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Un resultado de la introducción de maquinarias y de la organiza- sometimiento de la naturaleza. KarI Marx definió e1 progreso
ción del trabajo en gran escala es el sometimiento de los obreros a histórico como la irrefrenable marcha hacia el dominio total de
una mortal rutina mecánica y administrativa. En algunos de los Ia naturalezapor el hombre. Apesar de sus diferencias en otros
sistemas de producción anteriores, se les concedía a los trabajado-
temas, Ios pensadores mencionados no difieren en esto de
res la oportunidad de expresar su personalidad en el trabajo; a
veces, incluso, quedaba lugar para manifestaciones artísticas, y el
Claude Saint-Simon o Auguste Comte.
artesano obtenía placer de su trabaio... El autor anónimo deAr¿ IJna vez explicitado el fin último, el único valor que se les
Authentic Account of the Riots of Birmingham (1799) [[-In relato reconocía a los emprendimientos prácticos era el de acortar la
auténtico de los motines de Birminghaml explica la participación distancia que todavía separaba a 1a gente del triunfo final so-
de los obreros en los disturbios diciendo que la naturaleza de su bre la naturaleza. La validez de otros criterios podía ser discu-
trabajo eratal, que sólo "se les enseña a actuar, no a pensar".3 tida con éxito y, poco a poco, anulada. Entre los criterios de
evaluación gradualmente descartados, la piedad, la compasión
Según el conmovedor resumen de J. L. y Barbara Hammonds, y la asistencia estuvieron en primer plano. La piedad por las
víctimas debilitaba la resolución, Ia compasión hacía más len-
...los únicos valores que las clases altas le permitían a la clase to el ritmo de los cambios, todo cuanto detenía o demoraba la
trabajadora eran los mismos que los propietarios de esclavos apre- marcha hacia el progreso dejaba de ser moral. Por otro lado, lo
ciaban en un esclavo. El trabajador debía ser diligente y atento, no que contribuyera a la victoria final sobre la naturaleza era
pensar en forma autónoma, deberle adhesión y lealtad sólo a su bueno y resultaba,"en última instancia", ético, porque servía,
patrón, reconocer que el lugar que le correspondía en la economía
"en el largo plazo", al progreso de la humanidad. La defensa
del Estado era el mismo que el de un esclavo en la economía de la
que el artesáno hacía á" tn. tradicionales derechosl iá réFis;
plantación azucarera. Es que las virtudes que admiramos en un
hombre son defectos en un esclavo.a tencia opuesta por los pobres de la era preindustrial ai régi-
men efectivo y eficiente del trabajo mecanizado, eran un
Por cierto que, en el coro de los llamados a someterse obstáculo más entre los muchos que la naturaleza, err su des-
cilmente y sin pensarlo- al ritmo impersonal, inhumano y-dó- concierto, oponía en el camino del progreso para demorar su
me-
cánico del trabajo de la fábrica, había una curios amezcla entre inminente derrota. Esa resistencia debía ser vencida con tan
poco remordimiento como habían sido ya quebradas, desenmas-
la mentalidad preindustrial y antimoderna de la economía
esclavista y la nueva y audaz visión dei mundo maravilloso, caradas y anuladas otras estratagemas de la natutaleza.
milagrosamente abundante, que Las figuras rectoras del magnífrco mundo que habría de cons-
vez rotas las cadenas
-una de Ia invención hu-
de Ia tradición- surgiría como resultado truirse sobre Ia base del ingenio y la habilidad de los hombres
(ante todo, de los diseñadores de máquinas y de los pioneros en
mana, y ante todo del dominio humano sobre la naturaleza.
Como observa Wolf Lepenies, desde fines del siglo xvn el len- su utilización) no dudaban de que los auténticos portadores
guaje utilizado para referirse a la "naLaraleza" (es decir, a todo dei progreso eran las mentes creadoras de los inventores. James
Io creado por intervención divina, lo "dado", no procesado ni Watt sostuvo en 1785 que los demás hombres, cuyo esfuerzo
tocado por la razón y la capacidad humanas) estaba saturado físico era necesario para dar cuerpo a las ideas de los invento-
de conceptos y metáforas militares.sFrancis Bacon no dejó nada
res, "debían ser considerados sólo como fuerzas mecánicas en
librado a la imaginación: la naturaleza debía ser conquistada accción... apenas deben :utllizar el razonamiento".G Mientras
y obligada a trabajar duro para servir, mejor que cuando se la tanto, RichardArkwright se quejaba de que
dejaba en iibertad, los intereses y el bienestar humanos. Des-
...era difícil educar a los seres humanos para que "renunciaran a
cartes comparó el progreso delaraz6n con una serie de bata-
sus desordenados e ineficientes hábitos de trabajo, para identifi-
llas victoriosas libradas contra Ia naturaleza; Diderot convocó carse con la invariable regularidad de las máquinas automáticas".
a teóricos y prácticos a unirse en nombre de la conquista y el Esas máquinas sólo podían funcionar correctamente si eran vigi-
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Iadas en forma constante; y la idea de pasar díez o más horas por probablemente, y al menos por largo tiempo, serían víctimas
día encerrados en una fábrica, mirando una máquina, no les hacía
del cambio social: los objetos, no los sujetos, de la transforma-
gr:acia alguna a esos hombres y mujeres llegados del campo.
