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INTRODUCCIÓN .........................................................................................................2
1. Actividad Cerebral ....................................................................................................3
2. Aplicaciones en la localización de fuentes de actividad cerebral ................................6
2.1. Localización de fuentes en Epilepsia ...................................................................6
2.2. Localización de fuentes en ERP ...........................................................................7
3. Impacto de los emoticonos en la actividad cerebral ...................................................8
4. Actividad cerebral y cautela diagnóstica....................................................................9
4.1. Técnicas de neuroimagen detectan actividad cerebral voluntaria en algunas
personas en estado vegetativo .................................................................................9
REFERENCIAS ........................................................................................................... 10
INTRODUCCIÓN
El cerebro es el órgano que más nos deferencia a los humanos del resto de los seres vivos y a
su vez uno de los más interesantes de estudiar. Su inmensa complejidad nos impide
actualmente comprender por completo su funcionamiento. Sin embargo, la ciencia ha dado
pasos enormes en su comprensión a diferentes escalas, desde las bases de la biología celular
y molecular, hasta estudios de psicología experimental.
Dada la naturaleza del cerebro, formado por millones de neuronas que se comunican entre sí
de forma electroquímica, una de las maneras más efectivas para su estudio es el registro de la
actividad eléctrica. En el año 1924 el psiquiatra alemán Hans Berger realizó la primer
medición conocida de actividad eléctrica cerebral humana utilizando un
electroencefalograma. Esta técnica consiste en medir el potencial eléctrico generado por la
actividad neuronal por medio de electrodos colocados sobre la superficie del cuero cabelludo.
Hoy en día, esta técnica no invasiva proporciona una elevada resolución temporal, del mismo
orden de los procesos fisiológicos que le dan origen.
Durante décadas la electroencefalografía (EEG) ha permitido abordar el estudio del cerebro
para entender su funcionamiento normal y para estudiar la fisiopatología de diversas
enfermedades neurológicas. Actualmente, con el advenimiento de la tecnología, contamos con
nuevas herramientas que nos permiten realizar un análisis mucho más profundo de la actividad
cerebral.
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1. Actividad Cerebral
Según Guzmán, (2015) con el Electroencefalograma se registran unas ondas, que son
producidas por la activación de las neuronas del cerebro. A estas ondas se les da el nombre de
una letra griega, según su frecuencia. La frecuencia es la mayor o menor rapidez de las ondas,
valora el número de ondas en un segundo, y se mide en hertzios -Hz-, por ejemplo, en una
actividad de 8 Hz hay 8 ondas en un segundo. Las frecuencias del EEG se dividen en 4 grupos:
delta, son las más lentas, con un ritmo de 1-3 ondas cada segundo;
theta, de 4 a 7 ondas por segundo;
alfa, de 8 a 12 ondas por segundo;
beta, por encima de 12 ondas por segundo.
Así, se habla de frecuencias lentas (delta y theta), frecuencia alfa y frecuencias
rápidas (beta).
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Cuando estamos despiertos, la actividad EEG normal se explora estando relajados y con los
ojos cerrados, y se registra un ritmo en frecuencia alfa (de 8 a 12 ondas por segundo) en las
áreas posteriores del cerebro (región occipital), que desaparece al abrir los ojos o al
concentrarse en una tarea. En el resto de áreas cerebrales se ven ondas de baja amplitud de
varias frecuencias (lentas, alfa y rápidas).
Actividad EEG en vigilia, con ritmo alfa que desaparece al abrir los ojos.
Es importante saber que en el registro EEG normal aparecen artefactos, que son alteraciones
que se deben a múltiples causas (movimientos musculares, oculares, respiración, pulso,
electrodos, resistencia de la piel, sudor, problemas técnicos) y no significa que haya patología.
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Actualmente se realiza el EEG digital, mediante ordenadores que procesan la información y
permiten analizarla de distintas maneras, incluso con procesamientos matemáticos.
