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Subjetividades monstruosas y condiciones de producción de futuro

Andrea Torrano (CIECS-CONICET y FCS-UNC)

El viejo mundo se está muriendo y el nuevo mundo lucha por nacer:


ha llegado la hora de los monstruos.
Antonio Gramsci.

Resumen. En su último libro, Futurabilidad: La era de la impotencia y el horizonte de


la posibilidad (2019), Bifo manifiesta que el presente se caracteriza por la impotencia, es
decir, un tiempo en el que reina la violencia neoliberal y financiera y el neofascismo. No
obstante, también advierte que el presente tiene inscripto múltiples posibilidades -lo que
denomina futurabilidad- que abre a un horizonte de emancipación posible. Nuestra
comunicación se propone ahondar en esta tensión entre la impotencia y la potencia -o
posibilidad- que el tiempo presente habilita, prestando especial atención a la producción
de subjetividad que acompañan las condiciones de producción de futuro. Llamaremos
subjetividad monstruosa a esas formas de subjetividad que actualizan, a través de
múltiples estrategias, una vida en común en la gubernamentalidad neoliberal.

I. Introducción
En Futurabilidad, último libro traducido al español,1 Bifo analiza la forma
contemporánea del biopoder bajo su compleja forma de neoliberalismo, capitalismo
financiero y resurgimiento del nacionalismo en el norte global.2 Con el neologismo
futurabilidad, articula futuro con posibilidad, que define como “la multiplicidad de
futuros posibles inmanentes: un devenir otro que ya está inscripto en el presente”
(Berardi, 2019a: 23). La futurabilidad es, entonces, las múltiples posibilidades que ya
están inscriptas en nuestro presente.
A diferencia de otros libros en los cuales parece plantear un futuro desolador -nos
referimos fundamentalmente a La fábrica de la infelicidad (2003) y Generación post alfa
(2009), Fenomenología del fin (2014)-,3 aquí se avizora la posibilidad de un futuro

1
Recientemente ha publicado Breathing. Chaos and Poetry (2019), donde se advierte cómo ha
incrementado el ritmo caótico de nuestra respiración en la forma de capitalismo financiero que estamos
viviendo, y cómo la poesía puede ser una terapia contra esta sofocación.
2
Bifo advierte que con la noción de imperio Negri y Hardt quisieron describir la simetría entre orden
mundial y orden global de la red, para distinguirla de imperialismo moderno, pero que los primeros quince
años del siglo XXI, con el resurgimiento de los nacionalismo, han refutado esta hipótesis (2019: 128).
3
También podríamos incluir After the future (2011).
próximo en el cual sea posible liberarnos del trabajo asalariado a través de la tecnología,
de la sustitución de la competencia por la solidaridad y la cooperación, de la conversión
de la totalidad de la vida en valor por una preocupación por el (auto)cuidado, el ambiente
y el afecto.
Bifo se mueve -como nos tiene acostumbradxs- entre un diagnóstico y una
terapéutica o cartografía.4 Diagnóstico en tanto nos sumerge en una pormenorizada
lectura de nuestro presente: de dominio del semiocapitalismo y sus consecuencias
patológicas sobre los sujetos, y terapéutica en tanto posibilidad de transformación, de
recomposición de un cuerpo social autónomo.
En el texto abundan conceptualizaciones que encontramos en libros anteriores,
como Gestalt -formas codificadas: captura paradigmática-, General intellect, código
semiocapitalista, automatización, determinismo, autonomía; pero aparecen nociones
claves como potencia -energía-, poder -forma-, posibilidad -materia- y tiempo, que van a
dar forma a lo que podríamos denominar una ontología del sujeto -o mejor de la
subjetividad. Ya en las primeras palabras se encuentra una advertencia a quien lee: “No
voy a escribir acerca del futuro otra vez. No voy a escribir acerca del no-futuro tampoco.
Escribiré acerca del proceso de devenir otro” (Berardi, 2019a: 11).
Mas allá de las distintas tesis que recorren el texto, lo que nos interesa
fundamentalmente destacar es la relación entre futurabilidad y subjetividad. Esa conexión
en la cual la subjetividad emergente se entrelaza a un futuro posible. En las próximas
páginas recurriremos a la propuesta de Bifo en relación a la futurabilidad -a esa tensión
entre impotencia y potencia, entre lo actual y lo virtual-, pero apelando a la ontología
simondoneana para dar cuenta del proceso de devenir otro -ya que consideramos que la
morfogénesis que presenta Bifo es problemática y limitada-, que denominamos
subjetividad monstruosa.

