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UNIVERSIDAD DE CHILE

FACULTAD DE CIENCIAS FISICAS Y MATEMATICAS


DEPARTAMENTO DE GEOLOGIA

EVOLUCION Y GENESIS DE CALCRETAS PEDOGENICAS EN LA


PALEOBAHIA DE TONGOY

TESIS PARA OPTAR AL GRADO DE MAGISTER EN CIENCIAS,


MENCION GEOLOGIA

MARCO MATIAS PFEIFFER JAKOB

PROFESOR GUIA:
JACOBUS LE ROUX

MIEMBROS DE LA COMISION:
LUISA PINTO LINCOÑIR
OSCAR SEGUEL SEGUEL

SANTIAGO DE CHILE
JUNIO 2011
RESUMEN
En la paleobahía de Tongoy (30°S), ubicada en Chile centro-norte, se encuentran cuatro terrazas
de abrasión marina, denominadas TV, TIV, TIII y TII, las cuales se asocian a los estadios isotópicos
marinos (MIS, por sus siglas en inglés) MIS 1, MIS 5e, MIS 7 y MIS 11. Sobre las tres terrazas
más antiguas, se desarrollan suelos carbonáticos cementados, que se conocen en la literatura
como calcretas. Las calcretas de Tongoy alcanzan un estado de desarrollo maduro en las tres
terrazas donde se presentan, llegando en la terraza TII al estado VI en la secuencia de desarrollo
de Machete (1985), el cual corresponde al más avanzado. La formación de estas calcretas
responde a una serie de procesos pedogénicos, los cuales dan cuenta de una ciclicidad en el
paleoclima de la zona.
Las calcretas estudiadas, se subdividen en calcreta masiva, calcreta laminar y calcreta brechosa,
esta última presente solo en la terraza TII que corresponde a la más antigua. La calcreta masiva
posee una serie de rasgos que muestran la participación de organismos en la precipitación del
carbonato, presentando una fábrica de tipo “beta”. La calcreta laminar presenta una fábrica de
tipo “alfa”, que corresponde a la precipitación de calcita por procesos físico-químicos. La
calcreta brechosa, corresponde al fracturamiento de la calcreta laminar, y se da en estados
avanzados de desarrollo de este tipo de suelos.
El desarrollo de calcretas se da en determinados climas, por lo que su presencia en las terrazas
TII, TIII y TIV sugieren condiciones climáticas similares entre el MIS 11 (412 ka) y posterior al
MIS 5e (125 ka). Sin embargo, existen rasgos y procesos que sugieren la existencia de
fluctuaciones entre climas más áridos y más húmedos que el óptimo para la formación de
calcretas. A modo de ejemplo se pueden citar la presencia de cristales de yeso y halita en las
partes bajas de la calcreta masiva de los perfiles de la terraza TII, los cuales indican la presencia
de climas áridos previo a la formación de la calcreta masiva; mientras que la presencia de arcillas
iluviadas en el límite entre la calcreta masiva y laminar, sugiere la ocurrencia de períodos con
mayor cantidad de precipitaciones, las que habrían disminuido posteriormente para generar la
calcreta laminar. La ocurrencia de paleocanales en los niveles TIV y TII que erosionan la calcreta,
indican períodos con presencia de precipitaciones torrenciales, posterior a los cuales no se formó
calcreta de ningún tipo, ya sea por no existir las condiciones climáticas necesarias, o bien por ser
fenómenos de data reciente.
Esta ciclicidad climática reflejada en los procesos geomorfológicos y pedogénicos, mediante la
aplicación de métodos de datación absoluta, permitirán realizar estudios de paleoambiente en la
zona, aportando con datos paleoclimáticos hasta el MIS 11, para una zona que carece de
información de largo plazo. En este sentido, este estudio constituye una base en la cual se
explican los procesos pedogénicos asociados a una cronosecuencia de suelos desarrollados sobre
terrazas de abrasión marina, los cuales pueden ser utilizados a futuro para la reconstrucción
paleoclimática del Norte Chico.
AGRADECIMIENTOS
A mis padres por animarme a realizar esta aventura y por el apoyo incondicional en todo momento.

A mi profesor guía Jacobus Le-Roux por creer en este proyecto, por su dedicación y tiempo, sus
sabios consejos y su amistad.

A mi gran amor Karinna, porque a pesar de la distancia, siempre sentí que estabas aquí animándome
a seguir con esto.

Al profesor Walter Luzio, por darme a conocer los suelos y despertar en mí la pasión por esta
disciplina.

A todos aquellos que de una u otra forma colaboraron a que esta aventura fuera posible: a CONICYT
por la beca que financió mis estudios; a la Dirección de Postgrado de la Universidad de Chile por
financiar una beca de estadía que me permitió viajar a México. A los profesores del Instituto de
Geología de la UNAM Elizabeth Solleiro, Sergey Sedov y Pavel Krasilnikov por recibirme en México y
mostrarme sus conocimientos. A la Dra. Helga Kemnitz por los análisis con microscopia electrónica de
barrido. A mis amigos José Padarián, Héctor Cabadas y Felipe Aburto por el apoyo. A don Eligio
Jimenez y Jaime Diaz por la ayuda con las secciones delgadas. A Hugo Pérez y Marisol Aravena por los
análisis de suelos. A la Hacienda El Tangue de Tongoy, por facilitarme el acceso y alojamiento para
poder realizar este estudio, en especial a Pablo Cuevas, Tomás Cuevas y Aquiles Campos. A mis
amigos Rafael Contreras y Llara Kirchner por recibirme en su hogar de Limarí tantas veces. A las
secretarias del Departamento de Geología Cristina Maureira, Maria Rosa Rocco y Maritza Acuña por
estar siempre dispuestas a ayudar. A los profesores del Departamento de Geología Francisco Hervé y
Diego Morata por su apoyo. A los profesores de la comisión Luisa Pinto y Oscar Seguel por sus
valiosas correcciones. A mis compañeros del Departamento de Geología que hicieron que estos años
fueran tan gratos, gracias por la acogida.
ÍNDICE DE CONTENIDO
1. Introducción 5

1.1 Formulación del Estudio Propuesto 5

1.2 Trabajos Anteriores 6

1.3 Marco Geológico y Geomorfológico 10

1.3.1 Geología 10

1.3.2 Geomorfología 12

1.4 Clima 18

2. Revisión Bibliográfica 19

2.1 Precipitación de la calcita en los suelos 19

2.2 Pedogénesis de las calcretas 20

2.2.1 Clima 20

2.2.2 Modelos de Formación de Calcretas 21

Microfábricas alfa 21

Microfábricas beta 22

Etapas de formación de una calcreta 23

2.3 Uso de las terrazas de abrasión marinas como cronosecuencias de suelos 24

3. Hipótesis de trabajo 25

3.1 Objetivo General 25

3.2 Objetivos específicos 25

3.3 Metodología 26

4. Resultados 27

4.1 Contexto Geomorfológico y Descripción Pedoestratigráfica de los Perfiles de Suelo 27

4.1.1 Nivel TII 28


Perfil de Suelo Maitencillo 30

Perfil de Suelo La Montosa 35

Perfil de Suelo Alamito 38

4.1.2 Nivel TIII 39

Perfil de Suelo Almendros 42

4.1.3 Nivel TIV 44

Perfil de Suelo El Rincón 44

Perfil de Suelo Las Lomas 48

4.1.4 Nivel TV 50

Perfil de Suelo Playa 50

4.2 Propiedades Físicas 52

4.2.1 Clase Textural 52

4.2.2 Densidad Aparente 55

4.3 Propiedades Químicas 56

4.3.1 pH y Conductivivdad Eléctrica (CE) 56

4.3.2 Materia Orgánica (MO) 58

4.3.3 Capacidad de Intercambio Catiónico (CIC) 59

4.3.4 Cationes Extraíbles 62

4.3.5 Aniones Extraíbles 65

4.3.6 Geoquímica de la calcreta laminar 67

4.4 Micromorfología 71

4.4.1 Nivel TII 71

Maitencillo 71

La Montosa 73

Alamito 77
4.4.2 Nivel TIII 84

Almendros 84

4.4.3 Nivel TIV 87

El Rincón 87

Las Lomas 89

4.4.4 Nivel TV 92

Playa 92

5. Discusión 93

5.1 Desarrollo de la calcreta de Tongoy 93


5.1.1 El desarrollo de una calcreta Pleistocénica sobre una secuencia de
terrazas marinas en la localidad de Tongoy (Chile centro-norte) y sus
implicancias para estudios paleoambientales (Artículo en preparación
para revista CATENA) 94

5.2 Evolución del paisaje y pedogénesis en Tongoy 125

5.2.1 Preservación de cordones litorales en la paleobahía de Tongoy


(Chile centro-norte) debido al desarrollo de una calcreta de origen
pedogénico (Artículo Aceptado en la revista
Geomorphology, DOI: 10.1016/j.geomorph.2011.05.012) 125

5.3 Evolución Pedogénica y Sucesión vegetacional en la paleobahía de Tongoy 154

6. Conclusiones 156

7. Referencias 157

Apéndice I 168

Apéndice II 169

Apéndice III 171


1. Introducción
1.1 Formulación del Estudio Propuesto

Los suelos son un continuum sobre la superficie terrestre, constituyendo la interfase entre los
procesos atmosféricos, biológicos y geológicos, por lo que su desarrollo debe entenderse como
algo más que una capa de roca y sedimentos alterados. Estos constituyen junto al paisaje y los
materiales de la superficie terrestre, un sistema tridimensional que coevoluciona a través de la
interacción de la meteorización, la erosión y la depositación. El modelo conceptual de los
factores de formación de suelos (Dokuchaev, 1883; Jenny, 1941) describe a éste en función del
clima, los organismos, la topografía, el material parental y el tiempo. Los suelos evolucionan en
conjunto con el paisaje a través del tiempo, experimentando cambios en sus propiedades físicas,
químicas y mineralógicas (Jenny, 1980; Birkeland, 1999). Estas transformaciones están
directamente ligadas con el ambiente al que está expuesto, quedando un registro en el perfil de
suelo de los paleoambientes que han actuado sobre su formación (Targulian y Goryachkin, 2004).

Una de las características comunes a los suelos de regiones áridas y semiáridas, la constituyen la
presencia de concentraciones de carbonatos de calcio precipitados (Dregne, 1976; Schlesinger,
1982; Southard, 2000). Estos precipitan en una variada gama de formas, las que se desarrollan en
interacción con la biosfera, la atmósfera y la hidrósfera, por lo que pueden ser utilizados como
indicadores paleoambientales (Durand et al., 2010). Además, los carbonatos de calcio
pedogenéticos son susceptibles de ser datados con métodos radiométricos (Cornu et al., 2009),
por lo que revisten gran interés para la geología del cuaternario.

Los carbonatos pedogénicos se acumulan formando horizontes de suelo cementados, los cuales se
conocen como horizontes petrocálcicos, duricretas, calcretas y caliches (Wright y Tucker, 1991).
Éstas son conocidas por: i) su significancia geomorfológica en el desarrollo del paisaje (Goudie,
1983; Amiotti et al., 2001; Eppes et al., 2002; Blanco y Stoops, 2007); ii) su utilización en la
estratigrafía secuencial como marcadores de antiguas superficies o parasecuencias (Wright,
1994), y iii) como indicadores paleoclimáticos (Tanner, 2010). También poseen importancia
ecológica como reservorio de Mg, Fe, Mn, P y C, y aporte de Ca para el crecimiento de las
plantas e influencian la porosidad y el movimiento de agua en el suelo.

Las calcretas han sido reportadas en los climas áridos y semiáridos de Chile, para la península
de Mejillones (Cortés et al., 2007), la cuenca de Calama (Rech et al., 2006), en el área de Caldera
(Marquardt et al., 2000; Blanco et al., 2003) y en el área de Coquimbo-Tongoy (Darwin, 1846;
Paskoff, 1970; Luzio et al., 1978a; Vera, 1985; Emparan y Pineda, 2006) (Fig. 1). En tres de
estos sectores (Mejillones, Caldera y Tongoy), las calcretas se presentan asociadas a secuencias
de terrazas marinas pleistocénicas, lo que permite estudiar estos suelos en una dimensión
temporal (cronosecuencias) y climática por su ubicación latitudinal.

Este trabajo tiene por objetivo entregar una secuencia relativa de eventos de formación de los
suelos calcáreos de la paleobahía de Tongoy, a través de rasgos pedogenéticos, los cuales pueden
ser utilizados a futuro para aplicaciones de datación e isotopía de δ13C y δ18O, en un área
particularmente sensible a los cambios climáticos del cuaternario, por situarse en el borde sur del
5
desierto de Atacama (Miller, 1976). Este estudio constituye el primer trabajo detallado de
calcretas pedogénicas en el Chile semiárido.

1.2 Trabajos Anteriores

Las calcretas han sido ampliamente estudiadas en numerosos trabajos alrededor del mundo (ver
referencias en Wright y Tucker, 1991 y Alonso-Zarza y Wright, 2010). Estas se desarrollan en
climas áridos, semiáridos y mediterráneos de estación seca prolongada, donde la baja intensidad
de las precipitaciones impide la lixiviación del ión Ca2+ del perfil de suelo. El Ca proveniente de
la meteorización mineral o de la atmósfera se disuelve en el agua de lluvia, y en presencia de
CO32- precipita como CaCO3 con relativa facilidad, debido a la baja solubilidad de este mineral.
En las regiones áridas los suelos del Holoceno y Pleistoceno tardío son comúnmente calcáreos en
todos sus horizontes, debido a que las relativas condiciones de sequedad del Holoceno previenen
la lixiviación de carbonatos de los horizontes superficiales. No es el caso de algunos suelos del
Pleistoceno, los que comúnmente están libres de carbonatos en sus horizontes superficiales,
debido a una lixiviación más efectiva durante este período, por lo general más húmedo y frío en
regiones actualmente áridas (Southard, 2000).
Los suelos que se han desarrollado sobre formaciones sedimentarias carbonatadas en climas
semiáridos y áridos comúnmente desarrollan calcretas, dada la existencia de abundante carbonato
de calcio disponible (Wright, 1994). Estas se desarrollan en diferentes etapas, existiendo seis
estados de desarrollo según Machete (1985). El tiempo que demora una calcreta en formarse es
aún objeto de discusión (Wright, 1994); Robbin y Stipp (1979) han estimado que las calcretas
laminares en calcitas pleistocénicas de los callos de Florida crecen a velocidades de 1 cm cada
2000-4000 años, Candy et al. (2004) estimaron que una calcreta del sudeste de España tardó
entre 31 a 73 ka para llegar al estado IV y entre 69 y 121 ka para llegar al estado V de Machete
(1985), Hay y Reeder (1978) estimaron < 10 ka para una calcreta madura (V) del este de África y
Luchitta et al. (2000) > 250 ka para el sudeste de los Estados Unidos.
Existen escasos trabajos que den cuenta de suelos (y paleosuelos) con horizonte petrocálcico o
calcretas pedogenéticas en Chile, considerando la extensa superficie con clima árido y semiárido
existente en este país. Estos suelos están reportados desde los 22° de latitud sur en la cuenca de
Calama (May et al., 1999; Rech et al., 2006) hasta los 34° de latitud sur en la cuenca del río
Cachapoal (CIREN, 1996c), en las localidades mostradas en la figura 1.

6
Figura 1: A. Modelo de Elevación Digital (DEM) y B. Distribución de precipitaciones anuales para Chile entre los 22°S y 35°S.
Los puntos corresponden a las localidades donde han sido reportadas calcretas de origen pedogenético en Chile. 1. Calama (May
et al., 1999); 2. Calama (Rech et al., 2006); 3. Mejillones (Cortés et al., 2007); 4. Altamira (Ewing et al., 2006); 5. Copiapó
(Ewing et al., 2006); 6. Caldera (Marquardt et al., 2000; Blanco et al., 2003); 7. Coquimbo-Tongoy (Darwin, 1848; Paskoff,
1970; Luzio et al., 1978a; Vera, 1985; Emparan y Pineda, 2006). 8. Quillota (CIREN, 1996a); 9. Lampa (CIREN, 1996b); 10. El
Monte (CIREN, 1996b); 11. Paine (CIREN, 1996b); 12. Chépica (CIREN, 1996c).

El primero en dar cuenta de la presencia de una calcreta en Chile, fue el explorador Inglés
Charles Darwin, quién en su célebre libro “Geological observations on South America” dio
cuenta de la losa (nombre local de calcreta) de Coquimbo-Tongoy. Darwin (1846) interpretó
acertadamente la presencia de carbonatos de calcio cementados como producto de la acción de la
lluvia sobre la “friable” materia calcárea. El siguiente, es el pasaje que escribiera Darwin acerca
de la losa de Coquimbo:
“At the mouth of the valley of Coquimbo, the surface consists wholly of gravel, and
stands from 300 to 350 feet above the level of the sea, being about 100 feet higher
than in other parts. In these other and lower parts, the superficial beds consist of
calcareous matter, and rest on ancient Tertiary deposits hereafter to be described.
The uppermost calcareous layer is cream-coloured, compact, smooth-fractured, sub-
stalactiform, and contains some sand, earthy matter, and recent shells. It lies on, and
sends wedge-like veins into, a much more friable, calcareous, tuff-like variety; and
both rest on a mass about twenty feet in thickness, formed of fragments of recent
shells, with a few whole ones, and with small pebbles firmly cemented together. This
latter rock is called by the inhabitants losa, and is used for building: in many parts it
is divided into strata, which dip at an angle of ten degrees seaward, and appear as if
they had originally been heaped in successive layers (as may be seen on coral-reefs)
on a steep beach. This stone is remarkable from being in parts entirely formed of
empty, pellucid capsules or cells of calcareous matter, of the size of small seeds: a
7
series of specimens unequivocally showed that all these capsules once contained
minute rounded fragments of shells which have since been gradually dissolved by
water percolating through the mass. In many respects this upper hard, and the
underlying more friable varieties, resemble the great superficial beds at King
George's Sound in Australia, which I have described in my Geological Observations
on Volcanic Islands, p. 144. There could be little doubt that the upper layers there
have been hardened by the action of rain on the friable calcareous matter, and that
the whole mass has originated in the decay of minutely comminuted sea-shells and
corals.”

Posteriores trabajos han dado cuenta de la existencia de la calcreta de Tongoy (Paskoff, 1970;
Luzio et al., 1978a; Vera, 1985; Emparan y Pineda, 2006), aunque ninguno de ellos le asigne este
nombre, siendo hasta ahora desconocidos con detalle los procesos y etapas que pudieron dar
origen a ésta.
Vera (1985) estudió cuatro perfiles de suelos carbonáticos en la región de Coquimbo, tres de ellos
en la localidad de Punitaqui y uno de ellos en la localidad de Tongoy, este último dentro del área
de este estudio. Encontró que los cuatro suelos estudiados presentaban acumulaciones de
carbonato de calcio de origen pedogenético como resultado de procesos de disolución,
translocación y precipitación, con perfiles de suelo bien desarrollados y diferenciados de la roca
que le dio origen. Estos fueron clasificados como Paleorthid, Camborthid y Haplargid, todos
ellos Aridisoles.
Luzio et al. (1978a) realizaron una correlación entre suelos y vegetación en la región de
Coquimbo. En esta dan cuenta de suelos con horizontes de carbonato de calcio cementados en la
zona de Huentelauquén (Xerollic Natrargid), en las terrazas fluviales del Limarí (Xerollic
Paleorthid) y en las terrazas II y IV de Tongoy (Typic Paleorthid y Typic Torripsament).
Al norte del área de este estudio, las condiciones de hiperaridez del desierto de Atacama, han
fomentado recientemente numerosos estudios de suelos que han buscado caracterizar tanto los
procesos que guían la formación de suelos en estas condiciones (Ewing et al., 2006) así como
también destinados a reconstruir el paleoambiente en el cual se formaron (e.g. Rech et al, 2006).
Los carbonatos presentes en los suelos del desierto de Atacama han sido utilizados como
indicadores paleoambientales, utilizando métodos isotópicos (Berger y Cooke, 1997; Latorre et
al., 1997; Rech et al., 2003; Quade et al., 2007) y morfológicos (May et al., 1999; Ewing et al.,
2006; Rech et al., 2003).
El clima hiperárido del desierto de Atacama reviste un interés particular en el estudio de los
carbonatos de calcio. En general, los carbonatos aumentan con la disminución del nivel de
lluvias debido al mayor lavado de Ca en suelos con mayor humedad y actividad biológica. Sin
embargo, debido a la baja solubilidad relativa del CaCO3 (pKsp=8.34) su formación no se ve
químicamente favorecida en ambientes hiperáridos. La solubilidad del CaCO3 está controlada
por el pH, la presión parcial de CO2 (pCO2) y la concentración de calcio (Butler, 1982). Esto se
refleja en un estudio que considera un gradiente climático en el desierto de Atacama, donde los
suelos áridos presentan mayor contenido de CaCO3 que los suelos hiperáridos (Ewing et al.,
2006). Rech et al. (2003) siguieron este principio e interpretaron el cambio de Vertisoles cálcicos
a Gypsisoles sálicos en estratos del Mioceno de la cuenca de Calama, como un cambio climático
desde un clima árido a hiperárido. May et al. (1999) en un estudio de secuencia estratigráfica en
la cuenca de Calama, interpretó paleosuelos cálcicos del Mioceno Medio como correspondientes
8
a climas más húmedos al actual. Los bajos contenidos de carbonatos de calcio en suelos
cuaternarios del Desierto de Atacama han sido reportados también por Berger y Cooke (1997) y
Bao et al. (2004).
Quade et al. (2007) realizan un estudio isotópico de los carbonatos de calcio en un gradiente
altitudinal en el Desierto de Atacama. En este comprueban la mayor presencia de carbonatos de
calcio secundarios en los suelos ubicados en la precordillera del Desierto de Atacama, donde hay
mayores precipitaciones.
La principal fuente de estos carbonatos en el Desierto de Atacama sería atmosférica debido a que
las condiciones de hiperaridez no permiten la meteorización del material parental (Rech et al.,
2003; Ewing et al., 2008). Sin embargo, se han reportado suelos con precipitación de carbonatos
pedogénicos en las terrazas marinas de la Bahía de Mejillones sobre la formación La Portada
(Cortés et al., 2007) y en las terrazas de Caldera sobre los estratos de Agua Amarga (Marquardt
et al., 2000; Blanco et al., 2003), ambas formaciones con abundantes fósiles marinos ricos en
carbonatos de calcio, lo que permite interpretar que la fuente principal de los carbonatos de calcio
proviene a partir del material parental, al menos para las calcretas presentes en estos suelos.
En la zona de Caldera, Marquardt et al. (2000) dan cuenta de la presencia de una losa carbonática
(calcreta) en los Estratos de Agua Amarga, la cual tendría espesores cercanos a 1 m que se
presentarían en parte disgregados. Dan cuenta además de la presencia de oolitos y láminas
carbonáticas recubriendo cavidades de disolución. Estos estratos se asignan al Plioceno.
Al sur del área de estudio, en la zona de clima mediterráneo de Chile central, la acumulación de
carbonatos de calcio dentro del perfil se asocia a la fluctuación de la presión de CO 2 en estos
suelos durante el año. En la primavera, estos suelos experimentan una alta actividad biológica,
circunstancias en las que el pH baja y la presión de CO2 aumenta temporalmente, permitiendo la
movilización de los carbonatos de calcio, durante los veranos secos, el carbonato de calcio
precipita, formándose horizontes con acumulaciones de éste (Luzio et al., 1978b; Lamont, 1995).
Estos suelos muestran una descalcificación de sus horizontes superficiales, debido a la
movilización del carbonato de calcio hacia horizontes más profundos (Luzio et al., 1978b).
Algunos de estos suelos presentan una acumulación cementada de carbonatos, constituyendo
horizontes petrocálcicos. Los suelos que se han descrito en el clima mediterráneo de Chile son en
su mayoría Mollisoles (Tabla 1), lo que implica suelos con una alta incorporación de materia
orgánica a sus horizontes superficiales.
La localidad de Tongoy, donde se desarrolla este estudio, se ubica en una zona de transición
climática entre el hiperárido desierto de Atacama y el clima mediterráneo de Chile Central, la
cual ha tenido intervalos que la han situado entre condiciones más húmedas y secas que las
actuales (Latorre et al., 2007), por ende, es esperable que el desarrollo de suelos carbonáticos en
esta zona pueda presentar características que reflejen ese cambio climático.

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Suelo Clasificación Localidad Región Referencia
Subgrupo Orden

Tongoy Xeric Petrocalcid Aridisol Tongoy Coquimbo Aburto et al. (2008)

Agua de Gato Petrocalcic Calciaquoll Mollisol El Monte Metropolitana CIREN (1996b)

Chincolante Petrocalcic Palexeroll Mollisol Lampa Metropolitana CIREN (1996b)

La Parva Petrocalcic Palexeroll Mollisol Paine Metropolitana CIREN (1996b)

San Isidro Petrocalcic Palexeroll Mollisol Quillota Valparaíso CIREN (1996a)

Quiahue Petrocalcic Calcixerert Vertisol Chépica Rancagua CIREN (1996c)

Tabla 1: Suelos con horizonte petrocálcico descritos para el clima mediterráneo de Chile

1.3 Marco Geológico y Geomorfológico


1.3.1 Geología
Las rocas más antiguas en el área de Tongoy corresponden a la unidad denominada como
Complejo Metamórfico del Choapa (Pzch), de edad devónico-carbonífera, el que aflora en el
extremo sur-oeste de los Altos de Talinay (Fig. 2). Corresponden a metabasitas, metapelitas y
metaturbiditas y se interpretan como un complejo de subducción (Hervé et al., 1976). Este está
intruido por el Complejo Plutónico Altos de Talinay (Trat), de edad triásica tardía, formado por
una facies melanocrática y otra leucocrática principales, y una tercera minoritaria agmatítica. Este
último representa un arco magmático del Triásico, el que en conjunto con el Complejo
Metamórfico del Choapa se interpreta como el resultado de la construcción y deformación de
un bloque Devónico-Triásico Superior acrecionado al margen continental (Irwin et al., 1988).
Hacia el este, se suceden dos franjas, una de granitoides del Jurásico Medio-Superior (Jmg) y la
otra de dioritoides del Jurásico Superior-Cretácico Inferior (JKd), orientadas regionalmente en
dirección NNW-SSE. La franja occidental tendría un contacto por falla (cubierto) con el bloque
acrecionado, esta falla ha sido tentativamente trazada por Emparan y Pineda (2006) en la
quebrada Pachingo, en base a los estudios sísmicos realizados por Meinardus (1961). Ambas
franjas intruyen cerca de 7.000 m de rocas volcánicas jurásicas, subvolcánicas andesíticas y
dacíticas jurásicas con escasas intercalaciones sedimentarias continentales y de rumbo general
15°W y manteo al este, que corresponden al Complejo Volcánico Agua Salada (Jas). Este
complejo volcánico está limitado al este por la Falla Romeral (no aparece en la figura 2).
En el área aparecen dos unidades intrusivas del Cretácico Inferior, los intrusivos granitoides del
Neocomiano (Kig) y los intrusivos graníticos a dioríticos del Cretácico Inferior Alto (Kigd). La
unidad Kig intruye al Complejo Volcánico Agua Salada y unidades de rocas plutónicas del
Jurásico-Cretácico (Jmg, JKd), y está compuesto principalmente por granodioritas de anfíbola
biotita. La unidad Kigd intruye a la Formación Arqueros (no presente en el mapa) que se presenta
al este de la Falla Romeral.
No existe registro en el área entre el Paleoceno y Oligoceno, lo que Emparan y Pineda (2006)
interpretan como un período de mayor alzamiento y erosión. Desde el Mioceno hasta el presente
se registra una sedimentación importante.

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Figura 2: Mapa Geológico del área de Tongoy. Qc: Depósitos coluviales (Cuaternario); Qa: Depósitos aluvionales (Cuaternario);
Qm(a): depósitos de playas marinas con contenido variable de bioclastos (Cuaternario); Qf2: Depósitos fluviales recientes no
consolidados (Cuaternario); Qf1: Depósitos fluviales antiguos débilmente consolidados (Cuaternario); Qe: Depósitos eólicos
(Cuaternario); MPlj: Depósitos eólicos de Quebrada el Jardín (Mioceno-Pleistoceno); MPlc(a): Formación Confluencia,
conglomerados (Mioceno-Pleistoceno); MPlc(b): Formación Confluencia, brechas (Mioceno-Pleistoceno); MPlcq(a): Formación
Coquimbo, areniscas finas limosas (Mioceno-Plesitoceno); MPlcq(b): Formación Coquimbo, calizas bioclásticas (Mioceno-
Pleistoceno); Kh: Intrusivos Hipabisales andesíticos basálticos-dioríticos (Cretácico Superior); Kigd: Intrusivos graníticos a
dioríticos (Cretácico Inferior); Kig(a): Intrusivo de granodioritas (Cretácico Inferior); Kig(b): Intrusivo de sienogranitos
(Cretácico Inferior); Jmg: Intrusivos monzodioríticos-granodioríticos (Jurásico Medio-Superior); JKd: Intrusivos dioríticos
(Jurásico-Cretácico); Jas: Complejo Volcánico Agua Salada (Jurásico); Trat: Complejo Plutónico Altos de Talinay (Triásico
Superior); Pzch: Complejo Metamórfico del Choapa (Devónico-Carbonífero). Fuente: Emparan y Pineda (2006).

En la costa, existe un registro de sedimentación marina que va desde el Mioceno Medio hasta el
Pleistoceno Medio conocidos como Formación Coquimbo (MPlcq) (Le Roux et al., 2006). La
11
Formación Coquimbo junto con la Formación Confluencia cubren lo que se ha denominado como
la Cuenca Cenozoica por Heinze (2003), la que Paskoff denominó con anterioridad Gran Planicie
(Paskoff, 1970). Esta cuenca tendría como límite occidental una falla normal siguiendo el
contorno de afloramientos de rocas devónicas y triásicas, la que Heinze (2003) denominó la falla
de Puerto Aldea, e identificó como una falla normal, intraplaca, inclinada al este, con una
componente de movimiento sinestral. Para la Cuenca Cenozoica habría desarrollado un espesor
de 550 m de sedimentitas adyacentes al plano de la falla, acuñándose hacia el este. La falla de
Puerto Aldea tendría una actividad plio-pleistocénica relacionada con los mecanismos de
subducción; esta actividad desarrolló un sistema de fallas normales en la Cuenca Cenozoica
(Emparan y Pineda, 2006).
Los depósitos de la Formación Coquimbo están compuestos por depósitos de bahía que incluyen
arcillolitas, areniscas, coquinas y conglomerados, que se han acumulado durante una serie de
transgresiones y regresiones relacionadas con los movimientos tectónicos regionales y locales
combinados con las variaciones globales del nivel del mar (Le Roux et al., 2006). Esta ha sido
descrita con detalle por Olivares (2004) y Le Roux et al. (2006), quienes realizaron una serie de
columnas estratigráficas en el área de Tongoy, y proponen una correlación entre las secuencias de
facies y las regresiones y transgresiones marinas. Le Roux et al. (2006) proponen seis
transgresiones marinas, la primera de ellas ocurrió entre los 11.9 y 11.2 Ma y la última entre 1.7
y 1.4 Ma. Esta variación de los niveles relativos del mar continuó durante el Pleistoceno, dejando
una serie de terrazas de abrasión que se desarrollaron sobre la Formación Coquimbo. La
Formación Coquimbo, engrana hacia el sur con La Formación Confluencia (MPlc) y en algunos
sectores con los Depósitos Eólicos de Quebrada El Jardín (MPlj).
La Formación Confluencia (MPlc), del Mioceno-Plioceno, corresponde a una serie sedimentaria
continental, en parte bien estratificada y con débil litificación, la que alcanza una altura de hasta
100 m. La formación MPlc forma planicies o terrazas en los valles y quebradas principales,
coalescentes en sus cursos inferiores o confluencias, y que forma conos en sus cabeceras y
flancos de grandes quebradas con laderas muy escarpadas.
Del Cuaternario encontramos depósitos fluviales del Pleistoceno-Holoceno (Qf), depósitos
aluvionales (Qa), depósitos coluviales (Qc), depósitos de playas marinas de diversa
granulometría (Qm) y depósitos eólicos (Qe).
La Falla Puerto Aldea y la Falla Romeral sería una extensión del sistema de fallas conocido
como la Zona de Falla de Atacama (Charrier et al., 2007), la cual se asocia a la deformación
asociada a la subducción de la Placa de Nazca bajo la Placa Sudamericana. El sector de Tongoy
se encuentra en la zona de subducción plana (flat slab), cuyo segmento está entre los 30°S y los
33°S, y en cuyos bordes hacia el sur y el norte se encuentran zonas de subducción normal
(Gutscher et al., 2000; Yañez et al., 2001). Esta zona está dominada también por la subducción
de la dorsal de Juan Fernández, la cual ha migrado hacia el sur durante el Terciario (Yáñez et al.,
2002). Le Roux et al. (2005) asoció el alzamiento y subsidencia regional experimentada durante
gran parte del Cenozoico a la migración de la dorsal de Juan Fernández, hace 10 Ma, la cual
subduce a los 33°S, ~300 km al sur del área de estudio, por lo que Saillard et al., (2009)
interpretó que esta no incidiría en el alzamiento del Pleistoceno, que formó las terrazas de
abrasión marinas que se encuentran en el área de estudio.

1.3.2 Geomorfología
En el área comprendida entre los 27-33° S no existe depresión intermedia, lo que se explica por la
subducción de la dorsal de Juan Fernández (Charrier et al., 2007). En esta área tampoco existe
12
actividad volcánica reciente, la que habría culminado en el Mioceno, esto se explica por el bajo
ángulo de subducción entre placas en el área (Stern, 2004).
La disposición del relieve en la zona de estudio, corresponde a la presencia de una llanura de
más de 1000 km2 rodeada por cordones de cerros, esta llanura se inicia cerca de la ciudad de
Ovalle a los 300 m de altitud y termina cerca de la bahía de Tongoy a 80 m de altitud. Hacia el
norte y este se presentan dos cadenas paralelas, el cordón Colorado (939 m) y la sierra Tamaya
(1235 m), que desde un punto de vista morfológico corresponden a crestas talladas en un material
intrusivo o volcánico detrítico (Paskoff, 1970). Al sur y más allá del estero Punitaqui, colinas
graníticas se elevan progresivamente. Hacia el océano se notan los Altos de Talinay que diseñan
un huso de 70 km de largo y 20 km de ancho en su parte más alta, los cuales se componen de una
serie de macizos, de los cuales los más elevados (500 a 700 m) dominan una escarpada escalera
de terrazas costeras (Paskoff, 1970). El río Limarí escurre hacia el oeste encajado por más de 100
m en esta llanura. El fondo del valle es amplio, de 2 a 3 km, en cuyo lecho mayor divagan brazos
anastomosados que lo ocupan casi enteramente (Fig.3).

Figura 3: Imagen Oblicua GoogleEarthR entre la Bahía de Tongoy y la desembocadura del Río Limarí. El recuadro corresponde a
la figura 4.

