a la especulación.

Como cualquier otro empleo, también la filosofía debe dividir su ocupación para acrecentar
cada vez más la cantidad de su ciencia (especialización).

“La gran multiplicación de producciones en todas las artes, originadas por la división del
trabajo, da lugar, en una sociedad bien gobernada, a esa opulencia universal que se
derrama hasta las clases más pobres”. (p. 14)
CAPÍTULO II

Esta división del trabajo no proviene de la sabiduría humana, sino de una inclinación a
negociar una cosa por otra.

La mayor parte de los servicios que necesitamos los recibimos por trueque, convenio o
permuta. Este es el origen de la división del trabajo (yo hago esto; tú haces aquello; luego
lo intercambiamos y así los dos salimos ganando)

“En casi todas las especies zoológicas el individuo, cuando ha alcanzado la madurez,
conquista la independencia y no necesita el concurso de otro ser viviente. Pero el hombre
reclama en la mayor parte de las circunstancias la ayuda de sus semejantes…”. La
conseguirá interesando el egoísmo de los otros, haciéndoles ver que es ventajoso para
ellos el hacer tal o cual cosa.

“Dame lo que necesito y tendrás lo que deseas […] así obtendremos de los demás la
mayor parte de los servicios que necesitamos”.

No hablemos al otro de nuestras necesidades, sino de sus ventajas. No invoquemos sus


sentimientos humanitarios, sino su egoísmo.

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