II. Futurabilidad en tiempos precarios


La forma contemporánea del biopoder presenta una conjunción inédita entre
neoliberalismo, capitalismo financiero, nacionalismo y securitarismo. El asentamiento
definitivo del neoliberalismo desde los 80, la financiarización de la economía y el
resurgimiento del nacionalismo en estos últimos años y el endurecimiento de las políticas

4
Tomo esta interpretación de Diego Sztulwark de la introducción a La sublevación, el diagnóstico remite
a la tradición del obrerismo y post-obrerismo, y la terapéutica a la cartografía de Guattari (Berardi, 2014:
11-12).
securitarias hace del biopoder una compleja argamasa a la que cada vez es más difícil
oponer resistencia. Este fenómeno no sólo se observa en el norte global, sino también en
nuestras latitudes. El gobierno de Bolzonaro en Brasil y el de Macri en nuestro país, luego
de más de una década de gobiernos progresistas, señalan las dificultades para instalar en
la sociedad los fundamentos del progresismo, que podríamos caracterizar bajo los
principios del peronismo: soberanía política, independencia económica y justicia social.
En el contexto neoliberal los Estados abandonan su forma social por una de
inseguridad (Castel, 2008; Lorey, 2016), donde se recortan prestaciones sociales
fundamentales, tales como la salud, la educación y la seguridad social. La protección
social ahora será para algunos individuos -que están siempre amenazados con perderlas-
y/o se convierten en un aseguramiento privado. Estas políticas de precarización se
agravan aún más si miramos el mercado de trabajo con altas tasas de desempleo,
reducciones salariales, aumento de la flexibilidad y subcontratación, del empleo temporal,
informal y no registrado, violación de derechos laborales y ataque a la organización
sindical, y se impone una cultura empresarial -emprendedurismo- como modelo de vida,
no sólo en el trabajo sino de la vida en general.
Esta precarización de la totalidad de la vida se articula con una economía basada
en las finanzas, que implica la subordinación de la producción a la acumulación de dinero
y obtención de ganancias a través de la especulación financiera (Marazzi, 2009) y a una
"economía de la deuda" (Lazzarato, 2015) que se plasma en la explosión de la deuda
pública y la expansión de la deuda privada. No sólo los Estados y las empresas contraen
deuda sino también amplios sectores de la sociedad, incluso los sectores más
desfavorecidos bajo la forma de microcréditos.
Las políticas económicas y sociales neoliberales han hecho propicio el
resurgimiento de un nacionalismo reaccionario -vengativo dice Bifo- y de un
fortalecimiento de las políticas securitarias. Los Estados muestran un “giro punitivo” que
pretende contener los desórdenes generados por el desempleo masivo, la precarización
del trabajo y del derrumbamiento de la seguridad social a través del control y la vigilancia
generalizada y del hiperencarcelamiento de las clases populares (Wacquant, 2016: 20-
21).5 Asimismo, reaparece un nacionalismo con tintes racistas y xenófobos que configura
un neofascismo, el cual apunta hacia mujeres, migrantes y personas pobres y/o
racializadas (AAVV, 2019).

