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te ee Pe ee ee | QUEES eye te ey Hav ty Académieo L. Landau Profesor Y. Rumer QUE ES LA TEORIA DE LA RELATIVIDAD Traducido del uso por el ingeniera La Han transcurrido mas de cincuenta afios desde el momento en que Albert Einstein cred la Teoria de la Relatividad. Esta teoria, que en cierto tiempo mu- chos la consideraban como un juego paraddjico del pensamiento, se convirtié pronto en una de las pie- dras angulares de la fisica;La fisica moderna es tan imposible de concebir sin la teoria de la relatividad come lo seria sin la nocién actual de los 4tomos y de las moléculas. Es dificil incluso enumerar los fe- némenos fisicos que son imposibles de explicar sin la teoria de la relatividad, Basandose en esta teoria se crean aparatos tan complicados como lo son los aceleradodes de particulas «elementaless, se hace po- sible el calculo de las reacciones nucleares, etc. Sin embargo, desgraciadamente, la teoria de la re- latividad es muy poco conocida fuera del circulo es- trecho de los especialistas, Y asi sucede, porque la citada teoria pertenece al grupo de las teorias de elevado grado de comprensién. Y no se puede exigir de quien no sea fisico e] manejo natural del aparato matematico de esta teorla, por cierto, bastante com- plicado. A pesar de todo esto, nosotros creemos que las no- ciones principales y las ideas de la teoria de la rela- tividad pueden ser expuestas de manera accesible para ser comprendidas por un circulo de lectores bas- tante amplio. Abrigamos la esperanza de que el lector que haya leido nuestro libro ya no le podra venir a la cabeza la idea de que la teoria de la relatividad se reduce a la afirmacién: «en el mundo todo es relativo». Por el contrario, el lector veré que la teoria de la rela- tividad, como cualquier otra teoria fisica, es el estu- dio de una realidad objetiva independiente de nues- tros deseos y gustos. Rehusando las viejas nociones sobre el espacio, el tiempo y la masa, penetramos mas profundamente en el conocimiento de cémo el mundo esta verdaderamente construido. LOS AUTORES. CAPITULO PRIMERO LA RELATIVIDAD A LA CUAL NOS ACOSTUMBRAMOS. éfiene sentida cualquier afirmacidn? Por lo visto, no. Incluso si se cogen palabras com- pletamente sensatas y se unen en plena conformidad con las reglas de la gramdtica puede obtenerse un complete absurdo. Por ejemplo, a la afirmacién «el agua es triangulars, es dificil asignarle sentido al- guno. Sin embargo, por desgracia, no todos los absurdos son tan evidentes, y frecuentemente tna afirmacidn que, a primera vista, es completamente sensata, al analizarla mds rigurosamente resulta ser un absur- do absoluto. Derecha e izquierda Observando el dibujo de la p4gina siguiente, nos preguntamos: ¢A qué lado del camino estd situada la casa, a la derecha o a la izquierda? A esta pregun- ta mo se puede responder inmediatamente. Si uno camina del puente hacia el bosque, la casa estara al lado izquierdo, y si, por el contrario, cami- na del bosque hacia e] puente, la casa estarA a la derecha. Por lo visto, al hablar del lado derecho o izquierdo del camino hay que tener en cuenta las direcciones respecto a las cuales sefialamos la dere- cha o la izquierda. Hablar de la orilla derecha de un rio tiene senti- Re wo | | a ee do solamente porque la corriente del agua determi: na Ja direccién del rfo. Andlogamente podemos afir- mar que los automdviles circulan por el lado dere- cho puesto que el movimiento del automdvil sefiala una de las direcciones de la carretera. De tal manera, los conceptos «derecha» e «lzquier- daz son relativos, es decir, cobran sentido solamen- te después de haber sefialado la direecién respecto a la cual se aplica la determinacidn. éQué es ahora, de noche o de dia? La respuesta depende del lugar donde se haga la pregunta, Cuando en Madrid es de dfa, en México es de noche, En esto no hay contradiccién alguna. Sim- plemente dia y noche son conceptos relativos, y no sé puede contestar a la pregunta si no se indica el 12 punto del globo terrestre respecto al cual gira la conversacién. ¢Quén es mds grande? En el dibujo. superior el pastor es evidentemente mas grande que la vaca, y en el inferior la vaca es mas grande que el pastor. Aqui tampoco hay con- tradiccidén alguna. El asunto reside em que estos di- bujos fueron hechos por observadores desde diferen- tes puntos: uno sé encontraba mas cerca de la vaca y el otro mds cerca del pastor. Para un cuadro es esencial el] dngulo bajo el cual vemos los objetos y no las dimensiones verdaderas de éstos. Las dimen- siones angulares de los objetos, por lo visto, som re- Jativas. Hablar de las dimensiones angulares de los objetos es absurdo si no s¢ indica el punto del espa- cio desde el cual se efectia la observacién. Por ejem- plo, decir que una torre se ve bajo un angulo de 45° significa mo haber dicho nada. Por ¢l contrario, la afirmacién de que la torre se ve bajo un dngulo de 45° desde un punto distante de ésta en 15 metros tiene sentido, ¥ de esta afirmacién se deduce que su altura es de 15 metros. Lo relativo parece ser absoluto Si desplazamos el punto de observacién a una dis- tancia no muy grande, las dimensiones angulares cam- biaran también en una magnitud pequefia, Y, por esto, en astronomia s¢ emplea frecuentemente la me- dida angular. En el mapa estelar se indica Ja distan- cia angular entre las estrellas, es decir, el angulo bajo el cual se ve la distancia entre las estrellas des- de la superficie de la Tierra. Es sabido que por mucho que nos desplacemos en la Tierra para observar el firmamento, desde cual- quiera que sea el punto del globo terrestre en que nos situemos, veremos las estrellas a la misma dis- tancia unas de otras. Semejante hecho esta condi- cionado por las inmensas ¢ inconcebibles distancias a que las estrellas estan alejadas de nosotros, que hacen que nuestros desplazamientos por Ja Tierra sean insignificantes y puedan ser menospreciados. Y, por esto, en este caso concreto, la distancia angu- lar puede ser admitida como medida absoluta. Si hacemos uso del movimiento de traslacion de la Tierra alrededor del Sol, el cambio de la medida an- i4 gular sera visible, aunque insipnificante. Si, por el contrario, desplazamos el punto de observacién a cualquier estrella, como, por ejemplo, a Sirio, todas Jas medidas angulares cambiardn de tal manera que Jas estrellas alejadas unas de otras en nuestro cie- lo pueden resultar ser préximas, y viceversa, fo absoluto resulid ser relative Frecuentemente decimos: arriba, abajo. Son abso- lutos o relativos estos conceptos? A esta pregunta las personas contestaban de muy diversa manera en diferentes épocas, Cuando los hom- bres no sabian atin nada sobre la esfericidad de la Tierra y se imaginaban a ésta plana, como una mo- neda, la direccién vertical se consideraba como con- cepto absoluto. Al mismo tiempo se suponia que la direccién de la vertical era idéntica en todos los pun- tos de Ja superficie terrestre y que, por lo tanto, es completamente natural hablar del «arriba> absoluto ¥ del sabajor absoluto. Cuando se descubrié que la Tierra era esférica, la rece se... tambaled en el conocimiento de los hom- Tes. 5 Efectivamente, al ser esférica la forma de la Tie- rra, la direccién de Ja vertical depende considerable- mente de la posicién del punto de la superficie te- rrestre, a través del cual pasa la vertical. En los diversos puntos de la superficie terrestre se- ran diferentes las direcciones de las verticales. Y puesto que el concepto de arriba y abajo perdié el sentido sin indicar el punto de la superficie de Ja Tierra al que se refiere, pasé a ser concepto relativo, dejando de ser absoluto. En el Universo no existe ninguna direccién vertical unica. Y por esto, pode- mos sefalar para cualquier direccién en el espacio el punto de la superficie terrestre para el que esta direccién resultara ser la vertical. El «sentido comttit» protesta Todo esto ahora nos parece evidente y no provoca duda alguna. Y, sin embargo, la historia testimonia que el comprender la relatividad del arriba y del abajo no fue tan facil para la humanidad. Los hom- bres tienden a atribuir a los conceptos el significa do de absoluto si su relatividad no es evidente en la experiencia cotidiana (como en el caso de la «de- recha» y la «izquierda»). Recordemos aquella objecién ridicula respecto a la esfericidad de la Tierra que llegé hasta nosotros de la Edad Media: «gCémo van a andar los hombres cabeza abajo?» El error de este argumento estriba en que no se reconace la relatividad de la vertical, relatividad de- tivada de la esfericidad de la Tierra. Y¥, claro esté, si no se reconoce el principio de la relatividad de la vertical y se considera, por ejem- plo, que la direccién de la vertical de Moscti es abso- juta, es indudable que los habitantes de Nueva Ze- landan andan cabeza abajo. Pero debemos recordar que a su vez nosotros, desde el punto de vista de los neozelandenses, también andamos cabeza abajo, Aqui no hay contradiccién alguna, ya que en realidad la 16 direccién vertical no es un concepte absoluto, sino relative, i Hay que destacar que empezamos a darnos cuenta del significado real de la relatividad de la vertical tan sélo cuando examinamos dos puntos de la su- perficie terrestre bastante alejados entre si; por ¢jem- plo, Moscii y Nueva Zelanda. Si se examinan dos te- yrenos cercanos, por ejemplo, dos casas en Moseu, practicamente Puede suponerse que todas las direc- clones verticales en éstos son paralelas, es decir, que Ja direccién vertical es absoluta. ¥ solamente cuando se trata de terrenos compa- rables por sus dimensiones con la superficie de la Tierra la tentativa de hacer uso de Ia vertical abso- luta conduce al absurdo y a las contradicciones. Los ejemplos examinados demuestran que muchos de los conceptos de los que hacemos uso son rela- tivos, es decir, adquieren sentido, solamente al indi- car las condiciones en las que se efectian las obser vaciones. 7 CAPITULO SEGUNDO EL ESPACIO ES RELATIVO ¢Un mismo sitio o na? Frecuentemente decimos que dos acontecimientos ocurrieron en un mismo sitio, y nos acostumbramos de tal manera a ello que tendemos a atribuir a nues- tra afirmaciém un sentido absoluto. Y, sin embargo, jesta afirmacién no vale nada! Esto es equivalente a decir: ahora son las cinco, sin indicar donde preci- samente son las cinco, en Moscti o en Chicago. Para aclarar esto supongamos que dos viajeras acordaron encontrarse cada dia en un mismo sitio del vagén del rapido Mosci-Vladivostok, y escribir cartas a sus maridos. Estos, sin embargo, no estaran de acuerdo con que sus esposas 3s¢ encuentran en un mismo sitio del espacio. Por el contrarie, los mari- dos tienen todos los motives para afirmar que estos sitios distan unos de otros centenares de kilémetros (pues las cartas que recibian eran de Yaroslavl y Perm, Sverdlovski y Tlumen, Omsk y Jabarovsk. Por lo tanto, estos dos acontecimientos, es decir, Ja escritura de cartas en el primero y segundo dia del viaje, desde cl punto de vista de las viajeras, transcurrian en un mismo sitio, pero desde el pun- to de vista de sus maridos estaban separados por centenares de kilémetros. ¢Quién lleva raz6n, las viajeras o sus maridos? Nos- otros no podemos dar preferencia a ninguno de ellos. Vemos evidentemente que el concepto de een un mismo sitio del espacio» tiene solamente sentido re- lative. 18 Tgualmente la afirmacién de que dos estrellas coin- ciden en la béveda celeste tiene sentido solamente porqué se sefiala que la observacién se efectua des- de la Tierra. Se puede decir que dos acontecimien- tos coinciden en el espacio sclamente cuando se sejia- lan los cuerpos respecto a los cuales se determina la situacion de estos acontecimientos. De tal manera, el concepto de la situacién en el espacio es también relativo. Cuando hablamos de la Situacién de los cuerpos en el espacio siempre supo- nemos la situacién de unos cuerpos respecto a otros. Si se exige que a la pregunta de: gddénde se encuen- tra un cuerpo concreto?, se conteste sin mencionar otres cuerpos, debe reconocerse que semejante pre- gunta esta privada de sentido. eCémo se mueve en realidad un cuerpo? De todo lo dicho anteriormente se deduce que «el desplazamiento de un cuerpo en el espacio» es tam- bién un concepto relative, Si decimos que un cuerpo se desplazd, esto significa simplemente que cambid su posicion con respecto a otros cuerpos. Si examinamos el movimiento de un cuerpo desde varios laboratorios que se desplazan unos respecto a los otros, este movimiento tendrd aspectos comple- tamente diferentes. 