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Introducción

En el siguiente trabajo nos proponemos poder analizar desde el psicoanálisis la obra


literaria Kafka y la muñeca viajera de Jordi Sierra i Fibra (2006).

El autor del libro se propone recrear la experiencia insólita que aconteció en la vida
de Kafka un año antes de su muerte. Kafka se encontraba paseando por el parque
Steglitz, en Berlín, cuando halla a una niña llorando desconsolada. El se acerca y le
pregunta que le pasa, a lo que la niña responde que había perdido su muñeca. Para
calmar a la pequeña, inventa una peculiar historia, le dice que su muñeca no se ha
perdido, que su muñeca se ha ido de viaje, y él convertido en el cartero de muñecas,
tenía una carta que llevarle a la pequeña al siguiente día. Aquella noche, lleno de
preguntas, Kafka escribe la primera carta de muchas. Semana tras semanas, entrega
a la niña cada carta, misma hora y lugar, narrando las peripecias de la extraordinaria
muñeca que se encontraba recorriendo el mundo. De esta manera en la niña el dolor
va desapareciendo.

Sierra i Fibra refiere a Kafka como un mago de la palabra para una niña desconocida
que jamás volvió a saberse nada de ella, como tampoco de aquellas cartas que
constituyen uno de los misterios más hermosos de la narrativa del sigo XX.

Comenzaremos con la siguiente cita de Freud extraída del texto el Creador literario
y el fantaseo (1906-08/1992):

Todo niño que juega se comporta como un poeta, pues se crea un mundo propio
o, mejor dicho, inserta las cosas de su mundo en un nuevo orden que le agrada.
Además sería injusto suponer que no toma enserio ese mundo; al contrario;
toma muy enserio su juego, emplea en el grandes montos de afecto.[…]Ahora
bien, el poeta hace lo mismo que el niño que juega: crea un mundo de fantasía
al que toma muy enserio, vale decir, lo dota de grandes montos de afecto, al
tiempo que lo separa tajantemente de la realidad efectiva. Y el lenguaje ha
recogido este parentesco entre juego infantil y creación poética llamada
“juegos” {Spiel} a las escenificaciones del poeta que necesita apuntalarse en
objetos palpables y son susceptibles de figuración, a saber “Lustpiel” {comedia;
literalmente juego de placer} “trauerspiel” {tragedia; juego de duelo} y
designando “Schauspieler” actor dramático, el que juega el espectáculo} (pág.
127-28)

Esta gran cita, nos permite pensar ese encuentro tan extraordinario entre el poeta y
el niño. Entre la creación literaria y el juego. En la obra nos encontramos con dos
personajes que crean un mundo y ambos toman muy enserio sus cometidos. Kafka
en el lugar del poeta y Elsi, en el lugar de la niña que juega. Como dice Freud lo dotan
de grandes montos de afecto. Para la niña, cada encuentro implica una puesta de
escena que le permitirá ir elaborando una pérdida. Para el escritor, cada carta
implica una nueva ilusión en su vida. Al comienzo, el espectáculo, podría pensarse
como trágico, donde un dolor inevitable se ha manifestado que invita a que los
personajes vayan elaborando un duelo, juego de duelo le llama Freud, para convertir
sus acciones en una comedia, un juego de placer. A medida que se lee cada carta, se
va creando una ilusión, que permite sentar las bases de sus deseos. Algo se posibilita
en cada encuentro, y ese recorrido no hubiera sido posible sino por el lenguaje.

A partir de lo planteado intentaremos realizar una recorrido por los siguientes


conceptos:
-El lenguaje
-El trabajo de duelo y el trabajo de juego
-El sujeto del inconsciente

ESCENA I- El encuentro
-Schauspieler-

Kafka…
El era uno más entre tantos, solitario, con sus pasos perdidos bajo el manto de la
mañana. Su mente volaba libre de espaldas al tiempo, que allí se mecía con la
languidez de la calma y se columpiaba alegre en el corazón de los paseantes. Aquel
silencio… Roto tan sólo por los juegos de los niños, las voces maternas de llamada,
reclamo y advertencia, las palabras sosegadas de los más próximos y poco más.
Aquel silencio…

El llanto de la niña…
Fuerte, convulsivo, repentino, hizo que Kafka se detuviera. Estaba muy cerca de él,
a pocos pasos, y no había nadie más a su alrededor. No se trataba pues de una
disputa entre pequeños, ni del castigo de una madre, ni siquiera de un accidente.
Lloraba de pie, desconsolada, tan angustiada que parecía reunir en su rostro todos
los pesares y las congojas del mundo. Kafka se quedó sin saber qué hacer, nadie
reparaba en la niña. Estaba sola. Y el llanto era tan… tan dramático. Caminó y se
detuvo delante de ella.