Electrofisiológicamente es factible identificar si la actividad cerebral es normal o anormal. Un
cerebro sano tiene mejores posibilidades para aprender, más aún si se tiene presente que las
funciones mentales como la inteligencia, el pensamiento, el lenguaje, la atención, la memoria
y las funciones ejecutivas participan en el aprendizaje. La estructura orgánica que sustenta y
regula estas funciones es el sistema nervioso central, el cual está conformado por estructuras
dinámicas, capaces de modificarse a sí mismas en cuanto a su funcionamiento a lo largo de
toda la vida, por tal razón existen posibilidades de adaptación neurofuncional para realizar
nuevos aprendizajes, capacidad a la que se le conoce como neuroplasticidad o plasticidad
cerebral. La plasticidad neuronal está en relación directa con el número, calidad y fuerza de
las conexiones interneuronales, lo cual constituye la base física u orgánica de funciones
mentales como el aprendizaje y el soporte de la memoria.
En cambio, el déficit en el funcionamiento del sistema nervioso puede ser factor causal de
fallas para el procesamiento de las competencias cognitivas y conductuales, pudiendo
evidenciarse por problemas para el aprendizaje, particularmente debido a trastornos de
memoria, déficit de atención, fallas en la habilidad para comprender, así como trastornos del
comportamiento que están relacionados con actividad electrofisiológica cerebral
disfuncional. El electroencefalograma (EEG) es un registro de la actividad eléctrica cortical
que permite conocer las características de la actividad electrofisiológica cerebral y forma parte
de la valoración diagnóstica de toda persona con presunta disfunción del sistema nervioso
central. Es importante añadir que este tipo de valoración instrumentada de la actividad
cerebral solo complementa la exploración clínica, y se debe evitar la sobrevaloración
de los datos electroencefalográficos sin tener en cuenta la situación clínica.
La calidad del funcionamiento neurológico es fundamental para la eficiencia de las funciones
mentales, tanto neurocognitivas como neuroconductuales, lo cual es respaldado por el
concepto de Collins, que considera el origen de las discapacidades del aprendizaje en alguna
forma de anormalidad neurobiológica.
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Los avances tecnológicos de la neurología han sido considerables durante los últimos años y
han puesto a disposición de clínicos y científicos un gran set de herramientas para detectar
actividad cerebral como correlato de conductas y actividades cognitivas “altas”. Una de las
técnicas de Tiempo que posee mejor resolución temporal y permite medir la actividad
cognitiva en tiempo real es el Electroencefalograma (EEG), mediante el cual es posible
cuantificar la actividad eléctrica neuronal en milisegundos.
Hallazgos neuroanatómicos y neurofisiológicos relacionan la afectación de los lóbulos
frontales y en especial de la corteza prefrontal con los procesos cognitivos y conductuales en
sujetos con trastorno por déficit de atención e hiperquinecia, en quienes neurofisiológicamente
se ha detectado un aumento de la actividad lenta en un elevado porcentaje de sujetos, así como
mayor incidencia de actividad epileptiforme.
Las técnicas de neuroimagen funcional y neurofisiológicas demuestran cada vez más su
utilidad en el ámbito clínico. La cuantificación de variables psicofisiológicas es una
herramienta clave para crear modelos de rehabilitación que después sirvan para aumentar o
disminuir ciertos parámetros relacionados con la actividad cerebral normal y anormal. En este
contexto surge la electroencefalografía cuantitativa (quantitative EEG, QEEG), técnica
neurofisiológica no invasiva que procesa la señal eléctrica del EEG convencional y cuantifica
la contribución relativa de cada frecuencia en el funcionamiento cerebral de un individuo.
