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SITUACIÓN DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS EN ARGENTINA

RESUMEN

Uno de los problemas más importantes de los pueblos originarios en la actualidad es


el reclamo de tierras. Aunque en la reforma constitucional de 1994 se reconoce la
preexistencia de estas poblaciones en el territorio argentino, gran avance en cuanto al
reclamo legal, en el plano real no modifica la situación. Como es sabido, a lo largo de
la historia, los pueblos originarios han sido sistemáticamente despojados de sus
territorios y han sido confinados a lugares de menores recursos. Es importante tener
en cuenta, que los pobladores originarios no eran pobres. Sus necesidades podían
ser satisfechas. La situación actual de pobreza es justamente producto de las
relaciones de desigualdad que se fueron construyendo a lo largo de la historia y de la
dominación y el arrinconamiento. Por consiguiente, el arrebato de sus tierras, la
discriminación y el racismo son los padres de las problemáticas actuales. En tal
sentido, no se puede hablar de marginalidad o exclusión de estos pueblos. Las
comunidades no están marginadas ni excluidas, por el contrario fueron integradas de
una manera violenta y desigual al estado argentino. Además de los impedimentos
económicos, al ser despojados de las tierras, se los despojó de su identidad, de su
relación con la naturaleza y con su propio cosmos. Dentro de la cosmovisión
americana, la tierra es más que una fuente de recursos. La tierra es dadora de vida,
es la cuna de origen de todo lo que existe, es la expresión máxima de la vida y el
lugar donde vivieron los ancestros. Perder la tierra es más que perder el alimento.

TEMA

Problemas que padecen los pueblos indígenas en Argentina, como consecuencia de


las injusticias históricas.

FORMULACIÓN Y JUSTIFICACIÓN DEL PROBLEMA

♦ Formulación de la pregunta problema de investigación

¿Cuáles son los problemas que padecen los pueblos indígenas en Argentina, como
consecuencia de las injusticias históricas?
♦ Formulación de las preguntas derivadas del problema

- ¿Cuáles son los reclamos y necesidades de los pueblos indígenas en Argentina?

- ¿Cuál es la máxima autoridad nacional en materia indígena?

- ¿Están garantizados los derechos de los pueblos originarios a una educación


intercultural?

-¿Cuáles son las posibles soluciones a sus reclamos?

- ¿Cuáles son los derechos que poseen los pueblos originarios?

♦ Formulación de Objetivos

- Investigar los problemas de los pueblos indígenas.

- Conocer los derechos de los pueblos originarios.

- Indicar las condiciones de vida de los pueblos indígenas.

- Indagar si el Estado argentino da lugar a la participación real de los Pueblos y si


garantiza el respeto a su integridad.

♦ Justificación del problema

- La investigación permite conocer las condiciones de vida de los pueblos originarios.

- Conocer los resultados de la investigación ayuda a la población a conocer los


problemas y necesidades de los pueblos indígenas.

- La investigación es positiva para acercar la Cultura indígena a la población.

- El estudio muestra las condiciones de salud, educativas y laborales de los pueblos


originarios.
FORMULACIÓN DE HIPÓTESIS

A lo largo de la historia, los pueblos originarios han sido sistemáticamente


despojados de sus territorios y han sido confinados a lugares de menores recursos.
Es importante tener en cuenta, que los pobladores originarios no eran pobres. Sus
necesidades podían ser satisfechas. La situación actual de pobreza es justamente
producto de las relaciones de desigualdad que se fueron construyendo a lo largo de la
historia y de la dominación y el arrinconamiento. Por consiguiente, el arrebato de sus
tierras, la discriminación y el racismo son los padres de las problemáticas actuales. En
tal sentido, no se puede hablar de marginalidad o exclusión de estos pueblos. Las
comunidades no están marginadas ni excluidas, por el contrario fueron integradas de
una manera violenta y desigual al estado argentino. Además de los impedimentos
económicos, al ser despojados de las tierras, se los despojó de su identidad, de su
relación con la naturaleza y con su propio cosmos. Dentro de la cosmovisión
americana, la tierra es más que una fuente de recursos. La tierra es dadora de vida,
es la cuna de origen de todo lo que existe, es la expresión máxima de la vida y el
lugar donde vivieron los ancestros. Perder la tierra es más que perder el alimento.

Gran parte de la sociedad argentina aún no logra asumir la coexistencia de pueblos


que tienen otras identidades y otras culturas: continúa viéndose a sí misma como parte
de una nación monocultural, sin poder reconocerse como integrante de una
comunidad multicultural y plurilingüe; de este modo se sigue desvalorizando la cultura
de los pueblos indígenas. La Argentina necesita asumir su historia –por conflictiva y
dolorosa que sea– y recuperar sus raíces indoafroamericanas, que en conjunto con las
migraciones europeas y de otros continentes conforman una nación multicultural. Los
pueblos originarios que fueron borrados de la historia escrita del país deben ser
recuperados en toda su dimensión, y deben reconocerse en la práctica cotidiana su
presencia y sus derechos actuales.

