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EDITORIAL CRÍTICA
Grupo editorial Grijalbo
BARCELONA
SÁTIRA Y POÉTICA EN GARCILASO
2. — GUILLÉN
18 E L PRIMER SIGLO DE ORO
Túnez; otra vez hallamos al poeta entre dos países (entre Túnez y
Ñapóles, como en la «Epístola a Boscán» entre España y Nápoles: la
amplitud geográfica del poema y la vida errante del escritor consti-
tuyen el marco de una inquietud espiritual) y entre la guerra y la
paz, la muerte y el amor inminentes. En este compás de espera inme-
diatamente posterior a una victoria militar, las ambiciones de los
hombres se manifiestan claramente. Los unos no ocultan su deseo
de recoger «el fruto que con el sudor sembramos»,
verso muy elogiado durante el siglo xvi, 7 acaso, entre otros motivos,
porque en él se inicia un proceso de «concreción» que pronto conduce
al instante en que el «yo» de la elegía se desdobla y se ve, se con-
templa a sí mismo, como si Boscán o el lector divisase desde lejos
el camino que
MÉTRICA Y POÉTICA
U N A COYUNTURA EUROPEA
19. Cf. Pietro Bembo, Prose e Rime, ed. de Cario Dionisotti, Turín, 1960,
pp. 45 ss.
SÁTIRA Y POÉTICA EN GARCILASO 27
dos breves pretende aplicar los conceptos básicos del filósofo griego
a la sátira, el epigrama, la comedia, la elegía.20 Otros autores acome-
terán la misma tarea. Lodovico Dolce publicará una muy corta defini-
ción de la epístola como apéndice de su traducción horaciana de 1559,
que se mencionará más adelante. Por ahora me interesa tener presen-
te, con alguna precisión, el perfil temporal de un desenvolvimiento
histórico.
Sería superfluo enumerar aquí con todo detalle las diferentes fases
de la reconstitución en Italia de las formas clásicas principales, que
resume Lapesa en el párrafo citado y ha sido investigada a fondo por
la crítica especializada. Las fechas que más nos importan son las de la
madurez de la poesía de Garcilaso: 1532-1536. Dejemos para luego
la historia, bastante compleja, de la elegía, en que intervienen Sanna-
zaro y Ariosto, cuyas obras menores —sátiras y capítulos— aparecen,
según vimos, en 1534. Sobresalen desde un punto de vista, diga-
mos, genérico, los escritores calificados por Toffanin de operai del
classicismo volgare: obreros —mejor, artesanos— del clasicismo
vernáculo.21 Luigi Tansillo da al público en 1528 una égloga dialo-
gada, I due pellegrini. Giangiorgio Trissino cultiva los géneros helé-
nicos nobles, como la tragedia —en versos sueltos— y el poema
épico. Giovanni Rucellai se dedica, como Trissino, a la tragedia y,
como Alamanni, al poema didáctico virgiliano. El más activo de los
operai es el florentino Luigi Alamanni, cuyo destierro político le
lleva a convertirse en un poeta de la corte del rey Francisco I de
Francia. En 1532 se publican en Lyon las Opere toscane de Alamanni,
verdadero repertorio de formas clásicas breves: elegías, églogas, sáti-
ras, himnos pindáricos. En cuanto a la oda no pindàrica sino hora-
ciana, el innovador es Bernardo Tasso en sus Amori, libro que cono-
ció muchas ediciones, de 1531 a 1560, siendo el volumen más impor-
tante acaso el de 1535, donde al cancionero petrarquista originario se
agregan varias odas, seis elegías, siete églogas, la fábula de Píramo y
Tisbe y un epitalamio.22
25. Marot, Les Építres, ed. de C. A. Mayer, Londres, 1964, pp. 272-276.
26. Cf. Patricia Thomson, Sir Thomas Wyatt and bis Background, Londres,
1964, caps. VI y VII.
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3. — CUILLÉN
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43. Thomas Sébillet, Art poétique françoys, ed. de Félix Gaiffe, París,
1932, p. 155.
