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cia para diferenciar dos sistemas, dos concepciones del hombre y del mundo.
Porque cuando Rusia pudiese —y ha podido— imitar y hasta superar en
algunos aspectos esos adelantos del progreso material, caía, por la endeblez
de los argumentos empleados, la pretendida superioridad de quien la fiaba
a cosas tan efímeras y caducas. Oponer un materialismo a otro materialismo,
el capitalismo al comunismo, los Estados Unidos a Rusia sin otras alegaciones
—y las hay verdaderamente decisivas— era exponerse a que el argumento
—ad hominem— se volviera contra los propios sustentadores. Al marxismo-
comunismo —decíamos entonces y repetimos hoy— hay que oponerle algo
que, si lo imita, deje de ser lo que es. Esto es: espiritualidad, libertad, digni-
dad y derechos de la persona humana, fin trascendente de ésta, límites al
omnipotente poder del Estado o de la «clase dominante», etc. Por eso, de
tantos dilemas socio-políticos y de tantas doctrinas que se han presentado
como «contrapuestas», sólo una posición nos parece contundente: Roma o
Moscú, no otros enfrentamientos geográficos. Esto es, espiritualismo frente a
materialismo. Cristianismo (Roma) frente a marxismo - comunismo (Moscú).
Humanismo cristiano frente a humanismo marxista.
Porque el marxismo es también un humanismo (2), en pretendida síntesis
superadora del idealismo y del materialismo, en el que la dimensión inma-
nente del hombre y la lucha contra lo trascendente tiene su culminación en
la apoteosis del hombre. Pero el marxismo, como visión del mundo, se opone
a dos concepciones: la cristiana y la individualista, porque son las únicas
que, en su sentir, fuera del marxismo, pueden llamarse universales. Del cris-
tianismo dice que es algo anquilosado en las esferas de una jerarquía está-
tica, en una concepción medieval del mundo que se esfuerza por imponer
como válida. Del individualismo opina que, aun liberado de la jerarquiza-
(2) Sobre el humanismo marxista, entre otros: EMILE BAAS : L'humanisme mar*
xiste. Essais d'analyse critique, París, 1947.—PIERRE BIGO: Marxisme et humanisme,
¡ntroduction a l'oeuvre économique de Kart Marx, P. U. F., París, 1953.—JEAN-YVES
GALVEZ: La pensée de Karl Marx, París, 1956.—J. DANIELOU: «La foi en I'homme
chez Marx», en Chronique Sociale de France, tomo 46 (avril 1938).—J. FUEYO ALVA-
REZ: «Humanismo europeo y humanismo marxista», en La mentalidad moderna, Ins-
tituto de Estudios Políticos, Madrid, 1967, págs. 325-366.—R. GARAUDY: Humanis'
me marxista, cinq essais polémiques, París, 1957. Perspectives de I'homme, existen'
tialisme, pensée catholique, marxisme, P. U. F., París, 1961.—J. LACROIX: Marxisme,
existentialisme, personalisme, P. U. F., 1960.—H. LEFEBVRE: Le marxisme, P. U. F.,
1961. Pour connaitre la pensée de Karl Marx, París, 1956. Problemes actuéis du mar-
xisme, P. U. F., 1960.—H. LUBAC: Le drame de l'humanisme athée, 6.a edición, Pa-
rís, 1959. L'origine de la religión dans essai sur Dieu, I'homme et l'univers, 4. a edi-
ción, La Colombe, París.—J. MARITAIN: Humanismo integral, Buenos Aires, 1954.—
R. MONDOLFO: «L'uomo en Marx», en Rev. El Diálogo. Quaderni di cultura filosófica,
número 20 (ott. 1962).—J. SHEEN FULTON: Comunismo e coscienza deü'Occidente, 1952.
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(3) HENRI LEFÉBVRE : Le marxisme, P . U . F., 1961, págs. 8-10; Pour connaitre la
pensée de Kart Marx, París, 1956, y Problémes actuéis du marxisme, P. U. F., 1960.