19 Un avion vuela. Desde éste se tira una piedra. La piedra cae en linea recta respecto al avidn, pero res- pecto a la Tierra esta piedra describiraé una curva denominada parabola. Pero gc6mo sé mueve la piedra en realidad? Esta pregunta tiene tan poco sentido como la pre gunta de: gdesde qué dangulo se ve la Luna en reali- dad? ¢Desde el angulo que se veria del Sol o desde el angulo que la vemos de la Tierra? La forma geomeétrica de la curva por la que se des- plaza el cuerpo tiene un cardcter tan relativa como la fotografia de un edificio. Igual que al fotografiar una casa por delante y por detras obtendremos fotos di- ferentes, al observar el movimiento de un cuerpo des- de diferentes laboratorios, obtendremas diferente cur- vas de su movimiento. ¢Somn eguivalentes o no tedos los puntos de observa- cidn? Si nuestro interés al observar el movimiento de un cuerpo s¢ limitase a estudiar la trayectoria (asi se 20 llama a la curva por la que se mueve el cuerpo), el problema de Ia eleccién del punto de observacién s¢ resolveria partiendo de las consideraciones sobre la comedidad y simpleza del cuadro a obtener. Un buen fotdgrafo, al elegir el sitio para fotogra- fiar, se preocupa ante todo de la belleza del futuro cuadro, de la composicién de éste. Pero al estudiar el desplazamiento de los cuerpos en el espacio nos interesa algo mds. Nosotros sélo que- remos conocer la trayectoria; también queremos pre- decir cudl sera la trayectoria por la que se moverd el cuerpo en condiciones concretas. Con otras pala- bras, queremos conocer las leyes que rigen el movi- miento y que obligan al cuerpo.a desplazarse asi y no de otra manera. Examinemos, desde este punto de vista, el proble- ma sobre la relatividad del movimiento y aclaremos que no todas las posiciones en el espacio son equi- valentes. Si pedimos al fotégrafo hacernos una fotografia para el pasaporte es natural que queramos ser foto- grafiados de cara y no de espaldas. Este deseo deter- mina el punto del espacio desde el que debe foto grafiarnos el fotdégrafo. Cualquier otra posicién la considerariamos no correspondiente a la condicién planteada. 2 iEl reposo ha sida encontrado! Las acciones externas influyen sobre el movimiento de los cuerpos. A estas acciones las llamamos fuer- zas. El estudio de Ja influencia de estas acciones pue- de permitirnos enfocar el problema del movimiento de una manera completamente nueva. Supongamos que disponemos de un cuerpo sobre el que no actia fuerza alguna. Este cuerpo, segun desde donde lo examinemos, se moverd de una for- ma mds o menos arbitraria. Sin embargo, debe re- conocerse que la posicién mds natural del observa- dor sera aquella desde Ja que el cuerpo parezca estar en reposo, Ahora podemos, por lo tanto, dar una definicidn del Teposo completamente nueva e independiente del des- plazamiento. del cuerpo dado respecto a otros cuer- pos. Esta es: el cuerpo sobre e] que no actia fuerza externa alguna s¢ encuentra en estado de reposo. EI labaratoria en reposo éCémo realizar el estado de reposo? gCudndo se puede estar seguro de que sobre un cuerpo no actia fuerza alguna? Para ello, evidentemente, es necesario alejar a nues- tro cuerpo de todos los demds que puedan actuar sobre él, Con semejantes cuerpos en reposo podemos crear, aunque sea en la imaginacién, un laboratorio com- pleto y hablar entonces de las propiedades de los mo- vimientos que se observan desde este laboratorio, que en lo sucesivo Hamaremos en reposo. Si las propiedades del movimiento en cualquier otro laboratorio se diferencian de las propiedades del mo- vimiento en el laboratorio en reposo, tendremos en- tonces el derecho completo de afirmar que el primer laboratorio se mueve, 22 a ¢Se mueve o no el tren? Una vez establecido que el movimiento en los labo- ratorios en movimiento transcurre de acuerdo a leyes diferentes de las del laboratorio en reposo, el con- cepto del movimiento parece haber perdido su car racter relativo, y en lo sucesivo, al hablar de movi- miento, debemos suponer solamente el movimiento de reposo relativo y llamarlo movimiento absoluto. Pero gobservaremos durante cualquier desplaza- miento del laboratorio desviaciones en éste de las leyes del movimiento de los cuerpos propias del la- boratorio en reposo o no? Sentémonos en un tren que marche con velocidad copstente bor una via recta. Comencemos a observar movimiento de los cuerpos en el vagén y a com- aie esto con lo que sucede en un tren inmévil. experiencia cotidiana nos sugi ‘ igiere que en seme- jante tren, que marcha rectilinea y uniformemente no notaremos ningunas desviaciones, ningunas dife. rencias del movimiento con el tren inmdvil. Cada uno sob que una pelotita tirada verticalmente hacia arri- a en un vag6n de un tren en marcha caerd de nuevo a nuestras manos y no describira, por el contrario, a curva Semejante a la mostrada en el dibujo de la pagina anterior. _ Si hacemos abstraccién del sacudimiento, el cual es mnenieable Bor razones técnicas, veremos que en el g6n moviendose uniformemente suced i que en el inmdvil. i. ee Otra cosa es que el vagén disminuya o acelere su movimiento. En el primer caso experimentaremos una ae face adelante y en el segundo hacia atrds, remos claramente la dife: i ae rencia respecto al re- ai el vagon, al moverse uniformemente, cambia la ireccién del movimiento también sentiremos lo si- guiente: en las curvas cerradas a la derecha seremos a4 ae empujados al lado izquierdo del vagon, y en las cur- vas a la izquierda seremos empujados a la derecha. Resumiendo estas observaciones llegamos a la si- guiente conclusién: mientras que cualquier laborato- rio se desplace rectilinea y uniformemente respecto al laboratorio en reposo, en él no sera posible des- cubrir desviaciones del comportamiento de los cuer- pos ¢n el laboratorio en reposo. Pero en cuanto la velocidad del laboratorio en movimiento cambie de magnitud (aceleracién y retardacién) o de direccidén (curva), se notara inmediatamente en e] comporta- miento de los cuerpos que se encuentran en él, El repose se ha perdido definitivamente La propiedad asombrosa del movimiento rectilineo y uniforme del laboratorio de no influir en la con- dueta de los cuerpos que en él se encuentran nos obliga a revisar el concepto de reposo. Resulta que el estado de reposo y el estado de movimiento recti- lineo y uniforme no difieren en nada uno del otro. E] laboratorio que se mueve rectilinea y uniforme- mente respecto al laboratorio em reposo, puede ser considerado también laboratorio en reposo. Esto sig- nifica que no existe un reposa absolute, sino una in- finidad de creposos» diversos. Existe una cantidad innumerable de laboratorios «en reposo» que se des- plazan, unos respecto a los otros, rectilinea y unifor- memente a diferentes velocidades, y no un solo labo- ratorio «en reposox, ¥ ya que el reposo resulta ser relativo y no absoluto, es menester indicar siempre respecte a cual de los innumerables laboratorios que se desplazan rectilinea y uniformemente observamos e] movimiento. Como se ve, no logramos convertir el concepto de movimiento en concepfo absoluto. Siempre queda abierta la pregunta: ¢respecto a qué «reposo» observamos ¢] movimiento? De esta manera Megamos a la ley m4s importante de la naturaleza, que generalmente se llama: Princi- pio de la Relatividad del Movimiento. 235 ee Esta ley dice: el movimiento de los cUeTpoOs en to- dos los laboratorios que se desplazan unos Tespecta a los otros de manera rectilinea y uniforme trans. curre de acuerdo a unas mismas leyes. fa ley de ja inercia Del principio de Ja relatividad del movimiento se deduce que: el cuerpo sobre el que no actiia ninguna fuerza puede encontrarse tanto en estado de Teposo como en estado de movimiento rectilineo y uniforme. En la fisica a semejante fendmeno se le llama: ley de la inercia. Sin embargo, esta ley parece estar oculta y no se manifiesta directamente, Seguin la ley de la inercia, el cuerpo que se encuentra en estado de movimiento rectilineo y uniforme debe proseguir su movimiento indefinidamente, mientras no acttién sobre él fuerzas externas. Sin embargo, sabemos Por nuestras obser- yaciones que los cuerpos a los que no se aplican fuer- Za3 s€ paran. La clave consiste en que sobre todos Ios cuerpos accionan fuerzas externas, las fuerzas del rozamiento. Y por esto no se cumple la condicién necesaria para poder observar la Jey de Ia inercia, es decir, la ausen- cia de fuerzas externas que actiden sobre el cuerpo. Pero mejorando las condiciones del experimento, dis- minuyendo las fuerzas de rozamiento, Ppodemos apro- ximarnos a las condiciones ideales imprescindibles Para poder observar la ley de la inercia, y demostrar de esta forma la justeza de esta Jey en los movi mientos que observamos en la vida cotidiana. El descubrimiento del principio de Ja relatividad es uno de los mas grandes. Sin él hubiese sido imposi- ble el desarrollo de la Ficisa. Y este descubrimiento sé lo debemos a Galileo Galilei, quien se pronuncié valientemente contra 1a teoria de Aristételes, reinante en aquel entonces y apoyada por la Iglesia catdlica, y de acuerdo a la cual el Movimiento es posible sola. mente si existe una fuerza, y sin ella debe interrum- Pirse inevitablemente. Galileo demostré con una se- 26 SEE eee rie de brillantes experimentos que la causa pore que se paran los cuerpos en movimiento, por ¢ oo trario, es la fuerza del rozamiento, y que si no 2 tiese esta fuerza, el cuerpo puesto uma vez en movi miento se moveria eternamente. (La velocidad es también relativa! incipio de la relatividad del movimiento se pence Ae ‘hablar del movimiento rectilineo 3 wt: me de un cuerpo con alguna velocidad sin indicar S laboratorio en respecto al cual se ha mice ete velocidad tiene tan poco sentido como hablar le se longitud geografica sin haber quedado Bee de acuerdo sobre el meridiano desde el que se efec [Saae resulta ser también un concepto rela- tive. Al determinar la velocidad de un meme: sues respecto a diferentes laboratorios en Tepos oe dremos resultados diferentes. Pero al mismo ue me Fae iar aati de veceton. Hens aeulldot eka: i cambio de direccién, 5 ieee denen del laboratorio desde el que obser- vernos el movimiento. CarfruLo TERCERO LA TRAGEDIA DE LA LUZ La luz no se bropaga instantdneamente Hasta aqu{ nos hemos convenci i i del principio de Ja relatividad cee existencia de una infinidad de laboratorios xen repo- so».En estos ultimos Jas leyes del movimiento de ioe cuerpos no se diferencian entre si. Sin embargo, exis- te un género de movimiento que a primera vista ¢on- tradice al principio antes establecido. Este movimien- to es la propagacion de la luz, La luz no se propaga instantaneamente, aun ie : tan s ité, aunque si ee velocidad enorme; 300,000 kilémetros por Es dificil ‘concebir tan colosal velocidad, ya que en Ja vida cotidiana nos encontramos con velocidades inconmensurablemente menores, Por ejemplo, inch 30 la velocidad del cohete césmico soviético aleanza solamente 12 kilémetros Por segundo, De todos Jos cuerpos con lag que estamos acostumbrados a tratar, ¢l mas veloz es Ja Tierra en su movimiento de trasla. cién alrededor del Sel. Pero incluso esta velocidad es solamente de 30 kilémetros por Sepundo, ¢Se puede cambiar la velocidad de la iter? Aunque la enorme velocidad con que S& propaga la luz es algo sorprendente, lo es mas atin el Bechara 28 Sa que esta velocidad se distinga por una severa uni- formidad. El movimiento de cualquier cuerpo siempre puede ser disminuido o acelerado artificialmente. Incluso el de una bala. Pongamos un cajén con arena en la