44. Marot, Oeuvres lyriques, ed. de C. A. Mayer, Londres, 1964, p. 9: «El
carácter confuso de estas definiciones ilustra perfectamente las vacilaciones de
Marot, y de sus contemporáneos».
45. Cit. por Chamard en «Élégie», p. 288.
46. Cf. Rudolph Schevill, Ovid and the Kenascence in Spain, Berkeley,
1913, pp. 115-116, 132.
39 35
EL PRIMER SIGLO DE ORO SÁTIRA Y POÉTICA EN GARCILASO
pleja, sucede con el siglo xvi a una polaridad u oposición muy anti-
se perdió, y don Juan de Arguijo.47 La cuarta copla castellana de
gua. Polaridad que se manifiesta en la «Epístola a Boscán».
Garcilaso («Pues este nombre perdí, / Dido, mujer de Siqueo ...»)
refunde los últimos versos de la Heroida Vil. 4 8 Y conviene anotar Esta polaridad es, a mi entender, un hecho histórico de una cla-
ridad meridiana. La crítica, sin embargo, no ha pensado así, y harían
que, mientras en Francia Ronsard o Pontus de Tyard o Jean Doublet
falta muchas páginas para asentar honradamente mi tesis. Permítase-
buscan distintas combinaciones métricas susceptibles de fingir la anda-
me que por ahora me ciña a una presentación muy breve de la
dura de los dísticos latinos (en general, los decasílabos y alejandri-
cuestión.
nos enlazados), el empleo, tan generalizado en español como en ita-
La crítica contemporánea, principalmente la angloamericana (que
liano, de la terza rima facilita y consiente las conjunciones y las inter-
se ha volcado sobre la sátira, sobre sus orígenes y sus rasgos consti-
ferencias. Así, por ejemplo, la carta poética de «Timbrio a Nísida»,
tutivos, pero que ha dejado la epístola, en sus dimensiones europeas,
que se lee en la Galatea de Cervantes (libro III), tiene mucho de
casi sin estudiar), suele cifrarse en un escepticismo que resumen bien
elegía ovidiana —ante todo, lo ficticio, convencional y novelesco—,
unas frases de Jay A. Levine:
algo de égloga y no poco de epístola en tercetos:
Salud te envía aquel que no la tiene, Ranging as they do from chatty dinner invitations to full-blown
Nísida, ni la espera en tiempo alguno critical and moral disquisitions, the Horatian epistles cannot be
Si por tus manos mismas no le viene. conveniently categorized by such simple criteria as theme and/or
El nombre aborrecible de importuno form, unlike pastoral or satire, which can be identified by subject
temo me adquirirán estos renglones, matter (as well as by stylistic and structural elements), or the ode,
escritos con mi sangre de uno en uno .. .49 elegy, and epigram, which must conform to certain formal require-
ments. As Trapp suggests, therefore, the verse epistle should
probably be viewed not as a genre in its own right, but as a
manner of writing adaptable to such fixed forms as the elegy and
L o EPISTOLAR Y LO SATÍRICO: DOS CONTRAGÉNEROS the satire.50
Son tres, pues, los términos de nuestra ecuación: la elegía, la Levine, que se propone investigar la epístola inglesa desde el Rena-
epístola y la sátira. (Las tres formas confluyen en la Elegía I I de cimiento, no distingue terminantemente entre el género epistolar y
Garcilaso.) Esta estructura genérica no carece de sentido: por ejem- el satírico.
