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Páginas: 901-909
Link: http://vlex.com/vid/notas-naturaleza-publiciana-chileno-231607381
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Fuente: RDJ Doctrina, Tomo LV, Nros. 1 y 2, 22 a 30
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Sin embargo, el examen atento de la institución revela que la norma no es tan absoluta. Ya
en el derecho romano antiguo el pretor se encargó de introducirle la primera brecha. Al
impulso de la necesidad de proteger al usucapiente, poseedor en vías de llegar a ser
dueño, Publicius creó una nueva acción de carácter reivindicatoria, que tomó de su autor
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el nombre de “actio publiciana in rem”. Desde entonces se fue elaborando una idea
distinta1.
3. La evolución posterior del derecho hizo desaparecer por completo la distinción entre las
propiedades bonitaria y quiritaria como resultado de haber desaparecido también la
diferencia entre res mancipi y res nec mancipi, de haberse concedido la ciudadanía a
todos los subditos del Imperio y de la equiparación de los fundos provinciales a los itálicos.
La tradición produjo, desde entonces, los mismos efectos que la mancipado y que la in jure
cessio.
de sus antecesores. Se tropezaba, entonces, con las mismas dificultades de nuestros días.
La “probatio diabólica” levantaba, así, un obstáculo aparentemente insalvable.
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Tanto en el derecho romano como en el nuestro, en efecto, el dueño cuyo derecho ha sido
adquirido por alguno de los modos derivativos no está en condiciones de probar con la
sola exhibición de su titulo y de los hechos constitutivos del modo, que es el verdadero
dueño. Los modos derivativos no confieren directamente y “per se” el dominio, sino tan
sólo se limitan a operar el traspaso del derecho de una persona a otra. La máxima “nemo
plus juris transfert quam ipse habet” enseña que si el causante o transferente no es
realmente propietario tampoco podrá llegar a serlo el causahabiente. Como nadie puede,
por tanto, transferir o trasmitir más derechos que los que tiene, para que el adquirente logre
probar indisputablemente el dominio fundamento de su acción, debe acreditar, a la par que
los elementos que sirven de base a la transferencia, que su antecesor era el verdadero
propietario; si no él tampoco ha podido llegar a ser dueño. Pero la labor inquisitoria no se
detiene en este punto. Por aplicación de los mismos principios, el titular actual del dominio
debe también probar que el antecesor de su causante era el “verus dominus” y así,
sucesivamente, se encontrará en la necesidad de remontarse en el tiempo hasta llegar, en
la serie de antecesores que lo han precedido en el derecho, al que lo haya adquirido por
alguno de los modos originarios. Cada transferencia o trasmisión de propiedad exige,
entonces, una nueva prueba, de suerte que, como escribe Laurent, a cada paso se
retrocede en lugar de avanzar2. De aquí el nombre de prueba diabólica con que la
calificaban los antiguos intérpretes.
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5. En este estado de evolución llegó la acción publiciana a nuestro derecho6. Bello extrajo de
ella, tal como estaba configurada en la etapa más avanzada del derecho romano, todo lo
que tenía de útil y necesario. La “probado diabólica”, cuyas características ya hemos
destacado, no pasó inadvertida para el sabio autor del Código. La eficaz protección del
derecho de dominio no se podía lograr con la rei vindicatio civil que imponía al dueño el
pesado fardo de una prueba casi interminable. Era necesario, pues, aprovechar el ejemplo
de la tradición jurídica romana y su valiosa experiencia, incorporando a la acción
reivindicatoria los dos elementos fundamentales de la publiciana: la ampliación del campo
de la titularidad de la acción, restringida en un principio al solo propietario, extendiéndola
al usucapiente, es decir, al poseedor regular que se halle en el caso de ganar la cosa por
prescripción; y la concesión, al propio dueño, de una vía más expedita para recuperar la
posesión, consistente en el derecho de reivindicar sin exigirle la prueba del dominio. Se
imponía, sin embargo, un límite ya previsto por laPage 905 publiciana: no debían
concederse estas franquicias excepcionales contra el que poseyera con igual o mejor
derecho.
Para lograr las ventajas de la publiciana no era preciso establecerla como acción distinta.
Por el contrario, la práctica ya había demostrado que la distinción entre ella y la
reivindicatoria era inútil. Si en el último estudio del derecho romano la acción publiciana
era también otorgada al propietario como una forma de obviarle las dificultades de la
prueba del dominio, no se veía razón alguna que impidiera perfeccionar el sistema
mediante la unificación de ambas acciones. Bastaba, para ello, modificar la teoría de la rei
vindicatio civil concediendo también la acción al poseedor regular.
Esto fue, precisamente, lo que hizo el artículo 894 del Código Civil, que completó la
evolución sufrida por la publiciana a través del tiempo, incorporando sus elementos a la
acción reivindicatoria. Dispuso, en efecto: “Se concede la misma acción, aunque no se
pruebe dominio, al que ha perdido la posesión regular de la cosa, y se hallaba en el caso
de poderla ganar por prescripción. Pero no valdrá ni contra el verdadero dueño, ni contra el
que posea con igual o mejor derecho”.
