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Guión y Locución en Radio


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BLOQUE 5. LOCUCIÓN RADIOFÓNICA

5.1. Dicción

¿Cómo hablamos?. ¿Cómo pronunciamos, vocalizamos, entonamos?.


Tenemos el consuelo de que no nos ven, pero sabemos que miles de
personas, miles de orejas están escuchando lo que vamos a decir.

Se nos traba la lengua, se nota nuestro nerviosismo, nos equivocamos,


no entonamos y finalmente estropeamos el trabajo de redacción o
improvisación que tanto esfuerzo nos ha costado.

Se pude decir que una mala articulación provoca una mala dicción y,
consecuentemente, un ruido. Es exigible una fonogenia inteligible físicamente.
Es el ámbito fónico de la expresión oral. De él depende la audibilidad y
comprensibilidad de palabras y frases. Hay errores que sólo un contexto claro
puede suplirlos. El sistema castellano vocálico se presta a equívocos y
confusiones: “i” por “e”, “o” por “u”, etc. Sucede lo mismo con algunas
consonantes. Una noticia referida a Palencia o Valencia, requiere
inmediatamente el uso de palentino o valenciano u otra aclaración para saber a
qué ciudad se refiere. El oído es duro para captar la diferencia en una
percepción rápida.

En radio interesa el nivel del habla más que el de la lengua. Importa la


realización concreta de los sonidos. Se impone la ejecución de una fonética
correcta más allá de las matizaciones fonológicas.

Por lo tanto, tenemos que ser conscientes de lo poco que importamos en


el medio. Somos elementos prescindibles. ¿Esto quiere decir que no tiene
importancia la labor del emisor periodista, comunicador en Radio?. No, ni
mucho menos queremos dar a entender esto. Somos importantes, como
elementos transmisores y mediadores de la Realidad o de nuestros mensajes
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subjetivos; ideas, opiniones, juicios... Pero los oyentes no están pendientes de


cómo hacemos nuestra labor, sino de lo que transmitimos a través de nuestros
mensajes.

Es necesario que tomemos conciencia de que sólo somos unos


emisores de unos mensajes. Nadie desea que nos pongamos nerviosos, nos
equivoquemos, que se nos trabe la lengua... Sólo importa lo que decimos, a
quién se lo decimos y por supuesto, debemos intentar llegar al radioyente de la
forma más breve, clara y precisa posible.

Una de las formas de evitar este nerviosismo es pensar que hablamos a


un sólo destinatario, nos dirigimos a una sola persona. Por ejemplo; a nuestro
compañero que se encuentra haciendo control, o si hacemos autocontrol
pensamos en la figura de nuestra madre o amigo al que intentamos contarle
unos hechos, describirle unas emociones, ilusiones, la magia de la que somos
portadores en un medio tan fascinante como es la Radio.

Hablamos de igual a igual, de ciudadano libre a ciudadano libre; de


cerebro opinante a cerebro opinante. No se trata de emitir un discurso, un
mensaje desde la cumbre.

Por otra parte, debemos tener en cuenta que la Radio utiliza el esquema
comunicativo clásico; emisor-medio- receptor. Un medio que es un canal de
distribución de mercancías- mensajes. Distribuimos estos mensajes pensando
en el medio, en las características del medio; inmediatez, instantaneidad,
simultaneidad y rapidez. Características positivas.

Pero si hablamos de las características menos positivas, tenemos que


hacer alusión a la falta de percepción visual entre emisor y receptor, que si bien
puede servirnos como elemento relajante a la hora de hablar para un público, y
puede provocar sugestión en el oyente, también nos impulsa a esforzarnos de
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tal forma que los oyentes entiendan por medio de nuestras palabras incluso
hechos, expresiones que quedarían totalmente simplificadas por gestos.

Es como hablar a invidentes. Tenemos que describirlo todo y hablar de


forma clara. (Cuando entremos en aspectos técnicos también apreciaremos
como la claridad es necesaria además por la pérdida de la señal sonora en el
proceso técnico de comunicación radiofónica).

La claridad es un concepto que lo entendemos en radio como claridad


técnica, la determina una transmisión adecuada, sin ruidos en el proceso y con
una combinación de los recursos expresivos del medio. La claridad Enunciativa
tiene a su vez dos aspectos; el de la redacción y de la Locución. A éste último
nos referimos en este capítulo.