trayectoria de una bala. Después de atravesar el ca- jon la bala perdera parte de su velocidad y prosegui- ras mas lentamente. Con la luz ocurre algo completamente diferente. La velocidad de la bala depende del tipo de fusil y de las propiedades de la pdlvora; en cambio, la velocidad de la luz es igual cualquiera que sea la fuente que la origine. Pongamos una placa de cristal en la trayectoria de Ja luz. Pasando por la placa la velocidad de la luz dis- Minura, puesto que en el cristal la velocidad es me- hor que en el vacio. Sin embargo, al salir de la placa Ja luz seguira propagandose de nuevo jcon la velo- cidad de 300.000 kilémetros por segundo! La propagacién de la luz en el vacio, a diferencia de todos los demas movimientos, posee la propiedad importantisima de no poder ser disminuida ni ace- lerada. Sean cualesquiera los cambios que sufra un rayo de luz en uma substancia, al volver al vacio se propaga con la velocidad anterior. La luz y el sonido En este aspecto la propagacidn de la Juz se parece a la propagacién del sonido, y no al movimiento de los cuerpos normales. El sonido es el movimiento os- cilatorio del ambiente en ¢l que se propaga. Por esto, su velocidad es determinada por las propiedades del ambiente y no por las propiedades del cuerpo sonan- te: la velocidad del sonido, como la de la luz, no puede ser disminuida mi aumentada incluso si se hace pasar el sonido a través de cualquier cuerpo. Si, por ejemplo, interponemos un tabique de metal en el camino de propagacién del sonido, después de haber cambiado su velocidad dentro del tabique, el 2p ai eee id sonido recobrard su velocidad anterior en cuanto vuel- va de nuevo al medio inicial, Coloquemos dentro de una campana de cristal una bombilla eléctrica y un timbre eléctrico y comence- mos a extraer el aire con una bomba de vacio. El sonido del timbre se debilitara hasta hacerse imper- ceptible, pero la bombilla seguird iluminando como antes. Este experimento demuestra que el sonido se pro paga solamente en ambiente substancial, mientras que la luz puede propagarse también en el vacio. En esto consiste la diferencia esencial entre ambos. El principio de ia relatividad dei movimiento parece sér quebrantado La colosal velocidad de la luz en el vacio, aunque no infinita, nos condujo a tener un conflicto con el principio de la relatividad del movimiento. Imaginémonos un tren que marcha a la enorme ve- Jocidad de 240.000 kilémetros por sezundo. Suponga- imos que nos encontramos én la cabeza del tren y que en la cola de éste se enciende una bombilla. Reflexio- nemos cudles pueden ser los resultados de la medi- cién del tiempo requerido por Ia luz para llegar desde un extremo del tren al otro extremo. iteposo absoluto? 30 PRs i Puede parecer que este tiempo se diferenciaréd del que se obtenga en un tren en reposo. En realidad, respecto al tren que marcha a la velocidad de 240.000 kilémetros por segundo, la luz deberia tener una velo- cidad de 300.000 — 240,000 =.60.000 kilémetros por se- gundo (en direccién dé] movimiento del tren). La luz parece alcanzar Ja pared delantera del vagdn de ca- beza del tren. $i colocamos la bombilla en la cabeza del tren y medimos cl tiempo requerido por la luz para-llegar hasta el ultimo vagdén, puede parecer_que Ja velocidad de ésta, en direccién contraria al movi- tniento del tren, sera de 240.000 +- 300.000 = 540.000 ki- * Jémetros por segunda. (La luz y el vagén de cola van al encuentro uno de otro.) Resulta ser que en el tren en marcha la luz deberia propagarse a diferentes velocidades en las dos dife- rentes direcciones, mientras que en el tren en repose esta velocidad deberia ser igual en ambas direcciones. En lo que se refiere a la bala, la cosa es completa- mente distinta. Si disparamos en direccién del movie . miento del tren o al encuentro de éste, la velocidad de Ja bala, respecto a-las paredes del tren, sera siem- pre la misma, ¢ igual a la velocidad de la bala en el tren inmévil. : El] asunto consiste en que la velocidad de la bala depende de la velocidad a la que se mueva el fusil. La velocidad de la luz, como ya dijimos, no cambia con los cambios de velocidad del desplazamiento de la bombilla. Nuestro razonamiento parece demostrar con eviden- cia que la propagacion de la luz se encuentra en brus- ca contradiccién con el principio de la relatividad del movimiento. Mientras que la bala, tanto en el tren en reposa como en el tren en movimiento, se mueve a una misma velocidad respecto a las paredes del va- gon, la luz en el tren que marcha a una velocidad de 240.000 kilametros por segundo deberia prepagarse, por lo visto, en una direccién a una velocidad cinco veces menor y en la otra a velocidad 1,3 veces mas rapida que en el tren en reposo. Parece que el estudio de la propagacidnm de la Juz 31 deberia crear la posibilidad para establecer la velo- cidad absoluta del movimiento del tren. Surge la esperanza: ¢se podra establecer el concep- to de repose absolute empleando el fenémeno de la propagacién de la luz, o no? E] laboratorio en el que la luz se propaga en todas direcciones a una misma velocidad de 300.000 kild- metros por segundo, puede ser llamado de reposo absoluto. En cualquier otro laboratorio que se mueva respecta al primero rectilfnea y uniformemente, la velocidad de la luz deberd ser diferente en diferentes direcciones. En este caso no existen ni la relatividad del movimiento, ni la relatividad de la velocidad, ni la relatividad del reposo establecidas anteriormente. «El éter mundiale ¢Como entender semejante situacién? En su tiem: po, empleando Ja analogla entre los fendmenos de la propagacién de la luz y del sonido, los fisicos intro- dujeron e] llamado «éters, en el que la nz se propa- gaba de Ja misma manera que el sonido en el aire. Se suponia entonces que todos los cuerpos, al mo- verse en el éter, no «atracrian» a éste consigo, como no «atraes al igual la red hecha de mimbre fino. Si nuestro tren ¢$ inmdvil respecto al éter, la luz se propagara a una misma velocidad en todas las di- recciones. El movimiento del tren respecto al éter revelard inmediatamente que Ia velocidad de propa- gacién de la luz sera diferente para las diferentes di- recciones, Sin embargo, la introduccién del éter-ambiente, las yibraciones del cual se manifiestan en forma de luz, provoca una serie de preguntas. En primer término, la propia hipdtesis tiene un cardcter artificial bastan- te acentuado, En efecto, las propicdades del aire pue- den ser estudiadas no sdlo al observar la propagacién. del sonido en él, sino también por®les mas diversos métodos ffsicos y quimicos de investigaciém. Entre tanto el éter, de una manera misteriosa, no partici- paba en la mayoria de los fenémenos. La densidad 32 y la presién del aire son accesibles a las mediciones poco precisas. Sin embargo, todas las tentativas de llegar a saber algo sobre la densidad y la presién del éter no condujeron absolutamente a nada. Se cred una situacién bastante absurda. Claro, cualquier fendmeno de la naturaleza puede sexplicarses introduciendo un liquide especial que posea las propiedades requeridas. Pero la teoria legi- tima de un fenémeno se diferencia del simple relato de los hechas conocides con palabras cientificas pre- cisamente en que de ésta se deduce muchisimo mas de lo que proporcionan los mismos hechos en los que se basa esta teoria. Por ejemplo, el concepto atomo penetré ampliamente en la ciencia vinculado a los problemas quimicos. Sin embargo, la nocién sobre los dtomos cred la posibilidad de explicar y predecir una infinidad del fenémenos no relacionados con la quimica. La idea sobre el éter puede ser comparada con la explicacién que daria un salvaje al funcionamiento del gramdfone, suponiendo que en el cajén misterio- 80 $@ encierra un «espiritu gramofénico» especial. Por supue¢sto, semejantes «explicacioness no expli- can absolutamente nada. Los fisicos, antes del éter, ya tenfan en este sentido una amarga experiencia: en su tiempo, el fenémeno de la combustion lo «explicaban» con las propiedades del liquido especial Hamado flogisto, y los fenémenos térmicos los explicaban con las propiedades de otro liquido Mamado calérico. Por cierto, ambos Nquidos, igual que el éter, se caracterizaban por una imper- ceptibilidad absoluta. Se crea una situacide dificil Pero lo mas importante es que el quebranto ocasio- nado por la luz del principio de la relatividad del mo- vimiento deberia conducir al quebrantamiento del principio de la relatividad del movimiento por todos los demas cuerpos. En efecto, cualquier ambiente presenta resistencia 33 al movimiento de los cuerpos. Y por lo tanta, el des- plazamiento de los cuerpos.en el éter deberia estar relacionado con el razonamiento. El movimiento de un cuerpo deberia ir disminuyendo hasta convertirse, por fin, en estado de reposo. Sin embargo, la Tierra ya hace muchos miles de millones de afios (de acuer- do con Ios datos geolégicos) que gira alrededor del Sol y no se notan indicios de que vaya frenandose por el rozamiento. De esta manera, habiendo querido explicar el com- portamiento extrafio de la luz en el tren en movi- miento con la existencia del éter entramos en un callején sin salida, El concepto del éter no elimina las contradicciones entre el quebranto del principio de la relatividad provocado por la luz y el cumpli- miente de este principio por todos los movimientos restantes. Z El experimento debe resolver 7Qué hacer con semejante contradiccién? Antes de exponer estos o aquellos pensamientos al respecto prestemos atencién a la siguiente circunstancia. La contradiccién entre la propagacién de la luz y el principio de la relatividad del movimiento fue de- ducida exclusivamente de los razonamientos. Es verdad, repetimos, que estos razomamicntos eran muy persuasivos. Pero limiténdonos solamente a ra- yonar nos pareceriamos a algunos filésofos antiguos que se esforzaban por obtener las leyes de la natu- yaleza de su propia cabeza. E inevitablemente surge ¢] peligro de que el mundo construido de tal mane- Ta; aunque tenga muchas buenas cualidades, sea muy poco parecido al mundo real. El juez supremo de cualquier teoria fisica es el experimento. Y por esto, sin limitarnos a razonar solamente sobre cémo debe propagarse Ia luz en un tren en marcha, debemos dirigirnos a los experimen- tos que nos mostraran como en realidad se propaga la uz en estas condiciones La realizacién de semejante experimento se facilita por el hecho de que nosotros mismos vivimos en un cuerpo que se mueve sin duda alguna. La Tierra, al moverse alrededor del Sol, no: realiza movimiento rectilineo alguno y, por lo tanto, no puede estar en reposo constante desde el punto de vista de cualquier laboratorio en reposo. Incluso si cogemos como puntto de partida un labo- ratorio respecte al cual en ¢l mes de enero la Tierra esté em reposo resultard que éste seguramente s¢ encontrard ya en movimiento en julio, puesta que la direccién del movimiento de la Tierra alrededor del Sol cambia. Por esto, al estudiar la propagacidén de la Juz en la Tierra, practicamente lo hacemos en un laboratorio mévil que ademds posee una velocidad bastante importante, en nuestras condiciones, de 30 kilémetros por segundo, (Se puede prescindir del mo- vimiento de rotacién de la Tierra que origina veloci- dades de hasta medio kilémetro por segundo.) Pero, puesto que el tren se desplaza rectilineamen- te y la Tierra, por el contrario, en circunferencia, égtenemos o no derecho a comparar el globo terrestre con el tren en marcha que citébamos anteriormente y que nos condujo a un callejdn sin salida? Si, tene- mos derecho, Es completamente permisible el consi- derar que, en la infima parte de segundo requerida por la luz para pasar a través de todos los instru- mentos del laboratorio, la Tierra se mueve rectilinea y uniformemente. El error que se comete al hacer esto es tan insignificante que no puede detectarse. Pero ya que comparamos el tren con la Tierra es natural que esperemos que en ¢sta, al igual que en nuestro tren, la luz se comporte con la misma extra- fieza: se propague a velocidades