El lenguaje…
Hola- le dijo…

Lacan señala que la palabra es ante todo ese objeto de intercambio por el cual nos
reconocemos (1954-55/2008, pág. 77). Podemos pensar ese llanto como una
llamada, como una manera de comunicar algo. Ese pedido que se anuda a esa
primera palabra de la voz de Kafka, quien atiende ese llamado. Ese saludo da lugar
a un reconocimiento mutuo: dejaron de ser solitarios para despertar cada uno a la
pregunta ¿qué quiere? ¿qué tiene? Así comienza Kafka la relación con esa pequeña
desconsolada.
Es interesante cómo el personaje, a medida que va interrogando a la niña con
preguntas de rutina, va armando en su cabeza posibles hipótesis de su llanto. Hasta
que descubre el motivo a su desconsuelo: Su muñeca, su muñeca Brígida se había
perdido.

La singularidad del hecho sorprendió a Kafka por completo. Pero también lo tenía
atrapado. Quería irse, pero no podía. Aquella niña y el abismo de sus ojos llorosos lo
retenían. ¿Por qué el dolor infantil es tan poderoso? Decidió quedarse… y, como
buen escritor, hizo lo que mejor sabía hacer.

Lacan en el texto la Instancia de la letra dice lo siguiente: “El lenguaje con su


estructura prexiste a la entrada que hace en él cada sujeto en un momento de su
desarrollo mental”. Lacan, (1971/2009, p. 463) En esta idea podemos ver como el
lenguaje está antes que todo, y es el sujeto el que hace su entrada allí, siendo posible
esto por la articulación significante.

Surge la siguientes pregunta, es posible que a partir de la relación que se establece


entre los actores surja la noción de sujeto del inconsciente?

ESCENA II- La pérdida

La muñeca perdida
Elsi había perdido su muñeca, en el parque Stigliz, aquella tarde, en aquel banco.

Freud en Duelo y melancolía (1914-16/1992) refiere lo siguiente: “El duelo es, por
regla general, la reacción frente a la pérdida de una persona amada o de una
abstracción que haga sus veces, como la patria, la libertad, un ideal, etc.” (pág. 241)
Menciona también que esta reacción puede ser frente a la pérdida de un objeto
amado. El objeto tal vez no está realmente muerto, pero se perdió como objeto de
amor.
Esto nos advierte sobre la siguiente pregunta ¿Elsi se encontraba en un proceso de
duelo? ¿La pérdida de su muñeca amada podría representar un talante de duelo?

Freud menciona lo siguiente:

¿en qué consiste un trabajo de duelo? El examen de realidad ha mostrado que el


objeto amado ya no existe más, y de él emana ahora la exhortación de quitar
toda la libido de sus enlaces con ese objeto. La orden que esta imparte no puede
cumplirse enseguida. Se ejecuta pieza a pieza con un gran gasto de tiempo y de
energía de investidura y entre tanto la existencia del objeto perdido continua en
lo psíquico. Cada uno de los recuerdos y cada una de las expectativas en que la
libido se anudaba al objeto son clausurados, sobreinvestidos y en ellos se
consuma el desasimiento de la libido. Una vez cumplido el trabajo de duelo el
yo se vuelve otra vez libre y desinhibido. (pág. 243)
La niña, que experimentaba un estado de congoja y desconsuelo hace saber que su
muñeca Brígida ya no existe más. El encuentro con el escritor hará posible la
ejecución, pieza por pieza, del cometido final del duelo: “La quita de libido a ese
objeto perdido, para dar paso a la libertad del yo”. Es pieza por pieza porque cada
carta le permite ir restando libido a la muñeca. Al comienzo le resulta
incomprensible que Brígida se haya ido sin despedirse, lo siente como un abandono
y una gran decepción. Con el transcurrir de sus cartas va aceptando el camino
elegido por su muñeca y la posibilidad de que algo apreciado anuncie su
emancipación. Suceso que no cuenta solamente para el objeto amado, sino también
para su yo. La posibilidad de entender que Brígida había elegido otro camino que el
deseado por Elsi, le permite interrogarse a la niña acerca de su deseo. Ya no necesita
a Brígida para ser feliz. Elsi ya estaba liberada.

