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¿Qué es la

adolescencia?
¿Es la adolescencia un estadio psicológico
necesario?
Por adolescencia solemos entender la etapa que se extiende, grosso modo, desde los 12-13 años hasta
aproximadamente el final de la segunda década de la vida. Se trata de una etapa de transición en la que ya no se
es niño, pero en la que aún no se tiene el estatus de adulto. Es lo que Erikson (1968) denominó una «moratoria
social», un compás de espera que la sociedad da a sus miembros jóvenes mientras se preparan para ejercer los
roles adultos. Sin embargo, la adolescencia tal y como nosotros la conocemos en occidente a finales del siglo
XX, es, hasta cierto punto, un producto de nuestro siglo. Muchos chicos y chicas occidentales a los que
consideramos adolescentes pueden caracterizarse por estar aún en el sistema escolar o en algún otro contexto
de aprendizaje profesional o a la busca de un empleo estable; por estar aún dependiendo de sus padres y
viviendo con ellos; por estar realizando la transición de un sistema de apego en gran parte centrado en la
familia, a un sistema de apego centrado en el grupo de iguales, a un sistema de apego centrado en una persona
del otro sexo; por sentirse miembros de una cultura de edad (la cultura adolescente) que se caracteriza por tener
sus propias modas y hábitos, su propio estilo de vida, sus propios valores; por tener preocupaciones e
inquietudes que no son ya las de la infancia, pero que todavía no coinciden con las de los adultos.
No existía una cultura adolescente, ni la adolescencia era percibida como un estadio particular del
desarrollo. Por lo que a Occidente concierne, los finales del siglo XIX marcan un punto de ruptura
con la situación que se acaba de describir. La revolución industrial cambia muchas cosas y lo hace
de manera muy notable. Con la industrialización empezó a hacerse importante la capacitación, la
formación, el estudio. Aunque los hijos de obreros siguieron incorporándose al mundo del trabajo a
edades muy tempranas, los hijos de las clases medias y altas tendieron a permanecer en las
escuelas, que aumentaron en número, desarrollaron programas específicos y más complejos, se
hicieron más exigentes. Al final, los hijos de obreros también se fueron uniendo a ese estilo de vida,
cuando, según avanzaba el siglo, se fue introduciendo en los diversos países occidentales el
concepto de escolaridad obligatoria, que se ha ido alargando hasta llegar en la actualidad en la
mayoría de los países europeos a los dieciséis años. No son pocos los chicos y chicas que
prosiguen luego sus estudios después de la escolaridad obligatoria, permaneciendo en el sistema
escolar unos cuantos años más. Lo que todo lo anterior significa es que en nuestra cultura
occidental, la incorporación de los adolescentes al estatus adulto se ha retrasado notablemente,
formándose como consecuencia un grupo nuevo que, como se ha indicado, desarrolla además sus
propios hábitos y maneras, y que se enfrenta a problemas peculiares.
Los cambios físicos de la pubertad y sus consecuencias psicológicas

Salvo los caracteres sexuales primarios (pene en los niños, vagina en las niñas), los cuerpos infantiles, de
chicos y chicas son fundamentalmente iguales. Al final de los procesos de cambio que se dan en la
pubertad, los cuerpos masculino y femenino se diferenciarán enormemente, tanto en lo que se refiere a
los caracteres sexuales primarios citados, cuanto en lo relativo a los caracteres sexuales secundarios (por
ejemplo, vello facial, cambio de voz, ensanchamiento de los hombros en los chicos; crecimiento del
pecho, ensanchamiento de las caderas en las chicas...). El proceso de transformación física es puesto en
marcha por una serie de mecanismos hormonales que desencadenan un largo proceso de cambios que
como se ve a continuación, presenta un patrón diferencial para chicos y chicas.

A continuación el vello púbico se pigmenta y el crecimiento alcanza su máxima velocidad. El proceso


continúa con el crecimiento de pene y testículos, aumentando luego la producción de espermatozoides.
