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Causas hepáticas de hipertransaminasemia

 Hepatitis alcohólica

La hepatitis alcohólica es la inflamación del hígado a causa de la ingesta de


alcohol.

Es más probable que la hepatitis alcohólica se presente en personas que


beben en abundancia durante muchos años. Sin embargo, la relación entre la
bebida y la hepatitis alcohólica es compleja. No todos los bebedores
empedernidos desarrollan hepatitis alcohólica, y la enfermedad puede
presentarse en personas que beben moderadamente.

Si te diagnosticaron hepatitis alcohólica, debes dejar de consumir alcohol. Las


personas que continúan consumiendo alcohol enfrentan un riesgo alto de daño
hepático y muerte.

Síntomas

El signo más común de la hepatitis alcohólica es la coloración amarillenta de la


piel y la parte blanca de los ojos (ictericia).

Estos son otros signos y síntomas:

 Pérdida de apetito

 Náuseas y vómitos

 Sensibilidad abdominal.

 Fiebre, a menudo febrícula

 Fatiga y debilidad.

La desnutrición es común en personas con hepatitis alcohólica. Ingerir grandes


cantidades de alcohol suprime el apetito, y los bebedores empedernidos
obtienen la mayoría de las calorías en forma de alcohol.

Los signos y síntomas adicionales que se producen con la hepatitis alcohólica


grave incluyen los siguientes:

 Acumulación de líquido en el abdomen (ascitis).


 Confusión y cambios en el comportamiento debido a la acumulación de
toxinas que el hígado suele destruir o eliminar.

 Insuficiencia renal y hepática.


Diagnóstico

El médico llevará a cabo un examen físico y te preguntará sobre el consumo de


alcohol en el presente y el pasado. Es importante ser honesto acerca del
consumo de alcohol. Quizás el médico te pida permiso para consultar a tus
familiares sobre tus hábitos de consumo de alcohol.

Para determinar si tienes enfermedad hepática, es posible que el médico te


recomiende hacer lo siguiente:

 análisis de la función hepática;

 análisis de sangre;

 una exploración del hígado mediante ecografía, tomografía computarizada


o imagen por resonancia magnética;

 una biopsia de hígado, si otras pruebas o estudios de diagnóstico por


imágenes no brindan un diagnóstico claro o si corres el riesgo de padecer
hepatitis por otras causas.
Causas

La hepatitis alcohólica se produce cuando el alcohol que bebes daña el hígado.


No está claro de qué manera el alcohol daña el hígado ni por qué lo hace
solamente en algunos bebedores empedernidos.

Se sabe que los siguientes factores desempeñan un papel en la hepatitis


alcohólica:

 El proceso del cuerpo para descomponer el alcohol produce químicos


altamente tóxicos.

 Estos químicos activan la inflamación que destruye las células del hígado.

 Con el tiempo, las cicatrices reemplazan el tejido hepático sano, e


interfieren con la función hepática.
 Esta cicatrización irreversible (cirrosis) es la etapa final de la enfermedad
hepática alcohólica.

Algunos de los factores que pueden contribuir a la hepatitis alcohólica son los
siguientes:

 Otros tipos de hepatitis. Si padeces hepatitis C y también bebes, así sea


de manera moderada, es más probable que sufras de cirrosis que si no
bebieras.

 Desnutrición. En general, las personas que beben mucho están


desnutridas porque comen mal o porque el alcohol y sus derivados
impiden que el cuerpo absorba adecuadamente los nutrientes. La falta de
nutrientes contribuye al daño de las células hepáticas.
Factores de riesgo

El mayor factor de riesgo para la hepatitis alcohólica es la cantidad de alcohol


que consumes. No se sabe cuánto alcohol necesitas para que estés en riesgo
de contraer hepatitis alcohólica. Sin embargo, la mayoría de las personas que
padecen esta enfermedad tienen un historial de consumo de más de 3,5 oz
(100 g), lo cual es equivale a siete vasos de vino, siete cervezas o siete tragos
de bebida alcohólica de alta graduación, por día durante los últimos 20 años.

Sin embargo, la hepatitis alcohólica puede ocurrir entre quienes beben menos y
tienen otros factores de riesgo.

Otros factores de riesgo incluyen los siguientes:

 El sexo. Las mujeres parecen presentar mayor riesgo de desarrollar


hepatitis alcohólica; esto puede deberse a las diferencias en la manera en
que se procesa el alcohol en las mujeres.

 Obesidad. Los bebedores empedernidos con sobrepeso tienen más


probabilidades de desarrollar hepatitis alcohólica y de avanzar a una
cirrosis.

 Factores genéticos. Hay estudios que sugieren que puede haber un


componente genético en las enfermedades hepáticas inducidas por el
alcohol, aunque es difícil separar los factores genéticos de los factores
ambientales.
 Raza y origen étnico. Los afroamericanos y los hispanos podrían estar
en mayor riesgo de sufrir hepatitis alcohólica.