5
En otro artículo desarrollamos la relación entre subjetividad y precarización (Barrionuevo y Torrano,
2018).
En nuestro país, desde que asumió el gobierno nacional la Alianza Cambiemos, se
advierte una clara articulación entre las políticas neoliberales -despidos masivos, recortes
de pensiones, quita de subsidios, limitación en las prestaciones de salud, reforma
previsional, recorte en educación pública, precarización del trabajo-, el capitalismo
financiero y la financiarización subordinada,6 el aumento exorbitante de la deuda pública
-la “vuelta al FMI”- y el sobreendeudamiento de los sectores populares, la intensificación
de las políticas securitarias -aumento de las víctimas de gatillo fácil, creciente
estigmatización de jóvenes de sectores populares y de quienes perciben planes sociales,
fomento a la baja de edad de imputabilidad, persecución a las organizaciones y militantes
sociales- y la emergencia de un nacionalismo que se dirige contra lxs migrantes
regionales.7
Este contexto global y local permite detallar lo que Bifo llama “la era de la
impotencia”,8 esto es, el fin de la democracia -de transformar a partir de una voluntad
política- y con ella la esperanza de crear nuevos modos de organización y de subvertir los
poderes establecidos (Berardi, 2019a: 52). La forma que adquirió el poder -entendido
como régimen de visibilidad e invisibilidad, que excluye del espacio de la visibilidad
otras concatenaciones posibles- se convierte en una Gestalt -un código perceptual único-
ligado a una total individualización y disposición competitiva que sufren lxs trabajadorxs
en la era de la precarización (Ibíd.: p. 124). La “necroeconomía” -ley general de la
competencia- y el “necrotrabajo” (Ibíd.: p. 150), que caracterizan la precariedad
económica y social del neoliberalismo, junto a la guerra civil global fragmentaria y la
transferencia del control a los propios cuerpos, nos colocan frente subsunción hiperreal,
una subsunción mental, de captura y el reformateo de la mente (Ibíd.: p. 134).
Asistimos a lo que Bifo caracteriza como una automatización cognitiva:
conectividad generalizada, finanzas, competencia global, escala militarista (Ibíd.: pp. 30-
31), que produce una separación entre el cuerpo social y el general intellect, donde la

6
Se denomina a cómo de forma simultánea se experimenta en las economías periféricas la tendencia a la
acumulación de reservas, la extranjerización de la banca y la baja capacidad de financiamiento o de
disponibilidad de crédito (cómo de forma simultánea se experimenta en las economías periféricas la
tendencia a la acumulación de reservas, la extranjerización de la banca y la baja capacidad de
financiamiento o de disponibilidad de crédito (Villavicencio y Meireles, 2019).
7
Curiosamente se trata de un nacionalismo que no tiene en agenda la soberanía territorial, esto puede verse
en los gestos políticos de la Alianza Cambiemos relación a la soberanía sobre las Islas Malvinas.
8
La palabra impotencia, para mí, es una palabra crucial, fundamental, para entender lo que está pasando en
el mundo en este momento. ¿Qué significa impotencia? Primero, cuando yo hablo de impotencia me refiero
a la dimensión política de la impotencia y, segundo, me refiero a la dimensión sexual, corpórea, física,
psíquica, de la impotencia. Se trata de dos niveles distintos, pero no podemos entender la impotencia
política de nuestro tiempo si no entendemos el otro nivel de la misma (Berardi, 2019b).
producción de conocimiento y de tecnología se despliega en un espacio corporativo
privatizado, desconectado de las necesidades de la sociedad, que solo responde a las
exigencias económicas de la maximización de ganancias: “desconectado de su cuerpo, el
cerebro social pierde cualquier capacidad de autonomía. Desconectado de su cerebro, el
cuerpo social pierde cualquier capacidad estratégica o de empatía” (Ibíd.: p. 60).
Si bien pareciera que estamos atrapadxs y que fracasó en la modernidad industrial
la posibilidad de una emancipación del trabajo asalariado a través de la tecnología, es
posible advertir la permanencia de una potencia -entendida como capacidad del cuerpo
social para que una posibilidad llegue a ser visible y a hacerse actual. Más que apelar a la
esperanza, Bifo apuesta a la posibilidad de “emancipación, enriquecimiento y paz” (Ibíd.:
171), que se encuentra en el propio presente. En las formas de solidaridad, autonomía y
cooperación que, aunque invisibilizadas por el individualismo y la competencia,
permanece en la subjetividad social de lxs trabajadorxs como potencia de transformación.
A pesar de la precarización en la cual se encuentra subsumida nuestra vida, en la
subjetividad social se encuentran los rastros de un futuro posible, de una futurabilidad.