Por de pronto, el texto legal es claro y terminante. El artículo 894 expresa que “se concede
la misma acción, aunque no se pruebe dominio, al que ha perdido la posesión regular de
la cosa y se hallaba en el caso de poderla ganar por prescripción”. Los términos “se
concede la misma acción” indican que se trata de la acción reivindicatoria, ya que de ésta
se ocupa el párrafo en el cual el precepto está ubicado y especialmente el artículo anterior,
que otorga, en general, la titularidad de la acción de dominio al propietario. Ellos precisan,
por tanto, que es la acción reivindicatoria y no otra, la que la ley concede al poseedor
regular que se encuentra en el caso de poder ganar la cosa por prescripción. Como no
puede ser más obvio que con las expresiones “la misma acción” se quiere significar que
existe identidad entre una y otra y atendido que, por mandato legal, cuando el sentido de la
ley es claro no cabe desatender su tenor literal, es incuestionable que, entre nosotros, no
existe la acción publiciana como acción distinta de la reivindicatoria.
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Además de los valiosos elementos que nos proporcionan las fuentes mediatas del texto
legal, ya analizadas, la historia fidedigna de su establecimiento contenida en los
antecedentes legislativos inmediatos es también suficientemente sugestiva. El Proyecto de
Código Civil de 1853 no identificaba totalmente ambas acciones, la reivindicactoria y la
publiciana, sino, por el contrario, parecía diferenciarlas. El artículo 1039, correspondiente
al actual artículo 894, expresaba: “Al que ha perdido la posesión civil (equivalente a la
posesión regular del Código que nos rige) se le permite reivindicar la cosa, aunque no
pruebe dominio”; y el artículo 1040 agregaba: “La acción concedida por el artículo 1039 no
podrá intentarse ni contra el verdadero dueño, ni contra el que posee con igual o mejor
derecho”. Como se ve, si bien en el artículo 1039 se daba el derecho de reivindicar al
poseedor civil, el precepto siguiente parecía dar a entender que ésta era una acción
diferente de la de dominio. Así resultaba de las expresiones “la acción concedida por el
artículo 1039”, que constituían una demostración palpable de que, para el legislador, no se
trataba de la acción reivindicatoria sino de otra distinta. Más tarde, en el Proyecto Inédito,
fue suprimido el artículo 1040 e incorporado al artículo 1039 para formar su inciso
segundo. Además, quedó eliminada la referencia a “la acción concedida por el artículo
1039” y se agregó al inciso primero la frase “se concede la misma acción” que no aparecía
en el Proyecto de 1853. El texto del artículo 1039 del Proyecto Inédito quedó, así,
redactado en los mismos términos del artículo 894 del Código aprobado.
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Resulta claro, entonces, que la intención o espíritu de la ley fue borrar la diferencia que
parecía esbozarse en el Proyecto de 1853 entre la acción publicana, a que se refería el
artículo 1039 de ese Proyecto, y la acción reivindicatoria e identificar totalmente ambas
acciones reuniéndolas en una sola en el proyecto definitivo.
poseedor regular si concurren los demás requisitos de la acción.Page 908 De esta manera
quedan salvadas, en un gran número de hipótesis, las dificultades probatorias con que
tropezaba el reivindicador que ejercía la reivindicación clásica, pues no tendrá ya
necesidad de exhibir los títulos de sus antecesores con el objeto de probar la legitimidad
de las sucesivas transferencias y trasmisiones que hayan sido el antecedente de su
adquisición derivativa, y de probar el dominio de tales antecesores. A la ley le basta que el
actor acredite los elementos de la posesión regular -buena fe, justo título y tradición- para
que, en su concepto, reúna las condiciones de legitimación activa de la acción
reivindicatoria sin que deba probar el derecho de sus causantes. Incorporada a la acción
reivindicatoria, la Publiciana ha mantenido, así, los objetivos que persiguiera en el derecho
romano sin poner al dueño en la alternativa de elegir entre dos acciones distintas para
lograr un mismo resultado.
Pero como el fin perseguido por el legislador no va más allá de facilitar al propietario un
medio expedito para proteger su derecho, se han mantenido las limitaciones de la
publiciana destinadas a impedir el ejercicio absoluto de este resorte excepcional. El dueño
no tendrá éxito en la causa acreditando su posesión regular si el demandado le opone una
posesión mejor o fundada en un derecho de igual calidad. Así lo dispone el inciso 2º del
artículo 894. En tal caso el titular del dominio se verá en la necesidad de probar en el juicio
reivindicatorio su derecho de propiedad en la forma ordinaria de acuerdo con los principios
que rigen esta prueba y el juez denegará su acción si no logra acreditar más que su
posesión regular y no el dominio.
En este sentido puede decirse que la publiciana ha pasado a ser en nuestro derecho,
incorporada a la acción reivindicatoria, un especie de regla probatoria, ya que libera al
propietario de la prueba de su dominio sólo a condición de que el demandado no acredite
poseer con igual o mejor derecho que el suyo7.
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[1] En el desarrollo de esta evolución hemos seguido de cerca las ideas de COLIN y
CAPITANT, Curso Elemental de Derecho Civil, tomo II.
[5] Ibidem.
[6] De una nota puesta por BELLO en el artículo 1039 del Proyecto de 1853 consta que la
fuente del actual artículo 894 de nuestro Código fue, precisamente, la acción que creara en
Roma el pretor Publicius.
[7] Creemos que, junto con 1a teoría de la Publiciana tal como nos llegó del derecho
romano, está latente en esta norma la clásica fórmula de AUBRY y RAU que ha sido el
soporte de la jurisprudencia francesa en materia de prueba del dominio: “al reivindicador le
basta probar un derecho mejor y más probable que el del demandado para tener éxito en
la causa”. Quizá si esta máxima pueda atribuirse también a la influencia de la publiciana.
[8] Corte Suprema, sentencia de 9 de mayo de 1950, publicada en esta Revista, tomo
XLVII, sección 1ª, página 169 (considerando 6º).