Seguidamente, crece el vello en las axilas y un poco después la voz cambia de manera más marcada;
crece luego la barba. A partir de ahí, el crecimiento se desacelera.
En las chicas, los primeros signos son el redondeamiento de las caderas y el primer abultamiento
del pecho, junto con el comienzo del surgimiento del vello púbico no pigmentado. Útero, vagina,
labios y clítoris aumentan más adelante su tamaño. A continuación, el vello púbico crece deprisa
y pigmentado. Se desarrolla más adelante el pecho, con pigmentación de areolas y pezones.
Seguidamente, comienza a pigmentarse el vello axilar. Después, la velocidad de crecimiento
alcanza su cota más alta. A continuación se da la menarquía (primera menstruación). Termina
luego de crecer el vello púbico, el pecho adquiere su conformación adulta y el vello axilar
completa su crecimiento. La velocidad del crecimiento se desacelera. Los procesos descritos se
producen de manera relativamente lenta y es digno de resaltarse que algunas de las
manifestaciones del cambio que más evidentes pueden ser para el observador externo (cambio de
voz, vello pigmentado en las axilas y en la cara, en el caso de los chicos; primera menstruación,
desarrollo del pecho en las chicas), no son sino la parte final de un proceso iniciado bastante
tiempo antes. No hemos hecho ninguna referencia a las edades en las que estos cambios ocurren.
Adolescencia, ¿tormenta y drama?
Desde que a principios de nuestro siglo G. Stanley Hall (1904) publicara dos gruesos volúmenes
sobre la adolescencia, ha existido la tendencia a considerar esta época de la vida como un período
de «tormenta y drama», de acuerdo con la contraseña del movimiento romántico de la literatura
alemana del siglo XVÍH. Se supone, de acuerdo con este punto de vista, que la adolescencia es una
época de turbulencias, de cambios dramáticos, de tensiones y sufrimientos psicológicos
abundantes. Hasta cierto punto, esa visión de la adolescencia como época tormentosa encontró
refuerzo en varias formulaciones psicoanalíticas que situaban después de la fase de latencia un
período de especial tensión, con la reactivación de conflictos que habían estado dormidos y su
estallido en un contexto más complejo y problemático que el de la infancia. No es éste, sin
embargo, el único punto de vista que existe sobre la adolescencia y su carácter más o menos
turbulento. El mayor contraste con las teorías de la tormenta y el drama lo ofrecen las que
proceden de la antropología cultural. Hace ya muchos años que la antropóloga Margaret -Mead
realizó observaciones en Samoa, en Oceanía (Mead, 1928).
DESARROLLO DE LOS ADOLESCENTES I ASPECTOS GENERALES
LA ADOLESCENCIA, CULTURA Y SALUD
AI menos en los países occidentales u occidentalizados, los valores y conductas de los
adolescentes no siempre se generan desde el seguimiento social adolescentes. Parte
de estos al menos se genera en el segmento adulto. Los valores introyecados desde la
televisión y otros medios de comunicación de masas, por ejemplo, son proyectados
desde al mundo de los intereses adultos de la sociedad, que en general son políticos o
económicos. Otros son simplemente efecto de la socialización realizada por padres y
profesores. Si se acepta esta perspectiva, la pregunta respecto de como cambiar a los
adolescentes para que obtengan una mayor salud podría reformularse para decir de qué
modo cambiar a los adultos, que educan formal o informalmente a los adolescentes. de
manera que estos reciban una socialización generadora de más salud.
Muchos de los elementos recreativos presentes en la vida de los adolescentes
occidentales y de otras partes del mundo tales como música, ingestas
recreacionales (como cerveza, confitería), cigarrillos, videos, juegos de video,
lugares de deportes no son producto de la imaginación la organización
adolescente sino que son producidos por adultos para el mercado de los
jóvenes, sin consideración de los aspectos de salud que la explotación de ese
mercado puede dañar. Si hay una cultura adolescente, es una cultura
ampliamente manipulada por adultos que comercializan lo que ellos inducen a
los adolescentes a comprar. Por ejemplo, en vez los adolescentes occidentales
actuales crean su propia música."