Frente a la bahía de Tongoy, los depósitos fluviales del río Limarí (Formación Confluencia)
engranan con depósitos marinos del Mio-Plioceno correspondientes a la Formación Coquimbo
(Le Roux et al., 2006), sobre las cuales se han desarrollado una serie de terrazas marinas. Estas
fueron descritas por Darwin (1846) en primera instancia, y sobre las cuales se han desarrollado
numerosos trabajos con posterioridad (Domeyko, 1848; Brüggen, 1950; Paskoff, 1970; Chávez,
1967; Herm, 1969; Ota et al., 1995; Benado, 2000; Heinze, 2003; Saillard, 2008). Estas terrazas
han sido correlacionadas con las transgresiones marinas del Pleistoceno producidas en los
periodos interglaciales. Ota et al. (1995) identificó cuatro terrazas en el área de los Altos de
Talinay y tres terrazas en la Paleobahía de Tongoy, las cuales designó como TII, TIII y TIV en
13
orden de edad decreciente, la terraza TI solo aparece en los altos de Talinay, siendo la terraza T II
la más antigua para el área de Tongoy (Fig. 4). Ota et al. (1995) les asignan edades a las terrazas
de Tongoy, basados en una correlación geomorfológica con las terrazas de la Bahía de Coquimbo
al norte, las cuales fueron datadas utilizando series de U en conchas de fósiles marinos por
Radtke (1989). Según este autor las edades para las terrazas son: TI plio-pleistocénica, TII
pleistocénica media, TIII estadío isotópico marino MIS 9 y TIV estadío isotópico 5e. La playa
actual fue estudiada por Ota y Paskoff (1993), atribuyéndola al retroceso de una playa
holocénica, que se relaciona según estos autores a las fluctuaciones glacio-eustáticas del nivel
del mar y no a posibles alzamientos tectónicos. Ota y Paskoff (1993) reconocen la existencia de
una serie de cordones litorales que se formaron durante el retroceso de la línea costera,
asignándole al cordon litoral más joven una edad de 910 14C años AP y al más antiguo una edad
de cercana a los 5400 14C años AP. Estiman que la progradación del mar desde hace 2300-2500
14
C años AP fue de aproximadamente 0,14 m/año. Benado (2000) reconoce los cinco niveles
existentes en el área como aterrazamientos, definiendo el nivel más nuevo (TV) como un nivel de
terraza, y propone edades para cada una de las terrazas basado en el trabajo de Paskoff (1999)
para la Bahía de Coquimbo.
Posteriormente, Saillard (2008) realizó dataciones de las terrazas TII y TIV mediante U-Th en
conchas fósiles y las asignó a los estadíos isotópicos 11 y 5e respectivamente. El nivel TIV de
Saillard coincide con lo propuesto por Ota et al. (1995) y Benado (2000), a excepción de TII a la
que Saillard le atribuye una edad mayor. El problema de la edad de la terraza T II ofrece varias
interrogantes, ya que la mayoría de los autores coinciden en que existe una correlación entre las
terrazas de la Paleobahía de Tongoy y las terrazas de Talinay, las que recientemente fueron
datadas por Saillard et al. (2009) mediante 10Be, situando a la TII en el MIS 9c para Talinay.
Recientemente Regard et al. (2010) plantean que este nivel corresponde a un rasgo
geomorfológico de gran envergadura que ocurre en muchas localidades entre los 15° y los 30°S,
revelando un período de inactividad en el alzamiento costero entre el Plioceno tardío y el MIS 11,
edad a la que le atribuye este nivel. En este trabajo, utilizamos las edades de Saillard (2008) para
el nivel TII y TIV y de Saillard et al. (2009) para los niveles TIII y TV (Tabla 2).

Terraza Altitud al pie del Edad Método Referencia


escarpe
(m) (ka)
TII 200 412 U-Th en fósiles Saillard (2008)
marinos
10
TIII 48 225 Be en Altos de Saillard et al. (2009)
Talinay
TIV 14 123 U-Th en fósiles Saillard (2008)
marinos Ota et al. (1995)
10
TV 9 6 Be en Altos de Saillard et al. (2009)
Talinay Ota y Paskoff (1993)
Tabla 2: Edades para los niveles de terrazas marinas de la Paleobahía de Tongoy.

14
Figura 4: Modelo de elevación digital de la zona de estudio, donde se indican los niveles de las terrazas de abrasión marinas
frente a la Bahía de Tongoy y en el extremo norte de los Altos de Talinay. El nivel TI solo se desarrolla en los Altos de Talinay.

Sobre el nivel TII se desarrollan una serie de líneas paralelas a la costa, las que pueden ser
fácilmente observables desde una imagen satelital (Fig. 5), como también en terreno (Fig. 6),
estas líneas corresponden a cordones litorales que se formaron durante la última regresión marina
(Paskoff, 1970). Por sobre estas terrazas hay una fina cubierta de sedimentos de playa, en los
cuales se mezclan piedras, conchas y arena (Herm, 1969).

15
Figura 5: Imagen satelital Landsat de la paleobahía de Tongoy, con magnificación en dos sectores desde donde se observan los
cordones litorales que se presentan en las fotografías de terreno de la figura 6.

16
Figura 6: Fotografías de terreno donde se observan los cordones litorales marcados en la imagen satelital de la figura 5,
representados por flechas.

17
1.4 Clima

Desde el punto de vista climático, la zona de estudio se encuentra en una transición entre la
influencia estival del Anticiclón Subtropical del Pacífico Suroriental por el norte y la influencia
por el sur con el área dominada por el Cinturón de los Vientos del Oeste, en el cual se alternan
altas y bajas presiones móviles que perturban localmente el frente polar, produciéndose la entrada
de sistemas frontales durante el invierno que permiten la ocurrencia ocasional de precipitaciones.
El clima de Tongoy, corresponde a un clima semiárido caracterizado por un régimen de lluvias
irregular y un déficit de humedad durante al menos 9 meses al año. La precipitación anual rara
vez excede el 50% de la evapotranspiración potencial. En el diagrama ombrotérmico de la figura
7, se evidencia el clima mediterráneo semiárido, con precipitaciones durante la época invernal.

Figura 7: Diagráma ombrotérmico de Walther y Lieth (1960) para la localidad de Tongoy.

La temperatura media anual es de 13.6° C, siendo la mínima media anual de 9,2° C y la máxima
media anual de 20,6° C. Las precipitaciones alcanzan los 85 mm anuales con una
evapotranspiración potencial anual de 351 mm (CIREN, 1990).

18
2. Revisión Bibliográfica
2.1 Precipitación de la Calcita en los Suelos
La escasez de lluvias en las regiones áridas restringe la lixiviación del CaCO3 del perfil del suelo.
El pH de muchos de estos suelos es ligeramente alcalino y es regulado por la interacción entre la
calcita, el calcio soluble, y la presión parcial del dióxido de carbono gaseoso (CO2(g)).

La ecuación de precipitación de la calcita en el suelo se puede resumir como


Ca2+ +2HCO3- ↔ CaCO3+ H2O + CO2
Esta ecuación resume una serie de procesos y es útil para explicar la precipitación de la calcita en
los suelos. Un incremento en el pH desplaza el equilibrio de la ecuación hacia la derecha al
suministrar más HCO3- como resultado de la unión del CO2 con el OH-. Si se disminuye la
presión parcial de CO2 (pCO2), a través de la pérdida de CO2 a la atmósfera, la ecuación se
desplaza hacia la derecha, precipitando carbonato de calcio. La pérdida de agua a través de la
evapotranspiración incrementa la concentración iónica de calcio hasta que se excede el producto
de solubilidad de la calcita y resulta en precipitación.
La distribución de la calcita en los suelos, es ejemplificada en el diagrama de la figura 8, en el
que se muestra un suelo con buen drenaje, donde el calcio es aportado a la solución suelo por la
meteorización, la lluvia o la atmósfera. La materia orgánica presente en el horizonte A produce
un alto nivel de pCO2, sin embargo esta decrece substancialmente cerca de la superficie del suelo
por intercambio de gases con la atmósfera. La alta pCO2 permite que una cantidad significativa
de CO2 se disuelva en la solución suelo, produciéndose HCO3-. El ión Ca2+ y el HCO3- son
lixiviados con el agua del suelo hasta una profundidad donde la calcita precipita. Esta
profundidad está determinada por un descenso en la pCO2 bajo la zona de mayor actividad
biológica y por la concentración de la solución suelo al entrar en el subsuelo, el cual se encuentra
generalmente seco en climas áridos y semiáridos donde las precipitaciones no alcanzan a
profundizar en el perfil.
Algunos constituyentes disueltos en la solución suelo, como el Mg2+, el PO43- y el C orgánico
disuelto, pueden inhibir la nucleación y precipitación de la calcita (Donner y Grossl, 2002). El
proceso antes descrito no es puramente inorgánico e involucra actividad microbiana, donde
bacterias y hongos pueden contribuir a la biomineralización y formación de la calcita (Monger et
al., 1991).
Los carbonatos de calcio pedogénicos comienzan a acumularse en los suelos, generándose varias
etapas de desarrollo (ver sección 2.2), en un principio precipitan como finos filamentos, luego
como masas suaves y en algunos casos pueden llegar hasta estados de desarrollo que constituyen
horizontes cementados, donde el carbonato ha rellenado gran cantidad del espacio poroso. Estos
horizontes cementados con carbonato de calcio reciben el nombre de horizonte petrocálcico,
calcreta, o caliche.

19
Figura 8: Diagrama idealizado de los procesos envueltos en la precipitación de calcita en un suelo bien drenado de clima
semiárido (modificado de Chadwick y Graham, 2000)

2.2 Pedogénesis de las Calcretas


2.2.1 Clima
El carbonato de calcio se acumula en suelos donde existe un déficit de humedad, permitiendo que
cualquier carbonato se fije en el suelo durante la estación seca para sobrevivir en las estaciones
húmedas en que la lluvia excederá a las pérdidas por evapotranspiración (Alonso-Zarza y Wright,
2010). Las calcretas son particularmente comunes en las partes más secas de climas
mediterráneos, donde existen las condiciones climáticas que favorecen la génesis de suelos
calcáreos (Yaalon, 1997). En estos climas el carbonato se moviliza durante el húmedo otoño-
invierno y precipita durante el verano que es más seco (Yaalon, 1997).
Los organismos, en especial las plantas y los hongos, juegan un rol fundamental en la fijación de
los carbonatos, teniendo como aspecto crítico la relación entre la actividad orgánica y el régimen
de humedad del suelo. Existen algunas relaciones en la distribución de las calcretas pedogénicas
y los regímenes climáticos. Por ejemplo, muchas calcretas pedogénicas se encuentran hoy en día
en regímenes climáticos con una temperatura media anual de entre 16-20°C (Goudie, 1983), sin
embargo también se encuentran en desiertos fríos, lo que implica que el agua de lluvia es el
factor crítico en este proceso (Alonso-Zarza y Wright, 2010).

El clima tiene gran influencia en la formación de la calcreta y en el control sobre algunos rasgos
que se desarrollan en esta. Algunos autores han sugerido que las calcretas pueden ser utilizadas
para estimar paleoprecipitaciones (Retallack, 1990). Candy y Black (2009) mostraron que los
ciclos de formación de calcretas pleistocénicas en el sureste de España estaban relacionados con
los ciclos glaciales e interglaciales.

20
La precipitación del carbonato abiogénica (Fig. 7) es guiada por la evaporación, la fuga de gases
y la evapotranspiración (Wrigth y Tucker, 1991), sin embargo el componente biótico influencia la
precipitación, ya que la evapotranspiración (realizada por las plantas) controla la cantidad de
agua en el perfil de suelo y la respiración de los organismos controla la pCO2 (Monger y
Gallegos, 2000).
Un perfil de calcreta requiere de largos periodos para su formación, y muchos cambios climáticos
pueden ocurrir hasta que se genere un perfil bien desarrollado, el que puede ser el resultado de
una suma de significativos cambios ambientales (Wright, 2007).
El uso de isótopos estables es considerado hoy en día como una herramienta esencial para obtener
información paleoclimática a partir de carbonatos de calcio pedogénicos (Tanner, 2010). A modo
de ejemplo, en paleosuelos del Eoceno tardío en India, los isótopos de C y O han revelado que la
formación de la calcreta ocurre durante intervalos secos, mientras que el sustrato de limolita se
deposita durante los intervalos mas húmedos y cálidos (Singh y Lee, 2007).

2.2.2 Modelos de Formación de Calcretas


El suministro de los carbonatos de calcio a un perfil de calcreta pedogénica, se explica
generalmente a partir de un modelo por descenso, en que el carbonato entra al perfil de suelo en
solución desde las partes superiores del perfil hacia los horizontes más bajos (Goudie, 1983).
Además, existe un modelo por ascenso, en que el carbonato de calcio es obtenido a partir de
aguas subterráneas, el cual explica las calcretas diagenéticas (Goudie, 1983). El suministro puede
provenir de diversas fuentes, entre las que se incluye el sustrato, el agua de lluvia, el polvo, la
biota y el spray marino en áreas costeras (Goudie, 1983; Cailleau et al., 2004).
El carbonato de calcio adicionado al perfil de suelo se emplaza de tres maneras (Alonso-Zarza y
Wright, 2010). En la primera, éste se genera como un componente en biopelículas, micelios de
hongos, remanente de células, o como material coloidal, constituyendo así parte del material
particulado del suelo. En la segunda, puede rellenar espacios porosos de manera masiva como
cemento. Y finalmente en la tercera, puede ser introducido en una fase displasiva, comúnmente
vista en sustratos no carbonáticos, donde la calcita, al no poder formar enlaces adhesivos con los
granos no carbonáticos (Chadwick y Nettleton, 1990), puede desplazar a los granos del sustrato
no carbonático para producir una serie de macro y micro texturas (Wrigth y Tucker, 1991).

Wright y Tucker (1991) distinguieron entre calcretas de tipo alfa y beta según el tipo de agente
que participa en la precipitación de la calcita, siendo en las calcretas de tipo alfa los agentes de
precipitación principalmente de tipo químicos, mientras que en las calcretas de tipo beta, los
agentes de precipitación del carbonato de calcio son principalmente biológicos. Existen una serie
de rasgos macro y micromorfológicos asociados con la precipitación de la calcita que permiten
identificar los agentes que han participado en la precipitación de la calcita y por ende en la
formación de la calcreta.

Microfábricas alfa
Los rasgos no biogénicos son el resultado de soluciones supersaturadas, donde se puede producir
precipitación en los poros, recristalización, reemplazo de componentes carbonáticos y no
carbonáticos del suelo (Braithwaite, 1989) y, en algunos casos, múltiples fases de crecimiento de
calcita (Wright y Peeters, 1989) y dolomitización. Estos rasgos incluyen las masas carbonatadas
cristalinas, con tamaños cristalinos que van de micríticos a esparíticos. La presencia de parches
con cristales gruesos que se distribuyen irregularmente entre la micrita y la microesparita es
21
común. Los granos flotantes son en su mayoría silicatos, pero depende de la composición del
sustrato; son comúnmente angulares y muestran evidencia de expansión o fracturamiento. Existen
muchos tipos de fracturas y grietas, las cuales pueden ser rellenadas con cementos de calcita, pero
cuyo origen es difícil de establecer. La dureza de los nódulos puede ser un buen indicador de su
génesis. Los nódulos con un margen difuso pueden indicar una formación abiogénica de aguas
meteóricas (Khadkikar et al., 1998). Sin embargo, no es fácil de distinguir entre nódulos
formados biogénicamente de aquellos formados abiogénicamente. De hecho, muchos nódulos
pueden ser interpretados como el resultado de la precipitación de carbonatos alrededor de raíces.

Microfábricas beta
Las microfábricas de tipo beta se producen por precipitación de la calcita asociada a actividad
biológica, agrupando formas muy diversas. Los rasgos de este tipo incluyen:
(1) Estructuras alveolar-septal, son septas de hongos de tamaño milimétrico de largo variable
que aparecen entre los poros (Adams, 1980), bordean trazas de raíces (Klappa, 1980), o
aparecen intercalados entre las láminas micríticas (Alonso-Zarza, 1999). Las septas se
forman por cristales equidimensionales de micrita o por calcita en forma de fibra acicular.
Las estructuras de tipo alveolar-septal son básicamente interpretadas como los productos
de la actividad de hongos formadas en micelios de hongos, comúnmente (pero no
siempre) asociados con raíces (Wright, 1986; Wright y Tucker, 1991).
(2) Ooides y pisolitos: Granos con finas películas, son un componente importante que puede
ser muy variable en tamaño (Hay y Wiggins, 1980). El núcleo de los granos puede incluir
relictos de la roca parental, micrita o incluso partes de estructuras alveolar septales. Las
películas pueden ser simétricas o asimétricas. La formación de estos granos requiere de la
generación de un núcleo, ya sea por desecación o por actividad radical, y la formación de
la película, la que es controlada por las raíces y microorganismos asociados,
especialmente filamentos fungosos y cianobacterias (Knox, 1977; Calvet y Juliá, 1983;
Wright 1990; Alonso-Zarza et al., 1992). Oolitos y pisolitos se diferencian por el tamaño,
siendo los oolitos < 2 mm en diámetro y los pisolitos > 2 mm.
(3) Filamentos calcificados. Estos están generalmente presentes en cualquier tipo de calcreta
(James, 1972; Kahle, 1977), consisten en tubos rectos o sinuosos submilimétricos, con
ramificación simple o en Y. Los filamentos están conectados a otros, y pueden aparecer
colapsados y cubiertos por cristales de calcita. Estos parecen ser hongos en su origen,
pero otros microorganismos y pelos radicales pueden también formar estos filamentos.
Verrecchia et al. (1993) han demostrado que, en algunos casos, los filamentos fungosos
biomineralizados pueden estar compuestos por oxalatos de calcio que posteriormente se
transforman a carbonato.
(4) Rizolitos, corresponden a células radicales calcificadas, de tamaño microscópico a
macroscópico.
(5) Cristales de calcita fibroso-aciculares; son hasta 10 µm en ancho y hasta 200 µm en largo,
pero pueden ser de tamaños muy variables. Estos varían desde monocristalinos hasta
cadenas policristalinas, presentando diferentes morfologías (Verrecchia y Verrecchia,
1994). Su formación es debido tanto a los altos niveles de supersaturación como a la
actividad microbiana, especialmente de hongos y cianobacterias (Callot et al., 1985;
Phillips and Self, 1987) o específicamente de la calcificación de las paredes de los hongos
(Bajnóczi y Kovács-Kis, 2006).
(6) Peloides, corresponden a granos de micrita que carecen de estructura interna reconocible,
generalmente se interpretan como de origen fecal (Adams et al., 1984).

22
(7) Otras actividades biogénicas son aquellas que resultan de la actividad de la fauna del
suelo, entre las que se incluyen los pellets fecales, trazas de abejas, avispas, termitas y
hormigas. Algunas de estas estructuras o ichnofábricas son descritas en Genise et al.
(2010).

Etapas de formación de una calcreta


Gile et al. (1966) proponen que la morfología de los suelos cálcicos puede ser vista como una
secuencia de estados morfológicos que reflejan los diferentes grados de desarrollo (relativos al
tiempo de desarrollo) del suelo. Entre los estados I a III, el contenido de gravas es importante y es
diferente para depósitos clásticos finos o gruesos. En los suelos cálcicos ricos en gravas, el estado
I se caracteriza por una delgada y discontinua lámina alrededor de las piedras. En el estado II, las
láminas son continuas y varían en grosor. Las acumulaciones masivas entre clastos y las gravas
totalmente cementadas incluyen el estado III. En suelos pobres en gravas, el estado I muestra
pocos filamentos o películas sobre la superficie de los agregados. Los nódulos más débiles 5-10
mm en diámetro, son indicativos del estado II, donde nódulos coalescentes caracterizan el estado
III.

Figura 9: Etapas de formación de una calcreta a partir de un sustrato carbonatado (modificado de Wright, 1994).

Los estados de desarrollo de las calcretas están basados en un substrato originalmente permeable,
Machette (1985) distingue seis estados de desarrollo para las calcretas desarrolladas en
secuencias continentales del cuaternario, los primeros tres estados son similares a los establecidos
por Gile et al. (1966). Wright (1994) desarrolló un modelo para substratos carbonatados, que se
presenta en la figura 9, cuyas etapas de desarrollo son:

Etapa I: el material parental, compuesto por carbonatos de calcio de origen biogénico o


litogénico, exhibe unos pocos rizolitos y masas de carbonatos y nódulos que forman alrededor de
un 10% del perfil.
Etapa II: rizolitos, moteados y nódulos son más abundantes, pero aún no coalescen. Algunas
delgadas fibras son detectables.
Etapa III: los moteados y nódulos coalescen para formar una matriz continua de calcreta. Las
fibras de carbonato se han formado en los carbonatos más profundos.
23
Etapa IV: la calcreta forma un horizonte impermeable, lo que como resultado genera que los
fluidos soportados por el carbonato se acumulen sobre el horizonte impermeable, generando una
calcreta de tipo laminar. Las raíces pueden ayudar a formar parte de este horizonte Km.
Etapa V: la calcreta laminar es más gruesa y se generan pisolitos, los cuales ocurren en el
horizonte superficial. El horizonte Km puede comenzar a fracturarse e introducirse material no
carbonatado dentro de las fractruras.
Etapa VI: ocurre un horizonte grueso, brechado y pisolítico con numerosos horizontes laminares.

2.3 Uso de las Terrazas de Abrasión Marinas como Cronosecuencias de


Suelos

Una cronosecuencia se refiere a una serie de suelos que difieren en su edad de formación, pero
tienen un material parental similar y se forman bajo condiciones climáticas, topográficas y
biológicas similares. Por lo mismo, una cronosecuencia de suelos es un ambiente ideal para
comparar procesos similares a escalas de tiempo distintas, como también para observar si los
procesos actuales son similares a aquellos del pasado (Bockheim, 1980; Muhs, 1982; White et
al., 1996; Blum y Erel, 1997; Vitousek et al. 1997; Chadwick et al., 1999; Stewart et al., 2001;
White et al., 2005).

Las terrazas marinas han sido ampliamente utilizadas como cronosecuencias de suelos, debido a
que son formas del relieve bien limitadas, generalmente bien constreñidas temporalmente y
además muchas de ellas se forman sobre materiales parentales similares, lo que permite hacer una
buena comparación entre ellas (Jenny, 1941; Muhs, 1982, 2001; Merritts et al., 1991; Langley-
Turnbaugh y Bockheim, 1998; White et al. 2008).

En la paleobahía de Tongoy se ha determinado que una serie de transgresiones marinas han


ocurrido desde el Mioceno (Le Roux et al., 2006), las que generaron los depósitos sedimentarios
que conforman la Formación Coquimbo. Estas transgresiones continuaron durante el Pleistoceno,
dejando una serie de terrazas marinas las que se desarrollaron sobre los sedimentos de la
Formación Coquimbo. En este trabajo se utilizan los cuatro niveles (TII, TIII, TIV, TV) de la
paleobahía de Tongoy, para realizar una cronoseceuncia de suelos que permita establecer las
etapas de evolución de la calcreta de Tongoy. Se realizaron siete perfiles de suelo, tres de ellos
ubicados en la terraza TII en una secuencia que permite establecer una edad relativa entre ellos;
un perfil en la terraza TIII; dos perfiles en la terraza TIV, uno de ellos sobre depósitos de arcilla y
limo de la Formación Coquimbo y otro sobre calizas de la misma formación; y un perfil de suelos
sobre la terraza TV holocénica.

24
3. Hipótesis de Trabajo
Las terrazas de abrasión marina de la paleobahía de Tongoy han sido correlacionadas con las
transgresiones marinas correspondientes a los estadíos marinos isotópicos MIS 11 (412 ka) para
la terraza TII, MIS 7 (225 ka) para la terraza TIII, MIS 5e (123 ka) para la terraza TIV y MIS 1
(11 ka) la terraza TV, en la que se ubica la playa actual.
Sobre estas terrazas de abrasión marina se desarrollan calcretas de origen pedogenético, sobre las
cuales existe escasa información que permita determinar su origen, edad y fases de desarrollo
(Vera, 1985). La ocurrencia de la calcreta de Tongoy en tres de las cuatro terrazas de abrasión
marinas, junto con la reciente datación de estas superficies mediante métodos radiométricos
(Saillard, 2008; Saillard et al., 2009), permiten realizar una cronosecuencia de suelos en la que se
asegure la condición de que el material parental formador del suelo es similar.

Las terrazas marinas han sido ampliamente utilizadas como cronosecuencias de suelos, debido a
que son formas del relieve bien limitadas, generalmente bien constreñidas temporalmente, y que
además muchas de ellas se forman sobre materiales parentales similares, lo que permite hacer una
buena comparación entre ellas (Jenny, 1941; Muhs, 1982, 2001; Merritts et al., 1991; Langley-
Turnbaugh y Bockheim, 1998; White et al., 2008).

Los suelos ubicados sobre la secuencia de terrazas de abrasión marina de la paleobahía de


Tongoy, debieran mostrar diferencias en su desarrollo pedogenético acorde a la edad de
exposición de los materiales sobre los cuales se formaron.

3.1 Objetivo General

El objetivo principal de este estudio es caracterizar los suelos que se desarrollan sobre las terrazas
de abrasión marina de la paleobahía de Tongoy, establecer sus etapas de formación y los
paleoambientes a los que pudo estar sometido este suelo. Conjuntamente se propone realizar un
análisis comparativo entre los suelos ubicados en las distintas terrazas con el fin de evaluar el
desarrollo químico, físico y morfológico de los perfiles de suelo en el tiempo.

3.2 Objetivos Específicos

- Comparar las propiedades geoquímicas, químicas y morfológicas de los perfiles de suelo


formados sobre las terrazas de abrasión marinas de la paleobahía de Tongoy
- Determinar los procesos ocurridos durante la evolución pedogenética del perfil de suelo y los
posibles paleoambientes asociados a éste.
- Establecer un modelo de evolución de la calcreta de Tongoy.

25
3.3 Metodología

La metodología adoptada para alcanzar los objetivos generales y específicos planteados en este
estudio se detallan a continuación
- Recopilación de información bibliográfica.
- Selección de los perfiles de suelo a incluir en el estudio.
- Descripción morfológica de los perfiles de suelo de acuerdo a Schoenberger et al.
(2002).
- Recolección de muestras según horizonte genético para realización de secciones
delgadas y análisis químicos y físicos.
- Los análisis de laboratorio se realizaron bajo los protocolos descritos en Sadzawka et al.,
2004.
- Intepretación de los ambientes y procesos de formación de suelos a partir del análisis
micromorfológico de secciones delgadas de suelos.
- Intepretación de procesos pedogenéticos a partir del análisis físico y químico de los
suelos estudiados.
- Clasificación de los suelos según Soil Survey Staff (2010) y FAO (2006).
- Generación de un modelo de evolución de la calcreta de Tongoy de acuerdo a Machete
(1985) y Wright (1994).

26
4. Resultados
4.1 Contexto Geomorfológico y Descripción Pedoestratigráfica de los Perfiles
de Suelo

El estudio incluyó siete perfiles de suelo, los que se encuentran distribuidos en las cuatro terrazas
de abrasión marinas presentes en la Paleobahía de Tongoy como se presentan en el perfil
topográfico de la figura 10 y la imagen satelital de la figura 11. En la terraza más antigua (TII),
atribuible por Saillard (2008) y Regard et al. (2010) al MIS 11, se estudiaron tres perfiles de
suelo, Maitencillo, La Montosa y Alamito; en la terraza TIII correspondiente al MIS 9, se estudió
un perfil de suelo en el área de la quebrada Almendros; en la terraza TIV atribuida al MIS 5e se
estudiaron dos perfiles de suelo: El Rincón y Las Lomas, mientras que en la terraza de abrasión
actual holocénica se analizó un perfil de suelo en la trasplaya, el cual denominamos como Playa.
Los niveles que constituyen las terrazas de abrasión marinas, se encuentran disectados por seis
cauces o talwegs que desembocan en la Bahía de Tongoy, estos cauces en su conjunto forman
una hoya hidrográfica que alcanza 1083 km2, con una altura máxima en el Cerro Blanco de 1329
m s.n.m. (Paskoff, 1970). Los cauces que disectan las terrazas de abrasión se conocen, en orden
este a oeste, como quebrada El Romeral, quebrada Tongoy, quebrada Almendros, quebrada
Salinas, quebrada Pachingo y quebrada Estero Seco, (Fig. 11). Todos los cauces poseen una
jeraquización en el esquema Horton-Strahler (Strahler, 1957) que alcanza el cuarto orden, a
excepción de la quebrada El Romeral y quebrada Estero Seco, de menor extensión. Los cauces de
primer orden son aquellos que recogen la escorrentía superficial, y como se muestra en la
fotografía aérea de la figura 11, éstos constituyen junto a los cauces de segundo orden pequeñas
quebradas de erosión en la terraza de abrasión TII. La pendiente de los cauces es suave en el
sector de las terrazas de abrasión, y presentan un patrón de tipo subparalelo, lo que coincide con
la presencia de los cordones litorales que se encuentran paralelos a la línea de costa y
perpendiculares a los cauces que disectan las terrazas de abrasión.

Figura 10: Perfil topográfico de la zona de estudio, donde se pueden observar los niveles correspondientes a las terrazas de
abrasión marinas y las alturas de los ángulos que representan las antiguas líneas de costa. La numeración corresponde a los
perfiles: 1, Maitencillo; 2, La Montosa; 3, Alamito; 4, Almendros; 5, El Rincón; 6, Las Lomas; 7, Playa.

27
Figura 11: Imagen satelital Aster (RGB:321) de la zona de estudio, con la ubicación de los perfiles de suelo con respecto a las
terrazas de abrasión marina de la paleobahía de Tongoy.

4.1.1 Nivel TII


La terraza TII es la más extensa de las terrazas de abrasión marinas de Tongoy. Corresponde a
una extensa llanura que engrana con la terraza superior del Río Limarí hacia el sur. Esta terraza
fue datada con conchas marinas mediante el método del U-Th por Saillard (2008). En dicho
trabajo se plantea que esta terraza fue ocupada en diversos períodos durante variaciones sucesivas
del nivel del mar. Una serie de cordones litorales cóncavos hacia el norte y paralelos a la costa
actual son preservados en esta terraza (Fig. 12). Estos cordones se asumen como correspondientes
a la fase de regresión de la última transgresión marina ocurrida sobre este nivel, por lo que

28
Saillard (2008) utilizó la datación de los fósiles presentes en dos de los cordones litorales para
fechar la regresión marina. Las edades obtenidas dieron en el límite máximo del método del U-Th
(400 ka), por lo que atribuyó esta terraza al MIS 11, cuya edad según Sidall et al. (2006) es de
412 ka. Este nivel correspondería a un rasgo geomorfológico plano presente en la costa del
Océano Pacífico entre los 15° a 30° S, que Regard et al. (2010) interpretan como producto de un
período de quiescencia tectónica en el área durante el Plioceno tardío y el Pleistoceno.

Figura 12: Fotografía aérea de la zona donde se ubican los perfiles de los niveles TII y TIII. El nivel TII se encuentra erosionado
por numerosas quebradas, muchas de las cuales se presentan paralelas a la dirección de los cordones litorales. El perfil Maitencillo
se encuentra en un remanente del nivel TII que ha quedado separado de la antigua superficie de la cual formaba parte debido a la
erosión.

Debido a la extensión de esta terraza, los perfiles estudiados en ella no se pueden atribuir
directamente al MIS 11, sino más bien a diferentes etapas de la regresión marina que sucedió a
éste. Debido a la ausencia de dataciones precisas que permitan establecer la edad de los perfiles,
se realizó una correlación entre la distancia de los perfiles al borde SE, correspondiente a la línea
de costa más antigua, que equivaldría al MIS 11, y la regresión marina posterior a ésta (Fig. 13).
29
Este cálculo permite establecer una diferencia de edad relativa entre los perfiles, ya que no
considera las variaciones en la tasa de regresión y los posibles movimientos tectónicos. Bajo este
supuesto, la edad relativa de los perfiles es de 390 ka para Maitencillo, 370 ka para La Montosa y
350 ka para Alamito.

Figura 13: Variación del nivel del mar entre los 415 ka y 335 ka correspondientes al MIS 11. El área gris corresponde a la
regresión marina posterior al MIS 11. Se establece una correlación entre la regresión marina y la extensión de la terraza TII, a
partir de la cual se obtienen las edades relativas de los perfiles de suelos de este nivel.

La erosión generada por los cauces que disectan esta terraza, la dividen en siete plataformas que
constituyen superficies planas con diferentes grados de erosión. Estos rasgos de erosión están
dados principalmente por quebradas perpendiculares a los cauces principales y paralelas a los
cordones litorales, existiendo un control de la geomorfología de la regresión marina sobre la red
de drenaje (Fig. 12).
Los perfiles sobre esta terraza se encuentran en una secuencia que va desde el interior de la
terraza hacia el borde exterior de ésta, con el fin de realizar una cronosecuencia relativa de los
perfiles dentro de la terraza TII, tal como se muestra en la figura 11. Estos se ubicaron en áreas
estables, lejanas de los cauces que erosionan la terraza, sobre la Facie (b) de la Formación
Coquimbo (MPlcq(b)), que corresponden a calizas bioclásticas blancas. Los fósiles presentes en
los perfiles de suelos, se encuentran en el Apéndice I.
Perfil de Suelo Maitencillo
Es el perfil más antiguo, se ubica en el borde interior de la terraza de abrasión marina T II, en un
corte de una explotación minera de caliza, 550 m al oeste de la Ruta 5 Norte. Este se encuentra en
una pequeña meseta de la terraza (Figs. 12 y 14), la cual se encuentra rodeada por pequeñas
30
subcuencas erosivas, en las que no hay presencia de calcreta. Esta meseta constituye uno de los
últimos sectores no erodados hacia el borde interior de la terraza de abrasión TII.
La vegetación está compuesta principalmente por plantas herbáceas, cactáceas y algunas plantas
arbustivas como se muestra en la figura 15A. Se identificaron 16 especies herbáceas, 7 leñosas y
2 cactáceas (Apéndice II).
El perfil de suelo muestra una secuencia que se puede dividir en cuatro capas o sectores como se
muestra a continuación:
- Suelo superficial (0 a 47 cm), que se divide en cuatro horizontes genéticos con la
siguiente secuencia: A-Bw-Bt1-Bt2 (ver Apéndice III). Corresponde a una capa de suelo
de matriz arenosa, con acumulación de arcilla iluviada en profundidad (horizontes Bt1 y
Bt2), las que se presentan como cutanes débiles en las caras de los agregados (Fig. 15-D),
con colores que van desde el pardo (7.5 YR 4/6) en superficie al pardo oscuro (5YR 4/4)
en las partes más bajas. En superficie presenta una capa continua de alrededor de 2 mm
de coprolitos probablemente producto de la actividad de hormigas de la especie
Dorymyrmex goetschi Menozzi1 (Fig. 15-C). Presenta estructura de tipo bloques
subangulares medios a finos (Bw) (Fig. 15-D), de columnas gruesas fuertes (Bt1) (Fig. 15-
E) y de bloques angulares gruesos moderados. Es la capa que concentra las raíces de la
vegetación existente.
- Calcreta brechosa (47 a 58 cm), corresponde a un horizonte mezclado con fragmentos de
calcreta laminar, en parte meteorizados y con una matriz de suelo similar al horizonte
superior. Se le ha designado como Bt2/2Bkm, debido a que ambos horizontes se
encuentran bien definidos. La calcreta brechosa se presenta como pequeños fragmentos,
meteorizados con colores naranjos muy pálidos (7.5 YR 8/3) en húmedo, mientras que la
matriz tiene colores naranjos (7.5 YR 6/6).
- Calcreta laminar (58 A 67 cm), corresponde a un duripán cementado por carbonatos de
calcio, está constituido por una secuencia de laminillas de ≈ 1 mm de grosor, las que se
pueden separar unas de otras mediante un cuchillo. Esta fragmentado en algunas partes
por lo que tiene discontinuidad lateral. Es extremadamente duro y se rompe con dificultad
utilizando un martillo. Tiene un color naranjo amarillento pálido (10 YR 7/3) en húmedo.
Presenta pequeñas concavidades en superficie que le dan forma de homóplato de vaca
(Fig. 15-F). Se designó como horizonte genético 2Bkm2.
- Calcreta masiva (67 a +173 cm), corresponde a un sustrato de arena granodecreciente,
constituido principalmente por fragmentos de conchas de tamaño 250-350 µm en la
superficie y de 1 a 5 mm en la base, cementada por carbonatos de calcio, los que se
pueden encontrar formando concentraciones casi puras, algunas de ellas laminadas. Se
separa en cuatro horizontes genéticos con una secuencia 2Ck1-2Ck2-2Ck3-2Ck4. Hay
presencia de granos siliciclásticos subordinados, de tamaño muy fino. Se pueden
identificar fragmentos de Balanus sp. En la base de la secuencia se presenta
estratificación cruzada planar de bajo ángulo hacia la costa, que indica una depositación
en ambiente de playa.