diferentes en direc- ciones tarmbién diferentes. El principio de la relatividad triunfa Semejante experimento fue afectuado en 1881 por Michelson, uno de los experimentadores més grandes del siglo pasado, que midié con gran exactitud la ve- locidad de la luz en diferentes direcciones respecto 35 ala Tierra. Para lograr percibir la esperada y peque- fia diferencia entre las velocidades, Michelson tuvo que hacer uso de la técnica experimental mds deli- cada y dar muestra de gran ingeniosidad. La preci- siém del experimento fue tan elevada que se hubiera podido revelar una diferencia mucho menor de la esperada, El experimento de Michelson, que desde entonces s¢ ha repetido reiteradamente en diferentes condicio- nes, condujo a un resultado completamente inespera- do. La propagacién de Ia luz en laboratorio movil resulté ser en realidad completamente diferente a la esperada por nuestros razonamientos. Precisamente Michelson descubrié que, en la Tierra en movimiento, la luz se propaga en todas direcciones a una veloci- dad completamente idéntica. En este sentido la pro pagacién de Ja luz transcurre de una forma idéntica al vuelo de ia bala, independientemente del movi- miento del laboratorio y a velocidad constante res- pecto a sus paredes en todas direcciones, De esta manera el experimento de Michelson de- mostré que el fenémeno de la propagacion de la luz, a pesar de nuestros razonamientos, no contradice el principio de Ja relatividad del movimiento y, por el contrario, esté completamente de acuerdo con ¢ste. Con otras palabras: nuestros razonamientos en las pdginas 3031 resultaron ser erréneos. Salir de las Mamas y caer en las brasas Asi es que el experimento nos liberé de la penosa contradiccién entre las leyes de la propagacién de la juz y el principio de la relatividad del movimiento. La contradiccién resulté ser aparente y debida, por Jo visto, a lo erréneo de nuestros razonamientos. Pero, gen qué estriba, sin embargo, este error? Durante casi un cuarto de siglo, desde 1881 has- ta 1905, los fisicos de todo ¢l mundo se romplan la cabeza con esta pregunta, pero todas las explicacio- nes conducian inevitablemente a nuevas contradiccio- nes entre La teoria y el experimento. Si la fuente del sonido y el observador se despla- zan en una jaula mévil hecha de mimbre, el observa- dor sentird un fuerte viento. Si se mide la velocidad del sonido respecto a la jaula, resultar4 ser que en direccién del movimiento esta velocidad es menor que en direccién opuesta. Sin embargo, si instalammos la fuente del sonido en un vagén con las puertas y ven- tanas cerradas, y medimos la velocidad del sonido en él, veremos que ésta es igual en todas direcciones, puesto que, el aire se «atrae» junto con el vagén. Pasando del sonido a la luz, se podria hacer la si- Quiente suposicién para explicar los resultados del experimento de Michelson: la Tierra, al desplazarse en el espacio, no deja inmévil al éter cuando pasa a través de él, como sucederia con la jaula de mim- bre. Al contrario, supongamos que la Tierra arras- tra consigo al éter y forma en su movimiento un todo. con él. Entonces, el resultado del experimento de Michelson seria absolutamentc comprensible. Pero esta suposicién esta en brusca contradiccion con una numerosa cantidad de otros experimentos, por ejemplo, con la propagacién de Ja luz en un tubo por el que corre agua. Si la suposicién sobre el arras- tre del éter fuese correcta, entonees, al medir la ve- locidad de la luz en Ia direccién en que corre el agua, obtendriamos una velocidad igual a la suma de la velocidad de la luz en el agua tranquila mas la velo- cidad del agua corriente. Sin embargo, la medicién directa da una velocidad inferior a la que se deduce de este razonamiento. Nosotros ya hablamos de la situacién sumamente extrana en la que los cuerpos que atraviesan el éter no experimentan rozamiento considerable. Pero si no sélo atraviesan ¢] éter, sino que ademds lo arrastran consigo, el rozamiento, lagicamente, debe ser grande. Como se ve, todas las tentativas para eludir la con- tradiccién creada por los inesperados resultados del experimento de Michelson resultaron infructuosas. Resumamos: El experimento de Michelson confirma el principio de la relatividad, tanto para el movimiento de los 37 cuerpos normales como para el fendmeno de propa- gacion de la luz, es decir, para todos los fenémenos de la naturaleza. Como vimos anteriormente, del principio de Ja rela- tividad del movimiento se deduce la relatividad de las velocidades: los valores de la velocidad deben ser diferentes para diferentes laboratorios que se despla- zan unos respecto a otros. Pero, por otra parte, la velocidad de la loz de 300.000 kilémetros por segundo es idéntica en diferentes laboratorios, Por consiguien- te, esta velocidad no es relativa, sino absoluta. 38 CarfTULo cUARTO EL TIEMPO RESULTA SER RELATIVO ¢Bxiste en realidad contradiccién 0 no existe? A primera vista puede parecer que se trata de una contradiccién Idgica, La constancia de la velocidad de la luz en direcciones diferentes confirma el principio de la relatividad y, al mismo tiempo, la velocidad de la luz es absoluta. Recordemos, sin embargo, la actitud del hombre de la Edad Media ante la realidad de la esfericidad de la Tierra: para aquél, la forma esférica de la Tierra estaba en brusca contradiccidén con la existencia de Ja fuerza de la gravedad, ya que todos los cuerpos deberian rodar de la Tierra hacia «abajo», Y, a pe- sar de esto, nosotros sabermos con certeza que aqui no existe ninguna contradiccién ldgica. Simplemente los conceptos de arriba y abajo son relativos, y no absolutos, La misma situacién tiene lugar en la cuestién sobre la propagacién de Ja Juz. Seria vano buscar la contradiccién légica entre el principio de la relatividad del movimiento y lo abso- luto de la velocidad de la luz. La contradiccién se‘ manifiesta aqui solamente porque, desapercibidamen- te para nosotros, introducimos otras suposiciones al igual que los hombres de la Edad Media, al negar Ia esfericidad de la Tierra, suponian absolutos los con- 9 ceptos de arriba y abajo, Esta conviccién en lo abso- lute del arriba y del abajo, tan ridicuia para nosotros, surgié como resultado de su experiencia limitada: en aquel entonces los hombres viajaban poco y conocian solamente algunos sectores pequefios de la superficie terrestre. Por lo visto, algo semejante nos ocurrié y, por lo limitada que es nuestra experiencia, tomamos algo relativo: por absolute. Pero, ¢qué precisamente? Para poder descubrir nuestro error en lo sucesivo nos basaremos solamente en las posiciones estable- cidas por el experimento. Nos sentarmos en el tren Imaginémonos un tren de 5.400.000 kildmetros de longitud que marcha rectilinea y uniformemente a una velocidad de 240.000 kilémetros por segundo. _ Supongamos que en algin momento en el centro del tren se enciende una bombilla. En el primero y Ullimo vagones van instaladas unas puertas automa- ticas que se abriran en el momento en que la luz incida sobre ellas. ¢Qué vera la gente que va en el tren y qué vera la gente que se encuentra en el andén? Para contestar a esta pregunta, como conveni- mos, nos sujetaremos solamente a factores ex- perimentales, La gente que va sen- tada en los vagones del centro del tren vera lo siguiente. Ya que de acuerdo al experimento de Michelson, la luz se propaga respecto al tren a igual velocidad en- todas Jas direccio- hes, es decir, a 300.000 kilémetros por segundo, pa- sados nueve segundos (2.700.000 : 300.000), la luz alcan- zaré simulténeamente al primero y Ultimo vagones y ambas puertas se abririn a un mismo tiempo. éQué es lo que vera la gente en el andén? ‘Respecto - a este andén la luz también se propaga a una velo cidad de 300.000 kilémetros por segundo. Pero el dl- timo vagén marcha al encuentro“del rayo de luz, Por esto la luz'se encontrara con el ultimo vagén 7 2.700.000 ——_——————— = 5 segundos. El rayo de 300,000 + 240.000 ; luz, por el contrario, debe alcanzar al vagén delantera y, por tanto, se encontrard con éste solamente trans- 2.700.000 dentro de curridos — 300,000 — 240.000 Asi es que la gente del andén le parecerd que las puertas del tren no se abren simult4neamente. Primero se abrira Ja puerta de atrd4s y solamente pa- ~= 45 segundos. sados 45—5=40 segundos se abrird la puerta de delante (1). De esta manera, dos acontecimientos completa- . mente similares, la apertura de, las puertas de delan- te y de atras, resultaron ser simultdneos para la gen- te del tren y estar separados por un intervalo de 40 segundos para la gente del andén. Fl «sentido comin» queda en ridiculo ¢Habra contradiccién en este o no? gNo sera este hecho un absurdo completo parecido a Io de: cla longitud del cocodrilo desde la cola hasta la cabeza es de dos metros, y desde la cabeza hasta la cola es de un metros? Pensemos por qué el resultado obtenido parece tan absurde a pesar de encontrarse en completa confor- midad con los datos experimentales, (1) Mas adelante se ampliaran estos razonamientos. 41 Pero por mucho que pensemos no lograremos er contrar una contradiccién légica en que dos fendme- nos que transcurren simultaneamente para la gente del tren resultan para la gente del andén estar se- parados por un intervalo de 40 segundos. Lo unico que podemos decir para consolarnos es que nuestras deducciones estan en contradiccién con «el sentido comin», jPero recordemos cémo el «sentido comin’ del hombre del medievo se resistia a la realidad del mo- vimiento de traslacién de la Tierra alrededor del Sal! Es que, en realidad, toda la experiencia cotidia- na indicaba al hombre de la Edad Media, con segu- ridad indiscutible, que la Tierra estaba parada y que era el Sol el que se movia alrededor de dsta. ¢¥ acaso no es al «sentido comune al que los hombres deben Ia ridicula afirmacién, sobre la imposibilidad de que la forma de la Tierra sea esférica? El choque entre el asentido comtm» y los ite hechos reales se ridicu- i liza en la conocida anéc- pe dota sabre el granjero Gs que al ver a la jirafa Ve en el parque zoolégico vs exclamdé: «jEsto no pue- de serl> El Hamado sentido co- mun no es nada mas que la simple generali- zacién de nuestras ideas y costumbres formadas en la vida cotidiana, Es un nivel determinado de la comprension que re- fleja el nivel del expe- rimento. Toda la dificultad de entender ¥ comprender que en cl andén no parecen ser simultineos dos aconte- cimientos que transcurren simult4neamente en el tren es semejante a la dificultad del granjero que 42 quedé perplejo ante el aspecto de la jirafa. Lo mis- mo que el granjero no habia visto nunca antes a ese tipo de animal, nosotros jamés nos movimos a ninguna velocidad que incluso se aproxime a la fantdstica velocidad de 240.000 kilametros por segun- do. Y no es nada sorprendente que cuando los fisicos sé encuentran con velocidades tan fabulosas obser- ven hechos muy diferentes a los que estamos acos- tumbrados en la vida cotidiana. El inesperado resultado del experimento de Mi- chelson, que situéd a los fisicos ante estos nuevos hechos, oblig6 a revisar, incliso a pesar del «sen- tido comin», conceptos al parecer tan evidentes y habituales como la simultaneidad de dos aconteci- mientos. Claro esté que permaneciendo en el terreno del «sentida comin» se podria negar la existencia de los nuevos fenédmenos, pero actuando de tal manera nos asemejariamos al granjero de la anécdota. El tiempo tiene la misma suerte del espacio La ciencia no tiene miedo de chocar con él lama- do sentido comin. Lo unico que la atemoriza es la discrepancia de los conceptos existentes con los da- tos nuevos del experimento, y si esta discrepancia tiene lugar, la cien¢tia rompe despiadadamente los conceptos formados, elevando asi nuestros conoci- mientos a un grado superior. Nosotros creiamos que dos acontecimientos sinul- taneos Jo seguirian siendo en cualquier laboratorio. El experimento nos condujo a otra deduccidn. Que- dé claro que esto es justo, solamente en caso de que los laboratorios estén en reposo uno respecta al otro. Si, por el contrario, ambos laboratorios se mueven uno respecto al otro, los acontecimientos que son simultdneos en uno de ellos deben ser reconoci- dos no simultdneos en el otro. El concepto de simul taneo se convierte en concepto relativo, y solamente tiene sentido al indicar cimo se mueve el laboratorio donde se observan estos acontecimientos. 