III. Subjetividades monstruosas


El biopoder produce subjetividad, que con el dominio del semiocapitalismo, se
presenta como una forma patológica: la competencia y la depresión parecen ser sus
manifestaciones inevitables (Berardi, 20015: 86-87). En este sentido señala Guattari "lo
que hay es simplemente producción de subjetividad. No sólo producción de la
subjetividad individuada -subjetividad de los individuos- sino una producción de la
subjetividad social que se puede encontrar en todos los niveles de la producción y del
consumo" (Guattari y Roldnik, 2005: 25). Pero es en la propia subjetividad donde,
paradójicamente, se encuentra la posibilidad de transformación. De acuerdo con Bifo,
para que una posibilidad pase de la virtualidad a la realidad, es preciso que encarne en un
sujeto, y que ese sujeto tenga potencia (Berardi, 2019: 17).
Bifo concibe el proceso de subjetivación en el contexto de la precariedad bajo una
mirada morfogenética, en contraposición a una visión dialéctica, lo que supone que en
vez de entender la evolución histórica como una confrontación entre sujetos, es posible
comprenderla como una secuencia de constreñimientos y desvinculaciones que se dan
dentro del proceso de emergencia de formas. Así, la morfogénesis se manifiesta como
proceso de emergencia y como generación. Por emergencia entiende una concatenación
que nunca antes existió, por el contrario, por generación, la producción de formas en
conformidad a un código. En palabras de Bifo: “el proceso de generación es un proceso
de morfogénesis automatizado, mientras que la emergencia es la expresión autónoma de
una forma sin precedentes” (Ibíd.: 204-205). Ahora bien, para que una posibilidad pueda
actualizarse, hace falta una potencia de liberación. La potencia le permite desplegar la
posibilidad inscripta en su composición, organizar el cuerpo sin órganos. Solo por
disociación, no por contradicción, pueden emerger distintas formas del magma (Ibíd.:
206).
En unas poca páginas Bifo esboza una ontología, o más bien morfogénesis, la cual
es indispensable para comprender cómo es posible un “devenir otro que ya está inscripto
en el presente”. Esta morfogénesis presenta algunos problemas y limitaciones, por lo cual
consideramos que la ontología relacional y procesal de Simondon -ontogénesis- es más
propicia para entender este devenir otro, que no es otra cosa que el proceso de
subjetivación como posibilidad que puede hacerse actual (recordemos que para que una
posibilidad pase de la virtualidad a la realidad es preciso que se encarne en un sujeto).
Sin pretender hacer una disquisición ontológica, quisiéramos señalar que la morfogénesis
que presenta Bifo parece adherir a la distinción hilemórfica entre materia y forma:
“morphé significa la forma inestable y cambiante que la materia adopta en el proceso de
devenir, mientras que eidos es la forma original que genera infinitos objetos posibles ‘con
forma’” (Ibíd.: 205).9 Asimismo, al rechazar la contradicción a favor de la disociación no
parece quedar claro cómo es posible el proceso de emergencia de formas dentro de un
magma ni cómo es posible que se libere la potencia para que pueda ser actualizada.
La ontogénesis propuesta por Simondon (2009) permitiría dar cuenta de este
devenir y de la actualización de formas ya contenidas en la individuación. Esta ontología
presenta tres características que son fundamentales: se centra en el proceso de
constitución de los individuos, más que en el individuo constituido; entiende que el
proceso de individuación para los seres vivos es constante; y prioriza la relación por sobre
el individuo individuado.10 Simondon pone el acento en el proceso de individuación, y
no en el principio de individuación, como lo resume Virno “el individuo es un punto de

