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En la conversación que sostengo con mi compañera de estudio, le sugiero que me

cuente acerca de su experiencia en el Salado de Consotá; ella, como un


parlanchín, se desborda diciendo: “Su ubicación representa una fortaleza para
toda Pereira, ya que es de fácil acceso, pues se encuentra a cinco minutos de la
terminal de transportes de la ciudad y a escasos 200 metros lineales de la
Universidad Tecnológica de Pereira; lo cual nos indica que las tierras de el Salado
son, además de fértiles, ricas en minerales y de tener un enorme valor, tanto
económico como histórico, es una de las razones por las cuales me levanto todos
los domingos con el propósito de retribuirle un poco a la madre tierra, todo el
amparo que nos ha brindado a lo largo de la vida”. La miro sorprendido de su
exposición, pues pareciera que fuera algo que la apasionara tanto que si por ella
fuera viviría allá. En el recorrido del camino hacia mi casa, salta una duda a mi
cabeza y me pregunto -si es un lugar tan lindo, tan agradable, tan cerca de la
ciudad y -sobre todo- con el papel tan representativo que tiene para la ciudad, por
qué es tan poco conocido por las personas que viven aquí-. Decido un día
comenzar con una caminata hacia el sector Caracol-La Curva, dejando poco a
poco la ciudad y con ella toda la contaminación auditiva, el afán del diario vivir y
los pensamientos perdidos.
A mitad del camino, comienzo a mirar el gran paisaje que tienen estas tierras que
habitamos y, por razones incomprensibles, no valoramos. Es realmente agobiante
ver cómo explotamos, fatigamos, asesinamos, consumimos y presionamos todos
los recursos naturales en la búsqueda de satisfacción para nuestras necesidades
que, al fin de cuentas, son tan mínimas en comparación con lo que nos estamos
quitando para nosotros mismo y que no tenemos esperanza de resanar con una
simple actividad que si se emprende será por una mínima cantidad de seres
humanos, mientras la gran mayoría carece de total interés.
Noto que muchas personas llegan en bicicleta o bus, y se dirigen al punto de
encuentro. Son personas desconocidas para mí, juntas para un solo objetivo “La
lucha de preservar el patrimonio y la naturaleza”. Momentos después, personas
organizadoras del evento se me acercan y dan la bienvenida como si ya nos
conociéramos desde hace tiempo, simbolizando la humildad y el compañerismo
que se debe tener en actividades como estas.
Después emprendimos el recorrido hasta lo que se conoce como el ojo del Salado
de Consóta, éste recorrido nos tomó, aproximadamente, media hora como si
camináramos por un corredor biológico. Este sendero tiene como particularidad,
ser un canal de comunicación para los animales que habitan en esta zona y por el
lado izquierdo se encuentra la cuenca media del río Consóta que con sus
hermosas aguas hace que la experiencia sea más placentera.
Finalmente llegamos al tan comentado y nombrado lugar; de inmediato los lideres
nos comienzan a relatar su historia, el cómo, el porqué, y el para qué, fue
aprovechado este sitio como punto histórico en la ciudad. Nos ponen al margen de
todo y nos dicen cómo fueron sus antepasados, recalcando que según estudios de
la Universidad Tecnológica de Pereira en los años 1553, los indios Consóta
hervían el agua de la salina en enormes pailas y fogones para extraer la sal y
pagar tributo a los españoles de la conquista, con esta sal que era de tan alta
calidad y pura como la de España, lo cual nos indica que es un lugar muy
privilegiado no solo por lo cerca que se encuentra de nosotros sino que en un
espacio geográfico con mucha particularidad, donde se suman vestigios
arqueológicos de distintas épocas, con la belleza paisajística del cañón del río
Consóta, pudiendo usarse, como áreas recreativas o como sector de oferta de
servicios turísticos culturales.
Recomiendan a cada persona, realizar una actividad, todos los voluntarios se
reúnen al final para hablar acerca del porqué se interesaron en ir y del cambio que
quieren generar en la ciudadanía, con el objetivo final de llevar un mensaje a
nuestras casas. En este sitio se pueden encontrar atractivos naturales ligados al
agua (Rio Consóta, quebradas afluentes y cristalinas) alta biodiversidad en la
llanura aluvial las cuales pueden ser de uso educativo o recreativo. Niños y
jóvenes encontrarán un medio lúdico-didáctico y una experiencia inolvidable,
disfrutando la naturaleza y aprendiendo sobre la historia local y regional,
observando las evidencias geológicas de manifestaciones arqueológicas, además
de que se dividen por etapas o estaciones, donde se encontrarán los principales
hallazgos de nuestra historia prehispánica y colonial. Generando un cambio de
pensamiento y decir, si somos tan privilegiados con lugares, ubicación geografía,
gente y cultura, ¿Porqué (como me decía una profesora hace una semana) no
hacemos cosas para que la gente se motive a ir a sitios como estos; qué además
de permitirnos conocer sobre lo antepasado, alivia nuestro cuerpo en el vivir diario
en la ciudad?, ¿Porqué, en vez de gastar dinero en cine, comida y ropa; no la
gastamos para mejorar lugares y producir un cambio en la ciudad?. Claramente
nosotros tenemos las respuestas pero debemos ejecutar, no solamente pensar.
Finalizando el día, voy a mi casa para llamar a mis padres y contarles la
experiencia que tuve y lo orgulloso que me siento y nos sentimos junto a mi equipo
de trabajo de este maravilloso y voluptuoso lugar.

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