43 Recordemos el ejemplo de Ia relatividad de las magnitudes angulares sobre el que hablamos en la pagina 14. ¢Qué ocurre alli? Supongamos que la dis- tancia angular entre dos estrellas, al observarlas des- de la Tierra, resulte igual a cero por encontrarse ambas en una linea recta comin. En nuestra vida cotidiana jamds tendremos contradiccién alguna cre- yendo que esta afirmacién es absoluta. Es diferente si se abandonan Jos limites del sistema solar y se ob- servan estas mismas estrellas desde cualquier otro punto del espacio, La dimensién angular en este caso resultard diferente de cero, El hecho tan evidente para el hombre contempo- raneo de que dos estrellas que coinciden al ser ob- servadas desde la Tierra, pueden no coincidir al ob- servarlas desde otros puntos del espacio, le pareceria absurdo al hombre de la Edada Media, que se imagi- naba al cielo como una cipula cubierta de estrellas. Supongamos que se nos Prégunta: ¢Pero en rea- didad, abstrayéndonos de toda clase de laboratorios, son simullaneos ambos acontecimientos o no? Por desgracia, esta pregunta no tiene mds sentido que la siguiente: ¢Pero en realidad, abstrayéndonos de los puntos desde los que se efectia la observacion, sé encuentran o no las estrellas en una misma linea recta? La cosa est4 en que al igual que el problema de las estrellas que se encuentran o no en una mis- ma linea recta, va ligado no sdélo a la situacién de las estrellas, sino también al punto desde el que és- tas se observan, la simultaneidad va vinculada no sdlo a los dos acontecimientos, sinc también al la- boratorio desde el que se efectiia la observacién de estos acontecimientos, Mientras tuvimos que ver con velocidades peque- fias, en comparacién con la velocidad de la Juz, no pudimos descubrir la relatividad del concepto simul- taneidad. Y, solamente, al estudiar movimientos de velocidades comparables con la de la luz nos vimos obligados a revisar el concepto simultaneidad. De manera andloga los hombres se vieron obliga- dos a revisar los conceptos de arriba ¥ abajo, cuan- 44 do comenzaron a viajar a distancias comparables con las dimensiones de la Tierra. Hasta entonces la nocién que se tenia sobre la Tierra plana, claro esta, no podia conducir a ninguna contradiccién con el ex- perimento. Es verdad que nosotros no tenemos posibilidades de desplazarnos a velocidades prdéximas a la de la juz y observar con nuestra propia experiencia los hechos paradéjicos, desde el punto de vista de las viejas nociones, a los que acabamos de referirnos. Pero, gracias a la técnica experimental contemporé- nea, podemos detectar estes hechos con autenticidad completa en una serie de fendémenos fisicos. jAl tiempo le tocé la misma suerte que al espa- cio! Las palabras «a un mismo tiempo» resultaron tener tan poco significado como «en un mismo sitio», El intervalo entre dos acontecimientos, igual que la distancia espacial entre ellos, exige que se indique el laboratorio respecto al cual se hace esta afirmacién. La ciencia triunfa El descubrimiento del hecho de la relatividad del ‘tiempo significa de por si una revolucién profunda en las opiniones del hombre respecte a la naturale- za. Esta es una de las victorias mds grandes del pen- samiento humano sobre la rutina de las ideas for- madas durante siglos, y solamente puede ser com- parada con Ja revolucién en las nociones humanas, relacionada con el descubrimientos de Ja esfericidad de la Tierra. El descubrimiento de la relatividad del tiempo fue hecho en 15, por el fisico més grande del siglo xx, Albert Einstein (1880-1955). Este descubrimiento situé al joven, de veinticinco afos, Albert Einstein en las filas de los titanes del pensamiento humano. Se si- tud, junte a Copérnico y Newton, como trazador de nuevos caminos en la cicncia. V. I. Lenin llamé a Albert Einstein uno de los «grandes transformadores de la ciencia natural». 45 La ciencia sobre la relatividad del tiempo y las con- secuencias que de ésta se deducen, generalmente, se llama Teoria de la Relatividad. Esta no debe con- fundirse con el Principio de la Relatividad del Mo- vimiento. La velocidad tiene limite Antes de la segunda guerra mundial los aviones volaban a velocidades inferiores a la del sonido, y, en cambio, ahora ya se construyen aviones «super- sénicoss, Las ondas de radio se propagan a la velo cidad de la luz, Pero gno seria posible plantearse el problema de crear un telégrafo «superluminoso» para poder transmitir setiales a velocidad superior a Ia de Ja luz? Esto resulta ser imposible. s Indudablemente, si se pudiese efectuar la transmi- sidén de sefiales a velocidad infinita, entonces ten- driamos la posibilidad de establecer de manera equi- valente la simultancidad de dos acontecimientos. Si la sefial de velocidad ilimitada sobre el primer acon- tecimiento Ilegase simultaneamente con la sefial del segundo acontecimiento, entonces diriamos que es- tos dos acontecimientos transcurrieron simultanea- mente. De esta forma Ja simultancidad obtendria un earicter absoluto, independiente del movimiento del lJaboratorio respecto al cual se hace esta afirmacién. Pero come lo absoluto del tiempo se refuta con el experimento, Ilegamos a la conclusién de que la trans- misién de sefiales no puede ser instanténea. La velo- cidad de transmisién de sefiales de un punto del espacio a Otro no puede ser infinita, o con otras pas labras, no puede superar la magnitud limite denomi- nada velocidad maxima. Esta velocidad mdxima coincide con la velocidad de Ja luz. En verdad, de acuerdo con el principio de la rela- tividad del movimiento, las leyes de la naturaleza en todos los laboratorios que se muevan unos res- pecto a los otros rectilinea y uniformemente deben ser iguales. La afirmacién de que ninguna velocidad 4% ee puede superar el limite establecido es también una ley de la naturaleza, y, por lo tanto, la magnitud de la velocidad maxima debe ser absolutamente igual en los diferentes laboratorios. La velocidad de Ia luz, como sabemos; se caracteriza por estas mismas pro- Ppiedades. De esta manera, la velocidad de la luz no es sim- plemente_la velocidad de propagacién de un fend- meno de Ja naturaleza. Esta velocidad, al mismo tiempo, juega el importantisimo papel de velocidad maxima, El descubrimiento de la existencia en el mundo de la velocidad maxima es uno de los triunfos mas gran- des del pensamiento humano y de las posibilidades experimentales del hombre. El fisico del siglo pasado no podia Megar a pen- sar que en el mundo existiera la velocidad maxima ¥ que el hecho de su existencia-pudiera ser demos- trado. Es mas, si-incluso en sus experimentos hu- biese chocado con la existencia en la naturaleza de la velocidad mdxima, este fisico no podria estar se gure de que ¢s una ley de la naturaleza, y no la consecuencia de lo limitado de las posibilidades ex- perimentales, lo cual puede ser ecliminado en el pro- ceso del desarrollo ulterior de la técnica. El principio de la relatividad demuestra que la existencia de la velcoidad maxima se deriva de Ia naturaleza misma de las cosas. Esperar que el pro- ereso de la técnica cree la posibilidad de alcanzar velocidades que superen Ja velocidad de Ia luz es tan ridiculo como suponer que la ausencia en la super- ficie terrestre de pumtos que estén separados por distancias mayores de 20.000 kilémetros no es una ley geografica, sino lo limitado de nuestros conoci- mientos, y tener esperanzas de que a medida que se desarrolle la geografia lograremos encontrar dos puntos en la Tierra que estén atin mds separados. La velocidad de la luz juega un papel tan extraor- . dinario en la naturaleza por ser la velocidad maxima de propagacién de todo lo que sea. La luz adelanta’ 47 a cualquier otro fendmeno o bien Mega conjuntamen- te con éste. Si el Sol se partiera en dos partes y formara una estrella doble, esté claro que también cambiaria el movimiento de la Tierra. El fisico del siglo pasado, que ignoraba la existen- cia en la naturaleza de la velocidad mdxima, indu- dablemente supondria que el cambio del movimien- to de la Tierra ocurriria inmediatamente después de partirse el Sol, Y, sin embargo, la luz necesitarta ocho minutos para llegar desde el Sol partido hasta la Tierra. No obstante, el cambio en el movimiento de la Tierra en realidad comenzaria también solamente transcurridos ocho minutos después de haberse par- tide el Sol, y hasta este momento la Tierra se mo- veria como si éste no se hubiese partido. Y, en ge- neral, ningun acontecimiento que le ocurra al Sol, o en el Sol, ejerceré influencia alguna sobre la Tie- ra ni sobre el movimiento de ¢sla, hasta haber ex- pirado los ocho minutos, Clare esta que la velocidad final de propagacién de la sefial no nos priva de la posibilidad de esta- blecer la-simultaneidad de dos acontecimientos. Para ello solamente debe tenerse en cuenta, como gene- ralmente s¢ hace, el tiempo en que se retarda la sefial. Sin embargo, semejante procedimiento para esta- blecer la simultaneidad es ya completamente compa- tible con Ja relatividad de este concepta. En realidad, para calcular el tiempo de retraso debemos dividir las distancias entre los puntos en los que ocurrieron los acontecimientos por la velocidad de propagacién de Ja sefial. Por otra parte, al analizar el problema del envio de las cartas desde el rapido Mosci-Vladi- vostok vimos que jel mismo sitio en el espacio es un concepto también muy relativo! Antes yp ‘después Supongamos que en nuestro tren, con la bombilla que se enciende, y que en lo sucesivo Mamaremos tren de Einstein, se ha estropeado el mecanismo de las puertas automdticas y la gente del tren nota que la puerta de delante se abre 15 segundos antes que la de atrds. La gente en el andén de la estacion verd que, al contrario, la puerta de atraés se abre 40— 15 = 25 segundos antes. De tal manera, aquello que para un laboratorio resulta ocurrir antes, para otro laboratorio puede ocurrir después. Sin embargo, inmediatamente surge la idea de que semejante relatividad de los conceptos «antes» ¥ «después» debe tener sus limites. Asi, por ejemplo, no es admisible (desde el punto de vista de cual- quier laboratorio) que un. nific nazca antes que su madre. En el Sol se formdé una mancha. Al cabo de ocho minutos esta mancha la vio el astrénomo que obser- vaba el Sol con un telescopic. Todo lo que haga el astrénomeo después de esto serd absolutamente des- pués de haber aparecido la mancha (después, desde el punto de vista de cualquier laboratorio desde el que se observan la mancha del Sol y al astrénomo). Por el contrario, todo lo que ocurrié con el astréno- mo ocho minutos antes del surgimiento de la man- cha (de tal forma que la sefial de luz sobre este acontecimiento Megase al Sol antes de que apare- ciese la mancha) ocurrié absolutamente antes. Si el astrénomo, por ejemplo, se puso las gafas en el momento comprendido entre estos dos limites, ja correlacién temporal entre la aparicién de la man- cha y el ponerse las gafas el astrénomo ya no ser absoluta. Nosotros podemos movernos respecto al astréno- mo y a la mancha de tal forma que, en dependencia de la velocidad y direccién de nuestro movimiento, veamos al astrénomo poniéndose las gafas antes, des- puds o al mismo tiempo que aparece la mancha. 49 _De tal manera el principio de la relatividad de- muestra que las relaciones temporales entre los acon- tecimientos pueden ser de tres tipos: absolutamente antes, absolutamente después y «ni antes ni despuéss, mejor dicho, antes o después, Seguin cual sea el laboratorio desde el cual se ohservan estos aconteci mientos. CAPITULO OUINTO LOS RELOJES Y LAS LINEAS ESTAN CAPRICHOSOS De nuevo nos sentamos en el tren Ante nosotros un ferrocarril muy largo, por el que marcha el tren de Einstein. La distancia entre dos es- taciones es de 864,000,000 de kilémetros. A velocidad de 240.000 kilémetros por segundo el tren de Einstein necesitara una hora para recorrer esta distancia. En ambas estaciones hay relojes. En la primera es- tacién se sienta en un vagén un pasajero que antes de salir el tren comprueba su reloj con el de la esta- cién. Al llegar a la otra estacién el pasajero vera con asombro que su reloj se retrasé. En la relojeria ase- guran al pasajero que su reloj est4 en perfecto estado. 