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(editor)
Fin de Siglo, México, Ed. Mc Graw Hill, 1996
Después de la utopía:
La sociedad primitiva del futuro
Jean Baudrillard
El francés Jean Baudrillard, crítico social y sociólogo en decadencia, es autor de las
aclamadas obras América y Cool Memories. Los discernimientos de Baudrillard, uno de los
más agudos observadores de Estados Unidos desde que su compatriota Alexis de Tocqueville
merodeara por este territorio, a la manera del universalismo parroquial de los intelectuales
parisinos posmarxistas, oscilan entre lo brillante y lo impenetrable. Nathan Gardels, editor de
NPQ, habló con el profesor Baudrillard en un hotel entre altivo y cursi de Los Ángeles,
llamado Royal Palace, en 1990.
Baudrillard considera a Los Ángeles como su ciudad favorita. Para él, L.A. es lo que más se
acerca a un centro en este mundo heterogéneo y excéntrico.
DESPUÉS DE LA UTOPÍA
NPQ – Usted ha llamado a los Estados Unidos la “sociedad primitiva del futuro” ¿Qué quiere
decir con ello?
Baudrillard – Estados Unidos, como las sociedades primitivas del pasado, no tiene un pasado.
No tiene “territorio ancestral”, y no hablo de tierra sino de terreno simbólico, en el que se hayan
cumulado siglos de significado y principios de verdad cultivados. En resumen, Estados Unidos
no tiene raíces, excepto en el futuro, y por lo tanto, no es más que lo que imagina. Es una
simulación perpetua. Estados Unidos no tiene otro contexto que no sea lo que, desde un punto
de vista concreto, es. Desde una perspectiva histórica, Estados Unidos carece de peso...
Baudrillard – Exactamente, estados Unidos, al igual que las sociedades primitivas, vive
primordialmente en la naturaleza y el reino inconsciente de mitos y símbolos. Estados Unidos
no es más que naturaleza y artificialidad, espacio más que un espíritu de ficción. No existe un
nivel de autorreflexión y auto representación, el nivel cultivador de infeliz inconsciencia, que se
da con la historia y que marca la diferencia entre lo simbólico y lo real. Es esta ausencia de
distancia e incapacidad para la reflexión irónica lo que explica las cualidades ingenuas y
primitivas de Estados Unidos. Sin el conocimiento de la ironía, lo imaginario y lo real se
funden y se vuelven indistinguibles. ¡Disneylandia es auténtica! ¡La televisión y el cine son
reales! Estados Unidos ha creado un mundo ideal de la nada y lo ha consagrado en el cine.
NPQ - ¿No cree usted que esta ausencia de distancia crítica también se refleja en la náusea
estética del medio ambiente edificado en Estados Unidos, es decir, las vías rápidas, las calles
comerciales con sus repugnantes letreros que compiten por la atención de los consumidores que
se desplazan por ellas, y en las que ningún edificio guarda relación con los demás desde el
punto de vista arquitectónico?
Baudrillard – Estados Unidos está más allá de la estética. Es trans-estético, como un desierto.
La cultura existe en un estado salvaje en el que la estética se sacrifica en el proceso de
trascripción literal de los sueños en realidad. Por ejemplo, en los anuncios de automóviles no
existe diferencia alguna entre el automóvil y la felicidad. En la mente del consumidor, la
realidad material del automóvil y el concepto metafísico de felicidad son idénticos. El automóvil
es felicidad. ¿Quién puede pedir más que un nuevo Toyota? La estética requiere contexto, y en
Estados Unidos, el único contexto es su propia banalidad mítica.
NPQ – El medio es el mito, por así decirlo. ¿Cómo es que Estados Unidos es la “utopía
lograda”, como usted lo expresa?
Baudrillard – Bueno, ¿Qué aspecto esperaban los filósofos europeos que tuviera la utopía?
Estados Unidos, en forma concreta, es la consecuencia traumática de los sueños europeos.
Estados unidos es la versión original de la modernidad, el paraíso ingrávido de la liberación del
pasado. Europa es la versión doblada o subtitulada. Lo que en Europa nada más se piensa, en
Estados Unidos se vuelve realidad. Somos nosotros quienes imaginamos que todo culmina en
la trascendencia, y que no existe nada que no haya sido conceptualizado. Los norteamericanos
no están interesados en conceptuar la realidad sino en materializar las ideas.
NPQ – “No nos dejen llegar demasiado profundo”, canta Edie Brickel.
Baudrillard – Estos inmigrantes que van del espacio real a la hiperrealidad refuerzan el modelo
norteamericano. Constituyen complejos híbridos de origen y artificialidad. En este poderoso
simulacro que es California, le están dando a su ficción la forma de realidad.
Baudrillard – La cultura masiva norteamericana nos atrae a la vez que nos causa repugnancia.
Seguimos guardando la distancia suficiente para sentirnos fascinados por ella, sin habitar en su
artificialidad.
Pero la resistencia es frágil. No contamos con nada para oponernos a esta contaminación
cultural. Agotados cultural y filosóficamente, seguimos siendo incapaces de transformar
nuestro pasado en valores vivientes para el presente. Nuestros anticuerpos culturales han
adquirido una deficiencia inmune, y son incapaces de resistirse al virus.
NPQ - ¿El nombre de ese síndrome de deficiencia inmune no será “indiferencia”? Marcel
Duchamp señaló hace mucho tiempo que el rostro final de la modernidad era esta “libertad para
ser indiferentes”.
Baudrillard – Estoy de acuerdo con Rushdie en cuanto a que el mundo entero está implicado en
esta fragmentación y desarraigo, incluyendo a China y Rusia. Existe una excepción: el Islam.
Se erige como un desafío ante la indiferencia radical que está arrasando al mundo.
NPQ – Tal parece que todos estos fragmentos ingrávidos están yuxtapuestos, viviendo codo
con codo en una incertidumbre ontológica, sin mezclarse...
Baudrillard - ...Y todo ello resulta inestable. Quizá sea por eso sea que el Occidente es tan débil
y vulnerable ante las certidumbres del Islam radical.
La interrogante de Khomeni respecto del Occidente quizá sea también la nuestra. ¿Qué pasa
después de la gran orgía de libertad que nos dejó a todos indiferentes?
Para Europa, quizá no haya un camino del purgatorio al paraíso. Y eso podría constituir nuestra
salvación.