 Consumo compulsivo de alcohol. Tomar cinco o más tragos en un


periodo de dos horas para hombres y cuatro o más para mujeres podría
aumentar el riesgo de hepatitis alcohólica.
Complicaciones

Las complicaciones de la hepatitis alcohólica, que resultan del daño hepático


grave, se relacionan con el tejido cicatrizal. El tejido cicatrizal puede retardar la
circulación de sangre a través del hígado, y aumentar la presión de un vaso
sanguíneo importante (vena porta) y la acumulación de toxinas. Las
complicaciones incluyen las siguientes:

 Dilatación de las venas (várices). La sangre que no puede fluir


libremente a través de la vena porta puede retornar a otros vasos
sanguíneos del estómago y del esófago.

 Ascitis. Es posible que se infecten los fluidos que se acumulan en el


abdomen y requieran tratamiento con antibióticos. La ascitis no es
potencialmente mortal, pero generalmente es un signo de hepatitis
alcohólica avanzada o cirrosis.

 Confusión, somnolencia y dificultad del habla (encefalopatía


hepática). Un hígado dañado tiene problemas para eliminar las
sustancias tóxicas de tu cuerpo. La acumulación de sustancias tóxicas
puede dañar el cerebro. Una encefalopatía hepática grave puede llevar al
coma.

 Insuficiencia renal. Un hígado dañado puede afectar la circulación


sanguínea hacia los riñones, lo que ocasiona un daño a esos órganos.

 Cirrosis. Esta cicatrización del hígado puede conducir a insuficiencia


hepática.
Prevención

Para reducir el riesgo de desarrollar hepatitis alcohólica, sigue estos consejos:

 Si bebes alcohol, que sea con moderación. En el caso de los adultos


sanos, beber implica que las mujeres y los hombres mayores de 65 años
pueden beber hasta una copa por día, y los hombres de 65 años o
menores pueden beber hasta dos copas por día. La única manera de
prevenir la hepatitis alcohólica es evitar el consumo de alcohol.

 Protégete de la hepatitis C. La hepatitis C es una enfermedad hepática


infecciosa que se produce por un virus. Sin tratamiento, puede conducir a
la cirrosis. Si padeces hepatitis C y bebes alcohol, es mucho más
probable que padezcas cirrosis.

 Piensa antes de mezclar medicamentos con alcohol. Pregúntale a tu


médico si es seguro beber alcohol en caso de que tomes ciertos
medicamentos recetados. Lee las etiquetas de advertencia de los
medicamentos de venta libre. No bebas alcohol si tomas medicamentos
que advierten de complicaciones si se los combina con alcohol, en
especial, analgésicos como el paracetamol (Tylenol, otros).

Tratamiento

El tratamiento para la hepatitis alcohólica requiere dejar de beber y realizar


tratamientos para aliviar los signos y síntomas del daño hepático.

Dejar de beber

Si se te ha diagnosticado hepatitis alcohólica, debes dejar de beber alcohol


para siempre. Es la única manera posible de revertir el daño hepático o de
evitar que la enfermedad empeore. Las personas que no dejan de beber
probablemente desarrollarán una variedad de problemas de salud
potencialmente fatales.

Si eres adicto al alcohol y quieres dejar de beber, el médico puede


recomendarte un tratamiento que se ajuste a tus necesidades. Dado que puede
ser peligroso dejar de beber de manera repentina, si eres adicto, asegúrate de
hablar con el médico sobre el plan a seguir.

Las opciones de tratamiento podrían incluir las siguientes:

 Medicamentos

 Asesoramiento psicológico

 Alcohólicos Anónimos u otros grupos de apoyo


 Programa de tratamiento residencial o ambulatorio.
Tratamiento para la desnutrición

Tu médico puede recomendarte una dieta especial para corregir los problemas
nutricionales. Probablemente se te derivará a un nutricionista que pueda
sugerirte maneras de aumentar el consumo de las vitaminas y los nutrientes
que te faltan.

Si tienes problemas para alimentarte, es posible que tu médico te recomiende


la alimentación por sonda. Se introduce un tubo por la garganta o el costado
del cuerpo y dicho tubo llega hasta el estómago. Luego se administra una dieta
líquida especial rica en nutrientes a través del tubo.

Medicamentos para reducir la inflamación del hígado

Si tienes hepatitis alcohólica grave, es posible que tu médico te recomiende lo


siguiente:

 Corticoesteroides. Estos medicamentos mostraron beneficios a corto


plazo en el aumento de la supervivencia de ciertas personas con hepatitis
alcohólica grave. Sin embargo, los corticoesteroides tienen efectos
secundarios graves y, por lo general, no se recetan si sufres de
insuficiencia renal, sangrado gastrointestinal o una infección.

 Pentoxifilina. Tu médico puede recomendarte este medicamento


antiinflamatorio si tienes hepatitis alcohólica grave y no puedes consumir
corticoesteroides. No está claro el beneficio general de la pentoxifilina
para tratar la hepatitis alcohólica. Algunos estudios indican que la
pentoxifilina puede no ser eficaz en personas con hepatitis alcohólica leve
o en personas que no respondieron al tratamiento con esteroides.
Trasplante de hígado

Para algunas personas que padecen hepatitis alcohólica grave, si no se hace


un trasplante de hígado, el riesgo de muerte es alto.