51 eQué es lo que pasa? Para analizar esto, supongamos que el pasajero en- via con una linterna que esta puesta en el suelo del tren un rayo de luz al techo de éste. En el techo del tren hay un espejo en el que el rayo de luz sé refleja hacia la bombilla de la linterna. El camino del Tayo, tal como lo ve el pasajero en el vagon, se muestra en la parte superior del dibujo de esta pagina. Para el observader que se encuentra en la estacién este ca- mino es completamente diferente, En el tiempo que tarda el rayo de luz en recorrer el camino desde la bombilla hasta el espejo, este ultimo, debido al mo- vimiento del tren, se desplazard. Mientras el rayo de luz retorna, la bombilla se desplazard todavia mds en otro tanto. Como vemos, para los observadores del andén la luz evidentemente recorrié una distancia mayor que para los observadores del tren, Por otra Parte, nosotros sa- bemios que la velocidad de la luz es velocidad absolu- ta, y es igual tanto para aquellos que viajan en el 52 tren como para aquellos que se encuentran en el an- dén. Este hecho nos obliga a sacar una conclusidn: jentre el envio y el regreso del rayo de luz, en el an- dén transcurrié mas tiempo que en el tren! No es. dificil calcular la relacién de los tiempos. Supongamos que el observador del andén establecié que entre el envio y el regreso del rayo de luz trans- currieron 10 segundos. Durante estos 10 segundos la luz recorrid una distancia de 300.000 x 10 = 3.000.000 de kilémetros. De aqui se deduce que cada uno de los lados AB y BC del tridmgulo isdsceles ABC es de 1.500.000 kilémetros. E] lado AC es igual, por lo vis- to, al camino recorrido por el tren en 10 segundos, es decir, 240.000 x 2.400.000 kilémetros. Ahora es facil determinar la altura del vagén, que sera la altura BD del tridngulo ABC. En el tridngulo rectdngulo, ¢l cuadrado de la hipo- tenusa (AB) es igual a Ja suma de los cuadrados de los catetos (AD y BD), De la igualdad: AB*=AD’+BDP se deduce que la altura del vagén BD= |/AB*— AD*= }! 1.500.000? — 1.200.000 = 900.000 kilémetros. La altura €§ sumamente grande, lo que, por cierto, no es extra- fiable por las dimensiones astronémicas del tren de Einstein, El camino recorrido por el rayo de luz desde el sue- lo del vagén hasta el techo de éste, y en direccién contraria, desde el punto de vista del pasajero, es igual, por lo visto, a la altura duplicada, es decir, a 2 x 900.000 = 1.800.000 kilémetros. Para recorrer este 1.800.000 camino la luz requiere = 6 segundos, 300.000 El reloj se atrasa sistemdticamente Pues si, mientras que en el andén transcurrieron 10 segundos, en el tren transcurrieron solamente seis. Es decir, si respecto a la hora de Ja estacién el tren Tlegé una hora después de haber salido, respecto al 53 reloj del pasajero pasaron solamente 60 x — = 36 mi- 10 nutos. Con otras palabras, el reloj del pasajero se re- tras6 durante el transcurso de una hora en 24 minu- tos respecto al reloj del andén. No es dificil darse cuenta de que el retraso del reloj ser tanto mas considerable cuanto mayor sea la ve- locidad del tren. En efecto, cuanto mds préaima sea la velocidad del tren a la de la luz, tanto mas cerea de la hipotenusa AB, que representa el camino recorrido por la luz, es- tara el cateto AD, que representa el camino recorrido por el tren durante un mismo tiempo. Conforme a esto, la relacién entre el cateto BD y la hipotenusa disminuye. Pero esta relacién es precisamente la rela- cién existente entre el tiempo en el tren y en la esta- cién. Aproximando la velocidad del tren a la de la juz podemos lJograr que en una hora del tiempo de la estacion transcurra en el tren un intervalo de tiempo tan pequefio como se quiera. Asi, por ejemplo, cuan- do la velocidad del tren sea igual a 0,9999 de la velo- 4 cidad de la luz, en una hora de! tiempo de la estacién el tiempo transcurrido en el tren sera solamente de jun minuto! Asf, cualquier reloj en movimiento se atrasa_respec- to a los relojes en reposo. ¢No contradice este resul- tado al principio de la relatividad del movimiento del cual partimos? {No significa esto que aquellos relojes que andan mas rapidarnente que todos los demas son los que se encuentran en reposo absolute? No, porque la comparacién del reloj del tren con los relojes de Jas estaciones se efectué en condicic- nes completamente: inequivalentes. jEs que habia tres relojes en lugar de dos! El pasajero comparaba su reloj con dos relojes diferentes en estaciones dife- rentes. ¥, por el contrario, si en el vagon delantero y en el de atras se colgasen relojes, el observador de una de Jas estaciones, al comparar las indicaciones del reloj de la estacién con las de los relojes en Jas ventanas del tren que pasaban raépidamente ante él, observaria que el reloj de la estacién retrasaba sis- tematicamente. En este caso, al desplazarse el tren rectilinea y uni- formemente respecto a la estacién, tenemos derecho a considerar el tren como inmévil y la estacién como si estuviera en movimiento. Las leyes de la naturaleza en ambos deben ser idénticas. Cualquier observador, inmévil respecto a su reloj, yerA que se adelantan los relojes que se desplazan con respecto a él, y que esta aceleracién es mayor a medida que aumenta la velocidad con Ja que se mueven, Esta situaciém es andloga a aquella en la que cada uno de los dos observadores que se encuentran junto a los postes de telégrafos afirmaria que su poste se ve bajo un dngulo superior al Angulo desde el que s¢ ve el poste del otro. 55 st ibe: La mdquina det tiempo Figurémonos ahora que el tren de Einstein corre Por una linea de circunvalacién de ferrocarril, y que pasado un tiempa determinado regresa a la estacién de salida. Como ya establecimos, el pasajero observa- ra que su reloj se retrasa, y que este retraso es mayor cuanto mayor sea la velocidad del movimiento del tren. Aumentando la velocidad del tren de Einstein en la linea de circunvalacién del ferrocarril se puede alcanzar una situacién tal en la que mientras que para el pasajero transcurrid solamente un dia, para el jefe de la estacién transcurrieron muchos ajios. Al regre- sar pasado un d{a (jpor su reloj!) a su casa de la es- tacién de la linea de circunvalacién del ferrocarril de Ja que parti6 nuestro pasajera se enterard de que to- dos sus parientes y conocides se murieron hace mu- cho tiempo. A diferencia de Ia excursién entre dos estaciones, en la que el pasajero comprueba su reloj por relojes diferentes, aqui, en el itinerario de circunvalacién, se comparan ya solamente las indicaciones de dos relo- jes y no de tres: del reloj del tren y del reloj de la estacién de salida. éNo habra en esto contradicciém con el principio - de la relatividad? ¢Se puede considerar que el pasa- jero se encuentra en reposo y que la estacién de sali- da se desplaza por la circunferencia a la velocidad del tren de Einstein, o no? Entonces llegariamos a la con- clusién de que mientras que para los hombres de la estacién tramscurre un dia, para los pasajeros del tren. transcurriran muchos afios. Semejante razona- miento seria, sin embargo, injusto por lo siguiente: En su tiempo aclaramos que se puede considerar cuerpo en reposo solamente aquel cuerpo sobre el que no actiian fuerzas algunas. Es verdad que no existe um solo «reposos, sino una infinidad de ellos, ¥ que dos cuerpos en reposo pueden desplazarse uno respecto al otro, como ya sabemos, rectilinea y uni- formemente. Pero sobre-el reloj del tren de Einstein que corre por el ferrocarril de circunvalacién actia 56 a Ciencia cierta la fuerza centrifuga, y por lo tanto, en ningun caso se le puede creer estar en reposo. En este caso, la diferencia entre las indicaciones del reloj en reposo de Ja estacién y del reloj del tren de Einstein es absoluta. Si dos hombres, con relojes que marquen un mismo tiempo, se separan y pasado cierto tiempo se vuelven a encontrar de nuevo, el reloj de aquel que reposaba o se movia rectilinea y uniformemente marcaré mas tiempo, es decir, marcard mas tiempo aquel reloj so- bre el que no actian fuerzas algunas. EI viaje por el ferrocarril de circunvalacién a velo- cidad préxima a la de la luz nos crea la posibilidad por principio, aunque en grado limitado, de verificar la «maquina del tiempo» de Wells: al Hegar de nuevo ala estacién de partida descubriremos que nos encon- tramos en el futuro. Es verdad que en esta maquina del tiempo podemos partir para el futuro, pero esta- mos privados de Ja posibilidad de regresar al pasado. ¥ en esto estriba su gran diferencia de la maquina del tiempo del Wells. Es en vano, incluso, tener esperanzas de que el des- arrolla sucesivo de la ciencia mos permitira viajar al pasado. De lo contrario, tendriamos que reconocer po- sibles las situaciones mas absurdas. En efecto, via- jando al pasado podriamos encontrarnos en Ia situa- cién absurda del hombre los padres del cual todavia no habian aparecido en la Tierra. Por el contrario, el viaje al futuro encierra en si solamente contradiccio- mes aparentes. Excursion a una estrella En el cielo hay estrellas situadas a tales distancias de nosotros, por ejemplo, que el rayo de luz las re- corre en cuarenta afios. Como ya sabemos que el mo- vimiento a velocidad superior a la luz es imposible, seria permisible legar a la conclusién de que no se puede alcanzar esta estrella en un intervalo de tiempo inferior a cuarenta afios. Semejante razonamiento, sin 57 embargo, es incorrecto, ya que no tiene en cuenta el cambio del tiempo relacionado con el movimiento, Supongamos que volamos hacia la estrella en el eo- hete de Einstein a la velocidad de 240.000 kilametros por segundo. Para los habitantes de la Tierra alcanza- 300.000 x 40 riamos la estrella transcurridos —————— = 50 afies. 240.000 Para nosotros, que volamos en el cohete de Einstein, este tiempo se reduciria, a la velocidad de vuelo men- cionada, en la relacién 10:6. Por consiguiente, nos- otros alcanzaremos la estrella no dentro de cincuenta aiios, sino dentro de — x 30 = 30 afios. 10 Aumentando la velocidad del cohete de Einstein y aproximandola a la de la luz se puede reducir el tiem- po necesario para Negar hasta tan lejana estrella en cuanto se quiera. Teéricamente, en un vuelo suficien- temente veloz se podria alcanzar la estrella y regre- sar de nuevo a la Tierra, si se quiere, jen un minuto! En la Tierra, sin embargo, habrian transcurrido de todas maneras ochenta afios. 