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1.- Antecedentes
Sería un buen negocio establecer allí unos talleres de mantenimiento y reparación que
podrían dar trabajo a unos 50 empleados”. Estábamos en el intervalo del café en un
curso de desarrollo de la capacidad gerencial de todo el equipo directivo. Añadió:
“Tengo las naves, las marcas, conocemos la tecnología, incluso hasta muchos de los
posibles Clientes y empleados. Pero me falta el Gerente que se haga cargo del negocio
Puedo haber escuchado en torno a unas quince mil exposiciones breves pero
estructuradas y preparadas por distintos directores, sobre multitud de temas: visión,
estrategia, diferenciación, delegación, empowerment, trabajo en equipo, innovación,
autoimagen, coaching, evaluación del rendimiento y un largo etcétera.
El primer gran desequilibrio que advertí, se daba entre la orientación hacia el dinero por
una parte y la orientación hacia la persona por otra. Y la verdad es que ambos aspectos a
la vez son imprescindibles en la empresa.
El beneficio es el “gasto que asegura el futuro” (quizá mejor se debería llamar así) por
una parte, y por otra, en una empresa sólo se dirigen personas; en rigor, nadie dirige una
empresa, ni una fábrica, ni un proceso, ni un departamento. Por tanto, son irrenunciables
el enfoque económico (representado en el dibujo del modelo de liderazgo por 8 hábitos
con el euro) y el enfoque hacia la dignidad de la persona (representado por unas
personas).
El segundo gran desequilibrio que observé, y que también es obvio, se establece entre la
necesidad de tener una organización estable por una parte, y la de tener una
organización que cambia, innova y mejora, por otra. Y también de nuevo ambos
aspectos a la vez son imprescindibles. La estabilidad (representado por un triángulo),
para que las personas se puedan sentir arraigadas y dueñas de su propia vida por un
lado, y por otro, toda empresa está condenada a tener que estar aumentado su
productividad (representado por los aros olímpicos) constantemente para mantener una
rentabilidad uniforme; la empresa que no lo hace está sometida a un proceso real de
descapitalización. Si la estabilidad es total, la empresa languidecerá, pero si todo es
cambio, el caos es total.
Pues bien, cuando hace tres años me senté a recopilar mi experiencia en un libro (“Del
Miedo a la Confianza” Ed. Díaz de Santos), mi revoltijo intelectual era excesivo. Como
pasa en una mayoría de empresas, necesitaba simplificar, hacer algo sencillo y, sobre
todo, integrar el planteamiento; cerrarlo; por eso concluí en un círculo de liderazgo que
en cuatro cuadrantes plantea
8 Hábitos directivos clave, dos por cuadrante, según indica la figura. Mantengo que este
esquema pone al Cliente en el centro de la escena, desarrolla bien la capacidad gerencial
de cualquier directivo y responde a la problemática real poliédrica a la que se enfrenta.
1. Hábito de la información
4. Hábito de la delegación
Es el hábito de organizar eficazmente a los demás, otorgándoles autoridad, llegando al
empowerment y exigiéndoles responsabilidad. Supone tener los objetivos bien
establecidos y tener confianza en los demás.
Es el hábito que hace funcionar adecuadamente todos los diversos procesos internos que
fluidifican la organización; vuelca la fidelidad del departamento hacia el equipo y el
proceso; logra un mayor compromiso, integración y sinergia, lo que hace que se
potencie el intangible y la productividad. Ojo, es el hábito de estar dispuesto a perder
protagonismo.
8. Hábito de la innovación
Un directivo tiene este hábito cuando tanto él como todos y cada uno de sus
colaboradores está introduciendo de dos a cuatro innovaciones al año en su trabajo, de
tal forma que están comprometidos en una mejora continua de la productividad. La
productividad, en el análisis final es cuestión de personas más que de Tecnologías.