Históricamente, las personas con hepatitis alcohólica no han sido candidatas


para trasplantes de hígado por el riesgo de que vuelvan a tomar el hábito
perjudicial de la bebida luego del trasplante. Sin embargo, según estudios
recientes los pacientes con hepatitis alcohólica grave que fueron
minuciosamente seleccionados tienen tasas de supervivencia del trasplante de
hígado similares a las de los receptores de trasplantes de hígado con otros
tipos de enfermedad hepática.

Para que el trasplante sea una opción, necesitarías lo siguiente:

 Encontrar un programa que se ocupe de pacientes con trasplante de


hígado que tengan hepatitis alcohólica

 Cumplir con los requisitos del programa, que incluyen comprometerse de


por vida a no beber alcohol, además de otros requisitos específicos del
centro de trasplante

 ENFERMEDAD DE WILSON
La enfermedad de Wilson, también denominada degeneración hepatolenticular, es
una alteración en el metabolismo del cobre que se encuentra en el organismo,
lo que ocasiona una acumulación del mismo en diferentes tejidos, sobre todo en
hígado, núcleos basales y cornea.
Bajo condiciones fisiológicas normales, el hígado se encarga de filtrar el exceso de
cobre y lo incorpora en el líquido de la bilis que se secreta. Las personas con
enfermedad de Wilson no pueden filtrar todo el cobre y por ello se acumula.
Estas pequeñas cantidades de cobre que contiene el cuerpo humano son
esenciales para las funciones orgánicas normales, pero su alta concentración puede
resultar mortal para los pacientes que padecen esta enfermedad.
Por norma general, el cobre es un potente toxico celular cuando está libre, por lo
que las células se defienden neutralizándolo mediante su unión a proteínas y otros
componentes intracelulares. En el momento en el que el cobre es excesivo, los
mecanismos de defensa fallan y se produce daño a los tejidos.
Según la Asociación Española de Pediatría, se transmite por herencia y tiene una
prevalencia de entre 10 y 30 millones de habitantes.
La enfermedad de Wilson está categorizada como rara. Según la Unión Europea
enfermedad rara es aquella que afecta a menos de cinco personas de cada diez
mil.

Causas
La causa principal que caracteriza a este trastorno es el factor hereditario, pero es
poco común ya que, incluso en el caso de que ambos padres porten el gen anormal
que lo ocasiona, sólo existe un 25 por ciento de probabilidades de que el hijo
tenga la afección.
Está determinada como enfermedad hereditaria por mecanismo autosómico
recesivo, sólo la padece la población homocigota y, clínicamente, se manifiesta
como una enfermedad hepática, neurológica o neuropsiquiátrica, o como una
combinación de ambas.
Esta afección incide, fundamentalmente, en niños, adolescentes y adultos jóvenes,
aunque en la actualidad están comenzando a darse casos de pacientes a los que
se diagnostica la patología después de los 40 años. Algunos, porque los síntomas
se han presentado a esta edad y otros, porque no habían sido diagnosticados
adecuadamente con anterioridad.
Síntomas
Las manifestaciones que presenta la enfermedad de Wilson son muy diversas y
dependen de cómo evolucionan los depósitos de cobre pero, en términos
generales, los síntomas suelen ser hepáticos en las primeras fases de la
enfermedad y neurológicos y neuropsiquiátricos en las fases más avanzadas.
En general, los síntomas principales de esta patología engloban los siguientes:
 Dificultad o rigidez al mover los brazos y las piernas y dificultad para caminar.

 Distensión abdominal.

 Cambios emocionales, conductuales, confusión o delirio.

 Movimientos lentos y temblores en los brazos y las manos.

 Movimientos espasmódicos difíciles de controlar y deterioro en el lenguaje.

 Vómito con sangre, debilidad e ictericia.