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La posibilidad de determinar la ubicación y organización de la red neuronal involucrada en el
origen de la descarga epiléptica, resulta esencial para la definición de la ZE. Sin embargo, los
procedimientos invasivos implican un potencial aumento de la morbimortalidad y un
importante costo adicional. Esta situación nos obliga a buscar otras estrategias menos
riesgosas y no invasivas para definir la ZE. Una de estas estrategias es la utilización de
algoritmos matemáticos para la resolución del problema inverso, esto es la localización de la
fuente de la actividad epileptogénica, a partir de la información obtenida desde la superficie
(EEG obtenido con electrodos sobre el cuero cabelludo). Estas técnicas de localización de
fuente tienen la ventaja de ser menos 3.3 localización de fuentes en erp 51 agresivas y menos
costosas que las técnicas invasivas, por lo cual, de probarse su utilidad, facilitarían la
evaluación prequirúrgica de los pacientes con epilepsia refractaria.
El estudio de la epilepsia focal ha sido abordado numerosas veces utilizando técnicas de
localización de fuentes a partir de IIS. Los resultados generalmente han sido comparados con
el análisis de iEEG, con lesiones visibles en MRI o con resultados quirúrgicos, siendo
satisfactorios en la mayoría de los casos. Así, esta herramienta es de gran utilidad para el
estudio de los circuitos neuronales epileptógenos y se presenta como una posible opción para
el diagnóstico y tratamiento clínico de los pacientes con epilepsia (Blenkmann, A. 2012).
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El uso de ERP presenta ciertas ventajas sobre otros estudios psicológicos, como la medición
de tiempos de respuesta en acciones motoras, debido a que provee mediciones continuas de la
actividad cerebral, y permite conocer los procesos afectados al manipular las variables
experimentales. Otra de las ventajas que presenta es la capacidad de estudiar procesos donde
no existe una respuesta por parte del sujeto, como en ciertos estudios donde es de interés
analizar los estímulos ignorados por los sujetos. Entre las desventajas podemos decir que el
significado de una medición de ERP puede no ser muy claro, como por ejemplo la variación
en la latencia de un pico en dos condiciones distintas. Otra de las desventajas del ERP es que
normalmente se requieren muchas pruebas por cada condición de estímulo, cientos
normalmente. Así, el diseño de los experimentos puede llevar varias horas, lo que puede
generar variaciones temporales de la respuesta cognitiva.
Los modelos distribuidos por su parte, presentan en general soluciones suaves más
representativas de la actividad cerebral. El análisis de los resultados puede ser estudiado por
distintos métodos, como el mapeo estadístico paramétrico (SPM) o el mapeo estadístico no
paramétrico (npSPM).
Debemos remarcar que el estudio de ERP en grupos patológicos puede aportar no solo al
conocimiento de los sustratos neurofisiológicos de la enfermedad, sino también puede
plantearse como un marcador que sirva como herramienta diagnóstica. Los trastornos
cerebrales se pueden clasificar en asociación con el deterioro de los sistemas cerebrales y se
diagnostican de acuerdo a las desviaciones de la normalidad. Los sistemas de clasificación
utilizados actualmente, tales como el DSM- se basan en la descripción de la conducta del
paciente y, por ende, son una medida subjetiva. Distintos componentes de ERP han sido
sugeridos como posibles candidatos de marcadores objetivos fisiológicos de enfermedades.
Actualmente, la localización de fuentes abre una nueva ventana que permite ubicar las fuentes
generadoras de dichos componentes, pudiendo establecerse como marcadores en sí mismo
(Blenkmann, A. 2012).
En los últimos años estamos viviendo una auténtica revolución de la comunicación digital y
de sus elementos más singulares: los emojis (ideogramas o pictogramas) y sus antecesores,
los emoticonos (combinaciones de signos de puntuación que representan caras con distintas
expresiones o emociones). Estos iconos, permiten transmitir e identificar emociones sin el uso
de palabras, al mismo tiempo que enriquecen la comunicación y reducen la ambigüedad de la
información, mejorando nuestras interacciones digitales. Además, diversos estudios
demuestran que nuestro cerebro reacciona ante estos iconos, en algunos aspectos, de manera
muy parecida a como lo hace con los rostros.