(4) Le marxisme, pág. 6.
(5) Cit. por HENRI DE LUBUC: Le árame de l'humanisme athée, París, 1959, pá-
gina 34.
(6) H . LEFÉBVRE: Pour connaitre la pensée de K. Marx, pág. 30.
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humanismo liberal, a una justa doble reacción que no podía menos de pro-
ducirse y que, aun teniendo grandes y esenciales puntos de divergencia, con-
vergían en la denuncia y crítica de las injusticias del liberalismo y del capita-
lismo por lo que en ellos había de inhumano y frustrado humanismo: el mar-
xismo y la doctrina social católica (recogida entonces en la encíclica Rerum no*
varum) tuvieron el innegable mérito de haber descubierto los errores del indi-
vidualismo liberal.
Como reacción contra el liberalismo individualista, el socialismo se cons-
truye sobre la crítica de este sistema. Pero su fuente filosófica es en varios
puntos común con la del liberalismo, y hay varios elementos comunes a los
dos sistemas, como la creencia en la bondad natural del hombre (y su exclu-
siva consideración natural), el problema de la libertad al que se agrega la
igualdad efectiva (no sólo la teórica liberal) que se plasma en una equita-
tiva distribución de los medios para satisfacer las necesidades (en el olvido
de lo cual veía Saint-Simón el fracaso de la revolución anterior). Pero para
esa igualdad efectiva deben llenarse varias condiciones: debe existir una orga-
nización para suprimir el libre juego de intereses y reemplazar un estado
caótico por una coordinación racional sistemática de los distintos elementos
económicos, lo cual sólo es posible con una profunda adhesión a la sociedad
en la cual vive y de la cual recaba su sentido de ser; otra condición es la
supresión (lo cual no es unánimemente defendido por el socialismo), o al
menos la organización y orientación de la propiedad privada, para el mayor
bien de la sociedad; la idea de progreso (en lo que coincide con el libera-
lismo) mediante el cual el hombre puede crearse un futuro de posibilidades
ilimitadas ( n ) . En este amplio panorama del humanismo socialista, es en el
que Marx edificará su propio humanismo.
El humanismo naturalista de Marx es presentado por éste como una sin'
tesis del materialismo (que se madura en el socialismo) y del idealismo. Por-
que «el naturalismo o el humanismo realizado difiere tanto del idealismo
como del materialismo y constituye a la vez la verdad de ambos» (12). Y
éste es, precisamente, el significado de la síntesis hegeliana (Aufheben), como
resultado y superación de tesis y antítesis, que son sólo verdaderas en la
síntesis. La ((diferencia» del humanismo realizado respecto del materialismo,
que podría ser considerada como afirmación sorprendente y paradójica en
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al menos, y en su mayor parte, de las obras del joven Marx que han des-
pertado gran interés de los autores contemporáneos, marxistas y antimarxis-
tas. Únicamente subrayemos que la dialéctica del humanismo marxista en el
mundo de las alienaciones, es tributaria a éstas de la descripción que del
hombre hace Marx. El hombre en el que Marx creyó y al que entregó las
energías todas de su genio, por el cual quemó como un incienso el en tu-
siasmo y los sacrificios de su juventud y las amarguras y desengaños de su
vejez. En su obra de juventud ha enseñado una doble semblanza del hom-
bre : una enmarcada en la etapa penosa, pero transitoria, de la alienación;
la otra, esplendente realidad perenne, constituida por el hombre reintegra'
do, liberado (17).