Según la Asociación Española de Pediatría, aproximadamente un tercio de los
niños presentan síntomas clínicos relacionados con esta patología, sobre todo,
hepáticos como ictericia, epistaxis, edema en los miembros inferiores o acumulo de
líquido en la cavidad abdominal.
Prevención
Puesto que es una enfermedad de carácter genético, es necesario asesorar a las
personas con antecedentes familiares de enfermedad de Wilson.
Diagnóstico
El diagnóstico de esta afección se establece a partir de la combinación de
manifestaciones clínicas, pruebas de laboratorio y el estudio genético. Si al realizar
estos exámenes se obtiene un positivo conjunto, el paciente padece la afección,
pero normalmente no es tan sencilla de detectar.
Los análisis de laboratorio empleadas en el diagnóstico son las siguientes:
 Determinación de las transaminasas que están elevadas.
 Nivel plasmático de ceruloplasmina.
 Calcular la cantidad de cobre sérico en el organismo, ácido úrico sérico y la
cantidad de cobre en la orina.
Además, existen otras exploraciones que pueden incluir una radiografía abdominal,
una resonancia magnética de la cabeza y una biopsia del hígado.
Del mismo modo, se ha descubierto cual es el gen que causa la enfermedad de
Wilson y se denomina ATP7B. en el caso de que el paciente sienta que padece
estos síntomas, los especialistas recomiendan acudir al especialista, ya que una
detección y tratamiento tempranos es la forma de limitar su avance.
Tratamiento
En lo que respecta al tratamiento, actualmente no existe tecnología genética
suficiente para tratar las enfermedades metabólicas, por lo que los especialistas
siguen aplicando métodos más tradicionales.
En el caso de la enfermedad de Wilson, la terapia es eficaz, pero sigue sin poder
controlar en su totalidad ciertas complicaciones de carácter neurológico o
neuropsiquiátrico.
El tratamiento actual se basa en tres aspectos:
 Disminuir el depósito de cobre de los tejidos existente.
 Prevenir la acumulación continuada del cobre tanto en los tejidos como en la
sangre.
 Conseguir reducir o tratar las complicaciones derivadas de las dos situaciones
anteriores.
Con respecto al primer factor, el tratamiento se mantiene toda la vida, ya que nos
e puede reponer la ceruloplasmina (proteína que se encarga del transporte del
cobre), que sería la terapia adecuada y definitiva. Aun así, la clave de un tratamiento
efectivo es la detección precoz de la enfermedad.
Para los casos más graves de la enfermedad de Wilson se aplica diálisis,
hemofiltración, transfusiones o, en el caso de cirrosis o fallo hepático agudo,
transplante. Para el resto de los casos, el tratamiento inicial son los quelantes y,
entre ellos, los más utilizados son la d-penicilamina y la trientina.
Normalmente, siguiendo las indicaciones del especialista, los síntomas hepáticos
suelen ir remitiendo. No así los neurológicos, sobre todo, si el paciente ya los tenía
con anterioridad a comenzar el tratamiento.
Por último, el control clínico se llevará a cabo cada semana durante los dos
primeros meses. Después cada mes de 6 a 9 meses más y, al comprobar que los
han remitido casi por completo, dos veces al año.
En caso de cirugía, los especialistas recomiendan reducir la dosis lentamente y
hasta un 50 por ciento, por el efecto anticicatrizante.
A la hora de prevenir la acumulación, la recomendación es controlar su absorción
intestinal y no ingerir en exceso alimentos que contengan cobre, tales como el
cacao, los frutos secos, los moluscos, los mariscos y el brócoli.
Finalmente, el tratamiento más efectivo en el caso de las complicaciones es el
trasplante, sobre todo, en los casos donde la afección se presenta de forma grave.

Otros datos
Para esta afección se requiere tratamiento de por vida. Es una patología que puede
ser mortal, además puede incluir la pérdida de la función hepática.
Del mismo modo, pueden desarrollarse múltiples enfermedades como la anemia,
complicaciones en el sistema nervioso, muerte de los tejidos hepáticos, hepatitis,
aumento de las probabilidades de fractura de los huesos o complicaciones
psicológicas

 Hepatitis verídica aguda

 La hepatitis vírica aguda es una inflamación del hígado debida a la infección por
alguno de los cinco virus de la hepatitis. En la mayoría de las personas, la
inflamación comienza de forma súbita y solo dura unas semanas. Puede ser desde
asintomática a presentar síntomas graves.

 Las personas afectadas pueden presentar falta de apetito, náuseas, vómitos,


fiebre, dolor en la parte superior derecha del abdomen e ictericia.

 Los médicos realizan una exploración física y extraen muestras de sangre para
analizarla.

 Las vacunas pueden prevenir las hepatitis A, B y E.

 No suele ser necesario ningún tratamiento específico.

La hepatitis vírica aguda puede ser causada por uno de los cinco virus de la hepatitis
(A, B, C, D y E, ver Virus de la hepatitis) y, probablemente, por otros virus aún no
identificados. El virus de la hepatitis A es la causa más frecuente, seguido del de la
hepatitis B. El riesgo de contraer hepatitis aumenta al realizar ciertas actividades,
como hacerse un tatuaje o una perforación estética, compartir agujas para inyectarse
drogas o tener varias parejas sexuales.
Sintomas

La hepatitis vírica aguda puede dar lugar a cualquier cuadro clínico, desde un trastorno
menor, similar a una gripe, hasta una insuficiencia hepática mortal. A veces cursa de
forma asintomática. La gravedad de los síntomas y la velocidad de recuperación
varían considerablemente en función del tipo de virus y de la respuesta de la persona a
la infección. La hepatitis A y la hepatitis C suelen cursar con síntomas muy leves o ser
asintomáticas y pueden pasar inadvertidas, mientras que las hepatitis B y E producen
síntomas graves con mayor probabilidad. La infección simultánea por los virus de la
hepatitis B y D (llamada coinfección) hace que los síntomas sean aún más graves.

