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¿ES CONOCIMIENTO LA CREENCIA VERDADERA JUSTIFICADA?

*
Edmund l. Gettier

(Reimpreso en A. Phillips Griffiths, Conocimiento y Creencia, México, Fondo de Cultura


Económica, 1974, pp. 221-224)

En los años recientes se han hecho varias tentativas para determinar las condiciones
necesarias y suficientes de que alguien conozca una proposición dada. Muchas veces los
intentos han sido tales que pueden ser enunciados de una manera similar a la siguiente1:
a) S conoce a P si:
1) P es verdadera;
2) S cree que P; y
3) S está justificado en creer que P.

Por ejemplo, Chisholm ha sostenido que lo siguiente satisface las condiciones


necesarias y suficientes del conocimiento2:
b) S conoce que P si:
1) S acepta P;
2) S tiene evidencia adecuada de P; y
3) P es verdadera.

Ayer ha expresado las condiciones necesarias y suficientes del conocimiento como


sigue3:
c) S conoce que P si:
1) P es verdadera;
2) S está seguro de que P es verdadera; y
3) S tiene derecho a estar seguro de que P es verdadera.

Yo argumentaré que a) es falso, ya que las condiciones allí enumeradas no


constituyen una condición suficiente de la verdad de la proposición de que S conoce que
P. El mismo argumento demostrará que b) y c) son insuficientes si “tiene evidencia
adecuada de” o “tiene derecho a estar seguro de que” es sustituido por “está justificado
en creer que” en todos los respectos.

Comenzaré haciendo notar dos puntos. Primero, en ese sentido de “justificado” en


que el estar justificado S al creer P es una condición necesaria del conocer S que P, es
posible que una persona esté justificada en creer una proposición que de hecho es falsa.
Segundo, en cualquier proposición P, si S está justificado en creer P, y P supone Q, y S
deduce Q de P y acepta Q como resultado de esta deducción, entonces S está justificado
en creer Q. Teniendo en mente estos dos puntos, presentaré ahora dos casos en que las
condiciones enunciadas en a) son verdaderas para una proposición, aunque al mismo
tiempo es falso que la persona en cuestión conozca esa proposición.

Caso I

*
Tomado de Analysis, vol. 23 (Blackwell, 1963), pp. 121-123. Reproducido con
autorización del autor, de Analysis y de Basil Blackwell.

1
Platón parece considerar una definición semejante en Teetetes, 201 y tal vez la acepta
en Menón, 98.

2
Roderick M. Chisholm, Perceiving: a Philosophical Study, Cornell University Press
(Ithaca, Nueva York, 1957), página 16.

3
A. J. Ayer, The Problem of Knowledge, Macmillan (Londres, 1956), p. 34
Supongamos que Juan y Pedro han hecho una solicitud para cierto trabajo. Y
supongamos que Juan tiene fuerte evidencia de la siguiente proposición copulativa:

d) Pedro es la persona que conseguirá el trabajo, y Pedro tiene diez monedas en su


bolsillo.

La evidencia que tiene Juan de d) podría ser que el presidente de la compañía le


aseguró que Pedro sería al final seleccionado y que él, Juan, había contado las monedas
del bolsillo de Pedro hacía diez minutos. La proposición d) supone:

e) El hombre que conseguirá el trabajo tiene diez monedas en su bolsillo.

Supongamos que Juan ve el vínculo de d) a e) y acepta e) sobre los fundamentos de


d), de la que tiene fuerte evidencia. En este caso, Juan está claramente justificado en
creer que e) es verdadera.

Pero imaginemos, después, que sin saberlo Juan, él, no Pedro, conseguirá el trabajo.
Y también, sin saberlo Juan, tiene él diez monedas en su bolsillo. La proposición e) es
entonces verdadera, aunque la proposición d), de la que Juan dedujo e), es falsa. En
nuestro ejemplo, por consiguiente, todo lo que sigue es verdad: 1) e) es verdadera; 2)
Juan cree que e) es verdadera; y 3) Juan está justificado en creer que e) es verdadera;
pero también es igualmente claro que Juan no conoce que e) es verdadera, pues e) es
verdadera en virtud del número de monedas del bolsillo de Juan, aun cuando Juan no
conoce cuántas monedas hay en el bolsillo de Juan y base su creencia en e) sobre la
cantidad de monedas del bolsillo de Pedro, del que falsamente cree que es la persona
que conseguirá el trabajo.

Caso II

Supongamos que Juan tiene fuerte evidencia de la siguiente proposición:

1) Pedro tiene un Ford.

La evidencia de Juan puede ser que Pedro ha tenido en todas las ocasiones del
pasado, dentro de los límites de la memoria de Juan, un automóvil, y siempre ha sido un
Ford, y que Pedro, mientras conduce un Ford, acaba de ofrecer a Juan un paseo.
Imaginemos ahora que Juan tiene otro amigo, Pablo, cuyo paradero le es totalmente
desconocido. Juan escoge tres nombres de lugar completamente al azar y construye las
tres proposiciones siguientes:

g) o Pedro tiene un Ford o Pablo está en Boston;


h) o Pedro tiene un Ford o Pablo está en Barcelona;
i) o Pedro tiene un Ford o Pablo está en Brest-Litovsk.

Cada una de estas proposiciones está vinculada a f). Imaginemos que Juan se da
cuenta del vínculo de cada una de estas proposiciones que ha construido con 1) y
procede a aceptar g), h) e i) sobre la base de f). Juan está, por consiguiente,
plenamente justificado en creer cada una de estas tres proposiciones. Juan, claro está,
no tiene idea de dónde esté Pablo.

Pero imaginemos ahora que dos condiciones ulteriores son válidas. Primera, Pedro no
tiene un Ford, sino que de momento conduce un automóvil alquilado. Y segunda, sucede
que el lugar mencionado en la proposición h) realmente es el lugar donde se encuentra
Pablo. Si estas dos condiciones son válidas, entonces Juan no conoce que h) es
verdadera, aun cuando: 1) h) es verdadera; 2) Juan sí cree que h) es verdadera; y 3)
Juan está justificado en creer que h) es verdadera.

Estos dos ejemplos demuestran que la definición a) no enuncia una condición


suficiente del conocer de alguien una proposición dada. Los mismos casos, con sus
cambios pertinentes, serán suficientes para demostrar que ni la definición b) ni la
definición c) tampoco lo son.

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