1
Comunicación personal, Dr. Hugo Torres-Contreras, Departamento de Ciencias Ecológicas, Universidad de Chile
2
El número 2 antes de la letra B indica que existe una discontinuidad litológica.
31
Figura 14: Fotografía del nivel II en el sector de Maitencillo. Se observan varias superficies del nivel II que han quedado separadas por la erosión. En una de estas mesetas se observa el
perfil de suelo Maitencillo.

32
Figura 15: A, entorno del perfil Maitencillo; B, perfil de suelo Maitencillo y sus respectivos horizontes genéticos; C, superficie
con estructura granular, producto de la actividad de la especie Dorymyrmex goetschi Menozzi; D, horizontes genéticos A, Bw y
Bt1. Se pueden observar las estructuras de bloques subangulares de los horizontes A y Bw y la estructura columnar del horizonte
Bt1 cubierta en sus caras por débiles películas de arcilla; E, los horizontes A y Bw fueron eliminados parcialmente para observar
las cabezas de las columnas del horizonte Bt1; F, superficie de la calcreta laminar con su morfología característica.

33
En la misma cantera, se realizaron dos descripciones estratigráficas que se presentan en las
figuras 16 y 17, con el fin de caracterizar los depósitos subyacentes a la calcreta. En éstas se
observa que bajo la calcreta se encuentran estratos de arenisca fina sobre estratos de arenisca
media a gruesa, siliciclástica, con un componente carbonático de origen biogénico,
estructuras de laminación cruzada planar de bajo ángulo y contacto erosivo sobre estratos con
laminación cruzada planar de alto ángulo. Se interpretó como un playa y frente de playa
superior, que indicaría una secuencia regresiva. Estos estratos se asemejan a la facie de
arenisca gruesa con estratificación cruzada descrita por Olivares (2004) para la Formación
Coquimbo, la cual interpretó como de playa y frente de playa superior.

Figura 16: Sección SSE-NNO. A: perfil de suelo. B: calcreta. C: Estrato de arenisca fina con intercalaciones de láminas de
arenisca siliciclástica y biogénica de 1 cm de espesor, con laminación cruzada planar de bajo ángulo en forma de cuña,
ambiente de playa. D: Estrato de fragmentos de concha (5-10 mm) en matriz arenosa cementadas hasta 5 mm, con
laminación cruzada planar de alto ángulo hacia el este. E: canal con base erosiva. Los estratos C y D se asemejan a la facie
de arenisca gruesa con estratificación cruzada (AEC) descrita por Olivares (2004) para la Formación Coquimbo, que se
intepreta como frente de playa superior con canales de corrientes de resaca.

Figura 17: Sección NO-SE. A: perfil de suelo. B: arenisca fina y fragmentos de concha de hasta 5 mm con laminación
cruzada planar de bajo ángulo, contacto con base erosiva, ambiente de playa. C. estrato de conchas entre 5 y 10 mm en
matriz arenosa, cementadas por CaCO3, con laminación cruzada planar de alto ángulo hacia el este, frente de playa superior.
D: cementación del estrato B con carbonato de calcio. E: Paleocanal con numerosas fracturas rellenas con carbonato de
calcio.

En la misma plataforma del perfil Maitencillo, se describieron además cuatro perfiles de


suelo para estimar las variaciones locales del pedón (Fig. 18). Se observaron variaciones en
la potencia del suelo superficial, llegando en algunos perfiles a aflorar la calcreta brechosa,
mientras que la potencia máxima observada llega a los 65 cm (Fig. 18-C). La calcreta
brechosa también presenta variaciones en el espesor, constituyéndose en algunas partes por

34
numerosos fragmentos de calcreta laminar, que en su conjunto superan los 30 cm (Fig. 18 A
y B). El espesor de la calcreta masiva supera los 2,5 m en un perfil, encontrándose esta sobre
un depósito de arena siliciclástica de tamaño fino, no consolidada (Fig. 18-D).

Figura 18: Perfiles de suelo aledaños al perfil Maitencillo. A y B, perfiles con calcreta brechosa aflorando a la superficie; C,
perfil con suelo superficial con potencia de 65 cm; D, perfil con calcreta masiva superior a los 2,5 m de espesor.

Perfil de suelo La Montosa


Este perfil se encuentra a 5,2 km al noroeste del Perfil Maitencillo y a 8 km de la línea de costa.
Se encuentra sobre una meseta que se extiende entre las quebradas Almendros por el este y
35
Salinas por el oeste. La meseta se encuentra erosionada por una quebrada de escorrentía
esporádica (cauce de tercer orden) asociada a las precipitaciones invernales, que corre paralela a
las quebradas mayores de cauce permanente. Además existen cauces de primer y segundo orden
los cuales constituyen rasgos erosivos menores en la meseta. En estos cauces es posible observar
fragmentos de la calcreta en superficie, los cuales están sufriendo procesos de meteorización
(Fig. 19-C).
La vegetación está compuesta principalmente por plantas herbáceas, existiendo una mayor
cobertura de arbustivas y arbóreas que en el perfil anterior, como se observa en la figura 19-A.
Se describieron 16 especies herbáceas, 7 leñosas y 2 cactáceas.
Este perfil a diferencia del perfil anterior, se puede dividir en cinco capas:
- Suelo superficial (0 a 23 cm), se divide en dos horizontes genéticos con una secuencia A-
Bw, corresponde a una capa de suelo de matriz arenosa, con un leve desarrollo de color y
estructura, con color pardo oscuro (7.5YR 3/4) en húmedo para toda la capa. Hidrófobo
en superficie. De estructura granular en superficie y de bloques subangulares medios
fuertes en profundidad. Evidencia de bioturbación a través de la presencia de restos
vegetales, fragmentos tamaño grava de calcreta laminar y de galerías de roedores de hasta
8 cm de diámetro.
- Calcreta brechosa (23 a 36 cm), corresponde a un horizonte mezclado, compuesto por
fragmentos de calcreta laminar meteorizados, fáciles de romper, y con una matriz de
suelo similar al horizonte superior (Fig. 19-B). Posee hasta un 50% del volumen cubierto
por gravas redondeadas de hasta 6 cm. Se designó como horizonte genético Bw/Bkm.
- Calcreta laminar (36 a 56 cm), corresponde a un duripán cementado por carbonatos de
calcio, constituido por una serie de laminillas de ≈1 mm de grosor, las que se pueden
separar unas de otras con dificultad; estas láminas tienen diversos colores (7.5YR 6/6,
7.5YR 7/3, 7.5YR 8/3, 2.5Y 8/2) en húmedo. El límite superior presenta una capa lisa
continua con aspecto de homóplato de vaca. Se le designa como horizonte genético
2Bkm. Tiene numerosas fracturas verticales y una fractura horizontal que la separa de la
calcreta masiva subyacente, estas fracturas se encuentran penetradas por raíces y
presentan numerosos pisolitos, presentándose como un horizonte pisolítico (Fig. 19-D)
(Wright y Tucker, 1991). Presenta una discontinuidad de 160 cm hacia el este, la cual
corresponde a un paleocanal con relleno de gravas redondeadas, suelo superficial y
fragmentos de calcreta (Fig. 19-E).
- Calcreta masiva (56 a 136 cm), corresponde a un sustrato de arena granodecreciente
(arena muy fina en la base a arena media en el techo), constituido por granos
siliciclásticos y biogénicos (restos de conchas marinas) cementados por carbonato de
calcio. Se separa en una secuencia de cuatro horizontes: 2Ck1-2Ck2-2Ckm-2Ck3. Estos
se diferencian en el grado de cementación y endurecimiento, siendo los horizontes
superiores más competentes y difíciles de romper. Presenta restos fósiles de Balanus sp.,
Incatella cingulata y Chorus blainvillei. Tiene una variación de colores que van del pardo
amarillento (2.5 Y 5/3), naranjo amarillento pálido (10 YR 7/4) al gris oliva claro (5 Y
6/2), con numerosas grietas pequeñas las cuales se encuentran recubiertas por capas de
carbonato de color blanco (2.5 Y 8/2) y gris claro (7.5 Y 8/1). No se observan raíces.

36
Figura 19: A, entorno del perfil La Montosa; B, Perfil La Montosa y sus respectivos horizontes genéticos; C, calcreta
meteorizada en borde de quebrada al interior del nivel TII; D, horizonte pisolítico en fractura horizontal de la calcreta laminar; E,
paleocanal relleno con fragmentos de calcreta, clastos redondeados y suelo superficial.

37
- Sustrato (136 a 190+ cm), presenta un horizonte con matriz arcillosa y estructura 3Bw y
dos horizontes arenosos 3C1 y 3C2. El sustrato corresponde a arena fina (177-250 µm)
principalmente siliciclástica con fragmentos calcáreos < 5%. La matriz no reacciona al
HCl, a excepción de masas carbonatadas con alta reacción, éstas no superan el 10% de la
superficie.
Se observó además un perfil de suelo ubicado a 20 m hacia el sur del descrito. Éste presentaba
una capa de suelo superficial cercana a 1 m, bajo el cual se evidenció la presencia de una capa de
coquina de Balanus sp., la que estaba extremadamente endurecida y no presentaba formación de
calcreta laminar. Sin embargo, no fue posible romper la coquina de Balanus para realizar una
descripción del perfil.
Perfil de suelo Alamito
El perfil Alamito se encuentra a 3,8 km al NNO del perfil La Montosa y a 4,2 km de la línea
actual de costa. Se encuentra a 740 m del escarpe que separa la T II con la TIV (El nivel TIII está
escasamente representado en Quebrada Almendros, ver figuras 11 y 12). Por su ubicación,
corresponde al perfil de suelo más joven de TII.
La vegetación está compuesta principalmente por plantas herbáceas y arbustivas, existiendo
también cactáceas y algunas especies arbóreas (Fig. 20). Se identificaron 19 especies herbáceas,
14 leñosas y 3 cactáceas, siendo el perfil con mayor número de especies vegetales identificadas.
Al igual que el perfil anterior, este muestra una secuencia que se puede dividir en cinco capas
principales:

- Suelo superficial (0 a 5 cm). Capa extremadamente delgada, presenta solo dos horizontes
en una secuencia A-Bw, corresponde a una capa de suelo de matriz arenosa, con un
horizonte superficial de arena gruesa (177-350 µm) suelta sin estructura, en tanto el
horizonte subsuperficial tiene estructura de bloques subangulares medios fuertes.
Presenta un color pardo muy oscuro (7.5 YR 3/2) en superficie y pardo (7.5 YR 4/4) en el
horizonte Bw.
- Calcreta brechosa (5 a 23 cm). Corresponde a un solo horizonte que presenta fragmentos
de calcreta laminar los que parecen provenir de varias capas laminadas que se
fragmentaron. Se designa como horizonte genético Bw/Bkm, representado por la sección
de suelo y la sección de la calcreta brechosa respectivamente. Las zonas donde no hay
calcreta se encuentran rellenas por el suelo superficial que tiene un color pardo (7.5 YR
4/4).
- Calcreta laminar (23 a 33 cm), es un duripán cementado por carbonatos de calcio,
constituido por múltiples laminillas, extremadamente duro, se designa como horizonte
genético 2Bkm. Se encuentran fragmentos clásticos incorporados a la calcreta (Fig. 20-
D).
- Calcreta masiva (33 a 125+ cm), está compuesta por capas alternadas de arena y gravas,
con gran cantidad de bioclastos calcáreos, cementadas en diverso grado por carbonatos de
calcio, siendo las capas superiores más competentes, constituyendo algunas verdaderas
coquinas, mientras que las capas inferiores se presentan sueltas. Se separa en una
secuencia de diez horizontes 2Ckm1-2Ck1-2Ckm2-3Ck-4Ck1-4Ck2-4Ck3-4Ck4-4Ck5-
4Ck6, donde los números prefijos representan la existencia de cuatro discontinuidades en
los depósitos. Presenta grietas cubiertas con carbonatos (Fig. 20-C) y una capa de calcreta

38
laminar a los 70 cm, ambas de color blanco (2.5Y 8/2). En el horizonte 4Ck1 se encontró
un ensamble de fósiles con las especies Balanus sp., Choromytilus chorus, Crepipatella
dilatata, Crucibulum quiriquinae, Incatella cingulata, Olivia peruviana y Venus antiqua.
La menor cantidad de carbonatos en profundidad hace pensar que se trata de un horizonte
de transición hacia el sustrato de arena no consolidado descrito en otros perfiles.

4.1.2 Nivel TIII


Esta terraza es la más reducida en tamaño, fue descrita por Ota et al. (1995) en un pequeño sector
entre Puerto Aldea y Punta Lengua de Vaca, con una altura de 35 a 50 m.s.n.m. Posteriormente
Benado (2000) describe a esta terraza en un sector más amplio que se extiende al este de Puerto
Aldea, la que fue mantenida en los trabajos posteriores de Olivares (2004) y Saillard (2008).
Las observaciones realizadas sobre el nivel TIII al oeste de la Quebrada Estero Seco y en el sector
de Puerto Aldea mostraron un nivel de erosión avanzado, el que puede estar dado tanto por el
basculamiento que presenta este nivel (Ota et al., 1995) como por el efecto que pueda tener la
Falla de Puerto Aldea, que según Heinze (2003) corta en parte los depósitos de la Formación
Coquimbo en esta zona. En este sector se encontró un perfil con un suelo superficial de 1,5 m,
compuesto de gravas subangulares a redondeadas, en matriz areno-limosa con fragmentos de
conchas, bajo el cual se desarrolla una delgada calcreta laminar (<1 cm) sobre un sustrato de
arenisca conglomerádica con fragmentos de conchas, granodecreciente, cementada, de 0,8 m de
espesor, el cual descansa sobre un sustrato de gravas finas de hasta 4 cm, redondeadas con una
matriz de arena y cemento de carbonato de calcio (Figs. 21-A-B-D). La intensa erosión sufrida
en este sector se puede constatar al observarse sendos fragmentos de la calcreta laminar en la
Quebrada Seca (Fig. 21-C).
Durante la realización del trabajo de prospección de este estudio se encontró un área al interior
de la quebrada Almendros, donde se desarrolla una pequeña terraza encajada (Figs. 11 y 12) de
escasa superficie, con una altura de 48 m. Por su ubicación y la altura que presenta, en este
trabajo identificamos esta pequeña plataforma como parte de la terraza TIII identificada en el área
por Ota et al. (1995), Benado (2000), Olivares (2004), Saillard (2008) y Saillard et al. (2009).
Este último trabajo correlacionó la TIII con un nivel de abrasión de la zona de Talinay, el cual
mediante datación con 10Be se le asignó al MIS 7e (225 ka).
El suelo descrito en la superficie de este nivel corresponde al techo de la secuencia estratigráfica
descrita por Olivares (2004) en el perfil de Almendros 2.2. En ésta, Olivares describe el techo de
esta secuencia como una facie de coquinas conglomerádicas, de uno a tres metros de espesor,
altamente consolidadas y con una alta proporción de fósiles, fragmentados y enteros, y una
proporción variable de clastos, no superior al 20%. Según Olivares (2004) esta facie corresponde
a la denominada losa, que se relaciona con los depósitos de las regresiones asociadas a las
terrazas de abrasión marina. Esta facie, según Olivares (2004) se encuentra en este sector en
contacto erosivo sobre la facie de coquinas y areniscas balaníferas.
Es en esta pequeña terraza encajada, en el sector denominado Almendros, donde se describió el
perfil de suelo asociado a este nivel. Esta se encuentra erosionada por cárcavas que la disectan,
encontrándose pocos sectores donde se puede observar una superficie plana correlacionable con
la terraza de abrasión.

39
Figura 20: A, entorno perfil Alamito; B, perfil de suelo Alamito y sus horizontes genéticos; C, grieta de la calcreta masiva
recubierta con carbonato de calcio de color blanco (2.5Y 8/2); D, superficie de la calcreta laminar, se observa un clasto
incorporado a la misma.

40
Figura 21: A y B, perfil de calcreta en el sector de Estero Seco; C, fragmento de calcreta en el curso de la Quebrada Estero Seco;
D, Calcreta laminar del perfil no supera 1cm de diámetro.

41
Perfil de suelo Almendros
El perfil Almendros se encuentra a 2,4 km al este del perfil Alamito y a 4,9 km de la línea actual
de costa. Se encuentra a 10 m del escarpe que separa la T III con la llanura de la quebrada, y a 50
m del escarpe que separa la terraza encajada con el fondo de la Quebrada Almendros (Fig. 12).
Es el único perfil de suelo estudiado con detalle para este nivel.
La vegetación presente es escasa (Fig. 22-A), existiendo poca cobertura vegetal, siendo
identificadas 9 especies herbáceas, 4 leñosas y 2 cactáceas.
El perfil de suelo descrito se puede dividir en una secuencia de tres capas, a decir suelo
superficial, calcreta laminar y calcreta masiva, encontrándose ausente la calcreta brechosa
presente en los perfiles de la terraza más antigua:
- Suelo superficial (0 a 70 cm), se divide en tres horizontes genéticos con la secuencia A-
Bw1-Bw2. Corresponde a un suelo compuesto por arena fina (125-250 µm) a media (250-
350 µm). Presenta escaso desarrollo de color y estructura en profundidad, con color pardo
amarillento (10YR 4/3) en superficie y pardo (10YR 4/4) en profundidad; presenta
estructura de bloques subangulares finos y medios débiles. Hay presencia de bulbos de
Leucocoryne sp. y Phycella sp y galerías de roedores que corresponderían a Spalacopus
cyanus (Figs. 22-C,E). Presenta fragmentos de calcreta laminar y masas de carbonatos
(Figs. 22-E,F).
- Calcreta laminar (70 a 81 cm), es un duripán cementado por carbonatos de calcio,
formando una serie de cinco calcretas laminares, separadas por horizontes pisolíticos de
poco espesor (Fig. 22-D). Se presentan discontinuas lateralmente, fracturadas y
retrabajadas por roedores. Cada capa laminar está constituida por microláminas que van
desde < 1mm hasta 4 mm. Se designa como horizonte genético 2Bkm. Tiene un color
naranjo amarillento pálido (10YR 7/3) en húmedo.
- Calcreta masiva (81 a 250 cm), es una estrata compuesta por coquina balanífera
cementada por carbonatos de calcio, posee fragmentos de Balanus sp. Que van desde
tamaño arena hasta los 3 cm, estos se encuentran en una matriz de arena gruesa (350 –
500 µm), se separa en 2 horizontes genéticos 2Ckm1 y 2Ckm2, el primero con un color
blanco (2.5Y 8/2) en seco y con acumulaciones de carbonato en forma de raíz y el
segundo con un color amarillo pálido (2.5Y 8/3) en seco.
La secuencia descrita para la calcreta laminar y masiva corresponde a la losa y a la arenisca y
coquina balanífera descritas por Olivares (2004), esta facie fue datada mediante Sr en 1.4 ± 0,5
Ma por Le Roux et al. (2005), por lo que la calcreta no se desarrollaría sobre depósitos de la
regresión marina posterior a la formación de la terraza, sino a depósitos correspondientes a una
regresión anterior.

42
Figura 22: A, Entorno del perfil Los Almendros, enfrente de la quebrada se observa un posible nivel equivalente a TIII; B, perfil
Los Almendros y sus respectivos horizontes genéticos; C, perfil Los Almendros desde otra perspectiva, se observa un bulbo de
Phycella sp. hacia el borde derecho de la foto; D, calcreta laminar compuesta por cinco capas, la base del martillo apunta hacia
un incipiente horizonte pisolítico; E, masa de carbonato en el horizonte Bw2 sobre una galería de roedor; F, masas de carbonatos
del horizonte Bw2.

43
4.1.3 Nivel TIV
Esta terraza es la más conspicua después de TII y se extiende por toda la Bahía de Tongoy
(Olivares, 2004) como se puede observar en las figuras 4 y 10. Este nivel está correlacionado con
las terrazas descritas para el sector de Talinay (Ota et al., 1995; Benado, 2000; Saillard, 2008).
Fue datada por Saillard (2008) mediante U-Th en restos de fósiles marinos, obteniendo una edad
de ~123± 10 ka, similar a la obtenida para el mismo nivel en Los Altos de Talinay mediante
10
Be, confirmando la correlación entre ambas terrazas que fueron asignadas al MIS 5e (Saillard,
2008; Saillard et al., 2009).
En casi toda su extensión, esta terraza está asociada a la facie (a) de la Formación Coquimbo, a
excepción de unas pequeñas áreas aledañas a la quebrada Pachingo, donde aflora la facie (b) en
el nivel TIV. En este trabajo se realizaron dos perfiles, uno de ellos se efectuó en la facie (b) en el
sector de El Rincón, al oeste de la quebrada Pachingo, y el otro en la facie (a) en el sector de Las
Lomas.

Perfil de suelo El Rincón


El perfil El Rincón, se encuentra en una plataforma de la T IV que se ubica entre la quebrada
Pachingo y quebrada Estero Seco (Fig. 23). Se encuentra al Noroeste del área de estudio, a una
distancia de 1,7 km de la línea actual de costa.
Presenta una cobertura vegetal compuesta principalmente por herbáceas (15 especies),
identificándose 3 leñosas y 1 cactácea.
Existen gran cantidad de madrigueras de cururos (Spalacopus cyanus (Molina)) en toda la
plataforma, fuera de éstas se encuentra material removido del interior, dentro del cual existen
fragmentos de calcreta.

Figura 23: Entorno de la plataforma del nivel TIV donde se encuentra el perfil El Rincón. Hacia el Sur se observan plataformas
pertenecientes al nivel TII.

El perfil muestra una secuencia compleja, en la que existen numerosos horizontes cortados y
discontinuos como se muestra en el esquema de la figura 24. El perfil de suelo descrito sigue en
términos generales la siguiente secuencia:

44
- Suelo superficial (0 a 42 cm), corresponde a un suelo de arena fina (125-177 µm) a media
(177-500 µm), con una secuencia de tres horizontes genéticos A-AB-Bw. Presenta gran
cantidad de clastos, restos de conchas y fragmentos de calcreta. Esta interrumpido por
una estructura en forma piramidal compuesta por calcreta.
- Estrata de gravas granodecreciente (42 a 70 cm), gravas clastosoportadas, polimícticas,
subredondeadas de hasta 4 cm. En la base posee gran cantidad de conchas. Se encuentra
interrumpida por la calcreta, se designa como horizonte genético C.
- Secuencia intercalada de calcretas laminares, horizontes pisolíticos y calcretas masivas
(~30 a ~120 cm). Serie compuesta por 4 calcretas laminares de diverso espesor,
alternadas con horizontes pisolíticos de arena gruesa (350-710 µm), y calcretas masivas
tipo conglomerados y coquinas. Forman una estructura tipo piramidal (Fig. 24-B) que
secciona al suelo superficial y la capa de gravas.
- Sustrato de arena fina (177-250 µm), suelta, con estructura laminar y conchas en
orientación paralela a la laminación. Puede corresponder a un ambiente de frente de playa
inferior.
La complejidad de la secuencia de este perfil podría estar asociada a eventos de bioturbación.
Los horizontes pisolíticos se asocian a la presencia de raíces (Wrigth, 1994), en tanto que la
calcreta toma formas que se asemejan a galerías de roedores excavadores (Pierce, 1992). En la
figura 25 se presentan algunas de estas galerías con su orientación. La presencia del roedor
Spalacopus cyanus es común en las terrazas de Tongoy, estos roedores, a pesar de preferir suelos
blandos, están adaptados para cavar sustratos muy duros (Bozinovic et al., 2005). En calcretas
del oeste de Estados Unidos, se han descrito perturbaciones por roedores excavadores en
calcretas cementadas, estos según Johnson y Johnson (2004) son capaces de penetrar y destruir
horizontes petrocálcicos, generando modificaciones significativas a lo largo del tiempo.
En el borde este de la plataforma descrita, en el límite superior del escarpe que separa el nivel
TIV con la Quebrada Pachingo, se observó otro perfil de suelos, el cual presenta una delgada
calcreta laminar sobre una estrata de conglomerado cementado por CaCO3, de 35 cm de espesor,
bajo la cual se encuentra una calcreta laminar de 20 cm de espesor, desarrollada en una matriz
de arena fina, la cual aparece no cementada bajo la calcreta laminar.

45
Figura 24: A, fotografía del perfil El Rincón con la sección descrita en la figura 24-D; B, estructura de forma piramidal
compuesta por una capa superficial de calcreta laminar continua; C, sección inferior de la estructura piramidal con fracturas
verticales; D, esquema del perfil El Rincón, se aprecian las secciones de la fotografías C y D.

46
Figura 25: Calcreta masiva con una cubierta laminar en forma de galería de roedor; A, vista superior donde se observa una
proyección en profundidad del perfil descrito en la figura 24; B, borde oeste del perfil desde arriba, el martillo se encuentra sobre
una galería; C, calcreta en forma de galería; D, calcreta con forma de galería vertical (corresponde a la línea discontinua que se
observa en la fotografía A).

47
Perfil de suelo Las Lomas
El perfil Las Lomas se ubica en una plataforma del nivel T IV presente entre las Quebradas
Almendros y Salinas. El perfil se encuentra a 5,2 km al NEE del perfil El Rincón y a 1,2 km de
la línea actual de costa. La plataforma se encuentra erosionada por pequeñas quebradas que no
alcanzan a seccionarla completamente. Esta plataforma probablemente constituye la superficie
mejor conservada del nivel TIV.
En este sector se identificaron 10 especies herbáceas, dos leñosas y una cactácea (Apéndice).
El perfil muestra una secuencia de 12 horizontes en los 160 cm descritos, el cual se puede
separar en cuatro capas:
- Suelo superficial (0 a 12 cm), corresponde a una delgada capa de arena, compuesta por
una secuencia de 2 horizontes (A-Bw), de arena muy fina (A) a fina (Bw), con estructura
laminar débil en superficie y de bloques angulares medios débiles, con color pardo
grisáceo amarillento (10YR 4/2) en superficie y pardo amarillento (10YR 4/3) en el
horizonte subsuperficial. Presenta numerosos rasgos de actividad biológica como
coprolitos, larvas de insectos y materia orgánica en descomposición.
- Estrata arcillosa (12 a 115 cm), corresponde a una secuencia de tres horizontes arcillosos
2Bt1-2Bt2-2Bt3 sobre el cual se encuentra un horizonte con desarrollo de color y
estructura y presencia de arcilla (2Bw), producto probablemente de la mezcla de
materiales entre el suelo arenoso superficial y la arcilla subyacente. Presenta estructura de
bloques subangulares que varían de medios a gruesos, fuertes, con un horizonte que
presenta estructura de prismas gruesos moderados, los que indican procesos de expansión
y contracción (Chadwick y Graham, 2000). Hay presencia de carbonatos, que se
presentan como masas (Fig. 26-C). Existen abundantes crotovinas y coprolitos, que
reflejan pedoturbación.
- Estratas de conchas cementadas (115 a 124 cm y 124 a 130), entre las que se desarrolla
una delgada línea de clastos redondeados de 3 a 5 cm de diámetro. Las especies
encontradas son en su mayoría de la especie Crassilabrum crassilabrum, con presencia
de Argopecten purpuratus, Balanus sp., Crepipatella dilatata, Crucibulum quiriquinae,
Ensis macha, Mulinia edulis, Nassarius gayi, Olivia peruviana. La especie Ensis macha,
presentó varios fósiles con valvas opuestas, que indican una muerte in situ del organismo.
- Sustrato de arena (130 a 160 cm), formado por numerosos estratos de arena fina a media,
compuesta por bioclastos y siliciclastos. Algunas presentan fragmentos fósiles de tamaño
grava fina, con ocasionales conchas enteras. Existe una lámina de carbonatos de 8 mm
discontinua.
En el borde exterior de esta plataforma, a 672 m del perfil Las Lomas, se puede observar un
afloramiento de este perfil en el cauce de una quebrada (Fig. 26-F). En este se observa una capa
de coquina cementada, con un ensamble de fósiles similar al descrito (Fig. 26-G), el cual se
encuentra fuertemente cementado, probablemente producto de la mayor intemperización de los
carbonatos al encontrarse expuestos. No se observa el desarrollo de calcreta laminar. Este perfil
junto con el perfil Las Lomas se asemejan al descrito por Luzio et al. (1978a) para este nivel.

48
Figura 26: A, entorno del perfil Las Lomas; B, perfil Las Lomas con sus respectivos horizontes genéticos; C, concentraciones de
carbonatos en las caras de los agregados del horizonte 2Bt3; D, estrato de conchas correspondiente al horizonte 3C; E, estrato de
fragmentos de conchas débilmente cementadas correspondientes al horizonte 6C; F, perfil observado en el escarpe que separa el
nivel TIV del TV, donde se puede observar un estrato de coquinas con una composición de fósiles similar al descrito para el
horizonte ·C.

49
4.1.4 Nivel TV
El nivel TV corresponde a la terraza de abrasión marina holocénica actual, la cual fue estudiada
en detalle por Ota y Paskofff (1993). Estos autores reconocen la existencia de una serie de
cordones litorales en este nivel, los que se formaron durante el retroceso de la línea costera.
Fecharon fósiles marinos mediante 14C, asignándole al cordón litoral más joven una edad de 910
AP y al más antiguo una edad cercana a los 5400 AP, estimando a partir de esto una
progradación del mar de 0,14 m año-1. Posteriormente Saillard et al. (2009), tras datar clastos
superficiales de este nivel con 10Be en el sector de Altos de Talinay, lo asignó al estadío
isotópico MIS 1, el cual tiene una edad de 6±1 ka según Fleming et al. (1998) y Lambeck et al.
(2002), lo que concuerda bien con los datos obtenidos por Ota y Paskoff (1993) para el cordón
más antiguo.
Este nivel contiene a la playa actual, la cual está bordeada por una berma activa (Fig. 27-A), esta
berma genera una barrera a los cauces que llegan al mar, produciéndose cuatro humedales (Fig.
27-B) de gran importancia ecológica para la zona (CONAMA, 2009). Es un nivel que no se
encuentra aún estabilizado, donde ocurren procesos activos como la formación de la berma
actual y la generación de dunas costeras.
Perfil de suelo Playa
Este es el perfil más joven de la secuencia de suelos estudiada (Fig. 27), se ubica en la trasplaya
a unos 180 m de la berma activa y a escasos metros del cordón litoral más joven, datado por Ota
y Paskoff (1993) en 910 AP. Asumimos esta edad para el perfil de suelo estudiado.
Existe una escasa cobertura vegetal en este nivel, debido principalmente a que no es un nivel que
se encuentra estabilizado, la flora se compone exclusivamente por plantas herbáceas,
identificándose en el área 12 especies.
Este perfil puede ser subdividido en dos capas:
- Suelo superficial (0 a 41 cm), corresponde a un sustrato arenoso con escaso desarrollo
pedogénico, que se muestra por el incipiente desarrollo de estructura y la abundante
actividad biológica dada por raíces y la actividad de insectos. Se separa en una secuencia
A-BC1-BC2.
- Sustrato de arena (41 a 180 cm), es un sustrato de arena sin desarrollo pedogenético, se
divide en 6 capas con 2 discontinuidades litológicas en una secuencia C-2C-3C1-3C2-
3C3-3C4. Estos estratos presentan laminación cruzada planar con orientación hacia la
playa, con pequeñas láminas que van de 3 a 6 mm y presencia de bivalvos orientados
(Fig. 27-F). En el perfil existe un canal de resaca lleno de restos de conchas (horizonte
2C). Se interpreta como ambiente de playa.
En el cordón litoral más joven, entre las quebradas de Salinas y Pachingo, se observó un perfil de
suelos compuesto por restos de conchas en una matriz arenosa (Fig. 27-G). Este perfil muestra
escaso desarrollo pedogenético, los restos de conchas casi no presentan meteorización, mientras
que la matriz no reacciona al HCl, por lo que se puede indicar que existe un escaso desarrollo
pedogenético en este nivel.

50
Figura 27: A, Berma actual en la Bahía de Tongoy; B, Humedal Pachingo, formado por la presa natural que genera la berma
costera sobre el cauce de la Quebrada Pachingo; C, Entorno del perfil Playa; D, perfil Playa; E, galería de roedores en el
horizonte BC2; F, laminación cruzada planar y conchas orientadas en horizonte 3C2; G, Perfil en el cordón litoral más joven.

51
4.2 Propiedades Físicas
4.2.1 Clase Textural
Se denomina clase textural de un suelo, a la proporción de arena, limo y arcilla presente en este,
sin considerar la fracción gruesa del mismo (> 2 mm), éstas se agrupan como se muestra en el
diagrama de la figura 28, según USDA (Schoenberger et al., 2002). Los límites para separar el
tamaño de partículas de arcilla, limo y arena son diferentes en la Ciencia del Suelo a aquellos
utilizados en Sedimentología (tabla 3), esto se debe principalmente a que en Sedimentología se
utiliza una escala logarítmica1, mientras que en ciencia del suelo se utiliza una escala que
proviene de aquella propuesta por Atterberg (1905), basada en las propiedades mecánicas de los
suelos.

Figura 28: Diagrama ternario con la distribución de las clases texturales de suelos según el contenido de arena, limo y arcilla.

La distribución de clases texturales en los suelos estudiados muestra una tendencia hacia una
madurez física a medida que aumenta la edad del perfil. Considerando que el suelo del nivel TV,
corresponde a un suelo joven, no evolucionado, de textura arenosa en todos sus horizontes,
constituido principalmente por arena fina (> 95%), en el diagrama ternario de la figura 29, se
observa que los suelos de los niveles TIV y TIII presentan mayores porcentajes de limo y arcilla, y
contienen horizontes pertenecientes a las clases texturales arenosa y franco-arenosa. En los suelos
del nivel TII se observa el mayor grado de madurez física, sin horizontes pertenecientes a la clase
textural arenosa y con horizontes que van desde clases texturales areno-francosas, franco-

1
La clasificación del tamaño del grano utilizada en sedimentología se basa en la escala de ϕ = -log2d, donde d es el
diámetro de la partícula.
52
arenosas y franco-arcillo-arenosa. Estas diferencias en la distribución de tamaño de partículas se
puede atribuir al tiempo de exposición de los procesos de meteorización, donde los suelos del
nivel TII han estado sometidos por más tiempo a los procesos de intemperización, los cuales
producen que las fracciones de los granos intemperizados pasen a formar parte de la fracción
arcilla (Graham y Buol, 1990). Las arcillas como parte de las partículas más finas del suelo, son
más susceptibles de suspenderse y ser transportadas en el agua que entra en el suelo. Este proceso
es evidente sólo en el suelo superficial de los perfiles Las Lomas (Nivel TIV) y en el perfil
Maitencillo (Nivel TII), donde se ve un aumento del contenido de arcilla en profundidad junto con
una disminución del contenido de arena (Fig. 30). Este transporte de arcilla dentro del perfil de
suelo, conocido como iluviación, se corrobora para ambos perfiles con el análisis
micromorfológico (sección 4.4).