Los síntomas suelen aparecer repentinamente y son, entre otros, falta de apetito,
náuseas, vómitos y a menudo fiebre y dolor en la parte superior derecha del abdomen
(donde está localizado el hígado). En las personas fumadoras, la aversión al tabaco es
un síntoma típico. Algunas veces, en especial en la hepatitis B, las personas infectadas
presentan dolores articulares y urticaria con prurito (habones).
Por lo general, entre 3 y 10 días después, la orina suele volverse oscura y aparece
ictericia (coloración amarillenta de la piel y de la parte blanca de los ojos, la
bilirrubina es el principal pigmento de la bilis, el líquido digestivo amarillo-verdoso
producido por el hígado. La mayoría de los síntomas desaparecen habitualmente en
este punto y la persona se siente mejor, aun cuando la ictericia puede empeorar. La
ictericia suele alcanzar su nivel máximo en el periodo de 1 a 2 semanas y luego, de la
semana 2 a la 4, va desapareciendo. Pueden presentarse síntomas de colestasis (una
reducción o interrupción del flujo de la bilis), tales como deposiciones blanquecinas y
prurito generalizado, en especial en personas con hepatitis A.
En raras ocasiones, los síntomas llegan a ser extremadamente graves y aparece
insuficiencia hepática (llamada hepatitis fulminante). Las personas que padecen
hepatitis B, y sobre todo aquellas con una coinfección por hepatitis D, son más
propensas a tener una hepatitis fulminante cuya progresión puede ser muy rápida. Las
sustancias tóxicas, eliminadas normalmente por el hígado, se acumulan en la sangre y
llegan al cerebro, lo que provoca encefalopatía hepática (portosistémica) L.a hepatitis
fulminante puede resultar mortal, sobre todo en adultos.
Las personas con hepatitis vírica aguda generalmente se recuperan en 4 u 8 semanas,
incluso sin tratamiento. Sin embargo, las personas infectadas por el virus de la
hepatitis C pueden convertirse en portadoras del virus. Las personas infectadas con
hepatitis B tienen menos probabilidades de convertirse en portadores. Los portadores
no tienen síntomas, pero siguen estando infectados y transmiten el virus a otras
personas. Los portadores pueden llegar a padecer hepatitis crónica, pese a que la
enfermedad no sea aparente.
Diagnóstico
El médico sospecha la existencia de una hepatitis vírica aguda basándose en los
síntomas que presenta la persona. Durante la exploración física, el médico palpa la
parte del abdomen situada sobre el hígado, el cual está dolorido y algo aumentado de
tamaño en aproximadamente la mitad de las personas con hepatitis vírica aguda.

Se realizan análisis de sangre para evaluar cómo está funcionando el hígado y si está
dañado (pruebas de función hepática). Estos análisis pueden indicar si el hígado está
inflamado y con frecuencia, ayudan al médico a distinguir una hepatitis derivada del
abuso de alcohol de otra causada por un virus. Se realizan análisis de sangre para
ayudar a los médicos a identificar cuál es el virus de la hepatitis causante de la
infección. Estos análisis pueden detectar partes del virus o anticuerpos específicos
producidos por el organismo para combatir el virus.

En algunos casos, si el diagnóstico no está claro, se realiza una biopsia: se extrae una
muestra de tejido hepático con una aguja y se examina.

Si la hepatitis aguda parece probable, se intenta identificar la causa en lo posible. Con


esta finalidad, el médico se ayuda de preguntas a los pacientes sobre las actividades
que pueden aumentar el riesgo de contraer una hepatitis vírica. Asimismo, el médico
también puede preguntar al paciente si toma medicamentos que pueden causar
hepatitis (como la isoniazida, utilizada para tratar la tuberculosis) y la cantidad de
alcohol que bebe, para decidir si la causa puede ser no vírica.
Tratamiento
En la mayoría de las personas no es necesario ningún tratamiento especial, aunque las
que padecen una hepatitis aguda excepcionalmente grave requieren hospitalización.
Después de los primeros días, la persona suele recuperar el apetito y ya no tiene que
permanecer en cama. No se requieren restricciones importantes en la dieta, en las
actividades que la persona desarrolla habitualmente ni son necesarios los suplementos
vitamínicos. La mayoría de las personas pueden volver a trabajar sin peligro después
de remitir la ictericia, aun cuando los resultados de las pruebas de la función hepática
no sean completamente normales.

Las personas con hepatitis no deben consumir alcohol hasta estar totalmente
recuperadas. A veces es necesario que el médico interrumpa la administración de un
fármaco o reduzca su dosis, cuando este, debido a la incapacidad del hígado infectado
para procesarlo (metabolizarlo), se acumula en el organismo con riesgo de alcanzar
concentraciones tóxicas (como ocurre con la warfarina o la teofilina). Por lo tanto, la
persona debe informar al médico de todos los fármacos que está tomando (tanto los
que necesitan prescripción médica como los que se adquieren libremente, incluidas las
plantas medicinales), para que este realice los ajustes de dosis que sean necesarios.

Si la hepatitis B provoca una hepatitis muy grave (fulminante), los fármacos


antivíricos pueden ser de ayuda. Sin embargo, el trasplante de hígado es el tratamiento
más eficaz y posiblemente, la única esperanza de supervivencia, sobre todo en
adultos.