plo, el destinatario de la epístola es el varón (desde Horacio); el de Tropiezo, antes de todo, con un obstáculo teórico, sobre el cual
la elegía es la mujer; el de la sátira es la colectividad. Pero la inten- volveré al terminar: el concepto de género literario que postula un
ción del presente artículo no consiste en mostrar o demostrar el juicio como el de Levine. Por ahora concedamos de buena gana que
sentido de una estructura histórica (en el plano de la poética), sino
en indicar sencillamente su existencia. Hemos visto que durante el 50. Jay Arnold Levine, «The Status of the Verse Epistle before Pope»,
Renacimiento la elegía viene a agregarse (confluencia algo confusa Studies in Philology, LIX (1962), p. 660: «Abarcando de hecho lo mismo
para el historiador pero poéticamente fecunda) a la pareja epístola- unas invitaciones charlatanas a cenar que elaboradas disertaciones críticas y mo-
rales, las epístolas horacianas no pueden categorizarse cómodamente mediante
sátira. Una estructura trimembre, y, por lo tanto, relativamente com- criterios sencillos como el tema y/o la forma, a diferencia del poema pastoril
o satírico, que puede identificarse por su materia (como también por elementos
estilísticos y estructurales), o de la oda, la elegía y el epigrama, que deben
47. Cf. Schevill, p. 231, y Obras poéticas de D. Diego Hurtado de Men- doblegarse a ciertos requisitos formales. Como propone Trapp, por lo tanto,
doza, ed. de William I. Knapp, Madrid, 1877, Epístola XII. la epístola en verso no debe mirarse probablemente como un género en sí,
48. Cf. Lapesa, p. 213, n. 107. sino como una manera de escribir susceptible de adaptarse a formas fijas como
49. Agradezco a mi sabio amigo Carlos Romero la indicación de la elegía la elegía y la sátira».
a Nísida,
40 EL PRIMER SIGLO DE ORO
Y en el mismo poema:
56. Cf. «Are the Letters of Horace Satires?», The American Journal of
Philology, XVIII (1897), pp. 313-324.
57. Cf. Poesía española, pp. 149, 198.
58. Essai sur la composition de cinq Épîtres d'Horace, Namur, 1960, p. 6:
«por grupos de dos que forman entre si contrastes, oposiciones. Por ejemplo:
género y especie, riqueza y pobreza, poesía y realidad, alma concupiscible y
alma irascible, beber y comer, etcétera».
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parejas de temas indivisiblemente entrelazados: la ciudad y el campo. más juegos fútiles; qué es la verdad, qué es el bien, esto es lo que
Esta oposición se reiterará numerosísimas veces en la historia de la me inquieta y lo que investigo y lo que ocupa todo mi ser»:
epístola moral. Sabido es que el pequeño filósofo instalado en un
«lugar ameno», sumergido en una «vida retirada», es el refugiado Nunc itaque et versus et cetera ludiera pono,
de la ciudad. La naturaleza hace las delicias de los hombres demasiado quid verum atque decens, curo et rogo et omnis in hoc sum. (vv. 10-11.)
civilizados o urbanizados. Por lo general, llevan éstos consigo un
gran cansancio, una saturación interior de vida urbana, o no pocas Edward P. Morris hace muchos años, y Elias Rivers no hace tan-
veces, como Petrarca, algún libro —Platón, Homero, Virgilio— del tos en su estudio fundamental de la «Epístola a Boscán» de Garcila-
que emana, velis nolis, la imagen de Atenas, Troya o Roma. so, elucidaron los rasgos generales de la epístola moral de origen
Agregaré que las oposiciones horacianas no se sitúan casi nunca lioraciano,59 como el papel tan importante de la amistad, esa situación
fuera del tiempo (o de la historia), del tiempo de una vida humana, i|ue permite y pide la búsqueda conjunta de la «verdad y el bien»
con su tránsito de una edad a otra y el horizonte de la muerte. en un plano relativamente familiar y concreto. La epístola infunde
Reléase con cuidado la primera epístola del primer libro de Horacio, vida real a las ideas abstractas y consigue que la filosofía moral sea
que no puedo comentar aquí, y la oposición sátira-epístola cobrará accesible al amigo, al existir tan limitado de una sola persona. Pero
todo su sentido humano. Solamente citaré el principio: «¿Tú, que la amistad supone también —al menos en Horacio y sus sucesores—
nombraron los primeros acentos de mi Camena [o sea, de la Musa aquello que queda fuera, ambientes y lugares que los amigos recha-
que dedicó a Mecenas las obras anteriores del poeta, las Odas y las zan. Esa búsqueda de la verdad responde a algo que no lo es. La supe-
Sátiras] y que los últimos habrán de nombrar, tú, Mecenas, preten- ración de la sátira a través de la amistad tiene que repetirse con cada
des que me encierre en la sala de esgrima de antes, yo gladiador poema nuevo; y acaso sean imprescindibles, para llegar a la verdad
muy visto y que ha recibido su florete [de gladiador retirado]? Mi moral, el recuerdo del error social y ese mínimo de ira sin el cual la
edad ya no es la misma, ni mi espíritu»: sabiduría se aleja demasiado del mundo de los hombres.