Aunque sólo sea en algunos pocos casos, veo que puede ser necesario negociar y
acordar el significado de determinadas palabras para entendernos. Propongo aquí tres
definiciones que me gustan:
Para mí, el hábito implica tener habilidades (no al contrario). Por lo cual, correctamente
deberíamos hablar de Hábitos Directivos y no de Habilidades Directivas. Es decir, el
HÁBITO implica: a) Tener un espíritu, y b) simultáneamente con él, tener habilidades,
técnicas y conocimientos.
Los errores en la vida no los cometemos por la falta de lógica (que suele ser suficiente),
sino por lo que damos por supuesto.
Pues bien, el factor más crítico de los dos podría decirse casi universalmente está en el
escaso grado de desarrollo de la mentalidad o de la cultura, o de comportamiento, donde
está el aspecto espiritual. Casi nunca el fallo está en que sea escaso el factor
“conocimientos” (que obviamente también son necesarios). Es el liderazgo el que
genera la tecnología; la tecnología no genera liderazgo.
Las creencias y supuestos que a veces son premisas inconscientes, suelen estar
fuertemente arraigadas, porque se han consolidado a lo largo de años, sin cuestionarlas
y dándolas por válidas y verdaderas. Hoy día, el entorno nos inocula cantidad de
creencias mediocres que hacemos nuestras sin un análisis lógico y riguroso. Y que
luego nos marcan totalmente.
Determinan de hecho nuestra forma de ver las cosas, nuestra mentalidad, nuestra forma
de ser.
Observemos:
Pues bien, todo esto hasta aquí ha sido el prólogo para analizar el espíritu que a veces
preside, y que debería presidir, cada uno de nuestros 8 Hábitos.
Espero que estas creencias sean bien entendidas, porque están comprimidas, y la
excesiva simplificación podría hacerles parecer dogmáticas.
“Yo soy así” (aunque tenga a veces “Yo actúo así”, me pongo en cuestión y
que imponerme a los demás para desarrollo más conocimientos que potenciarán
librarles de sus errores). mis puntos fuertes.
Para gestionar el trabajo hace Para gestionar el conocimiento hace falta, sobre
falta, sobre todo, un ejecutivo todo, un Líder que transforme un Comité de
agresivo, independiente, enérgico Dirección en un Equipo de Dirección. ¡Nada menos!
y que sea un nº 1. Un “llanero
solitario”.
“No es mi problema. Yo hago lo El cómo veo el problema, es el problema.
mío y el que venga atrás que Antepongo la labor de equipo a mi protagonismo
arree”. personal.
El trabajo en equipo exige, sobre El trabajo en equipo exige responsabilidad,
todo, espontaneidad, tolerancia, autodisciplina, entrenamiento y compromiso con los
consenso, creatividad. resultados.
Cuando hace falta, practico la El “divide y vencerás” destroza la gestión del
política del “divide y vencerás”. conocimiento. El conocimiento no utilizado es el
segundo coste oculto más alto.
Lo importante es que cada Los especialistas deben trabajar en equipo para
especialista haga bien su trabajo, y poder hacer bien su trabajo. La comunicación
que cada uno esté a lo suyo. horizontal (cultural) es la que crea equipo y “añade
valor” al Cliente. Los tremendos costos ocultos de la
mala coordinación, son el primero.
Pongo mis ideas en un pedestal. Soy Me pregunto: ¿Quién está más loco? ¿Los
bastante genial. demás o yo?
5. Consecuencias
La mentalidad es una forma de pensar y una forma de sentir, soportada por todo un
conjunto de creencias o supuestos, que determina la forma de ver las cosas, que a su vez
condiciona el comportamiento, el cual, sea cual fuere, siempre se justifica.
Aquí hemos tratado las creencias del management (directivas) en el que los aspectos
más típicos son los empresariales, los psicológicos y los éticos; los tres a la vez. Las
creencias en los aspectos operativos podrían ser mucho más numerosas y menos
importantes en principio.
Aunque las creencias se dan a veces por supuestas, no se explicitan, y es frecuente que
el sujeto manifieste lo contrario de lo que en realidad tiene arraigado; tuve un jefe que
siempre nos hablaba de la calidad, pero lo que él siempre observaba y por lo que se
regía, era por el nivel de stocks y su financiación que, por lo tanto, era por lo que
realmente nos orientábamos todos (la cultura).