Prevención

Se dispone de vacunas intramusculares para prevenir las infecciones por el virus de la


hepatitis A, B y E.

 La vacuna frente a la hepatitis A se recomienda para todos los niños (ver


figura Vacunación en lactantes y niños) y para los adultos con riesgo de estar
expuestos al virus, como los que vayan a viajar a zonas donde la hepatitis A es
frecuente (ver Vacuna contra la hepatitis A).
 Se recomienda la vacuna contra la hepatitis B para todos los menores de 18 años
(comenzando desde el nacimiento, ver Vacuna contra la Hepatitis
B y Vacunación en lactantes y niños)
 La vacuna contra la hepatitis E, una vacuna nueva, es más probable que se
utilice en zonas en las que la hepatitis E es frecuente.
Como con la mayoría de las vacunas, la protección se alcanza después de varias
semanas, que es cuando la vacuna alcanza todo su efecto ya que el sistema
inmunitario crea anticuerpos contra ese virus concreto de forma gradual.

Si una persona que nunca ha sido vacunada está expuesta al virus de la hepatitis A
puede protegerse mediante la inyección de un preparado de anticuerpos denominado
concentrado de inmunoglobulinas estándar, el cual evita la infección o disminuye su
gravedad. Sin embargo, el grado de protección que aporta es variable y es solo
temporal.

Si una persona que no ha sido vacunada se expone al virus de la hepatitis B, se le


administra inmunoglobulinas contra la hepatitis B además de la vacuna. Las
inmunoglobulinas contra la hepatitis B contiene anticuerpos frente al virus de la
hepatitis B que ayudan al cuerpo a combatir la infección. Este preparado evita los
síntomas o disminuye su gravedad, aunque es poco probable que impida la infección.
Algunas personas, como las que tienen un sistema inmunitario debilitado o las que
están siendo tratadas con hemodiálisis, pueden necesitar una dosis de refuerzo de la
vacuna.

No se dispone de vacunas contra la hepatitis C ni D. Sin embargo, la vacunación


contra el virus de la hepatitis B también disminuye el riesgo de infección por el virus
de la hepatitis D.

Se pueden adoptar otras medidas preventivas contra la infección por los virus de la
hepatitis:

 Lavarse cuidadosamente las manos antes de manipular alimentos

 No compartir agujas para inyectarse fármacos ni drogas

 No compartir cepillos de dientes, maquinillas de afeitar ni otros objetos que


puedan contener restos de sangre

 Adoptar medidas de seguridad en las relaciones sexuales, por ejemplo, usando


métodos de barrera como el preservativo

 Limitar el número de parejas sexuales

 Síndrome de Gilbert

El síndrome de Gilbert es una enfermedad hepática común que no causa daño y


en la cual el hígado no procesa la bilirrubina de manera adecuada. La bilirrubina se
produce cuando se eliminan los glóbulos rojos.
Si tienes el síndrome de Gilbert también conocido como insuficiencia hepática
constitucional e ictericia familiar no hemolítica, naciste con esta enfermedad debido
a una mutación genética que heredaste. Podrías no saber que tienes el síndrome
de Gilbert hasta que lo descubran por accidente, por ejemplo, cuando los análisis
de sangre muestren niveles altos de bilirrubina.

Síntomas

El síntoma más frecuente del síndrome de Gilbert es una coloración amarillenta


ocasional en la piel y en la parte blanca de los ojos como resultado de niveles un
poco elevados de bilirrubina en la sangre. En las personas con el síndrome de
Gilbert, los niveles de bilirrubina pueden aumentar y la ictericia puede manifestarse
debido a las siguientes causas:

 Enfermedades, como un resfrío o gripe

 Adoptar una dieta muy baja en calorías o ayunar.

 Deshidratación

 Menstruación

 Estrés

 Ejercicio intenso.

 Falta de sueño.

Causas

El síndrome de Gilbert se debe a un gen anormal heredado de los padres. El gen


normalmente controla una enzima que ayuda a desintegrar la bilirrubina en el
hígado. Cuando tienes un gen ineficaz, la sangre contiene cantidad de bilirrubina
en exceso porque el cuerpo no produce suficiente cantidad de la enzima.

Procesamiento normal de la bilirrubina en el cuerpo

La bilirrubina es un pigmento de color amarillento que se forma cuando el cuerpo


desintegra los glóbulos rojos viejos. La bilirrubina circula a través del torrente
sanguíneo hasta el hígado, donde la enzima desintegra el pigmento y lo elimina del
torrente sanguíneo.
La bilirrubina pasa del hígado a los intestinos con la bilis. Luego, se excreta en las
heces. Una pequeña cantidad de bilirrubina queda en la sangre.

Transmisión del gen anormal de generación en generación

El gen anormal que causa el síndrome de Gilbert es común. Muchas personas


tienen copia de este gen. En la mayoría de los casos, se necesitan dos copias
anormales para causar el síndrome de Gilbert.

Factores de riesgo

Si bien está presente desde el nacimiento, el síndrome de Gilbert generalmente no


se detecta sino hasta la pubertad o etapas posteriores, dado que la producción de
bilirrubina aumenta durante la pubertad. Tienes un riesgo elevado de síndrome de
Gilbert si cumples con las siguientes condiciones:

 Tanto tu padre como tu madre portan el gen anormal que provoca el


trastorno.