Sedimentología Pedología
(mm)
Arena 0.0625-2 0.05 – 2
Limo 0.0039-0.0625 0.002 – 0.05
Arcilla <0.0039 <0.002
Tabla 3: Límite para los tamaños arena, limo y arcilla en Sedimentología y Ciencia del Suelo.

Figura 29: Diagrama terciario con la distribución de arena, limo y arcilla de los suelos estudiados agrupados por nivel.

53
Figura 30: Distribución de arena, limo y arcilla en profundidad de los perfiles de suelo estudiados. No se presenta el perfil Playa, por tener contenidos de arena que superan el 95%
en todos sus horizontes.

54
4.2.2 Densidad aparente
La densidad aparente, es un concepto físico que permite cuantificar el estado de compactación y
la cantidad de espacio poroso existente en un suelo. La expresión densidad aparente (ρb) consiste
en:
(𝑚𝑎𝑠𝑎 𝑑𝑒 𝑠ó𝑙𝑖𝑑𝑜𝑠 )
𝜌𝑏 = (𝑣𝑜𝑙𝑢𝑚𝑒𝑛 ,
𝑑𝑒 𝑠ó𝑙𝑖𝑑𝑜𝑠 𝑦 𝑝𝑜𝑟𝑜𝑠 )

cuyos valores se expresan en Mg m -3. Esta propiedad de los suelos permite observar las
variaciones que se pueden producir por disturbación, existiendo un rango entre los valores de
densidad aparente, el cual depende de la distribución del tamaño de partículas con el
empaquetamiento de éstas (Skopp, 2000).
En la figura 31, se observa que la densidad aparente varía significativamente entre un perfil y
otro, y dentro del perfil para la mayoría de los suelos. Estas variaciones dentro del perfil se
explican, al menos para los suelos del nivel TII, con un aumento en los valores de la densidad
aparente para la calcreta en comparación con el suelo superficial.

Figura 31: Valores de la densidad aparente en profundidad para los perfiles de suelo estudiados.

55
4.3 Propiedades Químicas
4.3.1 pH y Conductividad Eléctrica (CE)
El pH es una de las propiedades químicas más importantes de un suelo, por cuanto su valor está
condicionado y afecta importantes procesos químicos como la movilidad de los iones, los
equilibrios de precipitación y disolución, la cinética de las reacciones de precipitación y
disolución, y los equilibrios de oxidación-reducción. Debido a la imposibilidad de describir el
pH para sólidos, este valor se refiere a la solución suelo, que corresponde a la solución que se
encuentra en los poros del suelo, cuyas propiedades químicas están influenciadas por la
composición de la fracción sólida del suelo. Diversos factores afectan el grado de acidez de un
suelo, entre los cuales encontramos la pCO2, presencia de ácidos orgánicos, la materia orgánica,
abundancia de óxidos de Fe y Al y la presencia de sales solubles ácidas.
El carbonato de calcio es un regulador importante del pH en suelos alcalinos. Este actúa como un
receptor de protones como se muestra en la siguiente reacción:

CaCO3 + 2H+ = Ca2+ + CO2(g) + H2O


Los rangos de pH de los suelos de la paleobahía de Tongoy varían desde 6.9 (neutro) a 9.1 (muy
alcalino) (Fig. 32). Los valores de pH son más bajos en los horizontes superficiales, lo que se
puede explicar por el mayor contenido de materia orgánica y el menor contenido de bases de
esos horizontes. La variación del pH desde valores neutros en superficie a valores alcalinos y
muy alcalinos en profundidad es esperable y se relaciona con los procesos de acumulación de
carbonato de calcio y de bases a medida que se profundiza en el perfil.
La conductividad eléctrica (CE), es un reflejo de la cantidad de iones disueltos en una solución,
por lo que se utiliza como una medida del nivel de salinidad de los suelos. En la figura 32 se
observa que los niveles de CE más altos se presentan en los perfiles La Montosa y Maitencillo,
los que corresponden a los suelos más antiguos. A excepción de Las Lomas, los perfiles de los
niveles TIII, TIV y TV presentan bajos niveles de CE, por lo que el origen de la salinidad se puede
relacionar con una acumulación de sales por aportes atmosféricos, siendo los suelos del nivel
TII, los que más tiempo llevan expuestos a esta acumulación.

56
Figura 32: valores de pH y conductividad eléctrica en profundidad para los perfiles de suelo estudiados.

57
4.3.2 Materia Orgánica (MO)
Los contenidos de materia orgánica en el suelo, son el producto del balance entre la tasa de
depositación de residuos vegetales (y animales) y la tasa de mineralización de éstos por la biota
del suelo. Los niveles de C en el suelo no crecen indefinidamente, sino que tienden a valores de
equilibrio; estos crecen hasta un punto de inflexión y luego decrecen hasta alcanzar un equilibrio
entre la entrada de residuos orgánicos al sistema y la descomposición de los mismos (Baldock y
Nelson, 2000).
Al proyectar los contenidos de materia orgánica de los horizontes superficiales con la edad de los
suelos (cronofunciones) como en la figura 33, se muestra un aumento en los contenidos relativos
de materia orgánica hasta el perfil La Montosa, para luego decrecer en el perfil Maitencillo, el
cual podría haber sobrepasado el punto de inflexión descrito por Baldock y Nelson (2000).
Aburto et al. (2008) obtuvieron valores de carbono orgánico (CO) para suelos de la región,
desarrollados sobre superficies estables, que llevados a materia orgánica2 se encuentran en un
rango entre 1.064 y 2.28%, y Perez et al. (2011) obtuvieron valores de CO que llevados a MO
fluctúan entre 1.0492 y 1.462% para un suelo bajo un ecosistema natural e intervenido en la zona
de Las Cardas, en la región de Coquimbo. Los valores obtenidos por estos autores son similares a
los obtenidos en este estudio, lo que confirma la idea de que el perfil La Montosa se encuentre
cercano al punto de inflexión, que a su vez correspondería al punto donde el suelo es capaz de
sostener mayor cantidad de biomasa antes de comenzar una disminución en el equilibrio de
carbono en el suelo (Vitousek, 2004). Si se genera una curva de correlación lineal entre ambos
parámetros entre el perfil Playa y La Montosa se obtiene un índice de correlación R2 de 0,414. El
valor bajo de MO del perfil Almendros se puede explicar por condiciones de erosión y drenaje
locales relacionadas con el reducida superficie de la plataforma donde se desarrolla este suelo.

Figura 33: Cronofunción de la materia orgánica para los perfiles de suelo estudiados.

2
La relación entre carbono orgánico (CO) y materia orgánica (MO) en un suelo es: MO (%) = CO (%) x 1,724
(Sadzawka et al., 2004)

58
4.3.3 Capacidad de Intercambio Catiónico (CIC)
La capacidad de intercambio catiónico de un suelo se refiere al número de moles de carga
adsorbida que puede ser desorbida de una unidad de masa de suelo, bajo condiciones dadas de
temperatura, presión, composición de la solución suelo, y razón de masa/solución suelo. Los
valores de la CIC están directamente relacionados con el contenido y tipo de arcillas y de materia
orgánica de un suelo. En la figura 34, se muestra la capacidad de intercambio catiónico de los
suelos estudiados, cuyos valores fluctúan entre 4 y 23 cmol+ kg-1. Estos valores se encuentran
dentro de lo esperado para suelos Aridisoles, donde los contenidos de materia orgánica son bajos,
y los procesos de meteorización no han sido suficientes para generar cantidades mayores de
arcillas, que son las partículas con mayor capacidad de intercambio.
El índice CIC/Contenido de arcilla se utiliza para estimar el tipo de arcillas que componen el
suelo cuando no se tienen datos mineralógicos (Burt, 1995). En la tabla 4 se muestra el índice
para los horizontes superficiales de los suelos estudiados, donde se observa que el mineral
predominante correspondería a arcillas del grupo de las vermiculitas, las que presentan una alta
capacidad de intercambio catiónico. El suelo del perfil Maitencillo, muestra los valores más
bajos de este índice, lo que se explicaría por una mayor meteorización dado el mayor tiempo de
exposición de este suelo.
Aburto et al. (2008) presentan datos de mineralogía de arcillas mediante difracción de rayos X
para un perfil en el nivel TII donde el mineral predominante en el suelo superficial es
montmorillonita, seguido de micas y caolinita, lo que se correlaciona bien con los valores de
CIC/Arcillas obtenidos.

59
Figura 34: Distribución de la CIC y cationes extraíbles en profundidad para los perfiles de suelo estudiados.

60
Horizonte CIC Arcilla CIC/ arcilla Mineralogía predominante
genético

Cmol+ kg-1 %

Playa
A 7.40 5.00 1.48 Montmorillonitico - Vermiculítico
BC1
4.30 5.00 0.86 Montmorillonitico – Vermiculítico

BC2 7.70 5.00 1.54 Montmorillonitico – Vermiculítico

C 8.90 5.00 1.78 Montmorillonitico – Vermiculítico

Las Lomas
A 10.10 11.30 0.89 Montmorillonitico – Vermiculítico
Bw
10.60 12.30 0.86 Montmorillonitico – Vermiculítico

2Bw 17.10 24.20 0.70 Montmorillonitico – Vermiculítico

2Bt1 15.60 24.90 0.62 Mixto – Ilítico – Clorítico

2Bt2 20.60 28.0 0.73 Montmorillonitico – Vermiculítico

El Rincón
AB 11.40 2.2 5.18 Montmorillonitico – Vermiculítico
Bw
9.14 1.2 7.61 Montmorillonitico – Vermiculítico

Almendros
A 9.24 3.2 2.89 Montmorillonitico – Vermiculítico
Bw1
7.45 5.3 1.41 Montmorillonitico – Vermiculítico

Alamito
A 12.00 7.0 1.71 Montmorillonitico – Vermiculítico
Bw
12.00 9.3 1.29 Montmorillonitico – Vermiculítico

Bw/Bkm 15.80 7.3 2.16 Montmorillonitico – Vermiculítico

La Montosa
A 14.40 11.3 1.27 Montmorillonitico – Vermiculítico
Bw
14.70 12.4 1.18 Montmorillonitico – Vermiculítico

Bw/2Bkm 16.90 12.5 1.35 Montmorillonitico – Vermiculítico

Maitencillo
A 5.27 7.30 0.72 Montmorillonitico – Vermiculítico
Bw
8.32 9.30 0.89 Montmorillonitico – Vermiculítico

Bt1 7.66 21.10 0.36 Mixto – Ilítico – Clorítico

Bt2 10.52 26.60 0.39 Mixto – Ilítico – Clorítico

Bt2/Bkm 11.15 34.00 0.32 Mixto – Ilítico – Clorítico

Tabla 4: Tipo de mineralogía predominante según el índice de CIC/% de arcilla de Burt (1995).

61
4.3.4 Cationes Extraíbles
En la figura 34 se muestran los contenidos de los cationes extraíbles para los horizontes
superficiales de los suelos estudiados. En los suelos alcalinos, se espera que los iones
intercambiables disponibles sean Ca2+, Mg2+, Na+ y K+. Los contenidos de estos iones son
mayores en suelos de regiones áridas debido a la baja lixiviación. Los cationes extraíbles se
expresan en cmol kg-1 en la figura 34, los cuales también pueden expresarse en cmol m-3 como en
la figura 36. La figura 35 muestra una cronosecuencia del promedio de acumulación de los
cationes extraíbles al segundo horizonte, para lo cual se utilizó la fórmula:
𝑛
𝑖=1 𝐶𝐵 𝑖 𝐷𝑎 𝑖
= c mol m-3,
𝑛

donde CB corresponde a los cationes básicos extraíbles (Ca2+, Mg2+, K+, Na+), Da a la densidad
aparente y n al número de horizontes incluidos en el cálculo. La concentración de cationes se
pueden subdividir en 2 cronosecuencias con una buena correlación como se presenta en la figura
35, una para los niveles TV-TIV-TIII con un coeficiente de correlación lineal de R2=0.943 y otra
para el nivel TII con un coeficiente de correlación lineal de R2=0.896. Al realizar una línea de
correlación entre todos los perfiles, esta arroja un R2 de 0.422, con una baja correlación. Esto se
explica por una disminución en los cationes extraíbles para los perfiles más jóvenes del nivel TII,
esta disminución en la cantidad de cationes extraíbles por m3 no es esperable desde el punto de
vista pedogenético, por cuanto en un ambiente árido costero, se espera un suministro importante
de estos elementos vía aporte eólico, principalmente por spray marino, por lo que a mayor
tiempo de exposición de un suelo, mayor sería la acumulación por aporte eólico. Un estudio
realizado por Fiebieg et al. (2006) en La Serena, mostró que del material particulado aéreo en la
costa, un 50% es de origen marino, con tazas de depositación de sodio de 846 ± 438 µgm-2d-1.
Otros estudios en el desierto de Atacama han demostrado la importancia de los aportes
atmosféricos en Ca2+, Mg2+, K+, Na+ a los suelos (Rech et al., 2003; Ewing et al., 2006).
Schemenauer y Cereceda (1992) en un estudio sobre la composición de la neblina costera en El
Tofo, encontraron concentraciones importantes de Na+, Ca2+, K+, SO4-. La diferencia por tanto en
los niveles de cationes extraíbles para los suelos superficiales, puede deberse más a factores
locales que a una acumulación lineal de estos elementos a través del tiempo.
El análisis de la concentración de estos elementos en el suelo, se puede realizar a partir de un
balance de masas, el cual se representa en un punto en el tiempo, en el cual la masa del suelo (o
de un elemento determinado en él) corresponden a las diferencias de masas entre el material
parental original y el suelo actual. Esta diferencia de masa, corresponde a las pérdidas o
ganancias (Δm) durante la formación del suelo entre el material geológico original (mp) y la masa
correspondiente del substrato meteorizado (mw)
Δm = mw - mp.
Esta ecuación también se aplica para los elementos móviles como los cationes de intercambio,
los cuales se pierden del sistema en climas donde las precipitaciones son mayores a la
evapotranspiración. En climas áridos y semiáridos, donde las tasas de evapotranspiración
superan a la precipitación, estos elementos se acumulan en el perfil de suelo, pudiendo existir
una movilización vertical de los elementos, siendo las especies más solubles transportadas a
mayores profundidades que las especies menos solubles. Debido al clima mediterráneo semiárido
de Tongoy, en que la evapotranspiración supera a la precipitación en gran parte del año, se

62
espera una acumulación neta de elementos provenientes de la depositación atmosférica,
principalmente en forma de spray marino, el cual genera aportes importantes de iones en áreas
costeras del norte de Chile (Schemenauer y Cereceda, 1992; Cereceda et al., 1997; Fiebig et al.,
2006). Si se considera que el perfil Playa es el más joven de la secuencia, y que todos los suelos
se generaron a partir de un proceso de regresión marina que, en principio generó un suelo similar
a este, se puede considerar este suelo como el punto cero o material parental, para lo cual para
hacer un balance de masas de cada elemento entre los horizontes, mp corresponde al contenido
inicial de ese elemento en la fracción soluble y mw el contenido de ese elemento en el suelo en
cuestión, siendo Δm, el balance de dicho elemento para el suelo superficial. En la tabla 5 se
presentan los balances para los dos primeros horizontes en los perfiles estudiados. Se observa
que no existe una relación lineal entre los perfiles para ningún elemento.

Figura 35: Cronofunción para la suma de cationes extraíbles. Los números corresponden a los perfiles: 1, Maitencillo; 2, La
Montosa; 3, Alamito; 4, Almendros; 5, El Rincón; 6, Las Lomas; 7, Playa.

Perfil ΔmNa+ ΔmK+ ΔmCa2+ ΔmMg2+


---------------------------Cmol+ m-3-------------------------
Las Lomas 5.3221 7.82165 0.3204 0.70975
El Rincón -1.09655 -1.47045 20.40025 -0.6329
Almendros -1.28905 -1.7417 26.08775 -0.6679
Alamito -0.2968 4.0642 5.74985 0.0953
La Montosa -0.1777 10.18225 7.9336 0.6234
Maitencillo 56.6256 3.8014 -1.0711 -0.7585
Tabla 5: Balance de cationes extraíbles para los horizontes superficiales de los perfiles estudiados en base al contenido de
cationes del perfil de suelo Playa, considerado como sustrato original.

63
2+ 2+ + +
Figura 36: Concentraciones de los iones Ca , Mg , K y Na para los 2 horizontes superficiales.

64
A mayor tiempo de exposición, se esperaría una mayor concentración de iones en el suelo en este
tipo de climas, sin embargo las precipitaciones locales permitirían un movimiento parcial de
estos iones hacia horizontes más profundos; este movimiento vertical de cationes se aprecia con
claridad en el suelo superficial para el Na+ en el perfil Maitencillo y en el perfil Las Lomas (Fig.
36), siendo a su vez estos perfiles los únicos que presentan rasgos macroscópicos de iluviación
de arcillas para dichos horizontes de acumulación, por lo que este aumento vertical en los
contenidos de sodio se puede asociar también a la iluviación de arcillas, la que a su vez tendría
mayores contenidos en estos perfiles por presentar el suelo Las Lomas un material parental de
origen arcilloso y el perfil Maitencillo una mayor formación de arcillas secundarias las que se
evidencian tanto a nivel macroscópico (sección 4.1) como microscópico (sección 4.4). A su vez,
ambos suelos presentan los mayores niveles de Na en superficie (Fig.36), y los únicos que
presentan una ganancia neta en relación al perfil Playa.
Las variaciones en los contenidos de los cationes de intercambio entre los suelos se puede deber
a diversos factores como el pH, el contenido y tipo de materia orgánica, diferencias en las tasas
de infiltración del agua de lluvia, la composición mineralógica y la mezcla parcial de horizontes
por bioturbación. Este último factor se debe a que existe una diferente afinidad por los cationes
de intercambio entre los diferentes minerales de arcilla que componen la fracción fina del suelo
(Camberato y Pan, 2000). A su vez, la presencia de roedores de la especie Spalacopus cyanus en
el área, genera una mezcla de horizontes que aportaría elementos concentrados en los horizontes
inferiores, como lo sería la presencia de pequeños fragmentos de calcreta en la superficie aledaña
a los sectores de los perfiles El Rincón y Los Almendros, donde se observaron fragmentos
calcáreos asociados a galerías de estos roedores (sección 4.1). Las concentraciones de Ca en los
horizontes superficiales de estos suelos (Fig. 36), confirmaría esta hipótesis. Las concentraciones
de Na, K, Mg y Ca en los horizontes superficiales (Fig. 36), se muestran en general erráticas, no
existiendo un factor detectado en este estudio que explique este comportamiento.

4.3.4 Aniones Extraíbles

Las concentraciones de la suma de los iones SO42-, Cl- y HCO3- para los suelos estudiados se
presentan en la figura 37. Se observa una variación vertical en los contenidos de aniones
extraíbles en los perfiles Las Lomas y Maitencillo, mientras que en los demás perfiles estos se
muestran con niveles similares para todos los horizontes, esto se puede atribuir a la alta
movilidad de los aniones en suelos alcalinos, donde la carga predominante en las superficies de
intercambio de las arcillas es negativa (Sposito, 2000). Los altos niveles de sulfato y cloruro en
la calcreta masiva del perfil Maitencillo, se pueden explicar por procesos de acumulación
asociados a un nivel freático cercano a la superficie y altos niveles de evapotranspiración, con
formación de sales como yeso y halita, las cuales se pueden observar en las secciones delgadas
(sección 4.4). Estas sales no habrían sido lavadas desde la calcreta masiva durante períodos más
húmedos debido a la formación de la calcreta laminar, que constituye un horizonte impermeable
al paso del agua, y por ende es capaz de sellar los horizontes que se encuentran bajo ésta. Sin
embargo, este efecto no se observa en otro de los perfiles estudiados, por lo que sería necesario
analizar perfiles de suelo adicionales en un contexto geomorfológico y de edad similar al perfil
Maitencillo para confirmar esta hipótesis.

65
Figura 37: Distribución vertical de los aniones extraíbles.

66
La alta concentración de aniones en profundidad en el perfil Las Lomas, se puede explicar por
una acumulación por lavado de estos aniones hasta la profundidad máxima alcanzada por el agua
proveniente de las precipitaciones. La inexistencia de estas altas concentraciones en los perfiles
con presencia de calcreta se puede explicar por el efecto impermeable de la calcreta, que al
impedir la infiltración de agua bajo la calcreta, en momentos en que las precipitaciones exceden
el nivel de saturación para el suelo superficial, estos elementos son lavados del sistema debido a
su alta movilidad.
Los aportes atmosféricos de Cl- y SO42- son significativos en zonas costeras del norte de Chile
(Schemenauer y Cereceda , 1992; Rech et al., 2003; Ewing et al., 2006; Fiebig et al., 2006), por
lo que se pueden esperar niveles altos de estos elementos en zonas costeras. En la figura 38 se
presenta una cronofunción para el promedio de la concentración de aniones en los dos horizontes
superficiales de estos suelos; se observa una tendencia a la disminución en el tiempo, lo que se
puede relacionar más bien con el aumento a la distancia de la fuente que a un efecto del factor
tiempo, ya que la alta movilidad de estos elementos, no permite su acumulación al menos en los
horizontes superficiales.

Figura 38: Cronofunción del promedio de los aniones extraíbles SO42-, Cl- y HCO3- para los horizontes superficiales.

4.3.5 Geoquímica de la Calcreta Laminar


Se extrajeron muestras de las calcretas laminares de los perfiles El Rincón, Almendros y La
Montosa, pertenecientes a los niveles TIV, TIII y TII respectivamente, para estimar la composición
química de la misma. Se analizaron las tres capas superiores de la calcreta laminar del perfil La
Montosa, una microlámina de la capa superior de la calcreta laminar del perfil Almendros y las
67
tres calcretas laminares superiores del perfil El Rincón (Fig. 39). Los resultados se presentan en
la tabla 6. Los contenidos de carbonato de calcio para las calcretas se encuentran dentro de lo
catalogado como normal para calcretas laminares por otros autores (Aristarain, 1970; Goudie,
1972; Sanz et al., 1991). La composición de sílice es cercana al valor promedio obtenido por
Goudie (1972) para las calcretas mundiales en el perfil La Montosa, mientras que el Rincón y
Almendros presentan niveles muy bajos de sílice. El contenido de sílice de una calcreta está
relacionado con la cantidad de sílice del material hospedero y con la precipitación de cementos
de sílice en la calcreta (Netterberg, 1980; Watts, 1980; Milnes y Hutton, 1983). En este sentido el
contenido de sílice de los perfiles El Rincón y Almendros puede ser producto de un material
hospedero rico en este elemento (e.g. arena rica en cuarzo), mientras que el contenido de sílice
del perfil La Montosa puede asociarse a una precipitación de sílice secundaria dentro de la
calcreta proveniente de la meteorización del suelo superficial. La silicificación de una calcreta
correspondería a un proceso integral en la formación de esta, a medida que la sílice es liberada
cuando reemplaza a los minerales silicatados (Walker, 1960; Watts, 1980). Existe una
solubilidad inversa entre la calcita y la sílice, a pHs elevados, la calcita precipita mientras que la
sílice se solubiliza, lo que permite generar una solución suelo rica en sílice (Goudie, 1983).

La silicificación de una calcreta sería un proceso natural en su secuencia de maduración, donde


durante la progresión de la calcretización se espera que las aguas de la solución suelo
incrementen su nivel de saturación con sílice (Milnes y Hutton, 1983; Nash y Shaw, 1998). Se
observa que la calcreta del perfil La Montosa, perteneciente al nivel más antiguo, contiene los
niveles más altos de sílice, lo que correspondería a un proceso natural de maduración de ésta. En
la figura 40 se presenta un diagrama ternario con la distribución de los elementos más
abundantes en la calcreta, donde se observa una predominancia del carbonato de calcio como
componente principal y una tendencia a la silificación de los perfiles de los niveles más antiguos.

Muestra SiO2 Al2O3 TiO2 Fe2O3 CaO MgO MnO Na2O K2O P2O5 PPC SUMA
La Montosa 1 7.32 1.9 0.36 2.35 48.84 1.01 0.05 0.4 0.39 0.19 36.75 99.56
La Montosa 2 13.61 1.42 0.29 1.85 45.3 0.88 0.02 0.37 0.24 0.09 35.54 99.61
La Montosa 3 11.36 3.01 0.46 3.11 42.85 1.04 0.04 0.41 0.35 0.09 36.79 99.51
Almendros 1 1.76 0.43 0.32 2.39 50.5 0.5 0.03 0.3 0.2 0.15 43.11 99.69
El Rincon 1 3.82 1.37 0.6 2.21 53 1.14 0.04 0.39 0.3 0.25 36.5 99.62
El Rincon 2 1 0.01 0.08 0.33 54.31 1.73 0.01 0.3 0.02 0.1 41.72 99.61
El Rincon 3 0.01 0.01 0.17 0.53 54.91 0.91 0.01 0.3 0.02 0.12 42.55 99.54
Tabla 6: Análisis químico de las calcretas laminares analizadas. PPC: pérdida por combustión.

68
Figura 39: Calcretas laminares utilizadas para el análisis geoquímico, las capas extraídas se muestran con una flecha roja; A,
calcreta laminar de el perfil La Montosa y las tres capas analizadas; B, capas de la calcreta laminar del perfil Almendros; C, capa
utilizada del perfil Almendros; D, calcreta laminar 2Bkm1 in situ del perfil El Rincón; E, capa utilizada de la calcreta 2Bkm1; F,
calcreta laminar 2Bkm2 in situ del perfil El Rincón; G, capa utilizada de la calcreta laminar 2Bkm1; H, capa utilizada de la
calcreta laminar 2Bkm3.

69
Figura 40: Diagrama ternario con la distribución parcial de los mayores elementos químicos presentes en las calcretas
laminares.

70
4.4 Micromorfología
4.4.1 Nivel TII
Maitencillo
El perfil Maitencillo presenta cuatro capas bien definidas: suelo superficial - calcreta brechosa -
calcreta laminar - calcreta masiva. En la tabla 7 se presenta un resumen de los principales rasgos
micromorfológicos del perfil.
El suelo superficial presenta rasgos que evidencian una meteorización de los minerales
primarios como granos de chert cloritizado y bordes ondulados en los granos de cuarzo y una
posterior redistribución en el perfil de los minerales de arcilla secundarios, con una leve
tendencia a acumular arcillas en el horizonte Bw. Más abajo, en horizonte Bt1 hay
revestimientos de mayor grosor, siendo los revestimientos del horizonte Bt2 orientados y de
mayor grosor que en los casos anteriores. La orientación de los revestimientos refleja procesos de
expansión y contracción propios de las arcillas del grupo de las vermiculitas (Fig. 41). La
presencia de nódulos de Fe de pequeño tamaño implica un ambiente reducido por cortos períodos
que permiten la movilización del hierro para su posterior precipitación como óxidos en forma de
nódulos. Se observan raíces con excrementos en su interior que dan cuenta de la presencia de
actividad biológica. Los poros tipo canaleja se asocian a la presencia de raíces, mientras que los
tipo planar se asocian a la expansión contracción de arcillas y los tipo cámaras se pueden deber a
procesos de bioturbación (Stoops, 2003)
Calcreta brechosa, en este horizonte se encuentran fragmentos de una calcreta laminar
discontinuos dejando espacios rellenados por suelo superficial. La calcreta presenta dos láminas,
con numerosos siliciclastos y bioclastos. La capa superior se presenta porosa y con numerosos
oolitos, algunos presentando calcita acicular, mientras que la capa inferior se compone de una
masa micrítica con numerosos bio y siliciclastos. Hay sectores de la calcreta que se presentan
fracturados. El límite entre ambos componentes se muestra difuso en algunos sectores, mientras
que en otros muy claro y abrupto. Hay fragmentos de la calcreta incorporados en el suelo mineral
(Fig. 42), lo que sugiere una degradación de la calcreta brechosa mediante un proceso de
micritización de la misma. La fracción que compone el suelo mineral, se presenta con numerosos
revestimientos de arcilla orientados y fracturas planares que son reflejo de movimiento de
expansión y contracción de arcillas.
La calcreta laminar está compuesta por cinco capas. La primera de ellas presenta una fábrica
laminada, micrítica a microesparítica con pocos clastos, con microláminas y fracturas en forma
ondulada (Fig. 43). La segunda capa es de tipo micrítica, presenta mayor cantidad de siliciclastos,
algunos de los cuales forman pisolitos. La tercera capa es micrítica, con presencia de fracturas
horizontales y cavidades, con mayor cantidad de clastos. Entre la tercera y cuarta capa se
observa un límite bien definido con un aumento significativo en el tamaño y contenido de
siliciclastos, y la aparición de bioclastos, además de la presencia de fracturas. La cuarta capa está
compuesta por bioclastos con porosidad móldica y de esqueleto además de peloides. Hacia la
base disminuye el contenido de bioclastos y se presentan poros con hiporevestimiento de arcilla.

70
La calcreta masiva está compuesta por arena siliciclástica y bioclástica (40%) matriz soportada,
en matriz micrítica, con poros de tipo vesicular y caverna. El alto grado de micritización da
cuenta de un proceso intenso de meteorización de los bioclastos.

Horizonte Fábrica Tamaño Porosidad Microestructuras / Pedorasgos


granos Aloquemos
(mm)
Suelo superficial
Bw quitónica / 0.12 – 0.5 Intergranular Grano simple Revestimientos muy
gefúrica / canaleja débiles en las caras de los
poros.
Rellenos con
acumulaciones de limo
hacia la base del perfil.
Impregnaciones de arcilla y
óxidos

Bt1 Porfírica 0.10 – 2.0 Intergranular Arcilla orientada en los


cerrada compuesto / planos de contracción
canaleja / planar expansión de poros planos.
Revestimientos de arcilla
en poros.
Fecas dentro de poros.
Chert meteorizado tipo
punteado
Nódulos de Fe órtico típico

Bt2 Porfírica 0.1 – 0.8 Caverna / canaleja Arcilla orientada en en los


cerrada / planar planos de contracción
expansión de poros planos.
Fecas en poros y dentro de
raíz.
Chert con impregnación de
óxidos.
Nódulos de Fe órtico
alteromórfico.
Calcreta brechosa
Bt2/2Bkm Porfírica 0.12 – 1.2 Canaleja / planar Granular en suelo. Calcreta
cerrada fracturada.
Calcita acicular en calcreta.
Oolitos en capa superior
calcreta.
Escasos bioclastos en
calcreta
Calcreta laminar
2Bkm Laminada Móldica / de Calcreta de cinco láminas. Poro con hiporevestimiento
esqueleto Microláminas onduladas con de óxido en 4ª capa.
fracturas horizontales.
Muy pocos siliciclastos.
Peloides en la base de la 4ª
capa.

Calcreta masiva
2Ck1 Espaciamiento Vesicular / caverna
simple
porfírica
Tabla 7: Principales rasgos micromorfológicos del perfil Maitencillo.

71
Figura 41: Cuerpo de arcilla orientado formando un poro de expansión en horizonte Bt2.

Figura 42: Horizonte Bt/Bkm, con la fracción calcárea (superior) y mineral (inferior), con fragmentos de calcreta en la matriz de
suelo mineral.

Figura 43: Microláminas de la primera capa de la calcreta laminar, se observan fracturas horizontales.
72
La Montosa
Este perfil junto con Alamito, presenta una secuencia de cinco capas: suelo superficial - calcreta
brechosa - calcreta laminar - calcreta masiva - sustrato arenoso. No se realizaron secciones
delgadas de la calcreta brechosa.
Horizonte Fábrica Tamaño Porosidad Microestructuras / Pedorasgos
granos Aloquemos
(mm)
Suelo superficial
Bw Quitónica / 0.2 – 0.5 Grano conectado Revestimientos de arcilla
enaulica Grano pelicular en poros.
fina con Impregnaciones de hierro
espacia- fuertes
miento
doble

Calcreta laminar
2Bkm quitónica Esqueleto, microláminas Revestimientos de arcilla
móldica, fracturas en poros de cuarta lámina.
Impregnaciones con óxido
de Fe
Calcreta masiva
2Ck2 Espacia- Vesicular / caverna Peloides, oolitos y Impregnaciones de óxido
miento bioclástos. de Fe.
simple Cemento en drusa
porfírica /
quitónica
2Ck3 Fenestral / Rizocreciones. Cemento en drusa y
cavidades /canaleja Filamentos con forma de columnar
algas.
Oolitos y bioclastos
Sustrato arenoso
3Bw Porfírica 0.0025 Esqueleto / Estructura con Cemento en drusa
cerrada / intergranular / microagregados
quitónica canaleja intergranulares.

Intraclastos micriticos
4C2 Grano suelto
Tabla 8: Principales rasgos micromorfológicos del perfil La Montosa

El suelo superficial está constituido por arena siliciclástica, compuesta por minerales de cuarzo,
plagioclasa, granate, calcita, opácos y líticos volcánicos y metamórficos. Presenta revestimientos
e hiporevestimientos de Fe que reflejan ciclos de reducción-oxidación, con revestimientos de
arcillas en poros producto de procesos de iluviación.
La calcreta laminar está compuesta por cuatro capas. La capa superior se compone de
microláminas compuestas por micrita y microesparita con forma ondulada, con presencia de
algunas pequeñas fracturas, y un contenido de siliciclastos de un 5%, principalmente de cuarzo.
La segunda capa está compuesta por microláminas de micrita de diferente densidad, con
presencia de fracturas verticales y horizontales, presenta algunos granos siliciclásticos de
reducido tamaño escasos (<5%) (Fig. 44). Entre la segunda y tercera capa existe una zona de
fracturas (Fig. 45) que da paso a una capa con numerosos oolitos y micrita más densa con
apariencia oxidada y escasa presencia de silicicastos, se observa la presencia de chert en algunos
poros, lo que coincide con los altos niveles de sílice de la segunda y tercera capa (tabla 6). Hay
bioclastos con capas de micrita formando oolitos, y algunos granos siliciclásticos meteorizados
formando oolitos y de glóbulos o nódulos micríticos en la base de la capa III. En algunos casos,
73
los oolitos se forman sobre granos de calcita (Fig. 46). El contacto de la tercera capa con la
cuarta capa es abrupto, con un aumento significativo en la cantidad de silicicastos y bioclastos,
estos últimos de mayor tamaño. En la parte superior de la cuarta capa, se presentan
revestimientos de arcilla que indican la presencia de procesos de iluviación de arcillas anteriores
a la formación de la calcreta laminar. En el borde entre ambas capas existen pequeñas capas de
micrita cubriendo los bioclastos que pueden reflejar el inicio del proceso de formación de la
calcreta laminar. En la capa IV existen cristales de esparita formando cemento tipo ecuante
rellenando los poros, la que se asocia a procesos meteóricos (Adams et al., 1984).

Figura 44: Capas I y II de la calcreta laminar del perfil La Montosa.