La fusión, en síntesis dialéctica, de esas dos imágenes del hombre nos
puede dar la descripción del hombre según Marx como el ser social que, a
través de la terrestre epopeya del trabajo humano, resucitará de la opresión
ignominiosa a que lo había reducido el capitalismo para realizarse como un
absoluto. Este es. el hombre que creará el comunismo siendo fiel al sentido
de la historia: «El comunismo, abolición positiva de la propiedad privada
(que es alienación del hombre) y, por consiguiente,. recuperación real de la
esencia humana por el hombre y, para el hombre; total retorno, por lo mis-
mo, del hombre para sí propio como ser social, es decir, humano; retorno
consciente llevado a cabo,. conservándose toda la riqueza del desarrollo an-
terior ; este comunismo, en cuanto naturalismo consumado = humanismo, y
en cuanto humanismo consumado = naturalismo, es la solución verdadera
del antagonismo entre el hombre y la naturaleza, entre el hombre y el hom-
bre; es la solución verdadera de la lucha entre esencia y existencia, entre
objetivación y afirmación de sí, entre libertad y necesidad, entre individuo
y género. Es la solución del enigma de la historia y se sabe como solución.
Así, todo el movimiento de la historia viene a ser, por una parte, el acto
de procreación real del comunismo —el acto en que nace su existencia
empírica—, y por otra, para la conciencia que piensa, el movimiento com-
prendido y conocido de su devenir (18).
Lo cierto es que este antropocentrisrrio del humanismo marxista, here'
dado de Feuerbach y perpetuado por el comunismo, es una auténtica divini-
zación del hombre. No sólo es «extrañamiento» del hombre de la naturaleza
y de sí mismo, sino de Dios; es afirmación de «la conciencia humana como
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(19) Frase de PROMETEO a los dioses que MARX recoge en su tesis doctoral Di/e-
rencia de la. filosofía de la naturaleza de Demócrito y Epicuro. MARX reconoce a FICHTE
el mérito de'haber'puesto las premisas ateas y prometeicas de un gran humanismo bur-
gués defendiendo el principio de la autonomía total de la persona humana. Su comu-
nismo irá en la misma- dirección pero más lejos, ya que será la superación de este
estudio burgués, y por ser superación —Aufhebung— conservará, elevándolo, todo lo
mejor que dicho humasismo contenía.
(20) Manuscritos de 1844, edición citada, págs. 97 y 99. , •• •
(21) Ibidem. . . •
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und was Wirklich ist, das ist Vernunftig», a través de la filosofía hegeliana,
con especial referencia a su filosofía jurídica y política (Madrid, Instituto de
Estudios Jurídicos, I 9 6 I ) , hacemos ver cómo entre los grandes errores
de Hegel y de su filosofía, es, • para nosotros, el mayor el que una con-
cepción que pretende construir todo sobre la razón y una razón absoluta y
omnipotente, se asiente y conduzca a principios irracionales del mayor bulto,
es decir, al irracionalismo, que es el contrasentido de su racionalismo filo-
sófico absoluto. Porque si la esencia del hegelianismo es la eterna inquietud
de la Idea, y el Espíritu no descansa nunca ni aun cuando alcance lo ab-
soluto del concepto, la síntesis dialéctica no puede dejar de plantearse hasta
el infinito como tesis que solicita una antítesis y una, nueva, síntesis. Y así
Hegel, el filósofo de la razón universal y. de la identidad de lo real y lo
racional, lleva su sistema al irracionalismo.
La misma crítica —que es de exacta aplicación— puede hacerse ahora.
¿Con qué título admisible estatuye Marx una etapa final en el humanismo
absoluto en un proceso dialéctico que es, por definición, indefinido? Decir
que el hombre comunista es la supresión de todas las alienaciones, ¿no es
detener la dialéctica en -una síntesis convencional y convertirla en estática?
Además, en el humanismo 'de Marx hay «lagunas dialécticas» en torno a
la tesis y- a la antítesis. • y, como consecuencia, éstas tienen que acusarse en
la endeblez-de la síntesis. Así, en la dialéctica de Marx sobre el hombre,
la tesis está constituida por el individualismo liberal, que, con la explotación
del obrero, lo aliena- en todas las dimensiones de su ser. La antítesis radica
en la conciencia de la opresión, que hace levantar al proletariado para la rei-
vindicación de sus derechos, para la reapropiación de su dignidad humana
{lo que se condensa en la abolición de la propiedad privada, que es la raíz
del mal). La síntesis —ya lo hemos dicho— es la apoteosis del hombre, que
retorna de la cautividad a la absoluta posesión de sí mismo.