 Eres varón.

Diagnóstico

El médico puede sospechar síndrome de Gilbert si padeces ictericia o si tu nivel de


bilirrubina en sangre es elevado. Entre otros signos y síntomas que indican
síndrome de Gilbert, además de varias otras enfermedades hepáticas, se incluyen
la orina de color oscuro y el dolor abdominal.Para descartar enfermedades
hepáticas más comunes, es posible que tu médico te pida un hemograma
completo y análisis de la función hepática. La combinación de análisis de sangre y
pruebas de la función hepática normales, y niveles elevados de bilirrubina es un
indicador del síndrome de Gilbert. Por lo general, no es necesario realizar otros
análisis, aunque una prueba genética puede confirmar el diagnóstico.

Tratamiento

El síndrome de Gilbert no requiere tratamiento. Los niveles de bilirrubina en la


sangre pueden fluctuar con el tiempo, y es posible que, en ocasiones, tengas
ictericia, la cual suele solucionarse por sí sola sin reacciones adversas.

 Colangitis biliar primaria


Daño en el conducto biliar

La colangitis biliar primaria, antes llamada «cirrosis biliar primaria», es una


enfermedad crónica en la que las vías biliares del hígado se destruyen lentamente.
La bilis es un líquido que se produce en el hígado. Asiste en la digestión y ayuda al
cuerpo a eliminar el colesterol, las toxinas y los glóbulos rojos desgastados.

Cuando las vías biliares están dañadas, la bilis puede acumularse en el hígado y, a
veces, causar una cicatrización irreversible del tejido hepático (cirrosis).

La colangitis biliar primaria se considera una «enfermedad autoinmunitaria», lo que


significa que el sistema inmunitario del cuerpo ataca las células y los tejidos
saludables por error. Los investigadores creen que la enfermedad se desencadena
por una combinación de factores genéticos y ambientales. Por lo general,
evoluciona lentamente. Los medicamentos pueden retrasar el daño hepático, en
especial si el tratamiento comienza en forma temprana.

Síntomas

Más de la mitad de las personas con colangitis biliar primaria no presentan


síntomas evidentes cuando reciben el diagnóstico. Es posible diagnosticar la
enfermedad cuando se realizan análisis de sangre por otros motivos. Los síntomas
se manifestarán con el tiempo durante los siguientes 5 a 20 años. Aquellos que sí
manifiestan síntomas cuando reciben el diagnóstico suelen tener resultados menos
favorables.

Los síntomas tempranos frecuentes son los siguientes:

 Fatiga

 Picazón de la piel

 Sequedad en ojos y boca

Los signos y síntomas posteriores pueden ser los siguientes:


 Dolor en la parte superior derecha del abdomen

 Inflamación del bazo

 Dolor en los huesos, en los músculos o en las articulaciones

 Hinchazón de pies y de tobillos

 Acumulación de líquido en el abdomen debido a una insuficiencia hepática

 Depósitos de grasa (xantomas) en la piel que rodea los ojos, los párpados o
en los pliegues de las palmas, las plantas de los pies, los codos o las rodillas

 Color amarillento en la piel y en los ojos (ictericia)

 Oscurecimiento de la piel no relacionado con la exposición al sol

 Huesos débiles y frágiles (osteoporosis), lo que puede causar fracturas

 Diarrea, que puede incluir heces grasosas (esteatorrea)

 Baja actividad de la tiroides (hipotiroidismo)

 Adelgazamiento

Causas

Las causas de la colangitis biliar primaria no son claras. Muchos expertos


consideran que es una enfermedad autoinmunitaria en la que el organismo se
vuelve en contra de sus propias células.

La inflamación del hígado que se observa en la colangitis biliar primaria se origina


cuando ciertos tipos de glóbulos blancos, denominados «células T» (linfocitos T),
comienzan a acumularse en el hígado. Normalmente, estas células inmunitarias
detectan gérmenes, como las bacterias, y ayudan al cuerpo a defenderse contra
ellos. Sin embargo, en la colangitis biliar primaria, destruyen por error las células
sanas que revisten las pequeñas vías biliares del hígado.

La inflamación de las vías más pequeñas se disemina y, a la larga, daña otras


células del hígado. A medida que las células mueren, son reemplazadas por tejido
cicatricial (fibrosis), que puede provocar cirrosis. La cirrosis es la cicatrización del
tejido hepático que dificulta que el hígado funcione adecuadamente.
Factores de riesgo

Estos factores pueden aumentar el riesgo de padecer colangitis biliar primaria:

 Sexo. La mayoría de las personas con colangitis biliar primaria son mujeres.

 Edad. Es más probable que se presente en personas que tienen entre 30 y


60 años.

 Factores genéticos. Es más probable que padezcas esta afección si tienes


un familiar que tiene o tuvo colangitis biliar primaria.

 Ubicación geográfica. Se presenta con mayor frecuencia en el norte de


Europa y en Norteamérica.