A diferencia de lo que pasaba en siglos anteriores, cuando aún no existían ni la


televisión, ni el celular e Internet todavía no había aparecido, en la actualidad los
grupos indígenas están organizados a nivel nacional. Esto no quiere decir que se
hallan homogenizado y que se borraron sus diferencias. Todo lo contrario. En pos de
la defensa de sus identidades, buscaron la organización como respuesta, frente a los
problemas que están pasando. Paradójicamente estos problemas son los que han
unido a muchas comunidades: el territorio, la educación, el trabajo, la salud y el pan de
cada día son problemas a resolver a lo largo de todo nuestro país.
A mediados del siglo XX, aparentemente, ya no podía reconocerse en nuestro país la
existencia de comunidades originarias libres, es decir, asentados en sus territorios,
con autonomía política y viviendo de acuerdo a sus modos de vida tradicionales. De
una u otra manera todas dependían de la sociedad nacional argentina que las había
subyugado, ya sea por la vía económica, religiosa o educativa. A pesar de ello,
debemos tener claro que los pueblos no desaparecen ni “se extinguen”. Lo que sucede
es que cambian, se transforman.

Cambian como cualquiera de nosotros lo hacemos. Si pensamos que ser aborigen se


limita a usar un determinado tipo de ropa, vivir en un único territorio, cazar y pescar, es
probable que creamos que muchos de los pueblos originarios han desaparecido.
Como también podríamos pensar que lo han hecho los griegos porque ya no usan
togas ni rezan todo el día a los dioses del Olimpo. Ser aborigen es más que eso. Ser
aborigen es pertenecer a un grupo particular de individuos que se identifican como
formando parte de él y que comparten una determinada forma de ver y entender el
mundo, una historia común y un cúmulo de valores compartidos. Es diferenciarse de
otro grupo de personas que también posee una forma de ver el mundo y una historia
común. Y muchas veces, casi todas, las historias de unos y otros se entretejen
formando una compleja trama de encuentros y desencuentros.

Identificarse como parte de un grupo es algo tan fuerte y tan constitutivo de la


identidad de una persona que no basta con cambiar la forma de vestir y de hablar para
dejar de sentirse parte de él.

Muchas veces a lo largo de la historia nuestros pueblos originarios se han vuelto casi
“invisibles”: dejaron de hablar sus lenguas, de usar sus ropas, se mudaron a otros
lugares y tuvieron otra forma de trabajar. A veces esto fue por imposición, se vieron
obligados. Otras, se sintieron rechazados y avergonzados. Pero también en otras
ocasiones esto fue una estrategia. Una forma de perdurar en tiempos difíciles. Y hoy
sus voces se escuchan cada vez más fuerte y vemos que sus utopías no se han
perdido.

Los reclamos de estos pueblos son:

- El reclamo de las tierras.

- La restitución de los restos humanos que se encuentran en diversos museos de


nuestro país formando parte de sus colecciones.

- El mejoramiento de las condiciones laborales y de salud, ya que son muchas las


enfermedades que destruyen a las comunidades aborígenes e impiden su desarrollo.
- La necesidad de adaptar los planes educativos a las realidades locales e
implementar la educación bilingüe.

- La necesidad de acabar con el paternalismo.

MARCO TEÓRICO

Los problemas que se denuncian en nuestro país se deben a que “los pueblos
indígenas padecen consecuencias de injusticias históricas: la colonización, el despojo
de sus tierras y territorios de ocupación tradicional y la falta de control para ordenar
sus prioridades de desarrollo.

Si bien en nuestro ordenamiento jurídico existen normas que garantizan una serie de
derechos colectivos fundamentales para la supervivencia de los pueblos indígenas
como tales, no se han visto reflejados en un cambio sustantivo en las condiciones de
vida de los pueblos indígenas.

Nuestro país reconoce el derecho de estos pueblos a la propiedad y posesión de sus


tierras de ocupación tradicional, pero no ha adoptado medidas eficaces para delimitar
y otorgar títulos de propiedad comunitaria sobre estas tierras. Tampoco ha adoptado
procedimientos adecuados para solucionar las reivindicaciones de tierras efectuadas
por los pueblos indígenas.

Si bien la ley 26.160 que declara la emergencia de las tierras ocupadas por
comunidades indígenas, establece la realización de un relevamiento de estas tierras,
no fija procedimientos para la delimitación y adjudicación de títulos de propiedad
comunitaria. Tampoco dispone medidas para solucionar los eventuales conflictos que
pudieran suscitarse entre comunidades, con terceros o el propio Estado alrededor de
esas tierras. A pesar de la vigencia de la ley, en muchas ocasiones los desalojos
continúan sucediendo y, en múltiples casos, los reclamos por el cumplimiento de sus
derechos han sido objeto de serias respuestas violentas estatales que incluyen la
criminalización de la protesta, represión y asesinatos por parte de las fuerzas de
seguridad.

