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Posiblemente la conducción no sea tu principal actividad ni parte de tus labores, por lo que el riesgo de
accidentes de tránsito no está entre tus preocupaciones. Pero imagínate este caso: tu jefe te pide que visites
un cliente al otro lado de la ciudad, lo que implicaría que vayas en tu vehículo, con un conductor de la
empresa o que tomes un taxi. Seguramente querrás que ese desplazamiento se realice de la mejor manera,
¿no?
Los accidentes de tránsito son la segunda causa más común de muerte violenta en el país y el 65,8% de los
trabajadores que fallecen en estos eventos, no son conductores habituales ni trabajan en empresas de
transporte, sino que son ejecutivos, mercaderistas, electricistas, gerentes, vigilantes, profesores, arquitectos,
maestros de obra, entre otros.
Súmale a esto que el riesgo de tránsito no afecta solamente a las personas en el momento en el que
conducen, también cuando son pasajeros o se desplazan a pie. Ten presentes estas recomendaciones para
prevenir accidentes sin importar cómo te movilices:
Aunque los accidentes de tránsito ocurren por tres causas básicas: El conductor, el vehículo y el
medio, en las investigaciones aparece como el factor de riesgo más importante El conductor y la
forma de conducir el vehículo. En más del 80% de los accidentes, la causa principal se
encuentra en el factor humano.
Todo conductor debe actuar en condiciones de total normalidad física y mental. Si esta bajo efecto de alcohol,
drogas, fatiga, estados emocionales alterados, preocupación, temor, euforia exagerada, o con oídos o vista
deficiente, entre otros, son condiciones que se van a aumentar la probabilidad de que ocurran accidentes.
El conocimiento y la pericia
Los conductores experimentados a menudo transitan con demasiada confianza y repiten los malos hábitos
para conducir que desarrollaron durante muchos años. Por esto cuando se les habla de capacitación, piensan
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que con tantos años de experiencia, ellos ya no tienen nada que aprender, sin embargo, al concluir el curso se
dan cuenta de lo equivocados que estaban. Se requiere por lo tanto, que cada conductor acepte, que hay
otras maneras de hacer las cosas con más seguridad.
El conocimiento de las normas y señales de tránsito, así como de la vía por la que se conduce y el vehículo
son fundamentales. Las estadísticas muestran que el mayor número de accidentes ocurren por la violación
por parte del conductor y también de peatones, de las normas de tránsito y de seguridad vial.
La pericia, unida a las competencias emocionales personales y sociales hace a un conductor perfecto dentro
de lo humanamente posible. La pericia es la combinación entre el sentido común, los conocimientos y las
habilidades, fruto de la práctica.
Las habilidades para ejecutar las maniobras básicas de manejar, tales como arrancar, parar, hacer virajes,
adelantar, cambiar de velocidades, parquear y ejecutar varias maniobras de emergencia, no se desarrollan
simplemente como resultado de la práctica, sino a través de un adiestramiento adecuado, además de la
práctica.
Las emociones descontroladas pueden convertir en estúpida a la persona más inteligente. La cólera es una
emoción que sale con mucha frecuencia a relucir entre los conductores. Ella puede tener muchos orígenes,
pero sin importar de donde provengan, siempre causará problemas en las calles. Un conductor colérico, sufre
una alteración de su comportamiento normal tornándose agresivo y peligroso y se transforma muchas veces
en generador de situaciones que ponen en riesgo su integridad y la de los demás, pudiendo llegar a causar
daños y lesiones que pueden llevar a la muerte.
Para reflexionar:
Cualquiera puede ponerse furioso... eso es fácil. Pero estar furioso con la persona correcta, en la intensidad
correcta, en el momento correcto, por el motivo correcto y de la forma correcta... eso no es fácil. (Aristóteles-
Ética a Nicómaco).
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Pitar con intensidad: Ansiedad, ira, impaciencia. Es una forma de agredir auditivamente al otro, significa lo
mismo que un grito o un empujón. Los diferentes tipos de pitos, hacen las veces del lenguaje verbal del
vehículo.
La cortesía. Es una actitud poco común en la mayoría de los conductores. La demostración de respecto, de
buenas maneras de colaboración y ayuda en la vía solo la tienen y asumen los conductores seguros.