Los investigadores creen que los factores genéticos combinados con determinados
factores ambientales desencadenan la colangitis biliar primaria. Estos factores
ambientales pueden comprender los siguientes:

 Infecciones causadas por bacterias, hongos o parásitos

 Tabaquismo

 Sustancias químicas tóxicas

Diagnóstico

El médico te preguntará sobre tus antecedentes médicos y los de tu familia, y te


hará una exploración física.

Es posible que se usen las siguientes pruebas y procedimientos para diagnosticar


la colangitis biliar primaria.

Análisis de sangre:

 Análisis de colesterol. Más de la mitad de las personas con colangitis biliar


primaria presentan aumentos extremos de las grasas en sangre (lípidos),
incluso el nivel de colesterol total.

 Análisis hepáticos. Estos análisis de sangre verifican los niveles de las


enzimas que pueden indicar una enfermedad hepática y una lesión en las
vías biliares.
 Análisis de anticuerpos para identificar la enfermedad
autoinmunitaria. Se pueden hacer análisis de sangre para verificar la
presencia de anticuerpos antimitocondriales.

Tratamiento

No existe una cura para la colangitis biliar primaria, pero hay medicamentos
disponibles para disminuir el avance de la enfermedad y evitar complicaciones.
Estas son algunas de las opciones:

 Ácido ursodesoxicólico. Este medicamento, también conocido como


«ursodiol» (Actigall, Urso), suele utilizarse primero. Ayuda a mover la bilis a
través del hígado. El ácido ursodesoxicólico no cura la colangitis biliar
primaria, pero parece mejorar la función hepática y reducir la formación de
cicatrices en el hígado. Es menos probable que ayude contra la picazón y la
fatiga. Los efectos secundarios pueden comprender aumento de peso, caída
del cabello y diarrea.

 Ácido obeticólico (Ocaliva). Es el medicamento más nuevo aprobado por la


Administración de Alimentos y Medicamentos para el tratamiento de la
colangitis biliar primaria. Los estudios demuestran que, si se administra solo o
en combinación con ursodiol durante 12 meses, puede ayudar a mejorar la
función hepática.

 Fibratos (Tricor). Los investigadores no están seguros de cómo funcionan


estos medicamentos para ayudar a aliviar los síntomas de la colangitis biliar
primaria. Sin embargo, administrados junto con el ácido ursodesoxicólico, han
reducido la inflamación hepática y la picazón en algunas personas. Se
necesitan más estudios para determinar los beneficios a largo plazo.

 Otros medicamentos. Se han utilizado o estudiado muchos otros


medicamentos para tratar la colangitis biliar primaria con resultados variados.
Entre ellos, se encuentran el metotrexato (Trexall) y la colquicina (Colcrys).

 Trasplante de hígado. Cuando los medicamentos ya no controlan la


colangitis biliar primaria y el hígado comienza a fallar, un trasplante de hígado
puede ayudar a prolongar la vida. El trasplante de hígado consiste en
reemplazar el hígado enfermo por uno sano proveniente de un donante. El
trasplante de hígado está relacionado con muy buenos resultados a largo
plazo para personas con colangitis biliar primaria. Sin embargo, algunas
veces la enfermedad vuelve a aparecer varios años después en el hígado
trasplantado.
Tratamiento de los síntomas

El médico puede recomendar tratamientos para controlar los signos y síntomas de


la colangitis biliar primaria a fin de que te sientas más cómodo.

Tratamiento para la fatiga

La colangitis biliar primaria causa fatiga. Sin embargo, los hábitos diarios y otras
enfermedades pueden afectar el nivel de cansancio. Los investigadores están
evaluando si un medicamento llamado «modafinilo» (Provigil) puede ayudar a
reducir la fatiga en personas con colangitis biliar primaria. Se necesita más
investigación.

Tratamiento para la picazón

 Los antihistamínicos, como la difenhidramina (Benadryl u otros) y la


loratadina (Claritin u otros) se usan con frecuencia para reducir la picazón.
Pueden ayudarte con el sueño si la picazón no te deja dormir.

 La colestiramina (Questran) es un polvo que se debe mezclar con alimentos


o con líquidos. Si bien da resultado en la mayoría de las personas, el sabor
es desagradable.

 La rifampicina (Rifadin u otros) es un antibiótico que puede detener la


picazón. Se desconoce la manera exacta en la que lo hace. Los
investigadores creen que es posible que bloquee la respuesta del cerebro a
las sustancias químicas presentes en la sangre que generan picazón.

 Los antagonistas opioideos, como los que contienen naloxona (Bunavail,


Evzio) y naltrexona (Vivitrol), pueden ser útiles para tratar la picazón
relacionada con la enfermedad hepática.
Tratamiento para la sequedad de ojos y boca

Las lágrimas artificiales y los sustitutos de saliva, disponibles en versiones de


venta libre y con receta, pueden ayudar a aliviar la sequedad de ojos y boca.
Masticar goma de mascar o chupar caramelos duros también puede ayudar a
producir saliva y a aliviar la sequedad de boca

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