Thomas et al consideran que la conformidad de la conducta adolescente con las
expectativas de las personas significativas es uno de los productos finales del
proceso de socialización de los jóvenes. Esta conformidad puede ser saludable o
riesgosa según Sean las expectativas adultas. Si los adultos esperan que el joven se
exponga a riesgos como muestra de machismo y virilidad, entonces tendremos una
sociedad en que los hombres jóvenes expondrían su salud para demostrar su
masculinidad. Con frecuencia, accidentes y violencias aparecen entre las primeras
causas de mortalidad juvenil, especialmente masculina. Una de las observaciones
mejor documentadas en psicología intercultural es el dimorfismo sexual en lo
referente a la conducta agresiva. En la mayoría de las sociedades humanas, los
hombres realizaban una cantidad de actos agresivos significativamente mayor que
las mujeres. Esta preponderancia es especialmente notable.
Este respeto puede ocultar conflictos intrafamiliares intensos que finalmente
afectarían la estructura de personalidad del que siendo adolescente vivió esos
conflictos. Las familias latinoamericanas tienden a ser del tipo que Minuchin Llamo
familias imbricadas (enmeshed familias). Este tipo de familia se caracteriza por la
sumisión del individuo a la voluntad colectiva de las familias La diferenciación
individual y la individualidad misma con valor están desvalorizadas, a la vez que
estimulan la dependencia mutua. México. La enfermedad representa una entidad
socialmente creada sobre la base de experiencia biológica socialmente
interpretada Esto significa que el termino se refiere a un conjunto de atributos o
cambios definidos como indeseables descubiertos en un cierto momento en la vida
biológica o mental de un individuo.
CULTURA FAMILIAR, ADOLESCENCIA Y SALUD
La mayoría de los adolescentes viven dentro de la esfera de influencia de una o
más familias. Una consecuencia de que el adolescentes carezca de recursos
propios para actuar independientemente (para lo cual las culturas latinas no lo
preparan) es que su estilo de vida no está determinado tanto por sus gustos y
preferencias en la satisfacción de sus necesidades como por los recursos de
los miembros adultos de la familia y por las pautas culturales y hábitos de
gustos. Como consecuencia, un adolescente puede estar dispuesto a llevar un
estilo de vida adecuado pero su entorno familiar se le presenta como barrera
para hacerlo así.
Salud reproductiva
En los últimos años la población adolescente de la región latinoamericana y México no
es la excepción, se ha incrementado considerablemente. De acuerdo al Consejo
Nacional de Población, existen 91’158,290 habitantes, de los cuales 30’209,543 son
adolescentes y jóvenes de 10 a 24 años. De ellos, 10’670,048 están entre 10 y 14 años
de edad; 10’142,171 entre los 15 y 18 años y 9’397,424 entre los 20 y 24. Es decir, del
total de la población de México, casi 33% de la población es de adolescentes y jóvenes,
51% de mujeres y 49% de varones. Para conocer el perfil de la salud reproductiva de un
país, es necesario tomar en cuenta el de sus adolescentes y jóvenes, cuyos estilos de
vida sexual se reflejarán en la tasa de crecimiento y la salud futuras del país y por tanto
en su desarrollo económico y social. Para entender la salud y la sexualidad en la
adolescencia, se requiere enmarcarla dentro de los conceptos generales que rigen a
estos temas.
La Declaración de los Derechos Humanos promulgados en Ginebra en 1948,
nos habla que todo S-36 Gac Méd Méx Vol. 136 Suplemento No. 3, 2000 ser
humano (sin importar edad, estado civil, raza, religión, condición
socioeconómica y otras características), tiene derecho a su integridad física,
psicológica y social, o sea, a la salud y que la comunidad social tiene la
obligación de proveerle todos los elementos básicos que coadyuven a ello.