El conductor seguro le cede el paso y el espacio en una congestión al conductor que se encuentra en apuros,
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para ingresar a la fila, debido a su imprudencia. El conductor seguro está consciente de tomar actitudes
amables para contrarrestar la agresividad de los conductores comunes y corrientes que desconocen lo que
implica conducir con responsabilidad.
La prudencia. El conductor seguro es moderado, prudente y con buen juicio. Asume una actitud que le
hace prever y evitar el accidente. Evita al conductor temerario y desesperado por que sabe que sus actitudes
negativas, lo llevan a cometer toda clase de contravenciones y verse envuelto en un accidente de
proporciones impredecibles.
El conductor alerta es consciente de que nunca está sólo, que siempre va a tener otros vehículos atrás y a los
lados y es capaz de identificar el color del peligro en todo su recorrido.
La fatiga. Muchos conductores poco se preocupan por su bienestar. Ponen toda su atención y empeño en el
estado del vehículo, al menor ruido sospechoso lo envían al taller. Pero no le dan importancia a las dolencias
de su cuerpo.
Cuando se asumen posturas incorrectas se favorece la presencia de la fatiga, la cual está estrechamente
ligada a los accidentes. La fatiga puede ser de tres tipos:
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Fatiga muscular
Tiene que ver con la posición de la cabeza, el tronco y las extremidades. El conductor debe asumir
una actitud cómoda ante el volante, aprovechando las comodidades favorables que le proporciona
el diseño anatómico del asiento.
La parte baja de la espalda debe apoyarse contra el espaldar de la silla. Levantar la cabeza para que la visión
sea horizontal pero bajando la barbilla de tal forma que el cuello se encuentre en posición cómoda y
relajada. El apoyo para cabeza debe quedarle a la altura de la parte superior de la nuca. Las rodillas no
deben estar completamente estiradas para evitar calambres y abarrotamiento en las piernas.
Los brazos al volante deben ir en forma natural, sin aferrarse ni colgarse de él, ubicándolos en la posición de
las diez y diez, de acuerdo con las manecillas del reloj. Puede ser también la posición de las diez y diez,
cuando conduzca por vías rectas en exceso a fin de evitar el cansancio en codos y hombros.
Fatiga visual
La presencia de la fatiga se percibe como picor y escozor en los ojos. Estos síntomas se acentúan
considerablemente al conducir en la noche y en individuos con problemas en la vista. El conductor debe
conocer sus limitaciones y usar los correctivos necesarios.
La mirada del conductor debe ser periférica. Debe recoger la imagen de adelante hacia atrás.
Nunca la mirada clavada en la parte delantera del vehículo o en la calzada. Al mirar por los espejos
retrovisores debe hacerlo rápidamente, así tenga que repetir la mirada dos o tres veces en el mismo segundo,
es de alto riesgo el quedarse embelesado mirando al espejo. Se pierde la concentración en la conducción y el
manejo de las diferentes situaciones que se presentan adelante.
Fatiga nerviosa
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A pesar de que nuestra legislación exige un examen sicotécnico o toda persona que solicite la licencia de
conducción, en el país escasamente dos o tres departamentos cumplen con esta norma. Esto hace que
estemos enfrentados a conductores con altos índices de depresión y agresividad.
El cansancio general puede desembocar en sopor, somnolencia o sueño, factores indeseables que aumentan
el riesgo de accidente. Existe muchos factores que aumentan la tensión nerviosa en el conductor:
Emanaciones de gases del motor. El monóxido de carbono que escapa del motor es un gas letal; los
síntomas de envenenamiento a causa del monóxido de carbono se confunden frecuentemente con la gripe.
Los incidentes más altos de envenenamiento ocurren durante la temporada de la gripe. Algunos de los
síntomas son: dolor de cabeza, vértigo, nausea, mareo, fatiga, debilidad, problemas de la vista y pérdida del
control muscular. Las concentraciones altas de monóxido de carbono pueden causar pérdida del
conocimiento, daño cerebral e incluso la muerte. Sin embargo, puede ser que la víctima no tenga experiencia
con ninguno de estos síntomas. Hay casos en los que la persona afectada presenta solo uno o algunos de
ellos.
Los embotellamientos de tránsito, el constante parar y arrancar o las filas de vehículos que se mueven,
agotan y desesperan al conductor
El tabaco
Es necesario que en trayectos largos el conductor haga paradas cada tres horas y descanse al menos 10
minutos, estire las piernas, los brazos y tome aire fresco.