Figura 45: Capas II y III, se observan las fracturas entre ambos límites y la presencia de pisolitos en la capa III.
74
Calcreta masiva. El horizonte 2Ck2 está compuesto por una matriz micrítica con abundantes
siliciclastos (≈ 40%), principalmente de cuarzo, plagioclasa, micas, epidota y líticos volcánicos,
con presencia de bioclastos, que se vuelven más abundantes hacia la base del horizonte. Se
clasifica como sparce biomicrite según Folk (1962) y como packestone según Dunham (1962).
Contiene peloides, oolitos, y fragmentos de bioclastos con porosidad de esqueleto formada por
disolución selectiva (Fig. 47), cuyos poros se encuentran rellenados con cemento esparítico.
Muestra porosidad intergranular y te tipo canaleja (Fig. 48), estas últimas producto de la
expansión de raíces. Se observan algunas impregnaciones débiles con óxidos de Fe, asociadas a
minerales opacos y epidota. El horizonte 2Ck3 está compuesto por una matriz micrítica a
microesparítica con algunos granos siliciclásticos (< 25%) y abundantes bioclastos y aloquemos.
Se clasifica como “sparce biomicrite” según Folk (1962) y “wackestone” según Dunham (1962).
Tiene porosidad de tipo fenestral, cavidades, y canaleja. Se observan estructuras tipo alveolar
septal, rizocreciones, oolitos, y poros con revestimientos e hiporevestimientos micriticos (Fig.
48), además de filamentos de algas (Fig. 49). Se observa cemento en drusa e intracorpuscular. El
cemento en drusa se interpreta como una precipitación de calcita en la zona meteórica.

Figura 46: Oolitos formados sobre grano de calcita en capa III de la calcreta laminar (2Bkm) del perfil La Montosa.

75
Figura 47: Fragmento de concha de Balanus sp., con porosidad de esqueleto formada por disolución selectiva y cemento
esparítico rellenando los poros. Horizonte 2Ck2.

Figura 48: Porosidad tipo canaleja cubiertas por micrita en horizonte 2Ck3.

76
Figura 49: Filamentos de algas en horizonte 2Ck3.

En el substrato arenoso, se encuentran dos horizontes, el primero corresponde a un horizonte


que se forma bajo el paleocanal (3Bw) (Fig. 19-B), y el horizonte 4C2 que corresponde al
substrato arenoso propiamente tal. El horizonte 3Bw corresponde a arena siliciclástica de cuarzo,
plagioclasa, micas, epidota y opacos, en matriz arcillosa, con porosidad intergranular, canaleja e
intracorpuscular. Los bioclastos presentan poros esqueletales que reflejan la degradación
preferencial de sus esctructuras (Flesa y Brown, 1983), estos poros presentan neoformación de
calcita, y muchos de ellos se encuentran rellenos con clastos en el interior, lo que refleja un
retrabajo de los sedimentos posterior a la disolución de los clastos, lo que también se ve reflejado
con la presencia de intraclastos de matriz micritica. La presencia de cemento columnar y en drusa
reflejan la precipitación de calcita en zona meteórica (Flügel, 2004). El horizonte 4C2,
corresponde a un horizonte de arena silicicástica clastosoportada sin matriz de ningún tipo y sin
presencia de bioclastos. Esta capa sin calcita, refleja que la formación de la calcreta está
restringida a la superficie abundante en bioclastos, y que esta se relaciona con procesos que
ocurren a nivel de superficie, descartando la posibilidad de una calcreta de origen freático.

Alamito
El perfil Alamito presenta una secuencia de cinco capas, similar al perfil La Montosa: suelo
superficial -calcreta brechosa - calcreta laminar – calcreta masiva – sustrato arenoso no
consolidado. Se realizaron láminas delgadas de la calcreta laminar y masiva (tabla 9).

77
Horizonte Fábrica Tamaño Porosidad Microestructuras / Pedorasgos
granos Aloquemos
(mm)
Calcreta laminar
2Bkm Laminar 0.1 Alveolar septal, Cemento columnar y aguja.
Oolitos,
bioclastos
Calcreta masiva
2Ckm1 Móldica y Rizocreciones, Hiporevestimientos de
esqueleto oolitos, micrita. Relleno
peloides, discontinuo suelto de
foraminíferos, micrita.
intraclastos, Cemento en aguja, drusa
bioclastos. esparítico equidimensional

2Ckm2 Laminar Rizocreciones.

3Ck Canaleja Rizocreciones, Revestimientos e


alveolar septal, hiporevestimientos de
intraclastos, micrita.
microesporas calcificadas. Cemento equidimensional.

4Ck3 Intergranular y Rizocreciones, Revestimientos e


esqueleto alveolar septal, hiporevestimientos de
intraclastos. micrita.
Cemento en aguja y
columnar.

4Ck4 Rizocreciones. Revestimientos e


estructura alveolar septal, hiporevestimientos de
peloides, micrita.
bioclastos, Cemento de aguja
pisolitos,
intraclastos,
extraclastos.

4Ck5 Quitónica / Móldica Microestructura cámara y Cristales de yeso y halita.


enáulica de grano suelto. Cemento esparítico,
espaciado Bioclastos, equidimensional y aguja
doble. intraclastos.

4Ck6 Esqueleto / Bioclastos, Cemento en aguja,


cavidades / peloides, equidimensional
intergranular oolitos, circumgranular
intraclastos
Tabla 9: Principales rasgos micromorfológicos del perfil Alamito.

La calcreta laminar, se compone de tres capas. La capa superior tiene 2 mm de grosor, es


micrítica a microesparítica, con siliciclastos principalmente de cuarzo y algunos opacos. La
segunda capa tiene 2 mm de grosor, es de matriz micrítica muy homogénea con escasos
siliciclastos (< 5%). La tercera capa es la más gruesa y tiene alrededor de 96 mm. Está compuesta
por numerosos bioclastos, con presencia de intraclastos, pisolitos y oolitos, y con presencia de
siliciclastos. Presenta numerosas fracturas con cemento de tipo columnar en los bordes (Fig. 50).
Hay presencia de calcita con forma alveolar septal en poros.

78
Figura 50: Cemento columnar en borde de fractura de la calcreta laminar del perfil Alamito.

Se extrajeron muestras de siete horizontes genéticos de la calcreta masiva de un total de nueve


horizontes. El horizonte 2Ckm1, está compuesto por bioclastos y aloquemos en una matriz
micrítica y microesparítica, con presencia de granos siliciclasticos subordinados. Se clasifica
como “wackestone” según Dunham (1962) y como biopelmicrita según Folk (1962). Posee
numerosos peloides, algunos de los cuales presentan un pequeño borde oxidado o con cemento
micrítico (Fig. 51). Algunos cristales de esparita presentan también un halo oxidado. Hay
numerosos bioclastos, la mayoría de ellos rodeados por una sola capa de micrita de diferente
grosor, estructura que se conoce como cortoide (Fig. 52). Los bioclastos presentan una
degradación preferencial, constituyéndose porosidades de fábrica selectiva, tipo esqueleto. Estas
porosidades se encuentran con cementos de tipo aguja, y drusa. También se observan
porosidades móldicas, dejadas por la disolución de bioclastos (Fig. 53). Hay porosidades de tipo
canaleja, las cuales presentan revestimientos de micrita y se encuentran rellenas por una
estructura alveolar septal, la cual puede ser el reflejo de un poro dejado por el crecimiento de una
raíz, sobre la cual habrían actuado hongos en su descomposición. Existen poros de gran tamaño
con cemento de tipo drusa y de tipo equidimensional, ambos asociados a ambientes meteóricos.
La presencia de intraclastos micríticos refleja que hubo retrabajo de sedimentos.

79
Figura 51: Peloide con borde micrítico en horizonte 2Ckm1.

Figura 52: Cortoide con núcleo bioclástico, cubierto por micrita en horizonte 2Ckm1 del perfil Alamito.

80
Figura 53: Porosidad del tipo móldica con borde micrítico que permite el soporte de la porosidad. Horizonte 2Ckm1.

La presencia de granos siliciclásticos dentro de cavidades de los bioclastos reflejan un proceso de


retrabajo posterior a la disolución diferenciada del esqueleto de estos. En este horizonte se
encuentran rizocreciones, las que junto con los poros tipo canaleja reflejan la existencia de raíces
en la formación de la calcreta. También se encontró un foraminífero. El horizonte 2Ckm2 está
compuesto por siliciclastos en una matriz principalmente micrítica, que forman varias capas,
algunas de ellas con microlaminaciones. Los siliciclastos son cercanos al 50%. Se clasifica como
“mudstone” según Dunham (1962) y “dismicrite” según Folk (1962). Hay presencia de
rizocreciones, oolitos y escasos bioclastos. Se observan microlaminaciones que separan una capa
micrítica de una capa mas esparítica. El horizonte 3Ck corresponde a siliciclastos (≈ 50%) en
matriz micrítica. Éste se clasifica como “wackestone” (Dunham, 1962). Presenta intraclastos
micríticos bien redondeados, rizocreciones, poros de tipo canaleja rellenos de micrita. Presenta
cemento esparítico equidimensional, típico de ambientes meteóricos, y cemento espático que se
asocia a ambientes de enterramiento, este último se encuentra diluido y en forma de intraclasto,
por lo que se asocia a un proceso anterior. Este horizonte presenta sectores con cemento acicular
con formas de conidias de hongos (Fig. 54). El horizonte 4Ck3, está compuesto por bioclastos,
alóquemos y siliciclastos (≈ 40%) en una matriz micrítica. Presenta bioclastos con disolución
preferencial, dentro de los cuales se desarrolla cemento de tipo columnar (Fig. 55), también es
posible observar cemento de tipo circumgranular equidimensional. En numerosos poros se
observa el desarrollo de una estructura alveolar septal (Fig. 56). También es posible observar
Revestimientos e hiporevestimientos de calcita en poros, intraclastos y rizocreciones. El
horizonte 4Ck4 está compuesto por siliciclastos (≈ 50%) y bioclastos (≈ 15%) en una matriz
micrítica y microesparítica, se clasifica como “mudstone” según Dunham (1962) y micrita
fosilífera según Folk (1962). En la figura 57, se observa un espacio ocupado por peloides, los
cuales se aglutinan en torno a una raíz en la que se calcificaron sus paredes, lo que se refleja en la
gruesa capa micrítica que se desarrolla en torno a esta, posteriormente se habrían desarrollado
hongos que consumieron la raíz muerta dejando la estructura alveolar septal característica. El
horizonte 4Ck5 está compuesto por bioclastos, aloquemos y granos de cuarzo clastosoportados,
cementados por esparita. En este horizonte existen cristales de yeso y halita, los cuales son
mucho más solubles que la calcita, por lo que se asocian a ambientes áridos con altas tasas de
evapotranspiación. Hay presencia de cemento esparítico equidimensional circumgranular,
rellenando poros y cubriendo clastos, cerca de los cuales se observa calcita acicular que no forma
estructura alveolar septal. La presencia de cemento esparítico equidimensional circumgranular se

81
asocia a ambientes de trasplaya con un nivel freático mixto, lo cual se correlaciona bien con la
presencia de cristales de halita y calcita acicular (Flügel, 2004). El horizonte 4Ck6 corresponde a
una biomicrita empacada y biopelmicrita en algunos sectores, según Dunham (1962). Presenta
un intraclasto de limo de tamaño considerable. Los bioclastos presentan disolución preferencial,
con poros de esqueleto dentro de los cuales se desarrolla cemento esparítico equidimensional y
esparítico en mosaico.

Figura 54: Calcita en aguja con forma de conidias de hongos. Horizonte 3Ck.

82
Figura 55: Porosidad de esqueleto con cemento columnar. Horizonte 3Ck.

Figura 56: Estructura alveolar septal formada por pequeños cristales de calcita acicular.

83
Figura 57: Espacio ocupado por peloides, aglutinados en torno a una raíz cuyo remanente son sus paredes calcificadas por una
capa micrítica, y en cuyo interior se observa una estructura alveolar septal.

4.4.2 Nivel TIII


Almendros
El perfil Almendros se ubica en una pequeña plataforma de la Quebrada Almendros. Presenta tres
capas que consisten en un suelo superficial de matriz arenosa, una calcreta laminar y una calcreta
masiva. Se realizó una sección delgada del suelo superficial y secciones delgadas de las cinco
capas que componen la calcreta laminar.

Horizonte Fábrica Tamaño Porosidad Microestructuras / Pedorasgos


granos Aloquemos
(mm)
Suelo superficial
Bw1 Mónica 0.05 – 0.6 Intergranular, Grano suelto. Fragmentos de Arcillas cubriendo
gruesa esqueleto. calcita y bioclastos. débilmente algunos granos
Calcreta laminar
2Bkm Laminada / Móldica, Calcreta de cinco capas. Impregnaciones de Fe
mónica esqueleto, Oolitos. Bioclastos. asociada a minerales
gruesa en la canaleja, Microláminas onduladas con opacos.
base cavidades. fracturas horizontales. Cemento acicular.
Intergranular en la Alveolar septal. Revestimientos
base. carbonáticos cubriendo
poros.
Tabla 10: Rasgos micromorfológicos del suelo superficial y calcreta laminar del perfil Almendros

El suelo superficial está compuesto por arena principalmente siliciclástica, de tamaño fino (0.05
- 0.6 mm), clastosoportada, con escasos rasgos de desarrollo pedológico, los cuales se evidencian
principalmente por la presencia de débiles capas de arcilla cubriendo algunos granos, y la
presencia de fragmentos bioclásticos meteorizados (Fig.58). Estos últimos presentan tamaños
muy superiores a los granos siliciclásticos, por lo que es más probable que su origen esté
asociado a eventos de bioturbación que al sustrato original.
La calcreta laminar está compuesta por cinco capas, las que se pueden observar en la figura 20-
D. La capa superior tiene 8 mm de espesor, con un contenido de siliciclastos que aumenta en
84
profundidad, con fragmentos de bioclastos en la base (Fig. 59). Entre la primera y segunda capa
hay una fractura, bajo la cual existen oolitos (Fig. 60). La segunda capa, de 6 mm, está compuesta
por bioclastos fragmentados y siliciclastos, en una matriz microesparítica, con porosidades de
tipo móldica, de esqueleto, canaleja y con cavidades. La tercera capa está compuesta por
microláminas de microesparita en forma ondulada, con fracturas horizontales y escasa presencia
de siliciclastos. La cuarta capa es de tipo micritica, con mayor presencia de bioclastos y
siliciclastos que la anterior. Se encuentran poros de tipo cavidad con estructura alveolar septal en
su interior formada por calcita acicular. La capa cinco tiene en su parte superior una serie de finas
microláminas micríticas que forman una fina capa de 2 mm, bajo esta, existe una capa con mayor
contenido siliciclástico y bioclástico, con fracturas cubiertas por revestimientos de carbonato
microesparítico. Con presencia de estructura alveolar septal en los poros. Bajo la capa 5 hay una
capa compuesta por bioclastos granosoportados, con presencia de cemento acicular y
equidimensional. Esta sería la parte superior de la calcreta masiva (Fig. 61).

Figura 58: Horizonte Bw1, con fragmento de bioclasto meteorizado al centro.

85
Figura 59: Capa superior de la calcreta laminar, con un aumento del contenido de siliciclastos en profundidad.

Figura 60: Fractura que separa la primera y segunda capa de la calcreta laminar, con presencia de oolitos en el techo de la
segunda capa.

86
Figura 61: Bioclastos granosoportados, con presencia de granos de micrita y cementados por calcita que se presenta como
cemento acicular en el borde de los granos. Esta fotografía correspondería al borde superior de la calcreta masiva.

4.4.3 Nivel TIV

El Rincón
El perfil El Rincón, es de una complejidad particular, con presencia de numerosos horizontes
cortados y discontinuos. En este perfil se describieron cuatro calcretas laminares, las cuales se
encuentran alternadas con capas de calcreta masiva y de arena pisolítica. Se analizó la
micromorfología de las tres calcretas laminares superiores, cuyo resumen se presenta en la tabla
11.
Horizonte Fábrica Tamaño Porosidad Microestructuras / Pedorasgos
granos (mm) Aloquemos
Calcretas laminares
Bkm1 laminar Móldica / Bioclastos
esqueleto /
intergranular

Bkm2 Laminar / Móldica / Oolitos, Fracturas verticales rellenas


quitónica esqueleto / bioclastos con cemento
intergranular / microesparítico. Cemento
canaleja acicular y equidimensional
en poros.

Bkm3 laminar Cavidad / planar Oolitos, Cemento acicular


peloides
Tabla 11: principales rasgos micromorfológicos de la calcreta laminar del perfil El Rincón.

Las calcretas laminares del perfil La Montosa presentan algunos rasgos similares entre ellas,
como lo son el aumento en el contenido de siliciclastos y bioclastos (cuando están presentes) en
las capas inferiores, así como también, la presencia de poros, los que se encuentran casi ausentes
en las capas superiores. Estas últimas, se presentan densas, con poco contenido de siliciclastos y
formadas por pequeñas microláminas onduladas. Bajo estas capas densas, se da paso a capas más
porosas, en las que granos de origen siliciclastico, bioclástico o alóquemos, se encuentran unidos
por cementos carbonaticos de tipo micrítico, microesparítico o esparítico, con distintos tipos de
porosidades que albergan cementos del tipo acicular y equidimensional. La calcreta 2Bkm1 tiene
87
en sus capas inferiores un componente principalmente bioclástico, con películas de calcita en los
bordes, que corresponden a cortoides (Fig. 62). La caclreta 2Bkm2 presenta algunos oolitos en la
matriz de las capas superiores (Fig. 63), con sus capas inferiores compuestas por siliciclastos y
bioclastos granosoportados, con presencias de cemento acicular y equidimensional en los poros.
La calcreta 2Bkm3 presenta gran cantidad de oolitos y peloides en la mayoría de sus capas, a
excepción de la capa superior. Los peloides y oolitos se encuentran formando una textura tipo
“wackestone” (Dunham, 1962) con una matriz compacta y con escasa porosidad en las capas
superiores (Fig. 64), mientras que en las capas inferiores forman una textura tipo “packstone”
(Dunham, 1962), con presencia de mayor cantidad de poros, y con un esqueleto compuesto
principalmente por peloides y oolitos granosoportados (Fig. 65).

Figura 62: Capa inferior de la calcreta laminar 2Bkm1 con cortoides de núcleo bioclástico y siliciclástico.

Figura 63: Oolito de núcleo siliciclástico en capa superior de la calcreta laminar 2Bkm 2; el oolito se distingue con dificultad de la
matriz micrítica que compone la capa.

88
Figura 64: Capa superior de la calcreta laminar 2Bkm3 con oolitos y peloides cementados en una matriz micrítica, formando una
textura tipo “wackestone”.

Figura 65: peloides y oolitos granosoportados formando una estructura porosa tipo “packstone” en las capas inferiores de la
calcreta laminar que constituye el horizonte 2Bkm3.

Las Lomas
Este perfil se encuentra en un sector donde aflora la facie (a) de la Formación Coquimbo, sobre
la cual no se desarrolla ningún tipo de calcreta, por lo que los resultados de micromorfología
serán utilizados para hacer un análisis acerca de los paleoambientes relacionados con procesos de
formación de suelos observables al microscopio, sin embargo no constituyen parte del sustrato
que da formación a una calcreta. Este perfil se puede dividir en cuatro capas principales: suelo
superficial – estrata arcillosa – estrata de conchas cementadas – sustrato de arena. No hay
muestras del sustrato arenoso.

89
Horizonte Fábrica Tamaño Porosidad Microestructuras / Pedorasgos
granos (mm) Aloquemos
Suelo superficial
Bw Porfírica 0.062 – 0.25 Canaleja / cavidad Bioclastos Revestimientos muy débiles
cerrada de arcilla en poros.
Nódulos de Fe
moderadamente
impregnados, órtico geodic
y altamente impregnado
typic órtico.
Estrata arcillosa
2Bw Espaciamiento 0.125 – 0.177 Vesículas / Revestimientos de arcilla
simpleporfírica canaleja-caverna / comunes, tipo
cavidad- microlaminados.
moderadamente Nódulos de Fe altamente
separados impregnados, órtico típico.

2Bt1 Espaciamiento Caverna / cavidad / Bioclastos escasos Nódulos fuertemente


simpleporfírica caverna impregnados, typic disortic
con bordes definidos.

2Bt2 Porfírica cerrada 0.177 – 0.25 Canaleja /cavidad Revestimientos de arcilla


/ porfírica de en poros. Revestimientos e
espaciamiento hiporevestimientos de
simple calcita.
Nódulos de Fe y Mn alta y
moderadamente
impregnados, órtico, typic
Estrata de conchas
cementadas
3C Mónica gruesa / Grano suelto.
convexa gefúrica Bioclastos,
fragmentos óseos

4C Enáulica de 0.3 – 0.6 Grano suelto. Cemento circumgranular


doble espacio. Fragmentos óseos acicular

5C Porfírica de Grano suelto.


espaciamiento Oolitos.
simple/ grano
grueso
Tabla 12: principales rasgos micromorfológicos del perfil Las Lomas.

El suelo superficial (horizonte Bw1), está compuesto por arena fina a media en matriz limo-
arcillosa. Presenta nódulos de Fe moderada a altamente impregnados de pequeño tamaño, lo que
indica procesos de reducción in situ breves. Es un horizonte con escaso desarrollo, con algunos
puentes de arcilla y revestimientos muy débiles. No se observan bioclastos ni carbonatos.
En la estrata arcillosa, se observaron tres horizontes. El horizonte 2Bw2 está compuesto por
arena siliciclástica en matriz fina. Se observan revestimientos de arcilla comunes, de tipo
microlaminados (0,1 mm de grosor) (Fig. 66). Los nódulos de Fe y Mn son comunes, y
presentan una alta impregnación. El horizonte 2Bt1 está compuesto por arena siliciclática en
matriz arcillo-limosa, con escasos fragmentos de bioclastos. Se observan nódulos de Fe fuerte y
medianamente impregnados, de tamaños que llegan hasta los 2 mm (Fig. 67), lo que indica ciclos
de oxidación y reducción más intensos. Hay cuerpos de arcilla orientados incorporados en la
matriz, que no corresponde a un proceso de iluviación in situ, sino más probable corresponder a
procesos de bioturbación. Hay presencia de bioporos con granos sueltos, que reflejan
bioturbación moderada por agentes de pequeño tamaño. Se observan además hiporevestimientos
de calcita formados in situ, el cual corresponde a un proceso posterior a la iluviación de arcilla.
El horizonte 2Bt2 corresponde a arena siliciclástica con matriz arcillosa. Se observan extraclastos
90
de calcita. Con presencia de nódulos de Fe alta a moderadamente impregnados y revestimientos
de arcilla recubriendo poros.

Figura 66: Revestimientos de arcilla recubriendo un poro en el horizonte 2Bw2.

Figura 67: Nódulo de Fe fuertemente impregnado en el horizonte 2Bw2.

Los horizontes del estrato de conchas observados se componen principalmente de fragmentos de


bioclastos macroscópicos, con cantidades similares de bioclastos y siliciclastos. En la figura 68 ,
se observa un fragmento de Crassilabrum crassilabrum con disolución diferenciada entre sus
capas. La capa superior que corresponde a aragonito se encuentra alterada y con un borde
micrítico, en tanto que la capa inferior corresponde a calcita se encuentra más íntegra. En el
borde inferior de algunos bioclastos se observa cemento circumgranular acicular. Hay una
presencia incipiente de pisolitos en el horizonte 5C.

91
Figura 68: Fragmento e concha de Crassilabrum crassilabrum con alteración de su capa aragonítica.

4.4.4 Nivel TV

Playa
El perfil más joven de la secuencia puede ser separado en dos capas, el suelo superficial con
escaso desarrollo pedogenético (Fig. 69), y el sustrato arenoso. El suelo superficial se muestra
con poco grado de desarrollo, compuesto principalmente por siliciclastos con escaso grado de
alteración, y escasos bioclastos. En algunos sectores se observa una matriz de arcilla muy fina
como capa sobre los clastos, producto de la evolución pedogenética de este suelo. El sustrato de
arena está compuesto por arena polimíctica, clastosoportada, con numerosos fragmentos
micríticos y bioclastos. Se observan capas ricas en minerales opacos, y en algunos sectores
existen abundantes restos vegetales carbonizados.

Figura 69: Vista general del horizonte BC2 del perfil Playa.

92
5. Discusión
5.1 Desarrollo de la calcreta de Tongoy

Los perfiles de suelo estudiados en la paleobahía de Tongoy muestran diferentes etapas de


desarrollo según la edad de exposición de los niveles sobre los cuales se desarrollan, existiendo
sin embargo una similitud en los procesos que guían su formación. Los perfiles de los 3 niveles
más antiguos se constituyen de 2 materiales parentales bien definidos y discontinuos: un substrato
marino y una cubierta de material arenoso de origen eólico. Los depósitos correspondientes al
substrato marino corresponden a tres tipos: i) depósitos de coquina balanífera pertenecientes a la
Formación Coquimbo descritos por Olivares (2004), como los observados en el perfil Almendros;
ii) depósitos de arcilla y limo correspondientes a depósitos de bahía interna de la Formación
Coquimbo descritos por Olivares (2004) y Le Roux et al. (2006), como aquellos observados en el
perfil Las Lomas; y iii) depósitos correspondientes a las regresiones marinas correspondientes a
los períodos interglaciales del MIS 11 (perfiles Maitencillo, La Montosa y Alamito), MIS 5e
(perfil el Rincón) o a la regresión holocénica descrita por Ota y Paskoff (1993) como en el perfil
Playa.
De los 7 perfiles estudiados con detalle, 5 de ellos presentan calcretas pedogénicas en avanzado
estado de desarrollo, todos estos ubicados en los tres niveles más antiguos. Las calcretas alcanzan
un estado de desarrollo correspondiente a la etapa V de Machette (1985) para los perfiles de las
terrazas TIV (El Rincón) y TIII (Almendros), y a la etapa VI para los tres perfiles ubicados en la
terraza TIII. Las calcretas más desarrolladas presentan una secuencia desde el inferior del perfil de
calcreta masiva, calcreta laminar y calcreta brechosa, mientras que las calcretas mas jóvenes
presentan una secuencia de calcreta masiva y laminar, sin calcreta brechosa.
La calcreta de Tongoy se habría generado por un proceso de desarrollo constituido por etapas
sucesivas bien definidas, que habrían tenido lugar después de las regresiones marinas que
formaron los distintos niveles de terraza. La edad del perfil de suelo se asimila a la edad asignada
a cada terraza ya que se considera que los procesos pedogénicos comienzan cuando un sedimento
o roca queda expuesto a la atmósfera (Jenny, 1941). Los rasgos macro y micromorfológicos de
los tipos de calcretas observadas en los tres niveles de terrazas son similares, por lo que se
abordan de manera conjunta, lo que no implica necesariamente que estos se hayan desarrollado
paralelamente.
La calcreta de la terraza más antigua TII presenta el mayor grado de evolución, lo que se refleja
en la presencia de la calcreta brechosa, ausente en los niveles TIII y TIV. A su vez, en el nivel más
antiguo se ve una relación íntima entre la evolución pedogenética y geomorfológica, ya que el
desarrollo de una calcreta habría permitido la preservación de los cordones litorales presentes en
ella.
Los procesos de formación de los perfiles de suelo de la paleobahía de Tongoy pueden ser una
herramienta útil en el desarrollo de futuras investigaciones que pretendan reconstruir el
paleoambiente de la región durante el Pleistoceno.

93
5.1.1 El desarrollo de una calcreta pleistocénica sobre una secuencia de
terrazas marinas en la localidad de Tongoy (Chile centro-norte) y sus
implicancias para estudios paleoambientales

Los suelos del Norte Chico, en la zona centro-norte de Chile, han sido reconocidos desde hace
años por el registro paleoclimático que presentan. Esta área se encuentra en un gradiente
climático extremo entre el hiper-árido Desierto de Atacama por el norte y el clima mediterráneo
de Chile central por el sur. Sin embargo, muy pocos estudios paleoclimáticos se han realizado en
esta región. El presente estudio, está basado en el desarrollo de una calcreta en la localidad de
Tongoy, ubicada en el Norte Chico, y la relación que hay entre los procesos que dieron origen a
esta y los cambios climáticos del Pleistoceno. Los suelos estudiados, se ubican sobre cuatro
terrazas de abrasión marina asociadas a los estadíos isotópicos marinos (MIS) MIS 11, MIS 7e,
MIS 5e, y MIS 1. Las tres terrazas más antiguas están cubiertas por calcretas, las cuales presentan
estados de desarrollo bien definidos, los cuales registran una ciclicidad en los cambios climáticos,
lo que provee una base para futuros estudios, que permitan mediante la obtención de datos
precisos contribuir al conocimiento de los cambios ambientales y climáticos que han afectado
esta región.

Artículo en preparación para ser enviado a la revista Catena

Development of a Pleistocene calcrete over a sequence of marine


terraces at Tongoy (north-central Chile) and its palaeoenvironmental
implications

Marco Pfeiffer 1, 2,*, Felipe Aburto 3,2, Jacobus P. Le Roux1, Helga Kemnitz4, Sergey Sedov5, Elizabeth
Solleiro-Rebolledo5, Oscar Seguel2

1. Departamento de Geología, Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, Universidad de Chile, Plaza


Ercilla 803, 8370450 Santiago, Chile

2. Departamento de Ingeniería y Suelos, Facultad de Ciencias Agronómicas, Universidad de Chile, Santa


Rosa 11315, 8820808 La Pintana, Chile

3. Soils and Biogeochemistry Graduate Group, University of California Davis, USA

4. GeoForschungsZentrum Potsdam, Section 3.1, Telegrafenberg, 14473, Germany

5. Instituto de Geología, Universidad Nacional Autónoma de México, Del. Coyoacán 04510 D.F. México

*Corresponding author . Departamento de Geología, Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas,


Universidad de Chile, Plaza Ercilla 803, 8370450 Santiago, Chile Tel.: +56 2 9784123

E-mail addresses: mpfeiffer@ug.uchile.cl, feaburto@ucdavis.edu, jroux@cec.uchile.cl, heke@gfz-


potsdam.de, sergey@geologia.unam.mx, solleiro@geologia.unam.mx, oseguel@uchile.cl

94
Abstract

The importance of the Norte Chico region in north-central Chile has long been recognized for the
palaeoclimates recorded in its soils. This area lies in an extreme climate gradient between the
hyper-arid Atacama Desert in the north and a Mediterranean climate in the south, which has
made it very sensitive to past climate changes. Nevertheless, very few palaeoclimate studies have
been undertaken in the region. In this study based on the development of calcrete in the area, we
studied Pleistocene climate changes near Tongoy, about 60 km south of La Serena. The soils
developed over four marine terraces associated with Marine Istope Stages MIS 11, MIS 7e, MIS
5e, and MIS 1. The oldest three terraces are capped by calcrete horizons with well-defined
development stages recording cyclic climate changes, which provide a basis for future research in
which more precise data on the development of the Tongoy soils should contribute to our
understanding of the environmental and climatic processes that affected this region.

1. Introduction
The Norte Chico region in north-central Chile lies in a transition zone between the hyper-arid
Atacama Desert to the north and the Mediterranean climate of central Chile to the south, which
makes this region sensitive to Quaternary climate changes (Miller, 1976). However,
palaeoclimate studies in this region have concentrated mainly on the Holocene, with very little
data on the Pleistocene (Villagrán and Varela, 1990; Grosjean et al., 1997, 1998; Veit, 1996;
Lamy et al., 1998, 2000; Maldonado and Villagrán, 2002, 2006; Ortega et al., 2011). The oldest
palaeoclimate studied in the area only goes back to approximately 120,000 yr BP (Lamy et al.,
1998).
Despite controversies about the exact timing and duration of palaeoclimate changes in the region,
all published records show an alternation of wet and dry periods (Latorre et al., 2007). These are
associated with latitudinal shifts of the climate zones along the South American Pacific margin
linked to north-south displacements of the Southern Westerlies (Lamy et al., 2000).
Calcareous soils are common in Mediterranean semi-arid regions (Yaalon, 1997) and are
characterized by the accumulation of calcium carbonates, which are known to be important
palaeoenvironmental proxies (Durand et al., 2010; Tanner, 2010). Such soils commonly develop
into calcretes consisting of calcic or petrocalcic horizons forming sub-profiles within the main
soil profiles (Wright and Tucker, 1991). Despite the recognition by several authors of “relict”
pedogenic features in the soils of Norte Chico (Fuenzalida, 1951; Wright and Espinoza, 1962;
Franz, 1966, Borde, 1966; Paskoff, 1970), only one study combined a pedological interpretation
with absolute dating in a palaeoclimatic reconstruction of the area (Veit, 1996). However, there
are as yet no studies that are based on pedogenic carbonates, which have been used successfully
for palaeoenvironmental studies in the Atacama Desert by Berger and Cooke (1997), Latorre et
al. (1997), Rech et al. (2003), and Quade et al. (2007).
At Tongoy, well-developed calcrete profiles overlie ancient marine terraces associated with MIS
11 (Pfeiffer et al., 2011). The objective of this study was to reconstruct the sequence of events in
95
the development of Tongoy soil profiles, to which end we examined 20 soil profiles distributed
over four marine terraces, seven in detail. This study presents the complex geomorpological and
palaeoclimatic history of the soils and helps to elucidate features that may be used to interpret
palaeoclimates, based on geochronological and isotopic techniques in an area of great interest to
palaeoclimatologists, geomorphologists and pedologists.

2. Regional Setting and Soil Forming Factors


The study area is located on the north-central Pacific Coast of Chile (Fig. 1) within the area
formerly occupied by the Tongoy Palaeobay (Le Roux et al., 2006). This depression forms part of
a Cenozoic Basin filled with marine deposits of Mio-Pleistocene age that are known as the
Coquimbo Formation (Paskoff, 1970; Heinze, 2003; Le Roux et al., 2006; Emparán and Pineda,
2006). The bayfill deposits include mudstones, sandstones, coquinas and conglomerates that
accumulated during a series of transgressions and regressions related to tectonic movements
combined with global sea level variations, studied in detail by Olivares (2004) and Le Roux et al.
(2006). Variation of the relative sea level combined with continental uplift generated a series of
wave-cut marine terraces since the middle Pleistocene, which have been studied by several
authors (Darwin, 1846; Domeyko, 1848; Brüggen, 1950; Chávez, 1967; Herm, 1969; Paskoff,
1970; Radtke, 1989; Ota et al., 1995; Benado, 2000; Heinze, 2003; Saillard, 2008). Ota et al.
(1995) identified four marine terraces in the area of Altos de Talinay and three terraces in the
Tongoy Paleobay, which they designated TII, TIII and TIV in order of decreasing age. The TI
terrace only appears in the Altos de Talinay area, so that the TII terrace is the oldest for the
Tongoy area (Fig. 1). Radtke (1989) made an unsuccessful attempt to determine the chronology
for the four terraces at Tongoy by Electron Spin Resonance (ESR) and U/Th on marine shells,
obtaining a wide range of ages for similar geological and topographic conditions, which he
explained as being a result of deposit mixing during the different marine transgressions that
reoccupied the same terrace. This conclusion was also reached by Hsu et al. (1989). Ota et al.
(1995), assigned ages to the Tongoy terraces based on geomorphological correlation with the
Coquimbo Bay terraces, which where successfully dated by Radtke (1989) with U series on
marine shells. According to this correlation, the relative ages of the terraces are Plio-Pleistocene
for TI, middle Pleistocene (MIS 11) for TII, MIS 9 for TIII and MIS 5e for TIV. The Holocene
level, assigned by Benado (2000) to TV and incorporating the present beach, was studied by Ota
and Paskoff (1993). These authors recognized a series of beach ridges that correspond to a
Holocene marine regression episode, in which the oldest beach ridge has a 14C age of 5400 yrs
BP and the youngest a 14C age of 910 yrs BP. Saillard (2008) undertook U-Th dating on marine
shells of the TII and TIV levels and assigned them to MIS 11 and MIS 5e respectively. The TIV
terrace age of Saillard (2008) coincides with ages proposed by Ota et al. (1995) and Benado
(2000), whereas for terrace TII, Saillard established an older age. The T II terrace age thus poses
some questions: many authors coincide in that there is a geomorphological correlation between
the Tongoy and Altos de Talinay terraces, the latter having been dated by Saillard et al. (2009)
using 10Be, whereas the TII level was assigned to MIS 9. Regard et al. (2010) proposed that this
terrace corresponds to a geomorphological feature of great extent that appears almost
uninterruptedly between 15° and 30°S, which formed due to repeated superimposed highstands
during an uplift quiescence period, in which the latest marine transgression corresponds to MIS
11. The gap existing between the TII and TIII terraces at Tongoy, from MIS 11 to MIS 7, could be
explained by a complete coastal cliff recession due to slow uplift during MIS 7, that eroded the
MIS 9 level in the Tongoy area. A similar process was described by Saillard et al. (2009) for the
96
Talinay area. In this study we used the terrace ages proposed by the authors mentioned in Table
1.
The parent material for Tongoy soils are the deposits of the Coquimbo Formation, the sediments
left by the Pleistocene marine regressions, and a thin aeolian sand cover that overlies the older
deposits (Herm, 1969; Paskoff, 1970; Pfeiffer et al., 2011).
The present climate of Tongoy is semi-arid Mediterranean with precipitation concentrated in
winter and a moisture deficit for at least 9 months per year. The precipitation mean for the
locality is 85 mm with an evapo-transpiration potential of 351 mm. The mean annual temperature
is 18°C, the minimum annual mean 9.2°C, and the maximum annual mean 20.6°C (CIREN,
1990).
The older soils have passed through different climatic periods, with large-scale variations related
to glacial cycles characterized by more humid periods during glacial stages due to the latitudinal
shift of the Southern Westerlies (Lamy et al., 1998; 2000). Smaller-scale climatic variations
alternated between arid and moist during the Holocene (Veit, 1996; Grosjean et al., 1997, 1998;
Maldonado and Villagrán, 2002, 2006; Ortega et al., 2011).