ción racional de la sociedad que estaba naciendo. La ética del
trabajo era uno de los ejes en ese amplísimo programa moral y
La resistencia a sumarse al esfuerzo combinado de ia huma-
cducativo, y las tareas asignadas, tanto a los hombres de pen-
nidad era, en sí misma, la tan mencionada prueba que demos-
samiento como a los de acción, formaban el núcleo de lo que
traba la relajación moral de los pobres y, al mismo tiempo, la
más tarde se llamó, entre los panegiristas de los nuevos cam-
virtud inherente a la disciplina implacable, estricta y rígida de
bios, el "proceso civilizador".
la fábrica. Latay:ea de lograr que los pobres y los "voluntaria-
Como los demás conjuntos de preceptos para una conducta
mente ociosos" se pusieran a trabajar no era sólo económica;
recta, decente y meritoria,Ia ética del trabajo era al mismo
era también moral. Las opiniones ilustradas del momento,
tiempo una visión constructivaylafórmula para log::ar un tra-
aunque difirieran en otros aspectos, no discutían este punto.
bajo demoledor. Negaba legitimidad a las costumbres, prefe-
La Blackwood's Magazine escrlbió que "la influencia del pa-
rencias o deseos de los destinatarios de semejante cttzada.
trón sobre los hombres es, de por sí, un paso adelante hacia el
progreso moral" ,7 mientras qaela Edinburgh Reuieut comenta-
Fijaba las pautas para una conducta correcta pero, ante todo,
echaba un manto de sospecha sobre todo lo que pudiera haber
ba ácidamente sobre Ia cruzada cultural que se estaba llevan-
hecho, antes de su sometimiento a las nuevas reglas, la gente
do a cabo:
destinada a esa transformación. No confiaba en las inclinacio-
nes de esas personas. Libres para actuar como quisieran y aban-
Los nuevos programas de beneficencia no están concebidos en el
espíritu lde la caridad]... Se celebra su advenimiento como el co- donadas a sus caprichos y preferencias, morirían de hambre
mienzo de un nuevo orden moral... en el cual los poseedores de antes que realizar un esfuerzo) se revolcarían en la inmundi-
propiedades retomarán su lugar como paternales guardianes de cia antes que trabajar por su autosuperación, antepondrían
los menos afortunados... para acabar, no con la pobreza (esto ni una diversión momentánea y efímera a una felicidad segura
siquiera parece deseable), sino con las formas más abyectas del pero todavía lejana. En general, preferirían no hacer nada an-
vicio, la indigencia y la miseria física.B tes que trabajar. Esos impulsos, incontrolados y viciosos, eran
parte de la "tradición" que la incipiente industria debía en-
P. Gaskell, el escritor y activista social que pasó a la historia frentar, combatir y exterminar. TaI como iba a
como uno de los amigos más filantrópicos, afectuosos y compa- señalarlo MaxWeber-finalmente-
(en el acertado resumen de Michael Rose),
sivos de los pobres, pensaba que, a pesar de todo, Ios objetos de laétíca del trabajo, al considerarla tarea yarealizada, "equi-
su compasión "apenas se diferenciaban, en sus cualidades esen- valía a un ataque" contra el "tradicionalismo de los trabajado-
ciales, de un niño salvaje sin educación",e y que precisaban de res comunes", quienes "habían actuado guiados por una visión
otras personas más maduras que vigilaran sus movimientos y rígida de sus necesidades materiales, que los llevaba a preferir
asumieran la responsabilidad de sus actos. Quienes contribuían el ocio y dejar pasar las oportunidades de aumentar sus ingre-
a la opinión ilustrada de la época coincidían en que los trabaja- sos trabajando más o durante más tiempo". El tradicionalismo
dores manuales no estaban en condiciones de regir su propia "era menospreciado". 10
vida. Como los niños caprichosos o inocentes, no podían con- Por cierto que, para los pioneros del nuevo y atrevido mundo
trolarse ni distinguir entre lo bueno y lo malo, entre las cosas de la modernidad, "tradición" era mala palabra. Simbolizaba
que los benefrciaban y las que les hacían daño. Menos aún eran las tendencias moralmente vergonzosas y condenables contra las
capaces de prever qué cosas, alalarga, resultarían "en su pro- que se alzabala ética del trabajo: las inclinaciones de los indi-
pio provecho". Sólo eran materia prima humana en condicio- viduos rutinarios que se conformaban con lo que tenían ayer,
nes de ser procesada para recibir la forma correcta; muy se negaban a obtener "más" e ignoraban 1o mejor si, para lo-
grarlo, debían hacer un esfuerzo adicional. (De hecho, se nega-
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ban a entregarse a un régimen extraño, violento, cruel,
des-
alentador e incomprensible.) En ra guerra contra er ',tradi-
cionalismo" de 1os pobres anteriores a" ra época i'drr.triut,
enemigos declarados de la ética del trabajo
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mente, la modestia de las necesidades de" esos "ru",
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mediocridad de sus deseos. se libraron verdaderas
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más.feroces y despiadadas- contra la resistencia -tas
de esa mano
de obra potencial a sufrir ros dolores y ru r"rta-á"
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un régimen de trabajo que no deseab"a ni entendí;;;;;, po,
su propia voluntad, jamás habría elegido.