La voz radiofónica tradicional es una voz impostada, es decir, ejercitada


para una emisión con resonancia. Ella le da esa pastosidad que caracteriza las
voces llamadas microfónicas. En los últimos tiempos se ha buscado más la voz
viva, intensa, comunicativa, que la voz grandilocuente perfectamente emitida,
pero distanciadora. La voz del locutor profesional ha estado excesivamente
sometida a cánones perfeccionistas en busca de un estilo de dicción impoluta,
pero ha provocado a la vez una frialdad comunicativa.

Las nuevas maneras radiofónicas dan prioridad al estilo directo e


informal, y a la vez cargado de fuerza expresiva por la vivencia que se pone en
lo que se dice. Desde la perspectiva informativa la voz coloquial es más
comunicativa con el oyente, pero presenta algunos inconvenientes y es que
emplea un lenguaje más redundante. La solución más clara está, para algunos
autores como Cebrián Herrerros, “en la búsqueda de un cierto equilibrio en la
presencia del nuevo profesional que, con una dicción fácil y rápidamente
captable, sea capaz de inyectar de viveza comunicativa la exposición1”.

1
Cebrián Herreros, M. Ob. Cit., pp 110 – 119.
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El lenguaje radiofónico es vivo y rechaza las voces lánguidas, muertas.


Es precisamente la personalidad de la voz del presentador la que imprime
carácter al programa. En esa personalidad habría que examinar la emoción, la
entonación, el ritmo, el sentimiento...

La locución debe ser responsabilidad de la misma persona que elabora


los textos, rompiendo con la vieja imagen de redactor que hace únicamente
esta labor; la redacción y el locutor; que se dedicaba a su lectura como una
máquina parlante. Por tanto, estas dos acciones la deben realizar la misma
persona que “lee” el texto informativo, guión radiofónico.

La primera exigencia de una buena locución informativa es la


comprensión y dominio de las noticias para exponerlas oralmente con las
matizaciones necesarias y el sentimiento exacto. En la actualidad lo normal es
que la información sea expuesta por los propios periodistas en lugar de los
locutores tradicionales.

Los locutores profesionales disponían de grandes recursos para la


vocalización, dicción, entonación y dominio fonético. Ahora bien al periodista
también se le exige el cumplimiento de los requisitos propios de la locución, al
menos con unos niveles suficientes para la adecuada audibilidad de la
información.

La locución tiene que ser natural. Los textos, los guiones no se leen, se
dicen. Debemos interpretar lo que tenemos entre manos, para ello es
aconsejable gesticular mucho a la hora de emitir.

La Naturalidad en algunas ocasiones implica que se cometan errores


que los Profesionales cometen en pocas ocasiones. Pero, si los cometemos no
debemos preocuparnos, ya que damos la sensación al oyente de ser personas
que como él se equivoca y cometen errores al hablar, y no creamos en él una
imagen de máquinas parlantes que provoca un efecto distanciador.
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5. 2. Las variables de la locución;

En la Locución intervienen cuatro variables;

• La Vocalización.

• La Entonación.

• El Ritmo.

• La Actitud.

• 4.2.1. Vocalización

Una vocalización clara facilita la comprensión de un texto. Normalmente


cuando hablamos con otros no nos esforzamos en vocalizar, no nos
esforzamos en pronunciar todas las sílabas o en atribuir a cada letra su sonido
exacto. Esto no es una dificultad en la comunicación entre personas, que
cuenta con otros recursos como son los gestos y las obras. En cambio, en la
Radio los oyentes no tienen posibilidad de pedir aclaraciones, por lo que es
necesario una perfecta vocalización. Es imposible vocalizar bien si el ritmo es
muy apresurado, aunque la lentitud extrema produce ansiedad en el oyente.

Vocalizar bien, sin embargo, requiere mesura: Una vocalización muy


marcada, redicha se hace desagradable. Como dijo Ricard Fité, responsable
lingüístico de Catalunya Radio cuando la emisora se fundó en los primeros
años ochenta, “hay que hablar bien, pero sin que se note”. Lograr una buena
vocalización sin perder la naturalidad parece la cuadratura del círculo. Pero
hay que ocuparse de la naturalidad no preocuparse.

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