La efectividad del uso de emoticonos y emojis ha hecho que se conviertan en elementos
enriquecedores de la comunicación digital de uso generalizado. Conocer cómo se procesan
estos elementos es un reto para la psicología cognitiva, ya que no parece existir una respuesta
cerebral innata a los emoticonos, sino que se trata de una respuesta aprendida a través de la
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asociación con el rostro humano, una respuesta neural creada de manera. En resumen, la
evidencia apunta a que, debido al aprendizaje asociativo, los emoticonos son capaces de
activar algunas áreas cerebrales del mismo modo que los rostros humanos, concretamente,
aquellas implicadas en el procesamiento de información emocional, a pesar de que no activan
otras áreas cerebrales específicas del procesamiento de rostros. Por todo ello, es necesario
seguir profundizando en los mecanismos de procesamiento específicos de los emoticonos y
los emojis (Martinez, R. y Martínez, D. 2016)
4. Actividad cerebral y cautela diagnóstica
El término "estado vegetativo" se ha utilizado para describir a los pacientes cuyos ojos se
abren después de un período de coma, pero incapaces de dar respuestas con sentido a diversos
estímulos. Se hace "persistente" cuando los enfermos permanecen en "estado vegetativo"
durante más de 3 meses después de procesos patológicos que alteran a la afluencia de oxígeno
al cerebro, o más de 12 meses después de un traumatismo craneal. El diagnóstico de "estado
mínimamente consciente" se reserva para aquellos pacientes que sólo responden de una
manera errática y limitada a órdenes del explorador o a estímulos producidos por el ambiente,
pero que pueden originar respuestas motoras o verbales que tengan sentido. En algunos
pacientes en estado vegetativo persistente se detecta actividad cerebral cuando se pronuncia
su nombre, pero no está claro el nivel de consciencia que esto revela.
En un interesante estudio que aparecerá publicado próximamente en la revista New England
Journal of Medicine, los autores detectaron activación voluntaria de ciertas zonas cerebrales
en 5 de 54 pacientes con estados inconscientes completos o con respuestas mínimas a
estímulos. La activación cerebral se produjo cuando se les daban instrucciones a los enfermos
para que se moviesen mentalmente por su casa o por su ciudad o que se imaginasen jugando
al tenis. Lo interesante del experimento es que las áreas cerebrales activadas eran las mismas
que se activan en las personas sanas. El estudio se llevó a cabo utilizando modernas técnicas
de neuroimagen, en concreto la resonancia magnética funcional, que estos mismos autores
habían utilizado anteriormente con éxito para detectar niveles de consciencia en pacientes con
estado vegetativo persistente.
Aunque la frecuencia de activación cerebral en estas situaciones patológicas no es muy alta,
el estudio deja claro que en algunos casos se puede dar. Este dato subraya la importancia de
ser cautelosos sobre la "aparente" completa falta de respuesta de estos enfermos. Además, los
datos son lo suficientemente significativos como para plantearse que la resonancia magnética
funcional es una herramienta útil para clasificar y evaluar el pronóstico de los enfermos en
estados de coma (Giménez, 2010).
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REFERENCIAS
Giménez, J. (2010). Actividad cerebral y cautela diagnóstica. Grupo Ciencia, Razón y Fe.
Recuperado de: https://www.unav.edu/web/ciencia-razon-y-fe/actividad-cerebral-y-
cautela-diagnostica
Ríos, J., Barragán, L., Flores, M., Vázquez, M. y Hérnandez, M. (2014). Actividad cerebral
en estudiates de medicina del 10° ciclo. Reista Iboamericana de la Ciencias de la
Salud. Recuperado de: http://rics.org.mx/index.php/RICS/article/view/15/16
Cantillo, J., Gutiérrez, J., Flores, T., Cariño, B. y Elías. D. (2014). Caracterización de la
actividad eléctrica cerebral relacionada con la imaginación del movimiento de la
mano en sujetos sanos. Recuperado de:
https://www.medigraphic.com/pdfs/revinvcli/nn-2014/nns141m.pdf
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