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DAVID DUQUE MONTOYA

“No es contrario a la razón preferir la destrucción del mundo entero a tener un rasguño
en mi dedo”.

Para dar cuenta de las relaciones que constituyen el significado del pasaje, es necesario
aclarar primero algunos puntos cruciales. En la filosofía de Hume “las pasiones son un
elemento positivo dentro de las acciones y ellas son las que pueden dominar la razón”
(Ayala, Granoble, & Zuluaga, 2009). Esto va en contra de las concepciones racionalistas de
la época, que consideraba a la razón como la reina absoluta en todas las esferas del ser
humano. Hume parte del hecho contrario, de que todo el conocimiento del ser humano se
origina en la experiencia. “Nada hay nunca presente a la mente que no sean sus
percepciones” (Hume, 1739). Todas las facultades mentales, se pueden categorizar
entonces como percepciones. “Las percepciones se dividen en dos clases: impresiones e
ideas” (Hume, 1739). En primer lugar, las impresiones, son percepciones originales, vívidas
e intensas. En segundo lugar, las ideas, son copias de las impresiones originales, parecidas a
un recuerdo.

Aunque las reflexiones de Hume no se limitan a un tema en particular, muestra un profundo


interés en la vida práctica de las personas, considera que “la moral es un asunto que nos
interesa por encima de todos los demás” (Hume, 1739). Generalmente la filosofía se
considera desde dos enfoques, ​especulativa y ​práctica​. “la moralidad se incluye siempre en
el segundo apartado” (Hume, 1739). En la práctica es que pertenece la vida moral del
hombre. La teoría moral de Hume “gira en torno a la cuestión del papel de las pasiones y de
la razón en el ámbito de la conducta humana” (Ayala, Granoble, & Zuluaga, 2009). La
pasión y la razón están íntimamente relacionadas con las categorías mencionadas
anteriormente. Por un lado, la pasión es una impresión, “una existencia original” (Hume,
1739), es algo innato al ser humano, “su forma de aparecer en el alma es natural y simple”
(Ayala, Granoble, & Zuluaga, 2009). Por eso es una impresión originaria. No es una copia
de algo más, como lo son las ideas.

Por otro lado, la razón se desenvuelve principalmente en el mundo de las ideas,


relacionando unas con otras, haciendo conexiones de causa y efecto. Una de las
características principales que va a considerar Hume en la razón es que, “consiste en el
descubrimiento de la verdad o la falsedad” (Hume, 1739). Estas características son
atribuidas a los juicios, que pueden ser verdaderos o falsos. Lo que no pueda ser atribuido
con estas características, entonces no irá en contra de la razón ni provendrá de ella. Las
pasiones no son verdaderas ni falsas, simplemente son. Tienen una existencia ontológica
irrebatible. Por eso no puede haber conflicto entre la razón y las pasiones, porque son de
naturaleza diferente y su dominio está en campos distintos. Los juicios son proposiciones
que puede ser verdaderas o falsas, “las pasiones no son proposiciones y esto implica que no
pueden relacionarse directamente con la razón” (Ayala, Granoble, & Zuluaga, 2009).

“Las pasiones operan como las verdaderas causas que motivan la acción” (Ayala, Granoble,
& Zuluaga, 2009). Son los sentimientos, emociones y deseos los que impulsan al ser
humano a realizar las acciones. “No puede haber una relación directa entre la razón y las
acciones, ni pueden aplicarse directamente a las acciones los términos como razonable o
irrazonable, verdadero o falso” (Ayala, Granoble, & Zuluaga, 2009). Esto se debe a que las
acciones no poseen esas características. Entonces “es imposible que la distinción entre el
bien y el mal morales pueda ser efectuada por la razón, dado que dicha distinción tiene una
influencia sobre nuestras acciones, y la sola razón es incapaz de ello” (Hume, 1739).

El aspecto fundamental de la teoría humenana de la moral, que va a ir en contra de una


antiquísima tradición racionalista, es que “el estudio de las pasiones y cómo fundamentan
las acciones es lo único que nos permite explicar por qué actuamos como lo hacemos”
(Ayala, Granoble, & Zuluaga, 2009). La razón deja de ser el fundamento último de la vida
del hombre. Por el contrario, las pasiones toman el lugar principal, estas “abarcan toda
clase de sentimientos y emociones” (Pulley, 2010). Por darle este grado de importancia a
las emociones en la vida humana, Hume es catalogado como emotivista.