58 a Puede parecer que con esto se abren posibilidades de prolongar la vida humana. Aunque solamente des- de el punto de vista de otros seres, pues el hombre envejece de acuerdo con «su» tiempo. Sin embargo, por desgracia, al examinarlas mas de cerca estas pers- pectivas resultan ser mas que efimeras. Comencemos porque el organismo humano no esta adaptado para permanecer en condiciones de acelera- cién prolongada que supere sensiblemente la acelera- cién terrestre de la fuerza de gravedad. Por eso, para tomar carrera hasta la velocidad aproximada a la de "Ja luz, se requiere un tiempo muy prolongado. Los cdlculos demuestran que en un viaje de afio y medio y una aceleracién igual a la aceleracién terrestre de ja fuerza de gravedad, se puede ganar solamente mes y medio. Si se alarga este viaje, la ganancia de tiem- po crecerA rapidamente. Volando un afio en un cohete se puede ganar complementariamente afio y medio; el viaje de dos afios nos proporciona veintiocho afios, y en tres afios de nuestra estancia en el cohete, jen ja Tierra transcurriran mds de trescientos sesenta alos! ! Las cifras parecen suficientemente consoladoras. La cosa estd peor en lo referente al gasto de ener- gia. La energia del cohete, que tiene un peso suma- mente modesto, de una tonelada, y que vuela a una velocidad de 260.000 kilémetros por segundo (seme- jante velocidad es indispensable para «duplicar el tiempo, es decir, para que por cada afo de viaje en el cohete transcurran dos amos en la Tierra), es igual a 250.000.000.000.0000 kilovatios-hora. Tanta energia se produce en todo el globo terrestre sélo en muchos aos. Pero es que nosotros calculamos solamente la ener- gia del cohete en el vuelo. jNo tuvimos en cuenta que previamente se requiere acelerar nuestro aparato has- ta la velocidad de 260,000 kilémetros por segundo! ¥ al terminar el vuelo tendremos que frenar e] cohete para que io sea peligroso aterrizar. ¢Cudnta energia se necesitard para esto? Aunque dispusiéramos de un combustible capaz de 59 proporcionar un chorro que se desprendiera del mo- tor del cohete a una velocidad maxima, es decir, a la velocidad de la luz, la cantidad de energia deberia superar 200 veces la calculada anteriormente. Esto quiere decir que deberfamos gastar tanta energia como produce la humanidad durante varias decenas de afios. La velocidad real del charro en los motores de los cohetes es decenas de miles de veces inferior a la velocidad de la luz, Y esto hace inverosimilmente superiores los gastos de energia mecesarios para el vuelo imaginario. Los objetos sé reducen Asi es que el tiempo, como acabamos de convencer- nos, ha sido derribada de su pedestal de concepto absoluto, es decir, tiene sentido relativo, lo cual exige indicar exactamente aquellos laboratorios en los que se efecttia la medicién, Recurramos ahora al espacio, Antes de describir el experimento de Michelson habiamos aclarado que el espacio es relativo. A pesar de la relatividad del es- pacio, nosotros atribuiamos a las dimensiones de los cuerpos cardcter absoluto, es decir, crefamos que és- 60 tas eran propiedades del cuerpo y no dependian del laboratorio desde el que se efectuaba la observacién. Y¥, sin embargo, la teoria de la relatividad nos obliga a despedirnos también de tal conviccién, Esta, igual que Ja idea sobre el tiempo absolute, es simplemente un prejuicio que surgid como resultado de que nos- otros siempre tenemos que ver con velocidades infi- gas en comparacién con la velocidad de la luz. Supongames que el tren de Einstein pasa rapida- mente a lo largo del andén de la estacién que tiene una longitud de 2.400.000 kilémetros. ¢Estardn conformes con esta afirmacién los pasaje- ros en el tren de Einstein? Segiin la indicacién del re- loj de la estacién, el tren recorrera la distancia de un 2.400.000 extremo del andén hasta el otro en ———— = 10 se- 240.000 gundos. Pero los pasajeros tienen sus relojes, y de acuerdo con ¢stos, el movimiento del tren desde un extremo del andén hasta el otro ocupara menos tiem- po, Como ya sabemos, sera igual solamente a seis segundos. Por consiguiente, los pasajeros concluiran 61 i ie con pleno derecho que la longitud del andén no es de 2.400.000 kilémetros, sino de 240.000x6 = 1.440.000 kit lémetros. Como vemos, la longitud del andén desde el punta de vista del laboratorio que est4 en reposo respecto a éste es mayor que desde el punto de vista de otro laboratorio respecto al cual se mueve el andén. Cual- quier cuerpo que se encuentra en movimiento se re- duce en Ja direccién del movimiento. Sin embargo, esta reduccién de ninguna manera es indice de la absoluto del movimiento: es suficiente meterse en un laboratorio que esté en reposo respecto al cuerpo, y éste de nuevo se alargara, De esta misma manera, los pasajeros estimaran que el andén se ha teducide y a los hombres que se encuentren en éste les parecera que se redujo el tren de Einstein (en la relacién 6: 10). Con motivo de haber descubierto la reduccién de Jos objetos debemos ahora introducir la correccién hecesaria en nuestros razonamientos de la pagina 41 sobre el tiempo de abertura de las puertas en el tren de Einstein. Precisamente cuando calculdbamos el momento de la abertura de las puertas desde el punto de vista de los observadores del andén de la estacién, creiamos que la longitud del tren en marcha seria igual a la del tren en reposo. Sin embargo, para la gente del andén Ja longitud del tren se redujo, Corres- pondientemente a esto, el intervalo de tiempo entre la abertura de las puertas, desde el punto de vista del reloj de la estacién, sera igual en realidad no a 40 se- 6 gundos, sino solamente a— x 40 = 24 segundos. 10 Para las deducciones anteriores, esta correccién, claro esta, es insignificante. Los dibujos de las paginas 63 y 64 muestran al tren de Einstein y al andén tal y como éstos se presentan 4 los observadores en la estacidnm y en el tren. Como vemos, en el dibujo segundo el andén es mas largo que el tren, y en el primero, el tren es mds largo que el andén. 62 éCual de estos dibujos corresponde a la realidad? La pregunta esta tan privada de sentido como lo estaba la pregunta sobre el pastor y la vaca de la pagina 13. Tanto uno como el otro son di- bujos de una misma realidad obje- tiva «fotografiada» desde diferentes puntos de vista. Las velocidades estdn caprichosas ¢Qué velocidad tiene el pasajero respecto a la via del ferrocarril, si camina hacia la cabeza del tren a una velocidad de 5 kilémetros por hora y el tren marcha a 50 kilé- metros por hora? Esta claro que Ja velocidad del pasajero respecto a la via del ferrocarril es igual a 50 4+5=55 kilémetros por hora. Los razonamientos que empleamos para hallar la velocidad estan ba- sados en la ley de la suma de velo- cidades y no surge duda alguna so- bre la justeza de esta ley. En efec- to, en una hora el tren recorrera 50 kilémetros y el pasajero en el tren caminara 5 kilémetros mas. En total, los 55 kilémetros de que ya hablamos. Es completamente comprensible que la existencia en el mundo de la velocidad mAxima priva a la ley de la suma de velocidades de poder ser empleada universalmente para velocidades grandes y pequefias. Si el pasaje- ro camina en el tren de Einstein a velocidad, diga- mos, de 100.000 kilémetros por segundo, su_veloci- dad respecto a la via férrea no puede ser igual a 240,000 ++ 100.000 = 340.000 kilémetros por segundo, ya 63 que esta velocidad excede de la maxima de Ja luz ¥, por tanto, no puede existir en la maturaleza. - De tal modo, la ley de la suma de velocidades que usamos en nues- tra vida cotidiana resulta inexacta. Esta ley resulta justa solamente para velocidades suficientemente Pequefias en comparacién con la ve- locidad de la luz. El lector, acostumbrado ya a toda clase de paradojas de la teoria de la relatividad, comprendera fAcil- mente la causa por la que es in- aplicable el razonamiento, al pare- cer evidente, con ayuda del cual acabamos de deducir la ley de Ia suma de las velocidades. Para ello sumamos las distancias que reco- rrieron en uma hora el tren por la via férrea y cl pasajero en el tren. Pero la teoria de la relatividad nos ensena que estas distancias no pue- den ser sumadas. El hacer esto se- ria tan absurdo como si para de- terminar el drea del campo mas- trado en la pagina 65 multiplicase- mos las longitudes AB y BC, olvi- dando que el ultimo, debido a la perspectiva, esti deformado en el dibujo. Ademds, para determinar la velocidad del pasajero respecta a ja estacién, debernes determinar el camino recorrido por él en una hora de tiempo de la estacién, mien- tras que para establecer la velocidad del pasajero en el tren hicimos uso del tiempo del tren, lo que, como ya sabemos, no es lo mismo. Todo esto conduce a que las velocidades, una de las cuales por lo menos es comparable con la velo cidad de la luz, se sumen de manera completamente diferente a la acostumbrada. Esta suma paraddjica de Jas velocidades puede verse en el experimento cuando observamos, por ejemplo, la propagacién de la luz en el agua corriente (sobre la que ya habla- mos anteriormente). La circunstancia de que la velo- cidad de propagacién de la luz en el agua corriente no sea igual a la suma de la velocidad de la luz en el agua tranquila y de la velocidad del movimiento del agua, sino inferior a esta suma, es el resultado di- recto de la teoria de la relatividad. Es sobre todo muy singular la forma como se su- man las velocidades en el caso cuando una de ellas es exactamente igual a 300.000 kilémetros por segun- do, Esta velocidad, como ya sabemos, posee la pro- piedad de mantenerse invariable no importando cémo se muevan los laboratorios en los que la ohservemos. Con otras palabras, cualquicra que sea la velocidad que se sume a los 300.000 kilémetros por segundo se obtendra de nuevo la misma velocidad de 300.000 kilémetros por segundo. Lo inaplicable de la regla general de la suma de velocidades puede ser ilustrado con una simple ana- logia. Como se sabe, en el tridngulo plano (véase el di- bujo de la pagina anterior) la suma de les 4ngulos es igual a dos angulos rectos. Imaginémonos, sin em- bargo, un tridngulo dibujado en Ia superficie de la Tierra (dibujo al pie de esta pagina). Debido a la esfericidad de Ja Tierra, la suma de los Angulos de semejante tridngulo sera ya superior a dos angu- los rectos. Esta diferencia s¢ hace considerable sola- mente cuando las dimensiones del tridngulo son com- parables con las dimensiones de la Tierra. De la misma manera que para demir areas de te- rrenos pequefios de la Tierra, se puede hacer uso de Ja planimetria, al sumar velocidades no grandes pue- de hacerse uso de la regla general de la suma de velocidades., 66 CaPiTULG SEXTO EL TRABAJO CAMBIA A LA MASA La masa Supongamos que queremos obligar a moverse a cualquier cuerpo que esté en reposo a una velocidad determinada. Para ello debemos aplicarle una fuerza. Entonces, si al movimiento no se le oponen fuerzas externas como, por ejemplo, la fuerza del rozamien- to, el cuerpo se pondré en movimiento y se mover con velocidad creciente. Transcurrido un intervalo de tiempo suficiente podremos hacer Megar la velocidad del cuerpo hasta la magnitud necesaria. Al hacer esto yeremos que, para comunicar a los diferentes cuerpos con ayuda de la fuerza dada Ja velocidad deseada, se requieren diferentes intervalos de tiempo. Para abstraerse del rozamiento supongamos que en el espacio mundial hay dos bolas de dimensiones igua- Jes, una de las cuales es de plomo y la otra de ma- dera. Vamos a tirar de estas bolas con uma misma fuerza hasta que ambas reciban la velocidad, por ejemplo, de 10 kilémetros por hora. Es evidente que para alcanzar este resultado se tendra que aplicar uma fuerza a la bola de plomo durante un intervalo de tiempo superior al requerido para la bola de madera. Para caracterizar esta cir- cunstancia, se dice que la bola de plomo tiene ma- yor masa que la de madera. Puesto que, al aplicar una fuerza constante, la velocidad crece proporcional- mente al tiempo, como medida de la masa se toma 67 ———————————— la relacién existente entre el tiempo mecesario para alcangar una velocidad dada desde el estado de re- poso y esta misma velocidad. La masa es proporcic- nal a esta relacién, y el coeficiente de proporcionali- dad depende de la fuerza que causa el movimiento. La masa crece La masa es una de las propiedades mds importan- tes de cualquier cuerpo, Nosotros estamos acostum- brados a que la masa de los cuerpos quede siempre invariable. En particular, la masa no depende de la velocidad. Esto se deduce de nuestra afirmacién ini- cial de que al aplicar una fuerza constante la velo- cidad crece proporcionalmente al tiempo de accién de esta fuerza. Esta afirmacién esta basada en la regla general de la suma de velocidades. Sin embargo, acabamos de demostrar que esta regla mo es aplicable en todos los casos. ¢Qué es lo que nosotros hacemos para obtener la magnitud de la velocidad al fimalizar el 2° segundo de Ja accién de la fuerza? Pues sumamos la velocidad que el cuerpo ten{a al finalizar el 1*° segundo con la velocidad que adquirié ¢ste durante el segundo si- guiente de acuerdo a la regla general de la suma de velocidades. Pero as{ se puede proceder solamente mientras las. velocidades adquiridas no sean comparables con la yelocidad de