Pero lo más grave es tener creencias erróneas frecuentes y fáciles de tener, por lo que
directivos inteligentes y expertos han cometido grandes errores. Porque uno “está
seguro” de cosas equivocadas. Se puede equivocar un individuo, una empresa o una
nación.
C. Todo está ligado
El conjunto de creencias compartidas en una empresa forman su cultura, que es el
inductor de la estrategia, políticas, organización, comportamientos, etc., que son los
inducidos. El cambio sólo es posible si cambia un poco TODO y se encuentra un nuevo
punto de equilibrio.
Con una cultura determinada puedo uno resolver problemas o desafíos que no puede
con otra. De hecho, las oportunidades estratégicas enfocadas son unas u otras según
cómo sea la cultura.
Hoy día, con el tema de la globalización y turbulencia de los mercados, esa barrera es
relativamente barata y se ha reducido drásticamente, por lo que están empezando a
aparecer las personas cuyo comportamiento empieza a ser estratégico.
Ahora bien, así como la tecnología se podía dominar y modificar, las personas ya no
tanto. Y el problema cultural empieza a ser serio, porque además de cultural es
estratégico.
F. Cambio cultural
Efectivamente, hoy día dirigir una empresa es dirigir un cambio cultural (un cambio en
el comportamiento, en la forma de trabajar). El futuro no se puede construir con
supuestos antiguos, porque se repetiría lo antiguo.
Cuanto más éxito se ha tenido anteriormente, más se gravan las creencias y más difícil
es el cambio y el futuro; por eso, el mayor peligro lo originan, precisamente, las
situaciones de mayor éxito.
El cambio cultural exige gran atrevimiento y valentía para desafiar la evidencia porque
debe repensarse todo y empezar de nuevo. El directivo está atrapado en su propia forma
de pensar. La evidencia, por otra parte, nunca es suficiente hasta que ya está uno con el
agua al cuello; y ni aún así es evidente.
También puede ocurrir que uno se dé cuenta de lo que debería hacerse, pero que no
tenga lo que hay que tener.
Dado que en el análisis final la Capacidad Gerencial no sólo es el recurso más escaso,
sino también la clave única del éxito, voy a tratar telegráficamente cómo se adquiere y
cómo no se adquiere.
Y lo voy a decir con atrevimiento y descaro, ya que el que piensa lo contrario no deja de
hacerlo.
d) El trébol del liderazgo orienta hacia tres aspectos de forma simultánea: el logro de los
objetivos, la atención hacia las necesidades personales de cada uno y el orgullo de
pertenecer al grupo; es bueno para supervisores y jefes de equipo; quizá demasiado
simplón para directivos. Sería una buena simplificación del modelo de 8 Hábitos.
Sin embargo, está de moda; y en el mundo del Management la moda tiene más impacto
que en el de la Alta Costura. Por eso es necesario precisar un poco.
a) 1er Paso:
Puede haber casos con una situación verdaderamente compleja y difícil, aunque siempre
el propio equipo directivo forme parte de ella.
Existe una mejora vivencial de la mentalidad en cada participante, que incorpora hábitos
eficaces, uno de los cuales será el que cada participante actuará como coach de sí mismo
(que es el mejor coach que uno puede tener) durante 1, 2 ó 3 años, según he visto. Esta
fuerte impulsión colectiva de todos y cada uno de los participantes, que se puede lograr
en 30 ó 40 horas con 14 personas como máximo, ciertamente no puede alcanzarse con
un coaching personalizado.
c) 3er Paso. Ligado íntimamente al final de la fase anterior, consiste en definir el estilo y
diagnóstico de cada uno con ayuda de tests especializados, con los que se puede precisar
muy bien los objetivos de progreso de cada participante.
“Antropología: una guía para la existencia”, de Juan Manuel Burgos Velasco. Ed.
Palabra.