Todo esto sucede en un marco institucional de exclusión política que se refleja en


todas las temáticas. Si bien la reforma constitucional y de la adopción de tratados
internacionales por la Argentina la inscriben en un nuevo paradigma de emancipación
de los Pueblos, en la práctica rige todavía el paradigma de la asimilación y
sometimiento. Los pueblos indígenas siguen subordinados a las formas y prácticas
neocoloniales. La participación en las decisiones de gobierno que les atañen es
sumamente restringida y tratada como una cuestión meramente asistencial.

La máxima autoridad nacional en materia indígena es el Instituto Nacional de Asuntos


Indígenas (INAI), dependiente jerárquicamente del Ministerio de Desarrollo Social de la
Nación, que designa a su Presidente. Desde su creación, nunca el Presidente ha sido
indígena ni elegido por indígenas.

El alto grado de falta de implementación e inejecución de normas que se expondrá no


es casual: está directamente relacionado con la falta de participación de los pueblos
indígenas en el gobierno. El Estado argentino no ha dado lugar a la participación real
de los Pueblos y garantizar el respeto a su integridad (art. 2.1 C. 169 OIT), lo que se
traduce en el irrespeto por sus valores, prácticos e instituciones (art. 5 C. 169 OIT),
anulando así toda posibilidad para que ejerzan su derecho a la libre determinación y
autonomía.

En la República Argentina, las decisiones fundamentales de gobierno que interesan a


los indígenas las diseñan, programan, presupuestan, aprueban y ejecutan los no
indígenas sin consulta ni participación previa libre ni informada de los pueblos
indígenas. El Consejo de Participación Indígena, es un órgano creado por el gobierno
nacional que carece de autonomía y de presupuesto propio. Sus decisiones no son
vinculantes ni tenidas en cuenta por el Estado que no lo convoca en la gran mayoría
de las cuestiones que afectan intereses indígenas.” (Informe sobre la situación de
los pueblos indígenas en Argentina, 2011, p.1)

Según Rosende (2016, p.25), gran parte de los problemas que enfrentan los pueblos
aborígenes hoy en día, son el resultado del intento de incorporación a la lógica del
estado nación, lo que no coincidía con sus valores y cosmovisión milenaria. La
defensa de la concepción de la tierra, el trabajo, la familia, la vida y la muerte, es lo
que moviliza y aglutina a los pueblos aborígenes en sus reclamos. Los reclamos de
estos pueblos son:

- El reclamo de las tierras.

- La restitución de los restos humanos que se encuentran en diversos museos de


nuestro país formando parte de sus colecciones.

- El mejoramiento de las condiciones laborales y de salud, ya que son muchas las


enfermedades que destruyen a las comunidades aborígenes e impiden su desarrollo.
- La necesidad de adaptar los planes educativos a las realidades locales e
implementar la educación bilingüe.
- La necesidad de acabar con el paternalismo.

Las culturas aborígenes actuales, debido a su propia historia, son una de las formas
de expresión de la cultura nacional. Lo que se considera cultura argentina se nutre de
distintas fuentes y los pueblos originarios constituyen una de ellas, aunque se ha
intentado negarlo. Es decir, que somos compatriotas. Debido a su tradición común,
sus costumbres, creencias y ubicación geográfica, las comunidades aborígenes son
un vehículo de integración con los pueblos de los países limítrofes y de
Latinoamérica.

El desafío contemporáneo es lograr un diálogo entre culturas y unificar nuestras


utopías. Existe numerosa legislación que los protege:

A nivel internacional, existen abundantes normativas y regulaciones internacionales


en torno al tema de diversidad y la no discriminación. Estas normativas constituyen
importantes herramientas de referencia, las cuales en muchas ocasiones sientan los
precedentes para las posteriores transformaciones que se llevan a cabo al interior de
cada país. Estos instrumentos legales han ayudado a promover el reconocimiento de
las diferencias culturales y raciales y otros se han desarrollado para frenar las
tendencias integracionistas que hasta la década de los ochenta fueron las
predominantes en nuestros países. A nivel nacional, la temática ha sido incorporada
en las constituciones y legislaciones de los países latinoamericanos.

Según la autora Martins (2009, p.125), una vez en las ciudades, un tema prioritario
fue el de acceder a las tierras para tener casas propias. Esta lucha reforzó la unión de
las comunidades, que reclamaban poder organizarse a nivel barrial, vivir juntos.

En este reclamo muchas veces se unieron a otras personas de distintos sectores que
estaban en igual situación. A lo largo del tiempo, hubo numerosas idas y vueltas,
propuestas y presiones gubernamentales y debates en el seno de las comunidades.
Finalmente, y a través de una ardua lucha, en algunos casos continúan viviendo en
terrenos fiscales, mientras que en otros, como en el caso de la ciudad de La Plata,
lograron obtener la posesión de un lote de terreno donde construir sus propias
viviendas.