Figure 1. Location of the study area and distribution of soil profiles over marine abrasion terraces at Tongoy.

The natural vegetation is composed of steppe forest (Gajardo, 1994), with a few tree species such
as Acacia caven, Porlieria chilensis and Lithraea caustica, and low shrubs including Baccharis
paniculata, Ephedra chilensis, Flourensia thurifera, and Bahia ambrosioides, among others. The
cactus species include Eulychnia breviflora, Cumulopuntia sphaerica, Eryosyce ihotzkyana and
Echinopsis chiloensis, whereas herbaceous species are mainly of annual growth habit. About 30
km south of the study area lies the Fray Jorge National Park, which corresponds to a temperate
humid forest in the Altos the Talinay area, the existence of which is interpreted as a relict of
Miocene age when the climate was wetter than at present (Villagrán et al., 2004). The study area
has been subjected to intensive agricultural activities over the past decades and the introduction
of the shrub Atriplex nummularia, which is used as forage for sheep and goats farming in the area
(Cuevas and Vega, 2006).

97
3. Methodology
We examined more than 20 soil profiles in trenches, road cuts and open pit mines, from which
seven profiles where selected for detailed field description and laboratory analysis. The profile
locations are shown in Figure 2. The profile ages were assumed to be the age of the marine
terraces according to Table 1. However, due to the great extent of the TII terrace, we estimated
approximate ages for the soil profiles according to the chronology of marine retreat after MIS 11
proposed by Sidall et al. (2006) and the distance to the inner border of the TII terrace, as shown in
Fig. 3.
Soils were classified according to the methodology described by Schoenberger et al. (2002).
Samples were taken from each genetic horizon for chemical, physical, mineralogical and
micromorphological analysis. Soil samples from the TII terrace where the same as those used in a
previous study (Pfeiffer et al., 2011). The particle size distribution was determined by sieve and
pipette analysis according to Bouyoucos (1936), after the removal of carbonates with HCl, the
destruction of organic matter, and dispersion with sodium pyrophosphate. Bulk density was
measured by the clod method, whereas excavation methods were used for surficial horizons
(Grossman and Reinchs, 2002).

Figure 2. Soil profiles showing general stratigraphy, classification and relative topographic and geomorphological
distribution. Ombrothermic diagram at left bottom.
98
Standard methods were employed for determining electrical conductivity (EC), pH, organic
matter (OM), extractable anions (HCO3-, Cl-, SO4-) and extractable cations (Na+, K+, Ca2+, Mg2+),
as recommended for Chilean soils by Sadzawka et al. (2004).
Thin sections were prepared from soil samples impregnated with resin, and studied under a
petrographic microscope. The descriptions of soil thin sections were made following Bullock et
al. (1985), Wright and Tucker (1991), and Stoops (2003).
The soils where classified according to the Soil Taxonomy (Soil Survey Staff, 2010) and World
Reference Base for soil resources (WRB) (FAO, 2006).
Quartz grain surface analysis for terrace TII profiles used in a first study are presented (Pfeiffer et
al., 2011) in adition with new data from profile Las Lomas profile (TIV), for which the same
methodology as in Pfeiffer et al. (2011) was used.
Level Elevation Marine Age Method References
(masl) isotopic (ka)
stage
TII 200 MIS 11 412 U-Th in marine shells Saillard, 2008

10
TIII 48 MIS 7e 225 Be in Altos de Talinay Saillard et al. 2009

U-Th in marine shells Saillard, 2008


TIV 14 MIS 5e 123
Geomorphologic correlation with Coquimbo Ota et al., 1995
10
Be in Altos de Talinay Saillard et al. 2009
TV 9 MIS 1 6 14
C in marine shells Ota and Paskoff, 1993
Table 1. Ages and references of the wave-cut marine terraces in the Tongoy paleobay.

Figure 3. TII relative soil profile ages according to their positionon the terrace and contrast with MIS 11 sea level
highstand and latter sea level drop. The SE border should coincide with MIS 11 highstand, while NW border should
coincide with athe maximum retreat or glacial stage.

99
Clay mineralogy analysis of selected 22 soil horizons was performed according to the
methodology described by Jackson (1969). Organic matter, of previously sieved samples (<
0.0038mm), was removed using an adjusted pH 9.5 sodium hypochlorite solution (5.25 wt%).
Clay was later separated by centrifugation as described by the same author. The clay fraction was
then re/suspended using a highly concentrated solution of NaCl. Two subsample of each solution
were washed eith HCl (ph 3.5). On of these samples was K saturated using 1M KCl solution
(later refer as KCl Treatment), while the other was saturated using 1M MgCl2 (MgCl treatment).
XRD patterns of the oriented aggregate specimens were obtained using a Rigaku model Ultima
IV x/ray difractometer with a Cu k1 target operated at 40V and 40mA. Subsequently, the KCl
oriented samples were heated for 2 hours first at 350°C (350 treatment). The Mg saturated
samples were then solvated with glycerol (Glycerol Treatment) in order to differentiate between
vermiculite, chlorite and smectitic species (Whittig and Allardice, 1986). A semi-quantitative
comparison of diffraction maxima at 1.42 nm (d-spacing) on different treatments was use to
discriminate between vermiculite, chlorite and poorly crystalline smectites. Diffraction maxima
at 0.720 and 0.445 nm in KCl treatment and disappearance after heated was use to determine the
presence of kaolinite. The presence of biotite, quartz and albite were determined using a
diffraction maxima at: 10.1 3.35 and 3.196 respectively.

4. Results
Calcrete is represented in five of the seven studied profiles and, located in all terraces except the
Holocene terrace. The three soil profiles described on the TII terrace reached Stage VI of Machete
(1985), which corresponds to the most advanced calcrete development stage. The Almendros and
El Rincon profiles, located on the TIII and TIV, terraces, respectively, reached Stage V of calcrete
development. All profiles that showed an advanced stage of calcrete development are located on
carbonate substrates, which are marine transgression deposits (Maitencillo, La Montosa, Alamito
and El Rincón profiles) or belong to the Coquimbo Formation (Almendros profile). The Las
Lomas profile shows carbonate mottles that assigns it to Stage I according to Machete (1985).
However, this profile is located on a clayey unit of the Coquimbo Formation, so that it cannot be
used for a direct comparison between soil profiles. The Holocene beach profile has a poor soil
development with no pedogenic carbonate in the matrix.
All the profiles have an upper topsoil of aeolian origin, tentatively identified as such by Herm
(1960) and subsequently confirmed by Pfeiffer et al. (2011), based on quartz grain surface
textures as observed under a scanning electron microscope (SEM).
Despite the absence of a well developed calcrete in the present beach and Las Lomas profiles,
they do yield general information on the pedogenic processes that took place over the the last 0.9
ka and 123 ka, respectively. The older Maitencillo profile, located near the inland border of the
TII level, shows a natric horizon with a high sodium exchange percentage and columnar structure
(Table 2). It constitutes the only profile containing calcrete that classifies differently from the
other profiles in both classification systems used here (Fig. 2). The soils are Aridisols according
to the Soil Taxonomy, with the exception of the Holocene soil which is an Entisol due to its
scarce pedogenic development. According to the WRB, the soils are classified as Arenosol,
Solonetz and Calcisol (Fig. 2).

100
Figure 4. Comparison of texture group patterns and visually estimated frequency of single surface texture features
for quartz grains of Las Lomas topsoil. SA - surface abrasion; EA - edge abrasion; 1 -small blocks; 2 - large blocks;
4 - large uplifted plates; 5 - small uplifted plates; 6 - cracks on edges; 7 - linear grooves; 8 - curved grooves; 9 -deep
grooves; 10 - craters; 11 - striation; 12 - V-shaped incisions; 13 – V-shaped pits of random and different sizes; 14 -
V-shaped pits in series; 15- crescent-shaped gouges; 16 - small conchoidal fractures; 17 - largeconchoidal fractures;
18 - radial fractures; 20 - parallel steps; 21 - curvedsteps; 22 - ridges; 23 - sawtooth structures; DE - dissolution
etching; SO - silica overgrowth; OP - orange peel texture; 24 - silica globules; 25 -crystal growth; 26 - solution pits;
27 - crystallographically oriented,etched pits; 28 – irregular cracks; 29 - polygonal cracks; 30 – etched grooves.

101
4.1 Topsoil
All the soils have an upper, unconformable layer, from which four profiles were selected for
quartz grain surface texture analysis by SEM, as described by Pfeiffer et al. (2011). These authors
proposed an aeolian origin for this topsoil and recognized different transport processes as defined
by groups of microfeatures. with should be typical for the same or similar motion type in a
certain transport medium (Krinsley and Donahue, 1968; Higgs, 1979; Bull, 1981; Mahaney,
2002). The samples were separated into three microfeature groups, each associated with a
specific transport process. The same analysis was made for the topsoil of the Las Lomas profile
(Fig. 4), which gave similar results. All samples underwent the same successive processes
reflecting a high energy coastal environment, aeolian transport and silica precipitation and
solution. In all the studied samples, the grains show more than 90% of coastal environment
features associated with periodic swash and backwash on a beach, although some grains show
evidence of longer transport distances, perhaps during terrestrial run-off. All the analyzed grains
also show well-defined aeolian transport and abrasion features, which increase with the age of the
soil (Fig 5 a). The last process is represented by silica precipitation and solution, which could be
associated with pedogenic processes of weathering and clay illuviation. Silica solubility is
enhanced by the enrichment of alkaline fluids due to cyclic variation of evaporation and
condensation under arid conditions (Kuenen and Perdok, 1962), and soils of arid climates are rich
in alkalis due to limited leaching (Southard, 2000). Therefore, within these continuous cycles in
an arid climate, silica will be re-precipitated (Krinsley and Doornkamp, 1973). The presence of
peeling and cracks on the grain surfaces, especially those showing a polygonal pattern, indicates
sporadic aridity during the soil formation.
Comparing some properties of the topsoil with the estimated profile age, functions are obtained
that indicate the evolution of the soil over the time. There are many methods available to
determine soil development, e.g. using field data to construct chronofunctions (Sauer, 2010).
Here we analyzed the redness index (RI) and structure index (SI) of Harden (1982) obtained from
field data, together with laboratory data such as the clay content and total exchangeable cations
over time. Soil color properties such as the hue and chroma change during soil evolution, in a
process known as rubification (Kubiena, 1970). This is associated with the synthesis of iron
oxides (Schwertmann, 1993). The average RI (Harden, 1982) of the topsoil shows a rubification
process increasing with age at Tongoy (Fig. 5b). This process is favoured in a Mediterranean
climate during which humid winters induce chemical weathering and dry summers allow
precipitation of iron oxides (Torrent et al., 1980). The structure index of Harden (1982) shows the
structural evolution of the soils over time (Fig. 5c). There is also an increase in the clay content
with soil age (Fig. 5d). These three soil parameters show different stages of soil formation
between soils of the different terraces, and also between the soils of the large TII terrace.
Micromorphological analysis of the topsoil also shows different stages of mineral weathering and
pedofeatures with increasing soil profile age. The youngest profile shows few signs of soil
development with weak weathering of minerals and initial stages of clay formation (Fig. 6a),
whereas older soil profiles show an increase in clay coatings and iron nodules (Fig. 6b) as well as
weathering features of siliciclastic grains (Fig. 6c).

102
Figure 5. Soil chronosequences showing the evolution of different soil properties with surface age. a) soil
chronosequence showing the percentage of well abraded sand quartz grains; b) redness index chronosequence; c)
structure index chronosequence; d) Topsoil clay content chronosequence.

Carbonate accumulation in the form of masses and fractions of laminar and massive calcrete
within the topsoil are also present. In some profiles there are shell fragments at the soil surface
and near burrows of the rodent Spalacopus cyanus, which is widely distributed in the area and is
known for its adaptation to hard soils (Bozinovic et al., 2005). Bioturbation of hard soils such as
calcretes by burrowing rodents is also reported from the United States (Johnson and Johnson,
2004; Hirmas and Allen, 2007; Brock and Buck, 2009).

103
Profile Age Horizon Depth Color Structure B.D. sand silt clay O.M. pH CEC EC ESP
(moist)
-3) -1 -1
(ka) (cm) (kg m (%) (%) (%) (%) 1:2.5 cmol kg dS m (%)
Beach 0.9 A 0-6 2.5Y 5/2 1,f,sbk 1.61 nd nd nd 0.36 7.00 7 0.67 0.32
BC1 6-15 2.5Y 4/2 1,fm,sbk 1.57 0.24 6.90 4 0.71 0.41
BC2 15-41 2.5Y 4/2 1,fm,sbk 1.59 0.76 7.15 8 0.45 0.31
2C 41-60 5Y 5/2 mass. 1.58 0.17 7.60 9 0.74 0.53
3C1 60-78 2.5Y 6/2 mass. 1.56 - 8.80 11 0.81 0.72
Used as parent 3C2 78-122 5Y 6/2 mass. - 8.60 9 0.34 0.03
material for
crhonosequenc
es
Las Lomas 123 A 0-4 10YR 4/2 1,f,l 1.61 56.1 32.6 11.3 1.10 7.35 10 0.85 4.06
Bw 4-12 10YR 4/3 1,m,sbk 1.56 58.0 29.7 12.3 0.28 7.35 11 0.94 5.17
2Bw 12-32 7.5Y 4/3 3,m,sbk 1.80 49.2 26.5 24.2 1.40 7.40 17 6.15 13.50
2Bt1 32-49 10YR 5/4 1,c,sbk 1.89 47.0 28.2 24.9 0.13 8.80 16 6.02 24.75
2Bt2 49-70 10YR 4/3 3,m,sbk 1.88 50.4 21.6 28.0 8.90 21 12.81 20.14
2Bt3 70-115 10YR 4/3 2,c,pr-3,m,sbk 1.87 48.8 17.7 33.5 0.11 8.92 23 15.38 20.39
3C 115-124 10YR 5/4 mass. 1.80 78.1 5.2 16.7 9.30 16 6.72 15.26
4C 124 mass. 92.8 1.0 6.2 9.45 9 1.02 12.24
5C 124-130 2.5Y 5/3 mass. 91.7 4.0 4.2 9.20 8 4.77 11.82

El 123 A 0-4 7.5YR 4/4 mass.


Rincón Bw 4-42 7.5YR 4/4 1,fm,sbk 1.75 86.1 11.7 2.2 1.12 7.20 11.4 0.71 2.63
C 42-70 mass. 1.75 89.1 9.7 1.2 0.77 7.80 9.14 0.47 2.40
2Bkm1 ~30-~70 7.5YR 8/4 82.0 10.7 7.3 0.38 8.30 10.5 0.64 3.71

Almendros 225 A 0-18 10YR 4/3 2,fm,sbk 1.63 90.0 6.7 3.2 0.56 7.80 9.24 0.53 1.73
Bw1 18-54 10YR 6/4 1,fm,sbk 1.75 89.4 5.3 5.3 0.27 8.18 7.45 0.35 1.88
Bw2 54-70 10YR 6/4 1,m,sbk 1.76 91.0 3.7 5.3 0.24 8.10 4.61 0.41 4.34
2Bkm 70-81 10YR 7/3 0.72 8.20 8.08 0.66 4.33

Alamito 350 A 0-1 7.5YR 3/2 mass. 1.49 1.35 7.5 12.00 0.51 6.25
Bw 1-5 7.5YR 4/4 3,m,sbk 1.61 75.2 15.5 9.3 1.14 8.0 12.00 0.63 7.25
Bw/Bkm 5-23 7.5YR 3/4 2,mc,sbk 1.56 81.1 11.6 7.3 8.9 15.80 14.85 13.23
2Bkm1 23-33 7.5YR 7/4 mass. 1.78 76.1 14.2 9.7 8.9 10.20 0.81 1.55
2Ckm1 33-58 10YR 8/2 mass. 1.62 74.1 17.6 8.3 8.9 9.30 0.32 1.22
2Ck1 58-70 2.5Y 6/2 mass. 1.54 85.4 9.4 5.2 9.1 8.10 0.44 1.54

La Montosa 370 A 0-5 7.5YR 3/4 3,f,gr 1.68 79.8 8.9 11.3 1.98 7.0 14.40 0.62 4.88
Bw 5-23 7.5YR 3/4 3,m,sbk 1.71 78.5 9.1 12.4 0.90 7.0 14.70 0.61 6.42
Bw/Bkm 23-36 7.5YR 3/4 2-3,m,sbk 1.58 78.0 9.6 12.5 1.10 8.0 16.90 17.20 16.85
2Bkm 36-56 7.5YR 8/3 mass. 9.0 14.80 7.96 4.60
2Ck1 56-77 2.5Y 5/3 mass. 1.98 78.5 12.2 9.3 8.4 11.40 5.20 11.65
2Ck2 77-102 5Y 6/2 mass. 2.15 70.2 16.5 13.3 9.0 4.30 11.70 90.41
2Ckm 102-103 2.5Y 8/2 mass. 1.90 69.6 16.1 14.3 8.9 7.80 83.70 93.66
2Ck3 103-136 5Y 6/2 mass. 1.71 73.6 16.1 10.3 9.0 8.96 29.80 83.84

Maitencillo 390 A 0-4 7.5YR 3,f,gr 1.50 86.3 6.5 7.3 1.00 7.3 5.27 62.10 91.22
3/270
Bw 4-12 7.5YR 4/6 2,fm,sbk 1.61 85.2 5.5 9.3 0.90 7.0 8.32 12.80 86.94
Bt1 12-26 5YR 4/4 3,c,cm 1.78 66.9 11.9 21.1 0.59 6.4 7.66 20.60 93.12
Bt2 26-47 5YR 4/4 2,c,sbk 1.82 63.9 9.5 26.6 0.68 7.0 10.52 61.00 90.83
Bt2/Bkm 47-58 7.5YR 8/2 2,fm,sbk 1.87 57.4 8.6 34.0 0.49 8.1 11.15 48.50 93.72
2Bkm 58-67 10YR 7/3 mass. 8.2 7.64 43.80 94.04
2Ck1 67-82 2.5Y 8/2 mass. 1.82 58.6 22.0 19.3 8.5 4.30 18.30 96.37
2Ck2 82-106 2.5Y 6/4 mass. 1.88 83.6 5.1 11.4 8.5 3.93 8.20 96.58
2Ck3 106-123 2.5Y 8/2 mass. 1.77 68.3 16.2 15.4 8.2 5.98 4.88 95.51
2Ck4 123-173 5Y 7/2 mass. 1.83 87.7 5.4 6.9 9.1 6.02 20.60 94.13
Table 2. Soil horizon properties of profiles studied in detail. Abbreviations: Structure: 1=weak; 2=moderate;
3=strong, f=fine; m=medium; c=coarse; vc=very coarse; sbk= subangular blocky; gr=granular; pr=prismatic;
cm=columnar; mass=massive.

104
Figure 6. Cross-polarized microphotographs of (a) BC horizon of beach profile with weak alteration of minerals,
scarce secondary clay forming an enaulic fabric and simple packing microstructure. b. Meteorized chert grain
replaced by Fe oxides and secondary clay formation, horizon Bt, Maitencillo profile. c), Orthic, typic iron nodule at
Bt horizon, Maitencillo profile.

Figure 7. X ray diffraction patterns odf selected horizons clay fraction showing th pattern of horizon 3C 1 from Las
Lomas, horizon A of younger Holocene beach soil, and Bw1 horizon of La Montosa.

4.2. Calcrete soil profiles


Soil profiles with calcrete were observed only in areas with carbonate deposits of biogenic origin.
Calcretes at Tongoy comprise highly indurated calcium carbonate horizons and correspond to
petrocalcic horizons. The sediments of these soil profiles are associated with seaward-prograding
beach ridges that developed after the marine transgressions abrading the terraces (Fig. 8). The
105
only profile showing a calcrete developing directly from deposits of the Coquimbo Formation is
at the top of a stratigraphic sequence at Almendros described by Olivares (2004), which was Sr-
dated at 1.4±0.5 Ma. However, the terrace level of the Almendros profile is associated with MIS
7e, about 225 ka before the present, which means that this level was eroded and no deposits of
the marine transgression were left at this site. Calcrete profiles of the oldest level (TII terrace),
show a sequence of topsoil-brecciated calcrete, laminar calcrete and massive calcrete with tepee
structures and pisolithic layers, indicating the most advanced stage of calcrete development
according to Machete (1985).

Figure 8. SSE-NNW section of stratigraphic profile near Maitencillo site. A: soil profile. B: calcrete; C: fine
sandstone strata with intercalation of siliciclastic and biogenic sand layers of about 1 cm width, with low angle
planar lamination; D: shell fragments strata (5 to 10 mm) in sandy matrix, cemented, with high angle planar
lamination dipping east.

There are no substantial differences between the calcretes of the three profiles studied in the older
TII terrace. Pfeiffer et al. (2011), showed that at first a massive calcrete developed in which many
microfabric of biogenic origin are present (alpha type), followed by the development of a laminar
calcrete in which precipitation related to physiochemical processes dominated (beta type). The
presence of gypsum and halite in the lower parts of the massive calcrete was interpreted as
reflecting periods of high evaporation rates (Pfeiffer et al., 2011) (Fig. 9a). Clay coatings in the
lower parts of the laminar calcrete along the contact with massive calcrete, reflect clay
translocation before the formation of the laminar calcrete (Pfeiffer et al., 2011). Clay, carbonate
and hypo-coatings are also present in the Las Lomas profile (Fig. 9b, 9c), which are associated
with high ESP (exchangeable sodium percentage) levels.
Calcretes of profiles Almendros (TIII - 225 ka) and El Rincón (TIV – 123 ka) show a sequence of
topsoil-laminar calcrete and massive calcrete, both profiles corresponding to Stage V of calcrete
development according to Machete (1985). The laminar calcretes are separated by thin pisolithic
horizons (Fig. 9d). No clear differences in the stage of calcrete development are observed
between profiles of the TIII and TIV terraces, despite the age differences between them. The
microfabric of massive calcrete in both profiles shows an alveolar septal structure (Fig. 9e),
which is related to fungal septa (Wright, 1986; Goldstein, 1988; Wright and Tucker, 1991).
However, the presence of equant cement at Almendros suggests that diagenetic processes could
have cemented the massive calcrete, which was subsequently eroded and exposed to pedogenic
processes with biological activity so that laminar calcrete developed. At the El Rincón profile,
ooliths and peloids are abundant in some layers of massive calcrete, which could be the result of
calcification of fecal pellets in a carbonate substrate (Fig 9f; Braithwaite, 1983; Klappa, 1978;
Calvet and Julia, 1983).
106
The laminar calcrete shows similar macrostructure and microfabric patterns in the five calcrete
profiles analyzed. It overlies the massive calcrete as a continuous layer composed of a series of
microlaminations with different Munsell colors. Locally, where the substrate is richer in
siliciclastic deposits, carbonate precipitated as interlacing laminations or honeycomb calcrete and
macroscopic rizoliths are present (Fig 10; Wright and Tucker, 1991). The upper part of the
laminar calcrete is composed of four to five microlaminae with different microstructures.
Normally the upper microlaminae present an undulating pattern, but they may also show
microfractures with microsparite cement (Fig. 11a). The microlaminae are composed of pure
secondary carbonates of micrite and microsparite, locally containing siliclastic or bioclastic
grains (Fig. 13b). Pisoids and ooliths may also be present (Fig. 11c).
An analysis of the chemical composition of the upper microlaminae from the laminar calcretes of
the El Rincón (123 ka), Almendros (225 ka) and La Montosa (370 ka) profiles, shows an
increased Si content for the oldest profiles (Table 3), which may be expected for mature calcretes
because silica saturation levels should be higher in older soils (Milnes and Hutton, 1983; Nash
and Shaw, 1998). The process of calcrete silification is considered an integral part of their
formation when silica is released during replacement of silicate minerals (Walker, 1960; Watts,
1980). Also, there is an inverse solubility between calcite and silica at high pH levels, with calcite
precipitating while silica is dissolved, increasing the silica saturation of the soils (Goudie, 1973).

Sample SiO2 Al2O3 TiO2 Fe2O3 CaO MgO MnO Na2O K2O P2O5 LOI SUM
La Montosa 1 7.32 1.9 0.36 2.35 48.84 1.01 0.05 0.4 0.39 0.19 36.75 99.56
La Montosa 2 13.61 1.42 0.29 1.85 45.3 0.88 0.02 0.37 0.24 0.09 35.54 99.61
La Montosa 3 11.36 3.01 0.46 3.11 42.85 1.04 0.04 0.41 0.35 0.09 36.79 99.51
Almendros 1 1.76 0.43 0.32 2.39 50.5 0.5 0.03 0.3 0.2 0.15 43.11 99.69
El Rincon 1 3.82 1.37 0.6 2.21 53 1.14 0.04 0.39 0.3 0.25 36.5 99.62
El Rincon 2 1 0.01 0.08 0.33 54.31 1.73 0.01 0.3 0.02 0.1 41.72 99.61
El Rincon 3 0.01 0.01 0.17 0.53 54.91 0.91 0.01 0.3 0.02 0.12 42.55 99.54
Table 3. Total chemistry of selected laminae from laminar calcretes of three soil profiles from Tongoy. (LOI: Loss
on ignition).

5. Discussion
The studied soil chronosequence indicates different stages of soil development, although some
processes are common to all profiles. The soil profiles show two parent materials that are clearly
separated by a discontinuity: a marine substrate and an overlying sandy aeolian deposit. The
marine deposit could be (i) coarse, sandy Balanus coquina of the Coquimbo Formation, as for
example in the Almendros profile (Olivares, 2004), (ii) clay and silt corresponding to deep bayfill
deposits of the Coquimbo Formation described by Olivares (2004) and Le Roux et al. (2006), as
in the Las Lomas profile, or (iii) deposits corresponding to the marine retreat after the sea level
highstands of MIS 11 (Maitencillo, La Montosa and Alamito profiles), MIS 5e (El Rincón
profile), or the Holocene regression as in the younger beach profile (Ota and Paskoff, 1993).

107
Figure 9. (a) Cross-polarized light (XPL) view of gypsum at massive calcrete in Alamito profile. (b) Clay coating
covering a pore in Bt horizon of Las Lomas profile (XPL). (c) Calcium carbonate hypocoating at Bt horizon in las
Lomas profile (XPL); (d) Fracture in laminar calcrete of the La Montosa profile being a pisolithic layer; (e) Alveolar
septal structure at massive clacrete of El Rincón profile (XPL); (f) Peloids and ooliths in a micritic matrix with
vuggy porosity, massive calcrete El Rincón profile (XPL).

108
Figure 10. (a) Macroscopic rhizoliths in a mainly siliciclastic sandy matrix, Greditas area at the western limit of the
TII terrace. (b) Honeycomb calcrete formation filling fractures of a weakly cemented siliciclastic sandy matrix.

After the marine regression of MIS 11, high evaporation rates allowing gypsum and halite
precipitation may have occurred, which could be preserved in the lower parts of the deposit due
to subsequent cementation forming the massive calcrete. This process occurred in the three soil
profiles of terrace TII, but no evidence of this is present in younger profiles of this terrace studied
by Vera (1985) and Aburto et al. (2008). This suggests that such arid conditions should have
occurred shortly after the marine regression, related to a vadose zone with mixing waters, as
suggested by the presence of columnar cement. The presence of marine phreatic waters in coastal
areas is commonly related to deficient freshwater recharge (Kocurek, 1996). The formation of the
massive calcrete on the oldest terrace was driven by anorganic and biogenic processes, the latter
being manifested as rizoliths, peloids, alveolar septal structures, and some structures similar to
fungal conidia. At that time a vegetation cover existed, that allowed the formation of these
microstructures in the calcrete, which was probably composed mainly of grasses as suggested by
the lack of larger rizoliths and the presence of gypsum and halite indicating a scarcity of rainfall.

109
Figure 11. (a) Upper microlaminae of laminar calcrete from El Rincón Profile. Calcium carbonate is principally
micritic with ondulations and fractures filled with sparitic cement, parallel-polarized light. (b) Upper border of
laminar calcrete from Almendros profile. Note the increase in number of silicicastic and bioclastic grains at the
bottom. Channel, vuggy and mouldic porosity can be observed at the bottom. (c) Oolithic grain with a siliciclastic
nucleus in a micritic matrix, laminar calcrete at El Rincón, cross-polarized light.

Clay films in the upper part of massive calcrete in the TII terrace suggest that the sand layer was
weathered enough to provide silica for clay formation and translocation and that the rainfall
increased to a level sufficient for clay illuviation. Clay illuviation is associated with ancient
landscapes because this process requires at least a few thousand years (Soil Survey Staff, 1999).
The presence of impure clay pedofeatures has been explained to result from the impairment of the
parallel orientation of clay platelets induced by the disruption of both clay and silt-size layer
silicates in a Na-rich environment (Pal et al., 1994). Clay pedofeatures alternating with CaCO3
coatings have also been understood to be an effect of climate change (Yarilova, 1964; Gile et al.,
1966; Reynders, 1972; Reheis, 1987). Pal et al. (2003) reported that clay illuviation and the
formation of CaCO3 in highly Na-rich soils from India occur simultaneously in an ustic moist soil
regime. According to these authors, this can occur when a high amount of sodium causes
precipitation of soluble Ca2+ ions as calcium carbonate (CaCO3), preventing the flocculation of
Ca2+. The impure clay pedofeatures, high amounts of Na, and a low Ca/Na ratio match our results
for the Maitencillo profile (Table 2). The other two profiles of TII show different clay illuviation
features and ESP. In these profiles, clay coatings below the laminar calcrete are well oriented and
have a high birefringence. In addition to this, the Ca/Na ratios are higher than 1, while in the
Maitencillo profile the highest value is 0.07. These differences in the Ca/Na ratio may explain the
different precipitation of clay coatings in these profiles. In the Alamito and Montosa profiles,
thin coatings along the rims of grains were emplaced before carbonate precipitated in the pore
space between the grains. Clay coatings engulfed by carbonates are interpreted as reflecting a
climate change from wet to dry (Allen and Goss, 1974; El-Tezhani et al., 1984; Reheis, 1987).
Bronger and Sedov (1997) and Cabadas et al. (2010) proposed an alternative model for clay
coating formation in soils of semi-humid tropical or Mediterranean climates, which does not
require climate change or the presence of exchangeable Na. When a leached Bt or Bw horizon is
present above a petrocalcic horizon or calcareous bedrock, suspended clay mobilized in the
leached upper horizons can be translocated downward and precipitated along carbonate contacts
at the leaching front. Ranson and Bidwell (1990) proposed that clay coatings in carbonate-
bearing soil profiles may have formed through stress and not in response to illuvial processes.
However, the fact that these illuvial pedofeatures are separated from the present Bw horizon by
continuous laminar crusts, excludes its recent origin. It is also important to note that the presence
of a brecciated calcretes implies the prior formation of a laminar calcrete, so that the time span
between the formation of massive calcrete and clay illuviation could be significant.

110
Despite the lack of age control of the soil components, it is clear that the aeolian layer was
deposited previous to the formation of the laminar calcrete, as indicated by the presence of clay
films along the contacts between laminar and massive calcrete. The different stage of soil
development in this layer shows that it was also deposited simultaneous to surface exposure after
marine regression. The quartz grain surface textures indicating a coastal environment underlines
the coastal source of sand, which was derived from sources supplied by the five valleys
debouching into the Bay of Tongoy. The increase in the proportion of well abraded grains
transported by wind with profile age, indicates continuous reworking of sand until it was
stabilized and began to form soil. The older profile is farthest from the sediment supply, which
according to these data should be the Bay of Tongoy. The characteristics of the sand cover at
Tongoy meet that of sand sheets, where dunes with slipfaces are generally absent (Kocurek,
1996). The inhibition of dune development on the Tongoy TII terrace could be due to the limited
supply of available sand and the presence of vegetation (Kocurek and Nielson, 1986). In general,
when there is air flow across a surface, velocities fluctuate less over flatter surfaces and there is a
greater potential for continuous sand transport (Short and Hesp, 1982).
Calcretes of the Almendros (TIII - 225 ka) and El Rincón (TIV – 123 ka) profiles show a sequence
of topsoil with laminar and massive calcrete, brecciated calcrete being absent. Laminar calcretes
are composed of multiple laminae, separated by thin pisolithic horizons. These are associated
with mature calcrete profiles that become indurated and suffer cracks where the grains are free to
move and nucleate around host objects, preferentially roots (Wright, 1994). On the T IV terrace
along a roadcut profile near the Tongoy River, a series of erosion and calcrete reprecipitation
processes can be observed in two well-defined laminar and massive calcretes, Radtke (1989)
dated the laminar and massive calcretes of this profile, but the age ranges are too variable to be
used with confidence. The importance of this profile is that in the time span that existed between
MIS 5e (123 ka) to the present, a massive plus a laminar calcrete reaching at least stage V
(Machete, 1985) developed twice. These calcretes were also eroded by channels, in which no new
calcrete developed. This implies that calcrete development rates in the area do not need the long
time span to reach Stage V as calcretes reported from other semi-arid Mediterranean climates
such as southeast Spain, where the mature stage required from 69 ka to 121 ka to form (Candy et
al., 2004). At Tongoy, the factors that controlled calcrete formation existed for a significant
period after the MIS 5e, but apparently ended after the occurrence of debris flow.
An analysis of the chemical composition of the upper microlaminae from the laminar calcretes of
the El Rincón (123 ka), Almendros (225 ka) and La Montosa (370 ka) profiles showed a higher
Si content for the oldest profiles (Table 3), as expected for mature calcretes because silica
saturation should be higher in older soils (Milnes and Hutton, 1983; Nash and Shaw, 1998). The
association of calcrete and silcrete occurs in continental basins with arid and semi-arid climates
(Watts, 1980; Summerfield, 1982; Meyer, 1987; Khalaf, 1988; Arakel et al., 1989; Armenteros et
al., 1995; Nash and Shaw, 1998). At Tongoy, the semi-arid Mediterranean climate could have
induced the production of CO2 during the wet season by the breakdown of organic matter. The
introduction of CO2 to the groundwaters would have resulted in a local reduction in pH that
affected calcite solubility and induced silica precipitation (Siever, 1962; Knoll, 1985).
Furthermore, an inverse solubility exists between calcite and silica at high pH levels, when
calcite precipitates simultaneous to silica dissolution, in turn increasing the silica saturation in the
soils (Siever, 1962; Goudie, 1983).