Es indudable que la tesis tiene, en tiempo de Marx, una gran parte
de verdad debido al menosprecio del hombre, convertido en un instrumento
de la producción y cuyo valor se tasaba por su rendimiento económico.
Tampoco, como consecuencia de lo anterior es difícil ver la parte de la ver-
dad de la antítesis, ya que la conciencia de la miseria es fuerza poderosa
de reivindicaciones y redención en el plano humano. Pero que la emanci-
pación sea tarea exclusiva del proletariado, en el cual se da, según Marx,
una misión universal, es dialécticamente dudable: ¿Con qué derecho una
clase situada en un determinado momento histórico se arroga la función
de obrar en nombre de toda la historia universal? Y las demás clases (el pro-
pio Marx enumera 8 en La revolución y contrarrevolución en Alemania,
y 7 en La lucha de clases en Francia), aun distintas del capitalismo, ¿no
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(26) A. LÓPEZ TRUJILLO: Ob. cit., pág. 195. Este autor cita en confirmación de
su crítica dialéctica a los fallos de la dialéctica marxista a J. I. CALVEZ: La pensée de
KaA Marx (1956) págs. 443-444; y a H.ARRÓN: Le marxisme (1960) pág. 95.
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tas. Así lo hacen ver, entre otros, los siguientes autores. En primer lugar
Gilíes Martinet, que después de decir que «es absolutamente pueril buscar
realizar proyectos socialistas que no tengan en cuenta experiencias empren-
didas», recorre en su libro Les ctnq communismes {34) con visión ponderada
las experiencias. llevadas a cabo en Rusia, Yugoslavia, China, Checoslovaquia
y Cuba. Henri Lefébvre ve en el movimiento marxista un peligroso estanca-
miento. La crítica de este autor es enconada, la evidencia de los hechos no
puede ser tapada por el. político marxista: El marxismo —dice— tiene el
mérito de haber engendrado un ideal nuevo: el de la libertad concreta; ha
criticado las alienaciones del hombre; el gran vacío está en que «esta teoría
de la libertad y del desarrollo humano se ha cambiado.en una teoría oficial...
•que legitima-actos de opresión». Se refiere al caso de Hungría, entre otros,
y agrega: «Gentes serias, honestas, llegan hoy a-preguntarse, si la democracia
burguesa, con sus taras, no vale más que el socialismo realizado bajo el signo
de Marx y del marxismo» {35). Bien conocida es la acerada crítica hecha por
el dirigente .'comunista yugoslavo Djilas, en La tercera clase, y después por
el marxista Marcuse, en Soviet Mar'xism, contra el «engaño» y la- desvirtuación
del marxismo, hecha, en la práctica, por los soviets y el comunismo raso. En
fecha más reciente Roger Garaudy, • marxista y dirigente • del partido comunista
francés durante muchos años, ante los sucesos de .Checoslovaquia exclama in-
dignado : «Nó'. es posible callar más. El movimiento comunista internacional
está en crisis:- el cisma chino, la invasión de Checoslovaquia en 1968, la con-
ferencia de Moscú, en junio de i969, son manifestaciones evidentes». Y sigue
este autor: • «Decir que los sucesores de Xenin, de Stalin y de Breznev man-
chan, a los ojos del mundo, la alta imagen de la revolución de octubre; que
su dogmatismo desfigura y empobrece el marxismo y obstaculiza Un análisis
científico de las contradicciones internas del capitalismo, limitando así las po-
sibilidades revolucionarias de los partidos comunistas; que su comportamiento,
desde la excomunión y boicot de Yugoslavia en 1958, hasta la invasión de
Checoslovaquia en i968, divide el movimiento por el rechazo de reconocer de
hecho la legitimidad de la búsqueda de los modelos del socialismo corres-
pondientes a las exigencias de cada nación y de cada época, y frena, en la
misma Unión Soviética, la construcción del socialismo, todo esto no pone
en juicio la revolución de octubre» (36). Y mucho más reciente y de resonan-
cia mundial es la crítica que hace, contra la experiencia de la praxis comunista,
Alexander Solzhenitsyn, en su celebrada obra El Archipiélago de Gulag.