Desde las políticas públicas cuesta que se reconozca que los pueblos originarios
tienen sus propios proyectos comunitarios en relación a sus necesidades y deseos.
Generalmente, se trabaja desde una manera paternalista, intentando imponer un
determinado plan de acción que se considera bueno y apropiado para ellos.
Otro de los problemas es la “Vulneración del derecho a la educación intercultural
bilingüe: La ley 26.206, que establece el Sistema Nacional de Educación para la
República Argentina, sancionada en diciembre de 2006, dedica su capítulo XI a la
Educación Intercultural Bilingüe (EIB).

Después de la creación de la Modalidad en el año 2006, en la realidad es que la gran


mayoría de las provincias sigue sin garantizar el derecho de los pueblos originarios a
una educación intercultural. Los programas nacionales, por su parte, tienen serias
limitaciones de alcance y financiamiento. La realidad es que las pocas experiencias
interculturales dependen del esfuerzo de docentes y comunidades, mientras que para
la mayoría sigue siendo una deuda pendiente.

El Programa Nacional de Educación Intercultural Bilingüe, se crea a raíz de un


convenio con el Banco Interamericano de Desarrollo, por el cual le exige al Estado
Nacional que cree el área de educación Intercultural Bilingüe (EIB), para el cual el
banco prestaría el financiamiento, con este fundamento es que se crea el área y a su
vez se designan a los Consejo Educativo Autónomo de Pueblos Indígenas, elegidos
por los miembro de los diferentes Pueblos Originarios Argentinos a su vez Programa
de “Apoyo a la Educación Intercultural Aborigen carece de los recursos y de las líneas
de acción necesarias para asegurar plenamente este derecho. Antes bien, el programa
se basa casi exclusivamente en el reparto de becas, las cuales llegan tardíamente a
los alumnos indígenas. Incluso, a lo largo de estos años, se puso en evidencia la puja
entre el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas y el Ministerio de Educación por el
control de las becas, más que la existencia de una voluntad política seria de fortalecer
a las organizaciones comunitarias indígenas. Los problemas más comunes que
derivan de la implementación de este programa es la demora en el pago de las becas
y, sobre todo, la imposibilidad de inserción de los tutores interculturales en las
instituciones educativas, especialmente cuando éstos son miembros de las
comunidades indígenas.

Un segundo eje de problemas vinculados con el ejercicio del derecho a la educación


intercultural bilingüe está asociado a la escasa adecuación de los contenidos de los
diseños curriculares y a la deficiente capacitación docente en la temática indígena. En
la mayoría de los casos, los contenidos curriculares no han variado y siguen guiados
por una concepción según la cual los pueblos indígenas deben integrarse a la
sociedad nacional. Los docentes indígenas, muy difícilmente acceden a cargos en las
escuelas de la zona de sus comunidades, en tanto los mecanismos de incorporación
docente en general no prevén ninguna adecuación al respecto. Ello implica en los
hechos dos resultantes. Por un lado, los cuerpos docentes y directivos en las escuelas
de las comunidades están compuestos por personas externas a las comunidades,
para quienes resulta necesario capacitarse fuertemente en educación intercultural
bilingüe. Por otro lado, los docentes indígenas formados deben, por lo general, emigrar
fuera de sus comunidades para conseguir trabajo. En definitiva, las estructuras de la
educación son extremadamente rígidas, careciendo de la necesaria flexibilidad para
que los mismos indígenas participen en la creación de nuevos enfoques, currículos,
pedagogías.

Las condiciones demográficas, sociales y económicas de los pueblos son


heterogéneas, por ello es necesario tener en cuenta diferencias relativas, por ejemplo,
a la localización rural o urbana de las comunidades, al momento de hablar de
accesibilidad a educación y salud. Sin embargo si observamos niveles de acceso a la
educación es posible tener un panorama de la postergación de estos pueblos. Sin
excepción, en todos los pueblos indígenas, el porcentaje de quienes no llegaron a
superar la escolaridad primaria (es decir, o no tienen instrucción formal alguna o tienen
primaria incompleta) es bastante superior al que se observa para el país en su
conjunto (17,9%). En algunos pueblos ese porcentaje está cercano e incluso superior
a la mitad de la población, como por ejemplo entre los pueblos wichí, toba, píilagá,
tapiete, mbyá guarini, chorote y chané. Entre los asistentes a la escuela primaria, la
mayoría de los estudiantes reciben clases solo en español. Así, por ejemplo, una
ínfima proporción de los estudiantes del pueblo mapuche, kolla, diaguita, mocoví, y
guaraní recibe clases en su lengua originaria.