9
Inmediatamente aclara que cuando habla de forma generativa no se refiere a la precedencia idealista de la
idea, sino al despliegue de información generativa inscripta en el presente (Berardi, 2019: 205).
10
La diferencia entre el principio de individuación y el proceso de individuación -u ontogénesis- es que el
primero parte del individuo constituido, por el contrario, el proceso de individuación sitúa al individuo en
el “sistema de realidad” en el cual se produce la individuación. Para Simondon: “el individuo sería captado
entonces como una realidad relativa, una cierta fase del ser que supone antes de ella una realidad
preindividual y que, aún después de la individuación, no existe completamente sola, pues la individuación
no consume de golpe los potenciales de la realidad preindividual, y por otra parte, lo que la individuación
hace aparecer no es solamente el individuo sino la pareja individuo-medio” (Simondon, 2009: 26).
llegada de un proceso complejo, y no un punto de partida predeterminado” (2004: 9.
Cursivas del autor). Esto permite concebir la individuación y al individuo en un devenir
permanente. Para Simondon no hay individuos “reales” (indivisibles) sino proceso de
individuación, es decir, los procesos relacionales que constituyen de manera recíproca y
simultánea los individuos y los colectivos.
Sin detenernos en el complejo entramado que presenta la ontogénesis
simondoniana, queremos advertir que ésta se encuentra en conexión con la consideración
que el sujeto no es el punto inicial -lo dado-, por el contrario, es el efecto de los modos
de producción de subjetividad -un resultado. Y que esta producción de subjetividad se
origina en la tensión entre los procesos de “sujeción”, en virtud del cual el sujeto emerge
como resultado del biopoder, y el proceso de “subjetivación”, como resistencia al mismo.
Nosotrxs llamaremos subjetividades monstruosas a esta tensión entre los modos de
sujeción y las prácticas de subjetivación. Esto nos permitirá interpretar la ontogénesis
simondoniana desde una dimensión política, esto es, considerar cómo la producción de la
subjetividad acompaña la condiciones de futuro posible emancipador.
La subjetividad monstruosa no presenta una identidad fija: “identidad no es más
permanencia; es, antes de todo, la capacidad de variación. Y la variabilidad de relación
es evidencia de que un principio ontológico «fijo», estático, no funciona más” (Corsini,
2008: 213. Nuestra traducción). Esta ausencia de una identidad fija abre a la posibilidad
de pensar en las formas de subjetivación alternativas en las cuales los sujetos puedan
resistir a los modos de sujeción del poder. En efecto, frente a una producción de
subjetividad en consonancia con el semiocapitalismo, nos encontramos con formas de
subjetivación que resisten a esta producción de sujeción. Desde esta consideración el
poder concibe a los sujetos en términos individualistas, es decir, una “ontología del
individuo”, mientras que desde una ontología relacional y procesual se enfatiza la relación
y, en tal sentido, el sujeto es pensado como inacabado, con un trasfondo común
compartido -lo preindividual-, en permanente transformación y abierto a los otros.
Para Simondon “el individuo sería captado entonces como una realidad relativa,
una cierta fase del ser que supone antes de ella una realidad preindividual y que, aún
después de la individuación, no existe completamente sola, pues la individuación no
consume de golpe los potenciales de la realidad preindividual” (2009: 26). Como expresa
Virno, uno de los aportes fundamentales de la ontogénesis simondoniana es que “el sujeto
consiste en el cruce permanente entre elementos preindividuales y aspectos individuados;
es más, el sujeto es este cruce” (Virno, 2003: 80. Cursiva del autor). Esto es central para
comprender desde la ontología simondoniana lo que denominamos subjetividad
monstruosa, que se caracteriza por su hibridez, metamorfosis y singularidad.
En primer lugar, el individuo es un compuesto de realidad preindividual y realidad
individuada, que nos permite definir la subjetividad monstruosa como híbrida.11 Por
realidad preindividual debe comprenderse aquello que no ha llegado a individuarse, “el
ser en el cual no existe fase” (Ibíd.: 27. Cursivas del autor). El individuo individuado es
portador de una carga de realidad individual, por lo cual es más que individuo, más bien
es una combinación de dos realidades, la individuada y la pre-individual. En términos de
Simondon: “el sujeto es el conjunto formado por el individuo individuado y el ápeiron
que lleva consigo” (Ibíd.: 457), donde ápeiron indica la realidad preindividual. La
subjetividad monstruosa siempre es más que sí misma, es resultado de una individuación,
pero que también conlleva lo que aún no es. De esta manera, podemos comprender cómo
la multiplicidad de futuros posibles son inmanentes y están ya inscriptos en nuestro
presente.
En segundo lugar, la subjetividad monstruosa se caracteriza por su
metamorfosis.12 De acuerdo con Simondon la individuación no consume los potenciales
de la realidad individual,13 el individuo individuado conserva una carga de realidad
preindividual que permite nuevas individuaciones. Las individuaciones son resoluciones
transitorias a las tensiones que se producen por la diferencia de energía potencial que se