Los pasos perdidos


Kafka tenía 40 años, prácticamente un viejo para la niña. Claro que con su
quebradiza salud, probablemente lo fuese en realidad. ¿Cómo no iba a ser un viejo
prematuro alguien que estaba ya retirado del mundo y jubilado debido a su
tuberculosis?.
La situación de este personaje nos somete a preguntarnos si acaso no atravesaba
también un proceso de duelo o si, más bien, se hallaba en una melancolía -aunque
tendremos que dejar esta inquietud para otro momento-. Al final de la obra se revela
un posible vacío, cuando finaliza sus cartas. Vacío que intenta resolver mediante un
regalo y su adiós.

ESCENA III- 3 semanas de cartas, 3 semanas de visita al parque Steglizt.


-Trauerspiel- Lustpiel-

Tu muñeca no se ha perdido, tu muñeca se ha ido de viaje - Dijo él.


La mirada fue incrédula. La sorpresa total. Pero era una niña. ¿Qué niño no quiere
creer? ¿Quién no necesitan creer? En su mundo no existe todavía, la desconfianza
humana. La clave de esta fe residía en el convencimiento de Kafka, en su aplomo, la
forma en que contara aquel absurdo que acababa de nacer en su cabeza.

Kafka le afirma a la niña que él es cartero de muñecas, el encargado de repartir sus


cartas y leerlas. Le promete que al día siguiente le traerá aquella carta.

El trabajo de juego
Bruner (2008/13) establece la idea de trabajo de juego para referir a los caminos
psíquicos, las operatorias psíquicas por las que el juego llega a su formación y a tener
estatuto de formación del inconsciente. En su libro Duelos en juego, refiere que hay
concordancias entre el trabajo de juego y el trabajo de duelo. Menciona lo siguiente:
Ambas son operaciones de compromiso; se realizan bajo el conflicto de la
obediencia y la revuelta, atracción y repulsión, esfuerzo de desalojo y esfuerzo
de dar caza: ambas implican una investidura (pcs), conservación del investidura
(Inc) o sustitución de la investidura pcs-consciente por una inconsciente. En las
dos el trabajo es lento, pieza por pieza, cual rompecabezas a desarmar y volver
a armar. En ambas, lo doloroso, lo impresionante se transforma al servicio del
principio del placer en ganancia del placer. (pág. 109-10)
La propuesta de la autora es que al jugar, la inscripción de la castración tiene lugar.

En cada cuento, es posible pensar que esas cartas, por un lado invitan a jugar y a su
vez refieren a los caminos psíquicos por los que es posible acceder al estatuto del
inconsciente. A medida que transcurren los días, las cartas se van escribiendo, algo
va siendo nombrado, algo se va creando.

Lacan en la clase XVIII, del Seminario 2 (1954-55/2008) refiere lo siguiente:

Por el contrario, de lo que se trata es de enseñarle al sujeto a nombrar, a


articular, a permitir la existencia de ese deseo que, literalmente, esta mas acá de
la existencia, y por eso insiste. Si el deseo no osa decir su nombre, es porque el
sujeto todavía no ha hecho surgir ese nombre.

Pueden apreciar que la acción eficaz del análisis consiste en que el sujeto llegue
a reconocer y a nombrar su deseo. Pero no se trata de reconocer algo que estaría
allí, totalmente dado, listo para ser coaptado. Al nombrarlo, el sujeto crea, hace
surgir, una nueva presencia en el mundo. (pág. 342)

Es precisamente el juego que arman ambos personajes lo que permite que advenga
un sujeto. Y que este sujeto pueda nombrar su deseo. Pero nombrar es, en realidad,
crear. Algo surge allí, una nueva presencia en el mundo. Después de esas cartas, Elsi
no es la misma, Kafka no era el mismo.