111
5.1. Correlation with palaeoclimate data
Calcretes are known to develop under arid, semi-arid and Mediterranean climates with a
prolonged dry season (Alonso-Zarza and Wright, 2010, and references therein). The more
advanced stage (VI) of development of profiles from the TII terrace in comparison to profiles of
terraces TIII and TIV (stage V) indicates that the calcrete development process did not begin
everywhere at the same time. Moreover, the preservation of microrelief left by the MIS 11
transgression on terrace TII (Pfeiffer et al., 2011), the preservation of highly soluble minerals
(gypsum and halite), and the scarcity of rizoliths on this terrace, suggest early cementation of the
carbonate profile after the MIS 11 highstand retreat. It is also very likely that the existence of a
hyper-arid climate after MIS 11 and the presence of a mixed vadose zone was followed by an arid
or semi-arid climate that developed a Stage V calcrete with a laminar horizon. Subsequently,
brecciation of the laminar calcrete occurred and a more humid period commenced that weathered
the sand cover and allowed clay illuviation from the leached upper horizons at the leaching front.
Finally, a new laminar horizon developed.
Similar conditions of aridity were also maintained after MIS 5e, were a Stage V calcrete
developed with similar characteristics of beta and alpha morphology for massive and laminar
calcrete, respectively. Without absolute dating of the soil components it is unclear if the calcrete
on the TIII terrace developed earlier than the TIV terrace calcrete, but the presence of
superimposed massive and laminar calcrete on this terrace indicates the prevalence of arid
climatic conditions for a long time after MIS 5e.
Palaeochannels observed in the TII and TIV terraces seem to be related to El Niño/Southern
Oscilation events (ENSO), corresponding to occasional intense rainfall or debris flows such as
recorded by Vargas et al. (2006) in the Atacama Desert and Ortega et al. (2011) at Los Vilos, 180
km south of our study area. Local studies indicate that ENSO climatic phenomena began around
5,500 years ago (Rodbell et al., 1999; Jenny et al., 2002; Vargas et al., 2006), but they may well
have started before the end of the Pliocene (Ravelo et al., 2004). It is curious that no calcrete
developed after the channel incision of calcrete in the TII and TIV terraces, which suggests a
change in climatic conditions that did not allow calcrete development.
The development of aeolian sediments depends on aridity, wind energy and sand supply
(Lancaster, 1988; Kocurek, 1996). Arid environments are favorable for the development of active
aeolian systems, whereas increased precipitation favours stabilized systems (Wilson, 1973). The
sandy layer that covers the terraces shows high energy processes associated with swashing on a
beach, followed by aeolian transport processes. Since the quartz grain surfaces show an increase
in the proportion of well abraded grains with age and therefore to the distance from the shoreline,
it is likely that the Tongoy beach was the source area. The clay content, rubification and structure
of the sandy layer show a sequence of pedogenic development in the soils, suggesting that
deposition could have occurred at different times in response to pulses of climatic conditions
suitable for aeolian transport. Aeolian systems are sensitive to regional effects such as tectonism,
sea level oscillations and climate variations (Kocurek, 1996), and have been used extensively for
paleoclimatic reconstructions in the Sahara (Sarthein and Koopman, 1980; Talbot, 1984),
southern Africa (Stokes et al., 1997), Australia (Marx et al., 2009), North America (Roy et al.,
2010), Europe (Dietrich and Seelos, 2010), and recently in the Atacama Desert (Vargas et al.,
2004).

112
Figure 12. Sequence of events of soil calcrete development at Tongoy corresponding to the T II (a) and TIV (b)
terraces.

Previous paleoclimatic studies of the Norte Chico proposed an alternation between arid and
relatively humid phases occurring at least over the last 120 ka, which is related to the latitudinal
displacement of the Southern Westerlies (Villagrán and Varela, 1990; Grosjean et al., 1997,
1998; Veit, 1996; Lamy et al., 1998, 2000; Maldonado and Villagrán, 2002, 2006; Ortega et al.,
2011). Up to now, no palaeoclimatic records have been available for the Norte Chico region for
periods preceding MIS 5e, but our studies indicate that these alternating climate cycles go back to
at least MIS 11.

5.2. Implications for future studies


Figure 12 summarizes the main sedimentological and pedological processes that occurred in the
Tongoy soil profiles of the TII and TIV terraces. The TIII terrace is not shown as this soil reached
a similar stage to IV for the TII profiles. In future these stages and their correlation with past
climatic events can be studied using isotope and dating techniches.
Beach ridge deposits associated with marine regression can be dated in marine shells using U
series, ESR and U-Th dating techniques (Muhs et al., 1989. McLaren et al., 1996). These
113
methods can also be used to date specific features of massive and laminar calcrete, such as
rhizoliths, pisoliths and laminae (Ludwig and Paces, 2002; Candy et al., 2004; Candy and Black,
2009; Küçükuysal et al., 2011). Gypsum and halite minerals can be dated by using U-Th series up
to a maximum of 350 kyrs (Ku et al., 1998).
Isotopic methods applied to carbonate can also be applied in combination with absolute dating
methods to determine the vegetation in the area at the time of calcrete development. δ13C records
of pedogenic carbonates are powerful indicators of paleoecology, as the δ13C of pedogenic
carbonate reflects the isotope composition of soil CO2, which is also a reflection of the vegetation
present at the moment of carbonate precipitation (Deocampo, 2010).
Iron nodules and iron coatings can also be dated by U-Th/He and U-series techniques, in an age
range between a few ka and about 500 ka (Short et al., 1989; Shulmeister et al., 1993; Bernal et
al.,2005, 2006).
The application of dating methods for aeolian sediments, such as thermoluminescence, which
measures the time since the last exposure to light (Wintle, 1993; Novothny et al., 2010), allows
the dating of events in absolute time. These data could be useful to determine wind patterns and
arid periods of aeolian sand transport at Tongoy. In the Atacama Desert, for example, Flores-
Aqueveque et al. (2009, 2010) undertook a quantitative aeolian transport analysis comparing
present wind velocities with palaeowind strengths as reflected in the grain-size parameters of
sediments in the Bay of Mejillones. Similar studies could be undertaken at Tongoy by using
thermoluminescence dating of sand together with a study of past wind patterns and available
palaeoclimate data.

6. Conclusions
Soils in the Tongoy Paleobay result from a series of sedimentological, geomorphological and
pedogenic processes that responded to climatic cycles of arid and more humid periods.
Previously, these climatic cycles have only been recorded after MIS 5e for the area, but the
presence of well-developed calcrete soil profiles with a clear sequence of events in four marine
terraces, the older of which reaches MIS 11, presents an outstanding opportunity for future
studies that can link pedological data with the pre-MIS 5e climate of the area.

Aknowledgments
The first author is grateful to CONICYT and the Departamento de Postgrado y Postítulo of the
Universidad de Chile, for a fellowship that supported this study. Jose Padarian is thanked for his
valuable assistance during field work.

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124
5.2 Evolución del paisaje y pedogénesis en Tongoy

La calcreta desarrollada sobre la terraza más antigua de la paleobahía de Tongoy se desarrolla en


continuidad con el microrelieve dejado por los depósitos de la última regresión marina. Estos
depósitos corresponden a una serie de cordones litorales, los que han sido preservados de la
erosión gracias al desarrollo de la calcreta de origen pedogénico.

5.2.1 Preservación de cordones litorales en la paleobahía de Tongoy (Chile centro-


norte) debido al desarrollo de una calcreta de origen pedogénico.

Artículo Aceptado en la revista Geomorphology,


http://dx.doi.org/10.1016/j.geomorph.2011.05.012

Preservation of beach ridges due to pedogenic calcrete development


in the Tongoy palaeobay, north-central Chile

Marco Pfeiffera,b,*, Jacobus P. Le Rouxa, Elizabeth Solleiro-Rebolledoc, Helga Kemnitzd,


Sergey Sedovc, Oscar Seguelb,
a
Departamento de Geología, Universidad de Chile, Plaza Ercilla 803, 8370450 Santiago, Chile
b
Departamento de Ingeniería y Suelos, Universidad de Chile, Santa Rosa 11315, 8820808 La Pintana, Chile
c
Instituto de Geología, Universidad Nacional Autónoma de México, Del. Coyoacán 04510 D.F. México
d
Geo Forschungs Zentrum Potsdam, Section 3.1, Telegrafenberg, 14473, Germany

*Corresponding author. Departamento de Geología. Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas. Universidad


de Chile. Plaza Ercilla 803, 8370450 Santiago, Chile. Tel.: +56 2 9784123.

E-mail addresses: mpfeiffer@ug.uchile.cl (M. Pfeiffer), jroux@cec.uchile.cl (J.P. Le Roux),


solleiro@geologia.unam.mx (E. Solleiro-Rebolledo), heke@gfz-potsdam.de (H. Kemnitz),
sergey@geologia.unam.mx (S. Sedov), oseguel@uchile.cl (O. Seguel)

Abstract
At the Tongoy palaeobay in north-central Chile, a series of beach ridges developed during
seaward progradation that took place after the MIS 11 sea-level highstand (412 ka). The
microrelief left by this succession of beach ridges has been well preserved from erosion due to
the development of a calcrete (petrocalcic horizons), which was resistant to the chemical and
physical weathering that characterized the area during humid phases of the late Pleistocene and
middle Holocene. Macro- and micro-morphological analysis shows that the calcrete is of

125
pedogenic origin and formed during two stages: In the first stage a massive (beta) calcrete
developed, followed during the second stage by a laminar (alpha) calcrete. Each event in the
development of the calcrete was intimately related to the foregoing process, mainly due to
changes in the permeability of the profile horizons. During the first stages of development
organisms played an important role in the precipitation of calcite, which made the calcrete less
permeable and favoured the accumulation of ponded water during the wet season. As a result of
this increased humidity, calcium carbonate with a laminar structure precipitated. The
development of the calcrete is also intimately associated with the evolution of the drainage
network, which is characterized by a trellis pattern of tributaries parallel to the beach ridges. This
study demonstrates the importance of soil genesis in the geomorphological evolution of
landscapes.
Keywords: Calcrete, beach ridge, petrocalcic horizon, marine terrace, pedogenesis, Tongoy

1. Introduction
Soils result from the interaction of factors such as climate, vegetation, topographic setting, parent
material, and time (Jenny, 1980; Birkeland, 1999). Because soil development can affect the
properties of unconsolidated deposits (Birkeland, 1999) it can influence the hydrological and
erosional processes that occur during landscape evolution (Dunne, 1978; Wells et al., 1987;
McAuliffe, 1994; Eppes et al., 2002). This is particularly true for indurated horizons such as
calcretes (petrocalcic horizons), which increase drainage and runoff due to impermeabilization of
the soil profile and also diminish erosion rates because of their mechanical resistance. For
example, Eppes et al. (2002) discussed the role that soil played in the topographic evolution of
the San Bernardino Mountains in California, where the development of a petrocalcic horizon
preserved prominent ridges formed by anticlinal folds due to its high resistance to erosion.
Another example occurs in the southern Pampean landscape of Argentina, where a petrocalcic
horizon constituted a resistant surface that survived a series of erosional cycles and preserved an
undulating, early Pleistocene palaeotopography (Amiotti et al., 2001; Blanco and Stoops, 2007).
Other examples of calcrete protection from erosion can be found in Arizona at the Mormon Mesa
(Brock and Buck, 2009) and Buckeye (VanArsdale, 1982). Therefore, a close relationship exists
between geomorphology and soil development, and soil evolution can elucidate the development
of a particular landscape. In this study we examine the relationship between soil formation and
the preservation of Pleistocene beach ridges south of La Serena, north-central Chile (Fig. 1).
Pleistocene beach ridges are uncommon features in the stratigraphic record, their preservation
occurring mostly in arid climates where the effect of erosion is less (Augustinus, 1989; Meldahl,
1995; Otvos, 2000). Along the Chilean coastline, Pleistocene beach ridges are preserved in the
hyper-arid Atacama desert (Armijo and Thiele, 1990; Marquardt et. al., 2004; Victor et al.,
2011), whereas in the more humid south only Holocene beach ridges have been documented
(Nelson and Manley, 1992; Bookhagen et al., 2006; Melnick et al., 2006). In Argentinian
Patagonia, Holocene and Pleistocene shoreline sequences are also preserved, but the latter are
scarcer because of probable erosion (Schellmann and Radtke, 2010; Pedoja et al., 2011).
In the Tongoy palaeobay, a series of marine terraces described by several authors (Darwin, 1846;
Domeyko; 1848; Brüggen, 1950; Chávez, 1967; Herm, 1969; Paskoff, 1970; Ota et al., 1995;

126
Benado, 2000; Heinze, 2003; Saillard, 2008) developed over marine deposits corresponding to
the Mio-Pliocene Coquimbo Formation (Le Roux et al., 2006). One of these terraces reaches
more than 30 km in its widest section. It was dated by Saillard (2008) using U-Th on marine
shells, which yielded an age of around 400 ka corresponding to Marine Isotopic Stage (MIS) 11.
Upon this extensive platform a pedogenic calcrete was formed after the marine regression that
followed the MIS 11 highstand (Paskoff, 1970; Vera, 1985; Saillard, 2008).

Figure 1. (a) Location of the study area superimposed on a Digital Elevation Model of southern South
America (b) Close-up of rectangle shown in (a), rectangle corresponds to fig. 2a.

127
The development of calcrete can be of diagenetic or pedogenic origin (Wright and Tucker,
1991), the latter implying surface processes so that plants and other organisms can participate in
their formation. Calcretes normally experiment several stages of development that correspond to
different environmental conditions (Gile et al., 1966; Machette, 1985; Wright and Tucker, 1991;
Alonso-Zarza and Wright, 2010; Gallala et al., 2010). The Tongoy calcrete shows the most
advanced stage (VI) of development according to Machette (1985), which implies a series of
processes during its evolution. In this paper we propose a model for the development of the
Tongoy calcrete, based on micro- and macro-morphological features, soil chemistry and
geomorphological analysis.

2. Geographic, geological and geomorphological setting


The study area is located south of the Bay of Tongoy, at 30°18´S 71°33´W, 40 km south of the
city of La Serena and 430 km north of Santiago (Fig. 1). Although the climate is semi-arid,
prolonged, multi-year droughts or extremely rainy seasons occur, with occasional intense rainfall
or even debris flow events (Vargas et al., 2006). The area has also been described as having a
Mediterranean climate because 85.7% of the average annual precipitation is concentrated in the
winter months (May-August), while the summer is very dry, the mean annual precipitation lying
between 75 and 100 mm, and the mean annual temperature being 18ºC (CIREN, 1990).
The dominant vegetation is composed of steppe forest, i.e. low shrubs, small trees and different
herbaceous species adapted to dry conditions (Gajardo, 1994).
The Coquimbo Formation is composed of shallow marine or bayfill deposits including
mudstones, sandstones, coquinas and conglomerates that accumulated during a series of
transgressions and regressions related to regional and local tectonic movements combined with
global sea level variations (Le Roux et al., 2006). The succession developed within a tectonic
semi-graben (Paskoff, 1970; Heinze, 2003) formed to the east of the Puerto Aldea Fault, which
brings the Coquimbo Formation in contact with Triassic-Jurassic intrusives (Emparan and
Pineda, 2006).
Olivares (2004) and Le Roux et al. (2006) described a series of detailed stratigraphic columns of
the Coquimbo Formation in the Tongoy area and proposed a correlation between facies
sequences and marine oscillations. Six marine transgressions were identified, the first occurring
between 11.9 and 11.2 Ma and the last between 1.7 and 1.4 Ma. This variation of the relative sea
level continued during the Pleistocene, leaving a series of wave-cut terraces upon the Coquimbo
Formation (Ota et al., 1995; Saillard, 2008). These terraces were identified for the first time by
Darwin (1846) and studied in detail by Ota et al. (1995), who identified four terraces in the
Tongoy area, designated TI – TIV in order of decreasing age. In a later study, Benado (2000) also
identified the lowest Holocene level as a terrace. TI only appears in the Altos de Talinay area,
whereas the oldest terrace recognized in the Tongoy palaeobay area is T II (Fig. 2). Ota et al.
(1995) assigned TII to MIS 9 based on geomorphological correlation with terraces at the Bay of
Coquimbo to the north, which were dated using U-series on shells by Radtke (1989). However,
Saillard (2008), employing U-Th dating on shells from three beach ridges associated with the TII
terrace, assigned it to MIS 11, around 412 ka according to the eustatic curve of Sidall et al.
(2006). Regard et al. (2010) attributed this terrace to a wide planar feature that occurs in many

128
localities along the Pacific Coast between 15° and 30°S, revealing a period of uplift quiescence
between the late Pliocene and MIS 11.
Upon TII, a series of lines parallel to the shoreline can be observed on satellite images (Fig. 3),
which are beach ridges corresponding to the last marine regression that affected this surface
(Paskoff, 1970). These deposits where described by Paskoff (1970) as lumachella and coquina
composed of carbonate-cemented shell fragments, subsequently covered by thin aeolian deposits.
This succession reaches a maximum thickness of about 25 m in a road cut near Tongoy (Paskoff,
1970). Olivares (2004) also described coquinas associated with the marine regression that overlie
older beach and upper to lower shoreface deposits of the Coquimbo Formation. Saillard (2008)
attributed the presence of the beach ridges to shoreline stillstands during the progressive fall in
sea level following the MIS 11 highstand.

Figure 2. (a) Aerial photograph of the study area (SAF 97 1:70,000 , Ovalle L3, Nº 002945), showing the location
of analyzed profiles in relation to geomorphic features. The profile presented in (b) corresponds to a local road
section. (b) GPS profile modified after Saillard (2008). The individual profiles are shown in relation to their relative
position in the general cross-section and not to their distances from the sea. (c) Relative position of soil profiles
according to an ―idealized‖ beach ridge representing the average dimensions of beach ridges and swales measured.
(d) Sea level variation around and after the MIS 11 sea level highstand and the relative age of soil surface exposures
of studied sites according to their relative positions.

129
3. Materials and methods
We studied 3 soil profiles developed over TII, together with a published soil description by
Aburto et al. (2008). The profiles are located at 4 points on terrace T II, in a sequence that goes
from the interior to the coast, following the marine regression (Fig. 2a, b, c). This allows us to
evaluate the soils in the entire prograding sequence at sample points located at 1.8 km (Tortolas),
4.2 km (Alamito), 8.0 km (La Montosa) and 12.2 km (Maitencillo) from the coast, Tortolas
having the youngest surface exposure and Maitencillo the oldest (Fig. 2d). Observations were
made in existing road cuts and limestone quarries as well as shallow trenches made by excavator.
The macro-morphological soil characteristics were described according to the scheme proposed
by Schoenberger et al. (2002).
We assume the soil age to be the time of bedrock exposition to the atmosphere (Jenny 1941), in
this case that of the Coquimbo Formation following the marine regression after MIS 11.
From each soil horizon bulk samples were taken for chemical, physical and micro-morphological
analysis, while shells were collected for taxonomical identification. Undisturbed samples for thin
sections were also collected from soil horizons, which were impregnated with resin and studied
under a petrographic microscope. Descriptions follow the terminology proposed by Bullock et al.
(1985), Wright and Tucker (1991), and Stoops (2003). Bulk density, electrical conductivity (EC),
pH, organic matter (OM), extractable anions (HCO3-, Cl-, SO42-) and extractable cations (Na+,
K+, Ca2+, Mg2+) were analyzed according to the methodology of Sadzawka et al. (2004).
Three topsoil samples (Alamito, La Montosa and Maitencillo) were selected for quartz grain
surface analysis. About 100 g of each soil sample was treated as described by Krinsley and
Donahue (1968). Possible veneers on the grain surfaces were removed by boiling in 18%
hydrochloric acid. From the dried, sand-sized fraction, at least 50 grains were picked under a
stereomicroscope and mounted on aluminium stubs. As all samples contained two different kinds
of presumed quartz grains, each sample was divided into an (a)- and (b)-subsample, with (a)
representing generally rounded, semi-transparent to frosty grains, and (b) being crystal clear to
transparent, generally angular grains. The sample stubs were finally gold-palladium coated for
examination under a scanning electron microscope (SEM; ZEISS Ultra 55 Plus) equipped with
an energy-dispersive X-ray detector (EDS) using a silicon-drift detector and analytical software
NSS by Thermo Fisher Scientific. A brief checking procedure using the EDS helped to exclude
all non-quartz grains. A number assigned to each grain, indicated on an overlay on the SEM
screen, allowed the individual grains to be tracked. Examination under the SEM also included
documentation of the relative frequency (in percentage) of each grain micro-feature by visual
estimation. These and all other micro-features, including their sequence relationships, were
documented on working sheets and by micro-photographs.

4. Results
4.1. The prograding strandplain at Tongoy: main geomorphological features and processes
We assumed that the area covered by beach ridges on terrace T II at Tongoy (Paskoff, 1970; Ota
et al., 1995; Benado, 2000; Emparan and Pineda, 2006), was abraded during the last marine
transgression of MIS 11 (Saillard, 2008). We attribute these features to have originated as beach

130
berms following Otvos (2000). According to this model, a beach ridge sequence in a
progradational environment starts with a berm, a feature described by Hine (1979) as a shore-
parallel linear body of triangular cross-section with a horizontal to slightly landward-dipping a
surface (berm top) and a steeper seaward-dipping slope (beach face). When actively forming, a
berm is situated between the foreshore and the landward (or lagoonward) margin of the
backshore. The landward margin of such a ridge may be defined by the shoreline of an elongated
shore-parallel lagoon or beach pond, enclosed during the growth of a shore-parallel spit. As a
series of berm ridges prograde, shore-parallel swales bracket each ridge (Otvos, 2000).
At Tongoy, the beach ridges are mainly formed by marine shells that accumulated during marine
transgression, which reworked deposits of the underlying Coquimbo Formation. The shelly
deposits are capped by medium-grained sand (Paskoff, 1970). We identified a clear sequence of
11 beach ridges along the road that enters Tongoy Village from the Panamerican Highway on the
TII level (Fig. 2a). Although beach ridges normally have steep seaward slopes and more gentle
landward slopes, some ridges appear to be symmetrical. The ridges are between 180 m and 1300
m apart, with a relative height between crests and swales of 3 to 12 m. The thickness of
individual ridges (i.e. down to the bedrock) could not be observed clearly, however. Their
composition includes bivalve, gastropod and arthropod (Balanus sp.) fragments forming
cemented layers of calcarenite, calcirudite, coquina and pebbly coquina. Beach ridge crests crop
out as calcrete, whereas the swales are composed of sandy soil. On satellite images, these are
manifested as concentric lines parallel to the present shoreline, and in the field as alternating
zones of contrasting materials and colours (Fig. 3 a and b).

Fig. 3 (a) Satellite image ASTER (RGB: 321) showing concentric lines parallel to the shoreline and the location of
photograph shown in (b). (b) Photograph taken on Tongoy T II terrace showing the differences in soil surface color
due to outcrops of calcrete in ancient beach ridge deposits.

4.2. Macromorphology
At all sites examined on terrace T II a similar sequence of soil profiles exists (Fig. 4), consisting
of a sandy layer overlying calcrete. The latter forms a well-defined pedogenic horizon with an A-
Bw sequence in all profiles except at Maitencillo, which shows an A-Bw-Bt sequence (see
Appendix for technical terms). Colours are dark brown (7.5YR 3/2, moist) for A-horizons,

131
brown (7.5 YR 4/4, moist) for Bw-horizons and reddish brown (5YR 4/4, moist) for Bt-horizons.
A- and Bw-horizons have a subangular blocky structure, whereas Bt-horizons display a columnar
structure.
Machette (1985) recognized six stages of calcrete development, with specific diagnostic features
for each stage. The calcrete of Tongoy can be divided into 3 parts: brecciated, laminar and
massive calcrete, the upper part consisting of fragmented pieces of laminar calcrete mixed with
the soil, followed by an almost continuous laminar calcrete with some micro-laminations. This
layer corresponds to a petrocalcic horizon in soil taxonomy. Below this lies a sandy or sandy
coquina layer cemented by massive carbonates, with a thickness between 40 and 60 cm. Within
the massive calcrete, fossils are preserved that have a Pleistocene-Holocene distribution in the
stratigraphic record (Argopecten purpuratus, Concholepas concholepas, Crucibulum
quiriquinae, Crepipatella dilatata, Incatella cingulata), although some species also occur in
Pliocene deposits (Venus antiqua, Olivia peruviana, Balanus sp.), with one reported only from
the Pliocene, viz. Chorus blainvillei (DeVries, 1997; Guzmán et al., 2000). The existence of
Chorus blainvillei within the Pleistocene beach ridge deposits can be explained by reworking of
Pliocene deposits corresponding to the Coquimbo Formation.

Figure 4. Stratigraphic schemes of soil profiles with soil horizons and Munsell moist soil color. For horizon
terminology see Appendix.

132
Below this feature are a series of deposits ranging from loose sand to coarse shells and cemented
sand. Laminar calcrete is always found where the profile developed over shell or fragmented
shell deposits, which are an important calcium source. In localities where the substrate is richer
in siliciclastic deposits, secondary calcium carbonate has been deposited in macroscopic
rhizoliths or within soil cracks, the latter forming so-called honeycomb calcrete (Wrigth and
Tucker, 1991) or interlacing carbonate lamination (Alonso et al., 2004)
Fragmented calcrete is also known as brecciated calcrete, and the processes which cause it
include the displacive growth of carbonates, wetting and drying cycles, thermal expansion, and
rhizobrecciation caused by the penetrative growth of roots (Klappa, 1980; Wright, 1994). In
addition, antiformal structures resembling tepees are found, which may reflect the displacive
growth of carbonates in other substrates (Watts, 1977). In some places between the cracks are
layers with numerous pisoliths that contain quartz grains as nuclei, the matrix being similar to the
topsoil, and roots being present within the cracks. Laminar calcretes also extend into vertical
cracks, the laminae covering the crack walls like a continuous veneer, suggesting that carbonate
precipitation occurs from vertical groundwater movement.
Massive calcrete can extend over more than one genetic horizon, which are separated because of
variations in hardness, clast size, colour, and fossil composition.
Laminar and massive calcretes are locally cut by palaeochannels that contain well rounded clasts
suggesting a fluvial origin or marine reworking (Fig. 5). The palaeochannels also contain
calcrete fragments, indicating that they eroded the calcrete and therefore formed subsequent to
the latter.
4.3. Micro-morphology
The micromorphological features of the studied soil profiles can be classified in the same way as
the macromorphological features (a sandy topsoil, laminar calcrete and massive calcrete). Both
types of calcrete constitute a petrocalcic horizon, whose most important features are its hardness
and resistance to erosion and its impermeability that restricts water infiltration
4.3.1. Topsoil
The groundmass of the upper topsoil is dominated by quartz grains. Although these grains
mostly have smooth rims, some of the borders are irregular, which is interpreted as resulting
from weathering processes (Fig. 6a). Scarce shell fragments of sand size are also present. The
micro-fabrics vary from chitonic to closed porphyric. The pores are comprised of simple packing
voids, channels, chambers, compound parting voids and planes. Fine material is clayey,
pigmented with iron oxides; clay components have high interference colours and are oriented
along sand grain surfaces and plane walls (porostriated and granostriated orientation) indicative
of expansion and contraction processes (Fig. 6a). Some thin clay coatings covering pores and
grains can also be observed below 20 cm (Fig. 6a). Fine ferruginous clay may result from the
weathering of highly unstable grains such as biotite, volcanic fragments, and chert containing
chlorite – we observed signs of patchy alteration in many rock fragments. Channel pores are
associated with root growth. Excremental aggregates, which are signs of faunal activity, are also
present, mostly associated with the roots and biogenic channels. Orthic Fe nodules of typic and

133
alteromorphic types also occur, the latter referring to nodules whose internal fabrics are
pseudomorphs after some material such as mineral fragments (Stoops, 2003).
4.3.2 Brecciated calcrete
This type of calcrete generally constitutes a transitional horizon in which the fractures of laminar
calcretes are filled with the overlying soil. Thus, non-carbonate areas resemble the overlying
material, being somewhat enriched in clay (open porphyric) with coatings covering grains. The
contacts between both materials (carbonate and non-carbonate micro-areas) are sharp, but in
some areas tiny carbonate fragments are incorporated within the matrix fill.
4.3.3. Laminar calcrete
Laminar carbonates have a thickness of about 15 cm, with four to five micro-laminae showing
different micro-structrures. The crystal size is micritic to micro-sparitic, with mottling features
that reflect patches with different crystal sizes. The upper micro-laminae present an undulating
pattern (Fig. 6b) with horizontal fractures, due probably to the displacive growth of carbonates.
Siliciclastic grains are rare within the laminar calcrete, but vary from micro-laminae with less
than 1% siliciclasts to micro-laminae with about 20% siliciclastic grains. The contacts between
the micro-laminae are sharp, suggesting that each micro-lamina had formed during a different
period. In the lower parts of the laminar calcrete, peloids and pisoliths appear (Fig. 6c). Bioclasts
are present only in the lower parts of the laminar calcretes, most of them showing a micritic
coating. Skeletal pores are also present, indicating the preferential degradation of bioclasts
(Flessa and Brown, 1983). Within skeletal pores a drusy cement occurs that is associated with
meteoric groundwater (Figs. 6d and 6f). Because no features of biogenic origin where found in
the laminar calcrete, we classify them micro-morphologically as alpha calcretes (Wright, 1990).
There is a clear contact between the laminar calcrete and the underlying massive calcrete.
Numerous bioclasts occur along the contact between both layers, some having a micritic coating
(Fig. 6d). Dissolution of bioclasts are in some cases complete, forming a moldic porosity with
clay coatings along the walls, and re-precipitated sparite cement in the center. Skeletal porosity
with a drusy sparite cement dominates. Clay coatings covering vuggy pores and clastic grains are
also present just below the border between laminar and massive calcrete. These clay coatings are
oriented and show a high birefringence in the La Montosa and Alamito profiles (Fig. 6d) and are
of impure clay pedofeatures in the Maitencillo profile, where they also covered with a micritic
carbonate coating in vuggy voids (Fig. 6e). Cracks present along the contact between laminar
and massive calcretes also contain columnar and needle sparitic cement.

134
Figure 5. La Montosa soil profile showing the main strata that compose the Tongoy Terrace T II soil sequence;
letters show soil horizons; Note the palaeochannel that cuts the laminar and massive calcrete. Shaded area indicates
removed soil material.

4.3.4 Massive calcrete


Horizons forming part of the massive calcrete are classified at a microscopic level as
wackestone, packstone and mudstone following Dunham (1962); and as packed biomicrite,
sparce biomicrite, biopelmicrite, dismicrite and fossiliferous micrite after Folk (1962). The
change in classification reflects differences in the dominance of carbonate components, although
all horizons are predominantly calcareous.

135
Allochems are mainly bioclasts, with ooids, pisoliths, peloids and intraclasts also present.
Bioclasts correspond mainly to fragmented parts of gastropods, bivalves and the arthropod
Balanus. Foraminifera are also present in small quantities. The bioclasts show a selective
solution of the shell fragments, thus forming a moldic porosity, which is filled by grains and
sparitic cement in the form of drusy, needle and equant cement (Fig. 6h). The infilling of bioclast
pores with clastic grains indicates that dissolution occurred before reworking of the material. The
presence of drusy cement is associated with the meteoric vadose zone, columnar cement with
mixed marine/meteoric water, and needle cement is linked to fungi. Bioclasts also present a
micritic rim, sometimes with coatings that reflect a process similar to the formation of pisoliths.
Ooids are a common feature and show a variety of nuclei consisting of siliciclastic grains,
bioclasts or micritic intraclasts. The ooid coatings are very thin (50 µm), and the diameters of the
ooids rarely exceed 2 mm. However, having the same characteristics as large coated grains
(pisoliths), they can be considered as proto-pisoliths.
Micritic intraclasts with a grain size different from the micritic matrix are also present. This
suggests different processes of micritization after and before reworking of the sediments.
Peloids are common in some horizons and appear frequently in agglomerations. The shape of the
peloidal grains is well-rounded with both high and low sphericity. The peloid diameters range
from 20 to 400 µm. Their origin could be the reworking of micritic material, as well as faecal.

136
137
Figure 6. Micromorphology of soil profiles. (a) Oriented clay coatings (cc), quartz (Qtz) and feldspar (Fsp) grains
with ondulating and platy pores in Maitencillo Bt 2 horizon. (b) Upper micritic microlaminae in Maitencillo laminar
calcrete, 2Bkm horizon. (c) Contact between second and third microlaminae, dotted line demarcates a pisolithic
grain in the third lamina with a quartz nucleus, La Montosa 2Bkm horizon. (d) Dotted line shows contact between
laminar (2Bkm) and massive calcrete (2Ck2); the massive calcrete has thin clay cutans (cc) in pores and along clast
rims, La Montosa profile. (e) Dirty clay cutans filling vuggy pore (vp) in micritic matrix in 2Ck1 horizon,
Maitencillo. (f) Skeletal pores in Balanus sp. shell fragment due to selective solution of shells; drusy cement (dc)
and siliciclastic grains (sc) fill the pores; 4C1 horizon, La Montosa. (g) Rhizolith transverse cut showing root cell
petrification. (h) Equant circumgranular cement along bioclast borders and alveolar septal structure of needle
cement; 2Ck1 horizon, Alamito.

Microscale features attributable to the activity of organisms are also present. These are rhizoliths,
alveolar septal fabrics and needle calcite (attributed to fungal activity), blue green algae
filaments and faecal peloids. Rhizoliths are observed only in microscale in the sampled profiles,
whereas macroscopic rhizoliths where observed only in one outcrop in the Greditas area
(eastward limit of terrace TII), where the sediment is mainly siliciclastic in origin. The diameter
of rhizoliths present in the studied profiles does not exceed 1 mm (Fig. 6g). Circumgranular
equant cement, gypsum and halite are also present in the lower parts of the massive calcrete (Fig.
6h).
The main fabric elements of massive calcrete show a typical b-fabric, where the dominant
processes are attributable to the existence and activities of macro- and micro- organisms (Wright,
1990).
4.4 Quartz grain surface analysis
To obtain further micromorphological information, three topsoil profiles were selected: Alamito,
La Montosa, and Maitencillo. On average, the sampled material is of medium sand-size, which
should guarantee a broad spectrum of mechanical erosion marks (Margolis and Krinsley, 1974;
Krischev and Georgiev, 1981). Transport processes or other influences affecting the history of
the grains cannot be defined by only a single mark or feature, but require a group of
microfeatures, which should be typical for the same or a very similar type of motion in a certain
transport medium. These are the so-called microtexture groups (Krinsley and Donahue, 1968;
Higgs, 1979; Bull, 1981; Mahaney, 2002).