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Y tienen razón esos críticos, dentro del propio campo marxista, porque
cuando se proclama la praxis como criterio exclusivo de verdad, las dolorosas
indicaciones de la realidad poseen mayor fuerza proletaria y se vuelven, en
este caso, contra los sustentadores de aquel criterio.
Es más, se nos ocurre preguntar: estos hechos ¿constituyen desviaciones
doctrinales o van en la lógica del totalitarismo exigido por la doctrina marxista?
•La respuesta de algunos marxistas estima que son falsificaciones del verdadero
sentido del pensamiento marxista. Pero otros autores, como Juan Alfaro en
su libro Esperanza cristiana y liberación del hombre {37) opinan que «lo que
en realidad ha conseguido hasta ahora el marxismo (y no se ve cómo dentro
de su ideología pueda lograr otro. resultado) es, sin duda, un notable progreso
económico {no en todas- las naciones de régimen marxista, pues algunas de
ellas han retrocedido respecto a su situación económica precedente),, que
ha contribuido a un mejor nivel de la. clase trabajadora; pero este progreso
está siendo pagado a duro precio con la opresión de las mismas clases obreras,
con la represión armada de sus legítimas aspiracione. {son hechos.conocidos de
todos) y con la supresión de la más preciosa libertad del' hombre, la libertad
del pensamiento y-de expresión» (38). Esta «supresión .de libertad» es lo que
más subrayamos nosotros {aun cuando no lo esté .en él texto citado); a esto
nos referíamos al principio de nuestro trabajo. ¡ Que imite el marxismo.-comu-
nismo a las doctrinas que proclama y garantizan los .derechos del hombre su
dignidad y libertad! ¡Que pruebe a hacerlo, y esa sería la mejor praxis/con<
vincente de su teoría! ¡ Que suprima tanta supresión de legítimas aspira-
ciones! Y si lo hace,1 poco le quedaría de •marxismo-comunismo. ,
Pero un tercer nivel del diálogo con el marxismo es el análisis marxista
mismo, de acuerdo con. la presentación. en sus textos hechos objetivamente
y dejando ahora entre paréntesis esos tremendos desmentidos de los hechos.
(37) JUAN ALFARO : Esperan&i cristiana y liberación del hombre, Herder, Bar-
celona, 1972.
(38) Ibid. pág. 207. .
En este mismo sentido RENE DUMONT en Cuba ¿es socialista? (Caracas, 1970),
dice, refiriéndose a Cuba: «Depende económicamente de la Unión Soviética lo que
le facilita cierta forma de socialismo, pero no la permite examinar cualquier otra
estructura y aproximarse, por ejemplo, a la ideología china... El Estado posee allí
el poder económico y político... pero ese Estado ¿está verdaderamente en las manos
de! pueblo, de los trabajadores, de los oprimidos? Parece excesivo' afirmarlo... Un
país, según mi opinión, no puede afirmarse socialista desde el momento en que no
es casi posible una discusión popular en él... Los elementos socialistas nos parecen
en retroceso muy marcado en Cuba; sobre todo, después de que los militares tomaron
la dirección efectiva de toda la economía... los trabajadores se hacen más reticentes,
intentan descansar, llegan incluso a romper los tractores; muchos comienzan a deses-
perarse por salir» (págs. 246-248). . ;
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(41) Ibid., pág. 218. Es muy interesante la exposición crítica que hace este autor,
en el capítulo IV de su libro (págs. 252-265) del documento del Primer encuentro
Latinoamericana de Cristianos por el Socialismo.
(42) ASSMANN: Opresión. Liberación. Desafio de los cristianos.
(43) J. E. GARCÍA HUIDOBRO: «LOS educadores cristianos y la liberación Latino-
americana», en Educación hoy, núm. 7, 1972, págs. 5-39.