En otro orden de cosas, la accesibilidad a la escuela es un eje importante a tener en


cuenta entre las preocupaciones en torno a garantizar los derechos educativos de
niños y niñas indígenas. Estudios realizados por UNICEF indican que entre el 10% y el
30% de los adolescentes que asisten a la escuela deben trasladarse al menos 2,5 km
para llegar a ella. Sumado a ello debe considerarse las condiciones de los trayectos
que deben recorrer, que en muchos casos incluyen zonas anegadas, caminos poco
seguros y condiciones climáticas extremas. La implementación de “escuelas albergue”
no han resultado experiencias exitosas en muchos de los casos en que funcionan, en
tanto se verifica un desarraigo familiar y cultural importante de los niños que
permaneces semanas enteras en un ámbito que no respeta en sus prácticas la
interculturalidad.

Asimismo, es necesario crear las condiciones parea que la interculturalidad no se


aplique solamente a los primeros niveles educativos, sino que alcance con éxito a la
educación superior y a la formación docente.” (Informe sobre la situación de los
pueblos indígenas en Argentina, 2011, pp. 41-42)

Algunas posibles soluciones:

“- Afirmar la igualdad y equidad de género como prerrequisitos para el desarrollo


sostenible y asegurar el acceso universal a la educación, el cuidado de la salud y la
oportunidad económica. Asegurar los derechos humanos de las mujeres y las niñas y
terminar con toda la violencia contra ellas. Promover la participación activa de las
mujeres en todos los aspectos de la vida económica, política, cívica, social y cultural,
como socias plenas e iguales en la toma de decisiones, como líderes y como
beneficiarias. Fortalecer las familias y garantizar la seguridad y la crianza amorosa de
todos sus miembros.

- Defender el derecho de todos, sin discriminación, a un entorno natural y social que


apoye la dignidad humana, la salud física y el bienestar espiritual, con especial
atención a los derechos de los pueblos indígenas y las minorías. Eliminar la
discriminación en todas sus formas, tales como aquellas basadas en la raza, el color,
el género, la orientación sexual, la religión, el idioma y el origen nacional, étnico o
social. Afirmar el derecho de los pueblos indígenas a su espiritualidad, conocimientos,
tierras y recursos y a sus prácticas vinculadas a un modo de vida sostenible. Honrar y
apoyar a los jóvenes de nuestras comunidades, habilitándolos para que ejerzan su
papel esencial en la creación de sociedades sostenibles. Proteger y restaurar lugares
de importancia que tengan un significado cultural y espiritual.

- Fortalecer las instituciones democráticas en todos los niveles y brindar transparencia


y rendimiento de cuentas en la gobernabilidad, participación inclusiva en la toma de
decisiones y acceso a la justicia. Sostener el derecho de todos a recibir información
clara y oportuna sobre asuntos ambientales, al igual que sobre todos los planes y
actividades de desarrollo que los pueda afectar o en los que tengan interés. Apoyar la
sociedad civil local, regional y global y promover la participación significativa de todos
los individuos y organizaciones interesados en la toma de decisiones. Proteger los
derechos a la libertad de opinión, expresión, reunión pacífica, asociación y disensión.
Instituir el acceso efectivo y eficiente de procedimientos administrativos y judiciales
independientes, incluyendo las soluciones y compensaciones por daños ambientales y
por la amenaza de tales daños. Eliminar la corrupción en todas las instituciones
públicas y privadas. Fortalecer las comunidades locales, habilitándolas para que
puedan cuidar sus propios ambientes y asignar la responsabilidad ambiental en
aquellos niveles de gobierno en donde puedan llevarse a cabo de manera más
efectiva.

- Integrar en la educación formal y en el aprendizaje a lo largo de la vida, las


habilidades, el conocimiento y los valores necesarios para un modo de vida
sostenible. Brindar a todos, especialmente a los niños y los jóvenes, oportunidades
educativas que les capaciten para contribuir activamente al desarrollo sostenible.
Promover la contribución de las artes y de las humanidades, al igual que de las
ciencias, para la educación sobre la sostenibilidad. Intensificar el papel de los medios
masivos de comunicación en la toma de conciencia sobre los retos ecológicos y
sociales. Reconocer la importancia de la educación moral y espiritual para una vida
sostenible.

- Promover una cultura de tolerancia, no violencia y paz. Alentar y apoyar la


comprensión mutua, la solidaridad y la cooperación entre todos los pueblos tanto
dentro como entre las naciones. Implementar estrategias amplias y comprensivas
para prevenir los conflictos violentos y utilizar la colaboración en la resolución de
problemas para gestionar y resolver conflictos ambientales y otras disputas.
Desmilitarizar los sistemas nacionales de seguridad al nivel de una postura de defensa
no provocativa y emplear los recursos militares para fines pacíficos, incluyendo la
restauración ecológica. Eliminar las armas nucleares, biológicas y tóxicas y otras
armas de destrucción masiva. Asegurar que el uso del espacio orbital y exterior apoye
y se comprometa con la protección ambiental y la paz. Reconocer que la paz es la
integridad creada por relaciones correctas con uno mismo, otras personas, otras
culturas, otras formas de vida, la Tierra y con el todo más grande, del cual somos
parte. (La carta de la Tierra, 2000, pp. 4-5)