11
Virno (2004) denominará a esta realidad compuesta de la subjetividad: “sujeto anfibio”, un conjunto de
preindividual –naturaleza y contexto: perceptivo, lingüístico e histórico- e individual.
12
Queremos aclarar que por metamorfosis no debe entenderse simplemente como una alteración de forma
mientras que la materia permanecería incólume, ya que esto tendría reminiscencias del esquema
hilemórfico al que Simondon se opone. Más bien debemos comprender la metamorfosis en los términos en
que Simondon explica el proceso de moldeado del ladrillo. En este ejemplo, el hilemorfismo sólo ve en el
moldeado la aplicación de una forma (molde) a una materia (arcilla), sólo tiene en cuenta los términos
extremos del proceso (la forma y la materia) y oculta el punto central: la operación misma de puesta en
forma. Contrariamente, desde la operación de individuación la forma del molde y la materia de arcilla no
son más que “dos semicadenas de transformaciones que se encuentran en un cierto punto” (Simondon,
2009: 51) y, al juntarse, constituyen la individuación de un ladrillo. Simondon deja en claro que la arcilla
no está informada desde el exterior por el molde: “la materia es materia porque contiene una propiedad
positiva que le permite ser moldeada” (Ibíd.: 52). En consecuencia, “la forma del molde sólo opera sobre
la forma de la arcilla (…). El molde limita y estabiliza una forma, antes que imponerla: da fin a la
deformación, la acaba al interrumpirla según un contorno definido: modula el conjunto de ribetes ya
deformados” (Ibíd.). Es decir, materia y forma no son distinguibles en términos de pasividad y actividad,
sino que ambas se manifiestan como actividad –resonancia interna, intercambio de energía-, lo que permite
la modulación.
13
Esta es una de las diferencias que Simondon señala entre la individuación física y la vital: los individuos
físicos agotan de un golpe, cuando se individúan, los potenciales de la realidad preindividual de la que
emergen, mientras que los individuos vivientes, mientras viven, son susceptibles de una individuación
permanente. Por lo cual, la individuación física, que se produce de una forma instantánea, brusca y
definitiva, deja tras de sí la dualidad entre el individuo y el medio, donde el medio queda despojado del
individuo que no es y el individuo pierde la dimensión de medio, contrariamente la individuación vital es
perpetuada, la relación entre individuo-medio se va reconfigurando (Simondon, 2009: 30).
conserva en la realidad preindividual. A su vez, esta energía potencial de la realidad
preindividual, como no se agota en la individuación, genera nuevas tensiones.14 Pero este
conflicto presenta resoluciones que, aunque transitorias, le permiten alcanzar un cierto
equilibrio metaestable (Simondon, 2009: 28). Se trata de un equilibrio que incluye el
devenir, por lo cual son posibles nuevas transformaciones en el sistema. Un sistema
metaestable es “rico en energía y pobre en estructura” (Stengers, 2005. Nuestra
traducción). Así, se puede dar cuenta de que es la diferencia de potencial, de energía, que
hace que se libere la potencia para que pueda ser actualizada. Es esta diferencia de
potenciales -esta contradicción- la que hace posible la actualización de la potencia.
Además, también permite comprender que el poder -la forma que adopta el poder político
y económico en nuestro tiempo- y la subjetividad que produce, se encuentra en un estado
metaestable. Esto es, presenta tensiones que se resuelven en una nueva individuación, la
cual adquiere cierto nivel de estabilidad hasta que se produce una nueva tensión que
produce una nueva mutación.
Por último, entendemos la subjetividad monstruosa desde su singularidad. Esto
no significa que no reconozcamos la individuación colectiva que permitiría comprender
una subjetividad social. Por el contrario, ésta puede ser comprendida, tal como lo hacen
Hardt y Negri (2004), como multitud: conjunto de singularidades que presentan modos
de comunicación y cooperación en común. Considerar la singularidad del individuo
supone concebirlo como un resultado parcial de la operación de individuación.15 En tanto
resultado, el individuo es sólo una de las individuaciones posibles de la realidad
preindividual. Pero esto no significa que la individuación se realice una vez y para
siempre, sino que el proceso de individuación nunca es concluyente, está en permanente
devenir. El individuo, expresa Simondon (2009: 476), “es una solución provisoria, una
fase del devenir que conducirá a nuevas operaciones”.
De acuerdo con Bifo la conjunción inédita entre neoliberalismo, capitalismo
financiero, nacionalismo y securitarismo en el biopoder, produce una subjetividad que
presenta una subsunción mental y efectos psicopatológicos, sin embargo, como no puede
ser capturada en su totalidad, algo permanece en lo preindividual que hace posible una