Para ejercer este derecho, el ser humano tiene que contar con la información
necesaria que le permita conservar su salud y buscar tratamiento adecuado
cuando lo requiera. Sólo el conocimiento veraz y oportuno le brindará la
oportunidad de decidir entre las diversas opciones que se le vayan presentando
durante su vida. A este proceso se le llama educación para la salud y ésta debe
inculcarle desde pequeño, responsabilidad personal, familiar y colectiva.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la salud integral como el estado de
bienestar físico, mental y social y no solamente como la ausencia de enfermedades o
afecciones. Este enfoque que dimensiona a la condición humana se proyecta y dinamiza
mediante las estrategias de salud primordial consolidadas en Alma-Ata, en donde también se
destaca el enfoque multidisciplinario, multisectorial y la participación comunitaria como
cimientos de la construcción de la salud de la población. En la Carta de Ottawa para la
Promoción de la Salud en 1986, se considera que la salud es una dimensión importante de la
calidad de la vida, destacándose una serie de requisitos que implican intervención
multisectorial. Se señala que la promoción debe centrarse en la equidad, dirigiendo su acción
a reducir las diferencias y asegurar la igualdad de oportunidades y recursos que faciliten a
toda la población los medios de desarrollar al máximo su salud potencial. Se realza también
la significación de los estilos de vida en la salud que se crean en el marco de la vida
cotidiana. También se asigna valor a los cuidados que cada persona pueda dispensarse a sí
misma y a otros, así como la capacidad de tomar decisiones y de asegurar que la sociedad,
en la cual uno viva, ofrezca a todos sus miembros la posibilidad de gozar de un buen estado
de salud.
La sexualidad se define como una forma de expresión integral de todos los seres
humanos, en las diferentes etapas de su vida, vinculada a los aspectos biológicos,
psicológicos y sociales del sexo, que está influida por el contexto histórico, geográfico y
social en el que se desarrolla. Los aspectos cualitativos que diferencian a la sexualidad
humana de otras especies son los rasgos de placer, de afectividad, de comunicación,
creatividad ético y procreativo opcional. En otras palabras, el placer contribuye al
bienestar individual, al enriquecimiento de la personalidad y al desarrollo del vínculo con
otros pero sin olvidar los aspectos afectivos pues la capacidad de amar constituye un
componente eminentemente humano y hace más significativo y trascendente dicho
vínculo. Más aún, es en donde la posibilidad de la procreación queda abierta como una
opción y logro de dos personas que consciente, libre y con responsabilidad compartida
deciden la creación de un nuevo ser.
A partir de las Conferencias Internacionales de Derechos Humanos (Viena 1993), la de
Población y Desarrollo (Cairo, 1994), la Cuarta Reunión Internacional de la Mujer (Beijing,
1995) y la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social (Copenhague, 1995), el concepto que
surge para envolver a los conceptos de salud sexual y reproducción en el contexto de
salud integral, es el de salud sexual y reproductiva. Estos acuerdos internacionales
rePerfil de salud reproductiva de los adolescentes mexicanos. Gac Méd Méx Vol. 136
Suplemento No. 3, 2000 S-37 flejan el sólido compromiso de los gobiernos en “pro del
desarrollo centrado en la persona” sobre la base de algunos principios básicos. En las
Reuniones de Cairo y Beijing se hizo hincapié en que una buena salud sexual y
reproductiva iba más allá de la demografía y la planificación familiar pues es un
requisito previo para lograr el progreso socioeconómico y el desarrollo sostenible.

“Debe ser una meta prioritaria para todos los programas nacionales el asegurar el acceso
universal a una amplia gama de información y servicios de salud sexual y reproductiva,
especialmente para las mujeres, adolescentes y jóvenes, sin importar su condición”

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