la luz. En este caso no puede usarse Ja regla vieja, ya inservible. Al sumar velocidades, tomando en consideracién la teorfa de la relatividad, obtendremos siempre un resultado un poco inferior al que se obtendria si hiciésemos uso de la mencio- nada regla. Y esto significa que con maghitudes gran- des de la velocidad ya alcanzada, ésta no creceria proporcionalmente al tiempo de accién de la fuerza, sind mas lentarnente. Esto es comprensible, puesto que existe la velocidad maxima. A medida que la velocidad del cuerpo se aproxima a la velocidad de la luz, su crecimiento, siendo la fuerza invariable, es cada vez mas lento, y por tanto, la velocidad maxima nunca seré superada. Mientras que se presentaba la posibilidad de afir- mar que la velocidad del cuerpo crece proporcional- mente al tiempo de accién de Ja fuerza, la masa po- dia considerarse independientemente de la velocidad del cuerpo. Pero cuando la velocidad del cuerpo llega a ser comparable con Ja velocidad de la luz, la pro porcionalidad entre el tiempo y la velocidad del cuer- po desaparece, y la masa comienza a depender de la velocidad. Y como el tiempo de aceleracién crece ili- mitadamente y la velocidad no puede superar la mag- nitud mdxima, nosotros vemos que la masa crece conjuntamente con la velocidad, alcanzando una mag- nitud ilimitada cuando la velocidad del cuerpo llega a ser igual a Ja velocidad de la luz. El cdlculo demuestra que la masa del cuerpo en movimiento crece en tantas veces, en cuantas dismi- nuye su longitud en este movimiento. Y de esta for- ma la masa del tren de Einstein, que marcha a una 10 velocidad de 240.000 kilémetros por segundo, es — ve- 6 ces superior a Ja masa de un tren en reposo, Es completamente natural que cuando tenemos que ver con velocidades normales pequefias en compara- cién con la velocidad de la luz se pueda prescindir del cambio de la masa, igual que prescindimos de la dependencia de las dimensiones del cuerpo de su ve- locidad o prescindimos de la dependencia del inter- yalo de tiempo, entre dos acontecimientos, de las velocidades a Jas que se mucven los observadores de estos acontecimicntos. La dependencia entre Ila masa y la velocidad, que se deduce de la teoria de la relatividad, puede com- probarse directamente en el experimento, observan- do el movimiento de los electrones rapides. En las condiciones experimentales actuales, ¢l elec- trén, qué s¢ Mueve a una velocidad préxima a la ve- ss | = ; locidad de la luz, no es una cosa extraordinaria, sino mas bien normal. En aceleradores especiales los elec- trones se impulsan hasta velocidades que se diferen- cian de la velocidad de la luz en menos de 30 kiléme- tros por segundo. De tal manera la fisica contempordnea es capaz de comparar la masa de los electrones que se mueven a velocidad enorme con la masa de los electrones en reposo. Los resultados de los experimentos confirman totalmente la dependencia entre la masa y la veloci- dad, que se deduce del principio de la relatividad. ¢Cudnio cuesta un gramo de luz? El incremento de la masa del cuerpo esté ligado es- trechamente al trabajo que se efectud sobre él, ¥ es proporcional al trabajo necesario para poner al cuer- po en movimiento. Ademds, no es necesario gastar trabajo solamente para poner en movimiento al cuer- po. Cualquier trabajo efectuado sobre el cuerpo, cual- quier aumento de la energia del cuerpo, aumenta su masa. Por eso, por ejemplo, el cuerpo calentado tie- ne mayor masa que el cuerpo frio, el resorte con- traido tiene mayor masa que el resorte aflojado. Es verdad que el coeficiente de proporcionalidad entre el cambio de la masa y el cambio de la energia es insig- nificante, y para aumentar la masa de un cuerpo en un gramo se necesita comunicar a este cuerpo una energia de 25 millones de kilovatios-hora. Y por eso es precisamente por lo que el cambio de masa de los cuerpos en condiciones normales €5 sumamente insignificante, y se escapa de las medi- ciones mas exactas. Asi, por ejemplo, el calentamien- to de una tonelada de agua desde cero grados cen- tigrados hasta la ebullicidn provocard el aumento de $U masa aproximadamente en cinco millonésimas de gramo. Si quemamos una tonelada de carbén en un fogdén cerrado, los productos de la combustidn, des- pués de enfriados, tendran una masa inferior sola- mente en una tresmill¢ésima parte de gramo de la 70 VE ier masa del carbon y del oxigeno de los que se forma- ron. La masa que falta va con el calor desprendido durante la combustién del carbon, Sin embargo, la fisica contempordnea conoce tam- bién fenémenos en los que el cambio de la masa de los cuerpos juega un papel considerable. Estos son los fenémenos que tienen lugar al chocar los micleos de los dtomos cuando de unos niicleos se forman otros. Asi, por ejemplo, al chocar el micleo del Atomo de litio con el micleo del Atemo del hidré- geno, como resultado de lo cual se forman dos ato 1 mes de helio, la masa cambia en —— de su magnitud. 400 Ya habiamos dicho que para aumentar la masa del cuerpo en un grado se debe comunicar a éste una energia de 25 millones de kilovatios-hora. De aqui se deduce que al transformar un grado de la mezcla de litio e hidrégeno em helio se desprende una cantidad 25.000.000 de energia menor en 400 veces: | = 60.000 400 kilovatios-hora! Contestemos ahora a esta pregunta: ;Qué sustan- cia de las que se encuentran en la naturaleza es la mas cara (tomada en peso)? Se ha adoptade considerar que es el radio, un gra- mo del cual valia hace poco unos 25.000 rublos., Calculemos, sin embargo, el coste de... la luz. 1 En las bombillas eléctricas solamente —— de la 20 energia se obtiene en forma de luz visible. Por esto, un grame de luz corresponde a una cantidad de tra- bajo 20 veces superior a 25 millones de kilovatios- Th ‘ae | hora, es decir, corresponde a 500 millones de kilova- tios-hora. Esto significa, contando incluso uma deéci- ma parte de kopec por cada kilovatio-hora, 500.000 rublos. Asi que el gramo de luz es veinte veces mds caro que el gramo de radio, | CONCLUSIONES Pues bien, experimentos serios y convincentes nos | obligan a reconocer la justeza de la teoria de la re- i latividad que deseubre propiedades asombrosas del mundo que nos rodea, propiedades que se escapan de nosotros al estudiarlas inicialmente, mejor dicho, su- perficialmente. Hemos visto qué cambios tan profundos y radica- i les introduce la teorfa de la relatividad en los con- ceptos ¥ neciones principales, creados por la huma- nidad durante siglos, y basades en la experiencia de ' la vida cotidiana. éNo significa esto una quiebra completa de las no- ciones habituales? éNo significa esto que toda la fisica creada antes de aparecer el principio de la relatividad queda bo rrada y se la tira como a un zapato viejo que en su tiempo presté su servicio, pero que ahora ya no Jo necesita nadie? Si la cosa estuviese asi planteada seria inidtil de dicarse a las investigaciones cientificas. Nunca se podria estar seguro de que en el futuro no aparece- Td una ciencia nueva que derrumbe completamente a la ciencia vieja. Supongamos, sin embargo, que al pasajero que viaja en un tren corriente, aunque séa un rdpido, y no en el tren de Einstein, se le ocurriera introducir la correccién de la teoria de la relatividad temiendo que de lo contrario su reloj se retrase respecto al de la estacién. A semejante pasajero le pondriamos en tidiculo. En efecto, sin decir incluso mada de que n y 2B i la correccién comprende una parte de segundo infi- nitamente pequena, la influencia sobre el mejor re- Joj de aunque sea una sola sacudida del tren es en muchas veces superior. El ingeniero quimico que dude sobre si queda cons- tante la masa del agua al calentarla, evidentemente, est4 mal de la cabeza. Pero, en cambio, el fisico que observa el choque de los nicleos atémicos y no tie- me en cuenta el cambio de la masa durante las trans- formaciones nucleares, debe ser echado del labora- torio por ignorante. Los constructores proyectan y seguiran proyectan- do sus motores haciendo uso de las leyes viejas de la fisica, puesto que la correccidén de Ja teoria de la relatividad ejerce menos influencia sobre sus méqui- nas que un microbio que, digamos, se posara en el volante de un vehiculo. Sin embargo, el fisico que observa los electrones rapidos est4 obligado a tener cuenta el cambio de la masa de los electrones con Ja velocidad, Por lo tanto, la teoria de la relatividad no refuta, sino que profundiza los conceptos y nociones creados por la ciencia vieja y determina las fronteras, en los limites de las cuales estas conceptos viejos pueden ser empleados,sin conducir a resultados falsos. Todas Jas leyes de la naturaleza descubiertas por los fisicos antes del nacimiento de Ja teoria de la relatividad no se anulan, sino que se trazan claramente los limites de su empleo. La relacién entre la Fisica que tiene en cuenta la teoria de la relatividad, que de otra manera se deno- mina Fisica Relativa, y la vieja Fisica, que la llaman (Cldsica, es aproximadamente la misma que existe en- tre la Geodesia Superior, que toma en consideracién la esfericidad de la Tierra, y la Geodesia Primaria, que prescinde de esta esfericidad. La Geodesia Supe- rior debe partir de la relatividad del concepto de la vertical. La Fisica Relativa debe tener en cuenta la relatividad de las dimensiones del cuerpo y la rela- tividad de los intervalos de tiempo entre dos acon- tecimientos, al contrario de la Fisica Clasica para la cual esta relatividad no existe, “4 Igual que la Geodesia Superior es el desarrollo de Ja primaria, la Fisica Relativa fue el desarrollo y¥ la ampliacién de la Fisica Clasica. Nosotros podemos realizar el paso de las formu- Jas de Ja Geometria Esférica, geometria en la super- ficie de un globo, a las férmulas de la Planimetria, geometria en el plano, si creemos que el radio de la Tierra es infinitamente grande. La Tierra resultard ser entonces no un globo, sino un plano infinito; la vertical recibira un significado absoluto; la suma de jos Angulos en el tridngulo resultar4 ser exactamente igual a dos 4ngulos rectos. Podemos efectuar un paso andjogo en la Fisica Re- Jativa si creemos que la velocidad de la luz es infi- nitamente grande, es decir, que la luz se propaga instantdaneamente. En efecto, si la lu se propaga instantdneamente, entonces, como ya vimos, el concepto de simultanei- dad se convierte en concepto absolute. Los interva- los de tiempo entre los acontecimientos y las dimen- siones de los cuerpos adquieren sentido absoluto, sin relacionarla con los laboratorios desde los que se observan, Por consiguiente, todas las nociones clasi- cas pueden conservarse si se considera infinita la velocidad de la luz. Sin embargo, cualquier intento de combinar la ve- 75 jocidad finita de la luz con Ja conservacién de las nociones viejas sobre el espacio y el tiempo nos si- taa en la posicién ridicula del hombre que sabe que la Tierra es esférica, pero que est4 seguro de que la vertical de Ia ciudad donde vive es la vertical ab- soluta, y teme alejarse de su domicilio para no ro- dar come un trompo al espacio mundial. 16 ae see | t INDICE Paginas Capitulo I. La RELATIVIDAD A LA CUAL NOS ACOS- TUMBRAMOS. éTiene sentido cualquier afirmacién? .. Derecha ¢ izquierda ........ 5 éQué es ahora, de noche o de dia? gQuién es mas grande? ... Lo relativo parece ser absolute Lo absoluto resulté ser relative El «sentido comin» protesta Capitulo II. EL ESPactO ES RELATIVO. 2Un mismo sitio o no? .... - éCémo se mueve en realidad ‘un ‘cuerpo? .. $Son equivalentes o no todos los puntos de observacion? .... iEl repaso ha sido ‘encontrado! El laboratorio en reposo . ¢5e mueve o no el tren? . El reposo se ha perdido definit La ley de la inercia .,,., jLa velocidad es tambien relativa! Capitulo IIL La TRAGEDTA DE LA LUZ La luz no se propaga instantaneamente ...... é5¢ puede cambiar la velocidad de la luz? La luz y el sonido ...,, El principio de la relatividad del movimien. to parece ser sbeDrantado Es «El éter mundiale ............ oe Sooo SSGRRRB

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