Por otro lado, el Artículo 2 de la Convención Internacional sobre la eliminación de


todas las formas de discriminación racial (1969, pp.2-3) dice lo siguiente:

1. Los Estados partes condenan la discriminación racial y se comprometen a seguir,


por todos los medios apropiados y sin dilaciones, una política encaminada a eliminar la
discriminación racial en todas sus formas y a promover el entendimiento entre todas
las razas, y con tal objeto: a) Cada Estado parte se compromete a no incurrir en
ningún acto o práctica de discriminación racial contra personas, grupos de personas o
instituciones y a velar por que todas las autoridades públicas e instituciones públicas,
nacionales y locales, actúen en conformidad con esta obligación; b) Cada Estado parte
se compromete a no fomentar, defender o apoyar la discriminación racial practicada
por cualesquiera personas u organizaciones; c) Cada Estado parte tomará medidas
efectivas para revisar las políticas gubernamentales nacionales y locales, y para
enmendar, derogar o anular las leyes y las disposiciones reglamentarias que tengan
como consecuencia crear la discriminación racial o perpetuarla donde ya exista; d)
Cada Estado parte prohibirá y hará cesar por todos los medios apropiados, incluso, si
lo exigieran las circunstancias, medidas legislativas, la discriminación racial practicada
por personas, grupos u organizaciones; e) Cada Estado parte se compromete a
estimular, cuando fuere el caso, organizaciones y movimientos multirraciales
integracionistas y otros medios encaminados a eliminar las barreras entre las razas, y
a desalentar todo lo que tienda a fortalecer la división racial.

2. Los Estados partes tomarán, cuando las circunstancias lo aconsejen, medidas


especiales y concretas, en las esferas social, económica, cultural y en otras esferas,
para asegurar el adecuado desenvolvimiento y protección de ciertos grupos raciales o
de personas pertenecientes a estos grupos, con el fin de garantizar en condiciones de
igualdad el pleno disfrute por dichas personas de los derechos humanos y de las
libertades fundamentales. Esas medidas en ningún caso podrán tener como
consecuencia el mantenimiento de derechos desiguales o separados para los diversos
grupos raciales después de alcanzados los objetivos para los cuales se tomaron.

ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN DE DATOS


El artículo disponible en https://www.diarioregistrado.com/sociedad-/la-onu-alerta-
sobre-la-discriminacion-argentina-sobre-aborigenes-y-
negros_a584b062c159f19277a97d66e menciona que el Comité sobre Discriminación
Racial de la Organización de Naciones Unidas (ONU) criticó al Estado argentina por la
discriminación existente sobre pueblos originarios y afrodescendientes, que son
víctimas de discriminación.

En ese sentido, el Comité destaca que sus comunidades carezcan de servicios


básicos y que tengan dificultades para el acceso al agua potable, según un informe
que entre las causas principales señala "la falta de titularización de sus tierras y las
actividades de las empresas que explotan los recursos naturales" en sus territorios.
"El Comité está especialmente preocupado por los casos de desnutrición de niños
pertenecientes a comunidades indígenas", denuncian los expertos del Comité.
El organismo evaluó recientemente a un grupo de países en relación a la aplicación de
la Convención Internacional para la Eliminación de la Discriminación Racial, entre los
cuales está la Argentina.
Aunque en el país existe un marco legal que regula el derecho de propiedad de las
tierras que vienen ocupando los pueblos originarios, la evaluación del Comité concluye
que el Estado argentino no está garantizando su cumplimiento.
Por esa razón, el Comité pie al Gobierno argentino que recopile datos estadísticos
actualizados y completos sobre la composición de la población, con atención especial
en los pueblos indígenas, afrodescendientes, gitanos e inmigrantes como las
comunidades senegalesa y dominicana, sobre los cuales el organismo manifiesta
especial preocupación.
El artículo expone las condiciones de vida a las cuales se enfrentan los pueblos
originarios.
En otro artículo disponible en https://www.lanacion.com.ar/2068906-dos-de-cada-diez-
comunidades-indigenas-reclaman-tierras-en-la-provincia-de-buenos-aires refiere que
en Los Toldos vive la población mapuche más grande de la provincia de Buenos Aires.
Son 1370 familias que hace por lo menos una década empezaron a militar su identidad
indígena con mayor fortaleza. Las unen raíces comunes y su cultura ancestral. Pero
también pelean por la restitución de 4000 hectáreas de las que afirman haber sido
despojadas en el último siglo por engaños o ventas efectuadas a precios irrisorios.