138
Figure 7. (a) b-group grain showing the blocky, subangular shape of the oldest process (I). The shape and surface
are dominated by V-shaped incisions, large fracture planes, edge grinding, step-like features, and crescent-shaped
gouges (arrows). (b) Close-up of a large fracture plane reveals numerous, very small V-pits resulting from limited
aeolian transport during the second process (II). (c) Rounded a-grain, completely encrusted by re-precipitated silica,
and with partly well rounded edges. (d) More detailed view of a wind-abraded edge (process II; see arrow) and the
smoothed, orange-peel texture that is densely pitted with V-marks. (e) Subangular to rounded b-grain, where large
grooves, craters, and incision marks as well as the edges of process I became widely smoothed by aeolian abrasion
(II), while finer details of the surface (f) became obscured by a rather thick silica veneer and some dissolution
features possibly related to youngest chemical processes (III). Dissolution preferentially affects microcracks or
dense sets of mechanical marks as seen in (f).

Under the SEM, the (a)- and (b)-parts of the divided samples show additional differences not
noted under the stereomicroscope. The (a)-subsample grains are slightly larger on average (≥ 500

139
µm), tend to be sub-rounded, and exhibit more intensive aeolian abrasion (Fig. 7c) compared to
the more angular and smaller (b)-subsample grains (< 500 µm; Fig. 7a and e). The majority of
(a)-grains, especially those that are semi-transparent to opaque, however, turned out to be
feldspar. Since the hardness, cleavage, and other mechanical properties of quartz and feldspar
differ from each other, feldspar grains were eliminated, which inevitably reduced the number of
analyzed grains. The resulting data, however, prove that both (a)- and (b)-quartz grains are
characterized by the same three micro-texture groups, thus allowing a combined analysis. The
remaining number of grains still comply with that required for statistical confidence (n ≥ 30;
Trewin, 1988). Plotted on micro-texture frequency diagrams (Fig. 8), the patterns of the studied
samples show a high resemblance to each other. Slight variations in the frequencies of single
features probably reflect a random spread of data.

Each of the three successive micro-texture groups is assumed to represent a single transport
process. Group I is represented by the oldest erosion marks, such as V-shaped marks and
incisions, as well as crescent-shaped marks of different sizes that are randomly distributed (Fig.
7a). Fracture features dominate, causing a rather blocky or shard-like surface (conchoidal and
step-like features) and relatively high relief. Edge abrasion rarely results in rounding. Together
with their transparency and often triangular to wedge shape, which are shown by roughly half of
the grains, a short-lived transport process in a high-energy environment can be concluded (Fig.
8). These features may be associated with transport by periodic swashing on a beach or terrestrial
run-off. Especially grains from Alamito show adherent fibrous plant relics that indicate the
illuviation of terrestrial material. The adherent particles, however, cannot be defined as a distinct
feature of process I; they could also be related to a later stage, when vegetation colonized the
sand layer as well as the underlying calcrete. Some grains also show evidence of longer transport
distances in water, where rounded edges are associated with some degree of surface abrasion,
and which are clearly not due to the subsequent aeolian abrasion.

140
Figure 8. Comparison of texture group patterns and visually estimated frequencies of single surface features. SA - surface abrasion; EA - edge abrasion; 1 - small
blocks; 2 - large blocks; 4 - large uplifted plates; 5 - small uplifted plates; 6 - cracks on edges; 7 - linear grooves; 8 - curved grooves; 9 - deep grooves; 10 -
craters; 11 - striation; 12 - V-shaped incisions; 13 - V-shaped pits of random and different sizes; 14 - V-shaped pits in series; 15 - crescent-shaped gouges; 16 -
small conchoidal fractures; 17 - large conchoidal fractures; 18 - radial fractures; 20 - parallel steps; 21 - curved steps; 22 - ridges; 23 - sawtooth structures; DE -
dissolution etching; SO - silica overgrowth; OP - orange peel texture; 24 - silica globules; 25 - crystal growth; 26 - solution pits; 27 - crystallographically
oriented, etched pits; 28 – irregular cracks; 29 - polygonal cracks; 30 - etched grooves.

141
Group II (Fig. 8) reflects the dominant process, showing well defined aeolian transport features
(Fig. 7d and f). Here, the rather incomplete abrasion of the grains (Fig. 8; Fig. 7b) before
incorporation into the sediments seems to be typical for marine beach dunes. As more than 90 to
100% of the wind-abraded grains bear the preceding micro-texture group, Group II only reflects
reworking of the formerly deposited sediment.

Group III represents a chemical surface process that may be due to soil formation. Silica
precipitation on top of the orange-peel texture that formed during aeolian reworking indicates
periods of quiescence. It mainly occurs as a veneer- or crust-like overgrowth (Fig. 7e and f).

5. Interpretation
We propose that the formation of calcrete at Tongoy resulted from a sequence of processes (Fig.
9), starting with the reworking of calcareous deposits belonging to the Coquimbo Formation
during Pleistocene marine transgressions. Terrace abrasion during the sea level highstand was
coupled with active biogenic shell production on the adjacent shelf. This process produced mixed
material of older reworked sediments and new biogenic clasts that were deposited in prominent
berms. Sea-level retreat after the MIS 11 highstand, possibly influenced by tectonic pulses,
produced a series of beach ridges representing these ancient shorelines. In the early stages of
development, preferential dissolution of aragonitic shell fragments would have released
significant amounts of Ca+2 into the environment. This would have reprecipitated in the vadose
zone as circumgranular equant calcite cement while this zone was dominated by mixed
marine/meteoric waters. Halite and gypsum are highly soluble salts and their presence in the
lower parts of the massive calcrete could be due to high evaporation rates in a shoreline
environment or to the translocation of these salts to their equilibrium depth. This process could
have been more intensive during certain periods or at specific localities on the progradation
surface, which would explain the higher amounts of Cl- and SO42- in the Maitencillo profiles
(Table 1). The presence of columnar cement is also associated with mixed marine-meteoric
environments (Adams et al., 1984). Needle cement, on the other hand, is attributed by some
authors to the supersaturation of calcium carbonate, although most authors associate it with fungi
hiphae (Wright, 1994).

142
Profile
Lab Code horizon depth BD EC pH OM HCO3 Cl SO4 CEC Na K Ca Mg ESP Ca/Na
-3 -1 (H2O) -------------------------------------- cmol+ kg-1 ----------------------------------------
(cm) (kg m ) dS m % %
(1:25) ---
08N02981 A 0-8 nd 0.95 8.2 1.03 4.40 3.40 0.60 4.80 0.10 0.60 20.20 1.10 0.45 202.00
08N02982 Bw1 8 - 28 1.67 1.10 8.0 0.57 2.30 9.30 0.50 5.30 0.40 0.30 7.80 1.00 4.21 19.50

Tortolas
08N02983 Bw2 28 - 39 nd 1.03 7.8 0.60 3.70 5.20 1.20 15.60 1.20 0.40 18.40 3.70 5.06 15.33
08N02984 Bw/Bkm 39 - 56 1.53 10.78 8.0 0.83 1.70 107.00 10.90 26.50 12.90 0.60 35.80 10.30 21.64 2.78
08N02985 2Bkm 56 - 85 nd 22.90 8.0 14.67 1.00 245.80 21.70 3.40 15.50 0.20 48.90 3.40 22.79 3.15
08N02986 2Ckm1 85 - 117 nd 65.00 8.4 11.84 1.00 874.00 63.60 4.00 39.30 0.10 45.90 3.10 44.46 1.17

9710 A 0-1 1.49 0.51 7.50 1.35 3.50 0.04 0.67 12.00 0.75 5.07 7.28 0.66 5.45 9.71
9711 Bw 1-5 1.61 0.63 8.00 1.14 3.30 0.15 0.38 12.00 0.87 2.70 2.47 0.58 13.14 2.84
Alamito

9712 Bw/Bkm 5-23 1.56 14.85 8.92 nd 2.20 0.85 2.55 15.80 2.09 0.59 13.95 1.17 11.74 6.67
9713 2Bkm 23-33 1.78 0.81 8.85 nd 1.50 0.38 0.38 10.20 0.77 0.16 15.33 1.09 4.44 19.91
9714 2Ckm1 33-58 1.62 0.32 9.05 nd 1.40 0.00 0.77 9.30 4.13 0.17 11.09 0.82 25.48 2.69
9715 2Ck 58-70 1.54 0.44 9.02 nd 2.20 0.08 0.31 8.10 4.55 0.15 10.49 0.83 28.40 2.31

9716 A 0-5 1.68 0.62 7.00 1.98 3.40 0.00 0.83 14.40 0.75 8.00 5.78 0.83 4.88 7.71
9717 Bw 5 - 23 1.71 0.61 7.00 0.90 1.50 0.00 0.61 14.70 0.87 6.24 5.53 0.92 6.42 6.36
9718 Bw/Bkm 23 - 36 1.58 17.2 8.00 1.10 2.50 0.12 0.22 16.90 2.09 5.71 3.60 1.00 16.85 1.72
9719 2Bkm 36 - 56 nd 7.96 8.95 nd 1.50 0.28 1.83 14.80 0.77 1.96 13.00 1.00 4.60 16.88
La Montosa

9720 2Ck1 56 - 77 1.98 5.20 8.40 nd 1.60 0.26 1.05 11.40 1.88 1.26 12.00 1.00 11.65 6.38
9721 2Ck2 77 - 101 2.15 11.7 8.95 nd 1.60 0.16 1.89 4.30 37.51 0.42 3.39 0.17 90.41 0.09
9722 2Ckm 101 - 103 1.90 83.7 8.85 nd 2.00 0.14 0.32 7.80 37.54 0.42 2.07 0.05 93.66 0.06
9723 2Ck3 103 - 136 1.71 29.8 9.00 nd 1.80 0.06 0.4 8.96 37.61 5.07 2.13 0.05 83.84 0.06
9724 3Bw 136 - 156 1.69 47.7 8.48 nd 2.00 0.28 6.91 11.28 38.88 2.70 2.48 0.10 88.04 0.06
9725 3C1 156 - 170 1.87 6.45 8.72 nd 3.80 0.06 0.28 8.83 37.18 2.70 11.05 0.73 71.97 0.30
9726 3C2 170 - 190 1.80 24.9 8.62 nd 1.50 0.10 0.97 5.14 37.53 0.16 1.01 0.07 96.80 0.03

9727 A 0-4 1.50 62.1 7.25 1.00 3.50 0.05 0.41 5.27 37.18 0.17 0.31 0.05 98.59 0.01
9728 Bw 4 - 12 1.61 12.8 7.00 0.90 3.30 0.00 0.54 8.32 37.63 0.15 0.43 0.08 98.28 0.01
9729 Bt1 12 - 26 1.78 20.6 6.40 0.59 1.50 4.22 4.24 7.66 70.40 6.24 0.55 0.34 90.80 0.01
9730 Bt2 26 - 47 1.82 61.0 7.00 0.68 1.40 4.99 8.38 10.52 70.76 5.71 3.62 0.53 87.77 0.05
Maitencillo

9731 Bt2/2Bkm 47 - 58 1.87 48.5 8.10 0.49 2.20 21.21 32.90 11.15 112.96 1.96 2.55 0.49 95.76 0.02

9732 2Bkm 58 - 67 nd 43.8 8.20 nd 1.38 13.09 39.90 7.64 81.85 1.96 2.64 0.19 94.47 0.03
9733 2Ck1 67 - 82 1.82 18.3 8.50 nd 1.00 9.43 54.20 4.30 77.36 1.96 2.37 0.17 94.50 0.03
9734 2Ck2 82 - 106 1.88 8.20 8.50 nd 2.20 10.10 57.00 3.93 75.18 1.96 5.56 0.30 90.58 0.07
9735 2Ck3 106 - 123 1.77 4.88 8.22 nd 1.00 28.46 41.15 5.98 86.20 2.0 2.88 0.31 94.36 0.03
9736 2Ck4 123 - 136 1.83 20.6 9.12 nd 2.20 5.76 43.24 6.02 65.47 1.26 1.85 0.13 95.28 0.03
Table 1. Chemical properties of studied profiles (data from Las Tortolas profile are taken from Aburto et al., 2008). Abbreviations:
BD,bulkdensity;EC,electrical conductivity; OM, organic matter; CEC, cation exchange capacity; ESP, sodium exchange percentage; nd, not determined.

143
During these initial stages of development the sediments could not resist the penetration of roots,
so that the latter played an important role in calcite precipitation during wetting-drying cycles.
The diameter of rhizoliths present in the studied profiles does not exceed 1 mm (Fig. 6g), which
suggests either a very short period of plant colonization, or a vegetation cover composed mainly
of herbaceous species. Rhizoliths form due to the accumulation of pedogenic carbonates in the
radical zone. If they develop while the plant is still alive, well-preserved root cells are left behind
as in the figure 6g (Wright and Tucker, 1991).
An important association with mycorhize can be interpreted from the alveolar septal structure and
the large amount of needle calcite. Alveolar septal structures are common in massive calcrete,
occupying mostly channels and vuggy pores, but may also be present in other types of pores (Fig.
6h). These structures are related to mycelia bundles, which occur in association with root tubules
due to microrhizal activity (Wright and Wilson, 1987). Needle-fibre calcite is the most common
cement in pores of massive calcrete and is closely related to alveolar septal structures, of which it
forms the main component. These are thought to originate from fungal biomineralization (Callot
et al., 1985; Verrecchia and Verrechia, 1994; Verrechia and Dumont, 1996; Bezce-Deak et al.,
1997; Loisy et al., 1999). Plant association with mycorrhizal fungi in this type of soil has an
important effect on improving plant growth under drought conditions (Navarro-Fernández et al.,
2011), which could explain the high density of alveolar septal structures.
The presence of peloids in the Tongoy calcrete may be interpreted as reworked fragments of a
micritic matrix (Freytet and Plaziat, 1982; Sarkar, 1988; Platt, 1989; Wright et al., 1990).
However, they may also reflect the presence of organisms that contributed to the formation of a
beta-fabric calcrete. The formation of beta calcrete is associated with a semi-arid to humid
environment with an extensive vegetation cover in parent materials rich in carbonates (Wrigth,
1990; Wright and Tucker, 1991).
Continued cementation of calcite in the pore spaces caused a hardening of the calcrete and a
gradual decrease in permeability. The presence of a groundwater table and associated vadose
zone during humid periods also contributed to the precipitation of sparite cement, forming a
drusy texture that is common in the skeletal pores of bioclasts. The calcrete is overlain by a
leached and weathered Bw horizon, suggesting that part of the carbonate cementation may have
been caused by illuviation of carbonates from overlying strata. This process that must have
occurred before the illuviation of clay. Coatings and hipocoatings of carbonates filling pores
reflect recristallization and illuviation due to pedogenic development subsequent to previous
processes such as the formation of channel pores resulting from root growth.
Pisoliths (or pisoids) in the Tongoy TII profiles occur in the upper parts of the massive calcrete
and many of them have asymmetrical coatings, suggesting that they formed in situ when the
lower substrate was indurated. They show preferential growth on the lower surface (pendant
coatings), which indicate that they remained immobile within the vadose zone (Hay and Reeder,
1978). The presence of pisoliths is associated with mature calcrete profiles following hardpan
formation (Wrigth and Tucker, 1991). The most abundant layers of pisoliths are just below the
laminar calcrete, reflecting a stage where the bottom layer had become less permeable.
Below the soil profile at La Montosa, is sand devoid of carbonates and showing grain micro-
structures without any sign of clay illuviation. This indicates that pedogenic processes occurred

144
up to a limited depth, and that calcrete formation at Tongoy was, if not entirely, mostly due to
pedogenic processes.
Clay films occurring in the upper part of massive calcrete along the contact with laminar calcrete
have several implications. In the first place, the sand layer must have been weathered enough to
provide silica for clay formation and translocation. Secondly, the rainfall increased sufficiently
for clay illuviation to occur. Thirdly, the fact that illuvial pedofeatures are separated from the
upper elluvial horizons implies that these would have formed at an earlier stage than the
formation of laminar calcrete, a process also described for Morroco calcretes by Bronger and
Sedov (1997) and for the Yucatan Peninsula calcretes by Cabadas et al. (2010). Maitencillo clay
coatings are impure, which is explained by Pal et al. (1994) as an impairment of the parallel
orientation of the clay platelets induced by the disruption of both clay and silt-size layer silicates
in a Na-rich environment. These authors propose that a high amount of sodium causes the
precipitation of soluble Ca2+ ions as calcium carbonate, preventing the flocculation of Ca2+. This
would coincide with the high amount of ESP of this profile. On the other hand, clay coatings of
the younger profiles are well-oriented with a high birefringence, whereas the ESP in the upper
horizons is considerably lower in comparison with that of the Maitencillo profile (Table 1). Clay
coatings in these profiles were emplaced before carbonate precipitation in the pore space between
the grains, interpreted by some authors to reflect a climate change from wet to dry conditions
(Allen and Goss, 1974; El-Tezhani et al., 1984; Reheis, 1987). According to Kuenen and Perdok
(1962), silica solubility is enhanced by the enrichment of alkaline fluids due to the cyclic
variation of evaporation and condensation under arid conditions. The underlying carbonaceous
bedrock may have provided the necessary alkalis. Subsequently, within this continuous cycle,
silica will be re-precipitated (Krinsley and Doornkamp, 1973).
SEM analysis on quartz grains shows peeling and cracks, some having a polygonal pattern that
indicates spells of aridity during the palaeosoil formation. It is also important to mention that the
presence of brecciated calcretes implies the previous formation of laminar calcrete so that the
time span between the formation of massive calcrete and clay illuviation could be significant.
The presence of topsoil of aeolian origin that was more porous than the underlying massive
calcrete, may have allowed the formation of a ponded water table. This is supported by Fe
nodules in the Bw horizon, which are related to redoximorphic processes. The existence of a
ponded water table during humid periods favoured the formation of laminar calcrete along the
contact between the layers because of the differences in CO2 partial pressure (pCO2) between
both layers. The relatively higher moisture content in the ponded water limited gas diffusion, so
that the pCO2 increased, but decreased near the contact with the massive calcrete. This would
have allowed the precipitation of laminar calcrete along the contact between both strata.
The formation of laminar calcrete represents an advanced stage in Machete’s (1985) stages of
calcrete development. This agrees with our observations of calcrete development, which included
the development of a dense micro-fabric with displacive precipitation of carbonates and the
formation of complex cracks.
The last stage in the development of calcrete included fracturation of the laminar calcrete to
produce brecciated calcrete. This took place by displacive growth, as indicated by the formation
of tepee structures, and root growth that facilitated its infilling with topsoil material.
Subsequently pisolithic layers developed and meteoric water moved into the cracks, allowing the
formation of a new laminar calcrete below the brecciated calcrete.

145
Figure 9. Diagrams showing the Tongoy calcrete and landscape evolution. (a) Three main steps of calcrete
evolution: i) Development of massive calcrete due mainly to biological processes of carbonate precipitation, ii)
Development of laminar calcrete along the upper contact of the massive calcrete, iii) Development of brecciated
calcrete due to fracturation and displacive growth of the laminar calcrete. (b) Geomorphological processes related to
the Tongoy calcrete development: i) Beach ridge progradation left sandy shell fragments and a microtopography
covered by aeolian deposits. ii) Water run-off produces erosion in depressions and the formation of a laminar
calcrete because of ponded water. iii) Formation of brecciated calcrete and redistribution of deposits. iv) Beach
ridges crests are preserved by laminar and brecciated calcrete, whereas swales contain topsoil as shown in Figure
3b.

Subsequent to the formation of this petrocalcic horizon, erosion took place as indicated by
numerous palaeochannels cutting into it (Fig. 5). Nevertheless, the existence of a petrocalcic
horizon with a great resistance to mechanical and chemical weathering below the topsoil
146
accentuated the ridge-swale landscape by forming a physical barrier to water infiltration. On the
beach ridges themselves, little erosion took place as the surface water flowed laterally from here
towards the swales. However, the accumulation of rainwater within the swales caused an increase
in the water volume and consequently the flow velocity, so that the erosion rate would have been
higher here than on the neighbouring ridges. This is demonstrated by the drainage pattern of the
tributaries on the TII-terrace, which are parallel to the beach ridges as well as the shoreline (Fig. 2
a). The presence of vertical fractures within the calcrete could have favoured the vertical incision
and formation of gullies within the swales.
Precipitation is an important cause of erosion in the area (Owen et al., 2011), depending as in
many arid climates on rare, extreme events (Coppus and Imeson, 2002). Such events in the study
area are associated with the El Niño-Southern Oscillation cycle (Vargas et al., 2006), that
commenced along the Southeastern Pacific coastline at least 5,500 years ago (Rodbell et al.,
1999; Jenny et al., 2002; Vargas et al., 2006). However, it may have started even before the end
of the Pliocene according to Ravelo et al. (2004). Erosion rates in the area are about 40 m Ma-1
(Owen et al., 2011) and may have been higher during the wetter periods of the late Pleistocene
and Holocene (Veit, 1993, 1996; Grosjean et al., 1997; Lamy et al., 1998; Maldonado and
Villagrán, 2002, 2006).

6. Conclusions
In the Tongoy palaeobay, a beach-ridge topography was left on the marine TII-terrace during
marine regression and seaward progradation after the MIS 11 highstand (Fig. 9). These beach
ridges are composed mainly of marine shell deposits that formed an important source of calcium
carbonate, which allowed the formation of an indurated, erosion-resistant pedogenic calcrete that
reached the VI stage of development according to Machete (1985). Calcrete development was
driven first by biogenic agents and then by anorganic processes, forming massive and laminar
calcretes, respectively. The latter suffered brecciation processes due to displacive growth and root
action. Over the calcrete an aeolian sand cover was deposited that also underwent pedogenic
processes. The calcretes preserved the micro-relief left by the post-MIS 11 seaward progradation
due to their resistance to mechanical and chemical erosion. Drainage in the area is therefore
characterized by gullies within the shore-parallel swales, forming a subparallel, trellis drainage
pattern.

Acknowledgements
The first autor is grateful to CONICYT and the Departamento de Postgrado y Postítulo,
Universidad de Chile, for a fellowship that supported this study. We appreciate the help of Jaime
Diaz and Eligio Jimenez for thin section preparation, Sven Nielsen for identifying the
macrofossils within the calcrete and underlying soil and Marysol Aravena for soil chemical
analysis. Our special thanks go to Jose Padarian who actively participated in two field
expeditions. The original manuscript benefited greatly from the suggestions of two anonymous
reviewers.

147
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153
5.3 Evolución pedogénica y sucesión vegetacional en la paleobahía de
Tongoy

Los suelos experimentan cambios químicos y físicos en el tiempo, produciéndose una


diferenciación vertical de estas propiedades a medida que el suelo evoluciona (Chadwick y
Graham, 2002). Los cambios que experimenta un suelo en función del tiempo generan a su vez
cambios en la capacidad de este suelo para sustentar vegetación, debido principalmente a la
pérdida de nutrientes del sistema y a los cambios en las propiedades físicas relacionados con el
almacenamiento y la distribución del agua (Hotchkiss et al., 2000; Chadwick y Graham, 2002).
Estos cambios en las propiedades de los suelos generan cambios en la composición y densidad
de la vegetación que sustenta un suelo, en un proceso que se conoce como sucesión vegetal
(Vitousek, 2004).
En la paleobahía de Tongoy existe una clara secuencia de evolución pedogénica y
geomorfológica que comienza con la regresión marina y tiene como exponentes más
evolucionados a aquellos perfiles desarrollados sobre la terraza TII, con una calcreta que ha
alcanzado el máximo estado de desarrollo según la secuencia de Machete (1985). Es de esperar
que los cambios experimentados por el suelo se vean reflejados en la vegetación sustentada por
estos. Si bien no es parte central de este estudio realizar una secuencia de suceción vegetacional,
la composición vegetacional de los perfiles sugiere una tendencia a tomar en consideración en
estudios de sucesión ecológica en la región.

40

35

30

25

20 Cactáceas
Leñosas
15
Herbáceas

10

0
Playa Las Lomas El Rincón Almendros Alamito La Montosa Maitencillo
(0.9 ka) (123 ka) (123 ka) (225 ka) (350 ka) (370 ka) (390 ka)

Figura 70. Número de especies descritas en el entorno de los perfiles estudiados, separados según hábito de crecimiento en
cactáceas, leñosas y herbáceas.

154
La figura 70 muestra el número de especies vegetales encontradas en torno a los perfiles
estudiados. El perfil más joven ubicado en el nivel holocénico, muestra una composición vegetal
compuesta exclusivamente por especies herbáceas (ver detalle de especies en Apéndice II), que
corresponderían a las primeras colonizadoras vegetales. Los perfiles de la terraza TIV (Las Lomas
y El Rincón) muestran un leve aumento en el número de especies, destacándose la aparición de
especies leñosas y cactáceas. El perfil del nivel TIII (Almendros) presenta un número de especies
similar a los perfiles más jóvenes. En la terraza más antigua (TII) se observan las mayores
diferencias, siendo el perfil Alamito el que presenta un mayor número de especies, y la mayor
proporción de especies leñosas (14 de un total de 36), para finalmente estabilizarse el número de
especies en los perfiles más antiguos de La Montosa y Maitencillo.
Los cambios en la composición y el número de especies de estos suelos, estarían relacionados
con la cantidad de biomasa que estos suelos son capaces de sustentar; lo que estaría dado por el
equilibrio entre la liberación de componentes nutritivos para las plantas desde las rocas y las
pérdidas por lixiviación, así como también por los cambios en las propiedades físicas que afectan
la capacidad de retención de agua y el drenaje entre otros. Estudios realizados en Hawái, han
demostrado que los suelos llegan a un clímax en su capacidad de sustentar biomasa, después del
cual esta disminuiría (Vitousek, 2004). Los datos preliminares sobre la distribución y
abundancia de especies en Tongoy, permiten sugerir que el suelo Alamito (Terraza TII, 350 ka)
correspondería al nivel de la sucesión vegetacional donde el suelo es capaz de sustentar a una
mayor cantidad de especies.

155
6. Conclusiones
En la paleobahía de Tongoy se han desarrollado cuatro terrazas de abrasión marinas asociadas a
las transgresiones ocurridas durante los estadíos isotópicos marinos (MIS, por sus siglas en
inglés) MIS 1, MIS 5e, MIS 7e y MIS 11. Estas terrazas de abrasión se generaron sobre depósitos
de la Formación Coquimbo de edad miocena-pleistocena, los cuales quedaron expuestos al
ambiente, o bien quedaron cubiertos por sedimentos más jóvenes luego de la regresión marina.
Después de esto una fina capa de arena de origen eólico cubrió las terrazas.
Los suelos de la paleobahía de Tongoy se desarrollaron por la exposición de estos sedimentos a la
intemperie, iniciándose una serie de procesos pedogénicos que dieron lugar a la formación de
calcretas en aquellos sectores donde el material expuesto es principalmente de origen calcáreo.
Existieron dos etapas principales en el desarrollo de las calcretas pedogénicas: en una primera
instancia se desarrolló una calcreta masiva, con una microestructura de tipo beta, donde los
organismos jugaron un rol principal en la precipitación de la calcita; posteriormente se desarrollo
una calcreta laminar, con una microestructura de tipo beta, donde la precipitación de la calcita se
debió principalmente a cambios estacionales en los equilibrios físico-químicos que permitieron la
precipitación de la calcita.
Las calcretas desarrolladas sobre las terrazas presentan diferentes estados de desarrollo,
alcanzando los perfiles de la terraza TII el estado VI según Machete (1985), que corresponde al
más avanzado para una calcreta. Los perfiles de los niveles T IV y TIII alcanzaron el estado V de
Machete (1985), diferenciándose de aquellos del nivel más antiguo en que no presentan
desarrollo de calcreta brechosa.
La secuencia de eventos de los perfiles de las diferentes terrazas, muestran que las calcretas
desarrolladas en estos se generaron en diferentes períodos. Además, los rasgos morfológicos y
micromorfológicos dan cuenta que los procesos de formación que guiaron este desarrollo fueron
similares para todos los perfiles. Esto permite establecer que existieron condiciones ambientales
que favorecieran el desarrollo de las calcretas al menos entre el MIS 11 y después del MIS 5e.
Estas condiciones tuvieron fluctuaciones entre climas áridos y subhúmedos, las cuales dejaron
rasgos específicos en los perfiles de suelos, que permiten inferir fluctuaciones climáticas
similares a las registradas para el Holoceno en la región. La utilización de métodos de datación
absoluta en la zona, permitiría establecer con precisión estas fluctuaciones y correlacionarlas con
otros estudios paleoclimáticos.
En el nivel TII el desarrollo de un horizonte cementado permitió que se conservaran los cordones
litorales de la regresión marina perteneciente al MIS 11, debido a la resistencia de un horizonte
cementado a los procesos de erosión.
Este trabajo constituye una base para el estudio de los procesos geomorfológicos, pedológicos y
ecológicos en una región de gran interés por su ubicación límite entre el desierto de Atacama y el
clima mediterráneo de Chile central, y ofrece la posibilidad de realizar trabajos futuros que
permitirán contrastar procesos pedogénicos con el paleoclima en un rango de tiempo que no
presenta datos disponibles del área a la fecha.

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167
APÉNDICE I.
Estratigrafía de los fósiles marinos encontrados en los perfiles estudiados

Especie Hol Ple Pli Mio Referencias


MOLLUSCA /Bivalvia
Mesodesma donacium Guzman et al. (2000)
Mulinia edulis Guzman et al. (2000)
Ensis macha Guzman et al. (2000)
Venus antiqua Guzman et al. (2000)
Argopecten pupruratus Guzman et al. (2000)
Choromytilus chorus Guzman et al. (2000)
MOLLUSCA/Gastropoda Guzman et al. (2000)
Crucibulum quiriquinae Guzman et al. (2000)
Crepipatella dilatata Ortlieb y Candia (1994)
Olivia peruviana Guzman et al. (2000)
Crassilabrum crassilabrum Guzman et al. (2000)
Xanthochorus cassidiformis Guzman et al. (2000)
Chorus blainvillei Guzman et al. (2000)
Priene scabrum Guzman et al. (2000)
Nassarius gayi Guzman et al. (2000)
Incatella cingulata Guzman et al. (2000)
ARTHROPODA/
maxillopoda
Balanus sp.

168
7
6
5
4
3
2
1
Especie

1
1
1
Adesmia tenella

1
Alstroemeria diluta

1
Astragalus edmonstonei

1
1
1
1
1
Bromus berteroanus

1
1
1
Calandrinia capitata

1
Calandrinia grandiflora

1
1
1
1
1
1
Camissonia dentata

1
Cristaria glaucophylla

1
1
APÉNDICE II

Cryptanta sp.

1
Descuraina sp.

1
Encelia canescens

1
1
Erodium cicutarium

1
1
1
1
Erodium moschatum

1
Fuertesimalva sp.

1
Hirschfeldia incana

1
Hordeum murinum

1
1 Lastarriaea chilensis

1
Lasthenia sp.

1
1
1
Leucocoryne appendiculata

1
1
1

Leucocoryne coquimbensis

1
1

Leucocoryne purpurea
1

169
Medicago polymorpha
1

Menonvillea linearis
1

1 Menonvillea orbiculata
1
1

Moscharia pinnatifida
1
1
1

Nolana coelestis
1
1

Nolana paradoxa
1

Nolana sedifolia
1

Nothoscordum serenense
Perfiles: 1, Playa; 2, Las Lomas; 3, El Rincón; 4, Almendros; 5, Alamito; 6, La Montosa; 7, Maitencillo
1

Oxalis micrantha
Distribución de especies vegetales herbáceas en los perfiles estudiados

1
1
1
1
1

Ozyroe biflora
1
1
1

Pasithea coerulea
1
1
1
1
1
1

Pectocarya linearis
1
1
1
1

Phycella bicolor
1
1

Plagiobothrys sp.
1

Plantago hispidula
1
1

Poa annua
1

Senecio bahioides
1
1
1
1

Sicyios baderoa
1

Stachys grandidentata
1
1
1

Stachys macraei
1
1
1

Stachys truncata
1

Tecophilaea violiflora
1
1

Trichopetalum plumosum
Especies leñosas

7
6
5
4
3
2
1
Acacia caven

1
1
Atriplex nummularia

1
Baccharis paniculata

1
Bahia ambrosioides

Chorizante sp.

Ephedra chilensis

1 1 1 1 1
1
Flourensia thurifera

1 1
1 1
1 1
Gutierrezia resinosa

Heliotropium stenophylum

1
1
1
Lithraea caustica

1 1
1 1 1
Nolana coelestis

Porlieria chilensis

1 1 1 1
1
Proustia cuneifolia

1 Satureja gilliesi

1 1 1 1 Senna coquimbensis

170
Senna stipulacea
1

Solanum pinnatum

Tweedia confertifolia
1 1

Especies cactáceas

Eulychnia breviflora
1
1
1
1

Perfiles: 1, Playa; 2, Las Lomas; 3, El Rincón; 4, Almendros; 5, Alamito; 6, La Montosa; 7, Maitencillo

Cumulopuntia sphaerica
1
1

Eryosyce ihotzkyana
1
1
1

Echinopsis chiloensis spp. skottsbergii


1
1
Distribución de especies vegetales leñosas y cactáceas en los perfiles estudiados
APÉNDICE III
Nomenclatura de suelos utilizada en este trabajo

Nomenclatura de horizontes genéticos de suelo (según Schoenberger et al., 2002)


Horizonte Criterio
A Suelo mineral, formado en la superficie, en el que queda muy poco o nada de la estructura de la roca o material parental que le dio
origen.

B Suelo mineral, formado bajo el horizonte A, con poco o nada de la estructura de la roca que le dio origen; y que presenta una o más
de las siguientes características:
1) acumulación iluvial de arcilla silicatada, Fe, Al, humus, carbonatos, yeso, sílice o sales mas solubles que el yeso;
2) remoción de carbonatos, yeso o sales más solubles;
3)Ac umulación residual de sesquióxidos;
4) cutanes de sesquióxidos;
5) alteraciones que forman arcillas silicatadas o liberan oxidos formando una estructura pedogénica.

C Suelo mineral, o roca meteorizada; es una capa que está débilmente afectada por la pedogénesis y carece de propiedades
pertenecientes a los horizontes, O, A, B, o E. Puede o no corresponder al material parental.

B/C Mezcla discreta de dos horizontes; el horizonte que se indica primero (B) es el material predominante.

Sufijos Criterio
k Acumulación pedogénica de carbonatos.

m Endurecimiento o cementación avanzada (>90% cementado, incluyendo al material fracturado); es restrictivo para el desarrollo de
raíces; el tipo de cemento puede ser indicado utilizando un sufijo en combinación con la letra m; e.g., km - cementación por
carbonatos.

t Acumulación iluvial de arcillas silicatadas (cutanes, lamellae, o puentes de arcilla en partes del horizonte).

171
w Desarrollo de color o estructura incipiente; mínima acumulación de arcilla iluvial (se excluyen los horizontes de transición).

Prefijos
Los prefijos numéricos de los horizontes indican una discontinuidad litológica; a modo de ejemplo, un horizonte 2B luego de un B
indica una proveniencia distinta del material que les dio origen, o bien corresponder a diferentes eventos de depositación.

GLOSARIO

Calcreta Capa cementada por carbonatos de calcio; constituida por una o mas estratas y/o uno o más horizontes de suelo. Puede ser de
origen diagenético o pedogenético.

Iluviación Proceso de acumulación de elementos en un horizonte de suelo, que provienen de otro horizonte de suelo.

Pedogénesis Proceso o serie de procesos que dan lugar a la formación del suelo.

172

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