14
Esta consideración de las tensiones no significa que Simondon presente una visión dialéctica del proceso
de individuación. Por el contrario, critica la dialéctica que no sabe ver más que momentos allí donde se
trata de discernir fases y hace de lo negativo el motor lógico del ser, incapaz de percibir la riqueza de la
tensión preindividual entre potenciales físicos incompatibles sin ser opuestos.
15
Esta individuación no sólo hace emerger al individuo sino también al medio asociado a él. Por lo cual,
no hay una relación de adaptación del individuo con el medio sino de constitución conjunta.
nueva individuación donde se libere la potencia de un futuro emancipador. En otros
términos, que la producción de sujeción de la realidad individuada pueda devenir en otro,
en una producción alternativa de subjetividad. La subjetividad monstruosa es el
reconocimiento de esas múltiples posibilidades que están en nuestro presente y que
constituyen un futuro posible. Se trata de una subjetividad que mantiene su composición
en tanto realidad preindividual e individuada, que resiste a los modos de sujeción del
poder que intentan sustraer lo preindividual o determinan la individuación actual como
única posible.
Para Bifo la impotencia política signa nuestra época -en contraposición a la
potencia de política moderna donde se decidía a través del voto-, pero en la actualidad
argentina nuevos tiempos parecen vislumbrase. Frente al automatismo tecnofinanciero,
que se instaló con la Alianza Cambiemos, hoy, luego de las elecciones primarias, parece
posible una producción de futuro. Por supuesto que sabemos que esto no significa que
podamos evitar la imposición de la deuda contraída, pero sí que las subjetividades
expresaron que el automatismo tecnofinanciero no es inevitable (Bifo, 2019b). Las
comunidades indígenas del Ecuador en estos días están siendo un ejemplo de sublevación.
Sin pretender hacer una oda al progresismo por venir, ya que sabemos que serán
tiempos muy difíciles y que el futuro continúa abierto, quisiéramos notar que la
solidaridad, la autonomía y la cooperación entre las subjetividades produjeron estas
condiciones de futuro. Es en los movimientos sociales -la “marea verde”- y,
especialmente, en la organización de lxs trabajadorxs, formales e informales, activxs y
paradxs, más o menos precarizadxs, donde es posible reconocer esta producción y
posibilidad de futuro. A contramano de lo que expresa Bifo en relación a las experiencias
sindicales europeas y la separación entre el general intellect y el cuerpo colectivo (2019:
181-182), en la experiencia Argentina la solidaridad y la cooperación entre lxs
trabajadorxs parece ser difícil de quebrar.16