Volviendo a la Epístola de Garcilaso, encontramos que se
Prima dicte mihi, summa dicende Camena, encarna en ella, por primera vez en castellano, la antigua polaridad
spectatum satis et donatum iam rude quaeris, horaciana. Casi todo el poema es una meditación sobre la amistad,
Maecenas, iterum antiquo me includere ludo? que lo envuelve todo y es el marco del vivir real del poeta cuando
Non eadem est aetas, non mens. ( w . 1-4.) escribe. Pero aquello que queda fuera, como las incomodidades de
los viajes y las posadas, es también el marco indiscutible de la amis-
Esencial, y de una sencillez impresionante, es el verso cuarto: tad y de la poesía.
Garcilaso quiso sin duda escribir una epístola horaciana por pri-
Non eadem est aetas, non mens. mera vez in lingua volgare, sea castellana o toscana. Su elección para
tal propósito del verso suelto sin rimar —análogo al hexámetro
No me pidas que vuelva a las andadas, dice el poeta, pues mi edad latino—, tal vez se deba también a la polaridad que vengo comen-
es otra, y también mi espíritu ... De esa confesión o actitud arranca tando. Ya dije que los italianos no habían producido verdaderas
la Epistula primera y todo lo siguiente. La madurez o la vejez no epístolas antes de la época estudiada aquí; y ahora puedo añadir que
se contenta ya con la crítica de los errores y desatinos ajenos, el ade- el «principio satírico» sí había sido fructífero: los Sermoni de Antonio
mán negativo, el orgullo implícito en la burla. No sólo de sátira
puede ni debe vivir, en suma, la vejez. El poeta maduro ha de buscar 59. Cf. E. P. Morris, «The Form of the Epistle in Horace», Y ale Cías-
sical Studies, II (1931), pp. 81-114; y Elias L. Rivers, «The Horatian Epistle
el bien y la verdad, emprender el camino de la filosofía moral. El
and Its Introduction into Spanish Literature», Hispanic Review, XXII (1954),
poeta epistolar es el ex-poeta satírico. «Ahí dejo yo los versos y de- pp. 175-194.
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Vinciguerra (más bien didácticos que otra cosa, dice Hauvette) habían
aparecido en 1495 y tenían el mérito de utilizar la terza rima, como
los capitoli de índole jocosa; Ariosto había compuesto seis sátiras
—auténticas sátiras horacianas— entre 1517 y 1523; Alamanni,
trece (más abstractas y severas, como las de Vinciguerra), entre 1524
y 1527; 60 los tercetos de Dante y de Petrarca, y también sus sonetos,
habían sido puestos en ridículo por innumerables parodias durante
el siglo xv (los sonetos alia Burchiellesca); y Francesco Berni, muer-
to en 1535, acababa de sacar a luz esos capitoli burlescos, tan influ-
yentes, cuyo blanco era no el vicio o la injusticia, sino el petrarquis-
mo. Los tercetos eran en cada caso el instrumento predilecto de un
lenguaje encanallado. Nada menos sorprendente que la decisión de
Garcilaso: el experimento de la epístola nueva tenía que seguir derro-
teros menos pisoteados.
Arriesguemos una comparación de país a país: Italia satírica, Es-
paña epistolar. He aquí, tal vez, otra polaridad «horaciana».
60. Cf. Hauvette, Un Exilé florentin, pp. 207 ss. Hay alguna sátira de
Alamanni que, a mi ver, se aproxima a la epístola: la IX (A Tommasino Guada-
gni) y, sobre todo, la VI, dirigida a su esposa.
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(1972)