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Sin duda para un aprendiz de filósofo o teólogo como yo, adentrarme en el estudio de
la obra de Homero Carvalho fue una excelente ocasión para medir la fuerza y el alcance de
su literatura, así como su vocación por la palabra y constatar cómo su talento creador crece
día a día. Su presencia en nuestra literatura nacional y latinoamericana es ya evidente.
Quienes hemos seguido de cerca su trabajo y esa voluntad indoblegable y esa admirable
dedicación a buscar palabras para tejer sus textos, sabemos que no deja de sorprender a
lectores y académicos; por eso Homero sabe que su obsesión por las palabras es un modo de
vida. Su obra narrativa y poética es el testimonio de ese estado de creatividad incesante.
En la parte dedicada al cuento, los textos escogidos ofrecen las claves para entender
hondamente la orientación seguida en su cuentistica que no es otra, ya desde el inicio con
Joñiqui, su temprano compromiso con la palabra.
En la sección dedicada a la obra poética, las claves que atraviesan los textos es que
Homero es un enorme poeta de las aguas, y como dice Pablo Cingolani: «Homero, el
movima, no el griego», completa la idea Marcia Batista quien dice que Homero es sobre todo
un «poeta de las aguas, iluminado por el fuego de las palabras». Por esa razón símbolos
como el agua y el camino o la memoria o los sueños están presentes en toda la poesía de
nuestro autor.
En los textos de Homero las palabras son precisas y ritmadas y es de allí que nace su
poder de convicción y defensa de la cultura. En este sentido ruego a quienes luego de leer el
libro recuerden que la figura y el semblante de ese buscador de palabras que es nuestro autor,
a más de su inconfundible bigote y caminar pausado, su voz amazónica es una defensa de la
belleza, de la verdad, de la naturaleza, de los sueños y, sin duda, de esa cotidianidad
desbordante en la que sus personajes se mueven, o el escenario tropical de esa hermosa
ciudad húmeda como es la Santa Cruz de Santo Vituperio.
Asimismo estoy convencido que la mirada profunda de Homero Carvalho desde y
cómo amazónico ya en sus poemas desde el principio advirtió de la extensa riqueza verde en
ese territorio de las aguas, hoy en llamas. De esa vena poética se desprende el llamado de que
el único modo de salvar el legado de las culturas amazónicas a las nuevas generaciones y así
mantener viva una cultura que ha atravesado el tiempo y la memoria es la armonía y la
relacionalidad, categorías distintas a las propuestas por los modelos vigentes en el escenario
contemporáneo.