16
Bifo (2019b) llama “reconjuntar”, a la reunión entre cuerpo y cerebro social, esta noción proviene de la
distinción entre el paradigma conjuntivo y el paradigma conectivo: Y me parece que podemos decir que en
los últimos diez mil años o más de la historia humana, el proceso de significación se caracterizó como
conjunción comunicativa. La conjunción es la relación entre cuerpos redondos, cuerpos que se tocan, que
son imprecisos, que emiten signos ambiguos, que puede significar más que una cosa sola. La conjunción
es marcada por el primado de la pragmática sobre la sintaxis. Hay sintaxis, pero muta continuamente y no
es el elemento decisivo. El elemento decisivo es esta relación entre cuerpos, la percepción de algo que no
pertenece al orden simbólico, sino a la dimensión del deseo y del imaginario. Esa es mi comprensión de la
conjunción. En los últimos treinta años hemos conocido a nivel social, de manera cada vez más invasiva,
permanente, una mutación desde lo conjuntivo hacia lo conectivo. Las formas de la uniformación del
formato pertenecen esencialmente a la sintaxis de la máquina. Sintaxis, su etimología significa un orden
que tiene juntas las cosas, pero de manera formateada, que tiene que ser previsible desde el comienzo. La
IV. Conclusión
En esta presentación recuperamos a Bifo como diagnosticador de nuestro
presente. En su último libro traducido al español encontramos elementos que nos
permitían comprender nuestra actualidad, que por momentos parece desoladora, pero, al
mismo tiempo, vislumbrar un horizonte de futuro posible. Especialmente, quisimos
recuperar la articulación entre la noción de futurabilidad que introduce Bifo, como un
devenir otro ya está inscripto en el presente, en correlación con la producción de
subjetividad. Es aquí donde tomamos distancia del autor, ya que la propuesta de una
morfogénesis presentaba a nuestro entender algunas limitaciones y problemas, y
recuperamos a Simondon, quien propone una ontogénesis procesual y relacional, la cual
nos permitía comprender la producción de subjetividad, que denominamos monstruosa.
El abordaje simondoniano del proceso de individuación nos permitió considerar en
términos ontológicos los rasgos que entendemos presenta una subjetividad monstruosa:
hibridez, metamorfosis, singularidad. Estas características posibilitaron advertir las
condiciones de producción de futuro que actualizan las subjetividades.

Bibliografía
AA.VV. (2019) Neofascismo. La bestia neoliberal. Madrid: Siglo XXI.
Barrionuevo, L. y Torrano, A. (2018) “Las subjetividades del control:
servidumbre maquínica, precariedad y gestión del miedo”, Revista Barda. Dossier
"Transformaciones del capitalismo: neoliberalismo, subjetividad y control, Año 4, No.
6. Universidad Nacional del Comahue, pp. 36-50. http://www.cefc.org.ar/revista/wp-
content/uploads/2015/07/barda6-barrionuevo-y-torrano.pdf
Berardi, F. (2014) La sublevación. Buenos Aires: Hekht Libros.
------------- (2015) La fábrica de la infelicidad. Nuevas formas de trabajo y
movimiento global. Madrid: Traficante de sueños.
-------------- (2016) Generación post-alfa: patologías e imaginarios en el
semiocapitalismo. Buenos Aires: Tinta Limón.

comunicación digital es esencialmente comunicación conectiva. Lo conectivo no pertenece solo a la


máquina. Si queremos interactuar con el conjunto de máquinas que constituyen el automa global, la red,
tenemos que con-formar-nos a la sintaxis del formato conectivo. Esta mutación no produce efectos solo en
el proceso de significación, sino en todos los niveles de lo social, en los niveles del trabajo, de la
comunicación, del erotismo, de las esperanzas de futuro, etc.
----------------(2019a) Futurabilidad. La era de la impotencia y el horizonte de la
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