(44) Nuestros trabajos: Seculariación y secularismo en el mundo actual, Instituto
de Estudios Políticos, 1973; también Teología y Sociología ¿"Socialización" • de la
Teología?, Instituto de Estudios Políticos, 1974.
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(47) LENIN: Materialismo y empiriocriticismo, Buenos Aires, 1960, págs. 322 y 101.
Seguimos en esta exposición crítica a A. LÓPEZ. TRUJILLO cuyo interesante libro esta'
mos comentando ampliamente. - • • • • . - . .
(48) Obispos de Chile: Evangelio, política y socialismo, Documento de trabajo,,
Edic. Paulinas, Santiago, 1971, n. 46-47. '
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(49) PABLO VI: Octogésima adveniens, n. 26 y 30, y especialmente núm. 33, cita
de A. LÓPEZ TRUJILLO: Ob. cit., pág. 221.
(50) Ibid., n. 34.
(50 bis) L'Osservatore della Domenica, 16 de agosto de 1974. Y en nuestros
días —mayo de 1976— a propósito de las declaraciones del Papa sobre incomprensi-
bles coaliciones electorales en Italia, entre algunos católicos con los comunistas.
(51) Es la polémica «protesta» de los comunistas italianos y su prensa en estos
días, por lo que califican de «intromisión» del Papa en asuntos políticos.
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tica del análisis marxista» que el autor del libro Liberación marxista y libe'
ración cristiana (52) nos ofrece en el capítulo V y último de la obra, hacién'
dolo desde distintas vertientes. En primer lugar, si el «análisis económico»
se limitara a la denuncia de las alienaciones, y principalmente a la alienación
económica, producidas por el capitalismo, o hiciera tan sólo resaltar la im-
portancia e influencia del factor económico, demasiado olvidado en la realidad
social, «sobraría todo comentario; hay al respecto intuiciones profundas en
Marx». También en nuestros tiempos —reconoce L. Trujillo— se pueden
mostrar muchos casos en que el trabajo humano es conculcado, y el hombre
mismo tratado como mercancía y explotado; el fenómeno de la pauperización
no se ha detenido, ni la acumulación de riquezas en manos de unos pocos
(países o personas); hirientes contrastes tienen su origen en la posesión o
carencia de los medios de producción; aspectos de una necesaria socialización
tienen que ser cada vez más aceptados y experimentados. Las reformas son
inaplazables. Todo esto es cierto, «pero la irrefrenable inclinación del marxis-
mo hacia la explicación de toda la realidad por lo económico, es decir, su
proclividad hacia el economicismo, carece de envergadura científica; es una
visión unilateral que representa, cuando es manejada con cálculos ambiguos,
un abuso» {53). El «análisis filosófico» marxista esta viciado ab initio de
una serie de preconcepciones «que no resisten un examen serio» (los con-
ceptos hegelianos de «negatividad» y «universalidad» que Marx aplica con-
fusamente en su humanismo marxista). En el «análisis sociológico» quedan
sin resolver fundadas dudas «acerca de la misma concepción de la clase»,
que tiene en Marx una fuerte inserción «ideológica», sólo habla de dos clases
—la capitalista y la proletaria— considerando como estratos «inesenciales» o
«irrelevantes» las clases medias. Y si es discutible la concepción de la clase,
«lo es mucho más, sociológicamente hablando, la "lucha de clases". Preocupa
que se le dé tanto crédito a esta "vía", como si la liberación del hombre
tuviese que pasar por la revolución sustentada en esa espiral de reacciones
que culmina con la misma violencia, lógicamente» (54).
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(55) En nuestro libro y capítulo citados decimos cómo las «adjetivaciones» son
una contradicción con su concepto objetivo clásico.
(56) A. LÓPEZ TRUJILLO: Ob. cit., pág. 270.
(57) Ibid., págs. 270-272.
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RESUME
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SU MMARY
There are many scientific, philosophic, economic, political, social and legal
systems whose birth, development and survival have been normally a func'
tion of the circumstances that have issued them in and that have passed
with the same ephemerality into history. This is not the case with those
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