El caso de Los Toldos es emblemático. Hace 151 años, el entonces presidente


Bartolomé Mitre les otorgó por ley a los mapuches 16.408 hectáreas, y hoy conservan
1000. Sin embargo, la demanda no es un caso aislado, ya que otras 17 comunidades
indígenas de la provincia iniciaron gestiones o juicios para que el Estado, ya sea
nacional, provincial o municipal, les restituya tierras, les dé predios como parte de una
reparación histórica o les permita conservar sitios donde encontraron restos
arqueológicos, tal como da cuenta un informe de Amnistía Internacional.
También hay demandas de tobas, qoms, kollas, mocovíes y guaraníes. Cada
comunidad pelea por espacios que van de una a 4000 hectáreas. Hay reclamos en
General Viamonte, Olavarría, Azul, José C. Paz, Moreno, Glew, Berisso, Tigre y La
Plata.
El Consejo Provincial de Asuntos Indígenas (CPAI), dependiente de la Secretaría de
Derechos Humanos, registra 91 comunidades en la provincia. Es decir que dos de
cada 10 agrupaciones demanda tierras. Lo fundamentan en el derecho consagrado en
el artículo 75 de la Constitución, que llama a garantizar "la posesión y propiedad
comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan y regular la entrega de otras
aptas y suficientes para el desarrollo humano". Y en el convenio 169 de la OIT, que
establece que "deberán tener el derecho de regresar a sus tierras tradicionales en
cuanto dejen de existir la causas que motivaron su traslado" y que se "deberá
indemnizar plenamente a las personas trasladadas y reubicadas".
El mapa de los 200 conflictos con comunidades aborígenes en el país. Estos reclamos
adquirieron mayor visibilidad en los últimos dos meses por el caso de Santiago
Maldonado, que, además de su desaparición el 1º de agosto en una protesta
mapuche, puso la lupa sobre la ley 26.160, que en 2006 declaró la emergencia en la
posesión y propiedad de las tierras ocupadas por comunidades indígenas y mantiene
suspendidos los desalojos hasta que se haga un relevamiento técnico, jurídico y
catastral de esos predios. Esa ley perderá vigencia el 23 del mes próximo, pero su
prórroga por cuatro años obtuvo un voto favorable en el Senado.
Ese estudio no se completó. En Buenos Aires se relevó el territorio de 24 comunidades
indígenas, según informó el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI).
De los datos recogidos se desprende la respuesta al problema objeto de investigación.