Considerando los planteamientos anteriores, se puede comprender con más claridad la


frase. Este pasaje en particular guarda un profundo significado sobre la naturaleza humana.
Se hace necesario dilucidar sus cimientos. Hume no considera que la razón tenga el
veredicto final en las cuestiones más elementales del ser humano. Por el contrario, desde su
perspectiva, el hombre se rige más bien por la experiencia y por sus pasiones. En la moral
humana, la razón no tiene la última palabra. “La razón no es una facultad o actividad de
tipo práctico” (Ayala, Granoble, & Zuluaga, 2009). Sus funciones más elementales se
realizan en el mundo de las ideas, es decir, la razón se ve restringida en el campo de la
acción. “La mera conveniencia racional de algo no es motivo para conseguirlo, sino que
tenemos que abrigar un deseo que nos predisponga hacia ello” (Ayala, Granoble, &
Zuluaga, 2009). En el campo de la acción, la razón es pasiva. No tiene la capacidad de
poner en marcha una serie de acontecimientos ni puede impulsar a los hombres en sus
acciones.

Para Hume, el entendimiento tiene dos funciones, “en cuanto que juzga por demostración, o
por probabilidad” (Hume, 1739). En primer lugar, están las relaciones de las ideas, donde la
razón es reina y señora. Por ejemplo, la aritmética o la geometría. En segundo lugar, las
cuestiones de hecho, donde las pasiones son las que dominan y la razón queda subordinada.
Por ejemplo, una discusión acalorada. En este último campo reside la moral. “Se trata de
funciones diferentes y no le corresponde a la razón operar como guía en la vida práctica”
(Pulley, 2010). Hay una limitación de la razón en el campo práctico, que le impide ser la
protagonista principal de la vida humana. Se restringe sólo a servir apoyo a las pasiones.
“La razón no tiene influencia alguna sobre nuestras pasiones y acciones, es inútil pretender
que la moralidad pueda descubrirse sobre la sola base de una deducción racional. ” (Hume,
1739).

Esto se debe a que la naturaleza del ser humano es pasional, este tiene deseos, sentimientos
y emociones que lo llevan a actuar. “Las pasiones y las acciones no representan las cosas de
una determinada manera, sino que simplemente se dan, existen, son realizadas o sentidas”
(Ayala, Granoble, & Zuluaga, 2009). Estas acciones, si bien no son determinadas por la
razón, esta tiene un papel fundamental en la vida humana. Se encarga de brindarnos la
información necesaria para poder actuar, pero no impulsarnos a actuar. “La sola razón no
puede nunca producir una acción o dar origen a la volición” (Hume, 1739). Se limita a
darnos los datos suficientes para actuar de una u otra manera.

Erige su filosofía moral con base en las pasiones, pero “sin rechazar totalmente a la razón,
pues reconoce, además, que puede influir en las acciones brindando información fáctica”
(Pulley, 2010). Es decir, no puede producir una acción, pero sí puede darnos los datos de
sus relaciones. “Hume considera posible una orientación práctica de la conducta por la
razón, pero de modo indirecto, a través de las pasiones” (Ayala, Granoble, & Zuluaga,
2009). Sin la razón, las acciones de ser humano serían ciegas. La razón, a pesar de no tener
el poder de llevar a la acción, sí tiene una función esencial. Hume “conserva un papel para
la razón en los asuntos morales y con eso evita caer en un irracionalismo extremo” (Pulley,
2010). Su función es específica: brindarnos información de las relaciones entre ideas o de
las causas y sus efectos. Sin embargo, la razón misma es incapaz de producir un impulso en
la voluntad, es decir, no puede hacernos actuar de ninguna manera.

Hume apunta a la incapacidad de la razón para causar en el ser humano acción alguna. Lo
que no quiere decir que no tenga ninguna función en esta, sino que consiste en otra cosa
distinta que producir la acción, en relacionar ideas. La razón no puede mover ni un dedo,
más fácil se acaba el mundo. Por eso no es contradictorio que la razón prefiera la
destrucción de todas las cosas a tener un rasguño en mi dedo.
Bibliografía

-Ayala, A. M., Granoble, Y., & Zuluaga, M. (2009). Razón y pasiones en la ética de Hume.
El Hombre y la Máquina, núm. 32.​, 94-107.

-Hume, D. (1739). ​Tratado de la naturaleza humana.

-Pulley, R. V. (2010). Naturaleza humana y razón en la filosofía de David Hume.


Prometeica - Revista de Filosofía y Ciencias.​

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