Avanzando un poco más en la enseñanza de Lacan (1954-55/2008), encontramos la


siguiente idea:

En sí mismo, el juego del símbolo representa y organiza, independientemente


de las peculiaridades de su soporte humano, ese algo llamado sujeto. El sujeto
humano no fomenta este juego: ocupa en él su lugar y desempeña allí el papel
de los pequeños más y los pequeños menos. El sujeto mismo es un elemento de
esa cadena que, tan pronto como es desplegada, se organiza de acuerdo a leyes.
De modo que el sujeto se halla siempre en varios planos, apresado en redes que
se entrecruzan. (pág. 289)

Podemos pensar el símbolo en relación a esas cartas, esa palabra que viene a
organizar al sujeto. Los individuos, en este caso Kafka y Elsi, vienen a ocupar un
lugar en el juego, no el de crearlo sino el de prestarse como soporte para que algo
sea desplegado de acuerdo a sus leyes. De seguro ni Kafka ni Elsi, sabían con
exactitud el siguiente paso del juego, es él mismo quien se despliega. Dice Lacan, “La
parte esencial de la experiencia humana, aquella que es, hablando con propiedad,
experiencia del sujeto, aquella que hace que el sujeto exista, se sitúa a nivel del
surgimiento del símbolo”. (pág. 328)
ESCENA IV- La despedida

¿Cuál es el final feliz de una historia con una muñeca viajera y una niña que ha
recuperado la paz gracias a tres semanas de cartas mágicas? –exteriorizó sus
propios pensamientos en voz alta.

El final de la historia es que Kafka le regala una muñeca, claramente para la niña es
Brígida quien se la envía, en agradecimiento por darle la vida y la libertad para
vivirla. En la posdata de su ultima carta, le dice que la muñeca se llama Dora.

Este ultimo movimiento del escritor, podría pensarse como algo que no fue
necesario para la niña. La nueva muñeca no venia en lugar de sustituto de su muñeca
Brígida. Elsi ya había hecho su proceso de duelo y como refiere Freud, la niña había
podido vencer la perdida del objeto.

Quizás este ultimo movimiento tiene mas que ver con Kafka, con la necesidad de
mantener viva la ilusión de que en algún lugar algo suyo le pertenecía a la niña. Y
que la niña iba a ser quien se encargara de llevar sus palabras.

Terminaremos este trabajo con la siguiente cita de Lacan: “Las palabras fundadoras,
que envuelven al sujeto, son todo aquello que lo ha constituido, sus padres, sus
vecinos, toda la estructura de la comunidad, que lo han constituido no sólo como
símbolo, sino su ser”. (1954-55/2008, pág. 37)

CONCLUSIÓN

En el corolario del libro, Jordi Sierra i Frabra menciona que un estudioso de Kafka,
Klaus Wagenbach, buscó a la niña por los alrededores del parque, casa por casa,
interrogó vecinos, puso anuncios en los periódicos, y todo ello sin éxito. Nunca
perdió la esperanza y continuó yendo al parque por muchos años. Sin embargo esa
niña no apareció y las cartas tampoco. No se sabe tampoco si ella y Kafka siguieron
encontrándose en el parque hasta el prematuro final del escritor meses después.
Sierra i Frabra se tomo el atrevimiento de recrear esas cartas, terminar la historia y
darle un final imaginado. Lo único evidente, menciona el escritor, que aquellas
cartas debieron ser mucho mejores que las suyas y mas lucidas que las recreadas
por el.

Esas cartas no aparecieron pero insisten en aparecer de algún otro modo, la historia
se escribe. De algún u otro modo un duelo se elabora. Y en algún lugar del mundo un
niña, fue feliz.
BIBLIOGRAFÍA

Bruner, N. (2013) Duelos en juego; la función del juego y el trabajo del duelo en la
clínica psicoanalítica con bebés y niños con problemas en el desarrollo. (3ra.
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Etcheverry y L. Wolfson (Trads.). Obras completas: Sigmund Freud. (ed., vol.
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Lacan, J. (2008). El deseo, la vida y la muerte. En J. Granica, (Ed.) y J.L. Delmot y J.


Sucre (Trads.). El seminario de Jacques Lacan: Libro 2: El yo en la teoría de
Freud. (p. 342) Buenos Aires: Paidós. (Trabajo original del año 1954-55)

Sierra i Frabra, J. (2006). Kafka y la muñeca viajera. Madrid: Siruela S.A.

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