ELABORACIÓN DE CONCLUSIONES
De los datos recogidos y de lo expuesto en el marco teórico he podido confirmar la
hipótesis formulada:
El Comité sobre Discriminación Racial de la Organización de Naciones Unidas (ONU)
criticó al Estado argentina por la discriminación existente sobre pueblos originarios y
afrodescendientes, que son víctimas de discriminación.
En ese sentido, el Comité destaca que sus comunidades carezcan de servicios
básicos y que tengan dificultades para el acceso al agua potable, según un informe
que entre las causas principales señala "la falta de titularización de sus tierras y las
actividades de las empresas que explotan los recursos naturales" en sus territorios.
"El Comité está especialmente preocupado por los casos de desnutrición de niños
pertenecientes a comunidades indígenas", denuncian los expertos del Comité.
El organismo evaluó recientemente a un grupo de países en relación a la aplicación de
la Convención Internacional para la Eliminación de la Discriminación Racial, entre los
cuales está la Argentina.
Aunque en el país existe un marco legal que regula el derecho de propiedad de las
tierras que vienen ocupando los pueblos originarios, la evaluación del Comité concluye
que el Estado argentino no está garantizando su cumplimiento.
Por esa razón, el Comité pie al Gobierno argentino que recopile datos estadísticos
actualizados y completos sobre la composición de la población, con atención especial
en los pueblos indígenas, afrodescendientes, gitanos e inmigrantes como las
comunidades senegalesa y dominicana, sobre los cuales el organismo manifiesta
especial preocupación.
El artículo disponible en https://www.diarioregistrado.com/sociedad-/la-onu-alerta-
sobre-la-discriminacion-argentina-sobre-aborigenes-y-
negros_a584b062c159f19277a97d66e hace referencia a lo mencionado por el
Informe sobre la situación de los pueblos indígenas en Argentina (p. 1), donde se
expone que los reclamos por el cumplimiento de sus derechos han sido objeto de
serias respuestas violentas estatales que incluyen la criminalización de la protesta,
represión y asesinatos por parte de las fuerzas de seguridad.
Todo esto sucede en un marco institucional de exclusión política que se refleja en
todas las temáticas. Si bien la reforma constitucional y de la adopción de tratados
internacionales por la Argentina la inscriben en un nuevo paradigma de emancipación
de los Pueblos, en la práctica rige todavía el paradigma de la asimilación y
sometimiento. Los pueblos indígenas siguen subordinados a las formas y prácticas
neocoloniales. La participación en las decisiones de gobierno que les atañen es
sumamente restringida y tratada como una cuestión meramente asistencial.
En Los Toldos vive la población mapuche más grande de la provincia de Buenos Aires.
Son 1370 familias que hace por lo menos una década empezaron a militar su identidad
indígena con mayor fortaleza. Las unen raíces comunes y su cultura ancestral. Pero
también pelean por la restitución de 4000 hectáreas de las que afirman haber sido
despojadas en el último siglo por engaños o ventas efectuadas a precios irrisorios.
El caso de Los Toldos es emblemático. Hace 151 años, el entonces presidente
Bartolomé Mitre les otorgó por ley a los mapuches 16.408 hectáreas, y hoy conservan
1000. Sin embargo, la demanda no es un caso aislado, ya que otras 17 comunidades
indígenas de la provincia iniciaron gestiones o juicios para que el Estado, ya sea
nacional, provincial o municipal, les restituya tierras, les dé predios como parte de una
reparación histórica o les permita conservar sitios donde encontraron restos
arqueológicos, tal como da cuenta un informe de Amnistía Internacional.
También hay demandas de tobas, qoms, kollas, mocovíes y guaraníes. Cada
comunidad pelea por espacios que van de una a 4000 hectáreas. Hay reclamos en
General Viamonte, Olavarría, Azul, José C. Paz, Moreno, Glew, Berisso, Tigre y La
Plata.
El Consejo Provincial de Asuntos Indígenas (CPAI), dependiente de la Secretaría de
Derechos Humanos, registra 91 comunidades en la provincia. Es decir que dos de
cada 10 agrupaciones demanda tierras. Lo fundamentan en el derecho consagrado en
el artículo 75 de la Constitución, que llama a garantizar "la posesión y propiedad
comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan y regular la entrega de otras
aptas y suficientes para el desarrollo humano". Y en el convenio 169 de la OIT, que
establece que "deberán tener el derecho de regresar a sus tierras tradicionales en
cuanto dejen de existir la causas que motivaron su traslado" y que se "deberá
indemnizar plenamente a las personas trasladadas y reubicadas".
En Buenos Aires se relevó el territorio de 24 comunidades indígenas, según informó el
Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI).
En la provincia, el resorte de las demandas es principalmente el CPAI, que articula
posibles soluciones con el INAI y los municipios. "Hay una demora de 200 años en
encontrar respuestas", reconoce Mishkila Rojas, secretaria ejecutiva del CPAI. Para la
funcionaria, "el derecho a la propiedad comunitaria de la tierra es indiscutible" y es un
deber del Estado "regular la entrega de tierras aptas y suficientes para el desarrollo
humano". Y aunque prefirió no detallar casos puntuales, afirmó que en la provincia
trabajan "para adecuar esa respuesta a las demandas existentes".
Los datos del último censo permiten entender la situación. En el interior de la provincia
viven 112.671 personas que se reconocen como descendientes o miembros de
comunidades indígenas. De ellas, y pese a que sus antepasados se dedicaron a la
agricultura y la ganadería, el 93% vive en áreas urbanas. Mientras que la población
indígena radicada en el Gran Buenos Aires es de 186.640 personas, lo que a su vez
expone lo que varios expertos consideran una expulsión forzada de sus sitios de
origen. De ellos, el 99,8% vive en zonas urbanas.
En las afueras de La Plata vive la comunidad guaraní Iwi Imemby. Su historia es
representativa de familias indígenas que habitan el conurbano. Son 50 personas que
llegaron hace 14 años al barrio El Peligro tras ser desalojadas de un campo en Orán,
en Salta.
Gumersindo Segundo es el consejero de la comunidad. Cuenta que deben cuatro
meses de alquiler de las cuatro hectáreas que rentan y temen terminar en una villa.
"Nuestros antepasados fueron despojados de sus tierras por latifundistas. No sabían
leer, no conocían de leyes. Cuando ocupamos el predio en Orán, pensamos que era
del Estado, no de un ingenio azucarero. Queremos una reparación histórica", afirma.
En abril, su comunidad presentó una demanda judicial, aún en curso, para que el
Estado les dé un campo de 150 hectáreas donde vivir, cultivar y reproducir su
cosmovisión.
El articulo disponible en https://www.lanacion.com.ar/2068906-dos-de-cada-diez-
comunidades-indigenas-reclaman-tierras-en-la-provincia-de-buenos-aires coincide con
lo expuesto por Rosende (2016, p.25) en el cual menciona que uno de los problemas
principales de los pueblos originarios es el reclamo de las tierras.

BIBLIOGRAFÍA:

- Informe sobre la situación de los pueblos indígenas en Argentina: La agenda


pendiente para el relator de pueblos indígenas James Anaya, (2011)

http://www.cels.org.ar/common/documentos/InformeAnaya.pdf

- La carta de la tierra

http://earthcharter.org/invent/images/uploads/echarter_spanish.pdf

- Convención Internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación


racial, (1965)

- Rosende, Silvana Gabriela (2016) “Unidad 9: La situación actual”. Seminario “Los


pueblos originarios de nuestra nación”. Diplomatura Superior en Diversidad y
educación. Azul Ediciones, Burzaco.

- Martins, Maria Eugenia. (2009). Desde adentro. Las comunidades originarias de la


Argentina/ Maria Eugenia Martins; con colaboración de Raúl E. González Dubox. ­ 1a
ed. - Buenos Aires: Fundación de Historia Natural Félix de Azara: Ministerio de
Educación de la Nación.

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