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Las causas más frecuentes de fallos en las cimentaciones son muchas y muy variadas,
pero pueden concretarse en las cuatro siguientes:
El desconocimiento de las características intrínsecas del terreno.
De entre las diversas características del terreno cuyo desconocimiento suele ser causa
de fallos en las cimentaciones, destacan las siguientes:
Composición estratigráfica heterogénea.
Presencia de terrenos muy flojos o muy blandos.
Presencia de laderas inestables.
Presencia de terrenos especialmente problemáticos.
El hecho de que estas características hayan sido o todavía sean desconocidas no debe
parecer extraño, al menos en nuestro país. Téngase en cuenta que, en España, la
obligatoriedad de encargar un Informe Geotécnico con carácter previo a la redacción
del correspondiente proyecto de ejecución es muy reciente. De hecho, hasta la entrada
en vigor de la nueva Ley de Ordenación de la Edificación, el Informe Geotécnico sólo
era obligatorio para la redacción de los proyectos de viviendas de protección oficial y
de edificios de uso público. Y, hasta la entrada en vigor del nuevo Código Técnico de
la Edificación, no ha existido en España ningún tipo de reglamentación ni acerca de
la planificación de un Informe Geotécnico ni acerca de su contenido. Por ello, aunque
se dispusiera de un Informe Geotécnico, no existía seguridad alguna de que en él
estuviera reflejada toda la información mínimamente imprescindible.
Como es natural, los fallos en las cimentaciones suelen coincidir con situaciones
adversas. Veamos algunos ejemplos:
Una composición estratigráfica heterogénea es aquella en la que el terreno presenta
una gran variedad de capas o estratos, cuyo desarrollo en planta y cuyo espesor
también son muy variables. Y los fallos suelen ocurrir en aquellos edificios cuyos
cimientos apoyan sobre un mismo y único plano horizontal.
El origen de esos daños está en el apoyo de cada uno de los distintos elementos de
cimentación sobre un conjunto de capas de terreno que presentan una compresibilidad
y una capacidad portante diferentes. Por ello y aunque tales elementos de cimentación
estuvieran cargados con cargas (P) iguales, los asientos de cada uno de ellos serían
diferentes y la distorsión angular (b) entre cada dos de dichos elementos de
cimentación no cumpliría la mínima admisible para asegurar la ausencia de daños.
Los terrenos muy flojos o muy blandos suelen causar daños en aquellos edificios de
cierta entidad que transmiten cargas considerables al terreno. El origen de esos daños
está en el apoyo de la cimentación sobre un terreno cuya capacidad portante es muy
limitada y no puede contrarrestar las cargas transmitidas por dicha cimentación.
Las laderas inestables causan daños en los edificios que están construidos sobre ellas.
El origen de esos daños es el movimiento generalizado de la ladera, a su vez producido
por alguna alteración, natural o artificial, o bien de sus materiales constituyentes o
bien de sus pendientes naturales.
Las alteraciones naturales suelen producirse por la presencia de agua, estática o en
circulación. Téngase en cuenta que la estabilidad de una ladera depende de la
resistencia a cortante del terreno y que dicha resistencia disminuye en presencia de
agua. Además, hay terrenos que contienen en el seno de su masa sales solubles o
huecos, cuya densidad y cuyo tamaño se incrementan con la presencia del agua y,
cuando hay presencia de estos terrenos en una ladera, ese incremento de la densidad
y tamaño de los huecos causa la inestabilidad de dicha ladera.
Las alteraciones artificiales suelen producirse o bien por la ejecución de excavaciones
(al pie o a media ladera) o bien por la modificación de las pendientes naturales para
la construcción de un edificio o de una infraestructura. Téngase en cuenta que, en
general, los terrenos tienen una resistencia a cortante muy baja, incluso a veces nula,
en ausencia de tensión normal. Por ello, tanto la reducción de peso causada por una
excavación como el aumento del ángulo de inclinación de la ladera pueden provocar
su inestabilidad.
Cuando una ladera pierde estabilidad, se produce un movimiento de miles de metros
cúbicos de tierras, por lo que las soluciones para frenar la progresión de dicho
movimiento son muy complejas y de gran repercusión económica
En otro orden de cosas, hay terrenos que, debido a sus propias características
intrínsecas, resultan especialmente problemáticos y constituyen un origen frecuente
de los daños que padecen las cimentaciones de los edificios. De entre estos terrenos
especialmente problemáticos, cabe destacar los siguientes:
-Los rellenos artificiales.
-Las arcillas expansivas.
-Los terrenos karstificados o con erosión interna.
-Los terrenos colapsables.